UNA PALABRA TUYA bastará para sanarme

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PresentacinQueridos hermanos en Cristo, les saludo y les deseo la paz del Seor en la oportunidad de presentarles este material que he preparado para ustedes. Consiste en la recopilacin de un conjunto de reflexiones que he elaborado semana a semana, tomando como elemento generador la Palabra de Dios, especialmente la que se lee cada domingo en las celebraciones eucarsticas que se realizan en la Iglesia. Originalmente, estas reflexiones tenan como fin compartirla con todas las personas que concelebraban conmigo la Eucarista en el Templo Parroquial de San Diego de Alcal. Al principio, es decir, en las primeras de ellas, slo encontrarn una reflexin sobre las lecturas del domingo, luego, a partir de cierto momento, aparecern otros artculos de inters, que complementan dicha reflexin. Este trabajo lo inicie formalmente el 7 de Septiembre de 2008, inicialmente tomando en cuenta algunos domingos muy especiales pero posteriormente lo fui regularizando para prepararlo cada domingo del ao. Doy gracias a Dios por haberme llamado a esta tarea, sin ningn merecimiento de mi parte, dndome a entender desde el comienzo que su llamado es una gracia y que cada uno de nosotros debe aceptarlo con humildad sin detenernos en especulaciones intiles. Desde un primer momento sent que lo que estaba haciendo slo era posible por la inspiracin que me daba el Espritu Santo, a quien reconozco como el verdadero autor de todo mi trabajo, y por eso he tratado de hacer un esfuerzo para que este regalo de Dios llegue a quien l lo desee de una forma gratuita y por tanto, en nombre de Dios, les pido a todos los que les llegue este material que se sientan con la libertad de poder distribuirlo a quien lo deseen, pero igualmente de forma gratuita. A veces, veo con dolor como en algunos casos se comercia excesivamente con las cosas sagradas, tanto que en no pocas oportunidades me han dado ganas de hacer como el Seor, tomar un ltigo y empezar a tumbar las mesas de los nuevos mercaderes del templo (cf. Juan 2, 13-17). Por eso, siempre le pido a Dios que me suministre los medios para hacer llegar esta obra sin ningn costo porque la Palabra de Dios es muy clara al respecto: Gratuitamente han recibido, gratuitamente deben dar (Mateo 10, 8). Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todas las personas que el Seor ha puesto en mi camino para el cumplimiento de esta misin. Especialmente doy las gracias por mi hermano Luis Eduardo Prez, quien generosamente ha contribuido muchas semanas para su reproduccin; a mi compadre Michel Ferrandina, quien en dos oportunidades lo ha hecho, a mi sobrino Leonardo Arturo Prez, quien lo hizo una vez y pido a Dios que siga tocando sus corazones. Tambin agradezco la paciencia y disposicin de mi sobrino Yibrin Jess Prez Prez, quien solcitamente revisa el material antes de imprimirlo y ha hecho muy buenas sugerencias. Por ltimo, agradezco a la joven Gnesis Rosario Silva Borrero, quien gentilmente permiti que su cuento Pablito, camino a la santidad fuera incluido en este material y adems, ella, al igual que Yajamny Yolimar Campos Ocando, me impulsaron a que hiciera esta obra. Adems del contenido antes mencionado, he querido incorporar algunos rasgos autobiogrficos y el relato de un sueo que tuve la noche del 24 para amanecer el 25 de Septiembre de 2005, ya que considero este sueo como una revelacin divina de la misin que el Seor me asign. Queridos hermanos en Cristo, este material se puede abordar de varias maneras: 1) Una lectura continua desde el principio hasta el final. Esta opcin la recomiendo con la sugerencia de leer y meditar los textos bblicos que se citan en cada cartula, adems no hacer esta lectura apresurada, preferiblemente una por vez o por da para dejar que el Espritu Santo haga su trabajo en cada uno(a). 2) Ir a la reflexin que el Espritu Santo les inspire, de acuerdo a la necesidad del momento. 3) Cualquier otra forma que sientan bajo la inspiracin del Espritu Santo. Finalmente quiero agradecer la cooperacin del Prroco de la Parroquia San Diego de Alcal, Francisco Blanco y los dems sacerdotes y diconos, pidiendo al Padre celestial, en nombre de nuestro Seor Jesucristo y con la intercesin de nuestra madre la Santsima Virgen Mara que los bendiga a ellos y a todos los grupos apostlicos. El uso de los nuevos medios de comunicacin tiene un inters que nadie puede negar. No puedo dejar de alentar el desarrollo de estos instrumentos para servir al Evangelio y para potenciar el dilogo y la comunicacin. Venerable Juan Pablo II.

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Rasgos AutobiogrficosYo, Tito Armando Prez, nac el 6 de Febrero de 1956 en Ocumare del Tuy, poblacin del Estado Miranda en la Repblica Bolivariana de Venezuela. Fueron mis padres Juan Sequera, quien an vive y Silvina Prez, fallecida a los 64 aos de edad, el 29 de Octubre de 1998. De esta relacin surgieron otros hijos que son: Mis hermanas Carmen Yolanda Sequera de Daz y Rosala Prez, y mi hermano Luis Eduardo Prez. Mi caso es como muchos de tantos que han ocurrido en nuestro pas y en el mundo: La joven que trabaja en una casa de familia, se enamora de uno de los hijos de los dueos de la casa y de ese amor surgen hijos, en este caso nosotros. Como consecuencia de lo anterior, mi madre se tiene que ir de esa casa y pasa a trabajar en otra casa de familia, que hoy puedo decir con certeza, fueron suscitados por Dios. Esa familia estaba formada por una anciana llamada Ana Dolores Guerra de Snchez, cariosamente apodada Misiana o Mama Lola; sus hijos Antonio Snchez Guerra, cariosamente Antoito y Emilia Snchez Guerra, cariosamente Misiemilia. Con ellos compartimos ms de 17 aos y realmente se convirtieron en nuestra familia. Misiana me ense las primeras oraciones, Misiemilia me ense a leer y escribir, adems los valores cristianos. Doy gracias a Dios por ponerlos en nuestro camino y a ellos por aceptarnos como parte de su familia. Mi mam, Silvina Prez, era una mujer nacida en una zona rural, formada para el trabajo duro y as lo hizo durante esos casi 18 aos en esa casa. Nunca aprendi ni quiso aprender a leer ni escribir. Recuerdo que quise convencerla para que aprendiera, mas ella se resista y cuando utilic el argumento de que le iba a ser til para leer las noticias en los peridicos, me dijo rindose que para eso me tena a m para que se las leyera. No obstante, era una mujer de una gran sabidura humana y adems muy devota; recuerdo que todos los fines de semana era su costumbre ir a misa, as como todos los das rezaba en la casa. Siempre fue un gran apoyo en mi vida. Muchas veces, cuando ya no viva con ella y me senta mal por algo, bastaba que acudiera a ella y nada ms con su compaa era suficiente para que me sintiera mejor. Doy gracias a Dios por concederme esta gran madre. Que Dios la tenga en su Gloria. Mi pap, Juan Sequera, aunque nunca viv con l, siempre estbamos en contacto ya que, a pesar de haberse mudado de Ocumare para la capital Caracas, mi abuelo, tambin de nombre Juan Sequera, tena un puesto de venta en el mercado y todos los fines de semana venan y compartamos con ellos. Debo decir que toda la familia Sequera nos tuvieron un gran afecto, siempre estaban pendientes y cuando llegaban las vacaciones de Agosto, era costumbre que pasramos unos das con ellos y eran hermosas esas vacaciones porque todos se desvivan por agradarnos, especialmente mi abuela Carmen Serrano de Sequera, quien se convirti en la mam de mi hermana mayor Carmen Yolanda, ya que esta se quedo a vivir con ella desde pequea hasta que se cas. Estas vacaciones eran espectaculares, as como los das que pasaba con la familia de mi mam en la zona rural denominada Las Ollas de Caramacate en el Estado Aragua. All pasbamos das hermosos, sintindonos parte de la naturaleza, comiendo las sabrosas comidas tpicas y recibiendo el cario espontneo de toda la familia, comenzando por mi abuela Juana Prez y mi ta Ignacia Prez. Cuntas veces en la vida he deseado revivir aquellos tiempos! Debo reconocer que tuve una infancia hermosa, rodeado del cario de mucha gente entre las cuales no puedo olvidar a mi madrina Hilaria Garca porque all pasaba das enteros, especialmente cuando me pona bravo porque alguien me haba regaado en la casa. Recuerdo que muchas veces me iba para all con el permiso de mi mam pero sin decirle nada a Misiemilia y cuando volva en la tardecita, lo primero que me deca era Dnde estabas? Y cuando le responda que en casa de mi madrina, me responda Ah!, en el refugio de los pecadores. As continu mi vida, hice mis estudios primarios en el Grupo Escolar Miranda y la Escuela Artesanal Urbana; los secundarios en el Liceo Juan Antonio Prez Bonalde y los superiores en el Instituto Universitario Pedaggico de Caracas, donde egres con el ttulo de Profesor de Matemtica. Comienza mi vida profesional como Profesor en el Colegio Santo ngel de la Guarda, donde labor durante 28 aos. He de hacer notar que cuando estudiaba la carrera docente, tena el secreto deseo de trabajar en ese sitio y resulta que se cumpli antes de graduarme. Me sent muy feliz aquel Diciembre de 1977, cuando comenc a trabajar ah. Siempre me sent bien

