Tratamiento del suicidio

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Tratamiento del suicidio al T. E 1 TRATAMIENTO DEL SUICIDIO El suicidio.-El hecho del morir se puede vivenciar como un transito a una vida mejor y como garantía de inmortalidad. Es vivido también como la vuelta a un lugar paradisíaco donde no habrá sufrimiento ni dolor. Significado de la muerte para el suicida.- Para el suicida, la muerte cobra sentido, tiene un significado de: Liberación, cambio o regresión. El suicidio se puede programar y realizar como forma liberadora de los conflictos que invaden al ser humano en ese momento “no puedo mas”, “estoy harto de sufrir”, etc. es una puerta de salida ante una situación personal, familiar o social insoportable. Lo importante es librarse del “callejón sin salida” en el que el pre-suicida se encuentra inmerso. Se busca sobre todo superar la angustia presente, sin fijarse en lo que puede encontrar detrás del acto voluntario de morir. Puede tener un objetivo último: producir un cambio, tanto en sí mismo como en el entorno. Se desea adquirir: tranquilidad, paz y felicidad. Según Janov “es la manera de matar la desesperanza, la depresión y la culpa”. Es también una forma de desaparecer, pero permaneciendo en la conciencia culposa de los familiares y amigos. Elige, por un acto voluntario, el momento y las circunstancias de convertirse en nada, de autodestruirse. Es como si con esta fantasía omnipotente de elegir la fecha de la propia muerte estuviera venciendo a la vivencia angustiosa de todo hombre: su propia finitud. La conducta suicida: diferentes lecturas Autoagresividad: Es un acto con intencionalidad de autodestrucción. Es una manera de aniquilar todo lo “malo” que existe en uno mismo. Heteroagresividad: Generalmente intenta culpabilizar a los demás de la decisión de autodestrucción. Es una forma de agredir a los familiares y amigos por su falta de cariño, valoración y aprecio.

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Tratamiento del suicidio al T. E

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TRATAMIENTO DEL SUICIDIO El suicidio.-El hecho del morir se puede vivenciar como un transito a una vida mejor

y como garantía de inmortalidad. Es vivido también como la vuelta a un lugar

paradisíaco donde no habrá sufrimiento ni dolor.

Significado de la muerte para el suicida.- Para el suicida, la muerte cobra sentido, tiene un significado de: Liberación, cambio o

regresión.

El suicidio se puede programar y realizar como forma liberadora de los conflictos que

invaden al ser humano en ese momento “no puedo mas”, “estoy harto de sufrir”, etc. es

una puerta de salida ante una situación personal, familiar o social insoportable.

Lo importante es librarse del “callejón sin salida” en el que el pre-suicida se encuentra

inmerso. Se busca sobre todo superar la angustia presente, sin fijarse en lo que puede

encontrar detrás del acto voluntario de morir.

Puede tener un objetivo último: producir un cambio, tanto en sí mismo como en el

entorno. Se desea adquirir: tranquilidad, paz y felicidad.

Según Janov “es la manera de matar la desesperanza, la depresión y la culpa”. Es

también una forma de desaparecer, pero permaneciendo en la conciencia culposa de los

familiares y amigos.

Elige, por un acto voluntario, el momento y las circunstancias de convertirse en nada, de

autodestruirse. Es como si con esta fantasía omnipotente de elegir la fecha de la propia

muerte estuviera venciendo a la vivencia angustiosa de todo hombre: su propia finitud.

La conducta suicida: diferentes lecturas

Autoagresividad: Es un acto con intencionalidad de autodestrucción. Es una

manera de aniquilar todo lo “malo” que existe en uno mismo.

Heteroagresividad: Generalmente intenta culpabilizar a los demás de la decisión

de autodestrucción. Es una forma de agredir a los familiares y amigos por su falta de

cariño, valoración y aprecio.

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Llamada de socorro: es una petición de auxilio, aunque realizada de forma

extremosa y con peligro de la propia vida.

