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LA REVELACIÓN
REVISTA ESPIRITISTA ALICANTINA
CONTIENE:
Los hechos y manifestaciones de los Espíritus
y demás noticias relativas al Espiritismo.
AÑO I Núm. 1º de Enero de 1872
CONDICIONES DE SUSCRIPCIÓ N
LA REVELACIÓN se publica en Alicante los días 5 y 20 de cada mes, en
cuadernos de 12 páginas, con su cubierta.
PRECIO: En Alicante, 4 reales por trimestre o sean 6 números. —En la Península,
5 rs. id. id. —Números sueltos, 1 real cada uno.
Están de venta en esta Administración, paseo de Méndez Núñez.
núm. 15 y en la imprenta de esta Revista.
A L I C A N T E
IMPRENTA DE V. COSTA Y COMPAÑÍA.
Calle de S Francisco, núm. 21.
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Sr. D.
Muy Sr. mío: Al remitir a Ud. El presente numero de de esta
Revista, le suplico se digne darlo a conocer a sus amigos y
particularmente a los que abunden en nuestras ideas espiritistas, con el
fin de que estas se propaguen. Para fomentar la suscripción, esperamos
nos favorezcan con el pedido de los ejemplares que deseen recibir, y en
caso contrario, devuelvan a esta Administración los números remitidos.
EL ADMINISTRADOR.
Las sociedades, círculos privados y hermanos en doctrina,
pueden desde luego disponer de las columnas de nuestra Revista, como
nosotros esperamos su apoyo moral y material, en bien de la idea.
LA REDACCIÓN.
Digitalización: FEDERACIÓN ESPÍRITA ESPAÑOLA
http://www.espiritismo.cc
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Año I. Alicante 5 de Enero de 1872. Num.1.
REVISTA ESPIRITISTA ALICANTINA
A NUESTROS SUSCRITORES
Al dar a luz esta Revista, creíamos faltar a un imperioso deber si no
os dedicáramos este nuestro primer artículo, manifestándoos con claridad y
en breves palabras la conducta que nos proponemos seguir en el transcurso
de su publicación.
Escasos son los méritos que nos adornan y más escasa nuestra
inteligencia; pero sin otro móvil que el de propagar ésta sana doctrina, no
cejaremos un momento en tan ardua empresa, y todos nuestros esfuerzos
irán encaminados a no retroceder jamás ante los obstáculos que se nos
opongan, y a seguir con paso firme por la escabrosa senda que nos hemos
impuesto voluntariamente.
Buscando con asiduidad, energía y fe inalterable el esclarecimiento
de la verdad en toda su pureza y el bien en general de la humanidad,
caminaremos sin descanso, siempre con la esperanza de encontrarlos;
porque tanto la una como el otro se revelan a todo; cuantos perseveran con
energía en quererlos y en buscarlos.
En la íntima convicción de que toda idea nueva tiene adeptos y
contradictores, nos proponemos examinar con detención las razones en que
se apoyen estos últimos, y después de un maduro examen procuraremos
dilucidar la cuestión dentro del criterio de nuestra doctrina, y nos
consideraremos dichosos si conseguimos llevarlos a un perfecto
convencimiento.
Les explicaremos los efectos espiritistas desde la más remota
antigüedad, haciéndoles comprender que el Espiritismo es una ciencia
nueva que viene a probarnos la naturaleza del mundo espiritual y sus
relaciones con el corporal, demostrando a la vez a los que le creen
sobrenatural, que es una fuerza que obra sin cesar dentro de la naturaleza
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misma, y para ello citaremos infinidad de fenómenos no conocidos hasta el
día e imputados por lo tanto a lo mágico, fantástico y maravilloso;
recopilando al propio tiempo la multitud de comunicados de elevados
Espíritus que se obtienen en nuestras sesiones.
Admitir la oposición en el terreno de la discusión lo creemos justo, y
más que justo, necesario. Solo de ese modo resalta más la verdad y al
propio tiempo las ideas falsas sucumben más pronto. La verdad triunfa
siempre contra la impostura, podrá tardar más o menos tiempo en
conseguirlo, pero al fin no puede menos de vencer y vencerá; seguros
estamos de ello. Por esto admitimos desde un principio la oposición
siempre que esta sea leal y razonada, nunca le prestaremos atención si es
sistemática e intransigente.
Grande es la lucha que vamos a emprender, escasas nuestras fuerzas,
y muchos nuestros contradictores; pero no nos fijemos en el número:
Jesucristo tuvo que defenderse contra la humanidad entera, nunca
retrocedió y si no triunfó en el Capitolio, triunfó en el Calvario. Sigamos su
ejemplo: adelante, adelante, y si para el triunfo de nuestra idea se necesitan
víctimas que inmolar, seamos nosotros los primeros mártires que honren
tan sagrados principios. No desmayemos, ayer para nosotros con la muerte
todo había acabado, hoy por el contrario, morir es nacer, porque si la
materia muere, nuestro espíritu sobrevive.
Si algunos por desacreditar nuestros principios propalasen que
venimos a destruir la religión, sirvan de contestación estas palabras de
Cristo. «No vengo a destruir la ley, sino a cumplirla.» El Espiritismo dice
también: «No vengo a destruir la ley cristiana, sino a cumplirla.»
La Redacción.
SECCIÓN DOCTRINAL
El espiritismo es un hecho real, evidente, palpable, cierto.
Dios en sus inescrutables designios ha tenido a bien revelar al
hombre tan sublime y consoladora doctrina, para que su virtud, hiriéndonos
de lleno el corazón y nuestra alma, haga de nuestro ser un ser inteligente y
perfecto.
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Sus tendencias al bien son muy marcadas, ellas hablan muy alto, se
elevan sobre toda concepción humana, y su elocuencia divina nos revela la
esmerada previsión que el Todopoderoso tiene para con sus criaturas. Si en
un momento el hombre en su extravío ha podido dudar de su bondad y de
su justicia, la revelación nos confirma hoy hasta la evidencia, que es
infinita e inconmensurable su justicia y su bondad. El hombre en lo
sucesivo sabrá a qué atenerse, el rayo de luz que iluminando su alma, le
hace ver claro el objeto de su mísera vida, será para hacer ésta más
llevadera en su penosa marcha, y para compensar con la esperanza de su
pronto perfeccionamiento todo lo amargo de sus penalidades.
El hombre en adelante, penetrado de esta luz de verdad, «el
Espiritismo» sufrirá con calma y resignación su adversa suerte; y al
contrario moderará el afán de su prospera fortuna, sabiendo que la posición
en que está colocado es eventual y proporcionada a sus merecimientos.
Hasta aquí, fluctuando la humanidad en el inmenso capo de las ideas,
no había encontrado en ninguna el mágico atractivo de la verdad, que
llenase a la razón humana de satisfacción completa; el hombre por sí
mismo a pesar de su afán y su desvelo, nada hubiera hecho en esta
investigación, y ha sido preciso que la revelación le ayudara en su asiduo
trabajo, en su constante estudio para abrirse paso y apoderarse del misterio
de la vida, del arcano de todo, con el conocimiento de ultratumba.
¡Sublime revelación! ¡Maravillosa doctrina que nos ha sorprendido
feliz en nuestra desastrosa marcha! ¡A dónde íbamos a parar, despojado el
corazón de esos sentimientos religiosos, que son el todo de la armonía
humana!
Es verdad que el hombre en su extrema ignorancia, caminaba a
ciegas por cimas y precipicios sin prever a dónde se hubiera detenido en su
fatal carrera.
Es lo cierto, que ignorando siempre a donde hubiera de dirigir sus
pasos, encontrara al fin de su destino una muerte horrible, en justa
expiación de su torpeza.
Es evidente que la humanidad toda se estrellara en su desenfreno, si
una verdad grande, revelada y llena de unión divina, no la detuviera en el
momento de precipitarse al caos.
Esta verdad, sin cesar de repetirla, es el Espiritismo.
La inteligencia humana, que a fuerza de lucha ha sabido emanciparse
de esas trabas aborrecibles que impedían el libre ejercicio de sus facultades
de vida, hubiera luchado tal vez atropellando el todo por el todo por el
imperio del hombre sobre el hombre, en un exceso de su desmedida
soberbia; pero no; el peligro inminente, la recia tormenta que aparecía en el
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horizonte del porvenir humano, se ha desvanecido con la viva y radiante
luz de la revelación. Si el hombre pudo en su afán digno y elevado
conquistarse la libertad, esta queda supeditada al astro majestuoso y
sublime, al Espiritismo que le indica los límites que ha de abarcar en la
esfera de su acción y movimiento; al Espiritismo, que le guía impulsándole
a todo lo noble y grande, a todo lo digno y bello; al Espiritismo, que tiende
a unir con indisolubles lazos a la humanidad toda, haciendo prevalecer en
ella las palabras: Caridad, Amor, Igualdad, Fraternidad y Progreso
indefinido, constante e imperecedero.
ALICANTE ESPIRITISTA
Salud, pueblo alicantino ¡tú tienes la frente como un astro y el
corazón como un ángel; en ti nacen las grandes inspiraciones, los generosos
sentimientos, las heroicas virtudes; tu fortaleza en las adversidades es como
el castillo que te cobija, y tu grandeza en las aspiraciones es como el mar
que te circunda, verdadera imagen del infinito. Eres el pueblo querido de
los ángeles de la caridad, de la emancipación, y de la gratitud; porque
nunca llamó en vano el desgraciado a las puertas de tu corazón; porque
cubres con flores y palmas la sangre del 8 de Marzo y porque del sagrado
panteón del inmortal Quijano, has hecho el altar de tus plegarias, el oráculo
divino de tus incertidumbres, y el resplandeciente faro de tus esperanzas y
venturas en medio del proceloso Océano de los infortunios de la vida.
Salud, pueblo alicantino; yo soy un hijo tuyo proscrito; soy la sombra
de mi antiguo ser; soy un ser desposeído de la vida moral y lloro las
desventuras del destierro en las solitarias llanuras de la Mancha, con los
ojos clavados en el horizonte bajo el cual respiras, y la memoria posada
noche y día sobre los encantadores recuerdos de tus grandezas y virtudes.
