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Serie Digital Desarrollo Fronterizo e Integración
Simbología, Salud y Cultura:
Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
Belkis Vanegas Marlyn Martínez
Ledis Campo
©Belkis Vanegas - 2016©Marlyn Martínez - 2016©Ledis Campo - 2016
ISBN: 978-980-7723-31-2Deposito Legal: ZU2016000214
Editor: Víctor InciarteE-mail: [email protected]: +584124191740Maracaibo – Venezuela
Editorial INVER-E-GROUP VENEZUELA C.A.Maracaibo – Venezuela.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADO.
Vanegas, Martínez y Campo
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Introducción
Vanegas, Martínez y Campo
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La simbología socio-política usa-
da por los Estados de América del Sur
para proponer estrategias de desarro-
llo social como medio para llevar bien-
estar a los pueblos, ha experimentado
vertiginosos cambios. Uno de los más
significativos es representando por los
recientes acuerdos de Paz en Colom-
bia, suscritos este año en la Habana,
Cuba; los cuales suponen el inicio de
un proceso que puede permitir el re-
torno de la gobernabilidad a las zonas
afectadas por el conflicto armado. Las
consecuencias de esa tragedia que su-
pero el medio siglo, dejará tras de sí, la
posibilidad de cesar la excusa política
para justificar la poca presencia guber-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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mento de análisis de la “comunicación
como mecanismo de conexión entre los
seres humanos y su contexto”.
En este caso, la simbología permi-
te interpretar los códigos, las señales,
los gestos, el leguaje, la dialéctica so-
cial y política, como metodología cuali-
tativa para comprender las situaciones
adversas que impiden el desarrollo. Por
ahora, este análisis tiene el objetivo de
centrase en la revisión de los trabajos
investigativos formales disponibles en
internet, es decir, revisión y análisis de
una variada bibliografía generada des-
de el inicio del milenio; con el propósito
de ofrecer un análisis general sobre la
situación de salud de la frontera co-
namental en las regiones fronterizas,
las cuales se observan agotadas por
la pobreza, la desinversión en salud y
servicios públicos en general, con una
población desplazada y desatendida en
muchas formas.
Desde esa perspectiva, se hace
necesario profundizar en la compren-
sión de las señales latinoamericanas,
para ello se recurre a la óptica de In-
ciarte (2015), quien enfatiza sobre
lo importante abordar en el tema del
“interaccionismo simbólico”, como un
medio para entender las relaciones en-
tre los actores sociales que intervienen
en los procesos de desarrollo social. En
ese sentido, la simbología es un instru-
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rizo colombo-venezolano. La discusión
constructiva contribuye a enriquecer
las políticas públicas de los Estados,
aumenta la posibilidad de insentivar
la participación pluricultural, y da la
oportunidad de analizar los criterios
de evaluación, la rendición de cuen-
tas, la creación de políticas inclusivas,
la identificación de oportunidades y de
riesgos, entre otros grandes temas que
encierra el desarrollo social.
En otras palabras: el debate pú-
blico como parte de la simbología so-
cial latinoamericana, es imprescin-
dible para construir la democracia
participativa en los países del Sur.
Es decir, se requiere un espacio para
lombo-venezolana.
De esta forma, este estudio abor-
da el problema de los sistemas de sa-
lud fronterizos desde la cosmovisión de
los pueblos indígenas como los wayuu;
y desde allí abordar conceptos como
los de desarrollo, integración, inter-
culturación, participación pluricultu-
ral, entre otros; como lenguaje especial
que pueden ayudar a comprender la
realidad presente en una sociedad su-
mergida en el subdesarrollo.
A la luz de lo dicho, existe el con-
vencimiento desde esta perspectiva, so-
bre lo urgente de debatir públicamente
los grandes temas de la agenda bina-
cional sobre el desarrollo social fronte-
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gencia de las causas indígenas, son
una ineludible señal que obliga al cam-
bio de actitud sobre todo frente a las
políticas fronterizas; lugar donde los
problemas se resumen en pobreza, in-
equidad, desigualdad, discriminación,
enfermedades, poblaciones desplaza-
das, entre otros.
Por otro lado, llama particular-
mente la atención el tema sobre futuro
del orden institucional del Estado co-
lombiano y su gobernabilidad, luego de
la firma de los tratados de paz en Cuba;
por lo cual se abre una interrogante, la
cual debe contestarse en corto plazo; y
para ello sede contribuir activamente a
el entendimiento de las distintas ver-
tientes humanas de la sociedad, para
que estas sean parte de las soluciones,
con derecho a voz, voto y participación
activa en el trabajo creativo, porque la
responsabilidad del desarrollo social es
compartida por toda la sociedad en su
conjunto,
En ese contexto, es poco natural
observar como parte de los problemas
fronterizos, lidiar con la indiferencia de
los Estados, frente al dialogo propues-
to desde las poblaciones indígenas. La
actual organización de las sociedades
étnicas, están demandando cambios
en las estructuras de gobernanza y go-
bernabilidad. En cuanto a eso, la exi-
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Cosmovisión Indígena del Desarrollo de la Salud en la
Guajira Colombiana
la adopción de nuevas formas de hacer
políticas públicas pertinentes, eficaces
e inclusivas. Todo bajo una renovada
simbología social que cambie los pa-
radigmas de comunicación y enten-
dimiento, para construir el desarrollo
social sostenible que merecen los pue-
blos fronterizos.
Vanegas, Martínez y Campo
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El pueblo indígena Wayuu, históri-
camente se ha asentado en el territorio
limítrofe compartido entre Venezuela
y Colombia conocido como la Penín-
sula de La Guajira, según la UNICEF
y FUNPROEIB (2009, p.200), alcanza
una población del lado colombiano que
supera las 150 mil personas, la cuales
habitan los territorios comprendidos
por la parte media y alta del Departa-
mento de La Guajira. La cosmovisión
de este pueblo indígena, se expresa a
través de sus propias creencias: “Ju-
yakai (el que llueve) fecunda a Mna (la
tierra), y recrea la vida del wayuu”; so-
cialmente se organizan en clanes los
cuales son identificados genéticamente
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liares, rodeadas de empalizadas cir-
cundantes para protegerse de los ma-
los espíritus”. Además, los wuayuu o
guajiros como son nombrados por los
“alijunas”, transitan libremente por la
frontera entre Colombia y Venezuela,
porque poseen las dos nacionalidades,
y ese desplazamiento se produce en un
primer lugar para mantener sus víncu-
los familiares, y en un segundo plano
porque los motiva el comercio binacio-
nal fronterizo, entre otras razones.
