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Reflexiones  sobre El origen del Magdaleniense y su contempora neidad con el Solutrense Final ha sido uno de los temas favoritos en la ingente labor investigadora llevada a cabo por el Dr. Jordá. Es éste un tema que,  en mi opinión, no está suficientemente ma duro ya que faltan por publicar muchas excavacio nes recientes que pueden aportar datos importantes sobre cuestiones climáticas, tipológicas y económi cas.  Sin embargo creo que no debo eludir mi obli gación de abordar este tema en un homenaje al Dr. Jordá y por ello, a pesar de nuestras limitacio nes actuales, vamos a arriesgarnos a plantear algu nas hipótesis, con la seguridad de que, si se leen, serán prontamente discutidas, pero de esta discu sión, en la que me apunto ya a participar, puede salir una luz que nos permita vislumbrar cómo se extinguió la cultura solutrense y apareció la mag daleniense. I. QUÉ ES LO MAGDALENIENSE L a historiografía tradicion al, que se haría cientí fica con Breuil, Cheynier o los Peyrony, se fijó principalmente en la evolución de la industria ósea de determinados yacimientos (Breuil en Placard o La Madaleine) o lítica de algunos otros (Cheynier en Badegoule), configurando así una sucesión de períodos que acabarían concretándose en las 6/7 etapas magdalenienses definidas en 1927 por el Abate Breuil. Ahora bien, no había un solo yaci miento bien excavado en el que se sucedieran es- tratigráficame nte las sei s etapas, siendo necesario empalmar varias cuevas o varios abrigos de un mis mo yacimiento. El propio Breuil, con un sincero criterio científico, confesaba los problemas de su el  origen del Magdaleniense PILAR UTRILLA MIRANDA Dpto. de Prehistoria Univer sidad de Zarag oza numeración al escribir en 1927 «Estas líneas ponen de relieve la complejidad de este per iodo y la exi s tencia cierta de  diferentes aspec tos de formación del  Magdaleniense  en  varias  provincias.  Resulta  por ello que nuestra numeración no tie ne, para los pe- riodos anteriores al Magdaleni ense V mas que un valor  relativo»  (Breuil-Saint Perier 1927:5). Nótese que el Abate no creía, por lo menos en 1927 cuando definió las subdivisiones del Magdalenien se ,  que una etapa fuera evolución de la anterior, existiendo variaciones según las provincias hasta la unificació n del Magdaleniense V. El error se plan teó cuando otros prehistoriadores sí creyeron a pies juntillas en la clasificación de Breuil y, forzando todo lo necesario las cl asificaciones tipológicas de sus yacimientos excavados, localizaron con mejor o peor suerte, una sucesión clara y sin problemas de las etapas magdalenienses, dentro de una evolución lineal y generalizada. Fue entonces cuando Breuil se convenció a sí mismo «de lo objetivo de su clasi ficación», más de lo que él esperaba, según confe sión del propio Abate (Breuil 1954:60). Evolucionis mo unidireccional y migracionismo Se formó así una corriente de opinión que in terpretaba el Magdaleniense como el resultado de una evolución lineal, irreversible y generalizada y, como tal, debía tener un origen único y una ex tensión por difusión a toda Europa y Asia, e inclu so hasta podría haber llegado a América. Un nuevo aspecto del problema se planteó cuando se trató de buscar la «patria originaria» del Magdaleniense. La localización geográfica tan pron to estuvo en Orienre como en Occidente: el propio Breuil propuso en 1912 un origen oriental, en Europa del Esre y Siberia. El Magdaleniense allí ZEPHYRVS,  XXXVII · XXXVIII, 1984 -8 5

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    Reflexiones sobre

    El origen del Magdaleniense y su contemporaneidad con el Solutrense Final ha sido uno de lostemas favoritos en la ingente labor investigadorallevada a cabo por el Dr. Jord. Es ste un temaque, en mi opinin, no est suficientemente maduro ya que faltan por publicar muchas excavaciones recientes que pueden aportar datos importantessobre cuestiones climticas, tipolgicas y econmicas.Sin embargo creo que no debo eludir mi obligacin de abordar este tema en un homenaje alDr. Jord y por ello, a pesar de nuestras limitaciones actuales, vamos a arriesgarnos a plantear algunas hiptesis, con la seguridad de que, si se leen,sern prontamente discutidas, pero de esta discusin, en la que me apunto ya a participar, puedesalir una luz que nos permita vislumbrar cmo seextingui la cultura solutrense y apareci la magdaleniense.