Yo fui tu trovador, yo canté la inmensa bóveda azul de tus flotantes
cielos; esos astros resplandecientes que tanto dicen a quien les consulta con
la lira de la noche en la mano; esas alegres y rosadas nubecillas de la tarde
que se columpian sobre los abismos de los mares, llevando en su seno
misteriosos coros de serafines. Objeto de mi canto fueron tus gaviotas y
golondrinas; tus alondras y palomas; tus playas y tus palmas; tus olas y tus
flores: tus olas, que como vírgenes viajeras, prendidas de la mano y
envueltas en cándidos cendales de espumas al regresar de los remotos
confines del Oriente, se esparcen bulliciosas en las arenas, y levantan entre
murmullos el cántico de la feliz llegada; tus flores que inclinan el
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semblante por verlas llegar, que las sonríen graciosas y que al enviarlas con
el aura el beso de sus aromas en testimonio de su parabién, parece que las
dicen en su mudo lenguaje: «bien venidas pobres olas, hermanas nuestras,
bien venidas al país de las bonanzas, de las dulzuras y del eterno reposo.»
Yo canté pueblo mío, tu valor y tu grandeza, yo te he visto agitarte a
impulsos de un pensamiento altivo, prorrumpir un grito terrible; estallar al
volcán de tus enojos; desnudar la espada de la justicia; saltar sobre el carro
del combate, precipitarte en el campo de las batallas, y verter la generosa
sangre de tus venas, delante del ara de la libertad política y social; te he
visto con serena osadía, en un memorable Septiembre, levantar la frente
como un gigante, sonreír desdeñoso al brillo de una corona, despreciar
altanero el aspecto de las huestes vencedoras del África, romper las
cadenas de la esclavitud del pensamiento, arrojar los pedazos al pié del
Trono de la ignominia y enarbolar el primero la sacrosanta bandera de la
dignidad y del derecho.
Entonces te canté republicano; justo es que te cante ahora espiritista.
Entonces te canté despreciador de la muerte; justo es que te cante ahora
despreciador del envenenado soplo del ridículo, que no hace brotar la
sangre, pero apaga la llama de los sentimientos generosos; que no hiere al
cuerpo, pero mata al alma.
Justo es que celebre ahora tu despertar a la vida moderna de los
pueblos; tu advenimiento al coro de los pueblos avanzados; la estrella de la
inspiración que te condujo al puerto de la filosofía sublime, librándote de
las soberbias olas de la incredulidad y del abominable infierno del
fanatismo.
El pueblo que dice «misericordia» con la fe que tú lo dices; que se
corona de flores y galas; tañe la flauta morisca; levanta festivos cantares, y
se despliega en alegres y sencillas danzas al percibir el hálito mortal de la
epidemia; que en medio del luto y la desolación que el contagio derrama;
en medio de los lechos de muerte; de los rostros lívidos y desfigurados; de
las frentes sin trasparencia ni pensamiento; de los pechos sin palpitación y
sin suspiros; en medio en fin del mundo de lo siniestro y horrible, se
ostenta sereno y grande y noble y augusto, y levanta sus ojos al cielo y no
blasfema…y ora…y espera ese pueblo ¡ah! es el destinado a ser el
depositario de las tablas de la ley espiritista; de las verdades de la
existencia de Dios; de la inmortalidad del alma y del progreso infinito. Es
el destinado a ser el pueblo espiritista por excelencia, y a caminar delante
de los demás pueblos con la antorcha de su inspiración en la mano y la
corona de su premio en la frente.
Por eso yo te saludo, Alicante espiritista; por eso yo me inclino
respetuoso ante tu presencia; por eso te admira conmigo la vanguardia de la
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ilustración; por eso eres el foco, el objeto constante de los buenos espíritus
que derraman sobre ti el fecundante rocío de su enseñanza y por eso eres tu
quizá el Benjamín del Omnipotente entre los amables pueblos de la vida
moderna.
Por eso mañana, cuando sobrevenga el desquiciamiento del Orbe
moral presente; cuando la savia de la doctrina regeneradora se infiltre en
las raíces de las instituciones políticas y sociales; cuando el volcán de sus
leyes morales estalle en todos los corazones, cuando la luz de su enseñanza
ilumine los horizontes de todas las clases; cuando se derrumbe en fin en el
caos del olvido el mundo de las dudas y vacilaciones y se levante como el
Sol en el oriente, el mundo de las grandes afirmaciones y de las
aspiraciones sublimes, tu nombre, pueblo sagrado, será repetido por todos
los ámbitos, por todos los mundos, por todos los pueblos, por todos los
seres y saludado por las arpas celestiales, como uno de los primeros
pueblos bienhechores de la época presente.
Y vosotros, los que hacéis la oposición al Espiritismo, oíd lo que es
el Espiritismo.
Es una inmensidad, extendida sobre otra inmensidad; es una brillante
miríada de soles, que iluminan una miríada de mundos; es una lluvia de
esferas de topacios, suspendidas de los negros terciopelos de una profunda
noche; es la fantástica marcha de esas esferas, gigantes teas de la soledad;
es el pavoroso vuelo de esas águilas de fuego, que derraman sonidos
armoniosos e iluminan los vapores del espacio con sus estelas de fulgor; es
la red de oro que envuelve todos esos mundos con los hilos de la
solidaridad; es la gran familia llamada humanidad, habitando repartida la
estancia de esos aéreos palacios; es la humanidad que por medio del trabajo
intelectual y moral, avanza por el camino del progreso, que es la verdadera
escala de Jacob, hasta llegar a los resplandecientes imperios de la
perfección; es la destrucción del infierno material y perpetuo; es el combate
decisivo del raciocinio con Satanás, que de genio dominador del universo
de las conciencias, ha pasado a ser una figura poética, digna de ser cantada
por un Milton, pero no admitida por la razón y la filosofía moderna; es
quien ha descubierto, sentada en el polo del mundo, como una soberana en
su trono, a la terrible muerte y subiendo hasta ella con las alas de su
análisis, la ha precipitado en los abismos en que se precipitan las sombras,
dejándola solamente señora del miserable organismo material. El
Espiritismo es la religión de las religiones, quien las funde todas en una
sola; es la religión que oficia indistintamente en Roma y en Ginebra, en
Atenas y en Jerusalén; en los áridos arenales del África y en los sagrados
bosques de la India, que invoca igualmente la sombra de Buda y de Moisés,
de Sócrates y de Cristo; porque es la religión del hombre para con Dios, o
el misterioso diálogo entablado por el corazón de éste, con la sublime
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Divinidad que se oculta en los resplandecientes abismos de su propia
grandeza.
El Espiritismo es la copa de oro que derrama el bálsamo del consuelo
sobre las llagas del infortunio; es el matizado iris que promete una
existencia de recompensas, más allá de una existencia de penalidades; y es
el tribunal benéfico y equitativo, que corona de laureles al mártir corazón
que ha caído bajo las garras de la injusticia, en el doloroso anfiteatro de
este mundo: él nos asegura que la muerte es una realización brillante; que
es la verdadera vida, porque es la libertad del espíritu, el cual habiendo
nacido volador como el águila, se arrastra en este suelo como la serpiente;
que siendo luminoso como un astro, permanece sin luz bajo el fanal grosero
del cuerpo humano; que habiendo sido creado para ser el señor de los
señores, se arrastra en el lodo de la materia, sumido en la tenebrosa cárcel
de este planeta como el esclavo de los esclavos.
El Espiritismo nos prueba que aquellos seres adorados a quienes la
muerte, tocándoles con su mágico cetro dejó encantados en nuestros
brazos; aquellos seres a quienes nosotros mismos hemos tenido que hundir
en el seno del sepulcro, se levantan radiantes en el espacio, vuelan como el
pensamiento, brillan como las estrellas y sienten como los corazones; que
vienen a visitarnos en nuestras horas solitarias, a consolarnos en nuestros
amargos momentos de infortunio y a sonreírnos en nuestros breves
instantes de alegría; a dejar sobre nuestra frente el beso de su aprobación en
nuestras acciones laudatorias, o sobre nuestra conciencia, la carga de sus
recriminaciones en nuestros actos reprensibles; que se abren, en fin, como
las flores; reciben en su seno nuestro espíritu al desprenderse de la materia
y le conducen en sus alas de fulgor y al compás de las arpas celestiales, a
las resplandecientes esferas donde mora la Divinidad; la Divinidad que es
la luz y el amor del mundo; y espera a todos los seres de la creación, con
los paternales brazos abiertos.
Esto es el Espiritismo; combatidle.
Esto es el Espiritismo: ridiculizadle.
SALVADOR SELLÉS.
Alcázar de San Juan 1º Enero de 1872.
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Creemos que los lectores de esta REVISTA apreciarán les demos a
conocer la biografía de nuestro célebre maestro Allan Kardec, a quien
debemos el conocimiento de la doctrina espiritista que hemos abrazado y
que supo convertir en sublime ciencia filosófica, lo que no era conocido
sino como mero pasatiempo, poniendo de relieve las comunicaciones con
los Espíritus que vienen a moralizarnos e instruirnos sobre el mundo
espiritual.
En su consecuencia publicamos a continuación dicha biografía que
tomamos de la «Revista de Estudios Psicológicos» de Barcelona.
= BIOGRAFIA DE ALLAN-KARDEC =
«Bajo la impresión del más profundo dolor causado por la prematura
muerte del venerable M. Allan Kardec, conocedor profundo de la ciencia
espiritista, emprendemos hoy la obligación sencilla y fácil, para su experta
y grande inteligencia en la ciencia ya citada, de dar a conocer al público los
principios fundamentales en que está basado el Espiritismo; cosa que
debemos confesar, sería para nosotros de un peso superior a nuestras
débiles fuerzas, sino contáramos con el eficaz concurso de los buenos
Espíritus y con la indulgencia de nuestros lectores.
