Tomás Malagon: 25 aniversario

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A quel último domingo de febrero habíamos decidi- do echar un día de campo en la afueras de Madrid. Nos juntamos los miembros de la Comisión Per- manente con sus familias y algunos otros que trabajaban para la HOAC en la elaboración de sus planes de forma- ción; entre ellos se encontraba D. Tomás Malagón, que en aquellos momentos estaba elaborando el Plan Básico de Formación Política. Pasamos un buen día compartiendo juegos, comida y charlando, como siempre, de las tareas de la HOAC que traíamos entre manos. Nos sentíamos alegres y contentos de tener a Don Tomás entre nosotros: nos daba seguridad y nos contagiaba esperanza. Con su presencia cercana y sencilla, con su trabajo generoso y constante, con su clari- videncia y sabiduría, iba ayudando a la HOAC, a quien tanto amaba, a superar la crisis secularista haciendo una 1.476 [16–3–09 / 31–3–09] 192 16 Tomás Malagón aniversario de su muerte 25 Tema de la quincena Pinceladas sobre Don Tomás Pepe Morales Durante los 25 años transcurridos desde la muerte de Don Tomas, en la HOAC y entre sus militantes su recuerdo sigue vivo. Su vida, pensamiento y obras orientan nuestro caminar y son punto de referencia para nuestro quehacer, nos dan seguridad y continú- an dando frutos. He aquí algunas pinceladas de ese legad0 imborrable.

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“D. Tomás fue un precursor de la teología política y de la teología de la liberación cuando éstas aún no existían como tales. Fue promotór de l la HOAC, ZYX y el Movimiento Cultural Cristiano. Él ejerció como teólogo de la liberación en España en la década de los 50”. Por ello, Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación en Iberoamérica, afirmó que “empezó a interesarse por un nuevo talante espiritual y teológico a partir de la solidaridad con el pobre, en un cursillo que recibió en Irún dado por Malagón y Rovirosa”. Él fue siempre sacerdote de cuerpo entero, profundamente amante de la Iglesia, y por ello mismo fiel a los hombres con una fidelidad perseverante, hasta el fin... Creo que ha sido una de las figuras sacerdotales más importantes de la pastoral de la Iglesia en nuestro tiempo, dice Don Elias Yañez´.

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Aquel último domingo de febrero habíamos decidi-do echar un día de campo en la afueras de Madrid.Nos juntamos los miembros de la Comisión Per-

manente con sus familias y algunos otros que trabajabanpara la HOAC en la elaboración de sus planes de forma-ción; entre ellos se encontraba D. Tomás Malagón, que enaquellos momentos estaba elaborando el Plan Básico deFormación Política.

Pasamos un buen día compartiendo juegos, comida ycharlando, como siempre, de las tareas de la HOAC quetraíamos entre manos. Nos sentíamos alegres y contentosde tener a Don Tomás entre nosotros: nos daba seguridady nos contagiaba esperanza. Con su presencia cercana ysencilla, con su trabajo generoso y constante, con su clari-videncia y sabiduría, iba ayudando a la HOAC, a quientanto amaba, a superar la crisis secularista haciendo una

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Tomás Malagónaniversario de su muerte25 TTeemmaa ddee llaa qquuiinncceennaa

Pinceladas sobre Don TomásPepe Morales

Durante los 25 años transcurridos desde la muerte de Don Tomas, en la HOAC y entresus militantes su recuerdo sigue vivo. Su vida, pensamiento y obras orientan nuestrocaminar y son punto de referencia para nuestro quehacer, nos dan seguridad y continú-an dando frutos. He aquí algunas pinceladas de ese legad0 imborrable.

lectura renovada y renovadora de sus fundamentos y raí-ces. Cuando ya caía la tarde y empezaba a hacer frío, nosdespedimos contentos y felices por el buen día que había-mos pasado. A las pocas horas –en la madrugada del 26 al27 de Febrero de 1984– nos daban la tremenda noticia deque Don Tomás Malagón había fallecido en la Casa de losConsiliarios. Así, de repente, sin hacer ruido y sin causarmolestias, casi sin darnos cuenta, se nos iba a la casa delPadre otro hermano mayor, dejándonos el dolor y la espe-ranza como compañeros inseparables.

Se cumplen ahora 25 años de este acontecimiento. Du-rante este tiempo, la HOAC y sus militantes nos hemossentido acompañados por Don Tomás: su persona, su vida,su obra, su recuerdo siguen vivos entre nosotros, orientannuestro caminar y son punto de referencia para nuestroquehacer, nos dan seguridad y continúan dando frutos.

