Théorie Communiste - La historia normativa y la esencia comunista del proletariado

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 1/8 Théorie Communiste (2006) La historia normativa y la esencia comunista del proletariado Crítica de ‘Cuando las insurrecciones mueren’ de Gilles Dauvé Normative History and the Communist Essence of the Proletariat, Riff-Raff Nº 8, otoño de 2006. Traducido de http://www.theoriecommuniste.org/neoTC/Traductions/When%20insurrections%20die/ por Ricardo Fuego. Cuando las insurrecciones mueren’ contiene el concepto normativo de la historia de la lucha de clases en su estado más puro. En la primera página Dauvé sitúa el vocabulario de esta problemática: un vocabulario de ocasiones ‘perdidas’ y materializaciones ‘fallidas’. Aunque a través del texto el fascismo y el nazismo se describen como resultado de los límites de la lucha de clases del período precedente, estos límites sin embargo se definen en lo referente al comunismo (con ‘C’ mayúscula), no en lo referente a las luchas del momento. Mientras tanto la historia del capital es subsumida en una contradicción general de la historia: la separación del hombre y la comunidad, de la actividad y la sociedad humanas. “La democracia nunca será capaz de solucionar el problema de la sociedad más separada de la historia”. Ésta nunca fue su intención. La tarea de la democracia no es superar el aislamiento, igual que la función de las relaciones personales debajo el feudalismo no era unificar a individuos de otra manera separados. Es la sociedad en la cual las relaciones entre la gente son las más fuertes y desarrolladas lo que produce la ficción del individuo aislado. La pregunta que deberíamos hacer no es cómo los individuos, definidos dentro de un modo de producción particular, son unificados por una forma política, sino por qué estos vínculos sociales adquieren una forma política. Tal y tales individuos producirán tal y tales comunidades; los individuos forman comunidades tan limitadas como ellos mismos. La democracia (el Estado en general) es la forma de esta comunidad en el nivel político, no puede responder a una separación general, porque esto haría de la separación la dinámica general de la historia. Dauvé nos dice que la democracia, con la ayuda de los partidos y los sindicatos, derrotó a los obreros; pero no dice casi nada sobre el contenido y los objetivos reales de estas luchas obreras (en Italia, España y Alemania). De esta manera nos hundimos una vez más en la familiar problemática de la ‘traición’ por los partidos y los sindicatos. Que los obreros obedecieron a los movimientos reformistas – es precisamente esto lo que debería haberse explicado; y sobre la base de la naturaleza de estas mismas luchas, en vez de hacer pasar las nebulosas sombras de la manipulación y del engaño como una explicación. “Los proletarios confiaron en los demócratas”, el mismo proletariado que luchaba contra el capital “con sus propios métodos y objetivos” - métodos y objetivos que nunca son definidos. Dauvé se atreve a hacer la pregunta “¿Quién derrotó esta energía proletaria?”, pero nada es dicho del contenido, las formas y los límites propios de esta energía. Es energía proletaria, punto. Para Dauvé la cuestión central era “cómo controlar a la clase obrera”, pero antes de hacer esta pregunta necesitamos saber la respuesta a esta otra: “¿Qué está haciendo la clase obrera?”. Esto siempre parece ser evidente por sí mismo en el texto, es sólo una cuestión de “energía proletaria”. ¿Por qué entonces el “control” tuvo éxito en el `21 y en el `43? Éstas son las preguntas a las cuales el texto sólo puede responder anecdóticamente; o bien de la manera profunda que veremos después: los obreros fracasaron porque no hicieron la revolución – una caída en la tautología. Volvemos a encontrar esta misma “energía revolucionaria” indeterminada en el análisis de la derrota de la clase obrera y la victoria subsiguiente del nazismo en Alemania: “La derrota alemana de 1918 y la caída del Imperio puso en movimiento un asalto proletario [seguramente se trató de una manifestación de la “energía proletaria”] lo bastante fuerte para sacudir los cimientos de la sociedad, pero impotente para revolucionarla, de esta manera poniendo en la escena central a la socialdemocracia y a los sindicatos como la clave para el equilibrio político. ” Esto es todo lo que se nos dice sobre este “asalto proletario”. ¿Por qué no es lo bastante fuerte para revolucionar a la sociedad? Ésa es la pregunta, sin embargo, y la única que necesitamos responder. Las cosas parecen muy obvias para el autor, es suficiente con decir “proletariado” y “revolución”. Sin embargo, él nos da efímeramente una indicación de cómo proseguir: se dice que el movimiento radical alemán aspiraba a un ‘mundo obrero’ ”; pero esta declaración de fundamental importancia no es Círculo Internacional de Comunistas Antibolcheviques - [email protected] - http://www.geocities.com/cica_web

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Théorie Communiste (2006)

La historia normativa y la esencia comunista del proletariadoCrítica de ‘Cuando las insurrecciones mueren’ de Gilles Dauvé

Normative History and the Communist Essence of the Proletariat, Riff-Raff Nº 8, otoño de 2006. Traducido de http://www.theoriecommuniste.org/neoTC/Traductions/When%20insurrections%20die/ por Ricardo Fuego.