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trabajando en ese colegio y no lo consideraba un trabajo, sino que era un gozo estar ah. Cuntos buenos recuerdos! Y Cuntos buenos alumnos! tuve en esa institucin. Fue un gran regalo de Dios ese tiempo en el cual le di clase a alumnos que luego se convirtieron en colegas, al punto que la actual Directora, Fanny Rita Toro, fue mi alumna y siempre la recordar con mucho cario. Agradezco a todas las Hermanas con las cuales compart pero en este momento quiero hacer especial reconocimiento a Maria Piedad Cuezva Mata, la Directora cuando comenc; Manuela Anunciacin lvarez, ya fallecida, Directora de la cual tengo gratos recuerdos y Salome Alonso, conocida por algunos como la Hermana Genoveva, quien an est en el Colegio luchando da a da, a pesar de su edad, con una energa que slo puede venir de Aquel que es la fuente de toda energa: JESUCRISTO. No puedo pasar por alto a la Hermana Engracia que diriga el colegio cuando yo era nio y siempre fue una fuente de inspiracin. A ellas y a todas las dems, muchas gracias. Tambin me desempe profesionalmente en el Liceo donde estudi, siendo mi Directora Dalila Martnez de Torres, que en paz descanse. En la Unidad Educativa Libertador donde era Directora Yolanda Gmez de Rodrguez, directora inolvidable, fueron muchos los aprendizajes que obtuve con ella y le estar eternamente agradecido. As fue continuando mi carrera, primero profesor, luego Tiempo Completo o Coordinador, como se le llama actualmente; ms tarde Subdirector, Director encargado en varias oportunidades y posteriormente Supervisor. Estando en el Liceo Libertador conoc a la que iba a ser mi esposa, Luisa Herminia Monasterios Burguillos y con ella compart durante 17 aos, pero para esa poca no haba tenido la oportunidad de conocer y valorar el amor de Dios reflejado en la pareja, y comet muchas equivocaciones que me dejaron muchas experiencias para poder ayudar hoy da a muchas parejas jvenes, y evitar que caigan en esos errores. Le doy gracias a Dios por esa gran mujer y le pido perdn a ella, y a Dios, por no haber sabido valorarla. Pero tambin incursion en el mundo de la poltica y all tuve muy buenos momentos, mayormente mientras era un activista simple, pero las cosas fueron diferentes cuando decid optar por un cargo pblico. A pesar de haber tenido xito en mi primera aspiracin, ya que fui electo concejal en mi municipio, a partir de ese momento pude comprobar que si bien es cierto, es un campo para realizar una hermosa labor social, muchos no lo ven as y lo que impera es la ambicin al cargo para obtener prebendas. En ese sentido, presenci situaciones en que miembros de una misma familia se enfrentaban ferozmente por la ambicin a un cargo, entre tantas situaciones que se ven. Recuerdo que en una oportunidad me disgust durante un tiempo con un colega de un liceo nocturno porque me insista en que saliera de ese mundo y me fuera en busca de otras metas acadmicas, pero muchas veces, el orgullo nos ciega y no nos hace ver lo que otras personas con experiencia si ven. No hice caso, segu mi camino poltico porque me gustaba lo que haca pero el destino me estaba esperando en la bajadita como reza el dicho popular. Siempre procur cumplir cabalmente con todas las responsabilidades que se me asignaban en mi carrera de educador, la cual en ningn momento abandon y ya me vea, cuando cumpliera los aos de servicio reglamentarios, disfrutando de mi jubilacin que por lo dems la consideraba merecida, pero he aqu que me toc vivir una experiencia similar a la de San Pablo cuando se encontr con nuestro Seor Jesucristo (Cf. Hechos 9, 3-6). Los hechos son los siguientes: Mi ltimo cargo poltico fue Director de la Subregin Educativa de los Valles del Tuy, el cual lo ejerc con muy buena disposicin pero como todo cargo poltico, vinieron unas elecciones, el Gobernador perdi las elecciones y tuve que entregar el cargo. En ese momento tuve dos tipos de emociones, por una parte tristeza porque me gustaba lo que haca y senta abandonarlo; por otra parte alivio porque me iba a sentir ms descansado porque ese cargo tena mucho ajetreo. Me reincorpor a mi cargo original de Supervisor Educativo y en ese tiempo empez a ocurrir algo extrao. Desde pequeo fui formado en la fe catlica pero en la medida que fui creciendo, esa fe se fue enfriando y fue quedando reducida a ir a misa de vez en cuando y poca o ninguna oracin, pero en ese momento algo se despertaba en m que me haca volver la mirada a Dios, cada vez con mayor intensidad y eso me inquiet. Se acercaba el mes de Febrero, mes de mi cumpleaos y ese proceso iba en crecimiento, tanto as que lleg un momento en que decid que el da de mi cumpleaos, que cay domingo, me iba a levantar temprano para asistir a la misa de 8, despus de mucho tiempo de no hacerlo y ese iba a ser mi autoregalo. As lo hice y les digo que a partir de ese momento, las misas que he asistido se dividen en antes de esa y

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despus de esa. Para m, las misas siempre haban sido algo bonito pero no extraordinario y en ocasiones, montono. Ese da fue distinto, fue hermoso, una experiencia nueva desde el comienzo hasta el final, tanto que a partir de ese momento, le promet a Dios y a m mismo que seguira acudiendo todos los domingos, lo cual he cumplido fielmente. Quin iba a decirme que a mis 49 aos iba a experimentar un renacimiento espiritual! En ese tiempo pens que se trataba solamente de eso, un renacimiento espiritual, pero pasaban los das y el fervor creca. En esos meses del ao 2005 empec a sentir que necesitaba una mayor formacin espiritual pero no tena idea de adonde deba acudir. Llega el mes de septiembre y es cuando ocurre el sueo citado en la Presentacin, que lo describir en detalle en la prxima parte. Al despertarme de ese sueo era la maana del domingo y estaba desconcertado, or durante un rato y al finalizar me prepar para ir a la misa dominical. Cuando llego al templo, est ubicada en una mesa colocada a la entrada, una seora llamada Miguelina, a quien posteriormente apod cariosamente Huesos secos. En esa mesa haba un peridico de la Dicesis, denominado Signo. Sent la necesidad de comprarlo, lo hice y cuando lo abr, de un solo golpe me vino a la memoria todo el sueo como un rayo. Cuando me recuper del impacto, lo que tena frente a m era una invitacin para las inscripciones en un Instituto Teolgico Pastoral de la Dicesis de Los Teques, llamado San Agustn de Hipona. Sin dudarlo, supe que esa era la respuesta a la necesidad que estaba sintiendo. Me inscrib y esos fueron dos aos de estudio que marcaron una poca hermosa de mi vida. De ah en adelante, ya no tena duda de lo que el Seor quera de m y me haba sido revelado en sueos, pero se acercaba una tormenta y est se desencaden en Diciembre de ese ao. Ese mes me entregan un decreto que todos los que lo conocieron lo calificaron de absurdo pero era una realidad: Yo, el que me vea jubilado porque ya tena el tiempo de servicio y la haba solicitado en julio de ese ao, reciba una comunicacin informndome que el cargo de Supervisor que tena y que vena ejerciendo durante 13 aos, no se debi haber nombrado y por lo tanto quedaba fuera del mismo, sin derecho a indemnizacin, con todo y mis 28 aos de servicio. Acud a los tribunales y despus de 3 aos y 6 meses, fallaron a mi favor. Para la poca ya haba cambiado el gobierno regional otra vez pero para mi sorpresa, el nuevo procurador apel la sentencia. Aqu estoy, 5 aos despus, cuando les escribo estas lneas, en la misma situacin. En este punto, quiero dar gracias a nuestro seor JESUCRISTO, quien acudi a mi rescate en esta hora menguada. Todos los soportes humanos y mundanos me fallaron pero me qued L, quien con su mensaje, ha roto los muros de mi suficiencia y me ha hecho apreciar el perfume y la frescura de su gracia; ha abierto en mi vida horizontes a la trascendencia; me ha hecho descubrir los lazos, como correas de amor, que me vinculan con el Padre y con los Hermanos; ha trastocado mis criterios hacindome valorar al otro por lo que es persona e hijo de Dios; as, despojado de las "cosas", he ido descubriendo mi pobreza como el mejor de los tesoros, ya que me posibilita estar y sentirme en el corazn de Dios y en el de mis hermanos. No vivo slo ni principalmente de pan, de bienes, de cosas, de riquezas, si no que mi vida cobra vigor desde la fe en Dios, desde su Palabra. Por todo eso, elevo mi oracin al Padre celestial para pedirle que con todas esas personas que me han hecho pasar por eso, tenga ms Misericordia que la que pueda tener conmigo. Que a ninguna persona que me haya hecho algn mal se le tome en cuenta ese pecado. A todos los perdono e igualmente les pido perdn a todas las personas que sientan que alguna accin de mi parte les ha hecho algn mal. Bendito sea Dios por todas las personas que ha cruzado en mi camino. Aqu estoy Seor para hacer tu voluntad, despojado de todo pero en paz. Mientras tanto Seor, si es tu voluntad, quiero estar aqu en medio de mis hermanos. Con ellos me quedo porque son ellos los que me necesitan. Soy como ellos, herido yo tambin y necesitado de tu infinita misericordia, pero esperanzado porque s de donde viene la salud. No sueo con nada ms alto que poderte servir sirvindoles; no aspiro a otra santidad ms que aquella que a ellos les ayude. Con demasiada frecuencia veo mis manos vacas y mi corazn lacerado pero no importa porque todo eso es tuyo y si mi corazn gastado sirve todava para consolar a algn caminante que est ms agobiado que yo, ser feliz de ser til, poniendo el corazn en el suelo para que los dems pisen blando.

A Dios, el nico sabio, por medio de Jesucristo, sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amn (Romanos 16, 27)

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El SueoEn este sueo, yo estaba llegando a una calle, de mi pueblo Ocumare del Tuy, llamada Calle Coln. Esta calle est ubicada media cuadra detrs del Templo Parroquial San Diego de Alcal. En mi sueo, haba una parada de autobs en la esquina desde la cual se puede mirar el templo. En la realidad, all no hay ni ha habido una parada de autobs. En la parada, haba en ese momento un solo autobs, estaba vaco y orientado hacia el norte. Para ese entonces, el flechado de la calle no era ese, iba haca el sur pero posteriormente las autoridades cambiaron el flechado en sentido norte. Llegu a esa parada y no me pregunten cmo, pero en mi sueo yo saba que vena a manejar ese autobs, aunque en la realidad nunca he manejado un autobs. Al lado del autobs estaba una persona que no reconoc, pero en mi sueo yo saba que era el dueo del autobs. Cuando llegu al lado de l, no me habl pero me hizo una sea para que me montara en el autobs. Lo hice casi automticamente, sin preguntar nada. Una vez que estaba al frente del volante me dispuse a esperar los pasajeros pero pasaba el tiempo y no llegaba ninguno. Despus de bastante tiempo de espera me empez a dar un ataque de impaciencia muy tpico de m. Algo molesto me preguntaba cuanto tiempo ms bamos a esperar por los pasajeros cuando podramos salir y recoger pasajeros en el camino. Mi furia iba en aumento y empec a buscar con la mirada al dueo del autobs pero en ese momento me di cuenta que no estaba por todo eso y ms rabia me dio. Con gran disgusto, me baje del autobs para buscar al dueo hasta que lo pude encontrar al lado del templo. Cuando llegu a donde estaba l, iba hecho un manojo de rabia y le dije: Caramba chico, dnde te habas metido? Te estoy buscando desde hace rato porque ah lo que estamos es perdiendo tiempo, deberamos arrancar y recoger los pasajeros en la va. Mientras yo, desaforadamente le deca todo esto, l se mantena sereno y cuando call, me respondi con una voz amable pero firme: Espera! En ese momento me dio ms rabia y le dije: Pero que tanto vamos a esperar, ya perd la cuenta del tiempo y ah no llega ningn pasajero Vmonos! A pesar de mi perorata y mi impertinencia, no perdi la compostura en ningn momento pero entonces su rostro esbozo una sonrisa como no la haba visto en ninguna persona y me dijo: Espera! Espera! Despus de esa reiteracin, me sent as como se debe sentir un globo cuando lo desinflan porque toda la rabia y la efervescencia que senta, fue desapareciendo rpidamente. Cuando ya estaba ms sereno, pens: Bueno, si l es dueo del autobs y no est muy apurado por sacarle ganancia, yo menos debera preocuparme. Entonces con un aire ms de resignacin que de aceptacin, le dije: Bueno, est bien, yo me vuelvo a ir para el autobs y dando media vuelta, lo deje parado all y me devolv para donde estaba el autobs. Cuando llegu a la parada otra vez, observ que el autobs estaba como lo dej, vaco, pero en eso ech una mirada a la calle que desembocaba en esa esquina, llamada Piar y lo que vi me dej impactado. Haba una cola inmensa de personas que llegaba hasta la puerta del autobs. Era una multitud incontable que se prolongaba hacia los predios de un sector denominado El Palmar. No se vea el fin de esa cola. Todava con la impresin de lo que estaba viendo, me mov hacia el autobs, casi como un autmata, observ que la primera persona de la cola estaba a la puerta del autobs, que estaba abierta, pero por alguna razn, no entraba. Entr al autobs, me coloqu frente al volante y en ese instante, la primera persona entr al autobs y se sent, los que lo seguan hicieron lo mismo hasta que se llen el autobs. Ech una mirada hacia la cola y todava qued all una multitud esperando otro autobs. Como les cont antes, yo nunca haba manejado un autobs pero me senta como si lo hubiera hecho toda la vida. Encend el motor y arranqu y recuerdo que era como si fuera para la capital Caracas. El viaje comenz normal y sereno pero a partir de cierto momento, la carretera que se vea en buenas condiciones, se convirti en un camino con muchos obstculos. Recuerdo que haban huecos, palos y piedras atravesados, palos que caan de alguna parte, piedras que caan, pero lo ms asombroso era como iba sorteando todos esos obstculos. Moviendo el volante con mucha destreza, esquivaba los huecos, los palos, las piedras y todo obstculo que se atravesaba. Tanto era as que la cosa se estaba poniendo hasta divertida, pareca que estaba en uno de esos juegos de computadoras, donde uno va agarrando vidas en el camino.

