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Función social del psicólogo clínico en adultos mayores de 71 a 95 años
Tesis presentada
Por
Natalia Villa Escalante
Laura Lizeth Herrera Flores
Ante la Facultad de Psicología y Terapia de la Comunicación Humana de la Universidad Juárez del Estado de Durango, como requisito para optar al título de
Licenciado en psicología
Directora de tesis
M.E.E.: Patricia Lorena Martínez Martínez
Directora disciplinar
M. P. C. Mireya Hernández Reyes
Director metodológico
Dr. Jaime Fernández Escárzaga
Victoria de Durango, Dgo. Junio del 2017
UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO
Facultad de Psicología y Terapia de la Comunicación Humana
ii
Dedicatoria
A mis padres que están
orgullosos
de verme alcanzar esta meta
iii
Agradecimientos
Le doy gracias a Dios por iluminar mi espíritu para la conclusión de esta Tesis, y
darme la fortaleza necesaria para ser perseverante.
Agradezco a mi familia por acompañarme, brindarme su valioso apoyo y consejos
en todo momento, desde el inicio de carrera, a mi madre Senorina Escalante Rodríguez y
mi padre Pedro Villa Rodríguez, a mis hermanos Jaime, Roque y Angélica.
A mi directora de tesis Patricia Lorena Martínez Martínez, por compartir sus
conocimientos, e invitarme al arte de investigar, motivándome y guiando mis pasos para la
culminación de este trabajo. Gracias por su paciencia y apoyo, pues sin ella no hubiera
podido llevar a cabo esta investigación.
También agradezco a quienes me motivaron a terminar este proyecto y siempre
estuvieron conmigo, a mi novio José de Jesús, y a mis amigos: Norma Patricia, Alejandro,
Laura Patricia, Sandra Martínez, Francisca Fernández, que están orgullosos de verme
concluir una etapa más en mi vida.
A mis compañeras y amigas Laura Lizeth Herrara Flores y María Guadalupe Aldana
Morales, con las cuales compartí conocimientos y gratas experiencias.
Gracias a todos los adultos mayores que participaron de manera voluntaria en esta
investigación, por sus opiniones valiosas y su tiempo aportado. Igualmente mi
agradecimiento a la Lic. Amairane Baeza Melchor y a las dos instituciones que colaboraron
con nuestra tesis, ofreciendo todas las facilidades.
Natalia Villa Escalante
iv
Dedicatoria
A mi padre Plácido Herrera
que seguramente estaría orgulloso
de verme alcanzar esta meta
v
Agradecimientos
Le doy gracias a mi familia por apoyarme incondicionalmente en mi formación
personal y profesional, a mi madre Lorena Flores, mi hermana Estefany Herrera, mi abuela
Guadalupe Arámbula.
Quiero agradecer a cada una de las personas que en algún momento me motivaron a
concluir este proyecto, a mis amigos Natalia Villa, Guadalupe Aldana, Fito y a mi novio
que sé está orgulloso de verme concretar una fase más en mi vida.
A mi directora de tesis Patricia Martínez por guiar este proyecto, por la paciencia y
el conocimiento brindado y sobre todo por el aprendizaje que me llevo de esta experiencia.
Gracias también a las instituciones que nos permitieron adentrarnos para conocer el
pensar de los ancianos, al señor Jaime y Jorge que me brindaron parte de su conocimiento y
me enseñaron además la gran capacidad que puede llegar a tener un adulto mayor y que son
personas de las cuales se puede aprender demasiado tanto personal como profesionalmente.
Por último, a mí misma, porque pude ver que soy capaz de cumplir lo que me
propongo a pesar de las dificultades que se presenten.
Laura Lizeth Herrera Flores
vi
Indice de contenido
Introducción ............................................................................................................................ 9 Capítulo 1. Planteamiento del problema............................................................................... 11
1.1 Antecedentes ............................................................................................................... 11
1.1.1 Adulto mayor y las situaciones que enfrenta en esta etapa .................................. 11
1.1.2 Ancianos institucionalizados y no institucionalizados......................................... 12
1.1.3 Necesidades humanas que resuelve la psicología como profesión ...................... 13
1.1.4 Papel del psicólogo frente a la vejez .................................................................... 17
1.1.5 Función social del psicólogo ................................................................................ 18
1.1.6 La bioética y psicoética en el anciano .................................................................. 19
1.1 Pregunta de investigación............................................................................................ 22
1.2 Justificación................................................................................................................. 25
1.4 Objetivos ..................................................................................................................... 28
1.5 Tema delimitado y clarificación de términos .............................................................. 29 Capítulo 2. Revisión de la literatura ..................................................................................... 32
2.1 Cambios en el adulto mayor de importancia para la psicología ................................. 32
2.2 Herramientas que puede brindar el psicólogo al adulto mayor................................... 35
2.3 Características generales del psicólogo y su vinculación con la tercera edad ............ 41
2.4 Condiciones del espacio terapéutico ........................................................................... 48 Capítulo 3. Metodología ....................................................................................................... 53
3.1 Método ........................................................................................................................ 53
3.2 Participantes, criterios de inclusión y exclusión ......................................................... 54
3.3 Instrumento y corpus de investigación ....................................................................... 57
3.4 Análisis de datos ......................................................................................................... 58
3.5 Consideraciones éticas ................................................................................................ 61 Capítulo 4. Resultados .......................................................................................................... 62
4.1 Motivos del adulto mayor para ir al psicólogo (Categoría A) .................................... 63 4.1.1 La psicología y el adulto mayor en instituciones (Subcategoría A.1) .................. 64
4.1.2 Problemas internos que llevan al adulto mayor al psicólogo (Subcategoría A.2) 65
4.2 Función del psicólogo (Categoría B) .......................................................................... 66
4.3 Particularidades con las que debe contar un psicólogo (Categoría C) ........................ 69
4.4 El adulto mayor y el espacio de psicoterapia (Categoría D)....................................... 74 Capítulo 5. Discusión............................................................................................................ 79
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5.1 Normas institucionales y la autonomía del adulto mayor (Subcategoría A.1) ........... 79 5.1.1 La psicología como fortalecimiento emocional del anciano (Subcategoría A.2) . 80
5.2 La función social del psicólogo: comprensión y reeducación del adulto mayor (Categoría B)..................................................................................................................... 82
5.2.1 La responsabilidad social del ser psicólogo (Subcategoría B.1) .......................... 83
5.2.2 Apoyo emocional y búsqueda de sentido en el anciano (Subcategoría B. 2) ....... 84
5.2.3 La psicología como pilar para el autoconocimiento y la aceptación (Subcategoría B. 3) ............................................................................................................................... 87
5.3 Características esenciales del psicólogo según el adulto mayor (Categoría C) .......... 91
5.4 El adulto mayor y su demanda de privacidad (Categoría D) ...................................... 98 Conclusión .......................................................................................................................... 102 Referencias ......................................................................................................................... 106
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Indice de tablas y figuras
Figura 1. Universo de usuarios _____________________________________________ 24 Figura 2: Categoría A ____________________________________________________ 66 Figura 3. Categoría B_____________________________________________________ 69 Figura 4. Categoría C_____________________________________________________ 74 Figura 5. Categoría D ____________________________________________________ 78 Tabla 1. Usuarios participantes de la investigación ______________________________ 56 Tabla 2. Ejemplo de tabla con concentrado de citas empíricas _____________________ 60 Tabla 3. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría A ____________ 63 Tabla 4. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría B ____________ 67 Tabla 5. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría C ____________ 70 Tabla 6. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría D ____________ 75
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Introducción
En la presente investigación, cuyo tema es La función social del psicólogo clínico
percibida por los usuarios de 71 a 95 años, se busca conocer los principales motivos que
han llevado a esta población a requerir ayuda de un psicólogo; también describe las
cualidades que debe poseer dicho profesional; busca identificar cuál es su función social
frente a la percepción del anciano; para finalizar se da a conocer la importancia que puede
tener el espacio terapéutico.
La población de personas de la tercera edad ha ido en aumento en los últimos años,
se calcula que entre 2000 y 2050, dicha proporción pasará de 11 a 22%; además de que un
15% de los adultos de 60 años o mayores, sufren algún problema cognitivo (Organización
Mundial de la Salud, 2013). Por su parte, pareciera que en la sociedad existen ciertos
estereotipos respecto a las personas de edad, vistas como individuos que ya no son
suficientemente capaces de desempeñar algunas actividades, limitando su autonomía, por lo
que la finalidad de este trabajo es indagar ¿cuál es la labor del psicólogo clínico,
demandada por los adultos mayores?, y ¿qué es lo que los ancianos esperan de un
profesional de la salud mental?
El método empleado fue la perspectiva fenomenológica, con el fin de buscar la
función de la práctica profesional del psicólogo clínico desde la propia voz de los usuarios
de la tercera edad que han tenido alguna experiencia en relación a la psicoterapia. Se
realizaron 18 entrevistas en profundidad a adultos mayores de entre 71 y 95 años que
tuvieran experiencia previa de trabajo psicológico, 13 de ellos residentes en una institución
geriátrica del Estado de Durango y los 5 restantes referidos de una organización dedicada
también al adulto mayor, dentro de esta misma ciudad.
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Las entrevistas fueron grabadas en audio y posteriormente transcritas, respetando en
todo momento la oralidad en la expresión de los ancianos, se utilizaron además signos
lingüísticos para permitir al lector conocer la expresión propia venida de los participantes
desde el lenguaje hablado. La información obtenida fue analizada por medio del programa
Atlas ti 7 de donde se extrajo lo más importante de lo dicho por los usuarios, denominadas
en este trabajo como citas empíricas por ser palabras textuales mencionadas por los
participantes; después se trabajó en organizar las aportaciones en códigos semánticamente
significativos, lo cual dio origen a las categorías de esta investigación.
Los resultados obtenidos se conceptualizan en 4 bloques, el primero se conforma de
todos aquellos motivos por los que el anciano ha recurrido al clínico; el segundo se refiere a
la función del psicoterapeuta hacia los adultos mayores; el tercero da a conocer las
peculiaridades necesarias en el profesional de la salud mental y el último menciona las
condiciones donde se da la terapia psicológica. Después de un análisis de los testimonios
entrevistados, se procedió a la búsqueda de la literatura con la finalidad de conocer las
diferentes posturas teóricas en relación con la investigación y poder entonces vincularlas
con lo dicho por los participantes.
Para concluir, esta tesis indagó la función social del psicólogo clínico y, se
encontraron elementos empíricos que permiten mostrar que el rol del psicoterapeuta, al
trabajar con adultos mayores, consiste en apoyar a los ancianos en situaciones propias de la
edad que supone seguir disfrutando de la existencia.
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Capítulo 1. Planteamiento del problema
1.1 Antecedentes
La vejez se debe comprender como una etapa más en la vida de las personas y no
como algo negativo, además de ello, se prevé un incremento significativo para el año 2050
de esta población, periodo de la vida donde el deterioro no sólo se da por la edad o el
decaimiento orgánico, sino que también influyen los factores externos como el entorno
ambiental, familiar y social (Nash, Obed, González, Hernández, Quintero, Peña y López,
2013). Por lo que el trabajo del psicoterapeuta hacia la población de la tercera edad puede
ser variado y de suma importancia por los diversos cambios que se presentan en esta etapa
de la vida, donde el psicólogo ha de pretender llevar a cabo una intervención acorde a las
necesidades del anciano. Este apartado se conforma por el estado del arte respecto al tema
que nos ocupa. Se buscó que las fuentes fueran, en fines, semejantes a las pretensiones de
este estudio, que busca indagar la Función del psicólogo clínico en la atención de los
adultos mayores.
1.1.1 Adulto mayor y las situaciones que enfrenta en esta etapa
La adultez mayor se define como una fase del desarrollo del ser humano que inicia a
los 60 años y termina en el momento en el que la persona fallece, y es caracterizada por ser
un periodo de grandes cambios en todas las áreas de funcionamiento (OMS, 2006 en
Rodríguez, Valderrama y Molina, 2010, p. 247). A nivel biológico las patologías más
comunes en los ancianos son hipertensión arterial, diabetes, lo que puede llevar a un declive
orgánico, esto aunado a la demencia, área donde la psicología sugiere aplicar técnicas
cognitivo conductuales para su mejora (Rodríguez, Valderrama y Molina, 2010, p. 251),
12
pues en el envejecimiento uno de los aspectos que más se modifica es la función cognitiva
(Nash, Obed, González, Hernández, Quintero, Peña y López, 2013, parr. 6). Respecto a la
parte emocional, las personas mayores se encuentran en un estado reflexivo que las lleva a
evaluar cómo han vivido (Rage, 1997; Uribe-Rodríguez, Buela-Casal, 2003, en Rodríguez,
Valderrama y Molina, 2010, p. 247). En el ámbito de lo social, los aspectos que pueden
impactar más al adulto mayor, son las pérdidas de sus seres queridos, la jubilación y la falta
de interacción con los demás (Gallar, 1998; Uribe-Rodríguez, Buela-Casal, 2003, en
Rodríguez, Valderrama y Molina, 2010, pp. 247-248).
En la etapa de la vejez se presentan diversos cambios que le exigen adaptarse a un
nuevo estilo de vida. Por ejemplo, es común que el anciano se enfrente a pérdidas como la
de su pareja, de salud, o trabajo, circunstancias que son difíciles de superar y que
desencadenan cambios de humor y una serie de síntomas depresivos (Monroy, 2005, p. 4).
Por lo que es recomendable mantener los contactos sociales con familiares y antiguos
compañeros de trabajo, cultivar nuevas amistades y recuperar otras antiguas, es decir, sentir
que son parte de una sociedad y que ésta sabe que existen (Quiroga, 2014, pp. 100-105).
1.1.2 Ancianos institucionalizados y no institucionalizados
El contexto en el que se desarrolla el adulto mayor tiene un impacto relevante en el
bienestar, la calidad de vida y las necesidades psicológicas que éste demanda. De ahí la
importancia por conocer la forma de vida de aquellos que son residentes de instituciones y
de los que no. A continuación, se exponen algunas características y problemáticas a las que
enfrentan los ancianos. Los adultos mayores al ser institucionalizados deben adaptarse a
reglamentaciones, pues se les impone el cumplimiento de diversas actividades
13
estrictamente programadas por la organización, como la hora de comer, no poder elegir la
habitación en la que deben dormir, etc. Diariamente comparten tiempo y rutinas cotidianas
con individuos que viven la misma situación, y que quizá sean desconocidos (Castro,
Brizuela, Gómez, y Cabrera, 2010, pp. 15-16). Algunos de estos ancianos dejan de realizar
tareas, ajustando su conducta y adoptando una actitud pasiva;1 efecto generador de
dependencia (Rojas, Toronjo, Rodríguez y Rodríguez, 2006, p. 6). Por otro lado, los
ancianos no institucionalizados que viven en un contexto familiar, pueden tener algún
sentido de pertenecía y una visión positiva hacia la vida, lo cual puede llegar a favorecer la
salud física y psicológica del adulto mayor. Sin embargo, hay situaciones en donde pueden
sufrir maltratos y agresiones por diversos factores, pues llegan a ser considerados como una
molestia dentro del grupo familiar, provocando en el anciano ciertos trastornos psicológicos
como la depresión, ansiedad o incluso el aislamiento (Quintanar, 2011, p. 107; Castro,
Brizuela, Gómez, y Cabrera, 2010, p. 7-8-14).
1.1.3 Necesidades humanas que resuelve la psicología como profesión
Antes que nada, es importante aclarar que, en este estudio, por función social, se
entiende como “la necesidad humana que la psicología clínica, como profesión, busca
resolver dentro de la sociedad” (Martínez, Vázquez y Ríos, 2016, p. 2). “La función social
1Autonomía tiene que ver con la autodeterminación y las elecciones libres que se tienen a lo largo de
la vida, según la autorrealización de la persona. Existen dos tipos de autonomía: la moral y autonomía fáctica. La primera se refiere a la capacidad de toma de decisiones mediante una argumentación mora l personal, con responsabilidad y, la segunda, tiene que ver con la posibilidad de llevar a cabo por uno mismo la decisión tomada. En el caso de las personas institucionalizadas pasan a ser de independientes a dependientes, pero aun cuentan con su autonomía moral, pues tienen la capacidad para juzgar las acciones que realizaran según necesidades y lo que la persona considera correcto, más no cuentan con la autonomía fáctica al no llevar a cabo su decisión, pues dependen de la reglamentación del establecimiento donde se encuentren (Etxeberria, 2014, pp. 3-7).
14
de una profesión consiste en proporcionar a la sociedad un bien específico que es
necesario para la supervivencia del ser humano y de dicha sociedad” (Cortina, 2000,
p. 15, en Martínez, Vázquez, Ríos, 2016, p. 2). “Esta conceptualización de necesidad
humana, que finca la función social de la psicología clínica, se apoya en el concepto que,
sobre profesión, ha propuesto MacIntyre (2008 en Martínez, Vázquez y Ríos, 2016) al
considerarla una actividad humana cooperativa, coherente y compleja que ha de
establecerse socialmente, por lo que la función de cualquier práctica profesional consiste en
cumplir una finalidad inherente que no puede ser suplida por otros profesionales o actores
sociales. Es así que la razón de ser de una profesión es que ésta cumpla la finalidad que la
sociedad le encomienda y que lleva sobre sus entrañas la responsabilidad moral de cumplir
las metas que le son propias” (Martínez, 2016, p. 2) lo que hace que esta actividad humana,
en cuanto práctica, sea institucionalizada sobre la base de un trabajo cooperativo con la
sociedad, corporativo con el colectivo profesional y con un nivel de expertez que marca su
solvencia en un saber científico-tecnológico.
Sobre este asunto, del papel de la psicología clínica frente a su responsabilidad
social, es bueno comentar lo que Yela afirma en torno a que algunas personas cuentan con
el trabajo de un psicólogo y que lo necesitan; sin embargo, no siempre saben cómo éste
profesional puede desplegar sus servicios. Lo que sí queda claro, es que el psicólogo es
alguien que contribuye, científicamente hablando, para ayudar a los seres humanos a
comprenderse mejor a sí mismos y a los demás, porque es un experto cuyas técnicas pueden
ayudarles a resolver ciertos problemas personales y situaciones concretas de la vida. La
función principal que la gente espera del psicólogo es el dominio científico de los procesos
psicológicos como las emociones, el pensamiento, la motivación y otras más, sobre los que
15
este profesional busca incidir a fin de poder mejorar sanamente la vida de los seres
humanos. Incluso ayudar a quienes consideran no tener problemáticas emocionales, a
desarrollar y enriquecer su personalidad evitando fallas anormales de su conducta que
puedan ser de carácter patológico2. Además de ofrecer a los usuarios un cúmulo de
conocimientos que les ayuden a la comprensión de sí mismos y de los demás, incluso
contribuir a que sea participe de la cotidianidad en la construcción activa de una mejor
comunidad social (Yela, 2009, pp. 114-115). Cada profesional tiene su lugar y función
dentro de la sociedad, por ejemplo, al arquitecto se le confía una construcción, pero al
psicólogo se le encomienda el ser de cada individuo, con quien busca contribuir para
hacerlo un sujeto libre y dueño de sus propios mecanismos psicológicos (Yela, 2009, p.
116).
Respecto al papel del psicólogo frente al adulto mayor como usuario de la
psicología clínica, Kielhofner (2006) menciona que los psicólogos que prestan sus servicios
a esta población particular, siempre deben de ver por el bien del paciente, poniendo énfasis
en el respeto de los deseos y las capacidades específicas del individuo (p. 4). Ya que, para
que el terapeuta pueda tratar un problema, es importante que se determine qué estructuras y
procesos neurológicos están implicados en la situación del usuario, pues en el caso de los
adultos mayores, se debe tomar en cuenta su movilidad corporal, su fuerza y resistencia que
impiden o favorecen el desempeño de sus actividades cotidianas y ocupacionales
(Kielhofner, 2006, p. 50).
Es también parte del trabajo del psicólogo aportar al paciente técnicas
psicoterapéuticas para valerse por sí mismo a fin de que sea una persona que no dependa
2 refiriéndose a una conducta que pueda afectar de manera seria y, hasta cierto punto, peligrosa tanto para el usuario como para las personas que lo rodean.
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todo el tiempo del trabajo psicológico, sino que aprenda a conocer la profundidad de su
problemática, y así recupere un funcionamiento psíquico saludable (Filder, 1969, Llorens y
Young, 1960; West, 1959 en Kielhofner, 2006, p. 52). Kielhofner señala que ha de lograrse
lo anterior a través de una práctica centrada en el cliente, guiada por el respeto a la persona,
lo que implica una compresión de los deseos, necesidades y el derecho de elegir de las
personas mayores a expresar sus opiniones, así como el papel proactivo del anciano en la
toma decisiones acerca del proceso terapéutico (Taylor, 2003, Townsend, 1993, en
Kielhofner, 2006, p. 70) y de la forma en que ha de vivir.