En ese sentido, los asentamientos
guajiros no son estables, porque las
familias deciden desplazarse general-
mente cuando escasean los recursos
necesarios para la vida. Aunque tam-
a través de la línea materna.
En ese sentido, se han identificado
unos 22 clanes, los cuales conforman
asentamientos (rancherías) de hasta
300 miembros aproximadamente, y su
economía se basa en el comercio, la
agricultura, el pastoreo de caprinos y
la pesca, aportando también una gran
contribución a la fuerza de trabajo que
soporta el sector de la construcción.
Otra características de las co-
munidades wuayuu, según UNICEF
y FUNPROEIB (2009), es que estos
grupos poblacionales se ubican en la
parte alta de los valles, al borde de
las carreteras, y están caracterizados
por “viviendas rectangulares unifami-
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ribeñas con “número de usuarios muy
disímil”, en total los habitantes de La
Guajira comparten o se expresan por
los menos en cuatro lenguas indígenas
locales diferentes aparte del Español.
Desde allí se pueden estimar un
número de dialectos únicos; la Pe-
nínsula de la Guajira (sólo del lado
colombiano), el español cuenta con 8
millones de hablantes, y las lenguas
autóctonas indígenas y dialectos del
caribe colombiano tiene una comuni-
dad de hablantes que supera los 216
mil 241 personas; en cuanto al núme-
ro de indígenas guajiros que adoptan
como lengua materna el “wayuunai-
ki” alcanza las 149 mil 837 personas,
bién han sido afectados por algunos
conflictos derivados de la violencia ar-
mada colombiana. Otras causas so-
bre la movilización de los wuayuu, es
explicada a través su conocimiento y
movilidad sobre la frontera, lo cual es
útil para la dinámica del contrabando
de bienes y la comercialización de dro-
gas ilegales provenientes del narcotrá-
fico, entre otros.
Los wayuu, no son los únicos indí-
genas en la zona caribeña colombiana,
porque allí coexisten diversas comuni-
dades que usan y comparte diferentes
jergas y culturas. Según la UNICEF
y FUNPROEIB (2009, p.203), se han
identificado unas catorce lenguas ca-
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teriza impone su propio ritmo, por lo
menos así lo expone Bisbal (2005),
quien supone que los migrantes como
los guajiros que viven entre dos países,
contribuyen silenciosamente a resol-
ver en la práctica su propio método de
integración de pueblos; al tiempo que
enfrentan los problemas del subdesa-
rrollo con su propio conocimiento de la
región y bajo su óptica cultural, por no
contar con apoyo gubernamental co-
lombiano.
En ese sentido, Bisbal (2005, p.1),
asegura en su resumen que mientras
los gobiernos basan sus dilemas sobre
las mejores formas para la integración
siendo esta el habla indígena con ma-
yor influencias en la zona fronteriza,
solo superada por el español.
Por esa razón el Departamento de
la Guajira, posee grupos poblacionales
que se segmentan como “monolingües,
bilingües y multilingües”, y en esa mis-
ma medida se segmentan sus rasgos
culturales y sociales, cada uno con su
propia interpretación sobre la realidad
fronteriza, y por ende sobre su propia
percepción sobre el desarrollo y bien-
estar; la cual, en muchas ocasiones
colida con la visión de desarrollo social
propuesta desde el Estado.
Pero más allá de la visión perso-
nal de los Estados, la dinámica fron-
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blos indígenas y su contribución en
los procesos de integración en Latinoa-
mérica, es innegable que estos conglo-
merados son objeto de discriminación
y representan parte de la lista de los
grandes excluidos de las políticas de
desarrollo social de los Estados. Des-
de esa perspectiva, Donato, Escobar,
Escobar, Pazmiño y Ulloa (2007), ci-
tando a Restrepo (2006a:1), enumeran
los problemas sufridos sobre todo por
las mujeres de las distintas etnias, y lo
expresan de la forma siguiente: (a) Los
indígenas sufren el impacto de “todas
las formas de violencia social, étnica y
política” en sus propios territorios. (b)
Son marginados políticamente de la
latinoamericana basándose en leyes
que garanticen la “consolidación de
los mercados, la seguridad nacional
y una soberanía que se rediseña en el
contexto de los cambios que ha traído
la globalización; los migrantes llevan
consigo el acervo de sus tradiciones
que entran muy pronto en profundos
procesos de hibridación”; es decir, las
poblaciones fronterizas han cultivado
“una cultura propia” fronteriza, forja-
da a través de la mezclas culturales,
las cuales a su vez son transformadas
desde las industrias culturales y de la
sociedad de consumo, en una dinámi-
ca que no tiene pausa.
Pese a la resistencia de los pue-
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de esas políticas económicas, los pue-
blos originarios enfrentan los desma-
nes del cambio climático, entre otros.
Procesos que afectan no sólo la vida de
los indígenas sino también la de todos
pobladores de la frontera. Entendien-
do que las malas decisiones políticas,
pueden conllevar en algún momento a
la pérdida de autonomía y gobernabili-
dad, desplazamientos, al igual que ge-
neran problemas sociales, económicos
y de salud.
Por otra parte Álvarez (1999), in-
troduce el estudio del concepto “etno-
cultural” en el proceso de integración
colombo-venezolano, donde reflexiona
participación social y organizativa, sin
derecho a la toma de decisiones. (c) Re-
presentan los grandes excluidos de los
programas de desarrollo productivo.