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Cuando me estaba regocijando por lo bien que estaban saliendo las cosas, esquivando todo aquello a un lado y otro, me acord de los pasajeros y me preocup porque me imagin el susto que estaran pasando. Cuando volte a verlos para calmarlos, cul no sera mi sorpresa, que estaban de lo ms tranquilos, imperturbables, mirando por las ventanillas con unos rostros que indicaban que hasta estaban disfrutando el viaje. Eso fue un gran alivio para m y me dispuse a continuar con la misma tnica, un rato sin novedad y otro rato sorteando obstculos, pero al igual que el Principio, venciendo toda oposicin y siguiendo adelante. Pero mis queridos hermanos, en eso vi algo que me inquiet mucho. A cierta distancia se vea que estaba atravesada en el camino una gran piedra que abarcaba todo lo ancho de la carretera. Por primera vez en todo el viaje me acord del freno porque ya vea que era imposible continuar a partir de all y muy prudentemente pis el freno pero para mi sorpresa, el autobs no rebaj la velocidad en nada, era como un caballo desbocado y directo hacia la gran piedra. All si me preocup y me acord de un refrn que deca mucho un amigo mo: Tanto nadar para morir en la orilla. Porque para ese momento yo vea que era seguro que nos bamos a estrellar contra esa roca. Ni an en esas circunstancias los pasajeros se alteraron y yo, resignadamente me dispona a prepararme para el choque. El autobs segua su marcha firme hacia la roca y cuando ya estbamos llegando a ella, me sostuve fuertemente al volante e iba a cerrar los ojos para no ver el desastre y en ese momento, no s de donde, surgi una mano, agarr el volante e hizo una maniobra sper rpida y cuando vine a darme cuenta, estbamos del otro lado de la roca. Yo me senta anonadado, sin saber que pas aqu, pero el caso es que estbamos del otro lado y como si fuera poco, cuando vi hacia delante, el camino que tenamos al frente era totalmente distinto, pareca una autopista luminosa, sin ningn obstculo. Era la autopista ms hermosa que yo haba visto en mi vida. Yo segua sentado en el asiento del conductor pero senta que ya no necesitaba conducir nada, aquel autobs se mova solo, con una velocidad pasmosa y cada vez aumentando an ms la velocidad, sin nada que se le opusiera. Era como si volara. Al final, se vea una lucecita que cada vez se agrandaba ms hasta que lleg a verse como un sol. La luz era blanca y de una intensidad grandsima. El autobs se acercaba a ella, cada vez con mayor velocidad hasta que en el ltimo momento imprimi una gran aceleracin y todo se convirti en luz. En ese instante me despert. Lo que hice a continuacin ya lo narr en los Rasgos Autobiogrficos pero lo que si les digo queridos hermanos es que este sueo marc mi vida desde ese momento y luego, con el transcurrir del tiempo, he ido descubriendo que en ese sueo, Dios me estaba diciendo lo que sera mi vida a continuacin. A los hermanos paz, amor y fe de parte de Dios Padre y del Seor Jesucristo. La gracia est con todos los que aman a nuestro Seor Jesucristo con amor incorruptible (Efesios 6, 23-24). Amn.

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Domingo XXIII Ciclo A 7 de Septiembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Ezequiel 33, 7-9 Salmo: 95(94) 2 Lectura: Romanos 13, 8-10 Evangelio: Mateo 18, 15-20

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Las lecturas de este domingo XXIII del tiempo ordinario ponen delante de nosotros un tema difcil en el cristianismo: La correccin fraterna. Es decir, que por el hecho de ser hermanos unos de otros nos tenemos que corregir y aceptar la correccin. El tema aparece en la primera lectura cuando Dios declara al profeta atalaya, centinela del malvado. Si lo corrige, hace lo que tiene que hacer. El malvado puede cambiar o no. Pero el profeta ha cumplido con su misin. En el texto del Evangelio se invita a corregir al hermano que peca, primero a solas; despus, si no ha hecho caso, en comunidad. Por qu hay que corregir al hermano? Porque el pecado individual tiene consecuencias sociales. El pecado rompe las relaciones con Dios, con uno mismo y con los dems; pues bien, hay que restablecer esas relaciones. Tambin porque hay una solidaridad entre los miembros de la comunidad. Cuando tenemos alguna pequea herida (una ua, por ejemplo), un miembro del cuerpo est mal, pero todo el cuerpo siente la molestia; as cuando un miembro de la comunidad est en pecado, toda la comunidad est dolida. Pero, sobre todo, hemos de corregir al hermano por amor. Nos deca San Pablo en la segunda lectura que a nadie debamos nada ms que amor; que hay que amar al prjimo como a uno mismo. Pues bien, cuando uno ama a alguien, le duele su pecado. Corregir al que se equivoca es una obra de misericordia. Condiciones para que se d la correccin fraterna: 1- "Si tu hermano peca...": Que la materia de la correccin sea pecado. Nos encontramos con la dificultad de delimitar lo que es pecado en una sociedad que ha perdido la conciencia de pecado. Pecado es lo contrario a la ley de Dios, lo que atenta contra los dems o uno mismo. A veces en nuestra relacin con los dems confundimos los trminos de la relacin. Imaginmonos que un hombre le dice a su mujer: "Si me quisieras de verdad, te gustara el baseball como a m". Un plano de la relacin es el amor entre ese hombre y esa mujer y otro plano es si le gusta o no el baseball a la mujer. Si no le gusta el baseball no es seal de que no quiera a su esposo. Pues en la relacin con los dems (padres e hijos, matrimonios, profesores y alumnos, amigos...) hacemos mal las correcciones porque confundimos tambin los planos de la relacin: "Si hicieras caso de mi correccin, tendras que vestir de esta forma, no salir con tales personas... en definitiva, hacer lo que yo quiero". Hacemos mal las correcciones porque no corregimos sobre pecados, sino sobre opiniones o gustos. 2- "... Reprndelo a solas entre los dos": Fijmonos que condicin ms elemental. Hay que corregir a solas a quien ha pecado; pues bien, eso nos da autntico pnico: Nadie quiere corregir cara a cara. Nos resulta ms cmodo criticar y comentarlo con los dems. En vez de corregir un pecado, cometemos nosotros otro. Referir los pecados de los dems, aunque sean ciertos, est mal porque nos falta amor hacia esa persona. Si queremos de verdad a alguien (a nuestros padres, por ejemplo), no decimos de ellos las cosas negativas que sabemos. 3- La correccin hay que hacerla con humildad: La humildad nos puede venir del reconocimiento de nuestros propios pecados. Si uno no reconoce sus propios errores puede correr el peligro de querer quitar la paja en el ojo ajeno sin quitar la viga que lleva en el suyo. La correccin hay que hacerla con tacto. No se trata de lanzar la verdad contra alguien para humillarlo, si no de ayudarle a cambiar. La correccin hay que hacerla con amor. Si falta el amor hacia esa persona es mejor no hacer ninguna correccin. Slo el amor ayuda a cambiar. Quien bien te quiere, te corrige. Si no te corrigen es seal de que les importas poco. 4- La correccin hay que recibirla con humildad: Quizs esto sea lo ms difcil, porque todos tenemos como un pster con la imagen ideal de nosotros mismos y no queremos que nadie nos deforme esa imagen. Aceptar la correccin con humildad es vivir en la verdad de uno mismo. 5- Lo que se pretende con la correccin es que, quien ha pecado, se convierta, cambie de conducta; no se pretende hacer un juicio y condenar a nadie, slo que se convierta; adems se debe respetar siempre la libertad de la persona. Dios la respeta, nosotros tambin.

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Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes, que estn animados por el Espritu, corrjanlo con modestia. Piensa que tambin t puedes ser tentado. (Glatas 6, 1) Que el Seor nos ayude a amar profundamente a los dems, tanto que nos sintamos responsables de ellos.Amn

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EXALTACIN DE LA CRUZ Ciclo A 14 de Septiembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Nmeros 21, 4-9 Salmo: 78(77) 2 Lectura: Filipenses 2, 6-11 Evangelio: Juan 3, 13-17

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En este domingo XXIV del tiempo ordinario celebramos la fiesta de la exaltacin de la cruz. Cuando una fiesta coincide con el domingo, normalmente tiene preeminencia el domingo sobre la fiesta; en este caso, vamos a resaltar esta fiesta pues es una fiesta importante. Esta fiesta nos sita en el Viernes Santo. Las lecturas nos hablan de la pasin y de la cruz. El Viernes Santo se centra ms en la muerte de Cristo, hoy en la cruz, ms que en el crucificado; pero recuerden que el Viernes Santo hay un momento en el que se adora la cruz (slo Dios es adorable, ese da se hace una grata excepcin); en ese momento y en esa situacin nos coloca esta fiesta. Aunque en realidad la Cruz y Cristo han formado tal simbiosis que no se sabe donde acaba uno y donde empieza la otra: La cruz se ha "cristificado" y Cristo se ha "crucificado", se ha hecho rbol de la cruz. Dice el prefacio: "Has puesto la salvacin del gnero humano en el rbol de la cruz, para que donde tuvo origen la muerte, de all resurgiera la vida..." Dice un himno de la Liturgia de la Horas de este da: "En la cruz est la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo". El sentido de la fiesta es, pues, exaltar la cruz como parte central de la fe; en ella est la vida, la salvacin. Adems del precioso himno de San Pablo a los filipenses, que se lee en la segunda lectura (igual que el domingo de ramos), vemos en la primera lectura y el evangelio una correspondencia: Moiss hace un estandarte con una serpiente para que los mordidos de serpiente miren el estandarte y queden curados; as Cristo tiene que ser elevado para que todo el que cree en l tenga vida eterna. Cristo, elevado en la cruz, es causa de salvacin si es mirado con fe.

