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Por la vida y contra la torturaPor Hugo Cañón

En un territorio, con una población que lo habita, se genera un vínculo jurídico a tra-vés del Estado. Ese Estado -en una república constitucional- tiene precisos límites, y lasautoridades constituidas no pueden exceder el marco legal vigente, ni permitir que nin-gún estamento de su estructura sobrepase esos contornos normativos que las legitima.Sin embargo, el uso del poder estatal está signado por una representación de lucesy sombras. La tensión entre población y autoridades es permanente. En algunas situa-ciones el gobierno articula sus políticas dentro de ciertos grados de razonabilidad,pero en otras se maneja con exceso de discrecionalidad o arbitrariedad, llegando aveces a desatender su función específica, imponiendo (o tolerando que se impongan)situaciones de injusticia; causando sufrimiento, dolor y padecimiento a sectores dehombres y mujeres para los cuales debería gobernar con equidad.Nos animamos a sostener que en general el poder estatal tiende a desbordarse, aexcederse y, en esos casos, ciertamente, aun la división de funciones republicanas en-tre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, resulta insuficiente para evitar desvaríos.El EEstado debe entonces ser contenido, sus límites deben remarcarse periódica-mente y la sociedad, desde todos sus sectores, tiene derecho no sólo a ser escucha-da, sino respetada desde la legalidad. Para esto se necesita tener eficientes órganosde control, compuestos por actores comprometidos en honrar esa responsabilidad.Nuestra Comisión Provincial por la Memoria, sin vacilación, ha asumido en plenitud es-te compromiso. Actúa atendiendo reclamos y verificando la ejecución de actos ilegales–incluso de índole criminal– que el Estado tolera o desde su burocracia instrumenta.No otra cosa es lo que hace en el seguimiento de la situación imperante en esos ver-daderos campos de concentración que son las cárceles bonaerenses.La constatación en causa penal del paso de corriente eléctrica por el cuerpo de unhombre privado de su libertad y bajo el ámbito de responsabilidad del Estado pro-vincial, es una experiencia demostrativa de este rol de control.Ante ese acto patológico, que es prueba puntual de un sistema de la crueldad, cabepreguntarse: ¿Cómo una sociedad sana puede dejar de escandalizarse cuando dentrodel ámbito de protección, seguridad y legalidad que representa el Estado, se practi-can hechos atroces y aberrantes como lo es la tortura?Debe escandalizar a la sociedad democrática ese tipo de crimen, porque no se pue-de construir república sobre la base de la arbitrariedad, el abuso, el desvío del po-der y el crimen.Nuestra Comisión señala, marca, consigna. Estamos para observar, denunciar y con-trolar con todo el peso de la autoridad moral y legal que el organismo posee.De este ejercicio pleno no claudicaremos, pues el grupo humano que conforma laComisión está compuesto por individuos que tenemos una larga trayectoria de traba-jo y compromiso en la preservación de la dignidad humana. Este colectivo es un órga-no de control insobornable, independiente, coherente; que orienta su decir para cons-truir más legalidad, para cimentar derechos, para consolidar la república. Su palabrasiempre será pronunciada para reafirmar la vida.

editorial

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6. La prueba. Por Ana Cacopardo. 10. Del expedien-

te 37/05 del Comité Contra la Tortura. 12. La verdad

encarcelada. 14. Decir la verdad, buscar la justicia.

16. “La inseguridad es un paradigma del neolibera-

lismo”. Entrevista a Elías Neuman. 22. Las rejas de la

desigualdad. Por Regina Célia Pedroso. 30. El honor

y el doble discurso. Por Mempo Giardinelli. 32. His-

toria y relato oral. Entrevista con Alessandro Portelli.

40. EL dilema de Rashomon. La reconstrucción oral

del pasado. Por María Maneiro. 46. La traición de Evi-

ta Duarte. Por Mariano García Izquierdo. 48. Las mil

y una voces. Teatro comunitario en Berisso. 53. Pa-

ra reabrir la historia. Por Ana Amado. 62. La secre-

taria de Hitler. Por Samanta Salvatori y Raúl Finkel.

63. Actividades de la Comisión Provincial por la Me-

moria.Biblioteca. 69. Dossier documentos. De lo se-

creto a lo público. Segunda entrega: Canciones Pro-

hibidas. Por Sergio Pujol.

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Tortura en cárceles

La PruebaPor primera vez desde el restablecimiento de la

democracia, se ha logrado judicializar un caso de tortura:

una represalia por denuncias previas, consistente en el

pasaje de corriente eléctrica por el cuerpo de un preso.

Práctica que remite a la dictadura e indica un grado de

premeditación irrebatible. De haber seguido los caminos

burocráticamente trazados, se hubiera tratado de una

denuncia más. Las presiones de la Comisión por la

Memoria, y el compromiso de una perito forense,

permitieron obtener pruebas contundentes. El ejecutivo

provincial desplazó a la conducción de la Unidad 9 y

existe una causa judicial abierta.

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Textos y fotografías Ana Cacopardo

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La inspección a la Unidad Penal número 9 de La Plata co-menzó, como siempre, con un llamado telefónico. Fue Adol-fo Pérez Esquivel quien se encargó de notificar al entoncesinterventor del Servicio Penitenciario, que una delegaciónde la Comisión por la Memoria, acompañada por tres de-fensores oficiales, estaba a punto de ingresar al penal. Era 5 de mayo. Veintiocho años antes, otro 5 de mayo, pe-ro de 1977, Pérez Esquivel ingresaba como preso políticode la dictadura a esa misma cárcel. Eran los años de los pa-bellones de muerte y de la aplicación de la ley de fugas co-mo mecanismo de exterminio de los detenidos políticos. “Estos eran los chanchos. Así le decíamos nosotros a lasceldas de castigo”, recordó conmocionado Pérez Esquivelmientras recorría el pabellón más temido, allí donde lasceldas no tienen ni siquiera un pasaplatos abierto. “Me sa-caron de la Superintendencia Federal dónde estaba, mellevaron a Morón –relató–, me subieron a un avión y metuvieron varias horas volando en circulo sobre el Río dela Plata”. La parodia de vuelo de la muerte concluyó en un veloz via-je hasta la prisión emplazada en 11 y 76 de la ciudad de LaPlata. Por esa misma puerta –sea cosa del azar o del des-tino–, volvía a pasar exactamente veintiocho años después.Entró, y las rejas se cerraron tras sus pasos. Pero este otrocinco de mayo iba con la comitiva que integraban ade-más, Alejandro Mosquera, Roberto Cipriano, Juan ManuelCasolatti y los defensores oficiales Gabriel Ganon, Marce-la Piñeyro y María Dolores Gómez. Su presencia formabaparte de la rutina de inspecciones a los penales provincia-les que viene realizando desde comienzos de este año elComité contra la Tortura de la Comisión por la Memoria.

Cartografía de la violenciaAdentro, los presos estiran manos y miras (espejos) a tra-vés de los pasaplatos. Muchos piden hablar. Uno de elloses Cristian López Toledo. Otro, su compañero de celda,Claudio Leineker. Sus nombres, junto con los de casi uncentenar de detenidos alargan la nómina de quienes se en-trevistarán con la Comisión por la Memoria. En la capilladel penal, uno a uno, estos jóvenes, invariablemente po-bres y morochos. desplegarán un conjunto de demandasque se repiten, como una letanía, en todas las cárceles. Vi-ven hacinados y en condiciones infrahumanas. Saben po-co o nada de sus causas penales. Pasan años procesados.Los trasladan sin que medie orden judicial, alejándolos desus familias. No tienen atención médica. No se les pagael peculio. Algunos, sólo algunos, se atreven a denunciaral servicio penitenciario: “En la cárcel la vida de un presovale una caja de pastillas”(psicofármacos). Relatan golpi-zas, suicidios inducidos o fabricados. Explican que vivencon temor a que el servicio les mande un “coche-bomba”.Yenseguida traducen : “coche-bomba es un preso que tra-baja para el servicio y viene y explota contra uno a pu-ñaladas”. Otros tienen miedo y prefieren callar. Sin embar-go, sus cuerpos marcados revelan algunas claves del mun-do del encierro. Tatuajes con el nombre de los hijos o eldibujo de algún santo, tratan de imponer su contorno enbrazos y antebrazos ya muy surcados por cicatrices de dis-tintas contiendas. Cortes con hojitas de afeitar. Quemadu-ras con colillas de cigarrillos. Algo así como una cartogra-fía de la violencia trazada sobre la piel. Pero hay que de-cirlo, y bien a contramano del discurso consagrado en latelevisión: esa violencia no forma parte de una suerte de

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folklore tumbero. Lastimarse es a veces el único caminoque encuentra un preso para ser escuchado. Otras, simple-mente, es un acto de desesperación o de impotencia antelas condiciones del encierro. Y en esta cartografía de la vio-lencia, aparecen también las huellas del castigo y de lasrepresalias aplicados por el servicio penitenciario contraaquellos a quienes quiere domesticar o silenciar. Muy le-jos del folklore, la violencia es tolerada y administrada poragentes del propio estado y constituye la columna verte-bral de un sistema corrupto y brutal que engendra nuevasredes delictivas y cuyo principal mecanismo de disciplina-miento sigue siendo la tortura.

El calvario de CristianCinco días después de la inspección, López Toledo y sucompañero de celda fueron golpeados y torturados. Losfamiliares alertaron a la Comisión, que inmediatamentese hizo presente en el lugar para entrevistarse personal-mente con los dos detenidos. Allí Alejandro Mosquera ylos abogados del Comité contra la Tortura pudieron docu-mentar y corroborar golpes en el cuerpo y marcas en laespalda, frente, cuello, cara y piernas. Los dos tenidos ma-nifestaron –por separado y en relatos totalmente coinci-dentes, incluso en los detalles– que la noche anterior, per-sonal del Servicio Penitenciario Bonaerense los había sa-cado de sus celdas con la excusa de hacerles un examenpsicofísico. Al llegar a Sanidad varias personas vestidascon ropas de la División Traslados y con pasamontañas enlas cabezas, los golpearon duramente. A López Toledo leexplicaron que era por las denuncias que el mismo habíarealizado contra personal de otras unidades.“Así que a vos

te gusta denunciar”, le decían. Y lo amenazaron en con in-sistencia, haciéndole saber que dondequiera que sea tras-ladado lo iban a estar esperando, “porque el Servicio esuna gran familia”. López Toledo dijo haber recibido descargas de electrici-dad en ambas piernas, tras ser maniatado en una camilla enel sector de Sanidad del penal. Tenía marcas de las atadu-ras en las muñecas y heridas en los dos empeines. Le dije-ron que por un día no tomara agua, y a su compañero decelda le ordenaron que no le diera nada de beber aunquese lo pidiera, porque podía morir. Y le aconsejaron quedebía decirle a su compañero de celda que no denuncie más,o que la iban a pasar peor. En ese momento, los dos detenidos fueron trasladados y so-lamente López Toledo manifestó su voluntad de hacer unadenuncia penal con el patrocinio del Comité contra la Tor-tura de la Comisión. La denuncia fue formalmente presenta-da el 11 de mayo y quedó a cargo de la UFI número 7 acargo de la Dra. Virginia Bravo. Desde que formuló la denuncia, López Toledo fue traslada-do a Magdalena, Azul y Dolores. Un tipo de traslados recu-rrentes que son una forma de castigo habitualmente utiliza-da por el Servicio para intimidar a los presos que denun-cian. En Magdalena, López Toledo fue atacado por otro in-terno, quien luego le manifestó haber sido enviado por per-sonal penitenciario. O sea, uno de los temidos coches bom-ba. Pero de ninguna manera queda esa violencia circunscrip-ta al puertas adentro del ámbito penitenciario, sino que seencuentra en permanente –y perversa– interacción con elafuera. Una prueba más de ello es que la familia de LópezToledo está amenazada de muerte.

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El día 12 de mayo se lleva a cabo lapericia del denunciante. La misma esrealizada por la Dra. Emma VirginiaCréimer, Perito Médico CirujanoForense de la Sección CirugíaGeneral de la Asesoría pericial LaPlata. Luego de un detalladoinforme solicita la extracción de pielde las zonas que consideraafectadas por pasaje de corrienteeléctrica o arco voltaico (...).

El día 21 de junio se acompaña lapericia del Perito Dra. CeciliaVillodo, Perito Anátomo-patólogo de la Asesoría Pericial,que informa que “…en ladermis… cambios morfológicoscompatibles con lesiónmicrozonal por pasaje decorriente eléctrica.” De estapericia tomamos conocimiento elviernes 22 de julio cuando

podemos acceder a la causa (...).Ambos (presos) presentabanlastimaduras en sus muñecas, quesegún relataron, son consecuenciade las esposas con las que fueronatados a las camillas del sectorSanidad en el cual ocurrieron loshechos (...).Nos entrevistamos con la Fiscal ysolicitamos la posibilidad delallanamiento a la Unidad Nº 9, lo

Informe de los doctores Roberto Félix Cipriano Garcia e Inés Jaureguiberry

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que la Fiscal nos comenta habíapensado hacer por la gran cantidadde denuncias de hechos de violenciadurante su turno en dicha Unidad. Eldía 9 de agosto se lleva a cabo elallanamiento en la Unidad Nº 9 delque participa el Dr. Roberto F.Cipriano Garcia junto a tresinstructores de la UFI Nº 7, cincoagentes de policía y cuatro peritosde la asesoría pericial .

Del allanamiento se obtienen variasfacas que se secuestran del interiorde los casilleros de suboficiales yoficiales del servicio penitenciario,una capucha como la que utilizaranlos agresores de López Toledo, unaparato que podría haberse utilizadopara pasar corriente eléctrica, ledicen fuelle y según los agentes loutilizan para calentar agua. Tambiénse secuestran libros de ingreso y

egreso de personas. (Aclaración: eselibro, que documenta entradas ysalidas a la unidad, registra elingreso de un camión de la DivisiónTraslados. El dato es importanteporque corrobora la declaración delpreso que dice haber sido golpeadoy torturado a las 22 hs de ese mismodía por personal que vestíapasamontañas y uniforme de laDivisión Traslados).

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Oscar Wilde escribió alguna vez que las cárceles se cons-truyen con muros para que Dios no vea lo que hace el hom-bre con sus hermanos. Además de muros bien altos, eldispositivo de prohibiciones y limitaciones que existe paragrabar o fotografiar en el interior de los penales intenta ga-rantizar que en el mundo del encierro, no haya resquicios.A contramano de esa voluntad de ocultamiento, la Comisiónpor la Memoria ha procurado documentar cada una de susvisitas e inspecciones a cárceles provinciales y federales.Documentar y testimoniar. Ese es el objetivo del registro au-diovisual. Así se documentaron, por ejemplo, las lesiones ydenuncias de Cristian López Toledo y su compañero de cel-da, Claudio Márquez Leineker, en la Unidad 9 de La Plata.En el mes de julio la Comisión resolvió realizar una ins-pección en la Unidad 33 de Los Hornos. Una cárcel de mu-jeres donde en el transcurso de dos semanas, habían muer-to tres internas luego de quemar los colchones de sus cel-das. Los abogados del Comité contra la Tortura evaluaronla causa judicial abierta. Algunos indicios alarmantes alre-dedor de esas muertes confirmaron la necesidad de visitarese penal. Laura Conte, Alejandro Mosquera y Elisa Carcaencabezaron la delegación de la Comisión que fue recibidapor las nuevas autoridades de la cárcel. A poco de comen-zar el recorrido y cuándo se estaban inspeccionando los tu-bos o celdas de castigo, un funcionario del Ministerio deJusticia se hizo presente en el lugar con un único cometido:garantizar el cumplimiento de una flamante resolución queprohibía filmar dentro de las cárceles. Sugestivamente la re-solución tenía fecha del 9 de mayo, es decir que fue con-feccionada 4 días después de la primera inspección realiza-da por la Comisión a la Unidad Penal Nro. 9 y el mismodía en que López Toledo y su compañero de celda denun-ciaban en esa misma unidad y frente a una cámara, lastorturas y represalias a las que fueran sometidos. El registro de video y fotográfico obtenido ese día fue in-corporado luego como evidencia a la causa que investiga lajusticia penal de La Plata. Vale la pena reproducir un fragmento de la resolución 007firmada por el Subsecretario de Política Penitenciaria CarlosRotundo: Visto la necesidad de garantizar la seguridad de los esta-blecimientos penitenciarios y la intimidad de los internosalojados en ellos (...) Se resuelve: Artículo 1º: Prohíbase dentro de todo el ámbito de lasunidades y/o dependencias del Servicio Penitenciario Bo-naerense donde se alojen y/o trasladen internos, a cual-quier persona, el ingreso de equipos móviles o elementosde comunicación personal o destinados al almacenamien-

to, captación o reproducción de imágenes y/o sonidos.Pro-hibido filmar. Prohibido mirar. Prohibido mostrar. La volun-tad de esconder y ocultar parece ser el verdadero susten-to de esta resolución. La escena de la censura volvió a repetirse cuando la Comi-sión se presentó el 14 de septiembre a inspeccionar la Uni-dad 29 de Melchor Romero, una cárcel de máxima seguri-dad. “Por favor, apaguen la cámara, esto me puede costar elpuesto”, argumentó el Director del penal. La resolución se-guía vigente. “ Entren y miren lo que quieran, pero no conuna cámara”, ratificó el titular del Servicio Penitenciario Pro-vincial, Fernando Díaz, deslindando responsabilidades yseñalando que era una decisión del Ministerio de Justicia. Pe-ro esta vez la Comisión resolvió postergar la inspección y noentrar al penal. No con la cámara apagada. No con condicio-namientos. No sin la posibilidad de documentar. Porque elojo de la cámara, es el ojo de la sociedad. Representa el de-recho de acceder a la verdad y ejercer un efectivo controlsobre el cumplimiento de los preceptos constitucionales. Por-que ese control es indispensable en los establecimientos car-celarios, donde existe un régimen cerrado, visitas limitadasy medidas de seguridad extremas administradas por quienesmuchas veces resultan denunciados. La resolución firmada por Rotundo, agrava aún más la ex-trema dificultad para probar los hechos delictivos que seproducen en los penales. Como afirma una presentación rea-lizada por los abogados del Comité contra la Tortura: si seimpide registrar la realidad intramuros, la verdad tambiénquedará encarcelada.Esta batalla tiene aún final abierto. El gobernador Solá secomprometió a dejar sin efecto esta resolución. Y ratificópersonalmente ese compromiso luego del episodio de Mel-chor Romero. Pero lo cierto es que la resolución no fuederogada y que muchos de sus funcionarios todavía pien-san que hay que matar al mensajero en lugar de alentar losprincipios de verdad y transparencia. La necesidad de abrir las rejas y generar mecanismos decontrol ha sido sostenida reiteradamente por organismos dederechos humanos nacionales e internacionales. Si hicierafalta algún argumento más, quizá el más básico y sustan-cial, lo aporta Ramón S., un preso alojado actualmente enel penal de Rawson: “La cárcel tiene que convertirse en unespacio público, que pierda esa sensación de lejanía yajenidad con la que siempre se percibió a la sociedad car-celaria y que tan cómoda resulta a los operadores del sis-tema penitenciario. Si esto se abre, y se convierte en un es-pacio público, la sociedad puede saber lo que pasa acá den-tro. Y lo que pasa no le va a gustar. Quizá así las cosas co-miencen a cambiar”.

La verdad encarcelada

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Conferencia de prensa

“Es el primer caso de tortura con paso de corriente eléctricaprobado en democracia. Hasta ahora habíamos escuchadodenuncias pero nunca se había corroborado pericialmente.Es un hecho muy grave, que viola principios básicos delestado de derecho”, dijo el fiscal Hugo Cañón, co-presi-dente de la Comisión por la Memoria, al abrir la conferen-cia de prensa convocada para denunciar públicamente lastorturas de las que fueron víctima dos presos en la Unidad9 de la ciudad de La Plata. Durante la conferencia de prensa, se ubicaron junto al fis-cal Hugo Cañón el Premio Nobel de La Paz Adolfo PérezEsquivel, Alejandro Mosquera, el Subsecretario de DerechosHumanos de la Nación Rodolfo Mattarolo y el propio Minis-tro de Justicia bonaerense Eduardo Di Rocco. “Lo más impor-tante de este caso es que pudo ser judicializado, noscomprometemos a investigar e identificar a los responsa-bles”, afirmó el ministro.Momentos antes, una comitiva de la Comisión había sidorecibida por el gobernador Felipe Solá, ante quien presentóun diagnóstico tan duro como indiscutible habida cuenta delas repetidas evidencias. “Éste no es un caso aislado, ésta

no es una manzana podrida, aquí hay un sistema perversoque sigue operando por debajo del poder político. Venimosa hablar con usted no como cabeza de un gobierno, sinocomo garante del estado de derecho”, le planteó LauraConte, vicepresidenta de la Comisión. A la conferencia de prensa asistieron también dirigentesde otros organismos de derechos humanos, entre ellos elCentro de Estudios Legales y Sociales (C.E.L.S.), la Asam-blea Permanente por los Derechos Humanos (A.P.D.H.) yMadres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Por la Comisiónestuvieron también presentes Elisa Carca, Aldo Etchegoyen,Victor Mendibil, Carlos Sánchez Viamonte, GabrielaCerruti y Mauricio Tenembaum. En su carácter de coordinador del Comité contra la Tor-tura de la Comisión, Alejandro Mosquera dio detalles delcaso denunciado y pidió garantías para la seguridad de Cris-tian López Toledo, el preso que se atrevió a denunciar alservicio penitenciario y que ahora está detenido en el penalde Dolores. “No sólo su vida corre peligro, también su fami-lia fue amenazada de muerte” Rodolfo Mattarolo, Subsecretario de Derechos Humanos delgobierno, expresó: “Es engañoso pensar que la seguridad seconsigue con más mano dura. La ecuación es más derechos,más seguridad. Si no seguimos este camino terminaremosalimentando la creación de nuevas redes delictivas”. El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel señaló supreocupación por la falta de investigación y sanción de estoshechos. Con él coincidió Mattarollo: “No hay condenas portortura. Y en general la justicia prefiere usar la calificaciónde apremios ilegales que es mucho más leve”. Victor Abramovich, director ejecutivo del CELS, subrayó laresponsabilidad del Poder Legislativo en la situación desuperpoblación carcelaria y subrayó la necesidad de modi-ficar la ley de excarcelación vigente en la provincia. “Hoyla única condena es la prisión preventiva. El 80% de los pre-sos de las cárceles bonaerenses están procesados”, afirmóAbramovich.