(d) Sus comunidades son marginales,
con escaso acceso a bienes y servicios,
sobre todo el educativo y de salud, en-
tre otros problemas sociales.
Sumado a esto, los pueblos in-
dígenas enfrentan otras situaciones
adversas generadas en torno al tema
ambiental, estas como resultado de las
políticas y programas que impulsan la
explotación de recursos naturales, cu-
yos desarrollos no son adecuados para
los ecosistemas. Como consecuencia
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Álvarez (1999), citando a Letamen-
día (1997), aseguró que el factor étni-
co, proporciona elementos específicos
dentro de una “generalidad histórica
geográfica” de la frontera colombo-ve-
nezolana. Y conceptualiza la expresión
etnia: “como una comunidad autóno-
ma, autoconsciente, caracterizada por
un conjunto de valores y creencias
compartidas, una lengua propia, un
sentido de pertenencia real o imagina-
rio con una historia y territorio especí-
fico”, los cuales dejan su influencia a
través de la praxis social.
En otro sentido, según Yicón y
Ansa (2008), aseguran que las rela-
sobre los procesos históricos de inte-
gración a través de los pueblos origina-
rios. Es decir, identificar los distintos
elementos aportados por los grupos ét-
nicos, los cuales a pesar de distinguir
barreras culturales, los mismos actua-
ban en un ambiente y espacio “idénti-
cos”, lo que permitió en términos de la
integración colombo-venezolana “for-
mar los vínculos comunes” de la fron-
tera que hoy percibimos. Entendiendo
que existen muy pocas diferencias en-
tre los dos lados de la frontera, y los
pueblos se funden para originar en ese
lugar una cultura fronteriza entre los
dos países.
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latinoamericana, tomando como ejem-
plo los textos constitucionales de estas
naciones. Entendiendo, que en el caso
de los wuayuu, como pueblo indígena
mantuvieron una amplia autonomía al
margen de las legislaciones naciona-
les de Venezuela y Colombia, hasta el
punto que ambos estados reconocen a
los indígenas de aplicar bajo su cultu-
ra su propia interpretación del “dere-
cho” en las zonas identificadas como
su habitad.
Al parecer, y bajo las observacio-
nes de Yicón y Ansa (2008), la actividad
incesante realizada por los indígenas y
la población en general que comparten
ciones entre las regiones del Departa-
mento de la Guajira (Colombia) y el Es-
tado Zulia (Venezuela), están guiadas
predominantemente por el intercambio
comercial; aparte de reflejar la existen-
cia de problemas fronterizos de índole
socioeconómicos y de seguridad homo-
géneos, y tienen como población fron-
teriza común la etnia wayuu.
Esos aspectos comunes marcan
una dependencia dinámica en la fron-
tera entre las dos regiones caribeñas, lo
cual ha permitido definir la zona limí-
trofe como “frontera viva”. De la expe-
riencia colombo-venezolana se pueden
extraer una visión general de la reali-
dad que contribuye con la integración
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observa que las relaciones están sig-
nadas por diferencias de liderazgo, de
tal modo que se requiere de una base
política firme para atender los asuntos
fronterizos para la integración”. Esos
acuerdos se hacen necesarios no sólo
en el aspecto comercial, sino que de-
berían comenzar prioritariamente por
razones humanitarias atendiendo los
problemas comunes de esas regiones
como el derecho a la salud, la atención
de la pobreza e inequidad social.
En cuanto a la salud de los pue-
blos indígenas que habitan en la fron-
tera de La Guajira colombo-venezola-
na, Monsoyi (2008, p. 33), describe el
problema sobre la poca infraestructura
ese espacio fronterizo de La Guajira,
han obligado a los Estados a pensar en
la necesidad de demarcar unas zonas
especiales de “unión física”, es decir
la posibilidad de definición geo-políti-
cas de unas áreas de integración en la
frontera entre Venezuela y Colombia.
Desde esa idea, se puede diser-
tar ampliamente sobre las ventajas de
concebir ese nivel de integración, sin
que ello signifique que las dos nacio-
nes estén plenamente decididas para
suscribir un área especial de integra-
ción fronteriza. Yicón y Ansa (2008,
p.20), explican al respecto: “A pesar
de la importancia de la frontera, se
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las etnias originarias, la cual “es aún
insuficiente y precaria”. En ese sen-
tido, la denuncia se centra en el alto
índice de mortalidad infantil, inducida
generalmente por causa de “tétanos
posnatal, gastroenteritis, parasitosis,
bronconeumonía y gripe”, todos estos
males son controlables a través de la
medicina preventiva y de curación; la-
mentablemente por falta de la presen-
cia gubernamental, los indígenas se
encuentran desasistidos e indefensos,
hasta el punto de ser discriminados en
los centros de atención hospitalarios
de ambos países.
En consecuencia, y para dar un
ejemplo, los indígenas continúan con-
para la atención médica, aunque reco-
noce las mejoras observadas en la pri-
mera década del milenio. Todavía así
la opción de atención en salud ofreci-
da en la frontera en cualquiera de sus
lados es insuficiente: “provocando una
alta tasa de mortalidad y morbilidad”.
En consecuencia, para los indígenas
como los wuayuu sólo le queda la al-
ternativa curativa que ofrece la me-
dicina tradicional desarrollada por los
pueblos originarios a través de su cul-
tura ancestral.
Otro aspecto de la problemáti-
ca de salud que rodea el mundo indí-
gena, según Monsoyi (2008), se trata
sobre la capacidad inmunológica de
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modelos posibles: El desarrollista y el
antropológico. Es decir, el problema de
la acción de los Estados en las zonas
fronterizas, ha dado marcada preferen-
cia al modelo desarrollista copiando la
experiencia brasileña.
