RNC Número 337 / Tomo II / 2009

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    DIRECTOR FUNDADORMARIANO PICN SALASFundada en 1938

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    SAEL IBEZ > Director

    AO LXXI ENERO - JUNIO DE 2009. N 337

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    CONSEJO DIRECTIVO

    Sael IbezDirector

    Maritza JimnezJefe de redaccin

    Melbis GuzmnCoordinacin editorial

    Ligia GuerraSecretaria ejecutiva

    Freddy Cornejo

    Distribuidor

    Javier LuquezAsistente

    CONSEJO EDITORIAL

    Maritza Jimnez

    Antonio TrujilloGabriel Jimnez Emn

    William Osuna

    Csimo Mandrillo

    Hecho el depsito de leyDepsito legal N P. P. 193802DF 102ISSN: 0035-0230

    Fundacin Casa Nacional de las Letras Andrs BelloMercedes a Luneta. Parroquia Altagracia. CaracasTelefax: [email protected]

    >EDITORES

    MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA

    FUNDACIN CASA NACIONAL DE LAS LETRAS

    ANDRS BELLO

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    SUMARIO

    RESEAS

    ngel Mancera Galletti - QUINES NARRAN Y CUENTAN ENVENEZUELA 11

    Flix Guzmn - LARGO OLVIDO Y OTROS POEMAS 14Mario Briceo Iragorry - LOS RIBERAS. HISTORIAS DE VENEZUELA 18Ramn Palomares - EL REINO 21ngel Mancera Galletti - SENTIRS TU SANGRE 24Manuel Vicente Magallanes - BRJULA EN VIGILIA 28Arturo Croce - LA MONTAA LABRIEGA 31

    Joaqun Gabaldn Mrquez - MEMORIA Y CUENTO DE LAGENERACIN DEL 28 33

    Pedro Grases - ORGENES DE LA IMPRENTA EN VENEZUELA Y PRIMICIASEDITORIALES DE CARACAS 36

    Pablo Neruda - TODO LLEVA TU NOMBRE 39Arturo Uslar Pietri - LETRAS Y HOMBRES DE VENEZUELA 42Jos Antonio Calcao - LA CIUDAD Y SU MSICA. CRNICA MUSICAL

    DE CARACAS 45Jos Ramn Medina - LA NUEVA POESA VENEZOLANA (ANTOLOGA) 49Julio Febres Cordero G. - TRES SIGLOS DE IMPRENTA Y CULTURAVENEZOLANAS: 1500-1800 54

    Ana Teresa Hernndez - PEQUEN 57Andrs Bello - COSMOGRAFA Y OTROS ESCRITOS DE DIVULGACINCIENTFICA 61

    Andrs Eloy Blanco - LA JUAMBIMBADA 65

    Arturo Croce - FRANCISCO CROCE, UN GENERAL CIVILISTA 68Arturo Uslar Pietri - SUMARIO DE LA CIVILIZACIN OCCIDENTAL 71Enrique Izaguirre - LZARO ANDJAR75Ida Gramcko - LA DAMA Y EL OSO 78

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    Jos Fabbiani Ruiz -A ORILLAS DEL SUEO 81Jos Mara Llopis - LUIS DANIEL BEAUPERTHUY 84Juan Snchez Pelez - ANIMAL DE COSTUMBRE 89

    Luis Augusto Arcay - LA ALBERCA ENCANTADA 93Luis Beltrn Prieto Figueroa - LA MAGIA DE LOS LIBROS 96Luz Machado de Arnao - CARTAS AL SEOR TIEMPO 99Mario Briceo Iragorry - IDEARIO POLTICO 103Nicols Guilln - LA PALOMA DE VUELO POPULAR108Pedro Daz Seijas - EN VIGILIA 113Pedro Francisco Lizardo - LOS CRCULOS DEL HOMBRE 117Ramn Palomares - EL REINO 120

    Ricardo Gulln - CONVERSACIONES CON JUAN RAMN 123Salvador Garmendia - LOS PEQUEOS SERES 126Carlos Felice Cardot - LA LIBERTAD DE CULTOS EN VENEZUELA 129Arturo Croce - LA CIUDAD ALEDAA 134Jos Rafael Mendoza - CURSO DE DERECHO PENAL VENEZOLANO 138Edgar Pardo Stolk y Vicente de Amezaga - JESS MUOZ TBAR142Efran Subero - INVENTARIO DEL HOMBRE 146

    Enrique Bernardo Nez - TRES POETAS 149Germn Arciniegas -AMRICA MGICA 152Germn Pardo Garca - CENTAURO AL SOL 160Juan Friede - NICOLS FEDERMAN, CONQUISTADOR DE VENEZUELA 164Lisandro Alvarado -ANTOLOGA 167Mariano Picn Salas - REGRESO DE TRES MUNDOS. UN HOMBREEN SU GENERACIN 170

    Oscar Sambrano Urdaneta - LETRAS VENEZOLANAS 175

    Pedro Prez Perazzo - RAMN IGNACIO MNDEZ 180Isaac J. Pardo -JUAN DE CASTELLANOS 184ngel Mancera Galletti - ISLA DE AVES 187Csar Lizardo - DILOGO Y VIGILIA 192Eduardo Arrayo Lameda - CONFIAR EN LA INTELIGENCIA 195Jos Caizales Mrquez - NOMBRES EN EL TIEMPO 200Morita Carrillo - KINDERGARTEN DE ESTRELLAS (POEMASPARA NIOS) 204

    Pablo Antonio Cuadra - EL JAGUAR Y LA LUNA 208Pedro Grases - RAFAEL MARA BARALT 212Mara Victoria Corts - POESA HISPANOAMERICANA (ANTOLOGA) 217

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    Alejandro Garca Maldonado - EL RASTRO DE LOS DIOSES 220Pedro Emilio Coll - LA COLINA DE LOS SUEOS 223Rafael ngel Insausti - EL VALLE, LA CIUDAD Y EL MONTE 230

    Rafael Bergamn -VEINTE AOS EN CARACAS (1938-1958) 235Alexis Mrquez Rodrguez - PRESENTE Y FUTURO DE LA EDUCACINEN VENEZUELA 238

    Antonio de Undurraga - HAY LEVADURA EN LAS COLUMNAS 248Carlos Csar Rodrguez - FOLLAJE REDIMIDO 252Dionisio Aymar - EL CORAZN COMO LAS NUBES 256Guillermo de Torre - CLAVES DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA 260Mara Beneyto - TIERRA VIVA 266

    Jean Paul Sartre - EL EXISTENCIALISMO 270Marta Mosquera - MANUSCRITO EN EL ESPEJO 274Miguel Alegre Velarde - AN SIN AMANECER278Vctor Salazar - PIRAGUA 281Pl y Beltrn - HABR EN ALGN LUGAR MS CLARIDAD 283Rafael ngel Insausti - LAS VOCES ILUSORIAS 286Vicente Aleixandre - POESAS COMPLETAS 289

    Marcos Ramrez Murzi -ANTOLOGA POTICA 294Miguel ngel Asturias - LOS OJOS DE LOS ENTERRADOS 298Otto de Sola - EL RBOL DEL PARASO 303ngel Rosenblat - BUENAS Y MALAS PALABRAS 307

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    PIENSO QUE Quines narran y cuentan en Venezuela, no obstante ladesmedida modestia de Mancera Galletti y de las posibles y hasta

    cierto punto explicables fallas que pueda contener su presenteobra, es bastante ms que una entusiasta y candorosa intencinde servir al venezolano que se est formando en el aula escolar,como l dice; es, tambin, bastante ms que un amplio y simplefichero bibliogrfico, pues en ella, o a travs de ella, muchas gen-tes que conciben a Venezuela como una Tierra de Gracia, peroslo de una gracia fundida o confundida con el petrleo, podrn

    ver y comprender ahora que, por debajo de la riqueza material,otra riqueza tanto o ms importante fluye en Venezuela: la de lasangre del espritu, la de la alta obra de creacin de sus narradores.

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    ngel Mancera Galletti

    QUINESNARRAN Y

    CUENTAN EN

    VENEZUELAFICHERO BIBLIOGRFICO

    PARA UNA HISTORIA DE LA NOVELAY DEL CUENTO VENEZOLANOS

    Caracas-Mxico:Ediciones Caribe, 1958.

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    Debe sealarse y en primersimo trmino el frreo y pacien-te esfuerzo de Mancera Galletti al enfrentar, ordenar y analizar enQuines narran y cuentan en Venezuela, ms o menos terca y

    exhaustivamente, la obra de creacin de ciento cuarenta y tresescritores venezolanos; luego, su apasionada e inquebrantable feen el valor y en la reserva espiritual que contiene la dimensinimaginaria de esos narradores en la que, de alguna manera, se hade encontrar la afirmacin definitiva de lo venezolano.

    La obra ha sido dividida por l en cinco partes, subdivididas,a su vez, en ocho extensos captulos. El primero es posiblemente

    el ms trabajado, el ms hondamente meditado, el ms ntima-mente sentido y apasionante. Los ensayos dedicados a RmuloGallegos, Arturo Uslar Pietri y Ramn Daz Snchez, plenos decerteros atisbos, son particularmente valiosos. Ah, a travs de laprosa de ngel Mancera Galletti, tocamos, sentimos, revivimos elmisterio y la garra de Doa Brbara, el furor, el fulgor y la poesade Las lanzas coloradas y el testimonio, tierno pero implacable, de

    Mene y Cumboto. Al lado de estos estudios merecen mencin losdedicados a Cubagua, de Enrique Bernardo Nez; a Fiebre y Casasmuertas, de Miguel Otero Silva; y a La balandra Isabel lleg esta tarde,El mestizo Jos Vargas, El falso cuaderno de Narciso Espejo y La mano

    junto al muro, de Guillermo Meneses.En el cuarto captulo de Quines narran y cuentan en Venezuela se

    enfrenta la narrativa en la mujer venezolana (desde Teresa de la

    Parra a Alecia Marciano), y en el quinto y el sexto, respectivamente,se analiza la profunda significacin de los escritores que figura-ron en los grupos, generaciones o movimientos literarios surgi-dos al amparo de las pginas de lite y Fantoches. Despus, enPromociones literarias ms recientes de Venezuela, ManceraGalletti dedica artculos muy atinados a la cuentstica de OscarGuaramato, Antonio Mrquez Salas, Humberto Rivas Mijares,

    Alfredo Armas Alfonzo, Hctor Mujica, Oswaldo Trejo y otros. Laltima parte, que comprende el mayor nmero de autores, abarcadesde los nombres de Ramn Isidro Montes hasta Antonio Stempel

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    Pars; o sea, un perodo que va desde la aparicin de la novelaBoves (1844) hasta la publicacin de El recado del ngel (1957).

