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SQUASH De Ernesto Caballero

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Obra de Ernesto Caballero

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De Ernesto Caballero

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PERSONAJES: Piedad Trini Eladio PIEDAD: Hay que joderse con la faja. TRINI: ¿Qué le pasa? PIEDAD: Que la tengo mal colocada y me aprieta la jodida. TRINI: Ya… PIEDAD: Ahora está en su sitio. Es que cuando te vienen los hijos, así uno detrás del otro, si no te pones la faja se te desparraman las carnes. TRINI: Cosas de la vida. PIEDAD: A ti eso no te pasa TRINI: Pues no, a mí de momento todo se me sostiene la mar de bien. PIEDAD: Así da gusto. ¿A que tú no has tenido hijos? TRINI: Quita, quita. PIEDAD: No te preocupes, que pareces muy joven, ya vendrán. ¿Tienes novio? TRINI: Casi. PIEDAD: ¿Casi? TRINI: Casi.

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PIEDAD: Casi. TRINI: Casi. PIEDAD: Bueno, pues a ver qué nos mandan. A mí me dijeron que era un trabajo idealmente ajustado a mi persona. TRINI: Pues yo antes de verte me había figurado que esto era para una casa de masajes; pero ahora, después de que te he visto, se me ha descabalado la idea. PIEDAD: ¿Te dijeron para qué era? TRINI: No. Me lo había figurado al entrar aquí, porque como esto parece un gimnasio… PIEDAD: Debe ser para limpiarlo. TRINI: ¡Y una leche para limpiarlo! PIEDAD: Pues si que… TRINI: Tendría gracia que tuviera razón la Meli, que es una coleguita mía, y que todo esto tuviera que ver con la tele. PIEDAD: ¡Quita, chalada! TRINI: ¿Sabes por qué se lo había figurado? Pues porque el tío ese que nos ha mandado venir para acá le sonaba de la tele; me dijo que estaba segura de que este careto lo había visto en algún programa de los de concursos. PIEDAD: Imaginaciones de la fantasía. TRINI: Pues a mí no me extrañaría nada. Todo esto es tan misterioso. Como el tío ese… PIEDAD: A mí me pilló a la salida de la freiduría, que habíamos ido a celebrar el bautizo del hijo de una vecina. Me dijo que me viniera aquí tal cual me había visto, con la misma vestimenta.

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TRINI: Estás muy elegante. PIEDAD: Y muy preocupada. TRINI: ¿Por qué? PIEDAD: Porque no me ha dado tiempo a lavarme el vestido y para mí que huele a fritanga. TRINI: A ver… PIEDAD: Vas a ver tú como sí. TRINI: Oye, pues es verdad que hueles a calamares. PIEDAD: No, si ya lo sabía yo. TRINI: No te preocupes, mujer, si por la tele no se huele. PIEDAD: Eso sí que es verdad. Oye, entonces, ¿crees de verdad que esto puede que sea para la tele? TRINI: Fijo. PIEDAD: Ay, calla, calla, que sólo de pensarlo se me viene una presión aquí que con la jodida faja no puedo ni respirar. TRINI: Relaja tía, relaja… PIEDAD: ¿Y por qué no? Lo mismo le pasó a Reme, la paisana de mi Goyo, que la sacaron por la tele anunciando jabón para lavar. Claro que a ti, así como vas, como no te saquen para anunciar colonias de hombres… TRINI: ¡Anda ésta! ¡Como si sólo sacaran mujeres bien hechas para esas guarradas! PIEDAD: Es verdad, ahora por la tele enseñan todo lo que pueden enseñar las chicas. Y hacen bien.

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TRINI: Ojalá pensara así mi novio, que si por él fuera me tapaba hasta el alma. PIEDAD: Natural, es tu novio. TRINI: Ahora no es ni cuarto y mitad de novio. Lo tengo en la U.V.I. más vendado que una momia. PIEDAD: ¿Qué le ha pasado? TRINI: Que con la moto se dio de morros contra un autocar. PIEDAD: ¡La leche que le han dao! TRINI: ¡No veas qué leche! Tuvieron que bajarle del tejado de una gasolinera y llevarlo al Primero de Octubre. Aunque eso no quita para que deje de fijarse en la primera que pasa. ¡Hasta en el hospital! Figúrate que el único ojo que lo tiene así al aire no deja de ponérselo en el culo a las enfermeras. ¡El tío cochino! Ahora que el día menos pensado, cuando vaya a verle, cojo y le meto el tacón bien metido en el ojo bueno, y voy y le digo: “Chiri, ¿ahora cómo lo ves? ¿De qué color lleva las bragas la enfermera esa que te toma el pulso y no sé cuántas cosas más? ¡Desgraciado!” ¿No te parece que esta falda me pinga? PIEDAD: Un poco sí. TRINI: Pues a ver ahora qué hago. PIEDAD: Eso es muy fácil de arreglar. Te coges un frunce aquí; aquí le haces una pinza y ya está. ¿Qué te parece? TRINI: Oye, está mucho mejor. PIEDAD: Pues claro. TRINI: ¿Tú te has fijado lo ganso que es este espejo? PIEDAD: Sí que es grande: debe costar un riñón. TRINI: Este sitio es que es raro, raro.