En ese sentido, Monsoyi (2008,
p.190), habla sobre el brutal impacto
que imprime el método desarrollista
a las zonas indígenas, considerándo-
lo un “alienante modelo” de naturale-
za pre-científica que responde a expe-
riencias desactualizadas de la realidad
fronteriza. Explica además, que “el
Desarrollismo tiende a repetir la típica
política expansionista de conquista y
colonización, como ocurrió por ejemplo
fiando en sus “chamanes”, en el caso
wuayuu existe esa figura importante,
se le conoce como el “piachi”, quien
según UNICEF y FUNPROEIB (2009),
es una persona de jerarquía encarga-
do de las ceremonias religiosas; es el
curandero y el especialista conocedor
de las plantas medicinales usadas tra-
dicionalmente para las curaciones de
enfermedades.
Monsoyi (2008), advierte que para
resolver los problemas de desarrollo
social y de salud del mundo indígena,
pasaría primero por dilucidar los cri-
terios conceptuales en los que se basa
el proceso de integración colombo-ve-
nezolano. Hasta ahora, identifica dos
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lo desarrollista expuesto por Monsoyi
(2008), las poblaciones étnicas están
obligadas a soportar el gran impacto
desde la “civilización nacional”, en es-
pecial en lo que se refiere a la salud
en las comunidades; porque los riesgos
sanitarios de las migraciones (el ingre-
so de una población nueva) en los te-
rritorios indígenas, genera un contacto
que ha traído como consecuencia: “epi-
demias, explotación, marginamiento,
desculturización, exterminio” para las
etnias, actualmente son consideradas
como pueblos vulnerables, por esa
causa y por las ineficacia de las polí-
ticas de Estado en cuanto a los des-
plazados, en violación de sus derechos
con el oeste norteamericano o con las
pampas argentinas”.
Desde esos planteamientos, el de-
sarrollismo no representa una clara
alternativa para la solución de los pro-
blemas sociales del indígena, porque
se supone que no acuerda como obje-
tivo principal el abordar los problemas
socioculturales. Aparte, ese modelo ha
generado contradicciones económicas
entre la población fronteriza, en la cual
los indígenas son considerados una
minoría, la cual es desplazada o mar-
ginada de los grandes centros de desa-
rrollo económico.
Al profundizar en este análisis,
y a la luz de la observación del mode-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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Aspectos Culturales de la Salud en la Frontera
humanos.
Por todo lo dicho, puede quedar
claro que los retos de desarrollo social
planteados para las zonas fronterizas,
deben contener un equilibrio entre los
aspectos económicos y sociales, para
que los pobladores en su generalidad
más amplia, sean beneficiados equita-
tivamente con elementos tangibles de
desarrollo. Es decir, el progreso de los
sistemas de la salud en la frontera, ten-
dría que surgir acompañado de tecno-
logía acorde, de la educación adaptada
a la realidad indígena y la atención mé-
dica para todos por igual, entre otras
reivindicaciones sociales que eleven la
calidad de vida de las comunidades.
Vanegas, Martínez y Campo
43
Para poder ahondar, sobre los as-
pectos culturales de la salud en zonas
fronterizas colombo-venezolanas como
parte de los ejemplos que suceden en
Latinoamérica, se debe entender en
un primer término los principios gene-
rales de la simbología indígena como
parte del proceso de asociación con
otras culturas que conforman la socie-
dad fronteriza.
Para ello se recurre a Vanegas
(2015) incluida en la compilación de
Incitare y otros (2015), donde se sugie-
re que los individuos generan procesos
que ayudan a reconocerse e identifi-
carse como parte de una sociedad plu-
ricultural. Por supuesto que esa expe-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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grupos socio-culturales. En especial,
para fomentar el desarrollo a través del
intercambio cultural, entre otros as-
pectos, en los que si incluye el derecho
a la salud. En ese sentido, la simbolo-
gía ha permitido a las distintas etnias
entender sobre los aspectos de sus de-
rechos sociales, y sobre los aportes que
ellos hacen al desarrollo fronterizo.
Por otro lado, los estados mane-
jan su propia simbología discursiva
cuando hablan sobre los derechos de
los grupos étnicos, interculturalidad y
de desarrollo de la salud en la fronte-
ra, como parte de las políticas de inte-
gración. En ese contexto, Bello y otros
(2011), explican desde la perspectiva
riencia comienza desde la relación de
los padres con el niño indígena, el cual
al crecer aprende a interpretar las se-
ñales que le dan la posibilidad de en-
tendimiento de los signos y símbolos
culturales necesarios para desenvol-
verse en su entorno, y por ende recibe
la información de cómo comportarse
frente a la vida y frente al resto de las
culturas..
Esa misma simbología adquirida
desde el seno familiar de forma indi-
vidual, es lo que hace posible que se
integren o no a otros grupos sociales;
además, desde allí se genera su posibi-
lidad de auto- reconocerse, identificar-
se e integrarse socialmente con otros
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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portante el valor de la medicina indíge-
na para poder garantizar el derecho a
la salud integral de los grupos étnicos.
Por esa razón, los Estados lati-
noamericanos deberían considerar
los aportes culturales indígenas en
sus legislaciones, tratados y acuer-
dos, porque este conocimiento implica
concepciones con una praxis aceptada
internacionalmente desde una socie-
dad originaria con su visón frente a la
vida, la muerte y el cuerpo humano,
como también la forma como enfren-
tan las enfermedades, las lesiones y
su tratamiento; en consecuencia, los
sistemas de salud fronterizos y sobre
todo el dirigido a poblaciones indíge-
venezolana, algunos derechos conquis-
tados por los indígenas, quienes en la
constitución venezolana promulgada
en 1999, se les otorga el derecho a una
salud integral que considere sus prác-
ticas y culturas; donde se endosa la
aceptación de la medicina tradicional y
las terapias complementarias efectua-
das por los pueblos indígenas, bajo la
“sujeción a principios bioéticos”.
En ese contexto, se observan un
avance al reconocerse la diversidad
cultural y el conocimiento ancestral de
los indígenas en el uso de la naturaleza
para atender los problemas de salud,
por lo menos en un lado de la frontera.
Según Bello y otros (2011), resulta im-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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cual se hace necesario para establecer
nuevas estrategias desde el Estado,
con la finalidad de promover la conser-
vación de la diversidad biológica y la
diversidad cultural de ese país latinoa-
mericano.