    I. QU ES LO MAGDALENIENSE

    La historiografa tradicional, que se hara cientfica con Breuil, Cheynier o los Peyrony, se fijprincipalmente en la evolucin de la industria seade determinados yacimientos (Breuil en Placard oLa Madaleine) o ltica de algunos otros (Cheynieren Badegoule), configurando as una sucesin deperodos que acabaran concretndose en las 6/7etapas magdalenienses definidas en 1927 por elAbate Breuil. Ahora bien, no haba un solo yacimiento bien excavado en el que se sucedieran es-tratigrficamente las seis etapas, siendo necesarioempalmar varias cuevas o varios abrigos de un mismo yacimiento. El propio Breuil, con un sincerocriterio cientfico, confesaba los problemas de su

    el origen del Magdaleniense

    PILAR UTRILLA MIRANDADpto. de PrehistoriaUniversidad de Zaragoza

    numeracin al escribir en 1927 Estas lneas ponende relieve la complejidad de este periodo y la existencia cierta de diferentes aspectos de formacindelMagdaleniense envariasprovincias.Resultaporello que nuestra numeracin no tiene, para los pe-riodos anteriores al Magdaleniense V mas que unvalorrelativo (Breuil-Saint Perier 1927:5). Nteseque el Abate no crea, por lo menos en 1927cuando defini las subdivisiones del Magdaleniense, que una etapa fuera evolucin de la anterior,existiendo variaciones segn las provincias hasta launificacin del Magdaleniense V. El error se plante cuando otros prehistoriadores s creyeron a piesjuntillas en la clasificacin de Breuil y, forzandotodo lo necesario las clasificaciones tipolgicas desus yacimientos excavados, localizaron con mejor opeor suerte, una sucesin clara y sin problemas delas etapas magdalenienses, dentro de una evolucinlineal y generalizada. Fue entonces cuando Breuilse convenci a s mismo de lo objetivo de su clasificacin, ms de lo que l esperaba, segn confesin del propio Abate (Breuil 1954:60).

    Evolucionismo unidireccional y migracionismoSe form as una corriente de opinin que in

    terpretaba el Magdaleniense como el resultado deuna evolucin lineal, irreversible y generalizada y,como tal, deba tener un origen nico y una extensin por difusin a toda Europa y Asia, e incluso hasta podra haber llegado a Amrica.Un nuevo aspecto del problema se plantecuando se trat de buscar la patria originaria delMagdaleniense. La localizacin geogrfica tan pronto estuvo en Orienre como en Occidente: el propioBreuil propuso en 1912 un origen oriental, enEuropa del Esre y Siberia. El Magdaleniense allZEPHYRVS, XXXVII XXXVIII, 19 84 -8 5

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    88 Pilar Utrilla Mirandaformado habra s ido trado a Europa Occidentalpor gentes nuevas que habran enseado las nuevastcnicas y decoraciones de los huesos trabajados.Para Breuil estaba muy claro que los primerosmagdalenienses no eran solutrenses evolucionados,ya que eran tan inhbiles en el arte de tallar y retocar el slex como sus predecesores eran excelentesen ello (Breuil 1912: 201). Cheynier por su parte(1939, 1965) sola hablar de la brural desaparicin o del fin del mundo solutrense. El propioBordes (1968) lleg a explicar esta desaparicin como producto de invasiones, guerras o epidemias.De este modo la l legada del magdaleniense no supona una mera difusin cultural s ino que se ad mita una migracin de grupos humanos portadores de la cultura... Para Cheynier (1965) los ma gdalenienses eran brbaros nrdicos que venandesde un lugar al Norte del Loira.