    Varios son los reparos que, sin excesivo rigor, podran sealr-

    sele a Quines narran y cuentan en Venezuela. En primer lugar,algunas lamentables aunque involuntarias omisiones. Por ejem-plo: las de Joaqun Gabaldn Mrquez, Ida Gramcko y AdrianoGonzlez Len, autores, respectivamente, de Don Gerardo Patrullo

    y otros desmayos, Juan sin miedo y Las hogueras ms altas. Luego,como en otra ocasin ya apunt, no aludir, en la parte dedicada aMariano Picn Salas, a su Viaje al amanecer, una de las ms bellas

    colecciones de relatos ledas por m en Amrica. Finalmente, unapequea falla que Mancera Galletti anuncia corregir en una futuraedicin de su libro: no haber destinado un breve apndice al estu-dio de la obra de los que, sin haber tenido el privilegio de naceren Venezuela, narran y cuentan en Venezuela.

    Digo en suma, la mano puesta a la altura de mi encendido cora-zn, que ignoro si la presente obra de Mancera Galletti es de un

    valor excepcional; s, empero, que para muchos ser de un valorincalculable, pues ella representa no slo un generoso aporte, unaesforzada contribucin a la difusin de la narrativa venezolana,sino tambin una poderosa incitacin al estudio, para el mejor yms exacto conocimiento de esa narrativa.

    Pl y Beltrn

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    Julio, agosto 1958

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    A SU ANTERIOR libro, Croquis de la esperanza, publicado hace cua-tro aos, agrega Flix Guzmn un breve conjunto de poemas,todos ellos iluminados y crecidos bajo un cielo de profunda cla-ridad amorosa, tocados por la mano tibia y rauda del recuerdo.Guzmn sigue en lo esencial la misma va que llen su andar po-tico del primer libro, en el cual el signo poderoso de la adoles-cencia volcaba sus seales y comprometa la bsqueda inicial,

    acuciado por la urgencia de los temas que son el despertar lricodel corazn del joven y acuden, con solcita frecuencia, a revelarlos movimientos espontneos de la intimidad del hombre asom-brado ante la vastedad del mundo y obligado, por eso, a auscul-tarse interiormente, a revisar su personal historia antes que darpaso a la agresiva experiencia de afuera, que est como esperan-do la revelacin de la vida en la palabra cargada de sabidura del

    poeta. Temas palpitantes, indudablemente, cargados de entusias-mo varonil, plenos de esa honda calidad del joven que empieza ahacer su inventario ante el mundo complejo y vario, y revestidosde dignidad primeriza, a pesar de su limitado y repetido campo.

    Flix Guzmn

    LARGO OLVIDOY OTROSPOEMASCaracas: Editorial Sucre, 1958.

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    Slo que el poeta, aqu como en todo su ejercicio, es llamado porla responsabilidad de comprender y acertar la realidad propiay extraa a travs de una verdadera expresin de sinceridad.

    Que su actitud no sea ropaje transitorio o de compromiso sinrelieve, sino profunda y exacta claridad del alma.

    Todo eso fue promesa y cumplimiento de Flix Guzmn en sulibro Croquis de la esperanza; por lo dems un libro fresco, sinretorcimientos, con un lenguaje que hua de la retrica y la oscu-ridad y que buscaba, por natural inclinacin, decir las cosas queiban haciendo la historia del poeta, con sencilla y clara emocin,

    con directa y espontnea significacin humana, no por eso dejan-do de ser fiel a los requerimientos fundamentales de la experien-cia lrica.

    Igual concepcin creadora y la misma sinceridad revestida deemocin permanente, un impulso de severa y cabal revisin desus asuntos y, sobre todo, la aleteante revelacin de un lenguajepotico que oscila entre el cortado aliento del verso breve y la

    aspiracin a los largos perodos que se confunden con la prosalrica, son los ms significativos movimientos estticos que nosentregan estos ltimos poemas de Flix Guzmn. Naturalmenteha crecido la responsabilidad del poeta, ha madurado en profun-didad su temtica juvenil y sus procedimientos de ahora revelanmayor audacia creadora y mayor ambicin artstica que antes.Pero, sobre todo, hay un profundo auscultarse sin demoras, un

    preguntarse sobre la verdad de las cosas que sealan el destinodel hombre entre las grandes y poderosas apetencias de la vida.Para que, en ltima instancia, el poeta encuentre refugio, que noes evasin, en los valores permanentes del estado de amor, que escomo el santo y sea de una tendencia neorromntica que a pesarde todas las grandes transformaciones sufridas por la lrica con-tempornea, no acaba de pasar nunca y est all, como esperan-

    do siempre el descubrimiento de la voz y de la actitud del hom-bre que le d validez en el mbito de la poesa.Ya un epgrafe de Paul Eluard distingue el concepto creador

    que preside este breve cuaderno de poesa: Y tu amor se asemeja

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    a mi deseo perdido. Toda la tentativa lrica de Guzmn girar,por lo tanto, alrededor de ese pensamiento central, que es, pordefinicin, la clave de estos poemas, revestidos de emocin, pero

    tambin de dignidad creadora. Aciertos estimables abundan en ladescripcin de sus diversos estados de nimo y en la definicinde sus motivos de podero lrico. As escribir sealando su soledad:

    Cmo decirteque cuando se est en soledad,desde lo ms profundo

    una sombra, sobre los huesos,crece.Que el recuerdo cuida viejas imgenes,

    pule bellos fantasmas,y hay un ro de rostrosque nunca acaba de pasar.

    O tendr en sus manos la revelacin del fro profundo queazot su recuerdo, con la serenidad de las palabras que, sin embar-go, tienen la vastedad del clamor en su concisa tristeza:

    Ahora tu muerte tiene un vago sortilegio,muerte de pies cansados,muerte de ojos dolidos,

    muerte de piel desesperada,muerte, muerte siempre de olvidosobre el mar.

    Pero el poeta, tambin, es celoso de su intimidad y sabe quecontra l y todo lo que le pertenece en el reino de su amor, de suesperanza, de su recuerdo y su tristeza, conspiran calladas, pero

    persistentes seales:

    Por qu quieren robarme esta alegra de encender mi plegariaQuin amenaza ahogar estos metales que pregonan mi hallazgo.

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    Quin pone a galopar estos caballos, giles como el roco,sobre mi antigua tristeza.

    Flix Guzmn nos comprueba, una vez ms, que contina sien-do fiel a su condicin de poeta, que su vocacin se nutre cada dade la realidad y que va en busca de una expresin ms profunda delhombre de nuestro tiempo, asediado por tantas y tantas extraasencrucijadas; pero sin perder, por eso, la insobornable claridad desus primeras tentativas poticas, que en l continan siendo unsanto y sea digno de consideracin. Que el poeta siga atento a su

    propia experiencia personal, que ausculte su propia razn funda-mental de vida y que no tenga miedo, como lo ha hecho hastaahora, en proclamar las verdades que le nacen, lricamente, desdelo ms profundo de su sentimiento, su emocin y su esperanza.

    Jos Ramn Medina

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    Julio, agosto 1958

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    LA LTIMA obra publicada por el ilustre Mario Briceo Iragorry es,como l mismo advierte, un retablo novelado. Y, en efecto, ellector se encuentra ante una visin amplia y vital de una poca,con todas las necesarias proyecciones histricas, polticas, econ-micas y sociales. El conjunto adquiere cohesin y proceso de con-tinuidad alrededor de una trama novelesca y en particular de un

    representativo personaje: Alfonso Ribera. Pero, el libro est lejosde constituir una novela, ni fue tal el propsito del autor. Por ello,resulta fuera de lugar buscar las caractersticas propias del gne-ro novelstico, ni destacar fallas que resaltaran violentamente enuna novela, pero que en este caso requieren una consideracinapropiada desde el ngulo correspondiente.

    Los Riberas es un ambicioso panorama abierto y elocuente

    de una apasionante y amarga etapa de la vida venezolana. Es ellapso comprendido entre las dos guerras mundiales, es el speroperodo que gira en su mayor parte alrededor de una funesta figu-

    Mario Briceo Iragorry

    LOS RIBERASHISTORIAS DE

    VENEZUELA

    Caracas-Madrid:Ediciones Independencia, 1957.

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    ra: el general Juan Vicente Gmez; es el auge y entrega ignomi-niosa del petrleo. Pero es tambin la forja vigorosa, la escuela deluchas e ideales de nuevas y esperanzadas generaciones.

    Briceo Iragorry presenta un monumental cuadro de negrofondo sobre el cual se mueven los personajes y las ideas, a ratosentre tinieblas, a ratos con irradiacin luminosa. Luchan los nue-vos principios filosficos, morales y polticos contra las caducasconcepciones antiguas. Y luchan, tambin en batalla definitiva, lalimpia nobleza juvenil y el arraigado prejuicio del alma envejecida.Estas dos fuerzas contrarias trabadas en ardiente combate

    son encarnadas por Alfonso Ribera, inescrupuloso comerciantelleno de resabios y carente de principios, y su joven hijo Vicente

    Alejo Ribera, representacin del mpetu generoso y avanzado dela nueva generacin.

    Las contraposiciones de niveles sociales, de conductas mora-les, de ideas polticas, son para Briceo Iragorry oportunidadespropias para profundos planteamientos generales. As, el antago-

    nismo entre la actitud patritica de anhelo proteccionista para lariqueza petrolera del pas de un Hermgenes Urdaneta y el servi-lismo vendepatria del viejo Vicente Ribera, rebasan los lmites delos meros personajes y alcanza una amplia categora simblicaque abarca a todos los de comportamiento semejante; proyectandola situacin planteada hacia la magnitud de problema absolutoy vital.

    Briceo Iragorry nos introduce plenamente en una poca decambiantes y mltiples formas de vida, en un perodo marcadopor la dureza y la contradiccin. Y la mejor manera de lograr elreflejo sincero es presentar la variedad de aspectos en sus com-plejidades contradictorias. De este modo, a base de vigor y realis-mo en la expresin que a ratos recuerda a Pocaterra, sobre todoen lo que respecta a ciertos dilogos y descripciones de usos y

    actitudes sociales, el autor penetra, sin tardanza, en los veri-cuetos psicolgicos y en los subterfugios espirituales que deter-minan la paradoja humana. Del individuo, el paso a la sociedad

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    es directo y concluyente. Por ltimo, la visin conjunta de todoun pas y de una poca brota de las pginas del libro como la cul-minacin del esfuerzo creador.

    Los elementos utilizados para cubrir la enorme tarea queimplica la formacin de Los Riberas son de variada condicin. Losproblemas polticos nos llevan desde el planteamiento del afn dela dictadura por romper el espritu unitario de la oposicin, hastauna visin benvola y un tanto ingenua de Juan Vicente Gmez;los sociales, desde los prejuicios familiares de Alfonso Ribera,hasta la corrupcin moral y fsica de grupos de enriquecidos y

    explotadores; los econmicos, desde el agiotismo calculador einsaciable hasta la creciente tragedia del despojo petrolero. Lospersonajes, productos de la ficcin o figuras histricas y polticasreales algunas muy conocidas y de gran actualidad, soncomo enfticos puntos de referencia y de ampliacin simblica.

    Como fue habitual en su pluma firme y elegante, el dolorosa-mente desaparecido Mario Briceo Iragorry vivo en la memo-

    ria y el cario de todos ofrece en Los Riberas un estilo directo,pulcro, de particular categora artstica en descripciones de paisa-

    jes y campos venezolanos. Algunos dilogos de excesiva y pesadaextensin y digresiones diversas demasiado alejadas del caucecentral predominante, no logran ser defectos agudos dentro de laelevada cualidad general de la obra.