Para cerrar este apartado, es necesario remarcar que la finalidad de una profesión es
tener el firme compromiso de velar por el bien común de la sociedad (Polo, 2003, p. 73) y,
son los usuarios quienes experimentan la calidad del servicio prestado y aunque no conocen
la trama interna de la profesión, las opiniones de ellos resultan indispensables para
determinar qué prácticas producen un servicio de calidad y cuáles no (Polo, 2003, p. 75),
así como extraer de sus propias inquietudes, las necesidades sociales que busca satisfacer la
profesión y la función propia de las mismas, en tanto un saber socialmente
institucionalizado. Los profesionales sirven a la sociedad para realizar bienes específicos y
lo hacen de forma privada, a través de instituciones o por medio de corporaciones. Lo
anterior, aunado al importante aspecto personal que es requerido para un ejercicio
profesional, la de poseer cierta vocación o aptitudes para prestar un servicio de calidad
(Polo, 2003, p. 77-78) y que hace del trabajo del practicante, algo más que un simple oficio
sino una labor que contempla un llamado de la sociedad a cumplir una misión social.
17
1.1.4 Papel del psicólogo frente a la vejez
La población de 65 años o más va en aumento, por lo que el reto de la sociedad y la
psicología clínica debe orientarse en el esfuerzo de hacer sentir al anciano que no ha dejado
de ser importante y que puede encontrar nuevos sentidos a su vida, motivándolo a
desarrollar actividades que contribuyan a su bienestar personal (Artavia y Fallas, 2012, p.
40). Por lo que disciplinas como psicología, medicina, gerontología, sociología, se han
preocupado por estudiar diversas variables en esta etapa del ciclo vital y por contribuir al
desarrollo de teorías e instrumentos que permitan un acercamiento al adulto mayor. Es
necesario que se ayude con programas psicoterapéuticos basados en las necesidades propias
de la vejez (Colegio Oficial de Psicólogos, 2002 en Rodríguez, Valderrama y Molina, 2010,
p. 250). Teniendo como objetivo aliviar el dolor emocional, e integrar un abordaje en el
aspecto psicosocial y espiritual en la atención al longevo y con ello mejorar su calidad de
vida recibiendo el cuidado apropiado (Organización Mundial de la Salud, 2011, p. 122).
Parte de la función del profesional de la salud mental es considerar el nivel de
autonomía del adulto mayor, pues en algunas ocasiones se puede ver quebrantada por los
diversos cambios que se viven en dicha etapa como la jubilación, viudez, el nido vacío, la
institucionalización, entre otras, generando en el individuo un “estado o condición
vulnerable, en el que recibe mensajes negativos de su ambiente social, los interioriza y le
afectan el auto-concepto” (Artavia y Fallas, 2012, p. 42). Por lo que es importante que en
los servicios colectivos, enfocados a responder a las necesidades de dichos usuarios, se
destaque su autonomía y la participación dentro del entorno social (Artavia y Fallas, 2012,
pp. 42-43). Así como incluirlos activamente en la toma de decisiones, respetar sus valores
de privacidad y utilizar redes de apoyo (Organización Mundial de la Salud, 2011, p. 123),
18
además de dar herramientas para que el longevo se adapte a su medio ambiente, a las reglas
dentro de las instituciones o, si fuere el caso, a los ritmos familiares (Franca-Tarrago, 2008,
p. 6).
1.1.5 Función social del psicólogo
En este tercer apartado se hablará sobre las diferentes características que debe
poseer el profesional de la salud mental especializado. El cual en gerontología debe que
contar con los conocimientos sólidos acerca de las tareas específicas de esta etapa del
desarrollo que es la ancianidad, como la aplicación de diversas escalas a los adultos
mayores el fin de detectar alguna psicopatología, además de realizar un examen mental
completo explorando las áreas de memoria a corto y largo plazo, e identificar sus
emociones, atención, comportamiento y lenguaje, todo esto para que al momento de brindar
el servicio se dé con la mayor calidad posible (Quintanar, 2011, p. 191 y Ugalde, 2010, p.
17).
La capacidad de improvisar y emplear metáforas es algo indispensable para el
psicólogo, además de que su mente debe ser abierta y madura profesionalmente,
aprovechando al máximo las historias de vida que escucha, estableciendo empatía
emocional para comprender la situación por la que está pasando la persona, y creando
alianzas que permitirán al psicoterapeuta realizar adecuadamente la intervención
(Quintanar, 2011, p. 191, Quiroga, 2014, p. 18 y Martínez, 2011, p. 64). La paciencia y
sencillez también son cualidades que los deben de caracterizar, sobre todo al momento de
dar instrucciones en la aplicación de un instrumento y de ser posible, poner el ejemplo de lo
que se desea, empleando un lenguaje familiar (Martínez, 2011, p. 38 y Quintanar, 2011, pp.
112-125). Pues en ocasiones los ancianos presentan problemas de audición o vista y el
19
profesional de la psicología debe estar capacitado para tratar estos casos especiales
(Quintanar, 2011, p. 191).
Otras de las habilidades sugeridas al psicólogo son: capacidad para abstenerse de
juzgar a una persona, escuchar la conversación del adulto mayor sin reaccionar de acuerdo
con sus propios problemas, sentimientos y juicios de valor. También es importante que el
psicólogo esté al tanto acerca de los fenómenos psicopatológicos más comunes de esta edad
como la ansiedad3, depresión4 y la demencia5, que ocurren en el adulto mayor. Además, el
psicólogo debe estar al tanto de las diversas patologías tanto físicas, sociales y psicológicas
que surgen en esta etapa de la vida, capacitándose en seminarios, diplomados y talleres
(Pérez, 2005, p. 6).
1.1.6 La bioética y psicoética en el anciano
Es frecuente que cuando se trata de los asuntos éticos exista confusión entre juicios
morales frente a determinados comportamientos humanos y valores de cada persona.
Dentro de la psicogerontológia es necesario contar con acciones y recursos que orienten
respecto a las intervenciones por realizar, según el tipo de problema y demanda que
requiera la población anciana, respetando y teniendo en cuenta todos los aspectos de la vida
de un adulto mayor con principios y derechos. A continuación se darán a conocer los
3 La ansiedad es una enfermedad que resulta muy frecuente en el anciano en la que el adulto siente una amenaza real o imaginaria. Según su nivel de intensidad puede producir una disminución en las funciones cognitivas, generando agotamiento, agrava cuadros depresivos y con esto reduce la calidad de vida del anciano (Ugalde, 2010, pp. 24-25). 4 La depresión es otro trastorno frecuente dentro de la psicopatolog ía geriátrica. En mayores de 65 años es más visto en mujeres, y en adultos institucionalizados con un 12%, esto debido al aislamiento, pérdida de autoestima y autonomía, por mencionar algunos factores (Ugalde, 2010, pp. 49-66). 5 La demencia no es un trastorno exclusivo de la vejez, a pesar que es más frecuente en esta etapa de la vida, pues la edad es un factor de riesgo para padecerla. Se define como un cambio en la cognición debido a un proceso orgánico que afecta al cerebro, en donde se va perdiendo la conciencia, la memoria, el pensamiento, comprensión, capacidad de lenguaje y juicio (Ugalde, 2010, p. 37).
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puntos de referencia de la bioética así como la psicoética, ya que en ellos va implícito el
valor y la importancia de los individuos como seres dignos y autónomos.
La bioética es una ciencia, relativamente nueva, definida por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como el estudio sistemático de la conducta humana en el
campo de las ciencias biológicas o de la vida y la atención en salud, siempre bajo valores,
principios éticos y morales (Padovani, 2010, pp. 2-3; Del Río Sánchez, 2005, p. 22),
teniendo principios como:
Autonomía: derecho del individuo a participar en la toma de decisiones en
cuanto a la realización y aplicación de tratamientos. Al respecto el psicólogo
clínico debe informar al paciente sobre ello, esto se le conoce como
consentimiento informado y seguramente encuadre.
Beneficencia: es la obligación de los profesionales de la salud de actuar
siempre en bien del paciente, este principio viene matizado por el respeto a
la autonomía del individuo por lo que los psicólogos deberán mantener
normas de conducta, es decir que tienen que actuar por el bienestar de la
persona cuidando siempre el no afectar la propia autonomía del usuario de la
psicología.
Justicia distributiva: la cual involucra el acceso a la salud para todos y la no
discriminación en materia de sanidad, se refiere a la equidad en la
distribución de recursos y bienes considerados comunes. Por lo que la
psicología ofrece sus servicios a cualquier tipo de persona sin importar su
edad o religión.
21
No Maleficencia: consiste la necesidad de no hacer daño y se basa en la
relación costo-beneficio, cobra importancia cuando se quiere proteger al
usuario en una acción que ofrezca más riesgos que beneficios. En
psicoterapia es obligación del psicólogo proteger a las personas de cualquier
daño emocional que pueda provocar la intervención.
Solidaridad: si no somos solidarios con el que sufre, si no sentimos el dolor
ajeno como propio, se menciona que nunca podremos tener una actuación
ética (Padovani, 2010, p. 3; Mercado, 2001, p. 134; Del Río Sánchez, 2005,
pp. 22-30). En el campo de la psicología es necesario que el terapeuta
aplique este principio mediante el rapport y la empatía.
Adhesión o apoyo incondicional a causas o intereses ajenos, especialmente
en situaciones comprometidas o difíciles.
Por su parte, la psicoética toma como objeto de estudio el intento sistemático de
clarificar los dilemas éticos de la relación que se establece entre pacientes y profesionales
de la salud mental, adquiere una identidad propia en relación a la bioética (Franca-Tarrago,
2008, p. 19). Respecto a lo anterior, al psicólogo se le presentan diversas dificultades en
cuanto a sus deberes y responsabilidades como lo son: el respeto a la dignidad del anciano,
la autonomía y el derecho de decidir (Franca, 2008, pp. 186-189). Por su parte el adulto
mayor trae consigo ausencias, como la pérdida de estatus y la valía personal, enfrentando
problemas existenciales, jubilación, viudez o abandono, razones por las que se debe
preparar a los individuos para la vejez, enfermedad y la muerte, esto a través de la geriatría
preventiva, consiguiendo más años saludables y menos años de enfermedad, conocer,
considerar y respetar los valores y costumbres del paciente, sin cuestionarlos; es necesario
22
recordar siempre que tratamos un individuo singular, particular y único (Mercado, 2001, p.
133).
Otro desafío ético que tiene la psicología clínica es descubrir aquellos mecanismos
psicodinámicos que ayuden al hombre moderno a vivir la vejez, enfermedad y la muerte de
una manera más sana y digna, y en ningún momento discriminar a este tipo de población,
pues como todos, tienen la misma igualdad de oportunidades para los servicios de salud,
pero se debe tomar en cuenta que los ancianos pueden requerir de atención especial por su
fragilidad física, y psicológica, sin duda este es un camino que cada ser humano tendrá que
recorrer. Los ancianos deben ser tratados como un fin y nunca como medio, es decir: su
crecimiento y el desarrollo de su capacidad, un individuo consciente, autónomo y
comunitario, es decir: teniendo en mente el principio de la beneficencia en todo momento,
así como también la empatía que se le brinda. Por lo que la aplicación correcta de la
bioética y psicoética debe ser siempre utilizada de manera adecuada por parte del
especialista en salud mental.
1.1 Pregunta de investigación
En el apartado anterior se pudo encontrar que la función del psicólogo ante los
adultos mayores conlleva una gran responsabilidad, por lo que, sabiendo que la profesión es
una actividad humana institucionalizada que cumple una finalidad especifica que la
sociedad le ha encomendado, se decidió indagar la percepción que los usuarios de la
psicología clínica, pertenecientes a la tercera edad, concretamente hombres y mujeres de 71
años en adelante, respecto al papel del psicólogo en la sociedad.
23
Después de realizar la búsqueda de la literatura se hizo una prueba piloto previa a la
investigación, que consistió en interrogar a personas de la tercera edad elegidas al azar,
cuestionando ¿cuál era la labor de este profesional?, las respuestas de cada participante
fueron caracterizadas por un lenguaje cotidiano y se transcribieron de acuerdo al tipo de
código oral emitido a través del uso de signos lingüísticos que buscaban reflejar la oralidad.
En primera instancia se observó que los ancianos que asistieron con un profesional de la
salud mental, por algún motivo, tenían un concepto más claro sobre el trabajo de éste, a
comparación con los que nunca habían tenido contacto con él, por lo que se tomó la
decisión de llevar a cabo la investigación sólo con individuos que hubieran tenido un
acercamiento profesional con el psicólogo.
La psicología es una profesión que busca el bienestar emocional del individuo,
siendo entonces una ciencia de que estudia la conducta y los procesos mentales, lo que lleva
a plantear las siguientes preguntas: ¿Cuál es la labor del psicólogo clínico, demandada por
los adultos mayores?, y ¿qué es lo que los ancianos esperan de un profesional de la salud
mental?
De esta manera la psicología clínica debe cumplir lo que la sociedad le demanda,
razón por la cual se buscó conocer, desde la perspectiva de las personas que han recibido
asistencia psicológica clínica y que se denominan usuarios de la profesión: cuál es la
función, con alcance social, del psicólogo clínico percibida por quienes acuden a
psicoterapia a fin de conocer el impacto que tiene y ha tenido en su vida la profesión desde
la visión de las personas de la tercera edad.
La selección del universo de personas entrevistadas corresponde a los individuos de
la tercera edad, la cual se subdivide según Neugarten (en Valdés, 2012, p. 13) en cuatro
24
grupos: los ancianos-jóvenes de 65-74 años, los ancianos-ancianos de 75-84 años, los
ancianos-longevos de 85-99 años y los centenarios mayores de 100 años” (Mishara y
Riedel, 2000, en Valdés, 2012, p. 13). Enseguida se presenta de forma gráfica el campo de
intervención que se eligió para este trabajo a fin de delimitar la muestra de estudio.
Figura 1. Universo de usuarios
El esquema anterior permite visualizar el universo de usuarios que participaron en
esta investigación, se tomó en cuenta aquellos con edades de 71 a 95 años, que
corresponden a los ancianos-ancianos y ancianos-longevos de acuerdo a Mishara y Riedel,
(2000, en Valdés, 2012, p. 13). Los cuales se dividieron de la siguiente manera: de 75 a 80
años de 81 a 85, 86 a 90, contando cada grupo de edad, con dos hombres y dos mujeres, a
excepción del rango 91-95 en el que participó solo un hombre.
65 a 74 años
75 a 84 años 85 a
99
años
Mayores de 100 años años
Usuarios Psicología
clínica
25
Las personas que se encuentran en esta etapa del desarrollo están jubiladas, la
mayoría son viudos, y buscan un uso de su tiempo libre, algunos de ellos son activos, pero
requieren servicios sociales sanitarios por parte de sus familiares y hospitales, sufren de
enfermedades comunes de la vejez como diabetes e hipertensión, demencia senil, etc.
Según lo dicho, nos lleva a plantearnos el interés de este estudio que hemos concretizado en
la siguiente pregunta de investigación: ¿cuál es la función social del psicólogo clínico ante
los adultos mayores de 71 a 95 años?
1.2 Justificación
A continuación, se exponen las razones por las cuales se dio inicio al estudio, entre
ellas se menciona el aumento en la esperanza de vida en la población de ancianos, haciendo
énfasis en la estadística a nivel mundial, nacional y local. Por lo que fue importante indagar
sobre la función y características del psicólogo clínico en el contexto de trabajo con el
adulto mayor. En seguida se ofrecen una serie de elementos que nos permitieron evidenciar
la necesidad de atención psicológica a la población de la tercera edad, así como los motivos
que llevan a estos usuarios a dicho profesional.
En México, se consolida el proceso de envejecimiento demográfico. Esto deberá ser
la preocupación de la sociedad y del Estado, para prever situaciones futuras por el
crecimiento de la tasa poblacional a fin de planificar políticas tendientes para mejorar las
condiciones de las personas adultas mayores (Mendoza, 2009, p. 9). Ya que en el año 2100
la cantidad de personas arriba de 60 años de edad, aumentará más de tres veces. Según se
calcula, entre 2000 y 2050 dicha proporción pasará de 11 a 22%. A nivel nacional se cuenta
26
con una población de 112’ 336, 538 siendo el 9.1% mayores de 60 años. En el Estado de
Durango hay 1’ 632, 934 habitantes y el 9.3% rebasan dicha edad. Mientras que en la
capital de Durango existe una población total de 582, 267 correspondiendo al 8.4%.
Entonces del 2000 al 2010 se ha dado un incremento significativo en este sector (OMS,
2013; INEGI, 2010).
La mayoría de estas personas gozan de buena salud mental, pero algunas corren el
riesgo de padecer trastornos psicológicos, así como enfermedades somáticas o discapacidad
(OMS, 2013). Aproximadamente un 15% de los adultos de 60 años o mayores sufren algún
problema cognitivo, por lo que es importante que los prestadores de asistencia psicológica
brinden la atención a las necesidades especiales de dicha población, capacitándose en el
cuidado de los individuos de la tercera edad, así como el prevenir las enfermedades antes
mencionadas (OMS, 2013). Razones por las que el psicólogo debe contar con los
conocimientos suficientes, y sobre todo saber qué es lo que esperan del psicólogo la
población de adultos mayores.
Por su parte el centro de Investigación del Instituto Nacional de Salud Pública (en
Gómez, 2012) asevera que, por maltrato psicológico y físico, 30% de los ancianos en
México padece de depresión o estado de abatimiento e infelicidad y en ocasiones son
abandonados en albergues, donde pierden, la mayor parte, su autonomía. En estos lugares
se atienden sus padecimientos crónico-degenerativos, pero poco o nada se puede hacer para
aliviar la frustración e inestabilidad emocional que les provoca el sentimiento de haber sido
institucionalizados (Gómez, 2012). Por ello es importante conocer las necesidades en
general de los adultos mayores con respecto a la atención psicológica, considerando que el
impacto en lo cognitivo y emocional tiene la misma importancia en quienes rebasan los 71
27
años y el resto de la sociedad, pues son sujetos de dignidad. En algunas culturas es
vinculado con la idea de que físicamente la persona ya no pude desempeñar ciertas
actividades, que es aislado y con una disminución en su actividad social, estas visiones
dificultan el envejecer y limitan su adecuada integración a la sociedad; sin embargo, se
debe aprender a valorar al anciano y presentar una visión realista sobre los adultos mayores
y su proceso del envejecimiento.
La edad no es algo que determine las posibilidades de una persona, sino que es una
vertiente más de su situación. El envejecimiento no es una enfermedad ni tiene que ser
limitante, es una etapa de la vida que puede ser tan sana como otras, dependiendo del estilo
de vida y la concepción del mundo (Villanueva, 2009, p. 6). Los individuos que forman
parte de este grupo deben concientizarse que al llegar a dicha etapa, su vida sigue teniendo
la misma valía, lo ideal es que los ancianos sean tratados adecuadamente según su edad,
considerando la autonomía del individuo. Siendo una población tan vulnerable, el papel que
funge el psicólogo dentro de la sociedad mexicana con respecto a los adultos mayores,
conlleva responsabilidades como el cambio de la idea que se tiene de los ancianos y la
promoción de su salud mental, la justicia social, la autonomía, el trato digno y solidario, así
como promover acciones para la atención, llevar a cabo estrategias en prevención de
enfermedades psíquicas. Otra función que tiene este profesional es crear la independencia
del usuario hacia el contexto (Díaz, 1994, p. 15), así como el trabajo con cuidadores desde
la psicoeducación para la población de la tercera edad, permitiéndoles tener una nueva
concepción de lo que implica estar en esta etapa de la vida. Creando en el anciano una
mayor autonomía sobre la base de una subsidiaridad psicológicamente planeada, para que
28
puedan gozar de una vejez satisfactoria donde no pierda el interés en sus actividades, así
como formar parte de la sociedad donde se sienta aceptado e identificado dentro de ésta.
1.4 Objetivos
De acuerdo a lo anterior y teniendo como finalidad delimitar los alcances de la
indagación, se plantearon propósitos que permitieron encauzar el estudio, es decir, fueron
guía para el desarrollo de este proyecto, así como punto de referencia para la evaluación de
los resultados obtenidos.
Objetivo general
Describir, con actitud fenomenológica, la profesión y función social del psicólogo
clínico, desde la experiencia proporcionada por usuarios de 71 a 95 años de edad, que han
recibido asistencia psicológica clínica.
Objetivos específicos
Indagar los motivos que llevan a los adultos mayores a requerir los servicios de un
psicólogo clínico.
Descubrir, desde la perspectiva del adulto mayor, qué cualidades debe poseer el
psicólogo clínico.
Identificar la responsabilidad que posee el psicólogo clínico desde la percepción del
adulto mayor para conocer su función social.
29
Analizar el papel y diseño del espacio terapéutico desde las demandas del adulto
mayor como usuario de la asistencia psicológica clínica.
1.5 Tema delimitado y clarificación de términos
El tema que nos ocupa es: “La función social del psicólogo clínico con adultos
mayores de 71 a 95 años”. Ahora bien, con el objetivo de clarificar las pretensiones de este
estudio, en esta sección se definirán los términos que componen el tema delimitado.
Tómese en cuenta que por “término” se entiende un segmento del tema antes enunciado y
no palabras aisladas, componentes que demandan una clarificación conceptual para evitar
ambigüedad en lo expresado, empatar relaciones semánticas y sus implicaciones en el tema
que ocupa. Los términos que requieren ser clarificados semánticamente hablando son:
“función social”, “psicólogo clínico” y finalmente “adulto mayor”.