La herencia que Malagón ha dejado a la HOAC y a susmilitantes es sumamente rica y variada. Nos resulta difícilhacer un resumen. Por una parte, Don Tomás realizó sutrabajo en estrecha colaboración con los militantes y con-siliarios de la HOAC, especialmente con Guillermo Rovi-rosa. A veces resulta difícil distinguir lo que es de uno y loque es de otros. Por otra parte, no era muy partidario deescribir –aunque son muchos sus escritos– y de firmaraquello que con tanta paciencia y amor elaboraba. Vivía loque hacía como patrimonio común de la HOAC y de sus

militantes, lo encarnaba con maestría difícil de igualar enlos planes de formación y prefería transmitirlo de viva vozen los cursillos, ejercicios espirituales, retiros y charlas.Preguntado alguna vez por qué no escribía lo que nos ha-bía dicho, nos contestaba: «Si quieres guardar bien un se-creto, escríbelo en un libro». Creía que el Mensaje de Je-sús llegaba mejor al mundo del trabajo a través de lapresencia cercana y de la palabra, siempre cálida y creado-ra, como era la suya.

Con la esperanza de poder publicar algún día, junto consus obras, un trabajo más amplio y mejor documentado,queremos ofrecer en este veinticinco aniversario de sumuerte sólo algunas pinceladas de lo mucho que él nosregaló tan desinteresadamente. Existe, publicado en Edi-ciones HOAC, un magnífico trabajo de Alfonso FernándezCasamayor, que lleva por título «Teología, fe y creencia enTomás Malagón». Ahí podemos encontrar una muy buenaexposición, bien documentada, de su obra y de su pensa-miento.

Una vida que sostiene e iluminanuestro presente

No fue fácil la vida de Don Tomás. Nace en 1917 en Va-lenzuela de Calatrava (Ciudad Real). A los doce años in-gresa en el Seminario Diocesano y con 16 años lo encon-tramos estudiando en la Universidad Pontificia de Comillas(Santander). Con 19 años participa en la guerra civil espa-ñola en el bando republicano; su puesto está en el serviciometeorológico en el frente de La Alpujarra. Terminada laguerra vuelve a continuar sus estudios en Comillas, pasan-do por una crisis interior profunda, que él mismo nos rela-ta de esta manera:

«En mi juventud mi espíritu crítico, mi descubri-miento de la filosofía del marxismo y otras circuns-tancias significaron como un eclipse de mi fe cristia-na. Sin embargo, el deseo de ser fiel a mi palabra,dada a Dios, de consagrarme al movimiento obrero,hizo que antes de abandonar mi trayectoria anterior,me diese con intensidad al estudio de los problemasintelectuales que se me planteaban. La oración, másfervorosa cuanto más sufría en mi interior, y la expe-riencia religiosa personal y percibida en otros (en es-pecial la santidad del P. Nieto) fueron decisivas enaquellos momentos. El descubrimiento del sentidodel Mandamiento Nuevo del Señor, con sus inagota-bles exigencias e implicaciones, fue entonces para míun hecho deslumbrador. Así, al cabo de unos años loprincipal de la crisis había pasado».

¡Cuánta razón tenía, cuando nos decía una y otra vez: lafe cristiana no es ninguna baratija; la camiseta de la fe hay

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que sudarla, pues consiste en dejar ganar a Dios en nues-tra vida siempre y en todo!

«En la conciencia del cristiano la fe no puede serun elemento marginal, sino que ella preside los di-versos continentes de su cosmovisión. Ésta debeser siempre coherente en todas las partes con aqué-lla. Por eso el cristiano podrá asumir cuanto le pa-rezca válido del cualquier filosofía, sistema cultural,praxis política, etc., pero siempre deberá repensar-lo desde su Fe, so pena de hallarse en falso consigomismo o, al menos, de no ser suficientemente co-herente».

En 1943 recibe la ordenación sacerdotal. A finales de1953 D. Tomás, después de haber prestado en su diócesisel servicio de Rector del Seminario y Profesor de Teología,es nombrado Consiliario Nacional de la HOAC.

La presencia de Rovirosa y Malagón en la HOAC nos hadejado no sólo una hermosa experiencia de lo que es laamistad vivida con sentido y espíritu cristianos, sino sobretodo un testimonio vivo de lo que en la Iglesia de Jesús yen un movimiento apostólico deben ser la colaboración, lacorresponsabilidad, el reconocimiento y respeto mutuosentre el ministerio del pastor y el ministerio del seglar.Sólo tres botones de muestra:

Hablando de la elaboración del Plan Cíclico, Ángel RuizCamps, que conocía muy bien a ambos, nos dice: «He en-

contrado una introducción de Rovirosa de apenas doce lí-neas y unos seis folios con letra de Malagón, que desarro-llan los puntos escuetísimamente indicados por Guillermo.Me pareció un curioso e instructivo aspecto de la colabo-ración de ambos en la elaboración de lo que había de serla versión definitiva del Plan Cíclico… Don Tomás empe-zó lo que Rovirosa llamaba la “teologización del Plan Cícli-co”, una labor en la que contó con la ayuda inestimable eimprescindible de Rovirosa».

Y, cuando Tomás lo estaba pasando mal por unas de-nuncias falsas sobre su doctrina, su amigo Guillermo estáa su lado, como lo refleja en una carta que le dirige y quees un verdadero monumento a la amistad: «Decimos mu-chas cosas en los Cursillos y hay que ponerlas en práctica;es la prueba. Cada uno en lo que más le cuesta. Y no haymás que abrazarse a la cruz… Perdone, Don Tomás. Esteno es (ni debe ser) mi tono habitual con V. R. Pero le quie-ro demasiado para no saltar la barrera. Sepa solamenteque, si se deja dominar por su temperamento y le vienenmal dadas, a su lado tendrá siempre al pobre Rovirosa,abrazado a V. R. y compartiendo su suerte».

