Salvador Diaz M

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Poesía Salvador Díaz Mirón C l á si c o s d e l a l i t e r a t u r a u n i v e r s a l

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PoesíaSalvador Díaz Mirón

Clá

sico

s de la literatura universal

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Dr. José Narro Robles

Rector

Dr. Eduardo Bárzana García

Secretario General

Dr. Juan Alberto Adam Siade

Director

L.C. y E.F. Leonel Sebastián Chavarría

Secretario General

Lic. Ma. del Carmen Márquez González

Secretaria de Divulgación y Fomento

Editorial

Al separarnos Salvador Díaz Mirón

Primera edición: 2013

Fecha de la edición: 09 de septiembre de 2013

D.R. © 2013. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito Federal

Facultad de Contaduría y Administración

Publicaciones Empresariales UNAM. FCA Publishing

Circuito Exterior s/n, Ciudad Universitaria

Delegación Coyoacán, C.P. 04510, México, Distrito Federal.

“Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización

escrita del editor por la características tipográficas y de edición”

Hecho en México

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PRESENTACIÓN

Distinguida comunidad de la Facultad de Contaduría y Administración.

Uno de los pilares de nuestra Universidad es la difusión de la cultura.

Conscientes de la importancia de formar profesionistas con un perfil

académico sólido y con un amplio bagaje cultural, en el año 2011 lanzamos el

proyecto denominado Libros con alas. El día de hoy lo continuamos con la

presentación de una colección de clásicos de la literatura universal, cuyo carácter

de dominio público los hace de fácil acceso.

Esta colección está integrada por obras cuidadosamente seleccionadas por parte

del Comité de Formación Humanista de esta Facultad. Se presenta en formato

electrónico e incluye diversos géneros como la poesía, el cuento y la novela.

Hago un exhorto para que aprovechemos al máximo los recursos que nos brinda

nuestra Máxima Casa de Estudios con el propósito de que en nuestras aulas

hablemos de temas técnicos del más alto nivel en nuestra formación académica, y

también de temas culturales que enriquecen nuestra formación integral.

Agradezco, el apoyo de quienes hacen posible este proyecto y los invito a seguir

trabajando fuertemente para ser los mejores contadores, administradores e

informáticos al servicio de nuestra sociedad.

Dr. Juan Alberto Adam Siade

Director de la Facultad de Contaduría

y Administración de la UNAM

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Al separarnos Nuestras dos almas se han confundido en la existencia de un ser común, como dos notas en un sonido, como dos llamas en una luz. Fueron esencias que alzó un exceso, que alzó un exceso de juventud,

y se mezclaron, al darse un beso, en una estrella del cielo azul. Y hoy que nos hiere la suerte impía, nos preguntamos con inquietud: ¿cuál es la tuya? ¿cuál es la mía? Y yo no acierto ni aciertas tú.

A una dama Bailas por antojo que al mancebo engríe; y "escotada" luces dos hechizos fuera, y en el rubio monte de tu cabellera una flor de grana bruscamente ríe. ¡Pasas, huyes, tornas y el placer deslíe

fósforo combusto que te pinta ojera, y tu maridazo mira errar la hoguera y nada barrunta que le contraríe! ¡Y en el rubio monte de tu cabellera una flor de grana bruscamente ríe!

Copo de nieve

Para endulzar un poco tus desvíos fijas en mí tu angelical mirada y hundes tus dedos pálidos y fríos en mi oscura melena alborotada. ¡Pero en vano, mujer! No me consuelas. Estamos separados por un mundo.

¿Por qué, si eres la nieve, no me hielas? ¿Por qué, si soy el fuego, no te fundo? Tu mano espiritual y transparente, cuando acaricia mi cabeza esclava, es el copo glacial sobre el ardiente volcán cubierto de ceniza y lava.

