SANDRO PORTELLI_Lampedusa Calais Ventimiglia

download SANDRO PORTELLI_Lampedusa Calais Ventimiglia

of 2

description

SANDRO PORTELLI_Lampedusa Calais Ventimiglia

Transcript of SANDRO PORTELLI_Lampedusa Calais Ventimiglia

SANDRO PORTELLI

LAMPEDUSA CALAIS VENTIMIGLIASANDRO PORTELLI

Desde Lampedusa no se entra. Desde Calais no se sale. De Ventimiglia no se pasa. Desde la Serbia a Budapest se viaja en vagones sellados. Desde Ceuta y Mellilla, enclaves espaoles en frica, como en el confn entre Hungra y Serbia, se erigen muros y alambrados.

De a poco, Europa est reencontrando sus races. Confines inviolables, egosmos y prejuicios nacionales y raciales, la herencia de un siglo y medio de colonialismo, la consecuencia de guerras insanas al inicio del Tercer Milenio, los efectos del pensamiento nico occidental en forma de liberalismo desenfrenado. El tnel de Calais es una metfora vvida de todo esto: pensado par unir se ha convertido en una barrera divisoria para quines no tienen el dinero para el pasaje o sea, una barrera entre quines tienen dinero y quines no los tienen. Escribiendo sobre otro confn y otro muro, el de los Estados Unidos y Mxico, la escritora chicana, Gloria Anzalda, sostiene: la frontera es una herida abierta, es una herida abierta donde el tercer Mundo se roza con el Primero, y sangra. Como el Ro Grande y el muro que lo costea, tambin Lampedusa, Calais, Ventimiglia son heridas abiertas, el ensangrentado confn entre un Primer Mundo siempre ms salvaje y un Tercer Mundo que no puede soportar ms el hambre, la guerra y las dictaduras como destinos ineluctables y nos viene a pedir rendicin de cuentas.

Hoy estos dos mundos no se rozan slo a los confines entre ellos, sino tambin dentro de la misma Europa y la ensangrientan, pero el sentido es siempre eso: la insoportabilidad de un mundo en el cual las riquezas y recursos se reparten en medida siempre ms injusta y desigual. Un tiempo atrs, de estas injusticias se ocupaba la izquierda. Hoy, nos cuentan, que las ideologas se acabaron; pero de hecho la lucha de clase contina, en forma inslita y dramtica. Una guerra de clases de ricos contra pobres sobre la cual ha escrito elocuentemente Luciano Gallino y de la cual, la situacin griega es una variante significativa.

Por otra parte, la ms antigua lucha de los pobres por tener tambin ellos aquello que tienen los ricos: la inmigracin de masas al fin (lo ha sido siempre) es justamente esto, el arma extrema de los condenados de la tierra por un mnimo acceso a los bienes de la tierra sobre la cual vivimos todos. A diferencia de las formas de lucha y de los conflictos sociales del siglo pasado, esta lucha no se mueve con el proyecto de abatir un sistema, sino del ansia de compartirlo, no de la hostilidad sino del deseo, del sueo, sino del amor idealizado. Slo que como el sistema que querran compartir est en realidad basado en el egosmo y las exclusiones, el reclamo de compartir pone al desnudo sus lmites e hipocresa, impone inevitablemente el cambio y por esto Europa percibe como invasin y amenaza y busca de todos modos de detenerla. Pero detener tal cambio epocal es como tratar de detener el mar con las manos.

Es difcil decir cmo podemos nosotros desempear un rol en esta nueva lucha de clases. El trabajo en distintas formas de voluntariado y de intervencin de base es precioso, ayuda, salva vidas, crea relaciones, mas las dimensiones del drama son por ahora superiores a las fuerzas que se pueden poner en campo actuando solos. Yo creo que debemos todos aceptar que nuestras vidas no pueden continuar iguales como si nada sucediera, quizs con un poco ms de tolerancia y benevolencia. Ni nosotros ni los inmigrantes nos podemos salvar solos. Aquellos que dicen primero los italianos no han entendido que entre ambos tenemos necesidad de las mismas cosas casa, trabajo, salud, escuelas, derechos- todas cosas que los inmigrantes buscan y que nosotros estamos perdiendo de a poco , y que podemos quizs salvar y recuperar juntos ,para todos.Debemos reencontrar el significado ms profundo de la democracia, que no est en la poltica ni en las instituciones sino en las almas: democracia como solidaridad, como capacidad de reconocer en la humanidad de los otros nuestra misma humanidad. Hay alguien que est trabajando en esto?Un texto sagrado del pensamiento liberal sostena: mi libertad termina donde comienza la liberad de mi vecino: que es precisamente una invitacin a ver en el vecino, especialmente si es diverso y nuevo, como un lmite a la propia libertad, como un obstculo y un potencial enemigo. Creo que debiramos reformularlo: nuestra libertad comienza donde comienza la liberta de nuestro vecino, nuestros derechos y los de los inmigrantes son para siempre inseparables; la libertad de todos nosotros finaliza y empieza en Lampedusa, en Ventimiglia y en Calais.