Y, finalmente, unas palabras pronunciadas por Malagónen el entierro de Rovirosa: «Quizás, por el hecho de ser youno de los pocos que de cerca han podido ver la grandezade su alma, por haber convivido y trabajado en el aposto-lado en unión suya por espacio de muchos años (cosa queha constituido para mí una gracia colosal del Señor), se meha encargado dirigir unas palabras, como piadoso recuer-do del gran hombre que acaba de morir».

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Eran –como se ha dicho– «una sola alma en dos cuer-pos». Resulta sorprendente que estos hermanos mayoresnuestros, trabajadores hasta el último aliento de sus vidas en«la Viña del Señor», se fueran, los dos, a la casa del Padreun 27 de Febrero, aunque separados por veinte años. ¡Tene-mos buenos amigos y valedores en la casa del Padre!

Una de las cosas de D. Tomás, que más nos admira a losque le conocimos de cerca, es su capacidad para leer y vivirla presencia de Dios en todo: en la naturaleza y en la histo-ria, en la música y en la poesía, en la pintura y en la arquitec-tura, en los acontecimientos de la vida cotidiana… «Dios–nos decía– tiene que ver con todo: con el pan consagradoque ponemos en la mesa del altar o en el sagrario y con elplato vacío que hay en la mesa del pobre, con el templo quele construimos y con la choza en que malvive el marginado».

Solía decir, con esa visión a la vez profunda y sencillaque tenía de las personas y de los acontecimientos, que

los hombres y mujeres ponemos nuestro corazón en lascosas más diversas. Hay quienes ponen su corazón en eldinero, hay quienes lo ponen en el poder y hay tambiénquienes lo ponen en el placer y el disfrute. Y sucede queaquello en que se ha puesto el corazón, antes o después,termina por comérselo. Entonces todo le sabe a uno a di-nero, a poder o a disfrute. El cristiano que de verdad hapuesto su corazón en Cristo, experimenta también cómoCristo le va comiendo el corazón y todo le va sabiendocada vez más a Cristo. A Don Tomás todo le sabía a Cris-to; para él todo tema y todo problema era tema y proble-ma cristiano.

Malagón nos enseñó también a mirar la realidad, espe-cialmente la realidad sufriente del mundo obrero que tanbien conocía y tanto le dolía, con los ojos de Jesús. Sabíaque el Evangelio no nos proporciona un método de análi-sis ni un análisis de la realidad social; esto es oficio de lasciencias sociales. Pero con su testimonio y con su palabrasupo transmitirnos, con claridad diáfana y con fuerza,que, al acercarnos a la realidad para analizarla, debíamoscolocarnos siempre, como Jesús, en el lugar social de losempobrecidos, prestar atención a los procesos sociales desu empobrecimiento y exclusión, buscar la perspectiva desu liberación y promoción integral y colectiva. Y, situadosahí, nos invitaba a mirar la realidad con los ojos amorososy compasivos del Dios de Jesús y con esperanza. Estabaconvencido de que en esa realidad es donde Dios quierehacer presente su Reinado de Amor, de Justicia y de Paz.

Tenía una mentalidad profundamente dialéctica, que lellevaba a tener y a contagiarnos una visión siempre diná-mica del pensamiento y de la realidad. El dominio que te-nía de los distintos aspectos y dimensiones de la historiahumana le llevaba a comenzar siempre presentando laperspectiva histórica de todos los temas que trataba. Jamásle vimos situarse ante la realidad con un talante arrogantey acusador; su actitud básica era el diálogo, la crítica sere-na y razonada, capaz de separar el trigo y la cizaña, y lasíntesis final entre las creencias cristianas y cuanto de po-sitivo había en la realidad. A veces nos decía con el finohumor que le caracterizaba: a los seres humanos no se nosha dado la cabeza para embestir o para topar; se nos hadado para pensar.

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Una de las cosas de D. Tomás, que más nos admira a los que leconocimos de cerca, es su capacidad para leery vivir la presencia de Dios en todo: en la naturalezay en la historia, en la música y en la poesía, en la pintura y en laarquitectura, en los acontecimientos de la vida cotidiana…

D. Tomás fue ordenado sacerdote en 1943.

¡Cómo sabía hablarnos de la encarnación en la vida, enla conciencia y en la acción del mundo obrero explotado yempobrecido! Pero no para quedarnos ahí pasivos y quie-tos, sino para ser en el corazón de esa realidad, movidospor la fuerza del Mandamiento Nuevo, fermento de pro-moción integral y colectiva del pueblo sencillo.