¿Quién de todos nosotros, podría envanecerse de poseer sin ser
tachado de presuntuoso, el Espíritu metódico y de organización con el cual
se esclarecen todos los trabajos del maestro? Solo su poderosa inteligencia
podría concentrar tantos materiales diversos y esparcirlos luego con un
benéfico rocío sobre las almas deseosas de ver y amar.
Incisivo, conciso, profundo, sabía agradar y hacerse comprender en
un lenguaje a la vez sencillo y elevado, tan alejado del estilo familiar como
de las oscuridades de la metafísica.
Multiplicándose continuamente, había podido hasta aquí, bastar a
todo. Sin embargo, el acrecentamiento diario de sus relaciones y el
incesante desenvolvimiento del Espiritismo, le hicieron sentir la necesidad
de procurar unirse con algunos auxiliares inteligentes, preparando así
simultáneamente la nueva organización de la ciencia y de su doctrina
cuando en medio de sus trabajos y grandes afanes, nos ha dejado para ir a
un mundo mejor a recoger la sanción de su misión cumplida y reunir
además los elementos de una obra nueva de sacrificios y estudios.
¡Él era solo!...Nosotros nos llamaremos «legión» y por más débiles e
inexpertos que seamos, tenemos la íntima convicción de que nos
mantendremos a la altura de la situación si, partiendo de los principios
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establecidos y de una incontestable evidencia, nos concretamos a ejecutar,
tanto como nos sea posible, según las necesidades del momento, los futuros
proyectos que por si solo se prometía cumplir M. Allan Kardec.
Sin duda alguna tendremos con nosotros el Espíritu del gran filósofo,
mientras sigamos la senda por el trazada y ciertamente que así van a
unírsenos también todas las buenas voluntades, para que con nuestro
común esfuerzo se cumpla el progreso moral y la regeneración intelectual
de nuestra humanidad.
Quiera Dios pueda él suplir nuestra insuficiencia y podamos nosotros
hacernos dignos de su concurso, consagrándonos a la obra con la
abnegación y sinceridad que lo hacemos, ya que no podemos con la ciencia
e inteligencia con que él lo hizo.
El escribió en su bandera estas palabras; trabajo, solidaridad,
tolerancia. Seamos como él infatigables; seamos según sus votos tolerantes
y solidarios y no temamos seguir su ejemplo, llevando una y mil veces al
terreno de la discusión los principios más discutidos.
Hacemos un llamamiento a todas las luces, a todas las inteligencias y
a todas las personas de buena voluntad. Probaremos adelantar con
certidumbre antes que con rapidez y no serán inútiles nuestros esfuerzos, y
menos infructuosos, teniendo el ánimo dispuesto como tenemos a
prescindir de toda cuestión personal, para ocuparnos única y
exclusivamente del bien general.
No podíamos entrar bajo auspicios más favorables en la nueva fase
que se abre para el Espiritismo, sino haciendo conocer a nuestros lectores,
en un rápido bosquejo, lo que fue toda su vida, el hombre integro y
honrado, el sabio inteligente y fecundo cuya memoria se trasmitirá a los
siglos futuros, rodeada de la aureola de los bien hechores de la humanidad.
Nacido en Lyon el 3 de Octubre de 1804, de una antigua familia que
se distinguió en la magistratura y en el foro, M. Allan Kardec (León
Hypolyte Denizart Rivail) no siguió esta carrera. Desde su juventud, se
sintió inclinado al estudio de las ciencias y de la filosofía.
Educado en la escuela de Pestalozzi en Iverdun (Suiza), fue uno de
los discípulos más eminentes de este célebre profesor y uno de los celosos
propagadores de su sistema de educación, que tan grande influencia ha
ejercido sobre la reforma de los estudios en Alemania y Francia.
Dotado de una notable inteligencia e inclinado a la enseñanza por su
carácter y aptitudes especiales, desde la edad de 14 años, enseñaba lo que
sabía a todos aquellos de sus condiscípulos que habían adquirido menos
que el. En esta escuela fue donde se desenvolvieron las ideas que debían
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colocarle más tarde, en la clase de los hombres del progreso y de los libres
pensadores.
Nacido en la religión católica, pero educado en un país protestante,
los actos de intolerancia que sufrió con este motivo, le hicieron, desde muy
temprano, concebir la idea de una reforma religiosa, sobre la cual trabajó
en el silencio durante largos años, con el pensamiento de llegar a la
unificación de las creencias; pero le faltaba el elemento indispensable a la
solución de este gran problema. Más tarde, vino el Espiritismo a
proporcionárselo y a imprimir una dirección especial a sus trabajos.
Concluidos sus estudios, vino a Francia. Como poseía a fondo la
lengua alemana, traducía para esta nación diferentes obras de educación y
de moral, siendo las obras de Fénelon sus predilectas por haberle
completamente seducido.
Era miembro de muchas sociedades científicas, entre las que figuran
en primer lugar la Academia real de Arras, la cual en el concurso de 1831,
le coronó por una notable memoria sobre esta cuestión: «¿Cuál es el
sistema de estudios más en armonía con las necesidades de la época?»
(CONTINUARÁ).
DISERTACIONES ESPIRITISTAS
COMUNICACIÓN PRIMERA
Médium J. Pérez.
Aquí estoy, pero debo advertiros que tengo una misión delicada que cumplir en otra parte y
no puedo detenerme más que lo preciso, para daros una luz que ilumine vuestra alma, entre
tinieblas horrorosas, ajada, mortificada, vacilante y confusa, sin saber que adoptar, que pensar, que
sentir ante la gravedad de las revelaciones, ante lo imponente de las comunicaciones de los Espíritus.
Almas débiles que no podéis sentir el influjo del vendaval sin doblegaros. Espíritus
macilentos, que cedéis a la fuerza de la duda, sin reprocharos la debilidad de vuestra conciencia: os
engañáis mutuamente: ¡conocéis la causa del engaño y os falta resignación para sobrellevar la pena!
¡Qué seáis tan susceptibles con la ciencia, con la filosofía, con el alma y con Dios!
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Anoche, en aquel instante, os miraba a todos y me contristó la vaciedad de vuestros
pensamientos. Estudiáis con el corazón, con la inteligencia, con la materia indolente y con todas
vuestras pasiones, menos con la fe, con la fe religiosa, con ese rayo de luz tan vivo que, viniendo
de Dios hiere al alma, la despoja de toda podredumbre, la purifica; y en su esencia, acariciada por
la Santidad, confundida con la sublime naturaleza de Dios, es transportada a la región de los
Espíritus, la verdadera región donde los Ángeles con un torrente de elocuencia y de sabiduría cantan
la virtud, la predestinada gloria de los buenos, la mansión, por último, de la humanidad.
Es difícil, imposible que podáis penetrar los hombres (ocultos en esa cárcel corpórea) en
donde nosotros nos columpiamos, en la inmensidad en donde nosotros vivimos, en el Océano de luz
y de vida en donde nosotros los Espíritus nos conocemos, en el torrente de la dicha y de la
ventura. Si el aliento sacratísimo que aspiran nuestras almas llegarais un momento a percibirlo, antes
que vuestra inteligencia, indagadora de la mentira, seria vuestra alma: antes que vuestra materia
que os fascina, os esclaviza y embrutece, seria vuestra alma, antes que vuestras pasiones que os
degeneran al instinto del bruto; seria vuestra alma: y antes que todo, vuestra alma, si, vuestra alma
llena de fe, de sinceridad, de prudencia, de veneración, de amor, de perseverancia y convicción de
una gloria que para vosotros está guardada. Si vieseis aquí…pero no, ¿Qué podéis ver desde ese
triste recinto donde habitáis, desde ese profundo calabozo, que os niega un destello de claridad para
conoceros vosotros mismos y apreciaros en lo que sois? ¡Triste existencia! No veis absolutamente
nada: una venda os cubre la verdadera luz y os oculta la grandeza que anima al Universo, os oculta
el espacio lleno de pureza, el éter impregnado de suavísimo ambiente, donde el Espíritu, envuelto en
el, vive, se reanima, crece, se perfecciona y avanza en medio de una fulgida aureola al trono de los
Ángeles, donde reside el Omnipotente, circunvalado de divinos resplandores.
¿Concebís esta grandeza? ¿La imagináis, ya que no es posible verla real y efectivamente? No:
ni un punto la podéis comprender: a vuestro alcance miope solo está el sol que os hiere, millares de
estrellas que os envían pálidos reflejos; y el conjunto de cuanto abraza vuestra mirada no es sino un
átomo nada mas perdido en el infinito Océano del espacio, un átomo que no se ve, que no se toca
y que se confunde por lo sutil con el éter.
En ese átomo vivís, en ese átomo reside vuestro espíritu envuelto entre miasmas, pequeño,
demacrado, jadeante, sin luz, sin vida, lleno de miseria, de tormentos, de incertidumbre, de
expiación y de muerte, si, de muerte, porque no pudiendo remontaros aquí, os movéis entre la
estrechez y la oscuridad de una tumba.
¿Adivináis cuánto hay, cuánto pasa fuera de ella, al través de una masa compacta que os
cubre como sudario de nauseabundo olor y asquerosa podredumbre? No lo adivináis: vuestro porvenir
es dudoso y os falta valor para entrever la vida; vuestro espíritu al considerar este más allá se
debilita y necesitáis del mundo que os rodea para olvidar lo que torpemente presentía; lo que
funestamente os forjáis en esa imaginación oscura como las tinieblas de la noche, oscura como el
Sol, como el Océano de luz que se derrama sobre vosotros, y que no es sino una lámpara que
agoniza allá en la inmensidad del espacio y del infinito.
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Olvidad vuestras impresiones, corred presurosos a la mansión del hombre, mansión de los
Espíritus encarnados donde residen vuestros espíritus ligados a la materia y rodeados de desdichas y
penalidades, regocijaos ahí, si no conocéis vuestra desventurada situación, regocijaos; si en vuestra
alma no cabe la fe en los Espíritus, en los Ángeles y en Dios; regocijaos y siga su curso la iniquidad
y la mentira: que teja el esclavo coronas a su Señor; que arranque el hombre laureles y
siemprevivas al adalid que se apresta a la lucha y se encarniza en la matanza; que doble el débil
sus rodillas ante el poderoso magnate: que al fin todo caerá bajo su propio peso con la influencia
de los Espíritus mensajeros de Dios.