‘Cuando las insurrecciones mueren’ contiene el concepto normativo de la historia de la lucha de clases en su estado más puro. En la primera página Dauvé sitúa el vocabulario de esta problemática: un vocabulario de ocasiones ‘perdidas’ y materializaciones ‘fallidas’. Aunque a través del texto el fascismo y el nazismo se describen como resultado de los límites de la lucha de clases del período precedente, estos límites sin embargo se definen en lo referente al comunismo (con ‘C’ mayúscula), no en lo referente a las luchas del momento. Mientras tanto la historia del capital es subsumida en una contradicción general de la historia: la separación del hombre y la comunidad, de la actividad y la sociedad humanas. “La democracia nunca será capaz de solucionar el problema de la sociedad más separada de la historia”. Ésta nunca fue su intención. La tarea de la democracia no es superar el aislamiento, igual que la función de las relaciones personales debajo el feudalismo no era unificar a individuos de otra manera separados. Es la sociedad en la cual las relaciones entre la gente son las más fuertes y desarrolladas lo que produce la ficción del individuo aislado. La pregunta que deberíamos hacer no es cómo los individuos, definidos dentro de un modo de producción particular, son unificados por una forma política, sino por qué estos vínculos sociales adquieren una forma política. Tal y tales individuos producirán tal y tales comunidades; los individuos forman comunidades tan limitadas como ellos mismos. La democracia (el Estado en general) es la forma de esta comunidad en el nivel político, no puede responder a una separación general, porque esto haría de la separación la dinámica general de la historia.

Dauvé nos dice que la democracia, con la ayuda de los partidos y los sindicatos, derrotó a los obreros; pero no dice casi nada sobre el contenido y los objetivos reales de estas luchas obreras (en Italia, España y Alemania). De esta manera nos hundimos una vez más en la familiar problemática de la ‘traición’ por los partidos y los sindicatos. Que los obreros obedecieron a los movimientos reformistas – es precisamente esto lo que debería haberse explicado; y sobre la base de la naturaleza de estas mismas luchas, en vez de hacer pasar las nebulosas sombras de la manipulación y del engaño como una explicación. “Los proletarios confiaron en los demócratas”, el mismo proletariado que luchaba contra el capital “con sus propios métodos y objetivos” - métodos y objetivos que nunca son definidos. Dauvé se atreve a hacer la pregunta “¿Quién derrotó esta energía proletaria?”, pero nada es dicho del contenido, las formas y los límites propios de esta energía. Es energía proletaria, punto. Para Dauvé la cuestión central era “cómo controlar a la clase obrera”, pero antes de hacer esta pregunta necesitamos saber la respuesta a esta otra: “¿Qué está haciendo la clase obrera?”. Esto siempre parece ser evidente por sí mismo en el texto, es sólo una cuestión de “energía proletaria”. ¿Por qué entonces el “control” tuvo éxito en el `21 y en el `43? Éstas son las preguntas a las cuales el texto sólo puede responder anecdóticamente; o bien de la manera profunda que veremos después: los obreros fracasaron porque no hicieron la revolución – una caída en la tautología.

Volvemos a encontrar esta misma “energía revolucionaria” indeterminada en el análisis de la derrota de la clase obrera y la victoria subsiguiente del nazismo en Alemania: “La derrota alemana de 1918 y la caída del Imperio puso en movimiento un asalto proletario [seguramente se trató de una manifestación de la “energía proletaria”] lo bastante fuerte para sacudir los cimientos de la sociedad, pero impotente para revolucionarla, de esta manera poniendo en la escena central a la socialdemocracia y a los sindicatos como la clave para el equilibrio político.” Esto es todo lo que se nos dice sobre este “asalto proletario”. ¿Por qué no es lo bastante fuerte para revolucionar a la sociedad? Ésa es la pregunta, sin embargo, y la única que necesitamos responder. Las cosas parecen muy obvias para el autor, es suficiente con decir “proletariado” y “revolución”. Sin embargo, él nos da efímeramente una indicación de cómo proseguir: se dice que el movimiento radical alemán “aspiraba a un ‘mundo obrero’ ”; pero esta declaración de fundamental importancia no es

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 2/8desarrollada; aquí sirve solamente como una clase de detalle que no resuelve la cuestión de la derrota, pues es reducido al mínimo inmediatamente por la generalidad del “asalto proletario”.