En la herencia que Malagón deja a la HOAC destaca elamor a la Iglesia. Don Tomás nos enseñó a amar no a unaimagen idealizada de la Iglesia, sino a la Iglesia real, la úni-ca que existe; ésa que es a la vez santa y pecadora, porqueen ella habita toda la belleza y hermosura que aporta Jesu-cristo y los que le siguen con fidelidad y también nuestropropio pecado. Sólo en esa Iglesia tenemos cabida los quenos sabemos pecadores. Nos enseñó a amar a la Iglesia, enprimer lugar, con su testimonio personal hecho de sinceri-dad, lealtad, disponibilidad y ternura; y también, en mu-chos momentos, de dolor y sufrimiento ante la incompren-sión y marginación que venía del seno de la misma Iglesia.Y nos enseñó a amar a la Iglesia, en segundo lugar, ayu-dándonos a tomar conciencia de lo que en ella nos regalaCristo. La Iglesia, nos decía muchas veces D. Tomás, siem-pre ha estado y está presente en nuestro caminar haciaCristo, «ella es, con sus luces y sus sombras humanas, lamediación obligada para el encuentro con Cristo»: a Cris-

to lo hemos encontrado en las Personas que viven la Fe dela Iglesia, en los Grupos, Movimientos y Comunidades queintentan vivir el espíritu evangélico, en los escritos delNuevo Testamento, especialmente en los Evangelios, quetienen su origen en la comunidad eclesial y que ella haguardado y transmitido con fidelidad, a Él lo encontramosen los Sacramentos, signos eclesiales de su presencia cer-cana y salvadora. Es la Iglesia quien nos conserva y ofrecela memoria viva de Jesús y, a través de ella y en ella, nosllega su Amor y su Gracia. «¡Cómo no amar a la Iglesia sia ella le debo todo!».

Malagón era un hombre siempre disponible para todos.Se sabía sacerdote de la Iglesia al servicio de todos. Perotenía clara conciencia de su especial vocación de servicioal mundo obrero en la HOAC. Y a ello dedicó sus mejoresenergías y su trabajo generoso y fecundo hasta el final desu vida.

Llevaba en lo más hondo de su corazón, como su amigoRovirosa, un gran amor a la HOAC. Nunca aprovechócuanto había aprendido y recibido en la HOAC y de laHOAC para «hacer carrera», sino para servir mejor a laIglesia y a la HOAC. Le dolía tremendamente –y lo mani-festaba con la discreción que le caracterizaba– la actitudde los que, habiendo recibido tanto de ella, se apartaban ole hacían daño. Cuando se hacía daño a la HOAC o se laquería utilizar para fines que no eran los suyos, no partíaperas con nadie, reaccionaba con decisión y valentía, di-ciendo las cosas claras a quien fuera, en público o en pri-vado.

Un modelo pastoral

La decisión de consagrarse al mundo obrero y la expe-riencia que está viviendo en la HOAC llevan a Malagón aver con claridad y a formular cada vez con más precisiónun modelo pastoral, que resultaba novedoso y que, en losustancial, aún hoy tiene plena vigencia.

1) La Misión Obrera. A Malagón le gustaba siempre, altratar cualquier tema, partir de un análisis, hecho con pers-pectiva histórica, de la realidad que estaban viviendo y enla que tenían que realizar su misión los militantes de laHOAC. En esto era un verdadero maestro y quizás esta seauna de las razones principales del atractivo, la garra y laeficacia de sus planteamientos. De ahí que el punto de par-tida del modelo pastoral que propone no puede ser otroque tener una clara conciencia de la situación en quese encuentra el mundo obrero en relación con la Iglesia:

«La Iglesia, como institución visible, no sólo noestá allí (en la clase obrera) arraigada, sino que estárechazada; no sólo no está adaptada a la cultura y a

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la mentalidad obrera, sino que está en pugna conella».

Por eso el objetivo de la acción pastoral de la Iglesia enel mundo obrero y su labor tienen que ser, rigurosamentehablando, un objetivo y una labor de misión. Se trata enrealidad de «plantar la Iglesia» en la realidad obrera, deque fuera naciendo una Iglesia obrera (indígena):

«La Iglesia debe reproducir en la historia universalel Misterio de la Encarnación y, así como Cristo asu-mió las peculiaridades de un pueblo concreto, la Igle-sia ha de proceder también a una auténtica encarna-ción en cada una de las culturas de la tierra… LaHOAC vio claro desde su principio y comprendió queera necesario una labor verdaderamente misionera ypor eso quiso ella, como embajada de la Iglesia, echarraíces en el mundo obrero, adaptarse en la medidaconveniente a la cultura y mentalidad de aquel me-dio, adquirir allí suficiente firmeza y estabilidad».

De otra forma la Iglesia estará en el mundo obrero,como ha ocurrido en nuestra historia, a merced del vaivénde los vientos que soplan en cada momento.

2) La Misión necesita un Método. Planteadas las cosasasí, el camino (el método) para la evangelización del mun-do obrero no puede ser ni el enfrentamiento ni la conde-na, ni la conquista ni la cruzada, ni la colonización ni elamaestramiento de los obreros y sus organizaciones. El pri-mer paso tiene que ser la aceptación sincera y cordial,unida a un gran respeto a su libertad.

