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  • 7/25/2019 Traduccin Paul Ricoeur

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    EL

    PARADIGMA DE L TRADUCCIN

    1

    Paul Ricoeur

    Universidad de Pars X

    y

    Chicago

    Existen dos vas de aproximacin para analizar el problema que plantea el

    acto de traducir. Podemos o bien considerar el trmino traduccin en el sen-

    tido estricto de transferencia de un mensaje verbal de una lengua a otra, o

    bien considerarlo en sentido amplio como sinnimo de interpretacin de

    cualquier conjunto significante en el seno de una misma comunidad l i n s ~

    ti ca.

    Ambas aproximaciones son legtimas: la primera, la que sigue Antoine

    Berman en

    a

    Prueba del Extranjero toma en cuenta el hecho evidente de la

    pluralidad y diversidad de lenguas; la segunda, preconizada por George Stei-

    ner en Despus de Babel se orienta directamente hacia el fenmeno global,

    que el autor resume como sigue: comprender es traducir . Yo he escogido

    empezar

    por

    la primera,

    en

    la medida

    en

    que pone de relieve la relacin entre

    lo propio

    y

    lo extrao, para luego, al filo de las dificultades

    y

    paradojas que

    la traduccin de una lengua a otra suscita, pasar a la segunda.

    Partamos, pues, de la pluralidad

    y

    diversidad de lenguas,

    y

    apuntemos un

    primer hecho: la traduccin existe porque los hombres hablan lenguas dife-

    rentes. Este hecho es el de la diversidad de las lenguas retomando el ttulo

    de Wilhelm von Humboldt. Ahora bien, este hecho es, al mismo tiempo, un

    enigma: por qu no una sola lengua y, sobre todo, por qu tantas lenguas,

    cinco o seis mil segn los etnlogos? Los criterios darwinianos de utilidad

    y

    adaptacin en la lucha por la supervivencia no son vlidos; tal multiplicidad

    1

    Versin al espaol de: Francine Sucarrat y Jos Carlos Carrete

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    innumerable no slo es intil sino tambin perjudicial. En efecto, la comuni

    cacin intra-comunitaria est asegurada por el poder de integracin de cada

    lengua considerada en s misma; la comunicacin con el mundo externo a la

    comunidad lingstica langagiere) se vuelve casi impracticable debido a lo

    que Steiner denomina prodigalidad nefasta . Pero lo enigmtico no es slo

    la interferencia en la comunicacin, que el mito de Babel, del que hablare

    mos luego, llama dispersin en el plano geogrfico y confusin en el

    plano comunicativo, sino tambin el contraste con otros rasgos que ataen al

    lenguaje. En primer lugar, el hecho considerable de la universalidad del len

    guaje: todos los hombres hablan . Se trata de un rasgo de humanidad aso

    ciado a la herramienta, a la institucin o a los ritos funerarios. Por lenguaje

    entendemos el uso de signos que

    no

    son cosas pero que valen por cosas, el

    intercambio de signos en la interlocucin, en definitiva, el

    papel capital de

    una lengua comn en lo que respecta a la identificacin comunitaria; he aqu

    una competencia universal negada por sus realizaciones locales, una capaci

    dad universal negada por su prctica mltiple, diseminada, dispersa. De ah

    las especulaciones que conciernen primero al mito, luego a la filosofia del

    lenguaje cuando plantea preguntas acerca del origen de la dispersin

    confusin. En este sentido, el mito de Babel, demasiado breve y confuso en

    su factura literaria, induce ms a imaginar una supuesta lengua paradisaca

    perdida, que a ofrecer una gua para orientarse en este laberinto. La disper

    sin-confusin se percibe, pues, como una catstrofe lingstica irremedia

    ble. Sugerir en un instante una lectura ms benevolente de la condicin

    comn de los humanos.

    Mas antes quiero sealar que existe un segundo hecho que no debe ocul

    tar el primero, el de la diversidad de idiomas, esto es, el hecho, igualmente

    considerable, de que siempre se ha traducido; antes de los intrpretes profe

    sionales, existieron viajeros, comerciantes, embajadores, espas, lo cual su

    pone muchos bilinges y polglotas. Este hecho implica algo tan notable

    como es la incomunicabilidad lamentada, a saber, la actividad traductora en

    s misma, que presupone en todo locutor la aptitud para aprender y practicar

    otras lenguas distintas de la suya; tal capacidad parece solidaria con otros

    rasgos menos evidentes que conciernen la prctica del lenguaje, rasgos que

    nos llevarn al final de nuestro recorrido, a los aledaos de los procesos de

    traduccin intralingstica,

    es

    decir, avanzando

    lo

    que luego desarrollar, a

    los aledaos de la capacidad reflexiva del lenguaje, a esa posibilidad, siem

    pre disponible,

    de

    hablar sobre el lenguaje, de distanciamos de l y de este

    modo, considerar nuestra propia lengua como una ms entre otras. Reservo el

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    anlisis de la reflexividad del lenguaje para ms adelante y me concentro en

    el mero hecho de la traduccin. Los hombres hablan lenguas diferentes pero

    pueden aprender lenguas distintas de la lengua materna.