Decir la verdad, buscar la justicia

Adolfo Pérez Esquivel y Hugo Cañón

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Elías Neuman, criminólogo

“La inseguridad es un paradigma del neoliberalismo”

Entrevista Ana Cacopardo

Fotografía Alejo Garganta Bermúdez

Elías Neuman

Un análisis de las causas profundas del aumento de la tasa de encarcelación en todo el mundo, el tránsito del Estado

Benefactor al Estado Penal y sus consecuencias en la realidad cotidiana del mundo policial, judicial y penitenciario.

Elías Neuman es Doctor en Derecho y Ciencias Sociales. Sinembargo afirma que las facultades siguen formando “tecnó-cratas legales”. Criminólogo y abolicionista. Poeta y ensa-yista. Después de recibirse, vivió en el penal de Devoto du-rante 7 días. “No quise teorizar”, afirma. Como observa-dor de la ONU visitó cárceles de todo el mundo. Actual-mente es consultor del gobierno mexicano. “La democra-tización de la policía y el servicio penitenciario no se resuel-ve únicamente cortando cabezas”, afirma. “Siguen existien-do pactos no escritos con esos dos cuerpos”. Habla de la“las lealtades corporativas” del Poder Judicial y le gusta re-petir una frase que escuchó en una cárcel española: “aquípor justa sentencia, yace un ladrón vergonzante que no ro-bó lo bastante para probar su inocencia”

-El gran aumento de la población carcelaria es un fenóme-no de época que incluye a países periféricos y centrales.¿Cómo analiza este fenómeno? -Es importante subrayarlo: incluye también a los países cen-trales. EE.UU. tiene dos millones de presos. El 50% son ne-gros, siendo que la población negra en ese país es el 8% deltotal. Luego tenemos otro 25 % de presos que son hispanoparlantes. A la selectividad penal hay que cambiarle el nom-bre. Hay que llamarla “discriminación penal”. Esta superpoblación carcelaria se está dando en todaAmérica Latina. Da la impresión de que los Estados, no pu-diendo abocarse a conseguir la meta del pleno empleo, ter-

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violencia de abajo, y lo curioso del caso, es que los juecesjuzgan eso. Lo otro siempre se escapa de sus manos.Si me permite, voy a apelar al Martín Fierro. Ahí, José Her-nández le hace decir al Viejo Vizcacha:

La ley es tela de araña, en mi ignorancia lo explicono la teme el hombre rico, nunca la teme el que manda pues la rompe el bicho grande y sólo enreda a los chicos

Ahí podemos ver en pocas palabras lo que yo intento de-cir hace media hora...

-Recuerdo ahora una frase que vi escrita en la celda deun penal de la provincia de Buenos Aires: “En este maldi-to lugar donde reina la tristeza, no se condena el delito, secondena la pobreza”. Tengo otra: “Aquí por justa sentencia, yace un ladrón ver-gonzante que no robó lo bastante para probar su inocen-cia.” Cárcel de Carabanchel, en España.

-Sigue siendo una asignatura pendiente de la democraciaimpulsar un cambio estructural del Servicio Penitenciario.¿Por qué cree que este tema no es parte de la agenda pú-blica? -Siempre recuerdo cuando fui a la provincia de Buenos Ai-res y les di una conferencia y casi me matan porque les di-je que había que sacarse el uniforme, que no pueden exis-tir servicios penitenciarios militarizados, con una estructu-ra castrense, de escalafón. Si usted habla con ellos le vana decir: “Un prefecto equivale a un comisario y un inspec-tor a un inspector general de la policía”. ¿Pero qué es esto?.¿Qué pasó con el asunto de la política de la readaptaciónsocial? ¿Con uniformados? Si hay algo que odia el preso esel uniforme y con razones, claro... En muy pocos países pa-sa esto. Además de nuestro país, en Egipto, en Cuba, en Co-lombia y en Chile. Por eso digo que dos instituciones queson dos controles formales del poder punitivo del Estado,como la Policía y el Servicio Penitenciario, no han sido de-mocratizados. El cortar cabezas, como ha ocurrido última-mente, es un paso, pero no alcanza. Siguen existiendopactos no escritos. Pactar con estos cuerpos, significa seño-res, ustedes me garantizan esto y nosotros cerramos los ojospor los negocios que ustedes pueden hacer. Eso es así. Enlas cárceles hay negocios.Y más desde el ingreso de ladroga que produjo todo un resquebrajamiento en los có-digos. Nos hacen faltan programas serios e interdiscipli-narios de política criminal o criminológica. Y saber quéclase de país queremos. Después los controles de poder pu-nitivo del Estado tienen que ubicarse dentro de la políticaque queremos. Aquí, en nuestro país, se trata de cortar el

minan condenando y encerrando a las mismas personas queel sistema deja afuera. Hay una nueva categoría social: laexclusión. El excluido está por debajo del esclavo en la his-toria de la humanidad. Porque el esclavo resultaba impor-tante para su dueño. Se necesitaba su fuerza de trabajo. Yademás, tenía un proyecto interno: su libertad. El excluidose levanta cada día sin saber qué va a comer. O si va a te-ner medicamentos para sus hijos. Está acorralado por el de-sempleo, no tiene prestaciones sociales. En estas condicio-nes, ¿es un hombre libre? Yo digo que desde un punto devista social y victimológico no es un hombre libre.

-Usted afirma que se ha producido un tránsito del Estadobenefactor al de control social o Estado penal. -Lo denomino “Estado penal” porque hay una manipulacióndel sistema penal que obedece en buena parte a las clasesmedias. Es la manipulación que tiene por objeto una suertede tolerancia cero y mano dura. Que pregona estirar haciaabajo la edad de imputabilidad, que endurece los regímenesde excarcelación. La inseguridad es un paradigma del neoli-beralismo, y en esta línea de razonamiento podríamos decirque cuanto más débiles son los gobiernos de las democraciasformales, como una razón política de subsistencia crean es-tas fórmulas de represión porque reditúan políticamente. Sino, los Patti o los Rico no hubieran ganado elecciones. Creo que existe actualmente un terrorismo de Estado que seejerce de otras maneras distintas a los tiempos de las dic-taduras. El miedo es su base substancial. La sanguinaria dic-tadura utilizó el miedo para imponer la ruptura total de lasestructuras políticas y sociales existentes e implantar el neo-liberalismo.

-Usted acuñó la frase de que a la cárcel llegan los delin-cuentes fracasados...-Sí, una especie de muletilla. Zaffaroni habla de “portaciónde cara”. Concepción Arenaga, a principios del siglo pasa-do, decía que en la cárcel los buenos salen malos y losmalos peores. Una de las cosas que ha logrado el Estadopenal es asociar violencia con lo que ocurre abajo. Cuan-do se habla en los medios de violencia se refieren los deli-tos urbanos y callejeros, que por otra parte son los únicospara los cuales está programada la policía. Porque si, co-mo dicen en México, volteamos hacia arriba la mirada, te-nemos que hablar de otras violencias y de otros delitos.De grandes fraudes administrativos o económicos. O de de-litos de oligopolios que son capaces de hambrear una re-gión. O el delito de incitar al odio racial, religioso, políticoy de género por los medios de difusión.... ¿Y esto no es aca-so violencia? Si pensamos en un solo delito cometido des-de atrás de un escritorio por un grupo organizado paradelinquir, tiene más costo social y económico que los deli-tos contra la propiedad cometidos por todas las personasque hoy están presas. Nosotros tenemos una visión de la

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dolor de cabeza por decapitación. Y esta idea de que la so-lución es más represión, es especialmente dramática paranosotros que venimos de una historia reciente terrible, equi-parable al nazismo.

-Por esa historia reciente resulta tan grave que aún hoy enlas cárceles de la provincia de Buenos Aires se use corrien-te eléctrica para torturar a los presos.-Casos como el de López Toledo son realmente dramáticos.Y felizmente se pudo descubrir y probar. Pero, de todas ma-neras, esto que se ha descubierto es realmente abrumadorporque a uno le queda la impresión de que no hemos avan-zado un paso. -¿Cuándo fue la última vez que se conmocionó al visitaruna cárcel? -En el 99, en Venezuela. Hay una prisión ahí que se llama“Iare” que queda en un cerro. El que dirigía esa prisión eraun militar. Un preso me había dicho que tenía que visitar “eltigrito”, lo más terrible que tenía esa cárcel. En verdad,para evitar que prepararan la escena, toda vez que hacía vi-sitas cuando trabajaba para Naciones Unidas, nunca lle-

gaba en la fecha anunciada. Llegaba dos días después o undía antes. Y lo primero que hacía al llegar era decirle al di-rector que me llevara a las celdas de aislamiento, al buzóno los tubos. Eso ya me daba la pauta para todo lo demás.

-¿Y con qué panorama se encontró cuándo lo llevaron al“tigrito”? -En primer lugar, el director designó a doce o trece policíaspara que me acompañaran. Se movían alrededor nuestro conitakas. Entonces yo le dije a uno: mire, perdóneme, pero nose entra armado a un establecimiento carcelario. El jefe merespondió que ellos eran de la policía militar y me dijo ade-más que los presos también estaban armados. No se ima-ginan las cosas que vimos hasta llegar arriba, al cerro, don-de estaba “el tigrito”. Atravesamos pabellones con presosarmados no sólo con facas (cuchillo carcelario), sino con ar-mas. Cuando llegamos nos explicaron que allí había tres pa-bellones de refugiados, que son los presos condenados amuerte por los otros presos. No había visto algo así ni enuna cárcel pública de Brasil. Cuando entré, era una celdacuyos barrotes estaban totalmente tapados con chapas

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te a la cuestión de las lealtades corporativas en el PoderJudicial. -Yo estoy escribiendo sobre la ausencia del Estado, y res-ponsabilizo fuertemente a los jueces. Porque muchas ve-ces hay abuso de poder e inobservancia de sus deberes. Có-mo vamos a hablar de la democracia y la constitución, si lospropios jueces violan principios allí consagrados. Las cár-celes deben ser sanas y limpias. O ¿cuándo se habla del tra-to humano que deben tener los presos? ¿Y los Colegios deMagistrados? Cuando se pronuncian, lo hacen por aumen-tos de sueldos nomás.

-¿Pero el problema son los jueces o son las leyes? El usoabusivo de la encarcelación preventiva está consagrado porley, al menos en la provincia de Buenos Aires, desde lagestión Ruckauf. -El problema es que hay una ideología muy reaccionaria. Yodoy cursos de post-grado y sé de qué hablo. Discuto conjueces y fiscales. Porque acá el problema empieza en la for-mación universitaria. En la facultad se transmite el saber co-mo quien transmite el poder. De una manera aséptica y ahis-tórica. Entonces, en las facultades de derecho formamos tec-nócratas legales. Le ponemos las anteojeras, no sea cosaque se les ocurra hacer una observación participante ouna exploración de campo.

-Por eso usted afirma que el Poder Judicial debe convertirseen Poder, porque hoy sólo es una administración de justicia. -Yo digo que es una administración. Un conjunto de oficinaspara la administración de justicia, no es un poder. Porqueel poder manda. No solicita, ordena. El Juez, de acuerdo anuestra Constitución, ordena. Lo que ocurre es que tienenuna formación pragmática jurídica, pero no tienen forma-ción de lo que es realmente la situación social actual. Mu-chos tienen el mismo discurso obsoleto de hace 30 años.Cuando escucho a algunos, parece que luego de un tiem-po en el ejercicio de la magistratura ya se sienten algo así,como subrogantes de Dios. No en vano tienen los Cristoscolgados en sus despachos. Por eso sostengo que todo loque se enseña en la facultad va creando –vamos a decirloen idioma marxista– una superestructura institucional y men-tal que los ubica así, del otro lado. Porque, además, los jue-ces gozan de impunidad. ¿Qué pasa cuándo se cajonea unacausa? ¿Quién vigila al vigilador? No tenemos controles ade-cuados. A veces pienso que sería bueno crear una figura deltipo de un ombusdman. Un ombusdman judicial. Los juecesde ejecución de penas, por ejemplo. Que no sean oficinis-tas, que tengan su despacho en la cárcel. Un juez en la cár-cel para atender los apremios ilegales. Y no estoy inventan-do nada. Los vi en Bélgica o en San Pablo. Creo que hay queacabar con la idea jurídica que nos viene del derecho roma-no, el sujeto de derecho”. Se acabó. Nosotros hablamosde Derechos Humanos. Pues bien, los Derechos Humanos se

que dejaban un pequeño espacio. Y desde ahí me llama-ban y había una cabeza arriba de otra, cinco cabezas. En-tonces me puse en cuclillas y empezamos a hablar... Por la tarde, un cura de ahí, de apellido Zárate me contóalgo aterrador cuando le pregunté por las estadísticas demuerte en ese penal. Con tantas armas, ¿cuántos mueren acá?El cura me dijo que diariamente morían dos o tres presos. Loterrible es que a veces las heridas no son mortales, no songraves. Pero, aun así, el herido empieza a morir. Porque nohay atención médica. Entonces se llama a unos presos evan-gelistas para que les recen y mueren desangrados.

-Frente a este panorama, ¿qué pasa con el Poder Judicial,con los defensores públicos, con los fiscales? ¿Eligenmirar a otro lado? ¿A qué lealtad responden? ¿Una leal-tad corporativa? ¿Una lealtad al poder político? -Son funcionales al sistema neoliberal. El capitalismo indus-trial tenía en miras la readaptación social del delincuenteporque se la ligaba al hecho de que el individuo trabajara.Era un potencial operario. Pero este tipo de capitalismo de-sapareció. Y no estoy haciendo aquí ningún juicio de méri-to ni afirmando que hay capitalismos buenos y malos. Loque quiero decir es que a este capitalismo financiero y deservicios no le interesa en absoluto el sentido ético de la vi-da humana. En estos tiempos pareciera que estas personas,que son cientos de miles, no nos importan. Así como en elcapitalismo industrial regía una especie de darwinismo so-cial, hoy gobierna Malthus. Entonces, quien entra a una cár-cel deja de ser persona, pasa a ser una categoría legal, y nosólo pierde lo que la ley señala en sí –que es su derechoambulatorio-, pierde todos los derechos a partir del prin-cipal, que es su dignidad humana.

-Volvamos a los jueces, al Poder Judicial-Bueno los jueces se acostumbraron a obedecer lealtades.En muchos casos lealtades al Ejecutivo. En otros, a delegar.Es decir: y bueno, nosotros hemos solicitado al Poder Eje-cutivo que resuelva, nosotros no podemos construir cárce-les. También se ha consolidado lo que se llama “derecho re-cibido”. Esto ya es así y listo. Una fórmula muy cómoda. Partamos de esta base: el juez no solicita, ordena. Y eljuez puede ordenar: señores, yo no puedo dejar de cumplirel artículo 18 de la Constitución Nacional y todos los pactosinternacionales que son ley constitucional, en donde se ase-guran tales derechos para los presos. He conocido muy po-cos casos. En el país, recuerdo a una jueza que se llamaElsa González. Ella intimó al Superior Tribunal a desalojaren 96 horas una alcaidía de menores en Esquel, caso con-trario ponía a todos los chicos en libertad. -Después me llamó y me dijo: vos me defendés en el jui-cio político que me van a hacer.

-Este último comentario de la jueza nos lleva directamen-

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aplican a personas humanas. Y aunque decir persona huma-na parece una tautología, lo digo así porque también se ha-bla de persona jurídica, así que bien puedo decir personahumana, no es un pleonasmo.Entonces tenemos que ir a Ortega, que habla de las perso-nas y sus circunstancias. Si nosotros estábamos establecien-do que hay muchos seres humanos que no son seres libres,un juez tiene que saberlo. Además de penar como la ley loestablece, tiene que hacer cierto tipo de valoraciones y noenviar a todas las personas a ese depósito humano que sonlas cárceles.

-Una de las frases más repetidas por los propios detenidoso sus familiares es que en las cárceles “la vida de unpreso vale una caja de pastillas”. Usted ha recorridoAmérica Latina, ¿también es así? -Sí, claro; siempre lo oí de diferentes maneras. Como di-cen en México: la vida no vale nada. Y es así en el mundocarcelario, superpoblado, hacinado, con sus códigos, conuna especie de cosificación de pérdida de individualidad, dedignidad en todo aspecto. Tener que hacer turnos para dor-mir, por ejemplo. Sería estupendo poder hacer un análisisincluyendo ,aunque sea empíricamente, estadísticas sobrequé posibilidades mayores hay de vivir en libertad que enprisión. Con otras palabras: qué porcentaje existe de mo-rir en prisión comparativamente con la libertad.

-En el mismo sentido, y como una de las formas de exter-minio, usted habla del S.I.D.A. en las prisiones y le pone uncalificativo: “genocidio”. -Nosotros sabemos que hoy el S.I.D.A. no mata y que ob-viamente se puede llegar a cronificar la enfermedad. Sin em-bargo los presos están como en el año ´80 del siglo pasa-do, cuando no había absolutamente nada y sólo se podíaesperar la muerte. Entonces nos encontramos con cosas fantasmagóricas, consentencias que afirman: “No, el S.I.D.A. lo contrajo antes deentrar en la cárcel”. Entonces le niegan al detenido unaexcarcelación extraordinaria. Hay otros más humanistas, enel sentido de ayudar a un buen morir. Lo que me preguntoes por qué no pudimos ayudar a ese hombre a un buen vi-vir.

-Hay otra frase muy repetida por los presos : “el ServicioPenitenciario es una gran familia”... -Zaffaroni me dijo alguna vez: “Mirá, viejo, esto es una granfamilia”. Escribió sobre la gran familia judicial. Yo le digosiempre que se olvidó de los cuñados: la policía. La gran fa-milia es la policía más el Poder Judicial.

-¿Y de esa familia participa el Servicio Penitenciario? -Lo de los penitenciarios es muy especial. Los niños jue-gan al vigilante y al ladrón. Se intercambian los lugares, pe-

ro nunca hay guardiacárceles ni cuidadores. De manera quela vocación penitenciaria no nace de la infancia, nace poradscripción al uniforme. Y después, en el trabajo, creo quemuchos de ellos sienten una especie de menoscabo.

-Usted escribió algo que quiero recordar en este momento.El problema social del encierro aparece en la consideracióndel poder como una pelea entre personas del mismo estra-to social. Presos y penitenciarios. Y no como una respon-sabilidad del Estado.-Eso lo digo siempre. Le voy a contar una anécdota. Una vezpor el ‘97 o ‘98 estaba recorriendo la famosa penitenciaríade Coronda. Era la tercera o cuarta vez que iba. De prontoel director me dice: me acuerdo cuando usted vino en el‘69 porque yo era cadete y después leí alguno de sus libros.Entonces después pensé, evidentemente si yo vine en el ‘69puede ser. Y además probablemente acá estén también loshijos de los presos que conocí en esos años. Y los hijos delos guardiacárceles. Todos de la misma procedencia social.Curiosa circunstancia. Porque el Estado utiliza para la repre-sión y la custodia a los mismos, y a veces pertenecen al mis-mo barrio, al mismo asentamiento. Tendríamos que pregun-tarnos qué sucede cuándo de los dos lados de la reja son losmismos. Los custodios son los presos de los presos. Medediqué a estudiar esas broncas, y esas circunstancias po-tenciales que los unen y los separan. Es complejo. Las cosasque se dicen entre ellos, los profundos odios potenciales ylos negocios y las alianzas que también pueden unirlos.

-A usted le gusta la poesía-Sí, mucho.

-Escribe y ha publicado. Adorno dijo una vez, después deAuschwitz no es posible la poesía-Sí, dijo eso. Pero bien sabemos que Primo Levi y algunosotros le dijeron que estaba equivocado, que la poesía con-tinúa. Yo creo que escribí 30 libros para no escribir poesía.Cosa desgraciada ¿no?

-Aplicándolo a su caso, Adorno tuvo razón entonces-Sí, quizá. Mire yo soy un tipo naturalmente optimista. Y ateoy loco. Pero cuando me pongo a pensar en este asunto decómo se han sucedido las cosas con el neoliberalismo...Elrasgo diferencial que puedo tener con otras personas quetrabajan en esto es que yo me metí como preso, hasta vivícomo preso siete días en Devoto para comprender cómo eraesa experiencia. Jugué al fútbol con ellos, comí con ellos.No quise teorizar. Aprendí mucho con la gente que me man-daba Mugica. Eso fue paradojal. Hablábamos por teléfonohasta tres horas, pero nunca nos vimos personalmente. Memandaba casos y yo aprendí muchísimo, aprendí de esa gen-te. Quisiera poder narrar esas historias con austeridad, sinestetizar, sin ponerle adornos. Quizá la poesía me ayude...

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La historia del Brasil registra millares de casos en los cua-les la población ni siquiera es vista como portadora de de-rechos. Los gobiernos utilizan la máquina represiva del Es-tado para mantener a la sociedad en niveles aceptables deorden. El ejercicio de la represión es parte de las directricesde conducción del Estado brasileño. Podemos considerar ala miseria como otra cara de la violencia, pues Brasil es unpaís rico pero con 23 millones de habitantes en situación depobreza.Cuando se oficializó el proceso de colonización del terri-torio por los portugueses, se comenzaron a traer esclavoscomo mano de obra desde diversas regiones de África. En-tre el siglo XVI y fines del XIX, cerca de ocho millones deseres humanos sufrieron ese despojo. Los negros eran arran-cados de su cultura original, embarcados en los inmundosnavíos negreros que venían abarrotados para América, pa-ra aquí ser vendidos a los latifundistas productores de cañade azúcar. Los esclavos, más allá de ser altamente produc-tivos, tenían un valor muy grande como mercadería, pero eltrato hacia ellos era terrible. La industria en Brasil hasta fines del siglo XIX fue respon-

Brasil

Según la especialista autora del artículo, en la

sociedad brasileña las relaciones de poder se

caracterizan por la desigualdad y sojuzgamiento a

que la mayoría de la población debe someterse,

rasgo que se acentúa en el universo carcelario. Tales

condiciones estarían hondamente enraizadas en la

colonización y la construcción de la nacionalidad. Y

es por eso que en el propio régimen democrático

actual persisten niveles extremamente altos de

violencia ilegal –torturas incluidas- y de conflictos

que ni el mismo Estado logra resolver.