    Gustavo Luis Carrera

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    RECIN APARECIDO El reino, de Ramn Palomares, deca yo queencontraba en l algo que me atreva a calificar de inslito, deinaudito, de fabuloso hecho potico. Creo afirmaba yo allque jams en Venezuela se ha dado el caso como ahora en queun joven, con un solo libro y de una sola vez, penetre tan rotun-damente, con tan decidida y prodigiosa firmeza en los fastuososdominios de la Poesa. Mi declaracin se les antoj a algunos un

    tanto exagerada. Mas Guillermo Sucre, lcido y veraz, coincida,en lo esencial, conmigo, al decir, al escribir: Penetrado de supropia capacidad, muy lcido y paciente ante su propio desarro-llo espiritual, Palomares tiene, como pocos, clara y certera visindel quehacer potico de nuestro tiempo. Metido dentro de lagrandeza del mundo, atento a los ms puros hallazgos del hom-bre en la tierra, surge con un mpetu embriagador y saludable en

    medio de las monsergas lricas y los remedos picos de gran partede la poesa venezolana. El reino aade Sucre nos sitaante un universo de verdades a veces elementales pero sugerentes yante un lenguaje de muy nuevas y acaso inusitadas posibilidades

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    Ramn Palomares

    EL REINO

    Caracas: Ediciones Sardio, 1958.

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    de creacin. De ah esa extraordinaria capacidad de plasmar unmundo, que tiene Palomares; ese don especial de iluminar cria-turas, objetos, sentimientos y sensaciones terrestres, que no deja

    de traducirse igualmente en un desdn muy fino por lo especu-lativo y abstracto.

    Ramn Palomares es, para m, el ms soberbio caso de voca-cin potica que conozco. Para l la poesa no es un juego, sinoun fuego: algo tan serio, tan profundo, tan misterioso e inevitablecomo la muerte. O como la vida, es igual. Y la enfrenta con serie-dad, con responsabilidad plena. Cada poema suyo es un hallazgo,

    una herida al espritu original, un ascenso o un descenso escalo-friante a ese otro mundo que es la poesa.

    Ms que una poesa de la esencia, de la intimidad, la de RamnPalomares es una poesa de las sensaciones, de las excitaciones,de las inauditas revelaciones; una poesa despersonalizada, impla-cablemente castigada, pero sin embargo del instinto, de las vsceras,de la sangre, de la intenssima mismsima raz del ser. El reino

    viene a ser algo as como una inmersin en las aguas originales dela existencia.

    Quince poemas integran El reino. En todos ellos prevalece, noobstante su despersonalizacin, una personalidad avasalladora,una firmeza y una fiereza que le dan unidad al libro. Hay siem-pre, en el espritu de este poeta, como un afn rabioso de integrary domesticar los trminos inmensos.

    Dentro de la perfecta unidad de El reino cabra destacar dostendencias: una eminentemente sensorial y mgica, y otra, clara-mente patentizada en Asuntos de teatro, ms intelectual, ms,si se me permite, dentro de cierto mbito de la poesa modernaanglosajona: tono burlesco, despiadado y no menos doloroso,cierto espritu reticente y mordaz y la trgica significacin quevan adquiriendo los smbolos como surgidos de la vida misma,

    imprimen a su lirismo una honda metafsica del drama humano.En la segunda, sin desmerecer en un pice sus bellas calidadespoticas, hay ms razn, ms compromiso; en la primera, msvenezolanidad, ms raigal americanidad.

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    Cada poema de Ramn Palomares est impregnado de unamisma secreta original avidez por conquistar el Reino; sin embargo,la elega a la muerte de su padre es para m uno de sus poemas

    ms colosalmente impresionantes. Dice all:

    Esto dijronme:Tu padre ha muerto, ms nunca habrs de verlo.

    brele los ojos por ltima vezhulelo y tcalo por ltima vez.Con la terrible mano tuya recrrelo

    y hulelo como siguiendo el rastro de su muertey entrebrele los ojos por si pudierasmirar adonde ahora se encuentra.

    Ya entr la terrible oscuridady con sus inexorables potencias cubre las bahasy hunde las aldeas en su vientre peludo.

    Pero aquel cuerpo que como una piedra descansahndelo en la tierra y cbrelo

    y profundzalo hasta hacerlo de fuego

    Despus de El reino no puedo aconsejarle a Ramn Palomaresque se libre de algn posible resentimiento; slo puedo decirle

    que se libre de toda posible satisfaccin.

    Pl y Beltrn

    RNC N 130

    Septiembre, octubre 1958

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    RNC 24

    NO PODR pasar desapercibido el original mensaje que nos entre-ga en las pginas de esta novela el escritor ngel Mancera Galletti.Quizs lleguen a juzgar un poco fuera de nuestro tiempo estanovela aquellos que siguen de cerca la evolucin de estilo narra-tivo hacia formas ms sencillas, depuradas y vivenciales, donde lacompleja descripcin exterior ha sido sustituida por el ntimo inda-gar en el drama de la conciencia; pero esta novela rene mritos

    que estn por encima de las deficiencias del estilo en que ha sidoescrita y sus pginas dejan en quien las lee el convencimiento deque se asiste a un episodio palpitante y vvido, donde ha entradoen juego el destino histrico del pas; en efecto Mancera Galletti hatenido la virtud de personificar acontecimientos que l ha presen-ciado y que por s mismos estaban cargados de drama.

    El desarrollo del argumento de la presente novela abarca los

    hechos nacionales ocurridos en la dcada comprendida de 1935 a1945, plena de sucesos que la historia varias veces ha cedido comomateria de inspiracin a nuestros novelistas. Contiene adems

    ngel Mancera Galletti

    SENTIRS TUSANGRECaracas-Mxico:

    Ediciones Caribe, 1958.

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    originales aportes para el mejor conocimiento de esa realidad his-trica y, por otra parte, el clima de ficcin no parece traicionar losmejores deseos de un novelista. Siendo una obra de fondo hist-

    rico, Sentirs tu sangre se sita dentro de la tradicin de la novelavenezolana de trazos realistas y duros, cuya cspide se encuentraen la obra de Jos Rafael Pocaterra. Pero hay que advertir diferen-cias notables entre el estilo narrativo de Mancera Galletti y el deaqul, que contina siendo el maestro de la novela poltica delpas. En lneas generales, Mancera Galletti se inclina a idealizarhechos y personajes que envuelve en una atmsfera de rara emo-

    cin y nos hace recordar algunas pginas de M.V. Romero Garca;el autor de Sentirs tu sangre parece colocarse ms bien en la lneade escritores como Rmulo Gallegos, por su manera de fragmen-tar la trama en episodios aparentemente desligados entre s, peroconducidos sin embargo hacia un presentido final donde el felizdesenlace no excluye la amargura y el pesimismo que los perso-najes han experimentado a lo largo de la novela. No aporta Mancera

    Galletti la complejidad argumental ni tampoco la elaboracinartstica de los temas que tienen nuestros mejores novelistas delcriollismo; pero su obra, que decae muchas veces como relato,est sostenida por el tono de pica con que pretende narrar la cr-nica por l vivida o sentida. Mancera Galletti hace que sus perso-najes se identifiquen con el destino histrico de la patria; en susalmas se han reflejado las calamidades sociales; la frustracin de

    los hroes corresponde al fracaso mismo del pueblo como destinoheroico. En esta forma, el autor se encuentra ligado entraablemen-te a la tradicin de una corriente novelstica que se haba inspiradoen la realidad poltica; podra decirse que los incidentes polticosdejan de ser el marco natural donde tiene lugar el argumento paraconvertirse en el centro mismo de lo que interesa al autor.

    Robusta, barroca, desigual, de prrafos extensos y poco elabo-

    rados, la prosa de Mancera Galletti se presta a sus fines de apa-sionado cronista. Los captulos donde describe de modo originalsecuencias llenas de fuerza en torno a la muerte del tirano Juan

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    Vicente Gmez resultan pginas vigorosas y patticas, que enca-jan dentro de lo mejor de nuestra tradicin; asimismo opinamossobre el episodio que narra la deportacin masiva de los estudian-

    tes, a quienes el escritor hace seguir por el pueblo caraqueo, enacto de fraternidad, hasta La Guaira y en otras pginas donde sehace crtica contumaz de la accin gubernamental de personali-dades polticas que an viven. Pero la novela ha podido ser acor-tada en bien de su calidad y de la densidad ideolgica en ella bus-cada, y notamos que frente a la solidez de las mejores descripcionesse encuentran captulos flojos, de importancia secundaria, subor-

    dinada, que lejos de aadir restan mrito al significativo trabajode Mancera Galletti. ste maneja hbilmente la descripcin entercera persona, pero se vale a menudo de dilogos de poca con-sistencia y plasticidad, inautnticos; generalizaciones sobre pol-tica puestas en boca de personajes no bien definidos dentro dela novela.

    En este estilo, donde reminiscencias de un romanticismo que

    est dentro de nuestra sangre ejercen su imprescindible influen-cia, hace Mancera Galletti el estudio de sentimientos humanos,dejndonos trozos de inusitado vigor cuando es el novelistamismo quien nos describe lo que sucede en el alma de los perso-najes y no as cuando les comunica vida propia a travs del di-logo. Veamos un prrafo donde nos habla del suicidio de uno delos protagonistas:

    Teresita Ruiz se iba definitivamente en su gran caja de caoba; se

    marchaba ya sin la pena de su pigmento y sin la gran masa de nie-

    bla, sombras y tormentas de sus ltimos alucinados momentos.

    Caminaba a la eternidad. Un gran rumor de voces, murmullos,

    rezos y exclamaciones, la seguan en lo que no poda ser silencio

    respetuoso. De aquella multitud presurosa y agitada se destacaba

    Gisel Ruiz, fija la mirada, seca la fuente de las lgrimas, ilumina-do su rostro por el dolor en la blancura irreal y transparente de

    sus mejillas; erguida y sobrenatural la imagen de la hermana que-

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    daba en la visin que el hecho reflejaba, la pattica y tremenda

    escena de la despedida.

    Hechas las pocas y personales objeciones del caso, sincera-mente creemos hallarnos ante una de las novelas ms interesan-tes publicadas el ao pasado. Quienes se sumerjan en su lectura,cuyo argumento ms que una historia vulgar lo constituye la pro-funda tragedia histrica de Venezuela, comprobarn que el autornos ha entregado no slo un testimonio sincero, sino tambin, ydentro de l, un mundo rico en pasiones, juicios y posibilidades

    sobre nuestro complejo destino como pueblo.

    Juan Calzadilla

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    Noviembre, diciembre 1958

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    STA ES la segunda salida literaria del poeta Manuel VicenteMagallanes. Su primer libro, Huellas de silencio, comentado eneste mismo lugar, se public a principios del ao pasado. Era suiniciacin, su toma de conciencia pblica con el mbito poticonacional. En esta misma seccin tuvimos oportunidad de comentarla realidad lrica de ese volumen. Apuntamos entonces las condi-ciones positivas que era posible advertir en el autor, los valores de

    su entrega potica, aun en medio de una que otra falla consustan-cial a toda tentativa primeriza, y sealbamos el elemento msobjetivo de su labor, esto es, su adhesin a los valores formales dela poesa y la revelacin cierta, por lo menos en la habilidad estruc-tural de los versos, de un largo y laborioso proceso de madura-cin tcnica en la expresin, fruto natural de esa artesana queslo se consigue mediante la experiencia pertinaz y constante.

