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recibido: 20 de marzo de 2010 Aceptado: 15 de septiembre de 2010 RESUMEN El presente artículo analiza el tratamiento que recibe la leyenda de rómulo, según la relata Livio en Ab urbe condita I 3-16, en tres composiciones del Coro febeo de romances historiales (Sevilla 1588) del poeta Juan de la cueva, concluyéndose, tras el contraste con otras fuentes antiguas que transmiten la le- yenda, que el texto del historiógrafo latino es la fuente principal para esta versión romancística. Palabras clave: Tito Livio. rómulo. Juan de la cueva.Tradición clásica. ArcAz Pozo, J.L., «Tito Livio romanceado: la leyenda de rómulo en el Coro febeo de romances histo- riales (1588) de Juan de la cueva», Cuad. Fil. Clás. Estud. Lat. 30.2 (2010) 263-294. Livy in ballad: the romulus’ legend in the Coro febeo de romances historiales (1588) of Juan de la cueva AbSTRACT This article analyzes the use of the romulus story according to the Livius report of Ab urbe condita I 3- 16 in three ballads of the poet Juan de la cueva’s Coro febeo de romances historiales (Sevilla 1588), concluding, after the contrast with another ancient sources which transmit the story, that the Livius latin text is the principal source for the spanish poet. Keywords: Titus Liuius. romulus. Juan de la cueva. classical Tradition. ArcAz Pozo, J.L., «Livy in ballad: the romulus’ legend in the Coro febeo de romances historiales (1588) of Juan de la cueva», Cuad. Fil. Clás. Estud. Lat. 30.2 (2010) 263-294. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 2010, 30, núm. 2 263-294 ISSN: 1131-9062 Tito Livio romanceado: la leyenda de Rómulo en el Coro febeo de romances historiales (1588) de Juan de la Cueva 1 Juan Luis ArcAz Pozo Universidad complutense [email protected]

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recibido: 20 de marzo de 2010Aceptado: 15 de septiembre de 2010

RESUMEN

El presente artículo analiza el tratamiento que recibe la leyenda de rómulo, según la relata Livio en Aburbe condita I 3-16, en tres composiciones del Coro febeo de romances historiales (Sevilla 1588) delpoeta Juan de la cueva, concluyéndose, tras el contraste con otras fuentes antiguas que transmiten la le-yenda, que el texto del historiógrafo latino es la fuente principal para esta versión romancística.

Palabras clave: Tito Livio. rómulo. Juan de la cueva.Tradición clásica.

ArcAz Pozo, J.L., «Tito Livio romanceado: la leyenda de rómulo en el Coro febeo de romances histo-riales (1588) de Juan de la cueva», Cuad. Fil. Clás. Estud. Lat. 30.2 (2010) 263-294.

Livy in ballad: the romulus’ legend in the Coro febeo de romances historiales (1588) of Juan de la cueva

AbSTRACT

This article analyzes the use of the romulus story according to the Livius report of Ab urbe condita I 3-16 in three ballads of the poet Juan de la cueva’s Coro febeo de romances historiales (Sevilla 1588),concluding, after the contrast with another ancient sources which transmit the story, that the Livius latintext is the principal source for the spanish poet.

Keywords: Titus Liuius. romulus. Juan de la cueva. classical Tradition.

ArcAz Pozo, J.L., «Livy in ballad: the romulus’ legend in the Coro febeo de romances historiales(1588) of Juan de la cueva», Cuad. Fil. Clás. Estud. Lat. 30.2 (2010) 263-294.

Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos2010, 30, núm. 2 263-294

ISSN: 1131-9062

Tito Livio romanceado: la leyenda de Rómulo en el Coro febeo de romances historiales (1588)

de Juan de la Cueva1

Juan Luis ArcAz Pozo

Universidad [email protected]

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El conocimiento y trato directo que el poeta Juan de la cueva (Sevilla, 1543)muestra tener con los poetas clásicos es un hecho claramente manifestado por élmismo en algunos lugares de su obra en un evidente intento de mostrar la amplitudy variedad de sus escritos y en una clara actitud defensiva frente a sus adversariospoéticos y lectores (cebrián 1984, p.29). De su contacto con los poetas latinos nonos queda otra cosa que el eco de sus versos en una amplia y diversa producciónque abarca la práctica totalidad de los géneros poéticos cultivados en su época,pues, en efecto –como indica J. cebrián–, Juan de la cueva «cultivó la poesía petra-quista cancioneril de corte amatorio, compuso una gran cantidad de romances histo-riales y algunos de asunto contemporáneo, escribió un buen número de obras parala escena, tradujo a los clásicos y algunos tratados humanísticos, realizó una poéticay fue autor de una variada gama de poemas narrativos» (cebrián 1984, p.31). Detoda esta producción lo único que no nos ha llegado han sido sus versiones de algu-nos de los poetas latinos que en varios de sus alardes intelectuales declara haber tra-ducido. Uno de esos pasajes pertenece, precisamente, a una de las piezas que com-ponen el primer Coro febeo de romances historiales2 que el poeta publicara enSevilla en 1588 y en el que se encuentran también los romances que vamos a co-mentar en relación a la leyenda de rómulo3. En efecto, en el «romance al libro»(V, 11) el autor sevillano dice a propósito de algunas de las traducciones de poetaslatinos que espera publicar:

Daré sin esto, que es mío,traducciones de otra lengua;vueltas en nuestro romancedel grave Estacio las Selvas,algunas odas de Horacio,de Tibulo las Elegias.

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1 Este trabajo se enmarca en el Proyecto de Investigación FFI2008-05658/FILo, financiado por el Minis-terio de Educación y dirigido por el Dr. V. cristóbal López

2 Nada tienen que ver los romances publicados en esta obra (dada a la luz en Sevilla en 1588, a pesar dellevar en portada la fecha de 1587) con los que se incluyen en el conocido como segundo Coro febeo de ro-mances historiales, de bastante peor factura que éstos aunque con algún que otro texto de cierto interés, comoocurre con el romance dedicado al exilio de ovidio (Cf. nuestro trabajo, en colaboración con V. cristóbal,«Un romance de Juan de la cueva sobre el destierro de ovidio», en preparación). La errónea identificación deambas obras fue aclarada por J. cebrián (1991, pp.81-99), según ya apuntara antes en J. cebrián (1984,pp.20-21).

3 Buena parte de los romances contenidos en esta obra están relacionados con la historia de Grecia yroma y, en un significativo número, con la mitología clásica. con respecto a ésta, la fuente habitual de infor-mación de la que se nutre Juan de la cueva son las Metamorfosis ovidianas a través posiblemente, comoapunta cossío, de la traducción de Jorge de Bustamante (Cf. J.Mª de cossío [1952, pp.142-146], donde se co-mentan algunos romances del Coro febeo en relación a la obra de ovidio). Sobre la presencia del mito en lapoesía del autor sevillano, véase E. calderón Dorda (2005). Asimismo, para la fuente griega –concretamente,la Ciropedia de Jenofonte– que inspira algunos romances contenidos en el Coro febeo sobre la desdichadahistoria de Pantea, requerida de amores durante su cautiverio en el reino persa de ciro y que se suicida al mo-rir su esposo Abradates, véase el detallado estudio de r.J. Gallé cejudo (2002).

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Algo muy similar a lo que antes, en su poema narrativo Viaje a Sannio, de 1585,había dejado dicho con respecto a su contacto con la literatura antigua4:

Y he escrito por virtud muy de mi espacio(creyendo que me fuera provechoso)más que Homero, Virgilio, ovidio, Estacio,y he traducido a Marcial gracioso;todas las obras del divino Horaciohe vuelto en mi vulgar, y al amorosoy suave Tibulo, y a Propercio,al libre Juvenal y oscuro Persio.

En cualquier caso, nada de estas traducciones dispuestas para su publicación (almenos las de las Silvas de Estacio, la selección de Odas horacianas o las Elegías deTibulo, que son las que en el Coro febeo dice que están prestas a salir) han llegado anosotros, aunque, en cambio, sí parece probado, por tales alardes de erudición, queJuan de la cueva tenía algo más que cierta familiaridad con la lengua latina y con lomás granado de su producción literaria.

Este conocimiento y trato directo con los autores clásicos deben haberle servidopara, en el caso que nos ocupa, obtener la información necesaria que le lleva a narraren tres de los romances del Coro febeo la vida completa del fundador de roma (des-de su nacimiento a resultas de la violación de real Silvia por Marte hasta su apoteo-sis final) a partir de las noticias que al respecto ofrece Tito Livio en el libro I de Aburbe condita5. Y no se trata sólo de que la información sobre los pormenores de la le-yenda que ofrece Juan de la cueva parezca, en efecto, coincidir plenamente con loque Livio nos cuenta, sino también, y sobre todo, de que toda esa información se dis-ponga siguiendo las mismas secuencias y orden con que se dispone dentro del relatodel historiador latino. Así, pocos son los detalles, por no decir ninguno, que estandopresentes en la obra liviana no se encuentren reflejados en los romances del sevilla-no, sin perjuicio de algunas simplificaciones (sobre todo en lo que se refiere a los pa-sajes en que se alude al acto de la fundación de roma y a las luchas que rómulo lle-vó a cabo contra los distintos pueblos sabinos) y de aquellas amplificaciones con queJuan de la cueva engrosa parte de la materia narrativa que le ofrece el texto latino,

4 También en esta obra queda manifiesta la estrecha relación del poeta sevillano con los autores clásicos,como se determina en F.J. Escobar (2010).