Primeramente, se define el concepto función. Ésta, de acuerdo con Sánchez (2003)
proviene del latín functio que se refiere a la ejecución y cumplimiento de un deber, teniendo
como finalidad o razón de ser una actividad, organismo o persona; por su parte, social se
define como una característica meramente humana que les permite a los individuos
organizarse para convivir. Asimismo, Cortina (2000) menciona que profesión es una
actividad social cooperativa que tiene como meta proporcionar un bien concreto e
indispensable para la supervivencia del ser humano. Por lo que en este estudio función
social consistirá en este deber y compromiso que tiene el profesional de la psicología ante
la sociedad que le ha encomendado la misión de resolver una necesidad humana
considerada como vital, que en este caso, es vinculada con el adulto mayor.
30
Por su parte, el término “psicología”, proviene del griego psyché que significa alma
y logos que quiere decir tratado o estudio, por lo que etimológicamente significa estudio o
tratado del alma. En la actualidad se admite generalmente que la psicología es una ciencia
que estudia los fenómenos de la conducta y los procesos mentales con que aquéllos se
relacionan, para determinar sus condiciones y leyes (Sánchez, 2003). Es necesario definir
también la palabra clínica, que este término según la Real Academia Española es el
ejercicio práctico de la medicina relacionada con la observación directa del paciente y su
tratamiento (Diccionario de la Real Academia Española, 2014). Por lo que juntando estas
dos palabras se define “psicología clínica” que según Jiménez (2009), es una especialidad
del área psicológica que se ocupa del comportamiento y los acontecimientos implicados en
los procesos de salud mental de los seres humanos. Siendo su principal objetivo la
aplicación de principios teóricos, procedimientos e instrumentos para observar, prevenir,
comprender y explicar trastornos mentales, alteraciones cognitivas y emocionales (Jiménez,
2009, p. 3). En esta investigación, psicología clínica se comprenderá de una profesión
encaminada a solucionar las problemáticas con el fin de mejorar nivel emocional, misma
que reflexionaremos con relación a su papel en usuarios de edad avanzada.
Como tercer y último segmento del enunciado que nos ocupa es el término “adulto
mayor”, el cual posee, según la etapa a la que pertenece, sinónimos como vejez o
ancianidad. El concepto de adulto mayor varía en función del momento histórico y el
contexto sociocultural. Una persona es considerada biológicamente “anciana” en función de
los problemas que tiene para valerse por sí misma. Psicosocialmente varía el término
dependiendo del estereotipo que tenga la sociedad hacia los adultos mayores (Gómez, 2012
y Vizcaíno, 2000). En este documento se hace referencia a aquel individuo que se sitúe
31
entre los 71 y 95 años de edad, los cuales Neugarten (en Valdés, 2012, p. 13) divide en
grupos: “los ancianos-jóvenes de 65-74 años, los ancianos-ancianos de 75-84 años, los
ancianos-longevos de 85-99 años y los centenarios mayores de 100 años” (Mishara y
Riedel, 2000, en Valdés, 2012, p. 13). Esta investigación está enfocada a estas últimas fases
de la vida en donde ocurren cambios significativos a nivel biológico y social, pues el
funcionamiento de su cuerpo va en deterioro y a su vez se presentan problemas
emocionales que generan malestar psíquico (Adulto mayor, 2007 y Educación al paciente,
2010).
La aclaración de los términos que conforman el tema delimitado, además de reducir
las ambigüedades a que se presta, viene a remarcar también los límites de la investigación
pretendida, al dejar en claro los alcances semánticos de cada uno de estos, pues a través de
los conceptos se busca enmarcar las principales características, conocimientos y
responsabilidades que debe poseer el psicólogo clínico para ejercer el proceso de terapia
personalizada o de grupo con el sector de población que se encuentra en la etapa de la
tercera edad. Aclarados los términos se plantea entonces que esta investigación tiene como
fin conocer las obligaciones, cualidades y responsabilidades que debe cumplir el psicólogo
clínico al ejercer la profesión en la asistencia psicológica de personas vulnerables como lo
son los sujetos de más de 71 años.
32
Capítulo 2. Revisión de la literatura
El presente apartado reúne la búsqueda literaria, misma que se hizo después de
analizar los resultados empíricos a fin de respetar una clara actitud fenomenológica y,
posteriormente, contrastar las aportaciones venidas de los entrevistados. Como ya antes se
dijo, al utilizarse el enfoque fenomenológico, la búsqueda de bibliografía se realizó
posterior no sólo al trabajo de campo, sino al análisis de datos a fin de que no afectara al
proceso de generación de categorías empíricas. Se expone a continuación aquello que los
autores reportan en torno a temas relacionados con los principales motivos por los que
acuden a psicoterapia los adultos mayores, la función del psicólogo clínico frente a los
ancianos, las principales características que distinguen a este profesional desde la visión de
los interrogados y, para finalizar, se hablará sobre la importancia del consultorio clínico
para la atención de las personas con edades de entre 71 a 95 años.
2.1 Cambios en el adulto mayor de importancia para la psicología
Existen diversos aspectos sobre los adultos mayores que el psicólogo debe tomar en
cuenta para conocer qué es lo que lleva a esta población en busca de un psicólogo, por lo
que en este capítulo se abordará de manera sintetizada algunos motivos que, según los
autores citados, son las principales causas por los cuales acuden a psicoterapia, además del
impacto que pueden tener a nivel personal el vivir dentro de una institución, y cómo debe
ser la atención hacia la población anciana para que tengan una mejor calidad de vida.
En el trabajo realizado en Córdoba por Butinof (Guri, Rodríguez, Abraham, Vera y
Gassmann, 2015, pp. 127-128), habla de que en las residencias geriátricas se han
considerado como una alternativa de hogar para la ancianidad ya sea de forma temporal o
33
permanente, aun cuando la decisión de vivir en una residencia sea del mismo anciano, la
idea de institucionalización conlleva “claras consecuencias como la reglamentación y el
grado de internamiento” (Butinof, et al., 2015, p. 127). Respecto a las reglas, se
caracterizan por la presencia de fuertes normativas, en donde se dan horarios establecidos
de actividades y existe ausencia de elección por parte del anciano en algunos aspectos y por
ello, al ir con el psicólogo, el adulto mayor debe considerar de manera pasiva las decisiones
que, sobre él, se toman con el fin de cuidarlo y mejorar su estado emocional. Así, un
elemento que caracteriza a los adultos mayores institucionalizados es la vulneración del
derecho a la autonomía (Butinof, et al., 2015, p. 128) pues se debe considerar a las personas
de edad avanzada ya no como un grupo vulnerable que es objeto de protección, sino como
titulares de derecho, capaces de tomar sus propias decisiones tanto fuera y dentro de donde
vivan (Butinof, et al., 2015, p. 127). Todo esto sirve como referencia para mostrarnos que
las instituciones mantienen un reglamento o normas que se deben seguir, por lo que los
ancianos no acuden siempre al psicólogo por voluntad propia sino por seguir el protocolo
organizacional.
En cuanto a la atención de la salud integral de los ancianos, autores como Mune y
Pisa, (2015) mencionan que “todas las intervenciones deben ser diseñadas en forma
individual para el paciente y de manera interdisciplinaria; es decir, compartiendo los
enfoques que brindan los diferentes integrantes del equipo: el personal de enfermería,
psicoterapeuta, asistente social y médico” (pp. 117-118). Igualmente, Rodríguez,
Valderrama y Molina (2010) en su propuesta de intervención psicológica en adultos
mayores, mencionan que algunos programas para el anciano, en la mayoría de los casos,
son apoyados por personal médico, asistencia sanitaria, terapia ocupacional, entre otras,
34
contribuyendo a mejorar la calidad de vida del adulto mayor (Rodríguez, Valderrama y
Molina, 2010, p. 253).
Otro punto relevante es que en la población de la tercera edad puede presentar
cierto declive tanto motor, cognitivo como emocional, por lo que hay que tener presente
que las pérdidas que puedan ocurrir en esa etapa de la vida, si el anciano no cuenta con la
ayuda o sustento afectivo apropiado, podría derivar en un decaimiento emocional. A lo que
Chávez (2011), en su investigación Duelo y Depresión en el Adulto Mayor, menciona que
el fallecimiento de familiares y amigos se pueden dar en cualquier momento, pero
conforme aumenta la edad, es mayor el número de muertes tanto de miembros de la familia
como del cónyuge, hermanos e hijos, incluyendo las amistades, además de experimentar la
desventaja de la disminución en el funcionamiento cerebral y ocupacional. Estos elementos
pueden tornarse peligrosos en los adultos mayores, ya que si no logra encontrar un
equilibrio que beneficie su armonía psíquica, podría llevarlos a una alteración física y
emocional (pp. 44-48). Por lo que el autor señala que se debe procurar orientar a las
personas a reconocer y aceptar sus sentimientos mediante las etapas que se transcurren en
un proceso de pérdida, pues en la actualidad la gente pide ayuda para elaborar situaciones
difíciles, esto se debe, en parte, a la transformación del siglo, ya que en otra época las
personas se habrían dirigido a instituciones religiosas para que les ayudarán a resolver su
duelo (p. 38). En la etapa de la tercera edad, es más frecuente que se presente una depresión
la cual está asociada a circunstancias sociales o familiares adversas, pues se considera que
es el resultado de la conciencia de lo ya perdido, sin embargo; son situación que se pueden
resolver cuando el usuario encuentra el espacio en el cual se pueda expresar la profundidad
de sus problemáticas y recibir la contención que sea necesaria (Chávez, 2011, pp. 29,30).
35
También debe tomarse en cuenta que la vejez es una fase de la vida en donde la
esfera cognitiva se ve afectada. En un estudio dirigido a comparar la capacidad cognitiva y
de marcha en adultos mayores de 60 años y más, en donde participaron 80 ancianos en el
estado de Veracruz, realizado por Nash, Obed, González, Hernández, Quintero, Peña,
y López (2013, parr. 5-6), hablan acerca de la parte cognoscitiva que es vista como uno de
los aspectos que más se modifica en el envejecimiento como la memoria, áreas de lenguaje
y habilidades motoras que, en algunos casos, las personas de la tercera edad no siendo tan
activas pueden culminar en deterioro.
En seguida se abordarán algunas herramientas terapéuticas que un profesional de la
salud mental puede aportar a los usuarios con la finalidad de brindar una mejor atención, ya
que esta población va en aumento, entonces es fundamental para el psicólogo clínico tener
una base sólida de conocimientos y estrategias para ir encausando a los individuos a que
tengan una vejez plena, autónoma y sobre todo digna.
2.2 Herramientas que puede brindar el psicólogo al adulto mayor
En el presente apartado se encontrarán diversas maneras con las que el psicólogo
puede ayudar a los adultos mayores en cuestiones cognitivas y emocionales, ya sea
mediante el desarrollo de programas de intervención en donde se brinde equilibrio y
soporte afectivo; tomando en cuenta que algunos usuarios pueden presentar dificultad para
aceptar sus emociones, incluso mostrar resistencia, por lo que el psicólogo debe elaborar un
diagnóstico para ofrecer la atención adecuada. Entonces una de las labores de la psicología
hacia el adulto mayor es orientarlos a tener una mejor calidad de vida. Alvarado y Salazar
(2014) hicieron un estudio sobre el concepto del envejecimiento mediante un análisis de
36
diversas definiciones encontradas en diccionarios, revistas y libros en el país de Colombia,
donde afirman que el envejecimiento es un proceso de la vida en el que se experimentan
cambios físicos, psicológicos y sociales entre otros; por lo que se convierte en un espacio
ideal para brindar herramientas de intervención que permitan entender el fenómeno de
envejecer y dar opciones que promuevan la condición de vida del adulto mayor y por ende,
una mejor atención (Alvarado y Salazar, 2014, p. 62).
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores de México (2013) en su libro
de Modelos de Atención Gerontológica, menciona que la psicología “proporciona
orientación, acompañamiento y apoyo emocional individual o grupal de las personas
adultas mayores y sus familias” (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, 2013,
p. 79), a fin de contribuir en la creación de un espacio de intercambio y reflexión en donde
los ancianos puedan expresar sus opiniones acerca de diferentes temáticas relacionadas con
el proceso de envejecimiento y la calidad de vida. En este libro también se da a conocer
tanto las principales funciones del psicólogo que se trabajan con la población de la tercera
edad como el lograr un cambio de actitud en la persona anciana, beneficiar su entorno
social, promover y fortalecer las relaciones interpersonales e impulsar sus actividades de
manera autónoma (Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, 2013, pp. 50-51).
Por su parte, autores como Mielgo, Ortiz y Ramos (2001) en su estudio centrado en
el “Rol del Psicólogo hacia los adultos mayores” de residencias en Madrid, mencionan que
dicho papel en la sociedad es atender necesidades urgentes de la población, realizando una
intervención con familias, y evaluaciones individuales (Mielgo, Ortiz y Ramos, 2001, p.
406). También el psicoterapeuta debe contar con la vocación hacia el trabajo
interdisciplinario y además ocuparse de las áreas cognitiva, afectiva, funcional y social
37
(Mielgo, Ortiz y Ramos, 2001, p. 397). Y en cuanto a su labor clínica, englobar los
trastornos de conducta, lenguaje, cuadros depresivos y atención a enfermos terminales
(Mielgo, Ortiz y Ramos, 2001, p. 398).
Una más de las funciones del psicoterapeuta según Amoros, es “el diagnóstico,
tratamiento e investigación de los problemas que se refieren al comportamiento humano”
(1980, p. 363), además su tarea principal es encontrar la razón de sus acciones y
comprender ¿qué impulsa a las personas a obrar como lo hacen?, asimismo, prever “cuál
será su comportamiento y, en ciertos casos, encontrar el medio de modificar la conducta”
(Amoros, 1980, p. 363). Pues es el psicoterapeuta quien ayuda a comprender las barreras
que impiden la realización normal de la persona, orientando al individuo a beneficiar el
funcionamiento de sus procesos psicológicos constructivos. El practicante tiene un área
fructífera que es en el campo de la terapia, ayudando al individuo a descubrir problemáticas
emocionales en conflicto, pues este profesional enseña al paciente a resolver situaciones
que le aquejan, ofreciendo una explicación real de la circunstancia, y al mismo tiempo le
corresponde con apoyo emocional (Amoros, 1980, p. 368).
Por su parte Montenegro (2013), en un estudio mixto cuantitativo y cualitativo
donde se entrevistó a 54 psicólogos que trabajaban en hogares geriátricos en Cali,
Colombia, afirma que la labor del psicólogo no consiste en solucionar las dificultades, sino
en “que la persona comprenda cuál es su problema y qué le ha llevado a esta situación” (pp.
14-15), brindando al sujeto estrategias que le ayuden a encontrar una solución por él
mismo, la problemática por la que acude con el psicólogo. Además Montenegro (2013) en
su trabajo titulado: “Rol del Psicólogo en los Centros Geriátricos”, afirma que los
psicoterapeutas entrevistados expresan que las funciones principales que ellos realizan
38
dentro de los hogares geriátricos es la valoración, entrevistas, aplicación de test, además de
preservar y reforzar “las funciones cognitivas” (Montenegro, 2013, pp. 14-15), así como
también dar soporte emocional a cada adulto mayor cuando está deprimido en esta fase de
la vida (Montenegro 2013, pp. 34-36).
El Colegio Oficial de Psicólogos (2002, en Rodríguez, Valderrama, y Molina, 2010,
p. 250) en su artículo Intervención Psicológica en Adultos Mayores del Caribe, menciona
que se espera que los profesionales de la salud mental contribuyan con el diseño de
medidas integrales que permitan una evaluación y seguimiento de los programas de
intervención en el adulto mayor e implementen “estrategias que contribuyan al cambio
conductual y a la promoción y prevención de la enfermedad” (Colegio Oficial de
Psicólogos, 2002, en Rodríguez et al., 2010, p. 250), así como el afrontamiento de los
cambios que se presentan en esta etapa de la vida en la cual el debe tomar en cuenta las
necesidades del anciano y el contexto que lo rodea (Colegio Oficial de Psicólogos, 2002, en
Rodríguez et al., 2010, p. 250). Del mismo modo, hablan sobre el clínico como alguien que
ha de ser “idóneo, dotado del conocimiento y habilidades necesarias para la elaboración de
programas de intervención” (Colegio Oficial de Psicólogos, 2002, en Rodríguez et al.,
2010, p. 253).
En ocasiones el adulto mayor estará en situaciones emocionales o motoras bastante
complejas; sin embargo, en la investigación con este tipo de población realizada por
Sánchez, González, Alerm y Bacallao (2014), señalan que, a pesar de lo afectada que pueda
estar la salud física en los ancianos, si se trabaja con las personas en un equilibrio dinámico
que fortalezca y haga nacer aspectos resilientes y preventivos de la personalidad, los
adultos se prepararán psicológicamente para cuando su salud pueda verse quebrantada
39
(Sánchez, González, Alerm y Bacallao, 2014, p. 345). Por su parte Ruch, Proyer, y Weber
(2010 en Jiménez, Izal y Montorio, 2016) en una investigación realizada a 67 adultos
mayores de un rango de 60 a 89 años, buscaron probar la eficacia de la psicología positiva a
través de un estudio experimental, concluyendo que esta perspectiva puede mejorar la
promoción de un envejecimiento sano en cuanto a salud mental se refiere, ayudando a que a
los cambios que ocurren en la vejez no tengan tanto impacto negativo y así como impulsar
experiencias emocionales positivas como la felicidad, placer, bienestar con el pasado,
esperanza en el futuro, el fomento de vínculos y rasgos positivos (Ruch, Proyer, y Weber,
2010 en Jiménez, Izal y Montorio, 2016, p. 52).
Hernández (2005) expone que durante la etapa de la vejez se producen múltiples
sucesos de distinta índole a nivel biológico, cognitivo y social, así que es importante que la
persona tenga recursos para prevenir algunos de éstos, como saber afrontarlos y adaptarse a
ellos, además que aumentan las dificultades en el reconocimiento de emociones negativas,
por lo que será necesario trabajar en la promoción de estrategias adecuadas y facilitar la
conexión de pensamientos. Por ello, “de manera especial, el profesional de la salud que
trata a pacientes ancianos debe tener en cuenta diversos aspectos mentales del
envejecimiento, que abarcan las reacciones psicológicas” (Hernández, 2005, p. 84), y al
mismo tiempo teniendo en cuenta su socialización (López, Fernández y Márquez, 2008, p.
504).
Es importante entonces ayudar al anciano a generar algo positivo de lo que piensa y
siente, a lo que Urrutia y Villarraga (2010) expresan que una de las tareas centrales del
anciano es cuidar de su salud y una condición para ello es el adecuado manejo de las
situaciones conflictivas con las cuales suele tropezar en el transcurso de su vida, y no se
40
trata de reprimir el sentimiento, sino ser capaces de reorientar las emociones perjudiciales
de forma tal que logren expresarse con el menor daño posible. Respecto a esto, la
inteligencia emocional sugiere que se puede dejar de ser esclavos de los problemas,
llegando a ser capaces de ajustarse a las condiciones de la edad, y responder de manera
efectiva a las múltiples demandas que aún la vida requiere (Urrutia y Villarraga, 2010, pp.
53-54).
Por su parte Monzón (2012) afirma que cuando el usuario de la psicología acude a
psicoterapia tiene esperanza a que se llegue a dar un cambio conductual, busca ayuda
conscientemente; sin embargo, en algunas ocasiones se pueden activar una serie de
mecanismos que dificultan el recibir la terapia, tales son llamados “resistencias (…) que
son defensas inconscientes que protegen al paciente de la angustia, supone la toma de
conciencia de los conflictos, pensamientos y deseos inaceptables” (Freud en Monzón, 2012,
p. 125), pues las personas pueden llegar a sentir miedo a perder el control de su
problemática y por lo tanto no estén dispuestos o no tienen la voluntad de mejorar dentro de
la psicoterapia (Monzón, 2012, pp. 124-125).
Resumiendo lo anterior, se puede ver que el psicólogo tiene la responsabilidad de
mantenerse en capacitación constante, estar preparado para orientar en los problemas
emocionales, con la finalidad de ofrecer a sus pacientes una atención adecuada y digna, e
incluso habrá situaciones en las que el adulto mayor pueda mantener ciertas barreras para
realizar cambios, pero es ahí donde el profesional de la salud mental debe sacar a relucir las
herramientas apropiadas para cada tipo de población. Una vez que se conocen a grandes
rasgos las maneras en cómo un psicoterapeuta puede auxiliar a las personas, enseguida se
41
abordan las características y cualidades que, según literatura, son indispensables para el
profesional de la salud metal.
2.3 Características generales del psicólogo y su vinculación con la tercera edad
En el presente capítulo se da a conocer las características generales del psicólogo
clínico y su aplicación concreta en la atención a ancianos. Es de gran importancia este
tema, pues de acuerdo a las características y habilidades que posea el profesional de la
salud mental, dependerán que el usuario aún continúe en asistencia psicológica o, considere
como positiva la ayuda profesional cuando no pueda decidir dejarlo por ser un
requerimiento institucional, como ocurre a muchos ancianos que están institucionalizados.
