Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual ...

46

Transcript of Sin capacidad para cualquier otra actividad intelectual ...

Sincapacidadparacualquierotraactividad intelectual,MirkoCzentoviczsereveló,yadesdeniño,comoungeniodelajedrez,delqueha llegadoasercampeóndelmundo.Pero, enun viaje enbarcodeNuevaYorkaBuenosAires,selepresentaunenigmáticocontrincante:elseñorB.,unnoblevienésquehuyedelosnazis.

www.lectulandia.com-Página2

StefanZweig

Noveladeajedrez

ePUBv1.1jabo05.08.11

www.lectulandia.com-Página3

Títulooriginal:SchachnovelleAñodepublicación:1941Traduccióndelalemán:ManuelLoboSerra1994,EditorialSirmio,col.LaCajaNegraMayode2000,EditorialAcantilado,col.ElAcantilado26

www.lectulandia.com-Página4

AbordodeltransatlánticoqueamedianochedebíazarparrumboaBuenosAiresreinabanlahabitualacuciayeliryvenirapresuradodelaúltimahora.Seconfundíany se abrían paso a codazos los allegados que acompañaban a los viajeros; losmensajerosdetelégrafos,conlasgorrasterciadas,recorríanlossalonescomoflechas,gritandotalocualnombre;searrastrabanbaúlesysetraíanflores;porlasescalerassubían y bajaban niñosmovidos por la curiosidad, en tanto que la orquesta tocababriosamentelamúsicadeacompañamientodeladeckshow.Unpocoapartadodeesetumulto,estabayoconversandoconunconocidosobreelpuentedepaseo,cuandoanuestro lado estallaron dos o tres agudos fogonazos demagnesio; algún personajedestacado había sido entrevistado y fotografiado, al parecer, instantes antes de lapartida.Miacompañantemiróhaciaaquelladoysonrió:

—Llevanustedesuntiporaroabordo,aeseCzentovic.Debo haber revelado con un gesto harta ignorancia ante esa noticia, pues mi

interlocutoragregóenseguidaaguisadeexplicación:—MirkoCzentoviceselcampeónmundialdeajedrez.AcabaderecorrerEstados

Unidos,deesteaoeste,interviniendoentorneos,yahorasedirigealaArgentina,enprocuradenuevostriunfos.

Entonces recordé efectivamente el nombre del joven campeón mundial y aunalgunospormenoresdesucarrerameteórica;micompañero,unlectordeperiódicosmás asiduo que yo, estaba en condiciones de completarlos con toda una serie deanécdotas.

Aproximadamente un año atrás, Czentovic se había colocado de repente a laalturadelosmásexpertosmaestrosconsagradosdelartedelajedrez,comoAlekhine,Capablanca,Tartakower,Lasker,Bogoljubow;desdelapresentación,eneltorneodeNuevaYork de 1922del niño prodigio de siete años llamadoReshewski, nunca laentradabruscadeunjugadorabsolutamentedesconocidoenelgloriosogremiohabíadespertadounasensacióntanunánime.PorquelasdotesintelectualesdeCzentovicnoparecían augurarle una carrera tan brillante. No tardó en revelarse el secreto ydifundirse lanoticiadequeel flamantemaestrodelajedrezera incapaz,ensuvidaprivada,deescribiruna frase sin faltasdeortografía, enel idiomaenque fuese,y,segúneldecirburlónyrencorosodeunodesuscolegas,«suignoranciaeraentodaslasmateriasigualmenteuniversal».

ErahijodeunpaupérrimoremerodelDanubiodelmediodíaeslavo,cuyabarcafueechadaapiqueunanocheporunalanchaavaporcargadadecereales.Elentoncesniñodedoceañosfuerecogidoalamuertedesupadreenunactodepiedadporelpárroco del apartado lugar, y el buen sacerdote se esforzó honradamente paracompensarafuerzadepaciencialoqueelniño,avarodepalabras,apáticoydeanchafrente,noeracapazdeaprenderenlaescueladelaaldea.

Perotodossusesfuerzosfueronvanos.Mirkosiempremirabadehitoenhitolos

www.lectulandia.com-Página5

signosdelaescrituraqueselehabíanexplicadocienvecesya;sucerebrotrabajabapesadamente y carecía de fuerza retentiva aun para los objetosmás simples de laenseñanza. A la edad de catorce años tenía que recurrir todavía a la ayuda de losdedosparahaceralgúncálculo,y la lecturadeunlibroodeldiariosignificabaaúnpara elmozomayorcito un esfuerzo fuera de lo común. Pero a pesar de todo, nopodía tildarse aMirko de reacio o recalcitrante.Hacía de buen grado cuanto se leencomendaba, iba a buscar agua, hachaba leña, ayudaba en las faenas del campo,ponía en orden la cocina y cumplía puntualmente, aunque con una lentituddesesperante, todo servicio que se le pedía. El rasgo del tercomuchacho quemásexasperaba al cura era su indiferencia absolutay total.Nohacíanadaqueno se leordenase expresamente, jamás formuló una pregunta, no jugaba con otros niños nibuscabaespontáneamenteunentretenimiento.EncuantoMirkohabíaterminadoconlosquehaceresdelacasa,sequedabasentado,impasible,conlamiradavacíacomoladelosborregosenelcampodepastoreo,sindemostrarelmásremotointerésenlascosasqueocurríanasuderredor.Alanochecer,cuandoelpárroco,fumandosulargapipadecampesino, jugabasus treshabitualespartidasdeajedrezcontraelsargentode gendarmería, el rubio y apático mozo permanecía sentado junto a él, mudo,mirando bajo los pesados párpados el tablero a cuadros, al parecer soñoliento eindiferente.

Unatardede invierno,mientras loscontrincantesestabanabsortosensupartidacotidiana,resonabaenlacallepueblerina,máscercacadavez,eltintíndeuntrineo.Uncampesino,conlagorraespolvoreadadenieve,entróagrandestrancosparadecirque su madre estaba agonizando y rogar al cura se diera prisa para llegar aún atiempodeimpartirlelaextremaunción.Elsacerdotelesiguiósintitubear.Amododedespedida,elsargentodegendarmería,quenohabía terminado todavíadebebersuvasodecerveza,encendiósupipaysedisponíaacalzardenuevosuspesadasbotasdemontar,cuandoobservólamiradadelpequeñoMirko,fijaeinconmoviblesobreeltablero,dondehabíanquedadolaspiezasdelapartidainconclusa.

—¡Ea!, ¿quieres terminarla? —bromeó, absolutamente convencido de que elamodorradoniñonosabríamoverdebidamenteniunasolapiezasobreeltablero.

Peroelmuchacholevantótímidolacabeza,lainclinóluegoyocupóelasientodelcura.Al cabo de catorce jugadas, el sargento quedó vencido y hubo de reconocer,además,quesuderrotanoeradebidaaunmovimientodescuidadoonegligente.

Unasegundapartidaterminódeidénticamanera.—¡Burra de Balaam! —exclamó sorprendido el cura cuando a su regreso el

sargento lerefirió lanovedad—.Hacecincomilaños—explicóalsargento,menosversadoenel textobíblico—sehabíaproducidounmilagrosimilar,cuandounsermudohallódeprontoellenguajedelasabiduría.

Apesardelahoraavanzada,elbuenodelcuranopudomenosderetarasucasi

www.lectulandia.com-Página6

analfabetofámuloaunduelo.YheaquíqueMirkolevencióaéltambiéncontodafacilidad.Jugabadeunmodotenaz,lento,inconmovible,sinlevantarunasolavezlaanchafrenteinclinadasobreeltablero.Perojugabaconimperturbableseguridad;enlos días siguientes, ni el gendarme ni el cura fueron capaces de ganarle una solapartida. El sacerdote, que estaba en mejores condiciones que cualquier otro parajuzgar del retraso de su pupilo en todos los demás aspectos, quiso cerciorarse porúltimo hasta qué punto ese singular talento exclusivo resistiría una prueba másrigurosa. Mandó a Mirko al peluquero del pueblo para que éste le cortase susdesgreñados cabellos de color pajizo, a fin de dejarle un tantomás presentable, yluego le llevó en su trineo a la pequeña villa vecina, donde en el café de la plazamayorhabíaungrupodejugadoresdeajedrezmásempedernidosqueél,yalosque,apesardevariastentativas, jamáshabíapodidovencer.Nofuemenudoelasombrodelatertulialocal,cuandoaempellones,elcurahizopasaraunniñocomodequinceaños,rubioydemejillascoloradas,enfundadoenunapieldecorderovueltaalrevésy que calzaba pesadas botas altas. El niño se quedó avergonzado y perplejo en unrincón, sin levantar lamiradahastaque se le llamóaunade lasmesasde ajedrez.Mirko, que en casa del cura nunca había visto la llamada defensa siciliana, quedóderrotadoenlaprimerapartida.Lasegundaseladisputóelmejorjugadordeaquelcírculo,yempataron.Deentoncesenadelante,Mirkoganótodaslaspartidas,unatrasotra.

Ahora bien, en una pequeña ciudad de provincia yugoslava rarísimas vecesocurren sucesos emocionantes, por cuya causa aquella primera aparición de esecampeón labriego se convirtió para los notables reunidos en un suceso cabal. Sedecidióporunanimidadqueelniñoprodigioquedase,atodotrance,enlaciudad,porlo menos hasta el día siguiente, a fin de que se pudiera congregar a los demásintegrantes del círculo de ajedrez, y, sobre todo, informar en su castillo al ancianoconde Simiczic, un ajedrecista fanático. El cura, que miraba a su pupilo con unorgullomuyflamante,noquiso,sinembargo,descuidarsuobligadooficiodominical,apesardelaalegríadedescubridorqueleembargaba,ysedeclaródispuestoadejaraMirkoparaquefuesesometidoaunanuevaprueba.EljovenCzentovicfuealojadoporcuentadelcírculodeajedrezenelhoteldelavilla,dondeaquellanochevioporprimeravezensuvidauncuartodebaño.Alatardedeldomingosiguiente,elsalóndelcaféestabarepletodegente.Mirko,sentadodurantecuatrohoras,inmóvil,frentealtablerodeajedrez,vencióunotrasotroalosjugadores,sindecirunasolapalabraysin levantarsiquieraunavez lacabeza.Porúltimo,alguienpropusoquese jugasenunas partidas simultáneas. Se necesitaba un largo rato para hacer comprender alignorantequeenunasesiónde simultáneasél solodebía jugaraunmismo tiempocontravariosadversarios.PeroencuantoMirkosediocuentadeloquesetrataba,seadaptóinmediatamentealatarea,ypasandolentamenteconsuspesadasbotas,deuna

www.lectulandia.com-Página7

mesaalaotra,terminóganandosietedelasochopartidas.Acto seguido se originaron grandes deliberaciones.Aun cuando, en un sentido

más estricto, el nuevo campeón no era hijo de la ciudad, el orgullo local se habíainflamado.Acasolapequeñaciudad,decuyaexistenciadifícilmentesehabíatomadonotahastaeseentonces,estabaenvísperasdealcanzarelhonordequeunode sushijosrecorrieseelmundohechounhombrefamoso.UnagenteapellidadoKoller,elmismo que de ordinario se limitaba a contratar cancionistas para el cabaret de laguarnición local,sedeclaródispuesto—conlasolacondicióndequesesufragasenlos gastos de pensión por espacio de un año— a cuidar de que el mozo fueseperfeccionadoprofesionalmenteenelartedelajedrezporunexcelentemaestrodesuconocimiento, radicado en Viena. El conde Simiczic, que en sesenta años decotidianas partidas de ajedrez jamás se había enfrentado con un contrincante tanextraordinario,secomprometióenelactoapagarlasumanecesaria.Esedíaseinició,pues,laasombrosacarreradelhijodelremero.

Al cabo de medio año, Mirko dominaba todos los secretos de la técnicaajedrecística,pero,adecirverdad,conunaextrañaparticularidad,quemástardefueobjetodeatentaobservaciónynumerosasbromasporpartede losentendidosen lamateria.HadesabersequeCzentovicnuncalogrójugarunasolapartidadememoria,o, por emplear el término técnico, a ciegas. Carecía en absoluto de la facultad deproyectar el tablero de ajedrez sobre el campo ilimitado de la fantasía.Necesitabateneralavistasiempreeltablero,palpablemente,consussesentaycuatroescaquesblancos y negros y las treinta y dos piezas; aun en la época de su fama mundialllevaba constantemente consigo un pequeño tablero plegable, de bolsillo, parareproducirantesusojoslasdistintasposiciones,cuandosetratabadereconstruirparaélunapartidadecampeónyderesolveralgúnproblema.Esedefecto,insignificantedeporsí,revelabaunaausenciadefuerzaimaginativaquesediscutíaenloscírculosrespectivosconelmismoapasionamientoque losmúsicosrevelarían,porsupuesto,enelcasodeunvirtuosoodirectordeorquestasobresaliente,quefueseincapazdeinterpretar o dirigir una obra sin tener la partitura correspondiente a la vista.MasaquellararapeculiaridaddeMirkonoretardóenabsolutosuestupendacarrera.Alosdiecisieteañosyahabíaganadounadocenadepremiosdeajedrez;alosdieciocho,elcampeonatohúngaro,yalosveinte,porfin,elcampeonatomundial.Loscampeonesmásatrevidos,cadaunodeloscualeslesuperabainfinitamenteendotesintelectuales,en fantasía y audacia, sucumbían a su lógica fría y tenaz, igual que Napoleón alpesadoKutuzow,oAníbalaFabioCunctator,quien,aldecirdeLivio,tambiénhabíademostradoensujuventudesosrasgosllamativosdepachorraeimbecilidad.Fueasícomose introdujoenla ilustregaleríadeloscampeonesdeajedrez—quereúneensus filas losmás distintos tipos de superioridad intelectual: filósofos,matemáticos,

www.lectulandia.com-Página8

naturalezas calculadoras, imaginativasyamenudocreadoras—elprimerpersonajeabsolutamente ajeno al mundo espiritual, un mozo aldeano, pesado, silencioso, aquienniaunelperiodistamásavezadolograbaarrancarunasolapalabraquehubierapodidodarpábuloalapublicidad.Esverdadquelosdichosagudosquelacortedadde espíritu de Czentovic escatimó, pronto quedaron sustituidos con creces poranécdotasrelativasasupersona.PorqueenelinstanteenqueMirkoselevantabadelamesadeajedrez,dondeeramaestrosinigual,setransformabairremisiblementeenuna figura grotesca, poco menos que cómica; pese a su solemne traje negro, supomposacorbatayelalfilerconunaperlaalgollamativaysusuñastrabajosamentelustradas,seguíasiendoporsusmodaleselmismotorpecampesinoqueen laaldeahabía fregado lahabitacióndelcura.Sumododesmañadoycasidesvergonzadodeconvertirsutalentoysufamaendinero,satisfaciendounacodiciamezquinayhastaordinaria a veces, ora divertía, ora indignaba a sus colegas. Viajaba de ciudad enciudad, hospedándose siempre en los hotelesmás económicos; jugaba en los clubsmásmíseros,contalqueselepagasensushonorarios;sedejabaretratarparaservirdepropagandaaunamarcadejabón,y,sinimportarlelaburladesuscompetidores,quienessabíanexactamentequenoeracapazdeescribirtresfrasesenformacorrecta,inclusovendiósunombreparaunaFilosofíadelajedrezqueenrealidadhabíaescritouninsignificanteestudiantegalitzianoparauneditorpocoescrupuloso.Comotodaslasnaturalezastenaces,carecíaenabsolutodelsentidodelridículo;desdequehabíalogradoel triunfoenel torneomundial,seconsiderabaelpersonajemásimportantedelatierra,ylanocióndehabervencidoconsuspropiasarmasatodosaquellosquehablabanyescribían tanbrillanteyespiritualmente,asícomo, sobre todo,elhechopalpable de ganar más que ellos, transformó su primitiva inseguridad en unaarroganciafríay,porlogeneral,torpementemanifiesta.

