Textura y Brillo on Resinas Compuestas - 2007
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Estratificación de Capas Naturales, Brillo y Textura con
Resinas Compuestas
Hidalgo RC. Estratificación de capas naturales, brillo y textura con resinas compuestas de
nanotecnología. Libro de Resúmenes de Conferencias del XII Congreso Internacional de
Odontología Santa Cruz. Santa Cruz: CIO; 2007. p. 33 –7.
La palabra mimética figura en el Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española y hace referencia desde un punto de vista
biológico a algo: perteneciente o relativo al mimetismo1. A propósito
de esta acepción, Magne y Belser, a principios de la década del 90 del
siglo pasado acuñan en el ámbito odontológico el concepto de
Biomimética refiriéndose a: la filosofía para reconstruir el tejido
dental intentando igualar a la naturaleza2. Lo que implica el
conocimiento de la estructura dental, el entendimiento de su
morfología (en la cual debiéramos incluir a las texturas –
dentomorfología- que los dientes presentan), del color (cómo se
origina o varía), del brillo que puede presentar y los cambios que con
el tiempo en estas tres características pueden ocurrir.
Desde una filosofía biomimética, nuestros tratamientos directos, en
los dientes anteriores, deben pretender igualar a la naturaleza de los
mismos, de manera tal que en cuestiones de forma – textura, color y
brillo, sea indistinguible para los pacientes, y porque no, muy difícil
de percibir finalmente por nosotros.
El objetivo final de nuestro trabajo es manipular los materiales
dentales (propiamente las resinas compuestas, instrumentos de
modelado, tintes y opacificadores, sistemas de acabado y pulido),
para lograr la anatomía más precisa, la textura más similar, los
colores (y sus combinaciones) más certeros y el brillo más adecuado
para tal o cual situación clínica o diente que nos toque restaurar.
El Diente: La naturaleza a imitar
La corona dental está constituida por esmalte y dentina básicamente,
con diversas características colorimétricas: La dentina, menos
luminosa, más cromática tiende a colores dentro del rango amarillo –
rojo o universalizando con tendencia al naranja; el esmalte por el
contrario es menos cromático y más transluciente, con diversas
posibilidades de luminosidad, ya que además del diverso grosor ,
grado de mineralización de sus prismas, cantidad de moléculas
orgánicas entre los mismos y contenido hídrico, su superficie puede
influenciar debido a características morfológicas exteriores convexas
y cóncavas (macro y microtextura) y gracias a su constante humedad
por el contacto con el medio bucal, añadiéndose el lustre o brillo
como característica que varía de individuo a individuo.
El Color, la forma y la textura, han sido consideradas antiguamente
como una tríada estética en la odontología3; al respecto es de suma
importancia notar que se hacía un diferenciación entre forma y
textura, cuando ambos realmente constituyen dos entidades
separadas únicamente por fines didácticos, pues la textura es parte
de la morfología dental, y no debe entenderse morfología dental
como silueta, sino incluir morfología periférica y morfología de
superficie; a su vez la superficie reflectante de un diente está
relacionado al color del mismo, en cuanto interviene en la percepción
de su aparente valor, cosa que también ha sido confundida en la
odontología como una misma entidad, siendo diferente el color y
valor del mismo, del brillo o “lustrosidad” que pueda presentar
independientemente el diente o el material restaurador en su
superficie (Figura 1).
Vamos a mencionar algunos detalles importantes referentes a la
textura y al brillo.
La Textura
Debemos observar dos aspectos en cuanto a textura. La macro
textura: atribuida a la presencia de surcos y crestas en las superficies
vestibulares de dientes anteriores. Resultado de los mamelones de
desarrollo de los dientes (mesial, central y distal con dos surcos
longitudinales entres ellos)4. Y posibles surcos horizontales en el
tercio cervical de los dientes5. Y la microtextura: atribuida a las
periquimatías, que son las manifestaciones externas de las estrías de
Retzius manifiestas en la superficie del esmalte4. Éstas son
transversales y son más notorias en pacientes jóvenes, que aún no
las han perdido a causa factores mecánicos (abrasión) o químicos
(erosión)4,5,6.
La morfología de superficie (textura) plantea una exigencia cuando
tratamos de definir la percepción del brillo.
La luz reflejada se percibe de manera distinta cuando incide sobre
una superficie plana y texturizada que cuando lo hace sobre una
convexa (Figuras 2 – 4); en los volúmenes más pronunciados de los
dientes (muy lisos) habrá mayor concentración de luz reflejada
especularmente, en cambio en sus concavidades (menos lisas) se
manifestará más el color ya que la luz reflejará difusamente.3,5
El Brillo
El color dental está determinado por la percepción e interpretación de
la sumatoria de ondas remitidas por las estructuras interpuestas,
empezando de adentro hacia afuera por: La pulpa (roja), seguida la
dentina (varía de amarillo a amarillo anaranjado)7, la proyección de la
gíngiva, los labios y la sombra de la cavidad oral. A su vez
conocemos el desglosamiento del color en dimensiones objetivas,
características y mesurables como son el tono o matiz, la intensidad o
saturación y el valor o claridad3, sin embargo ha sido dejado de lado
el brillo, también llamado: lustre.