5 Sería éste, a lo que sabemos, uno de los pocos episodios conocidos de la recepción del historiador latinoen la literatura española, excepción hecha (aparte de otros romances del Coro febeo vinculados con manifies-ta claridad al relato de Livio, como los que tratan algunos hitos relacionados con la monarquía romana que senarran en el libro I –Cf. J.L. Arcaz [en prensa]–) de las muestras de la pervivencia en nuestras letras de las le-yendas sobre los Horacios y los curiacios, Virginia y Lucrecia contenidas en Ab urbe condita. De modo ge-neral, sobre la huella de Livio en España, puede consultarse M. Menéndez Pelayo (2008, pp.47-67) y r. Deli-cado Méndez (1996, pp.311-316). Bibliografía adicional sobre la pervivencia de Livio en las literaturasoccidentales, incluida la española, puede encontrarse en V. cristóbal (2000, pp.43-44) y, a propósito de las le-yendas mencionadas, en J.L. Arcaz (en prensa, n. 11). Asimismo, sobre el interés que la obra de Livio desper-tó en otros autores sevillanos, además de Juan de la cueva, véase F.J. Escobar (2004; 2009).

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en especial en aquellos momentos de la leyenda en que la obra de Livio –como nopodía ser de otro modo, al tratarse de un historiador– es más parca en detalles y mássintetizadora (tal es el caso, por ejemplo, del suceso de la violación de rea Silvia porMarte, que Livio refiere con brevedad y el romance del poeta sevillano glosa, sinembargo, con amplitud y complaciéndose además en los detalles amorosos).

Pero aunque es Livio, por tanto, la fuente principal –y casí diríamos única– queJuan de la cueva utiliza para su versión de la leyenda, no es, desde luego, la únicaque transmite el episodio. conviene recordar, a pesar de que ninguna de ellas parecehaberle proporcionado al romancista ni un ápice de materia informativa para com-pletar los datos de la historia de Livio, que, además de por Ab urbe condita, la leyen-da de rómulo es transmitida por otras fuentes antiguas en prosa y en verso6. Desdeluego, son las primeras las que mayor profusión de detalles presentan, y las más ex-tensas y detalladas: se trata de los relatos de la Historia antigua de Roma (I 71-90 yII 1-56) de Dionisio de Halicarnaso y de la Vida de Rómulo de Plutarco, que nosofrecen las dos un caudal informativo mucho más atento al dato curioso sobre la le-yenda y los acontecimientos relativos al protagonista que la sintética noticia, a vecesintencionadamente racionalista, del texto de Livio. Las fuentes en verso, por el con-trario, son lógicamente mucho más parcas en la información que presentan y, dándo-se el caso de que la mayor y más significativa parte de ellas pertenece al período au-gústeo, suelen ofrecer una visión algo sesgada de la leyenda y acorde, por lo demás,a la coyuntura sociopolítica en que se insertan. Al margen de las breves noticias so-bre rómulo que pueden espigarse en los poetas arcaicos (en el Bellum Poenicum deNevio, en los Annales de Ennio o en la desconocida en su argumento praetexta deAccio titulada Romulus o Lupus), los principales testimonios en verso que recogenelementos relacionados con la leyenda del fundador de roma son los de Horacio (enel Carmen Saeculare y en el Epodo VII), Virgilio (que en la Eneida ofrece referen-cias a rómulo no demasiado numerosas, pero sí selectivas e intencionadas con el ob-jeto de potenciar la figura de octavio a partir de los rasgos que le hace compartir conel legendario fundador de roma7), Tibulo (en la elegía II 5, 23-24 y 51-54), Proper-cio (en dos de sus elegías romanas, la IV 1 y la IV 4 –donde se extiende sobre el epi-sodio de Tarpeya–) y ovidio, que es, sin duda alguna, el más recurrente a la hora deincluir a rómulo en la práctica totalidad de su producción poética (así en Amores III4, 39-40, en Ars amatoria I 101-132 –relato del rapto de las sabinas–, en Metamorfo-sis XIV 772-851 –episodio de Tarpeya y divinizaciones de rómulo y Hersilia– y, so-bre todo, en Fastos II 384-421 –abandono de los gemelos y amamantamiento porparte de la loba–, 475-512 –divinización de rómulo–, III 9-70 –violación de rea Sil-via–, 166-257 –rapto de las sabinas e intervención de Hersilia– y IV 807-862 –fun-

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6 No entramos a considerar aquí ni los orígenes ni los condicionantes que llevaron a la forja de un relatoverosímilmente artificioso como lo es éste. Tanto para lo relativo a la cuestión del origen de la leyenda de lafundación de roma –ya atribuida a Eneas, ya a sus descendientes directos o ya a rómulo– como para lo quese refiere al carácter artificioso de la misma, incluidas sus relaciones y paralelos con otros relatos, remitimosa A. Alfoldi (1965), F. Bömer (1951), J.N. Bremmer (1987), T.J. cornell (1975), r.Mª Iglesias Montiel(1993), N.M. Horsfall (1987) y J. Poucet (1985).

7 Cf. G. Maddoli (1988).

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dación de roma y muerte de remo a manos de céler, no de rómulo–). Pero, comohemos dicho antes, ni unas ni otras parecen haber dado a Juan de la cueva pie paraapostillar en cualquiera de los hitos de la leyenda su versión en romance del relato deLivio sobre la vida de rómulo.

Por su parte, los romances del poeta sevillano que recogen y desarrollan la vidadel fundador de roma tocan de manera individual, como indica su título, los siguien-tes episodios de la leyenda: «Nacimiento de rómulo y remo», «El rapto de las sabi-nas» y «Apoteosis de rómulo»8. Es decir, que a grandes rasgos se hacen eco de lainformación ofrecida por Livio9 en, respectivamente, estos pasajes: I 3, 11-I 4, 7(para lo relativo a la reclusión de rea Silvia como vestal, su violación, el nacimientode los gemelos y su abandono en el Tíber, el episodio del amamantamiento de la lobay el hallazgo de los hermanos por parte de Fáustulo); I 9-I 13, 4 (para lo que se refie-re a la organización de los juegos en honor de Neptuno, el rapto de las mujeres, laguerra de los sabinos contra los romanos, la traición de Tarpeya, la muerte de HostioHostilio, el enfrentamiento entre rómulo y Metio curcio, y la interposición de lassabinas entre los dos bandos para pedir la paz); y I 16 (para toda la información so-bre el suceso de la tormenta durante la cual desaparece rómulo, sobre la convicciónde los romanos de que su rey había sido divinizado y sobre las palabras de Próculoacerca de la visión en la que se le aparece rómulo convertido ya en dios).

1. Es el primero de los romances («Nacimiento de rómulo y remo») el que, sinduda alguna, más se aparta de la fuente latina al engrosar la materia histórica de Li-vio, como hemos dicho, con algunos detalles que inciden sobre todo en la violaciónde la vestal por parte del dios de la guerra. En ninguna de las fuentes antiguas consta

8 El texto de los romances que citamos lo hacemos a partir de la edición de A. Durán (1849, pp.345-349[nº 511, 512 y 514, respectivamente]). Por su lado, el texto de Livio que utilizamos es el de la edición de A.Fontán (1987).

9 Anotamos aquí la más que probable y obvia circunstancia de que Juan de la cueva conociera y leyera laobra de Livio directamente en latín, pues a tenor de su familiaridad con la lengua del Lacio –como señala enlos pasajes de su obra poética antes comentados a propósito de las traducciones que había realizado de algu-nos poetas romanos– no debía resultarle difícil la lectura y comprensión del original. Tenía ya a su disposi-ción, desde luego, si no una de las copias manuscritas de la Historia de Livio que tanto proliferaron en los si-glos XIV y XV gracias al impulso que el autor latino recibió por parte de Petrarca, sí al menos cualquiera delas primeras ediciones que se publicaron a partir de la princeps romana de 1469: la de Maguncia de 1519 o lasdos ediciones de Froben dadas en Basilea en 1531 y 1535. Además de las traducciones en otras lenguas dis-tintas del castellano –italiano, francés o inglés–, en el ámbito hispano hubiera podido tener fácil acceso a lalectura del relato de Livio a partir principalmente de la traducción del canciller Pero López de Ayala, acabadaen 1401 y de la que no se atisba ninguna traza de huella en los poemas que estamos analizando, o de las máscercanas a su época de fray Pedro de Vega (zaragoza 1520) y Francisco de Enzinas (Estrasburgo 1552 y co-lonia 1553). Sobre la tradición directa de Livio, véase A. Fontán (1987, pp.cV-cXVIII) y, con especial refe-rencia a España, r. Delicado Méndez (1991; 1996, pp.311-316) y c.J. Wittlin (1977, vol. I, pp.13-211). Encualquier caso, a tenor de los estrechos paralelos textuales que en numerosas ocasiones ofrece la versión delos romances con el texto de Livio (al margen de que aquéllos coincidan con éste en la ordenación de las se-cuencias narrativas del episodio), es fácilmente descartable la posibilidad de que Juan de la cueva conocierala Historia de Livio a partir de los epítomes de Floro y Eutropio o de las Períocas, pues estos resúmenes deltexto del historiador, más atentos al hilo general del relato, suelen prescindir de esa gama de detalles que en elcaso que nos ocupa tanto acercan a Juan de la cueva a su fuente directa latina.

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que Marte se enamorara de rea Silvia y que ése fuera el motivo de poseerla a la fuer-za: Livio, desde la lógica perspectiva del historiador, sólo habla, tras aludir con bre-vedad a la usurpación del poder de Alba Longa por parte de Amulio y a la muerte delhijo de Númitor y la reclusión de rea como vestal, de la atribución, no necesaria niobviamente comprobada, de la violación a Marte (Livio I 3, 11-4, 2)10:

(…) pulso fratre Amulius regnat. Addit sceleri scelus: stirpem fratris uirilem inte-rimit, fratris filiae Reae Siluiae per speciem honoris cum Vestalem eam legisset perpe-tua uirginitate spem partus adimit.