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PIEDAD: A mí figúrate que se me asemeja a un campo de frontón. TRINI: ¿Qué dices? Esto es un estudio para grabar, pero lo del espejo no me cuadra. PIEDAD: A lo mejor es que el anuncio es para limpiar espejos. TRINI: ¡Que no, mujer, que esto de los espejos me suena de otra cosa! ¡De aerobic! PIEDAD: ¿Lo qué? TRINI: El aerobic es una cosa de bailar gimnasia. PIEDAD: Pues como nos hagan bailar vamos aviadas. TRINI: No estaría mal. PIEDAD: Lo que es el baile moderno no me va pero nada. A mí lo que me gusta bailar son los pasodobles. Menudos pasodobles me marcaba con el Goyo. Era que empezase a sonar la música y se hacía corrillo en la plaza para que saliéramos a bailar. Bienes agarrados. ELADIO: Felices buenos días, señoritas. Compruebo y constato que ya han hecho buenas migas congeniando. Ya me conocen ambas las dos: soy Eladio, Eladio; y saben cuál es la razón de esta convocatoria. TRINI: Venimos para lo del trabajo, pero no sabemos nada más. PIEDAD: ¿Es para salir en la tele? ELADIO: ¿Cómo? ¿Qué? TRINI: ¿A que es para un anuncio? PIEDAD: Para un anuncio de limpiar espejos.

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ELADIO: ¿Espejos? ¿Espejos? TRINI: Es que como hemos visto éste tan grande, ésta se cree que venimos a anunciar limpiacristales. PIEDAD: A ver si no para qué va a ser ese cacho espejo. ELADIO: Verán a ver, se trata de lo que sigue… Pero antes necesito confirmar afirmativamente una cosa: ¿siguen ustedes dos dispuestas, como anteriormente me declararon antes, a desarrollar cualquier actividad en nuestra empresa? TRINI: Si pagan bien y pronto… PIEDAD: Y si no es nada raro… ELADIO: ¿Raro? ¿Raro? TRINI: No la haga caso. Pues están las cosas como para andarse con remilgos. ELADIO: Bien, bien. Entonces paso a plantear cuál es la cuestión que les planteo. Ustedes, como saben, han sido seleccionadas entre varios cientos de centenares de candidatas aspirantes, como las personas humanas más aptamente capacitadas para ocupar un puesto de trabajo laboral con expectativas de responsabilidad empresarial en nuestra empresa. Alto standing, ya me entienden… ¿Comprenden? TRINI: Pues claro. PIEDAD: ¿Y ustedes cree que una sirve para eso? ELADIO: Desde luego que sí. Para eso no hace falta saber nada que saber hacer. Tan sólo ajustarse al molde de un modelo de carácter personal que ustedes ambas dos tienen y poseen. TRINI: ¿A que sí? ELADIO: Sí, sí.

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TRINI: ¿Qué hay que hacer? PIEDAD: ¿Qué hay que hacer? TRINI: ¿Qué hay que hacer? PIEDAD: ¿Qué hay que hacer? ELADIO: Sin embargo… ha surgido un leve contratiempo ligero que… TRINI: Vamos, suéltelo ya. ELADIO: Se trata de una cuestión algo delicada que espero sepan comprender como tal delicada cuestión. Hoy por hoy, ahora, tan sólo está vacante solamente un solo puesto; por lo que muy a nuestro pesar nos vemos en la obligación de vernos obligados a seleccionar única y exclusivamente a una sola de ustedes ambas dos. PIEDAD: No, si ya sabía yo que no podían venir las cosas así de tan arriba. TRINI: O sea, que una de las dos, puerta. ELADIO: Bueno, siempre se la tendría en cuenta para una futura oportunidad posterior. PIEDAD: Entonces lo que hay que ver ahora es cuala de las dos se apaña mejor. ¿No? ELADIO: Efectivamente. PIEDAD: Pues díganos qué hay que hacer y en seguida lo vemos. ELADIO: Por partes. Comprendan que para mí es una responsabilidad muy grande y debo sopesar el peso de una decisión tan decisiva. Así que, por tanto, no puedo proceder con frivolidad. Por ello, orientado por el Gabinete de Orientación Psicológica de la empresa, hemos desarrollado un test de capacitación y evaluación de capacidad que me ayudará a decidir la más adecuada decisión. PIEDAD: Vamos a la faena.

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TRINI: Háganos ya mismo lo que sea. ELADIO: El test consiste en unas pocas pruebas que sólo nos llevarán no más de quince minutos o un cuarto de hora como mucho. Si son tan amables de hacer el favor se sientan aquí, cada una a un lado de uno de mis lados. La primera prueba no es más que un pequeño cuestionario de preguntas con cuatro apartados a los que deben responder en treinta segundos o medio minuto a lo sumo como máximo, brevemente, con una frase… una palabra… un pensamiento… ¿Estamos? ¿Estamos? ¡Ya está corriendo el tiempo! Vamos, vamos, un último esfuerzo final, que se está acabando el tiempo… se acaba… se acaba… PIEDAD: ¡Se acabó! ¡Ustedes me dijo que yo servía para la faena, que no hacía falta saber leer ni escribir! ELADIO: Lleva toda la razón. Espero sepa disculparme, pero me olvidé por completo de acordarme. De lo contrario nunca hubiera puesto en práctica este sistema metodológico de evaluación. Haremos una cosa: repetiremos otra vez la prueba de forma oral hablada. PIEDAD: ¿Eso va a ser más fácil? ELADIO: Desde luego que sí. PIEDAD: Es que escribir es muy difícil cuando una no sabe. ELADIO: Tranquila, Piedad. Ya le digo que es muy sencillo. PIEDAD: Leer tampoco sé, así que tampoco será de leer. ELADIO: No le digo que no le estoy diciendo. Tan sólo ha de contestar de viva voz hablada. PIEDAD: Ah, bueno. Si es eso, eso sí que sé. ELADIO: Vayamos a ello. TRINI: Toma, mi papela. Yo sí sé escribir. ELADIO: Apartado A-1: Expectativa Social. ¿Cuál es su expectativa social?