Las rejasde la desigualdad

Por Regina Célia Pedroso

Ilustraciones Lazar Segall

Pógrom (1937)

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tadas o secuestradas. Para enfrentar esa inseguridad, Bra-sil dispone de 500 mil hombres en la policía. En las princi-pales ciudades la proporción entre policías y población essemejante a la de Nueva York. Pero en el tiempo en quenuestros policías esclarecen un caso, sus colegas norteame-ricanos resuelven nueve y los ingleses catorce. Al respec-to, los especialistas aseguran que si la policía trabajase me-jor, la justicia entraría en colapso: sería necesario nombrardiez veces más jueces y habilitar cinco veces más lugaresen las prisiones.Suele considerarse a la pobreza como una de las causasgeneradoras de la violencia. Sin embargo, lo que se regis-tra no es eso: la mitad de los indigentes brasileños habi-

tan la región nordeste del país, en grandes bolsones de po-breza y hambre asolados por la sequía incesante y la fal-ta de políticas públicas que resuelvan el problema de lasubalimentación. Pero no es en esas regiones donde estáel mayor número de homicidios, sino en las regiones máspobres de las grandes ciudades. Por ejemplo, en la regiónsur de São Paulo, donde los homicidios practicados estánligados a la desestructuración urbana y la falta de políti-cas públicas adecuadas. El habitante de las periferias delas grandes ciudades sufre problemas tales como calles siniluminación, falta de hospitales, presencia policial muy dis-persa, falta de áreas de recreación. Además, sucede quegeneralmente las áreas más periféricas son regiones deocupación reciente, como el caso del extremo sur de la ciu-dad de São Paulo.El imaginario popular asocia las masacres que se dan allí(homicidios múltiples) al tráfico de drogas. El tráfico de es-tupefacientes es considerado la vedette del crimen, ya quees la modalidad que más retorno da a sus inversores. Mu-chas veces, a partir de esto es que se fueron creando en laopinión pública impresiones erróneas como la relación in-mediata entre el tráfico y la violencia a gran escala. Unode los principales factores de esta desinformación se debea las peculiaridades del trabajo en los medios de comunica-ción de masa, donde pocos periodistas tienen oportunidadde discutir lo cotidiano de la actividad criminal. La mayo-ría se limita a explotar algunos pocos hechos, normalmen-te los que más seducen al lector. Trabajan en general con lochocante y lo extraordinario.En algunos casos, realmente hay una relación; pero en otros

sable por el tratamiento deprimente y violento al negro.Aquellos que sobrevivían al viaje de alrededor de dos me-ses, cuando llegaban eran tratados como animales. Marca-dos a hierro, eran puestos a engordar para que se fortale-ciesen y alcanzaran buen precio. Tras ser adquiridos por elhacendado, los esclavos no tenían ningún derecho legal. Unejemplo es la prohibición de la educación escolar al negro,libertos incluidos.Los habitantes originarios del territorio brasileño tambiénsufrieron un proceso de violencia similar y fueron emplea-dos como mano de obra esclava. En un primer momento,trabajaron en la extracción del pau-brasil, madera que seexportaba a Europa. La manera escogida por los portugue-ses para capturar indígenas fue la organización de expedi-ciones que entraban al territorio en búsqueda del producto.Los bandeirantes obtenían permiso del gobernador para in-ternarse en el sertón en busca de su presa. La génesis de la violencia contra negros e indios en el pro-ceso de colonización y construcción de la nación brasileñapuede ser observada en la actualidad bajo otras perspecti-vas. Tanto los indios como buena parte de la población deascendencia negra aún son tratados a partir de los estigmasque les fueron siendo atribuidos a partir de nuestra historia.La asociación del indio a la pereza, indolencia, ignorancia,puede ser percibida en la actualidad. Y la asociación quese hace del negro a los trabajos que poseen menor remu-neración aún es un tabú en nuestra sociedad.

Blanco y negroLos índices sociales en Brasil vienen mejorando lentamenteen los últimos años; sin embargo, la desigualdad entre blan-cos y negros se mantiene inalterada. Tal es el resultado deun estudio sobre desigualdad racial hecho por el Institutode Investigaciones Económicas Aplicadas. De acuerdo conél, de los 53 millones de pobres existentes en Brasil, 63%son negros y 37% blancos. De los 22 millones de habitan-tes que están abajo de la línea de pobreza, 70% son negros.En la franja etaria de cero a seis años, el 38% de los blan-cos son pobres. Cuando se trata de chicos negros, el índi-ce sube al 65%. Entre los blancos, en la franja etaria entresiete y catorce años, el 33% son pobres, y entre los negros,el 61%. De los 15 a los 24 años, el 22% de los blancos sonpobres contra el 47% de los negros. La desigualdad en el ac-ceso a la educación está implícita en los datos expuestos,pues la mayor parte de los negros poseen inferiores posibi-lidades de pagar una educación privada; quedando sin po-sibilidad de elegir entre ésta y la educación estatal. El pro-medio de tiempo de estudio de los adultos blancos es de 6,6años, mientras los negros adultos promedian los 4,4 añosde estudio. Esa diferencia es prácticamente la misma queal inicio del siglo pasado.No existe hoy un brasileño que resida en una gran ciudad yno pueda señalar personas de su entorno que fueron asal-

El tráfico de estupefacientes es consideradola vedette del crimen, ya que es lamodalidad que más retorno da a susinversores. Muchas veces, a partir de estoes que se fueron creando en la opiniónpública impresiones erróneas como larelación inmediata entre el tráfico y laviolencia a gran escala.

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la motivación es la venganza. Los muertos en masacres re-presentan el 2,3% de los homicidios registrados en la ciu-dad de São Paulo. Las masacres generalmente son practica-das por los llamados “justicieros”, contratados para vengara alguien. Hay también innumerables registros de policíasmilitares envueltos en las muertes. Existen algunos relatossobre policías militares que matan traficantes para quedar-se con la droga. Como no se puede dejar testimonio en uncaso de estos, terminan matando a todos los presentes. Otraforma de inserción de la policía en el mundo del crimen essu contratación para, en su horario de descanso, ejecutarun servicio para un traficante.

MujeresEl sistema penitenciario en Brasil data de fines del sigloXVIII. Siempre fue visto por los gobernantes como algo po-co importante y, por lo tanto, pasible de políticas que envez de corregir, postergaban inversiones para futuros go-biernos. La superpoblación, el caos, la prostitución, la co-rrupción y los malos tratos a los presos están en el naci-miento de esa institución. La regeneración del encarcelado,finalidad del sistema, es una ilusión. Hoy la reincidencia cri-minal sobrepasó el 50%. Esto quiere decir que de los pre-sos liberados tras cumplir sus penas, más de la mitad re-torna a la marginalidad pues no consiguió reintegrarse a lasociedad. De las varias tragedias ocurridas en varias peni-

tenciarías y comisarías en la última década, tenemos la Ma-sacre de Carandiru (1992) como aquella que más impactotuvo en la opinión pública en la que, tras una invasiónmal planeada de la Policía Militar, fueron asesinados 111 pre-sos. Este episodio representó el pico de una política peni-tenciaria mal estructurada y corrupta –significó la falen-cia de los organismos de la seguridad pública– al decretarel asesinato en masa de parte de los presos.La realidad vivida por el sexo femenino en la Europa medie-val y moderna, tuvo reflejos en el Brasil recién conquistadopor los portugueses. En Brasil, durante el período colonial,la sumisión femenina al rey y a la Iglesia eran avaladas porla legislación. Pero, al contrario de los países europeos, enlos cuales las mujeres criminales eran encarceladas enconventos, en Brasil eran encarceladas en recintos mascu-linos. El encarcelamiento en Brasil jamás respetó la sepa-ración por categorías criminales o por sexo o edad, a pesarde la legislación existente al respecto. Eran encarcelados es-clavos con ex-esclavos, hombres con niños, enfermos men-tales con menores asilados, entre otros. Tales hechossiempre fueron denunciados por la prensa, preocupada porla situación penitenciaria desde mediados del siglo XIX, oeran parte de los informes de comisiones que visitaban lasprisiones.Fue sólo al inicio del siglo XX que la prisión se modificó. Secrearon asilos para locos, menores, procesados, contraven-

Platanal (1927)

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prisión de Elsa Saborowski y su marido, Arthur Ernest Ewert.Fueron detenidos por la policía política en a fines de 1946 yconducidos para celdas de la sede de la Policía Especial,donde fueron golpeados durante una semana, con bastonesde goma y golpes de rompenueces. Impedidos de dormir,tenían que permanecer de pie todo el tiempo. Elsa fuequemada con colillas de cigarrillos, chicoteada más allá desufrir cortes en los senos y de ser violada. Fue posterior-mente transferida al Presidio Frei Caneca, Río de Janeiro,donde sufrió tortura psicológica de los agentes del gobier-no de Vargas. Elsa fue posteriormente deportada conjunta-mente con Olga Benário Prestes a Alemania, donde las dosfueron asesinadas por el gobierno nazi.El tratamiento dado a las mujeres no difiere del trata-miento dado a los hombres. Estos también sufrieron y su-fren con la superpoblación y las condiciones infrahuma-nas carcelarias. Lo que debe decirse en relación a la mu-jer presa es la total falta de sensibilidad en cuanto a la in-dividualización de la pena aplicada a la mujer. No hubopreocupación en diferenciar la cárcel femenina de la mas-culina, tampoco de crear reglamentos específicos para laconducta de la mujer en el sistema. Las torturas, los ma-los tratos, las condiciones antihigiénicas forman parte de lahistoria de la mujer encarcelada, historia ésta que se refle-ja perversamente en la actualidad.

La cárcel femenina hoyEn la actualidad, el Sistema Penitenciario está siendo vistocomo uno de los problemas de la seguridad pública, con in-cidencia directa en la sensación colectiva de inseguridad.Existe una sensibilidad de las autoridades y de la poblaciónrelativa a los derechos humanos, producto del proceso deredemocratización vivido en el país. Sin embargo, se estádejando de lado al hombre inserto en el contexto carcela-rio. Las opiniones, la individualidad, las ansiedades y su pers-pectiva futura de retorno a la sociedad no están siendo te-nidas en cuenta. El preso continúa siendo un problema pa-ra la sociedad y para el sistema que lo despersonaliza entanto persona, transformándolo en un mero número. En esecontexto la mujer es victimizada con mayores agravios, yaque no son respetados sus derechos específicos: el papelcomo madre, desde el embarazo al amamantamiento; la sa-lud en sus particularidades, y la consecuente realización deexámenes. Y su sexualidad no es considerada, de lo cual re-sulta un claro ejemplo la ausencia de la visita íntima, de lacual sí gozan los presos de sexo masculino. ¿Quiénes son las mujeres encarceladas en su mayoría en SãoPaulo? ¿Por que están presas? ¿Cuáles son sus angustias co-mo mujer frente al encarcelamiento? Esas cuestiones fueronrespondidas a través de investigaciones aplicadas a las mu-jeres presas, por el Grupo Ciudadanía en los presidios. El56,51% tienen entre 18 y 30 años; 77,23% no pasaron el 1ºgrado; 77,64% poseían una renta familiar inferior los 4 sala-

tores y mujeres. La separación del reo, teniendo en cuentael sexo o edad, también debe ser observada por el lado téc-nico. Al aislar, en un lugar específico, categorías específicasde presos, se desarrolla un saber más cuidadoso sobre losindividuos y el control sobre sus cuerpos se vuelve másdirecto y elaborado.Pero ese principio legal del aislamiento de los detenidospor categorías criminales entró en crisis con la realidadcarcelaria. Por ejemplo, en la Colonia Correccional de DosRios, las mujeres condenadas eran atendidas por un hom-bre; dormían en un edificio separado, pero cuando se ocu-paban de lavar la ropa, tenían que atravesar los lugaresdestinados a los presos de sexo masculino, con gran per-juicio para el orden y la moralidad del presidio. Y los edi-ficios de la Casa de Corrección y Detención de Río deJaneiro pertenecían al mismo complejo penitenciario, quetambién incluía al manicomio judicial y la prisión feme-nina. Así, las mujeres acababan conviviendo diariamentejunto a los hombres también encarcelados. La legislaciónque pregonaba la separación entre los sexos no era res-petada por las autoridades encargadas de gerenciar el sis-tema penitenciario.Las mismas condiciones encontradas desde el siglo pasadoen diversos presidios y en la Casa de Detención de Río deJaneiro fueron registradas en los años ‘40 de este siglo, com-probando la falta de políticas públicas relativas a las condi-ciones carcelarias. La mujer, doblemente marginalizada –cri-minal y débil– tenía su universo marcado por el total des-cuido, ya que representaba una minoría en el mundo pe-nitenciario. Tal situación no fue resuelta por el Código Pe-nal de 1940. Según éste, la reclusión femenina debía ser realizada en establecimientos especiales y, no exis-tiendo éstos, debían ser encarceladas en secciones ade-cuadas en las prisiones comunes. Ese descuido de la ley,

dando margen a excepciones, fue observado por ejemploen Río de Janeiro, donde el albergue destinado a las muje-res infractoras se hacía junto al sanatorio penal de tubercu-losos; o viviendo en una dependencia de los fondos de laCasa de Detención, las mujeres sobrevivían en un ambien-te insalubre, más allá de convivir todas en el mismo recin-to, sin existir separación por modalidad de crimen. Más allá de la situación caótica registrada en las cárceles co-munes, las mujeres detenidas por acusación de crimen po-lítico también fueron sometidas a condiciones infrahumanas.Uno de los casos más relatados por la literatura fue el de la

Existe una sensibilidad de las autoridades yde la población relativa a los derechoshumanos, producto del proceso deredemocratización vivido en el país. Sinembargo, se está dejando de lado alhombre inserto en el contexto carcelario.

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rios mínimos; 75,61% trabajaban en su mayor parte en elmercado informal de la economía. Estas mujeres son prove-nientes de los barrios periféricos, de los cuales está ausen-te el gobierno en el sentido de efectivizar cualquier políti-ca pública volcada a la calidad de vida de la población.Esa realidad vivida en lo cotidiano, aliada a un perfil de ren-ta baja y su no ciudadanía efectiva, son ingredientes quecontribuyen para la doble exclusión social atribuida a lasmujeres. Son excluidas en un primer momento como ciuda-danas y, en un segundo, como presas, son tratadas como laescoria de la humanidad. A este perfil de mujer presa, no se puede en ningún momen-to atribuirle estereotipos tales como poblaciones con ten-dencia al crimen. El sentido es el inverso: esos atributos sonconsecuencia de la desigualdad social y de la victimizaciónque esas camadas sociales viven dentro de la sociedad. Aesas poblaciones las acecha la opción entre una vida hones-ta, aunque con muchas necesidades básicas insatisfechas, ocaminan en dirección a la criminalidad, buscando la reso-

lución de sus problemas más inmediatos de supervivencia. En esa opción por el crimen incide el tráfico de drogas: el50,56% eran consumidoras de drogas antes de ser presas,y 47,6% cumplen pena por tráfico. El hecho de que esta mo-dalidad criminal sea alta puede ser interpretado tanto por lafacilidad en nuestra sociedad para la adquisición y el tráfi-co de drogas, así como por la informalidad del mercado don-de se obtiene lucro rápido. Pero tal vez el factor principalsea la falta de políticas reales de distribución de renta, quesería la forma más eficaz de combatir el crimen y que, porlo tanto, no llevaría a esas mujeres a la desesperación debuscar en ese mundo el complemento de renta para su su-pervivencia y la de su familia. El 50% de las detenidas no fueron sometidas a ningunaforma de evaluación médica al dar entrada en el estableci-miento penal; 25% de ellas afirman que contrajeron enfer-medades en el interior del cárcel; 41,5% presentan proble-mas dentarios; más allá de eso hay 35 casos de usuariasde drogas en el universo de 246 entrevistas y 13 mujeres asu-

Navío de Emigrantes (1939)

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riría un tratamiento adecuado a nivel clínico y, principal-mente, a nivel psicológico. El tratamiento actual sólo esrealizado en los casos más graves a partir de los desdo-blamientos de la enfermedad, en que es necesaria la ida alhospital, normalmente para que la presa reciba atenciónen el estado terminal de la enfermedad. En relación a losexámenes de carácter preventivo, como el papanicolau,nunca fueron hechos por el 26,97% de las detenidas y lamamografía por el 70% de ellas. El hemograma nunca fuehecho al 42,7%. Sin la realización periódica de estos exá-menes, la salud pierde su mayor aliado, la prevención.En los casos de enfermedades ya adquiridas, un tratamien-to eficaz y rápido evitaría mayores consecuencias. Otro as-

mieron ser portadoras del virus de SIDA. Una cuarta parteadquiere enfermedades en prisión, entre ellas, neumonía,tuberculosis, hepatitis, alergias. Resultado tanto de la defi-ciencia de instalaciones higiénicas adecuadas como por ladeficitaria atención médica. (El 50,56% consideró mala laatención médica por no haber médico de guardia y por lasdemoras en las atenciones solicitadas, así como por la ine-xistencia de dentista en el establecimiento). A su vez, los ca-sos de dependencia química muestran la vulnerabilidad delsistema al tráfico de drogas, reproduciendo en el interior dela prisión las relaciones de poder y vicio presentes en la so-ciedad. La presencia de mujeres portadoras del virus HIV reque-

Madre Negra (1930)(fragmento)

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pecto importante ligado a la salud es el derecho de la ma-dre a amamantar a su hijo. Encontramos veinte mujeresque estuvieron embarazadas mientras estaban presas; deéstas, once no amamantaron a sus hijos y cuatro amaman-taron pocos díasEl 11,24% de las presas encuestadas dijo haber sufrido vio-lencia contra sus cuerpos; 17,42%, agresión moral, y 18,54%sufren castigos y torturas. El 37% ya había sido agredida an-tes por policías en las comisarías. El 94,2% de las mujerestrabajan dentro de la prisión 8 horas diarias, no obstante noreciben remuneración adecuada

La torturaAmnistía Internacional publicó en octubre de 2001 el infor-me titulado “Tortura y malos tratos en Brasil”, en el quemuestra que la tortura y formas semejantes de malos tratosson prácticas extendidas y sistemáticas en nuestra sociedad:1. Uso sistemático de la tortura y malos tratos en el momen-to en que es efectivizada la prisión y durante el interroga-torio de sospechosos para la obtención de confesiones, in-formaciones o para extorsionar; 2. Condiciones crueles, inhumanas o degradantes de deten-ción en comisarías policiales, centros de detención y prisio-nes. Poco o nulo monitoreo externo, independiente y efec-tivo de los lugares de detención; 3. Impunidad generalizada para los perpetradores de la tor-

tura, agravada por omisión sistemática en la aplicación dela Ley de Tortura. Fracaso institucional de la justicia crimi-nal, en niveles provinciales, para asegurar la implementa-ción de la ley de la tortura; 4. Fracaso del gobierno federal para garantizar la plena im-plementación de la Ley de la Tortura (de 1997) por mediode la provisión de determinación política y del apoyo nece-sarios, que incluye el monitoreo del uso de la tortura y laintroducción de salvaguardas contra las fallas del sistemade justicia criminal.En el caso de la tortura empleada en la actividad policial,ésta es derivada de la mala formación de los policías y dela sustitución de la investigación científica por el maltrato aldetenido, para que éste confiese el crimen de que es acusa-

do. La violencia también es empleada durante el acto de laprisión, como un recurso para intimidar al sospechoso. Des-pués de la prisión, el sospechoso es llevado a una comisa-ría, donde pasa a custodia de la Policía Civil y donde mu-chas veces son empleadas modalidades más formales de tor-tura. Entre las varias formas de tortura, Amnistía Internacio-nal recibió testimonios de detenidos sobre aplicación de elec-troshocks; golpes con puños; inmersión de la cabeza en unabolsa plástica llena de agua hasta el ahogamiento parcial;simulacros de ejecución; o el pau-de-arara, donde las vícti-mas son colgadas cabeza abajo y apaleadas o sometidas aeletroshock.En relación a las condiciones de detención, Amnistía Inter-nacional, relata la precariedad de las instalaciones de deten-ción provisoria –comisarías y centros de detención– en lasque se encuentran personas detenidas durante varios meseso años, aguardando el encaminamiento de sus casos a lostribunales. Sin embargo la Ley establece que la detencióndebe ser notificada al Juez en un plazo de 24 horas y la de-tención provisoria no puede pasar los 81 días, con posibili-dad de prórroga sólo en casos extremos. La acumulación depresos en los centros de detención provisorios resulta enuna cantidad enorme de personas esperando audiencias, ge-nerando la superpoblación carcelaria característica de nues-tro país. Tal superpoblación también es detectada en el sistema pe-nitenciario, proyectado para recibir los presos juzgados ycondenados. Los presos son apiñados en celdas oscuras, sinventilación adecuada y que muchas veces contienen pre-sos enfermos –tuberculosos, sidóticos–, que no reciben tra-tamiento médico. Los pedidos específicos de detenidos man-tenidos en cárceles policiales o presidios, especialmente pe-didos referentes a la asistencia médica, con frecuencia de-sencadenan violencia y, en algunos casos, disparos hechoscontra celdas apiñadas. En visita a la 2ª DP de la ciudad deSão Paulo, integrantes de la Pastoral Carcelaria mostraron aAmnistía Internacional varios agujeros en una pared, quetodo indica fueron causados por balas. También fueron en-contradas en varias prisiones barras de hierro y bastonesguardados en armarios cerrados cuyas llaves se hallaban enpoder de los agentes penitenciarios.

Traducción de Lucía García, adaptación de Juan Bau-tista Duizeide.

Regina Célia Pedroso es Doctora en Historia Socialde la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas dela Universidad de Sao Paulo, investigadora del Laborato-rio de Estudios sobre la Tolerancia, y profesora de la Cá-tedra de Relaciones Internacionales de la Facultad Metro-politana, autora de Los signos de la opresión y Violenciay ciudadanía en Brasil.