La clave para la problemática se nos presenta en una observación fortuita: “la revolución conservadora también se apoderó de viejas tendencias anticapitalistas (la vuelta a la naturaleza, la huida de las ciudades...) que los partidos obreros, aun los extremistas, habían negado o desestimado por su incapacidad de integrar la dimensión aclasista y comunitaria del proletariado, por su incapacidad para criticar la economía, y por su incapacidad para pensar en el mundo del futuro como algo más que una mera extensión de la industria pesada.” No diremos nada sobre las luchas del régimen nazi con la industria, es la “energía proletaria” lo que nos interesa. Esta energía parece residir en esta “dimensión aclasista y comunitaria”. Si esto es así, pues, una vez que se proclame esta dimensión, todo lo que sigue – o sea, la historia verdadera de la lucha de clases - no puede ser más que una sucesión de formas más o menos adecuadas a ella. El patrón general del argumento es el siguiente - el hombre y la sociedad están separados, todas las formas históricas de sociedad se construyen sobre esta separación e intentan resolverla, pero solamente a través de formas enajenadas. El capitalismo es la sociedad donde la contradicción es llevada hasta sus límites, pero simultáneamente (¡Hegel al rescate!), es la sociedad que da a luz a una clase con esta dimensión comunal, una clase aclasista. El capital, por sí mismo, se ve obligado a responder al mismo problema de la separación (que, no nos olvidemos, es sólo una forma de vínculo social) con el Estado, la democracia, y la política. Hemos llegado a la simple oposición de dos respuestas a la misma pregunta. El proletariado y el capital ya no son los dos términos de la contradicción dentro del modo de producción capitalista, los que se enfrentan son la política (el Estado) y la comunidad humana que el proletariado lleva adentro suyo, la única conexión entre ellos es que son soluciones opuestas al problema trans-histórico de la separación entre hombre y sociedad, individuo y comunidad1.

El proletariado no tiene una dimensión aclasista o comunitaria (comunal), tiene, en su contradicción con el capital, la capacidad de suprimir el capital y la sociedad de clases y de producir a la comunidad (la adyacencia social del individuo). Sin embargo ésta no es una dimensión que lleva dentro de sí mismo, ni como naturaleza que provenga de su situación en el modo de producción capitalista, ni como el sujeto finalmente descubierto de la tendencia de la historia hacia la comunidad.

Como Dauvé no puede considerar a la lucha de clases como la historia verdadera de sus formas inmediatas y entender que su contenido histórico particular agota la totalidad de lo que transpira en la lucha (es decir, no como forma histórica de algo más), él no puede decirnos por qué fracasó la revolución, por qué sucede que cada vez que el Estado, los partidos, y los sindicatos desean destruir el movimiento revolucionario, funciona. “La contrarrevolución inevitablemente triunfa en el terreno de la revolución”, exacto, pero en el texto nunca descubrimos por qué la contrarrevolución gana en el caso histórico específico de cada revolución. El autor describe cómo sucede, pero no va más allá. Dada su problemática la única explicación tiene que ser tautológica - la revolución fracasó porque no fue más lejos. Diciendo esto no hemos dicho nada sobre la falla real y existente de la revolución real y existente. “En esta coyuntura, la democracia y la socialdemocracia eran indispensables para el capitalismo alemán para regimentar a los obreros, liquidando al espíritu de rebelión en las urnas, para ganar una serie de reformas por parte de los jefes, y dispersar a los revolucionarios.”2 Pero la relación entre esta actividad de la clase capitalista y la socialdemocracia con el contenido histórico de la misma revolución, lo que por sí mismo nos diría por qué “funcionó”; permanece necesariamente como el punto ciego en esta problemática.

El capítulo sobre España lleva estos callejones sin salida a su extremo. Dauvé describe con precisión a la contrarrevolución (no tenemos ningún desacuerdo con él allí), pero sólo habla de la revolución en base a lo que no hizo, en relación a lo que debió haber hecho y como sucesión de “errores fatales”. “Luego de derrotar a las fuerzas de la reacción en un gran número de ciudades, los obreros tenían el poder. ¿Pero qué iban a hacer con él? ¿Debían devolverlo al Estado republicano, o debían usarlo para avanzar en una dirección comunista?”. Ya sabemos la respuesta, y Dauvé nos explica en

1 Podemos encontrar esta problemática en forma desarrollada en “La Banquise”, “La historia de nuestros orígenes” (LB no 2). Toda esta problemática ignora el axioma básico del materialismo de la correspondencia entre el individuo y la comunidad que él forma (tal y tales individuos producirán tal y tales comunidades).2 Nota del traductor al inglés: la versión francesa del texto al cual Théorie Communiste se refiere también incluye la `contención de los obreros' en la lista de los crímenes de la democracia.