El brillo es un atributo psicofísico que está directamente relacionado
con la distribución espacial del flujo luminoso reflejado y depende en
mayor o menor grado del componente especular. Esta además,
relacionado con la distribución del flujo reflejado difusamente.8
Los objetos que poseen brillo son esencialmente opacos y se dividen
en dos categorías a saber:
1) Materiales no metálicos (producen una importante reflexión
difusa)
2) Materiales metálicos (producen una importante reflexión
especular)8
Como hemos mencionado antes el Brillo, es independiente del color
dental o del color del material restaurador, todos sabemos que el
brillo de una resina compuesta por ejemplo, es diferente si se
emplean distintos sistemas de acabado y pulido.
Pero generalmente es muy difícil separar los atributos visuales de un
objeto dado y la percepción de los mismos, relacionándose casi
siempre además el brillo y la textura. Así pues es distinguible, en la
cara vestibular de los dientes que poseen manifestaciones verticales
eminentes como lo son la pronunciación en el esmalte de los
mamelones de desarrollo, áreas francamente brillosas, es decir
reflejan en su máxima convexidad la luz con la que se les alumbra.
Se sabe así de que el brillo puede enmascarar el color subyacente, y
si este fuese el de una restauración, tendría mayores o menores
posibilidades de “perderse” o biomimetizarse con el diente adyacente
naturalmente lustroso.
Resinas Compuestas, ¿Material Mimético?
El aspecto natural de un material restaurador deriva de la capacidad
del material de mimetizarse con la estructura dental. El material
restaurador debe integrarse con la luz de la misma manera en la que
el diente se integra. Como lo hemos mencionado arriba, no sólo en
color sino también en brillo, cuando el diente está húmedo, pero
también cuando está seco.
El índice de refracción es la característica que explica como la luz se
integra con un material. La partícula de relleno, zirconio/sílice, tiene
un índice de refracción semejante al del esmalte y dentina juntos.
Gracias a esta característica las resinas compuestas con este relleno
simulan refractivamente los tejidos dentales.
Respecto al color de las resinas compuestas, se sabe que se clasifican
generalmente por su relación creciente de saturación (chroma), es
decir: A1, A2, A3, A3.5, A4, a la vez que se ordenan según el tono
predominante, es decir: A, B, C, etc., letras que hacen referencia a su
tendencia de matiz o tono (hue), pudiendo ser A: Rojo, B: Amarillo,
C: Marrón, D: Gris 9. Si bien es cierto que podemos encontrar ciertas
tendencias de color, estas clasificaciones de las Guías de Color o
Escalas de Color -mal llamadas Colorímetros-, al trabajarse la
restauración con resina compuesta, se convierten en insuficientes
respecto a la información que nos brindan del material restaurador.
Éste, al igual que cualquier material coloreado, explica su naturaleza
según dos características: luminosidad (cuan claro u oscuro es el
material según su capacidad de absorber o remitir los rayos
luminosos) y cromaticidad (que hace referencia específica al tono y la
saturación de dicho material). Es así que las guías de color solo sirven
de referencia para señalar un tono y las desviaciones en saturación
del mismo (por ejemplo: A1, A2, A3, A3.5 hacen referencia al tono A
y según va aumentando el código numérico, aumenta su saturación o
intensidad de color); sin embargo, una misma cuenta de la guía de
color (por ejemplo A2) puede presentar variaciones intrínsecas al
disponer de diferentes grosores del material restaurador, es decir:
1mm de A2 presenta diferente grado de luminosidad, (como diferente
saturación, por ejemplo), que 3mm de A2, y lo cual representa
demasiada incertidumbre a la hora de restaurar 9.
Las cuestiones respecto a reconocer los tonos o matices y a la
saturación o intensidad de los mismos, finalmente se hace muy
complicado en la práctica clínica, y a la vez dentro de ello, sabemos
que en la mayoría de ocasiones en las que el color de una
restauración no coincide con el diente natural, lo primero que
distinguimos, antes que el tono y/o la saturación, es la luminosidad,
es decir, si está demasiado clara o demasiado oscura respecto al
diente natural (Figura 5). Podríamos decir que la luminosidad es lo
primero de lo que deberíamos preocuparnos en acertar en una
restauración, a la vez, que el grado de opacidad y traslucidez (es
decir, la apariencia de que el color dental proviene o no desde su
sub-superficie) también es importante, ya que estas características
nos permiten apreciar una restauración objetivamente más natural 9.
Es así que para lograr las mejores características externas de una
restauración anterior, ha de imitarse no solamente la manera en la
que refleja la luz sobre su superficie, sino, cómo es la textura
superficial, el brillo de la misma y también, cómo la restauración
tiene la capacidad de refractar ciertas ondas luminosas dándonos la
sensación visual de profundidad. Esto actualmente sólo es logrado
mediante un buen manejo de resinas de “Superficie” como lo son: los
incisales/translúcidos de resinas microhíbridas (0.02µm – 0.7µm), o
en el mejor de los casos incisales/translúcidos de micropartículas
(0.02µm – 0.09µm), y/o mejor aún los esmaltes/translúcidos de
resinas nanohíbridas (5nm – 0.07µm). Ya que estos restauradores
facilitan el pasaje de la luz en su grosor permitiendo que la suma del
color interno (del cuerpo opaco de la restauración) con el color
externo (de superficie, generen la “Construcción del Color” de la
restauración biomimética. En la actualidad las resinas compuestas de
nanopartículas permiten lograr el mejor brillo hasta ahora obtenido
en los restauradores directos.