PLÁCIDO EL MULATO.
Médium A. Lauri.
EL ORGULLO
El orgullo es la lepra del siglo XIX, solo que en vez de emponzoñarnos la materia os emponzoña vuestro espíritu: debéis rechazarlo con toda la fuerza de vuestra conciencia y de vuestros
corazones.
Si vosotros supierais que gusano tan inmundo y ruin es esta funesta impresión, con horror e
indignación le rechazaríais de vuestro ser.
El orgullo es la madre de todos los vicios y defectos de que adolece vuestra triste morada, vuestro pobre planeta, dominado por la hedionda materia, por la grosera y miserable materia, que
os sirve de caja o ataúd mortuorio, donde tenéis que espiar quizá faltas inmensas cometidas en
vuestros primitivos tiempos.
Vosotros, espiritistas de corazón; espiritistas sinceros, desechad todas las malas inclinaciones,
todos los vicios inmundos que no sirven sino para arrastraros por esa miserable existencia, llena de
flores suaves y perfumadas, pero también de espinas, que una vez clavadas en vuestro espíritu, no
desaparecen con la facilidad que cuando le sucede esto a la materia, que en un minuto se libra del
daño material, sino que para sacarlas de el necesitáis años y años de expiación.
Sois los encargados de dar luz, dadla al que no la tenga moralmente y de este modo alcanzareis más pronto el termino de vuestro destierro, llegareis antes a la perfección santa, noble y
sublime, a la mansión del Espíritu, que columpiándose en el espacio, ve oye y siente inspiraciones
nobles, sabias y grandes.
¿Anheláis esto? Pues desechad de vuestro ser la lepra moral y de este modo conseguiréis
llegar más pronto.
Desechad el Orgullo como madre de todos los vicios.
ENRIQUETA NOGUERAS.
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LA REVELACIÓN
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Por la médium C.L
¡Caridad, fuente inagotable de la salud eterna! ¡Cuán buenos serian todos los hombres si te
diesen cabida en sus pechos! ¡Cuando será el día que reemplazaras el lugar que en ellos ocupan las
pasiones, que les conducen a su perdición!
¡Cuando, oh hija de los Ángeles, te veneraran y glorificaran como te mereces! Entonces todos
los hombres se miraran como hermanos que son! ¡Tú romperás la vil cabeza de las serpientes
envidia, celos, soberbia, intereses! Si, llegara un día que los hombres erigirán tu imagen triunfante
contra estas pasiones, como la del Arcángel San Miguel contra el Ángel rebelde: pero hasta este día
no puede haber nada perfecto, pues sin ti todo está oscuro e intrincado: tu eres la luz que has de
conducir al hombre al umbral de la felicidad y de la perfección eterna. ¡Pobre del ciego que no te
vea, pues siempre permanecerá en el mismo sitio, sin avanzar un paso siquiera!
Hombre seguidla, adorarla y seréis benditos de Dios: creed a su más fiel defensor que os la
recomienda. QUIJANO.
Médium A.L. sonámbulo
Mis humildes palabras quisieran que se introdujeran en vuestros macilentos Espíritus, cual el
agua cristalina y pura se introduce en vuestro material cuerpo. Quisiera que produjeran el efecto
que anhelo, así cuando al despertar en mañanas otoñales os sacude meciéndose caprichosamente
sobre vosotros ese vientecillo sutil y diáfano venido de regiones orientales y al propio tiempo
echando una ojeada a la creación ¿No notáis un bienestar en vuestra alma? ¿No comprendéis un más
allá delicioso? ¿No prevéis la mansión de los buenos, esa mansión conseguida a fuerza de tiempo y
de paciencia?
Pues bien; podéis acortar esa inconmensurable distancia que separa a vuestros seres de los
elevados. El remedio moral que os doy lo estáis fraternalmente ejerciendo, pero no basta esto solo,
sino que debéis ser Espiritistas del todo y ejercer el saludable bálsamo que consuela al afligido.
Debéis tener fe, esa refulgente luz que al contemplarla vuestros espíritus quédense ciegos de
tanta dicha, de tanta felicidad.
Y por último, que no decaiga ese rayo celeste, purpúreo, que viniendo de altas jerarquías
ilumina vuestro ser y le conduce al camino sembrado de flores, aunque también tiene sus espinas.
Seguid este trino y seréis salvos; pero seguidlo con inalterable fe.
UN ESPÍRITU FAMILIAR.
Imprenta de Vicente Costa y compañía. ― 1872.
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Año I. Alicante 20 de Enero de 1872. Num.2.
REVISTA ESPIRITISTA ALICANTINA
¡ADELANTE!
Yo te saludo, doctrina espiritista; yo te saludo con toda la efusión de
mí alma, de la que hiciste brotar raudales de alegría, de satisfacción y de
felicidad: le distes consuelo llenándola de esperanzas; la vivificaste
reanimándola con la verdad de un más allá. Yo te saludo, divina luz que
esparces tus luminosos rayos difundiendo la claridad desde el uno al otro
polo de nuestro mundo de expiación y de pruebas ahuyentaste las tinieblas
con tus enseñanzas, y si la humanidad a pesar de sus convulsiones,
estremecimientos y horrores, siguió impávida el camino del progreso, hoy
con tu ayuda desaparecen las sombras; tus sublimes máximas armonizadas
con la razón, la empujan serena y altiva con la fe profunda arraigada en su
conciencia ante el «Consumatum est» del Gólgota, por la senda trazada
desde el monte de la Calavera.
Yo le saludo, faro luminoso que colocado en el puerto del
embravecido oleaje humano, nos guías, sosteniéndonos en la lucha de la
inteligencia, haciéndonos apartar la vista de tanta sangre, sangre de
nuestros hermanos; haciéndonos mirar con dolor tantas lágrimas, lágrimas
de hijos de un mismo padre: tú nos conducirás con rumbo fijo, con
derrotero seguro, salvando escollos hacia la tierra de promisión.
Yo te saludo, doctrina espiritista; emanación divina, que desde la
muerte del Justo en la cruz, nos hiciste entrever en lontananza el punto de
nuestras aspiraciones.
Conducido el hombre desde la niñez, en completa inocencia, por el
Fanatismo, guiado por la preocupación y sumido en la más profunda
SECCIÓN DOCTRINAL
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LA REVELACIÓN
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ignorancia, marchó siempre al acaso entre sombras, rodeado de insondables
misterios, y haciendo alto alguna vez su inteligencia, y levantando los ojos
a esos infinitos espacios y concentrándose en el fondo de su espíritu, se
estremecía ante el vacío que vislumbraba, y se le helaba la sangre en sus
venas; y su cabeza se aturdía, y su frente ardía, bajándola exánime abatido,
confuso y anonadado ante su impotencia y su debilidad, y con el corazón
destrozado por un día y otro día, por un momento y otro momento de
reflexión y de raciocinio, se desesperaba ante el torbellino de
incandescentes ideas que le abrasaban, que le corroían, presentándose la
desesperación ante los aterradores fantasmas de fuego y lava que le
enseñaron y le anunciaron ya como final de su meta. El corazón dudó, y en
la imposibilidad de analizar siquiera un infinito átomo de la creación, se
acostumbró a no divagar; de aquí la indiferencia, un paso más, la
incredulidad con todas sus fatales y desoladoras consecuencias.
Tú, doctrina espiritista, con tus bellezas fortaleces al género humano,
y le haces erguir al hombre su cabeza para que admire los innumerables
puntos luminosos que se ciernen sobre nosotros, infinitos mundos que nos
rodean y que contemplamos embebidos en la convicción profunda de que
no puede entrar en el reino de Dios el que no nace de nuevo;(1)
y en ellos,
puesto que el sentimiento, la voluntad y la inteligencia son el Espíritu, y en
ellos, repito, vagarán sin duda los espíritus de nuestros hermanos que
queriendo ser perfectos como el Padre, buscan aquella para llegar a
entrever la divina belleza, la omnipotencia y sabiduría supremas: tú nos
animas con el ejemplo vivo de nuestro hermano Jesucristo, siempre
humilde, siempre resignado, siempre misericordioso, lleno de amor, de fe y
de esperanza, y de cuyos labios brotaron aquellas sublimes palabras:
«Perdonarás a tu hermano setenta veces siete.»(2)
Tú nos prestarás valor en
este piélago inmenso de ambición y de orgullo, de vanidad y de hipocresía,
para recordar sin cesar que el que se ensalza será humillado, y el que se
humilla será ensalzado: tú nos consuelas con la esperanza de la progresión
constante por los infinitos millones de mundos y espacios, regenerándonos
para alcanzar aquella perfección, purificándonos para ascender en un día no
lejano, porque en la eternidad todo está cerca, todo es próximo, no existen
años, no hay siglos; para ascender, repito, a las regiones donde nuestra
inteligencia ya más clara, más elevada y despojada de toda materia, más
espiritual, vislumbre la bienaventuranza eterna, los esplendores divinos. Tú
nos consuelas del pasado, nos halagas el presente y nos embelleces el
porvenir. Sí, Espiritistas, nuestra doctrina realiza el progreso humano, y
estudiando con avidez las leyes del espíritu, hará al hombre más inteligente
y moral. Sí, espiritistas; si todas estas enseñanzas están arraigadas en
1 San Juan. Cap. III vers. 5
2 San Mateo. Cap. XVIII, vers. 22.
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LA REVELACIÓN
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nuestras conciencias, la verdadera fe, debe impulsarnos a marchar por ese
camino, ameno y florido, y si de las mesas golpeadoras y cestitas que
escribían nació toda una ciencia, ¿qué no nacerá del afán y constancia en su
propagación, si todas las cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis
y os vendrán?(1)
Emprendamos la propaganda con la ayuda de la oración;
publicando al efecto sin temor y sin vacilación nuestra REVISTA para
enseñanza de nuestros hermanos. No desmayemos por las dificultades, por
los inconvenientes, porque donde están dos o tres congregados en mi
nombre, allí estoy en medio de ellos.(2)
Adelante, Espiritistas; sin orgullo, sin ostentación, propaguemos la
idea reformada con sangre, y escudriñemos los horizontes de esta ciencia
donde la humanidad tan grandes leyes puede conocer. Adelante, pues, y
Dios sea con nosotros, y hágasela luz, y desaparezcan para siempre las
tinieblas.