    Este sencillo hecho suscit una amplia reflexin que se dej encerrar en

    una alternativa ruinosa de la que es preciso desembarazarse. La alternativa

    paralizadora a la que aludo es la siguiente: o bien la diversidad de lenguas

    expresa una heterogeneidad radical y, en tal caso, la traduccin sera teri

    camente imposible -a priori las lenguas son intraducibles-. O bien la traduc

    cin, tomada como un hecho, se explica por un fondo comn que la hace

    posible; pero, en ese caso, debe poderse bien encontrar el fondo comn -y es

    la pista de la lengua originaria-, o bien reconstruirlo lgicamente, y esta es la

    pista de la lengua universal. Originaria o universal, esta lengua absoluta debe

    poder mostrarse con sus tablas fonolgicas, lxicas, sintcticas, retricas.

    Insisto en la alternativa terica: o bien la diversidad de lenguas es radical,

    con lo cual, en buena ley, la traduccin sera imposible; o bien la traduccin

    es un hecho, y hay que establecer su legitimidad mediante una investigacin

    sobre el origen o por una reconstruccin de las condiciones a priori del

    hecho constatado.

    Pues bien, sugiero que hay que abandonar la alternativa terica: traduci

    ble vs intraducible y sustituirla por otra de ndole prctica, derivada del

    ejercicio mismo de la traduccin: la alternativa fidelidad vs. traicin, aun

    cuando reconozcamos que la prctica de la traduccin sigue siendo una ope

    racin arriesgada siempre en busca de una teora. Veremos

    al

    final que las

    dificultades de la traduccin intralingstica intra-langagiere) confirman

    esta molesta confesin. Recientemente particip en un coloquio internacional

    sobre interpretacin y escuche all la exposicin del filsofo analtico Donald

    Davidson que tena por ttulo: En teora dificil y duro (hard), en la prctica

    fcil y cmodo (easy) . Esta es tambin mi tesis acerca de la traduccin en

    sus vertientes extra- e intralingsticas: tericamente incomprensible pero

    practicable en la realidad aunque a un alto coste: la alternativa prctica fide

    lidad vs. traicin.

    Antes de avanzar por la va de esta dialctica prctica -fidelidad vs. trai

    cin- quisiera, muy sucintamente, exponer las razones de este callejn sin

    salida especulativo en el que se enfrentan lo intraducible y lo traducible.

    La tesis de la intraducibilidad es la conclusin obligada de una determi

    nada etnolingstica -Lee Whorf, Sapir- que se dedic a subrayar

    el

    carcter

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    no superponible de las diferentes divisiones sobre las que descansan los ml

    tiples sistemas lingsticos: -corte fontico y articulatorio como base de los

    sistemas fonolgicos (vocales, consonantes, etc.), -corte conceptual que go

    bierna los sistemas lxicos (diccionarios, enciclopedias, etc.), -corte sintcti

    co como base de las distintas gramticas. Los ejemplos abundan: si alguien

    dice bois en francs, agrupa el material leoso y la idea de un pequeo

    bosque. Pero en otra lengua estos dos significados se encontrarn separados y

    reagrupados en dos sistemas semnticos diferentes. En el plano gramatical

    es

    fcil constatar que los sistemas de tiempos verbales (presente, pasado, futuro)

    difieren de una lengua a otra. Hay lenguas en las que no se marca la situacin

    en el tiempo sino el carcter perfectivo o no de la accin; y hay otras que

    carecen de tiempos verbales y en las que la situacin en el tiempo se marca

    tan slo gracias a adverbios equivalentes a ayer maana etc. Si a esto se

    aade la idea segn la cual cada divisin lingstica impone una visin del

    mundo, idea insostenible en mi opinin, como por ejemplo que los griegos

    construyeron ontologas porque posean un verbo ser que funcionaba a la

    vez como cpula y como asercin de existencia, el conjunto de las relaciones

    humanas de los locutores de una lengua dada llega a ser no-superponible l

    conjunto por el que el locutor de otra lengua se comprende a s mismo

    l

    comprender su relacin con el mundo. Habra que concluir, pues, que la no

    comprensin es la regla, que la traduccin es tericamente imposible y que

    tan slo los esquizofrnicos pueden ser bilinges.