Malagón solía decir que la primera regla de la evangelizaciónes ésta: Si quieres que los demás acepten a Cristo, primero tie-nen que aceptarte a ti que se lo llevas. Y, para que te acepten ati, has de empezar por aceptar y respetar tú a los demás.

Para los cristianos la aceptación en sentido pleno esun proceso, que comienza con la Encarnación, que noslleva a compartir las condiciones de vida del mundo del

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Tenía una mentalidad profundamente dialéctica,que le llevaba a tener y a contagiarnos una visiónsiempre dinámica del pensamiento y de la realidad

trabajo, su cultura, sus justas aspiraciones y la lucha porsus legítimos derechos; continúa con el Diálogo sinceroy crítico, donde se van descubriendo los puntos de con-tacto entre la conciencia obrera y la conciencia cristiana,los puntos convergentes y los divergentes entre la cultu-ra obrera y los contenidos de la fe cristiana; y terminacon la elaboración, guiados por la fe de la Iglesia, de unaformulación de la creencia cristiana, que haga Síntesisentre lo más auténtico del mundo obrero y el Evangeliode Jesús. Malagón supo poner en sintonía su inteligen-cia y su corazón con la Historia del Movimiento Obrero,para poder ofrecerle en su cultura y en su lenguaje todala riqueza del Mensaje Cristiano. La vida de Malagón,marcada por la humildad y el servicio generoso, y su

grandiosa obra teológica son un vivo testimonio de todoesto y uno de los regalos más grandes que el Padre Diosha hecho a la Iglesia, a la HOAC y a la Pastoral Obrera.

Militantes obreros y Consiliarios, en estrecha colabora-ción, tendrán que asumir la tarea de poner en marcha mo-vimientos y asociaciones apostólicas, abrir cauces,organizar actividades…, a través de los cuales la Iglesiade Jesús muestre su presencia y su vida y concrete su ser-

vicio al mundo del trabajo. Porque tenía muy claro en sumente este planteamiento y estaba convencido de él, Ma-lagón supo plasmarlo en sus escritos y cursillos, dedicandolo mejor de su vida a la formación de los militantes y con-siliarios de la HOAC.

La formación de militantes obreroscristianos

Cuando Malagón llega a la Comisión Nacional de laHOAC animado por Rovirosa, la HOAC se encuentra enun momento crucial. Estaba reciente la supresión del«¡TÚ!», que hasta entonces había sido el primer mediomilitante hoacista (se llegó a tirar 45.000 ejemplares); su

difusión absorbía la actividad de muchos militantes. LaHOAC, acosada desde el poder político y desde el mismointerior de la Iglesia, se encuentra ante el reto de poner enmarcha otro medio a través del cual el Evangelio de Jesúspudiera llegar al mundo del trabajo hecho vida y carneobreras.

La respuesta fue plantearse con toda seriedad la forma-ción de militantes obreros cristianos: es en sus vidas y en

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«La Iglesia, como institución visible, no sólo no está allí(en la clase obrera) arraigada, sino que está rechazada;no sólo no está adaptada a la cultura y a la mentalidad obrera,sino que está en pugna con ella»

su lucha por la justicia, movidas por el Mandamiento Nue-vo, donde sus compañeros y compañeras de trabajo tendrí-an que «leer» ahora el Mensaje de Jesús. Para ello era ne-cesario cuidar la elaboración y realización de los CursillosApostólicos, del Plan Cíclico y del Método de Encuesta.

1) El Cursillo Apostólico, dirigido por un seglar con la co-laboración de un sacerdote, era (y sigue siendo) una verda-dera vivencia del camino de la iniciación cristiana, un volvera descubrir y vivir el bautismo, la confirmación y la eucaris-tía. Con una metodología eminentemente activa, los propiosmilitantes, en un clima de oración que dura tres días y me-dio, van viviendo, construyendo y concretando su propiaconversión a Jesucristo vivida en la Iglesia y en el mundo

obrero. Los que hemos vivido esta experiencia reconocemosque ha marcado nuestra vida y que es inolvidable.

2) El Plan Cíclico. El Cursillo Apostólico es la puerta deentrada al Plan Cíclico (hoy lo llamamos Plan Básico deFormación Cristiana); en el cursillo está en germen lo queahora, en nuestra reunión semanal de equipo y en un climade oración, vamos a ir viviendo y desgranando durante unoo dos años. Se trata de ir personalizando, de encontrarnuestra forma peculiar e irrepetible de vivir y concretar loscontenidos fundamentales de la Fe que la Iglesia nos propo-ne, tanto en nuestra vida personal, como en nuestros am-bientes, como en las instituciones y estructuras.

A lo largo del Plan Cíclico vamos construyendo unaexistencia personal y social movida e impulsada por elMandamiento Nuevo (nuestro Dios es Amor: vivir el

Amor es la mejor manera de afirmar a Dios práctica y vital-mente), vivida con el estilo del Cuerpo Místico deCristo (la célula humana no es el individuo aislado, sinoel individuo viviendo en comunión con los otros: la mejormanera de afirmar al Hombre es vivir la comunión) y de-dicada toda ella a la construcción del Reino de Diosy su Justicia (vivir para el Reino es la mejor manera decumplir la voluntad de Dios, la mejor manera de afirmar laMoral Cristiana). La existencia personal y social del mili-tante cristiano se va convirtiendo, conforme avanza la re-alización del Plan, en una afirmación práctica y vital deDios, del Hombre y de la Moral. Hoy en la HOAC llama-mos a esto la construcción y realización de nuestro Proyec-to de Humanización.