El suicidio como chantaje: es una forma de conquistar el amor y preocupación de los

demás. “No me mato si me quieres”, dicen algunas personas.

Ejemplo: intentos de suicidio provocados con pequeñas dosis de fármacos, pero

haciendo creer a los demás haber ingerido grandes cantidades. En estas circunstancias

siempre se busca el beneficio secundario, consciente o no.

Suicidio como huida: Ante una vivencia insoportable el suicida solo contempla

“la puerta falsa” por donde se intenta salir de una situación dolorosa y humillante.

Reunión mágica: algunas personas lo que intentan con el suicidio no es escapar de

este mundo adverso, sino reunirse con su ser querido en el otro mundo. No aguantan la

separación y pretenden la fusión con la persona perdida.

RIEMANN ha definido al hombre como “un equilibrio entre fuerzas antinómicas que se

complementan”. Estas fuerzas son:

Una fuerza de rotación expresada por su deseo e intento de autoafirmación.

Una fuerza de traslación, como un intento de relacionarse con el otro, de salir

de sí mismo.

Una fuerza centrípeta, que viene explicitada por su resistencia al cambio.

Una fuerza centrífuga, como un impulso de modificación, de evolución de la

propia existencia.

Definición del suicidio: “Es un amplio espectro que va desde la simple fantasía

puntual e idealización sobre la autodestrucción, hasta la decisión firme de morir, el

intento frustrado de muerte, o el mismo suicidio consumado”

En este sentido, entendemos por “conducta suicida” toda vivencia que de forma directa

o indirecta expresa alguna de las siguientes situaciones:

o Ideas suicidas: Se contempla el suicidio como “solución” real a su

problemática

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o Crisis suicida: la idea suicida ya ha tomado cuerpo y se contempla la muerte

como “una salida feliz” a la situación conflictiva.

o Tentativa de suicidio: cuando la muerte no se ha producido por haber

empleado medios insuficientes.

o Suicidio frustrado: no se ha llegado a la muerte porque “casualmente” ha

aparecido una nueva circunstancia o persona que lo ha impedido.

o Suicidio consumado: la autoagresión ha llegado hasta la muerte del sujeto.

FASES DE LA VIVENCIA AUTODESTRUCTIVA.

En la primera fase el suicidio es considerado como una posibilidad; se contempla con

agrado esa alternativa, como salida de la situación dolorosa. Aquí tiene gran

importancia el aislamiento social en el que puede vivir el pre-suicida, al que puede

influir mucho las noticias de prensa, radio y T.V. sobre suicidios, o el suicidio de un

familiar, amigo o vecino.

La fase ambivalencia refleja la lucha interna. Se duda sobre los “beneficios” del

suicidio, pero tampoco se rechaza frontalmente.

En la etapa decisión hay que estar muy atentos a los avisos indirectos del pre-suicida:

Mejora espectacular de la depresión.

Gran preocupación por el testamento, etc.

A veces, incluso ya tiene un plan muy elaborado para la puesta en práctica del acto

suicida.

La personalidad premórbida

El perfil de la personalidad suicida: son sujetos con conductas impulsivas, con

deficiencia de dominio propio, tendencia a ser callados y poco comunicativos, o

perfeccionistas y autocríticos.

Respecto a los cuadros clínicos psiquiátricos mas relacionados con el suicidio son la

depresión mayor y el alcoholismo.

Contexto actual

El pre-suicida, generalmente, se siente inmerso en un medio que no le “contiene”, o al

menos él no se siente apoyado o sostenido. Son comentarios frecuentes “me siento solo”

o “nadie me comprende”.

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Aquí podemos señalar un amplio espectro de carencias:

Falta de:

Valores religiosos o humanos.

Vínculos afectivos.

Posibilidades para relacionarse en el medio laboral y social.

Y sobre todo, falta de un interlocutor válido con el que poder compartir las

alegrías, penas y proyectos.