Dediqumonos en el da de hoy a mirar a Cristo crucificado; su contemplacin nos puede traer mucho bien a nuestra vida; es causa de vida y de consuelo:Cuando miro los pies clavados de Cristo en la cruz me vienen a la memoria todas las encrucijadas de la vida, el preciso momento en el que uno no sabe qu direccin tomar y hacia dnde encaminarse, las terribles y dolorosas situaciones en las que uno est solo ante la vida, esos momentos fundamentales que influirn en el resto de la vida personal, familiar y social; me vienen a la memoria la indecisiones, las opciones, las dudas... Mirando los pies clavados de Cristo en la cruz, los mos se aprestan a la peregrinacin por la vida, a la marcha por los caminos de este mundo, a recorrer los caminos de Cristo y como Cristo, las decisiones se me aclaran, porque se ve ms ntido el horizonte. Cuando miro las manos clavadas de Cristo en la cruz, las amenazas que se ciernen en los puos cerrados y armados de tantos hombres y mujeres para atacar al contrario, desaparecen en abrazos a los dems; la ceguera espiritual y el egosmo, que siembra de cercos todos los contornos personales, abre puentes y puertas al prjimo. Mirando las manos clavadas de Cristo en la cruz, las mas se preparan para compartir los bienes que Dios quiso que fueran para todos, mis manos se preparan para la acogida y la caricia de toda persona necesitada. Cuando miro el costado abierto de Cristo en la cruz, del que brot agua y sangre, los sacramentos del bautismo y de la eucarista, me siento invitado a superar la tirana del sentimiento en mi vida. Siento todo lo que hago y lo hago porque lo siento. Pero me alejo de mis sensaciones para adentrarme en la realidad de los otros; ellos comienzan a ser mi centro desde el costado abierto de Cristo en la cruz. Vivo la presencia de Cristo en la Eucarista y pido que "sea su fuerza, no nuestro sentimiento, quien mueva nuestra vida". Mirando el costado abierto de Cristo en la cruz, el mo se reclina ms fcilmente sobre el suyo y es ms fcil acompasar los latidos del corazn. Cuando miro la cabeza coronada de espinas de Cristo en la cruz, veo cmo los requiebros de la soberbia y el orgullo se desvanecen y el ser humano se hace ms humilde mirando a Cristo crucificado, se acallan las preguntas, se silencian las voces, se apaga el mpetu de la duda, se arrodilla el alma y no queda ms salida que la adoracin. Mirando la cabeza coronada de espinas de Cristo en la cruz, la ma se inclina y entrega su voluntad a quien es autor de tanta vida y tanta salvacin.

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Porque el mensaje de la cruz es locura para los que se pierden; pero para los que nos salvaremos es fuerza de Dios. Nosotros anunciamos un Cristo crucificado, escndalo para los judos, locura para los paganos; pero para los llamados, tanto judos como griegos, un Cristo que es fuerza y sabidura de Dios. Porque la locura de Dios es ms sabia que la sabidura de los hombres y la debilidad de Dios ms fuerte que la fortaleza de los hombres. (1Corintios 1,18.23-25)

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Domingo XXV Ciclo A 21 de Septiembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 55, 6-9 Salmo: 145(144) 2 Lectura: Filipenses 1, 20c-24.27a Evangelio: Mateo 20, 1-16

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Como reflejan las lecturas, sobre todo la primera y el Evangelio, de este domingo XXV del tiempo ordinario, Dios no piensa como muchos de nosotros. En qu cosas, en concreto, se evidencia esta diferencia? Dice la primera lectura: "Mis planes no son sus planes, sus caminos no son mis caminos". No nos debera resultar raro, pues en el Padrenuestro le pedimos que queremos hacer su voluntad, que normalmente no concuerda con la nuestra. Adems los valores de Dios, de las bienaventuranzas, por ejemplo, no concuerdan con los valores de este mundo: El poder, el tener, el sobresalir. Pero, aunque Dios no piense como muchos de nosotros, queda claro, como se dice en el salmo responsorial, que Dios es clemente y misericordioso, bueno con todos, es justo en todos sus caminos. El texto del Evangelio concreta en qu es en lo que no piensa Dios igual que los seres humanos, y lo hace con una parbola que es usada para explicar cmo es el reino de Dios. El amo de la via contrata a unos jornaleros por la maana por un denario; luego sigue contratando jornaleros a lo largo del da, algunos van a ltima hora. Y se pone a pagarles, empezando por los ltimos, un denario. Los primeros se pensaban que iban a cobrar ms, pero no fue as. El trasfondo de la parbola es Dios que llama a los hombres a su Reino y en su reino pueden entrar todos: Los que siempre le han estado sirviendo, los primeros, y los que se han incorporado de ltimo; todos con iguales derechos. Cul es nuestra mentalidad? Nosotros pensamos con mentalidad de intercambio, de justicia conmutativa (en el intercambio de un producto pagar el precio justo): si por ocho horas se gana Bs.F. 40, por una hora se gana Bs.F.5. Segn esta mentalidad el dueo de la via habra sido injusto con los que trabajaron todo el da, pues en proporcin de lo trabajado tendran que cobrar ms que los que fueron a ltima hora. Esta mentalidad de intercambio la trasladamos al terreno religioso: Hago determinadas prcticas religiosas para que Dios me d algo a cambio, el cielo. Entendemos que el cielo es un premio a nuestro comportamiento y lo que nos pasa de malo es como un castigo de Dios por algo que hemos hecho mal; por esto hacemos cantidad de promesas. Cul es la mentalidad de Dios? Dios no intercambia nada. Dios no premia ni castiga. Dios da gratuitamente su salvacin a todos. Esta es la clave de Dios, la gratuidad, que desde nuestra mentalidad no entendemos; por eso dice Jesucristo "lo que han recibido gratis, denlo gratis". Las cosas de Dios ni se

compran ni se venden.No entendemos esta mentalidad porque, cuando alguien nos regala algo, lo primero que nos viene a la mente es qu nos ir a pedir a cambio. Pues bien, Dios por su salvacin no cobra nada, es gratuita. Otro aspecto de la mentalidad de Dios, que refleja la parbola, es que Dios es justo. La justicia de Dios no es como la humana (conmutativa o distributiva); Dios hace justicia tomando partido por los ms desfavorecidos, por eso a los ltimos les paga igual que a los primeros. Para Dios

todos somos hijos.Estos son los aspectos que resalta la parbola de la mentalidad de Dios: 1) Dios da su reino gratuitamente, tanto que nos da ganas de decir que nosotros tambin vamos a llegar a ltima hora; es decir que nos vamos a ahorrar tanto sacrificio como nos cuesta estar siempre a su servicio Qu mentalidad! Estar al servicio del Seor es un gozo. La felicidad no est al final de camino, sino a lo largo del mismo. 2) Dios es justo, tomando partido por los ms dbiles.

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Culminamos nuestra reflexin con la siguiente meditacin de la parbola de hoy: Es tarde para todo: ms no para buscarte. Por qu me has olvidado en la undcima hora? Llevo ya mucho tiempo esperando en la plaza y pasaste de largo sin querer contratarme. Slo pido qu hacer; dar un poco de esfuerzo por la dicha que tuve y el amor que me diste. Mi denario, si quieres, gurdalo para otro. Pero toma esta vida que se me va escurriendo Cuando llegu, qu sol me cantaba en el alma! Pens que aceptaras lo poco que me queda. Y aqu sigo; no hay nadie; todos tienen su sitio y parece que nunca volvers a buscarme. Van y vienen risueos; apresuradamente. No me ven ni me escuchan porque T los llamaste. Cuntas horas me quedan de esperar todava? Es tarde para todo: pero no para hallarte. Y te canto, bajito, soando mientras llegas

Que aproximemos nuestros planes a los planes de Dios, nuestros caminos a los suyos, nuestra mentalidad a su mentalidad paternal, nuestra voluntad a su voluntad.

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Domingo XXVI Ciclo A 28 de Septiembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Ezequiel 18, 25-28 Salmo: 25(24) 2 Lectura: Filipenses 2, 1-11 Evangelio: Mateo 21, 28-32 - 18 -

Dice un refrn popular: Del dicho al hecho hay mucho trecho. Este refrn denuncia lo fcil que es hablar y lo difcil que es llevar a la prctica lo que se ha dicho. La distancia que hay entre lo que se dice y lo que se hace podramos decir que es el pecado, la incoherencia. A veces pensamos una cosa, decimos otra y actuamos de otro modo. Los cristianos tendramos que ser coherentes y responsables en intentar conseguir esa coherencia; es decir, no tendra que haber distancia entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Podemos ver las tres lecturas desde esta idea: La primera lectura del profeta Ezequiel nos dice que cada uno es responsable de lo que hace; no vale echarle la culpa a los dems, ni a Dios. El justo se puede apartar de su justicia y la consecuencia de su pecado es la muerte. En la Biblia siempre la consecuencia del pecado es la muerte, no slo en sentido fsico - la muerte fue la consecuencia del pecado original -, sino en sentido espiritual: Quien no ama es como si estuviera muerto. El malvado puede recapacitar y convertirse y as se abre a la salvacin. Nadie es bueno o malo para siempre. La segunda lectura es una invitacin a vivir en comunin con Cristo y con la comunidad. Se nos invita a tener un mismo amor y un mismo sentir, a tener entre nosotros los sentimientos propios de una vida en Jesucristo, sentimientos como la humildad, la entrega, el servicio. Tenemos que ser conscientes de que hay que poner en nuestro interior buenos sentimientos, buenos pensamientos para que nuestro proceder sea recto, pues, como dice otro refrn: De la abundancia del corazn habla la lengua. Para concretar esos sentimientos San Pablo nos relata uno de los himnos cristolgicos ms completos de la Sagrada Escritura, que nos habla de cmo Cristo se hizo hombre, se rebaj hasta la muerte de cruz y de cmo Dios lo exalt. Nos habla de la encarnacin, de la redencin y de la resurreccin. El texto del evangelio es una buena imagen del refrn referido al principio: "Del dicho al hecho hay mucho trecho". Es una parbola dirigida a los sumos sacerdotes y a los ancianos, para los que va a ser una denuncia de su pecado, de su mentira, de su falsedad, de su incoherencia. Un padre manda a trabajar a sus hijos a la via. El primero dice: "No quiero", pero se arrepinti y fue. El segundo dijo: "Voy, Seor", pero no fue. El primero representa a los pecadores que se han convertido y cumplen la voluntad de Dios. El segundo representa a los que cumplen de palabra y de culto, pero su vida va por otro lado. A la hora de la verdad, lo que cuenta no son las palabras, sino las obras. Como dice otro refrn: "Obras son amores y no buenas razones". Jesucristo denuncia siempre esta falsedad de los fariseos: "Dicen, pero no hacen...", "sepulcros blanqueados...". Y termina el evangelio con una sentencia dursima: "Los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el reino de los cielos". Como el texto del evangelio es una invitacin a ser coherentes, podramos aplicarnos ahora cada una de las lecturas con el mensaje que nos quieren transmitir: 1. Me siento responsable de mis obras o culpo a Dios o a los dems? Ser responsable de lo que uno hace es asumir las consecuencias de lo hecho, sin recurrir a que cargue con las consecuencias otra persona, ni echarle las culpas a Dios o a los dems. 2 Procuro estar en comunin con Cristo? Estar en comunin con Cristo significa sintonizar con sus valores: La pobreza, la mansedumbre, la justicia, la misericordia, y significa sintonizar con su misin, que es el anuncio y la construccin del reino de Dios. Procuro tener el mismo sentir que mi comunidad cristiana? Conozco por donde va mi comunidad, procuro sintonizar con ella? 3 Con qu hijo me identifico ms, con el que dijo que no iba y luego fue o con el que dijo que iba y luego no fue? Algunos de los que venimos a misa, no seremos hoy los sumos sacerdotes y ancianos a los que denunciaba Jess con esa parbola? Quines son los que trabajan en la via del Seor, los cercanos a la Iglesia o los ms alejados? Quin vive los valores del evangelio? Quin cumple la voluntad de Dios?