3) El Método de Encuesta. Tanto en la dinámica delCursillo Apostólico como en la realización del Plan Cícli-co, la HOAC propone a sus militantes un método, un ca-mino: El Método de Encuesta. Se trata de poner en diálo-go, de confrontar, la vida cotidiana del militante (ver) conla Fe Cristiana (jugar) para ir consiguiendo que la fe cristia-na vaya dando sentido cristiano, forma cristiana a nuestravida personal, a los ambientes donde transcurre nuestravida y a las instituciones y estructuras donde estamos (ac-tuar).

Malagón es el gran regalo que Dios hace a la HOAC enestos momentos. En comunión y trabajando en estrechacolaboración con Rovirosa y con otros militantes y consi-liarios dinamiza, potencia y da forma a este planteamientoformativo de la HOAC, que hemos descrito brevísimamen-te y que ha llegado hasta nosotros con una tremenda vita-

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lidad. Todos estos instrumentos de formación llevan en susentretelas el amor, la inteligencia y el genio de D. Tomás.

Nuevos vientos en la sociedad y enla Iglesia

En 1964, después de diez años largos de dedicación ple-na y fecunda al servicio de la HOAC, Tomás Malagón ter-mina su etapa de Consiliario Nacional. La situación ennuestro país, tanto en la Sociedad como en la Iglesia, esbastante convulsa en estos momentos.

La Sociedad española está viviendo la transición políticaa la democracia, mientras que en nuestra Iglesia tiene lugarla recepción, no ciertamente serena, del Concilio VaticanoII. El fenómeno de la Modernidad, que había surgido y se

había desarrollado al margen de la Iglesia y en pugna conella, irrumpe con fuerza en nuestra Iglesia. Hay un fuertemovimiento de secularización, en el que todo pugna por li-berarse de la tutela de la Religión y de la Iglesia y lograr asísu autonomía. Hay sectores de nuestra Iglesia, en los cua-les algunos aspectos de la Identidad cristiana, especialmen-te la conciencia de pertenencia a la Iglesia y la actitud anteella, no pasan precisamente por buenos momentos.

A Malagón, lo mismo que a Rovirosa, esta situación nole pillaba descolocado. Desde su juventud había manteni-do una actitud de apertura a la cultura de la Modernidad,tenía un amplio conocimiento de sus distintas corrientes yen los cursillos las abordaba con su ya conocido método deDiálogo, Crítica y Síntesis. Y, en cuanto a la recepción delConcilio, su actitud es la de serena acogida de quien ya ve-

nía trabajando, desde hacía tiempo, en sus dos líneas bási-cas: renovación evangélica de la Iglesia y apertura al mun-do en actitud de diálogo y misionera.

Tras la salida de la consiliaría nacional de la HOAC, Mala-gón había quedado en una situación eclesial de marginaciónpor parte de la jerarquía: no se le ofrece ninguna responsabili-dad eclesial concreta, pero tampoco puede volver a su dióce-sis de Ciudad Real. Él mismo, años más tarde (1972), en car-ta dirigida al Vicario Pastoral de la diócesis de Madrid,describe su situación: «… no me encomendaron nada y asívivo en situación de “excedente forzoso”, puesto que la Igle-sia no me necesita». D. Tomás era un hombre de una gransensibilidad; los que en esta época estuvimos cerca de él sabe-mos cómo le dolían esta cosas, cuando venían de la Iglesia, ala que amaba y en la cual trabajaba sin poner jamás límites.

Por otra parte, los momentos por los que pasaba la Igle-sia española, especialmente la HOAC y sus militantes, lellenaban de preocupación. Él mismo nos describe magnífi-camente lo que está viviendo en su interior.

«Yo andaba entonces inquieto y preocupado (enlos primeros años de la década de los setenta) porlos derroteros que iban tomando muchos militantes,grupos y asociaciones de cristianos, a los que veíacasi en actitud de pedir perdón por su fe, en un las-timoso abandono de toda actividad apostólica pura yadoptando un aire bobalicón ante las teorías y lasprácticas del marxismo.

En las circunstancias en que me encontraba, muypoco era lo que yo podía hacer contra tal situación.Quise, al menos, poner claridad insistiendo en aque-llos aspectos que definen el carácter cristiano de los

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militantes y de sus actuaciones. Me gané con elloque a veces me colgasen el sambenito de pietista, de-rechista, integrista y de no sé cuantas cosas más. Demodo parecido a como en los años 50 me llamaronmarxista, temporalista y desviado teológico por ad-vertir que cristianismo no era sólo piedad, beneficen-cia y castidad y que dentro de él cabían mentalidadesno precisamente franquistas o de derechas».