    Algunos aos ms tarde, en 1927, Breuil era yapartidario de un origen occidental: la formacindel Magdaleniense habra tenido lugar en el suelocntabro-aquitano y sus races estaran en las culturas iniciales del Paleoltico Superior y, concretamente, en el Auriaciense Final. No haba en estecaso aporte tnico de nuevas gentes, ya que elMagdaleniense se interpretaba como evolucin delAuriaciense, con el llamado episodio solutrenseque se incrustaba como una cua en la evolucingeneral del Paleoltico Superior.El Magdaleniense era, pues, autctono en elsuelo cntabro-aquitano pero seguira s iendo extendido mediante migraciones al resto de los paseseuropeos:La reparticin geogrfica de tal o cual motivodecorativo dara el grfico de los lmites extremosde las migraciones de caza de una poblacin dada(Breuil-Saint Perier 1927: 5).Se hablaba as de migraciones de renos en el

    Valle de la Vezre o desde el Pirineo hasta la Dor-doa y la Costa Cantbrica, las cuales arrasrrarantras s a los hombres magdalenienses y su cultura(Saint Perier 1920). Las idas y venidas de los animales que constituan la base de la dieta alimenticia del hombre magdaleniense (renos, bisontes ,

    mamuts en el Este) seran el principal medio dedifusin de una cultura, surgida bsicamente, as se crea, para facilitar la caza y la supervivencia delindividuo. En este sentido, Saint Perier haca hincapi en que los elementos de cultura material msextendidos eran precisamente las armas y, en general, los objetos de uso precario, mientras que lasobras de arte exentas o las armas decoradas permanecan en los grandes yacimientos que representaban el campamento base de habitat , casi todosellos en el Pirineo Francs.

    Poligenismo y autoctonismoAlgn tiempo despus, all por los aos sesenta, los prehistoriadores volvieron a sealar que el

    Magdaleniense no presentaba caracteres comunesen todos los lugares en los que se manifestaba yq u e , por lo tanto, no era uniforme ni unidireccional, ni generalizado a toda Europa. Las teoras sobre la evolucin interna del Magdaleniense comenzaron a tambalearse y se pas a hablar de muchosmagdalenienses distintos, disfrazados bajo los modernos conceptos de horizontes o facis .Y estas facis no tenan por qu ser sucesivas nievolutivas: podan ser perfectamente contemporneas e intercalarse aleatoriamente unas con otras.

    En i960 Sonneville-Bordes, en su Tesis Doctoralsobre el Paleoltico Superior del Perigord, no seatrevi a aplicar las teoras de F. Bordes sobre lasfacis musterienses a los primeros momentos delMagdaleniense. La reciente excavacin del yacimiento de Laugerie Haute, l levada a cabo por ellosmismos, le llev a mantener intacta la secuencia deun Magdaleniense I de raclettes , seguido de unMagdaleniense II de tr ingulos y un MagdalenienseIII ms diversificado. Sin embargo, Denise deSonneville-Bordes dio el primer paso hacia la des-mitificacin de los fsiles directores al sealar queen los dems yacimientos magdalenienses ni elMagdaleniense I (que podemos llamar ya facis deraclettes) ni el Magdaleniense II (facis de tringulos) tenan una base estratigrfica que corroborara su sucesin cronolgica y numrica. En todoslos yacimientos en los que haba sido detectado,

    1 J. Allain ha sido un o de los principales defensores de laexisrencia de facis contemporneas durante el Magdaleniense.Vase a tal efecto Allain 1983: 139 1976: 1319.