Por esto, se ha señalado como contexto favorecedor de la vivencia suicida., el

aislamiento social y soledad.

Personas viudas o que viven solas

La emigración y el desempleo.

Problemática de pareja, familiar y económica.

Sucesos de la vida

En el origen de muchas crisis suicidas existe un problema de dependencia inconsciente,

en relación a un objeto, que le ha llegado a faltar. Se puede tratar de:

La pérdida de un ser real.

Una amenaza contra la integridad corporal o psíquica.

Un peligro social.

Falta de proyectos.

El pre-suicida carece de proyectos que le lancen hacia la vida. Ese proyecto que

envuelva a toda la persona que supone un llegar a ser. En algunas ocasiones proyectos

parciales pueden tomar categoría de absolutos y son capaces de evitar las ideas

autodestructivas. Aunque normalmente los proyectos parciales, puntuales, inmediatos

(como hacer un viaje o aprobar un examen) no tienen esa fuerza motivadora.

El hombre necesita que el “arco de la vida esté siempre tenso”, sin proyecto es

imposible la vida. Lo que neutraliza la angustiosa afirmación del pre-suicida es:”dame

un solo motivo y seguiré viviendo”.

CLASIFICACIÓN Y PREVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA

Algunos investigadores señalan que la ideación suicida, el intento de suicidio y el

suicidio consumado es un continuum. Y que la ideación suicida es un indicador

temprano del suicidio.

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En todo caso podemos distinguir el suicidio síntoma y el suicidio carácter.

El 1º es la señal evidente ante una descompensación neurótica o psicótica aguda. Por

ejemplo, es la reacción ante una pérdida, en la que el sujeto no soporta la situación de

abandono y busca la autodestrucción.

En el otro extremo debemos situar el suicidio carácter de una estructura de personalidad

donde la muerte se plantea como una salida a la dificultad de vinculación.

El suicidio síntoma puede ser debido a una respuesta a una situación de crisis; el

suicidio-carácter puede ser consecuencia de un estado psicopatológico.

En el primer caso, la conducta suicida se produce como respuesta a una crisis puntual y

transitoria (familiar, económica, emocional-sentimental, enfermedad orgánica grave,

etc.). Una vez superado el momento conflictivo se recupera el deseo de vivir.

Más duradera y grave, si cabe, es la vivencia suicida como respuesta a un estado: es una

situación más prolongada y en ocasiones, largamente elaborada (cansancio de la vida,

soledad, falta de aceptación de uno mismo, inadecuación al entorno, etc.).

En otras ocasiones puede surgir bajo la estructura de estados psicopatológicos graves;

entre ellos citaremos a los cuadros depresivos y el alcoholismo.

Prevención suicida

Se puede entender desde la promoción de la salud y la rehabilitación psíquica tras un

intento de suicidio. Va a depender de dos factores: la rapidez con que se identifique a

las personas con alto riesgo y elegir el tratamiento adecuado.

Cuanta mayor calidad de vida se logre (individual y comunitariamente), menor será el

riesgo suicida.

Prevención primaria

Comprende todas las actuaciones llevadas a cabo antes de producirse el acto suicida. Podemos destacar varios datos significativos de diversas investigaciones:

La mitad de los ancianos que se suicidan han consultado a su médico general

durante la semana anterior a su muerte.

Un 16% de los pacientes de la muestra de Roy (1982) que se suicidaron,

acudieron a los servicios de urgencia uno o dos días antes del suicidio; en

ningún caso se consideró oportuno su ingreso en el hospital.

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Barraclough (1.974) .Consideran que más o menos durante el último mes de su

vida, casi dos terceras partes de los que proceden a suicidarse buscan ayuda en

los médicos o en las instituciones.

La prevención terciaria

Se refiere a la acción terapéutica que se desarrolla después de un intento frustrado de

suicidio y, en los suicidios consumados,”la autopsia psicológica” a los familiares.