Malagón era un hombre sinceramente convencido deque la fuerza de Dios, con su infinito amor y su gracia, esla que sostiene la vida del cristiano y la hace fecunda, contal de que éste no ponga obstáculos, sea dócil y deje que elpoder de Dios se despliegue en nuestra debilidad. Esta eta-pa final de su vida es un testimonio claro de esto.

Con sencillez y sin aspavientos, trabaja incansablemen-te, dispuesto a acudir allí donde la Iglesia lo necesita, nosolamente adaptando a la nueva situación social y eclesiallo que ya había elaborado, sino enriqueciéndolo y abrien-

do nuevos horizontes. ¡Con cuánto amor y con qué pa-ciencia nos ayudó en estos momentos a fundamentarnuestra fe cristiana, a formular sus contenidos en la nuevacultura emergente, a ser conscientes de nuestra identidadcristiana y a valorarla como el tesoro y la perla preciosaque se ha descubierto y a vivirla con radicalidad, sin muti-laciones y procurando ser en todo coherentes con ella!

En comunión con la Comisión General de la HOAC co-labora con entusiasmo en su reconstrucción. Reunido, du-rante dos meses, con un grupo amplio de consiliarios dedistintas diócesis en la Casa de Espiritualidad que las Jave-rianas tenían en Las Rozas (Madrid), con un buen ambien-te de trabajo y oración, anima y dirige la tarea de revisarlos materiales formativos de la HOAC y la elaboración deun conjunto de cursillos, que habrían de servir de magní-fico y necesario complemento al Plan Cíclico. Desde en-tonces, este grupo de consiliarios, al que se unieron otros,se reunía cada verano para recibir un nuevo cursillo, cola-borar en su elaboración y aprender a darlo. Así se poníanlas bases para que todos esos cursillos pudieran llegar nosólo a los militantes de la HOAC, sino a otros grupos y co-munidades.

De esta forma, año tras año, D. Tomás fue poniendo,gratuita y generosamente, al servicio de la Iglesia y de laHOAC su persona y su vida, su trabajo y su sabiduría, suvivencia cristiana y su experiencia apostólica. Le sentía-mos feliz y entusiasmado. A muchos de nosotros, la expe-riencia vivida aquellos años nos ayudó a abordar positiva-mente la confusa situación social y eclesial, marcandonuestro futuro. Así fueron naciendo los cursillos de «La Feen el Mundo Actual», «Fe y Ateismos», «Cristología»,«Eclesiología», «La Biblia, palabra de Dios y palabra hu-mana». En cada uno de ellos, asumiendo críticamentecuanto de positivo había en la crítica moderna al cristia-nismo, se intentaba responder a dos preguntas, que con-siderábamos claves para vivir nuestra Fe Cristiana de unmodo adulto, consciente y responsable: 1ª) ¿Es razonable,es decir, es conforme a la manera de funcionar la razónen una persona adulta, creer en Dios, creer en Jesús comoHijo de Dios, creer en La Iglesia como presencia de Cris-to en nuestra historia, creer en la Biblia como Palabra deDios? 2ª) ¿Qué implica, qué contenido tiene, qué signifi-ca para un cristiano adulto creer en Dios, en Jesucristo,en Iglesia y en la Biblia como Palabra de Dios? Y, culmi-

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«La espiritualidad cristiana consiste en vivirla existencia humana en todas sus dimensiones (familiar,profesional, económica, social, política…) dejándose guiar en todo,como Jesús de Nazaret, por la acción del Espíritu Santo»

nando este proceso, Malagón nos dio en Granada el «Cur-sillo de Espiritualidad»; con la pedagogía que le caracteri-zaba, nos iba describiendo lo que es una existencia mar-cada por los contenidos de esos cursillos y nos ponía demanifiesto cómo podemos convertirlos nosotros en reali-dad vivida, que en eso consiste principalmente la espiri-tualidad.

«Para el cristiano –nos decía D. Tomás– “espiri-tualidad” no viene de “espíritu” con minúscula,sino de “Espíritu” con mayúscula. Esto quiere decirque la espiritualidad cristiana no consiste en el cul-tivo de la parte espiritual del ser humano o en pre-ocuparse sólo por la salvación de la propia alma yde la de los demás, descuidando las realidadesmundanas. Cuando esto ocurre se cae en un espiri-tualismo evasivo o desencarnado, tan de moda hoy,que favorece el desprestigio de la espiritualidadcristiana. La espiritualidad cristiana consiste en vi-vir la existencia humana en todas sus dimensiones(familiar, profesional, económica, social, política…)dejándose guiar en todo, como Jesús de Nazaret,por la acción del Espíritu Santo. Es el mismo Espíri-tu que impulsó y orientó toda la existencia de Jesúsde Nazaret quien tiene que impulsar y orientar laexistencia del cristiano transformándonos en Cris-to. Hablar de espiritualidad cristiana es hablar deuna existencia vivida a la escucha del Espíritu San-to y bajo su acción. Es el Espíritu Santo quien hacea Cristo viviente en nosotros».