—Pero,¿cómonohabíadeengreír tan repentinagloriaaunacabezahuera?—concluyómi compañero, que acababa precisamente de relatarme algunasmuestraspalmariasdelainfantilprepotenciadeCzentovic—.Elvértigodelavanidad¿cómono iba a hacer presa en el campesino delBanato, quien, con sus veintiún años, depronto,moviendolostrebejossobreuntablerodemadera,ganabamásenunasemanaque,allálejos,todosupuebloenunaño,derribandoárbolesyrealizandolasfaenasmás duras y pesadas?Y luego, ¿no es asombrosamente fácil considerarse un granhombre, cuando uno vive libre de la más remota idea de que alguna vez hayanexistidounRembrandt,unBeethoven,unDante,unNapoleón?Enelcerebrotapiadodeesemozocabeunasolacosayesquedesdehacemesesnohaperdidoningunapartida de ajedrez, y puesto que no sospecha que aparte del ajedrez y del dineroexisten otros valores en elmundo, le sobran razones para sentirse encantado de símismo.

www.lectulandia.com-Página9

Estasnoticiasdemiamigonopodíanmenosdedespertarmimásvivacuriosidad.Todas las especies de monomaníacos, enclaustrados en una sola idea, me haninteresado desde un principio, pues cuanto más se limita un individuo, tanto máscercasehalla,porotraparte,delinfinito;dadoqueesosseresaparentementedistantesdelmundo,seconstruyen,cadacualensumateriayalamaneradelostérmites,unaextrañasíntesisdelmundo,absolutamentesinigual.Nodisimulé,pues,mipropósitodeestudiarmásdecerca,durantelosdocedíasdeviajehastaRío,aquelespécimensingulardelaunilateralidad.

Peromiamigomeprevino:—Seráustedpocoafortunadoenestecaso.Queyosepa,nadiehalogradohasta

ahoraentresacarleaCzentovicunmínimodematerialpsicológico.Detrásdetodasuabismal limitación de alcances, oculta ese campesino ducho la gran astucia de noponersenuncaenevidencia, locual consiguemediante la sencilla técnicadeevitartodaconversaciónquenoseaconcompatriotasdesuambiente,cuyacompañíabuscaenfondinesmodestos.Cuandoadvierteunapersonaculta,seencierraensuconchadecaracol.Heaquíporquénadiepuedevanagloriarsedehaberleoídodecirunanecedadodehabermedidolaprofundidad,quesediceilimitada,desuignorancia.

Micompañero,enefecto,estabaenlocierto.Durante los tresprimerosdíasdelviaje resultó absolutamente imposible acercarse a Czentovic sin recurrir a laindiscrecióngroseraque,al finyalcabo,noescaracterísticamía.Esverdadqueaveces se paseaba por la cubierta, pero siempre lo hacía con las manos sobre laespalda,enlaactitudorgullosamenteensimismadadelNapoleóndelfamosoretrato;susvueltasperipatéticasporlacubiertaeran,además,tanrápidaseimprevistas,queparaalcanzarleunohabríatenidoquecorrerenposdeél.Encambio,nuncasedejóverenlossalones,elbar,lasaladefumar.Segúnsupeporelcamarero,araízdeunaconversación íntima, pasaba la mayor parte del día en su camarote, ensayando oreconstruyendopartidasdeajedrezsobreuntableroenorme.

Alcabodetresdíasempezóafastidiarmerealmenteelhechodequesutécnicadefensivafuesemáshábilquemivoluntaddeacercarmeaél.Enmividahabíatenidooportunidad hasta entonces de trabar conocimiento personal con un campeón deajedrez,ycuantomásmeesforzabaenesaocasiónporconcebirtaltipodehombre,tantomás inconcebible seme antojaba una actividadmental que durante una vidaenteragiraexclusivamenteentornoauntablerodesesentaycuatrocasillasnegrasyblancas.Conocía,huelgadecirlo,porexperienciapropia, laatracciónmisteriosadel«juego de reyes», el único entre todos los ideados por el hombre que se sustraesoberanamenteatodatiraníadelazaryotorgasuslaurelesdevencedordeunmodoexclusivo al espíritu, más propiamente dicho, a una forma determinada de lahabilidadintelectual.¿Peronosecometeunafaltadeempequeñecimientohumillanteconsólotildardejuegoalajedrez?¿Noestambiénunaciencia,unatécnica,unarte,

www.lectulandia.com-Página10

algoquesecierneentreesascategorías,comoelataúddeMahomaentreelcieloylatierra,unatrabazónúnicaentretodosloscontrastes:antiquísimoyeternamentejoven;mecánicoenladisposición,y,sinembargo,eficazsolamenteporobradelafantasía;limitado en el espacio, geométricamente fijo y a la vez ilimitado en suscombinaciones;desarrollándosedecontinuoynoobstante,estéril;unpensarquenoconduce a nada; una matemática que nada soluciona; un arte sin obras; unaarquitectura sin sustancia, y, no obstante, evidentemente más duradero en suexistenciayserquetodosloslibrosyobrasdearte;elúnicojuegopropiodetodoslospueblos y tiempos y del que nadie sabe qué dios lo legó a la tierra paramatar elhastío, aguzar los sentidos y poner en tensión el alma? ¿Dónde empieza, dóndetermina? Cualquier niño puede aprender sus primeras reglas, cualquier chapuceropuede ensayarse en él, y, sin embargo, llega a producir, dentrode ese cuadradodeinvariableestrechez,unaespeciepeculiardemaestrosquenotienencomparaciónconlos de ninguna otra, hombres con un talento exclusivo para el ajedrez, geniosespecíficos,enquieneslavisión,lapacienciaylatécnicaobranenunaconjuncióndeigualmododeterminadaqueenlosmatemáticos,escritoresymúsicos,aunque,esosí,condistintafunciónyarmonía.Entiempospasados,depasiónfisionómica,talvezunGallhubierarealizadoladiseccióndeloscerebrosdetalescampeones,paraaveriguarsienlamasagrisdeesosgeniosdelajedrezsehallamásintensamentemarcadaqueen otras cabezas una sinuosidad determinada, una especie demúsculo del ajedrez,una protuberancia ajedrecística. Cuánto más hubiera entusiasmado a semejantefrenólogoelcasodeunCzentovic,enqueesegenioespecíficoapareceincrustadoenunadesidiaintelectualabsoluta,comounasolavetadeoroenunatoneladaderoca.Siempre he comprendido, en principio, que un juego tan impar y tan genial debíaproducir sus maestros específicos, pero cuán difícil y aun imposible resultaimaginarse la vida de un hombre intelectualmente activo, para quien el mundo sereducedeunmodoexclusivoa laestrechavíaentreblancoynegro,quebusca lostriunfosdesuexistenciaenunnuevoiryvenir,adelantaryretrotraerdetreintaydosfiguras;lavidadeunindividuoparaquienelabrireljuegoconuncaballoenvezdehacerlo con un peón ya significa una hazaña y un miserable rinconcito deinmortalidadendoslíneasdeuntratadodeajedrez;deunhombre,unenteespiritualque,sinvolversedemente,dedicaeneltranscursodediez,deveinte,detreintayaundecuarentaaños,unayotravez,todalaelasticidaddesupensaralridículoafándeperseguirunreydemaderasobreuntablerodemadera.

Y entonces, por primera vez, uno de esos genios raros o uno de esos locosenigmáticos se hallabamuy cerca demí, en el espacio, en el mismo barco, cincocamarotes por medio; y yo, desdichado de mí, en quien la curiosidad en materiaespiritual siempre termina por tomar la forma de una especie de pasión, ¿no seríacapazdeallegarmeaél?Comencéapensarenlosardidesmásabsurdos:orapensaba

www.lectulandia.com-Página11

en despertar su vanidad, simulando una pretendida entrevista para un diarioimportante,oraqueríahacerlecaerenlasredesdelacodiciayproponerleuntorneolucrativo en Escocia. Pero finalmente recordé que la técnica más eficaz de loscazadoresparaatraeralgallomontésconsisteenimitarsugritodecelo,y,enefecto,¿quéotracosaofrecíamayoresprobabilidadesdemerecerlaatencióndeuncampeóndeajedrezqueunpardepersonasentregadasaesejuego?

Ahorabien,enningúnmomentodemividahesidouncabalartistadelajedrez,yelloporlasimplerazóndequejamásleatribuíaimportanciaysólolededicabaunaqueotravezuncortotiempoparadistraerme.Cuandomecolocoporunahorafrentealtablero,deningúnmodolohagoparaesforzarmesino,alcontrario,paradescansardelesfuerzointelectual.«Juego»alajedrezenelsentidomásacabadodelapalabra,mientraslosdemás,losauténticosjugadores,«serian»alajedrez,paraintroducirunanuevapalabraatrevidaenelidiomaalemánqueHitlermehavedado.

Pues bien, el ajedrez, lo mismo que el amor, requiere indefectiblemente uncompañero, y en aquel instante aún no sabía si, además de nosotros, había otrosaficionados a bordo. Para sacarlos con halagos de sus cuevas, armé una trampaprimitivaenelsalóndefumar,sentándomeconmiesposa,amododereclamo,frenteaun tablero, a pesar deque ella esmenos experta aúnqueyo en ese juego.Y, enefecto,nohabíamos realizado todavía seis jugadas, cuandoyaalguien sedetuvoalpasar y otromás pidió permiso para vernos jugar; por último apareció también eldeseado compañero que me propuso una partida. Llamábase McConnor y era uningeniero de minas escocés que, según me enteré, había ganado una gran fortunaperforandoel suelodeCaliforniaenbuscadepetróleo.Físicamenteeraunhombrefornido, con recias mandíbulas casi cuadradas y duras, dientes fuertes y una tezsanguínea, cuyo pronunciado tono rojizo se debía, seguramente, cuandomenos enparte, a abundantes libaciones de whisky. Por desgracia manifestábase también,durante el juego, que los hombros excepcionalmente anchos correspondían a unímpetu casi atlético que formaba parte del carácter del tal míster McConnor, unindividuodeesaclasedetriunfadoressegurosdesímismos,queconsideranhastaladerrota en el juego más baladí como una afrenta a su propio concepto personal.Acostumbradoaimponersesincontemplacionesenlavida,mimadoporéxitosreales,esemacizoself-mademanestabainconmoviblementepersuadidodesusuperioridad,atalpuntoquecualquierresistencialeexcitabacomounasublevacióninconveniente,casicomounaofensa.Cuandoperdiólaprimerapartida,volviosegruñónycomenzóadeclararcircunstanciadaydictatorialmentequeellosólopodíaserconsecuenciadeundescuidomomentáneo.Alsufrireltercerrevés,culpóalruidoquellegabadesdeelsalónvecino;ynoperdióunasolapartidasinexigirinmediatamenteeldesquite.Alcomienzomedivirtió ese encarnizamiento ambicioso, pero luegoya sólo lo aceptécomo inevitable fenómeno secundario, al que hube de conformarme en aras demi

www.lectulandia.com-Página12

verdaderopropósito:eldeatraeranuestramesaalcampeónmundial.

Altercerdíalologré,o,cuandomenos,lologréamedias.YaseaqueCzentovicnoshabíaobservadoatravésdelojodebuey,desdelacubiertadepaseo,yaseaquehonrabapormeracasualidadalsalóndefumarconsupresencia,lociertoesqueencuanto vio a unos legos entregados a su arte, se acercó instintivamente un paso yguardandoladebidadistanciaechóunamiradaescrutadorasobrenuestrotablero.EnesemomentoletocabaaMcConnormoverunapieza.EsesolomovimientopareciósuficienteparademostraraCzentovicquenuestrosesfuerzosdeaficionadosnoerandignos de la ulterior atención de un maestro. Con la misma naturalidad con quenosotrosapartamos,enunalibrería,unamalanovelapoliciacaquesenosofrezca,sinsiquieraempezarahojearla,sealejódenuestramesayabandonóelsalóndefumar.

«Nos probó y nos encontró demasiado insignificantes», pensé, un tantodisgustadoporesamiradafría,despectiva,yparaabrir,comoquiendice,unaválvuladeescapeamimalhumor,dijeaMcConnor:

—Sujugadanoparecehaberentusiasmadomayormentealmaestro.—¿Aquémaestro?Le expliqué que el caballero que acababa de pasar a nuestro lado y que había

observado nuestro juego conmirada de desaprobación, era Czentovic, el campeónmundialdeajedrez.Agreguéqueambossobreviviríamosasuilustredesprecioynosconformaríamossinsentirnosheridosenelalma,yaque,alfinyalcabo,«lospobresdebencocinarconagua».Peroantemisorpresa,esacomunicaciónhechaaldesgaire,produjoenMcConnorunefectoabsolutamenteinesperado.Seexcitóenseguida,seolvidódenuestro juego,ysuamorpropioempezó,comoquiendice,a latirdeunamaneraaudible.NohabíatenidolamenorideadequeCzentovicsehallaseabordo,yencuantolosupo,afirmóqueelcampeóndebíajugarconél,costaseloquecostase.En suvida había jugado contra un campeónmundial, exceptuandoun caso enquejunto con otros cuarenta contrincantes intervino en una sesión de partidassimultáneas. Ya eso había sido, según él, terriblemente excitante y poco faltó enaquella oportunidad para que ganara. Me preguntó si conocía personalmente alcampeón.Ycomolecontestaranegativamente,merogóqueloabordaseeinvitaseanuestra mesa.Me negué, aduciendo que, según tenía entendido, Czentovic no eraaccesibleanuevasrelaciones.Además,¿quéatractivopodíatenerparauncampeónmundialelenfrentarseconjugadoresdetercerordencomoloéramosnosotros?

Mejor no hubiera empleado esa expresión de jugadores de tercer orden aldirigirmeaunhombretansoberbiocomoMcConnor.Serecostódisgustadoydeclaróconbrusquedadque,porsupartenopodíacreerqueCzentovicrechazaría lacortésinvitación de un caballero.Él ya se cuidaría de eso.Respondiendo a su pedido, leesbocéunadescripcióndelapersonadelcampeónmundial,yalmomentoselanzó,

www.lectulandia.com-Página13

abandonando indiferente nuestro tableroy con incontenible impaciencia, enposdeCzentovic, buscándolo por la cubierta de paseo. Noté de nuevo que era imposibledetener al dueño de aquellos hombros tan anchos, en cuanto y tan pronto habíaorientadosuvoluntadhaciaunobjetivodeterminado.

Esperé,bastante intrigado.Alcabodeunosdiezminutos,McConnorvolvió,denomuybuentalante,alparecer.

—¿Y?—pregunté.—Teníaustedrazón—contestóunsiesnoesindignado—.Noesloquesellama

unhombreagradable.Mepresenté.Leexpliquéquiénsoy.Nisiquierametendiólamano. Traté de explicarle cuán orgullosos y honrados nos sentiríamos todos suscompañeros de viaje si jugara unas partidas simultáneas con nosotros. Pero no seinmutó.Sólodijoquelosentía,peroqueestabacomprometidoporuncontratoconsuagente, y que ese contrato le vedaba expresamente jugar durante toda su gira sincobrar honorarios. Que su tarifa mínima eran doscientos cincuenta dólares porpartida.

Meechéareír:—Nunca seme hubiera ocurrido pensar que la tarea demover unas piezas de

ciertos escaques negros a otros blancos pudiera llegar a constituir un negocio tanlucrativo. Espero que usted se habrá despedido con la misma cortesía con que sepresentó.

PeroMcConnorpermanecióinmutablementeserio.—Concertamosunencuentroparamañana,alastresdelatarde.Aquí,enelsalón

defumar.Esperoquenonosdejaremosderrotartanfácilmente.—¿Cómo? ¿Usted le concedió los doscientos cincuenta dólares? —exclamé

grandementesorprendido.—¿Por qué no? C'est son métier. Si sufriera dolor de muelas y hubiese

casualmenteundentistaentrelospasajeros,tampocopretenderíaquemearrancaselamuelaatítulogratuito.Alhombreleasistetodalarazóndelmundocuandofijaesosprecios; en todos los oficios, los más entendidos son a la vez los mejorescomerciantes.En cuanto amí se refiere, cuantomás caro un negocio, tantomejor.Prefieropagar loqueseaantesdeadmitirqueunseñorCzentovicmeconcedaunamercedyyotermineportenerquedarlelasgracias.Mirándolobien,¿cuántasvecesheperdidomásdedoscientoscincuentadólaresenunatardeennuestroclub?,yesosin jugar contra un campeón mundial. Para jugadores de «tercer orden» no esvergonzosoquedarvencidosporunCzentovic.

Observé con cierto placer cuán profundamente mi inocente calificación de«jugadoresdetercerorden»habíaheridoelamorpropiodeMcConnor.Pero,puestoque estaba en su ánimo el pagar tan caro su gusto, nada podía objetar contra suorgullodescarriado,queenúltimainstanciahabíadefacilitarmeelconocimientodel

www.lectulandia.com-Página14

objeto demi curiosidad. Informamos rápidamente sobre el inminente suceso a loscuatro o cinco caballeros que hasta entonces habían hecho profesión de fe de suafición al ajedrez, y a fin de evitar en lo posible que nos molestasen los demáspasajerosconsuiryvenir,mandamosreservardeantemano,nosólonuestramesa,sinotambiénlasmesasvecinas.