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Deseos ¡Yo quisiera salvar esa distancia, ese abismo fatal que nos divide, y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide! ¡Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus radiantes sienes! ¡Yo quisiera, en el cielo de tus brazos, beber la gloria que en tus labios tienes! ¡Yo quisiera ser agua y que en mis olas, que en mis olas vinieras a bañarte, para poder, como lo sueño a solas, a un mismo tiempo por doquier besarte! ¡Yo quisiera ser lino, y en tu pecho, allá en las sombras, con ardor cubrirte, temblar con los temblores de tu pecho y morir del placer de comprimirte! ¡Oh, yo quisiera mucho más! ¡Quisiera llevar en mí, como la nube, el fuego; mas no, como la nube en su carrera,

para estallar y separarnos luego! ¡Yo quisiera en mí mismo confundirte, confundirte en mí mismo y entrañarte; yo quisiera en perfume convertirte, convertirte en perfume y aspirarte! ¡Aspirarte en un soplo como esencia, y unir a mis latidos tus latidos, y unir a mi existencia tu existencia, y unir a mis sentidos tus sentidos! ¡Aspirarte en un soplo del ambiente, y así verter sobre mi vida en calma, toda la llama de tu pecho ardiente y todo el éter de lo azul de tu alma! ¡Aspirarte mujer... de ti llenarme, y en ciego y sordo y mudo constituirme, y ciego, y sordo y mudo, consagrarme al deleite supremo de sentirte y a la suprema dicha de adorarte!

Confidencias

Una flor por el suelo, un cielo de hojas empapado en lloro y encima de ese cielo, el otro cielo lleno de luna y de brillantes y oro... Un arroyo que el aura acariciaba; un banco... sobre el banco así, como quien flota, se sentaba; y vestida de blanco, bella como un arcángel, me esperaba. Aún flotan en mis noches de desvelo con la luz de una luna como aquélla,

el verde y el azul de cielo y cielo, y aura y arroyo y flor y banco y ella. ¿No te acuerdas, mujer, cuántos delirios yo me forjaba, junto a ti de hinojos, al resplandor de los celestes cirios, al resplandor de tus celestes ojos? ¿Te acuerdas, alma mía? ¡Entonces inocente me jurabas amor y yo podía besar tu corazón sobre tu frente!

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¡Ayer, unos tras otros, mil delirios así pude fingirme; hoy no puede haber nada entre nosotros, hoy tú vas a casarte... y yo a morirme! ¡Y tanto sol y porvenir dorado,

tanto cielo soñado, en una inmensa noche se derrumba! ¡Hoy me dijiste tú: no hay esperanza; hoy te digo: en paz goza; y, en mi tumba, mañana me dirás: en paz descansa!

Cintas de sol I La joven madre perdió a su hijo, se ha vuelto loca y está en su lecho, eleva un brazo, descubre un pecho, suma las líneas de un enredijo. El dedo en alto y el ojo fijo, cuenta las curvas de adorno al techo; y muestra un rubro pezón, derecho como un espasmo y ardor de rijo. En la vidriera cortina rala tensa y purpúrea cierne curiosa lumbre, que tiñe su tenue gala. Y roja lengua cae y se posa, ¡y con delicia teme y resbala en el erecto botón de rosa! II Cerca el marido forma concierto: ofrece al torpe fulgor del día desesperada melancolía; ¡y en la cicuta prueba el desierto! ¡Ah! Los olivos del sacro huerto guardan congoja ligera y pía. El hombre sufre doble agonía:

¡la esposa insana y el niño muerto! Y no concibe suerte más dura, y con el puño crispado azota la sien, y plañe su desventura. Llora en un lampo la dicha rota; ¡y el rayo juega con la tortura y enciende un iris en cada gota! III Así la lira. ¿Qué grave duelo rima el sollozo y enjoya el luto, y a la insolencia paga tributo y en la jactancia procura vuelo? ¿Qué mano digna recama el velo y la ponzoña del triste fruto, y al egoísmo del verso bruto inmola el alma que mira el cielo? La poesía canta la historia; y pone, ¿fértil en pompa espuria?, ¡a mal de infierno burla de gloria! ¡Es implacable como una furia, y pegadiza como una escoria, e irreverente como una injuria!

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Mística

Si en tus jardines, cuando yo muera, cuando yo muera, brota una flor; si en un celaje ves un lucero, ves un lucero que nadie vio; y llega un ave que te murmura, que te murmura con dulce voz, abriendo el pico sobre tus labios, lo que en tu tiempo te dije yo: aquel celaje y el ave aquella, y aquel lucero y aquella flor serán mi vida que ha transformado, que ha transformado la ley de Dios.

Serán mis fibras con otro aspecto, ala y corola y ascua y vapor; mis pensamientos transfigurados: perfume y éter y arrullo y sol. Soy un cadáver, ¿cuándo me entierran? Soy un viajero, ¿cuándo me voy? Soy una larva que se transforma. ¿Cuándo se cumple la ley de Dios, y soy, entonces, mi blanca niña, celaje y ave, lucero y flor?