En este caso, la simbología esta
expresada dentro de la “caracteriza-
ción cultural” de los pueblos indígenas
versus el leguaje discursivo incorpora-
do por los distintos entes de gobierno,
incluyendo la academia médica colom-
biana. Es decir ese dialogo puede pro-
ducirse, pero su resultado dependerá
directamente del manejo y buena ex-
presión de los códigos, señales y signos
culturales a favor de la construcción de
nas tendría que aceptar a los aspectos
socio-culturales de cada pueblo o etnia
para avanzar a sistemas de salud in-
clusivos.
Continuando con esa línea de
ideas, pero ahora desde la experien-
cia colombiana sobre el desarrollo de
la salud en la frontera, se expone las
observaciones de Donato, Escobar, Es-
cobar, Pazmiño y Ulloa (2007), estos
investigadores disertan sobre el valor
del código de ética de la medicina indí-
gena colombiano, cuya existencia abre
la posibilidad para que en el ámbito
científico neogranadino se entable un
“auténtico y respetuoso diálogo inter-
cultural” (ejemplo de simbología), el
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
5150
tado –y algunas veces espontaneo–, en
el cual se establece una interinfluencia
creadora entre el grupo minoritario y la
nación como un todo”.
El aspecto filosófico de la inter-
culturación, redunda en la imagen del
indígena como parte importante del
desarrollo, aunque existe un amplio
debate sobre este tema, el cual no es
objetivo de este estudio. Entonces, se-
gún lo interpretado hasta ahora, para
la interculturación se requiere como
vital la “supervivencia física del indíge-
na”, lo que implica una obligación mo-
ral y ética para los Estados evitar su
extinción por causas de enfermedades,
epidemias y endemias, o por hechos
una propuesta que integre la cosmo-
visión indígena y la cosmovisión de la
sociedad no-indígena sobre la realidad
de la salud en áreas fronteriza.
En el contexto explicado, donde se
observó la dialéctica sobre la realidad
neogranadina, se puede entender aho-
ra a Monsoyi (2008, p.26), cuando ha-
bla de la “superación de un arraigado
dogmatismo” en el tema sobre cultura
indígena. Por cuanto sugiere avanzar
sobre el concepto “Interculturación”
en sustitución de “aculturación”, por-
que el primero resulta más idóneo para
entender el “indigenismo contemporá-
neo”. Como referencia, se entiende por
interculturación a un “proceso orien-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
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pueblos indígenas. En cuanto la sim-
bología, las etnias cada vez pueden ab-
sorber elementos culturales no-indíge-
nas en dosis suficientes que permitan
conservar sus valores culturales más
importantes, al tiempo que comparten
su conocimiento visión sobre temas de
desarrollo social.
Por otra parte, Duarte, Ortega,
Mora y Fernández (2011), señalan la
importancia de observar el contexto
existente entre el sistema político y el
sistema de salud de cada país, para
abordar la mejor forma de inclusión y
desarrollo social para las zonas fronte-
rizas. En términos generales, señalan
lo importante de la coincidencias de los
diferentes a las causas médicas como
los genocidios. En ese sentido la desa-
parición de las etnias puede significar
una tragedia para la región latinoame-
ricana, el quiebre de las estructuras
económicas de extensas zonas; aparte
de producirse una desintegración so-
cial.
En ese sentido, los autores citados
en este capítulo coinciden en la nece-
sidad de dialogo para construir un sis-
tema de salud y desarrollo social sos-
tenible con la presencia y participación
de los indígenas. El dialogo intercul-
tural puede generarse con la observa-
ción del cumplimiento de los requisitos
mínimos para la supervivencia de los
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
5554
criterios necesarios para hablar de in-
tegración y desarrollo de un sistema
unificado binacional de salud para las
poblaciones de la frontera.
En referencia a lo dicho, Duarte,
Ortega, Mora y Fernández (2011), Co-
lombia plantea el levantamiento de un
modelo de salud, el cual garantice el
derecho de atención a través del “ase-
guramiento universal con paquetes de
servicios”, esto quiere decir que el sec-
tor salud depende en gran medida del
sector privado, y una moderada regula-
ción con poca participación del Estado.
Por otro lado, los autores advierten la
lentitud de los adelantos de los textos
de las leyes necesarios, para adaptar el
modelos de salud alcanzados por Co-
lombia y Venezuela, los cuales poseen
objetivos similares; es decir, ambas na-
ciones exponen en su legislación como
necesarios el cumplimiento de los con-
ceptos de “equidad y universalidad” de
la salud, como derecho humano, ade-
más del reconocimiento de la pluricul-
turalidad.
Ante lo dicho, se debe aclarar que
existen también reservadas diferencias
marcadas en lo político ideológico, por-
que mientras en Venezuela se apues-
ta a la salud pública, pues, Colombia
apuesta a la privatización de los servi-
cios de salud, dos modelos totalmen-
te distintos, que impiden unificar los
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
5756
presas aseguradoras y prestadoras de
servicios de salud”; con el beneficio de
poder realizar las adaptaciones cultu-
rales permitidas por el Estado.
En ese sentido, Duarte, Ortega,
Mora y Fernández (2011, p. 273), dan
como ejemplo la experiencia de una
clínica privada intercultural existente
en la Alta Guajira, sin (precisar resul-
tados) donde funciona desde hace 30
años con diseño de atención intercultu-
ral, y posee adaptaciones locales para
que los pacientes se sientan atendidos
-en muchos aspectos- acordes con su
cultura. A pesar de esta experiencia,
la poca infraestructura de salud pú-
blica o privada que ofrece la frontera
modelo a las expectativas de las pobla-
ciones indígenas así como de dar lugar
a su integración, queda en duda si esta
propuesta colombiana llegará a benefi-
ciar a las clases pobres, a los despla-
zados de la violencia y a la mayoría de
los propios indígenas, como parte de la
historia de los grandes excluidos de los
planes de desarrollo.