La ayuda telefónica al pre-suicidas

1. El establecimiento inmediato de un contacto personal y la conservación de esta

relación.

2. La obtención de la mayor cantidad de información posible.

3. La estimación del riesgo suicida.

4. La inmediata aplicación de psicoterapia de urgencia, movilización del ambiente

y probable hospitalización.

El pre-suicida desea establecer un contacto con una persona que le escuche sin censurar,

que sea capaz de compartir su sufrimiento y dolor ante la vida y que de alguna manera

acepte sus deseos autodestructivos. La llamada está provocada por la necesidad de

romper con la soledad más absoluta en que se encuentra el pre-suicida.

Se intenta a través de una escucha cualificada: primero que las ideas suicidas no

arraiguen, después y si la vivencia ha tomado cuerpo, descubrir sus significaciones mas

profundas y la manera de neutralizarlas.

Durante la llamada, el pre-suicida irá descubriendo sus propias razones para no morir. Y

es a través de ese encuentro de amistad, y al mismo tiempo terapéutico, como irán

desapareciendo las tinieblas del deseo de morir. En algunas ocasiones habrá que

concienciar al llamante, para que una vez pasada la crisis, afronte en profundidad su

conflicto entre la vida y la muerte, a través de una psicoterapia convencional.

La acción terapéutica del T. Esperanza al pre-suicida debe integrar cuatro elementos:

La intervención:- No se puede pretender producir un profundo cambio en su

personalidad, pero tampoco es una simple conversación superficial entre amigos.

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En la crisis.-Es el momento álgido de la problemática donde el individuo es

más susceptible de ser influenciado para bien o para mal.

Por teléfono.- la primacía de la palabra y la fragilidad de la misma relación

condicionan el tipo de intervención a realizar. El terapeuta deberá medir

cuidadosamente sus intervenciones para no pasarse ni por defecto ni por exceso.

De la conducta suicida.- Es una de las manifestaciones psicopatológicas que

mas impacto tienen en todo psicoterapeuta. Se movilizan muchas fantasías y se

provoca que se intente eludir abordar la problemática suicida.

Acciones terapeuticas

Los servicios de ayuda por teléfono deben facilitar al llamante otras alternativas que

le alejen del deseo de muerte. El escucha deberá mantener ese difícil equilibrio entre

la proximidad de todo contacto humano (sin contaminarse de la angustia del otro) y

la lejanía terapéutica. Deberá saber conjugar los suficientes resortes técnicos y

humanos para que la decisión de autodestrucción no se lleve a efecto.

Los tres supuestos básicos de la llamada suicida:

Ideas suicidas.-la 1ª de ellas transmite el deseo de muerte de forma camuflada e

indirecta.

Crisis suicidas.- En el 2º caso el deseo de muerte se expresa de forma directa y

explícita. Llama para decir que desea morir” soy un desgraciado y estoy decidido a

quitarme la vida.

El acto suicida está en curso (durante la llamada).-En el tercer supuesto se refiere a

las llamadas en las que la conducta suicida se está produciendo o se ha producido

inmediatamente antes de marcar el teléfono. Por ejemplo: persona que llama

diciendo que acaba de tomarse un bote de pastillas.

Exploración de las Ideas suicidas

Debemos facilitar la verbalización de la idea suicida. La razón es simple: de esta

manera transmitimos la sensación de que su vivencia autodestructiva nos preocupa

pero no nos descompone.

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Es imprescindible que pongamos en nuestra boca la palabra suicidio evitando

eufemismos (“pensar cosas malas”, “quitarse del medio”, etc.) .Aunque el tema es

doloroso no nos debemos apartar de el. Es una manera de comunicar al otro que

estamos en disposición de soportar su angustia, incluso el de su propia

autodestructividad.