Sed debebatur, ut opinor, fatis tantae origo urbis maximique secundum deorum opesimperii principium. Vi compressa Vestalis cum geminum partum edidisset, seu ita rataseu quia deus auctor culpae honestior erat, Martem incertae stirpis patrem nuncupat.

Sin embargo, Juan de la cueva, tras concretar al comienzo de su romance los da-tos aportados por Livio sobre el derrocamiento de Númitor y la acción represiva deAmulio contra los hijos de éste –la muerte del varón Lauso y el enclaustramientocomo vestal de rea Silvia– (vv. 1-24):

con las vírgenes vestalesEstá la hermosa rea,Que su tío el rey AmulioAllí la tiene por fuerza,Desterrándole a su padrecontra justicia y clemencia,Por quitarle el reino Albano,Qu’era suyo por herencia.Asimismo dio la muerteA Lauro, otro hermano d’ella,con que seguro de todocon el reino albanés queda.La triste rea quedandoHuérfana y por fuerza opresa,La cual consumía su vidaLastimada de su ofensa,Pidiendo venganza al cieloDe su estrechez y miseria,Desesperada del medio,

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10 Las fuentes antiguas son imprecisas sobre el hecho de si la violación se produjo o no a resultas de un sú-bito rapto amoroso de pulsión erótica que se apoderó de Marte o de quien fuera el que ultrajó a rea Silvia.Mientras Plutarco no dice nada al respecto, Dionisio de Halicarnaso atribuye la violación, sin mayores preci-siones, o bien a un pretendiente de la joven rea, o bien a su propio tío Amulio (ataviado con armas para in-fundirle terror y no ser reconocido) o bien, por último, a una imagen de la divinidad a la que estaba consagra-do el bosque al que había ido la vestal a recoger agua –esto es, al dios Marte–. Por su lado, ovidio es el únicoque alude explícitamente a un repentino deseo de poseer a la joven mientras se había quedado dormida(Fast.3.9-24). Sobre la parte de la leyenda que toca a rea Silvia, especialmente en lo relativo a su nombre y alas variantes mitográficas acerca de estos sucesos, véase A. López Fonseca (1991).

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Que dalle remedio pueda.Estando así en el conventoDe la religiosa Vesta,Entre su virgíneo coroLa virgen vestal profesa,

se extiende con generosidad para detallar los pormenores del amor que se apodera deMarte al ver a rea Silvia –a la que ultraja sorprendiéndola un día sola–, lo que lepermite jugar con la paradoja que supone que el dios de la guerra se debata en estalucha impuesta por el amor y sea, a la postre, vencido (vv. 25-64):

El hijo del alto Jove,Que preside en las peleas,El sangriento horror, dejandoLas armas y trompas bélicas,A la terneza de amorTodo su furor sujeta,Viendo la beldad divinaDe la virgen vestal rea;Y forzado al dulce fuego,Que al más fuerte señorea,El poderoso dios Marteciego y cativo se entrega;Que en las contiendas de amorNinguna fuerza aprovecha.Dio lugar a la memoriaEl dios fiero de la guerra,Trabando consigo mismoDe las guerras la más fiera,Entre amor y su deseo,Que el uno y otro le apremian,Dándole el amor esfuerzo,Y el deseo temor y pena;Natural cosa al que ama,Es temer lo que desea,cual al dios Marte, sucede,Que lo que desea, recela.Puesto el tracio dios horribleEn esta horrible contienda,Temiendo y orando a un punto,cosa en el que ama cierta,Sujeto a su voluntadrompió del temor la cuerdaDejando al libre deseoSuelta a su querer la rienda:Y así puesto en asechanzaA la vestal rea acecha,Y hallándola sola un día

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A gozar d’ella se apresta;Que no le otorga su fuego,Para aguardar más, licencia.

De igual modo, el hecho mismo de la violación se amplifica notoriamente conrespecto a Livio, quien aludía a ella con una escueta noticia (ui compressa Vestalis)que, por otro lado, también está presente en el texto del romancista cuando refiere elforcejeo y la resistencia que opone la joven a las intenciones de Marte. Asimismo, adiferencia del autor latino, la violación relatada por Juan de la cueva se adorna conla mención a determinados sucesos extraordinarios que tienen lugar durante el estu-pro11 y que cuadran en su texto, y en la retina de su lector, con los acontecimientossobrenaturales en los que interviene la pagana divinidad guerrera –pues tal búsquedade dramatismo suele ser la tónica dominante en este tipo de romances historiales–(vv. 65-88)12:

Llegó a ella y por la mano,Sin descubrirse quién era,La asió, y ella pavorosaLa voz mal formada arrecia.Forcejeando, y resistiendoEnflaqueció en la defensa;Que no puede fuerza humanaresistir divina fuerza.Tembló el templo, bramó el cielo,Estremecióse la tierra,De horror volvió atrás el TíberEscondiendo la cabeza,Y al centro lodoso y hondoSe dejó calar de pena,Turbando las claras hondasrevolviendo las arenas,

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11 Nada de esto, como ha podido verse, hay en Livio. Sólo Dionisio de Halicarnaso (I 77, 2), haciéndoseeco de lo que transmiten otros autores, menciona el suceso acompañado de algunas señales divinas «comouna repentina desaparición del sol y una oscuridad que se extendía por el cielo» (Cf. E. Jiménez–E. Sánchez[2002, p.107]). ovidio, por su parte, menciona también similares circunstancias pero no en el momento enque se produce la violación, sino cuando rea Silvia pare a los gemelos (Fast.3.45-47).

12 Acerca de la actitud que los poetas que componen esta clase de romances adoptan con respecto a la mi-tología clásica –y, por extensión, a la historia antigua– señala cossío: «La finalidad (…) era abreviar en laholgura fácil del romance historias dilatadas, y transmitirlas y hacerlas populares entre toda clase de lectores.(…) El procedimiento de aprovechar las historias escritas era el mismo de los romances de más vieja y nobletradición. No se trataba de poner en romance lo leído en prosa, aunque a veces por limitaciones del versifica-dor poco más se hacía que esto, sino de amplificar, o condensar o glosar el pasaje o episodio que parecía máspropio para ello por su interés, por su fuerza patética o por su misterio poético, o bien abreviar una historia di-latada reduciéndola a sus líneas indispensables, a su esquema más expresivo» (Cf. J.Mª de cossío [1952,pp.122-123). Parece claro que las palabras del ilustre hispanista cuadran a la perfección con las intencionesque Juan de la cueva parece manejar en la composición de éste y de los otros romances sobre la vida de ró-mulo que estamos comentando.

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Dando testimonio en estoDel agravio hecho a Vesta.Habiendo Marte a su gustoGozado de la doncella,Le dice quién es, y en vueloSe desapareció de ella,Quedando la vestal virgenSin el don que más se precia.

curiosa es en la versión del romance la presencia de un suceso prodigioso referi-do al Tíber, especialmente si tenemos en cuenta que el final de rea Silvia, como tes-timonian algunas versiones, fue el casarse con el rey Tíber, hijo de Jano y epónimodel río que baña la ciudad de roma, circunstancia esta que no sabemos si conocía elautor o no le pareció oportuno recogerla en su texto, sobre todo si reparamos en quemás tarde, siguiendo a Livio (1.4.3: sacerdos uincta in custodiam datur), dice querea Silvia fue encarcelada por Amulio tras producirse el parto («y así la mandó po-ner / en una prisión estrecha / donde acabase la vida / en soledad y miseria»). Máscurioso resulta aún constatar que las precisiones que acompañan a los prodigios queafectaron al Tíber inciden en dos señas de identidad que caracterizan en los poetasromanos su habitual apariencia (es decir, el ser proceloso y de turbia corriente), pues,en efecto, a ello han de referirse las respectivas alusiones al «centro lodoso y hondo»del río y al hecho de enturbiar «las claras hondas / revolviendo las arenas» que reco-ge el romance. Por todo ello, es muy sorprendente que tales características puestasen relación con rea Silvia, según aquí aparecen, las encontremos en un pasaje de laOda 1.2 de Horacio –que por el conocimiento que de él tenía el romancista bienpudo haberle inspirado los prodigios que menciona– en el que también se destaca lanaturaleza impetuosa del Tíber (1.2.13-20):

Vidimus flauum Tiberim retortislitore Etrusco uiolenter undisire deiectum monumenta regis

templaque Vestae,Iliae dum se nimium querentiiactat ultorem, uagus et sinistralabitur ripa Ioue non probante u-

xorius amnis.

Pero volviendo al hilo de la historia que narra el romance y a su dependenciacon respecto a las fuentes antiguas, nuestro poema continúa con la mención del em-barazo de rea y el alumbramiento de los gemelos, y, tras ello, con el conocido epi-sodio del abandono y el milagroso salvamento de los recién nacidos que son ama-mantados por una loba antes de encontrarlos el pastor Fáustulo, que, a la postre, esquien se los lleva para criarlos junto a su esposa Larencia como hijos propios. Se-gún viene siendo norma habitual, Juan de la cueva amplifica la noticia del embara-zo destacando el oprobio sufrido por rea Silvia en su calidad de vestal y dramati-zando por ello el momento puntual del parto, que en la versión del romancista

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–como parece entenderse también en el relato de Livio, que no es más concreto alrespecto13– es el instante en que Amulio se entera de lo ocurrido y decide castigar ala madre y a los niños (vv. 89-114):

Y de dos hijos preñada,Indicio de que era rea;Que las ocultas maldadesEl mismo mal las revela,cual en este ayuntamientoVino a sucederle a rea,Quedando por rastro d’élLa preñez, en que se vea:La cual aunque quedó oculta,Fue, creciendo, manifiesta;Llegando el tiempo que JunoSacó a ver la luz febeaDos bellos niños de un parto,No sin confusión y afrentaDe las vírgenes vestales,Que al rey el caso le cuentan.El cual oyendo el suceso,Sin que punto se detenga,renovando el odio antiguoordenó, ardiendo en crueza,cómo padezca la madre,Y los dos hijos perezcan:Y así la mandó ponerEn una prisión estrechaDonde acabase la vidaEn soledad y miseria.

con estas últimas palabras se amplifica, pues, la escueta referencia de Livio a ladecisión del castigo que ha de pesar sobre rea Silvia y los gemelos (1.4.3: sacerdosuincta in custodiam datur, pueros in profluentem aquam mitti iubet) y, acto seguido,se procede a narrar, con alguna que otra licencia amplificadora de los momentos quede nuevo pueden suponerse más dramáticos, la suerte seguida por rómulo y su her-mano. Pero al margen de estas porciones del romance que ponen el acento en la trage-dia del abandono, Juan de la cueva sigue bastante de cerca el relato de Livio14, que

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13 Las noticias de la violación, el parto, la atribución de la paternidad a Marte y la decisión de Amulio de impo-ner un castigo a la vestal y a su prole, quedaban reducidas en Livio –recordemos– a estas pocas palabras (1.4.2-3):Vi compressa Vestalis cum geminum partum edidisset, seu ita rata seu quia deus auctor culpae honestior erat, Mar-tem incertae stirpis patrem nuncupat. Sed nec di nec homines aut ipsam aut stirpem a crudelitate regia uindicant.