    Nos vemos, por consiguiente, forzados a avanzar en la otra direccin:

    puesto que la traduccin existe, forzosamente ser posible. Y si

    es

    posible,

    ello se debe a que, bajo la diversidad de lenguas, existen estructuras ocultas

    que, o bien contienen la huella de una lengua originaria perdida que hay que

    encontrar, o bien estn formadas por cdigos a priori por estructuras univer

    sales, o como

    se

    suele decir, trascendentes, que deberemos poder reconstruir.

    La primera versin -la de la lengua originaria- fue defendida por diversas

    gnosis, por la Cbala o por hermetismos de todo tipo, hasta producir frutos

    envenenados como el alegato en pro de una supuesta lengua aria, considerada

    como histricamente fecunda y a la que se opone el hebreo, reputado estril.

    Olander en

    su

    libro Las Lenguas del Paraso cuyo inquientante subttulo:

    Arios y Semitas: una pareja providencial denuncia, en lo que l denomina

    una fbula sabia , este prfido antisemitismo lingstico. Pero, para ser

    equitativo, hay que decir que la nostalgia de la lengua originaria produjo

    tambin la poderosa meditacin

    de

    Walter Benjamn cuando escribe

    su

    libro

    La tarea del traductor en

    el

    que la lengua perfecta , la lengua pura -son

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    expresiones suyas- representa

    el

    horizonte mesinico del acto de traducir,

    asegurando en secreto la convergencia de las lenguas cuando stas se ven

    llevadas a la cima de la creatividad potica. Desgraciadamente, la prctica

    de

    la traduccin no recibe ayuda alguna de esta nostalgia transmutada en espera

    escatolgica; quiz tengamos ms adelante que olvidar este deseo de perfec

    cin para asumir sin embriaguez y con toda sobriedad la tarea del traduc

    tor .

    Ms dura de roer es la otra versin de la bsqueda

    de

    unidad, no ya en la

    direccin

    de

    un origen en el tiempo sino en la de cdigos a priori Umberto

    Eco dedic tiles captulos de su libro

    La Bsqueda de l lengua peifecta

    en

    l

    cultura europea

    a tales intentos. Se trata, como subraya el filsofo Bacon,

    de eliminar las imperfecciones de las lenguas naturales, que estn en el ori

    gen

    de

    lo que l llama los dolos de la lengua. Leibniz dar forma a esta

    exigencia mediante la idea de caracterstica universal cuya meta sera la de

    componer un lxico universal de ideas sencillas, completado por un compen

    dio de todas las reglas de composicin entre estos verdaderos tomos

    de

    pensamiento.

    Llegamos ahora al meollo de la cuestin, lo que marcar un giro en nues

    tra reflexin: cabe preguntarse por qu esta tentativa falla y por qu debe

    fallar.

    Hay, es verdad, resultados parciales en las gramticas denominadas gene

    rativas de la escuela de Chomsky, pero que se saldan con un fracaso total en

    lo que se refiere al lxico y a la fonologa. Por qu? Porque no son las im

    perfecciones de las lenguas naturales sino su funcionamiento el que es ana

    tema. Para simplificar hasta el extremo una discusin muy tcnica sealemos

    dos escollos: por una parte, no hay acuerdo acerca

    de

    lo que caracteriza una

    lengua perfecta en el nivel del lxico

    de

    las ideas primitivas que la compo

    nen. Tal acuerdo supondra una homologa total entre signo y cosa, sin nin

    gn tipo

    de

    arbitrariedad

    y

    de forma ms general, entre el lenguaje y

    el

    mundo, lo cual constituye o bien una tautologa, pues se considera que una

    clasificacin privilegiada es imagen del mundo, o bien una pretensin impo

    sible de verificar en ausencia de un inventario exhaustivo de todas las len

    guas habladas.

    El

    segundo escollo es ms temible an: nadie puede decir cmo se pue

    den derivar de esa lengua presuntamente perfecta las lenguas naturales con

    todas las peculiaridades de las que hablaremos luego; la

    distancia

    entre len-

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    gua universal y lengua emprica, entre lo apriorstico y lo histrico, se hace

    infranqueable. As es como la reflexin sobre la tarea de traduccin en el

    seno de una misma lengua natural ser muy til para iluminar la infinita

    complejidad de las lenguas; complejidad que obliga a aprender en cada oca

    sin su funcionamiento, incluido el de la propia.

    Este es el balance escueto de la batalla que opone el relativismo de cam

    po, que debera establecer como conclusin la imposibilidad

    de

    la traduccin,

    y el formalismo de despacho, que

    es incapaz de basar el hecho de

    la

    traduc

    cin en una estructura universal demostrable. S, hay que confesarlo, de una

    lengua a otra la situacin es de dispersin y de confusin.