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PIEDAD: Las pensiones a las viudas son una vergüenza. ELADIO: Bien, bien; así ya es otra cosa. ¿Verdad? PIEDAD: Sí, señor. ELADIO: Apartado B-2: Expectativa personal. ¿Cuál es su expectativa personal? PIEDAD: ¿Me puede repetir la pregunta? ELADIO: ¡Cómo no! ¿Cuál es su expectativa personal? O, dicho de una manera distinta, personalmente cuál es su expectativa personal. PIEDAD: No entiendo. TRINI: Que qué es lo que quieres hacer con tu vida… ¿A que es eso? ELADIO: Eso es, eso es. PIEDAD: ¿Se puede pedir? ELADIO: Perfecto, correcto. Apartado C-3: Grado de Autoestima. Piedad, diga lo que piensa de sí misma. PIEDAD: ¿De mí? ELADIO: Sí. PIEDAD: Pues que… si yo no fuera tan holgazana me hubiera lavado el vestido que llevo puesto y hora no olería a fritanga. ELADIO: Claro que sí, claro que sí. Cuarta y última pregunta. Apartado D-4: ¿Hasta dónde es capaz de llegar? ¿Hasta dónde es capaz de llegar? Bien, muy bien. Podemos pasar a la próxima prueba siguiente. TRINI: ¡Pero bueno, si a mí no me lo has mirado y yo sí que he contestado a todo divinamente! ¿Es que te lo voy a tener que hacer en francés? ELADIO: ¿Cómo?

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TRINI: Pues así, con la boca, como ella… ELADIO: No, no, de ninguna manera. Lo que sucede es que lo realmente interesante del test reside en su actitud hacia el, en su predisposición hacia el cuestionario de preguntas. Lo que puedan contestar es algo completamente inútil, inoperante y aleatorio que no aporta ningún dato. TRINI: No entiendo un pimiento. ELADIO: Se trata de evaluar su actitud ante este tipo de exámenes evaluatorios. En ese sentido debo adelantarle, Trini, que su conducta de comportamiento deja bastante que desear. No así la de su compañera de usted. TRINI: Ya me voy coscando de lo que pasa, me vas a poner en la calle pero ya. ¿A que sí? ELADIO: Yo no he dicho tal cosa, todavía no he terminado aún la evaluación. PIEDAD: Oye, Trini, que aunque lo haya hecho mejor que tú, no ha sido “a postas” TRINI: Mira, guapa, no lo quieras arreglar. PIEDAD: Pero si es que no ha sido “a postas”, me ha salido así. TRINI: ¡Pues sí que has dicho mucho! PIEDAD: He sido sincera. TRINI: ¿Y ahora qué hay que hacer? ELADIO: Presencia y Psicomotricidad TRINI Y PIEDAD: ¿Lo qué? ELADIO: La prueba no comporta ninguna complicación. Su finalidad reside en valorar el aplomo, la seguridad y el dinamismo de su comportamiento

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cotidiano de todos los días, que caracteriza a los hombres agresivos que nuestra empresa precisa. TRINI: Para mí que no se ha enterado de nada. ELADIO: Se lo explico. Pongamos que este sitio, el lugar donde me hallo, es el punto A, donde estoy. Y este otro lugar, el sitio donde voy ahora, es el punto B, donde me encuentro. Deberán recorrer el camino de trayecto entre el lugar A y el sitio B, manteniendo una actitud dinámica de líder puntero en el sector ejecutivo. Usted primero, Piedad. PIEDAD: No, si hay que andar sí que lo sé hacer bien. ¿Para dónde hay que tirar? TRINI: ¿Lo ve cómo no sabe hacer la O con un canuto? PIEDAD: ¿Y qué? La Reme también era analfabeta y ahí que estaba tan ricamente anunciando jabón para lavadoras. Anda, rica, que si la envidia fuese tiña no se te iba a quedar ni un solo pelo en la chola. Seguro que por eso llevas ese postizo que parece un estropajo usado. TRINI: Estropajo usado tu chichi. PIEDAD: Yo… ELADIO: Piedad, haga el favor de situarse poniéndose en el punto A. PIEDAD: ¿Ahora ya? ELADIO: Claro, sí. PIEDAD: ¿Que eche a andar? ELADIO: Venga, va. PIEDAD: Voy allá. TRINI: Ya ves tú. PIEDAD: Pues ya está.

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ELADIO: Bien, muy bien. Ahora usted. TRINI: Vas a ver. ELADIO: Un momento, un momento. Le recuerdo que lo más importante es la naturalidad dinámica. TRINI: ¡PeRo si eso es lo que estoy haciendo! ELADIO: Intente hacerlo mejor. No, no, no. Procure caminar con mayor dinamismo natura. TRINI: No me líe. ELADIO: Adelante. TRINI: ¿Así? ELADIO: No. TRINI: ¡Pues no lo sé hacer! ELADIO: Vamos, Trini, serénese. Concéntrese en su concentración. Imagine que es un día cualquiera de uno de estos días. Está usted paseando por la calle. De paseo… Por la calle… De paseo… TRINI: ¡Pero, bueno! ¿Es que me vas a ir siguiendo por toda la calle? ELADIO: ¿Cómo? TRINI: Si te gusto subimos y nos lo hacemos, ¿o eres de los que sólo va de miranda? ELADIO: ¿Miranda? TRINI: ¿Qué? ¿Te pone verme pasar cera arriba, cera abajo? ¡Y encima sin pagar! ¡Ya estoy harta! Los tío como tú me tienen hasta… (le da un rodillazo)