Los presos son apiñados en celdas oscuras, sinventilación adecuada y que muchas vecescontienen presos enfermos –tuberculosos,sidóticos–, que no reciben tratamiento médico.Los pedidos específicos de detenidosmantenidos en cárceles policiales o presidios,especialmente pedidos referentes a la asistenciamédica, con frecuencia desencadenan violenciay, en algunos casos, disparos hechos contraceldas apiñadas.

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Malvinas

El honor y el doble discurso

cio de carácter previsional o de retiro, “engrosando ade-más un padrón que asciende, con esta incorporación, amás de 18.000 beneficiarios, números que difieren sustan-cialmente con los datos históricamente conocidos de losefectivos destacados en el Teatro de Operaciones Malvi-nas”, en palabras de Rodolfo Merlino, presidente del men-cionado centro platense.Esto no sólo resulta abiertamente contradictorio con lapolítica de Derechos Humanos que ha venido sosteniendoel Presidente Kirchner —y que para muchos argentinos esel mejor rasgo de su gobierno— sino que sorprende por-que los beneficios del Decreto alcanzarían a ex jefes milita-res como Mario Benjamín Menéndez, Juan Ramón Mabra-gaña, Ernesto Alejandro Repossi, Italo Piaggi, OsvaldoJorge García, Oscar Luis Jofre, Omar Edgardo Parada y Amé-rico Daher, entre otros.A todas luces, estas pensiones honoríficas no deberían otor-garse a quienes —por decir lo menos— fueron calificadospor el informe elaborado por el general Benjamín Ratten-bach en 1983, para la Comisión de Análisis y Evaluación Po-lítico Militar de las Responsabilidades del Conflicto del Atlán-tico Sur, como autores de una aventura irresponsable en laque cada arma funcionó por su cuenta, con preparación ine-ficiente y una desastrosa conducción. E incluso el generalMartín Balza, uno de los pocos jefes militares incuestiona-dos por su actuación en esa guerra, en su esclarecedor li-bro Malvinas, gesta e incompetencia dice expresamente,

Durante el mes que acaba de terminar, silenciosamente, seprodujo una situación que podríamos calificar de típicamen-te argentina: un poquito de doble discurso, y/o una picar-día de los canallas de siempre, y/o una distracción del po-der. Cualquiera de esas posibilidades, y acaso algunas más,obligan a recolocar sobre el tapete la nunca terminada cues-tión de la Guerra de Malvinas, esa lacerante deuda pendien-te que todavía tenemos en esta Democracia. Por un lado, se anuncia un seminario titulado “Las Malvinasen la Unión Suramericana. Una Visión Estratégica”, a cele-brarse en el Palacio San Martín la próxima semana, los días11 y 12 de Agosto. Convocan la Comisión de Familiares de Caí-dos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur; el Ministerio de Re-laciones Exteriores; el Instituto de Investigaciones Históricas,Políticas y Estratégicas Malvinas, Patagonia e Islas del Atlán-tico Sur; y la Universidad Nacional de Lanús, con el auspiciodel Consejo Consultivo de la Sociedad Civil Comisión Juven-tud e Integración y la Comisión Cascos Blancos.Por el otro, el Centro de Ex combatientes Islas Malvinas, dela ciudad de La Plata (entidad que nuclea a más de 400 exsoldados combatientes en la guerra) hizo público su profun-do malestar por la firma del decreto Presidencial Nº 886/2005,por el cual se otorgan pensiones honoríficas a militares queparticiparon en aquella contienda.Según ese decreto, el gobierno nacional estaría reconocien-do a unos 3.500 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Ar-madas, una pensión compatible con cualquier otro benefi-

Una reflexión acerca de las últimas medidas en torno a un tema especialmente sensible. ¿Fueron un error? ¿Una dis-

tracción? ¿O acaso expresan la verdadera opinión del gobierno, más allá de lo que se proclame?

Por Mempo Giardinelli

Fotografía Juan Bautista Duizeide

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entre otras cosas: “Fuimos a Malvinas sin estar preparadospara esa guerra”, y es particularmente crítico con muchosde sus colegas.No se comprende, entonces, cómo desde el Poder Ejecu-tivo, al mismo tiempo que la Cancillería convoca a un se-minario para esclarecer la visión traumática que subyaceen la sociedad argentina, un decreto presidencial otorgapensiones honoríficas a militares cuyo honor está claramen-te en entredicho.Y la chicana jurídica —que algunos pícaros podrían esgri-mir— de que cuando el Consejo Supremo de las FuerzasArmadas condenó a Galtieri, Anaya y Lami Dozo fueron ab-sueltos por prescripción muchos jefes militares (como losmencionados Menéndez, García y Parada), se desmorona-ría porque entre aquellas absoluciones también se benefi-ció al entonces teniente de navío Alfredo Astiz.

Cabría, por lo tanto, esperar una urgente aclaración de laPresidencia, por cuanto, de hecho, el propio NéstorKirchner está presente en ambas, contradictorias decisio-nes, y es difícil creer que él haya firmado convencido delhonor de estos sujetos.Es evidente que alguien, en alguna oscura oficina, ha meti-do los garfios para que todos los argentinos, con nues-tros impuestos, sigamos pagando a jefes emblemáticosde la Dictadura, probadamente incompetentes y en muchoscasos cobardes, estas inadmisibles pensiones honoríficas.El doble discurso es cuestionable siempre, se sabe. Pero enuna cuestión como ésta es además, y sin dudas, despreciable. La cuestión de las Malvinas no es sencilla, pero como entantas otras materias argentinas su dilucidación sólo pue-de pasar por la verdad, que es el único camino cierto ha-cia la justicia y la memoria.

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Entrevista con Alessandro Portelli

Historiay relato oral

Entrevista Ingrid Jaschek y Sandra Raggio.

Ilustraciones Theodore Géricault

Uno de los máximos expertos a nivel mundial responde acerca de las contribuciones de este tipo de fuentes, sus

límites y sus efectos sobre otros relatos y documentos.

Nacido en Roma en 1942, se ha graduado en Jurisprudenciay luego en Lenguas y Literaturas Extranjeras. Actualmentese desempeña como profesor de literatura angloamericanaen la Universidad de Roma. Ha participado en los trabajosdel Instituto Ernesto De Martino y del Circolo Gianni Bosioen investigación, estudio y difusión de la historia oral, yde las culturas orales y populares. Para la RAI ha realizadoprogramas acerca de música country y músicas de fronte-ra. Dirige la revista de estudios americanos Acoma. Entre suspublicaciones se cuentan: La línea del color: ensayos sobrela cultura afroamericana; El texto y la voz: escritura, ha-bla y democracia en la literatura norteamericana; Cancio-nes y poesías proletarias norteamericanas; Blancos y ne-gros en la literatura norteamericana: la dialéctica de la iden-tidad; La revolución musical de Woody Guthrie; Las cancio-nes del black-power; La orden ya fue ejecutada: Roma,las Fosas Ardeatinas, la memoria.

–¿Cuál es su perspectiva respecto a la historia oral?–Mi perspectiva es distinta porque no me formé como his-toriador, aunque siempre tuve pasión por la historia. Mi mo-tivación es política. Yo salí con la grabadora en el ‘68, ‘69,porque me interesaba ver si había una cultura popular. Y des-pués me di cuenta de que podía trabajar sobre los relatos,las historias, la palabra, porque yo tenía una formación lite-raria. Más que reconstruir el pasado, a mí me interesaba for-marme una idea de cómo era la mentalidad, la cultura de laclase obrera, de las clases campesinas que aún existían.Por otra parte, lo que pasó fue que me di cuenta de que la

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La cleptómana (1823)

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diferencia entre una novela y una autobiografía no es quela novela es imaginaria y la autobiografía es verdadera, sinoque lo que importa es el pacto que se establece. En la au-tobiografía hay un pacto de veracidad, aunque pueda ser to-do mentira; en la novela prima lo imaginario, aunque pue-de estar relatando hechos verídicos. La factualidad es una delas categorías que tenemos para clasificar los relatos; pero

la historia oral debe hacer dos cosas: tiene que averiguar silo que se dice es verdad, y cuando no es así preguntarse porqué, qué quiere decir, dónde está el sentido. Y, tal vez por-que yo tengo desviación profesional de profesor de literatu-ra, a mí me apasiona cuando las dos cosas se separan.

–Cuando la gente viene a buscar información sobre su per-sona al Archivo de la Dirección de Informaciones de la Pro-vincia de Buenos Aires, confronta su propia memoria conlos papeles, y a veces sucede que le da más crédito a loestá escrito, aun cuando sabe que lo escribió la policía...¿El desarrollo de la historia oral ayudó a cambiar la mira-da sobre los documentos escritos? –Todos nos formamos con el mito de la autoridad del do-cumento, el mito de la autoridad de lo escrito. Yo no piensoque el escrito per se tenga más autoridad, sólo que es máspermanente. Existe históricamente una relación entre lo escri-to y la autoridad: sólo los que tienen autoridad escriben,pero eso no da veracidad. También hay otra cosa que influ-ye en la actitud hacia los documentos después de que descu-brimos la fuente oral. Es decir, cuando trabajas sobre una his-toria reciente, una historia del siglo XX, donde existenfuentes orales, si no utilizas la fuente oral, bueno, no hacesun trabajo de historiador, porque debes usar todas lasfuentes y si las usas, tu trabajo nunca será definitivo, siem-pre habrá otras. Entonces, una consecuencia de la fuente oralsobre el trabajo histórico, es que todo trabajo histórico de lahistoria contemporánea, se vuelve provisorio. Ese mito de laautoridad final del texto histórico desaparece, porque elhistoriador nunca logrará consultar todas las fuentes posibles,lo que elabore serán siempre hipótesis. Antes también era así,pero ahora esto es muy claro. Otra cosa es que en la fuenteoral yo tiendo a no hablar de testimonio, porque el testigo esalguien que habla de cosas que ha visto pero no de sí y en lafuente oral prevalece que el entrevistado habla de sí, y en-tonces no es un testigo sino un narrador, y en cuanto narra-dor, el trabajo crítico es de interpretar su narratividad y su

narración oral tenía formas muy distintas de desarrollarse,muy distinta de lo que se llama “teoría de la narración”.Entonces yo tenía un interés cultural metodológico y un in-terés teórico. Pero cuando empecé había debates sobre sila fuente oral era fiable, y era dejada de lado por los histo-riadores tradicionales: no puedes creer en esas fuentes, nopuedes fiarte de ellas. Había otros, como Césare Bermani–uno de los grandes historiadores orales de Italia–, que de-sarrollaban métodos para averiguar la veracidad de los re-latos orales, para verlos como documentos históricos. Peroa mí me interesaba lo imaginario y la narración, y también lapolítica. Entonces, cuando encontraba historias como la deun obrero que había matado la policía, me interesaba polí-ticamente documentar ese crimen; pero también culturalmen-te y narrativamente, ver cómo se relataba. Había que tra-bajar a dos niveles: uno el trabajo histórico clásico, en el quetratas de reconstruir el pasado, y a mí me parece que hayque trabajar sobre la fuente oral como se trabaja sobre to-das las fuentes, yo no le doy credibilidad a priori a lo queestá en un archivo policial, hay que cruzar las fuentes, fuen-tes orales y fuentes escritas, las dos juntas, y reconstruir elpasado. Pero a mí me parecía que lo interesante era lootro, cuando el relato se distanciaba de los hechos y ahísalían el deseo, la imaginación, la ilusión. Sobre todo cuan-do era una cuestión socialmente compartida, no sólo indi-vidual. Pero para analizar esa diferencia tienes que saber quées lo que pasó. Hay historiadores que son muy positivistasy que sólo les interesa el hecho, y hay otros post-estructu-ralistas que dicen sólo tenemos relatos. Ahora, esto no escierto; porque también en literatura sabemos bien que la

Si tomamos todo el material que está en elarchivo como relatos, entonces nos puedeservir para reconstruir los hechos, perotambién para reconstruir la mentalidad dela institución que los ha creado. Yo creoque ahí está el cambio, en la mirada paraaprovechar los documentos.

Alejandro Portelli

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subjetividad; cómo construye el relato. Porque el relato es loúnico que tenemos, no tenemos los hechos, tenemos palabrassobre los hechos. Cuando yo consulto un documento escri-to trato de hacer la misma cosa que con el relato oral. Veral policía que lo escribió, qué subjetividad tiene, qué lengua-je utiliza, cuál es su marco cultural –mucho de esto lo haplanteado Michael Foucalt, que utiliza la documentación pa-ra reconstruir la cultura del imaginario ideológico– pero a míme parece que si tomamos todo el material que está en el ar-chivo como relatos, entonces nos puede servir para recons-truir los hechos, pero también para reconstruir la mentalidadde la institución que los ha creado. Yo creo que ahí está elcambio, en la mirada para aprovechar los documentos.

–En este doble nivel del que usted hablaba, de trabajar conrelatos orales reconstruyendo el imaginario y lo factual,cuando finalmente produce un relato de los hechos, ¿cómoevita el riesgo de convertirse en la voz autorizada de lo querealmente sucedió? Por ejemplo, para saber lo que pasó enlas Fosas Ardeatinas, hay que leer el libro de Portelli...–Bueno, en el caso de las Fosas Ardeatinas (ejecución deresistentes italianos a manos de tropas de ocupación nazis),todos los hechos estaban establecidos en los documentos.De la base fáctica yo no he reconstruido nada. Porque hu-bo juicios en los que los jefes alemanes fueron interroga-dos, interrogaciones llevadas a cabo por comisiones aliadas–hubo cuatro juicios después de la guerra en tiempos dis-tintos– y también autobiografías de los partisanos. Enton-ces yo utilicé todo eso. Y los hechos que salen de las fuen-tes orales, son los hechos personales. La historia familiar, lahistoria de lo que pasó después, la historia de la subjetivi-dad. Pero cómo se desarrollaron los hechos, en este caso,no hay duda. Se puede averiguar más de lo que sale del do-cumento. Pero la reconstrucción fáctica no se funda sobrelos relatos orales. Hay casos en los que me dieron más de-talles. Una de las partisanas que yo entrevisté relata una his-toria muy interesante: ella y un grupo de partisanos iban amatar al secretario general del partido fascista en Roma. Yél iba en un coche con su guardaespaldas, y ellos iban a dis-parar, y cuando se acercaron había cinco personas y no sa-bían cuál era el secretario. Y esta mujer, Marisa Musu, di-jo, “yo estaba lista para matarlos a todos, pero nuestro co-mandante dijo: no, la orden es matar al secretario y si nosabemos cuál es el secretario, entonces lo dejamos”. Yotra partisana que estaba dijo: “Nunca pasó así”. Y yo nologré saber cuál de las dos versiones era verdad. Y enton-ces ¿qué pasó? Mi conclusión es: si la primera versión escorrecta, eso quiere decir que hay una moral más alta, si noes correcta, quiere decir que la imaginación y la memoriahan trabajado en el curso de los años para construir un re-lato simbólico para afirmar esa superioridad ética. Pero esel problema de toda la resistencia, y es que matar era pro-blemático. Y esto es algo que nunca se encuentra en los

relatos de los brigadistas del ‘70. Y es interesante porque enel caso de los partisanos estaban en plena guerra mundial,había matanzas por todos lados, bombardeos, pero ellosveían esto como un problema. En los años ‘70, no vimos na-da de eso. Yo entrevisté a ex –terroristas, arrepentidos, pe-ro su arrepentimiento es sólo una cosa política. Dicen “Noteníamos razón”... Casi nadie dice “Lo siento”.

–En Argentina cuesta mucho hablar todavía de la violen-cia política. Sobre todo desde las subjetividades de los pro-tagonistas. Usted logró hablar sobre esto con los partisa-nos. ¿Era la primera vez que ellos hablaban o decían ya al-go en sus autobiografías?–Bentivegna habla un poco de esto, de la primera vez quemató. Marisa Musu, no. Porque las autobiografías son másbien defensa política. Tal vez mencionar estas cuestiones se-ría como admitir un sentido de culpa que no tienen. Ellos es-tán siempre acusados de ser asesinos, entonces es necesa-rio defenderse. Pero ya han pasado 50 años de esto, y pue-de hablarse. La memoria se ha vuelto más personal que po-

Monomaníaco de la gloria militar (1823)

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de emana. En este caso, la fuente es la persona entrevista-da, y la cinta es el documento. Y cuando consultas un archi-vo oral, consultas documentos sonoros de origen oral. Cuan-do consultas la transcripción, consultas un documento es-crito de origen oral. Esto es algo que la tecnología del sigloXX ha logrado: que lo oral y lo sonoro se destaquen, quela palabra permanezca.

–Hay un riesgo de que se descontextualicen las entrevis-tas en los archivos orales...–También sucede cuando usas en el 2005 un pedazo de pa-pel que se escribió en 1952. Con lo oral es tal vez más fácilque suceda que con el documento escrito, porque éste tie-ne más control, lo oral es más espontáneo. Por eso hay queconsignar siempre que la fuente ha cambiado, lo mismo quecon toda escritura. Una cosa que los sociólogos no hacen,y los historiadores orales hacen siempre, es poner la fechaen la que se dice algo.

–Otra cosa que suele suceder en los archivos orales, esque se borre de alguna manera el entrevistador, que desa-parezca lo dialógico de la entrevista...–El hecho de que una entrevista se haga para que esté enun archivo y que la escuche alguien que no sea yo, tieneuna fuerza sobre la forma de esa entrevista. Sin embargo,para utilizar fuentes que son de un archivo oral, es nece-sario que el usuario tenga en cuenta también al entrevista-dor, y en qué proyecto estaba hecha la entrevista. Y esoes muy importante, porque hay entrevistas sobre la histo-ria de un barrio en las que se mencionan las Fosas Ardeati-nas, y hay entrevistas sobre las Fosas Ardeatinas en las quese menciona la historia de un barrio. Y en cada una hay unalógica distinta. La mayoría de los historiadores orales traba-jan con fuentes propias.

–Usted tiene una mirada crítica sobre el concepto de “me-moria colectiva.”–Creo que tenemos que ponernos de acuerdo: qué quere-mos decir con “memoria colectiva”. Yo creo que muchas ve-ces cuando se habla de “memoria colectiva” o de “testi-monio”, se habla de lo mismo que hablo yo cuando hablode “memoria social” y de “relato”. El problema con el con-cepto de memoria colectiva es que hay una perspectiva deque la memoria colectiva tiene que ser unificada, tiene queser una memoria. Y no es así, sabemos que no. Entonces ha-blando de memoria social, el ejemplo que pongo siempreyo es la lengua. La lengua sí es un hecho colectivo socialcompartido que nos permite comunicarnos. Pero la lenguaen cuanto lengua no existe, sólo existe el acto de hablar.Creo que eso es lo que pasa con la memoria colectiva y lamemoria social. La memoria no es una cosa estática, cam-bia, está en movimiento. En la memoria colectiva están losmarcos sociales que influyen en lo que se puede decir, en

lítica. No sé, tal vez, dentro de 20, 30 años las Brigadas Ro-jas hablarán de esto. Los partisanos siempre dicen “Tuvimosque hacer esto, porque estábamos en la guerra”; para lasBrigadas Rojas fue una opción.

–Cuando analiza las entrevistas, ¿cómo hace para discer-nir lo que son los relatos personales de los relatos hege-mónicos que se han construido a lo largo de los años?–A mí me parece que una manera es fomentar el punto devista, preguntar ¿qué has visto y tú dónde estabas? Buscan-do algunas correspondencias implícitas en las formas del re-lato, en la estructura del relato. Acabo de comprar el libro deRodolfo Walsh (Operación Masacre) y él dice algo sobreesto: lo que dice la gente es más claro cuando habla de suexperiencia, y más nebuloso cuando habla de otras cosas. En-tonces el punto de vista es muy importante. Un obrero quetenía 17 años cuando lo llevaron a la plaza para escuchar eldiscurso de Mussolini sobre el ingreso de Italia a la guerra,cuenta: “Yo era un entusiasta de la guerra, yo era un mu-chachito aventurero, pero a aquellos que estaban cerca demí, los vi muy preocupados”. Aquí se ve bien el punto de vis-ta: él no dice la gente estaba preocupada, dice yo vi cerca demí la gente preocupada. El punto de vista es un espacio don-

de la experiencia prevalece. Ésa es una forma de discernir quéparte del relato es más personal. La otra es el lenguaje queusan. Las palabras. Si repiten fórmulas, si utilizan una formade expresión más personal; tal vez se expresa de una mane-ra muy personal, algo que sea la versión oficial, quizás, enese caso la versión oficial se ha hecho personal, correspon-de. Yo creo que los medios lingüísticos y los puntos de vistason marcas que podemos utilizar. No hay nadie que esté com-pletamente incontaminado, no existe. Entonces siempre esta-mos haciendo un diálogo, un diálogo entre narrativas.

–Usted hace la distinción entre fuentes orales y escritas.Cuando se construye un archivo oral, ¿no hay ahí una ideaimplícita de que queremos darle una jerarquía, el presti-gio que tienen las fuentes escritas?–Todo lo que acabo de decir: el análisis del lenguaje, etc,sólo es posible en cuanto tenemos un documento perma-nente, en forma de escritura. La fotografía, la cinematogra-fía, todo lo que hace que algo sea permanente, es escritu-ra. Entonces cuando creamos un archivo oral, cuando gra-bamos algo, es para volverlo escrito. Pero un archivo oralno es tanto querer darle a la fuente oral la autoridad,cuanto tener acceso a esa documentación. A mí me ense-ñaron que la fuente no es el documento. La fuente es de don-

El problema con el concepto de memoriacolectiva es que hay una perspectiva de quela memoria colectiva tiene que serunificada, tiene que ser una memoria. Y noes así,

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Monomaníaca de la envidia (11823)

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quién. Eso es una cosa distinta, pero básica.–La perspectiva jurídica busca la responsabilidad desde unlugar, pero también la cuestión de la memoria nos permi-te pensar el tema de la responsabilidad social.–Hay toda una lógica de que la historia se hace en las Cor-tes. Y también un concepto para el cual lo que no es puni-ble no existe. El juicio político, la responsabilidad social, sonuna cosa distinta, y yo creo que más importante, que lo pe-nal. Lo penal es una parte.