Aldíasiguientenuestrogrupitose reuniópuntualmentea lahoraconvenida.Elasiento del medio, frente al del maestro, quedaba, desde luego, destinado aMcConnor, quien, para aliviar su nerviosidad, encendía pesados cigarros, uno trasotro,ymirabaacada rato, inquieto, el reloj.Peroelcampeónmundial—segúnyobarruntaba después de las referencias que me había dado mi amigo— nos hizoesperardiezminutoslargos,loque,porsupuesto,diomayoraplomoasuaparición.Seacercó,tranquiloygrave,alamesa.Sinpresentarse—«vosotrossabéisquiénsoy,yamínomeinteresasaberquiénessois»,parecíasignificaresagrosería—inicióconsequedad de profesional las disposiciones del caso. En vista de que por falta desuficientes tableros era imposible llevar a cabouna sesiónde simultáneas, propusoquetodosjuntosjugásemoscontraél.Despuésdecadamovimiento,seretiraríaaotramesa en el extremo del salón para no molestar nuestras deliberaciones. Una vezrealizadas nuestras jugadas de réplica, golpearíamos con una cuchara contra unacopa,yaque, lamentablemente,nohabíaunacampanillademesaamano.Ademáspropusoque se fijaraun límitemáximodediezminutosparacada jugada, siempreque nosotros no prefiriéramos otras disposiciones. Huelga decir que aceptamos,hechosunosestudiantilloscohibidos, todocuantonosproponía.Enelsorteode loscolores, le tocaron a Czentovic las piezas negras; hizo, de pie todavía, su primermovimientorespondiendoanuestraaperturaysedirigióinmediatamenteallugardeesperaqueélmismohabíadesignadoydonde,negligentementerecostado,hojeóunarevistailustrada.

Lospormenoresdelpartidoofrecieronpocointerés.Terminó,naturalmente,comotenía que terminar, es decir, con nuestra derrota absoluta, la cual se produjo yadespués del vigésimo cuarto movimiento. El hecho de que un campeón mundialderrotasecontodafacilidadamediadocenadejugadoresmediocresyaunmenosquemediocres,eradeporsípocosorprendente;loúnicoqueenrealidadnosmolestabaatodoseraelmodoprepotenteydemasiadomanifiestoconqueCzentovicnoshacíasentirlafacilidadconquenoshabíaganado.Cadavezquellegabasuturno,echabasólo una mirada aparentemente fugaz sobre el tablero, midiéndonos con otradisplicente,comosianuestraveztampocohubiéramossidomásqueinertesfigurasdemadera.Esegestoimpertinentehacíapensar,sinquerer,enelmodoconquesetiraun hueso a un perro sarnoso, apartando la vista. Ami ver, hubiera podido llamarnuestra atención con un mínimo de tacto, sobre algún error y animarnos con unapalabra gentil. Pero ese inhumano autómata ajedrecista no pronunció tampoco una

www.lectulandia.com-Página15

solasílabaunavezterminadalapartida,sinoqueesperó, inmóvil,frentealamesa,luego de darnos el «mate», por si deseábamos jugar una segunda partida con él.Indefenso,comosiempresequedaunoantelagroseríainsensible,pormiparteyamehabía levantado para demostrar con ese movimiento que, concluido ése que sereducíaaunnegociovaloradoendólares,dabapor terminado tambiénelplacerdenuestra relación, cuando, con gran disgusto mío, McConnor dijo con vozcompletamenteronca:

—¡Desquite!Su tono provocativome sobresaltó o pocomenos.En esemomentoMcConnor

dabamáslaimpresióndeunboxeadorapuntodedescargarunalluviadegolpesquede un caballero atento.Ya sea a causa del tratamiento desagradable que nos habíadadoCzentovic,odesuamorpropiopatológicamenteexcitable,lociertoesquelosmodales de McConnor habían cambiado totalmente. Su rostro se había vueltoencarnado, las ventanas de su nariz se dilataban bajo una fuerza interior, transpiróvisiblementeydesuslabiosapretadospartióunamarcadaarrugahastalabarbillaqueadelantabacongestobelicoso.Descubrícondesasosiego,ensusojos,lavibracióndelapasiónindómitaque,porlocomún,sóloatacaalagentefrentealamesaderuletacuandoalasextaoséptimajugada,paralascualescadavezsehadobladolaapuesta,no aparece el color esperado. En ese instante comprendí que ese fanático jugaríacontraCzentovic,aunquelecostaratodasufortuna,quejugaríayvolveríaajugarasimple y a doble hasta ganar siquiera una sola partida. A condición de que no secansase,CzentovichabíaencontradoenMcConnorunaminadeorodelaque,hastalallegadaaBuenosAires,podíaextraerunoscuantosmilesdedólares.

Czentovicnoseinmutó.—Acepto—contestó cortésmente—. Los señores jugarán ahora con las piezas

negras.Lasalternativasdelsegundoencuentronofueronmayormentedistintas,salvoque

unoscuantoscuriososnosóloampliaronnuestrocírculosinoqueademásleprestabanmayoranimación.McConnormirabael tablerocontalfijezaquedabala impresióndequerermagnetizarlaspiezas,deimpregnarlasdesuvoluntadafindequeganasen.Era evidente que hubiese sacrificado con gusto hasta mil dólares por el placer degritar «¡mate!» al impasible adversario. Algo de su excitación encarnizada noscontagió de extraño modo y contra nuestra voluntad. Se discutían los distintosmovimientos conmuchamás pasión que antes; a últimomomento siempre el unoretenía al otro, antes de ponernos de acuerdo en dar la señal convenida para queCzentovicvolviese a lamesa.Llegábamospocoapocoa ladecimoséptima jugadacuando, ante nuestra propia sorpresa, se produjo una situación que parecíaasombrosamentefavorable,yaquehabíamosconseguidollevarelpeóndelalíneacal penúltimo escaque, c2; sólo nos hacía falta adelantarlo a c1 para coronarlo. Sin

www.lectulandia.com-Página16

embargo,esaventajademasiadoevidentenonosdejómuyufanos,ybarruntábamosqueauncuandolahabíamoslogradoaparentemente,acasoconstituíaunatrampaque,con toda intención, nos había preparado Czentovic quien, de más está decirlo,abarcaba la situación con mucha mayor exactitud. Pero, a pesar de las afanosasbúsquedas y discusiones, no logramos descubrir la supuestamaniobra secreta. Porfin,altérminocasideltiempoestablecidoparacadamovimiento,decidimosarriesgarla jugada.YaMcConnor teníaelpeónentre losdedosparacorrerlohasta laúltimacasilla, cuando se sintió de pronto tomado del brazo y alguien musitó con vozvehemente:

—¡No!¡PorelamordeDios!Todos volvimos la cabeza instintivamente. Un caballero, como de cuarenta y

cincoañosdeedad,cuyorostrofinoyseveroyaanteshabíallamadomiatenciónenel puente de paseo por su extraña palidez casi azulada, parecía haberse acercado anosotrosenlosúltimosminutos,cuandodedicábamostodonuestrocuidadoaljuego.Notandonuestrasmiradas,agregóprecipitadamente:

—Siustedesletomanahoraladama,élreplicaráenseguidaconelalfilyustedesretirarán el caballo.Pero entretanto él corre supeón libre ad7, amenaza la torreyaunquediganjaqueconelcaballo,ustedesperderányalosnueveodiezmovimientosquedaránvencidos.Escasi lamismasituaciónqueAlekhineplanteóen1922,enelgrantorneodePistoja,contraBogoljubow.

McConnor soltó, asombrado, la pieza y miró de hito en hito, y no menossorprendido que todos los demás, a aquel hombre que había aparecidoinesperadamente comoun ángel salvador.Un individuo capazde calcular un jaquemateanticipándoseanuevejugadas,nopodíasersinounentendedorconsumadoy,acaso,hastauncompetidorqueviajabapara jugarenelmismocampeonatoycuyallegadaeintervenciónprecisamenteentancríticoinstanteteníaalgodesobrenatural.ElprimeroenrecobrarsefueMcConnor,quiensusurróagitado:

—¿Quéaconsejaríausted?—No avanzar en seguida, sino eludir primero. Sobre todo, apartar el rey de la

amenazada líneag8, llevándole ah7.Lomásprobable es que entoncesdesviará elataque hacia el flanco opuesto. Pero en tal caso usted replicará con la torremoviéndola de c8 a c4; eso le costará, en dosmovimientos, un peóny con ello lasuperioridad.Quedaráasíunpeónlibrecontraotropeónlibre,siustedjuegabienenladefensa,lograríatodavíaunempate.Estodoloquepuedeconseguirse.

Nos quedamos de nuevo absortos. Tanto la precisión como la rapidez de sucálculoteníaalgodedesconcertante;dabalaimpresióndeleerlosmovimientosenunlibro impreso. Con todo, la inesperada posibilidad de lograr, gracias a suintervención,elempatedenuestrapartidacontrauncampeónmundial,tuvoelefectodeencantamiento.Todosnosapartamosaunmismotiempo,paraofrecerleunavisión

www.lectulandia.com-Página17

másdespejadadeltablero.UnavezmásMcConnorpreguntó:—¿Demaneraqueelreydeg8ah7?—¡Asíes!¡Eludirenprimertérmino!McConnorobedecióydimos laseñal,golpeandocontraunacopa.Czentovicse

acercóconsuhabitualpasoindiferenteanuestramesayaprecióconunasolamiradalajugadacontraria.Luegomovióelpeónsobreelaladelreydeh2ah4,exactamentetal como nuestro salvador desconocido lo había predicho. Entonces, éstemurmuróexaltado:

—¡Avanceconlatorre,adelantelatorrec8ac4,asítendráquecubrirprimeroelpeón!Peronoleserviráparanada.Usted,sinprestaratenciónasupeónlibre,muevael caballo de c3 a d5, y con eso se restablecerá el equilibrio. Ahora, en vez dedefenderse,tienequeejercerpresiónhaciaadelante.

No comprendimos lo que insinuaba. Nos sonaba a chino cuanto decía. Perosometidoyaasuhechizo,McConnorprocediósinreflexionarsegúnlasindicacionesdeldesconocido.NuevamentellamamosaCzentovic,golpeandocontraunacopa.Porprimeraveznosedecidióalinstante,sinoquemiróintensamenteeltablero.Suscejasse fruncían sin él quererlo. Luego ejecutó cabalmente el movimiento que eldesconocidohabíapronosticado,ysediovueltaconademánderetirarse.Peroantesdemarcharseocurrióalgonuevoeinesperado.Czentoviclevantólamiradayrepasónuestrogrupo.Quería,evidentemente,averiguarquiénleofrecíaderepentetantenazresistencia.

A partir de esemomento, nuestra excitación aumentó hasta lo indecible.Anteshabíamosjugadosinesperanzasciertas,mientrasqueahoralaideadehumillarlafríaarroganciadeCzentovicacelerabaconardornuestropulso.Peroyanuestroflamantecolaborador había dispuesto la jugada siguiente; podíamos—mis dedos temblabanmientrasgolpeabalacopaconlacucharita—volverallamaraCzentovic.Entoncesfue cuando obtuvimos nuestro primer triunfo. Hasta entonces Czentovic siemprehabía jugado de pie; ahora titubeaba, y acabó por sentarse. Lo hizo pausada ylentamente,peroelmismohechodesentarseyabastabaparaanular,físicamente,laanterior diferencia, aquella de arriba a abajo entre él y nosotros. Le habíamosobligado a situarse, cuandomenos en el espacio, a un mismo nivel con nosotros.Reflexionó largo tiempo, con los ojos inmóviles clavados en el tablero, demaneraqueapenassepodíandistinguirsuspupilasbajo lospesadospárpados,ydurante lalaboriosa reflexión iba abriéndosele paulatinamente la boca, con lo que su cararedondaadquirióunaspectountantosimplón.Czentovicmeditóunosminutos,luegohizosujugadayselevantó.Enseguidanuestronuevoamigomusitó:

—Fue un movimiento para ganar tiempo. Bien pensado. Pero no hay quecontestarlo. Hay que forzar el cambio; el trueque es indispensable; así lograremostablas,yniDiospodráayudarle.

www.lectulandia.com-Página18

McConnorobedeció.Lospróximosmovimientosfueronparalosdos—nosotroshacíaratoyaquehabíamosquedadorelegadosalpapeldemerosfigurantes—uniryvenirquenosabíamosexplicarnos.Despuésdesietejugadas,másomenos,yalcabodeprolongadavacilación,Czentoviclevantólacabezaydeclaró:

—¡Tablas!Duranteuninstantereinóunsilencioabsoluto.Seoíandepronto,elrumordelas

olasylamúsicadejazzenelreceptorderadiodelsalón,sepercibíacadapasodesdelacubiertadepaseoyeltenuesusurrodelvientoquesecolabaporlasrendijasdelasventanas. Todos reteníamos la respiración; aquello se había producido demasiadorepentinamente y todos estábamos poco menos que aturdidos por la realidad delhechoincreíbledequeaqueldesconocidoimpusiesesuvoluntadalcampeónmundialenunapartidaamediasperdidaya.McConnorsereclinóconunmovimientobrusco,ylarespiraciónretenidaseexhalóconunaudible«¡ah!»defelicidaddesuslabios.Yo,amivez,observéaCzentovic.Yadurantelosúltimosmovimientoscreínotarensurostrounamayorpalidez.Perosupodominarseperfectamente.Semantuvoensurigidez de aparente indiferencia y sólo preguntó displicente, mientras quitaba conmovimientotranquilolaspiezasdeltablero:

—¿Losseñoresdeseanunatercerapartidatodavía?Formulólapreguntadeunmodonetamenteconvencional,puramentecomercial.

Lo sorprendente fue que en esa oportunidad no se dirigiese aMcConnor, sino queclavase lamirada penetrante y fija en la de nuestro salvador. Tal como el caballodistingue elmejor jinete por elmodo de sentarsemás aplomado, Czentovic debíahaber reconocido en las últimas jugadas a su verdadero, su auténtico contrincante.Todosseguimosinstintivamentesumiradaynosfijamosatentosenelsemblantedeldesconocido. Pero antes de que éste hubiera podido reflexionar y menos aúncontestar,McConnorgritabayatriunfalmenteensuambiciosaexcitación:

—¡Naturalmente!Peroestavezusteddebejugarsolocontraél.¡UstedsolocontraCzentovic!

Enesemomentosucedióalgo imprevisible.Eldesconocido,quehabíaquedadomirandofijayextrañamenteeltablerodeajedrezlimpioyadepiezas,sesobresaltóalnotartodaslasmiradasfijasenélyqueselehablabacontantoentusiasmo.Surostrodenotósúbitaconfusión:

—De ninguna manera..., caballero —tartamudeó, visiblemente cohibido—. Esabsolutamente imposible... No hay ni qué hablar de eso... Hace veinte, más,veinticincoaños,quenohevueltoasentarmefrenteauntablerodeajedrez...Ysóloahoramedoycuentademicomportamientoincorrectoalintervenirensujuegosinelpermisodeustedes.Perdonen...quenomolestarémás.

Antes de que nos recobráramos de nuestra sorpresa, ya se había retirado yabandonadoelsalón.

www.lectulandia.com-Página19

—Pero esto no puede ser...—vociferó el temperamentalMcConnor, dando unpuñetazo—.No es posible que ese señor no haya jugado al ajedrez en veinticincoaños. Si sabe calcular anticipadamente cinco o seis movimientos y suscorrespondientes réplicas. Nadie puede hacer eso sin tener mucha práctica. Esabsolutamenteimposible,¿verdad?

Con esa última pregunta, McConnor se había dirigido, sin darse cuenta, aCzentovic.Peroelcampeónmundialmantuvosuinalterablefrialdad.

—No puedo juzgar al respecto. De todos modos, ese caballero juega de unamanera un tanto sorprendente e interesante; por eso le di premeditadamente unaoportunidad.

Levantándosealmismotiempocontodadisplicencia,agregómuyseco:—Sielseñorolosseñoresdeseanotrapartidaparamañana,estaréasusórdenes

desdelastresdelatarde.Nopudimosmenosde sonreír levemente.Todos sabíamosqueCzentovichabía

estado lejos de querer brindar generosamente una oportunidad a nuestro salvadordesconocido y que aquella observación no era más que una ingenua excusa paradisimular su fracaso. Pero ella acrecentó nuestro deseo de ver humillada unaarrogancia tan inconmovible.Unambiciosoydesorbitadoafánde lucha invadiódepronto a los pacíficos y despreocupados pasajeros, porque nos fascinaba delmodomás provocativo la idea de que precisamente en el buque en que viajábamos y enmediodelocéanopudieraarrebatárselalapalmaalcampeónmundialdeajedrez,unacontecimientoque todas lasagencias telegráficas irradiarían inmediatamentesobreelgloboentero.Aelloseagregabatodavíaelencantodelomisteriosoqueemanabade la inesperada intervención de nuestro salvador, precisamente en el momentocrítico,yelcontrastedesuhumildadcasitemerosaconelinconmovibleamorpropiodel profesional. ¿Quién era aquel desconocido? ¿Reveló el azar aquí un genio delajedrez queno se había descubierto todavía? ¿Onos ocultó su nombreunmaestrofamosoporalgunarazónimpenetrable?Discutíamostodasesasposibilidadesconelmayor calor; ni aun las hipótesis más atrevidas nos parecían bastante osadas paraarmonizarlatimidezmisteriosaylasorprendenteconfesióndeldesconocido,consuarteyhabilidadinnegables.Enunpunto,sinembargo,todosestábamosdeacuerdo:norenunciarbajoningúnconceptoalespectáculodeunnuevoencuentro.Decidimosagotar losmedios para inducir a nuestro salvador a que al día siguiente jugase unpartido contra Czentovic, y McConnor se comprometió a correr con el riesgoeconómico correspondiente. Como entretanto supimos por un camarero que eldesconocido era austriaco, se me encargó a mí para que, como compatriota, lesometiesenuestropedido.