La cita

¡Adiós, amigo, adiós! ¡El sol se esconde, la luna sale de la nube rota, y Eva me aguarda en el estanque, donde el cisne nada y el nelombo flota! Voy a estrechar a la mujer que adoro. ¡Cuál me fascina mi delirio extraño! ¡Es el minuto del ensueño de oro de la cita del ósculo en el baño! ¡Es la hora en que los juncos oscilantes de la verde ribera perfumada se inclinan a besar los palpitantes pechos desnudos de mi dulce amada! ¡Es el momento azul en que la linfa tornasolada, transparente y pura, sube hasta el blanco seno de la ninfa como una luminosa vestidura! ¡Es el instante en que la hermosa estrella crepuscular se asoma con anhelo para ver a otra venus que descuella

sobre el húmedo esmalte de otro cielo! ¡Es ya cuando las tórtolas se paran y se acarician en los mirtos rojos, y los ángeles castos se preparan a ponerse las manos en los ojos! ¿Por qué? Cuando a mis ojos tristes la alegre mariposa, como una flor errante discurre en el vergel, ¿por qué se me figura que es tu alma caprichosa que flota en la mañana y va de rosa en rosa bebiendo hasta saciarse rocío, esencia y miel? Cuando la tarde cae, cendal de color lila, y Véspero aparece en el etéreo tul, ¿por qué pienso en el nácar que irradia tu pupila

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y que es como una perla preciosa que cintila, expuesta en un destello sobre una concha azul? Cuando la noche llega y en sus tinieblas lloro, llamando a mí una dicha que para siempre huyó, ¿por qué miro en la sombra, blanca ilusión que adoro, tu cabecita alada, tu cabecita de oro, como uno de esos ángeles que Rafael soñó? Cuando entre la penumbra de las acacias veo cómo los fuegos fatuos saltan aquí y allí,

¿por qué, presa insensata de mi tenaz deseo, los sigo ansiosamente de tumba en tumba y creo que son tus pies de sílfide que danzan ante mí? Si la pasión que abrigo, doliente y sin consuelo, no ha de salvar la sima que media entre los dos, ¿por qué a ti se dirige mi inextinguible anhelo como la aguja al norte, como la llama al cielo, como la espira de humo del incensario a Dios?

La estrella mensajera

Al fin te asomas entre las nubes, al fin te asomas y a verte voy... Estrella mía que a oriente subes ¿qué tal te ha ido de ayer a hoy? Toda la tarde lloviendo estuvo, toda la tarde, para mi mal, por las regiones del aire anduvo rodando nieblas el vendaval. ¡Ah, no es posible que yo te diga cuánto he sufrido, cuánto temí que no pudieras, mi dulce amiga, con este tiempo brillar aquí! Tú eres el solo consuelo mío, tú me recuerdas mi grato ayer, tú eres mi sueño, mi desvarío... Cuando me faltas no sé qué hacer.

A tu destello se alzan dos frentes y se coronan de resplandor, tú eres la cita de los ausentes... ¡Yo te bendigo, cita de amor! Cuando no vienes, estrella, gimo; tú eres mi solo, mi solo bien, tú eres el beso que yo le imprimo todas las noches sobre la sien. Tu luz, calmando mi amargo duelo, dentro de mi alma se hace canción; tu luz, efluvio de flor de cielo, trasciende a esencia de corazón. Dime, Lucero, tú que la viste, si la encontraste pensando en mí, si estaba alegre o estaba triste... Habla, Lucero... contesta, di.

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Habla, Lucero; tu voz escucho. ¿Acaso estaba durmiendo ya? ¿Acaso estaba soñando mucho? ¿Leyendo un libro de amor quizá? ¿Quizá en un claro del bosque umbrío cogiendo rosas para el placer o en la ventana mirando el río, mirando el río correr, correr? ¿Siguiendo la ola que en las riberas, que en las riberas parece hablar,

y en las neblinas de las quimeras dejando su alma volar, volar? Cuando distantes los dos estemos y eche la sombra su gran capuz, allá en el éter nos juntaremos al par mirando la misma luz. Eso juramos cuando partiste, cuando el destino nos separó. Y hoy he sabido que no cumpliste... La misma estrella me lo contó.