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La Biblia nos muestra variados ejemplos de personajes que dijeron no y despus cumplieron: El hijo prdigo quien, a pesar de un no a su padre, a la hora de la verdad es un s al reencuentro con los suyos. Tantos publicanos y rameras, descalificados, que seducidos por Cristo se salen del pelotn llevando la delantera a los que se afirmaban como primeros. Pablo de Tarso, perseguidor de los cristianos, quien tras una poca de un s fantico al judasmo, niega todo su pasado y se reafirma con Jess. Los pueblos gentiles, de espaldas a la ley juda, en los que prende la Buena Nueva y llegan a ser hombres y mujeres de Palabra y de obra. As como ellos, hay tantos hombres y mujeres de buena voluntad, cuya fe es conocida y reconocida slo por Dios, en quienes a pesar de su no pertenencia a la Iglesia visible, hay audiencia y obediencia reales a las propuestas del Espritu de Dios.

Que el Seor nos ayude a ser coherentes para que no haya distancia entre lo que decimos y lo que hacemos.

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Domingo XXVII Ciclo A 5 de Octubre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 5, 1-7 Salmo: 80(79) 2 Lectura: Filipenses 4, 6-9 Evangelio: Mateo 21, 33-43 - 21 -

La celebracin de este domingo XXVII del tiempo ordinario es una invitacin para que en nuestra vida cristiana demos fruto abundante y ese fruto no nos lo apropiemos, sino que lo dejemos para Dios. Dar fruto en la vida cristiana es tener buenas obras en nuestra relacin con los dems. La religin es una relacin con Dios a nivel personal y a nivel de pueblo. En esta relacin, Dios tiene la iniciativa, es l el primero que nos llama y el ser humano tiene que responder a esa llamada. Pues bien, las lecturas de este domingo nos hablan de esta relacin de Dios con su pueblo y con los seres humanos, pero lo hace figuradamente. El propietario de la via cuida su via (primera lectura). Dios es el propietario y la via es su pueblo. El propietario de la via arrienda la via a unos labradores (Evangelio). Dios es el propietario y los labradores somos nosotros. En la primera lectura vemos un canto a la via, en el que se muestra los cuidados del propietario por la via: Removi la tierra, la limpi de piedras, plant buenas cepas. As son los cuidados de Dios por su pueblo y por cada uno de nosotros. Dios hace lo posible porque cada uno d buen fruto en su vida. Pero esa via, en vez de dar uvas, dio frutos agrios, en vez de derecho produjo asesinatos; en vez de justicia, lamentos. Por eso el dueo de la via le va a retirar todos los cuidados, porque no produce frutos. Esa via es el pueblo de Israel. Y, nosotros? Nosotros tambin hemos sido cuidados por Dios. Dios nos ha dado la vida, una familia, un hogar, una casa, una educacin... nos ha dado la filiacin divina, su gracia para que le conozcamos. Qu fruto hemos dado nosotros? Es nuestra vida un fruto maduro? Abundamos en buenas obras? En el Evangelio se cuenta la parbola de los viadores homicidas, que va dirigida a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo. Es, por tanto, una crtica a los dirigentes judos. Un propietario prepara su via y la arrienda a unos labradores (el pueblo, aqu, ya no es la via, sino los labradores). Despus manda unos enviados para que recojan el fruto, pero los labradores matan a los enviados; manda a su hijo para que recoja los frutos y matan al hijo del dueo, y se apoderan de los frutos. Estos labradores son los dirigentes del pueblo de Israel, a los que Dios dej el cuidado de su pueblo. Dios envi mensajeros a su Pueblo para reconducirlo en su Alianza con l; pero mataron a los profetas. Dios envi, por ltimo, a su Hijo; pero tambin le mataron y se aduearon de los frutos del pueblo del Seor. Y, nosotros? Cmo tratamos a los que nos son enviados en nombre de Dios, a los que nos dicen que obramos mal, que no tenemos criterios cristianos, que no somos coherentes...? Nos apropiamos nosotros de "los frutos que son de Dios"?. Este lenguaje simblico aqu es un poco confuso. Qu es eso de apropiarse de los frutos de Dios? Pues, por ejemplo, pensar que todo el bien que uno hace se debe a uno mismo y no a Dios. Pongamos a volar nuestra imaginacin: Imaginmonos que un sacerdote por su consagracin a las cosas de Dios se dedicara a buscar poder sobre las personas, dinero, fama, posicin social. Imaginmonos que las hermandades y cofradas se dedicaran a comercializar la devocin de la gente a sus imgenes y explotaran esa devocin para sacar dinero, para enriquecer la hermandad, sin revertirlo a la gente necesitada. Imaginmonos que las catequistas o los animadores de jvenes se dedicaran slo a hacer amigos de sus catequizandos, en vez de evangelizarlos. Imaginmonos que la gente utilizara la religin para lucir sus trajes, su folklore, su cultura...; que hiciramos de la religin un escaparate de nosotros mismos, en vez de una relacin con Dios para transformar la realidad en un mundo mejor.

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Quizs no hace falta tener imaginacin, si no slo fijarse en lo que hacemos con nuestra religin.

"Por sus frutos los conocern", dijo una vez Jesucristo. Los frutos son la expresin de lo que somos. Nuestras obras nos expresan, nos dicen. La celebracin de hoy nos invita a dar fruto abundante y a no apropiarnos de los frutos que son de Dios.

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Domingo XXVIII Ciclo A 12 de Octubre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 25, 6-10a Salmo: 23(22) 2 Lectura: Filipenses 4,12-14.19-20 Evangelio: Mateo 22, 1-14

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Como ocurre normalmente los domingos, la primera lectura y el Evangelio presentan una relacin; tambin en este domingo XXVIII del tiempo ordinario. La relacin es el banquete. En el Evangelio se dice que el Reino de Dios se parece a una boda y en la primera lectura se dice que la salvacin es como un festn. La salvacin es una realidad definitiva que se dar en el cielo, consistir en gozar eternamente de Dios y vernos libres de todos los males. El profeta Isaas la compara a un gran festn de manjares suculentos y vinos generosos, en el que Dios enjugar las lgrimas y aniquilar la muerte para siempre. El Reino de Dios es una realidad ms amplia que la salvacin en la otra vida. El Reino de Dios comenz con Jesucristo; es un mundo mejor que tenemos que construir los cristianos aqu en la tierra, lo tenemos que hacer con los valores de Dios: El amor, la justicia, la solidaridad, la misericordia, el perdn...; este Reino llegar a su plenitud en el cielo. En el Evangelio es comparado con un rey que celebra la boda de su hijo. Pues bien, estas realidades de la salvacin y el Reino de Dios son comparadas con una boda, con un festn. Siempre que tenemos que celebrar algo que consideramos importante no puede faltar una buena mesa. As celebramos los humanos nuestras cosas. La parbola de este domingo es una sntesis entre gracia y responsabilidad. La gracia es que Dios invita a todos a su Reino y lo hace de un modo gratuito. La responsabilidad es que cada uno debe aceptar personalmente esa invitacin y aceptarla con "un traje de fiesta" digno de semejante banquete. La parbola del Evangelio, como en domingos anteriores, va dirigida a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo judo. El rey busca invitados para la boda de su hijo. Los primeros invitados buscan excusas para no ir a la boda y maltratan a los enviados del rey, a algunos incluso los matan. El pueblo de Israel, sus dirigentes religiosos, no quisieron aceptar el plan de Dios y rechazaron su mensaje, no aceptando a los profetas ni a Jess. Por este rechazo del pueblo judo, el mensaje se abre a los gentiles. Por esto la parbola contina con los criados del rey saliendo a todos los caminos a invitar "buenos y malos". El Reino de Dios se abre a todos los hombres y mujeres. La cuestin ms importante de la parbola es si los invitados aceptan la invitacin a la boda. Se completa la parbola con otra comparacin. El rey se fija en uno que no llevaba traje de fiesta. El traje de fiesta expresa lo ms importante de la parbola: Que cada uno tiene que aceptar personal y vitalmente la invitacin al banquete del Reino con su conversin personal. El mensaje de las lecturas de este domingo, sin utilizar comparaciones podra concretarse as: Dios eligi al pueblo de Israel y le invit a entrar en comunin con l, a gozar de su salvacin; el Pueblo de Israel, representado en sus dirigentes, rechaz la invitacin de Dios, su rechazo fue ocasin para que el mensaje de la salvacin de Dios se abriera a todos los hombres y mujeres. Cristo se encarn, muri y resucit por todos; pero es necesario que cada uno, personalmente, acepte a Dios y la salvacin que l nos trae. Qu sera lo ms importante para aceptar personalmente la salvacin de Dios y su Reino? Tendramos que vivir personalmente una sintona con la persona de Jesucristo y sus valores; para ello, nos tenemos que convertir; es decir, dejar de pensar y actuar desde los valores de este mundo y empezar a pensar y actuar desde los valores de Dios. La conversin debe ser profunda; debe llegar al lugar donde estn las motivaciones ltimas de nuestra personalidad, donde est la toma de decisiones, y si estas motivaciones y decisiones estn hechas desde los valores del mundo; es decir, desde el buscar el poder, el tener, el gozar, debe extirpar esos valores y colocar en su lugar los valores del Evangelio de Jesucristo: El amor a DIOS y al prjimo.

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El amar a DIOS y al prjimo significa vivir sentimientos de hermandad, gratitud, justicia, paz, socorro y consuelo entre las criaturas de DIOS. El amor al prjimo sin el amor a DIOS no es Amor, es amor por s mismo. Slo en el amor a Dios se recibe la gracia que facilita el Amor universal Dios nos invita a este banquete de Amor en su Reino, Dios nos llama a su salvacin.