    Y

    sin embargo, la

    traduccin se inscribe en la larga letana de los

    a

    pesar de". No obstante los

    fratricidas, militamos en pro de

    la

    fraternidad universal. No obstante la hete

    rogeneidad de las lenguas, hay bilinges, polglotas, intrpretes y traductores.

    Entonces, cmo

    lo

    consiguen?

    Acabo de anunciar, hace un momento, un cambio de orientacin: abando

    nemos la alternativa especulativa -traductibilidad vs. intraductibilidad- y

    penetremos en la alternativa prctica fidelidad vs. traicin.

    Para ponemos en la va de este cambio de orientacin quisiera volver a

    la

    interpretacin del mito de Babel; interpretacin que no

    me

    gustara concluir

    con la idea de una catstrofe lingstica infligida a los humanos por un dios

    celoso de su xito. Tambin se puede leer este mito, como por lo dems los

    otros mitos fundacionales que tienen en cuenta situaciones irreversibles,

    como la constatacin sin condena de una separacin originaria. Podemos

    empezar por el principio del Gnesis con la separacin de los elementos

    csmicos que permite a un orden emerger del caos, continuar con la prdida

    de la inocencia y la expulsin del paraso; expulsin que marca tambin el

    acceso a la edad adulta y responsable, y proseguir luego -y esto es muy inte

    resante con vistas a una relectura del mito de Babel- con el fratricidio, o ase

    sinato

    de

    Abel, que convierte la fraternidad, mero fruto

    de

    la naturaleza, en

    proyecto tico.

    Si

    adoptamos esta lnea de lectura, que comparto con el exe

    geta Paul Beauchamp, la dispersin y la confusin de lenguas, recogidas en

    el

    mito de Babel, vienen a coronar la historia de la separacin, colocndola

    en

    el

    corazn del ejercicio del lenguaje. As somos, as existimos, dispersos y

    confusos, y llamados a qu? Pues .. a la traduccin Hay un despus

    de

    Babel definido por la "tarea

    del

    traductor" parafraseando

    el

    ttulo ya citado

    del

    clebre ensayo de Walter Benjamn.

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    Para dar ms fuerza a esta lectura, recordar con Umberto Eco que el

    relato de Gnesis XI est precedido por los dos versculos numerados

    Gnesis X, 31,2 en los que la pluralidad de las lenguas parece tomarse como

    un dato simplemente factual. Cito por la vieja traduccin de la B.A.C?:

    Estos son los hijos de Sem, segn sus familias, lenguas, regiones

    y naciones. stas las familias de los hijos de No, segn sus gene-

    raciones y naciones. De stos se dividieron los pueblos en la tierra

    despus del diluvio .

    Estos versculos tienen el tono de las enumeraciones en las que se expre-

    sa, con mirada benvola, la simple curiosidad. La traduccin es, pues, una

    tarea, tomada esta palabra no en el sentido de obligacin apremiante sino de

    algo que hay que hacer para que la actividad humana pueda sencillamente

    proseguir, por utilizar los mismos trminos que Hannah Arendt, la amiga de

    Benjamn, en la Condicin Humana

    2

    Sigue a continuacin el relato: el Mito de Babel :

    Era la tierra toda de una sola lengua y de unas mismas palabras.

    En su marcha desde Oriente hallaron una llanura en la tierra de Se-

    naar y se establecieron all.

    Dijronse unos a otros: Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos

    al

    fuego . Y se sirvieron de los ladrillos como

    de

    piedra y el betn

    les sirvi

    de

    cemento; y dijeron vamos a edificamos una ciudad y

    una torre, cuya cspide toque a los cielos y nos haga famosos, por

    si tenemos que dividimos por la haz de la tierra .

    Baj Y ahveh a ver la ciudad y la torre que estaban haciendo los

    hijos de los hombres y se dijo: He aqu un pueblo uno, pues tie-

    nen todos una lengua sola. e han propuesto esto, y nada les impe-

    dir llevarlo a cabo.

    Bajemos, pues, y confundamos su lengua, de modo que

    no se

    en-

    tiendan unos a otros .

    Y los dispers de all Yahveh por toda la haz

    de

    la tierra, y as ce-

    saron

    de

    edificar la ciudad.

    Por eso se llam Babel, porque all confundi Y ahveh la lengua

    de

    la tierra toda y de all los dispers por la haz de toda la tierra.

    l autor cita la traduccin francesa de Chouraki. La versin espaola ms prxima

    es la de la B.A.C. utilizada por nosotros. Not. Trad.

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    stas son las generaciones de Sem: era Sem de cien aos cuando

    engendr a Arpaksad, dos aos despus del diluvio.