No tardémuchoenencontraren lacubiertadepaseoalque tan rápidamentese

www.lectulandia.com-Página20

habíaretirado.Estabatendidoenunsillóndetijera,leyendo.Antesdeacercarmeaél,mequedéun ratocontemplándolo.Lacabeza,de rasgosmarcados,descansabacongestodelevecansanciosobreunaalmohada;nuevamentemesorprendióenparticularla extrema palidez de aquella cara relativamente joven, en cuyas sienes resaltabanunos cabellos de deslumbrante blancura; tuve, no sé por qué, la sensación de queaquelhombredebíahaberenvejecidodegolpe.Apenasmeaproximéaél,selevantóy se presentó dándome a conocer su apellido, que era el de una antigua familiaaustriacahonrosamenteconceptuada.RecordéqueuncaballerodeeseapellidohabíapertenecidoalcírculoíntimodelosamigosdeSchubertyqueunmédicodecabeceradelancianoemperadoreramiembrodelamismafamilia.CuandotransmitíaldoctorB. nuestra solicitud en el sentido que aceptase el reto de Czentovic, quedóvisiblementeperplejo.Elloeraquenoteníalamenornocióndequeenaquelpartidosehabíaenfrentado,gloriosamente,conuncampeónmundialy,porañadidura,conela la sazón más afortunado. Esa noticia parecía impresionarle por alguna razóndeterminada,puesunayotravezpreguntabasiestabasegurodequesetratabadeuncampeónmundial reconocido.Me di cuenta prontamente de que esa circunstanciafacilitabamimisión,peroatentoasudelicadeza,creíoportunocallarporelmomentoque el riesgo material de una eventual derrota correría por cuenta de McConnor.Despuésdeuntitubeoprolongado,eldoctorB.sedeclaródispuesto,porfin,allevaracaboesapartida,peronosinhaberpedidoexpresamentequeadvirtiesenuevamentealosdemásseñoresquenodepositaranesperanzasdemasiadovivasensucapacidad.

—Porque—agregó con una sonrisa pensativa— ignoro realmente si sé jugar,comoesdebido,unapartidadeajedrezsegúntodaslasreglas.Créameusted,noerafalsamodestiacuandodijequenohevueltoatocarunapiezadeajedrezdesdemistiemposdeestudiantesecundario,esdecir,desdehacemásdeveinteaños.Yaunenaquellostiempossólopasabaporjugadordiscreto.

Dijoesoenuntonotannatural,quenopudedarpábuloalamenordudarespectode su sinceridad. Sin embargo, no pude menos de expresar mi admiración por laexactitudconquerecordabacadacombinacióndelosmásdistintosmaestros.Debíahaberse dedicadomucho al ajedrez, por lomenos en teoría. El doctor B. volvió asonreírdeaquellamaneraextrañamentesoñadora.

—¿Que sime había dedicadomucho al ajedrez?...Dios sabe que lo he hecho.Pero eso ocurrió en circunstancias muy particulares, más aún, absolutamente sinigual.Esunahistoriaasazcomplicada,quepodríapasarmuybienporunapequeñacontribuciónalacaracterizacióndenuestradeliciosaydecisivaépoca.Siustedtienemediahoradepaciencia...

Señaló una silla de tijera al lado de la suya. Acepté gustoso su invitación.Estábamossinvecinos.EldoctorB.sequitóloslentesqueusabaparaleer,losdejóaunladoyempezó:

www.lectulandia.com-Página21

—«Ha tenido usted la gentileza de manifestar que como vienés recordaba miapellido.Perosospechoquenuncahabráoídohablardelbufetedeabogadosquealprincipiodirigíajuntoconmipadreyluegosolo,puesnosolíamosdefendercausasalascualessedierapublicidadenlosdiarios,yevitábamos,porprincipio,aumentarelnúmero de nuestros clientes. En realidad, el nuestro no era tampoco un verdaderoestudiodeabogadossinoquenoslimitábamosalaasesoríajurídicaysobretodoalaadministración de bienes de los grandes conventos, con los cualesmi padre estabarelacionadocomoexdiputadodelpartidoclerical.Además—hoyquelamonarquíapertenecealdominiodelahistoria,yapuedehablarsedeeso—senoshabíaconfiadola administración de los fondos de algunos miembros de la familia imperial. Esarelaciónconlacorteyelclero—untíomíoeramédicodecabeceradelemperador,yotro,abaddeSeitenstetten—seremontabayaadosgeneracionesatrás;sóloteníamosqueconservarla.Nuestraactividaderatranquila,casidiríasilenciosaycontinuabaenvirtud de esa confianza heredada. En realidad no requería mucho más que ladiscreciónyconfianzamásabsolutas,doscondicionesquemidifuntopadreposeíaengradosumo.Él,enefecto, logróconservarlesasusclientes,graciasasuprudencia,considerablesfortunas,tantoenlosañosdelainflacióncomoenlosdelarevolución.CuandomástardeHitlerseadueñódelpoderenAlemaniaeiniciósusasaltoscontrala propiedad de la Iglesia y de los monasterios, intervinimos también allende lafronteraendistintasnegociacionesytransaccionesparasalvar,almenos, losbienesmuebles de la confiscación, y sabíamos más con respecto a ciertas negociacionespolíticas secretas de la curia y la cortede loque jamás llegará a conocimientodelpúblico.Peroprecisamenteelaspectopocollamativodenuestroestudio—nisiquierateníamos chapa en la puerta—así como la precaución consistente en evitar ambosmanifiestamente todos los círculos monárquicos de Viena, brindaron la mayorseguridadcontrainvestigacionesindiscretas.Dehecho,entodosesosaños,ningunaautoridad jamás sospechó en Austria que los correos secretos de la casa imperialsiempreentregabanyretirabansucorrespondenciamásimportante,nimásnimenosqueennuestroinsignificanteestudioinstaladoenuncuartopiso.

»Pues bien, mucho antes de armar sus ejércitos, el nacionalsocialismo habíacomenzado a organizar en los países vecinos otro ejército no menos peligroso ydisciplinado: la legiónde los infortunados, de los relegados, de los humillados.Encada oficina, en cada empresa, se habían anidado las llamadas “células”; en todolugar, hasta en las habitaciones privadas de Dollfuss y Schuschnigg, estabancolocados sus escuchas y espías. Tenían su representante hasta en nuestromodestísimo escritorio, como por desgracia llegué a saber demasiado tarde. Esverdad que no era sino un escribiente miserable, sin talento alguno, que porrecomendacióndeuncurahabíaempleadoparadaranuestroestudio,exteriormente,el aspecto de una oficina regular; en realidad sólo lo empleábamos para recados

www.lectulandia.com-Página22

inocentes, le dejábamos atender el teléfono y ordenar las actas, es decir, aquellasactasqueeranindiferenteseinsignificantesenabsoluto.Jamásselepermitióabrirlascartas;todaslascartasimportanteslasescribíayopersonalmenteamáquina,sindejarcopia; yo mismo llevaba cualquier documento de valor a mi casa, y lasconversacionessecretaslasrealizabaexclusivamenteenelprioratodelmonasteriooenelconsultoriodemitío.Graciasaesasmedidasdeprecauciónaquelespíanollegóa descubrir ninguno de los sucesos verdaderos; pero a raíz de alguna casualidaddesdichada, el ambicioso individuo debió haberse dado cuenta de que inspirabadesconfianzayqueasusespaldasocurríancosashartointeresantes.Esposiblequeenmiausenciaalgúncorreohayahabladoimprudentementede“SuMajestad”envezdeemplear el convencional “barón Fern”, como también puede ser que el malandrínhaya abierto alguna carta sinmi autorización; de todosmodos, y antes de que yopudierasospecharalgo,sehizodarórdenesdesdeMunichoBerlínparavigilarnos.Sólomuchomástarde,cuandoyahacíatiempoqueestabapreso,recordéqueenlosúltimosmesessuprimitivadesidiaparaeltrabajosehabíatransformadoenrepentinaaplicación, y que varias veces se ofreció casi importunamente a llevar micorrespondenciaalcorreo.Nopuedoabsolverme,pues,deciertaimprudencia,pero,¿acasoelhitlerismonoganólapartidavenciendoaunalosdiplomáticosymilitaresmásavezadosdelmundo?RecibíunapruebapalpabledelcuidadoycariñoconquelaGestapo, desde tiempo atrás, venía dedicando su atención ami persona, cuando lamisma tarde enqueSchuschnigg renunció, y undía antes dequeHitler entrara enViena,me detuvieron los hombres de la S.S. Felizmente había logrado quemar lospapeles más importantes, no bien oí en la radio el discurso de despedida deSchuschnigg;ylosdocumentosrestantesconlosindispensablescomprobantesdelosvalores depositados en el extranjero y pertenecientes a los conventos y dosarchiduques, los mandé, literalmente a último momento, antes que derribaran mipuerta, escondidos en un cesto de ropa con mi vieja ama de casa, mujer de todaconfianza,aldomiciliodemitío.»

El doctor B. se interrumpió para encender un cigarro. A su viva luz observénuevamente el tic nervioso que se traducía en un movimiento convulsivo de lacomisura izquierdade suboca, y queya antes había llamadomi atencióny, segúnpudecomprobar,serepetíaaintervalosbastanteregularesdealgunosminutos.Noeramás que un movimiento fugaz, poco más intenso que el tomar aliento, pero quemarcabatodoelrostroconunainquietudextraña.

—«UstedcreerátalvezqueahoravoyahablarledelcampodeconcentraciónalquesellevóatodoslosquehabíanguardadofidelidadanuestraviejaAustria;delashumillaciones,martiriosytorturasqueallísufriría.Peronoocurriónadadeeso.Medestinaronaotracategoríadepresidio.Nomellevaronjuntoconlosdesdichadosenquienes se ensañaba un resentimiento represado desde mucho tiempo atrás,

www.lectulandia.com-Página23

humillándolos físicaypsíquicamente, sinoqueme incorporaronaaquelotrogruporeducido al que los nacionalsocialistas pensaban arrancar dinero o informacionesimportantes.Desde luego,mimodestapersona leeraperfectamente indiferentea laGestapo. Esta debía haberse enterado, sin embargo, de que éramos los testaferros,administradores y hombres de confianza de sus enemigos más tenaces, y lo quequeríanarrancarmealafuerza,eranpruebas,pruebascontralosconventosalosquequerían acusar de transferencias de fortunas, pruebas contra la familia imperial ytodoslosqueenAustriasehabíanempeñadoysacrificadoenfavordelamonarquía.Sospechaban—yciertamente,nosinrazón—quegrandespartesde losfondosquehabíanpasadopornuestrasmanossemanteníanocultaseinaccesiblesasuvoracidad.Poresomedetuvierondesdeelprimerdía,paraobligarmeconsusmediosprobadosarevelar tales secretos. A la gente de mi condición, a la que importaba sonsacarinformacionesvaliosasodinero,no se lapasaba,pues, al campodeconcentración,sinoqueseledabaotraclasedetratamiento.Quizáustedrecuerdetodavíaquetantonuestro canciller como el barón Rothschild, a cuyos parientes esperaban arrancarunoscuantosmillones,nofueronguardadosenningúnmomentotraslosalambradosde púa de algún campo de concentración, sino que, ofreciéndoles aparentesprivilegios, se les llevó a un hotel,más exactamente alHotelMetropol, que era almismotiempoelcuartelgeneraldelaGestapo,ydondesedestinabaacadaunounahabitaciónaparte.Yo,conserhombretaninsignificante,fui,sinembargo,objetodelamismadistinción.

»Unahabitaciónindividualenunhotel...,esosuenaatratamientomuyhumano,¿verdad? Pero puede usted creerme que en realidad no se nos daba un trato máshumano sino que, simplemente, se nos aplicaba un método más refinado. A los“prominentes”noselesenjaulabadeaveintehombres,enunabarracahelada;selesalojabaenunahabitacióndehotel,individual,dotadaderegularcalefacción,porquela presiónmediante la cual se quería arrancarnos el informe necesario debía tenercaracterísticas más sutiles que los golpes y torturas corporales; se nos aplicaba elaislamientomás refinadoque imaginarsepueda.Nada senoshizo, soloque senossituódentrodelanadaabsoluta,porque,segúnesnotorio,ningunacosadelmundoejercetantapresiónsobreelalmahumanacomolanada.Encerrandoacadaunodenosotros individualmente en un vacío absoluto, en una habitación cerradaherméticamente al mundo exterior, esa presión debía producirse, no exteriormentepor obra de golpes o del frío, sino interiormente, para despegar al final nuestroslabios por fuerza. A primera vista, la habitación que me había sido designada noparecíaincómodaenabsoluto.Teníapuerta,mesa,cama,silla,lavaboyunaventanaconreja.Perolapuertaquedabacerradadíaynoche;enlamesanodebíadepositarseningún libro, ningúndiario, ni unahoja depapel, ni tampocoun lápiz.Laventanadabasobreunapared lisa:en tornoamiconcienciayamipropiocuerpo,sehabía

www.lectulandia.com-Página24

creadolanadaabsoluta.Semehabíanquitadotodoslosobjetos:elreloj,paraquenotuvieranocióndeltiempo,ellápiz,paraquenopudieraescribirnada,elcortaplumas,paraquenopudieraabrirmelasvenas;semenegó,incluso,elmásdébilnarcótico,talcomouncigarrillo.Conexcepcióndelcentinela,sobrequienpesabaprohibicióndehablarmeodecontestarmeniaunasolapregunta,jamásveíaunacarahumana;jamásoíaunavozdehombre,ydelanochealamañana,delamañanaalanoche,ningunode los sentidos recibía el menor alimento, y me quedaba inexorablemente soloconmigo mismo, con mi cuerpo y las cuatro o cinco cosas mudas: el lavabo, laventana, lamesa, la cama; vivía como un buzo bajo una campana de vidrio en elocéanonegrodeesesilencio,másaún,comounbuzoqueyabarruntaquelacuerdaque le comunica con la superficie seha rotoyquenunca sepodrá rescatarlede lasilente profundidad.No había nada que hacer, que oír, ni ver; por todos ladosmerodeaba ininterrumpidamente la nada, el vacío absoluto, carente de espacio y detiempo.Mepaseabaarribayabajoyconmigoibanlospensamientos,arribayabajo.Peroaunlasideas,pormásinsustancialesqueparezcan,necesitanunpuntodeapoyo;delocontrarioempiezanagirarinsensatasenderredordesímismas;ellastampocosoportanlanada.Delamañanaalanocheesperabaalgunacosa,peronadaacontecía.Volvía a esperar y a esperar de nuevo. Nada, sin embargo, sucedía. Esperaba,esperaba,pensaba,pensabahastaquemedolían lassienes.Mequedabasolo.Solo,solo.