F. C. y B.
= BIOGRAFIA DE ALLAN-KARDEC = (CONTINUACIÓN)
Desde l835 a 1840, fundó en su domicilio calle de Sévres, cursos
gratuitos, en los que enseñaba la química, la física, la anatomía comparada,
la astronomía, etc. Empresa, digna de elogios en todos tiempos y sobre todo
en una época en la que un muy reducido número de inteligencias se
arriesgaban a entrar en esta senda.
Preocupado constantemente en hacer amenos e interesantes los
sistemas de educación; inventó en la misma época un ingenioso método
para enseñar a contar, y un cuadro mnemónico de la historia de Francia,
cuyo objeto era fijar en la memoria la fecha de los sucesos notables y de los
grandes descubrimientos, que ilustraron cada reino. Entre sus numerosas
obras de educación citaremos las siguientes:
Plan propuesto para el mejoramiento de la instrucción pública
(1828). Curso práctico y teórico de aritmética, según el método de
Pestalozzi, al uso de los profesores y de las madres de familia (1829).
Gramática francesa clásica (1831). Manual de los exámenes para los títulos
1 San Mateo. Cap. XVIII, vers. 20.
2 San Marcos. Cap. XI, vers. 24.
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LA REVELACIÓN
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de capacidad. Soluciones razonadas de las cuestiones y problemas de
aritmética y geometría (1846). Catecismo gramatical de la lengua francesa
(1848.) Programa de los cursos usuales de química, física, astronomía y
fisiología que enseñaba en el «Liceo Polimático.» Dictados normales de los
exámenes de la Casa Consistorial y de la Sorbona, acompañados de
Dictados especiales sobre las dificultades ortográficas (1849) obra muy
estimada en la época de su aparición y de la que hacia tirar recientemente
aun nuevas ediciones.
Antes de que el Espiritismo viniera a popularizar el pseudónimo
Allan Kardec, había sabido ilustrarse como se ve, por trabajos de una
naturaleza bien diferente, bien que teniendo por objeto ilustrar las masas y
unirlas más a su familia y a su país.
Hacía el año de 1850, época en que empezó a tratarse de las
manifestaciones de los Espíritus, M. Allan Kardec se entregó a
perseverantes observaciones sobre este fenómeno, concretándose
principalmente a deducir de él las consecuencias filosóficas. Desde luego
pudo ver el principio de nuevas leyes naturales; las que rigen las relaciones
del mundo visible con el invisible, reconociendo en la acción de este último
una de las fuerzas de la naturaleza, cuyo conocimiento debía difundirla luz
sobre una multitud de problemas que se creían insolubles, comprendiendo
su alcance bajo el punto de vista religioso.
Sus principales trabajos en esta materia, son: «El Libro de los
Espíritus,» para la parte filosófica, cuya primera edición apareció el 18 de
Abril de 1857. «El libro de los Médiums,» para la parte experimental y
científica, Enero de 1861. «El Evangelio según el Espiritismo» para la parte
moral, Abril de 1861 «El Cielo y el Infierno o la justicia de Dios» según el
Espiritismo, Agosto de 1865. «El Génesis, los milagros y las predicciones»
Enero de 1868. «La Revista Espiritista» periódico de estudios psicológicos,
colección mensual, empezada, el 1.º de Enero de 1858.
Fundó en París el l.º de Abril de 1858 la primera sociedad Espiritista,
constituida regularmente con el nombre de «Sociedad Parisiense de
Estudios Espiritistas» cuyo objeto exclusivo es el estudio de todo lo que
puede contribuir al progreso de esta nueva ciencia. M. Allan Kardec niega
justamente haber escrito cosa alguna bajo la influencia de ideas
preconcebidas o sistemáticas; hombre de un carácter frío y de gran calma,
ha observado los hechos, y de sus observaciones ha deducido las leyes que
les regían. El ha sido el primero que ha dado la teoría y formado de ellas un
cuerpo metódico y regular.
Demostrando que los hechos calificados falsamente de sobrenatural,
están sometidos a leyes, les hace entrar en el orden de los fenómenos de la
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LA REVELACIÓN
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naturaleza, y destruye así el último refugio de lo maravilloso y uno de los
elementos de la superstición.
Durante los primeros años en que empezaron a cuestionarse los
fenómenos espiritistas, fueron estás manifestaciones objeto de curiosidad,
más que motivo de serias meditaciones. «El libro de los Espíritus» hizo
mirar la cosa bajo un aspecto totalmente diferente; se abandonaron se
entonces las mesas giratorias que no habían sido más que un preludio...
para formar un cuerpo de doctrina que abrazase todas las cuestionen; que
interesan a la humanidad.
(CONTINUARÁ).
1.—Ycuando oréis, no seáis como los hipócritas
que aman el orar en pié en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas para ser vistos por los
hombres: en verdad os digo recibieron su
galardón.—Mas tú cuando orares, entra en tu
aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre en
secreto y tu Padre que ve en lo secreto, te
recompensará.—Y cuando orareis no habléis mucho,
como los gentiles, pues piensan que por mucho
hablar serán oídos.—Pues no queráis asemejaros a
ellos, poro que vuestro Padre sabe lo que habéis
menester, antes que se lo pidáis. (S. Mateo, cap. VI.
vers. 5 a 8.)
2.―Ycuando estuviereis para orar si tenéis
alguna cosa contra alguno, perdonadla: para que
vuestro Padre que está en los cielos, os perdone
también, vuestros pecados. (S. Marcos, Cap. XI,
vers. 25 y 26.)
La oración es el bálsamo que cura las heridas mortales de la vida
moral del hombre; es el lazo que une la gran familia inteligente; es el punto
de contacto que posee el ser con el infinito, desde dónde presiente a Dios.
La plegaria, es una evocación ferviente, que nos atrae los benéficos y
tranquilizadores fluidos de nuestros hermanos; es el ofrecimiento que, de
nuestro pobre valer, hacemos a la Gran Causa para recibir como buenas y
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LA REVELACIÓN
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justas todas las pruebas y expiaciones; expiaciones, pruebas que debíamos
por nuestras innumerables faltas anteriores y que con sin igual sabiduría se
nos permite reparar por el arrepentimiento y la virtud proclamada, viniendo
a templarla en el terreno de la práctica, del trabajo, de la acción y del
combate, en el que fenecen muchísimas aspiraciones.
La oración es, ha sido y será el lenguaje universal, la corriente
simpática que une a los mundos y estas humanidades que necesariamente
piden, han pedido y pedirán, centuplican las fluídicas corrientes
elevándolas a Dios.
Es la oración el consuelo de las almas afligidas, con ella mitigan su
quebranto, fortalecen su espíritu abatido, acrecen el caudal de su esperanza,
se hacen más propensas en la divina caridad y su fe se fortalece
inmensamente.
«Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá.» Así nos promete Jesús
que serán oídas nuestras fervientes oraciones, pero no olvidando que
seremos medidos con la vara que midiéramos: es decir, que para pedir es
necesario comenzar por dar, que para pedir al Supremo Hacedor el perdón
de nuestros desvaríos, hay necesidad de principiar por perdonar «setenta
veces siete» a nuestro hermano.
Mas no recéis como los fanáticos, que creen que por hablar mucho
serán oídos y recompensados, ni oréis en público como los hipócritas, que
ya Jesucristo les prometió el galardón. El Maestro encarga se le adore en
«espíritu» y «verdad» y siendo ésta la consagración del culto interno y la
mayor sentencia anulatoria del externo; la forma quedó anulada y el fondo
enaltecido, por lo que se debe rogar de espíritu a espíritu, con verdadera fe,
apartado de todo lo material.
El fondo es todo, la forma es nada. En este axioma se encierra el todo
de la oración; fe, sentimiento, esperanza de realizar el bien y caridad antes,
en ella y aún después de la plegaria; hará fácil y tranquila la vida del
hombre, y justa y hacedera la recompensa que pidiese al Todopoderoso.
¿Quién no ha orado por un ser querido.... ¿Quién no ha encontrado dulces recuerdos, quién no ha sentido benéficas emociones en esa hora de
silencioso recogimiento?
Orad afligidos y seréis consolados; orad náufragos de esta oceánica
vida y seréis salvos; orad amantes del bien y seréis inundados de
bienaventuranza; que orar, es elevar nuestro espíritu a las regiones del bien;
es salirnos de la materia que aprisiona nuestra inteligencia para elevarnos a
las celestes mansiones donde se respira «amor» y «caridad» es pedir a Dios
fuerza espiritual para salir triunfantes de las pruebas que nos impusimos;
es, en fin, un santo e ineludible deber que tributamos a nuestro excelso
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LA REVELACIÓN
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Padre, comunicándonos con Él como buenos hijos, pidiendo a su Soberana
bondad, la inteligencia y fortaleza que necesitamos, revestidos de tan
tupido velo y arrastrándonos pesadamente por este mundo de expiación y
prueba.
A. Del E.
DICERTACIONES ESPIRITISTAS
Médium J. Pérez.
Yo soy siempre de los que me evocan con fe; mi espíritu protege a los sencillos de corazón,
y siéndolo vosotros, mis palabras brotarán a torrentes como de un manantial inagotable, y tan
dulces como cuanta dulzura necesitéis, para depuraros de vuestras imperfecciones y regeneraros.