Las nanopartículas (5, 20, 40, 60 y 75nm) y sus ventajas en estas
situaciones por sobre las micro y minipartículas, radican
fundamentalmente en la capacidad lograr una superficie sumamente
lustrosa después del pulido, y que este mismo resultado se
mantenga durante mucho más tiempo10,11.
Por lo tanto no solamente hemos de contar con resinas que nos
permitan reproducir los tonos o matices dentales, sino también las
que nos permitan lograr características de opacidad y traslucencia en
diferente magnitud; la observación de esta dicotomía antes de iniciar
la restauración, es elemental para saber como apilar progresivamente
las partes necesarias de material restaurador y combinarla de manera
racional en cada caso, con el único objetivo de lograr una
restauración “invisible”9.
Más allá de los tonos con los que pueda contar nuestros avíos de
resina, debemos “conocerlos”, es decir: saber cuantos milímetros de
un A2 se percibe como un A2 translúcido, con opacidad regular o que
grosor de capa lo hace comportarse como altamente opaco.
Igualmente debemos saber como se comportan según el grosor de
capa de resinas a las que llamamos “dentinas u opacas” y
“translúcidas o esmaltes”, sin dejar de tener en cuenta a los siempre
útiles y fundamentales “cuerpos”, ya que estas son las que nos darán
el color básico de la restauración.
La dicotomía opacidad / translucencia como característica intrínseca
de las resinas compuestas restauradoras está fundamentada en dos
características: primero, en el relleno inorgánico (tipo, tamaño y
volumen) y segundo, los pigmentos incluidos en la matriz orgánica
del compuesto. Por lo tanto, la manipulación de un material
restaurador contemporáneo requiere un conocimiento y recuerdo
visual de sus características ópticas específicas, tal como lo tienen los
artistas plásticos respecto a sus pinturas.
Simplificando la Estratificación de Capas Naturales
Una restauración basada en una superposición progresiva de capas
de resina compuesta, de tal manera que el resultado final emule en
apariencia, lo más precisa posible, al diente natural, es el objetivo
final de la técnica llamada por Estratificación por Capas Anatómicas
(Figura 5), Restauración Progresiva, o Natural Layering Technique 11.
Tenemos típicamente dos maneras de efectuar una restauración de
basada en Estratificación por Capas Anatómicas (Figura 6): Una
consiste en apoyarse en una pared muy delgada de resina compuesta
generando la reconstrucción desde palatino hacia vestibular, esta
pared se logra median el auxilio de una matriz, guía o llave,
confeccionada frecuentemente con polivinilsiloxanos de alta
viscosidad (siliconas pesadas).
La otra manera de Estratificación en los casos que no se cuente con
soporte palatino, consiste en una Estratificación de Capas a Mano
Alzada: Componiendo con resina compuesta de “Alta Opacidad” y/o
resina de “Opacidad Regular” la arquitectura dentinaria de acuerdo a
los tercios dentales implicados, a manera de mamelones (por
ejemplo: pronunciados y de opacidad regular en dientes jóvenes);
luego definir las áreas de mayor translucidez con una resina
altamente “translúcida” o caracterizadores (tintes y opacificadores)
que nos otorguen particularidades localizadas, y finalmente aplicar
una resina de “superficie” que imite el esmalte, cubriendo totalmente
la estructuración de los mamelones dentinarios y áreas translúcidas,
devolviendo la anatomía de acuerdo a las características del diente
en tratamiento (Figura 7).
Cabe considerar que en ambas maneras muchas veces no coinciden
los grosores naturales de esmalte y dentina con las resinas que
emulan estas estructuras, la combinación de sus espesuras depende
de nuestro conocimiento respecto a las características ópticas de
nuestras resinas, a sus grados de opacidad / translucidez y a las
características que deseemos obtener en el diente en tratamiento,
respecto no sólo a sus características de color, sino también a su
forma y textura. (Figura 7-8)
Conclusión
El gran reto de la odontología restauradora directa, está en el grado
de camuflaje o biomimetismo que logremos entre una restauración y
las estructuras dentales, realmente la búsqueda de la armonía entre
ellos puede llegar a causar frustración en la clínica del día a día; esta
armonía solamente será alcanzada teniendo en cuenta además de la
tríada estética de forma, textura y color, el brillo o lustre,
manipulando las resinas compuestas, aprovechando sus
características intrínsecas de manera que se construya el color
llevando a cano una estratificación de capas naturales.
* Este artículo es un resumen de la conferencia presentada en el XII Congreso
Internacional de Odontología Santa Cruz (Octubre 2007)
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