Respecto a la manera adecuada en que este experto de la salud mental debe trabajar con sus
pacientes y la formación que ello supone, Villegas (2011, en González, González y
Vicencio, 2014) en un estudio donde busca comprender el rol del psicólogo, realizado a una
muestra de 20 profesionales de la salud mental trabajadores de diversas ramas de la
psicología, menciona que la solidez teórica es indispensable para el ejercicio de la
psicología, así como una educación basada en lo científico (González, González y
Vicencio, 2014, p. 111). Ya que se trabaja con una población frágil por el declive que
presenta a nivel motor y cognitivo, por lo que el psicoterapeuta debe contar con la habilidad
de intervenir buscando siempre preservar la independencia del anciano lo más que se
pueda, conforme a ello Berjano (2002 en Madrigal, 2007) en su artículo de “La
Estimulación Cognitiva en Personas Adultas Mayores”, menciona que toda acción hacia las
personas de la tercera edad deberá estar dirigida a preservar la salud y el mantenimiento de
42
su autonomía personal para que logren conseguir la mayor libertad, así como buscar
contribuir para la mejora de sus relaciones personales (Madrigal, 2007, pp. 5-10).
Igualmente a partir de la bioética y su moralidad se puede rescatar el principio de la
autonomía en el cual es un derecho del individuo a participar en la toma de decisiones en
cuanto a la realización y aplicación de procedimientos el psicólogo clínico debe informar al
individuo sobre ello, a esto se le conoce como consentimiento informado, si bien no sólo es
aplicable a la población anciana es un aspecto que debe estar presente para el psicólogo
clínico que trata a adultos mayores, ya que ésta es, en especial, una población fragilizada
(Padovani, 2010, p. 3; Mercado, 2001, p. 134; Del Río Sánchez, 2005, pp. 22-30). Por su
parte Brugmann (2009) en el Código Ético del Psicólogo de la Sociedad Mexicana de
Psicología hace referencia a casos en que los individuos presentan alguna incapacidad para
dar su consentimiento sobre alguna decisión en cuanto al tratamiento, el psicólogo puede
obtenerlo de una persona que esté legalmente autorizada por el paciente (Brugmann, 2009,
p. 80).
En otro punto, el Código Ético del Psicólogo, según La Sociedad Mexicana de
Psicología, (2005, en Aragón, 2011) habla de que una profesión como la psicología
requiere de diversas cualidades, ya que este trabajo se realiza prioritariamente interviniendo
sobre la vida de las personas, en este caso de los adultos mayores, algunas de estas
condiciones tienen que ver con sus características de personalidad, pues su forma habitual
de comportarse, de pensar y de sentir ante los diferentes acontecimientos de la vida,
afectarán de manera directa o indirecta su relación con aquellos ancianos que requieren sus
servicios profesionales. Entre estas características se encuentra la importancia de la
sensibilidad social y actitud de servicio hacia las personas, además de que se espera que el
43
psicólogo realice actividades en colaboración con otros especialistas, de forma creativa y
comprometida, apegándose en todo momento a la ética profesional del psicólogo (Aragón,
2011, pp. 73-74).
Además de ello, autores como Freeman y Leahy, (2001, en Bados y García, 2011)
afirman, que una de las características personales para ser un psicólogo es la
autorregulación interna, en donde los propios problemas emocionales no influyan
negativamente en sus consultantes y en este caso los adultos mayores, pues consideran que
todo profesional de la salud metal es sensible a los procesos internos de terapia, por lo que
debe de analizar sus propias motivaciones (Bados y García, 2011, pp. 3-4). Cormier y
Cormier (1991/1994, en Bados y García, 2011, p. 3), Ruiz y Villalobos (1994, en Bados y
García, 2011, p. 3) refieren que el profesional que trabaja con los ancianos debe tener
interés sincero hacia ellos y su bienestar, es decir, que no deberá tratar de obtener
beneficios personales. También mencionan acerca del manejo adecuado de la autoridad del
psicólogo que es ejercida sobre el anciano, y a evitar un abuso de poderío en todo momento
para mostrar superioridad sobre el cliente (Bados y García, 2011, p. 3).
Cormier, Goldstein y Myers (1991/1994, 1986, en Bados y García, 2011) exponen
sobre las características que debe cumplir el psicólogo, como la importancia del dinamismo
y seguridad del terapeuta manifestado por medio de gestos, la mirada, lenguaje vivo,
muestra de interés hacia el adulto mayor, así como también el nivel de competitividad
dentro de su profesión y la aceptación sin juicios en las revelaciones del anciano. Así entre
mayor sea la seguridad proyectada por el psicoterapeuta, mejores serán los resultados en el
tratamiento para este tipo de población (Beutler, Machado y Neufeldt, 1994, en Bados y
García, 2011, p. 15).
44
Además de esto, con base en encuestas a psicoterapeutas profesionales, Guy (1993,
en Feixas y Miró, 1993, en Bados y García, 2011, p. 5) hace alusión a algunas motivaciones
asociadas con la elección de la carrera del psicólogo, rescatando entre otras, las que se
enuncian a continuación: el agrado por la gente y curiosidad sobre sí mismos, incluso
capacidad de escuchar y conversar. Tener empatía, introspección, tolerancia, paciencia,
cariño hacia los demás y aceptar a las personas como son (Bados y García, 2011, p. 5).
Por otra parte, Olivera (2010) en su trabajo Acerca del Concepto de Empatía, su Rol
y Evaluación en Psicoterapia, desde la teoría de Carl Rogers (1975), creador del enfoque
centrado en la persona, afirma que existen tres condiciones para promover el cambio dentro
de la psicoterapia a saber: (a) una aceptación positiva e incondicional, en donde el
profesional acepta y tiene una buena actitud; (b) la congruencia, es decir, que se mantenga
sin pretender ser algo que no es; y (c) la empatía que es algo más que la comprensión
cognitiva de la persona, pues el terapeuta ha de percibir con precisión el sentir del otro (p.
17). Este último concepto es probablemente uno de los más importantes en la psicoterapia
pues, como mencionan Bozhart, Capò, Rogers (2009, 1982, 1975 en Olivera, 2010, p. 18),
esta característica se relaciona con resultados positivos en la terapia, y provoca ciertos
efectos en los usuarios, entre ellos es que los pacientes se sienten acompañados y valorados.
Es entonces es muy importante que el usuario se sienta comprendido y aceptado por
parte del psicólogo, pero ¿cómo establecer una buena relación con un cliente?, ¿qué
características debe tener un buen terapeuta?, ante estas cuestiones concretas habla Bados y
García, (2011), en su trabajo realizado en Barcelona, llamado Habilidades Terapéuticas,
que tienen que ver con las destrezas que debe poseer un profesional de la salud mental (p.
2). Es pues primordial la relación entre terapeuta y el adulto mayor, que puede definirse
45
como los sentimientos y actitudes que los participantes en la terapia tienen entre sí (Bados y
García, 2011, p. 3). Igualmente refieren, que en una relación psicólogo y paciente donde se
dé la confianza, existen emociones como el agrado, respeto, tanto del anciano hacia el
psicoterapeuta y viceversa (Goldstein y Myers, 1986, en Bados y García, 2011, p. 2). Entre
mejor sea la interacción de los participantes involucrados en la psicoterapia, más abierto se
mostrará el adulto mayor a indagar sus problemas con el terapeuta en los procesos de
evaluación e intervención (Bados y García, 2011, p. 2).
Asimismo, Martínez (2011) en el libro de Atención Gerontológica Centrada en la
Persona, afirma que en la relación que se da dentro de un consultorio es recomendable que
se basen en un marco de confianza, donde el individuo deposite en el psicoterapeuta toda
aquella información que considera privada y creando un acercamiento respetuoso, cálido e
invadiendo lo menos posible aquellos datos que no sean necesarios para la asistencia
psicológica y que el usuario prefiere no compartir, siempre garantizando la
confidencialidad (Martínez, 2011, pp. 115-116). Por medio de esa confianza que el adulto
mayor necesita sentir para poder tener una perspectiva del terapeuta como un profesional
que “trabajará para ayudarle y de que no le engañará o perjudicará de ningún modo” (Bados
y García, 2011, p. 15).
Sumado a lo anterior, autores como Donner, Van de la Cala, Gonsiorek, y Fisher,
2008 (en Olivari, Munoz, Clay y Mullet, 2015), expresan que la confidencialidad es
esencial para el asesoramiento adecuado y una buena terapia psicológica así como necesaria
para el establecimiento de la seguridad de lo que se dialogue entre los psicólogos y los
clientes, de lo contrario, sin esa confianza, los adultos mayores pueden ser renuentes a
revelar toda la información pertinente, sobre todo acerca de los pensamientos irracionales,
46
emociones inapropiadas y comportamientos anormales (Stone & Isaacs, 2003, en Olivari,
Munoz, Clay y Mullet, 2015), de ser así, los psicólogos no pueden ser capaces de aconsejar
a los pacientes, de una manera conveniente, máxime si éstos son ancianos; tampoco realizar
diagnósticos precisos, intervención psicoterapéutica efectiva y tener un seguimiento
adecuado (Ormrod y Ambrosio, 1999, en Olivari, Munoz, Clay y Mullet, 2015). La
confianza es necesaria para lograr relaciones terapéuticas positivas entre profesionales de la
salud metal y el usuario (Olivari, Munoz, Clay y Mullet, 2015, p. 232).
Rodríguez (2009) en su trabajo: “La confidencialidad en el ámbito de la salud y sus
valores implícitos: secreto, intimidad y confianza”, realizó una investigación a 50
psicólogos, donde consideró la privacidad como “un derecho del individuo a mantener su
información de manera reservada, así como decidir en qué momento y a qué tipo de
personas debe ser revelada” (Rodríguez, 2009, pp. 7-8) siendo un deber del profesional de
la salud mental (Rodríguez, 2009, p. 11). Sin embargo, los terapeutas se enfrentan a
dilemas éticos, donde se comprometen a terceras personas y éstos deben de ser analizados
de manera pluridisciplinaria con expertos en donde se pueda planear y discutir los
conflictos a los que se enfrentan y sus consecuencias (Rodríguez, 2009, pp. 8-9). Además,
de esto se fundamenta en el bien común, la sociedad debe garantizar a los individuos el
ámbito de la intimidad necesaria para que puedan abrirse y buscar ayuda con expertos en
situaciones difíciles de la vida (Rodríguez, 2009, pp. 13-14). No obstante, como lo afirman
González, González y Vicencio, (2014) que el objetivo de ayudar a las demás personas a
que logren mayores niveles de bienestar no es función exclusiva de la psicología sino de
todas las profesiones (Rodríguez, 2009, p. 118).
47
Ormart (2013), en su investigación realizada en Argentina acerca del secreto
profesional en psicología, expone sobre los límites de esta profesión, menciona que las
áreas son diversas, pero en todas ellas se presenta la obligación de la confidencialidad, pues
ésta es la piedra angular sobre la que se sustenta el espacio terapéutico. Esta demanda, tiene
mayor importancia en la Psicología que en la medicina pues, en la práctica, el psicólogo
escucha intimidades del paciente de manera abierta, y los usuarios hablan pretendiendo que
todo lo que digan quedará protegido (Ormart, 2013, p. 192), máxime si la persona que se
interviene es un individuo de edad mayor, mermada en sus capacidades. A diferencia del
médico que opera sobre los órganos, sobre el cuerpo del paciente, el psicólogo lo hace por
medio de las situaciones más profundas (Ormart, 2013, p. 193). Por lo que González,
González y Vicencio (2014) mencionan que es indispensable que este profesional de la
salud mental, específicamente en la intervención con los adultos mayores, esté capacitado
en evaluar, diagnosticar e identificar necesidades; es decir, la capacidad de resolver
problemas que se presentan en esta edad, contando con suficiente paciencia para
solucionarlos e intervenir con acciones oportunas, así como justificadas científica y
tecnológicamente (p. 116).
Por lo anterior es indispensable como afirman Tanenbaum y Berman (2005) la
supervisión profesional hacia los psicoterapeutas. Asimismo, autores como Hall (1988)
sugieren a los psicólogos que “deben tener a otros profesionales disponibles en cualquier
momento para complementar sus propios conocimientos y a quienes poder consultar en
caso de que fuera necesario” (Tanenbaum y Berman, 2005, p. 22). Pues en ciertos
momentos, los profesionales de la salud mental pueden “identificar problemas y conflictos
48
que interfieren en la efectividad profesional (...) y perjudicar a un cliente” (Tanenbaum y
Berman, 2005, p. 22).
Con lo mencionado se puede observar que, además de una formación académica de
calidad, es importante que el profesional de la salud mental se dé cuenta si tiene las
cualidades necesarias para dicha profesión, siendo la principal el interés por ayudar a lo
demás y, seguido de ello, la confianza que es indispensable para que los usuarios se sientan
con la libertad de hablar sobre sus problemas, teniendo por seguro que se respetará su
confidencialidad. Y además quien brinde la asistencia terapéutica sea capaz de reconocer si
es necesaria la supervisión por un colega, con la finalidad de mejorar los servicios
psicológicos que ofrecen. Después de conocer las características importantes en un
psicólogo, en seguida se mencionan las condiciones ambientales adecuadas que debe tener
el consultorio.
2.4 Condiciones del espacio terapéutico
Este subcapítulo aglutina las características del espacio terapéutico ya que para los
ancianos existen algunas particularidades que son indispensables cuando acuden al
psicólogo, entre ellas están las condiciones ambientales y profesionales. Se dará a conocer
también el tipo de decoración adecuada y la importancia de la privacidad. El Colegio de
Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires (2010) en su trabajo Reglamento de
Habilitaciones de Consultorios, habla acerca de que el profesional de la salud mental
deberá preparar su lugar de consulta psicológica para que reúna las condiciones
ambientales, sanitarias y de seguridad suficientes, además de cuidar la privacidad en
función del secreto profesional. De la misma forma es importante que tenga a la vista
49
títulos universitarios, y certificados de quien desarrolla la intervención en dicha área
(Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, 2010, pp.6-8).
Por su parte Ebrard (2014) en el documento presentado en la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal, donde se decreta la Ley de Salud Mental que es de orden público,
interés social y observancia general, aplicable en el Distrito Federal para Instituciones
públicas, sociales y privadas que planifiquen, administren y coordinen los servicios de
salud mental, refiere que el consultorio psicológico debe tener una ventilación adecuada e
iluminación, así como el equipo y mobiliario apropiado, pues en él interactúan
psicoterapeuta-paciente y al contar con esto, se puede ofrecer un servicio de calidad para
ayudar a los usuarios de la psicología (Ebrard, 2014, pp. 3-13). Aliaga (2015), en su
documento que sirve de apoyo a estudiantes de educación a distancia en la Facultad de
Ciencias de la Salud de la Universidad Peruana Los Andes de la Ciudad de Huancayo en
Perú, menciona que dentro del lugar donde se realiza la psicoterapia es importante que
exista un ambiente agradable, y sea lo más discreto posible, con un mobiliario cómodo
evitando sillas en exceso blandas o muy duras (Aliaga, 2015, p. 64). En el caso de los
ancianos, necesitan espacios acordes a su edad, tomando en cuenta alguna discapacidad, así
como muebles adecuados, para promover en todo momento la independencia del adulto
mayor.
También es primordial la decoración del consultorio, y ésta depende de cada
profesional, puede ir desde un reloj preferentemente detrás del paciente, para no descuidar
el tiempo de la sesión y no interrumpir de manera abrupta al usuario, es también importante
considerar detalles como pañuelos desechables, agua, etc., pues, en cualquier momento, la
persona que acude a terapia puede necesitar de ellos ya que como menciona Ebrard (2014)
50
el espacio debe estar equipado adecuadamente para los servicios que presten en él (p. 3).
Phares por su parte (1999) en el libro Psicología Clínica: Conceptos, Métodos y Práctica,
expresa sobre el mobiliario o decoración excesiva, ya que puede causar distracción, por lo
que muchos clínicos eligen consultorios neutros y no utilizan adornos excéntricos, dejando
de lado los gustos personales para mostrar un lugar de trabajo profesional (Phares, 1999,
pp. 146).
El ruido, es otro aspecto que se debe de tomar en cuenta, pues si se escucha mucho
es probable que los pacientes supongan que pueden oír sus voces fuera del consultorio, y a
consecuencia de esto, no tengan la suficiente confianza de ser abiertos bajo estas
condiciones. Por ello, el lugar de terapia requiere de ciertas características, entre las cuales
está crear un ambiente de intimidad y la protección contra interrupciones de todo tipo,
como al sonar un teléfono de manera continua puede transmitir un mensaje al paciente de
que sus problemas tienen menos importancia para el psicoterapeuta (Phares, 1999, pp. 146-
147). Y lo importante es respetar la privacidad de los adultos mayores, guardando todos
aquellos aspectos que ellos consideran delicados y aun cuando no lo fueran, tomando en
cuenta que son personas autónomas.
Además, se debe brindar un espacio psicológicamente seguro sin amenazas al sí
mismo, según Armenta Mejía (2002, p. 10, en Olivera, 2010, p. 18), permitiendo el acceso
al mundo subjetivo de la persona (Armenta Mejía, 2002, en Olivera, 2010, p. 18). Por
consiguiente, autores como Donner, Van de la Cala, Gonsiorek, y Fisher, 2008 (en Olivari,
Munoz, Clay y Mullet, 2015), expresan que la confidencialidad dentro del lugar donde se
da la terapia psicología es esencial para el asesoramiento adecuado así como necesaria para
el establecimiento de la seguridad de lo que se dialogue entre los terapeutas y los clientes.
51
Al respecto menciona el Código Ético del Psicólogo de la Sociedad Mexicana de Psicología
(2005, en Aragón, 2011, p. 74) sobre la importancia de la confiabilidad dentro del
consultorio, pues se basa en los principios de respeto, derechos y dignidad de los
individuos, cuidando la integridad en las relaciones y en la responsabilidad que tiene el
profesional de la salud mental hacia la sociedad.
Pilatti, (2004) en su colaboración en el libro Psicología Médica: Salud Mental, en el
capítulo II afirma que “el campo de aplicación del psicólogo clínico es en un consultorio
privado” (Pilatti, 2004, p. 19), pues los comportamientos íntimos de los sujetos no son de
dominio público, por lo que las situaciones difíciles de los consultantes se expresarán en el
consultorio psicológico. Por otro lado, Vidal y Pol (2005) en su trabajo realizado en la
ciudad de Barcelona acerca de la psicología ambiental, consideran que los usuarios
establecen vínculos con los espacios, así como el apego a lugares y su interacción con los
entornos y sus principales efectos son: fungir como proveedores de sentido, de autoestima y
auto eficacia, representando un conjunto de significados y símbolos con los que las
personas se identifican (Vidal y Pol, 2005, p. 289).
Se puede ver que el consultorio psicológico es un aspecto indispensable que no se
debe dejar de lado por parte de los profesionales de la salud mental, con la finalidad de
ofrecer una mejor calidad a los usuarios de la psicología, pero sobretodo es conveniente que
cuando los adultos mayores son los pacientes, las condiciones del lugar deben cumplir
ciertas características necesarias y adaptadas para comodidad del mismo, en donde se tome
en cuenta sus discapacidades físicas.
Para concluir, este apartado permitió tener un acercamiento a las diferentes posturas
teóricas vinculadas al trabajo desempeñado por los psicólogos ante los adultos mayores
52
como usuarios de la asistencia psicológica clínica, y servirán como guía al comparar las
citas empíricas recabadas de las entrevistas hacia los usuarios, buscando similitudes y
diferencias, rescatando los hallazgos más importantes.
53
Capítulo 3. Metodología
En seguida se presenta el proceso de investigación empleado, así como la
descripción de los participantes que conformaron la muestra de estudio con sus criterios de
inclusión y exclusión, dando a conocer el instrumento que se utilizó para recabar los datos
empíricos y el proceso que se llevó a cabo para el análisis de los mismos.
3.1 Método
La investigación se llevó a cabo desde la perspectiva cualitativa sobre la base de un
enfoque fenomenológico, con el fin de respetar lo expresado por los adultos mayores tal
cual vivieron su experiencia en la asistencia psicoterapéutica y conocer la perspectiva que
tienen de la función del profesional de la salud mental. Se indagaron aspectos como: los
motivos de consulta, características o cualidades del psicólogo, función y la importancia del
espacio terapéutico.
El diseño fenomenológico, se enfoca en las experiencias individuales subjetivas de
los participantes. En términos de Bogden y Biklen (2003, en Hernández, Fernández y
Baptista, 2010), se pretende reconocer las percepciones de las personas y el significado de
un fenómeno o experiencia. Este diseño es similar al resto de los que conforman el núcleo
de la investigación cualitativa (Hernández, Fernández y Baptista, 2010, p. 515), la cual se
fundamenta en una perspectiva interpretativa centrada en el entendimiento del significado
de las acciones de seres vivos, sobre todo de los humanos y sus instituciones, la cual busca
interpretar lo que se va captando activamente, postula que la realidad se define a través de
las interpretaciones de los participantes en la investigación respecto de sus propias
54
realidades (Hernández, Fernández y Baptista, 2010, p. 9). El estudio adquirió una actitud
fenomenológica que supone poner entre paréntesis teorías, hipótesis o preconcepciones, a
fin de no influir en los participantes y rescatar los significados que ellos tienen respecto a la
función del psicólogo, desde las experiencias vividas por ellos mismos.
3.2 Participantes, criterios de inclusión y exclusión
Se realizaron 18 entrevistas en profundidad a adultos mayores de entre 71 a 95 años
que tuvieran experiencia previa en intervención psicoterapéutica de trabajo psicológico, 13
de ellos residentes en una institución geriátrica del Estado de Durango y los 5 restantes
referidos de una organización dedicada también al adulto mayor, dentro de esta misma
ciudad.