»Asípasaronquincedíasquevivífueradeltiempo,fueradelmundo.Sientonceshubiera estallado una guerra, yo no me habría enterado; mi mundo se componíaúnicamentedeunamesa,unapuerta,unacama,unlavabo,unaparedyunaventana;siempreclavabalamiradaenelmismopapelpintadodelamismapared;cadalíneadesudibujodezigzagsegrabócomoaburilaceradoenelplieguemásíntimodemicerebro,afuerzadetantomirarlofijamente.Porfincomenzaronlosinterrogatorios.Sesolíallamarnosrepentinamente,sinquesupiéramosbiensieradedíaodenoche.Nosllamaban,nosconducíanatravésdevariospasillosynosabíamosadónde;luegodebíamos esperar en algún sitio, que tampoco sabíamos qué era, y de pronto nosencontrábamosfrenteaunamesaentornoalacualsehallabansentadosunoscuantosindividuos uniformados. Sobre esa mesa se apilaba un montón de papeles,expedientescuyocontenidonoseconocía.Comenzabanlaspreguntas,lasfalsasylasverdaderas,lasclarasylasintencionadas,lasimprevistasylastaimadas;ymientrassecontestaba,malévolosdedosextrañoshojeabanaquellospapeles,delosquenosesabíaaquésereferían,yanotabanalgoenunprotocolo,ynosesabíaquéescribían.Perolomásterribledeesosinterrogatoriosera,paramí,elquenosepodíaadivinarnicalcularloquelosagentesdelaGestaposabíanefectivamenteencuantoaloquehabía ocurrido en mi estudio y lo que querían arrancarme a modo de obligadaconfesión.Yaledijeaustedquelosdocumentosverdaderamentecomprometedores

www.lectulandia.com-Página25

loshabíaremitidoaúltimomomentoami tío,por intermediodemiamade llaves.Pero¿loshabíarecibido?¿Onohabíanllegadoasusmanos?¿Yquéycuántohabíarevelado aquel escribiente? ¿Qué cartas había interceptado, cuántas informacioneshabían arrancado, acaso, en el ínterin en los monasterios alemanes querepresentábamos,aalgúnsacerdotepocohábil?Preguntabanypreguntaban.Queríansaberquévaloreshabíacompradoporcuentadeesteoaquelconvento,enquébancoloshabíadepositado,siconocíaonoaFulano,sihabíarecibidocartasdesdeSuizaodesdeSteenockerzeele.Y comonuncapudebarruntar cuántohabían averiguadoyaporotrosconductos,cadacontestaciónsetransformabaentremendaresponsabilidad.Si admitía algo que ellos ignoraban, era muy fácil que con ello comprometieseinjustamenteaunapersona.Sinegabademasiado,meperjudicabapersonalmente.

»Perolosinterrogatoriosnoeranlopeortodavía.Másterribleaúneraelretornodelainquisiciónaminada,alamismahabitación,lamismacama,lamismamesa,elmismolavabo,losmismospapelespintados.Porqueapenasquedabaasolasconmigomismo,tratabadereconstruirlascontestacionesquehabríansidomásprudentesyloquedeberíadecirlapróximavezparaanularlasospechaqueacasohabíadespertadoconunaobservaciónimprudente.Reflexionaba,pensaba,estudiaba,revisabaunaporunalaspalabrasdeladeclaraciónqueacababadeprestaranteeljuezdeinstrucción,recapitulabacadapreguntaquesemehabía formulado,ycadaunademis réplicas;tratabadeconsiderarquépartehabíanprotocolizadoysabía,sinembargo,quejamáslograríacalcularloniaveriguarlo.Peroesospensamientos,unavezpuestosenmarchaenelespaciovacío,nosecansabandedarvueltasenlaimaginación,vueltasymásvueltas, siempre en distintas combinaciones, ininterrumpidamente, hasta en lossueños.DespuésdecadainterrogatorioporlaGestapo,mispropiospensamientossehacían cargo no menos inexorablemente de la tortura del preguntar, averiguar, yacaso, martirizaban más cruelmente aún, porque aquellos interrogatorios siquieraterminaban al cabode una hora,mientras que éstos no cesabannunca, debido a latorturaperversadelasoledad.Ysiempreenmiderredorlamesa,lacama,elarmario,los papeles pintados, la ventana; ninguna distracción, ningún libro, ningún diario,ningunacosaextraña,ningúnlápizparaapuntaralgo,ningúnfósforoparajugarconél..., nada, nada, nada. Entonces comprendí cuán diabólicamente ingenioso, cuánbrutalmente ideado desde el punto de vista psicológico era ese sistema de lashabitacionesdehotel.Esposiblequeenelcampodeconcentraciónhabríatenidoqueacarrear piedras hasta sangrarme lasmanos y sentir helarsemis pies dentro de loszapatos;habríasidoapiladocondosdocenasdehombresenmediodelhedorydelfrío.Perohubieravistocaras,hubierapodidomiraruncampo,uncarro,unárbol,unaestrella, algo, cualquier cosa, mientras que en aquella habitación persistíainvariablemente lo mismo en torno mío, siempre lo mismo, ese espantoso “lomismo”.Allínohabíanadacapazdedistraermedemisideas,demismanías,demi

www.lectulandia.com-Página26

enfermizo recapitular.Y ése era precisamente el propósito...Yo debía engullirmispensamientos,ellosdebíanahogarmehastaqueporúltimonopodríasinoescupirlos,confesarlos, diciendo todo lo que los agentes querían, entregar por fin, no sólo lasindicaciones, sino también los hombres. Noté que poco a poco mis nervioscomenzabanaresentirsebajoesapresiónespantosa,yconscientedelpeligro,procurémantenerlos tensos al extremo, buscando o inventando alguna distracción. Paraocuparmedealgunamanera,empecéarecitaroareconstruirtodoloquealgunavezhabíaaprendidodememoria:elhimnonacional,lasrimasdelosjuegosinfantiles,elHomerodelcolegiosuperior, lospárrafosdelcódigocivil.Luegomeesforzabaporcalcular, sumar y dividir cualesquiera cantidades, pero mi memoria carecía en elvacíode fuerzade retención.Meresultaba imposibleconcentrarmeencosaalguna.Siempre surgía, intervenía, se entrometía lamisma idea: ¿Qué saben, qué ignoran?¿Quédijeayer,quédeberíadecirlapróximavez?

»Ese estado, en verdad indescriptible, duró cuatro meses. Pues bien... Cuatromeses,esosedicefácilmente,seescribecononceletras.Sedicefácilmente:cuatromeses...,cuatrosílabas.Loslabiosarticulanligeramente,enuncuartodesegundo,elsonido:¡Cuatromeses!Peronadiepuededescribir,puedemedir,puedemeterporlosojosaotroniasímismoeltiempoqueduraeltiempoenloinespacialointemporal;yanadiepuedeexplicárselecómo roeycarcomeesanadaynadaynadaen tornoauno,esa inacabable soledadconmesaycamay lavaboypapelpintado,eseeternosilencio... Siempre el mismo centinela que alcanza la comida sin mirarle a uno,siempre losmismospensamientosquegiranen lanadaalrededordeunsolo tópicohastaconfundiralquelosconcibe.Advertí,alarmado,pequeñosindiciosdequemicerebroempezabaa trastornarse.Alprincipiohabíaconservado todavíadurante losinterrogatorios la claridad interior, había declarado serena y deliberadamente;funcionabatodavíaaquelpensamientodobleenloquedebíadeciryenloquedebíacallar.Luegoyasólolograbaarticular tartamudeandohasta lasfrasesmássencillas,porquemientras respondía,miraba hipnotizado la pluma que corría protocolizandosobreelpapel,comosihubieraqueridocorrerdetrásdemispropiaspalabras.Notéquemisfuerzasflaqueaban,comprendíqueseaproximabamásymáselmomentoenqueparasalvarmediríatodocuantosabíayquizámásaún,enque,paralibrarmedelestrangulamiento de aquella nada, traicionaría a doce personas y su secreto, sinprocurarmeconellomásqueunatranquilidadfugazcomounparpadeo.Ciertatarde,efectivamente, ya había llegado a ese punto. En ese momento de sofocación elguardiánmetrajo,porcasualidad,lacomidayyolegrité:

»¡Llévemepara ir adeclarar!Diré todo.Todo lodiré.Dirédónde sehallan lospapeles,dóndeseencuentraeldinero.Lodirétodo,todo.

»Porfortuna,nomeoyó.Tambiénpuedeserquenohayaqueridooírme.»Cuandoladesesperaciónllegabaasíasucolmo,ocurrióalgoinesperadoqueme

www.lectulandia.com-Página27

salvósiquieraporalgúntiempo.Eraafinesdejulio,undíanublado,oscuro,lluvioso.Recuerdo esos pormenores exactamente, porque la lluvia tamborileaba contra lasventanasdelpasilloporelquesemecondujoalinterrogatorio.Debíaesperarenunaantecámara. Siempre había que esperar antes de pasar a declarar. Esas esperasformabanpartede la técnicadel interrogatorio.Primero sedesgarraban losnerviosdel individuo, llamándole y sacándole en medio de la noche de su habitación; ycuandounosehabíadispuestointeriormenteparahacerfrentealaspreguntas,cuandoyasehabíanpreparadolavoluntadylainteligenciapararesistir,leobligabanaunoaesperar,leimponíanhábilmenteunaesperasinsentido,dedosytreshoras,afindecansarelcuerpoydoblegarelalmaantesdeprocederalainquisición.Esejueves27dejuliosemehizoesperarmásdelacuenta,muchomásquedecostumbre.Llevabaya dos horas enteras de pie en la antecámara. Esa fecha también la recuerdo conexactitudporunarazóndeterminada,puesenesaantecámaradonde—porsupuesto,sinpermisodesentarme—teníaqueaguantardoshorasdepie,colgabauncalendarioen la pared. No podré explicarle cómo con mi hambre de algo impreso, de algoescrito,miréymefijéenesenúmero,enesetérmino“27dejulio”;loabsorbí,comoquiendice,loengullícerebralmente.

»Yluegovolvíaesperaryaguardar,mirabafijamente lapuerta,ansiosodequepor fin se abriese, y al mismo tiempo me inquietaba pensando qué irían apreguntarme ahora mis inquisidores, aun cuando sabía perfectamente que mepreguntarían cosas muy distintas de todo aquello que iba dispuesto y preparado acontestar.Peroapesardetodo,aquelmartiriodelaesperaydelpermanecerdepieconstituía a lavezun alivio, unplacer, porque aquel lugar, con todo, era almenosdistintodemihabitación.Eraunpocomayor,teníadosventanasenlugardeunasola;no había allí cama, ni lavabo, ni la rajadura en el alféizar que había contempladomillones de veces. La puerta estaba pintada de otro color, había una silla distintajuntoa lapared,ya la izquierdaunarchivoconexpedientesyunguardarropaconalgunasperchasde lasquecolgaban tresocuatromojadosabrigosdemilitares, losabrigosdemisverdugos.Tenía,pues,algonuevo,algodiferentequecontemplar,algodistinto,porfin,enqueposarmisojoshambrientos,queseclavabanávidosencadaminucia.Observécadaplieguedeesascapas,mefijé,porejemplo,enunagotaquependíadeunodeloscuellosmojadosy,pormásridículoqueelloparezca,esperabacon una excitación inmensa para ver si esa gota terminaría por caer a lo largo delpliegueosiresistiríamástiempotodavíalafuerzadegravedad,permaneciendoensulugar. Sí,me quedémirando esa gota fijamente, durante algunosminutos y con larespiración contenida, como si mi vida dependiera de esa observación. Después,cuandofinalmentesehabíadeslizado,volvíacontarlosbotonesdelosabrigos,ochoen el primero, ocho en el segundo, diez en el tercero. Luego comparé lasguarniciones. Mis ojos hambrientos tocaban, acariciaban, apresaban todas esas

www.lectulandia.com-Página28

pequeñecesridículasycarentesenabsolutodeimportancia,conunaavidezquesoyincapazdedescribir.Depronto,mimiradaquedófija,comoirresistiblementeatraída,enalgo.Habíaobservadoqueelbolsillodeunodeaquellosabrigosestabauntantoabultado.Meacerquémásycreíadivinarenelrectángulodeladeformaciónloqueconteníaaquelbolsilloensanchado¡unlibro!Semeaflojaronlasrodillas.Empecéatemblar.¡Unlibro!Durantecuatromesesnohabíatenidounlibroenmismanos,yenaquellacircunstanciateníaalgoembriagadoryalavezcasihipnóticolameraideadeunlibroenelcualsepodíanverpalabraspuestasenordenadasfilas,líneas,páginas,unlibroenelquesepodíaleer,cuyotextopodíaseguirse,delqueelcerebropodríatomarparasuusopropioideasnuevasyajenasquedistraían.Hechizados,misojosquedaron fijosenelpequeñoabultamientoqueaquel libro formabaenesebolsillo,pareciendoarderenesecuadradoinsignificantecomosi fuesenaquemarelabrigo.Porúltimonopudedominarmiafán;sindarmecuenta,meacerqué.Lasolaideadepoder palpar un libro a través del pañodel abrigo crispó los nervios demis dedoshastalasuñas.Sinsaberlocasi,mearrimémásymás.Afortunadamente,elcentinelano prestó atención a mi actitud, por supuesto extraña; acaso también le parecíanatural que después de dos horas de estar de pie, un hombre procurase apoyarsecontra una pared. Ya me había colocado cerca del abrigo, cruzados los brazosintencionalmentesobre laespalda,afindepoder tocaraquellaprendasindespertarsospechas. Toqué el género y, realmente, a través del mismo palpé un objetorectangular,flexible,yquecrujíasuavemente... ¡unlibro!¡Unlibro!Ymeatravesócomountirolaidea:¡robaeselibro!Quizáloconsigasyentoncespodrásllevártelo,esconderloentuhabitacióny¡leerlo,leer,porfinvolveraleerunavez!Tanprontocomo la idea se hubo posesionado de mí, obró a modo de un veneno fuerte; derepente,misoídosempezaronazumbar,yelcorazón,agolpearconvehemencia,mismanosquedaronheladasynomeobedecíanmás.Peroluegodelprimeraturdimiento,me arrimé silenciosa y cautamente, y sin perder de vista al centinela, poniéndomecada vezmás cerca del abrigo, empujé el libro con los dedos escondidos sobre laespalda hasta hacerlo sobresalir del borde del bolsillo. Luego un gesto, unmovimientoapenasperceptible,cuidadoso,ydeprontoteníaenlamanounlibrito,nomuyvoluminosoporcierto.Sóloentoncesmeespantómiacción.Peroyanopodíavolver sobremis pasos, y se presentaba la duda: ¿dóndemeterlo?Guardé el librosobrelaespalda,metidodentrodelpantalón,alaalturadelcinturón,yluegolocorrípocoapocohaciaadelante,hastalacadera,parasostenerlomientrascaminabaconlamanofirmeymilitarmenteapretadacontralacostura.Entoncespaséporlaprimeraprueba.Me aparté del guardarropa, un paso, dos pasos, tres pasos.Todomarchababien. Era, efectivamente, posible sostener el libro con sólo apretar la manofuertementecontralacostura,mientrascaminaba.

»Semehizopasaralahabitacióncontigua,paraelinterrogatorio.Requeríademi

www.lectulandia.com-Página29

parte mayor esfuerzo que nunca, porque durante todo el tiempo demi exposiciónconcentrabamienergía,enrealidad,nosobreloquedecía,sinoantesbien,sobrelaprecauciónde sostener el libro sindespertar sospechas.Por fortuna, esavez semeformularonpocaspreguntasyconseguí transportarmi librocon toda felicidadamihabitación.Noleentretendrécontodoslospormenores;noledistraeréparacontarleel momento de zozobra que pasé cuando en el pasillo se deslizó el libro una vezpeligrosamente del pantalón y tuve que simular un fuerte acceso de tos paraagacharmeypoder restituirmi tesoro, sin inconveniente, a su lugar, a la alturadelcinturón.Pero¡quésegundo,encambio,aquelenquemereintegréamiinfierno,soloporfinyyanosolo!

»Usted supondrá, posiblemente, que sacaría el libro inmediatamente paracontemplarloyleerlo.¡Nadadeeso!Queríasaborearelplacerpreviodesabermeenposesión de un libro; el deleite artificialmente prolongado y que excitabamaravillosamentemisnervios, elgustode soñarypensarquéclasede librohabríapreferido que fuese el que acababa de robar. Un libro, claro está, de letra muymenuda,esoenprimertérmino,unlibroquecontuviesemuchasletras,cuantasmás,mejor; muchas, muchísimas páginas, para que fuese todo lo más largo posible eltiempoqueemplearíaenleerlo.Yluegodeseabaquefueseunaobraquemeexigieseunesfuerzointelectual,nadasuperficial,nadafácil,sinoalgoquesepodíaaprender,aprenderdememoria,poesías,preferentemente—¡quésueñoatrevido!—,unlibrodeGoethe o deHomero. Pero al final no pude resistirmás tiempo ami avidez, amicuriosidad.Tiradoenlacama,detalmodoqueelcentinelanopudiesedescubrirmesiacasoabríalapuertarepentinamente,saquéeltomotemblandodeentrelasropas.