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 3/8gran detalle el “error fatal” de los revolucionarios españoles que no enfrentaron al gobierno legal, al Estado. ¿Pero por qué cometieron este error, acaso no estaba vinculado a la misma naturaleza del “asalto proletario”? (El “error” fue ciertamente fatal, pero lo que no es tan cierto es si podemos hablar de error en primer lugar). Éstas son las verdaderas preguntas que esta problemática no puede tratar. “En mayo del 37, los obreros todavía tenían la capacidad de levantarse contra el Estado (esta vez en su forma democrática) pero ya no podían llevar su lucha hasta el punto de una ruptura abierta” – sin embargo sí tuvieron, al parecer, esta capacidad en julio de 1936. Para Dauvé las masas “fueron engañadas” por la CNT y el POUM que temían la enajenación del Estado: “Al aceptar la mediación de las “organizaciones representativas” y los consejos de moderación por parte del POUM y la CNT, el mismo pueblo que había derrotado a los militares fascistas en julio de 1936 se rindió sin lucha a la policía republicana en mayo de 1937.” Si seguimos esta interpretación los proletarios españoles son idiotas. Es extraordinario escribir expresiones tales como: “error fatal”, “las masas pusieron su confianza…”, “los proletarios, convencidos de que tenían el poder”, “al aceptar la mediación…”, sin ningunas dudas o preguntas como: ¿por qué funciona? ¿Por qué pusieron su confianza? ¿Por qué sucedió este error? ¿Por qué esta convicción? Si estas preguntas parecen no ocurrírseles al autor, debemos no obstante preguntarnos porqué no son planteadas.

La explicación es que en el texto el proletariado es por naturaleza revolucionario, y mejor aun, comunista. Se toma como dado que la historia es la historia de la separación del hombre y la sociedad. En cuanto a los proletarios, son “seres mercantilizados que ya no pueden y ya no quieren existir como mercancías, y cuya rebelión hace explotar la lógica de capitalismo”. Los proletarios son seres contradictorios, y como tales portan la comunidad – el comunismo - dentro de sí mismos. De esto se deduce que, cuando no pudieron hacer la revolución, fue porque se equivocaron o fueron engañados. De esta manera aquello que no pudo suceder se convierte en la explicación de lo que sucedió realmente.

La fórmula “seres mercantilizados, etc.” deja en la oscuridad a preguntas teóricas que no podrían ser más arduas o decisivas. Los proletarios son aquí el quid de una contradicción interna, uno de cuyos términos permanece tácito y se toma como dado. Por una parte son mercancías, ¿pero en nombre de qué, por el otro, ya no quieren existir como tales? Es elemental: son hombres. La definición social del proletariado en un modo específico de producción deja paso a una definición híbrida: mercancía y hombre. ¿Pero quién es entonces este hombre que no está constituido por el conjunto de sus relaciones sociales a través de las cuales es definido como mercancía?

A partir del momento en que se construye una naturaleza revolucionaria del proletariado como esta hibridación contradictoria de hombre y mercancía, la historia de la lucha de clases y más precisamente de la revolución y del comunismo desaparece. El comunismo es tallado para siempre en la naturaleza del proletariado. Que el proletariado no pueda ni desee seguir siendo lo que es, no es una contradicción interna de su naturaleza, intrínseca a su ser, sino la actualidad de su relación contradictoria con el capital en un modo de producción históricamente específico. Es la relación de esa mercancía particular (la fuerza de trabajo) con el capital, como relación de explotación, lo que constituye la relación revolucionaria. Presentado de esta manera, es necesariamente una historia, la de esta contradicción. La lucha de clases en Barcelona en Mayo del 37 no significó el movimiento del comunismo en general (incluso en estas condiciones particulares) que se quedó corto por razones que nunca pueden ser dadas; fue más bien la revolución como realmente existió. Es decir, como afirmación del proletariado3 que extrae su fuerza y el contenido de su autonomía de su misma condición dentro del modo de producción capitalista. Los “errores” ahora aparecen como lo que son, límites inherentes, hasta el punto en que la revolución implica su propia contrarrevolución. La afirmación de la autonomía del proletariado implica la afirmación de lo que él es en el capital, es decir donde encuentra su poder y la razón de ser para su acción; al mismo tiempo que se produce el vínculo esencial entre esta acción y la contrarrevolución4.

La afirmación de una dimensión “aclasista y comunitaria” del proletariado deriva meramente de una pobre comprensión de una era de la lucha de clases (hasta los 1840s) y no de la naturaleza revolucionaria del proletariado. Sin embargo, esto permite construir al proletariado como figura de

3 Con “afirmación del proletariado”, Théorie Communiste quiere decir que lxs proletarixs se afirman a sí mismxs como tales, en vez de negarse como proletarixs y afirmarse como hombres y mujeres libres, más allá de sus condiciones de existencia bajo el capitalismo. Para ahondar, ver el apéndice “Quiénes somos”. (Nota de Ricardo Fuego)4 Otra forma de expresar esto es que lxs proletarixs, al constituirnos en sujeto social consciente, desplegamos nuestras capacidades revolucionarias como individuos autónomos y, a la vez, nuestras capacidades contrarrevolucionarias como individuos todavía alienados. (Nota de Ricardo Fuego)

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 4/8la humanidad, como representación de una contradicción que tiene una existencia previa. El comunismo se presupone como una tensión, como una tendencia, que se opone al capital desde el principio del modo de producción capitalista y apunta a hacerlo estallar. Esto es diferente de afirmar que el comunismo es el movimiento que suprime las condiciones existentes, es decir el movimiento de la contradicción interna de estas condiciones. Además, si el proletariado es investido con esta dimensión, el proceso histórico de la lucha de clases ya no es realmente necesario en lo referente a la revolución, es simplemente un proceso de realización. Esto causa la caída en el análisis por la cual la contradicción entre el proletariado y el capital es sustituida por la contradicción entre el comunismo y el capital.