La regeneración del Espíritu, es el complemento de la vida eterna. La vida no existe sin la
regeneración absoluta, por más que creáis que vuestro modo de ser es vivir. Vosotros animáis a
impulsos de mil sensaciones diversas; el bien os impresiona de un modo, el mal de otro; la virtud os
repele, es refractaria a la sana inclinación; el vicio os muestra mil poderosos atractivos; la
instrucción, la sabiduría, la consideráis como una fortaleza inexpugnable en donde os es imposible
penetrar; la ignorancia, que nace en vosotros conquistada, es vuestra única vanagloria, de la cual
hacéis alarde sin rubor; el error es accesible a vuestro paso; la verdad es difícil senda de encontrar;
la luz os ciega, las tinieblas os dan luz, y entre ellas rugen vuestras pasiones como desencadenados
elementos en horrorosa tempestad; y así, todo controvertido, revuelto y confuso, la duda os
mortifica, la incertidumbre os desespera, la fe debilita vuestro ánimo, y perdida la esperanza, el
pensamiento se revuelve en un espacio tan lúgubre y sombrío, donde no os es posible encontrar la
vida, la verdadera vida que depara Dios, llena de amoroso éxtasis, de divino arrobamiento y
espiritual sensación.
¿La concebís? ¿La imagináis? ¿La comprendéis? No... Es impenetrable la idea de esa vida
para vosotros, porque siendo imperfectos no concebís nada digno, nada grande, nada bello; ni hasta
el más minucioso punto que tenga íntimo contacto con la previsión y sabiduría de Dios.
Vosotros, cual el fulgor de una estrella que oscila en el crepúsculo vespertino entre la
sombra y la luz, así osciláis entre la muerte y la vida en un crepúsculo sin interrupción. Lenta y
pausada es vuestra marcha: os movéis con pena, animáis entre el ser y no ser; y puesto que tan
solo es dado a la suprema inteligencia la verdadera animación y vida, decidme inocentes qué ha de
esperar un espíritu pobre, enfermo e ignorante, sino la horrenda expiación y el duro sufrimiento?
¿Lo consideráis así? No os abrume esta idea. El Espiritismo es la vida. Sed espiritistas de verdad, y
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LA REVELACIÓN
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con la práctica de las virtudes seréis salvos y de los escogidos para gozar de la dicha eterna y de la
imperecedera gloria de Dios.
EL GUÍA DEL MÉDIUM.
CONSEJO A UNA MADRE
La médium… El deber de una madre es arduo, peligroso y difícil. ¡Pobres y débiles criaturas que tenéis
que dar cuenta a Dios de los pasos de vuestros hijos sobre la tierra!
¡Cuántos malvados serian buenos si hubieran tenido mejores principios! La demasiada
bondad, lo mismo que la inexorable crueldad, suelen dar muy malos frutos, de los que tenéis que
responder ante el Ser Supremo. ¿Para qué tenéis los cinco sentidos? Dios ha dotado a la criatura de
sublime inteligencia, para distinguir el bien del mal y aconsejares; pero vosotros, ciegos y sordos, no
veis ni oís, corriendo locos tras ilusorias quimeras.
Por lo tanto, hija mía, en la difícil misión de madre que te está encomendada, ruega a
Dios te ilumine, y oye nuestros consejos: no separándote de la virtud, llenarás tu cometido como
Dios manda; y tú hija, siguiendo tus pasos, crecerá como la espiga fecundizada por el roció divino.
Adiós, hija mía, confianza en el Todopoderoso. Te inspira.
TU PROTECTOR.
Médium P.P.
¡La envidia pasión mezquina, rastrera e infame, es por sí sola, el germen de las desgracias,
la desolación de infinidad de seres. ¡Oh plaga terrible, y de qué manera impresionan en el corazón
de los seres malvados!
¡Cuándo llegará el día que conociéndose los hombres por sus propios actos venga a ser
arrojada como el infecto y asqueroso gusano roedor que todo lo consume! ¡Cuándo el hombre
conocerá que todo le basta y que ninguna de sus efímeras y soñadas ambiciones terrestres, pueden
servirle para el día en que su Ser imperecedero se aleje de esa vida llena de groseras pasiones, para
elevarse a la inmensidad de la verdadera vida, donde todo lo ambicionado y atesorado, no se lleva
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LA REVELACIÓN
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pues que ni un cabello, ni un átomo de ese oro vil puede llevarse al avaro en su seno! ¡Oh
desdicha miserable de esa vida, donde tanto se afana y se ambiciona para los goces inmundos!
¡Pobre y mísero aquel que desea ser el mayor y el más poderoso entre sus semejantes con
las miras desastrosas del carnívoro tigre, cuando se acarrea para sí la mayor y más horrible
situación que la inteligencia humana no alcanza a juzgar! ¡Pobre tirano! ¡Pobre príncipe de la
envidia! ¡Pobre esclavo más bien: pues que así debe juzgársele, porque solo es un esclavo de su
pasión: porque ¿qué otra cosa es aquel desgraciado que se nutre en tan fatal pasión, sino un
esclavo de aquella misma pasión?
Desgraciado el que se mece en tales aspiraciones si no las vence antes de hundirse en su
fango inmundo; porque una vez resbalado por la pendiente de tan monstruosa pasión, no le será
posible libertarse del naufragio del cenagoso lago en cuyo fondo cree ver su dicha y su felicidad.
¡¡¡Desgraciado!!! ¡y qué digno de lástima es, el que a tal estado se conduce; porque tras si arrastrará
miles de víctimas inmoladas a su ambición, las que cual fantasmas horrendas se levantarán ante él,
y le pedirán en su día, en el día de su fin material, de su infernal festín cuenta de sus acciones y
reparación de las desgracias! ¡Ay de ese día que querrán no ver ni oír, pero les verá y les oirá;
porque no podrá sustraerse de su presencia, porque se hallará sujeto cual una estatua; y hay de él,
porque su horrorosa situación le hará sufrir los más atroces tormentos, en términos, que cada
minuto le parecerá un siglo, y sufrir el mil por uno de lo que habrá hecho sufrir a sus víctimas!
«Mi reino no es de este mundo dijo el grande Espíritu de Jesucristo.» Alentaos en esta
celestial máxima y podréis cortar todos los males que en sí traen los afanes de la vida.
UN ESPÍRITU AMIGO.
AL ESPIRITISMO
Salve, brillante luz, tú eres la aurora
y el sol de la verdad resplandeciente;
el ángel cuya espada vibradora
amaga del error la altiva frente;
la deidad inmortal y vencedora
que derribó a sus pies heroicamente
el fantasma que Muerte se ha llamado,
y al mundo tantos siglos ha espantado.
Tu antorcha de fulgor de rosa y oro
penetró en las sombrías catacumbas,
de sus misterios el glacial tesoro
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LA REVELACIÓN
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arrebatando a las calladas tumbas;
al son del eco mágico y sonoro
con que en las hondas bóvedas retumbas,
despiertan los cadáveres activos,
y al mundo se abalanzan de los vivos.
Tú das una magnifica esperanza,
al ser sacrificado al sufrimiento;
prometes dulce puerto de bonanza
a quien sufre tenaz remordimiento;
derramas en quien vive la confianza
de no quedar trocado en polvo y viento,
y elevarse al espacio indefinido
y abrazar a los seres que ha perdido.
Pruebas que aquellos seres adorados
se deslizan no vistos por doquiera,
y de la vil materia liberados
se enseñorean de la inmensa esfera;
que escuchan nuestros ayes angustiados,
que ven nuestra sonrisa placentera,
reciben nuestras tiernas oraciones,
y viven nuestra vida de afecciones.
Por ti el mortal profundo y reflexivo
sobre el astro más alto se levanta,
y admira desde allí contemplativo
flotante y negra inmensidad que encanta:
traspone aquella rápido y altivo
y ante otra nueva inmensidad se espanta,
y adivina su mente ya rendida
horizontes sin fin y sin medida.
Y en esos horizontes tenebrosos
ve revolar cien mundos sin sosiego,
cual pájaros gigantes y monstruosos,
que baten alas mil de luz y fuego;
que dejan tras su vuelo impetuosos
magníficas estelas, y que luego,
hundiéndose en abismos espantables
dan paso a nuevos mundos admirables.
Ve cruzar otros orbes solitarios
faltos de luz, agitación y vida,
cual espectros envueltos en sudarios,
o montanas de roca ennegrecida.
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LA REVELACIÓN
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Tal vez oye también los ecos varios
que exhalan tantos mundos en su huida,
y percibe tal vez a gran distancia
sus incógnitas auras y fragancia.
Quizá presencia absorto y aterrado
la catástrofe ronca de un planeta,
que desciende al abismo destrozado
cuando su vida sideral completa;
quizás admira luego embelesado
la explosión de un peñasco, que se agrieta,
y a la voz del Eterno bendecida,
rompe en vegetación, seres y vida.
Y en esa muchedumbre de hemisferios,
la mente pensadora y atrevida,
—hija feliz de Dios y sus misterios—
halla a la humana raza repartida;
de esas vivas esferas los imperios
le ofrecen una escala sin medida,
por la que todo ser va caminando,
y a la sublime perfección llegando.
Entonces el espíritu abandona
el mundo material en sombra oscura,
y de fulgor brillante se corona
raudo al volar hacia la gloria pura;
un torrente de cánticos pregona
el triunfo de la heroica criatura,
mientras que allá de la materia el caos
muge feroz entre oscilantes vahos.
Ve luego en mar de luz clara y serena
un sol de majestad tan refulgente,
que a la mirada más intensa, llena
de noche oscura y confusión latiente:
vividos rayos lanza en rica vena
en la región inmensa y esplendente,
simulando en sus fúlgidos diamantes,
un combate de soles centellantes.
Y el ser percibe ya su seno henchido
de inefable dulzura arrobadora,
y en éxtasis sublime embebecido
contempla la gran Causa creadora;
cantos exhala de sorpresa herido
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LA REVELACIÓN
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y de efusión y de entusiasmo llora,
y una serena y mágica armonía,
le dice: «Aquí está Dios, ánima pía.»
Y ese Dios, es el Dios esplendoroso
que de luz y de amor está formado,
y el inmenso universo portentoso
en sus alas abarca enamorado;
el gigantesco mundo pavoroso
y el ente más oscuro y olvidado,
juntos comparten el amante seno
de ese Dios inmortal y padre bueno.