–¿Qué pasa en Italia con la memoria sobre el fascismo, másallá de los trabajos historiográficos ? ¿Se ha abordado des-de la educación qué tuvo que ver la sociedad italiana conél?–Hasta los ‘60, la versión oficial era que el pueblo italianonunca fue fascista. Y cuando Renzo De Felice –un gran his-toriador–, planteó muy seriamente la cuestión del consen-so popular, eso no dio lugar a un debate sobre la respon-sabilidad social sino que fue tomado por muchos como unaprueba de que el fascismo era bueno, tenía consenso, erapopular y era democrático. De que era legítimo porque te-nía consenso. Pero Hitler tenía consenso, Stalin tenía con-senso...Nosotros tenemos un mito: que los italianos salva-ron a todos los judíos. Y es verdad que muchos ayudaron,pero también muchos entregaron y de eso no se habla. Delo que fue el colonialismo italiano en Libia, tampoco. Y yonunca oí decir que hubo 30 años de resistencia armada ala ocupación italiana...Y acerca de los crímenes italianos enEtiopía y de la guerra química, no hay nada en los libros yno hay nada en la televisión. Creemos esta leyenda de quelos italianos son buenos. Y hay muchos que son malos. Esose repite desde la izquierda también. Porque la legitimaciónde la izquierda siempre se basó en que el pueblo italianoestaba contra el fascismo. Una cosa que tenemos en las fuen-tes orales, es cuántas formas hay de periodizar. El fascismo

comienza en Italia el 28 de octubre de 1922, ¿para quién?Hay gente que no se da cuenta del fascismo hasta el '27,cuando la reforma monetaria congela los salarios, o hastael ‘32... Los comunistas y los activistas se dan cuenta de in-mediato, pero los que no estaban involucrados políticamen-te no se dan cuenta. Y hay gente para la cual el fascismo co-mienza en 1939, o 1942... Del otro lado de la vereda, los fas-cistas dicen: “Todos fueron antifascistas después de laguerra”. El hecho es que mucha gente se dio cuenta de loque era el fascismo cuando nos empuja a la guerra. Por-

lo que se puede recordar. Pero no son fijos, son un espaciode expresión cultural y política que va cambiando. Y tam-bién influye en la manera en que se recuerda. Pero cómo serecuerda, qué se recuerda, cómo se relata es un hecho, esmuy personal y muy conflictivo. Lo que hace que una me-moria sea democrática es la pluralidad, y no que sea com-partida. Es el debate que tuvimos en Italia en los años '90.La memoria está dividida, y sí...tiene que estar dividida.

–El riesgo que se corre es que esa memoria compartida sevuelva autoritaria, sobre todo cuando es el Estado quienpromueve una política de memoria. Es una cuestión quenos planteamos en la Comisión… –Usted sabe muy bien que no va a ser el único relato po-sible presente en la sociedad. Es el relato oficial, no es elúnico relato. Va a ser una voz que hace lo que puede paradecir la verdad, y decirla en voz muy alta. Un deber quemuchos archivos tienen, como el de ustedes, es el de la ver-dad judicial. Es un deber donde el imaginario y el deseono se cumplen; hay que averiguar qué pasó, quién mató a

La post memoria de hijos e hijas funda enlo visual –con remarcables dosis de ironía,en divergencia con la retórica que suelencalificar como solemne de los mayores–una narrativa propia de carácter alusivo an-tes que mimético.

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que antes trabajaban, sobrevivían, se enamoraban, se casa-ban, tenían hijos...Su vida no tenía un contacto con el po-der. La mayoría de los judíos eran fascistas hasta el ‘38, por-que eran clase media, patrióticos, muy patrióticos. El secre-tario general del partido fascista era judío, el vice ministrodel gobierno de Mussolini era judío. Ellos se dieron cuentade lo que era el fascismo en el ‘38. Entonces esta cuestiónde si había consenso y cuánto es una cosa muy relativa, cam-bia... Aquí, seguramente, si medían el consenso durante elmundial o durante la Guerra de Malvinas, era muy distintoa lo que era hacia el final de la dictadura.

–En Alemania hay un debate alrededor del tema de la res-ponsabilidad.–En Italia no. En Italia está el mito de “italiani per la gente”,y el mito de que eran lo alemanes los culpables de todo. Pe-ro también hay una fórmula que usan los alemanes, y usamucho la comunidad judía, que es: “todos los días que vesaquí un judío, hay un italiano que lo salvó, pero todos losque no están aquí es porque hay un italiano que los dela-tó”. En Roma conmemoramos la razzia de los judíos del 16de octubre. Aquel día que fue la primera deportación. Fue-ron los alemanes, sí. Se llevaron 1022 personas. Pero hubo800, 900 más. Y todos esos fueron delatados por italianos.Pero es algo de lo que no se habla. Y debe recordarseahora porque la comunidad judía se está volviendo de de-recha, y aliándose con los hijos de los que los delataron.

–Acá en Argentina pasó eso en el primer momento de latransición democrática. Se decía que todos los argentinoshabíamos estado en desacuerdo con la dictadura y había-mos sido reprimidos. Pero, hoy, qué hicimos y el porquéde la indiferencia, sí son temas acerca de los cuales se dis-cute, aunque no tan públicamente.–En Italia el problema es que pasaba algo pero yo no medaba cuenta...Mucha gente se hizo antifascista después del‘38. Pero cuando pidieron a los profesores de las universi-dades que juraran fidelidad al régimen fascista, sólo docehubo que se negaron. Y cuando sacaron a los profesores ju-díos de la Universidad, hubo muchos que aprovecharon laoportunidad para ocupar esos cargos. Y esto es muy difícilde mencionar en la Academia. No es una cuestión de la na-turaleza de los alemanes, o de los italianos o de los argen-tinos, es una consecuencia de la relación entre la política, elpoder y la vida cotidiana.

–Se está por abrir una Casa de la Memoria en Roma.–La Municipalidad de Roma va a establecer la Casa de laMemoria. Se tomó esa decisión porque ninguna de las or-ganizaciones de veteranos antifascistas, de partisanos, deex-presos políticos y deportados, tiene dinero para alquilarlugares para realizar sus actividades. Y la otra cuestión esque se están dando cuenta de que los más jóvenes de los

partisanos tienen 75, 76 años. Esto abrió un debate sobrequé hacer: ¿aceptar miembros que no fueron partisanos pe-ro simpatizan? En la Casa de la Memoria habrá un espaciotambién para el Instituto romano para la historia de Italiadesde el fascismo a la resistencia y el Círculo Gianni Bosio,que es nuestro archivo oral, se instalará en ese lugar trayen-do todo lo que realiza en relación con la música. Lo cuales una forma de crear un espacio donde haya actividades,y no solamente estén el archivo y las oficinas de las orga-nizaciones partisanas. El lugar es muy apto porque está enun barrio popular, y es la ex Escuela judía de Roma. Dicenque van a inaugurarla el 25 de abril de 2006.

Theodore Géricault, nacido en 1791 y muerto en 1824,es uno de los maestros del Romanticismo. Pero su pinturatoca especialmente nuestra época. El ensayista John Ber-ger acerca de uno de los cuadros aquí incluidos –El hom-bre desgreñado–, escribió: Hay en esa imagen una compa-sión que se niega a la indiferencia y es irreconciliable contoda esperanza fácil.

Negro (1823)

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La reconstrucción oral del pasado

El dilemade Rashomon

¿Cómo dar espacio en el relato histórico a las voces populares, a los saberes muchas veces silenciados de los

protagonistas y de los testigos?¿Cómo hacer dialogar tales voces con la voz del investigador?

Por María Maneiro

Fotografías Juan Bautista Duizeide y Marcelo Metayer

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Algunos años atrás, intentando aproximarme a las formas ycontenidos de las memorias de la década del ‘70 en la zo-na de La Plata, Berisso y Ensenada, realicé gran cantidad deentrevistas1. El proceso de construcción del material empí-rico para mi tesis de maestría a partir de estas entrevistas,fue para mí un enorme aprendizaje2.La elección de la muestra, la planificación de las conversa-ciones, la revisión de este planeamiento, y luego la discu-sión con los entrevistados, trajeron una reflexión constan-te acerca de la construcción del conocimiento, de la autori-dad de la ciencia como institución productora de saber le-gitimado y su relación con los saberes populares, muchasveces silenciados y negados. Influenciada por la enorme cantidad de cuestiones que se mehicieron inteligibles a partir de las conversaciones con losentrevistados, intenté en mi trabajo dar espacio a sus his-torias, a sus temores, a sus experiencias y sus anhelos. Nun-ca afirmé, sin embargo, que los científicos sociales no ten-gamos que tener voz. No estoy proponiendo como regla lasumisión del investigador a sus entrevistados, pero es indis-pensable reconocer que la ciencia muchas veces ha utiliza-do su autoridad para aplastar los saberes populares, paraaprisionarlos y colonizarlos. Esto no quiere decir que la rea-lidad sea auto-evidente, que no haya espacio para descifrarel misterio que se revela al tener una visión más amplia delos procesos sociales, al compartir y comparar trayectorias,al poner en funcionamiento una amplia gama de recursos deconstrucción de datos y de revisión interpretativa de éstos.Entiendo que es posible construir una relación diferente entreentrevistados y entrevistadores, que no niegue ninguno de losdos polos de la construcción hermenéutica, sino que tienda la-zos de vinculación que posibiliten un avance en el procesode concretización del problema investigado. Ambos ámbitosde producción de conocimiento resultan parciales y será me-diante una relación cooperativa –que busque enfatizar nosólo la producción conjunta de conocimientos, sino también elfomento de interpelaciones y discusiones colectivas, sin temerla aparición de divergencias– como podremos ir superando,al menos en relación a estos temas, la disociación corriente.

Para abrir el debateNo es preciso aquí hacer una descripción de las matricesgenerales de aquello que en términos amplios podríamosllamar como la tradición marxista, tampoco es menester darcuenta de sus multiplicidades y de su polifacético campo.No obstante, dos elementos divergentes, que podrían en-tenderse como contradictorios, pero que desde mi perspec-tiva son articulables, resuenan en mí desde el momento enque comencé con el trabajo de campo.Por un lado, me refiero al maravilloso pasaje del primer ca-pítulo del El Capital, donde Marx trabaja el fetichismo de lamercancía. Aquello que aparece como una trivial relaciónentre objetos, encierra y esconde relaciones sociales. En pa-

labras de Marx: Lo que reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantas-magórica de una relación entre objetos materiales, no esmás que una relación concreta establecida entre los mismoshombres. (El fetichismo de la mercancía y su secreto, capí-tulo 1, El Capital).3

Sólo porque las relaciones sociales no son inmediatamenteaprehensibles es que la producción de conocimiento rigu-roso resulta una necesidad. Tras aquello que se presenta co-mo natural, cosificado y ahistórico se esconde una com-pleja génesis que podremos ir develando parcial y proviso-riamente. Así la creencia en un sujeto cartesiano, racionaly autoconsciente se desvanece.Las afirmaciones anteriores no deben hacernos caer en elerror opuesto. Concordamos en la diferenciación del ámbitoobjetual de las ciencias sociales con respecto a las cienciasde la naturaleza, situando el objeto de las primeras en el mar-co del estudio de las relaciones sociales. Éstas se estable-cen entre hombres y mujeres cuya acción supone un senti-do (tanto Marx, cuando diferencia el trabajo de los anima-les del de los hombres, como Weber al referirse al sentidomentado daban cuenta de esto). Así, la realidad se encuen-tra simbólicamente preestructurada por los propios agentesy la aproximación de segunda instancia se enmarca dentrode este contexto. Vemos, entonces que, de esta forma, se re-significa el concepto de sentido, constituyéndose como unconcepto sociológico básico. En Gramsci, otra vertiente de latradición marxista, hallamos un importante aspecto: Así como todo hombre es un artista, de la misma forma to-do hombre es un filósofo, en cuanto es capaz de pensar yde expresar una actividad intelectiva. Frecuentemente hayque buscar el filósofo más bien fuera del profesor de filo-sofía que dentro de él. [...] Ciertamente el pensamiento esgenerador de pensamiento, pero no viene de la nada ni senutre de la nada. (Gramsci, Della sospensione di un con-gresso di filosofi. L’Unità, 1 de abril de 1926).4

Construimos nuestras interpretaciones de segundo nivel co-mo aproximaciones a las interpretaciones de los agentes;son ellos quienes nos brindan las líneas de significado queretomaremos de diversas formas y con lecturas diferentesen un proceso de ida y vuelta en la construcción de unare-interpretación y de una producción explicativa.Intentaremos, en los próximos apartados de este artículo,mostrar la complementariedad entre estos dos lineamientosy, a partir de ello, terminaremos este escrito sistematizan-do algunas cuestiones que hacen a la construcción del círcu-lo hermenéutico dentro de una relación de ida y vueltadesde las entrevistas y sus saberes particulares hacia un in-tento de construcción de una explicación de mayor densidad.Con esta meta, en el próximo apartado utilizaremos algunasde las entrevistas para luego, en el siguiente, proponer unareflexión acerca del círculo hermenéutico que caracteriza ala construcción de los conocimientos en las ciencias sociales.

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“Cuando se produce la Segunda Guerra Mundial hay comouna especie de descompresión, se hunde el imperialismo bri-tánico y empieza el surgimiento de los movimientos de libe-ración nacional junto con todo lo que fue la expansión del co-munismo, los países socialistas, y América Latina no era unaexcepción; América Latina, de repente, se encuentra en 10 o15 años de nacionalismos, de grupos nacionalistas con lo queel imperio Británico al retirarse deja y con lo que aún el im-perialismo yanqui no había alcanzado a ocupar porque no sehabía expandido lo suficiente. Comienza un auge de masasmuy grande, un auge de luchas populares en Argelia, en laIndia, China, Vietnam, hay todo un movimiento mundial deluchas por mejoras sociales y por mejoras en las condicionesde vida. En la Argentina en ese contexto se da el peronismo,casi como una necesidad histórica, si vos mirás, hay un cor-te muy abrupto en la sociedad argentina hasta 1930, 1940 ylo que es después del peronismo, hay un corte muy claro ahí.En ese contexto surge una generación de revolucionarios de

mediados y fines del 60 que tiene que ver con esto que yo tedigo, que son los hijos de los obreros, los hijos de los traba-jadores que acceden a un nivel de educación superior queel de sus padres y logran ver cosas que para los viejos noeran visibles. Cuando surge la generación del ‘70 o de finesdel ‘60 surge como consecuencia de esto, surge como casiuna cuestión inevitable. En ese contexto nace esa generación,nace en el marco de una lucha social muy fuerte, en el mediode todo un movimiento mundial de reivindicación y de recla-mo; y surge como tiene que surgir en ese contexto, surge através de la lucha armada”. (Daniel).Es indudable que ambas aproximaciones tienen aspectos in-teresantes y que iluminan cuestiones diferentes a la hora derespondernos el interrogante que da título a esta parte delescrito. Sin embargo las interpretaciones casi no se tocan,transcurren en dos ámbitos diferentes.Muy probablemente, un corte de género pueda resultar unelemento interesante para entender algunas de las diferen-cias que se perfilan. De hecho, el relato de Susana, con ma-tices singulares, pero con varios elementos en común se po-día encontrar en otras mujeres entrevistadas. Parecería que,para los hombres, relacionar su vida afectiva con su vida mi-litante, es menos frecuente. Por lo menos no es una cues-tión que se evidencie en las primeras conversaciones ymenos ante una joven investigadora.Ante esto, qué deberíamos hacer con estas dos formas de

Miradas en perspectiva Utilizaremos algunos aspectos de las entrevistas como ám-bitos de ilustración de una forma posible de trabajo. No ana-lizaremos aquí elementos que, aunque pueden aparecer enforma corriente dentro del trabajo de campo, creemos queno aportan a la discusión que estamos llevando adelante eneste artículo (errores fácticos involuntarios u olvidos no sis-temáticos). Nos referiremos, en cambio, a construcciones in-terpretativas típicas de determinados anudamientos de re-laciones sociales acerca de las luchas de la década de1970, acerca de la militancia, sobre los procesos de extermi-nio sistemático y a las formas en que se produce la sobre-vida en este contexto de militantes de la década de 1970 condiversos niveles de compromiso.Como se podrá ver en los próximos párrafos, la realidad sepresenta en los recuerdos de los entrevistados con conteni-dos y formas diferenciales. Como mostró el director japo-nés de cine Akira Kurosawa en su extraordinario film Rasho-mon –basado en el relato En el bosque, de Ryunosuke Aku-tagawa–, las perspectivas de los actores dan sentidos di-versos que, diferencialmente de lo que pensaba la cienciatradicional, distan de poder leerse en términos de verdade-ros o errados, sino que brindan un material sumamente ri-co para complejizar el análisis y confrontar miradas. A partir de los relatos de los entrevistados, las dimensionesque hemos de ilustrar son las siguientes: por una parte,cómo se construye la generación de militantes y cómo se in-cluyen en la lucha de la década de 1970; por la otra, en elcontexto del proceso genocida, cuáles son los ámbitos queaparecen como menos peligrosos.

La construcción del militante5

Las interpretaciones dadas por quienes fueron militantes enla década de 1970 en relación a su inclusión en las luchas va-rían. Algunos ponen el énfasis en sus biografías y en los vín-culos que fueron entablando durante su juventud, otros cen-tran su explicación en la necesidad histórica de que se cons-tituyera una generación de revolucionarios. Estos últimosdescentran su propia historia de militante y enfocan esteproceso de conformación, en esa misma temporalidad, enotros puntos del planeta. Un ejemplo del primer tipo de argumentación se encuentraen el siguiente párrafo:“Cuando yo entro en el año 69, ya Sociología, era un granlugar de debate, de militancia, de formación de la gente, deabrir el coco y yo llego en este momento genial, y ahí de lamano de los amigos que me voy haciendo, de los compa-ñeros y del amor, porque viste que siempre te enamorás dealguien que te ayuda mucho para ver las cosas, es quevoy entendiendo dónde estoy y me voy metiendo en lo quedespués será la lucha de mi generación”.(Susana).Una ilustración del segundo tipo de explicaciones se hallaen el siguiente argumento:

Las interpretaciones dadas por quienes fueronmilitantes en la década de 1970 en relación a suinclusión en las luchas varían. Algunos ponen elénfasis en sus biografías y en los vínculos que fueronentablando durante su juventud, otros centran suexplicación en la necesidad histórica de que seconstituyera una generación de revolucionarios.

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aproximación ¿En términos estrictos, resulta imprescindi-ble considerar que estas interpretaciones diferentes confi-guran miradas antagónicas? Seguramente exista una posi-bilidad de comprender e interpretar ambas miradas en for-ma conjunta, pero esto supone el alejamiento de la mira-da de los actores y la reconstrucción de un prisma másabarcador. Se podría hablar de dos sistemas de realidades,cuya causalidad es explicada por sí misma. Si se aprehen-den solamente las determinaciones históricas, las experien-cias se evaporan. Por otro lado, si las causas se reducena la mera sucesión de experiencias, su necesidad se desva-nece. Estas dos clases de realidades se constituyen así, ensistemas solidarios de totalidades y relaciones que daríancuenta, vinculadamente, de un objeto incluido dentro deuna red interpretativa más compleja.6

Los lugares peligrosos7

La vida cotidiana de los entrevistados que vivieron su ju-ventud en la década de 1970, comprometidos en diversosniveles de militancia, se va modificando fuertemente aúnantes del Golpe de Estado de 1976. Sin embargo, en los re-latos, las temporalidades de estas transformaciones y lasimágenes que se evocan son diversas y, en un comienzo,parece difícil sistematizar qué elementos entran en juego eintervienen como organizadores de la divergencia. Poco a poco, algunos aspectos van emergiendo como anu-damientos de semejanza-diferenciación entre los diversosrelatos. Por ejemplo la temporalidad en que se produceesta modificación generalmente está vinculada al nivel decompromiso asumido y al territorio social de pertenencia.Usualmente quienes tuvieron experiencias más fuertes de mi-litancia tuvieron que modificar su vida cotidiana más radicaly tempranamente, mientras que las vivencias y construcciónimaginaria acerca de los ámbitos de mayor-menor peligroaparecen, también, sistemáticamente diferenciales según sehaya vivido en condiciones de clandestinidad o no. Estas construcciones diferenciales sólo se vuelven inteligi-bles a partir de una objetivación posterior, a través de lacomparación de los contextos de producción de cada unode los relatos. Sin ellos, cómo entender que para algunosentrevistados, por ejemplo, andar por la ciudad les evocasus mayores temores, mientras que para otros el anonima-to urbano les brinda cierto amparo en un contexto de ex-trema vulnerabilidad. Veamos cómo se presentan en los relatos:“Ensenada, hasta el ‘79, está prácticamente militarizada,Ensenada tiene operativos en forma continua, por todos loscaminos de acceso (...) Ensenada el día del Golpe, vosmirabas una película nazi, hoy en día vos mirás una pelí-cula de la Segunda Guerra Mundial y era exactamente igualque Ensenada, en Ensenada había tanquetas, en la esquinade Ortiz de Rosas y..., en la esquina de Colombia y Bo-singa, en 122...” (Néstor).