Este trabajo se llevó a cabo en la Ciudad de Durango, con adultos mayores que
asistieron a psicoterapia. Para seleccionar a la muestra que participaría en esta investigación
se empleó un muestro intencional no probabilístico (Hernández, 2014, p. 190).
Antes de realizar las entrevistas se solicitó permiso a las instituciones y ancianos
para que fueran grabadas, mismas que se realizaron en los lugares de habitación de los
propios participantes, y en un consultorio asignado por la institución. Durante la
investigación se tomaron notas de campo, registrando aspectos no verbales y contextuales
del discurso oral. Al finalizar la aplicación del instrumento, se prosiguió con la trascripción,
buscando respetar la oralidad en la expresión de los entrevistados, mediante signos
lingüísticos específicos. Los usuarios elegidos fueron personas de 71 a 95 años de edad, los
cuales habían acudido con un profesional de la salud mental a recibir psicoterapia, al menos
55
una vez en su vida. Se excluyeron en el estudio a los adultos mayores que no entraban
dentro del rango de edad ya mencionado, aquellos ancianos que, aun cuando tuvieron
contacto con profesionales de la psicología, representado por estudiantes de pre grado, pero
que no recibieron una psicoterapia, también quedaron fuera las personas con daño cognitivo
severo.
A continuación, se brinda una tabla de los individuos entrevistados para la investigación.
56
Tabla 1. Usuarios participantes de la investigación
Nombre Edad Sexo Escolaridad Ocupación
actual/anterior Estado
civil
(UAM1, 72_M) 72
años M Ninguno Ama de casa Casada
(UAM2, 74_M) 74 años
M Comercial Ama de casa Vendedora
Soltera
(UAM3, 72_M) 72
años M Secundaria
Fue comerciante
Viuda
(UAM4, 74_H) 74
años H Primaria Jubilado Viudo
(UAM5, 75_H) 75
años
H Ninguno Conducía un trailer Casado
(UAM6, 77_M) 77
años M
Preparatoria comercial
trunca Ama de casa Soltera
(UAM7, 76_M) 76
años M
Nivel licenciatura
Maestra de educación
Divorciada
(UAM8, 78_H)
78 años
H Preparatoria Jubilado Viudo
(UAM9, 79_H) 79
años H
Ingeniería
Jubilado de empresa federal
Divorciado
(UAM10, 82_M) 82
años M
Primaria terminada
Ama de casa Viuda
(UAM11, 81_M) 81
años M Ninguno Ama de casa Viuda
(UAM12, 82_H) 82
años H Ninguno
Empacador de una tienda comercial
Viudo
(UAM13, 82_H) 82
años H
Ingeniería
Jubilado de empresa privada
Viudo
(UAM14, 86_M) 86
años M
Preparatoria terminada
Ama de casa
Soltera
(UAM15, 90_M) 90
años M Carrera Trunca
Ama de casa
Viuda
(UAM16, 88_H) 88
años H
Comercio
Jubilado
Viudo
(UAM17, 86_H) 82
años H Primaria Jubilado Viudo
(UAM18, 92_H) 92
años H
Carrera de Arquitectura
Jubilado Viudo
57
3.3 Instrumento y corpus de investigación
La técnica de investigación seleccionada en el protocolo de la tesis fue la entrevista
en profundidad, pues por medio de ella el entrevistador se convierte en un instrumento más
de análisis, explora, detalla por medio de preguntas la información más relevante para los
intereses de la investigación, logrando conocer la perspectiva del entrevistado por medio de
su opinión, lo anterior, puede surgir al crear una atmósfera en la cual se expresen
libremente y se logre la confianza necesaria para entrar en el mundo privado de la persona
(Taylor y Bogdan, 1990, p. 108 en Robles, 2011, p. 40).
Se construyeron preguntas previas que engloban los asuntos centrales de la
investigación, mismas que fueron sometidas a análisis por un grupo de tres jueces
compuesto por psicólogos con experiencia en asistencia psicológica a adultos mayores.
Luego se realizó un filtro considerando las aportaciones de cada uno, se revisaron
coincidencias de opiniones para dar como resultado un instrumento de 13 cuestiones
preliminares, después se aplicó a un pequeño grupo de adultos mayores con la finalidad de
verificar que las preguntas fueran entendidas por la población. El instrumento fue
evolucionando en la aplicación de cada entrevista realizada.
El corpus6 de la investigación se conformó por 18 entrevistas realizadas, las cuales
fueron grabadas en audio para luego de ello ser transcritas, utilizando signos lingüísticos
que indican silencios, tartamudeo, exclamaciones fuertes y marcadas, movimientos faciales
y tono de voz que los participantes utilizaron, todo esto tiene la finalidad de conocer datos
de los participantes, en cada una de las entrevistas se incluye el lugar donde se aplicó,
6 Son todas las entrevistas que se realizaron para este trabajo.
58
fecha, hora en que fue realizada, así como nombre7, edad, ocupación, sexo, estado civil y
escolaridad del usuario.
3.4 Análisis de datos
En esta parte de la investigación se expone el procedimiento que siguió el análisis
de datos fenomenológicos y resume, a grandes rasgos, cómo emergieron las categorías. A
continuación, se exponen los pasos a seguir.
Paso 1: Conocimiento profundo de las entrevistas: lectura general de todas y cada una de
las entrevistas para conocerlas a profundidad. Tal lectura no se hizo con ninguna agenda
prevista, incluso sin considerar los objetivos de investigación, esto fue para intentar ser
congruentes con una actitud fenomenológica y extraer los temas venidos de los dichos de
los adultos mayores, tal cual ellos lo expresaron.
Paso 2: Análisis individual de cada entrevista: luego de hacer varias lecturas generales de
cada una de las entrevistas, se procedió a revisar, por separado (entrevista por entrevista),
tratando de encontrar los temas más significativos desde la individualidad de las mismas
según cada participante. De la lectura individualizada, se subrayaron los temas que
aparecían importantes ante los ojos de los investigadores. Una vez subrayados los aspectos
más destacados de las entrevistas individuales, se retomaba la misma entrevista y se
rescataban los elementos subrayados, considerados éstos sin perder su contexto de
existencia.
7 Los entrevistados dieron su nombre real, sin embargo, para la redacción del documento se crearon claves específicas para cada persona con el fin de respetar la confidencialidad.
59
Paso 3. Esquematización individual de las entrevistas: después de subrayar los asuntos más
significativos en cada entrevista, tomada en su individualidad, se rescataron palabras claves
que ayudaron a construir una especie de mapas conceptuales que representaran
esquemáticamente los temas más destacados de cada participante.
Paso 4. El emerger de los códigos: después de leer cada entrevista, subrayar los temas más
importantes de las mismas, así como esquematizar la información significativa relevante en
cada participante; se volvieron a leer por separado las mismas, pero ahora lo subrayado de
cada una de las entrevistas. Así después de pasar de lo que se hubo resaltado en la
entrevista uno, dos, luego en la tres y así sucesivamente, se logró vislumbrar qué tópicos o
asuntos se repetían de una entrevista a otra, permitiendo así crear un código emergente
compuesto de al menos tres citas empíricas venidas de participantes diferentes.
Paso 5. Esquema y categorización: se realizó, a partir de los temas que se repetían en buena
parte de las entrevistas, un esquema o mapa conceptual que aglutinara la información
rescatada de todas entrevistas según palabras claves venidas de los propios adultos
mayores. Cuando un tema era repetido por tres participantes, es decir, contaba por lo menos
con tres citas empíricas de tres entrevistados pasaba de tener el nombre de código
emergente a categoría consolidada.
Paso 6. Rescate visual de citas empíricas por categoría y participante: una vez que se
tuvieran cada código emergente, convertido en categoría por la participación de tres citas
empíricas venidas de tres de los entrevistados, se rescataron tales citas y se colocaron en
cuadro, según categorías consolidadas y señalando la fuente del tipo de participante.
Ejemplo de cómo se hizo este paso:
60
Tabla 2. Ejemplo de tabla con concentrado de citas empíricas
Clave del participante Citas empíricas de la Categoría A
(UAM5, 75_H) Entrevistador: ¿por qué motivo acudió con este profesional? (UAM5, 75_H): ¿por qué motivo?, pues porque bien aburren aquí que vayamos.
Entrevistador: Okey8.
(UAM5, 75_H): no crea que porque yo tenía tantas ganas (UAM5, 75_H, 3:6).
Entrevistador: Okey, ¿cuándo considera que se debe de visitar a un psicólogo?, ¿en qué momentos se debe visitar a un psicólogo? (UAM5, 75_H): (…) no pues no, fíjese o sea que, esa vez fui yo porque aquí nos revisan a uno que vaya ¿verdad?... (UAM5, 75_H, 38:38).
(UAM5, 75_H): aquí está esa señorita [la psicóloga], pero no porque yo crea que se necesito, ni que sí necesite ahorita ¿verdad? [sic] (UAM5, 75_H, 40:40).
Entrevistador:(…) ¿por qué iría con ella en que circunstancia?
(UAM5, 75_H): ¡no::! aquí nos mandan (UAM5, 75_H, 96:96).
Entrevistador: usted no decidió, ¿verdad?
(UAM5, 75_H): ¡no, no!, ni necesito ((UAM5, 75_H), 100:100).
Paso 7. Esquematización por categoría: una vez que se separaron las citas empíricas tanto
por participante como por categoría, se fue re direccionando un esquema de la propia
categoría, realizado desde el paso 5 pero perfeccionado y separado del resto de los códigos
emergentes.
Paso 8. Tabulación de dichos empíricos: finalmente se hizo una tabla donde se presentará la
cantidad de citas realizados por cada participante y categoría, a fin de evidenciar la
consolidación de la misma que debería contar con al menos tres citas empíricas venidas de
tres entrevistados distintos, según la metodología propuesta por Giorgi (2009).
8 la palabra Okay es un anglicismo venido del idioma inglés, sin embargo; en las transcripciones de las entrevistas, como ya se mencionó en la introducción, se buscó respetar en todo momento la oralidad en la expresión de los ancianos, por ello se encuentra textualmente escrito en el documento como Okey.
61
3.5 Consideraciones éticas
Para la realización de la investigación fue prioritario contar con el permiso de los
usuarios para grabar las entrevistas realizadas, respetando la confidencialidad, con el fin de
guardar el anonimato de lo expresado por los ancianos ya que brindaron información
personal donde mencionaron los motivos que los llevaron a tomar psicoterapia lo cual
conlleva situaciones emocionales.
62
Capítulo 4. Resultados
En este capítulo se muestran los resultados obtenidos del estudio, habiéndose
encontrado cuatro categorías que surgieron del análisis de entrevistas realizadas a los
adultos mayores que asisten a terapia psicológica. Esta parte del trabajo se nutre de citas
empíricas que dan a conocer afirmaciones respecto al psicólogo, en cuanto a su función
social dentro de la sociedad, además de rescatar algunas características y cualidades
necesarias desde la perspectiva de los adultos mayores, los motivos que este tipo de
usuarios tienen para asistir con un psicoterapeuta, así como la relevancia que, para los
adultos mayores, posee el lugar donde se lleva a cabo la asistencia psicológica.
Al inicio de cada categoría se hace una definición de la misma para comprender los
dichos empíricos que la conformaron, las preguntas que fueron elemento clave para obtener
los resultados evidenciados en citas textuales, la cuales fueron tomadas de las
contribuciones de cada participante y serán pieza clave para el análisis de los resultados
dentro del apartado de discusión. Las citas empíricas que se ofrecen cuentan con un código,
el cual permite saber de qué usuario proviene, su edad, sexo, así como una numerología que
indica el párrafo donde empieza y termina, como evidencia expresa de la entrevista
transcrita, por ejemplo: UAM3 significa usuario adulto mayor número 3, seguido de la edad
del usuario; 72 años, M o F significará Masculino o Femenino, y el número de párrafo de
donde se extrajo la cita 56:67, dando como resultado una clave como la siguiente: (UAM3,
72_F, 56:57).
63
4.1 Motivos del adulto mayor para ir al psicólogo (Categoría A)
Este apartado aglutina todas aquellas situaciones por las que los ancianos han
sentido la necesidad de acudir al psicólogo, dando a conocer experiencias en las que la
autonomía del adulto mayor ha sido mermada por instituciones geriátricas, al no tomar en
cuenta la decisión voluntaria de acudir con este profesional, y también se dará a conocer
escenarios en los que asisten por su propia decisión. Las repuestas se consiguieron al partir
de las siguientes preguntas: ¿por qué motivo acudió con este psicólogo?, ¿cuándo considera
que se debe de visitar a un psicólogo?
Tabla 3. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría A
Usuarios
Subcategorías
(UA
M5,
75_
H)
(UA
M15
, 90
_M,)
(UA
M10
, 82
_M)
(UA
M9,
79_
H)
(UA
M14
, 86
_M)
(UA
M2,
74_
M)
(UA
M16
, 88
_H)
(UA
M7,
76_
M)
(UA
M13
, 82
_H)
(UA
M11
, 81
_M)
(UA
M3,
72_
M)
(UA
M6,
77_
M)
(UA
M1,
72_
M)
(UA
M12
, 82
_H) Núm. de
citas Entrevistados
Categoría Motivos para acudir con un psicólogo
Cuando nos mandan al psicólogo
2 1 2 3 2 1 1 0 0 0 0 0 0 0 12 7
Problemas internos
0 0 0 0 0 0 0 1 1 3 1 1 1 1 9 7
Total de citas
proporcionas
por usuario
2 1 2 3 2 1 1 1 1 3 1 1 1 1 21 14
Entre los motivos principales destacan pérdida de memoria, problemas emocionales
como depresión, y en algunas ocasiones la muerte de un ser querido. También se
encuentran circunstancias en que los adultos consideran no necesaria la ayuda psicológica;
64
sin embargo, por razones extrínsecas son enviados al psicólogo considerando las normas
establecidas dentro de las instituciones geriátricas, en donde se realiza una valoración
psicológica o, en algunos casos, llevados por algún familiar y canalizados por su médico
general. En este rango se encontrarán diversas subcategorías, que muestran los momentos y
razones por lo que algunos adultos mayores han acudido al psicólogo, así como las
problemáticas internas que los llevan a buscar ayuda. A continuación, se hace una breve
descripción de cada una de ellas.
4.1.1 La psicología y el adulto mayor en instituciones (Subcategoría A.1)
En esta subcategoría se agrupan las respuestas relacionadas con los motivos que
llevan a los adultos mayores, institucionalizados y no institucionalizados, a la búsqueda de
un psicólogo, y en otras ocasiones cuando fueron canalizados por su médico de confianza.
Una de las razones por las que los ancianos asisten al psicólogo es por el hecho de que, ir
con este profesional, forma parte de las actividades que se programan dentro de las
instituciones. Esto se puede ver en afirmaciones como: “aquí nos mandan” (UAM5, 75_H,
96:96), “no crea que porque yo tenía tantas ganas” (UAM5, 75_H, 3:6), “venían por mí”
(UAM15, 90_M, 9:12). Del mismo modo es común que dentro de los programas del sector
salud esté incluida la “valoración” de un psicólogo para un diagnóstico completo, siendo
otros de los motivos por lo que los adultos mayores acudieron a este profesional, como
ejemplo de ello se tienen las palabras de un entrevistado: “ahí en el Segurito, nos mandan a
las personas que tenemos problemas” (UAM14, 86_M, 32:32), “el médico general que me
atendía, me dijo: necesita usted visitar un psicólogo” (UAM2, 74_M, 4:4).
65
4.1.2 Problemas internos que llevan al adulto mayor al psicólogo (Subcategoría
A.2)
En esta subcategoría se engloban aspectos que enfrentan los ancianos y son motivos
para buscar ayuda del especialista en la salud mental. Entre los que destacan problemas
internos ante los que no pudieran sentirse “capaz de resolver” (UAM13, 82_H, 11:11),
“alguna experiencia triste” (UAM13, 82_H, 11:11), “la pérdida de algún ser querido”
(UAM13, 82_H, 11:11). Las situaciones que pueden llevar a cualquier persona a la
búsqueda del psicólogo, y que existe uno muy propio de esta edad, lo menciona un usuario
al decir: “cuando se nos está yendo la memoria” (UAM7, 76_M, 18:18). De esta manera
verificar cómo se encuentra el anciano en el aspecto cognitivo, es otro de los motivos y
momentos en los que los adultos mayores asisten con un psicólogo. En síntesis, lo anterior
refiere que las razones por las que acuden los adultos mayores al psicólogo son variadas, se
puede ver que en algunas ocasiones es una decisión que no está en sus manos, pues
depende de las reglas establecidas dentro de instituciones que se dedican al cuidado de los
ancianos, por otro lado también pueden ser recomendados por algún otro especialista de la
salud, hasta situaciones fuertes en las que sienten la necesidad de pedir ayuda, pues sus
emociones los sobrepasan, como la pérdida de algún familiar o problemas cognitivos,
siendo las principales dentro de este rango de edad.
A continuación, se ofrece un esquema donde se plasman frases venidas de los
entrevistados cuyas transcripciones han sido ya analizadas y que se vinculan con esta
categoría. En donde cada color representa respuestas de distintas personas.
66
Figura 2: Categoría A
4.2 Función del psicólogo (Categoría B)
Esta categoría engloba, de manera general, las funciones principales del profesional
de la salud mental hacia los adultos mayores, las respuestas de los entrevistados expresan
que ven al psicólogo como un orientador que ayuda a sus malestares emocionales,
destacando la escucha activa, apoyo y comprensión por parte del terapeuta. Dichas
respuestas se obtuvieron a partir de las preguntas: ¿para qué sirven los psicólogos?, ¿cuál
cree que es la labor del psicólogo?
67
Tabla 4. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría B
Usuarios
Categoría
(UA
M3,
72_
M)
(UA
M11
, 81
_M)
(UA
M2,
74_
M)
(UA
M6,
77_
M)
(UA
M15
, 90
_M)
(UA
M4,
74_
H)
(UA
M9,
79_
H)
(UA
M13
, 82
_H)
(UA
M10
, 82
_M)
(UA
M14
, 86
_M)
(UA
M8,
78_
H)
(UA
M16
, 88
_H)
(UA
M17
,86_
H)
(UA
M7,
76_
M) Núm.
de citas
Entrevistados
Categoría Función del psicólogo según los adultos mayores
Función del psicólogo
4 4 3 3 3 3 13 5 6 5 4 4 2 4 57 14
Total de citas proporcionas por usuario
4 4 3 3 3 3 13 5 6 5 4 4 2 4 57 14
El psicoterapeuta es visto como quien “ayuda a las demás personas” por medio de la
“escucha” (UAM3, 72_M, 36:36), “los consejos” (UAM10, 82_M, 86:86), el dar “ánimo”
(UAM8, 78_H, 26:26) y “hacer sentir bien” al anciano. También la labor del psicólogo,
según los usuarios es “regular la conducta” (UAM9, 79_H, 206:206), “abrir la memoria
para ir entendiendo” (UAM10, 82_M, 86:86) las problemáticas que se puedan ir suscitando,
en las cuales los ancianos se encuentran “atorados” o no tienen “una solución” (UAM7,
76_M, 32:32), pues como mencionan los adultos mayores, el psicólogo ayuda a “encontrar
la punta del hilo” (UAM7, 76_M, 12:12), de lo que les aflige y así poder solucionar sus
problemáticas, “cosas” que les afectan, ellos afirman: “las echa[n] a un lado ya con la edad”
(UAM16, 88_H, 68:68); sin embargo, a pesar de las herramientas que pueda brindar el
psicólogo, como parte de su función, algunos entrevistados hablan de que la persona que
acude a terapia debe tener conciencia de que anda mal, esto fue expresado de la siguiente
manera: “es lo malo que está uno enfermo y no lo reconoce” (UAM9, 79_H, 106:106).
68
Incluso los ancianos ven al psicólogo como alguien que los “escucha”, cuando traen
problemas les “ayuda a tener valor, fuerza y sabiduría” (UAM2, 74_M, 181:181), además
ejerce la función de “apoyo” (UAM9, 79_H, 130:130), para “orientar[los]” (UAM6, 77_M,
30:30) en situaciones en las que los adultos mayores “desconozcan las respuestas” y él
“encause debidamente” (UAM13, 82_H, 39:39), mediante “consejo[s] (UAM17, 86_H,
4:4). Es también el profesional donde los entrevistados encuentran “con quién expresar y
hablar” de sus sentimientos, esperando lograr “un equilibrio emocional”, lo consideran
también como una persona con la que pueden sentirse “desahoga[dos]” (UAM10, 82_M,
56:56), para sacar el “recuerdo de toda la vida” (UAM9, 79_H, 250:250). El psicoterapeuta
les brinda “ánimo” cuando se “sienten decaídos” por una “presión fuerte” como “una
pérdida” (UAM15, 90_M, 96:96), y encuentran en el profesional un apoyo para generar un
cambio emocional causando efectos psicológicos positivos, mediante un conocimiento
interno en orden a “aceptar las cosas que ya no pueden cambiar” (UAM9, 79_H, 254:254).
Inclusive lo ven como una persona capacitada que puede “nivelar y controlar” “la conducta
y la interactividad con los demás” (UAM9, 79_H, 100:100), para crear “conciencia de su
problemática” y lograr tener esa “voluntad” que se requiere para “estar mejor” (UAM9,
79_H, 38:38). Además, puede llegar a ser quien guíe a las personas “a conocerse a sí
mismas” (UAM13, 82_H, 9:9).