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PIEDAD: ¡Toma ya! TRINI: ¡Ay, mi madre! Si ya me lo dice el Chiri, que con este pronto que tengo nunca saldré de la calle. ELADIO: ¡Un momento! TRINI: ¿Eh? ELADIO: No ha estado nada mal. TRINI: ¿Te ha gustado? ELADIO: Ha mostrado carácter, esa es la gente que necesitamos. PIEDAD: ¿Pero ustedes qué necesitan, personas humanas o bestias salvajes? ELADIO: Piedad, mire que lo está estropeando cada vez peor. PIEDAD: Sí, señor. Ahora que no sé si se ha fijado en que le pinga la falda. TRINI: Pero no huelo a calamares. PIEDAD: Mejor oler a calamares que a ese perfume de pilingui para matar ladillas. TRINI: Por eso te sabe mal. ¡A ver si te vas a intoxicar! PIEDAD: ¡Mire, señor Eladio, yo no tengo por qué aguantar todo esto! Bien está que nos ponga a hacer estas cosas que nos manda, que ya le ponen a una de los nervios, que parece un concurso del Pirulí. Pero si encima tengo que aguantar verdulerías, ganas me dan de mandarlo todo a tomar por culo. ELADIO: No se pongan así. No es para tanto. TRINI: Oye, Piedad, que yo no tengo nada contra ti. Lo que pasa es que como estamos haciendo todo esto sin saber de qué va el curro… PIEDAD: Ahí le has dado. Díganos cuando menos en qué barrio queda.

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TRINI: Y si te pagan Seguridad Social. PIEDAD: Y cuántas horas hay que echar de faena. TRINI: Y si hay que ponerse los fines de semana. PIEDAD: Y si el fregoteo de la escalera corre a cuenta de una. TRINI: Y si hay calefacción. ELADIO: ¡Un momento de paciencia, por favor! No han hecho nada más que llegar y ya quieren tenerlo todo controlado bajo control. Eso está muy bien, dice mucho de su espíritu emprendedor, de su ambición profesional. Yo les aseguro que dentro de nada tendrán cumplida información a todas las cuestiones que me acaban de preguntar. Les recuerdo que sólo resta una prueba para que demos con la persona humana más idónea. A partir de ese momento, entraré con ella en todos los detalles relativos a sus condiciones de trabajo laboral. En ese sentido, permitan que les muestre el modelo de contrato que una de las dos habrá de firmar muy en breve. Como pueden apreciar, figura consignada la suma de dinero correspondiente a su salario mensual de cada mes. ¿Qué les parece? ¿Qué tal? TRINI: ¡Coñó! PIEDAD: ¡La madre que me parió! ELADIO: ¿Advierten lo importante que para nuestra empresa resulta tener contentos a sus recién llegados más recientes? TRINI: O sea, que piensa darnos todos los meses esa guita por la cara. ELADIO: Exacto. Esa será la nómina inicial de la seleccionada. PIEDAD: Pues yo de letras no entiendo, pero de números, vaya que sí… TRINI: Habérmelo dicho antes, corazón. Tú pide lo que quieras, que yo hago lo que más te guste sin meterte prisa. ELADIO: Lo único que quiero es que demos paso a la última prueba.

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PIEDAD: Sólo quiero que sepa, señor Eladio, que si me quedo sin esa paga, no sé cómo voy a pagar el piso. TRINI: ¡Anda la tía lista! No dejes que te líe. PIEDAD: Tú no tienes tres mocosos, no sabes lo que es eso. Con este dinero podría darles por fin una vida como Dios manda. No quiero que sean analfabetos como su madre. Por eso lo primero que iba a hacer es comprarles un sofá-cama para que puedan ver la tele sentados, tan ricamente. Luego me compraba la nevera, porque una cocina bien equipada da gloria verla… Y para el retrete, me hacía yo con uno de esos desodorantes para el aire, y se acabó el olor a fritanga que entra por la ventana que va a dar al patio de la freiduría. Y cambiaba la taza, porque la que hay ahora se atasca… Me sentaba en ella… ¡Y todo el santo día a tirar de la cadena! ¡Viva la vida! TRINI: Vaya una diversión. PIEDAD: ¿Y dónde voy a estar mejor que en mi casa? ¿En la freiduría? TRINI: ¡Joder! Pues sí que tienes tú manía con la freiduría. PIEDAD: ¡Mira ésta! En algún sitio me tengo que meter si el administrador me ha cerrado el piso. Ahora que con esa paga me encerraba con los chicos a esperar a que viniera a echarme. Y en cuanto que le viera venir le iba a decir: ¿Qué se debe, sabandija? ¿Tanto? Pues tenga, y un año de adelanto para no verle esa cara de mal bicho, que cuando pienso que ha tenido la sangre fría de dejar a tres criaturas en la calle me se revuelve la bilis, y ganas me dan de estamparle en la cabeza esta taza de water que ya no me sirve para nada. ELADIO: ¡Piedad! PIEDAD: Ay… Perdóneme, señor Eladio… No sé qué me ha pasado… Me se ha puesto como una nube en el pensamiento… Creo que me ha hechizado ver tantos ceros en el papel, pero es que con esa paga me vuelven a abrir el piso… ELADIO: Primero tendrá que ganársela. TRINI: Bueno, y ahora, ¿qué viene?