Estas preguntas directas, realizadas en un clima comprensivo y no sancionador,

producen un alivio de la ansiedad y posibilitan seguir reflexionando sobre la idea

suicida. Es necesario explorar la vivencia suicida pero sin provocar un repliegue

sobre sí mismo que dificultaría la sana explicitación de esos deseo malditos.

El escucha intentará provocar la explicitación de la vivencia suicida, sobre todo en

los cuadros depresivos, y para ello estará atento a cuantas manifestaciones al

respecto se provoquen.

Crisis suicidas

Acoger.- ante toda comunicación de una vivencia problemática es imprescindible

una adecuada postura de receptividad. Comunicamos mas y mejor si nuestro

interlocutor trasmite tranquilidad. Cuanto menos crítico sea el escucha mas

favorecerá el diálogo y la posibilidad de ayuda.

Es imprescindible que en los primeros momentos de la llamada consigamos conectar

con el llamante, aceptando (aunque no compartiendo) sus vivencias suicidas y

procurando favorecer una transferencia positiva, que posibilite una adecuada ayuda

terapéutica.

Usar el nombre del llamante.-favorece la comunicación y acorta el distanciamiento

que el teléfono, a veces provoca.

Usar los “rellenos”.- “si”, “ya”, “ah” etc. para expresar de alguna manera que

estamos ahí al otro lado del teléfono.

Disponibilidad.- transmitir de alguna manera que la llamada puede durar el tiempo

que sea necesario.

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Reconocer el sufrimiento del llamante y la intensa angustia que supone admitir

que la única salida es el suicidio.- pero a veces no es necesario consumar un deseo

para demostrar algo. Podemos decir al llamante:” el hecho de que Vd. esté llamando

a este Servicio me sugiere el alto nivel de angustia en que se encuentra ante la

decisión de morir...”

Debemos transmitir confianza, tanto por lo que se dice como por la actitud de

escucha. Una voz serena, amigable, es en muchas ocasiones un gran antídoto del

impulso suicida.

Se deberá facilitar la explicitación de la idea de muerte para producir un efecto

desangustiante del llamante. Otra forma de contención es:”negociar un contrato de

no-suicidio hasta dentro de unos días” (inicio de una psicoterapia, regreso de sus

familiares, etc.)

Las respuestas no-terapéuticas que debemos evitar:

Preguntas directas sobre el llamante o su localización.

No utilizar el sarcasmo ni el desafío ni la indiferencia con este tipo

de llamantes

No intentar convencer a través de la razón de la inutilidad del

suicidio, pues sería una manera de fortalecer más sus argumentos

lógicos sobre la conveniencia del suicidio.

Segunda Fase. Valoración de la gravedad

En esta fase se procede a valorar el riesgo real de autodestrucción.

Un dato importante es si la crisis suicida es producto de un conflicto actual y pasajero, o

bien es el resultado de un largo proceso de autodestrucción.

Habrá también, que explorar cómo se han resuelto, si los ha habido, otros intentos de

suicidio, y qué medidas tomó para no llegar a la muerte.

Debemos hacer una valoración de las posibilidades del llamante y un análisis de su

entorno. Para descubrir cuales son sus puntos débiles y los fuertes de su personalidad.

Sin olvidar las creencias y valores en los que se sustenta la vida del llamante. Todo ello

siempre está inmerso en un entorno psicosocial (familia, trabajo, amigos) que puede

contener el impulso suicida o quizás ser el gran generador del deseo de muerte.

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Tercera Fase: focalización del problema

Ofreceremos el tiempo y el clima psicológico para reflexionar sobre el factor

desencadenante, si lo hubiera, o las posibles conexiones con la propia biografía del

llamante suicida. Es una manera de comprender el significado del deseo de muerte.

Pretendemos con ello un fortalecimiento del Yo y de su autoestima, y flexibilizar las

exigencias del Super-Yo.

Elaboración del Duelo

El duelo es un conjunto de representaciones mentales que acompañan y siguen a la

pérdida del objeto de amor y de apego. Además es el conjunto de actitudes afectivas,

cognitivas y conductuales consecuentes a la vivencia real o fantaseada, de perdida.