    Satisface encontrar en esta plaquette que ahora publica laDireccin de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educacin,

    Manuel Vicente Magallanes

    BRJULA ENVIGILIACaracas: Ediciones de la

    Direccin de Cultura y BellasArtes del Ministeriode Educacin, 1958.

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    la ratificacin de ese saldo positivo del quehacer potico que yase adverta en el primer libro de Magallanes. Este conjunto depoemas responde en su todo a la formal disposicin creadora del

    poeta. Estn concebidos, as, dentro de la ms absoluta adhesina los principios tcnicos del verso, aunque se prefiera a la exigen-cia rigurosa de la rima del consonante la ms libre y gil condicindel asonante. Y esto, vertido en el molde clsico del soneto ende-caslabo, le permite al autor un mayor desahogo expresivo en suspropsitos lricos. Ciertamente, en este aspecto, Magallanes lograredondear una tarea de seguras posibilidades.

    Concebido en tres secciones: En las desnudas vides te pre-siento, Soneto en dilogos de sueo y Canto filial a la totalternura, este cuaderno potico responde a una temtica de ndo-le abiertamente amorosa. Sus diecisis sonetos, en total, recorrenla escala liviana que envuelve el clima enamorado de la adoles-cencia, con sus paisajes de memoriosa claridad, donde la soledad,la ausencia y los recuerdos primeros punzan una suave y decoro-

    sa nostalgia, que no es rompimiento con el pasado sino rescate deesa leve ptina del tiempo que no se quiere perder. La ansiedadde la espera titubea, por eso, entre una hipottica lejana gris y elalborozo azul de la alegra. Lo que no obsta para soar en un climanocturno de sombras desvadas o rendir el ofrecimiento viril dela juventud en el instante torrencial de la ternura. Pero ms queeso y definicin misma en el ttulo que da cauce a los poemas:

    Brjula en vigilia est la erguida postura del hombre quereconstruye la salvada historia de sus aos, en medio del fragorvigilante de otras solicitaciones inminentes.

    Dentro del mismo tono y obedeciendo a igual temtica perocon rumbo de ms alzada ofrenda, ha de sealarse la ltima sec-cin del cuaderno, Canto filial a la total ternura. Se trata, en elfondo, de una temperada elega a la madre, cuya sombra persiste

    como el rumor suave y profundo de unos pasos dentro de lanoche crecida en el mbito lejano de la casa desierta. Pero que,

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    gracias a ese mgico poder de las mrgenes poticas, es posiblerestaurar todo en el recuerdo.

    Este cuaderno de Manuel Vicente Magallanes ha de ser tomado

    muy en cuenta en la nueva produccin potica del pas.

    Jos Ramn Medina

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    Noviembre, diciembre 1958

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    STE ES el primer tomo de los cuatro de que va a constar, por ahora,la ordenacin de la cuentstica de Croce; tras La montaa labriega

    irn apareciendo, sucesivamente, La ciudad aledaa, Los caminos yel llano y El mar, el ro y la selva.

    La montaa labriega est integrada por quince cuentos o relatos.Estos cuentos, o relatos, han sido escritos por Croce durante un pero-do que abarca tres dcadas; es decir, desde 1929 hasta hoy. Su orde-nacin, por lo mismo, corresponde ms a una unidad de tema o declima que al rigor implacable de una tcnica literaria. Puede afirmar-

    se que Croce ha preferido la unidad de tema a la unidad de estilo.El presente libro de Croce es, ante todo, la huella dejada en el

    alma de Croce por la contemplacin de una tierra y la presenciade unos seres, la proyeccin de un amor y de un coraje sentidosante dicha tierra y dichos seres. El autor no habla aqu de cosasque no existen. Habla de cosas que conoce. Habla de cosas y degentes que profundamente conoce. De la montaa, por ejemplo.

    O de la roca pelada. O del pramo donde tan slo el viento ulula,donde tan slo arraiga el frailejn.Tres corrientes prevalecen en la cuentstica de Croce: una, de

    matiz cerebral y simblico, representada por el cuento titulado

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    Arturo Croce

    LA MONTAALABRIEGA

    Caracas: Editorial Aramo, 1958.

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    Frutas; otra, de concepcin ms simple, pero estremecedora porsu ternura y su hondo sentido social, representada por los relatosSol fro, Chim, La muerte baja de la montaa, El cepo de

    tambor amarillo y Ulula el viento en el pramo; y otra, la lti-ma, que podra muy bien ejemplarizar La roca desnuda, dondelas palabras, feroces de simbologas y ancestros, fulgen y restallancomo chamizas incendiadas, como llamas inextinguibles.

    El drama social, en alguno que otro relato de Croce, cobra a vecesmatices polticos, sucede entonces que a la lucha del hombre con latierra y los elementos se suma el acoso del hombre contra la cria-

    tura humana. Ese matiz se evidencia, sobre todo, en los cuentosChim, La lmpara incandescente, Los ovejos y El cepode tambor amarillo.

    Dije una vez, en relacin con estos mismos personajes quepone a vivir y a sufrir Arturo Croce, que podan ser tercos, perono locos; elementales y de pocas palabras, pero de reacciones pro-fundas. Cada ser, ah, anda cargado con su drama, con su obsesio-

    nante abismo, vivindose o murindose a chorros. Croce les palpala sangre. Buena? Mala? No importa! l no la bendice, pero tam-poco la maldice. La acepta. La acata.

    Arturo Croce escribe, describe as:

    El pramo haba estallado hacia el cielo. Toms vio con espanto la

    sangre de la leprosa y se sinti pegado a ella, en vez de liberado.

    No era de eso de lo que deseaba huir. Era de algo absurdo. Nacacomo un torrente que lo llevaba a continuar hasta el fin. Subi el

    cuchillo hasta su pecho y lo hundi con fuerza, como si el acto

    deleitara sus propios ojos inyectados de angustiosa ira.

    Me parece La montaa labriega, pese a su desigualdad estilsti-ca, el libro de un verdadero maestro del relato.

    Pl y Beltrn

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    Enero, febrero 1959

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    TRAS EL DELICIOSO libro de crnicas Gacetillas de Dios, de los hombresy de los animales, Joaqun Gabaldn Mrquez nos ofrece ahoraMemoria y cuento de la generacin del 28. Es decir, su interpreta-cin personal, como miembro participante y actuante de una delas generaciones literarias ms discutidas, ms alabadas y a la vezms implacablemente acusadas.

    La obra, que a un mismo tiempo es memoria y testimonio,

    ha sido ordenada por el autor en diez partes. En la primera sehace hincapi sobre el significado de aquel arranque generoso,espontneo, desinteresado de los estudiantes del 28. Hubo enl, segn Gabaldn Mrquez, como un movimiento de espritus,nacido de la profundidad de sus propias vivencias, que hizohuellas durables en la vida de nuestra contextura colectiva. Losaos transcurridos, con sus luchas y sus vicisitudes, no han podi-

    do extinguir de la memoria aquella poca de juvenil exaltacin,de pura y noble esperanza en los destinos de Venezuela.Se traza luego una breve panormica sobre el ambiente y

    antecedentes literarios de la Semana del Estudiante. Parece que

    RNC 33

    Joaqun Gabaldn Mrquez

    MEMORIA YCUENTO

    DE LA

    GENERACINDEL 28

    Caracas: Italgrfica, 1958.

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    prevaleca en todos aquellos jvenes un espritu marcadamentecrtico e iconoclasta: un anhelo de crear nuevas expresiones po-ticas, y una voluntad, tambin, de destruir o derribar valores con-

    sagrados, dolos erguidos dentro del ambiente viciado y mancilladopor el soplo de la dictadura. Vlvula fue la expresin mxima deeste movimiento literario. Se trataba de modificar puntualizaal respecto el autor, de manera intensa, las proporciones de larelacin entre el artista y el pblico, de hacer de la obra de arte elproducto de una colaboracin colectiva, de dar, en fin, al arte,una funcin nacional. Y este testimonio: Rmulo Betancourt, al

    lado de Jvito Villalba, se destaca como figura universitaria deprimera fuerza, resaltando y como formando parte de todo elconjunto escnico de la Semana Estudiantil y del estado de esp-ritu que le diera origen.

    En tercero y cuarto lugar se da constancia de un hecho bastan-te trascendente: del encuentro del estudiante venezolano con elobrero venezolano en una empresa de liberacin conjunta, en su

    lucha indeclinable por la libertad y la dignidad humanas.Incide despus el autor en uno de los temas que ms le apasio-

    nan y obsesionan: El Poeta Desaparecido, su hermano gemelo.Vivo, pero callado. Desaparecido, pero viviente. Ah, tras ren-dir homenaje a Luis Castro y a Po Tamayo, el formidable indiotocuyo, Gabaldn Mrquez desemboca en un tema asaz polmi-co: el de la poesa social. El Poeta Desaparecido fue un poeta

    social. Y aunque callado, no le remuerde la conciencia el haberlosido. Lo que hemos sido en la juventud confiesa no sueleocasionar penas de remordimiento. Acaso ms produce, que otracosa, aoranza. Deseo vivo, o tranquilo, de volver, una vez ms,a ser lo que fuimos.

    Lo ms bello y valioso de Memoria y cuento de la generacin del28 es, desde el punto de vista estrictamente literario, el cuento de

    la verdadera historia de Flix Cantalicio Reinoso: La picada de laculebra. En l se nos revela Gabaldn Mrquez como un extraor-dinario relatista: sobrio, profundo, desgarrado, irnico, mordaz,humano.

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    RNC 35

    Cierra el volumen que aparece gracias a Dios y al Pueblo!un copioso e interesante Apndice documental, en el que seincluyen discursos, cartas, notas, proclamas, testimonios que

    ayudan al esclarecimiento del pasado y que enriquecen podero-samente la obra.

    Pl y Beltrn

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    Enero, febrero 1959

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    EL PERIDICO El Nacional, de Caracas, public esta obra para mar-car el XV aniversario de su fundacin y en celebracin del sesqui-centenario de la introduccin de la imprenta en Venezuela en 1808.Se trata de 33 estudios de diversos autores que han sido compi-lados, prologados y anotados por Pedro Grases, quien hiciera lo

    mismo con la obra, complementaria de la presente, editada en1951 por la Escuela de Periodismo de la Universidad Central de

    Venezuela con el ttulo de Materiales para la historia del periodismoen Venezuela durante el siglo XIX.

    De esta manera se hallan reunidos en dos volmenes estudiosque permiten formarse un cuadro amplio y bastante detallado dela cronologa periodstica y editorial venezolana durante el pasa-

    do siglo, y seguir el desarrollo de la polmica entre investigadoresno siempre provista de suficiente inters acerca de algunosde los problemas planteados por la historia de la imprenta en

    Venezuela.