»El primer vistazo me deparó un desengaño, más aún, una especie deamarguísimodisgusto:aquellibroconseguidoacostadetangranpeligro,guardadocontanardienteesperanza,noerasinouncompendiodeajedrez,uncompendiodeciento cincuenta partidas de campeones. Si nome hubiera encontrado encerrado yenjaulado, en el primer arrebato de furia hubiese arrojado el libro por la ventanaabierta, pues ¿qué iba a hacer yo con aquella cosa tan absurda? En la escuelasecundaria había probado alguna vez, como la mayoría de los estudiantes, mihabilidadfrenteauntablerodeajedrezparavencereltedio.Pero¿quépodíahacerenaquellascircunstanciasconesanaderíateórica?Nosepuedejugaralajedrezsinuncontrincanteymenosaúnsinpiezasysintablero.Hojeéellibrodemaltalante,peroconlasecretaesperanza,deencontrar,peseatodo,algoquepudieseleer,unprefacio,una indicación, pero no hallé más que los esquemas cuadrados de las distintaspartidas y al pie de los mismos unos signos que al principio me resultabanincomprensibles:a1-a2,f1-g3,etc.Todoesosemeantojabaunaespeciedeálgebra,cuyaclaveignorabaynohallabadepronto.Sólopocoapocofuidescubriendoquelas letras a b c indicaban las filas verticales, mientras que las cifras del 1 al 8

www.lectulandia.com-Página30

correspondíanalasfilashorizontales,determinandolascombinacionesrespectivaslasituaciónenquesehallabanlasdistintasfiguras.Conello,esosesquemaspuramentegráficos adquirían siquiera un lenguaje. Tal vez, reflexioné, podré construir enmiencierro una suerte de tablero, procurando entonces la reconstrucción de esaspartidas;y semeocurrióqueeraunaseñalde laProvidenciaelquemicubrecamaestuviesehechodeungéneroagrandescuadros.Doblándoloenformaconveniente,podíacombinar,conunpocodepaciencia,lassesentaycuatrocasillasquemehacíanfalta.Comencé,pues,poresconderel libritodebajodelelástico,arrancandosólo laprimerahojaquehacía lasvecesdecubierta.Luego,yconayudademigasdepanque fui ahorrando de mis comidas, formé —aunque desde luego de un modorisiblementegrosero—lasdiferentespiezasdelajedrez,reyes,reinas,etc.Alcabodeinfinitos esfuerzospudepor fin tratar de reconstruir en el cubrecamaa cuadros lasposiciones señaladas en el manual de ajedrez. Pero cuando quería jugar toda unapartida,fracasabaalprincipioconmisridículasfigurasdemigadepan,lamitaddelas cuales había oscurecido, para distinguirlas, cubriéndolas de polvo. En losprimeros díasme confundía invariablemente; tenía que reiniciar cada partida diez,veinte y aun cincuenta veces. Pero ¿había en el mundo quien dispusiera de tantotiempo sin aprovechar e inútil, como yo, el esclavo de la nada; quien tuviese a sudisposición tanta avidez inconmensurable y tanta paciencia? Al cabo de seis díasjuguélaprimerapartidaintachablemente;ochodíasdespuésyanisiquieramehacíanfaltalasmigassobreelcubrecamapararepresentarmelasposicionesseñaladaseneltratadodeajedrez,yotrosochodíasdespuésnonecesitabayatampocoelcubrecamaacuadros,yaquedetrásdemifrentelosalprincipioabstractossignosdel libroa1,a2, c7, c8 se habían transformado en posiciones plásticas y visuales. Latransformación se había operado acabadamente: había proyectado el tablero deajedrezcontodassuspiezashaciaadentro,ygraciasaaquellasfórmulasabarcabadeunvistazo toda laposiciónrespectiva, talcomoaunmúsicoexperto lebastamirarsimplemente lapartituraparaoír todas lasvocesypercibir suarmonía.Alcabodeotrosquincedíasmásestabaencondicionesdejugarsinningunadificultadcualquierpartidadel libro, reproducirladememoriao—paraemplearel término técnico—aciegas; sólo entonces empecé a comprender el inmenso beneficio que me habíaconquistado con aquel hurto atrevido. Porque de pronto tenía una ocupación, unquehacersinsentido,inútil,siustedquiere,perocontodo,algoqueanulabalanadaenmiderredor.Lascientocincuentapartidasmagistralesconstituíanparamíunarmamaravillosacontralaaplastantemonotoníadelespacioydeltiempo.Paraconservarintactoelencantodelanuevaocupación,repartídeentoncesenadelantelasjornadas,imponiéndomecomodeberdospartidasporlamañana,dospartidasporlatardeyunrápidorepasoalanochecer.Conelloadquiríanmisdíasuncontenido,mientrasquehastaentoncessehabíanprolongadovacuamente;teníaalgoquehacersincansarme;

www.lectulandia.com-Página31

porqueeljuegodelajedrezposeelamagníficaventajadenoagotarelcerebro,pesealesfuerzomentalmásintenso,puesreduceelempleodelasenergíasespiritualesauncampo estrechamente limitado, aguzando más bien la agilidad y elasticidad de lamente. Poco a poco la reconstrucción de las partidas de maestros que primeroefectuaba de un modo totalmente mecánico, fue causándome un interés artístico,placentero.Lleguéaconocerlasfinezas,lasagudezasyperfidiasdelataqueydeladefensa; comprendí la técnica de la previsión, combinación y réplica, y prontodescubrí también la nota personal de cada campeón, las características de suconducción individual, que pueden distinguirse tan indefectiblemente como puedereconocerseelautordeunpoemaatravésdelalecturadeunospocosversos.Loquehabíacomenzadocomoactividaddestinadaúnicamenteapasatiempo,seconvirtióendeleite, y las figuras de los grandes estrategas ajedrecistas comoAlekhine,Lasker,Bogoljubow, Tartakower entraron como estimados camaradas en mi soledad. Unavariación infinita animaba diariamente la muda celda, y la regularidad de misejercicios, sobre todo, devolvió la ya conmovida seguridad a mis facultadesintelectuales;sentímicerebrorenovadoyhastareaguzado,porasídecirlo,graciasaesaconstantedisciplinamental.Losinterrogatorios,enprimertérmino,meprobabanque pensaba más clara y concisamente; en el tablero de ajedrez me habíaperfeccionado, sin pensarlo ni saberlo, en la defensa contra coartadas, amenazasfalsasysubterfugiosencubiertos;apartirdeentoncesyanoofrecíaningúninstantemás de debilidad frente amis inquisidores e incluso tenía la sensación de que losagentesdelaGestapoempezabanaconsiderarmeconciertorespeto.Esposiblequeensecretosepreguntasen,viendosucumbiratodoslosdemás,dequéfuentesocultasúnicamenteyosacabafuerzasparataninmutableresistencia.

»Aquelperíododemifelicidad,duranteelcualjugabadiariamenteporsistemayunatrasotralascientocincuentapartidasdemilibro,seextendiósobrecosadedosmesesymedioa tresmeses.Depronto llegué inesperadamenteaunpuntomuerto.Sinmás nimás volví a encontrarme ante la nada. Es que cuando había jugado deveinte a treinta veces una cualquiera de aquellas partidas, perdía naturalmente elatractivo de la novedad, de la sorpresa y quedaba agotada su anterior fuerza deexcitacióntanestimulante.¿Quésentidoteníaelrepetirunayotravezunaspartidasqueyasabíadememoria,jugadaporjugada?Apenasefectuabaelprimermovimientodeapertura,sudesarrolloulteriorsesucedíacasiautomáticamenteenmimente,ynose presentaban más sorpresas, alternativas ni problemas. Para ocuparme, es decir,para procurarme el esfuerzo y la distracción intelectuales que ya se me habíantornadoindispensables,hubieranecesitadootro libroquereprodujeraotraspartidas.Perocomoquedabaabsolutamente fuerade loposibleelconseguirlo,mequedóunsolocaminoeneselaberintocurioso:debíainventarpartidasnuevasenreemplazodelas que ya conocía. Tenía que tratar de jugar conmigo mismo, más exactamente,

www.lectulandia.com-Página32

contramímismo.»No sé hasta qué grado usted habrá reflexionado alguna vez sobre la situación

espiritual que ofrece ese juego de los juegos. Sin embargo, lamás fugaz reflexiónhabrá de bastar para poner en evidencia que en el ajedrez, que es un juego cabal,independienteenabsolutodelazar,significaríaunabsurdoelquerer jugarcontrasímismo.Enelfondo,elatractivodelajedrezdescansaúnicamenteenelhechodequesu estrategia se desarrolla de distinto modo en dos cerebros; que en esa guerraespiritual, el negro ignora las maniobras e intenciones del blanco, aunque tratacontinuamente de adivinarlas y malbaratarlas, mientras que el blanco, a su vez,procuraadelantarseyfrustrar lospropósitos inconfesosdelnegro.Ahorabien,sielnegroyelblancoquedaranrepresentadosporunaylamismapersona,seproduciríalacontradictoria situacióndequeuncerebrodeberíaalmismo tiemposaberalgoeignorarlo. Sería necesario que jugando en función del blanco, pudiese olvidartotalmente, como siguiendo una orden, lo que un minuto antes había querido eintentado representando al contrincante negro. Semejante pensamiento doblesupondría en realidad una división absoluta de la conciencia, un abrir y cerrar adiscreción de un como obturador del cerebro, similar al de un aparato mecánico;querer jugar contra símismo significa, pues, enmateria de ajedrez, igual paradojaquesaltarsobrelapropiasombra.

»Pero,paraabreviar,heaquíquedurantemesesprocurabaenmidesesperaciónese imposible, ese absurdo.Nome quedaba otra alternativa que ese contrasentido,para no caer víctima de la locura pura o de un total marasmo intelectual. Unasituaciónangustiosameobligabaaprocurar,cuandomenos,esaescisiónenblancoynegro,paranoquedarapretadoporaquellahorriblenadareinanteentornomío.»

El doctor B. se reclinó en su sillón y cerró sus ojos por unmomento. Parecíaquerer alejar por fuerza un recuerdo que le azoraba.Nuevamente se produjo en lacomisura izquierda de su boca ese extraño y brusco movimiento que no sabíadominar.Luegosevolvióaenderezarunpocoensuasiento.

—«Bien;hastaaquí,espero,lehabréexplicadotododeunamaneramásomenoscomprensible.Pero,pordesgracia,estoylejosdetenerlacertezadepoderexpresarlodemás con parecida exactitud. Porquemi nueva ocupación requería una aplicacióntanabsolutadelcerebroquetornabaimposibletodaautofiscalizaciónsimultánea.Noera posible desdoblar la personalidad y, además, observarla. Repito que, en miconcepto, era un absurdo querer jugar al ajedrez consigo mismo; pero aun eseabsurdo implicabasiquieraunaprobabilidadmínimaacondicióndedisponerdeunrealtablerodeajedrez,porqueeltaladmiteconsurealidadciertadistancia,unacomo

www.lectulandia.com-Página33

quiendice extraterritorializaciónmaterial. Frente a unverdadero tablero con realespiezaspuedeaplicarselareflexión;puedeunocolocarsefísicamenteoraaunladodelamesa,oraalladoopuesto,abarcandoasílasituacióntanprontodesdeelpuntodevistadelaspiezasnegrascomodesdeeldelasblancas.Peroobligadocomoestabaaproyectaresasluchasconmigoocontramímismo,comoustedprefiera,enunespacioimaginario,teníaqueretenerfirmementeenmiimaginaciónlaposiciónrespectivadelaspiezasenlossesentaycuatroescaques,ycalcular,además,almismotiempo,losposiblesmovimientosulterioresdeambosbandos.Másaún—sécuánabsurdamentedebeimpresionartodoeso—debíaimaginartodosesosmovimientosylasposicionesresultantesdeellos,nosólodemaneradobleytriple,sinoaunseis,ochoyhastadoceveces,deseis,ocho,docemaneras;debíaimaginarlosconlafantasíadelblancoyconla del negro, anticipándome mentalmente siempre cuatro o cinco jugadas. En esejuegorealizadoenelespacioabstractodelafantasía—perdonequepretendadeustedque imagine y reflexione sobre ese contrasentido— debía calcular de antemanocuatroocincojugadasqueefectuaríacomojugadorblancoyotrastantasquellevaríaa cabo como jugador negro; es decir, quedebía combinar por adelantado todas lassituacionesqueibanaresultarycombinarlas,porasídecirlo,condoscerebros,conelcerebroblancoyelcerebronegro.Peroaunesaautoescisiónnosignificabaelaspectomáspeligrosodemiexperimentofantástico.Lopeoreraquelainvenciónautárquicadepartidos,tuvieraporconsecuenciaelqueperdiesepieyresbalasehaciaunabismoinfinito.Lamerareconstruccióndelaspartidasmagistralesquehabíallevadoacaboenlassemanasanteriores,nohabíaconstituidomásqueunesfuerzoreproductivo,lasimplerecapitulacióndeunamateriaexistente,ycomotalnocansabamásque,porejemplo,elaprenderdememoriaunoscuantospoemasolosincisosdeunaley.Erauna tarea limitada, disciplinada y, por consiguiente, un excelente ejerciciomental.Las dos partidas que solía jugar a la mañana, y las dos que jugaba a la tarde,representabanundeber determinadoque cumplía sin lamenor excitaciónnerviosa;suplíanunaactividadnormaly,además,ellibronodejabadeofrecermealgúnapoyocuandoeneltranscursodealgunapartidameequivocabaonosabíaseguiradelante.Esaactividadhabíasidobienhechoraybalsámicaparamisnerviosagotados,porquela reconstruccióndepartidasextrañasnome incluíapersonalmenteenel juego;meera indiferente que ganasen las blancas o las negras, puesto que eran Alekhine oBogoljubowquienes luchaban por la palma del campeón, ymi propia persona,miinteligencia,mialma,sólodisfrutabanencalidaddeespectadoras,comoconocedorasde lasperipeciasybellezasdeaquellaspartidas.Peroapartirdelmomentoenqueprocuraba jugar contra mi mismo, empecé inconscientemente a provocarme. Cadaunodemisdos“yo”,elblancoyelnegro,debíancompetirunocontraelotro,ycadaunodeellosadquiríaporsuparteunaambición,unafándeganar,devencer;comoyonegromeponíanerviosodespuésdecadajugada,ansiosodesaberquéharíaahora

www.lectulandia.com-Página34

elyoblanco.Cadaunodemisyoseexaltabacuandoelotrocometíaunerroryseexasperabasimultáneamenteporlapropiatorpeza.

»Todopareceundesatino,yrealmente,semejanteesquizofreniaconsupeligrosadosis de excitación sería inimaginable en un hombre normal y en condicionesnormales. Pero no olvide usted que yo había sido brutalmente arrancado de todanormalidad, que era un prisionero, encerrado sin culpa, martirizado desde hacíameses,sometidorefinadamentealatorturadelasoledad;unhombrequedesdehacíatiempodeseabadescargarsuacopiodefuriacontracualquiercosa.Ycomonoteníamás que ese juego insensato contramímismo,mi rabia,mi afán de venganza, seabalanzaronfanáticamentesobreesejuego.Algoenmiinteriorqueríatenerrazón,ysólomequedabaeseotroyodentrodemíparacombatirlo;deesasuertemeexaltabadurante el juego hasta llegar a una excitación casi mecánica. Al principioreflexionabatodavíatranquilayserenamente,intercalabapausasentreunapartidaylasiguienteafindereponermedelesfuerzo;pero,pocoapoco,misnerviosalteradosyanomepermitíantalesesperas.Apenasmiyoblancohabíamovidounapieza,miyonegroavanzabafebrilmente;apenasterminabamipartida,meretabaalasiguiente,puestoquecadavezunodemisdosyoajedrecistashabíaquedadovencido,pidiendoel desquite.Nunca sabré decir, ni aun aproximadamente, cuántas partidas jugué enesosúltimosmesesdemiencierro, contramímismo, a causadeesa insaciabilidadloca.Habránsidomil,talvezmás.Fueunalocuraquenopuderesistir;delamañanaa lanochenopensabamásqueenpeonesyalfiles, torresy reyesenaybyc, enjaque y mate, hundiéndome con todo mi ser y sentir en el tablero a cuadros. Laalegría de jugar se había transformado en pasión del juego, la pasión del juego ennecesidadde jugar,enmanía,enfrenesíqueseposesionó,nosólodemishorasdevigilia,sinopocoapocotambiéndemisueño.Nopodíapensaryasinoentérminosde ajedrez, enmovimientos y problemas de ajedrez; a vecesme despertaba con lafrente húmeda y me daba cuenta de que en mis sueños, inconscientemente desdeluego, debía haber seguido jugando.Cuando soñaba con personas, ello ocurría sinexcepción refiriéndolas amovimientos de alfil, de torre, al avance o retroceso delcaballo.Inclusocuandosemellamabaparadeclarar,nomeeraposiblepensardeunmodo preciso en mi responsabilidad; tengo la idea de que en los últimosinterrogatorios debo haberme expresado de manera harto confusa, porque losfuncionarios se miraban a veces visiblemente extrañados. Pero mientras ellospreguntabany deliberaban, yo, enmi pasióndesdichada, sólo esperaba en realidadque seme condujera nuevamente ami encierro para proseguirmi juego,mi juegodemente,otrapartidayotrayotramás.Cadainterrupciónmeresultabaalapostreuntrastorno; el cuarto de hora que necesitaba el guardia para ponermi habitación enorden,yaunlosdosminutosquetardabaenentregarmelascomidasmartirizabanmifebrilimpaciencia;aveces,laescudillaconlacomidaquedabahastalanochesinque