    Vivi Sem despus de engendrar a Arpaksad quinientos aos y en-

    gendr hijos e hijas".

    Como se puede constatar, no hay ninguna recriminacin, ninguna queja,

    ninguna acusacin:

    Y

    los dispers de all por toda la haz de la tierra, y as

    cesaron de edificar la ciudad." Cesan de edificar lo cual es otra manera de

    decir "esto es lo que hay". Como le gustaba afirmar a Benjamn: "Mira por

    donde, as son las cosas". A partir de esta realidad de la vida, traduzcamos

    Para hablar como se debe de la tarea de traduccin quisiera evocar, como

    hace Antaine Berman en

    La Prueba del Extranjero

    el

    deseo

    de traducir. Este

    deseo va ms all de la obligacin y de la utilidad. Desde luego existe una

    obligacin: si se quiere comerciar, viajar, negociar incluso espiar, hay que

    disponer de mensajeros que hablen la lengua de los dems. Su utilidad, por lo

    dems, es evidente. Si se quiere uno ahorrar el aprendizaje de lenguas extran-

    jeras, muy contento estar de encontrar traducciones. Despus de todo, as es

    como tuvimos todos acceso a los Trgicos, a Platn, Shakespeare, Cervantes,

    Petrarca y Dante, Goethe y Schiller, Tolstol y Dostoievski. Obligacin,

    utilidad,

    s

    Pero hay algo an ms tenaz, ms profundo, ms escondido: el

    deseo de traducir.

    Este deseo anim a los pensadores alemanes desde Goethe, el gran clsi-

    co, y W. von Humboldt, pasando por los romnticos Novalis, los hennanos

    Schlegel, Schleiermarcher (traductor de Platn, no lo olvidemos) hasta

    Holderln el traductor trgico de Sfocles, y por fin Walter Benjamn, here-

    dero de Holderlin. Y antes de tan ilustres personajes, Lutero traductor de la

    Biblia

    -Lutero

    y su determinacin de "germanizar" la Biblia, cautiva del

    latn de San Jernimo.

    Qu esperaban de esta ansia irrefrenable de traducir? Pues bien, lo que

    uno de ellos llam la ampliacin del horizonte de su propia lengua, o lo que

    todos llamaron formacin,

    Bildung

    es decir, a un tiempo configuracin y

    educacin, y como premio aadido, si me permiten decirlo as, el descubri-

    miento de la propia lengua y de sus recursos dejados yermos. La frase que

    sigue es de Holderlin:

    Lo

    que nos es propio debe aprenderse igual de bien

    que lo que nos es extrao". Pero en tal caso por qu este deseo de traducir

    debe pagarse al precio de

    un

    dilema, del dilema .fidelidad-traicin? Pues,

    porque no existe criterio absoluto de buena traduccin. Para que tal criterio

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    estuviese disponible, habra que poder comparar el texto de partida y el texto

    de llegada con un tercer texto que contendra ese sentido idntico que

    supuestamente circula del primero al segundo. Ambos textos deben expresar

    lo mismo. Del mismo modo que en el

    Parmnides

    de Platn no hay un tercer

    hombre entre la idea del hombre y el hombre singular -Scrates por decirlo

    claramente- as tampoco hay un tercer texto entre

    el

    texto fuente y el texto de

    llegada. De ah la paradoja, previa al dilema: una buena traduccin slo pue

    de aspirar a una equivalencia supuesta, no fundada en una identidad de senti

    do demostrable. Una equivalencia sin identidad. Esta equivalencia slo pue

    de buscarse, trabajarse, suponerse. Y la nica manera de criticar una traduc

    cin -lo que siempre es posible- es proponer otra que presumimos o preten

    demos que es mejor o diferente. Y es, por lo dems, lo que ocurre en la acti

    vidad profesional de los traductores. En lo que se refiere a los grandes textos

    de nuestra cultura vivimos, en esencia, de retraducciones a su vez rehechas

    una y otra vez. Tal es el caso de la Biblia de Homero,

    de

    Shakespeare y de

    todos los escritores citados anteriormente, as como de los filsofos, desde

    Platn hasta Nietzsche o Heidegger.