Pero la situación social y eclesial planteaba a la HOAC ya sus militantes otro gran reto: la Identidad Cristiana. Eltrabajo generoso de D. Tomás ayudó a la HOAC a cons-truir, tanto en la Asamblea General de Barcelona (defini-ción de la identidad cristiana y descripción de sus aspectosirrenunciables), como en la de Madrid (cómo plantear laformación y realizarla, para que los militantes y equiposvayamos construyendo nuestra identidad cristiana y vi-viendo en coherencia con ella las distintas dimensiones denuestra existencia), fue decisivo para encontrar la respues-ta adecuada a este reto.

Como expresión de nuestra alegría por haber tenido aMalagón entre nosotros y como homenaje de gratitud a lomucho y bueno que nos dejó, queremos terminar recor-dando cómo nos ayudaba a tomar conciencia y a disfrutarde nuestra identidad cristiana.

D. Tomás nos decía que el cristiano es un hombre ouna mujer que se ha encontrado personalmente con Jesu-cristo; ese Encuentro ha dejado en él una huella profun-da, el don de la Fe, que le lleva a querer orientar toda suvida desde Jesucristo; y esa orientación se concreta en elSeguimiento de Jesús de Nazaret: en su modo de rela-cionarse con el Padre y el Espíritu, en su modo de situar-se ante los pobres, en su manera de anunciar el Reino deDios, etc.

El núcleo originante de la Identidad Cristiana está en elEncuentro personal con Jesucristo como Alguien vivo yconcreto que me interpela, que me invita a descubrir lasdimensiones más profundas de la vida humana y me invi-ta a construir un mundo donde sea posible vivir la comu-nión de todos los hombres y mujeres en la libertad y elamor. A través de mi proceso de formación, en el seno demi equipo, voy aprendiendo a unir mi sentido de la vidaal de Jesucristo, para que se me haga razonable eso en loque ya casi nadie cree: la propia vida se nos da dado nopara vivirla sin más, sino para gastarla haciendo que otrosvivan.

Jesucristo me lleva, ante todo, al Encuentro con el Dioscompasivo y misericordioso, que tiene pasión por los po-bres y excluidos y quiere que se les haga justicia por enci-

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El encuentro con Jesucristo me lleva necesariamente, a no ser quese tuerza por intereses egoístas o quede paralizado,al encuentro con los pobres, oprimidos y marginados

ma de todo. El encuentro con Dios sólo es cristiano, cuan-do se realiza a través de Jesucristo y guiados por su expe-riencia de Dios. El cristiano en su relación con Dios nopuede «puentear» a Jesucristo.

Jesucristo me lleva también al Encuentro con la Iglesia,donde permanece viva su memoria, donde encuentro suPalabra, donde experimento la cercanía de su amor en losSacramentos, donde encuentro el calor de otras personasy grupos que quieren vivir a Jesucristo, donde puedo uniry arropar mi fe, mi oración y mi compromiso con los deotros cristianos.

El encuentro con Jesucristo me lleva necesariamente, ano ser que se tuerza por intereses egoístas o quede parali-zado, al Encuentro con los pobres, oprimidos y margina-dos. El Crucificado pone delante de nuestros ojos a todoslos crucificados de la tierra y desde ellos nos pide nuestroamor y nuestra entrega.

Jesucristo me lleva también a un nuevo Encuentro conla naturaleza y con la historia, adquiriendo todo, desde Él,un nuevo valor y un nuevo sentido, que genera en mí unnuevo modo de afrontar las situaciones en que la vida meva colocando en cada momento.

Y, finalmente, Jesucristo me lleva también a un nuevoEncuentro conmigo mismo, que me hace caer en lacuenta de mis limitaciones y deficiencias, así como de

mis posibilidades. Por eso el encuentro con Jesucristoconduce inexorablemente, aunque uno vaya dándolelargas al principio, a reconstruir de un modo nuevonuestra personalidad y a dar unidad a nuestra existen-cia.

Somos conscientes y agradecemos sinceramente elque en nuestra amada Iglesia se reconozcan y valorenhoy bastante la vida, la entrega y el trabajo de Rovirosay Malagón, así como la aportación de la HOAC, no sóloa la formación de cristianos adultos, sino también a lapresencia de la Iglesia, sin ambigüedades, en un mundotan problemático en este aspecto como es el mundoobrero. Más aún, nos alegra que se reconozca la valíade los militantes de la HOAC y se le confíen tareas ecle-siales importantes. Pero no acabamos de entender porqué a la HOAC, como tal, se la ignora en muchos ca-sos, se la quiere más bien lejos y, a veces, también se lamargina. Algo parecido ocurrió con Rovirosa y Mala-gón.

Por eso en este 25 aniversario queremos agradecer contotal sinceridad a Tomás y a Guillermo el testimonio lumi-noso de fidelidad inquebrantable y de amor entrañable a laIglesia real, que nos dejaron. También nosotros queremosdecir hoy con ellos:

«¡Cómo no vamos a amar en la HOAC a la Iglesia,si a ella se lo debemos todo!» ■

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D. Tomás, con sus compañeros del Colegio «Nuevo Equipo».