www.lectulandia.com-Página35

yo la tocara, porque jugando, jugando,mehabía olvidado de comer.Lo único quesentíafísicamenteeraunasedterrible;debehabersidoconsecuenciadelafiebredeaquellamaneradepensaryjugarsininterrupción.Vaciabalabotellaendosgrandessorbosypedíaalguardiamásagua.Melatraíay,noobstante,almomentovolvíaasentirlalenguaresecaenlaboca.Porúltimo,miexcitaciónduranteeljuego—yyano hacía otra cosa de lamañana a la noche— alcanzó tal grado queme resultabaimposible quedarme sentado un solo instante; reflexionando sobre las partidascaminabasincesararribayabajo,cadavezmásrápidamente,siemprearribayabajoysiempremásimpetuosocuantomásmeaproximabaaladecisión;elafándeganar,detriunfar,devencermeamímismosetrocópaulatinamenteenunaespeciedefuria;yotemblabadeimpaciencia,porquesiempreunodemisyoajedrecistasleresultabademasiado lerdo al otro. El uno azuzaba al otro, y pormuy ridículo que acaso lojuzgue usted, empecé a insultarme, diciéndome: “¡más rápido!, ¡más rápido!,¡adelante, vamos!” cuando un yo no respondía bastante pronto al otro.Hoy tengo,desdeluego,lanociónexactadequeaquelestadoconstituíayaunaformapatológicadelasobreexcitación,paralaquenoencuentrootradenominaciónqueestahastahoyignoradaporlamedicina:intoxicaciónajedrecística.Esamonomaníaempezóaatacarno sólo mi cerebro, sino también todo mi cuerpo. Adelgacé, dormía mal, poco eintranquilo, y al despertar siempreme costaba un esfuerzo abrir los párpados quepesabancomoplomo;avecesmesentíaatalpuntodébilque,altomarunvaso,mecostaba trabajo levantarlohasta los labios; tantome temblabanmismanos.Peroencuantoempezabaa jugar,mesobreveníauna fuerzabrutal; caminabadeun ladoalotro, arriba y abajo, con los puños cerrados, y a veces oíami propia voz como atravésdeunaneblinaroja,gritándomeamimismoconmaldadyronquera:“¡Jaque!¡Mate!”

»Nopuedodecircómoeseestadoespantoso, indescriptible,hizocrisis.Todo loqueséaeserespectoesqueunamañanadesperté,yqueesedespertareradistintoaldetodoslosdíasanteriores.Micuerpoestabacomoaisladodemí;descansabamuelleycómodamente.Uncansanciodensoyreparadorcomonolohabíaexperimentadoenmeses parecía haberse posado sobremis párpados, en forma tan cálida y benéfica,que al principio no podía decidirme a abrir los ojos. Hacía ya unos minutos queestaba tendido despierto, gozando sensualmente con los sentidos apagados esalanguidez,esetibiodejarseestar.Deprontotuvelasensacióndeoírunasvocesamisespaldas; voces vivas, humanas, voces de susurro quepronunciabanpalabras, y nolograráustedimaginarsemialegría,porquedesdehaciameses,casiunaño,nohabíaoídootrasquelasduras,incisivasymalasquesepronunciabanjuntoalamesademisjueces.“Estássoñando”,medije.“¡Noabraslosojos,deningunamanera!Dejaqueese sueño dure; de lo contrario, volverás a ver la habitación maldita, la silla, ellavabo,lamesayelpapelpintadoconelmismodibujo.Sueñas...,¡siguesoñando!”

www.lectulandia.com-Página36

»Pero pudo más la curiosidad. Abrí lenta y cuidadosamente los ojos. Y,¡milagro!...meencontrabaenotrahabitación,másancha,másampliaquemiencierroenelhotel.Unaventanasinrejasdabapasoalaluz,dejandoposarlamiradasobreverdes árboles mecidos por el viento en lugar de la pared lisa. Los muros eranblancos,brillantes;blancoyaltoseextendíasobremíelcieloraso;verdaderamente,mehallaba en otra cama, en una cama extraña y, efectivamente, no era en sueños,puesami espalda susurraban realesvoceshumanas.Enmi sorpresadebohabermemovido sinquererybruscamente, pues en seguidaoíunospasosque se acercabandesdeatrás.Seaproximó,graciosa,unamujer;unamujerconunacofiablancaenlacabeza,unaenfermera,unahermana.Meestremecióunescalofríovoluptuoso;¡hacíaunañoquenohabíavistounamujer!Miré ladulce figuradehitoenhito,ydebióhaber sido la mía una mirada extática, salvaje, porque la mujer que se me habíaacercadometranquilizóinmediatamenteconun“¡Quieto!¡Quédesequieto!”Peroyosólo escuchaba su voz... ¿No era un ser humano el queme hablaba? ¿Realmente,había en el mundo todavía una persona que no me interrogase, que no meatormentase?Yademás...—¡milagroincomprensible!—unasuave,cálida,casidulcevozfemenina.Miréávidamentesuboca,porqueenesosmeses infernalesmehabíallegadoaparecer inverosímilelqueunapersonapudiesehablaraotradeunmodobondadoso. Me sonrió..., sí, sonrió; aún quedaban personas capaces de sonreírgentilmente..., luego puso sus dedos sobre los labios en señal de advertencia, y sealejó en silencio. Pero me fue imposible obedecer su orden. Aún no había vistosuficientemente ese milagro. Procuré levantarme por la fuerza en mi cama, paraseguircon lamiradaeseprodigiodeunserhumanobondadoso.Perocuandoquiseapoyarme en la orilla de la cama, no lo conseguí. Lo que fueramimano derecha,dedos y coyunturas, lo sentí como algo extraño, un gran bulto blanco y grueso, alparecer un voluminoso vendaje. Primero miré sin comprender esa cosa blanca,gruesa,extrañaenmimano;luegoempecéadarmecuentadedóndemeencontrabayareflexionarsobreloquepodíahabermesucedido.Alguiendebíahabermeheridooyomismomehabíacausadoundañoenlamano.Mehallabaenunhospital.

»Almediodíasepresentóelmédico,ungentilseñordeciertaedad.Conocíamiapellido y mencionaba con todo respeto a mi tío, el médico de cabecera delemperador, de manera que en seguida cobré la sensación de que tenía buenasintenciones para conmigo.Mehizodiversas preguntas, entre ellas una, sobre todo,quemesorprendió:siyoeramatemáticooquímico.Contestéquenilounonilootro.

»—Esextraño—murmuró—.Enlafiebreustedsiempremurmurabafórmulastanraras,c3,e4...Ningunodenosotroscomprendimossusentido.

»Meinformósobreloquemehabíasucedido.Sonriómisteriosamente.»—Nadagrave.Unairritaciónagudadelosnervios—agregóenvozbaja,luego

demirardetenidamenteensuderredor—.Muycomprensible,alfinyalcabo.¿Desde

www.lectulandia.com-Página37

eltrecedemarzo,verdad?»Asentíconunmovimientodecabeza.»—Nomemaravilla, con esosmétodos—murmuró—.Noesusted el primero.

Peronosepreocupe.»Por elmodo tranquilizador de decirme todo eso en voz baja y por sumirada

apaciguadora comprendía que, atendido por esemédico,me encontraba en buenasmanos.

»Dosdíasdespués, elbondadosogalenomedijoconbastante franqueza loquehabía ocurrido. El centinela me había oído gritar en mi encierro y creído, en unprincipio, que alguien había penetrado y que yo peleaba con ese supuesto intruso.Pero en cuanto apareció en la puerta,me había abalanzado sobre él, llenándole dedenuestos y gritos al tenor de “¡Muevade unavez,maldito cobarde!”, tratandodeasirle por la garganta y zamarreándolo tan reciamente que tuvo que pedir socorro.Cuando luego seme arrastró en ese estado de demencia a la revisiónmédica,mehabíadesasidoderepenteycorridohacialaventanadelcorredor,rompiendoelvidrioy cortándome entonces las manos; aún puede usted reconocer aquí la profundacicatriz. Pasé las primeras noches en el hospital en una especie de fiebre cerebral,peroalasazón,declaróelmédico,encontrabaclaraynormalmisensibilidad.

»—Desdeluego—agregó—,serámejorquenolodigaaesosseñores,porquedelocontrarioseríancapacesdevolverallevarleallá.Cuenteustedconmigo.Harétodocuantoestéamialcance.

»Desconozco los informes que ami respecto entregó aquelmédico caritativo amis torturadores. Sólo sé que consiguió de una manera u otra lo que se habíapropuesto:miliberación.TantopuedeserquemehayadeclaradoirresponsablecomoqueentretantolaGestapohayaperdidotodointerésenmipersona,dadoqueparaesetiempoHitlerhabíaocupadoChecoslovaquia,conlocualel“casoAustria”quedabaresueltoyconcluidoparaél.Sólosemeexigió,pues,quefirmaseelcompromisodeabandonarnuestrapatriaenel términodequincedías,yenesaquincenaestuvetanatareado con las mil formalidades que hoy en día debe cumplir el ciudadano delmundo de antaño para poder salir de su país —documentos militares, policía,impuestos,pasaportes,visados,certificadodesalud—quenomequedótiempoparapensar mucho en lo ocurrido. Parece que en nuestro cerebro obran fuerzasmisteriosamente reguladorasque eliminan automáticamente cuantopuede resultarlemolestoypeligrosoanuestraalma,porquesiemprequequierorecordareltiempodemi prisión se apaga la luz enmi cerebro, por así decirlo; sólo al cabo demuchassemanas,enrealidadsóloaquíabordo,hetenidoelvalorderecordarloquemehabíasucedido.

»Ahoraustedcomprenderáacasoporquérazónmecomportéantesusamigostanincorrectayacasohastaincomprensiblemente.Fuemeracasualidadqueatravesarael

www.lectulandia.com-Página38

salóndefumarcuandosusamigosestabanentretenidosjugandoalajedrez;alverlos,mesentí instintivamenteparalizadodesorpresay terror.Puesdebeustedsaberquehabía olvidado por entero que se puede jugar al ajedrez con un tablero real y conpiezas verdaderas; había olvidado que en ese juego dos personas absolutamentedistintas se hallan sentadas excitadas, una frente a la otra. Necesité, cabalmente,variosminutosparadarmecuentadequeaquellosjugadoreshacían,enelfondo, lomismoqueenmidesamparohabíatratadodurantemesesdehacercontramímismo.Lossignosdeloscualesmehabíaservidodurantemisfuriososejercicios,sóloeranunsustitutodeaquellaspiezasdehueso.Lasorpresaqueexperimentéalcomprobarqueesamanerademover laspiezassobreel tableroera lamismaquemiactividadimaginaríaenelespacioespeculativo,separecíaposiblementealadeunastrónomoquecalcularaconlosmétodosmáscomplicados,sobreelpapel, laexistenciadeunplanetanuevo,yluegolovieraefectivamenteenelcielocomoestrellablanca,clara,sustancial.Mequedécomoatraídoporunimán,mirandofijamenteeltablero,yallívimis esquemas, los alfiles, peones, reyes y torres, convertidos en figuras tangiblestalladas en hueso. Para abarcar la partida con la vista, hube de transferirlainvoluntariamentedemimundoabstractodecifrasaldelasfigurasmovibles.Pocoapocomevenciólacuriosidadyquiseobservaresejuegorealentredoscontrincantes.Entoncesocurrió esemolestodeslizmío, el que, olvidándomede lamás elementalcortesía, interviniese en su partida. Pero aquel movimiento equivocado del amigosuyome hirió como una puñalada en el corazón. Le detuve en un acto puramenteinstintivo, un movimiento impulsivo comparable al que se efectúa cuando sinpensarloseagarraaunniñoqueseinclinasobreunabalaustrada.Sólomástardemedicuentadelazafiafaltadetactoquehabíacometidoalentremetermeeneljuego.»

MefaltótiempoparaasegurarlealdoctorB.quetodosestábamosencantadosdedeberaesacasualidadelgustodeconocerle,yque,despuésdetodoloqueacababadeconfesarme,meresultaríadoblementeinteresantepoderverlejugaraldíasiguienteenelimprovisadotorneo.EldoctorB.hizoungestoreveladordeciertainquietud.

—No, no espere usted demasiadas cosas. No debe ser para mí más que unensayo...,unaprueba...,paracerciorarmesienrealidadsoycapazdejugarunapartidade ajedrez normal, una partida sobre un tablero real con piezas tangibles y uncontrincante viviente..., porque ahora se acrecienta cada vez más la duda de siaquellaspartidas,aquellascentenaresyacasomillaresdepartidasquehabíajugado,eranenverdadauténticaspartidasdeajedrezosisóloeranunasuertedeajedrezdesueños, juegos de la fiebre, un ajedrez febril en que, como en los sueños, saltabapeldaños intermedios. Supongo que usted no espera en serio de mí que pretendaestablecersuperioridadesconuncampeóny,porañadidura,nadamenosqueconelactualcampeónmundial.Loquemeinteresaeintrigaesnadamásquelacuriosidad,

www.lectulandia.com-Página39

eldeseodecomprobarsiloquehacíaenmiencierroerantodavíajuegosdeajedrezosiyaera locura, si entoncesmeencontrabaaunpasodel escollopeligrosoo siyaestabamásalládelmismo...;esoúnicamente,nadamásqueeso.

Enesemomentoseoyóenunextremodelbarcoelgongqueconvocabaalacena.Debimoshaberestadocharlandocasidoshoras.LoqueaquíreproduzcoessólounresumendeloquemecontóeldoctorB.,quienabundóenpormenoresmuchomásexplícitos.Lemanifestémicordialagradecimientoymedespedí.Peroaúnnohabíarecorrido toda la cubierta, cuando siguiéndome a grandes pasos me alcanzó paraagregartodavía,visiblementenerviosoyhastatartamudeandounpoco:

—¡Otracosa!Hagaustedelfavordedeciralosseñores,deantemano,paraqueluegonoparezcadescortés,quejugaréunasolapartida...Quieroquenoseamásqueelpuntoyrayafinaldeunacuentavieja...,undefinitivoremateynounrecomenzar...No quisiera sucumbir por segunda vez a esa apasionada fiebre de juego que meespanta al sólo recordarla..., y, además..., elmédicome previno aquella vez...,meadvirtió expresamente... Todo el que alguna vez ha sufrido unamanía se halla enpeligroconstante...yelquehasufridounaintoxicaciónajedrecística...,aunqueluegosehaya curado..., harámejor enno acercarse aningún tablero...Usted comprende,¿verdad?...Unasolapartidaquemesirvadeensayoamímismoynadamás.

Aldíasiguiente,puntualmentea lahoraconvenida, las tres,nosencontrábamostodos reunidos en el salón de fumar. Todavía se habían agregado a nuestro grupootros dos aficionados al juego de los reyes, dos oficiales de a bordo que habíansolicitado licencia expresamente para poder asistir, en calidad de espectadores, aaquel encuentro. Ni siquiera Czentovic se hizo esperar, como el día anterior, ydespuésdelaobligadaeleccióndeloscolores,empezólamemorablepartidadeaquelhomo obscurissimus contra el célebre campeón mundial. Lamento que haya sidojugada para espectadores absolutamente incompetentes y que su desarrollo se hayaperdidopara losanalesdelartedelajedrez,delmismomodoqueparaelartede lamúsicaestánperdidas las improvisacionesalpianodeunBeethoven.Esciertoqueentre todos tratamos de reconstruir de memoria esa partida en los días siguientes,perofueenvano;semeocurrequeduranteelladebemoshaberconcentradonuestraatencióncondemasiadoapasionamientoeinterés,enlosjugadores,envezdefijarlaen elmismo juego.Y eso sucedía porque elmanifiesto contraste intelectual en lasactitudes de ambos contrincantes, adquiría durante la partida cada vez mayorplasticidad corporal. Czentovic, el rutinario, permaneció durante todo el tiempoinmóvilcomounapiedra;conlosojosseverayfijamenteclavadosenel tablero; lareflexiónparecíaconstituirparaélunesfuerzocasi físico,queobligabaa todossusórganos a la máxima concentración. El doctor B., en cambio, se movía con todaflexibilidad y soltura. Como verdadero aficionado, que juega sólo por el deleite

www.lectulandia.com-Página40

inherente al juego mismo, no se esforzó; su cuerpo quedaba en distensión; noshablaba durante las pausas para darnos explicaciones; encendía conmano fácil uncigarrillo y sólomiraba el tablero, por espacio de unminuto, cuando le tocaba elturnodemoverunapieza.Siempredabalaimpresióndehaberestadoesperandodeantemanolajugadadesucontrario.