14 Aun omitiendo datos de carácter más histórico que parecen no merecer ser mencionados en el marco delromance, tal es el caso, por ejemplo, de la omisión del nombre que recibió el lugar en que fueron depositadoslos gemelos y que Livio comenta así (1.4.5): Ita uelut defuncti regis imperio in proxima alluuie ubi nunc ficusRuminalis est, Romularem uocatam ferunt, pueros exponunt.

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ofrece en puntual síntesis, sin lugar para la complacencia narrativa15, los hitos mássignificativos del episodio desde el abandono hasta el hallazgo de los niños por partede la loba y su actitud maternal con ellos, tal cual la encontró Fáustulo (1.4.4-6):

Forte quadam diuinitus super ripas Tiberis, effusus lenibus stagnis nec adiri us-quam ad iusti cursum poterat amnis et posse quamuis languida mergi aqua infantesspem ferentibus dabat. Ita uelut defuncti regis imperio in proxima alluuie (…) puerosexponunt.

Vastae tum in his locis solitudines erant. Tenet fama cum fluitantem alueum, quoexpositi erant pueri, tenuis in sicco aquae destituisset, lupam sitientem ex montibusqui circa sunt ad puerilem uagitum cursum flexisse: eam submissas infantibus adeomitem praebuisse mammas ut lingua lambentem pueros magister regii pecoris in -uenerit: Faustulo fuisse nomen ferunt.

Y ésta es la información que el romance, conforme a su proceder, reescribe de lasiguiente manera (vv. 115-188):

Llamó luego dos criados,De quien confiarse pueda,Y contándoles el casoLos dos niños les entregaPara que al Tíber los echenAdonde ahogados mueran.Los criados diligentes,Las almas de dolor llenasreciben los dos infantes,Para darles muerte fiera.cumpliendo el real mandatoVan a ejecutar la penaEn los tiernos inocentes,Que en naciendo a morir llevanPor la culpa de su madre,Que a su inocencia condenaY la tiranía del tío,Que en ellos su odio venga,Aunque el disponer del cieloD’ellos otra cosa ordena;Porque llegados al ríoDonde la triste tragediaHa de ser de los dos niños,Según orden mortal cierta,Iba el río tan crecidoTendido por la ancha vega,

15 como sí ocurre en las versiones de la leyenda de Dionisio de Halicarnaso y Plutarco, y en el relato poé-tico de ovidio.

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Que poder llegar al hondoDe la corriente les veda;Y así cumpliendo el mandatoDel rey, los dos niños dejanEchados dentro del agua,Y con esto dan la vuelta.Mas vuelto a piedad el TíberPor la divina clemencia,recogió en sí la creciente,Los niños dejando en tierraEntre las ovas y lamasLlorando su cruda estrella.Acudió al llanto una loba,No movida como fiera,Mas de humano sentimiento,como si aquello sintiera,Y lamiéndoles el lodo,con regalo entre ellos se echa,Y a cada niño en su bocaLa loba aplicó una teta.En este piadoso oficioEsta fiera se recrea,o guiada de los dioses,o movida de terneza.Sucedió que como ibaY volvía luego presta,Esto hizo tantas vecesSiguiendo una misma senda,Que de Faustillo, un pastor,Fue vista y tenida en cuenta;Y así siguiéndole un díaPor los pasos que iba ella,La vio tendida en el suelo,Y a los niños a sus tetas,Usando del mismo oficioQue si ella los pariera.Aguardó el pastor Faustillo,Que la fiera hiciese ausencia,Y luego que los dejóA los tiernos niños llegaMovido a piedad humana,Tomando ejemplo en la fiera.Se cargó de los dos niñosY a su cabaña los lleva,Y a Laurencia su mujerTodo el suceso le cuentaMandándoselos criarcomo si sus hijos fueran.

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Teniendo en cuenta el texto de Livio que hemos transcrito, no es difícil establecerparalelismos entre algunos detalles de esta porción del romance y las noticias ofrecidasen el texto latino, que, según ya se dijo, son respetadas en la secuencia de su exposi-ción por Juan de la cueva: ahí está la mención a la crecida del río que no permite a losportadores de los niños llegar al cauce normal de la corriente (sobre lo que el romanceseñala que «iba el río tan crecido / tendido por la ancha vega / que poder llegar al hon-do / de la corriente les veda» de acuerdo a las palabras de Livio super ripas Tiberis,effusus lenibus stagnis nec adiri usquam ad iusti cursum poterat amnis), ahí la explícitamención que encontramos a la creencia de que con sólo depositar a los niños en la co-rriente se daba cumplimiento al mandato del rey (en el romance «y así cumpliendo elmandato / del rey, los dos niños dejan / echados dentro del agua», y en Livio ita uelutdefuncti regis imperio in proxima alluuie … pueros exponunt), ahí la alusión al carácterdivino del río Tíber («mas vuelto a piedad el Tíber / por la divina clemencia» / diuini-tus Tiberis), ahí la referencia a cómo los niños son depositados en tierra por la corrien-te («recogió en sí la creciente / los niños dejando en tierra» / tenuis in sicco aqua desti-tuisset), a la loba que acude al llanto con inusitada ternura («acudió al llanto una loba, /no movida como fiera, / mas de humano sentimiento, / como si aquello sintiera» / lu-pam sitientem ex montibus … ad puerilem uagitum cursum flexisse … mitem) y a la ac-titud de ésta con respecto a los niños, a los que lame y ofrece sus ubres («y lamiéndolesel lodo, / con regalo entre ellos se echa, / y a cada niño en su boca / la loba aplicó unateta» / eam submissas infantibus adeo mitem praebuisse mammas ut lingua lambentempueros…), según es encontrada por el pastor Fáustulo («que de Faustillo, un pastor, /fue vista y tenida en cuenta» / …magister regii pecoris inuenerit: Faustulo fuisse no-men ferunt) antes de llevárselos a su majada para ser criados por su esposa Larencia(«se cargó de los dos niños / y a su cabaña los lleva, / y a Laurencia su mujer / todo elsuceso le cuenta / mandándoselos criar / como si sus hijos fueran» / ab eo ad stabulaLarentiae uxori educandos datos). Todo lo demás que leemos en el romance es engro-samiento y glosa de la escueta narración del texto de Livio.

La leyenda de rómulo, empero, continúa en los otros dos romances de Juan de lacueva y en ellos se presta atención, como ya dijimos, a otros tantos episodios signi-ficativos de la historia que se narra: el rapto de las sabinas y la apoteosis del funda-dor de roma. Por lo que respecta al seguimiento que el poeta sevillano hace de lafuente de Livio, se prescinde, pues, en este recorrido por la leyenda, de una buenaporción de Ab urbe condita que se encontraba dispuesta entre el episodio de la loba yFáustulo y el rapto de las sabinas, y que iba referida de manera especial al hechomismo de la fundación de la ciudad. Ésta es, precisamente, la información que deforma precisa y sucinta pone punto final al primero de los romances que estamos co-mentando, pues tras el relato del encuentro feliz de los gemelos por parte del pastor,nuestro poema termina resumiendo toda esa porción del texto de Livio en estos cua-tro octosílabos (vv. 189-192):

Éstos son rómulo y remo,Del romano Imperio cepa,Por quien fue fundada romaQue fue del mundo cabeza.

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2. El segundo romance, «El rapto de las sabinas», es, más que el anterior, unaclara transcripción en octosílabos del relato de Livio. De una forma mucho más evi-dente se mantiene la secuencia de los distintos episodios de la leyenda e incluso,aparte de verse manifiestamente detrás la fuente latina, se deslizan en el romance al-gunas precisiones textuales que tienen por su cercanía al texto de Livio visos de tra-ducción (y, a veces, de errada traducción) del original latino. El comienzo de nuestropoema es ya, de entrada, un eco transliterado del inicio del relato de Livio sobre elrapto de las sabinas (vv. 1-10)16:

Viéndose el hijo de Marte,Por quien fue roma fundada,Muy poderoso de genteEn su ciudad, ya acabada,consideró que este imperioPresto acabaría sin falta,Porque habiendo tantos hombres,Las mujeres les faltaban,Para que en aumento fueseLa generación romana.