De acuerdo a lo anterior se encontró que el trabajo del psicólogo es amplio, va
desde orientar en una situación difícil mediante consejos, como así lo llaman los adultos
mayores, hasta ir regulando la conducta o la interacción con los demás. Esta etapa de la
vida es un reto para la psicología, pues se deben tomar en cuenta los cambios que presentan
los ancianos que van desde lo cognitivo, social hasta emocional. Lo anterior, con miras a
poder ayudar al anciano a recuperar el aprecio de sí mismo.
69
En el siguiente esquema se plasman frases venidas de los entrevistados cuyas
transcripciones han sido ya analizadas y que se vinculan con esta categoría. Cada color
representa respuestas de distintas personas.
Figura 3. Categoría B
4.3 Particularidades con las que debe contar un psicólogo (Categoría C)
Esta categoría revela aquellas características y cualidades que debe poseer el
psicólogo de la salud mental, y de acuerdo con los entrevistados, hacen que se les distinga
de otros especialistas, sobresaliendo en primera instancia la confianza y respeto hacia sus
clientes, mostrar seriedad, preparación, ética y sobre todo la vocación de servicio que se
70
requiere en dicha profesión. Lo anterior se generó al hacer los siguientes cuestionamientos:
¿cómo describiría a un psicólogo?, y ¿qué imagen tiene de un psicólogo?
Tabla 5. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría C
Usuarios
Categoría (UA
M11
, 81
_M)
(UA
M8,
78_
H)
(UA
M6,
77_
M)
(UA
M16
, 88
_H)
(UA
M15
, 90
_M)
(UA
M9,
79_
H)
(UA
M14
, 86
_M)
(UA
M2,
74_
M)
(UA
M13
, 82
_H)
(UA
M1,
72_
M)
(UA
M3,
72_
M)
(UA
M17
,86_
H) Núm. de
citas Entrevistados
Categoría Características del psicólogo
Función del psicólogo
1 5 1 8 2 9 4 3 5 1 7 2 48 12
Total de citas proporcionas por usuario
1 5 1 8 2 9 4 3 5 1 7 2 48 12
Los usuarios visualizan a dicho terapeuta como “una persona profesional”, además
de esto, señalan que tal carrera “requiere mucha seriedad” (UAM11, 81_M, 282:282), pues
el trabajo psicológico es realizado sobre los asuntos más delicados de las personas que
acuden a ellos, de manera que conlleva una gran responsabilidad. Los entrevistados
suponen que si son personas tituladas deben estar “preparadísimas” (UAM16, 88_H,
113:113), incluso tener el compromiso de “seguir estudiando” (UAM9, 79_H, 264:267) y
como, resultado, adquirir “las palabras y la forma” de centrar “en la problemática” a las
personas que le consultan, al mismo tiempo ser “capaces de transmitir conocimientos”
(UAM8, 78_H, 72:72). No obstante, los adultos mayores hacen mención de la importancia
del proceso terapéutico del psicólogo como parte de la formación psíquica, así como lo
expresan en la siguiente cita: “[ellos] tienen también que tener su psicólogo” (UAM3,
71
72_M, 144:144), porque “están escuchando a muchas personas” y si se guardan “tanta cosa
que las personas les dice[n] [entonces] se enferman” (UAM3, 72_M, 146:146, 82:84).
Los ancianos hablan también de algunas cualidades que consideran han de
corresponder a este profesional; ellos comentan que el psicólogo es alguien que “ya nació
para ayudar a la gente” (UAM17, 86_H, 77:78) además de esto, deben ser “comprensivos”,
saber “escuchar” (UAM13, 82_H, 16:21), y es necesario “dar mucho de su persona”
(UAM9, 79_H, 257:258) en cuanto a “paciencia”, “tolerancia” y “entendimiento”,
buscando “la empatía” necesaria que requiere el consultante para “desahogarse”, mediante
el ser “atentos, cariñosos y amables” (UAM3, 72_M, 97:110). Características estas, que son
primordiales para el proceso psicológico, pues permiten abrir la confianza en la relación
entre paciente y psicólogo. Además, los adultos mayores consideran que debe “infundir
respeto” en todo momento (UAM13, 82_H, 16:21, 23:23, 90:90).
Asimismo, los entrevistados consideran la importancia del papel del secreto
profesional dentro del ejercicio psicoterapéutico, expresando que el psicólogo brinda e
“inspira confianza” (UAM16, 88_H, 142:142, 190:190) y el consultante de la psicología le
otorga “toda la confianza” (UAM9, 79_H, 300:300), siendo ésta una parte esencial para los
entrevistados, pues gracias a ello se logra una conexión terapéutica positiva, así lo expresan
dos de los participantes entrevistados: “no a todas las personas [se] les puede contar lo que
[se] trae acá adentro, y a un psicólogo [se] le puede contar todo” (UAM3, 72_M, 76:76); [el
psicólogo es] “para abrirme de pecho, de todos mis problemas” (UAM9, 79_H, 18:18)
afirma un participante, y se le puede dejar entrar al claustro de la intimidad porque los
ancianos lo consideran alguien digno de confianza, expresándolo literalmente de la
siguiente manera: “es mi confidente”, “le confieso yo varias cosas”, “ya no lo ve uno como
72
psicólogo sino como amigo confidente o amiga para contarle uno las cosas” (UAM9, 79_H,
134:134). Esta confianza de abrir su interior al psicoterapeuta permite que los adultos
mayores entrevistados vean la importancia de la regla de confidencialidad que queda
expresado por uno de la siguiente forma “yo sé que son profesionales, y hay discreción…”
(UAM1, 72_M, 58:58), porque “un psicólogo tiene la capacidad para sostener lo que uno
está platicándoles, digamos como un sacerdote” (UAM15, 90_M, 135:140).
El mantener la ética profesional en el trabajo psicológico es claramente significativo
para toda persona y es detectado por la población anciana, pues así lo menciona de manera
clara un par de entrevistados:
[¿es importante la ética de los psicólogos hacia el paciente?] “es muy importante
como la ética de todos, porque se siente con la libertad, este, una de las razones
por las que la gente se explaya, por la que la gente se confiesa es porque tiene
confianza en el…, ¡vaya! en el voto de silencio, en la ética, sí este, si sus
pensamientos son tan tontos o tan sosos o tan inteligentes o tan tontos para que,
este, se ameriten comentarios que puedan denigrar a la persona o que vaya a ser
motivo de una charla al decir: fíjese, nada más de decir tiene esta tendencia,
tiene esta otra que, este, a él le gusta este, gusta esto otro, en fin todo eso
reprime a la gente a decir la realidad, entonces volvemos a eso: pienso lo que
digo antes de decir lo que pienso” (UAM13, 82_H, 80:80).
[¿usted siente qué sí hubo confianza como para abrirse y platicarle todos sus
problemas al psicólogo?] “como dicen que se quede todo ahí, en [el] anonimato
de todo lo que guarda, de todo lo que me pasó” (UAM16, 88_H, 36:36).
73
Un participante logra ver que el secreto profesional no debe ser quebrantado
deliberadamente por un psicólogo, pues la información, revelada por los usuarios en
psicoterapia, no ha de ser mencionada a compañeros de la institución donde residen, o sus
familiares sin el consentimiento previo, sino que ha de guardarse la confidencialidad, a
menos de que el usuario o terceras personas corran algún riesgo, puesto que pueden existir
situaciones en las que necesita hablar de cierta información con otro psicólogo hasta donde
la ética lo permita, como expresa un adulto mayor: “algún problema que tenga que
compartir con [otro] compañero [colega]” (UAM2, 74_M, 62:62). Con esto el participante
logra vislumbrar el papel de la supervisión en el profesional de la psicología.
Lo encontrado en este acercamiento en torno a las principales características y
cualidades del psicoterapeuta, según la perspectiva de las personas de la tercera edad,
proporciona un primer panorama sobre la imagen de dicha profesión, rescatando que debe
de ser una persona de mente abierta que pueda llegar a transmitir conocimientos a sus
consultantes, disminuyendo su sufrimiento emocional y que termina siendo una de las
funciones más importantes del psicólogo clínico. De igual manera se puede observar que
dichas particularidades del psicólogo son semejantes a las de un sacerdote, al ser una
persona que escucha todo tipo de problemas, motivando en cualquier momento al usuario a
desahogar sus penas, siendo comprensivo, afable y no juzgando, pero sobre todo
manteniendo el secreto profesional.
Se proporciona un esquema con frases venidas de los entrevistados y que se vinculan con
esta categoría.
74
Figura 4. Categoría C
4.4 El adulto mayor y el espacio de psicoterapia (Categoría D)
Esta categoría reúne aquellas ideas y opiniones por parte de los adultos mayores
en las que hablan sobre cómo debería ser el lugar adecuado para poder llevar a cabo una
terapia psicológica, entre las más importantes destacan un espacio tranquilo y muy
privado donde se pueda establecer un diálogo, además de brindar un ambiente agradable
y de confort donde las personas se sientan en confianza. Las aportaciones de esta
categoría se obtuvieron a partir de las preguntas siguientes: ¿cómo era el lugar donde
recibía asistencia psicológica? O ¿cómo le gustaría a usted qué fuera el lugar donde
recibe apoyo psicológico?
75
Tabla 6. Concentrado de citas empíricas según usuarios de la categoría D
Usuarios
Categoría (UA
M13
, 82
_H)
(UA
(UA
M10
, 82
_M)M
10, 8
2_M
) (U
AM
9, 7
9_H
)
(UA
M6,
77_
M)
(UA
M3,
72_
M)
(UA
M11
, 81
_M)
(UA
M18
, 92
_H)
(UA
M4,
74_
H)
(UA
M14
, 86
_M)
(UA
M2,
74_
M)
(UA
M16
, 88
_H) Núm. de
citas Entrevistados
El adulto mayor y el espacio de psicoterapia
Función del psicólogo
2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 12 11
Total de citas proporcionas por usuario
2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 12 11
Los usuarios manifiestan la necesidad de un espacio “tranquil[o]”, para poder “tener
la interlocución entre las personas…” (UAM7, 79_M, 296:296), un sitio “silencioso” y
“que sea una cosa privada, porque ahí donde [se les atiende]9 no puedo realmente platicar y
expresar todos (…) [los] sentimientos…” (UAM12, 82_F, 90:90) enunció un entrevistado.
Se requiere además un área dónde se logre la conexión psicólogo-paciente, esto afirmado
en lo sucesivo: “un lugar donde se pueda escuchar, en donde la gente no seamos tantos” es
decir, que el anciano requiere ser tratado de manera individual y no sólo colectiva,
demandando atención psicológica personalizada. Ellos hacen alusión a lo antes dicho “con
el objetivo [de] que no se distraiga el orador10 o el psicólogo” y que “tenga el suficiente
dominio” en las problemáticas mentales, también es importante, según comenta un
9el lugar donde se recibe asistencia psicología, dentro de la institución donde viven, en algunas ocasiones es un salón donde no hay privacidad, pues entran personas que conocen al anciano, lo que hace que no se sienta cómodo. 10en ocasiones los ancianos reciben, por parte del área de psicología y de la institución, talleres o pequeñas conferencias dirigidas especialmente a esta población.
76
participante, que haga una “charla de manera que no se le vayan las cabras al monte”
(UAM11, 82_M, 82:82), refiriéndose en la expresión a que el profesional de la salud
mental no desvíe su atención del objetivo, el cual debe ser el usuario, pues demanda, del
psicólogo, que esté atento y conectado a lo que ocupa el trabajo psicológico.
Además, mencionan que es importante el clima emocional del consultorio clínico en
donde se pueda dar “una charla de amigos, confortable” (UAM13, 82_H, 57:57), incluso
contar “con el tiempo suficiente y esté sin la urgencia de determinadas cosas, poniendo
siempre, desde el principio, en claro [todo] [lo que supone la psicoterapia], sobre todo con
la mayor de las verdades…” (UAM11, 82_M, 57:57). Pues el ambiente que debe buscarse
dentro del espacio terapéutico ha de hacer que los ancianos lleguen a sentir “confianza” de
poder “platicar” y contar con la “confidencialidad” (UAM3, 72_M, 76:676) que demanda
este expresar todas sus problemáticas.
Igualmente debe ser un lugar “limpio, sobre todo cómodo (…) que fuera muy
privado en cuanto a que no se le viera nada para afuera, ni se viera de afuera para adentro,
pues ¡sería lo máximo!” (UAM7, 79_M, 298:298). Incluso hablan de una empatía y calidez
necesaria que se puede dar por medio de un “especie de ganchito”11 con la finalidad de
hacer sentir amabilidad y bajar la ansiedad al momento de recibir la terapia psicológica, así
como expresan los ancianos “porque parece que no, pero sí, sí abre un poco la confianza”
(UAM9, 79_H, 300:300), “una galleta” “un cafecito” (UAM9, 79_H, 306:306), etc.
Sin embargo, algunos ancianos describieron que el lugar donde recibieron terapia en
la Institución Geriátrica del Estado de Durango era: “como los consultorios, así agradables,
(…) acogedor [es]…” (UAM9, 77_F, 197:200), no obstante afirma un participante que hay 11refiriéndose a que el psicólogo utilice los medios para crear un vínculo terapéutico y así tengan la confianza de expresarse con libertad.
77
ocasiones en que “uno va con su, con su telarañero en su cabeza y si había una flor o si
había un trapeador o lo que sea…” (UAM16, 86_M, 84:84), no se le presta real atención al
ámbito físico del consultorio psicológico, pues, para ellos, “no importa el lugar sino, que
sea escuchado (UAM13, 81_F, 314:314). Agregaron también que “hay veces en que el
mismo ambiente lo hace a uno tener más confianza, pero sí ya va uno con un…, todo un
escorpión pues ¡no ve nada! pero muchas veces también el ambiente quiere decir mucho”
(UAM16, 86_M, 86:86).
Aunado a lo anterior, se dieron comentarios en torno a la capacidad científica de los
psicólogos que se ha de ver reflejado en el lugar, lo certifican dichos como el siguiente,
también producto de preguntar ¿cómo le gustaría a usted que fuera el consultorio
psicológico? Respondiendo: “un lugar agradable, digamos, pues su oficina bien…, bien
equipada, su título o alguna foto de cuando se graduó, algo que compruebe que sí estudio”
(UAM5, 74_F, 243:247). Además, los ancianos creen importante que el psicólogo tenga “el
suficiente dominio” (UAM13, 82_H, 82:82) para tratar las enfermedades mentales, ellos
comentan que al momento de llegar a un consultorio observan “¿qué libros más o menos
puede tener?, como un abogado, si va con un abogado y no tiene libros [se] dice ¡ah
carajo!” (UAM16, 88_H, 172:172), demostrando entonces que el lugar de la asistencia
psicológica genera confianza al ver que el profesional está capacitado para desempeñarse y
continúa formándose
Para concluir, los entrevistados resaltan la importancia del consultorio clínico,
tomando en cuenta que el usuario de la psicología puede llegar a generar interpretaciones
del espacio, observando las condiciones ambientales del mismo, como la privacidad,
comodidad, e incluso algún título que compruebe el nivel académico del psicólogo, pero
más que estos aspectos físicos mencionados, lo principal dentro del sitio psicoterapéutico es
78
el trato cálido y la escucha activa por parte del profesional de la salud mental hacia su
paciente. Estos detalles son primordiales para que los adultos mayores consideren regresar
o no a terapia psicológica, pues por medio de ellos logran que la persona se sienta en
confianza al ser comprendida, rescatando una frase de los ancianos: “no importa el lugar
sino el ser escuchado”.
A continuación, se brinda un esquema donde se plasman frases venidas de los
entrevistados y que forman parte de la categoría, donde cada color representa respuestas de
distintas personas.
Figura 5. Categoría D
79
Capítulo 5. Discusión
Este apartado presenta la interpretación de los resultados que se obtuvieron y fueron
analizados a la luz de la literatura, se contrastó la información teórica existente en torno a la
función social del psicólogo con las citas empíricas venidas de los entrevistados. Cuenta
con cuatro categorías, en la primera parte se abordará cómo influyen las normas
institucionales en el trabajo psicoterapéutico con ancianos, luego se dará a conocer el papel
que asume el psicólogo con los adultos mayores, así como los rasgos esenciales que lo
distinguen y al final se hablará sobre el lugar adecuado para la psicoterapia acorde a la
visión de los implicados.
5.1 Normas institucionales y la autonomía del adulto mayor (Subcategoría A.1)
Los motivos de los ancianos para acudir a un psicólogo concuerdan con las
afirmaciones realizadas por Butinof, Guri, Rodríguez, Abraham, Vera y Gassmann (2015),
al decir que asisten a psicoterapia porque tal actividad forma parte del reglamento donde se
encuentran residiendo, es decir, los “mandan” dentro de la Institución Geriátrica del Estado
de Durango (UAM5, 75_H, 96:96). Se deduce así que no siempre los usuarios quieren o
consideran necesario llevar un proceso terapéutico, aspecto que probablemente vulnera su
autonomía, y puede mermar la eficacia de la atención psicológica en esta población
(Butinof et al., 2015, pp. 127-128).
Asimismo, los entrevistados aluden a que van con el psicólogo, cuando son
canalizados por el médico quien los manda (UAM16, 88_H, 15:15), esto permite evidenciar
lo que Rodríguez, Valderrama y Molina (2010) expresan al considerar que los programas
dirigidos a los adultos mayores deben ser apoyados por otros especialistas, razón por la cual
80
los ancianos asisten al psicólogo. Respecto al trabajo interdisciplinario, Mune y Pisa,
(2015, pp. 117-118) señalan que debe llevarse a cabo la intervención de distintos
profesionales con la finalidad de velar por el bienestar del adulto mayor; si bien a los
entrevistados en ocasiones no les queda claro el motivo de ser canalizados, la mayor parte
del tiempo es para complementar diagnósticos, valoraciones psicológicas o procesos
terapéuticos; sin embargo, algunas personas acuden sólo por atender la recomendación
hospitalaria, pero sin considerarlo necesario. Al respecto, se cuenta con un comentario de
un participante que dijo haber asistido al psicólogo porque lo llevaron (UAM9, 79_H,
76:76).
En síntesis, el hecho de que las personas de la tercera edad no decidan por cuenta
propia acudir con quien ejerce la psicología, no significa que no lo necesiten, por alguna
razón está programado dentro de las actividades en las instituciones geriátricas; no
obstante, es de suma importancia que el psicólogo tenga presente que no se le puede obligar
a nadie a acudir a terapia, no sólo porque afectaría la intervención psicológica sino porque
estaría quebrantando la autonomía de los adultos mayores quienes se encuentran en una
etapa muy vulnerable por lo cambios físicos, emocionales y cognitivos que presentan cierto
declive. Y no sólo esto, sino que la asistencia psicoterapéutica no resulta posible sin el
concurso de la voluntad del implicado.
5.1.1 La psicología como fortalecimiento emocional del anciano (Subcategoría A.2)
En lo que a coincidencias entre la literatura y los motivos personales de los
entrevistados para asistir a terapia, se encontraron casos narrados en los que se acude a este
profesional de la salud mental cuando tienen alguna situación que no pueden solucionar por
81
sí solos. Se pudo analizar que los adultos mayores van al psicólogo para afrontar
“problemas emocionales” (UAM11, 81_M, 143:143) y mentales, a fin de sentirse con la
capacidad de resolverlos (UAM13, 82_H, 11:11), ellos vislumbran que acuden cuando
tienen alguna dificultad interna (UAM13, 82_H, 11:11), por ejemplo, una “depresión”
(UAM6, 77_M, 214). Respecto a esto, Chávez (2011) afirma que los ancianos se enfrentan
a pérdidas difíciles que, si bien, pueden suceder en cualquier momento, en esta etapa de la
tercera edad tienen un mayor impacto, desencadenando un declive en el estado de ánimo, lo
anterior es similar a las afirmaciones realizadas por los ancianos cuando refieren el
fallecimiento de sus seres queridos (UAM11, 81_M, 144:144), (UAM11 81_M, 10:10), lo
que representa, en esta etapa, una posibilidad más alta al momento de presentar un duelo y
siendo un proceso de adaptación a situaciones de pérdida, que se puede resolver cuando el
individuo encuentra un lugar donde poder expresar la profundidad de su angustia y recibir
el “apoyo” y “ánimo” que necesita frente a sus temores (Chávez, 2011).
Por otra parte, al llegar a la etapa de la vejez, las personas perciben una
transformación de sus funciones cognitivas, como afirman Nash, Obed, González,
Hernández, Quintero, Peña, y López (2013), lo que les lleva a buscar ayuda profesional,
con la finalidad conocer cómo andan de la memoria y explorar su capacidad de recordar
(UAM12, 82_H, 05:06), (UAM7, 76_M, 18:18). Según lo que la literatura menciona, sobre
la gran posibilidad de que un anciano deba sobrellevar la muerte de algún familiar cercano
se suma otro tipo de aspectos propios de la edad como el deterioro mental que es también
importante, por ser un elemento indispensable de su vida emocional y social.
82
5.2 La función social del psicólogo: comprensión y reeducación del adulto mayor
(Categoría B)
Respecto a las principales funciones del psicólogo en personas de la tercera edad,
según los adultos mayores, en concordancia con los autores investigados, dentro de la labor
social de este profesional de la salud mental, la más importante es el fungir como un
orientador psicológico que ayuda a afrontar los cambios que se presentan en la ancianidad.