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ELADIO: Imagen y Capacidad Persuasiva. TRINI: Pues muy bien. ELADIO: Se trata de una prueba con alguna dificultad mayor que las anteriores, por lo que poco a poco les iré explicando en qué consiste. Lo primero que tienen que hacer es cambiar su ropa de vestir por esta indumentaria deportiva de sport. De momento sólo deben hacer eso por ahora. Yo saldré fuera mientras tanto. Aquí se sintoniza el hilo musical de la música, que también se escucha en el cuarto contiguo de al lado. Cuando estén preparadas quitan la música y la apagan. Esa será mi señal para entrar y reanudar la prueba. TRINI: Quédate si quieres, aquí no molestas. PIEDAD: ¡Pa chasco que no molesta! Yo preferiría que no se quedase a mirar. ELADIO: Lo comprendo perfectamente. Ya saben el hilo musical de la música. (Pone la música y las deja solas) TRINI: ¿Qué te pasa? ¿No te cambias? PIEDAD: No sé para qué. Yo para estas cosas soy una negada. Ya has visto lo mal que he andado. Y ahora encima hay que enseñar los muslos. Está claro que el trabajo es para ti. TRINI: Bueno, mujer, pues yo lo siento. PIEDAD: Más lo siento yo, pero para hacer el ridículo mejor me voy. TRINI: Pues sí. PIEDAD: Claro que… a lo mejor ni se fija. TRINI: Cómo no se va a fijar si es un hombre.

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PIEDAD: A lo mejor le gustan estropeadas. TRINI: No lo creo. PIEDAD: Igual le da por ahí. TRINI: Lo mejor es que no te molestes. Cuando venga don Eladio se los explicamos todo y ya está. No pasa nada, mujer, si yo te comprendo. PIEDAD: Oye, que todavía no he dado mi última palabra. TRINI: Mira una cosa, ya sé que es una desgracia que esto sea a cara o cruz entre las dos, pero a una señora como tú no le van a faltar oportunidades. Yo… lo necesito mucho. Sabes, al Chiri no lo tengo en el Primero de Octubre, ¡qué más quisiera! Donde está es en el Hospital Penitenciario, en Carabanchel. Ahí está a todas horas vigilado por los picoletos. Tiene gracia la cosa: vigilado por los picoletos. Pensar que era eso lo que quería ser… Picoleto. De tráfico. Picoleto de Tráfico. ¡No veas la ilusión que al pobre le hacía! Me decía que le iban a dar una Sanglas, una moto gansa, por todo el morro. Vamos, que se presenta al examen, me le hacen ochenta pruebas de estas raras que estamos haciendo ahora, y va y las pasa todas porque mi Chiri vale mucho, piensa… Y al final me lo echan a patadas por tener a toda la parentela con antecedentes. Total, que un desastre… Y es que al Chiri le había dado el agobio de que quería retirarme. Así que después de que me lo largaran de la Benemérita va y se lía con unos niños bien que le dan dos mil calas por cada kilómetro que se haga en la moto por el lado contrario de la autopista. Y pasó lo que pasó. Que cuando ya llevaba siete, un Autorrés que venía de Ávila casi me lo manda al otro barrio. Los mamones que le iban siguiendo por el lado legal se abrieron de allí sin decir ni mu… Hasta que llegaron los picoletos… De Tráfico… Los picoletos de Tráfico, que lo bajaron de la gasolinera y lo llevaron al H.P. O sea, al Hospital Penitenciario. PIEDAD: Pobre desgraciado… TRINI: De allí podría sacarlo con la pasta del sueldo ése, y llevarlo al Primero de Octubre, donde tiene un uñado de colegas pasando el mono. Necesito esa guita para dejar la calle. Me muero de frío y de aburrimiento, como los pandas del zoo. Bueno, pues yo ya estoy lista, a ver el cacharro de la música…

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PIEDAD: ¡Un momento! Ya que estoy aquí, yo también me quedo. Ya está no se hable más. El no ya lo tengo. ¿No? Así que nada, me quedo. Me quedo. ¿La faja habrá que quitársela también? TRINI: Digo yo. PIEDAD: Lo que hay que hacer. TRINI: Por lo menos sin el vestido no olerás a calamares. PIEDAD: Ni tu a puta. TRINI: Si es lo que soy. PIEDAD: Ya. TRINI: Pero muy limpia, que me lavo con jabón Lagarto y no uso colonias guarras que anuncian por la tele. PIEDAD: Lo que es como para que se te caiga el culo de la risa es el modelo que nos han puesto. TRINI: Es verdad, parecemos… parecemos… No sé qué parecemos… PIEDAD: Dos hostias benditas. TRINI: ¡Pero qué bruta eres! Mira, como te metas con las cosas de la Iglesia no respondo de mí. Puede que te pase lo que al moro del otro día, que me lo subí a la pensión y se empeñó en que me pusiera unos hábitos que el tío raro llevaba en una bolsa. Tú fíjate al tío marrano lo que se le ocurre, que me disfrace de santa. Y encima no quería pararme la cama; así que cojo al moro y le pongo a parir, y el moro como si nada, y yo venga a decirle que se pirase de una vez, y el tío que ni flores, seguía diciéndome no sé qué en moranga… PIEDAD: Sí que es verdad que cuesta de entenderles. TRINI: Total, que al final, con el follón, vino la pasma; y en vez de trincarnos a todas para el furgón, ligaron al moro, que resultaba que había afanado los hábitos esos en una iglesia de Talavera y que valían una pasta