En estos versos se recogen, sin duda alguna, las ideas esenciales que presenta elhistoriador latino como motivos que llevaron a rómulo a buscar pactos de alianza ymatrimonio con los pueblos vecinos a roma una vez que la ciudad había consolidadosu inicial poderío. Pues, en efecto, la idea del verso «muy poderoso de gente / en suciudad, ya acabada» está haciéndose eco del texto de Livio iam res Romana adeo eratualida y, asimismo, la convicción de que el estado romano no duraría más allá de unageneración por la falta de mujeres, según la expresan los versos «consideró que esteimperio / presto acabaría sin falta, / porque habiendo tantos hombres, / las mujeres lesfaltaban, / para que en aumento fuese / la generación romana», se ha debido forjar so-bre el texto latino sed penuria mulierum hominis aetatem duratura magnitudo erat,quippe quibus nec domi spes prolis nec cum finitimis conubia essent.

De igual modo, Juan de la cueva expresa el envío de legaciones en busca de ta-les pactos –aun omitiendo los argumentos esgrimidos por los legados despachadospor rómulo17– con una sorprendente literalidad con respecto a la fuente histórica.

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16 1.9.1: Iam res Romana adeo erat ualida ut cuilibet finitimarum ciuitatum bello par esset: sed penuriamulierum hominis aetatem duratura magnitudo erat, quippe quibus nec domi spes prolis nec cum finitimis co-nubia essent.

17 En realidad, lo que parece suceder es que los argumentos utilizados por los legados de rómulo para con-vencer a los sabinos (1.9.3-4: urbes quoque, ut cetera, ex infimo nasci; dein, quas sua uirtus ac di iuuent, mag-nas opes sibi magnumque nomen facere; satis scire origini Romanae et deos adfuisse et non defuturam uirtutem;proinde ne grauarentur homines cum hominibus sanguinem ac genus miscere) son puestos por el romance enboca de los sabinos, y utilizados en sentido contrario, como excusa para rechazar las pretensiones romanas. con-cretamente, de todas las argumentaciones expuestas por Livio, la que de forma más literal encontramos en el tex-to de Juan de la cueva es la que el historiador latino expone en último lugar, pero, según decimos, utilizada ensentido contrario a como en él aparece: «y en oyendo su demanda, / con afrentosos oprobios / los despedían yechaban, / diciendo: que a advenedizos / a sus hijas no les daban, / y que siendo salteadores, / gente pastoril ybaja, / su amistad ni parentesco / no les importaba en nada: / que casasen con su igual, / y hiciesen alianzas».

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Sobran comentarios para intentar demostrar la evidencia de que estos versos del ro-mance (vv. 11-20):

Habiendo acuerdo sobre esto,rómulo al punto despachaLegados a las ciudadesDe toda aquella comarca,Pidiéndoles su amistad,Y dando para ello causas,Fueron los embajadores,Y en oyendo su demanda,con afrentosos oprobiosLos despedían y echaban,

van a la zaga de las palabras de Livio acerca de la maniobra romana y su fracaso (1.9.2-5):

Tum ex consilio patrum Romulus legatos circa uicinas gentes misit qui societatemconubiumque nouo populo peterent (…). Nusquam benigne legatio audita est: adeo si-mul spernebant, simul tanta in medio crescentem molem sibi ac posteris suis metuebant.

Y también es evidente la dependencia literal del romance del sevillano con res-pecto a Livio al mencionar el malestar que tales reacciones de los sabinos provocóen el pueblo romano (1.9.6: Aegre id Romana pubes passa et haud dubie ad uimspectare res coepit), aunque en el poeta hispano dicho malestar se personalice en elprotagonista de su poema (vv. 29-32):

Siendo de rómulo oídaLa respuesta, ardiendo en saña,Determinó que acabasenLo que no el ruego, las armas.

Asimismo, la organización de los juegos durante los que se producirá el rapto delas mujeres sabinas es relatada por Juan de la cueva dando cabida a toda la materiaofrecida por Livio, al que sigue incluso en la adopción de algunos términos que de-jan ver la senda literal por la que camina su adaptación del historiador. Es fácil com-probar hasta qué punto el relato del autor latino acerca del procedimiento ideado porrómulo para convocar a los pueblos cercanos a roma y expuesto así (1.9.6-9):

Cui tempus locumque aptum ut daret Romulus aegritudinem animi dissimulans lu-dos ex industria parat Neptuno equestri solemnes: Consualia uocat. Indici deinde fini-timis spectaculum iubet: quantoque apparatu tum sciebant aut poterant concelebrantut rem claram exspectatamque facerent. Multi mortales conuenere, studio etiam uiden-dae nouae urbis, maxime proximi quique, Caeninenses, Crustumini, Antemnates; iamSabinorum omnis multitudo cum liberis ac coniugibus uenit. Inuitati hospitaliter perdomos cum situm moeniaque et frequentem tectis urbem uidissent, mirantur tam breuirem Romanam creuisse,

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troquela la narración del romance, que se resuelve en una suerte de mezcla entre lasíntesis de la información aportada por Livio y el calco literal –a veces mal interpre-tado– del texto latino (vv. 33-58):

Y porque viniese a efetoSu intención, fingió que estabaEnfermo, y mandó que fueseEsta nueva divulgada,Juntamente apregonandoPor las ciudades cercanasFiestas a Neptuno ecuestre,Y unos juegos de gran fama,Dándoles licencia a todos,Y la ciudad libre y francaA cuantos venir quisiesenA las fiestas que ordenaba.Sabida que fue esta nueva,Ya que el tiempo se acercaba,Muchos hombres y mujeresIr a vellas acordaban,con deseo de ir a verLa nueva ciudad fundada.Y así con hirviente priesaLos sabinos se aprestabancon sus mujeres e hijos,Y en la ciudad se alojaban,Maravillados del sitio,De las cercas y anchas plazasDe la nueva población,Que los admira y espanta.

En efecto, la síntesis operada sobre el texto de Livio ha evitado al romancista,aun manteniendo la práctica totalidad de la información sobre la estratagema ideadapor rómulo, mencionar puntualmente los nombres de los distintos pueblos sabinosque acuden al espectáculo. Pero, por contra, no ha renunciado a recoger algunos tér-minos y junturas, en casi franca traducción, que se encontraban en el original. Es elcaso del comienzo de este pasaje, en el que la oración final del texto de Livio cuitempus locumque aptum ut daret ha sido traducida en la práctica como «y porque vi-niese a efeto / su intención» y en el que, en craso error, la construcción participal ae-gritudinem animi dissimulans referida a rómulo se ha interpretado como «fingióque estaba / enfermo», donde dissimulans se ha vertido en «fingió» y la idea de en-fermar se ha tomado de una equivocada interpretación del significado de aegritudi-nem desligado de su determinante animi. Traducción parecen también estos lugaresparalelos: «y mandó que fuese / esta nueva divulgada, / juntamente apregonando /por las ciudades cercanas / fiestas a Neptuno ecuestre, y unos juegos de gran fama» /ludos… parat Neptuno equestri solemnes… indici deinde finitimos spectaculum iu-

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bet; o estos otros: «muchos hombres y mujeres / ir a vellas acordaban, / con deseo deir a ver / la nueva ciudad fundada» / multi mortales conuenere, studio etiam uiden-dae nouae urbis; o estos últimos: «y así con hirviente priesa / los sabinos se apresta-ban / con sus mujeres e hijos, / y en la ciudad se alojaban, / maravillados del sitio, /de las cercas y anchas plazas / de la nueva población, que los admira y espanta» /iam Sabinorum omnis multitudo cum liberis ac coniugibus uenit. Inuitati hospitaliterper domos cum situm moeniaque et frequentem tectis urbem uidissent, mirantur tambreui rem Romanam creuisse. En todos ellos, sobran los comentarios, es posible vercon nitidez el esfuerzo del romancista por mantener la literalidad con respecto al tex-to de Livio y traducirlo sin demasiadas libertades en el formato del octosílabo.

Si hay un momento de verdad dramático en todo el episodio de las sabinas ése esprecisamente el que se corresponde con el mismo momento del rapto. Aquí es donde,según nos tiene acostumbrados Juan de la cueva, se produce un distanciamiento másnotable en este segundo romance con respecto al relato de Livio. Y ese distancia-miento se resuelve por una doble vía, como es habitual: engrosamiento de lo consi-derado más dramático (y que en la fuente histórica es despachado con menor detalle)y silenciamiento de todo lo accesorio al objeto del romance (como en esta ocasiónocurre con la mención de la anécdota sobre Talasio en relación al episodio del raptoy, algo después, con la amplia porción del texto latino en que se refieren las distintasluchas libradas por roma contra los pueblos vecinos a resultas del episodio del raptoy antes de que se narre el relativo a Tarpeya). Así, mientras Livio apunta con notoriabrevedad el momento puntual del rapto en 1.9.10-11:

Vbi spectaculi tempus uenit deditaeque eo mentes cum oculis erant, tum ex com-posito orta uis signoque dato iuuentus Romana ad rapiendas uirgines discurrit. Mag-na pars forte in quem quaeque inciderat raptae: quasdam forma excellentes, primori-bus patrum destinatas, ex plebe homines quibus datus negotium erat domos deferebant,

Juan de la cueva recrea el tumulto producido tras darse la señal convenida y tras re-coger con cierta literalidad las palabras iniciales del texto latino que anuncian el epi-sodio y las que más adelante lo cierran con la marcha de roma, entristecidos, de lospadres de las raptadas (vv. 59-102)18:

Llegó el día señaladoDe la fiesta apregonada:comienzan alegres juegosY a salir revueltas danzas,Los unos por una parte,Los otros por otra banda:Estos vienen contra aquellos,

18 LIV.1.9.13: Turbato per metum ludicro maesti parentes uirginum profugiunt. No obstante, tras referirpoco después Juan de la cueva las palabras con que rómulo tranquiliza a las jóvenes sabinas, el romancistavuelve de nuevo la vista a este pasaje de Livio, cerrando así el episodio del rapto y dando pie al relato de lashostilidades contra el pueblo romano que inicia Tito Tacio (Cf. infra).