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Domingo XXIX Ciclo A 19 de Octubre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 45, 1.4-6 Salmo: 96(95) 2 Lectura: 1Tesalonicenses 1, 1-5b Evangelio: Mateo 22, 15-21

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Es muy interesante el texto del Evangelio que nos propone este domingo XXIX del tiempo ordinario: Unos fariseos mandan a unos herodianos a preguntarle a Jess con intencin de comprometerlo: "Es lcito pagar dinero al Csar o no?". El territorio palestino est sometido a la dominacin de los romanos y stos cobran impuestos para poder mantener a su ejrcito y el dominio sobre el pueblo judo. Ante esta situacin, el pueblo hebreo est dividido, tiene distintas posturas: Los zelotas estn en contra del pueblo romano y quieren levantarse violentamente contra ellos; los fariseos tampoco estn a favor de los romanos, pero conviven con ellos en una doble actitud, no los aceptan pero los respetan mientras no se metan con ellos; los publicanos, recaudadores de impuestos, viven de esa situacin; los herodianos, partidarios de Herodes, defienden los impuestos. En esta situacin, si Jess dice que hay que pagar impuestos a los romanos, se enfrentara con gran parte del pueblo judo, que est en contra de esa prctica; si dice que no hay que pagar impuestos se enfrentara con los romanos y sus partidarios. Jess fue muy inteligente: "Devuelvan al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que es de Dios". En esta respuesta de Jess se ha visto, tradicionalmente la separacin del poder civil y el religioso; por un lado va la poltica y por otro la religin; por un lado el gobierno, por otro la Iglesia. Histricamente no siempre ha estado claro; incluso hoy en da tampoco lo est. La sociedad de cristiandad, que hemos vivido hace unas dcadas identificaba los dos poderes: Se invada la poltica desde la religin y al revs - los polticos queran influir en el nombramiento de los obispos y los obispos queran influir en decisiones polticas -; se utilizaban mutuamente; la Iglesia utilizaba los beneficios del Estado y los polticos utilizaban la religin para engrandecer su propia imagen; se identificaba la religin con un territorio y no con la persona. Todava hoy siguen confundindose estos campos. En la respuesta de Jess tambin podemos ver como Jess no toma una decisin poltica sobre los romanos, porque l ha venido a traer un mensaje religioso. El Evangelio no se puede reducir a un partido poltico; ningn partido poltico agota el Evangelio; no debera haber un partido poltico que se atribuya el calificativo de cristiano ya que un cristiano puede votar cualquier partido poltico, puede estar en cualquier partido, siempre y cuando ese partido promueva los valores del Evangelio; pero en cualquier partido hay tambin valores y actitudes que no son evanglicos, por lo que hay que ser crticos con todo partido poltico desde los valores del Evangelio. Esto quiere decir que la religin cristiana no es un partido poltico; que hay muchas formas de concretar el mandamiento del amor, que pueden ser lcitas desde el Evangelio y la Iglesia. La respuesta de Jesucristo deca: "Devuelvan al Csar lo que es del Csar y a Dios lo que es de Dios". Devuelvan a Dios lo que es de Dios. Igual que la moneda tiene la imagen del Csar y por eso hay que darla al Csar, el ser humano lleva en su interior, sobre todo desde el bautismo, la imagen de Dios, y por eso hay que devolverlo a Dios. El ser humano encuentra ese sentido y felicidad dedicando su vida a Dios, que es su hacedor. Adems esta frase tiene otro sentido, relacionado con una parbola que escuchbamos en domingos anteriores: La parbola de los viadores homicidas que matan a los enviados del dueo que quieren recoger los frutos, as se apoderan de los frutos. Deca que los dirigentes de la religin juda se haban apoderado de la religin y se quedaban con los frutos que son de Dios. Pues con esta respuesta Jess les est diciendo: Devuelvan a Dios lo que es suyo y que ustedes se han adueado.

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Qu le tenemos que devolver a Dios? La vida, que es un regalo del creador y se la debemos devolver convertida en una ofrenda permanente de caridad al servicio de nuestro prjimo como expresin plena del amor de Dios. La utilizacin que hacemos de la religin en nuestro propio beneficio, ya que todos nuestros frutos deben ser para Dios, quien los convierte en permanentes porque lo humano perece en el tiempo pero lo divino trasciende y se convierte en patrimonio del Reino de Dios. Un buen ejemplo de recolectores de frutos para Dios lo constituyen l@s misioner@s y hoy celebramos la jornada del Da Mundial de las Misiones, cayendo en la cuenta que necesitan un relevo permanente para que puedan continuar el anuncio del Evangelio. "Recordamos su fe activa, su amor entraable y su esperanza perseverante" dice San Pablo centro del lema de este ao de esta jornada: Como Pablo, misionero del Evangelio" en la segunda lectura. Es Dios, que es Amor, quien conduce la Iglesia hacia las fronteras de la humanidad, quien llama a los evangelizadores a beber de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazn traspasado brota el amor de Dios (Deus caritas est, 7). Solamente en esta fuente se pueden conseguir la atencin, la ternura, la compasin, la acogida, la disponibilidad, el inters por los problemas de la gente, y aquellas otras virtudes necesarias a los mensajeros del Evangelio para dejarlo todo y dedicarse completa e incondicionalmente a esparcir en el mundo el perfume de la caridad de Cristo.

Que todos los cristianos nos sintamos verdaderos discpulos de Cristo, enviados por L para evangelizar a nuestros hermanos con la palabra divina y con el testimonio de la propia vida.

Amn

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Domingo XXX Ciclo A 26 de Octubre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: xodo 22, 20-26 Salmo: 18(17) 2 Lectura: 1Tesalonicenses 1, 5c-10 Evangelio: Mateo 22, 34-40

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El texto del Evangelio de este domingo XXX del tiempo ordinario es claro: Una invitacin a amar a Dios y al prjimo. Esto es lo central del cristianismo. A veces nos perdemos en otras consideraciones personales y devociones particulares. Lo ms importante es el amor. Los fariseos, de los que habla el evangelio, y el pueblo judo, haban multiplicado la ley de la Alianza; de los diez mandamientos haban hecho casi unos setecientos. Es normal, entonces, que estuviesen un poco confundidos con lo que sera ms importante. Pero se acercan a Jess con intencin de probarlo para ver si conoce las leyes: "Cul es el mandamiento principal?". Jess les responde: El mandamiento principal y primero es: "Amars al Seor, tu Dios, con todo tu corazn, con toda tu mente, con todo tu ser". Tiene de novedoso este mandamiento que hay que amar a Dios totalmente con toda las dimensiones de la persona, no slo, por ejemplo, con el sentimiento. Dice adems: Y el segundo es semejante a ste: "Amars al prjimo como a ti mismo". La novedad de la respuesta de Jesucristo es que equipara el amor a Dios con el amor al prjimo. Algo que para nosotros debera estar claro. Nadie puede decir que ama a Dios sino ama al prjimo. El amor al prjimo tiene que ser universal, a todos, debe ser desinteresado; es decir, no esperar recompensa por el bien hecho. Debe ser generoso, esplndido en lo que se da, sin tener otro lmite que las necesidades ajenas. Amar como Cristo nos am es sentir la vida del otro, acompaar, rechazar lo malo, olvidarse de s, luchar, entregarse, necesitarse y renunciar a los aspectos de nuestra vida que nos impiden amar. Ese es el tipo de amor que da sentido y plenitud a la vida. El distintivo por el cual nos deberan reconocer en el mundo como discpulos de Jess y que hace presente su espritu, es el amor que nos tenemos unos a otros. Sin embargo, hemos tapado este amor con nuestros propios intereses, se nos ha regalado en forma gratuita el don del amor y muchas veces lo desperdiciamos. El amor no se reduce a los mandatos o cumplimientos de preceptos; no basta con ir a misa domingo a domingo, haber nacido en un hogar cristiano, recibir los sacramentos. Debemos revisar nuestra actitud ante nuestros hermanos, debemos preguntarnos constantemente qu mundo estamos preparando a la nueva generacin? qu tipo de vida ofrecemos a los dems? Hoy en da atravesamos por una oscuridad tremenda, el aire est viciado, hemos ido perdiendo autnticos valores, nociones bsicas de respeto, justicia, libertad, bien comn. Muchos llevamos aos viviendo en una comunidad y ni siquiera nos preocupamos por conocer al otro que vive al lado o enfrente de nosotros. Si hasta nos cuesta darnos un abrazo, nos da temor estrechar la mano con confianza, con seguridad. Nada sabemos de aquellos que llevan uno, dos o tres aos sin trabajo, o del abuelo que vive solo, abandonado en un cuarto sin recibir cario de nadie. Tampoco sabemos que mujeres, madres de nuestra comunidad pasan diariamente por momentos crticos, como aquella seora que con el cansancio a cuestas recorre diariamente las calles para hacer uno o dos lavados de ropa ajena con el fin de dar de comer a sus hijos. A veces es ms fcil quedarse en casa y sentarse a mirar TV, escuchar msica o ir a encerrarnos en un cine, pero es esto amor?... Frente a todo lo que sucede, tanto en nuestra comunidad como en la sociedad misma, nadie puede declararse totalmente inocente, todos tenemos cuotas de responsabilidad. Cuando seamos capaces de solidarizarnos con el cansancio de esa madre y de tantas otras que estn sufriendo terriblemente, de comprender la actitud de aquellos jvenes y la de nuestros propios hijos, cuando reconozcamos en el amigo, el vecino, el obrero, en fin, en cada hombre a un hermano, estaremos despertando a un AMOR VERDADERO. Hay una necesidad urgente de personas capaces de amar, estamos dispuestos a hacerlo? El cambio es claro y atrayente, es imposible encontrarlo en nuestras pobres fuerzas humanas, pero es posible descubrirlo apoyado en JESUCRISTO, que nos trae cada da una esperanza nueva.

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Tenemos un gran desafo, por muy duras que sean las pruebas y las dificultades que diariamente debemos enfrentar, no nos cansemos nunca de amar a nuestros hermanos, de entregar nuestro tiempo, nuestra inteligencia y la vida si fuese necesario para servir a los dems.

Porque tanto am Dios al mundo que entreg a su nico hijo para que todo el que crea en l no perezca, sino que tenga vida eterna. (Juan 3,16)

Queridos, ammonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1Juan 4,7)

El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni acta con bajeza, no busca su inters, no se irrita, sino que deja atrs las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1Corintios 13,4-7)

En esto conocern todos que son mis discpulos:

(Juan 13,35)

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Domingo XXXIII Ciclo A 16 de Noviembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Proverbios 31, 10-13.19-20 Salmo: 128(127) 2 Lectura: 1Tesalonicenses 5, 1-6 Evangelio: Mateo 25, 14-30