En una situación normal la persona que ha sufrido una pérdida realizará un trabajo

interno que consiste en la separación de ambos, para así poder continuar con su vida y

establecer nuevas relaciones afectivas o nuevos proyectos.

Todo proceso de duelo implica que paulatinamente hemos ido aceptando “la pérdida” y

al final incorporamos a nuestro yo “las partes buenas” de la misma.

Cronológicamente la “pérdida del objeto” es la primera etapa de la elaboración del

duelo y la persona necesita exteriorizar su dolor ante la pérdida.

Es bueno realizar un análisis minucioso de las circunstancias de la muerte y del mismo

funeral. Se le sugiere al llamante que describa con todo detalle cómo se produjo la

muerte y los sentimientos que ese acontecimiento provocó.

En un primer momento ante la pérdida de un ser querido no se permiten sentimientos

negativos sobre el desaparecido. Las acciones terapéuticas deben ir dirigidas a sentir “el

objeto perdido” tal como era con sus virtudes y sus defectos.

En la intervención en crisis deberemos provocar que el llamante reconozca lo bueno y lo

malo de la persona fallecida, para que pueda lograr una valoración real de lo que ha

perdido y poder quedarse con todo lo bueno del “objeto perdido”. Es la manera de

conseguir de una forma sana, que la muerte del ser querido no conduzca a la depresión y

al suicidio

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Acting out: procedimiento terapéutico

El acto suicida se puede considerar un “acting out”, que el llamante no sabe o no puede

expresar de otra manera.

El individuo que realiza un “acting out” muestra una multitud de debilidades del yo:

pobreza del control de impulsos, baja tolerancia para la frustración, deficiencia en la

prueba de realidad.

Técnica de Aplazamiento de BELLAK Y SIEGEL

Consiste en conseguir del consultante que posponga su decisión de autodestrucción. De

esta manera logramos, además de la demora en la decisión final, la posibilidad de

intervenir y poder reducir el deseo de muerte.

“Introspección intermisión”

En algunas ocasiones es necesario dar un tiempo de reflexión al pre-suicida para que se

situe frente a su propia vivencia de muerte. Cuando han fallado otras estrategias

terapéuticas, podemos ofrecer la posibilidad de que el llamante, manteniendo la

comunicación telefónica, analice, en silencio, su deseo de muerte.

El orientador en estos casos, comunica que va a guardar unos instantes de silencio, para

que el llamante, a solas consigo mismo, se enfrente a su propia vivencia autodestructiva.

Otras intervenciones

“Visión en túnel”: Existe la necesidad de plantearle al pre-suicida que

existen otras alternativas que no es el suicidio. El llamante está inmerso en el

túnel de sus pensamientos de muerte y no puede ver la claridad de otras

soluciones.

“Orientación anticipatoria”: En el caso del suicidio, a veces, es adecuado

favorecer la fantasía de después del suicidio: que pasará con los hijos,

esposa/o, etc.

Utilización del humor: Mantiene que, a veces, ante una afirmación

chocante se puede dar una respuesta sorprendente.

Ejemplo:

*Llamante: Tengo una pistola encima de la mesa…

*Escucha: ¿Está cargada?

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Provocar la expresión de la agresividad: Se refiere a algunas de las

respuestas que se pueden dar a una persona que ha sufrido una ruptura y

consiguientemente manifiesta su deseo de muerte.

*Escucha: “Yo puedo ver que tu estas muy enfadado con alguien que te ha

dejado, pero puedes pensar que existen otras formas para expresar tu

malestar, que no sea el suicidio…”

Evitar el simple reflejo de sentimientos: deberemos abrirle las puertas

de su existencia a otras alternativas o soluciones, que no sean su propia

muerte.

En definitiva, ante una crisis suicida siempre tenemos que reafirmar el futuro, sin negar

el presente. Habrá que iluminar los aspectos positivos y sanos de la personalidad del

llamante sin intentar convencerle, con argumentos racionales.