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Y estos a aquellos atajan:ocupan los circunstantesLas vistas, memorias y almas.Desque los romanos vieronLa ocasión aparejada,No la dejaron pasar,Porque no vuelve si pasa;Y así, fingiendo un ruidoEntre ellos, tocan alarma.Salen los jóvenes fierosArdiendo en ardor y saña:Mézclanse con los que miran,Que descuidados estaban.A cuál le quitan la hija,A cuál le roban la hermana,A cuál le llevan la prima,Sin poder más que dejalla.Las vírgenes daban vocesViendo que así las robaban:cuál del cuello de su padreSe ase, y de allí la arrancan;cuál huye despavorida,Y con su madre se abraza,De donde el romano fieroLa quita, y por cima pasa,Sin moverse a llanto o ruego,Ni aplacar su odio a nada,robando solo doncellas,reservando a las casadas.Habiendo hecho la presaDe las vírgenes robadas,Para asegurar su hecho,Puesta la ciudad en arma,Echaron fuera la genteA quien d’ellas despojaban,Que con triste sentimientoViendo ir los suyos quedaban.

Pese a la amplificación de la noticia de Livio, el romance ofrece algún calco lite-ral que remite claramente al texto del historiógrafo: así ocurre con la mención a lallegada del momento preciso para que el rapto se produzca durante los simuladosjuegos (ubi spectaculi tempus uenit / «Llegó el día señalado / de la fiesta apregona-da»), con la referencia al descuido en que se encuentran los sabinos ensimismadoscon el espectáculo (ubi … deditaeque eo [spectaculo] mentes cum oculis erant /«ocupan los circunstantes / las vistas, memorias y almas»), con la concreta señal queavisa del inicio del rapto (tum ex composito … signoque dato / «y así, fingiendo unruido / entre ellos, tocan alarma») o con la súbita algarabía que se forma cuando la

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juventud romana se lanza sobre las doncellas (orta uis … iuuentus Romana ad ra-piendas uirgines discurrit / «salen los jóvenes fieros / ardiendo en ardor y saña»). Elresto del episodio en el romance es, como ya hemos dicho, recreación amplificadoradel tumulto que siguió a estos primeros instantes del rapto aderezada con notablestintes dramáticos que no se encuentran en la fuente de Livio, que omite referir pun-tualmente toda la casuística ocurrida durante los lógicos forcejeos al señalar conajustada concisión magna pars forte in quem quaeque inciderat raptae.

En este estado de excitación y tensión generalizada al que Juan de la cueva hallevado a su romance no podía faltar la noticia que Livio aporta más adelante y quenos presenta a un paternal rómulo tranquilizando a las azaradas doncellas sabinas.En efecto, el historiador latino incluye en su relato las palabras que el fundador deroma dedicó a las jóvenes raptadas para apaciguarlas y explicarles el móvil de suacción. Entre las varias razones que Livio atribuye a la argumentación de rómulo,sólo se recogen tres ideas en el texto del romance: la de que tuvieron que obrar asíporque sus padres les negaron llegar a un matrimonio aceptado de buen grado, lade que las han raptado no para deshonrarlas, sino para casarse con ellas y, por últi-mo, la de que ablandaran su ánimo y aceptasen al que el azar les había entregadopor marido. Todo ello aparece expresado de este modo en el relato historiográfico(1.9.14):

Sed ipse Romulus circumibat docebatque patrum id superbia factum qui conubiumfinitimus negassent: illas tamen in matrimonio, in societate fortunarum omnium ciui-tatisque et quo nihil carius humano generi sit liberum fore; mollirent modo iras et,quibus fors corpora dedisset, darent animos,

y en los siguientes términos, muy cercanos al texto latino, en el romance hispano(vv. 103-120):

Mas rómulo puesto en medioA todas su pena aplaca,Diciéndoles que su intentoNo era el que ellas pensaban,Que era el querer ofendellasY dejallas deshonradas;Mas ser con ellas casados,Y que aquella era la causaDe habellas robado así,Porque les fueron negadasDe sus padres, despreciandoSobre el caso su embajada,Y que solo aquel caminoHallaron par alcanzallas:Que perdiesen el temorY despidiesen las sañas,Y amasen el que la suertePor marido le entregaba.

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De la propia tradición de conocimiento general del episodio, o de cualquiera delas fuentes antiguas que informan de ello (sea Plutarco u ovidio), el romance ha debi-do tomar la noticia, ya que no consta en el texto de Livio, de que la mujer que le tocaen suerte a rómulo es Hersilia. Así, con la incorporación de este detalle ajeno a la his-toria liviana, Juan de la cueva concluye el episodio del rapto retomando el hilo tex-tual de la narración de Livio que, poco antes de las palabras del fundador de roma yen referencia a la marcha de los afrentados sabinos de la ciudad, señalaba (1.9.13):

…incusantes [maesti parentes uirginum] uiolati hospitii scelus deumque inuocan-tes cuius ad sollemne ludosque per fas ac fidem decepti uenissent.

Y así resulta, pues, la síntesis de ambas noticias en el romance hispano (vv. 121-130):

con tales persuasionesrómulo las aplacaba,Y repartidas entre ellos,Fueron con ellos casadas,cabiendo a rómulo, Hersilia,Que en belleza era extremada.ofendidos los sabinos,A los dioses se quejabanDe los perjuros romanosY las armas aprestaban.

En seguimiento del relato historiográfico de Livio, Juan de la cueva continúa lanarración de la lucha entre romanos y sabinos omitiendo una buena porción de datosrelativos a la guerra suscitada tras el rapto (en concreto, todo el capítulo décimo yparte del undécimo del libro I de Ab urbe condita), pero centrándose, como momen-tos estelares de obvia acogida en el octosílabo y con escrupuloso respeto a la secuen-cia narrativa de la obra de Livio, en la traición de Tarpeya, en la muerte de HostioHostilio, en el enfrentamiento entre el caudillo sabino Metio curcio y rómulo, y enla escena de la intervención mediadora de las jóvenes raptadas para alcanzar la pazentre ambos pueblos. Así, comenzando por lo primero, el romance pasa rápidamentea enfrentar ante las puertas de roma a Tito Tacio con el ejército de la urbe refiriendocon cierta literalidad la historia de Tarpeya narrada por el autor latino (1.11.6-7):

Sp. Tarpeius Romanae praeerat arci. Huius filiam uirginem auro corrumpit Tatiusut armatos in arcem accipiat: aquam forte ea tum sacris extra moenia petitum ierat.Accepti obrutam armis necauere, seu ut ui capta potius arx uideretur seu prodendiexempli causa ne quid usquam fidum proditori esset,

que sin excesivas licencias, incluida la idea final de no fiarse de los traidores –que esciertamente traducida en los correspondientes octosílabos–, queda romanceada delsiguiente modo (vv. 131-154):

Y con ellos su rey TacioSe pone luego en campaña,

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Y viniendo sobre roma,Su destrucción protestaban.Y para principio d’ellaUn ardid discreto trazan,con que en su primer rencuentroTuvieron en roma entrada:Y fue, que Spurio TarpeyoHombre noble y de gran famaTenía la fortalezaA su cargo encomendada.Éste tenía una hija,Tarpeya por él llamada,Que corrompida con dones,Negando la fe a su patria,La puerta que cerró el padreAbrió a la enemiga escuadra,Que luego que se vió dentro,A la infame hembra mata,Dando ejemplo con su muerteSer debida y justa paga,Y que al traidor no se debeGuardar la fe ni palabra.

La muerte de Hostio Hostilio a manos de curcio, que Livio refiere telegráfica-mente –y casi prestando más atención al desconcierto que cundió tras ella dentro delbando romano–, Juan de la cueva la despacha con un leve dramatismo de alientoépico al convertir esa concisa noticia en un simulacro de combate propio de la granepopeya (vv. 155-166)19:

Los romanos acudieron,Viendo la ciudad ganada,Siguiendo tras Hostio Hostilio,Su capitán, a cobralla,Que atravesado cayóPor los pechos, de una lanza;cuya repentina muerteA los romanos desmaya.Y así, puestos en huida,Sin orden, se desbaratan,Siguiéndoles Mucio cuvio20,capitán de la otra banda.

19 LIV.1.12.2-3: Principes utrimque pugnam ciebant ab Sabinis Mettius Curtius, ab Romanis Hostius Hos-tilius. Hic rem Romanam iniquo loco ad prima signa animo atque audacia sustinebat. Vt Hostius cecidit, con-festim Romana inclinatur acies fusaque est.

20 Evidentemente, el nombre de Mucio cuvio es una deformación del latino Mettius Curtius en su traduc-ción castellana «Metio curcio». El error tal vez haya que atribuírselo al copista sobre cuyo modelo se hizo laedición sevillana del Coro febeo o al propio autor de las planchas de la edición (pues a todas luces parece unerror paleográfico) y no a Juan de la cueva.