Lostradicionalesmovimientosdeaperturasesucedíanconbastanterapidez.Sólodespuésde la séptimauoctava jugada, se tuvo la impresióndequesedesarrollabasobreeltableroalgoasícomounplandeterminado.Czentovicsetomabamástiempoparareflexionar;estonosdabalapautadequeseiniciabalaverdaderaluchaporlasuperioridad.Mas,enhonordelaverdad,hayquedecirqueelplanteopaulatinodelasituación, como toda partida de verdadero torneo, significaba para nosotros, porlegos,unadesilusión.Porquecuantomásseentremezclabanlaspiezas,formandounraro dibujo, tanto más impenetrable nos resultaba la verdadera situación. Nollegábamosabarruntarlasintencionesdeningunodeloscontrincantes;nisabíamosapreciar tampoco cuál de los dos había alcanzado una ventaja. Sólo vimosdeterminadaspiezasavanzaramododepalancasconelpropósitodesepararelfrenteenemigo, pero —dado que esos jugadores tan versados siempre combinaban conanticipaciónvariasjugadas—nolográbamoscaptarelobjetivoestratégicodeaqueliry venir. A ello se agregaba, paulatinamente, un cansancio que paralizaba nuestraatenciónyqueeradebidosobre todoa los interminables intervalosde reflexióndeCzentovic, los que también empezaban a irritar visiblemente a nuestro amigo.Observéazoradoquecuantomásseprolongabalapartida,másinquietosemovíaensuasiento;oraencendiendouncigarrilloconlacolilladelotro,oratomandounlápizpara anotar algo.Luegopidió aguamineral, quebebió ávidamente, vaso tras vaso.EraevidentequecombinabaconunarapidezcienvecesmayorqueCzentovic.Cadavezqueéstesedecidía,alcabode largareflexión,amoverunapiezaconsumanopesada, nuestro amigo sólo sonreía, como quien ve que se cumple algo que habíaestado esperando desde mucho antes, y respondía casi instantáneamente. Suinteligencia viva y pronta debe haberle permitido calcular mentalmente conanticipación todas las posibilidades de que disponía su adversario; cuanto mástardabanlasdecisionesdeCzentovic, tantomásaumentabaporesamismarazónsuimpaciencia,yensuslabiosapretadossedibujaba,durantelalargaespera,ungestomolesto,casihostil.PeroCzentovicnomostrabaelmenorapresuramiento.Pensaba,mudo y terco, e intercalaba pausas cada vez más prolongadas, a medida que laspiezasdesaparecíandeltablero.Cuandosehizolacuadragesimasegundajugada—ypara entonces ya habían transcurrido dos horas y tres cuartos—, todos estábamossentados, con fatiga y casi sin interés, en torno a la mesa de juego. Uno de losoficialesdeabordoyasehabíaretirado;otrodelosespectadoressehabíaprocuradounlibroyloleía,levantandolavistanadamásqueporuninstantecadavezquese

www.lectulandia.com-Página41

producíauncambioeneltablero.AlhacerentoncesCzentovicunajugada,ocurrióloinesperado.TanprontocomoeldoctorB.observóquesucontrariotocabaelalfilparaadelantarlo,seencogiócomoungatoquesedisponeadarunsalto.Todosucuerpotemblaba,ynobienCzentovichubomovidoelalfil,dijotriunfanteyenaltavoz:

—¡Muybien!¡Yaestálisto!Al instante se reclinó, cruzó los brazos sobre el pechoymiró aCzentovic con

expresióndedesafío.Ensuspupilassehabíaencendidounaluzbrillante.Todos nos inclinamos instintivamente sobre el tablero, para comprender el

movimiento tan triunfalmente anunciado. A primera vista, no podía reconocerseningunaamenazadirecta.Laexpresióndenuestroamigodebíareferirse,pues,aundesarrollo ulterior que, como aficionados de cortos alcances aún no sabíamoscalcular. Czentovic era el único entre todos nosotros que no se habíamovido anteaquelanuncioprovocativo;sequedóimpasible,comosinohubiesellegadoaoírelinjuriante«listo».Nadasucedió.Comotodosconteníamossinquererlarespiración,seoíaderepenteeltictacdelrelojquehabíasidocolocadosobrelamesaparamedirel tiempo de cada jugada. Pasaron tres minutos, siete minutos, ocho, y Czentovicseguíasinmoverse.Peroyoteníalaideadequeelesfuerzomentalachatabamásaunsugruesanariz.Lamudaesperaleparecíaanuestroamigotaninsoportablecomoanosotrosmismos.Selevantódepronto,comenzóapasearseporelsalón,conlentitudprimeroyluegocadavezmásrápidamente.Todoslemiramosuntantoasombrados,peronadieconmásazoramientoqueyo,porquellamómiatenciónelqueapesardetoda la violencia, sus pasos, en ese ir y venir nervioso,medían siempre elmismoespacio.Era como si enmediodelvasto salónhubiese chocadocontraunabarrerainvisiblequeleobligabaavolver.Yespantadoreconocíquesucaminatareproducíainconscientemente lamedida de su encierro de otro tiempo; exactamente así debíahaber ocurrido arriba y abajo en los meses de su reclusión, como un animalenjaulado, con los puños cerrados como en aquellos instantes, convulso, con loshombrosencogidos;asíysóloasídebíahabercaminadomilveces,conlaslucesrojasde la demencia en la mirada fija y no obstante febril. Sin embargo, su capacidadparecía mantenerse perfectamente intacta, porque de cuando en cuando se dirigíaimpaciente a lamesapara averiguar si, entretanto,Czentovic yahabía tomadounadeterminación.Peropasaronnueve,diezminutos.Porfinocurrióloqueningunodenosotros había esperado. Czentovic levantó lentamente la pesada mano que hastaentonces había quedado inmóvil sobre la mesa. Todos le mirábamos atentos a laesperadesudecisión.PeroCzentovicnorealizóningunajugada,sinoquelimpióeltablero de piezas, con ademán resuelto aunque pausado. Sólo entoncescomprendimos: Czentovic había abandonado la partida. Había capitulado para noexponerseaunjaquematevisible,enpresenciadetodosnosotros.Habíaocurridoloinverosímil: el campeón mundial, ganador de infinidad de torneos, se declaraba

www.lectulandia.com-Página42

tácitamentevencidoporundesconocido,unhombrequeenveinteoveinticincoañosnohabíatocadounapiezadeajedrez.Nuestroamigo,elhombreanónimo,ignorado,¡habíavencidoenluchaabiertaaljugadordeajedrezmáscompetentedelmundo!

Sindarnoscuenta,noshabíamoslevantadounodespuésdelotro,movidosporlaexcitación.Cadacual tenía lasensacióndequenoscorrespondíadecirohaceralgoparadarriendasueltaanuestragozosasorpresa.ElúnicoquenoperdiósuaplomonisucalmaeraCzentovic.Sóloalcabodeunapausaestudiadamidióanuestroamigoconunamiradadura:

—¿Otrapartida?—preguntó.—Desde luego —contestó el doctor B. con un entusiasmo que me resultó

desagradable;yantesdequepudieserecordarlesupropósitodenojugarmásqueunasolapartida,volvióasentarseyaordenardenuevolaspiezasconunapresuramientofebril.Tanaturdido lascolocóquepordosvecesse ledeslizóunpeóndeentre losdedos,cayendoalsuelo.Alavistadesuexcitaciónanormal,mimalestardelprimermomento se transformó en una especie de temor. Porque, en efecto, una agitaciónvisiblesehabíaadueñadodeaquelhombre,hastaentoncestantranquiloysereno;suboca se contraía cada vez con mayor frecuencia, convulsivamente, y su cuerpotemblabacomosacudidoporunafiebrerepentina.

—¡No!—ledijeenvozbaja—.¡Ahorano!Déjeloporhoy.Basta.Esolecansademasiado.

—¿Cansarme? ¡Vamos!—contestó riendo sonora ymaliciosamente—.Hubierapodido jugar diecisiete partidas en el tiempo que necesitamos para esa partidavagabunda. Lo único que me cuesta un esfuerzo es no quedarme dormido a esepaso...¡Bien!¡Empiecedeunabuenavez!

Esas últimas palabras las dijo en tono brusco, casi vehemente, dirigiéndose aCzentovic.Estelemirótranquiloyaplomado,peroensumiradapétreayahabíaalgode un puño cerrado. De pronto se percibió un algo indefinible entre los doscontrarios:una tensiónpeligrosa,unodioapasionado.Yanoerandoscontrincantesque medían su capacidad en el juego, sino dos adversarios que se habían juradoaniquilarse mutuamente. Czentovic tardó mucho en abrir el juego, y tuve la clarasensacióndeque titubeabadeliberadamente.Tácticoexperto, sehabíadadocuenta,evidentemente,dequeconsulentitud,másqueconotracosacualquiera,cansabaeirritaba al contrario. Empleó pues, nada menos que cuatro minutos para hacer laprimerajugada, lamássimple, lamáscorriente,adelantandoelpeóndereypor lasdoscasillashabituales.Nuestroamigoreplicóinmediatamente,moviendoelpeónderey en elmismo sentido; perode nuevoCzentovic hizounapausa larguísima, casiinsoportable.Eracomocuandocaeunrayopoderosoyseespera,angustiado,conelcorazón agitado, el trueno, y el trueno no acaba y no acaba de producirse.Reflexionabamuda,obstinadamentey,segúnyonotabaconcertezacadavezmayor,

www.lectulandia.com-Página43

conmaliciosa lentitud; loquemedioharto tiempoparaobservar aldoctorB.Esteacababade tomardeun tragoun tercervasode agua, recordándomeasí sinquerercuantomehabíadicho respectoa la sedde fiebrequepadecieraensuencierro.Serevelabannítidamente todos lossíntomasde laexcitaciónanormal;vihumedecersesufrente,yponersecadavezmásrojaymarcadalacicatrizdesumano.Peroaúnsedominaba. Sólo cuando Czentovic volvió a tomarse infinito tiempo para la cuartajugada,perdiólaserenidad,gritándolederepente:

—¡Perojuegueyadeunabuenavez!Czentoviclevantófríamentelavista:—Tengoentendidoquehemosconcertadounplazodediezminutospor jugada.

Esunodemisprincipiosnojugarenmenostiempo.EldoctorB. semordió los labios;bajo lamesa, la suelade suzapatogolpeaba

cadavezmásnerviosamentecontraelpiso,ymiexcitacióntambiénaumentaba,puespresentía que iba a ocurrir algo desagradable. En efecto, al octavomovimiento, seprodujounincidente.EldoctorB.,cadavezmenosdueñodesímismo,nopudoyareprimir su tensión,ymoviéndoseen la silladeun ladoparaelotro,comenzó, sindarsecuenta,atamborilearconlosdedossobrelamesa.

DenuevoCzentoviclevantósupesadacabezadealdeano.—Leruegoquieraabstenersedetamborilear.Memolesta.Nopuedojugarasí.—¡Ja,ja!—rióeldoctorB.secamente—.Alavistaestá.Czentovicsepusocolorado.—¿Quéquiereusteddecirconeso?—preguntócortanteyenojado.El,doctorB.volvióareírbreveymaliciosamente.—Nada.Que,aloqueparece,estáustednervioso.Czentovicsecallóybajó lacabeza.Sóloal términodediezminutosefectuóel

movimiento siguiente, y con ese ritmo letal prosiguió todo el juego. Acabó poraprovecharcadavezelmáximodetiempoconvenidoantesdeprocederaunajugada,y el comportamiento de nuestro amigo se volvía más extraño de intervalo enintervalo.Daba la impresión de no interesarse ya por el partido, sino de pensar encosasabsolutamentedistintas.Estaveznocorrióalocadamentearribayabajo, sinoquesequedótranquilamentesentado,sinmoversedesulugar.Conlamiradafijayausente en el vacío,murmuraba sin cesar palabras incomprensibles; o se perdía eninfinitas combinaciones o elaboraba —eso era lo que íntimamente sospeché—partidas diferentes, porque cada vez que Czentovic se decidía finalmente a jugarhabía que volverle de su ausencia mental. Necesitaba entonces, cada vez, unosminutosparaorientarsedenuevosobrelasituacióneneltablero;asíibaafianzándoseenmílasospechadequeeldoctorB.sehabíaolvidadohacíaratoyadeCzentovicydenosotros,hundiéndoseenesaformafríadelalocuraquepodíadeunmomentoaotromanifestarseencualquierformadeviolencia.Y,enefecto,lacrisisseprodujoal

www.lectulandia.com-Página44

llegar ladecimonovena jugada.ApenasCzentovichabíamovidosupieza,eldoctorB.adelantóelalfilentresescaques,sinmirareltableroygritócontantafuerzaquetodosnossobresaltamos:

—¡Jaque!¡Jaquealrey!Inmediatamente miramos todos el tablero, curiosos por descubrir una jugada

extraordinaria.Peroalcabodeunminutosucedióloqueningunodenosotroshabíapodidoesperar.Czentovicalzólacabezalenta,muylentamentey—cosaquenuncahabíahecho—nosmiróatodos,unoporuno.Parecíagozarinconmensurablementedealgo,porquepocoapocosedibujóensuslabiosunasonrisadesatisfacciónydeevidente burla. Sólo después de haber saboreado hasta el extremo ese su triunfo,inexplicabletodavíaparanosotros,sedirigióconsimuladacortesíaalaconcurrencia:

—Losiento...,peronoveoningúnjaque.¿Acasounodelosseñoresveunjaqueamirey?

Volvimosamirareltableroyluego,preocupados,aldoctorB.Unniñopodíaverque el cuadroocupadopor el reydeCzentovic estaba, en efecto, protegidopor unpeóncontraelalfil,demodoquenoeraposibledarjaqueaeserey.Nosazoramos.¿Acasonuestroamigohabíallevadosupiezaunacasillademasiadolejosolahabíadejado demasiado cerca en su aturdimiento? Como nuestro silencio llamase laatención del doctor B., éste también miró el tablero y empezó a tartamudear conviolencia:

—¡Pero si el rey debe estar en f7!... Estámal colocado..., completamentemal.¡Ustedmoviómal!Todoestá fuerade su lugar...Elpeóndebeestar sobreg5ynosobre4...Pero¡siéstaesunapartidacompletamentedistinta!Estoes...

Se interrumpió de súbito. Yo le había asido con fuerza del brazo y hastapellizcado, quizá, con tanto rigor, que hubo de sentirlo no obstante su febrilconfusión,puessediovueltaymemiródehitoenhito,comosonámbulo:

—¿Qué...,quéquiereusted?Nodijemásque«remember»,ypaséalmismotiempoeldedosobrelacicatrizde

sumano.EldoctorB.siguióinvoluntariamenteesegestoypasóunamiradavidriosasobrelamarcaencarnada.Luegoempezódeprontoatemblaryunescalofríorecorriótodosucuerpo.Empalidecieronsuslabiosymurmuró:

—¡Por el amor deDios!... ¿Acabo de decir o de hacer un disparate?... ¿Acasovolvía...?

—No—contestéenvozbaja—.Perodebe interrumpir lapartidaenelacto,sinfalta...¡Recuerdeloqueledijoelmédico!

EldoctorB.selevantócomomovidoporunresorte.—Perdone usted mi error tan torpe —dijo con su habitual voz y cortesía,

inclinándose ante Czentovic—. Lo que acabo de decir es, naturalmente, un purodislate.Lapartidaessuya,desdeluego.

www.lectulandia.com-Página45

Enseguida,volviéndoseanosotros,agregó:—Tambiéndebopedirperdónalosseñores.Perolesadvertídeantemanoqueno

cifrasengrandesesperanzasenmí.Disculpenlaplancha...Hasidolaúltimavezquepruebesuerteenelajedrez.

Hizounareverenciaysealejódelmismomodo,modestoymisterioso,conquehabíaaparecidolaprimeravez.Sóloyosabíaporquéesehombrenuncamásvolveríaatocarunapiezadeajedrez,entantoquelosdemássequedabanunpocoperplejos,conlainciertasensacióndehaberseescapadoaduraspenasdeunepisodioingratoyacasopeligroso.

—Damnedfool—rezongóMcConnor,desencantado.El último en levantarse de su asiento fue Czentovic, quien paseó todavía una

últimamiradasobrelapartidaamedioterminar.—Lástima —dijo magnánimamente—. El ataque no estaba mal dispuesto.

Considerandoquesetratadeunaficionado,esjusticiadecirqueesecaballeroposee,enrealidad,condicionesexcepcionales.

www.lectulandia.com-Página46