    As provistos de retraducciones estamos acaso mejor preparados para re

    solver el dilema fidelidad-traicin? En modo alguno. El riesgo que entraa el

    deseo de traducir y que transforma el encuentro con el extranjero y su lengua

    en una prueba es insalvable. Franz Rosenzweig, a quien nuestro colega Hans

    Christoph Askani recurre como testigo del problema de la traduccin (as

    es como me permito traducir el ttulo de su gran libro de Tbingen), dio a

    esta prueba la forma de una paradoja: traducir, afirma, es servir a dos amos,

    al extranjero en su extraeza y al lector en su deseo de apropiacin. Antes

    que l Schleiermarcher descompona la paradoja en dos frases llevar el lec

    tor hasta el autor , llevar el autor hasta el lector . Por mi parte, me arriesga

    r a aplicar a esta situacin el vocabulario freudiano y a hablar, aparte de

    trabajo de traduccin, de trabajo de duelo, en

    el

    sentido en el que Freud habla

    de trabajo de rememoracin.

    Trabajo de traduccin conquistado frente a resistencias ntimas motivadas

    por el miedo

    e

    incluso, por

    el

    odio al extranjero, que se percibe como una

    amenaza para nuestra propia identidad lingstica. Pero, a un tiempo, trabajo

    de duelo en la medida en que fuerza a renunciar al ideal mismo de la traduc-

    cin pe1jecta. Este ideal, en efecto, no slo se nutre del deseo de traducir

    y

    a

    veces, de la felicidad de traducir, sino que tambin lleva la desgracia a un

    Hi:ilderlin, destrozado por su ambicin de fundir la poesa alemana y griega

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    2 IDENTID D Y CULTUR

    en una hiperpoesa en la que la diferencia de lenguas

    se

    vera abolida. Y

    quin sabe si el ideal

    de

    la traduccin perfecta, no mantiene, en ltima ins

    tancia, la nostalgia de la lengua originaria o la voluntad de dominio sobre

    el

    lenguaje por el bies de la lengua universal? Abandonar el sueo de la traduc

    cin perfecta sigue siendo la confesin de la diferencia imposible de borrar

    entre lo propio y

    lo

    forneo. Queda la prueba del extranjero.

    Vuelvo ahora

    al

    ttulo propuesto: el paradigma de la traduccin.

    Creo, en efecto, que la traduccin no slo plantea un trabajo intelectual,

    terico o prctico, sino tambin un problema tico. Acercar el lector al autor,

    acercar el autor al lector, an a riesgo de servir y traicionar a dos amos, es

    practicar lo que me gusta llamar la

    hospitalidad lingstica

    Esta hospitalidad

    es el modelo para otras formas que me parecen emparentadas: las confesio

    nes, las religiones no son acaso como lenguas extraas unas a otras, cada una

    con su lxico, su gramtica, su retrica, su estilstica que hay previamente

    que aprender para poder interpretarlas? Y la hospitalidad eucarstica acaso

    no debe asumirse con los mismos riesgos de traduccin-traicin y tambin

    idntica renuncia a la traduccin perfecta? Me detengo en estas analogas

    atrevidas y en estos interrogantes.

    Mas no quisiera terminar sin sealar las razones por las que no hay que

    dejar

    de

    lado la otra mitad del problema de la traduccin, esto es, la traduc

    cin n el interior de una misma comunidad lingstica. Quisiera mostrar, al

    menos de forma sucinta, que en el trabajo de la lengua sobre

    s

    misma se

    desvelan las razones profundas por las que la distancia entre una lengua pre

    suntamente perfecta, universal y las llamadas lenguas naturales, en el sentido

    de no artificiales, es insalvable. Como ya lo he sugerido, no son las imper

    fecciones de las lenguas naturales lo que nos gustara abolir, sino el funcio

    namiento mismo de estas lenguas, en sus sorprendentes rarezas. El trabajo de

    la traduccin interna revela justamente esta distancia. Estoy de acuerdo en

    esto con la declaracin que domina todo el libro

    de

    George Steiner

    Despus

    de Babel

    Despus de Babel, comprender es traducir . Se trata

    de

    mucho

    ms que de una simple interiorizacin de la relacin con el extranjero en

    virtud del adagio de Platn segn el cual el pensamiento es un dilogo del

    alma consigo misma; esta interiorizacin transformara, pues, la traduccin

    interna en simple apndice de la traduccin externa. Se trata de una explora

    cin original que pone al descubictio los procedimientos cotidianos de una

    lengua viva: stos impiden que lengua universal alguna sea capaz

    de

    recons

    truir la indefinida diversidad de aqulla. Se trata, en efecto, de acercarse a los

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    EL

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    secretos de la lengua viva y, al mismo tiempo, de explicar el fenmeno del

    malentendido, de la comprensin errnea que, segn Schleiermarcher, susci

    ta la interpretacin y de cuya parte terica quiere ocuparse la hermenutica.

    Las razones de la distancia entre lengua perfecta y lengua viva son exacta

    mente las mismas que las causas de la comprensin errnea.