Si volvemos al curso de la guerra civil española según lo descripto en el texto, es patente el uso del subjuntivo y el condicional: “Llevar la revolución más allá de las áreas de control republicano, sin embargo, significaba completar la revolución en las áreas republicanas también”. Lo que no pudo suceder es siempre la explicación para lo que sucedió realmente. “Pero incluso Durruti no pareció comprender que el Estado todavía se encontraba intacto por todas partes.” Todo sucede como si hubiera un termómetro gigante con una escala hasta la revolución comunista (comunidad humana): lo colocas en un punto sensible de los acontecimientos y observas hasta dónde sube el mercurio, entonces explicas que el mercurio sólo llegó hasta esa medida porque no pudo llegar más lejos.

Sin embargo “Durruti y sus compañeros encarnaron una energía que no había esperado a 1936 para asaltar al mundo existente”. La “energía proletaria” desempeña un gran papel en esta visión de la historia, es lo que hace que el mercurio se eleve en el termómetro. Es, como en la vieja física, una de esas fuerzas inefables destinadas a envolver todas las tautologías. Observamos de pasada que la “energía” está encarnada, justo como el “impulso”. En última instancia, en vez de explicar por qué la revolución española no pudo ir más lejos y cuál fue su relación esencial con la contrarrevolución, Dauvé acumula todos los “cómo” perfectamente pertinentes, pero sin siquiera proveernos de los principios para una explicación; a menos que esté en condicional, con la condición siendo lo que debió haberse hecho: “el anuncio de la independencia inmediata e incondicional para el Marruecos español, como mínimo, había creado intranquilidad en el seno de las tropas de choque de la reacción”; “A fin de ser consolidadas y ampliadas, las transformaciones sociales sin las cuales la revolución es una palabra vacía tuvieron que plantearse como antagonista a un Estado claramente designado como el adversario. El problema fue que, después de julio de 1936, el poder dual existía sólo en apariencia. No sólo los instrumentos del poder proletario que surgieron de la insurrección, y aquellos que posteriormente supervisaron las socializaciones, toleraron al Estado, sino que acordaron con darle al Estado una primacía en la lucha anti-Franco, como si fuera tácticamente necesario pasar por el Estado a fin de derrotar a Franco.” “Las medidas comunistas podrían haber minado las bases sociales de los dos Estados (republicano y nacionalista), aunque sea resolviendo la cuestión agraria: en los años treinta, más de la mitad de la población estaba desnutrida. Una fuerza subversiva hizo erupción, poniendo al frente a los estratos más oprimidos, aquellos más lejanos de la "vida política" (por ejemplo las mujeres), pero esto no llega hasta el fondo ni erradica la raíz del sistema y sus ramificaciones.” ¿Por qué? Para contestar a la pregunta la lucha debe ser definida como algo más que el “impulso revolucionario”, los “potenciales comunistas” o una “revolución abortada”. La contradicción entre el proletariado y el capital debe ser considerada como una relación de implicación recíproca, planteando de este modo a la revolución y al comunismo como productos históricos y no como resultado de la naturaleza de la clase revolucionaria definida como tal de una vez y para siempre.

Para Dauvé la revolución alemana, como la rusa y la española, testimonian “un movimiento comunista que reconstruye a toda la sociedad”. Pero es precisamente la naturaleza de este movimiento comunista, en esta coyuntura particular en la historia de la contradicción entre el proletariado y el capital, la que debe ser definida si deseamos entender sus límites y su relación con la contrarrevolución sin reducirla a lo que debió haberse hecho y lo que no. A pesar de ello el autor nos provee de una explicación de los límites de la revolución, no obstante, al parecer, sin atribuir demasiada importancia a la misma: “La Guerra Civil Española demostró el vigor revolucionario de los lazos y las formas comunitarias que han sido penetradas por el capital, pero que no son todavía reproducidas diariamente por el capital, y también demostró su impotencia, por sí mismas, en lograr una revolución. La ausencia de un asalto contra el Estado condenó el establecimiento de relaciones diferentes a una autogestión fragmentaria que conservaba el contenido y a menudo las formas de capitalismo, especialmente el dinero y la división de actividades por empresa particular.” ¿Y si fueron precisamente estos lazos y estas formas las que impidieron el “asalto”? ¿Y qué si no teníamos otra cosa que una forma particular de la afirmación del proletariado? Dauvé no se hace