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Estamos en el domingo XXXIII del tiempo ordinario, en el final del ao litrgico. El prximo domingo es el domingo de Cristo Rey y en el siguiente comenzamos el tiempo del Adviento y, con l, el nuevo ao litrgico. Siempre al final del ao litrgico se nos invita a contemplar las realidades ltimas: La otra vida, la salvacin. La segunda lectura de San Pablo es una invitacin a estar vigilantes porque el da del Seor llegar como un ladrn en la noche. El texto del Evangelio, la parbola de los talentos de Mateo, situada entre la parbola de las diez vrgenes y la parbola del juicio final, nos sita tambin en esta perspectiva escatolgica. La salvacin es colectiva. Nos salvamos conjuntamente, como miembros del Cuerpo de Cristo. Formamos una comunidad y, por la comunin de los santos, todos estamos vinculados, unos con otros; de tal forma que nos salvamos por los mritos de los dems: Por los mritos de Cristo y de los santos. Pero esto no quiere decir que la salvacin no tenga, tambin una dimensin personal. La parbola de las diez vrgenes, cinco necias y cinco sensatas, nos dice que cada uno, personalmente, tiene que acoger la salvacin de Dios; por eso no les pueden dar aceite; por eso nadie puede dar buenas obras a quien no las hizo. En este contexto, el mensaje del Evangelio de este domingo nos dice que la salvacin se produce en continuidad con lo realizado aqu en la tierra. La salvacin no es una absoluta novedad, sino que es plenitud de lo realizado aqu. Por eso, ms que de salvacin, conviene hablar del Reino de Dios, que se siembra aqu en la tierra como un grano de mostaza, pero que llegar a su plenitud en el cielo, produciendo un gran arbusto. Por eso hay que invertir los talentos que el Seor nos ha dejado a cada uno, porque nuestra salvacin ser, en parte, continuidad de lo que hayamos sembrado. La parbola de los talentos es una invitacin a poner en juego nuestros talentos; a invertir, para los dems, las capacidades que Dios nos ha dado; sabiendo que "al que tiene se le dar, al que no tiene, se le quitar hasta lo que tiene"; es decir, el que no invierte los talentos que el Seor le ha dado, atrofia sus posibilidades. Es como una persona que no se moviera, terminara con los msculos atrofiados, perdiendo una capacidad que antes tena. Esta parbola es una invitacin a implicarse creativamente en la construccin de Reino de Dios. Cmo se construye el reino de Dios? Pues viviendo los valores del Evangelio, los valores de Dios: La justicia, la misericordia, la mansedumbre, el amor. Hemos de ser conscientes que siempre que actuemos desde estos valores, aunque no se manifiesten pblicamente ni se de a conocer nuestro proceder, estamos construyendo el reino de Dios. Esta parbola es una denuncia del legalismo de los judos, que se limitaban a cumplir exteriormente las leyes y con eso se crean ya salvados. Hoy sera una denuncia de todos aquellos que entienden el cristianismo como un cumplimiento de algunos preceptos. A veces escuchamos: "Yo no robo ni mato" y quizs: "Voy siempre a misa"; pero quien entienda as el cristianismo, est reduciendo el seguimiento de Jesucristo a una mnima expresin. Ser cristiano es imitar a Jesucristo en su modo de pensar y en su modo de actuar, lo que supone conocer bien a Jesucristo y su mensaje y llevarlo a todas las dimensiones de la vida: El trabajo, la familia, los vecinos, los amigos, el bienestar, el sufrimiento, las necesidades, las alegras. Algunos dicen que el mejor comentario de la parbola de los talentos es la parbola del juicio final, que Mateo narra a continuacin. Pasara al banquete del Seor quien en su vida haya ayudado a los dems en sus necesidades. Lo que hizo con los dems, lo hizo con Dios. Se quedara excluido de ese banquete quien en su vida no hubiese ayudado a los dems y, as, tampoco lo habra hecho con Dios.

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Que el Seor nos ayude a construir, aqu en la tierra, su Reino, sabiendo que, en gran medida, la salvacin ser lo que hayamos construido aqu.

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JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO Ciclo A 23 de Noviembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Ezequiel 34, 11-12.15-17 Salmo: 23(22) 2 Lectura: 1 Corintios 15, 20-26a.28 Evangelio: Mateo 25, 31-46

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Terminamos el ao litrgico con la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta pone de manifiesto que Jesucristo es el centro del corazn humano y el centro de la historia. Efectivamente, Cristo es el centro de nosotros, sin l, sin sus valores, vagaramos perdidos por la vida. Tambin es el centro de la historia; es decir, la historia avanza hacia Cristo: Cada da, a pesar de nuestras debilidades, el mundo va siendo ms "crstico". En la segunda lectura de San Pablo vemos cmo, despus de la resurreccin, Cristo devolver a Dios Padre su Reino. Tambin dice que Cristo tiene que reinar hasta que Dios "haga de sus enemigos estrado de sus pies".

JESUCRISTO es Rey y tiene un Reino.A.- Sobre el Reino:Dice el prefacio de la Eucarista: "Para que entregara a su majestad infinita un reino eterno y universal; el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz". El Reino de Dios es la utopa de la justicia: Es una utopa porque es algo difcil de conseguir, pero es posible. La justicia no se entiende en la Biblia como el simple pronunciamiento de una sentencia imparcial entre dos personas que estn en litigio. La justicia de Dios es el amparo real de los desvalidos, la proteccin de los dbiles, la elevacin de los pobres. Un mundo en el que reina la justicia es aquel en el que, desaparecido el egosmo y la explotacin, no hay opresores ni oprimidos; en el que todo se ajusta a la voluntad de Dios. El Reino de Dios es la utopa de la paz: Las espadas se convertirn en rejas para el arado y del hierro de las lanzas se harn hoces y podaderas. Es un modo potico de anunciar la gran reconciliacin que pretende hacer Dios: Entre l y la humanidad, y entre los seres humanos. El Reino de Dios es la utopa de la vida: Ningn mal aflige tanto al ser humano como la vejez, la enfermedad y la muerte. Cuando los profetas divisan los tiempos mesinicos, ven en ellos la desaparicin de las lgrimas, la prolongacin de la vida, la aniquilacin de la muerte. Se refieren principalmente a la vida eterna, pero incluyen tambin la vida temporal. Jess quiere para todos la vida plena. El Reino de de Dios es la verdad: Quizs nada daa tanto al ser humano como la mentira. El prncipe de la mentira es el diablo. Falsos testimonios, calumnias, juicios temerarios... son circunstancias que destruyen al ser humano y sus relaciones con los dems. Por eso, la verdad no la debemos buscar en los comentarios de la gente, los diarios, la radio o la televisin. La verdad es Cristo, Camino, Verdad y Vida. El Reino de Dios es la utopa del amor: El proyecto de una humanidad ideal slo es posible si abandonamos nuestras tendencias egostas y nos decidimos a vivir amndonos unos a otros. El amor al prjimo debe ser universal y abarcar a todos, sin discriminar a nadie; ha de ser desinteresado, sin buscar la recompensa, y tan generoso que no tenga ms lmites que las necesidades ajenas y las posibilidades propias.

B.- Sobre el Rey y el modo de reinar:Cristo no es el rey de copas, ni el de oros, ni el de bastos y espadas. Su modo de reinar es diferente a lo que indican esos reyes. El reino de Cristo es los corazones de todos nosotros y l reina no slo porque entronicemos al Sagrado Corazn de Jess, sino porque vivamos los valores del evangelio, los valores del reino: La justicia, la paz, la vida y el amor. Recordemos, sobre todo, el texto del Evangelio: Cada vez que dimos de comer al hambriento, que visitamos al enfermo o al que est en la crcel... lo hicimos con Cristo.

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Adems de destacar esta idea de que Jesucristo es Rey del universo, las lecturas resaltan la idea de que Jesucristo es Juez: La primera lectura dice que Dios va a juzgar entre oveja y oveja; el texto del evangelio es el juicio final. El juicio que va a hacer Jess, ms que entenderlo como un juicio tal y como nosotros conocemos, con premio y castigo, habra que entenderlo como un auto-juicio. Jess no castiga, ni castigar a nadie. En el momento del juicio final quien en su vida haya amado a los dems, haya hecho el bien, estar abierto y dispuesto a acoger la salvacin que Dios le d; quien haya sido egosta y no haya amado a los dems estar cerrado e indispuesto a recibir la salvacin que Dios le d.

Esta celebracin nos recuerda que Jesucristo, su persona y su mensaje, es el centro de nuestra vida; sin una referencia a l es difcil encontrar el camino de la felicidad y de la realizacin personal.

Amemos cada da ms porque el camino ms corto para llegar a DIOS es el amor al prjimo.- 38 -

Adviento I Ciclo B 30 de Noviembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 63, 16b-17;64, 1.3b-8 Salmo: 80(79) 2 Lectura: 1Corintios 1, 3-9 Evangelio: Marcos 13, 33-37

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Esta reflexin es un comentario a la primera lectura de Isaas: Oracin que nos puede servir para volver a situarnos en nuestra vida, por si nos hemos despistado, igual que le pas al pueblo de Israel, cuando fue infiel a la alianza con Dios. Oracin, reconocimiento del pecado, deseos de volver a Dios: Experiencias fundamentales para el Adviento que comenzamos. "T, Seor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es nuestro redentor": Jesucristo nos revel que Dios era nuestro Padre. Este concepto ya est en el Antiguo Testamento. Dios es el origen de la humanidad. El nombre de Dios es tambin nuestro redentor, el que paga por nuestros males y nos saca de las consecuencias a las que nos conducen nuestro pecados. Padre y Redentor dos conceptos fundamentales en la lectura, en la fe y en el Adviento, que tendran que configurar nuestra forma de acercarnos a Dios, con confianza y con agradecimiento. "Seor, por qu endureces nuestro corazn para que no te tema?": Dios no es el responsable del mal en el mundo, ni de lo que cada uno hace con su libertad. Si es cierto que todo lo permite, porque respeta la libertad de las personas. Podra Dios forzar las cosas para que no se endureciera nuestro corazn? No lo ha hecho ya con la entrega de su Hijo? No podemos aprender a ablandarnos en tantas cosas de la vida que nos desajustan y nos hieren, en vez de endurecernos? No deberamos tambin ablandarnos en las experiencias gratificantes de la vida y descubrir en ellas el amor de Dios? "Vulvete... Ojal rasgaras el cielo y bajaras!": El adviento nos invita a convertirnos, a volvernos hacia Dios, a cambiar de direccin. Aqu nos atrevemos a pedirle a Dios que se vuelva l, como si nos hubiese dado la espalda ante nuestros males y los males del mundo. Cuando uno contempla los males del mundo: Hambre, guerra, violencia, injusticia, terrorismo... y comprueba la impotencia de la humanidad para salir de esa situacin... se puede poner en actitud de adviento: Ojal rasgaras el cielo y bajaras! Ven, Seor! "Jams odo oy ni ojo vio un Dios fuera de ti que hiciera tanto por el que espera en l": A veces nos situamos ante Dios con desconfianza, pues interpretamos que muchos de nuestros males nos los ha mandado l. Qu error el nuestro! Hay que vencer la inercia sicolgica de echarle las culpas a Dios cuando nos pasa algo que consideramos un mal. Espera en l!, de eso nos quiere concientizar este tiempo de adviento. Comprobaremos que nadie hace tanto por nosotros. "Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos": Esto quiere resaltar el tiempo del adviento, que hemos de encontrarnos con Dios: l hace una parte del camino y nosotros hemos de recorrer otra parte. Dios sale al encuentro de quien practica la justicia y de quien se acuerda de sus caminos. El mejor modo de preparar el camino al Seor, el modo de encontrarse con Dios, es crear condiciones para poder encontrarnos con el prjimo, especialmente con el necesitado; en ellos y en tantos acontecimientos de la vida, nos sale el Seor al encuentro. "Aparta nuestras culpas y seremos salvos... nuestras culpas nos arrebataban como el viento": La responsabilidad del mal que hacemos en la vida nos acompaa; es como parte del mal que provocamos que abre en nosotros como una herida. Por eso necesitamos que vengas, Seor: Por los males que hay en el mundo, pero tambin para que nos sanes personalmente a cada uno, nos salves, nos redimas y nos abraces como nuestro Padre. Cuando uno contempla la desolacin a la que le conduce su errada libertad, se puede poner en actitud de adviento. Ven, Seor! "Nadie invocaba tu nombre y nos entregabas al poder de nuestra culpa": Cuando hacemos experiencias de independizarnos de Dios, podemos experimentar el peso de nuestras culpas. Cuando en la sociedad crecen los fenmenos de la falta de fe y la indiferencia religiosa, a veces como deseo de librarse de un Dios que parece represor y celoso de la libertad del ser humano, la humanidad no se libra de la culpa; ni siquiera en lo que se ha dado en llamar "la secularizacin de las conciencias". El mejor modo de crecer es aceptar a Dios y sus criterios del bien.