    Pedro Grases

    ORGENESDE LA IMPRENTAEN VENEZUELA

    Y PRIMICIASEDITORIALESDE CARACAS

    Caracas: Edicin de El Nacional, 1958.

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    El volumen que reseamos est dividido en dos grandes partes:I.Introduccin de la imprenta en Venezuela y II.Primicias edi-toriales de Caracas. Algunos de los estudios recogidos en ellas

    contienen rectificaciones a aserciones hechas por sus autores enestudios precedentes, tambin incluidos en la seleccin, hecho queel compilador advierte: Deliberadamente se ha mantenido as,ya que no deja de tener inters el anlisis del progreso de la inves-tigacin y, por otra parte, en cada escrito constan datos, ideas yreferencias, que no se anulan totalmente en las rectificacionesulteriores.

    La obra est provista de diversos ndices: por nombres propios,por nombres geogrficos, por ttulos y por materias, que facilitanlas consultas.

    Los estudios compilados son los siguientes: de Manuel SegundoSnchez: El primer libro editado en Venezuela, Orgenes de laimprenta en Venezuela, La imprenta de la empresa mirandina,La imprenta de la Expedicin Libertadora, La imprenta de la

    Expedicin Pacificadora, Incunables venezolanos y El pri-mer libro editado en Venezuela. De Jos E. Machado: El librode Joseph Luis de Cisneros, La Gaceta de Caracas y El librode Quintana. De Santiago Key-Ayala: El libro de Cisneros,Investigaciones bibliogrficas. I. Primicias editoriales de Caracas;II. Lo que fue o pudo ser, Investigaciones bibliogrficas.

    Ampliaciones sobre las primicias editoriales de Caracas y Una

    Constitucin para Cuba. De Pedro Grases: El primer problemabibliogrfico venezolano. El libro de Cisneros, Algo ms sobreel primer problema bibliogrfico venezolano, Orgenes de laimprenta en Cuman, El primer libro impreso en Venezuela,La fecha de impresin del libro de Quintana y La imprenta y lacultura en la Primera Repblica (1810-1812). De Arstides Rojas:La imprenta en Venezuela durante la Colonia y la Revolucin.

    De Pedro P. Barnola, S.J.: Ms sobre los primicias editoriales deCaracas y Ms sobre la fecha de impresin del libro de Quintana.De Marcos Falcn Briceo: La imprenta en Venezuela, Orgenesde la imprenta en Caracas y La imprenta en Caracas, 1808. De

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    Hctor Garca Chuecos: Orgenes de la imprenta en Venezuela,Primera imprenta y primer libro venezolano, Algo ms sobre laimprenta de 1808 y Hombres y sucesos olvidados. De Enrique

    Bernardo Nez: Los orgenes de la imprenta en Venezuela. DeTulio Febres Cordero: Imprentas libertadoras de Venezuela. 1806a 1821. De Jos Toribio Medina: I, Contribucin a la historia dela imprenta en Venezuela, y II, Primeras producciones en algu-nas ciudades de Venezuela.

    No es posible, en breves lneas, sealar mritos particulares enesta serie de ensayos. De all que nos limitemos a enunciarlos y a

    destacar su inters, especialmente para quienes deseen una guade fuentes para penetrar en los vericuetos de las luchas ideolgi-co-polticas del primer cuarto del siglo XIX, y a los estudiosos dela historia de la cultura en Venezuela.

    Germn Carrera Damas

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    COMO UN homenaje ms entre los innumerables que ha recibidoel gran poeta chileno Pablo Neruda en su visita a nuestro pas,est la edicin de un grupo de composiciones suyas en las cualesalude a lo venezolano con esa forma alucinada que tiene su verbo.

    Voz de entraables resonancias de la tierra, en cuanto encierrasta de sabidura, de temblor milagroso, de heredad sin fronteras,cal de la tristeza, vena de la soledad, transfiguracin de la sangre,

    resea salobre de la pasin, abismo, embriaguez de todo cuantocontempla desde su propia nobleza, por encima de las vallas ytinieblas que tratan de parcelar el resplandor de la belleza.

    Pablo Neruda ya tiene su signo en la poesa de siempre. Sucalidad lrica, su deslumbramiento pico, su marea en dondeconvergen seres fabulosos, su instinto de hechizada percepcinpara las cosas sagradas del espritu, en sntesis, su tempestad ima-

    ginativa, su desolada geografa sumida en el aliento del vaticinio,le dan carcter de poeta sencillo y heroico en medio de ese legadoque forman los bblicos acentos, los griegos invictos, los indioscosmognicos, los dems orientales religiosos de magia, hasta

    RNC 39

    Pablo Neruda

    TODO LLEVATU NOMBRE

    Caracas: Ediciones de la

    Direccin de Cultura yBellas Artes del Ministeriode Educacin,1958.

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    desembocar en las fuerzas de Amrica con sus presentimientosdonde el delirio asume el repetido sollozo de las razas vencidas,siguiendo en escala por los volcanes de libertad de Bolvar-poeta,

    de Whitman, de Mart.Cunto sugiere un poeta de cristalina entereza! Pablo Neruda

    desde la trascendencia de sus poemas, y todava ms lejos, aspi-rando la memoria de sus cantos, abre las esclusas de un llameantemanifiesto en el cual se funden inteligencia maravillada y eslabnde piedra sonora repercutiendo en las vastas clausuras del tiempo.

    Pero, adnde conduce Todo lleva tu nombre? Acaso desde la

    primera lnea no estoy hablando alrededor de la plenitud de sufondo? La participacin de lo mtico reanuda en el filn de la obrade Pablo Neruda esa avidez de fuego que fundamenta el estadode la poesa.

    Todo lleva tu nombre: difano ttulo, hondn de pensamientoconduciendo a las interioridades de Bolvar-patria, de Bolvar-padre, de Bolvar-intemporal como la libertad. Nada menos que

    decirle: todo lleva tu nombre. Es un lenguaje digno de emplear-lo en honor y pasin de Bolvar. En su materia original palpita nosolamente la admiracin, hay el subterrneo desorden de los sen-tidos relatado por Rimbaud y tambin hay la fosforescente acti-tud del fervor.

    Este cuaderno con poemas de races venezolanas receptadaspor Neruda prosigue despus del himno al Libertador, con una

    hoja breve y lvida dedicada a Sucre, desbordando el amarilloperfil de los montes.

    Luego acude Miranda, inteligencia signo cordn de oro (aquel poeta anula, estupendamente, los signos de puntuacin, puesla composicin adquiere as una independencia ciega pero sinperder de vista el refinamiento de la hazaa mental). Despus delPrecursor se estremece Guayaquil bajo las figuras del Libertador

    y San Martn. El trabajo tiembla. El acuchillado hielo de la adivi-nacin, la entrevista sin prembulos histricos, el cegado hito quecierra un enigma.

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    Uno de los ms hermosos poemas (a m me parece el ms her-moso) es el titulado Orinoco. En trece estrofas ofrece el mbi-to entre realidad y secreto. Le canta al Orinoco:

    djame hundir las manos que regresana tu maternidad, a tu transcurso,ro de razas, patria de races.

    Cunta fiebre y cunta serenidad en el cauce de este poema.Bienvenido como poeta integral a esta su tierra de Bolvar la

    presencia corporal de Pablo Neruda ya en relacin perenne con lasfuerzas vitales de Venezuela como son el Libertador, el Orinoco,Sucre, Miranda, las banderas, los talismanes.

    Jean Aristeguieta

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    COMO EL hombre ms inteligente de su generacin lo defini unavez Mariano Picn Salas. Uslar Pietri le ha acondicionado a esainteligencia aquella probidad de que hablaba el Libertador.Probidad que ha demostrado no slo en su vida pblica sino enla administracin de los bienes de su encendida imaginacin.

    Hace una decena de aos public Arturo Uslar Pietri un libroque en cierto modo estaba dedicado a los estudiantes de educa-

    cin media venezolana. Era un compendio de los nombres msbrillantes de nuestra literatura. Desde luego no era historia litera-ria sino una visin general, a grandes rasgos de las letras y hom-bres de Venezuela.

    No haba acto cultural de liceo, ni reunin literaria de provin-cia adonde nuestra vanidad de dieciocho aos no repitiera conemocin al hablar del pas las primeras lneas del libro de Uslar

    Pietri, sabemos por los cartgrafos que Venezuela es el castillode proa de esa rabilarga galeaza que pinta en el mapa la Amricadel Sur. Y no poda ser ms, nos emocionaba ese libro, se aleja-

    Arturo Uslar Pietri

    LETRAS YHOMBRES DEVENEZUELAEspaa-Caracas: Ediciones Edime,Coleccin de Autores Venezolanos,1958.

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    ba tanto de la cansona pedagoga de otros textos a los que sloparecan interesarle fechas y ttulos de obras. Fue as como des-cubrimos el sonido humano que haba en la escritura de Uslar

    Pietri. Despus, el trabajo literario nos ha llevado a leer con dete-nimiento todo cuanto ha escrito el autor. Lectura que se compade-ce en todo momento con la naturaleza y la esencia de Venezuela.

    No son las intenciones de esta nota hablar sobre el escritor quees Arturo Uslar Pietri, de ello, dice mucho su resonancia conti-nental. Nos basta solamente comentar esta segunda edicinaumentada de Letras y hombres de Venezuela que ahora Edime ha

    lanzado al mercado.Punto bsico para Uslar Pietri es dar a entender a sus lectores

    que dentro de ese complejo que es la vida literaria hispanoame-ricana, aun desde sus primeros das, hay una nota, o mejor dicho,cierto tono que le da carcter regional, sentido nacional a las lite-raturas de estos pases. Sin embargo, si se advierte ese cariz, debe-mos advertir tambin que esa especie de historia comparada del

    espritu de lo regional hispanoamericano est en gran parte porhacer. Escribir una literatura que reflejase toda esa conexinlimitando lo nacional de cada pas en sus aspectos propios seralabor posterior, ello ayudara como bien lo dice Uslar Pietri a rea-lizar una verdadera historia de la literatura hispanoamericana yal mismo tiempo la fiel semblanza del alma criolla de que tantocarecemos. En este libro, como en la Literatura venezolana de

    Mariano Picn Salas, estaran por parte de Venezuela, los mejoresmateriales para llevar a cabo esa gran empresa iberoamericana.

    Uslar Pietri convirti en libro sobre literatura venezolana lasconferencias que dictar en la Universidad de Columbia en elverano de 1947. No pretenda que sus palabras de ese entoncesse convirtieran en texto de estudio en su pas. No pretende ahoraque ellas sean la historia de nuestra literatura. El mismo Uslar

    Pietri reconoce que faltan algunos captulos esenciales en sulibro, para completar la visin de nuestros escasos ciento setentay cinco aos de vida literaria. Pero tanto en aquella poca del

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    verano newyorquino, como en esta segunda edicin, el libro hacontribuido a palpar con ojos ms abiertos la perspectiva de unacalidad honda y sensible en la manera de ser de los venezolanos.