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 5/8este tipo de pregunta, porque para él las condiciones particulares son siempre meramente las condiciones en lo referente a lo que la revolución debe hacer, y no la forma misma de la revolución en un momento dado. En este breve pero muy interesante pasaje él no escapa de la problemática entre condiciones objetivas/naturaleza revolucionaria. Estas condiciones particulares que él nos destaca deben haber sido las que no obstante debían haber producido un asalto contra el Estado. En consecuencia esta explicación de los límites no interviene en el razonamiento general. Si hubiera intervenido Dauvé habría tenido que especificar históricamente el “vigor revolucionario” y el “impulso revolucionario”, y ya no podría hablar de “revolución abortada” o “potenciales comunistas”. Ya no podría explicar lo qué sucedió por lo que no sucedió, y todos los “hubiera-sido” serían insignificantes. Él se contenta con yuxtaponer una visión a-histórica de la revolución con las condiciones que le darán forma, que la modelarán. La historia de la lucha de clases es aquí siempre doble: por un lado el principio comunista, el impulso o energía revolucionaria que anima al proletariado, una historia trascendental; por el otro, la manifestación limitada de esta energía, una historia anecdótica. Entre estos dos aspectos existe una jerarquía. La historia trascendental es historia “verdadera”, y la historia verdadera con todos sus límites es solamente la forma accidental de la primera, tanto es así que la primera es constantemente el juicio de la última.

Uno apenas puede cuestionar la observación de Dauvé sobre la situación de las relaciones sociales en los años 30 en España, pero o era posible hacer lo que él dice que habría sido necesario hacer, y de esta manera las condiciones habrían podido ser superadas, o no era posible y en ese caso los condicionales de Dauvé pierden todo significado racional. Esta situación habría sido superada si el ímpetu revolucionario fuera el que él presupone en su análisis. Pero si se trataba de una cuestión de lucha programática5 entonces tal situación (“lazos comunitarios”) se convierte en un material que se rehace según su propia naturaleza.

Uno podría considerar que el conjunto de este texto histórico es un trabajo de reflexión sobre lo que debe y puede ser hoy la revolución. Pero el problema es que Dauvé presenta esto en una manera eterna y atemporal; tanto es así que si bien terminamos más informados no obstante no hemos hecho ningún avance en la cuestión esencial: ¿por qué la revolución podría ser hoy lo que no fue en el pasado?

Sólo para aclarar: estamos absolutamente de acuerdo con la secuencia de los hechos que presenta Dauvé, tanto para Alemania como para España (con algunas reservas en el caso de Rusia). Su concepción de la revolución comunista es enteramente compartida por nosotros en cuanto a lo que su contenido y las medidas comunistas se refieren - su comprensión como comunización y no como previo a la comunización. En lo que nos diferenciamos profundamente es en la comprensión de Dauvé del curso de la lucha de clases como la yuxtaposición de un principio comunista dado, conocido, dentro del ser del proletariado, y de una historia que se contenta con expresar este principio de una manera parcial, confusa o abortada. No es una cuestión del método de análisis histórico, ésta no es una disputa entre filósofos de la historia. Como siempre, lo que está en juego es la comprensión del período actual. El método de Dauvé hace imposible la comprensión de la superación del programatismo, de la revolución como afirmación del proletariado. La revolución comunista, como podemos concebirla actualmente, como se presenta en este ciclo de luchas, para él ya se encuentra presente (limitada, abortada, con errores e ilusiones) en las revoluciones rusa, alemana y española. De esta manera, si bien podemos acordar con el concepto de la revolución que él presenta al final de su folleto, esto es porque él no ve que esta revolución no es, ya no más, la de Rusia, la de Alemania, etc. Éstas fueron revoluciones correspondientes al ciclo de la lucha en el cual se afirmó al proletariado, ya no es el caso de hoy. Esta confusión acarrea consecuencias para cualquier teoría basada en la situación actual de la relación entre el proletariado y el capital, en la comprensión de las luchas actuales y en la revolución como la superación producida por este ciclo de luchas. Es decir, en la manera en que uno toma estas luchas como productoras efectivamente de su propia superación (práctica y teórica) y no para ser juzgadas en lo referente a esta superación ya presentada como norma. La historia de la lucha de clases es producción y no realización.

5 Nota del traductor al inglés: `Programatismo' es un término que Théorie Communiste usa para describir un período entero de la lucha de clases desde del comienzo del siglo XX a los años 70 que es caracterizado en todas sus formas por ‘la afirmación del proletariado’.

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Apéndice:

¿Quienes somos? Por Theorie Communiste

Traducido de http://www.theoriecommuniste.org/neoTC/Traductions/Who%20we%20are/ por Ricardo Fuego.