Entendiendo esto, y continuando
con los explicado por Duarte, Ortega,
Mora y Fernández (2011), se entiende
la puesta en marcha de una propues-
tas neogranadina donde se invitan a
las organizaciones indígenas para que
actúen por cuenta propia, con la fi-
nalidad que se conformen “como em-
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
5958
interpretación de su propuesta de este
autor, conlleva a visualizar a la forma
como los indígenas “incorpora el mane-
jo de códigos culturales y chamánicos
a favor de una propuesta de estable-
cimiento de un área de conservación”,
para la cual es importante la interpre-
tación de la cosmovisión indígena para
entender el concepto de desarrollo des-
de el pensamiento indígena.
Para, Guaman incluida en Dona-
to, Escobar, Escobar, Pazmiño y Ulloa
(2007), los indígenas dependen de la
biodiversidad para garantizar su exis-
tencia, cualquier alteración de su há-
bitat puede tener efectos desbastado-
res, especialmente se pondría en riesgo
colombiana así como lo complejo del
terreno peninsular, ha “producido la
características de la frontera han mo-
tivado una relación estrecha entre los
pobladores colombianos con el hospi-
tal de Paraguaipoa en Venezuela”, para
atención de lesionados, enfermedades
y vacunación.
En otro contexto, y abordan-
do los aportes de la cultura étnica al
desarrollo de la salud a través de los
proceso de interculturación, Martínez
(2004), diserta sobre lo importante de
la conservación de la biodiversidad y
la pluriculturalidad, como parte de los
elementos esenciales para el desarro-
llo de las relaciones de integración. La
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
6160
de enfermedades, puede representar el
aporte más significativo para el desa-
rrollo humano en su más amplia com-
prensión.
Al respecto, Donato, Escobar, Es-
cobar, Pazmiño y Ulloa (2007), desta-
ca la forma como ese conocimiento ha
sido mantenido, y explica que para el
indígena todo tiene sentido y un pro-
pósito; sus comunidades éticamente
han cultivado valores de solidaridad y
respeto a la sabiduría. Atribuyendo a
las mujeres, la responsabilidad de la
resistencia indígena y la transmisión
del conocimiento, lo cual han hecho de
generación en generación desde que el
mundo es mundo. Desde esas líneas,
la salud de las comunidades. Esa rea-
lidad que es inherente a todas la et-
nias del mundo, ha dejado clara “la
relación del hombre y la naturaleza es
muy, muy cercana”.
A través de esa visión, se entien-
de la existencia de un vínculo estre-
cho entre el indígena con la fauna,
las plantas, la tierra, el mar, los ríos,
la selva, las planicies y sus espíritus;
Allí encuentran el sustento y la vida.
Desde esa relación simbiótica, nace
la posibilidad de la inventiva que ori-
gina la medicina tradicional indígena,
uno de sus principales tesoros; el de-
recho intelectual del bagaje sobre uso
de plantas y especies para la curación
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
6362
de protección de los derechos intelec-
tuales del conocimiento de los pueblos
indígenas sobre el uso de plantas, mi-
nerales y especies medicinales. Ante lo
dicho, países como Venezuela, Colom-
bia, Ecuador, entre otros que forman
parte de la amazonia, han comenzado
a legislar en relación a los derechos de
los indígenas sobre su conocimiento y
sobre su derecho de uso de la biodi-
versidad de las zonas que han ocupado
ancestralmente.
Por consiguiente, la biodiversidad
fronteriza de La Guajira, ofrece un es-
cenario propicio para el desarrollo de
la salud de sus pobladores, entendien-
do como importante la integración y la
se entiende que el conocimiento con-
centrado en la cultura indígena no es
algo estático, los hombres y mujeres
originarios de Latinoamérica, día por
día generan nuevas alternativas de co-
nocimiento para preservar su genética,
y se esfuerza para que ese conocimien-
to no se pierda.
Desde otra óptica, la frontera co-
lombo-venezolana cuenta con una gran
biodiversidad, en la cual se suman una
amplia variedad de productos natura-
les esenciales –inclusive- para la in-
dustria farmacológica, y para el uso de
la medicina homeópata moderna. Esto
ha generado en Latinoamérica un deba-
te que sugiere desarrollar mecanismos
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
6564
Planes de Salud Binacionales y los Pueblos
Indígenas
interculturación con las etnias asenta-
das en esa región. El desarrollo entra a
través de la capacitación permanente
centrada en los objetivos de integra-
ción cultural para toda la población,
con un lenguaje y metodología acor-
de al entorno, rescatando la sabiduría
ancestral en temas como cultivos y
procesamiento de la medicina indíge-
na tradicional, para que esa iniciativa
contribuya al desarrollo social de la re-
gión fronteriza.
Vanegas, Martínez y Campo
67
En Latinoamérica existen muchas
experiencias acerca de los procesos de
cooperación e integración de políticas
binacionales para resolver los proble-
mas de salud que afectan a las po-
blaciones del continente. Pero en esta
oportunidad, se expone como ejem-
plo algunos pormenores desprendidos
desde la dinámica y actividad fronteri-
za entre países como Venezuela y Co-
lombia,
Para ilustrar algunos avances,
el trabajo de Duarte, Ortega y Mora
(2011, p.272), recoge algunos detalles
de los planes para la zona fronteriza de
la guajira, dados a luz de los adelantos
políticos para la integración indígena a
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
6968
salud; logrando establecer algunos cri-
terios importantes para gestionar un
modelo de atención binacional en sa-
lud, el cual sea inclusivo y adaptado a
la cultura del pueblo wayuu como po-
bladores de la frontera peninsular de
La Guajira.
Desde este plan binacional guia-
do por la COPIAF, se destacan muchos
avances entre los que se cuenta el lo-
grar un sistema unificado fronterizo
para la atención médica pluricultural.
Por otro lado, y a pesar de los logros
obtenidos, todavía se requiere redactar
el marco legal legislativo y normativo
de ambos países, para la organización
de las estrategias para mejorar los ser-
los planes de desarrollo de salud, en
ese sentido registran lo siguiente: “En
2004, con el propósito de fortalecer el
trabajo sanitario conjunto en la fron-
tera entre Colombia y Venezuela, se
creó el Comité Técnico Binacional en
Salud de la Comisión Presidencial de
Integración y Asuntos Fronterizos Co-
lombo-Venezolanos (COPIAF)”.