    A lo que ms se acercan estas pginas arguye el propio U.P.

    es al esbozo de una cronologa del espritu venezolano, acompa-

    ada de una corta galera de siluetas de los hombres en quienes

    encarna una torturada vocacin. En los ms de ellos, y en las pala-

    bras en que han quedado con el ansia creadora y con la voluntad

    de servir est la huella de la condicin. Los ms vivieron dram-

    ticamente, en batalla sin tregua, porque la vida venezolana nuncafue fcil y se ha caracterizado siempre por una tensin pasional

    que rompe a menudo en violencia y en dao.

    Este libro ha de servir a muchas generaciones como obligadafuente de consulta, a la mayora de nosotros nos ha hecho bienen nuestro aprendizaje de venezolanos.

    Flix Guzmn

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    DESDE HACE mucho la bibliografa nacional est reclamando conjusticia libros de crnica. Caracas, la ciudad de los techos rojos,inscrita en el reclamo espera an con impaciencia al escritor quedibuje con rasgos firmes, con trazos anecdticos y muy entre laliteratura y la verdad el verdadero rostro de Santiago de Len.Hasta ahora, han sido y nada ms que para los ojos de historia-dores y estudiosos, los viejos cronicones de la Academia de la

    Historia, del Archivo Nacional y del Palacio Arzobispal, los ni-cos documentos que han arrojado luz sobre algunos aspectos dela vida caraquea desde los das en que el manso valle reciba elnombre de San Francisco.

    No digamos que disciplinados historiadores como fray Pedrode Aguado, Oviedo y Baos y ms cercanamente Manuel LandaetaRosales o Enrique Bernardo Nez, no han contribuido a expli-

    car con lujo de detalles, a los hombres de hoy, con ingeniosas teo-ras histricas el origen de nuestras tradiciones y el asentamientode nuestras costumbres. Pero a pesar de la disciplina con que hanabordado el tema, nuestros historiadores han preferido ciertos

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    Jos Antonio Calcao

    LA CIUDADY SU MSICA

    CRNICA MUSICALDE CARACAS

    Caracas: TipografaVargas S.A., 1958.

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    aspectos del mismo provocando dispersin en el estudio y dejan-do lagunas por llenar.

    Creemos, en verdad, que nuestro carcter, nuestra manera de

    ser, todo eso que resume el orgullo de la nacionalidad tiene sumuy remoto origen en las antiguas instituciones y las lejanas comu-nidades indgenas y espaolas. A qu periodista o comentaristainteligente no se le ocurrir pensar que los vicios de nuestra pol-tica quizs no tengan su raz en las dictaduras recientes, sino quese remontan a los das de nuestra formacin histrica y adquie-ren fuerza y desarrollo en las luchas e intrigas intestinas que se

    suceden despus de la primera presidencia de Jos Antonio Pez.Es por eso por lo que celebramos siempre el aparecimiento de

    estos libros que ponen de manifiesto nuestra idiosincrasia, estos li-bros donde se revela ese algo que podramos llamar el alma nacional.

    La ciudad y su msica, el libro a que nos referimos en esta nota,es una estupenda crnica de la vida musical de Caracas desde suscomienzos como simple aldea indgena hasta hoy con su discuti-

    da y laboriosa Orquesta Sinfnica Venezuela.El recuento musical de Santiago de Len nos dice que en el

    principio fue el rgano, como en todas las nacientes ciudades detierra firme, la cultura y la msica estaban reducidas a monasteriosy conventos. Reflejo fiel del espritu medieval. Nuestro descubri-miento se realiza en los estertores de la alta edad media europea.

    Las tentativas de piadosos frailes y paisanos de fundar escuelas

    de canto y msica tuvieron los tropiezos que el maestro Calcaonos cuenta en su libro; mil desastres, como revela el autor, impi-dieron una vida musical ms creciente y culta, sin embargo nohay que olvidar que el hecho musical de la colonia en nuestro pases nico, eso que Lira Espejo en frase feliz ha llamado el milagrode Caracas (se refiere a nuestra msica colonial) no tuvo lugar enms ninguna ciudad o pueblo hispanoamericano de aquellos das.

    Sigue la historia de Calcao desentraando nombres y fechashasta llegar a don Francisco Prez Camacho, quien es el primerocon significacin en nuestra historia musical. Es ms tarde, y yaaparecido el primer Carreo cuando la actividad musical va a

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    adquirir ms consistencia y se desborda hacia un grupo msnumeroso; es la poca del Padre Sojo. Calcao dedica numerosaspginas de su libro a descubrir para nosotros las peripecias, el tra-

    bajo y la devocin musical de esos hombres que con el Padre Sojohicieron su aprendizaje e hicieron posible despus las actividadesdel oratorio de San Felipe Neri. Esto desemboca en lo que Calcaollama en un captulo los prceres, donde aparecen las grandescomposiciones religiosas venezolanas y nuestros primeros cantospatriticos. El Popule meus de Lamas y el Gloria al bravo pueblo sonde esta poca. A ella pertenecen los hermanos Landaeta, Jos ngel

    Lamas, Lino Gallardo, Cayetano Carreo, Juan Mesern y otros.Pasado el torbellino de la independencia, muerto el Libertador

    y separada Venezuela de la Gran Colombia, nuestra repblicaentra entonces en la turbulencia de la vida civil, perodo este desedimentacin de numerosos aspectos de la nacionalidad; Calcaose dedica a comentar la vida musical de Caracas en esos tiemposdel Centauro, de la hegemona de los Monagas, del afrancesa-

    miento de Guzmn Blanco, de las incursiones revolucionarias deZamora y Falcn, hasta llegar a las pocas recientes de Castro y

    Juan Vicente Gmez. Una breve incursin en el campo de la msi-ca que hoy se hace en Caracas concluye la interesante crnica delmaestro Calcao.

    As como se cerraban los prpados cuando el padre en la gratavelada familiar nos narraba las hazaas del abuelo guerrero y

    rebelde, narracin repleta de remembranzas heroicas y hermosas,as como cuando alguien nos revela nuestro pasado glorioso y lacaliente imaginacin nos hace ver un hidalgo caballero con holnfino y corbatn, y la recia montura guarnecida de oro del Per;con esa emocin hemos cerrado este libro. Estoy seguro que elmismo maestro Calcao sabe cuanto bien nos hace este libro a los

    jvenes que hoy tomamos parte en el debate de la vida ciudadana

    de Venezuela. Es con libros como ste como nos conviene echaruna mirada atrs; no ser el hidalgo criollo caballero en su ricamontura peruana, ni el detalle elegante del pauelo de holanda,sino el panorama de una Venezuela desangrada desde tanto tiempo,

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    donde la torpeza y la intriga, sustancia vital en la existencia dia-ria de muchos de nuestros antepasados, nos sealan con su hue-lla de aos la cruda realidad de hoy. Fino observador como lo es

    Calcao de nuestra peculiar forma de vivir y actuar, sabe, a pesarde que su intencin no es sino relatar la actividad musical, peroproyectada en los hombres y en el tiempo, que su libro es deci-dor y expectante. En l adems de la msica hay una honda reve-lacin social. Es en libros como ste donde hay que consultar elremedio que debemos aplicar a los dolores y malestares del almanacional.

    Flix Guzmn

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    LOS CUADERNOS de la Asociacin de Escritores Venezolanos hanllegado a su nmero 100. Veinte aos de labor incesante son elhito de una publicacin que se ha impuesto por su calidad yhonesto sentido de la cultura. Es triple la razn de entusiasmopara el lector a cuyas manos llegue este nmero centsimo.Primero, por lo que representa el nmero en s. De los cien ttu-los editados pocos son los que han dejado de agotarse en breve

    plazo. La segunda razn, por el compilador del volumen. Unpoeta militante de larga y limpia trayectoria, no slo en su crea-cin esttica, sino en la permanente actitud desvelada por elimpulso y renovacin de la poesa en Venezuela. La ltima, por-que es la Antologa, un imperativo de incorporacin a las filas delos veteranos escritores del pas, por parte de los nuevos autoresque figuran como integrantes de la obra comentada.

    Jos Ramn Medina, poeta de resonancia internacional, haocupado lugar de primer plano en las columnas que comentan elmovimiento artstico venezolano de los ltimos das; y es que sunombre competa por la adjudicacin del ms importante de los

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    Jos Ramn Medina

    LA NUEVAPOESAVENEZOLANA(ANTOLOGA)

    Caracas: Cuadernosde la Asociacin de EscritoresVenezolanos, n 100, 1959.

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    galardones que se conceden a nuestros intelectuales por su laborglobal: el Premio Nacional de Literatura, definitivamente conce-dido a Juan Manuel Gonzlez. Jos Ramn Medina recibi una

    mencin honorfica; importante en s misma, pero ms por lo queentraa el gesto noble del poeta. Un artculo suyo, publicado enla pgina cuarta del diario El Nacional, comunicaba el propsitoque recibiran con alborozo todos los que se empean en una uotra forma por el trabajo intelectual; y es que Jos Ramn Medinadestinaba la suma que le corresponda por tal concepto, a la crea-cin de un fondo bibliogrfico-editorial, para jvenes poetas nacio-

    nales. No es un gesto aislado, ni de sospechosa filantropa; no essiquiera el comienzo de una labor en pro del gnero que l cultiva,sino la realizacin de lo que ha constituido su ideal de muchosaos: ayudar a quien empieza, estimular en el primer paso, difcil enun medio palmariamente hostil a las voces que despuntan.

    El nombre del poeta Medina figura rubricando el prlogo anumerosos poemarios de autores nativos incipientes. Es la voz

    que sugiere benvolamente la natural deficiencia de bsqueda; esel ojo sensible que gusta y eleva, es la mano hermana del poetantegro que ayuda a sortear escollos. Por eso nos alegra el queahora, en la continuacin de su idea, digna de elogio y reconoci-miento, sea nuevamente l quien, restando incluso el tiempo dela obra personal, lo invierta con paciencia en la seleccin de ungrupo de obras y de hombres para estructurar la muestra de lo

    que puede la vocacin creadora de nuestra juventud en el queha-cer literario.

    Puede ser comn el que los escritores de trayectoria no se preo-cupen por levantar con justicia, pero sin mezquindad, al jovenque se siente inmerso en la pasin de las letras. Si no es el elogiovaco y de cumplido, es la ignorancia total del novel artista quereclama urgido la orientacin sincera, o la muralla silenciadora de

    la camarilla. As puede comprenderse, ms cabalmente, lo que dicela accin de un hombre modesto y valioso que compromete ener-gas en la empresa desinteresada de contribuir a la formacin denuevas personalidades poticas; y que, si algn pecado tiene es el

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    de la generosa honradez y el camino abierto a la amistad delinquieto intelectual joven. En l no cuenta la divergencia de con-cepciones estticas; no importa la justificada lucha de generaciones

    en afn de renovar la dialctica del arte; importa que con posturade hermano mayor, sin aires de magster, procede con ecuanimi-dad en la aceptacin de lo nuevo, en la explicacin no en la

    justificacin del pecado elemental del paso primerizo. Eso es loque ponderamos objetivamente en Jos Ramn Medina. Pruebacontundente de lo dicho es la propia antologa que researemosbrevemente.