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por ser de muy antiguos. Si me hubiera pedido cualquier otro pecado se lo hubiera hecho, pero eso no, a mí las cosas de la Iglesia me dan mucho respeto. PIEDAD: Cada uno es cada uno. Y si no mira tú mi Goyo. Cuando íbamos agarrados por la calle, en que le pasara un cura al lado no te puedes imaginar cómo le sudaban las manos. Cosa de no creerlo. Te las enseñaba así, con las palmas para abajo y preguntaba: “¿Qué es esto?” Yo, como ya me sabía el chiste decía: “Un cura muerto, porque si estuviera vivo las tendría así, para arriba” TRINI: ¿Y qué? PIEDAD: Para pedir. TRINI: Ah. Pues lo mío también fue de risas, porque al ratito llegó el Chiri y en un santiamén me dio una paliza de muerte. PIEDAD: ¿Por qué? TRINI: No me había enterado de que todo era un trapicheo del Chiri, que había quedado con el moro en la pensión para ver si colocaban los ropajes en el Rastro. Seguro que se ha dado la hostia por eso, porque dios le ha castigado por despelotar a un santo. PIEDAD: A nosotras sí que se nos ha ido el santo al cielo, que se nos ha olvidado para qué estamos aquí. Hay que quitar la música. TRINI: Que sea lo que Dios quiera. (Para la música y entra Eladio) ELADIO: Aquí estoy de nuevo otra vez. Permitan que les diga que están muy atractivas con ese atuendo deportivo de sport. PIEDAD: Menos guasa. TRINI: ¿Nos va a poner a jugar al tenis?

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ELADIO: Algo similar que es muy parecido. Como ya les he informado he de valorar sus niveles de ambición profesional. La prueba consistirá en lo siguiente: durante el trascurso de una partida de squash… PIEDAD: ¿Y eso qué es? ELADIO: Digamos que se trata de una modalidad de frontenis, pero que no se juega con la mano, sino con estas raquetas y en una pista como ésta precisamente. TRINI: ¿Y las pelotas? ELADIO: Están en su imaginación. TRINI: AH ELADIO: La partida será imaginaria. Jugarán imaginando que golpean una imaginaria pelota contra esta imaginaria pared que es el espejo. PIEDAD: Pues mucha imaginación hay que echarle. ¡Y encima jugando de lado y viéndonos con estas pintas! ELADIO: Ya saben en qué consiste. Mientras simulan que practican el squash deberán tratar de convencerse mutuamente de que la una a la otra le ceda el puesto en liza PIEDAD: Nos pide cada cosa… ELADIO: En el mundo de los negocios, por muy extraño que pueda parecerles, grandes negociaciones se llevan a cabo practicando este tipo de prácticas. PIEDAD: ¿Así que la que entre en la empresa va a tener que jugar de vez en cuando al tenis este del squash? ELADIO: Probablemente. PIEDAD: Entonces tengo que decirle que yo de esto entiendo un rato largo porque mi marido jugaba divinamente al frontón. Era el campeón de la empresa. Siempre le ganaba la final al perito administrativo.

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ELADIO: Eso está muy bien. Sin embargo, le recuerdo que lo fundamental no reside tanto en su pericia como jugadora de squash como en la capacidad de sus dotes negociadoras. PIEDAD: Sí, señor. Yo se lo decía por si cuenta para algo. TRINI: ¡Pero que tía más plasta! ¿Quieres dejar de marear a don Eladio con tus rollos? PIEDAD: ¿Qué mareo ni que niño muerto? ¿Le molesta que le diga que mi marido era todo un campeón con las pelotas? ELADIO: No, desde luego. PIEDAD: ¿Y que tenía unas manos así de grandes de haber trabajado de chico en la agricultura? ELADIO: Eso es muy saludable, la gente del campo, muy saludable… PIEDAD: ¿Sí? Pues no todo el mundo pensaba como usted. El mismo perito administrativo, sin ir más lejos. Le cogió manía a mi Goyo desde el primer día que le vio pasar por la fábrica. Le llamaba “renegao del arao” y decía que daba vergüenza que un empleado manual tuviera esas manos, que parecía que el dinero que ponía en ellas a fin de mes era muy pocas, que los duros parecían perras chicas. ¡Por las manos! Esas manos que cuanto me acariciaban parecían palomas. Esas manos que no usó para pegarme ni una sola vez. Esas manos que se quedaron en la plancha. ELADIO: ¡Qué desgracia! PIEDAD: Cuando llegó a la enfermería sangraba como un cochino; y ahí estaba el perito administrativo diciendo que no se quejara, que no había para tanto, que él había visto accidentes mucho peores, y que por quedarse sin manos nadie se había muerto. Y ahí estaba mi Goyo venga a desangra encima de la mesa para no manchar la camilla que era nueva. Así me lo contaron los compañeros. Ellos le decían que avisara a una ambulancia, que el Goyo estaba muy mal, pero el perito administrativo seguía en sus trece diciendo que por tan poca cosa ni se pensara en molestar a los de la mutua. Y allí se me quedó, tendido encima de la mesa, como un pajarito…

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ELADIO: Bueno, par que nadie se ponga triste vamos a ponernos a jugar lúdicamente. ¿Acaso se ponen tristes los niños chicos cuando juegan lúdicamente? TRINI: Descarao que no. Qué va, qué va. Descarao que no. PIEDAD: Los míos sólo se están quietos delante de la tele de la freiduría. TRINI: ¡Joder, con la freiduría! PIEDAD: Más vale tener familia en una freiduría que en una cárcel. TRINI: Eres un bicho malo. No vaya a creerla, que yo no tengo a nadie en el maco. PIEDAD: Ella misma me contó mientras nos cambiábamos que tenía al novio en el Penitenciario. TRINI: ¡No es verdad! ¡Está a punto de ingresar en la Guardia Civil! PIEDAD: En la Quinta Galería. TRINI: No la crea, le dice esas mentiras para ponerle en mi contra. ELADIO: A mí no tienen que convencerme de nada. Son ustedes quienes deben ofrecerse recíprocamente sus legítimas razones para ocupar el puesto. Finalmente me corresponderá adoptar la decisión final, en el caso de que ninguna de las dos ceda en sus pretensiones. Así que ya lo saben, empiecen a jugar, y háganlo con estilo, que eso también cuenta. Que sus evoluciones sean las propias de los hombres masculinos que saben abrirse paso compitiendo en una sociedad competitiva. Trini, usted comenzará sacando. Aquí tiene la pelota imaginaria. ¿Está preparada? Cuando quiera. TRINI: Oye, Piedad. PIEDAD: ¿Qué? TRINI: Que el trabajo es mío.