En los casos psicopatológicos graves se deberá orientar hacia un tratamiento cara a cara,

con un profesional.

Cuarta fase: Acción y seguimiento

Para restablecer el equilibrio anterior a la crisis suicida deberemos movilizar los

recursos familiares o sociales para evitar la muerte.

En estas circunstancias no es defendible la neutralidad del escucha. Se deberá pasar a la

acción si el riesgo de muerte es inminente.

Ejemplo:

*Llamante: “No llame a mi primo que vive en la calle..Nº…, porque

vendría y no me dejaría matarme”

*Escucha: No cumplió ese deseo y el primo fue a la casa del llamante y

no se consumó el suicidio.

El acto suicida está en curso (durante la llamada)

En estas llamadas lo más urgente es valorar el riesgo real de muerte y actuar en

consecuencia. Si este peligro no existe (el orientador lo puede “comprobar” por las

acciones suicidas que el llamante dice haber realizado, su tono y ritmo de la voz, etc.)Se

pueden seguir los distintos pasos señalados para la intervención en las crisis suicidas.

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Decálogo de la atención al Teléfono de la Esperanza al

pre-suicida

1. Facilitar la verbalización de la ideación suicida de forma gradual.-

No podemos pasar de largo ante la sospecha de un deseo o fantasía

autodestructiva.

2. Facilitar la transferencia positiva.-Solo desde la comprensión del impulso

suicida podemos ofrecer nuestra ayuda.

3. Evitar los eufemismos.-podemos trasmitir seguridad al consultante cuando

llamamos a las cosas por su nombre: suicidio, muerte, etc.

4. Toda idea suicida la deberemos considerar seriamente.- Incluso la que

se presenta con un matiz histriónico debe ser valorada, sin angustia, pero

también sin descalificar a priori.

5. No somos omnipotentes.-Debemos aceptar nuestras limitaciones y

posibilidades como escuchas.

6. Disociación terapéutica.-El buen escucha es el que vibra ante los problemas de

los demás pero también sabe poner distancia adecuada para no sentirse invadido

por la angustia del otro.

7. No intentar convencer, sino comprender.-El cambio para seguir viviendo

se produce no por razones sino por el descubrimiento de sentimientos y

emociones que nos sujetan a la vida.

8. Huir de las descalificaciones.-Aceptar las ideas autodestructivas del otro no

significa que las compartamos, pero tampoco podemos censurar de forma

arbitraria dichas ideas.

9. Permitir la ventilación de los sentimientos.-Debemos indicar al llamante

que podemos soportar su irritabilidad y agresividad, como señal de nuestra

capacidad para ayudarle.

10. Acción.-En la ayuda al pre-suicida no podemos ser pasivos, ni neutrales, sino

que debemos poner en marcha cuantos dispositivos asistenciales, familiares o

terapéuticos estén a nuestro alcance, para que la vida triunfe sobre la muerte.

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Elaboración del duelo por pérdida causada por el suicidio de un ser querido SUICIDIO

En nuestra sociedad hay un estigma asociado al suicidio. No debemos olvidar que casi

750.000 personas al año elaboran el suicidio de un miembro de su familia, y se quedan

no solo con la sensación de la pérdida, sino también con el legado de la vergüenza , el

miedo , el rechazo ,el enfado y la culpa.

EDWIN SHNEIDMAN padre del movimiento de prevención de suicidios en E.E.U.U

dijo:

“La persona que se suicida deposita todos sus secretos en el corazón del superviviente,

le sentencia a afrontar sentimientos negativos y, a obsesionarse con pensamientos

relacionados con su papel, real, o posible, a la hora de haber precipitado el acto

suicida o de haber fracasado en evitarlo”.

El suicidio es la crisis de duelo más difícil que ha de afrontar y resolver cualquier

familia.