El papel que tiene, quien ejerce la psicología con personas que rebasan los 70 años, es
proporcionar apoyo mediante la atención y orientación al usuario, actividad que ha de ser
algo más que dar “consejos”, lo expresan los entrevistados. Lo anterior obedece a que la
etapa de la vejez es un momento que demanda proveer a los usuarios de herramientas que
les ayuden a afrontar diversas problemáticas según lo indican Alvarado y Salazar (2014). El
ser humano, al percibir que es comprendido, fijará la confianza necesaria para explayarse,
viendo que es valorado y tomado en cuenta llegará al fondo de sus conflictos, permitiéndole
aceptar, de manera positiva, las estrategias proporcionadas en la intervención psicológica a
fin de lograr mayor bienestar en la persona y una mejor calidad de vida; razón por la que
saber escuchar se convierte y es una de las funciones esenciales del psicólogo,
preponderantemente frente a la asistencia psicoterapéutica de adultos mayores.
Hernández (2005) y los dichos empíricos, coinciden en que ambos refieren a la
receptividad y disposición para contar la propia historia; lo compartido por los ancianos lo
certifican cuando hablan de haberle platicado sus problemáticas al psicoterapeuta (“razones
por las cuales tomaban, fumaban, etc.”). Afirmó un participante: “le platiqué todo mi
historial ¿sí?, de ¿por qué tomaba?, ¿por qué fumaba?, ¿por qué todo?”; esto corrobora la
soltura con la que los adultos mayores pueden expresarse en la asistencia psicológica
83
porque es como si la persona, que necesita ser escuchada, sintiera finalmente la ocasión
ideal de sacar aquello que le aqueja (Hernández, 2005, p. 98), y aprovecha la oportunidad
para hablar, se trata de “dar voz a las personas que rara vez son escuchadas y, en ese
proceso, ayuda a comprender a la vejez como realmente se vive” (Hernández, 2005, p. 98).
5.2.1 La responsabilidad social del ser psicólogo (Subcategoría B.1)
En este apartado se habla sobre las mayores obligaciones que tiene el psicólogo
hacia los ancianos. Para comenzar, menciona un adulto mayor es que para: “una profesión
así, se requiere mucha seriedad y saber manejar a la persona” (UAM11, 81_M, 280:280) lo
cual coincide con El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, en España (2002, en
Rodríguez, Valderrama, y Molina et al., 2010) que, en consonancia con el dato empírico, el
psicólogo ha de ser un terapeuta que sea idóneo y claro, dotado de conocimiento. Lo
anterior reafirmado por otro usuario en la sencillez de su experiencia psicológica,
diciéndolo de la siguiente manera: “porque pues hay personas que tienen problemas fuertes,
entonces para ayudar a esas personas se ocupa mucha mente” (UAM11, 81_M, 282:282).
Cubriendo entonces así una necesidad humana que el psicólogo busca resolver como parte
de su función social. Para llevarla a cabo, la literatura recabada, menciona la demanda de
habilidades necesarias, por parte del psicólogo, para la elaboración de programas de
intervención. Y además realizar su trabajo por medio de valoraciones, entrevistas y test
como afirma Montenegro (2013), en las cuales según los entrevistados se “analiza[n]” a los
adultos mayores, con la finalidad de ayudarlos a sacar adelante sus problemas emocionales.
El papel del psicólogo en la sociedad es el de atender las necesidades emocionales
mediante su intervención, diagnóstico y tratamiento, comprendiendo aquello que ha llevado
84
a las personas a dicha problemática, así como se menciona en la bibliografía (Mielgo, Ortiz,
Ramos, 2001, Amoros, 1980). El profesional de la salud mental debe de tomar en cuenta en
qué momento ayudar, teniendo sensibilidad para poder identificar sentimientos y
emociones del anciano, lo expresan los participantes al referir su asistencia a psicoterapia:
donde “se hace el nudo en la garganta, es ahí donde se debe clavar el psicólogo” (UAM11,
81_M, 286:286), momento en que seguramente perciben los participantes tiene lugar el
acompañamiento emocional, y que el adulto mayor sienta el “apoyo necesario”(UAM9,
79_H, 130:130), pues en la etapa de la vejez se producen múltiples cambios físicos,
cognitivos y sociales, aumentando la dificultad del anciano para darse cuenta de su sentir
(Hernández, 2005).
Sin embargo, autores como Matthias, Theodor y Louise (2007, en López, Fernández
y Márquez, 2008) señalan que los ancianos tienen habilidad para una reparación emocional
y que aún le quedan vivencias por delante, por ello la importancia de la función del
profesional de salud mental para que el adulto mayor logre adaptarse a las situaciones de la
edad (Urrutia y Villarraga, 2010). Siendo entonces la psicología una disciplina complicada
que, en palabras de los entrevistados, es un “trabajo difícil” ya que no hay “medicina física”
con la cual se pueda curar, por lo tanto, aumenta la responsabilidad implicada en quienes
ejercen esta carrera, porque, la base de la intervención, se encuentra en el terapeuta mismo.
5.2.2 Apoyo emocional y búsqueda de sentido en el anciano (Subcategoría B. 2)
En México, el Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores (en INAPAM,
2013), habla de que la función del psicólogo es guiar al individuo y brindar
acompañamiento, coincidiendo con lo encontrado en las entrevistas a los ancianos respecto
85
a su concepción sobre el psicólogo, los cuales afirman que sirve para “orienta [r]” (UAM6,
77_M, 30:30) y “encausar” (UAM13, 82_H, 39:39), cuando llega el momento en el que el
usuario que se encuentra en la tercera edad no “sabe qué pensar”, y donde la labor del
psicólogo es apoyar al anciano a solucionar su problema por medio de “consejos”12
(UAM10, 82_M, 86:86), los cuales pueden beneficiarlos para “salir adelante, y saber
vencer las adversidades” (UAM2, 74_M, 181:181). Incluso el INAPAM (2013) habla que
no sólo se debe ofrecer apoyo en el ámbito emocional, sino también promover actividades
que le ayuden a estimular su autonomía, esto empata con lo que menciona un adulto mayor
respecto al papel del psicólogo: “[ese alguien que] da opciones” (UAM6, 77_M, 90:90),
pues tomar una decisión en el anciano, significa discernir elecciones; es decir, brindar el
soporte suficiente para que el usuario proteja su autonomía hasta donde le sea posible y siga
manteniendo su libertad e independencia individual, lo que permitirá una mayor “voluntad”
(UAM9, 79_H, 38:38) para “estar mejor” (UAM9, 79_H, 38:38).
Además, así como el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, España (2002, en
Rodríguez, Valderrama, y Molina, 2010) coincide incluso con el INAPAM (2013) al
expresar que el psicólogo no sólo debe fijar su atención en el anciano sino también tomar
en cuenta a la familia, así como las redes de apoyo con las que cuenta una persona mayor,
incluyendo el contexto para atender de manera más precisa, completa y efectiva las
necesidades de esta etapa. De lo anterior se aprecia evidencia en lo dicho por un usuario
que señala enfrentarse a cambios haciendo referencia a los “problemas con los hijos”
(UAM16, 88_H, 68:68), incluso dejan entrever esta necesidad de asumir el pasado para
proyectar un mejor futuro. Lo anterior, se puede ejemplificar cuando un adulto mayor 12Al respecto la AMOPP (2011), afirma que no es función del psicólogo dar consejos; sino que su labor principal hacia la población anciana es el escuchar su sentir, pues esto resulta beneficioso para su seguridad emocional.
86
afirma que muchas personas se aferran a situaciones que ya no tienen solución, por lo que
el psicólogo cumple con la función de ayudar a la persona a que supere ese “recuerdo de
toda la vida” (UAM9, 79_H, 250:250); memoria histórica que no siempre se sabe afrontar,
pero también tiene que rescatarse en lo que de soporte emocional suponga.
Por su parte Ramírez (2005), expone que el sentido de vida se construye por las
necesidades e intereses de la persona que acude al psicólogo, orientando al usuario hacia
¿dónde debe de ir? y ¿qué debe hacer?, así como tomar en cuenta los distintos aspectos
propios de la etapa de la vejez , los cuales son similares a lo dicho por los entrevistados que
manifiestan el drama emocional vivido por este período de la vida y es revelado cuando
hablan de que existen “detalles” y “cosas” así como situaciones negativas “que sí [les] han
afectado” pero que por “la edad” “hacen a un lado” (UAM16, 88_H, 68:68), e igualmente
ven los fracasos vividos o “decepciones” (UAM13, 82_H, 71:71) a los que se enfrentan.
Respecto a esto, también Hernández (2005) manifiesta que parte del trabajo preventivo para
evitar un mal envejecimiento radica en crear espacios en los cuales puedan reflexionar,
“platicar” “lo que (…) tiene [n]” y “siente [n]”; dichos que fueron expresados por los
entrevistados, dónde el psicoterapeuta pueda detectar factores de riesgo psíquico y
“ha[ciendo] ver [lo] contraproducente” de la conducta (UAM14, 86_M, 58:58), así como
también los elementos de personalidad que generan un mal envejecer, ayudar al paciente a
superar situaciones difíciles tal cual lo señala Hernández (2005). Lo anterior igualmente es
evidenciado por una entrevistada quien afirma que el psicólogo es “una persona que le
ayuda a uno a encontrar las soluciones a los problemas en los que se encuentra uno atorado,
[y] que no encuentra una solución” (UAM7, 76_M, 32:32).
87
Las demandas de los entrevistados son similares a lo mencionado por la literatura
(Sánchez, González, Alerm y Bacallao, 2014), en cuanto a la necesidad de que el
profesional que ejerce la psicología desencadene aspectos preventivos, cosa también
percibida por los usuarios quienes exponen la importancia de acudir al psicólogo por
“ayuda” para “tener valor, fuerza y sabiduría” (UAM2, 74_M, 181:181) a fin de enfrentar
el hoy como futuro. Los adultos mayores hablan de que se les comprenda en las “cargas”
que portan, lo cual supone la importancia del desarrollo de aspectos resilientes, así como
fortalecerlos psicológicamente porque, en definitiva, los ancianos se enfrentan a un estado
de salud mental y físico fragilizado. La intervención psicológica podría ser un soporte de
ayuda importante para desencadenar nuevas esperanzas y un diseño de una felicidad realista
en el anciano (Ruch, Proyer y Weber, 2010 en Jiménez, Izal y Montorio, 2016), para que,
como los entrevistados indican, “nivelar y controlar” (UAM11, 81_M, 286:286), aquello
que les daña emocionalmente.
5.2.3 La psicología como pilar para el autoconocimiento y la aceptación (Subcategoría
B. 3)
Una más de las labores del psicólogo que logran ver los adultos mayores coincide,
en cierto modo, con lo que expresan Amoros (1980) y Montenegro (2013) que, el trabajo
del clínico, no es el dar solución a sus problemáticas sino, como lo expresó un anciano, es
“centrar a la persona” (UAM14, 86_M, 70:70) en torno a lo que le ha llevado a tal
situación, y hacerlo a través de estrategias psicológicas, ayudando a que cada individuo
conozca qué es aquello que le impide una vida emocionalmente positiva, viendo esto en la
siguiente expresión de uno de los participantes y que corrobora lo dicho por los autores:
88
“no le dice: [refiriéndose al psicólogo] haz esto ¿verdad?, no al pie de la letra sino que te da
opciones y ya uno lo toma” (UAM6, 77_M, 90:90). Por lo que la ocupación del
psicoterapeuta no es resolver los conflictos de los consultantes, más bien que quien acude
con un psicólogo comprenda la situación y aquello que le ha llevado a tal problemática,
brindando estrategias de actuación y contención, así como también proporcionar soporte
emocional. Al respecto, otro participante lo confirma expresando: “aceptar las cosas que ya
no pueden cambiar” (UAM9, 79_H, 254:254). El psicoterapeuta ofrece una explicación
concreta a lo planteado por el adulto mayor a fin de que al usuario le quede claro y pueda
entonces pensar en una solución con base en los recursos brindados y aquellos que le son
propios (Amoros, 1980, p. 368).
Entonces la participación activa del usuario es indispensable, puesto que, en
ocasiones, no se logra detectar lo que la persona está haciendo mal, esto concordando con
lo que habla Monzón (2012) que, durante el transcurso del proceso terapéutico, el individuo
activa mecanismos llamados resistencias, para evitar tomar conciencia de los conflictos.
Los adultos mayores, al referir textualmente lo siguiente: “agarrar conciencia de lo que le
está pasando” (UAM14, 86_M, 60:60), permiten evidenciar este aspecto de la psicoterapia
vista como concientización del paciente, que ellos, los entrevistados, aparejan precisamente
al problema referido por Mozón (2012), estando lo anterior presente cuando los
participantes dicen estar enfermos y no siempre reconocerlo (UAM9, 79_H, 106:106),
porque la “regla de oro número uno, es que [se] acepte que [se] anda mal” (UAM9, 79_H,
102:102) disponiéndose a resolver las problemáticas internas (Mozón, 2012), asunto que
los entrevistados, usuarios de la psicología, reconocen en los siguientes términos: “necesita
que ellos quieran curarse, ¡vamos! Porque [en caso contrario] es igual a que lo lleven a
89
usted medio a fuerza [a terapia]” (UAM9, 79_H, 18:18), por tal motivo, el trabajo del
psicólogo, según reportan los ancianos, es “hacerlo a uno consciente” (UAM9, 79_H,
100:100) de las problemáticas.
Además de que, a este tipo de usuarios, en una terapia psicológica, se les pueden
brindar herramientas para tener un mayor soporte emocional. Los ancianos hablan acerca
de que el psicólogo proporciona la asistencia necesaria para aceptar la etapa de la vejez,
pues un adulto mayor argumenta: “es importante para ver ya no lo que podemos hacer, sino
qué cosa no podemos hacer” (UAM13, 82_H, 71:71). Según lo dicho, se percibe que aún se
puede disfrutar de su existencia, y que el envejecer no es sinónimo de alguien que llega a su
término, pues así como lo expresa un entrevistado “todas las decepciones [que] vienen…
son un resultado de una ambición no lograda” (UAM13, 82_H, 71:71), ante lo que autores
como Alvarado y Salazar (2014); e igualmente el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid
en España, (2013, en Rodríguez, Valderrama y Molina, 2010) afirman que a los ancianos se
les debe ayudar a afrontar los cambios que se presentan en el proceso de su senectud y
evitar desilusiones que puedan afectar su integridad emocional, siendo importante centrar a
la persona en la fase de vida en la que se encuentran, lo anterior tiene un punto de empate
con uno de los usuarios interrogados que hablan de “sentar los pies en la tierra” (UAM13,
82_H, 71:71). Lo anterior permite considerar lo que dice Sánchez, González, Allerm y
Bacallao (2014) sobre la importancia de fomentar aspectos resilientes en los adultos
mayores, lo cual ayudaría a que se preparen psicológicamente para enfrentar los retos de
esta importante etapa, sin que esto signifique perder la ilusión y esperanza en la vida.
Así las ambiciones logradas y el esquivar las desilusiones, expresadas por los
participantes, coincide con las afirmaciones de Ruch, Proyer y Weber (2010, en Jiménez,
90
Izal y Montorio, 2016) que sugieren para los ancianos una intervención mediante la
psicología positiva a fin de que se puede mejorar la promoción de un envejecimiento sano,
lo anterior se sostiene sobre la base de la siguiente afirmación empírica: “yo debo de
entender que no voy a ser trapecista, ni puedo, ni me interesa mucho conocer, a no ser por
conocimiento general los riesgos de los trapecistas…” (UAM13, 82_H, 72:72). Entonces la
psicoterapia puede ser un elemento de psicoeducación para el adulto mayor, que, como el
usuario antes citado, sabiendo mantener un principio de realidad, de su existencia en la
etapa llamada ancianidad, la intervención psicológica puede ayudar a las personas de la
tercera edad a modular su conducta y aceptar los cambios que se dan en la vejez, dejando
aclarado qué cosas pueden realizar en cada fase del ciclo vital, coincidiendo con la
literatura (Ruch, Proyer y Weber, 2010, en Jiménez, Izal y Montorio, 2016) que habla de
evitar un impacto negativo de la adultez mayor, aceptando el pasado, fincando una
esperanza realista y sosegada del futuro.
Una función más que los ancianos ven en el psicólogo clínico es que los oriente a
saber identificar sus cualidades y capacidades como seres humanos, lo anterior lo
puntualizan uno de los usuarios cuando dice: “aunque siente uno que se conoce, no aprende
uno a conocerse completamente, considero que la psicología le ayuda a uno a eso”
(UAM13, 82_H, 13:13) que sería una de las grandes metas de la psicología clínica y que
Navarro (2009) señala, nominándola proceso reflexivo, mediante el cual una persona tiene
la noción de sí mismo que posibilita a los individuos a “aceptar las cosas que no pueden
cambiar” (UAM9, 79_H, 254:254) refieren los entrevistados, buscando y trayendo en
consecuencia el anhelado equilibrio psíquico declarado por Navarro (2009). Manifiestan los
ancianos que “el ayudarle a uno a conocerse a sí mismo es una bendición” (UAM13, 82_H,
91
9:9) esto posibilita que el adulto mayor, como paciente, comience a “sentir las bondades
de” “la vida”, que en palabras de Schüller (en Navarro, 2009) sería que cuando la persona
aprende a conocerse, en verdad vive, aun cuando fuera el último tramo de la existencia.
Lo anterior permitió conocer el amplio compromiso del psicólogo hacia el adulto
mayor, tomando en cuenta siempre el nivel de prevención y rehabilitación que requiere el
anciano e interviniendo en sus problemáticas emocionales, propias de la edad, como
dificultades en la memoria y, donde el psicólogo funge como psicoeducador que acompaña
al anciano y además brinda herramientas para mejorar sus malestares psíquicos a fin de
optimizar su calidad de vida.
5.3 Características esenciales del psicólogo según el adulto mayor (Categoría C)
A continuación, en esta categoría se rescatarán aquellos aspectos que hablan de las
cualidades de los psicólogos, visto desde la perspectiva de los usuarios, donde destacan
cuatro particularidades y se presentan en los siguientes incisos.
a) La importancia de la preparación del psicólogo. El conocimiento académico es
primordial para ejercer dicha carrera, los adultos mayores hablan de “una
persona profesional”, “muy estudiosa”, y por lo tanto con similitud a lo que
afirma lo documentado (González, González y Vicencio, 2014) sobre la
importancia de la formación académica en el psicólogo para solventar
actividades específicas como saber evaluar y diagnosticar las problemáticas
mentales, y que estaría en sintonía con algunos dichos empíricos venidos de los
adultos mayores cuando refieren a su percepción del terapeuta como personas
92
preparadísimas (UAM16, 88_H, 113:113) y con capacidad para detectar cuándo
sus pacientes son “saludables o insaludables” (UAM16, 88_H, 113:113).
Ciertamente el objetivo de todas las profesiones dirigidas a la salud mental es
mejorar el bienestar del consultante (González, González, Vicencio, 2014), y
demanda la gran “seriedad” (UAM11, 81_M, 282:282) que reclaman los
ancianos entrevistados pues, el psicoterapeuta trata con los asuntos más íntimos
de las personas, se enfrenta a temáticas difíciles y trabaja en cuestiones que
tienen su origen en el interior (Ormart, 2013), por lo que se “necesita mucha
mente para poder ayudar [a] aquella persona” (UAM11, 81_M, 282:282) señala
un participante, también ha de “transmitir conocimientos” (UAM8, 78_H,
72:72) y motivar a los pacientes para que logren sacar “lo mejor de su mente”
(UAM15, 90_M, 154:154). Estas palabras de los adultos mayores, se asemeja
con la literatura (González, González y Vicencio, 2014, p. 118) ratificando que
el rol del psicólogo está vinculado con la posibilidad de ayudar a las personas
para obtener niveles altos de bienestar.
b) Cualidades humanas del psicólogo; las cuales tienen la finalidad de proporcionar
a la sociedad un bien específico y necesario para la supervivencia (Cortina,
2000, p. 15, en Martínez, Vázquez, Ríos, 2006, p. 2), cumpliendo con una
finalidad que no puede ser suplida por otros profesionales o actores sociales
como argumenta MacIntyre (2008). Una de las características principales de este
profesional es contar con una actitud de interés por ayudar a la gente (Sociedad
Mexicana de Psicología, 2005, en Aragón, 2011), esto se ve en detalles como lo
expresa Cormier, Goldstein y Myers (1991/1994, 1986, en Bados y García,
93
2011) pues el terapeuta puede mostrar su atención en los consultantes mediante
gestos, miradas, nivel de seguridad y amabilidad, por ello los ancianos
consideran al psicoterapeuta como una persona que “ya nació para ayudar”
(UAM17, 86_H, 77:78) es decir, que posee la vocación de servicio, entrega y
gusto por su labor. De igual manera los entrevistados mencionan la “necesidad”
de que el psicólogo “sea una persona conocedora, (…) que escuche, sepa
comprender y entender” (UAM13, 82_H, 16:21) y jamás ubicarse en “un plan
de superior” (UAM13, 82_H, 16:21), lo cual sería aquello que la literatura
denomina como la capacidad de tener un manejo adecuado de la autoridad sobre
el usuario, precisamente para evitar esta asimetría referida y expresada por los
participantes pues, el psicoterapeuta, ha de mostrar interés por el bienestar de los
usuarios y, tal, no ha de ir más allá que sólo buscar su beneficio (Bados y
García, 2011) respetando su dignidad y libre autonomía como ser humano,
además de contribuir en todo momento en su autoestima, mediante el diálogo
fluido (Borjano, 2002 en Madrigal, 2007).