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Más cercano a Livio, en cambio, se muestra nuestro romance al narrar los acon-tecimientos que siguen a la muerte del caudillo romano. En efecto, el historiógrafolatino cuenta en 1.12.3-10 que, tras caer Hostilio en la lucha, se produce un replieguede las tropas romanas encabezadas por rómulo, que en la huida suplica ayuda a Jú-piter y se dirige a sus soldados para infundirles ánimos y rechazar al enemigo. Actoseguido, dice Livio, como si el dios hubiera atendido la petición del fundador de laUrbe, los romanos, con rómulo a la cabeza, se lanzan contra el bando sabino, po-niendo en fuga al ejército y también en serios aprietos a su caudillo curcio, que sal-va la vida por poco y gracias a la intervención de los suyos. De la misma manera or-ganiza Juan de la cueva la noticia que de estos hechos da en su romance, aunqueintroduciendo –tal vez llevado por el contexto o quizá por no haber entendido bien lanoticia que da el historiador– alguna significativa omisión y cambio. Lo que sí en-contramos, como eco del relato de Livio, es la doble alocución de rómulo a Júpiter ya sus hombres, pidiendo a uno ayuda para los romanos y a los otros mayor arrojo enla lucha (vv. 167-184):

Viendo rómulo ir huyendoSu gente con tal infamia,De coraje y de dolorAl cielo las manos alza,Diciendo: –¡Divino Jove,Si aquí tu favor nos falta,Vida, nombre, imperio y gloria,Faltándonos él, acaba!¡Vuelve pues, piadoso padre,En piedad la ardiente saña,Y a estos romanos vencidosTu favor aspire y gracia!–Esto diciendo, a los suyosSe vuelve, y dice en voz alta:–Seguidme, amigos romanos,Seguidme, gente romana,Que aun no estamos tan vencidosQue perdamos la esperanza.–

Asimismo, también leemos en el romance el nuevo ardor que se apodera de losromanos y el contraataque que lanzan contra los sabinos y que, a diferencia del rela-to histórico –donde casi rómulo siega la vida de Metio curcio21–, se salda con lamuerte de su caudillo (vv. 185-202):

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21 En efecto, las fuentes historiográficas, incluido Livio, aluden a las dificultades que encontró Metio cur-cio en su enfrentamiento con rómulo para salvar la vida, pero no se refieren en ningún momento a su muerte.Así, Livio, la fuente del romance, señala al propósito (1.12.10): Mettius in paludem sese strepitu sequentiumtrepidante equo coniecit: auerteratque ea res etiam Sabinos tanti periculo uiri. Et ille quidem adnuentibus acuocantibus suis fauore multorum addito animo euadit.

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Sin hablar más, arremeteAbriendo una senda anchaPor los fieros enemigos,Que a unos hiere y a otros mata,Derribando a éstos y a aquéllosY a cuantos delante halla.Los romanos esforzando,La cobardía dejada,Siguen tras su capitán,Que yendo así en la batalla,Al capitán Mucio encuentra,Que a los sabinos ampara;El cual a rómulo viendo,Aprestado de sus armas,Le acometió, y el romanocomo romano le aguarda,Y emparejando con él,Le privó de vida y alma.

Por último, y en ello se extiende con evidente generosidad merced a los habitua-les engrosamientos que Juan de la cueva hace de la materia narrativa cuando éstallega a momentos de cierta tensión dramática, el romance da cuenta del episodio quenarra la intervención de las jóvenes raptadas para pedir la paz entre los dos bandos.Livio continúa siendo la fuente para el relato de este suceso como puede apreciarse,además de en la idéndica secuenciación con respecto a lo que se dice en Ab urbecondita, sobre todo en que nada se dice sobre si la que capitaneaba el tumulto muje-ril era Hersilia –cosa que sí hacen otras fuentes del episodio, como pueden ser las dePlutarco, Dionisio de Halicarnaso u ovidio– y en que podemos detectar, según eshabitual, alguna evidencia literal del texto latino. Y es así, guiado por la narración deLivio22, como cuenta el romancista sevillano la interposición de las sabinas en mitadde la lucha (vv. 203-270):

Los sabinos se retiran,Y los romanos se partan,reformando las dos huestescon más ira y mayor saña.Y queriendo arremeterse,

22 LIV.1.13.1-4: Tum Sabinae mulieres, quarum ex iniuria bellum ortum erat, crinibus passis scissaqueueste, uicto malis muliebri pauore, ausae se inter tela uolantia inferre, ex transuero impetu facto dirimere in-festas acies, dirimere iras, hinc patres, hic uiros orantes, ne se sanguine nefando soceri generique resperge-rent, ne parricidio macularent partus suos, nepotum illi, hi liberum progeniem. ‘Si adfinitatis inter uos, si co-nubii piget, in nos uertite iras; nos causa belli, nos uolnerum ac caedium uiris ac parentibus sumus; meliusperibimus quam sine alteris uestrum uiduae aut orbae uiuemus’. Mouet res cum multitudinem tum duces; si-lentium et repentina fit quies: inde ad foedus faciendum duces prodeunt. Nec pacem modo sed ciuitatem unamex duabus faciunt. Regnum consociant: imperium omne conferunt Romam.

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Se puso en medio una escuadraDe las mujeres sabinas,Que enternecidas de lástimaDe ver sus padres y hermanoscon las armas levantadas,De otra parte sus maridos,con quien ya en amor se traban,Los unos contra los otrosY cuán sin piedad se matan,Queriendo ser el remedio,Pues del mal eran la causa,Puestas en medio les pidenQue se sosieguen las armas,Y arrancando sus cabellos,Sus vestidos despedazan,Diciendo a voces: –¿Qué os sirveMataros? ¿Qué se restauracuando os hayáis todos muerto,Pues no se remedia nadaSi no es dejarnos viudasNuestros padres, y afrentadas,Y nuestros fieros maridos,Sin padres, desamparadas?Que de cualquier modo el dañoSobre nosotras descarga,Si nos matan los maridoso si los padres nos faltan.Dejad, dejad el combate,Dejad la guerra inhumana,Volved el odio en amistad,Meted las fieras espadas,Pues en lo uno se pierde,Lo que en lo otro se gana.–Esto decían las sabinasDerramando tiernas lágrimas;Ya rogando a los maridosDe sus piernas se abrazaban,Ya volviéndose a sus padresEl paso les embarazan,Ya al pariente, ya al hermanoLa dulce paz les demandan.Fue tan eficaz el llantoQue sus ánimos ablanda,Y todos enternecidosSe inclinan y el odio apartan,Que lágrimas de mujerescualquiera furor aplacan,Que al viento en su mayor furia

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Y al rayo sujetan y atan,De la suerte que el furorD’estos dos pueblos atajan;Y reducidos a pazLas fieras armas abajan,cuando ya tenían las puntascasi en los pechos hincadas.Hicieron de los dos pueblosUno, y una ambas estancias,Los romanos y sabinoscon perpetuas alianzas,Dándole a roma el imperioY el mando en todas las causas,Por el valeroso esfuerzoDe las sabinas robadas.

Al margen, pues, de la amplificación dramática del episodio, el pasaje del ro-mance que desarrolla esta porción del relato muestra algunas similitudes con la fuen-te historiográfica latina. En primer lugar, en él se da cabida en estilo directo a las ra-zones que esgrimen las jovenes raptadas para convencer a padres y maridosargumentándose, como también ocurre en Livio, la absurda y desamparada situaciónen que quedarían, venciera quien venciera en la lucha. En segundo lugar, coincide elromancista con el texto latino en ofrecer un plástico y efectivo retrato de las mujeressabinas que fuera de sí se interponen en mitad de la pelea: Livio las describe crinibuspassis scissaque ueste, y Juan de la cueva de forma muy similar «arrancando sus ca-bellos / sus vestidos despedazan». Y, por último, también el romance se hace eco nosólo de la paz lograda, sino también de las condiciones del pacto que logran alcanzarlos ejércitos enfrentados y que, en palabras de Livio, fue no sólo crear un único Esta-do con los dos pueblos, sino conferir todo el poder a la ciudad de roma: «hicieron delos dos pueblos / uno, y una ambas estancias, / los romanos y sabinos / con perpetuasalianzas, / dándole a roma el imperio / y el mando en todas las causas».

3. El tercero y último de los romances del Coro febeo relacionado con rómuloda un pequeño salto con respecto a su fuente y se fija en el capítulo final del reinadodel fundador de roma. Es así como, bajo el título «Apoteosis de rómulo», el poemade Juan de la cueva se centra en el episodio de la tormenta durante la que desapare-ce el hijo de rea Silvia y los sucesos prodigiosos que siguen a este suceso, tal es laintervención de Julio Próculo a favor del rey desaparecido comunicando al descon-certado pueblo romano el mensaje tranquilizador que el propio rómulo, ya converti-do en dios, le dicta.

De manera mucho más clara que los anteriores, aunque siempre el romance si-gue la secuencia de los hechos conforme los relata Livio y denota alguna literalidadcon el texto latino, Juan de la cueva amplifica la noticia, concisa y huérfana de pre-cisiones accesorias, que el historiador da al respecto en 1.16.1-8. Efectivamente, enprimer lugar, el poema hispano recoge la escena de la tormenta durante la cual desa-

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parece el fundador de roma y verbaliza como en la historia de Livio la sorpresa yopiniones enfrentadas sobre el suceso que asaltan al sobrecogido pueblo romano (vv.1-70). Ahí tenemos, para empezar, la ubicación del episodio durante la asamblea enla que rómulo pasa revista al ejército, si bien no hay especificación del lugar con-creto donde sucede, según claramente apuntaba el relato liviano (vv. 1-6)23:

rómulo estaba haciendoDe su fuerte gente alarde,En quietud gozando el reinoGanado con tanta sangre,Y estando en su tribunalAsentado con los padres…

Ahí también tenemos, engrosado para mayor dramatismo, el relato de cómo sedesencadena y luego se disipa la tormenta que envolviendo al rey, lo hace desapare-cer, con alusiones, similares a las de Livio24, a la oscuridad que primero se cierne so-bre el lugar y luego da paso a un cielo sereno (vv. 7-30):

comenzó a bramar el vientoY el cielo claro a turbarse;Y con súbita violencia,Agua, piedra, fuego y airecontra la romana gente,Todo vino a conspirarse,con tan fiero movimiento,Que terror les causó grande;Y así todos temerosos,Sin tener segura parte,cercados de oscura sombra,Temiendo aguardan que paseLa tempestad espantosa,Y su horrible furia aplaque,Mostrándose el claro díacon la luz que se vió antes.Estando así los romanosDeseando que se amanseEl terremoto terrible,La luz comenzó a mostrarse;cesó el agua, el aire, el fuego;La tiniebla se deshace,restituyendo el sol claroSu luz que la sombra aclare.