    Partir del hecho evidente, caracterstico del uso de nuestras lenguas, de

    que siempre es posible decir

    lo

    mismo de otra manera. Es

    lo

    que hacemos

    cuando definimos una palabra con otra del mismo lxico, como se hace en

    los diccionarios. Peirce, en su ciencia semitica, coloca este fenmeno en el

    centro de la reflexividad del lenguaje sobre s mismo. Es igualmente

    lo

    que

    hacemos cuando volvemos a formular un argumento que no fue comprendi

    do. Decimos que lo explicamos, es decir, que desplegamos los pliegues.

    Ahora bien, decir lo mismo de otra manera -con otras palabras- es lo que

    hace, como sealamos antes, el traductor e una lengua extranjera. Encon

    tramos, pues, en el interior de la comunidad lingstica el enigma de lo idn

    tico, del significado mismo, del inasible sentido idntico, supuestamente

    capaz de hacer equivalentes las dos versiones del mismo discurso. Nos en

    contramos, pues, ante un callejn sin salida, y, a menudo, agravamos el ma

    lentendido con nuestras explicaciones. Al mismo tiempo, tendemos un puen

    te entre la traduccin interna

    as

    la llamo yo- y la traduccin externa. En

    efecto, en el interior e una comunidad, la comprensin exige al menos dos

    interlocutores:

    no

    son, desde luego, extranjeros, pero

    s

    otros, otros, si se

    quiere, prximos. Husserl, al hablar del conocimiento del otro, llama al pr

    jimo cotidiano der Fremde , el extranjero. En todo otro, hay algo de extran

    jero. Entre varios es como definimos, reformulamos, explicamos, buscamos

    decir lo mismo de otra manera.

    Demos un paso ms hacia esos arcanos que Steiner

    no

    deja de visitar una

    y otra vez.

    Con qu trabajamos cuando hablamos y dirigimos la palabra a otro?

    Con tres tipos de unidades: palabras es decir signos que encontramos en

    el lxico, frases stas carecen de lxico (nadie puede decir cuntas frases

    fueron y sern dichas en francs o en cualquier otra lengua) y finalmente

    textos es decir, secuencias de frases. El manejo de estos tres tipos de unida

    des -la primera sealada por Saussure, la segunda por Benveniste y Jakob

    son, la tercera por Harald Weinrich, Jauss y los tericos

    e

    la recepcin

    e

    textos- constituye

    el

    origen de la separacin respecto a una lengua que se

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    IDENTID D Y CULTUR

    presume perfecta

    y

    es fuente de malentendidos en el uso cotidiano

    y,

    justa

    mente por eso, da pie a interpretaciones mltiples y concurrentes.

    Dos palabras sobre la palabra: nuestras palabras tienen

    cada

    una ms de

    un

    sentido, como vemos en los diccionarios. Este hecho se denomina polise

    mia. El sentido lo delimita, pues,

    en

    cada caso, el uso, que consiste, en esen

    cia,

    en

    filtrar la parte de sentido de

    la

    palabra que conviene al resto de la

    frase y concurre con ste a la unidad de sentido expresado u ofrecido en in

    tercambio. En cada caso, el contexto decide qu sentido adopta la palabra en

    tal o cual circunstancia de discurso; a partir de ah, las discusiones sobre las

    palabras pueden no tener fin: qu quiso usted decir? etc .. Y las cosas se

    precisan o se enmaraan justamente

    en

    este

    juego

    de preguntas

    y

    respuestas.

    n

    efecto, no slo existen los contextos patentes sino tambin los ocultos, y

    lo que llamamos connotaciones, intelectuales pero tambin afectivas, pbli

    cas pero tambin especficas de un medio, de una clase, de

    un

    grupo o inclu

    so de

    un

    crculo secreto; cabe, de este modo, el amplio margen que la censura

    disimula, la prohibicin, el margen de lo no-dicho, surcado por todas las

    figuras de lo oculto.

    Al valemos del contexto, pasamos de la palabra a la frase. Esta nueva

    unidad, que en realidad es la primera unidad del discurso dado que la palabra

    tiene que ver con la unidad del signo que an no es discurso, trae consigo

    nuevas fuentes de ambigedad,

    en

    particular

    en

    la relacin del significado -lo

    que se dice- con el referente -aquello de que se habla,

    en

    ltima instancia el

    mundo- Vasto programa, dirn algunos Pues s, por falta de descripcin

    completa slo tenemos puntos de vista, perspectivas, visiones parciales del

    mundo.

    Por

    eso, nunca terminamos de hacemos entender, de explicamos con

    palabras

    y

    frases, de explicamos con nuestro interlocutor

    en

    la medida en que

    no ve las cosas desde el mismo ngulo que nosotros.