Y en vano en la jornada un alma ciega
en el bosque del daño se extravía,
que al punto por mandato de Dios llega
un alma pura que hacia el bien le guía,
que a ningún hijo suyo Dios le niega
de la feliz perfección el día,
y a todos les concede entre albas nubes
las alas y el fulgor de los querubes.
¡Salve pues, oh doctrina salvadora,
que ofreces al mortal grandezas tantas!
salve pues, y permite que yo ahora
bese con efusión tus leyes santas;
y pues al cielo de la dicha mora
con tu sublime ciencia me levantas,
deja que yo tus excelencias cante,
y al cielo de mi musa te levante.
Hermanos, sobre él ara santa y pura
del amor que a esta idea consagramos,
la fervorosa y la solemne jura
de dedicarle nuestra vida hagamos;
ni atroz persecución ni cárcel dura
basten para que infieles nos rindamos,
y arrojando doquier germen fecundo,
lancemos a otro mar la nave-mundo.
SALVADOR SELLES.
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LA REVELACIÓN
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MISCELÁNEA
Prensa alicantina. —Agradecemos a nuestros compañeros en
la prensa El Municipio y El Constitucional, las simpáticas frases que nos
dedican con motivo de nuestra aparición.
Mucho sentimos no poder decir otro tanto de El Semanario Católico,
el cual, ni siquiera se ha dignado admitir el cambio. Nada nos extraña de
gente tan pura, y mucho menos al pensar que podían contaminarse.
¡Siempre tan…. cándidos!
El Espiritismo de Sevilla.—La acreditada y científica revista
de este nombre a la que se debe la publicación de muchos y muy buenos
comunicados de Ultratumba, como igualmente artículos doctrinales de
indisputable mérito, nos dedica en su último número un artículo
excesivamente lisonjero, en el cual se congratula de nuestra aparición en el
estadio de la prensa, y nos honra trasladando a sus columnas los últimos
párrafos del artículo de nuestro hermano el ferviente espiritista Salvador
Sellés, autorizándonos para la reproducción de sus trabajos.
Mucho nos complace el ofrecimiento de nuestro colega a quien
enviamos un fraternal abrazo, deseándole prosperidad en tan santa y
costosa empresa.
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Imprenta de Vicente Costa y compañía. —1872.
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Año I. Alicante 5 de Febrero de 1872. Num.3.
REVISTA ESPIRITISTA ALICANTINA
SECCIÓN DOCTRINAL
LA FE Y LA RAZÓN
Dos lumbreras de la inteligencia humana; dos astros esplendentes
colocados en nuestro ser por Suprema mano; han pretendido conducir a la
humanidad, salvándola de los escollos y reveses de esta vida de dolores y
sufrimientos, de expiaciones y de pruebas, al puerto de sus aspiraciones
constantes de sus eternos e innumerables destinos: la fe y la razón;
destellos de la divinidad, refulgentes luces del cielo que alienan a penetrar
los más apartados confines del mundo, que guían al hombre en todas las
necesidades morales que atraviesa, salvándole del turbulento mar de las
pasiones, cual faro que enseña al navegante en oscura noche el puerto de su
salvación; eternos luminares, hijas de nuestra inteligencia que, como el
águila se ciernen sobre los infinitos espacios, descubren los vastos
horizontes de la creación infinita, y estudiando nuestro ser nos señalan los
gigantescos mundos para nuestro perfeccionamiento y progreso: Sublime
herencia de la obra perfecta del Omnipotente.
La fe es un sentimiento innato en el hombre: en algunos más
desarrollados que en otros, según su mayor o menor perfeccionamiento. Es
una fuerza interna que nos mueve a descubrir y a investigar, poniendo en
ejercicio nuestra razón, que es la inteligencia en una de sus más perfectas
funciones.
La fe, para ser fuerte y robusta, es preciso que tenga una base sólida
e indestructible, y esta base es la razón. La que se opone a tan perfecta
base, porque teme a la reflexión y estudio, y se apoya en el error, perece;
pues éste se evapora al calor de la verdad que triunfa siempre de toda
impostura.
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Bajo el punto de vista religioso, es la que se tiene en los distintos
dogmas que constituyen las diversas religiones; pero estos dogmas
particulares, lejos de imponerse a la razón y escudarse tras de un santuario
donde prohíben penetrar la inteligencia indagatoria, debían robustecerse
bajo el amparo seguro de la razón de todos los tiempos; y sufrir las
modificaciones que la ilustración reclamare(1)
«pues la fe inalterable es
aquella que puede mirar frente a frente a la razón en todas las edades de la
humanidad.»
La fe, jamás debe imponerse a la razón, ni oponerse a la voluntad,
sería esto la abdicación de las grandes y bellísimas prerrogativas que elevan
al hombre sobre todos los demás seres y le hacen, cuanto más usa de ellas
más perfecto, y cuanto más perfecto más digno del Creador. Por lo demás,
esa fe que teme al estudio de cuanto dice que se ha de creer, cubre con
MISTERIOSO VELO cuanto afirma e impone, confiesa cuando menos, su
impotencia en demostrar la verdad en que dice se apoya.
La fe, es vigorosa, robusta, grande, digna y levantada, porque es la
que produce un convencimiento profundo, es la fe del Espiritismo, basada
en los hechos y en la razón, y apoyada sobre una base más fuerte y
poderosa, que es la justicia infinita y el poder infinito de la Divinidad. Es la
fe, que ha sabido sujetar el dolor y la muerte, y hundirlos en el no ser, como
negación de la vida eterna e imperecedera del espíritu. Es la fe que
incesantemente promete progreso, amor y felicidad, como premio de
acciones buenas y dignas, o procura el arrepentimiento y enmienda si son
reprochables, en vez de la eternidad de la pena y del castigo, o de la dicha y
recompensa.
Esta es la fe que nos guía y guiará siempre; por eso cada día mayor
es nuestro número de fervorosos adeptos: nosotros decimos; creed, sí, pero
sabed porqué; daos razón de vuestra creencia, y así será indestructible.
La fe de nuestra doctrina, lejos de rechazar la autoridad de la razón,
la reclama a cada momento, haciendo desaparecer ese antagonismo, cuyas
consecuencias funestas hemos sufrido por tanto tiempo, porque desviadas
de su importante y principal objeto, retardaban el progreso de la humanidad
y hacían lenta y pesada su marcha. La nueva ciencia establece la armonía
entre la fe y la razón. Por la primera, principio de la virtud, de esa sublime
emanación del cielo, conjunto de todas las grandes y levantadas
aspiraciones del hombre: seguimos el camino ameno que nos llevan nuestro
perfeccionamiento, donde nuestros espíritus rodeados de fúlgida aureola
presentirán la suprema vida, la suprema felicidad en la eterna e
imperecedera gloria de Dios; por la segunda, la duda que nos hundió en el
vacío donde no era posible resistir por más tiempo la vida, cede su paso al
1 Allan Kardec.
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convencimiento de una idea que nos fortalece y reanima; y el
indiferentismo que nos hizo olvidar de nosotros mismos suicidándonos
moralmente, sigue a la primera en su camino a sepultarse en el no ser; y la
refulgente luz de la verdad alumbra hoy todas las inteligencias, alienta
todos los corazones y vivifica todas las conciencias.
La fe, es el vehículo que lleva nuestras plegarias a las regiones donde
la justicia eterna mora, donde se anida el bien imperecedero a que aspira la
humanidad. Sin la fe no hay amor, ni esperanza, ni caridad posible. Con
ella todo existe, todo cuanto el hombre ha menester en su
perfeccionamiento para cumplir su elevada misión. ¡Qué ella nos aliente
siempre! Qué ella nos guie, que fortalecida por la razón de todos los
tiempos será nuestra única vanagloria; y cuando contemplemos el pasado,
sin conocimiento de nuestro ser ni de cuanto nos rodeaba; sumergidos en el
VACIO, faltos de luz, animación y vida: podamos volviendo a ti los ojos,
doctrina Espiritista, exclamar llenos de profunda veneración. ¡Bendita mil
veces seas, luz de la verdad que al mundo alumbras y regeneras.
Compendio sublime de la aspiración humana!
T. G. A.
Fácil es indicar el camino de la verdad, sencillo es mostrar a la
humanidad el sendero de luz y ciencia que conduce a la perfección: pero no
lo es tanto el apartar de esa misma Humanidad los vicios que corroen su
corazón, los males que minan sus cimientos, no es tan fácil separar de sus
fanáticos pechos las falsas ideas que la superstición y el oscurantismo han
depositado en la extraviada razón del hombre, como tampoco es fácil que el
ignorante idiota apruebe con propia convicción los adelantos que
constantemente se realizan. Y esto, que parece tan superficial, es
precisamente la causa de la formidable oposición y continua lucha
sostenida por los dos elementos más acentuados de la sociedad: el Progreso
y la Reacción: es como si dijéramos, la rémora constante que siempre se
opone a todo adelanto.
Cuando una institución se proclama, cuando una idea se levanta,
cuando un pensamiento sublime cruza por la imaginación del elemento
joven, del progreso, con el laudable fin de proporcionar a la sociedad los
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ventajosos efectos de sus resultados, entonces aparecen como fantasmas las
rancias ideas del oscurantismo, hijas tan solo de las viejas preocupaciones
de unos, sostenidas por la mala fe de otros, y la ignorancia de los más; y
entonces es cuando se verifica esa lucha de que antes hemos hecho
mención. Sócrates, Newton, Arístides. Platón, Franklin. Colón, Bohernave
y más que pudiéramos citar, son otros tantos testigos de esta verdad, son
otros tantos ilustres mártires de sus elevados pensamientos, que la sociedad
ingrata solo escuchó para ridiculizar. Obsérvese que esta estúpida y
sistemática oposición, se presenta a todos los adelantos que proclaman en
alta voz la perfección de que es susceptible la humanidad, ya sean mirados
aquellos bajo el punto de vista político, religioso o social: por manera, que
si consideramos esto mismo, no debemos extrañar la inicua guerra que con
ímprobos resaltados se está haciendo hoy al Espiritismo, estando esta
doctrina basada en la verdadera caridad y justicia, resumiendo en sí la
política más liberal, la religión más verdadera y la moral más sublime de
las hasta aquí conocidas.