El primer número de la revista Théorie Communiste (TC) salio en 1977. El grupo original implicado en ella se había formado en 1975. Anteriormente algunos miembros de este grupo habían publicado la revista Intervention Communiste (aparecieron dos números en los años 1972 y 1973) y habían participado en la publicación de Cahiers du Communisme de Conseils - Notas sobre Comunismo de Consejos. Editada en Marsella entre 1968 y 1973, esta publicación estaba muy vinculada a la ICO (Informations and Correspondance Ouvriére, que desde entonces se ha convertido en Echanges et Mouvement). El grupo se separó de Cahiers du Communisme de Conseils ni bien éste comenzó a fundirse con Révolution Internationale (la Corriente Comunista Internacional). El breve relato que sigue nos permite, en parte, obtener una visión de los problemas y las preguntas que existían al origen de TC.

Al principio de los años 70 toda una tendencia ya crítica de la ultra-izquierda histórica comenzó a encontrar aspectos inadecuados en el análisis de ultra-izquierda, particularmente su crítica de todas las mediaciones políticas y sindicales que dan forma a la pertenencia del proletariado, como clase, al modo de producción capitalista. En el balance que podemos elaborar de la ola de luchas de clases al final de los años 60, la demanda de una acción de clase en sí misma enmascara el problema esencial: no se trata de redescubrir una aserción pura del proletariado. La revolución, la abolición del capital, será la negación inmediata de todas las clases, incluyendo al proletariado. A pesar de esto no deseábamos adoptar el enfoque de Invariance que, partiendo de esta observación, terminó rechazando cualquier perspectiva clasista en las contradicciones de la sociedad existente y de la revolución, ni el de Mouvement Communiste, conducido por Jean Barrot, que, mediante una inyección de bordiguismo, buscó radicalizar la problemática de ultra-izquierda.

Al principio el trabajo teórico de TC (en cooperación con el grupo que publicaba Négation) consistió en elaborar el concepto de programatismo. La crisis de finales de los 60/principios de los 70 fue la primera crisis del capital durante la subsunción real del trabajo bajo el capital. Marcó el final de todos los ciclos anteriores que, desde principios del siglo XIX, tenían por contenido inmediato y como objetivo el fortalecimiento de la clase dentro del modo de producción capitalista y su afirmación como la clase del trabajo productivo, a través de la toma del poder y el establecimiento de un período de transición. Práctica y teóricamente, el programatismo designa todo aquel período de la lucha de clase proletaria. A pesar de haber renovado esta problemática por necesidad, Echanges (publicado en inglés y en francés) permanece en la misma base general, a saber que en cada lucha el proletariado debe redescubrirse a sí mismo; la revolución se convierte en el proceso de las luchas, el proceso de esta conquista de sí mismo.

De esta manera la cuestión teórica central es: ¿como puede el proletariado, actuando estrictamente como una clase de este modo de producción, en su contradicción con el capital dentro del modo de producción capitalista, abolir las clases, y por lo tanto a sí mismo? O sea: ¿cómo puede el proletariado producir el comunismo? Una respuesta a esta pregunta que se refiera a una especie de humanidad debajo del proletario o a la actividad humana debajo del trabajo, no sólo termina en un cenagal filosófico, sino que siempre vuelve a la consideración que la lucha de clase proletaria sólo puede ir más allá de sí misma siempre y cuando ya exprese algo que se excede y se afirma a sí mismo (podemos encontrar esto incluso en las formalizaciones teóricas actuales del 'movimiento de acción directa'). El obrero sudoroso ha sido sustituido por el Hombre, pero el problema no ha cambiado, sigue el 'Aufhebung'6.

Partiendo de esta base, hemos emprendido el trabajo de una redefinición teórica de la contradicción entre el proletariado y el capital. En primer lugar era necesario redefinir la contradicción como, simultáneamente, la contradicción respecto al comunismo como su resolución y la contradicción reproductiva y dinámica del capital. Era necesario concebir la identidad del proletariado como clase del modo de producción capitalista y como clase revolucionaria, lo que implica que ya no concebimos

6 Palabra alemana que significa, simultáneamente, aceptación, crítica y superación. Podría traducirse como superación crítica. (Nota de Ricardo Fuego)

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 7/8esta 'condición revolucionaria' como una naturaleza de clase que se ajusta, desaparece, y renace de acuerdo a las circunstancias y las condiciones. Esta contradicción es la explotación. Siendo la explotación una contradicción entre las clases comprendimos su caracterización como la caracterización de la comunidad, y por lo tanto siendo simultáneamente su participación recíproca. Esto significó que fuimos capaces de comprender: la imposibilidad de la afirmación del proletariado; la contradicción entre el proletariado y el capital como historia; la crítica de cualquier naturaleza revolucionaria del proletariado como una esencia definitoria sepultada o enmascarada por la reproducción del todo (la auto presuposición del capital). Habíamos historizado la contradicción y por lo tanto la revolución y el comunismo, y no sólo sus circunstancias. La revolución y el comunismo son lo que es producido históricamente a través de los ciclos de luchas que acentúan el desarrollo de la contradicción. La contradicción entre el proletariado y el capital fue realmente desobjetivizada, aunque sin tomar a la economía como una ilusión. La caída tendencial de la tasa de ganancia se convirtió inmediatamente en una contradicción entre las clases y no en la causa que la provoca, como siempre fue el caso en Mattick, aun cuando su teoría de la crisis abra el camino a la superación del objetivismo.