Bajo los acuerdos binacionales de
la COPIAF, se han desarrollado de for-
ma permanente una serie de encuen-
tro con los representantes del pueblo
wayuu, representantes de los gobierno
de Venezuela y Colombia, para analizar
los resultados del diagnóstico de zona
fronteriza de La Guajira en materia de
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
7170
Bogotá, como acuerdo bilateral para
el sector salud en la frontera colom-
bo-venezolana, firmado en 1990; (c)
Declaración de El Tablazo, en la cual
ratifican el interés por consolidar la
integración fronteriza, y la inversión
en infraestructura del sistema de sa-
lud binacional Colombia-Venezuela,
suscrito el 14/07/2004; (d) Acuerdo
para el Desarrollo Integral y Asisten-
cia Básica de las Poblaciones Indíge-
nas Wayuú, firmado el 28/03/1989; (f)
Acuerdo Complementario al Convenio
Básico de 1989, para el Fortalecimien-
to de Acciones de Salud de las Áreas
Fronterizas de Colombia y Venezuela,
del 26/08/2004.
vicios de salud binacionales. Además,
se requiere de un fondo internacional
cooperativo, una mejor redistribución
de los recursos existentes y mayor vo-
luntad política para ejecutar y evaluar
el modelo propuesto desde hace más
de una década.
En el caso de la frontera de La
Guajira, el trabajo se ha desarrollado
en el marco de la COPIAF, en el cual el
tema de salud se ha concretado histó-
ricamente en los siguientes acuerdos,
según lo recopilado por Duarte, Orte-
ga y Mora (2011): (a) Convenio Básico
de Cooperación Técnica y Científica
entre Colombia y Venezuela, firma-
do el 04/04/1989; (b) Declaración de
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
7372
Estos esfuerzos, efectuados a lo
largo de las últimas tres décadas, han
procurado promover la transformación
de los sistemas sanitarios hacia el de-
sarrollo sistemas alternativos de aten-
ción de las poblaciones afectada por la
pobreza. Desde allí, se ha iniciado un
trabajo cuyo objetivo ha sido identifi-
car elementos que contribuyan a esta-
blecer el modelo de atención en salud
idóneo para el pueblo wayuu, como po-
blación fronteriza vulnerable.
Al parecer, las convenciones in-
ternacionales han sido afectadas por
los cambios políticos y la burocracia de
los estados, o por la indiferencia guber-
namental; aunque la realidad, es que
Para realizar el diagnóstico de
la situación de salud fronteriza co-
lombo-venezolana del 2004, se utilizó
un “enfoque de determinantes socia-
les” recomendado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS). En base
a ese documento se dibujó el panora-
ma que define las condiciones como
las personas de La Guajira (de ambos
lados de la frontera) nacen, crecen, vi-
ven, trabajan y envejecen, lo cual per-
mitió diseñar un plan de la promoción
de la salud propuestos basado en la
Carta de Ottawa en 1986, y las políti-
cas y convenios internacionales avala-
dos por Venezuela y Colombia, sobre la
salud de los pueblos indígenas.
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
7574
de los objetivos comunes para lograr el
desarrollo social sustentable; todo el
trabajo dirigido por las cancillerías que
ha permitido dinamizar las comisio-
nes binacionales.
Lo informe recopilados en el seno
de los acuerdo colombo-venezolanos,
se pueden identificar fácilmente en la
frontera guajira grandes potencialida-
des cuyo impulso contribuye induda-
blemente al desarrollo de ambos paí-
ses. Entendiendo la complejidad de las
zonas limítrofes en referencia, cuya
área son de difícil acceso convirtiéndo-
se en escenarios de riesgo para el dete-
rioro en las condiciones de vida de sus
habitantes, por la poca accesibilidad a
los acuerdos como los suscritos por
la COPIAF, significan en su momento
una alternativa política que pretende
destrabar los procesos burocráticos
que se han observados en la ejecución
de otros acuerdos, los cuales tratan el
tema de desarrollo social fronterizo,
bajo la perspectiva del intercambio co-
mercial, y donde la salud se encuentra
solapada como un tema secundario.
Balladelli, Pinto, Hernández y
Sempertegui (2009), al hablar de los
acuerdos bilaterales alcanzados por
Colombia, advierten que se ha contri-
buido a la confirmación de un impor-
tante escenario para el trabajo de la in-
tegración fronteriza, enlazado a través
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
7776
regiones del país.
En ese mismo contexto, la pobla-
ción de La Guajira en general, se ve
afectada especialmente a nivel de la si-
tuación de la salud, y se redunda en
los “determinantes sociales”, los cuales
son: (a) la pobreza, ante la imposibili-
dad de las familias de acceder a fuen-
tes de empleos estables o de ingreso al
sistema productivo; (b) altos índices de
desplazamiento por causa del conflic-
to armado colombiano y la inseguri-
dad en general de la zona fronteriza;
(c) poca accesibilidad a los servicios
básicos como el agua potable y limita-
da accesibilidad a los centros de salud,
entre otros.
las infraestructuras de servicios bási-
cos.
Las comisiones binacionales re-
conocen, que las comunidades rurales
asentadas en la frontera colombo-ve-
nezolana, son consideradas principal-
mente como grupos vulnerables; por
estar generalmente ubicadas en zonas
remotas o por constituirse en grupos
humanos en situación de desplaza-
miento. Dentro de los grupos en estado
de riesgo se encuentran las etnias que
habitan el La Guajira; la zona también
es caracterizada por la pobreza refleja-
da en la forma de vida de sus habitan-
tes; es decir se observa gran inequidad
y exclusión en comparación con otras
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
7978
enfrentar retos mayores, los cuales se
expresan a través de otros determi-
nantes que afecta a la población fron-
teriza; en ese sentido, sobresalen como
barreras para el desarrollo social los
siguientes indicadores: el acceso a la
educación y la inseguridad alimenta-
ria; esta última inequidad llega a nive-
les del 28.3% de la población indíge-
na, frente a un 14.1% de la población
no-indígena, quienes en un sondeo
respondieron haberse comida por va-
rios días.