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"Y, sin embargo, Seor, t eres nuestro padre, nosotros la arcilla y t el alfarero; somos obra de tu mano": Quizs este es el mejor enfoque para vivir el adviento: Aceptar que somos obra de Dios, que l nos ha modelado, que estamos en sus manos... y vivir nuestra vida desde esta relacin sustancial con Dios; relacin que se redescubre, con ms fuerza, cuando uno ha vivido de espaldas a este Dios Padre y Redentor, y decide darse la vuelta y ponerse frente a Dios (no enfrentado), para dejarse mirar por Dios y descubrir cmo te mira.

[Salmo 80(79), 20]

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Adviento II Ciclo B 7 de Diciembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 40, 1-5.9-11 Salmo: 85(84) 2 Lectura: 2Pedro 3, 8-14 Evangelio: Marcos 1, 1-8

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"Consuelen, consuelen a mi pueblo". Podemos perder de vista la perspectiva del amor y la misericordia a las personas concretas, cuando nos adentramos en las exigencias reales de la vida y del Evangelio. Si supisemos mirar en profundidad, con los ojos de Dios, las realidades y las personas, descubriramos la sed de consuelo que tiene nuestro mundo. Es tanto el sufrimiento que pesa sobre nuestras vidas! Nos adentramos, a veces, en caminos oscuros, donde es difcil encontrar el consuelo de nadie; nuestra libertad nos aleja... Aunque cada uno se distancie del amor de Dios, Dios no deja de salir a su bsqueda para ofrecerle el calor de su regazo. No deberamos ser profetas del Consuelo de Dios? Qu hermoso compromiso para el adviento! "Hablen al corazn". A veces, nuestros predicadores sienten la impresin de que sus discursos estn alejados de los problemas reales de la gente. Los sienten fros, distantes, calculados, cuadriculados, litrgicos... y no aciertan a llevar la vida a las palabras y no consiguen que las palabras lleguen a la vida. Es en esos momentos cuando hay que pedir intensamente al Seor la gracia de hablar al corazn. Esto quiere decir que hay que considerar las personas que tenemos delante, no las que quisiremos tener, y ver cmo son, no cmo quisiramos que fueran; es aceptar la realidad. Slo desde ah se puede construir la esperanza, que se ancla en los deseos profundos de liberacin que vive la humanidad, slo desde ah se puede soar con los cielos nuevos y la tierra nueva. "Grtenle: se ha cumplido su servicio, est pagado su crimen". El mensaje de adviento es liberador. Dile a un preso que alguien ha cancelado su condena, que ya no tiene que pagar por su delito. Nuestras culpas, aunque no las aceptemos como tales, nos paralizan y nos esclavizan. Ha venido Dios a cancelar todas nuestras deudas, a realizar la salvacin. Levntate, incorprate... se acerca tu liberacin! As es la paciencia de Dios, cumple sus promesas; aunque parezca que tarda, es que se demora para que nadie quede fuera de esa liberacin: Nos est esperando para que nos incorporemos a su salvacin! "Preprenle un camino al Seor". Es el grito del profeta Juan el Bautista en el evangelio, el lema del adviento. El seor viene a consolar, a liberar la humanidad, a cancelar nuestros delitos... pero hemos de poner de nuestra parte para que esa liberacin llegue a todos nosotros y a toda nuestra persona. Porque la salvacin y la liberacin que ofrece Dios no es una realidad totalmente nueva, sino que es la plenitud de lo que la humanidad ha logrado de liberacin y progreso. Hemos de construir la base sobre la que Dios levantar los cielos nuevos y la tierra nueva. La mejor forma de preparar el camino es trabajar en la conversin personal, allanando y enderezando todos los criterios y modos de vivir que nos alejan de Dios. "Se revelar la gloria del Seor". El momento del encuentro con Dios a nivel personal y a nivel de toda la humanidad tiene que ser divino; cuando la salvacin se haga efectiva para nuestro mundo y para la humanidad, cuando nos adentremos en los cielos nuevos y la tierra nueva, cuando experimentemos el consuelo definitivo de Dios, cuando gocemos de su presencia y estemos con l cara a cara, cuando se produzca la segunda y definitiva venida de Jesucristo... "se revelar la gloria del Seor y la vern todos los hombres juntos". El adviento, por eso, no es slo preparacin para el nacimiento del Hijo de Dios, sino que es, tambin, preparacin para el encuentro definitivo con Dios. "Sbete a lo alto de un monte, heraldo de Sin, alza con fuerza la voz, heraldo de Jerusaln, lzala, no temas...". Tiene tanta fuerza la esperanza en nuestra vida: La esperanza de un mundo mejor, la confianza en las posibilidades del ser humano, el deseo creciente de encontrarnos con Dios y gozar su salvacin... que no podemos ni debemos callarlo!. Se acabaron las afonas, las faringitis y los miedos a la hora de hablar de Dios, de nuestra esperanza. Otro buen compromiso para el adviento: No cohibirnos por el hecho de ser cristianos, no silenciar nuestra manera de entender la vida, no dejar que los miedos paralicen nuestra voz.

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"Dios, el Seor, llega con fuerza; le acompaa su salario, la recompensa le precede". No me tienes que dar porque te quiera, que lo mismo que te quiero te quisiera... -como dice el poeta-; es cierto que tenemos que vivir nuestra fe gratuitamente, pero las dificultades merman las fuerzas y el empuje, el cansancio mina la espera... por eso necesitamos pensar que a salario de gloria, no hay trabajo grande!, necesitamos mirar al cielo como estmulo en la construccin de un mundo mejor. Nos conviene que nuestra esperanza tire del presente hacia delante y hacia arriba. "Como un pastor... lleva en brazos los corderos...". Padre, Redentor -decamos en el domingo anterior-; pastor, decimos ahora. Una sugerente imagen, que expresa el amor de Dios por su pueblo y por cada uno de nosotros. En qu buenas manos estamos! Acerqumonos al consuelo de Dios, escuchemos cmo nos habla al corazn, perdona nuestras culpas, viene a nuestro encuentro, se muestra en nuestra vida; adivinemos como ve los cielos nuevos y la tierra nueva... y reafirmemos nuestra apuesta por l, el deseo de preparar sus caminos, la decisin de alzar la voz en su nombre y la necesidad de proclamar nuestra esperanza.

[Salmo 23(22),1]

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Adviento III Ciclo B 14 de Diciembre de 2.008 Citas de las Lecturas: 1 Lectura: Isaas 61,1-2.10-11 Salmo: (Lucas 1) 2 Lectura: 1Tesalonicenses 5,16-24 Evangelio: Juan 1,6-8.19-28

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"Quin eres?... qu dices de ti mismo?": Con estas preguntas abordaron a Juan el Bautista. "No soy el Mesas... Yo soy la voz que grita en el desierto... Yo bautizo con agua". Juan tena una clara conciencia de su identidad y de su misin como profeta. Este ejemplo del bautista nos puede servir a todos los cristianos, pues da la impresin de que nos vamos quedando diluidos en la sociedad y en los ambientes en los que vivimos y parece que vamos perdiendo la identidad. Un buen compromiso para el adviento: Tomar conciencia de nuestra identidad cristiana y de la alegra que supone vivir con este estilo de vida. IDENTIDAD "El Espritu del Seor est sobre mi, porque el Seor me ha ungido": Estas palabras se las aplic Jess a s mismo y, por eso, hay que tratarlas con respeto. Jess tena conciencia de ser Ungido por Dios (Cristo), de elegido por Dios. Nosotros tambin fuimos ungidos en el Bautismo para significar la eleccin que Dios hace de nuestras personas: Hijos de Dios, miembros de Cristo, sacerdote (para entregar la vida), profeta (para hablar en nombre de Dios) y rey (para servir a los dems). Esta es nuestra identidad, impresa en nuestro ser desde el nacimiento a la vida nueva: Gastar y entregar la vida por Dios en las circunstancias personales; denunciar en nombre de Dios el mal de nuestro alrededor y anunciar su Buena Noticia de Liberacin; ser servidor de los dems, de la Comunidad en la que vivimos. "Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnista a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el ao de gracia del Seor": Tambin palabras mayores, que expresan el programa de la Misin de Jesucristo y que se convierten en la misin de todo cristiano, pues participamos de su misin, de la misin de la Iglesia. Nuestra misin, como el mensaje del Adviento, es liberadora para los que sufren, para los que tienen el corazn desgarrado, para liberar a los prisioneros y perdonar a los cautivos, para anunciar la gracia de Dios. Miremos nuestra vida, actividades en la parroquia... y preguntmonos con audacia si lo que hacemos est contribuyendo de alguna manera a realizar esta misin; despus tengamos valenta para continuar con ella o para cambiar en lo que creamos conveniente. ALEGRA "Desbordo de gozo con el Seor, y me alegro con mi Dios": ("Se alegra mi espritu en Dios mi salvador" -salmo-. "Estn siempre alegres" -segunda lectura-). Algunas veces escuchamos las quejas de personas diciendo que ser cristiano les complica la vida! Si un bautizado descubre lo comprometido que resulta ser consecuente con su identidad, con su misin y ve que se le complica la vida, entonces va por muy buen camino. Cuntos hay que ni se asoman a este "choque" con la manera de vivir del mundo! No todos los cristianos expresamos de la misma manera la alegra que supone conocer a Cristo y vivir de acuerdo con sus criterios. Quiz hace falta haber vivido "lejos de la casa del Padre" y "haber vuelto de lejos" para comprobar que es gozosa nuestra forma de entender la vida y causa de las mayores alegras, que es el mejor camino de la felicidad. "Examnenlo todo, quedndose con lo bueno. Gurdense de toda forma de maldad": La alegra que supone ser cristiano consecuente con el Evangelio, con la identidad y la misin, tiene una dimensin moral ineludible. Slo el bien y la bondad, que Dios ha determinado, nos puede conducir a la alegra. Cuando uno pretende acortar el camino a la felicidad, sirvindose del mal, es imposible que sea feliz, aunque d la impresin de que quien hace mal viva mejor que los que se esfuerzan por ser buenos. Examinemos si nuestra falta de alegra como cristiano no viene, quizs, por no ser fiel a nuestros "compromisos".

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"Sean constantes en orar... No apaguen el espritu": La alegra del cristiano tiene, ante todo, una dimensin religiosa, que es lo primero que debemos cultivar y consiste, bsicamente, en concebir la vida y a uno mismo, como una criatura dependiente de Dios. Descubrir el compromiso que supone ser cristiano coherente sin percibir el amor que Dios tiene por nosotros es invertir y abortar el proceso de un cristiano. Tanto tiempo utilizado, tantas reuniones, tantos esfuerzos... y no descubrimos lo esencial. "Se alegra mi espritu en Dios, mi salvador", experiencia de Mara reflejada en el Magnficat. De ah nace la alegra, de ver la salvacin de Dios en uno mismo y en los dems. "El Seor har brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos": Es una invitacin a descansar de nuestros esfuerzos por ser buenos cristianos, a relajarnos ante tanto compromiso que "nos complica la vida"... y gozar de lo que hemos realizado y de la espera que Dios lo plenifique. Sembremos, durmamos tranquilos y sin que sepamos cmo, la semilla producir su fruto.

El DIOS de la paciencia y el consuelo les conceda tener los unos para con los otros los sentimientos de Cristo Jess, de modo que, con un solo corazn y una sola voz, glorifiquen a DIOS, Padre de nuestro Seor Jesucristo (Romanos 15,5-6)

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