Además de profundizar estas presuposiciones teóricas, el trabajo de TC consiste en definir la estructura y el contenido de la contradicción entre las clases en actividad desde finales de los años 70, y consolidada en los años 80. Hubo una reestructuración de las relaciones de explotación, o sea de la contradicción entre las clases, que fue la segunda fase de la subsunción real.

La extracción de la plusvalía relativa se ha convertido en un proceso de reproducción de la interfaz entre el capital y el trabajo adecuado, en el cual éste último no contiene ningún elemento, ningún punto de cristalización, ningún punto de fricción que pueda ser un obstáculo a la fluidez necesaria y el constante convulsionamiento (upheaval) que necesita. A diferencia del anterior ciclo de luchas, la reestructuración ha abolido toda especifidad, garantías, 'bienestar', 'compromiso fordista', y división del ciclo global en áreas nacionales de acumulación, en relaciones fijas entre el centro y la periferia, en zonas internas de acumulación (Este/Oeste). La extracción de plusvalía en su modo relativo exige el constante convulsionamiento y abolición de todas las restricciones al proceso inmediato de la producción, a la reproducción de la fuerza de trabajo y a las relaciones de los capitales entre sí7.

La reestructuración del modo de producción capitalista no puede existir sin una derrota de los trabajadores. Esta derrota fue la de la identidad del obrero, de los Partidos Comunistas, del 'socialismo real', del sindicalismo, de la autogestión, de la autoorganización. Es todo un ciclo de luchas en su diversidad y sus contradicciones el que fue derrotado en los años 70 y a principios de los años 80. La reestructuración es esencialmente la contrarrevolución. Su resultado esencial, desde el principio de los años 80, es la desaparición de toda identidad del obrero productivo reproducida y confirmada dentro del modo de producción capitalista.

Cuando la relación contradictoria entre el proletariado y el capital deja de estar definida por la fluidez de la reproducción capitalista, el proletariado sólo puede oponerse al capital poniendo en duda el movimiento en el cual es reproducido como clase. El proletariado ya no lleva consigo un proyecto de reorganización social en la forma de una afirmación de lo que él es. Es en contradicción con el capital, en la dinámica de la lucha de clases, en contradicción con su propia existencia como clase. Éste es ahora el contenido de, y lo que está en juego en, la lucha de clases. Constituye la base de nuestro trabajo actual a través del análisis no sólo del curso del capital sino también, indisociablemente, de las luchas como las de aquel diciembre de 1995 en Francia, del movimiento de los parados o el sans-papiers8, así como de las luchas cotidianas que son menos espectaculares pero, aún así, indicativas de este nuevo ciclo.

Aquello que es fundamentalmente radical acerca del ciclo de luchas es simultáneamente su límite: la existencia de la clase en la reproducción del capital. Este límite específico del nuevo ciclo de luchas es la fundación y el contenido históricamente específico de lo que a partir de 1995 hemos llamado 'democratismo radical'. Es la expresión y la formalización de los límites de este ciclo de luchas. Establece en la práctica política o en una perspectiva alternativista la desaparición de toda identidad

7 Lo que este párrafo significa es que la profundización de la subsunción real del trabajo por el capital ha permitido a éste amoldar totalmente el proceso de producción a sus necesidades de valorización, pasando por encima tanto del viejo ‘Estado de bienestar’ (sostenidos por pactos tripartitos entre las cámaras empresariales, el Estado, y el movimiento obrero) como de las tradicionales relaciones políticas y comerciales entre los Estados. (Nota de Ricardo Fuego)8 Vocablo en francés que significa “sin papeles”. Usado para designar al extranjero ingresado ilegalmente en territorio francés, también llamado “clandestino”. (Nota de Ricardo Fuego)

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Theorie Communiste – La historia normativa y la esencia comunista del proletariado 8/8obrera para ratificar la existencia de la clase dentro del capital como una colección de ciudadanos y/o productores, una existencia a la cual pide al capital que se conforme. En oposición a esto, pero sobre la misma base, el ‘movimiento de acción directa’ se concibe a sí mismo como nuevas relaciones sociales 'desalienadas' opuestas al capital.

Tomando como principio este ciclo de luchas, la revolución es una superación producida por el mismo. No puede haber una extensión hacia la revolución de las luchas presentes tal como son por la simple razón de que la revolución es la abolición de las clases. Esta superación es el momento en el cual, en la lucha de clases, la pertenencia de clase en sí misma se convierte en una coacción exterior impuesta por el capital. Es un proceso contradictorio interno al modo de producción capitalista. Mientras tanto, renunciando tanto al papel de huérfanos del movimiento obrero como al de profetas del comunismo por venir, participamos en la lucha de clases tal como es cotidianamente y mientras produce teoría.

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