“Y había soldados por todos lados, los operativos que se ha-cían en el camino, de parar un auto… no la parada normalque te puede hacer cualquier vigilante, ¿no?, sino cuando sejuntaban así y hacían algún operativo eran fuerzas armadas,no eran policiales, junto con policiales, pero eran fuerzas ar-madas, cuando paraban el micro también eran fuerzas arma-das, pero además las comisarías estaban todas cercadas osea por las comisarías no se podía pasar (...) vos veías un vi-gilante y se te ponían los pelos de punta, veías un soldadoy se te ponían los pelos de punta, no andaban solos, ellosnunca andaban solos, siempre andaban en grupo, pero se teponían los pelos de punta, cada vez que veías algo...” (Ariel).El control generalizado de los individuos, en los entrevis-tados con un acercamiento periférico a la militancia, se mues-tra como un intento de panoptización de cada uno de los te-rritorios. La ostentación del armamento militar en los espa-cios de concentración de personas y en las cercanías a lasreparticiones policiales o militares; las inspecciones de ve-hículos públicos y privados con el objeto de identificar a ca-da uno de los sujetos que en ellos transiten y los operativosrastrillo en los cuales se allanaba ilegalmente cada una delas viviendas en un territorio determinado aparecen comolos elementos de producción del miedo. Mientras la calle produce temor, por el contrario, en este seg-mento de entrevistados, los hogares, aparecen ligados a laidea de resguardo, como los únicos ámbitos en los cuales sepodía producir haceres y decires menos impregnados de lasproscripciones del régimen. La forma en que emerge esta idease puede encontrar en el siguiente relato: “La actividad de tipo social desapareció, la actividad pasó aser dentro de la casa, pero no de tipo política, actividad decomer, charlar entre nosotros e irse a dormir, y no mucho másque eso, lo que no quita que uno no siguiera interesándosepor todo lo que pasara, pero con muchísimos cuidados,porque evidentemente, está bien, habría gente que se daríacuenta o no de lo que ocurría o cómo venía la mano, perobueno… uno, producto de las cosas que había vivido, es co-mo que entendía qué pasaba, además yo vivía con el culo acuatro manos porque tenía un antecedente, pero sabe Diospor qué no me pasó un carajo, a pesar del antecedente quetenía, tanto yo como mi hermano, que también había estadopreso por comunista, no nos pasó nada en ese momento, Diossabrá por qué, porque yo realmente no sé…” (Ariel).En los entrevistados con mayor compromiso militante, en lamedida en que el proceso de aniquilación irrumpe como unarealidad irrefutable trastoca su vida en forma abrupta. La su-pervivencia en situaciones terribles se convierte en el nortede su cotidianeidad; y el riesgo de un secuestro en cada unode los momentos de su vida, en el fantasma que los acom-paña durante todo este lapso. En el relato que sigue se pue-de ver cómo expresa estas transformaciones abruptas unade las entrevistadas:“Y a mí se me hizo todo en poquitos meses digamos, hice

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raizados en sus vivencias; no obstante, lejos de hacer quenos quedemos en ellos mismos, que los repitamos subsu-miéndonos en su perspectiva, son éstos los que nos invi-tan a tratar de avanzar, comparándolos y buscando hipóte-sis que nos permitan explicar qué los hace diferentes.

Comprensión y explicaciónCómo hacer para trabajar con entrevistas, para respetar lasinterpretaciones de los entrevistados, para aprender y dialo-gar con éstas, pero a su vez para agregar algún elemento, odicho de otra forma, para aproximarnos hacia lo concreto.Seguramente no existe una única forma, no es posible ha-llar una receta que nos muestre el sendero de una vez y pa-ra siempre. En todo caso, hay trazos, hay sendas por lasque podremos ir incursionando.Los dos ejemplos transcriptos muestran cómo diversos gru-pos construyen, reconstruyen y reproducen interpretacio-nes, que se asemejan en determinados aspectos y se dife-rencian en otros. Hemos visto que cada una de las formasde interpretación posee interesantes elementos que brindaninteligibilidad a cada una de las preguntas que nos hemoshecho; no obstante, como también ha podido notarse, cadauno de los relatos posee sus propias lagunas, sus silenciossistemáticos, su perspectiva particular. Es así como en undoble proceso de comprensión e interpretación intenté re-lacionar cada perspectiva con otras entrevistas, con otrasfuentes y con algunas indicaciones teóricas. Esta dupla, quese crea a partir de incluirse en los decires de los entrevista-dos, entrar en sus complejidades particulares y, a su vez,intentar aprehenderlos desde la exterioridad para compa-rarlos y combinarlos, probablemente sea un momento másdentro un proceso mucho mayor y más complejo de ir tran-sitando dentro de esta línea borde de co-construcción desentido en un segundo momento hermenéutico.Intentemos, pues, para terminar, re-ver estos argumentos apartir de incursionar en algunas herramientas teóricas.8 Talvez, sea oportuno, retomar que para muchas visiones el sen-tido de una acción sólo es posible de ser aprehendido des-de dentro, es decir, en el marco de la primera persona, dela pertenencia, de la actitud realizativa, y dentro de este con-texto implica la mirada en perspectiva; esta aprehensióndel sentido no es privativa de las ciencias sociales, con ma-tices que son propios en cada ámbito, para relacionarse to-dos los sujetos y los grupos deben aprehender el sentido delas acciones de los otros con quienes se vinculan. Este proceso de comprensión de la vida cotidiana, de racio-nalización del mundo de la vida, que realiza todo ser huma-no, se produce también, aunque con reglas particulares quele otorgan especificidad, en el marco de las ciencias socia-les. En este proceso de aprehensión, el investigador aplicael saber intuitivo que tiene como miembro de una comuni-dad, pero su tarea no es sólo ésta.El círculo hermenéutico (o espiral de comprensión) no aca-

todas esas experiencias, de irme a vivir con mi pareja,hasta pasar a la clandestinidad, tener otro documento,otro nombre, dejar el trabajo, porque me habían echado, osea todo, todo un cambio ahí en poquitos meses, y después,hubo que empezar a mudarse porque no te podías quedaren el mismo lugar, cambiabas el documento, cambiábamosla fisonomía también” (Dina).La vida cotidiana dentro de la situación de clandestinidadaparece trayendo una nueva identidad (que va acompañadade una supuesta nueva historia de vida, nuevos documentosy transformaciones en la apariencia física); mudanzas y cam-bios de trabajo con huidas constantes, vida diaria en la ca-lle como territorio en el cual podían pasar desapercibidosmás fácilmente. El aislamiento y la soledad surgen como con-secuencias directas de estas figuras, por la imposibilidadde continuar viendo a las personas que conformaban sus re-laciones sociales cercanas, y conjuntamente con esto, se sue-len vivenciar condiciones de vida muy precarias, no sólo des-de lo afectivo, sino también en términos económicos, la rup-tura con las relaciones sociales previas y la creación de unanueva identidad impiden que se pongan en juego los recur-sos usuales para conseguir empleo o dinero.“Lo que vivíamos haciendo era levantar una y otra casa, cam-biando de casa todo el tiempo y alojando compañeros quehabían perdido su casa” (Susana).“La vida era durísima, yo me lamentaba y salía con mi hijita,tomábamos un micro y teníamos, qué se yo, 45 minutos deviaje para llegar a la cita de control, para entrar a una casa oa una reunión y salir y después yirar, yirar, yirar hasta latarde, donde tenías de nuevo otra reunión, Adelita aprendió acomer en los bares, ahí le di los primeros purés que escupíatodo y quedaba todo sucio, la mesa, todo” (Susana).“Vivía en el Gran Buenos Aires, es muy difícil que te detec-ten, el enemigo no tiene ninguna posibilidad de saber quiénsos, a menos que te lleve adentro de las orejas y te tomelas huellas digitales, te tenga 48 horas adentro y puedaacceder a la información, si no, normalmente, en una requi-sa rutinaria de la calle no pueden demostrar que tus docu-mentos son falsos o verdaderos, así que adquirís otra per-sonalidad y vivís con otra personalidad” (Daniel).Una mirada desde dentro de los textos, desde cada uno de losrelatos permite entender, hilando los propios dichos, por quécada uno de los relatos es verosímil. De hecho, para tomar lacuestión de la calle, es tan real que para un grupo de entrevis-tados éste es el espacio de producción de miedo, mientras quepara los otros es la brecha que los invisibiliza. Contenidos di-ferentes, desde posiciones diversas, remiten a un mismo ele-mento con lecturas opuestas. Sin embargo, una vez más, ligan-do los dichos al contexto de su enunciación, a las marcas delas situaciones, cada uno muestra su perspectiva particular.Si retomamos la discusión esbozada al comienzo, podemosconcluir que son los saberes de los entrevistados los quenos dan los elementos centrales, con sus conocimientos en-

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rrea únicamente este elemento de interpretación sino que secomplementa y se funde con otro aspecto, con la proble-mática de la explicación. Sin explicación no podría haber cír-culo hermenéutico, sólo se podría repetir textualmente lasacciones de los agentes. El investigador, se subsumiría ensu objeto-sujeto investigado.Intentemos aclarar un poco este asunto. El hecho mismo dedescribir la acción de los otros, sus interpretaciones y suscontextos de vinculación, así como las comparaciones conotras acciones, otras interpretaciones y otros contextos derelaciones, implica en sí una actitud objetivante. Una distan-cia de la propia repetición textual hacia otros horizontes, unintento de completud, un pasaje hacia una tercera personaque lleva a cabo un rol diferente. Este es el papel del intér-prete que permitirá un trabajo reconstructivo, es decir, eltraspaso de la intentione recta a la intentione oblicua.Este proceso doble que supone atravesar la superficie de lasentrevistas como producto simbólico, por una parte, e in-gresar dentro de ellas a su vez, permitirá reconstruir las re-glas conforme a las cuales los sujetos son capaces de ac-tuar, de relacionarse, de comprender y explicarse el mundoen una argamasa sólo separable analíticamente en relacióna las acciones y las interpretaciones.Tal proceso supone la reflexividad, entendiendo a ésta co-mo el círculo hermenéutico; es decir, en palabras de Paul Ri-coeur, la comprensión nada tiene que ver con una captacióninmediata de la vida psíquica de otros o con una identifi-cación emocional con una intención mental. La comprensiónestá completamente mediada por la totalidad de los pro-cedimientos explicativos que la preceden y la acompañan.9

María Maneiro es socióloga, magíster en investigaciónen ciencias sociales, doctoranda del Instituto Universitáriode Pesquisas de Rio de Janeiro. Formó parte del área deinvestigación en Conflicto Social (Instituto Gino Germani-UBA) y del Núcleo de Estudios de Teoría Social y AméricaLatina.He publicado diversos artículos en revistas y el libroComo el Árbol talado. Memorias del genocidio en La Plata,Berisso y Ensenada (Ediciones Al Margen, 2005).

1 Las entrevistas fueron realizadas entre los años 1999 y 2001 y en total

suman 38, lo cual constituye 89 horas de grabación. Aquí sólo se hará

referencia a unas pocas a título de ejemplificación.

2 La dirección de la tesis estuvo a cargo de la profesora Inés Izagui-

rre y para realizar esta investigación conté con una beca de pos-

grado del CONICET. Durante este trabajo tuve la colaboración de mis

compañeros del equipo de investigación El genocidio en la Argentina.

La participación de la sociedad civil con sede en el Instituto de Inves-

tigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales UBA. La defensa

de la tesis se realizó en mayo de 2003 ante un jurado integrado por

los profesores Waldo Ansaldi, Patricia Funes y Juan Carlos Marín. Pos-

teriormente, con algunas pequeñas modificaciones esta investigación

fue publicada en formato libro: Como el Árbol Talado. Memorias del

Genocidio en La Plata, Berisso y Ensenada, La Plata 2005, Ediciones Al

Margen.

3 Marx, Karl (1982) El Capital, tomo I, Volumen I. México, Fondo de

Cultura Económica.

4 Citado por Paggi, Leonardo (1977) La teoría general del marxismo

en Gramsci en Escritos Políticos, México, Siglo XXI.

5 Con mayor detalle este tema fue trabajado en la investigación ya

mencionada. Ver páginas 62 a 67 Maneiro, Maria (2005) op. cit.

6 Estas ideas son herederas de los trabajos de Jean Piaget, especial-

mente se retoman las nociones trabajadas en la introducción a El naci-

miento de la inteligencia. En esta el autor dice: Así es como ninguna

estructura espacio-temporal objetiva y causal es posible sin una deduc-

ción lógico-matemática. Esas dos clases de realidades se constituyen

en sistemas solidarios de totalidades y de relaciones (...) si se cifra la

causalidad en una pura categoría formal, lo real se desvanece (...) y si

se la reduce al rango de la mera secuencia empírica, su necesidad se

esfuma. Piaget, Jean (1982) El nacimiento de la inteligencia, Buenos

Aires, Ábaco.

7 Esta cuestión fue trabajada con profundidad entre las páginas 82 a

100, Maneiro, María (2005) op. cit.

8 Va resultar claro que los próximos párrafos denotan una impor-

tante influencia de Habermas, Jurgen (1988) La lógica de las Ciencias

Sociales, Madrid, Tecnos.

9 Ricoeur, Paul (1985) La acción considerada como un texto, en Her-

menéutica y Acción. De la Hermenéutica del Texto a la Hermenéutica

de la Acción, Buenos Aires, Editorial Docencia

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Texto y testigo

La traición de Evita Duarte

Ésa, la que traicionó infantiles fantasías no melló los sueñosde otros chicos. Los que corríamos entre las patas de loscaballos de la policía flameando afiches con la imagen delcoronel Perón (afiches y banderas provistos por don Vicentey doña María Roldán). Chicos de Berisso que saltaron dela butaca a la pantalla sin transición porque sus padres empe-zaban a protagonizar la historia tomando por asalto la espe-ranza de una vida mejor. En cambio la otra, de iluminada sonrisa, con su vestido colorladrillo o de pechito de hornero, había salido de la radio,de la pantalla y de la piel de personajes históricos o deficción. Una vaga memoria sonora con música de Verdi oKhachaturian anuncia la presentación del radioteatro de laprimera actriz Evita Duarte haciendo a Juana de Arco, Cata-lina de Rusia, Genoveva de Brabante y finalmente, elmejor personaje de su carrera: Eva Perón. A veces el destino baraja y el personaje es la persona. Y ellacomenzaba a serlo. Real y sencilla, en el palco levantadofrente a la escuela 52, atando y desatando el moño de sutraje color hornero o ladrillo. Nerviosa, mientras cantaba elhimno. Abucheada, porque el ya general la había mandadopara convencer a los obreros que volvieran al trabajo conla cabeza gacha después de varios meses de huelga, no seinmutó ante los silbidos. La misma que nunca más volvió a Berisso ya estaba trans-

La pelirroja que cantaba verde es mi color / color de verdeluna / es mi pasión, en la pantalla del cine Progreso, latraidora doña Sol de Sangre y arena, con ese final de cla-veles rojos como coágulos y gotas de sangre como floressobre el oro de la arena de la plaza de toros, era la mismaRita Hayworth que traicionó a Manuel Puig pero que no pudoconmigo; la misma que murió de vejez prematura en la rea-lidad y había sobrevivido al cachetazo de Glenn Ford en laficción de una Buenos Aires de utilería, desde donde era visi-ble el cerro de Montevideo entre varias inexactitudes geo-gráficas como fondo para otra traidora que susurraba el gla-moroso amadou mío y se despojaba de uno de sus largosguantes en un minimalista streap-tease.

La visión de un escritor que fue testigo de la

primera vez que Eva Perón estuvo por Berisso en

misión oficial. Del deslumbramiento a la fantasía y

a la proyección política.

Por Mariano García Izquierdo

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decir no, cuando le dolía no poder decir que sí; suplicando:no me hagan hacer lo que no quiero, que debía traducirsecomo no me hagan decir lo que no puedo.Y los chicos de Berisso pegados a la radio, haciéndole elaguante (aunque la palabra no tuviera su actual sentido).Decí lo que no podés decir. Decí que no te dejan. Que vosquerés pero no te dejan. Y los chicos de Berisso hubiéramoscorrido otra vez hasta la casa de doña María Roldán parapedirle afiches. Como en el 17 de octubre, que ganamos, tam-bién ganaríamos llevando al Hada a la vicepresidencia. Lo único que Evita no pudo. Y fue como una traición. Supi-mos después que contra la muerte no se puede y contra losserviles de la muerte es casi imposible. Su corazón callado fue lo más elocuente. Porque tampocoquería morir, ni dejarnos esta ausencia llena de chicos sintecho, sin salud, sin letras y – mucho menos- sin Navida-des ni campeonatos infantiles ni Reyes Magos; sin historiascon democráticas hadas vicepresidentas.

Mariano García Izquierdo es escritor. Nació enBerisso, donde trabajó en los frigoríficos y fue impulsorde diversos grupos de teatro como actor y director. Ha publi-cado entre otros los libros de poemas Llegada al viento yDulce Babushka, y el libro de relatos Los padres de la plaza.

formada en el hada que me regaló, aquel día, un par desandalias imposibles para mi edad y mis pies; las que cam-bié por un gran paquete de caramelos de leche a un flacoque me conmovió fácilmente diciéndome que su nene deun año estaba descalzo. Ventajoso trueque para un chicocomo yo, bien calzado, bien alimentado, goloso y... fanta-sioso: ¡cuántas historias les habré inventado ese día a mishermanos más chicos! Seguramente les dije que Evita melos había dado porque yo era un chico que se portaba bieny que además tenía la cara justa para trabajar en unapelícula y que le escribiera porque me iba a recomendar aCarlos Borcosque, y si ella lo recomendaba quería decir quelo mandaba. “Las hadas, como las reinas, son soberanas”,seguramente habré dicho cerrando el bolazo con una ampu-losa impostación teatral. Sin embargo, pocos años después de aquella visita semarcaron los límites. Alguien manejaba los hilos. Pensar queel hada podría ser una marioneta era volver a matar a losReyes Magos, sentir traicionados los sueños, el futuro, per-der la esperanza, la cus9odia de su sonrisa. Todo venía otravez desde la radio. Como al principio todo. ¿Cuánta gentehabía en la avenida más ancha del mundo? ¿Un millón? ¿Dos?Y ella sola frente a todos. Y todos sólo con ella. El coro griego.Más ditirámbico que nunca. Doscientas veces Atenas. Solafrente al multicéfalo dios llamado Pueblo; clamando para

Puerto Berisso-Ensenada. Postal de los años ‘20.

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Las películas de los hijos

Para reabrir la historia

Por Ana Amado

Fotografías Lucila Quieto

¿Cómo se establece la transmisión de experiencias entre la generación que vivió los ‘70 y sus descendientes?

¿Cuáles son las características de los relatos que circulan a partir de los protagonistas y de su escucha por

quienes no vivieron los hechos? ¿Cuál es su contribución? ¿Cuáles las posibles interferencias o sobresaltos?

¿Cuáles son las especificidades cuando es el cine el soporte narrativo elegido?

Entre los núcleos conflictivos que envuelven las referen-cias a los acontecimientos históricos del pasado reciente,hoy parecen prevalecer los aspectos relacionados con sutransmisión. No se trata (solamente) de los debates sobrela disposición formal y temática de las narraciones museís-ticas acerca de los eventos de sangre y fuego de los ‘70,con su carga traumática. Dilemas y posiciones de unapeculiar irresolución atrapan desde hace una década tam-bién los términos en que se establece la transferencia ge-neracional de experiencias, sobre todo cuando la transmi-sión de saberes y relatos sobre esos acontecimientos esatravesada –como sucede en numerosos casos–, por vín-culos genealógicos o directamente familiares. La vía tes-timonial, que suele garantizar la circulación narrativa en-tre testigos directos e indirectos de la época, alberga so-bresaltos o interferencias en el pasaje de la memoria delos protagonistas a una suerte de post-memoria de susdescendientes, quienes, ante el peso de la historia, o se-gún la medida de las revelaciones, reaccionan con gestossimultáneos de reverencia y rebelión ante la figura o lasacciones políticas de sus antecesores. Nada nuevo respec-

to a las fórmulas siempre contenciosas de sucesión gene-racional, aunque estas cuestiones integran hoy, con su rei-teración una escena específica, reproducida con insisten-cia en algunas películas recientes del cine argentino, entreotras producciones simbólicas en torno de la memoria dela violencia política de aquella década.

ReuniónLa escena a la que me refiero se construye con un encuen-tro –que es en realidad un choque–, entre una narracióny una escucha. La narración es de los sobrevivientes de lamuerte y desaparición generalizadas de los ‘70, con dis-tintos niveles de participación en las organizaciones arma-das de aquella década. La escucha –y la demanda mismade relato– es asumida por la generación de los hijos, hi-jos de los muertos o de los que sobrevivieron, nacidos enlos ‘70 y devenidos jóvenes en los ‘90. Esta reunión o in-tercambio conjuga pasiones diferentes según los protago-nistas (hijas y padres, hijos y padres, ambos con susmadres), y activa el doble sentido del término “escena”:por una parte se orienta a una representación literal, en

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tanto se presenta como espacio dramático donde se desa-rrolla –se escenifica– una acción. Y por otra, anuda lasmanifestaciones de un conflicto que al incluir interpelacio-nes y demandas de una generación a otra, suele significar-se con la expresión de hacer una escena. La situación sereitera con algunas variantes en el cine documental argen-tino de años recientes, dedicado en parte considerable arepresentaciones de la memoria, cuando algunos de los hi-jos e hijas de los desaparecidos o de los sobrevivientes dela represión de los ‘70, agregan a su condición de des-cendientes, la de ser cineastas o en general, artistas.El doble protagonismo que se juega en la escena mencio-nada más arriba adopta el rito generacional, que traza iden-tidades por vía de la pertenencia (en este caso a una co-munidad política, a una historia y a una época). Pero la no-ción de generación también alude a los lazos tendidos en-tre sucesión y genealogía, entre filiación y linaje, en un tra-yecto familiar donde los vínculos suelen consolidar su per-fil dramático. Y en el cual la figura del padre, como fantas-ma de la ley y el origen, comanda tanto las biografías in-dividuales como las metáforas genealógicas utilizadaspara anudar colectivamente a los legatarios de una cultu-ra. Una cita de Rodolfo Walsh ayuda a graficar particu-larmente este último sentido, por su enérgica alusión a lossignos violentos del recambio generacional en la literatu-ra argentina de finales de los ‘60. (Hay) actitudes quecodifican la rebelión. ¿Contra qué se rebelan? Contra lospadres, claro, que es el país, que es la realidad, contra elinterés disfrazado de honor, la estupidez que puede lla-marse patriotismo, el cálculo que pasa por amor, la cons-tante simulación y la final irresponsabilidad de los mayo-res. ¿El parricidio habitual? Este promete ser sangriento,ejecutarse sin pudores, con nombres y apellidos.1 Otroejemplo, esta vez fílmico, sobre violentaciones y heren-cias: Hitler: un film alemán, de Hans Jürgen Syberberg(1977), obra monumental que aborda sin concesiones unoprobioso pasado, incluye un monólogo final a cargo delpersonaje del Artista, que llama a mirar de frente el horrory asumir esa transmisión dolorosa. Cómo hacerte enten-der, cómo hacerme entender a mí, a los hijos y nietos queno conocieron esta vida anterior, ahora olvidada, envene-nada por las herencias de la época… Mira, lo más terriblees lo eternamente pretérito… Lo dice sobre la imagen deuna niña angelical que con un perro de peluche igual a Hi-tler entre sus brazos, insiste en mantener los ojos cerra-dos, como abatida por el peso demoledor de semejante le-gado. El carácter de la contienda parricida que refiere Walshno reviste la gravedad de la herencia envenenada que, co-mo enfatiza el personaje cinematográfico de Syberberg,abruma a las generaciones alemanas desde la segunda pos-guerra. Pero hay una equivalencia entre ambas alusionesen cuanto a que la relación entre generaciones sólo pare-ce narrarse trágicamente, sea bajo el guión del impulso pa-

rricida, de los modos de rebelión o desde la pregunta so-bre cómo y quién transmite la historia.