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PIEDAD: ¡No me digas! TRINI: Ya no puedo con la calle. PIEDAD: A mí qué me vas a contar. TRINI: Es que paso mucho frío. PIEDAD: Y mis tres críos también. ELADIO: Vamos, vamos, jueguen, que lo están haciendo muy bien. PIEDAD: Trini. TRINI: ¿Qué? PIEDAD: Que yo tengo más edad. TRINI: Pues por eso. PIEDAD: ¿Pues por eso? TRINI: Ya te habrás acostumbrado. PIEDAD: No digas más disparates. TRINI: Quiero llevar otra vida. PIEDAD: Eso depende de ti. TRINI: Ahora es cosa tuya. PIEDAD: No me vas a convencer. TRINI: Pues que no te pase nada. PIEDAD: No me das miedo. TRINI: Verás.

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ELADIO: Continúen, continúen, parecen talmente dos hombres de negocios. TRINI: Oyes, PIEDAD: ¿Qué? TRINI: Yo lo necesito más. PIEDAD: Tú en la calle tienes con qué. TRINI: Ahí te quería yo ver. PIEDAD: Ahí voy a estar muy pronto… TRINI: Eso sí que tiene gracia. PIEDAD: Si no pago el alquiler. TRINI: Es tu problema. PIEDAD: Tú no tienes tres mocosos. TRINI: Ponlos a currar. PIEDAD: ¿A quiénes? TRINI: A esos tres hijos de madre. PIEDAD: Son muy chicos. TRINI: Puedes hacer la carrera. PIEDAD: Eso ni en broma. TRINI: No me toques. PIEDAD: Tía guarra. TRINI: Yo te mato.

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PIEDAD: Ya estoy harta. (Piedad propina a Trini un golpe en la cabeza con su raqueta) Perdóname, mujer. Si es que soy una animala. ¿Te he hecho mucho daño? TRINI: Estoy bien, no pasa nada. PIEDAD: Sí pasa. Pasa que te has ganado el empleo con todas las de la ley. Además es verdad que soy una embustera, mis hijos eran como las pelotas del squash, sólo estaban en mi imaginación. Esas tres criaturas eran los hijos que habíamos convenido traer al mundo el Goyo y una servidora. Pero pasó lo que pasó. Menudo planchazo. ELADIO: Pero Piedad, no irá a renunciar ahora que prácticamente lo ha conseguido… PIEDAD: ¿Así que es verdad que lo que ustedes necesitan son bestias salvajes? ELADIO: Vamos, no se ponga así. PIEDAD: Lo siento, señor Eladio, pero aunque una es una ignorante, todavía le queda conciencia. ELADIO: En fin, no insistiré más. Podemos dar por concluida esta sesión. El puesto sigue vacante. TRINI Y PIEDAD: ¿Cómo? ELADIO: Tiene gracia la cosa; después de haber estado lidiando con las pruebas… TRINI: (Sacando una pistola) ¡A callar! ELADIO: ¿Qué hace? TRINI: ¿Pero tú de qué vas? ¿Después de todo no piensas pagar el servicio? ¡Venga ya! ELADIO: Está usted loca de la cabeza.

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TRINI: Ya lo ve, don Eladio. PIEDAD: Criatura, ¿de dónde has sacado ese chisme? TRINI: Esta pipa es de mi Chiri. Desde el accidente la llevo siempre encima porque ahora no tengo a nadie que me proteja. Y hay que protegerse, don Eladio; sobre todo de gente como usted. ELADIO: No se ponga nerviosa. TRINI: ¿Cómo quiere que esté si casi me abren la cabeza? ELADIO: Yo no soy el responsable. PIEDAD: Yo no lo he hecho “a postas”. TRINI: ¡Me da igual! Sólo me pega mi novio. ELADIO: Bueno, ya está bien. Esto es ridículo. Guarde esta pistola, puede venir alguien de seguridad. TRINI: No me lo creo. Pero si alguien viene les dices que nos dejen, que sigues con la prueba. Si intentas algo raro sales de este gimnasio con los pies por delante. ELADIO: Pero… ¿qué quiere? TRINI: Poca cosa. Hacerte una prueba muy facilita. En bolas. ELADIO: ¿Qué? TRINI: Lo que has oído, que te quites la ropa o te la quito yo como a un fiambre. ELADIO: Está bien, está bien. No hay por qué ponerse así. Un buen ejecutivo debe saber afrontar situaciones así de especiales. Ya entiendo… ¿Que hay que quitarse la ropa? Pues me quito la ropa. No por ello voy a perder mi grado de autoestima, ni se tiene por qué perder mi proyección social.