Esas cifras negativas que motivan
los acuerdos de la COPIAF, no son las
únicas, también se suma una tasa de
mortalidad infantil de 33,6 superior al
Por otra parte, los reportes de sa-
lud señalan que la situación sanitaria
en ambos países es similar; Los tipos de
enfermedades que padece la población
fronteriza, porque la mayoría de los ha-
bitantes está expuesto a condiciones
insalubres, en especial los niños son
afectados. Entre las enfermedades más
frecuentes encontradas en esta región
caribeña son las siguientes: infeccio-
nes respiratorias agudas, intestinales
y de la piel, problemas de desnutrición,
anemias y parasitosis, por mencionar
las de mayor incidencia.
El plan de desarrollo de la salud,
planteado desde la cooperación bina-
cional colombo-venezolana, tiene que
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
8180
A pesar de todos los datos adver-
sos, se han sumado esfuerzos, pese a
los problemas políticos sobre cierre de
la frontera por parte del gobierno vene-
zolano acusando problemas de segu-
ridad nacional, los países fronterizos
continúan dialogando para respetar
los acuerdos y acciones que permitan
controlar y mitigar los eventos nega-
tivos que afectan a la población de la
frontera.
Esos, esfuerzos se evidencian en
el trabajo adelantando en los escena-
rios subregionales para la promoción
de salud intercultural, para el estímulo
de proyectos de salud adaptados a las
diferencias socioculturales de la pobla-
23.4 por 1000 NV promedio del depar-
tamento de la Guajira; se registró una
alta incidencia de tuberculosis 58.3 en
Uribia, 27.6 en Maicao y hasta 25,91
en Dibulla por cada 100.000 habitan-
tes, siendo una de las más altas Co-
lombia. Por otra parte, se han registra-
do otras enfermedades: lepra, dengue
hemorrágico, leishmaniasis y fiebre
amarilla, que por su alto nivel de con-
tagio requieren de medidas de control
y atención en la zona.
Ahora bien, la gobernanza fron-
teriza neogranadina presenta tam-
bién debilidad institucional, en puntos
como la atención preventiva y vigilan-
cia en salud pública.
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
8382
Consideraciones Finales
ción étnica a la cual se deben. Los pla-
nes binacionales, también contemplan
los acuerdos de asistencia de los orga-
nismos internacionales de cooperación
como OPS/OMS, con lo cuales se tra-
baja de forma conjunta para el desa-
rrollo de proyectos de fortalecimiento
institucional que den sostenibilidad en
el desarrollo de la salud en las zonas
fronterizas.
Vanegas, Martínez y Campo
85
Este estudio sirve como dossier
para la formación del panorama pre-
sente en la frontera de La Guajira co-
lombo-venezolana; más allá de las ob-
servancias de la formas metodológicas
cualitativas sobre su validación, o la
forma como se exponen los conceptos
de los distintos autores, pues, la inten-
sión es haber presentado un trabajo
que recopile los datos más significati-
vos surgidos desde la bibliografía la-
tinoamericana para ayudar a acceder
a la aproximación de realidad sobre el
desarrollo social desde la cosmovisión
de la cultura indígena, en este caso
desde la cultura wayuu, por ser esta la
etnia cuya población es mayoritaria en
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
8786
la Guajira Colombiana, en cuanto a su
discusión y debate, sirven como marco
para analizar la realidad latinoameri-
cana. Entendiendo, que la cultura de
los pueblos originarios de la américa
toda, en su conocimiento y cosmovi-
sión, puede encontrase la clave para
resolver los múltiples dilemas por los
cuales atraviesa la frontera compartida
por dos países ricos en biodiversidad.
En referencia a esto, es imposible
culminar estas líneas sin antes formu-
lar unas recomendaciones, ante el peso
de la información observada, como una
forma de aportar valor a lo expresado
en este artículo: (a) Para profundizar
en las estrategias de solución de los
la zona de la Península de La Guajira.
En ese contexto, resulta evidente
desde los estudios y tratados binacio-
nales revisados, que en la realidad se
ha iniciado un proceso de transforma-
ción en las relaciones de los Estados
frente a una sociedad reconocida como
pluricultural. Por lo menos, en el pa-
pel se evidencia el inicio de una nue-
va simbología comunicacional, la cual
evidencia un proceso interculturación
lento, con altos y bajos; el cual depen-
de directamente de la retórica política
centralizada.
En ese sentido, problemas como
los del desarrollo de los sistemas de
salud pluriculturales en la frontera de
Vanegas, Martínez y CampoSimbología, Salud y Cultura: Claves para el Desarrollo Social Latinoamericano
8988
Referencias Bibliográficas
problemas de desarrollo social fronte-
rizos, se pudiese ampliar el espectro
de dialogo entre el Estado, gobiernos
locales, etnias y sociedad en general.
(b) Se requiere mayor voluntad política
y presencia de los entes operacionales
del Estado en la Frontera, bajo una vi-
sión política que respete los procesos
de interculturación. Y (c) Ampliar los
acuerdos internacionales, aumentar la
capacidad de seguimiento y efectividad
de los mismos, bajo la inclusión de los
actores pluriculturales y comunidades
fronterizas.
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Yicón, Linda y Ansa, Marysol (2008).
Vanegas, Martínez y Campo
103
Índice General
Introducción 5
Cosmovisión Indígena del Desarrollo de la Salud en la Guajira Colombiana 15
Aspectos Culturales de la Salud en la Frontera 41
Planes de Salud Binacionales y los Pueblos Indígenas 65
Consideraciones Finales 83
Referencias Bibliográficas 89
Un producto científico de las I° Jornadas Internacionales de Epidemiología Social en
Latinoamerica
RINDEFIL - Coro - 2016