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23 LIV.1.16.1: …cum ad exercitum recensendum contionem in campo ad Caprae paludem haberet.24 LIV.1.16.1-2: …subito coorta tempestas cum magno fragore tonitribusque tam denso regem operuit

nimbo ut conspectum eius contioni abstulerit (…). Romana pubes sedato tandem pauore postquam ex tamturbido die serena et tranquilla lux rediit…

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Y ahí están, del mismo modo que la fuente del romance25, la sorpresa general alencontrar vacío el trono del monarca (vv. 31-38):

La gente empezó a moverse,Aunque confusa y cobarde;Los senadores se miran,Sin que ninguno se hable.Acuden a ver a su reyDeseosos de hablalle.Hallaron vacía su silla,Sin poder jamás hallalle,

y las invocaciones que al padre de roma lanzan todos reclamando su presencia (vv.39-52):

comenzaron a dar voces:–¿Dónde estás, hijo de Marte?¿Dónde estás, rómulo fuerte?¿De aquí quién pudo llevarte?¿Dinos si, dejando el suelo,Te llevó al cielo tu padre?Avisa a tu triste gente,Que el fin de su rey no sabe.–D’esta suerte lamentabanA rómulo en todas partes,Llamándole padre y rey,repitiendo el nombre en balde,Sin dar descanso a sus voces,Ni de llamallo cansarse.

Y a todo ello le sigue, ofreciendo, en este caso, una suerte de síntesis de las ex-plicaciones que Livio ofrece a propósito del sobrenatural suceso26, la relación de lasideas enfrentadas entre el pueblo y el senado sobre cuál había sido la suerte seguidapor el fundador de la ciudad (vv. 53-66):

Sosegó el confuso estruendoLas voces y gritos grandes:Decían unos que fue al cielo

25 LIV.1.16.2-3: …ubi uacuam sedem regiam uidit (…), tamen uelut orbitatis metu icta maestum aliquam-diu silentium obtinuit. Deinde a paucis initio facto, deum deo natum, regem parentemque urbis Romanae sa-luere uniuersi Romulum iubent.

26 Livio, en 1.16, ofrece la opinión que dieron los senadores que lo acompañaban: …etsi satis credebat pa-tribus qui proximi steterant sublimem raptum procella; y sin embargo, más adelante, en 1.16.4, ofrece otra in-terpretación más racionalista del suceso: Fuisse credo tum quoque aliquos qui discerptum regem patrum ma-nibus taciti arguerent. De ambas parece hacerse eco el romance al contraponer la opinión del senado, pocoproclive a ver en el acontecimiento una apoteosis de su rey, y la del pueblo, crédulo de la conversión en diosde rómulo ante lo inexplicable de su desparición.

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Llevado a que allá descanse:otros, que ya era dios,Y debían por dios honralle,Y entre los dioses ponellocelestiales y penates.El Senado lo reprueba,Diciendo ser yerro graveQue a rómulo hagan dios,Ni con tal nombre lo llamen,Y que entender otra cosaEra de gente ignorante.

En segundo lugar, contamos también con la intervención de Julio Próculo tranqui-lizando al pueblo y haciéndose cuestión del mensaje que rómulo, tras producirse suapoteosis, le ha hecho llegar. Igual que en Livio, y como eco, por tanto, suyo, Juan dela cueva pone en boca de este personaje la constatación ante los romanos de que elfundador de roma se ha convertido efectivamente en dios y el vaticinio de la grande-za que aguarda en el futuro a la Urbe. Y una vez más, aparte de estas manifiestas hue-llas del relato de Livio en el contenido, afloran también en el romance algunas evi-dencias textuales de la sostenida literalidad que guarda con respecto a él. La presentaciónque hace el historiador latino de Próculo y el relato de sus palabras (1.16.5-8):

Namque Proculus Iulius, sollicita ciuitate desiderio regis et infensa patribus, grauis,ut traditur, quamuis magnae rei auctor in contionem prodit ‘Romulus’, inquit, ‘Quirites,parens urbis huius, prima hodierna luce caelo repente delapsus se mihi obuium dedit.Cum perfusus horrore uenerabundusque adstitissem petens precibus ut contra intueri fasesset, «Abi, nuntia» inquit «Romanis, caelestes ita uelle ut mea Roma caput orbis terra-rum sit: proinde rem militarem colant scianque et ita posteris tradant nullas opes huma-nas armis Romanis resistere posse». ‘Haec’, inquit, ‘locutus sublimis abiit’,

son el molde evidente de la salida a escena e intervención que Juan de la cueva pro-pone para su protagonista (vv. 71-126):

Estando así contendiendo,Sin que su porfía cesase,Un varón esclarecidoPor virtud y noble sangre,Julio Próculo llamado,Viendo el trabado combate,Puesto en medio del tumulto,Dijo en voz alta y suave:–¡oh caballeros romanos!Dad a las voces remate,Y lo mismo os amonestoA vosotros, populares,Para que en vuestra contiendaoigáis cosas que os espanten:

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En lo cual juro a los dioses,En quien toda verdad cabe,A los del horrible Huerco,Y a los domésticos Lares,Y a los que no conocemos,Que son de gloria capaces,De deciros la verdad,Porque vuestra duda acabe.Sabréis que rómulo sacro,Hijo del divino Marte,Y padre de nuestra roma,Honor d’ella y de su padre,Se me apareció en figurarefulgente y admirable,De excelente especie, y formaMás extraña y venerableQue vi jamás, ni él viviendoLa tuvo tan elegante;con resplandecientes armascompuesto, y con nuevo traje:El cual, viéndome suspensoDe ver claridad tan grande,Llamándome por mi nombre,Dijo así en voz mansa y grave:«Julio Próculo, di a romacual me ves y me hablaste,Y que los dioses del cieloQuisieron allá llevarme,Que como del cielo vine,Al cielo volví a tornarme.Que mis romanos se esfuercen;Y no teman que les falte,Y se den al ejercicioDe Marte, y d’él no se aparten;Que los dioses le concedenA mi roma, que contrasteEl mundo, y d’él sea cabeza,Y ella lo sujete y mande».cuando llegó a esta razónFue suspendido en el aire;De nueva luz rodeado,Me dejó, sin más hablarme.–

Y así puede verse, entre otros paralelos, cómo en la aparición de rómulo se in-siste, igual que en el texto de Livio –aunque con el engrosamiento dramático habi-tual–, en los rasgos divinos que atina a vislumbrar en mitad de su temor el azoradoPróculo (parens urbis huius, prima hodierna luce caelo repente delapsus se mihiobuium dedit. Cum perfusus horrore uenerabundusque adstitissem petens preci-

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bus… / «Sabréis que rómulo sacro, / hijo del divino Marte, / y padre de nuestraroma, / honor d’ella y de su padre, / se me apareció en figura / refulgente y admira-ble, / de excelente especie, y forma / más extraña y venerable / que vi jamás, ni él vi-viendo / la tuvo tan elegante; / con resplandecientes armas / compuesto, y con nuevotraje»); puede observarse también cómo en las palabras que el divinizado rey letransmite se insiste en mantener y fomentar el carácter belicoso que habrá de acom-pañar a roma durante su historia y en el glorioso futuro que la aguarda («Abi, nun-tia», inquit, «Romanis, caelestes ita uelle ut mea Roma caput orbis terrarum sit:proinde rem militarem colant sciantque et ita posteris tradant nullas opes humanasarmis Romanis resistere posse» / «Que mis romanos se esfuercen; y no teman queles falte, / y se den al ejercicio / de Marte, y d’él no se aparten; / que los dioses leconceden / a mi roma, que contraste / el mundo, y d’él sea cabeza, / y ella lo sujetey mande»); y puede comprobarse, por fin, cómo se resalta la súbita desaparición derómulo ante la vista de Próculo en idénticos términos a como se produjo en cadacaso su teofanía (‘Haec’, inquit, ‘locutus sublimis abiit’ / «cuando llegó a esta razón/ fue suspendido en el aire; / de nueva luz rodeado, / me dejó, sin más hablarme»).

La noticia, por último, que cierra el romance, está ausente en Livio y no hacesino poner el colofón final, de acuerdo al hilo conductor que ha llevado el poeta eneste y en los otros dos romances a través de la vida de rómulo, con alusión al nom-bre de Quirino que adoptó el divinizado rey y al templo que en el monte Quirinal seerigió en honor suyo (vv. 127-136):

cesó Próculo, y el pueblocon nuevo alarido saleAfirmando lo que ha dichoPróculo al pueblo ignorante,Y todos en un acuerdoDicen que por dios le acaten,Y dejando el nombre antiguoEl dios Quirino se llama;Y en el monte QuirinalUn templo a Quirino hacen.

En cualquier caso, a pesar de la ausencia de noticias como ésta y otras que estandopresentes en los romances de Juan de la cueva no lo están en el relato de Tito Livio, nocabe ninguna duda de que la pretensión del poeta sevillano en estos tres romances hasido la de amoldar al octosílabo la narración historiográfica. Para ello, no ha hecho otracosa que poner a su servicio la habitual forma de proceder en el ámbito del romancero,esto es, amplificar la materia de la fuente allí donde se vislumbra un mayor contenidolírico y amputar el dato considerado accesorio al objetivo de su versión. Y en este caso,al contenido idéntico al de la historia de Livio que se vuelca al verso de ocho sílabas,hay que sumar también la copia de la plantilla narrativa que lleva a cabo nuestro poetay los múltiples ecos textuales, esbozos de traducción, que jalonan su recorrido por lavida del legendario fundador de roma, haciendo así del texto del historiador latino lafuente y el modelo narrativo de cada uno de sus tres romances.

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