Unos de los sentimientos predominantes entre los supervivientes de un suicidio son los

sentimientos de:

Vergüenza...-Esta presión emocional añadida no sólo afecta a las interacciones del

superviviente con la sociedad sino que puede, además, alterar de manera espectacular

las relaciones en la unidad familiar.

La culpa.-Es otro sentimiento normal entre los supervivientes de las víctimas del

suicidio. Asumen la responsabilidad de la acción del fallecido y tienen el sentimiento

corrosivo de que había algo que ellos debían o podían haber hecho para evitar la muerte.

Este sentimiento de culpa es especialmente difícil cuando el suicidio ha ocurrido en el

contexto de algún conflicto interpersonal entre el fallecido y el superviviente.

Debido a la intensidad de la culpa, las personas pueden sentir que necesitan ser

castigadas y pueden interactuar con la sociedad de manera que, a su vez, dicha sociedad

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les castiga a ellos. Los muchachos que empiezan a ser delincuentes o que se involucran

en el abuso de drogas o alcohol pueden ser ejemplos de esta conducta de autocastigo.

Ya tengan éxito o no los supervivientes en su necesidad de ser castigados, los cambios

en los patrones de conducta son significativos y observables.

El enfado es otro de los sentimientos que experimentan las personas que sobreviven

a una muerte por suicidio. La intensidad de su rabia les hace sentirse culpables. Perciben

la muerte como un rechazo; cuando preguntan enfadados: ¿por qué? por qué, porqué?

(¿Por qué me hizo esto?). La intensidad de su rabia les hace sentirse culpables.

Los supervivientes especulan que el fallecido no pensó lo suficiente en ellos o no habría

cometido el suicidio.

El miedo: es una respuesta normal después de un suicidio. Es un sentimiento

primario y normal entre los supervivientes de un suicidio, es el de sus propios impulsos

autodestructivos.

El pensamiento distorsionado.- es otra característica que se encuentra entre

los supervivientes de suicidios. Muchas veces los supervivientes, especialmente niños,

necesitan ver la conducta de la víctima no como un suicidio sino como algo accidental.

Este tipo de pensamiento puede resultar útil a corto plazo, pero a la larga no es nada

productivo.

Es importante recordar que las víctimas del suicidio muchas veces provienen de familias

con problemas sociales difíciles, como el alcoholismo o el abuso infantil.

ACTUACIONES TERAPÉUTICAS

Asesoramiento para supervivientes de suicidios.-Un escucha o terapeuta

puede intervenir y ayudar a llenar el vacío que produce esta pérdida de comunicación

con los demás.

Confrontar con la realidad la culpabilidad hacia uno mismo y

hacia los otros.- Parte de la culpa puede que no sea realista y produzca en

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sí misma una confrontación con la realidad, dando a la persona cierta

sensación de alivio.

Cuando la característica predominante es culpar a los otros, el escucha puede

promover también la confrontación con la realidad.

Ayudar a corregir las negaciones y distorsiones.- Los

supervivientes tienen que afrontar la realidad del suicidio para poder

elaborarlo Usar palabras que para ellos les resulta difícil como: ((se suicidó))

o ((se colgó)) puede ayudarles mucho, dentro del diálogo terapéutico.

Muchos supervivientes tienden a ver a la víctima como buena o mala, ésta es

una ilusión que el escucha ha de ayudar a cuestionar.

Explorar las fantasías de futuro.- Hay que explorar las fantasías que

tienen los supervivientes respecto de cómo les afectará la muerte en el

futuro, mediante la confrontación con la realidad.

Trabajar el enfado.-Trabajar el enfado y la rabia que suscita este tipo de

muerte, permite expresarlos al mismo tiempo que refuerza el control

personal que tiene el superviviente sobre dichos sentimientos.

Confrontar la sensación de abandono con la realidad.- Sentirse

abandonado es quizás uno de los resultados más devastadores de la muerte

por elección (suicidio).