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TRINI: Déjate de rollos y ponte mi vestido de fulana. ELADIO: ¿Eso? TRINI: A ver cómo te sienta. ELADIO: Pero es que… TRINI: ¿Qué pasa? Si sólo es un juego lúbrico, de niños. ELADIO: Está bien, pero te advierto que puede aparecer alguien, y si me ven así, vestido con este vestido… ¡Puede aparecer alguien! TRINI: ¡Vamos! ELADIO: Bueno, pues me visto el vestido. ¿Y qué? Me lo visto y no pasa nada. Un hombre moderno de hoy puede verse en la situación de tener que vestirse de mujer, por circunstancias profesionales de su profesión o por personales de su persona. TRINI: Ahora la peluca. ELADIO: ¿La peluca? TRINI: La peluca. ELADIO: Claro, la peluca. TRINI: Sí, la peluca. ELADIO: Pueden aparecer y no me reconocerían. Pueden aparecer. ¡Tienen que aparecer! TRINI: ¡Que te la pongas! ELADIO: Si la cosa hasta me hace gracia: tiene algo de carnavalada de Carnaval. Un joven profesional debe saber hacerse notar sin que se le note, pasando desapercibido, desapercibido como yo mismo en este mismo momento.

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TRINI: Y ahora te vas a quedar delante del espejo, como nosotras hace un rato, pero en vez de raqueta vas a llevar mi bolso. Ya tienes el equipo completo. Vas a jugar a hacer la carrera, ya verás qué divertido. Te tienes que imaginar que ahí delante te esperan un puñado de clientes mugrientos, posibles, imaginarios. Ya sabes de qué les tienes de convencer. PIEDAD: Trini, déjalo ya. Si a lo mejor es verdad eso de que no servimos para lo del standing. TRINI: Para lo que no servimos es para que nos tomen el pelo. ¡Vamos! ¡Empieza! ELADIO: ¡Eh…! TRINI: Con más garbo gaboso. ELADIO: ¡Por favor! TRINI: Las putas no piden favores. ELADIO: ¡Eh, vosotros! ¡Moveos, coño! ¡No os quedéis ahí parados! TRINI: De uno en uno y con más cariño. ELADIO: ¡Ya estoy… harta de estar en esta… esquina! TRINI: Así no pasas. ELADIO: ¿Por qué no os movéis? ¡Venid a echarme una mano! TRINI: Pero, ¿qué dices? ELADIO: En el pub me dijisteis que no tenía que hacer nada del otro mundo. TRINI: Eso del pub déjalo para las finas. ELADIO: Me dijisteis que sólo tenía que hacer como vosotros, ponerme elegante y hablar con seguridad. Y es lo que he hecho; entonces, ¿por qué me hacéis esto?

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PIEDAD: Se ha chiflado el magín. TRINI: ¿A quién le hablas? ELADIO: Ya entiendo, también mi prueba era de mentira. Se querían reír de mí. Sé que no tengo disculpa, pero el poco dinero que gano lo saco de las propinas que me dan en este gimnasio. Cuando me dijeron que igual lo cerraban me asusté. Entonces ellos me aseguraron que me darían un puesto que me venía que ni pintado: jefe de personal. PIEDAD: ¿Ellos? ELADIO: Los socios del gimnasio. Tienen que comprenderme, lo he hecho por mi madre. La necesidad la ha trastornado; se pasa todo el día sentada en la cocina mirando fijamente a la bombilla para ver si termina de quedarse ciega y la dejan vender cupones… PIEDAD: ¿Y nosotras? ELADIO: De ellos fue la ida de traerlas. A usted, Piedad, la conocen por su marido. El perito administrativo se pasa de vez en cuando por aquí. Y a usted, Trini, también la conocen… TRINI: ¿De qué, de la pensión? ELADIO: De su novio, les pasaba la coca. Ellos fueron los que le dejaron tirado en la autopista. Debían saber que usted llevaba su pistola, que la sacara hoy les parecería el no va más. TRINI: ¿Dónde están esos mamones? ELADIO: Aquí TRINI: Ya decía que esto me sonaba de algo del baile. Pero no era de aerobic. La de veces que el Chiri me ha dado la vara con sacarme de la calle para ponerme a currar en un sitio en de esos, con calefacción, donde bailas en bolas sin ver que te ven. PIEDAD: ¿Entonces… por el otro lado…?

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ELADIO: Por el otro lado ese espejo es como un cristal de transparente. TRINI: Para que los de detrás puedan estar de miranda. PIEDAD: O sea, que hemos estado aquí como los fenómenos de feria, como dos payasos, haciendo por necesidad cosas que nos vienen muy difíciles porque no estamos acostumbradas como ellos. Y así se han estado. Partiéndose el culo de reír de nosotras, de tu Chiri, de mi Goyo y de su santa madre. Y todavía se creían que nos íbamos a matar por ese cochino dinero como si fuéramos gángsters. ¡Qué canallada!... Y qué vergüenza. ELADIO: Lo siento, no sé qué decir nada que decir… TRINI: Bueno, pues nosotras ya nos podemos ir. Está claro que aquí nadie nos va a soltar un duro. PIEDAD: Trini. TRINI: ¿Qué? PIEDAD: ¿Seguirán ahí detrás? TRINI: ¿Quién sabe? PIEDAD: ¿Me dejas averiguarlo? ELADIO: ¿Qué está diciendo? PIEDAD: Esta comedia hay que rematarla. TRINI: Descarado que sí. Toma. (le da la pistola) PIEDAD: (le da a Trini su vestido) Para que cuando te lo pongas te acuerdes de mí. TRINI: Calamares. PIEDAD: ¿A qué esperas para marcharte?

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TRINI: ¿Cómo iba a marcharme ahora? PIEDAD: ¿Entonces…? TRINI: Me gustas un puñado. ELADIO: Yo también me quedo. PIEDAD: ¿Hasta dónde es capaz de llegar? ELADIO: Por lo menos hasta el punto B. TRINI: Espero que alguno se haya quedado por la cosa del morbo. PIEDAD: ¿Colegas? ELADIO: De toda la vida que nos ha tocado vivir. PIEDAD: Yo es que siento un alivio sin la faja…

FIN