    Intervienen luego los textos, esos encadenamientos de frases que, como la

    palabra indica, son textur s que tejen el discurso en secuencias ms o menos

    largas. El relato es

    una

    de esas secuencias, quiz la ms notable, y es, ade

    ms, particularmente interesante para nuestro propsito

    en

    la medida en que

    sabemos que siempre podemos contar la fbula de otra manera alterando la

    trama. Pero existen igualmente otro tipo de textos en los que hacemos cosas

    distintas a contar, como, por ejemplo, argumentar, tal

    y

    como hacemos en

    moral,

    en

    derecho o

    en

    poltica. Intervienen en este caso la retrica con sus

    figuras de estilo, sus tropos, metforas etc. y todos los juegos del lenguaje

    l

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    servicio de estrategias innumerables, entre las cuales citaremos la seduccin

    y la intimidacin a expensas de la honesta preocupacin por convencer.

    De ah viene todo

    lo

    que se ha podido decir en traductologa sobre las

    complejas relaciones entre pensamiento y lengua, espritu y letra, y tambin

    la eterna pregunta hay que traducir el sentido o las palabras? Todas estas

    dificultades de la traduccin de una lengua a otra tienen su origen en la re

    flexin de la lengua sobre s misma, lo que llev a Steiner a afirmar que

    "comprender es traducir".

    Llego ahora a lo que ms le interesa a Steiner y a lo que puede hacer bas

    cular todo en una direccin inversa a la de la prueba del extranjero. A Steiner

    le gusta explorar aquellos usos de la palabra con los que se persigue algo

    distinto a

    lo verdadero, lo real; es decir, no slo lo manifiestamente falso, la

    mentira

    a

    pesar de que hablar es poder mentir, disimular, falsificar- sino

    tambin todo lo que

    se

    puede clasificar como distinto de lo real, a saber, lo

    posible, lo condicional, lo optativo, lo hipottico, lo utpico. Es una locura -

    nunca mejor dicho- lo que se puede hacer con el lenguaje: no slo decir lo

    mismo de otra manera, sino incluso decir una cosa distinta a lo que es. Pla

    tn, a este propsito, evocaba, y con qu perplejidad la figura del Sofista.

    Pero esta figura no es

    lo

    que ms puede desbaratar el orden de nuestra ar

    gumentacin:

    s

    lo es, en cambio, la propensin del lenguaje

    al

    enigma,

    al

    artificio, al hermetismo, al secreto, y para decirlo de una vez, a la no

    comunicacin. De ah lo que llamar el extremismo de Steiner, que lo lleva,

    por odio a la charlatanera, al uso convencional, a la instrumentalizacin del

    lenguaje, a oponer interpretacin a comunicacin. La ecuacin "comprender

    es traducir" se cierra entonces con la relacin de s a s mismo en el secreto

    en el que encontramos de nuevo lo intraducible, que creamos poder dejar de

    lado en provecho del par fidelidad-traicin. Lo volvemos a encontrar en el

    trayecto del deseo de fidelidad ms extrema. Pero fidelidad a quin y a qu?

    Fidelidad a la capacidad del lenguaje para preservar el secreto frente a su

    propensin a traicionarlo. Fidelidad, por tanto, a s mismo ms que al prji

    mo. Cierto es que la alta poesa de un Paul Celan bordea

    lo

    intraducible, por

    bordear primero

    lo

    indecible,

    lo

    innominable, tanto en el corazn de su pro

    pia lengua, como en la distancia entre dos lenguas.

    Qu concluir despus de tantas vueltas? Sigo, lo confieso, perplejo. Me

    inclino, es cierto, a privilegiar el acceso por la puerta del extranjero. Acaso

    no

    nos movi

    la

    pluralidad humana y

    el

    enigma doble de la incomunicabili-

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    IDENTID D Y CULTUR

    dad entre idiomas y de la posibilidad, a pesar de todo, de traducir? Y adems,

    sin la prueba del extranjero seramos sensibles a la extraeza de nuestra

    propia lengua? En fin, sin esta prueba, el hecho de encerrarnos en la acritud

    de un monlogo, a solas con nuestros libros, no constituira una amenaza?

    Que viva, pues, la hospitalidad lingstica

    Pero tambin veo el otro lado, el del trabajo de la lengua sobre s misma.

    No nos da, este trabajo, la clave de las dificultades de la traduccin

    d ex-

    tra Y si no hubisemos frecuentado las inquietantes regiones de lo indecible

    tendramos el sentido del secreto, del secreto intraducible?

    Y nuestros mejo

    res intercambios en el amor y en la amistad, tendran an esa calidad de

    discrecin -secreto/discrecin- que preserva la distancia en la proximidad?

    S, realmente, hay dos vas de acceso al problema de la traduccin.