    En el prlogo se fija el criterio selectivo que priv en su com-pilador, luego de intentar un balance rpido de las tendencias ygrupos generacionales del arte potico en Venezuela. Destacamosla advertencia que inserta su autor:

    No hay como podr comprobar el lector ningn juicio o

    valor excluyente de tendencias, orientacin o carcter lrico en las

    pginas que siguen. Hemos querido ser en lo posible objeti-vos en nuestras apreciaciones y en la seleccin de los autores y de

    sus poemas no ha influido otra medida que la dictada por la pro-

    pia labor divulgativa de los poetas y por la intrnseca considera-

    cin de las obras hasta ahora dadas a conocer por ellos. Algunos

    de los nombres ms recientes no estn presentes en este volumen.

    Y esto es explicable: apenas comienzan en el difcil camino de su

    expresin artstica y mal podran figurar en una antologa que,necesariamente, tena que acoger un criterio limitativo, que si no

    se apoyaba en el de la edad de la persona, s deba hacerlo por lo

    menos en el de la cronologa referida a los aos de labor cumpli-

    da. Arbitraria o no, sa ha sido la razn que nos ha guiado en esta

    difcil coyuntura. Atngase el lector, por lo tanto, a esta mnima

    exigencia selectiva.

    Las razones exteriorizadas por el antologista son valederas por larazn siguiente: en nuestra tierra, muchas veces aparecen escritoresque se han quedado en el primer libro; no han proseguido en el

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    esfuerzo perseverante que exige la tarea literaria; se han desviadode su vocacin; por ello es sincero el procedimiento que lleva alautor a esperar una nueva oportunidad para completar el pano-

    rama de los poetas ms recientes en aparecer.El pequeo volumen incluye una resea biobibliogrfica preli-

    minar, y varios poemas seleccionados con acierto y buen gustosin que haya exencin del peligro de subjetividad que implicatoda faena antolgica de los autores siguientes: Edmundo J.

    Aray, Camilo Balza Donatti, Dionisio Aymar, Luis Julio Bermdez,Martiniano Bracho Sierra, Velia Bosch, Jos Joaqun Burgos, Juan

    Calzadilla, Hely Colombani, Alfredo Chacn, Pedro Duno,Rubenngel Hurtado, Gonzalo Garca Bustillos, Miguel GarcaMackle, Luis Garca Morales, Vctor Alberto Grillet, Jess EnriqueGudez, Roberto Guevara, Flix Guzmn, Nstor Leal, Len Levy,Manuel Vicente Magallanes, Beatriz Mendoza Sagarzazu, Juan

    ngel Mogolln, Elio Mujica, Rafael Jos Muoz, AlejandroNatera, Ramn Palomares, Francisco Prez Perdomo, Marco Ramrez

    Murzi, Hesnor Rivera, Jos Rodrguez U., Jess Rosas Marcano, JuanSalazar Meneses, Jos Snchez Negrn, Jess Sanoja, ElizabethSchn, Alfredo Silva Estrada, Ramn Sosa Montes de Oca, EfranSubero, Guillermo Sucre Figarella, Rgulo Villegas.

    Los nombres representan las ms variadas y antagnicas ten-dencias del arte potico; las ms alternantes categoras estticas,generaciones, promociones, grupos, etc., de la dinmica actual en

    Venezuela. El mrito reside en que con ella se suministra al lectorhispanoamericano y a todo lector, en general, una visin exacta,optimista, rotunda, de lo que se hace en materia potica en nuestrapatria. Al lector venezolano, poco dado tambin a leer los librosde escritores contemporneos y principiantes, o poco difundidospor la publicidad, se le entrega en la Antologa una ratificacinesperanzadora de que tenemos arte legtimo en los poetas de los

    ltimos tiempos. Nos ha extraado, s, la no inclusin de unnombre: Ernesto Jerez Valero. Es, desde luego, un poeta ya sazo-nado en su obra y con dominio seguro del poema. Sera el con-siderarle ya definitivamente colocado en el mundo de la poesa

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    con historia en el pas, lo que ha motivado la omisin? sa es,creemos, la razn vlida; no obstante, sentimos la obligacin deanotarlo como una observacin marginal.

    Por lo que toca a la Asociacin de Escritores Venezolanos, espe-ramos que ste sea el momento oportuno para incorporar comomiembros efectivos del mximo organismo literario del pas aaquellos que todava no cierran filas en ella. Sera sangre nueva,voz renovada, energa sumada al esfuerzo por construir para nues-tro pas y para el continente, un baluarte creador de elementosartsticos de gran factura, unificados en la charla y en los proyectos.

    Domingo Miliani

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    LA PRESENTE obra se debe, idealmente, al Instituto Venezolano deInvestigaciones de Prensa de la Universidad Central y, prcticamen-te, al tenaz esfuerzo de tres acuciosos investigadores: Julio Febres

    Cordero G., Ins Malav Cova y Juan Bautista Pez vila. Ella es,segn se nos explica, producto de un trabajo realizado en equi-po; pero ha sido redactada, con amena y sencilla prosa, por JulioFebres Cordero G.

    Consta el volumen de cuatro partes, cuyos ttulos son:I)Actividad literaria en la etapa de la colonia, II) Impresos llega-dos al pas antes de la etapa 1764-1794, III) Actitud colonial

    ante la difusin del pensamiento oral o escrito y IV) La imprenta en1764-1800.Febres Cordero G. nos da, en primer trmino, una visin o pano-

    rama general de las diversas actividades literarias desarrolladas en

    Julio Febres Cordero G.

    TRES SIGLOSDE IMPRENTAY CULTURA

    VENEZOLANAS:1500-1800Prlogo de Ramn J. Velsquez.Nota de Hctor Mujica.

    Caracas: Instituto Venezolano de Investigacionesde Prensa de la Universidad Central, 1959.

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    el pas durante los aos de la colonia. Es decir, una referencia ondice ms o menos exhaustivo de obras y autores: sobre poesa,lingstica, filosofa, etnografa, historia, ciencia, teatro Es de

    opinin que, en realidad, no abundaron los poetas en la colonia.Hubo s, dice, versificadores. Lo que ms soberbiamente se desarro-ll fue, primero, el tema lingstico; despus, en los albores mis-mos de la conquista, las especulaciones filosficas. Cree que losmisioneros se dedicaron al estudio de las lenguas indgenas comoel medio ms eficaz de penetracin. Y que han dejado obras, sobrela materia, realmente admirables. Las ms antiguas son dos: una

    escrita en lengua gayona por fray Gonzalo de Angulo, y otra escri-ta en cumanagoto debida a fray Francisco de Tauste. La ltimaobra colonial sobre estos temas la conocemos nicamente a tra-vs de Humboldt: se debe a la pluma de fray Fernando Ximnez.

    Luego se comentan, entre otros, tres libros asaz importantes: ElOrinoco ilustrado, del padre Gumilla quien nos muestra las tie-rras vrgenes, con sus bosques inviolados, sus pueblos primitivos,

    sus ros semejantes a mares, sus bestias peregrinas, y quien,adems, fue el primero en introducir y sembrar semillas de cafen el pas; Saggio di Storia Americana, de Filippo Salvatore Giliiquien observa por primera vez, con certera intuicin crtica, elparentesco que liga ciertos grupos dialectales indgenas y echa lasbases del maipure, llamado despus moxomaipures, araguaco,arahuaco, nu-arawak o simplemente arawak, desbrozando as un

    tanto el camino que despus transitara ms firmemente Hervs yPanduro y Apuntes sobre la provincia misionera de Orinoco eindgenas de su territorio, del misionero fray Ramn Bueno.

    Merece mencin especial el apartado dedicado a esbozar ocomentar la filosofa en la etapa de la colonia; o sea a sealarnoslas eminentes figuras de Lzaro Bejarano, fray Alonso de Briceo,Gaspar Villarroel, Pedro Tamarn, fray Agustn de Quevedo y

    Villegas, Surez, Mijares de Solrzano, Toms Valero, Baltasar delos Reyes Marrero y fray Antonio Navarrete.Aborda despus Febres Cordero la parte dedicada a estudiar el

    tema de los impresos llegados al pas antes de 1764-1794: primer

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    impreso de que queda constancia, catlogos del ConventoFranciscano de Trujillo y de la Universidad Central, las obras msantiguas existentes en Venezuela Estas obras, afirma, se encon-

    traban en la antigua biblioteca de la universidad y correspondena ediciones hechas en Sevilla, Venecia, Lyon y Basilea, entre unperodo de tiempo que va desde 1491 a 1541. Las ediciones de1491 y 1502 corresponden a ediciones prncipe de Herodoto yPlutarco.

    En tercer lugar figura uno de los captulos ms apasionantes:la Actitud colonial ante la difusin del pensamiento oral o escri-

    to. Ah vemos cmo la actitud un tanto liberal de los albores de lacolonia, cuando un Bejarano escribe Purgatorio de amor, lleno deerasmismo y libertad, se ir trocando poco a poco en la represinms cruel y despiadada de todo lo que significase pensamiento.

    Por ltimo, La imprenta en 1764-1800. Primero, un agudoy minucioso anlisis sobre el tan debatido y complejo caso de

    Joseph Luis de Cisneros y su obra; luego, posiblemente el ensayo

    ms acuciante y polmico de la obra: la indagacin sobre la fechadel establecimiento o entrada a Venezuela de la primera imprenta.

    Tres siglos de imprenta y cultura venezolanas tiene, en resumen,el siguiente fundamental inters: primero, divulgar globalmentelo ms esencial e importante de la cultura venezolana durante lacolonia; y segundo, orientar y poner en camino del hallazgo anuestros jvenes y futuros investigadores.

    Pl y Beltrn

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    GRATO ES saludar con regocijo las nuevas voces que intentan inter-pretar sinceramente el mundo de la infancia y verterlo en espon-tneo y grcil lenguaje lrico. Se justifica el regocijo, decimos, dadoel reducido grupo de cultivadores de este difcil gnero que tra-bajen su oficio con la disciplina, regularidad y seriedad que requie-re. Contadas son con una sola mano las poetisas venezolanas quehan asomado su inspiracin al deslumbrante mundo de la infan-

    cia. Parece que existiera ms bien cierto prejuicio por esta poesamenuda y jubilosa, leve y recin nacida que se renueva todos losdas cndidamente en el dificultoso balbuceo infantil. Se dijeraque algunos subordinan, con impensado criterio, un gnero de unaimportancia reconocida en la panormica de las letras universales.

    Sucede que lamentablemente cierta opinin generalizada juzgacomo tontera lo que requiere una dedicacin consciente, una

    tcnica especialsima que es preciso conjugar con un aliento creadorimaginfico y fresco para poder lograr el hallazgo potico.

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    Ana Teresa Hernndez

    PEQUENCaracas: Editorial Arte, 1959.

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    Pero esta desconcertante realidad pudiera decirse que parad-jicamente sirvi de estmulo a la maestra preocupada, a la fina sen-sibilidad que es Ana Teresa Hernndez para que fuera escribiendo,

    seleccionando y agrupando uno a uno, con singular dedicacin ylealtad poticas, estos cincuenta y dos breves y bellos cantos queintegran su primer libro de versos.

    Ciertamente, leyendo a Pequen se da uno cuenta que el poetaconoce perfectamente el difcil terreno que transita. No es poesade adultos para nios, no. Es poesa de nios, simplemente. Noobstante siendo escrita especficamente para ellos, no por eso deja

    de entrever una iluminada rendija de posibilidades creadoras parauna poesa an ms ambiciosa de resonancias y proyecciones,que sin duda ha de venir algn da.