Escenas de memoria y filiaciónEl modelo generacional, entendido de esta manera comoumbral de emergencia y continuación entre provenienciay legado, entre procreación y tradición, entre origen y me-moria2, está atravesado en nuestro país por los efectos de-vastadores de la violencia de los ‘70. Una concreta huellapolítica anuda el vínculo de sucesión y transmisión entreaquella generación diezmada por la muerte y la de sus hi-jos, que desde los ‘80 y ‘90 componen su propia trama ge-neracional en la sociedad que los contiene. La interroga-ción desordenada sobre el pasado, el desconcierto, o lacompaginación de dolor, duelo y reflexión, forman partede la complejidad de ese vínculo, que agita, directa o in-directamente, la producción simbólica –fílmica, literaria yteatral– en la que participan desde la última década. Relatos con un patrón generacional semejante, en el queaparecen entrelazadas historias de época con subjetividadfamiliar, dominan hoy la creación cultural en diversas so-ciedades3. En el cine argentino (que es objeto de este ar-tículo, aunque también sucede en la literatura) el modeloencuentra su rasgo específico en la escena de memoria yfiliación a las que me refería antes, en la que biología y po-

lítica aparecen como cifra de una experiencia personal yestética en ese nudo inevitable que liga, en nuestro país,tragedia e historia. La nueva generación de huérfanos aso-mó en el cine de los ‘90 invocada por una cineasta del ban-do de los setenta, sobreviviente ella misma a la represiónpolítica. La trama de Un muro de silencio (Lita Stantic, 1992)se inicia con el susurro de una beba en brazos de sus pa-dres, y continúa después con la presencia muda y margi-nal de esa niña en cada secuencia de acontecimientos deuna historia donde desaparece, como en un agujero negro,su padre. Ya adolescente, es ella la que rubrica el filmcon un interrogante sobre la sociedad cómplice. La gentesabía lo que estaba pasando aquí, dice frente a la E.S.M.A.(como en eco de la pregunta que concluye Noche y nie-bla de Alain Resnais, frente al paisaje actual de Auschwitz,:Pero entonces, ¿quién es responsable?). Si la película deStantic4 anticipó en varios años la manifestación pública de

Los testimonios y las intervencionesestéticas de los hijos de los desaparecidosson concebidas como homenaje y a la vezpuesta al día del vínculo genealógico. Perodejan entrever, de modo directo o figurado,menos una adhesión incondicional con laideología de sus padres, que una voluntadde distancia y afirmación de sus propiasopciones en el presente.

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entrever, de modo directo o figurado, menos una adhesiónincondicional con la ideología de sus padres, que una vo-luntad de distancia y afirmación de sus propias opcionesen el presente. A partir de su relación personal con el trau-ma histórico, estas prácticas estéticas y críticas abren otrasconstelaciones de sentido para las nociones de identidadpersonal e identidad generacional. Subjetividad y expe-riencia, por lo tanto, están en el inicio de las intervencio-nes de una generación que en sus búsquedas formales ape-la a la memoria de un pasado histórico que no conoció,pero que de algún modo reconoce como fuente donde arrai-gar lazos con su propio origen. Entre los títulos y autores sobresale la producción de unpuñado de artistas y cineastas mujeres que, como autoras,inscriben en sus obras un lenguaje y una estética quetestimonian de los dilemas de la memoria personal. Y, des-de su posición de hijas, abonan a una escena que podría-mos llamar edípica, en nombre de la memoria del padrearrasado por la violencia política de los ‘70. Me refiero a

los hijos de desaparecidos, también profetizó sobre la vo-cación que podríamos llamar artística de la generaciónde huérfanos, por su énfasis en simbolizar sus experien-cias de duelo y de pérdida. Porque el personaje de aque-lla adolescente que mira desde los rincones la filmación deescenas sobre un pasado que desconoce, aun cuando la in-volucra directamente, de algún modo prefigura a las legio-nes de futuras y futuros cineastas decididos a construirsu propia versión de esa historia. Ya no desde la ficción–las consecuencias del terrorismo estatal no asoman enlas ficciones del cine joven argentino– sino con los proce-dimientos del documental, un formato maleable para reu-nir especificidad histórica e intimidad de la memoria, porel camino de la autobiografía.

Una comunidad diferenteLos testimonios y las intervenciones estéticas de los hijosde los desaparecidos son concebidas como homenaje y ala vez puesta al día del vínculo genealógico. Pero dejan

Lucila Quieto. Arqueología de la ausencia

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Los rubios de Albertina Carri (2003); Papá Iván, de MaríaInés Roqué (2000); En ausencia, cortometraje ficcional deLucía Cedrón (2003) y las aún no estrenadas Encontran-do a Víctor, de Natalia Bruschstein (2004), y El Tiempo yla sangre, de Alejandra Almirón (2003)5. La lista se ex-tiende con la novísima La Matanza, de María Giuffra (2005),y en el campo de la fotografía, con la obra fotográfica deLucila Quieto, Arqueología de la ausencia, que con su pro-tagonismo y el de numerosos integrantes de la agrupaciónHIJOS paseó por exhibiciones de distintos países europeos.Atribuir un corte de género a la producción documental deestas características resulta, por lo menos, problemático.Pero es un hecho que ubicar en el centro de la represen-tación la figura paterna y a su generación para desestabi-lizar a ambas, es una tarea –explicable tal vez en su ma-tiz freudiano– acometida hasta ahora por las hijas. Los hi-jos varones que acometen proyectos similares parecen pre-ferir, en cambio, un corte más fraterno, por medio de laparticipación testimonial de pares que discurren sus home-najes o críticas, sin que sus intervenciones confrontensus opiniones con las de otra generación.6

De las películas de Carri, Roqué y Bruschtein se decantaninterrogantes parecidos formulados en su doble condiciónde hijas y de realizadoras, y dirigidos particularmente alos ‘70. (He analizado en otro trabajo las películas de Ca-rri, Roqué, así como los trabajos de Quieto y Habegger.7

En este caso sólo menciono a las dos primeras para su-brayar mi argumentación anterior). María Inés Roqué,por ejemplo, deja entrever la figura de la traición asocia-da al padre y su generación, en el revés de la trama épi-ca y guerrera que construye en su película Papá Iván,trama que concluye sin temor al lugar común de la deman-da: Yo necesitaba un padre vivo antes que un héroe muer-to. Carri, por su parte, desató con Los rubios un debate to-davía abierto a partir del provocador –por manifiesto–desplazamiento que realiza de imágenes y voces de testi-gos directos de aquel pasado que, paradójicamente, nodeja de solicitar para armar su evocación fílmica. Conuna particular organización estética, esta cineasta privile-gia el oído antes que la visión, la inserción de un no verincluso en el ver, en un texto de escucha y de ausencia,volcado a la dificultad de seguir los avatares de recordara su padre y madre militantes desaparecidos, ahí dondeesa tarea tiene lugar: en territorios de la intimidad, de lasubjetividad. En este parricidio interior que supone un entierro con ho-menaje y el despegue con voz propia, las hijas escuchansobre la Historia que fulminó a sus padres y las razonescon las que ellos y su generación unían compromiso,causa y dogma. Su respuesta, como hijas y artistas, entra-ña una afirmación poética e ideológica a la vez, que des-plaza el retrato del padre (de los padres) del centro de unsistema representativo fundado –simbólica, metafórica-

mente, también literalmente para ellas– en esa figura.

DamnificadosHay otras versiones de la escena, en las que la interlocu-ción directa entre hijos e hijas con sus padres o madresmilitantes de los ‘70, redefine la idea de generaciones co-mo construcción narrativa y temporal (también biológi-ca) de la genealogía. En principio, con la disparidad queponen en evidencia sus respectivos testimonios sobre lahistoria.8

Unos y otros comparten espacio y diálogo en dos docu-mentales recientes –y esta copresencia es el rasgo que lasdistingue de las películas mencionadas antes, vectorizadaspor el espectro paterno–. Encontrando a Víctor, es un filmrealizado por Natalia Bruschstein a lo largo de cincoaños y en calidad de tesis de su carrera en la direccióncinematográfica. En ese lapso, la joven cineasta desandóel camino desde México, donde creció junto a su madreexiliada, a Buenos Aires, ciudad en la que el padre, cuadrocombatiente de una organización guerrillera de izquierda(Ejército Revolucionario del Pueblo), desapareció en1977. En el inicio interroga largamente a su madre, tambiéncuadro combatiente en la misma organización, con un bal-buceo ostensible, sobre la participación de ambos en ac-ciones armadas después de su nacimiento.9 Las respuestasde la madre se apoyan en fundamentos ideológicos aten-dibles, aunque el plano cercano sobre su rostro deja per-cibir el efecto perturbador de las reiteraciones de la hija,que con el uso de la tercera persona parece extendermás allá de ella su reclamo: …pero al decidir tener un hi-jo, no se cuidaban un poco más la vida para que el hijono quedara huérfano? Antes que un psicodrama abonadopor una historia silenciada (los testimonios de los hijos delos militantes de los ‘70 siempre coinciden en señalar losrelatos falsos acerca de las actividades políticas de sus pa-dres, o sobre su desaparición, con los que crecieron has-ta su adolescencia, o su juventud), el documental constru-ye la escenificación de un conflicto con raíces históricas ypolíticas que la cámara, emplazada como un testigo neu-tro, apenas devuelve como un espejo: la cronología tem-poral y razonada del compromiso de una generación queno limitó su sacrificio por sus ideales, enfrentada a una de-manda de amor igualmente legítima (¿por qué sus padreseligieron privilegiar sus ideales en detrimento del afectoque le debían?). Los fundamentos del psicoanálisis –nohay ninguna posibilidad de que un padre, cualquier padre,esté a la altura de su función–, y los de la mística de lacausa revolucionaria resultan difícilmente compatibles conla urgencia afectiva que inviste el reclamo de la hija. En otro documental, se formulan planteos idénticos con untenor semejante. ¿Para qué tenían tres hijos como míni-mo, si las casas caían unas tras otra?. La respuesta: Por-que creíamos verdaderamente que íbamos a hacer la re-

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o en el nombre de la idea de revolución, recupera escenasde la gesta heroica que motorizaba su accionar juvenilen el pasado, la narración de los hijos refiere a las con-secuencias de esa elección, en tanto testigos de los violen-tos secuestros de sus padres y como damnificados por latragedia de su ausencia y desaparición.10 Así, las narrativassobre el trauma padecido en el pasado (cercano y prota-gonizado por unos, distante y desconocido para otros)obedecen a un guión desigual en El tiempo y la sangre,al igual que en las películas de Bruschtein, Roqué y Ca-rri, que de este modo se constituyen en un documentode memoria de los sobrevivientes y de post memoria delos descendientes. Mariane Hirsch llama post memoria aaquella que se despliega desde una distancia generacionaly desde otra conexión personal con la historia.11 Pensadaen relación a los hijos de los sobrevivientes del Holocaus-to, la noción resulta adecuada para describir la memoriade otras segundas generaciones de eventos y experienciasculturales o colectivas de índole traumática. Dado que elvínculo con su objeto o su fuente está mediado de diver-sas maneras, la post memoria sería la que caracteriza lasexperiencias de aquellos que crecieron dominados por na-rrativas que precedieron su nacimiento, cuyas propias his-torias son modeladas con retraso por las historias de la ge-

volución, no pensábamos que nos iban a matar a todos.Esta vez la escena reúne a varios hijos de ex militantesmontoneros muertos o desaparecidos en la zona Oeste deBuenos Aires (las localidades de Morón, Haedo), con al-gunos de los pocos sobrevivientes de la feroz represión enese territorio en los ‘70, y se encuentra en un documen-tal dirigido por una joven cineasta, Fernanda Almirón,bajo la idea y la producción de Sonia Severini, sobrevi-viente de los acontecimientos narrados. Desde el título,El tiempo y la sangre, esta película condensa el par de ele-mentos que anuda toda transmisión entre generaciones yque tomados al pie de la letra (tiempo, sangre), parecenanticipar las secuencias dramáticas de lo familiar biográ-fico. Sin embargo, la cadena sugerida en ambos documen-tales entre temporalidad y biología, ciclo histórico y des-cendencia, sucesión y linaje, excede la materia narrativa yasoma como el molde o la fórmula con la que el dispositi-vo fílmico traduce un ejercicio de memorias plurales, dememoria y post memoria en su confluencia con la historia,la violencia y la política. En uno y otro film testimonian los huérfanos, con su ver-sión paralela sobre aquellas experiencias de sus padres,en el doble registro del respeto y de la interpelación. Si elrelato de los mayores, con la lengua al sesgo de la patria

Lucila Quieto. Arqueología de la ausencia

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los balbuceos y contramarchas del ejercicio de recordar,de subrayar los problemas de la relación del lenguaje conla historia cuando es abordada desde las heridas de la me-moria, apela a una ética y una estética fundadas en la elip-sis y la supresión para referir los costados más traumáti-cos de la violencia.El documental de Almirón inventa un escenario donde re-crear una serie de consideraciones sobre lo que es razo-nable o irrazonable, lo que es sensato o resueltamente sub-versivo en una escena donde se comprometen de modo di-vergente los ojos y los oídos, la voz y la escucha. Laconmoción de ese premeditado regreso al pasado surgeentonces de dos programas difíciles de unir. De un choquede imposibilidades entre padres que cuentan cómo suentrega hacia la historia (la entrega al proyecto, tras-ciende lo privado y los afectos, dice uno de ellos) e hi-jos que no quieren que los padres les reciten la idea. Aun-que entre ambas partes haya una puesta en común de lalengua de la pérdida (la pérdida de la utopía para unos, lade los padres para otros).

Nuevas voces, otras versionesEn El tiempo y la sangre y en Encontrando a Víctor el in-tercambio de narrativas se ejecuta con la multiplicación detestigos. Hay testigos inmediatos de los ‘70: testigos de lasarmas, de la muerte alrededor. Y a la vez una generaciónjoven que confronta, que está ahí para plantarse explíci-tamente como testigos de esos testigos directos de la épo-ca, con preguntas frontales en lo que concierne a sus vi-

das (¿Para qué tenían tres hijos como mínimo, si las ca-sas caían unas tras otra?, en El tiempo y la sangre; ¿Noera para nosotros más ‘saludable’ tener a nuestros padresvivos…que tener para siempre un trauma porque nuestrospadres decidieron quedarse este…con la militancia antesque con los hijos?, en Encontrando a Víctor), con gestosensimismados cuando se convoca la Historia (se muestranaparentemente impermeables a las explicaciones sobre lapasión y la voluntad de cambio que guiaba en aquella épo-ca el compromiso y la disposición al sacrificio de sus ma-yores). Por lo tanto surgen dos relatos, el de la militancia,los motivos de la resistencia, del combate armado, de larepresión y las desapariciones a cargo de los testigos so-brevivientes, y el relato de los testigos de la nueva gene-

neración previa y labradas por eventos traumáticos que(por lo general) no pueden ser ni comprendidos ni recrea-dos del todo. O recreados bajo sus propias versiones ycondiciones. La post memoria de hijos e hijas funda en lo visual –conremarcables dosis de ironía, en divergencia con la retóri-ca que suelen calificar como solemne de los mayores– unanarrativa propia de carácter alusivo antes que mimético.Como sucede en Los rubios, donde la palabra de testigosdirectos de la vida familiar de Carri en los ‘70 compite conun puñado de juguetes animados que reinventan escenasde infancia (incluida la del secuestro de sus padres por ex-traterrestres), los rostros de las decenas de muertos evo-cados por Severini en El tiempo y la sangre se animan enlos dibujos de su hija, María Giuffra, que participa en elfilm con su producción gráfica, fotográfica o pictórica. Laviolencia y la sangre traducidas en los rojos de sus pin-turas, el terror en la secuencia donde un gato despanzurracon saña una tierna paloma, la desaparición del padre porun gesto de la Mujer Maravilla que lo esfuma en el aire,atraviesan lo narrado con la carga del imaginario mágicoy aterrorizante de los cuentos infantiles. (María Giuffra, de29 años de edad, acaba de concluir La matanza, un cor-tometraje en video que realizó con el expediente poli-cial/militar localizado recientemente sobre la muerte de supadre Rómulo Giuffra, desaparecido en febrero de 1977. Enél reproduce los correos y oficios intercambiados a lo lar-go de cinco años entre organismos policiales, forenses, mi-litares, municipales, etc., donde detallan su asesinato –lodesignan como muerte inevitable- en un camino solitariodel conurbano bonaerense, lo califican de homicida, lo iden-tifican a través de sus huellas dactilares y finalmente dic-taminan su entierro como NN. Los dibujos de María Giuf-fra alternan puntos de vista y perspectivas del cadáver ytrazos sin figuración –único rasgo de color, el rojo de lasangre–, con la retórica administrativa, entretenida en elpormenor kafkiano de un juego demencial con el destinodel cuerpo de un secuestrado). Ese movimiento aleatorio entre memoria y post memoriase inscribe formalmente en El tiempo y la sangre. La se-cuencia no lineal de los testimonios acumula informaciónfragmentaria y desordena la linealidad de las secuencias,entrecortadas por citas fílmicas, filmaciones caseras, ima-gen inestable y montaje acelerado, entre otras operacio-nes que delatan el dispositivo ficcional de la trama docu-mental. Pero que también graban materialmente el modoespasmódico y discontinuo con que la nueva generaciónrecibe los relatos. Voces, rostros, miradas, movimientosy trayectos incesantes, saturación de elementos hasta laanulación misma del sentido pleno, son operadores forma-les y a la vez distribuidores que trastornan la cronologíade las versiones antes que simplemente comunicarlas. Laelección formal de no unir las piezas sueltas y presentar

La post memoria de hijos e hijas funda en lo visual –con remarcables dosis de ironía, en divergencia con la retórica que suelen calificar como solemne de los mayores– una narrativa propia de carácter alusivo antes que mimético.

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Lucila Quieto. Arqueología de la ausencia

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ración. Entre unos y otros, el espectro del testigo que nopuede hablar porque está muerto. Constatación que, másallá de las alternancias o solapamientos, coloca a todos an-te la evidencia del límite, ante la imposibilidad absoluta dereemplazarlo. La figura de los nuevos testigos, personajes protagónicosen los documentales mencionados, refiere, por una parte,a un posicionamiento generacional. Como tal, puede resul-tar precario (desafían sin afirmar nada sobre sí mismos,confrontan sin señalar una alternativa, hacen gala de unamemoria que se disuelve en la apariencia o en su propiaimagen, son en síntesis los argumentos críticos de los de-bates generados por algunas de estas películas, sobre to-do Los rubios12). El perfil contencioso que de modo direc-to o tangencial asientan frente al de sus padres y su gene-ración –ya sea hacia su opción armada o hacia la culturade la violencia que la cobijó– determina al menos una dis-tancia y una diferencia, aunque sólo puedan exhibirsecomo puras subjetividades en riesgo. Tal vez suficiente pa-ra perfilar un sentido de comunidad diferente, o imaginarun mundo, horizontal de las multiplicidades, contra el mun-do dualista y vertical del modelo y de la copia, como des-cribe Jacques Rancière,13 mundo conquistado con no po-co esfuerzo en el combate de la heroica comunidad pater-

na de los ‘70. En este sentido, la reiteración que practican con tonos y poé-ticas diversas en su producción documental, termina porconstituir una figura propia, la del testigo-escucha, unatercera persona que va al encuentro del relato de lo au-sente, de algún modo abierto a la conciencia de un tiem-po, un pasado, la violencia, la muerte. Esa figura terceraen la cadena de una post historia, la del escucha, podría pen-sarse tal vez desde Walter Benjamin: implícita en el círculoque rodea al narrador –un narrador que tiene que superarel silencio en que lo sumió la barbarie de su experiencia–,el escucha espera recibir sus historias. Es elegido para pen-sar el desastre, para guardar memoria y al mismo tiempo,romper con la lógica (y su legitimación temporal) del haberestado de una generación. Para distanciarse, en suma, deesa extraña experiencia del sobreviviente que en el fondo esel habitante de una historia concluida. El sobreviviente esirreemplazable en su experiencia, pero está sujeto a la pa-radoja de no representar otra cosa que a sí mismo. En cam-bio, el escucha se hace poseedor de lo definitivamente au-sente, que es la historia, para proseguirla de alguna mane-ra. Quizás para reabrirla con otra noción del tiempo (nociónde pasado y de futuro), para inscribir la posibilidad deuna memoria y asegurar una transmisión.

Lucila Quieto. Arqueología de la ausencia

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tometraje de ficción, guión y dirección de de Lucía Cedrón. Encontrando a

Víctor (Argentina-México, 2004), guión y dirección de Natalia Bruchstein.

El tiempo y la sangre (Argentina, 2003), Dirección: Alejandra Almirón. Idea

y Producción: Sonia Severini. Producción ejecutiva: Cine Ojo.

6 Por ejemplo, en su documental (h)historia cotidianas (2001), Andrés

Habegger, diluye la primera persona en los testimonios de seis hijos e

hijas de compañeros de la agrupación HIJOS sobre la desaparición de sus

padres. El lugar indeterminado que ocupa su historia entre las de

otros, o el rasgo de una identidad perdida parece tener su correlato grá-

fico en su película a través de la reiteración de la letra “h” (letra fantas-

ma, presente en la letra escrita pero ausente en la fonética del espa-

ñol): está en el nombre de los capítulos que de modo casi arbitrario di-

viden el film: huellas, historias, hijos, hoy; en el propio apellido del

autor; también en el inicio del título, (h), que remeda la marca suceso-

ria entre varones en el linaje patriarcal.