No negaremos que la Iglesia, en su día, en su época, hiciera un
beneficio a la humanidad, dadas las circunstancias en que ésta se
encontraba al tiempo de proclamarse aquella, pero en la actualidad no
puede de ningún modo responder a las aspiraciones del hombre, si para ello
atendemos a la cultura y grado de civilización en que hoy se encuentra. Por
lo mismo, se comprende que la Religión, ese poderoso elemento de la
sociedad, no debe cerrar sus puertas a la civilización, no permanecer inerte
ante la indestructible ley del Progreso. La Religión empieza con el hombre,
progresa con él mismo y termina en Dios.
De aquí se deduce, que la humanidad, no satisfecha con lo que le
prometía la Iglesia católica, buscaba un más allá de que no se daba cuenta,
buscaba otra vida y otro mundo, pero sin materia. Y este más allá y otra
vida, es la que le presenta el Espiritismo, cuya síntesis vamos a exponer
aunque ligeramente.
El Espiritismo, es la pura emanación del Evangelio, separado de las
falsas interpretaciones hechas por algunos hombres en beneficio de sus
creencias particulares. En él todo es amor, todo verdad, todo virtud: se
funda en la revelación, en la razón natural y en la ciencia. Cree en un Dios
eterno, autor de cuanto existe, omnipotente, poderoso, sabio, inmutable,
verdadero, todo amor, bien, misericordia, bondad y justicia. Cree también
en Jesucristo como enviado de la Suprema causa en este mundo para
enseñarnos el bien, e inmolar en sacrificio su santa vida por amor a la
humanidad. Cree en el alma o espíritu, como ser verdadero, inmaterial,
libre, inteligente y eterno. Cree en un premio y un castigo moral, no
material como la Iglesia le pinta. Cree en la pluralidad de existencias y
mundos habitados, como sitios que Dios tiene destinados para nuestra
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perfección. Su doctrina no excluye a nadie del premio eterno, todos,
absolutamente todos, más o menos pronto, según sus acciones, llegarán a
gozar de las delicias que Dios nos reserva y que solo Él puede comprender.
Nuestro templo, es el universo; nuestros sacerdotes, todos los hombres
virtuosos que enseñen el bien; nuestro pontífice, Jesucristo; nuestro culto,
es la exclusiva adoración a Dios en espíritu y verdad, no en materia y en
mentira.
El Espiritismo, es la doctrina más noble y elevada que la humanidad
ha podido estudiar en las diferentes épocas de adelanto, todo en él es
grande, todo maravilloso, todo sorprendente, todo en fin, nos da a conocer
de una manera real y positiva la Poderosa mano del Ser imposible de
concebir por la humana inteligencia, del Ser cuya sabiduría no tiene límites,
cuya Omnipotencia no reconoce nada más allá.
El Espiritismo como síntesis del progreso tiende en fin a perfeccionar
al hombre y unirle con el indisoluble lazo de amor y caridad.
A. S. E.
ESPIRITISMO TEÓRICO ─ EXPERIMENTAL
FOTOGRAFÍA ESPIRITISTA
En la revista The mechanies magazine, que es uno de los periódicos
científicos más formales que se publican en Inglaterra, se han insertado en
diferentes fechas dos artículos relativos a la fotografía espiritista, y aunque
ha trascurrido ya cerca de tres años, sin embargo, creemos que nuestros
lectores nos agradecerán su publicación:
«El 17 de Setiembre de 1869, dice este periódico: Desde hace
algunas semanas se ha escrito mucho en varios periódicos de fotografía,
respecto al fotógrafo americano Mumler, el cual reproduce por medio de
fotografía, y desde algunos años ya, retratos de sombras de formas
humanas. Dice Mumler, que es fácil reproducir el retrato de un buen
espíritu, siempre y cuando éste sea simpático a la persona que se retrata;
pero como su procedimiento era desconocido para otros fotógrafos de New
York, le han acusado y procesado como embustero.
Sin embargo, se presentaron varios testigos muy respetables, entre
los que figuraba Mr. Livermore, banquero de New York, y que juraron que
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en presencia de ellos se han obtenido diferentes retratos que representaban
los rostros de sus parientes difuntos: y en vista de estas declaraciones,
Mumler ha sido reconocido como inocente. Resulta, pues, que es posible
producir retratos de los espíritus que eran amigos o parientes de las
personas que se retratan, y ciertos fotógrafos de Inglaterra pretenden haber
visto espíritus cuyas fisonomías eran bastante visibles y conocidas.
Algunos testigos aún complican más el hecho, sosteniendo que se han
efectuado retratos de espíritus, en presencia de Mumler, en talleres de otros
fotógrafos, sin que éste, ni el que se retrataba intervinieran en las
operaciones, ni tocasen a les productos químicos ni a los aparatos.
Sobre este punto explica el periódico British Journal of Photography
de un modo bastante curioso, publicando una carta de Mr. S. C. Hall, en la
que dice: «que ocho testigos, en un mismo momento, han visto en medio de
ellos el espíritu de una hermana difunta, sirviendo de médium Mr. Daniel
D. Home, y entre estos testigos figuraba el honorable Mr. Lindsay, el que
dice: «que el espíritu era visible durante dos minutos,» estaba de pié y se
veía tan claro, que cualquier fotógrafo hubiera podido producir un cliché.
En esta situación se encuentra Mumler, quien a todos ofrece producir
retratos aún en grandes tamaños, deseando someter su procedimiento a la
investigación de personas formales.
El 15 de Octubre del 1839, el periódico The mechanies magazine,
publica: «El periódico Ilustrated Photographer, hablando de los retratos de
los espíritus, dice: «que los producidos por Mumler presentan fisonomías
claras y distintas. Algunos de estos fueron examinados en Inglaterra por
tres peritos fotógrafos, y según informes de estos, uno de los retratos
presenta fisonomías conocidas y otros no. Uno de estos representaba a una
señora vestida de blanco, colocada de pié detrás de Mr. Livermore,
banquero de New York, teniendo delante de sí en una mano una maceta de
flores. El Mr. Livermore ha jurado que este retrato era de su mujer, que
algún tiempo atrás había muerto, y pretende que Mumler nunca la había
visto.
El mencionado retrato era el mismo que ha contribuido para declarar
inocente a Mumler de la acusación que pesaba sobre él. Una mala copia del
referido retrato se ha publicado en la Revista de fotografía, y prueba
bastante que no es de una persona cualquiera, producida por la
imaginación.
Observación.—Las leyes naturales conocidas hasta hoy, las que
rigen el mundo de los espíritus, no contradicen en nada la posibilidad de la
fotografía espiritista, al contrario, explican hasta cierto modo las
dificultades que se han notado en su producción. Todo espiritista sabe
perfectamente que los espíritus pueden hacerse visibles, sirviéndose de los
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fluidos que poseen los médiums, por consiguiente, si el fotógrafo o la
persona que se retrata están dotadas de esta facultad medianímica, el
espíritu se hará visible y los reactivos químicos en combinación de la luz
reproducirán su retrato sobre el cliché, como cualquier otro objeto.
Según la intensidad de los fluidos, la aparición puede ser más o
menos clara, y durar más o menos tiempo, lo que explica la pureza más o
menos grande de los retratos de espíritus producidos hasta hoy. Los
Médiums que poseen la facultad de hacer aparecer espíritus son raros: sin
embargo, existen en todas partes; muchas personas han tenido apariciones
pero a veces las han atribuido a su imaginación o bien a la casualidad, lo
cual no se explicaban, y por eso no les ha llamado la atención; es de desear,
pues, que particularmente estas personas ensayen de retratarse, mientras
evoquen a algún espíritu simpático, y quizás puedan obtener en España lo
que Mumler en América.
Ayudaría mucho el fotógrafo, o tercera persona, si tuvieran la
facultad medianímica necesaria, como también pueden aniquilar por
completo la de la persona que se retrata, haciendo la evocación, si tienen
fluidos contrarios, y un fotógrafo podrá obtener retratos de espíritus,
mientras que otros no producen nada.
L. K.
(Del Criterio Espiritista, de Madrid).
FOTOGRAFÍA ESPIRITISTA EN ALICANTE
Vamos a dar cuenta a nuestros lectores de un hecho digno de llamar
su atención, realizado el día 6 de Enero, en la fotografía de Mr. Planchard.
Cuando leímos el anterior artículo, concebimos la idea de hacer un
ensayo como en el mismo se nos aconseja, ansiosos de obtener, como
nuestros hermanos de América, el retrato de un espíritu.
Acordamos celebrar una reunión varios compañeros para obtener por
la evocación de un espíritu, las instrucciones necesarias. El día 5 del pasado
nos reunimos al efecto, y siguiendo los consejos que recibimos,
determinamos personarnos al día siguiente por la mañana en la citada
fotografía de Mr. Planchard.
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El espíritu que se comunicó nos dijo entre otras cosas lo siguiente:
«Todos los espiritistas son apropósito para obtener lo que deseáis: pero es
menester que se haga con muchísima fe la evocación al espíritu, en el
instante de estar enfocado, mejor sería que el espíritu que se evocara fuese
familiar o simpático, y que el que se retrate y el que cubra y descubra el
objetivo de la máquina sean médiums y de una misma facultad, pues esto
influye mucho en la armonía de los fluidos, si son simpáticos, os será fácil,
si por el contrario se repulsan, es más difícil y menos probable que
obtengáis buen resultado.»
El médium Juan Pérez, que no estaba enterado del caso, se le invitó a
que nos acompañase a la citada fotografía; enteramos al fotógrafo del
objeto que allí nos llevaba y accedió gustoso a nuestros experimentos. El
mencionado J. Pérez hizo primero una evocación en la misma galería y se
le presentó el espíritu de su padre, que, enterado del caso, deseaba salir
retratado junto con su hijo. Este, con gran contento, accedió y pasamos a
las pruebas. Breves instantes trascurrieron en ello, y cuando el fotógrafo
recogió la plancha y entraba en la cámara oscura, el que