    Breves poemitas como La brisa, Las tijeritas, Das azules,La tinajita, El arco iris, sorprenden por el candor, por la poe-sa pura y difana que rebosa sus pequeas estrofas.

    Tijeritassoldaditosde metal.

    Van marcandosu compstris, tras.

    Recortandocon su pasomi pedazode papel.Tris, trastras, tris.

    Obsrvese cmo el poeta desecha lo fcil y adorna la simplici-dad con matices poticos. Ana Teresa canta toda la multiplicidad

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    de las cosas dismiles que centralizan diariamente la atencin desus alumnos. Pero sortea hbilmente los peligros del didactismopotico. No cae en el error de hacer una poesa deliberadamente

    planificada para que sirva de material de clase. Las escasas vecescuando pese a su afn de evitarla la traiciona su condicin profe-sional, salva el obstculo la frescura de su expresin espontnea:

    Los deditosde tus manosuno a uno

    sumandiez.

    Contanditot solito,uno a unootra vez,

    al derecho,al revs,uno a unotienesdiez.

    Pero est dicho Pequen es la primera obra de la autora.

    Es natural, entonces, que algunos versos no se mantengan a tonocon la generalidad del poemario. Obsrvase en ellos cierto abusoen la utilizacin del diminutivo, defecto muy comn en los queescriben poesa infantil. Por otra parte, Ana Teresa suele usar enun mismo poema, metros distintos, lo que dificulta su lectura porparte de los nios. Sabido es que los poemas infantiles debenguardar un mismo ritmo y una rima preferentemente consonante.

    De todos modos, Pequen es, sin duda alguna, un buen libro.Un poemario editado cuidadosamente, que tiene el acierto de que

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    sus ilustraciones fueron elaboradas por los mismos alumnos de laautora, que como ya dijimos, es maestra. Es decir como expresa

    Jos Ramn Medina en acertado prlogo doblemente poeta.

    Efran Subero

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    SIN LA PRETENSIN de hacer ningn descubrimiento, y antes biencon nimo de recordar lo que a veces se olvida de puro sabido,este volumen xx de las Obras completas de Andrs Bello ofrece oca-sin propicia para destacar una de las cualidades que distinguie-ron ms singularmente al ilustre humanista: la amplitud extraor-dinaria de su criterio cientfico, la cual le permiti cultivar muy

    diversas disciplinas, desde la literatura medieval europea hasta elestudio de los progresos efectuados por la cosmografa a media-dos del siglo XIX. No queremos con esto insinuar que Bello sobre-saliese por igual en unas y en otras materias, ni equiparar lo querepresenta su labor de investigacin y de crtica en sus estudiossobre el Poema del Cid, pongamos por caso, con una obra comola Cosmografa, donde la parte de la creacin personal tuvo que

    ser, forzosamente, muy limitada. Pero a pesar de todas las diferen-cias y matices que puedan sealarse en su obra, queda siempre enpie aquella afirmacin suya, hecha en momento solemne, de quetodas las verdades se tocan, desde las que formulan el rumbo de

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    Andrs Bello

    COSMOGRAFAY OTROS ESCRITOS DE

    DIVULGACIN CIENTFICAObras completas, tomo xx.

    Caracas: Imprenta Lpez, 1957.

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    los mundos en el pilago del espacio... hasta las que dirigen yfecundan las artes. E Ignacio Domeycko, a los pocos meses dehaber fallecido el maestro, enjuiciaba as su labor:

    A todas las bellas cualidades que tena nuestro sabio Rector, una

    una muy rara, o cuando menos poco comn a los hombres que

    consagran toda su vida a estudios serios y profundos: y es que su

    inteligencia estuvo libre de aquella exclusiva predileccin que

    suelen manifestar los hombres especiales por el ramo a que con-

    sagran sus estudios, predileccin tan exagerada que muchas veces

    menosprecian las dems obras de la inteligencia y de la imagina-cin, o bien las desconocen. El genio de don Andrs Bello era ms

    universal, se esforzaba en abrazar el conjunto de las ideas y cono-

    cimientos que constituyen el verdadero progreso del espritu

    humano, no se detena en una especialidad sin relacionarla con la

    tendencia general de la humanidad (Introduccin, p. XIV).

    Este feliz equilibrio de su espritu le permiti convertirse en el maes-tro universal de la Amrica Hispana, en el gran clasificador y de-cantador de los progresos alcanzados por la cultura occidental, laque a travs de su obra y en diversos campos, se hizo ms acce-sible y asimilable a las jvenes naciones recin surgidas a la vidainstitucional propia.

    Pulcramente terminado en los talleres de la Imprenta Lpez, el

    tomo que comentamos consta de casi ochocientas pginas denutrido y variado texto completado con un til juego de ndices.Realzan el texto numerosas lminas, algunas de ellas debidas a lapluma de Bello. La Introduccin de la Comisin Editora propor-ciona al lector datos realmente valiosos cuyo conocimiento resul-ta indispensable para la plena utilizacin del material contenidoen el tomo. El Prlogo y las notas preliminares a la Cosmografa

    son del distinguido matemtico venezolano F.J. Duarte, a quien elpleno dominio de esta disciplina le ha permitido exponer de unmodo directo y ameno cuanto necesita saber el lector comn paraadentrarse con provecho en el texto de Bello. Adems, las notas

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    del doctor Duarte han remozado aquel texto ponindolo al daen algunos de sus aspectos ms fundamentales. Despus de laCosmografa vienen otros escritos de Bello sobre el mismo tema,

    que haban sido publicados en El Repertorio Americano, La BibliotecaAmericana o El Araucano: tienen especial inters los dedicados alcometa Halley, que fue visible en Santiago de octubre de 1835 afebrero del ao siguiente, curiosos resultan tambin los artculostitulados poca verdadera del nacimiento de Jesucristo yProfecas. Bajo el epgrafe Naturaleza americana se reproducencomentarios y versiones hechas por Bello de la conocida obra de

    Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales y otros escritos rela-cionados con diversos aspectos del nuevo continente. Los estudioszoolgicos estn representados por un artculo sobre el avestruzamericano, ilustrado con una lmina grabada al parecer segnindicaciones de Bello, otro trabajo sobre la cochinilla mixteca ylos dibujos de aves hechos por Bello, los cuales presentan unafaceta de sus actividades, hasta ahora no conocida. Varios artcu-

    los comentan relaciones de viaje, como la expedicin de Wilkes,a cuyo xito colabor Bello. Agrupados como Escritos varios,siguen trabajos sobre temas de qumica y de fsica, sobre la nave-gacin a vapor, sobre enfermedades como la papera el cotoy la sfilis, cuyo posible origen es ampliamente debatido, o se refie-ren a temas siempre apasionantes como el de los sueos y premo-niciones. Mas como no es nuestro objeto reproducir in extenso el

    ndice del tomo, dejaremos al lector el placer de encontrar entresu vario y rico contenido del cual dan slo una idea los ttulosindicados ms arriba aquellos temas que puedan procurarleplacer o utilidad, pues no es ste un libro para puros especialistas.

    En el Apndice se reproducen documentos relativos a la actua-cin de Bello como secretario de la Junta Central de la Vacuna enCaracas durante los primeros aos del siglo XIX.

    Algo quisiramos aadir antes de concluir; algo que no porsabido es menos justo proclamar: cunto debe la cultura hispano-americana ms an, la cultura, sin adjetivos a esa tesonera einteligente labor de la Comisin Editora de las Obras completas de

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    Bello. Fruto de un trabajo proseguido durante aos son esosvolmenes que ofrecen en su sazonada madurez, el pensamiento,mejor an, el ejemplo de Bello a las actuales generaciones.

    Manuel Prez Vila

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    Septiembre, octubre 1959

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    EN PLENO EXILIO, poco tiempo antes de morir, Andrs Eloy Blancoentreg a sus lectores lo que podra llamarse su testamento lrico:la plenitud de creacin que se conjuga en Giraluna.

    Parte de la obra de este poeta quedaba slo impresa en el senti-miento popular, en labios de quienes lo evocaban, sin reparar enla valoracin artstica, por lo que hubo en l de arraigo colectivo,de sentimiento folklrico. Quiz, ese conjunto lrico es el recogido

    ahora bajo el ttulo de La juambimbada. Obra de varia poca, deconcepcin heterognea. Actu la mano del poeta en la seleccin,antes de marcharse?

    Excluyendo el Soneto de la rima pobre, que sirve de prtico,el libro est dividido en secciones cuyos ttulos son: Los palabreos,los corridos, los poemas de la madre, navideas, los cantares negros,los testimonios, Canto a Amrica, Carta rural a madame

    Braun y otros poemas.La obra en su conjunto presenta lo que hoy completo elciclo de creacin con la ausencia de su autor podemos juzgarcon entera objetividad: una poesa donde el tono de sus grandes

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    Andrs Eloy Blanco

    LAJUAMBIMBADA

    Mxico: Editorial Yocoima, 1959.

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    obras Canto a Espaa,A un ao de tu luz, Canto a los hijos con-trasta con el poema circunstancial, galanteador, sutil, colmado desugestiones no siempre maduradas, pleno de luminosa frase

    juguetona, pero de cadas bruscas en expresiones impropias; dosestilos que le hacen poeta de primera lnea ante la comunicacin

    jubilosa o angustiada de su tierra y juglar declamatorio de losamores populares; unas veces exponente del ardor revolucionarioen la protesta del verso combatiente en unidad perfecta con elhombre de lucha; otras, presencia tierna del folklore en la capta-cin de los motivos del hombre cotidiano; mas en una u otra

    forma, el descenso contradictorio. As, La juambimbada, junto alcanto donde el tema poltico se eleva a planos de autntica poesaTrago largo, El preso, donde la imagen cargada de inten-cin social o de stira complementa la seleccin del motivo, halla-mos el descenso del lenguaje, aun cuando el tema sea propicio; laimaginera abigarrada que no siempre concuerda Corrido delviento de oro, Maisanta.

    Hay, no obstante, una modalidad que apenas se presenta en elpoeta a travs de sus Angelitos negros, tan declamativos: el ensayode la poesa negroide. Varias composiciones inditas nos pruebanpalmariamente que las posibilidades estticas de su sensibilidadpudieron ir con xito por cada sendero de confeccin en el verso.El elemento histrico anecdtico del Bolvar nio y la presenciadel lenguaje pintoresco del negro dejan un saldo de calidad, sin

    ser de lo mejor escrito por l Relfica de la negra Hiplita.En cuanto a los temas, hallamos en la obra una repeticin de mo-

    tivos que ya haban cuajado en sus poemas anteriores y que dif-cilmente podan haber sido superados, pasada la emocin quevitaliz su palabra. Hallamos un Nuevo canto a Espaa, un segun-do poema elegaco sobre la madre: A dos aos de tu luz y algu-nas coplas de tema amoroso que rotan sobre las expresiones de sus

    poemas: Pleito de amar y querer y Coplas del amor viajero.Pensamos que fue posiblemente una poca de remembranza lrica,de inven