Igualmente, los adultos mayores coinciden con lo documentado (Bados y
García, 2011), en que la “atención, cariño y amabilidad” (UAM3, 72_M,
97:110), así como capacidad de “escucha”, es demandada al clínico como
condición necesaria de su labor que supone “paciencia”, tolerancia” y
“entendimiento” (UAM9, 79_H, 257:258); para generar así una eficiente
relación terapéutica, vehículo necesario para la intervención psicológica.
c) El equilibrio emocional del psicólogo. Sin duda, para ser un psicólogo el control
interno es de suma importancia, pues las emociones personales no deben tener
94
influencia sobre los usuarios, los psicólogos podrían manifestar debilidad en el
transcurso de los procesos terapéuticos, y por lo cual, deberán analizar su propio
sentir (Freeman y Leahy, 2001, citado en Bados y García, 2011). Aspecto ético
que es vislumbrado y exigido por los ancianos cuando hablan de la importancia
de que los psicólogos tengan también “su psicólogo”, arguyendo razones como
el hecho de que “están escuchando a muchas personas” (UAM3, 72_M,
146:146) y tienen el deber de evitar lo que de los consultantes “les enferma”
(UAM3, 72_M, 146:146, 82:84) tal y lo que en la literatura (Kilburh, Nathan y
Thoreson, 1986 en Tanenbaum y Berman, 2005) es expresado como la
posibilidad de que los psicólogos clínicos pueden llegar a experimentar
sensación de angustia e incluso incapacidad para continuar con la consulta, pues
escuchan lo más privado de cada persona y necesitan también de ayuda por parte
de alguien especializado en los problemas mentales, poniendo de manifiesto,
también los entrevistados, la necesidad de psicoterapia para el profesional y la
respectiva supervisión.
Pues los psicólogos se enfrentan a dilemas deontológicos en los cuales pueden
verse involucradas terceras personas o bien situaciones en las que necesiten un
apoyo de colega a colega; sin embargo, debe ser sólo en una situación que
requiera ya sea supervisión o apoyo, por lo que es importante lo que expresa un
entrevistado en torno a los motivos por los cuales hay que exceptuar la regla de
la confidencialidad y lo argumenta sabiamente de la siguiente manera: “salvo
cuando hay algún problema que tenga que compartir con algún compañero:
[psicólogo], oyes pues fíjate que tengo un paciente así y asa, pedir una opinión
95
de un compañero es válido” (UAM2, 74_M, 62:62). Vislumbrando, por parte del
adulto mayor, la necesidad de apoyo e intercambio de ideas venidas de un
segundo experto, siempre y cuando se mantenga dentro de la ética profesional,
pues es un deber del psicólogo, reservar la información del paciente y sobretodo
garantizar la intimidad (Rodríguez, 2009).
d) La empatía y confidencialidad. Otro punto es el hecho de que los adultos
mayores, como consultantes de la psicoterapia, refieran que si los psicólogos no
contaran con los “conocimientos” (UAM8, 78_H, 72:72) necesarios y no fueren
“empáticos” (UAM13, 82_H, 23:23) sería difícil desahogar lo que les acontece,
y que es lo que Carl Rogers (1975, en Olivera, 2010) expresó respecto a la
condición del trabajo terapéutico y la importancia de ponerse en la situación de
los demás, (comprensión empática) pues ello permite ver con claridad el sentir
del otro. Momentos en los cuales se logra ver la importancia de la labor social
del psicólogo clínico pues, “en torno al aspecto personal, el profesional requiere
de cierta vocación o aptitudes para prestar un mejor servicio” (Polo, 2003, p. 77-
78). De esta manera la literatura y los entrevistados presentan la empatía como
cualidad necesaria para el ejercicio profesional del psicólogo clínico. Bozhart,
Capó y Rogers (2009, 1982, 1975 en Olivera, 2010, p. 18) señalan que es una
condición indispensable para obtener resultados positivos en psicoterapia,
asunto que es claramente percibido por los adultos mayores, cuando hablan de
que la efectividad de la psicoterapia “depende hasta donde se haiga [sic] [dado]
la empatía o el entendimiento entre estas dos personas”: entre el psicólogo y el
paciente (UAM13, 82_H, 65:65).
96
Aunado a lo anterior y con la misma importancia, debe existir respeto, llevando
al usuario a tener seguridad, así como garantizar la confidencialidad (Martínez,
2011), por lo que el psicólogo debe poseer además, según lo que apunta un
entrevistado: “la capacidad para sostener lo que uno [como paciente] está
platicando”, asemejando esta labor a la de “un sacerdote” (UAM15, 90_M,
135:140), ya que los ancianos tienen la firme convicción de que lo expresado en
una terapia psicológica no saldrá del espacio terapéutico, y esto se logra gracias
a la confidencialidad. Entonces el psicoterapeuta es para las personas de la
tercera edad alguien que brinda confianza para poder “explayarse”; surgiendo,
como explica Martínez (2011), de una relación interpersonal, donde el adulto
mayor habla sobre cosas que considera íntimas, con la convicción de que se
mantendrá en el anonimato, además el psicoterapeuta debe ser leal, al grado de
que el anciano que comentó que “ya no lo ve como psicólogo sino como amigo
confidente (…) para contarle las cosas…” (UAM9, 79_H, 134:134), basando
esta relación terapéutica en la “confianza” y entonces garantizar la esperada
confidencialidad expresada por la literatura (Martínez, 2011) y traducido en
palabras de los ancianos, es alguien que “abre la confianza”, razón por la que las
personas se muestran más accesibles, incluso los usuarios entrevistados hablan
de “abrir los corazones, con más confianza…” (UAM9, 79_H, 246:46) que sería
el comienzo del vínculo beneficioso expresado por Bados y García (2011), así
como lo referido por Olivari, Munoz, Clay y Mullet (2015). De lo contrario al
no haber una confianza, si no existe secreto profesional, el adulto mayor y
cualquier usuario de la psicoterapia, sin duda podría sentir temor de ser expuesto
97
y por ello no hablar acerca de sus pensamientos o emociones como lo expone
Stone e Isaacs (2003, en Olivari, Munoz, Clay y Mullet, 2015).
Finalmente, la obligación de confidencialidad se presenta en cualquier área
donde la dignidad del ser humano pueda verse perjudicada, pues mencionan lo
que han pasado a lo largo de sus vidas, es justo que en un proceso terapéutico
tenga como base el secreto profesional para que todo culmine en una
experiencia positiva, conexionando lo anterior con Ormart (2013) al referir que
el psicólogo escucha lo más íntimo de sus pacientes, pretendiendo siempre que
lo dicho quedará protegido, pues este profesional trabaja con lo más profundo
del cada individuo (Ormart, 2013), y además los adultos mayores así como cada
usuario de la psicología, confían en que todo aquello que expresan “queda en
anonimato” total (UAM16, 88_H, 36:36). En consecuencia, la confidencialidad
es una característica esencial del psicólogo lo que asegura el éxito de un proceso
terapéutico.
Para resumir, la población de la tercera edad considera importante que el psicólogo
clínico cuente con características específicas como cualidades personales positivas,
preparación profesional, ser empáticos, compromiso para ayudar a los demás y sobre todo
guardar la confidencialidad, para que puedan brindar un servicio de calidad, ya que su labor
involucra lo más íntimo de cada persona, además es bueno resaltar el cómo los
entrevistados, a pesar de no ser una población que tenga un conocimiento a profundidad del
trabajo psicológico, logran percibir que estos profesionales deben contar con su propio
psicólogo para que no afecte su proceso terapéutico, es lo que en ética sería la demanda de
llevar proceso terapéutico personal y supervisión profesional.
98
5.4 El adulto mayor y su demanda de privacidad (Categoría D)
El lugar que se usa para la psicoterapia debe tener diversas características a fin de
brindar un espacio sereno en donde los usuarios de la psicología puedan hablar de las
situaciones que afligen su vida. Tomando en cuenta esto, los entrevistados coinciden con
Ebrard (2014) respecto a las condiciones del consultorio, considerándolo como un
establecimiento lo más apropiado que se pueda, con una iluminación y ventilación
adecuadas, dirían los adultos mayores que sea parecido a un consultorio: “tranquil[o]” y
“cómod[o]” (UAM9, 79_H, 298:298). De igual manera Aliaga (2015) habla del mobiliario
en tanto que ha de ser acorde a las necesidades requeridas dentro del espacio
psicoterapéutico y que, en boca de los ancianos refieren como muebles: “un sillón
[confortable] (…), una silla según sea la situación” (UAM13, 82_H, 57:57) para lograr
“estar a gusto” (UAM14, 86_M, 88:88), además debe ser “acogedor” y “agradable”
(UAM6, 77_M, 200:200) hasta con un aroma de algún incienso (UAM14, 86_M, 88:88).
En fin, un lugar netamente atractivo al usuario (Ebrard, 2014).
Asimismo, los adultos mayores demandan un espacio “privad[o]” (UAM10, 82_M,
90:90) en donde se pueda externar todas sus problemáticas de manera abierta y sin temor de
ser escuchado por alguien externo como lo afirma Phares (1999), por lo que el sitio donde
se lleve a cabo la asistencia psicológica debe tener como característica un ambiente
“tranquilo” y sobre todo “silencioso” (UAM3, 72_M, 252:252), donde la persona pueda
sentir que la “escucha[n]” atentamente, en el que no haya ruido alguno que pueda
interrumpir al paciente, dando las condiciones para generar la confianza necesaria a fin de
lograr que el individuo “plati[que] y expres[e] todos [sus] sentimientos” (UAM10, 82_M,
90:90). De esta manera el consultorio pasa a un segundo plano, disminuyendo, para el
99
adulto mayor, la importancia del “lugar” por sobre la “importancia” “de ser escuchado”
(UAM11, 81_M, 314:314).
Por su parte Armenta (2002, en Olivera, 2010) escribe del lugar de consulta, como
un espacio psicológicamente seguro donde se pueda llegar a dar la empatía y sentir la
confianza suficiente para dialogar acerca de las problemáticas emocionales del consultante,
lo que concuerda con lo que los usuarios explican acerca del profesional de la salud mental
al cual lo ven como: un “confidente”, a quien le confiesan lo que les aflige y le “c[ue]nta[n]
lo que trae[n] adentro” (UAM3, 72_M, 76:76), pues el psicoterapeuta llega a tener acceso
al mundo subjetivo de la persona, por medio del vínculo entre terapeuta-paciente, es este
“abrirse de pecho” respecto a todos los “problemas” que les afligen (UAM9, 79_H, 18:18),
refieren los ancianos, por ello los participantes solicitan “discreción…” (UAM2, 74_M,
58:58) ante sus problemáticas, y un espacio donde ellos puedan tener la certeza del respeto
a la confidencialidad como elemento esencial de una terapia (2008, en Olivari, Munoz,
Clay y Mullet, 2015).
Según lo dicho, se puede percibir que la privacidad del consultorio es una
característica que no se debe dejar de lado, para que el usuario de la psicología se sienta en
“confianza” y donde “el mismo ambiente” (UAM14, 86_M, 86:86) posibilite conseguirla al
contar con la discreción generada por la conformación del lugar de la psicoterapia, según lo
refiere la literatura (Ebrab, 2014). Esto lo expresa en forma sencilla un participante al
solicitar sobre el lugar las siguientes características: “que no se viera nada para afuera, ni de
afuera para dentro” (UAM9, 79_H, 298:298). Pilatti (2014) habla de un consultorio íntimo,
donde se pueda dar la “interlocución” (UAM9, 79_H, 296:296) entre dos personas como
afirman los ancianos, con la finalidad de que el adulto mayor pueda hablar “desde el
100
principio” [al psicólogo] “con la mayor de las verdades” (UAM13, 82_H, 57:57), por lo
que la psicoterapia no es una actividad profesional que deba darse en cualquier parte.
El lugar puede tener influencia en el paciente, porque los espacios representan
significados y símbolos con los cuales las personas pueden identificarse (Aliga, 2015). Al
respecto, uno de los entrevistados mencionó que se fijaba incluso en los “libros que puede
tener” el consultorio y saber que con quien acuden es un buen psicólogo clínico, dando
importancia a elementos que, para ellos, como usuarios, generan la certeza los
profesionales consultados son confiables, y que cuentan con el “suficiente dominio”
científico de su especialidad profesional (UAM13, 82_H, 82:82). Incluso mencionan que en
el consultorio debe encontrase: “título o alguna foto de cuando se graduó” [el psicólogo],
(UAM5, 74_F, 243:247), coincidiendo entonces con lo dicho por la literatura (El Colegio
de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, 2010), donde se argumenta que el tener a la
vista títulos universitarios dentro del lugar de trabajo, dota de seguridad a la persona,
comprobando, como lo demandan los adultos mayores, al referir, después de solicitar
aspectos como libros y títulos, que ese psicólogo “sí estudio” (UAM2, 74_M, 247:247).
Con esto se puede vislumbrar que, aunque parezca que haya personas de la tercera
edad que no prestan mucha atención al espacio de terapia, se fijan en detalles que les
despiertan confianza, esto también se puede ver en la afirmación como la siguiente: “si
quieres bailar de cabeza, ahí bailas” (UAM4, 74_H, 170:170) al expresar esto, el
entrevistado probablemente enuncia que si hay la seguridad suficiente en el consultorio
tienen libertad de expresión total, pues el ambiente funge como proveedor de seguridad en
el anciano mismo (Vidal y Pol, 2005).
101
Finalmente, si bien no es una población que tiempo como costumbre histórica asistir
a terapia psicológica, probablemente la “especie de ganchito” es lo que los hace tener esta
idea de llevar una relación más cercana sin salir de lo profesional, en donde se dé una
charla cubierta de cotidianidad y sea para ellos más sencillo tener la apertura y disposición
de platicar sus problemáticas con un psicólogo, por lo que para esta población es poco
común que encuentren un terapeuta mayor que ellos, por lo tanto corresponde al psicólogo
tener habilidades para crear el rapport adecuado a cada rango de edad.
102
Conclusión
Actualmente la sociedad ha dejado de lado la salud mental del adulto mayor sin
considerar que esta población está aumentando de manera considerable. Es significativo e
imprescindible que los ancianos se preparen tanto física y emocionalmente para gozar una
vida satisfactoria durante su vejez, comprendiendo que es un periodo más de la vida.
Los usuarios de la psicología que rebasan los 70 años de edad, atraviesan una etapa
donde enfrentan cambios con relación a la pérdida tanto cognitiva como a nivel personal,
situaciones que pueden llevar a sus familiares a internarlos en instituciones geriátricas,
donde los ancianos deben afrontar cambios de rutina, alimentación, contexto social y sobre
todo hacer frente a sus emociones, por ello dichas organizaciones cuentan con un
profesional de la salud mental. Por lo que, muchas veces, uno de los principales motivos
que llevan al adulto mayor a acercarse a un psicólogo no es la iniciativa propia, sino la
reglamentación que se exige en las instituciones en las que residen, lugar donde ellos
pueden sufrir algún tipo de depresión por lo que supone este cambio drástico de pasar de
vivir en casa a otro lugar que no les es familiar, además de las diversas circunstancias como
lo son la muerte de familiares, jubilación o el desprendimiento de los hijos, razones por las
que se debe ayudar al anciano a afrontar la nueva realidad mediante programas preventivos,
que han de ser meticulosamente respetuosas de su dignidad humana, teniendo presente,
además, que su condición de vida genera características particulares y únicas. Esto permite
cumplir con uno de los objetivos de la investigación, el cual buscó conocer qué lleva a esta
población con un psicólogo.
Se considera que el hecho de que no surja de los ancianos la idea de acudir a terapia
no significa que no puedan necesitarlo, porque es un elemento de apoyo que posibilite vivir
103
mejor y gozar de manera satisfactoria su vejez, siempre y cuando se estimule, de manera
primordial, la autonomía del individuo, principio de la bioética que, particularmente en el
anciano, manda respetar su derecho a participar en la toma de decisiones tanto dentro de su
vida como en su intervención terapéutica. Así en este estudio se recalcó la importancia de
una asistencia psicológica totalmente voluntaria a fin de no mermar el proceso de
intervención ni vulnerar la libertad del adulto mayor.
Lo encontrado en la investigación nos indica que los ancianos visualizan al
psicólogo como un profesional que los puede orientar al conocimiento profundo de sí
mismos, para que vean quiénes son realmente y que logren descubrir que a su edad hay
algunas actividades que ya no pueden realizar pero que existen nuevas opciones que los
hagan sentir igual de valiosos que en su juventud o etapa de madurez. Entonces, de acuerdo
a lo anterior, se permite cumplir otro objetivo específico de la investigación, pues se brinda
un pequeño avistamiento de lo que para los adultos mayores es parte de la función social
del psicólogo, misma que, como labor indispensable de este profesional, debe contribuir a
mejorar la calidad de la salud mental de nuestra sociedad, especialmente la de la población
que ocupó las pretensiones de este estudio, para que, los ancianos, puedan lograr la
comprensión de sus sentimientos y gobernar mejor sus mecanismos psicológicos, mediante
una reeducación emocional y el contribuir con ellos para conservar su autonomía hasta
donde les sea posible.
Cabe mencionar que no se deben pasar por alto los derechos universales y
particulares de los consultantes, pues al hablar del principio bioético de beneficencia, que
dicta la importancia de velar por el bien del paciente, y cuyo bien central de éste, es sin
duda, el deber ineludible de respetar su autonomía como individuo, brindar al anciano la
ayuda profesional necesaria en tanto que es sujeto de dignidad, sin importar que se
104
encuentra en la etapa final de la vida. Lo anterior supone ver al usuario de la tercera edad
siempre como un fin y nunca como simple medio, por lo que ha de contribuir también a que
sea independiente, asumiendo como objetivo siempre el bienestar psíquico y emocional del
consultante, en este caso del adulto mayor.
Para la población de la tercera edad, es indispensable que el psicólogo cuente con la
preparación suficiente, pues sin ella no lograría cumplir con la función social, que la
sociedad y el colectivo profesional, le demandan. Así, el psicólogo clínico requiere algunas
particularidades, de inicio la preparación académica es esencial, que cuente con los
conocimientos necesarios para valorar, prevenir y diagnosticar al paciente. También para
algunos ancianos, quien ejerce la psicología, debe tener vocación, y siempre ha de respetar
la confidencialidad del adulto mayor, lo cual tiene cierta aproximación al principio de la
bioética de no maleficencia, pues se debe asegurar el bien del usuario, evitar todo lo que
pueda ser perjudicial, mostrando capacidad para ser empático y solidario, además del
interés hacia el anciano sin salir de lo profesional, pues esto ayudará a que el usuario
exprese sus malestares emocionales de una manera más abierta, aspecto en el cual el
psicólogo debe tener tanto la capacidad, como el nivel de escucha suficiente, ya que el ser
escuchado es una labor social que debe cubrir este profesional, tomando en cuenta la voz de
los usuarios ancianos quienes son una población que se ha silenciado en muchos hogares y
en la propia sociedad. El psicólogo ha de mostrar confianza para generar una alianza
terapéutica adecuada, asimismo, la sencillez, paciencia y respeto son cualidades que debe
poseer el clínico, cuya presencia es considerada necesaria desde la percepción de los
entrevistados.
Además, en esta investigación se encontró que no sólo la función y preparación del
psicólogo clínico son importantes para los adultos mayores, sino que incluso el espacio de
105
trabajo del terapeuta es significativo, puesto que en él es donde surgen los sentimientos o
emociones que los usuarios no exponen a donde quiera que vayan. Según lo expresado en
las entrevistas, podemos considerar que ellos pueden asociar lo que ven en un consultorio
psicológico a aspectos positivos, como sentir la seguridad de que acuden con un buen
profesional en donde exponerse emocionalmente no perjudicará su imagen, asimilar el
espacio terapéutico como un lugar de desahogo, una liberación de cargas sentimentales, un
sitio donde saben que se les ayudará; sin embargo, pueden también generar ideas negativas
donde el usuario sienta que su privacidad no es tan segura y puede ser vulnerada, por lo que
el psicólogo debe considerar dar su terapia en un consultorio adecuado para ejercer, capaz
de generar en el paciente aspectos positivos, y sobre todo para la población de la tercera
edad que son personas con vasta experiencia de vida por ello, además del rapport, el
espacio de terapia se convierte en algo esencial para todo profesional de la salud mental.
En esta investigación queda claro que la función social del psicólogo clínico supone
considerar su complejidad, ya que debe orientar y brindar herramientas a quienes lo
consultan para que encuentren soluciones en relación a sus emociones y conducta, cuya
meta en los usuarios de 71 a 95 años de edad es capacitarles para vivir con felicidad el
último periodo de su vida. En este estudio se puso de relieve que los psicólogos enfrentan
un desafío frente al adulto mayor, con quien deben contribuir al fortalecimiento de los
mecanismos psicodinámicos que ayuden al individuo moderno a vivir la vejez con plenitud
y autoaceptación.
106
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