7 Amado A., Ordenes de la memoria y desórdenes de la ficción, en A.

Amado y N.Domínguez (Comp.), Lazos de familia. Herencias, cuerpos,

ficciones, Buenos Aires: Paidós, 2004

8 Esa disparidad de relatos y de interpretaciones generacionales frente a

acontecimientos históricos o traumáticos que comprometen la biografía

estuvo, antes que en el cine, en la narrativa literaria. En la década del ‘80,

el tema asomó en las páginas de Lenta biografia, de Sergio Chejfec, a tra-

vés del difícil acercamiento de un hijo con el pasado de su padre, emi-

grado al país de Polonia y cuya familia fue exterminada en Auschwitz. La

cuestión recorre también El Dock, novela de Matilde Sánchez (1994), con

los relatos cruzados entre un niño huérfano tras la muerte de su madre

en la acción guerrillera de La Tablada y la amiga de aquella, que intenta

darle una versión de los hechos. Toda la narración gira alrededor de la

racionalidad/irracionalidad de los argumentos que intercambian, mientras

intentan construir una relación afectiva entre ambos. En novelas más re-

cientes Ni muerto has perdido tu nombre, de Luis Gusman, (2002) y en

El secreto y las voces, de Carlos Gamerro (2002), sendos hijos de de-

saparecidos protagonizan la búsqueda y el lento develamiento de oscu-

ras tramas de represión y corrupción de la dictadura, en la primera y

de los modos patéticos de silencio y complicidad social que siguieron a

aquellos acontecimientos, en la segunda.

9 El montaje final deja inscripta esa vacilación de un doble arranque, el

primero con voz casi inaudible, de la pregunta: Cuando decidieron… tú

y mi papá, tener un hijo…o no se qué…bueno, después de que yo na-

cí, los dos seguían…participando en… este…en acciones…armadas?

10 En el examen realizado por Alejandra Oberti de los testimonios de mu-

jeres ex combatientes en organizaciones armadas de los ‘70 aparecen no-

torias dificultades, por ejemplo, para narrar su experiencia frente el apre-

mio de los hijos o de las hijas, que les exigen algo más que medias pa-

labras para poner en orden su trayectoria biográfica. Véase La salud de

los enfermos o los (im)posibles diálogos entre generaciones sobre el pa-

sado reciente, en A. Amado y N. Domínguez (Comps), Lazos de familia.

Herencias, cuerpos, ficciones, Paidós, Buenos Aires, 2004

11 Marianne Hirsch, Family frames. Photogarphy, narrative and postme-

mory, Harvard University Press, Mass, 2002, p 22

12 Cf. La apariencia celebrada, de Martín Kohan, Punto de Vista 75, 2004

13 Jacques Rancière, Deleuze e a literatura, Matraca Nº 12, 2do semestre,

San Pablo, 1999

En las películas mencionadas, ese vínculo se edifica con laenunciación o la presencia de esa joven generación com-puesta por los hijos, a su modo sustraídos de la historia,hijos que no atravesaron esa historia, que estuvieron au-sentes de la experiencia de la generación de sus padres,pero que están destinados a ser mediadores sobre la ve-racidad (a falta de otro término) del recuerdo y el olvidoque los involucra. Situados por fuera de la escena de losacontecimientos (posición que compartimos, como espec-tadores y destinatarios exteriores de estos documentos tes-timoniales), sería ésta una escucha capaz de entender, dereconstruir el discurso de los testigos directos –discursohecho todavía de retazos y fragmentos–, una escucha dis-puesta a suplir los silencios, de añadir sus voces y sus ver-siones a la narración de la Historia (la de los ‘70 y laguerra) ahí donde ésta se vuelve invisible o demasiado den-sa en la comunidad de la muerte.

1 En Una literatura de la incomodidad, revista Primera Plana, Año VI, nº

260, 19 de diciembre de 1967, p. 84, sobre la aparición simultánea de

los primeros cuentos y/o novelas de los entonces jóvenes Ricardo Piglia,

Germán García, Aníbal Ford y Ricardo Frente.

2 Sigrid Weigel, Families, Phantoms, and the Discourse of Generations as

a Politics of the Past: Problems of Provenance / Rejecting and longing

for origins, Mimeo.

3 Un reciente número de la revista Trafic dedica un dossier a esta cues-

tión en el contexto europeo. La crítica Catherine Grenier refiere al modo

recurrente en que diversas formas de arte se ocupan del tema de la trans-

misión, que sacude hoy a una sociedad de hijos, sin padres y sin pro-

genitura. (Dónde están los padres? Quienes son los hijos hoy y qué se

les transmitió?, son algunas de las preguntas que rescata de películas,

pinturas e instalaciones de realizadores y artistas franceses). En Crise de

la transmission et refondation de l’ origine, Trafic 52, 2004. En Alemania,

la filósofa Sigrid Weigel dedicó numerosos ensayos al tema. En Fami-

lies, Phantoms, and the Discourse of Generations as a Politics of the Past:

Problems of Provenance / Rejecting and longing for origins”, Seigel abor-

da los discursos conflictivos en torno a las generaciones de 1945 y de

1968, a partir de películas exitosas como Goodbye Lenin (2002), entre

otras y la más reciente producción literaria, en el marco de las ideas de

pensadores nacionales como Dilthey y Mannheim.

5 De modo más inmediato, el rótulo de lo generacional está disponible

también para designar al conjunto de los participantes de un cine que,

en parte por esta cuestión, se postula desde hace casi una década co-

mo nuevo. Aunque la edad no parece una condición suficiente para cons-

tituir un colectivo con ese sello. “En cine la gente no está unida. Tal vez

por eso rechazan sentirse parte de una generación”, opina la producto-

ra y directora Lita Stantic, que opone la experiencia de principios de los

‘70, como parte de “una generación que se agrupaba y se entendía mu-

cho más(…) y concebía al cine como una forma de transformar el mun-

do”.(Radar, Página 12, 13.3.05)

5 Los rubios (Argentina, 2003), guión y dirección de Albertina Carri; in-

térprete: Analía Couceyro. Papá Iván (Argentina-México, 2000), guión y di-

rección de María Inés Roqué, En ausencia ( Argentina-Francia, 2002), cor-

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Por Samanta Salvatori y Raúl Finkel

No hay fisonomía más ajustada a la horade pensarle un traje humano al diabloque la de Hitler. Y más allá de lo diabóli-co no hay nada. Entonces, ¿hay algo másque sea necesario decir acerca de él? Traudi Humps Junge nació en Alemania en1920; desde los 22 años y hasta el 30 deabril de 1944 fue una de las secretarias pri-

vadas de Adolf Hitler. A los 80 años aceptó sentarse frente auna cámara y contar su historia. La secretaria de Hitler es la película que los austriacos An-dré Séller y Tomar Schmiderer realizaron utilizando comoúnico material fragmentos de su testimonio. Se trata de unfilm despojado que deposita su interés en la palabra y en lossilencios que nos atrapan mientras van resignificando elpasado. El testimonio como recurso excluyente recuerda alfilm Shoah de Lanzmann, aunque aquí no hay puesta enescena, siempre la misma toma, lo único que cambia es elcolor del saquito de lana de Traudi Junge sentada solafrente una cámara inmóvil que la interroga y la expone. Nos encontramos ante un relato de aquellos años que re-corre dos caminos: el del recuerdo y las sensaciones deuna joven de 22 años, “apolítica e ingenua”, que nos intro-duce en la intimidad de la vida del Führer; y el de la mira-da crítica 56 años después de aquellos acontecimientos. Ella rompe el silencio. Describe los acontecimientos que lallevaron a ese trabajo, los pormenores de la vida cotidianaen el búnker de Berlín, los días previos al suicidio de Hitler.Los recuerdos están frescos, no porque sea una mujer me-moriosa sino porque no ha podido dejar de pensar en esosdos años de su vida. Uno de los puntos altos del testimonio es el que da sobresí misma, ya que genera la sensación de no estar modifican-

do con el relato su experiencia, sí de distanciarse éticamen-te de la persona que fue, pero sin negar lo que hizo o sintió.Cuando narra el episodio del dictado de prueba que va a ter-minar haciéndole ganar el puesto de secretaria, al recordarel evento azaroso que la favoreció dice “…gracias a Dios, otal vez lamentablemente”. En su voz quedan vestigios deaquel excitante momento que la llevó a convivir con el Füh-rer. Esa voz que suena más joven y firme que el rostro quevemos no justifica sus actos, se reprocha y se condena, pe-ro sabiendo que ella fue una entre millones que aceptarony apoyaron. Ese relato tan personal está poniendo en jue-go otro debate, el de la responsabilidad colectiva. El relato de Hitler en la intimidad es inquietante, es un hom-bre común bastante distinto al personaje público, con rasgosque hasta podrían ser considerados virtuosos: limpio, orde-nado, abstemio, paternal, vegetariano, que no fumaba, queconsultaba a su médico homeópata y que quería a su perra.Nada es inocente ni en la película ni en el testimonio, ambosestán recorridos por un interrogante que va más allá de Hi-tler y de su secretaria, ¿cómo pudo una de las sociedadesmás desarrolladas cultural y económicamente de Occidenteencolumnarse tras un proyecto y una práctica criminal? Pre-gunta que no incumbe sólo al pueblo alemán. Tal vez por eso las primeras palabras que los directores nosdejan oír, aun antes de los títulos de apertura, son las de Trau-di Junge diciendo “eso sólo ocurre cuando un sistema tiráni-co está tan bien establecido que puede dominar todo el teji-do social. Los alemanes son buenos para la organización” ylas de ellos preguntando “¿también la conciencia del pueblo?”.

Samanta Salvatori y Raúl Finkel son profesoresde historia y realizan seminarios acerca de las relaciones en-tre cine e historia.

“La secretaria de Hitler” Un comentario dek documental

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Morón. Como inicia-tiva de un grupo dedocentes del partidode Morón, se realizóun convenio entre laComisión y el Muni-cipio para poner en

marcha en el distrito el programa Jóvenes y Memoria.El municipio, conducido por Martín Sabatella, siempreha mostrado su compromiso con los derechos humanosy la memoria de la dictadura militar acompañando lasiniciativas de la Comisión y desarrollando múltiplesiniciativas. Este es un paso más, que con los fondos y recursos huma-nos provistos, posibilita la integración de un mayor númerode escuelas polimodales en el trabajo de reconstruccióndel pasado reciente de Morón. Esperamos que sea un modelo a seguir para extender lapropuesta en toda la provincia y sumar jóvenes y docen-tes al trabajo de elaboración de la memoria.

Mar del Plata. Algo similar se concretó con la Universidadde Mar del Plata, por iniciativa de la secretaria académicaDra Emilce Moler. En esta ciudad hemos podido extenderel trabajo con más escuelas gracias al apoyo brindado porla secretaría, que articula actividades y nos ayuda a lle-var adelante el programa.

En el mes de junio la Red de Jóvenes realizó su primer encuen-tro con delegados de las distintas regiones de la provincia enla ciudad de La Plata, donde se acordaron los objetivos ylas principales actividades para este año. Durante el mes de septiembre para conmemorar los 29 añosde la noche de los lápices se llevó a cabo la proyección deldocumental 4 vidas una historia, realizado por docentes yalumnos del Instituto Pedro Díaz Pumará, de Benito Juárez, yun debate sobre la militancia juvenil.

Red de Jóvenes por la Memoria y los Derechos Humanos

Cursos de formación capacitacióndocenteEL CINE Y LA MEMORIA DEL PASADO RECIENTE.Carga horaria: 30 hs. cátedra / puntaje: 0,40 /dictamen: 6547HISTORIA Y MEMORIA DE LA DICTADURA.Cargahoraria: 60 hs. cátedra / puntaje: 0,38 /dictamen: 6547ENSEÑANZA DE LA ÚLTIMA DICTADURA:HISTORIA Y MEMORIA. Carga horaria: 45 hs.cátedra / puntaje: 0,40 / dictamen: 6547POLÍTICA, CULTURA Y SOCIEDAD EN LAARGENTINA RECIENTE. Carga horaria: 30 hs.cátedra / puntaje: 0,40 / dictamen: 6547COMUNICACIÓN Y CONSTRUCCIÓN DE LAMEMORIA COLECTIVA. Carga horaria: 30 hs.cátedra / puntaje: 0,22 / dictamen: 6547LITERATURA ARGENTINA Y MEMORIA. Cargahoraria: 30 hs. cátedra / puntaje: 0,16 / dictamen:6547

Se dictarán cursos próximamente en Morón,Mercedes, Tres Lomas, La Plata, Necochea yLincoln.

PUENTES SEP- 63

Area investigación y enseñanza

Mancomunando esfuerzos

Comisión Provincial por la Memoria

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PUENTES

PROGRAMA JÓVENES Y MEMORIA.Este año en el programa Jóvenes yMemoria se presentaron 120proyectos de diferentes escuelas dela Provincia de Buenos Aires.Quedaron seleccionados 80proyectos que a partir de diferentesproblemáticas trabajan sobre lahistoria y memoria de sucomunidad.Los soportes elegidos paratransmitir la investigación son muyvariados; video documental, CDmultimedia, mural, muestrafotográfica, libro, revista, obra deteatro, marca urbana, página web.Materiales que estarán disponiblesen la biblioteca de la Comisión.

ENCUENTROS REGIONALES.Durante los meses de julio yagosto, se realizaron doceencuentros regionales distribuidospor toda la provincia, en los quemás de 1.500 alumnos y alrededorde 200 docentes de los proyectosseleccionados en el programaJóvenes y Memoria, se reunieronpara intercambiar experiencias. Losalumnos trabajaron en torno a larelación entre el pasado indagadoen las investigaciones y su realidadpresente, tratando de distinguircontinuidades y rupturas yreflexionando en torno a lossentidos de los trabajos sobre lamemoria de un período doloroso yconflictivo como fue la últimadictadura cívico-militar.Los docentes intercambiaronproyectos y reflexiones en torno ala experiencia transitada, yrealizaron un módulo decapacitación complementario.También los grupos que trabajaránen la producción de un audiovisualtuvieron su primer taller derealización.

La Comisión por la Memoria se reunió con su consultor académico,el magistrado español Baltazar Garzón. Durante el encuentro detrabajo, realizado en el marco de la reciente visita de Garzón a laArgentina, se analizó la temática carcelaria y algunos lineamien-tos del próximo informe del Comité contra la Tortura.

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Acción Argentina. Un antifascismonacional en tiempos de Guerra Mun-dial, Andrés Bisso, Prometeo, Bs As,págs. 394.Pocos libros de historia logran unaconjunción entre la seriedad de in-vestigación y análisis y la buena

prosa. El pri-mer libro deAndrés Bissoes uno deellos. Su narra-tiva hace acce-sibles a todosaquellos quese interesenpor el curso de

la historia política y de las ideasen Argentina, los diversos senderosque confluyen en lo que el sentidode lo políticamente correcto hadenominado antifascismo. El autor nos propone recorrer losderroteros de la agrupación Ac-ción Argentina, reconocida por suplataforma antifascista, durante superíodo formativo, al inicio de la dé-cada de 1940, hasta su disolución,bien entrada la misma década. Su li-bro se divide en dos partes que bus-can, por un lado, explicar la socio-génesis e historia del grupo y, porotro, problematizar la conformaciónde usos originales dados a la prédi-ca antifascista. Acción Argentina congregaba a ac-tivos y reconocidos militantes delsocialismo y del liberalismo patri-cio, quienes se presentaban en elcontexto de la Segunda Guerra Mun-dial y ante los casuales auditorios,como una agrupación pro-aliada yanti-nazi. La novedad de la guerray un fraude reactivado hicieron delas posibles diferencias entre estos

dos horizontes ideológicos, una me-ra cuestión de futuro, y ubicaron adichas tradiciones como una hete-rogénea unidad dentro del comple-jo espectro-ideológico argentino.En esa cooperación entre las tenden-cias socialista y liberal, que tiem-po antes competían entre sí de-nostando una a la otra, logró quetemporalmente se subsumieran lasdiferencias en sus prácticas comu-nes. Por el contrario, sí eran consti-tutivas de la identidad y el progra-ma de liberales y socialistas lasacciones e intervenciones que rea-lizaban dentro de la agrupacióncuando confrontaban con el otro po-lo: conservadores, neutralistas, pro-nazis y nacionalistas antiliberales.El autor considera la posibilidad deobservar cómo a través de la prédi-ca pro-aliada y anti-nazi, aparecíauna apelación política que promo-vía consignas y valores relaciona-dos con el decurso de la política lo-cal que enfrentara el fraude conser-vador. Resulta interesante ademásla aprehensión que el autor realizade las formas de convocatoria y par-ticipación propuestas por los inte-grantes de Acción Argentina.

Entre la Cruz y la Espada. La IglesiaCatólica durante los primeros añosdel Proceso, Martín Obregón, Uni-versidad Nacional de Quilmes, 2005,

190 páginas. En los últimosaños se han incre-mentado los aná-lisis respecto delprotagonismo dela institución ecle-siástica en Argen-tina. Desde distin-

tas perspectivas se han abordadolas acciones que la iglesia desarro-lló en el ámbito social, cultural ypolítico. El libro de Martín Obregónabreva en muchas de estas obras ypreguntas ya propuestas, pero conuna nueva preocupación: la de in-terpelar las complicidades, los si-lencios y las oposiciones llevadas acabo por los hombres del cuerpoclerical durante los primeros añosde la última dictadura cívico-mili-tar.Entre las riquezas del texto se en-cuentran el período elegido por elinvestigador y la meticulosa contem-plación que sobre las diversas fac-ciones internas de la institución sedespliegan. La novedad de esta in-vestigación es reconstituir desdeuna mirada analítica los posiciona-mientos que la Iglesia tuvo durantelos años en los cuales el gobiernomilitar buscó consolidarse y con-quistar la opinión pública. Pues con-sidera el autor que durante estetiempo es posible observar unaperspectiva relativamente amplia,que contemple no sólo los mo-mentos previos y posteriores al Gol-pe sino también la propia dinámicadel Golpe. Este recorte temporal permite inda-gar en la diversidad de respuestasy prácticas emplazadas en escenadentro del campo católico. Los apo-yos entusiastas, las adhesiones prag-máticas y las débiles oposicionesson posturas en las que se conju-gan, además de las respuestas co-yunturales, las alianzas establecidasantaño con las Fuerzas Armadas yla recepción del Concilio Vaticano II(1965).El presente trabajo profundiza la mi-

65PUENTES

BibliotecaPor Emmanuel Kahan y Juan Manuel Mannarino

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PUENTES

rada analítica que sobre el rol de laIglesia se ha venido produciendo, ala vez que abre una puerta para in-terpelar cuáles fueron los pronuncia-mientos y acciones esgrimidas por és-ta durante el periodo 1976-1983.

La Revista Humor y la dictadura.1978-1983, Andrés Cascioli, Musimun-do, Bs. As., 2005, 500 páginas. Parece un imposible: en la Argentinaexistió una revista cultural que llegóa vender 330 mil ejemplares. Nosólo eso: lo hizo enfrentando a la úl-tima dictadura cívico-militar, dicien-do desde el humor lo que nadie lo-graba creer que toleraría la censura,con tapas que caricaturizaban a losgenerales de turno. Ahora, el direc-tor de aquella publicación, AndrésCascioli, con la colaboración de losperiodistas Oche Califa y Juan Car-los Muñiz, editó el libro La RevistaHumor y la dictadura donde reco-pila lo mejor de aquellos años.La cuidada edición ofrece una antolo-gía de notas e historietas acerca detemas y protagonistas de la historia

argentina reciente, muchos de los cua-les sólo tenían cabida en la revista.

Una selecciónque incluye,entre guionis-tas, periodis-tas, escritoresy dibujantes,las firmas deAlejandro Do-lina, OsvaldoSoriano, Enri-que Vázquez,

Grondona White, Meiji, Tabaré, To-más Sanz, Ceo y Aquiles Fabregat.Bajo una pequeña introducción deCascioli, La Revista Humor y la dic-tadura articula un relato contextual,año tras año, acerca de las vicisi-tudes políticas, sociales y culturalescon las que Humor nació, se repro-dujo y subsistió. En medio de notas,dibujos, tapas y texto, aparece unajoyita: la reedición del famoso nú-mero 97, secuestrado por la dictadu-ra extrañamente en enero de 1982.Nicolaides explicó por qué la tapaera ofensiva: él aparecía caricaturi-zado sobre una patineta, cayéndo-

se con la justicia atrás, cuenta Cas-cioli.Hermana de Satiricón, Mad y Chau-pinela, la revista Humor nació en 1978cuando el mundial de fútbol era uti-lizado como táctica política por losmilitares, mientras en los campos deconcentración se asesinaban y hacíandesaparecer cientos de personas. Losprimeros que pusimos la cara, quenos jugamos el cuero fuimos los di-bujantes. Después se sumaron alplantel los periodistas aunque a pe-dido de los lectores, recuerda Cas-cioli. Con el amparo de editorial Dela Urraca (que también editó las pu-blicaciones Humor y Juegos, Humi,El Péndulo, Mutantia, como otros li-bros e historietas), Humor escaló conel tiempo las exigencias que le fuedemandando su público: pasó demensual a quincenal y luego a sema-nal. No obstante, y luego de un bre-ve acercamiento ideológico con el ra-dicalismo, la década del ‘90 multipli-có las presiones y juicios sobre unapublicación que terminó por desgas-tarse ante la nueva cara democráti-ca del neoliberalismo.

Biblioteca Comisión Provincial por la Memoria, Calle 54 Nº 487 entre 4 y 5. La Plata. Horario: De 8 a 18 hs de lunes a viernes. Visitas guiadas para escuelas: solicitar turno 0221-4831731 int 102/103/105

Con ocasión de la entrega, para su de-pósito en la BDIC, de una copia digitalde seguridad de los archivos de la Di-rección de Inteligencia de la Provinciade Buenos Aires, se realizó el 8 de julioun acto en el cual intervinieron el co-presidente de la Comisión Provincial porla Memoria, Hugo Cañón; Bruno Grop-po, d del Centro de Historia Social delSiglo XX de la Universidad de Paris;Sandra Raggio, de la Universidad Nacio-nal de La Plata, y Sophie Tonon, aboga-

da que representa a las familias de fran-ceses desaparecidos en Argentina du-rante la última dictadura. Entre otros ca-sos, abogada querellante contra Alfre-do Astiz.En la oportunidad, Hugo Cañón presen-tó el trabajo Derechos humanos en Ar-gentina, los aspectos jurídico; BrunoGroppo hizo lo propio con Los archivosde historia social en América Latina, ySandra Raggio presentó los archivos dela D.I.P.B.A.

Los archivos en Francia