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    Reflexiones sobreel origen del Magdaleniense 89salvo en el cas,o de Laugerie Haute, era nivel nicoo se encontraba en yacimientos revueltos o sin secuencia estratigrfica clara. En nuestra opinin suposicin en un solo yacimiento, Laugerie Haute,no debe generalizarse, ya que sera equivalente aproponer una sucesin cronolgica para las cincofacis musterienses basndonos en un nico yacimiento como Pech de l A z o Le Moustier.

    De esta forma, tomando como modelo las distintas interpretaciones de las facis musterienses,podra hablarse de facis magdalenienses como exponentes de una distinta actividad industrial (escuela americana), como resultado de una tradicintecnolgica y tipolgica diferente (escuela de Burdeos) o simplemente ser producto de una diversificacin por reas geogrficas en las que la materiaprima condiciona fuertemente la forma y tamaode los utensilios.

    As, si se realizan cartas de distribucin de lasdistintas facis de los comienzos del Magdaleniense, se observa como el Badeguliense de raclettes serestringe al Macizo Central y la Vezre, el Magdaleniense de navetas a la regin del Jura, el llamadoMagdaleniense IV de prototipos de arpn al Pirineo Francs, el Magdaleniense de azagayas de seccin cuadrada a la Costa Cantbrica etc., aceptando colonizaciones, en algn caso, en yacimientossituados fuera de su rea de origen (por ejemploel Magdaleniense Medio de La Madaleine en laDordoa o el yacimiento de Marcamps, con navettes, en La Gironda).

    No parece probable pensar en baches demogrficos, por muerte o por migracin, que expliquenlos vacos culturales ya que stos no se limitan sloa yacimientos concretos sino que abarcan reas geogrficas muy extensas (Costa Cantbrica y Pirineospara las fases I y II). Por otra parte, tampoco seobserva un vaco estratigrfico en las secuencias delos yacimiento^: no hay un nivel estril que testimonie la desocupacin del yacimiento en el transcurso de los primeros momentos del Magdaleniense. As, en Altamira, por ejemplo, el SolutrenseFinal apareci en ntimo contacto con el llamadoMagdaleniense III, sin que, aparentemente, hubiera pasado un lapso de tiempo entre uno y otro.Por otro lado, tampoco las dataciones absolutaspermiten comprobar la existencia real y sucesiva delos seis perodos magdalenienses. Las fechas suelenencabalgarse unas sobre otras y todo ello en una

    duracin temporal muy corta, que no sobrepasa los4.000 aos para toda la secuencia magdaleniense.Ejemplos de disparidad de fechas pueden verse enla capa de Rond du Barry Polignac) o la de TitoBustillo, donde niveles con arpones muestra deconchas) han sido fechados en un 15.400 B.P., almismo tiempo que niveles atribuidos al Magdaleniense III han sido fechados en un 13.976 Par-pall), 13.970 (Laugerie Haute) o 13.840 (AbriDuruthy).

    Como explicacin a estos hechos hay que recurrir a las teoras poligenistas y autoctonistas: elMagdaleniense no surgir en un solo foco originario que irradie a toda Europa, sino que en cadarea geogrfica se producir una magdaleniza-cin, gradual o brusca, que, al transformar unsustrato cultural diferente, dar soluciones industriales tambin diferentes, determinand o aslasfacis magdalenienses.

    Ahora bien, en ocasiones esta magdalenizacines casi inapreciable. El Solutrense Superior de Altamira o de Cierro, por ejemplo, es casi idntico alMagdaleniense Inicial de su mismo yacimiento,tanto en su industria ltica como en la sea. AsCorchn seal en 1971 que durante el SolutrenseFinal se asista a la prdida de los tipos foliceos ya la microlitizacin general de la industria ltica,con una gran abundancia de piezas de retoqueabrupto. Al mismo tiempo, en la industria sea,apareca, junto a la azagaya con monobisel central,la de seccin cuadrada, tpica del MagdalenienseIII Cantbrico. Por su parte, Gonzlez Echegarayrealizar en el mismo ao el estudio estadstico delconjunto del material ltico de los niveles Solutrense Final y Magdaleniense Inicial de Altamira, dando como resultado ndices muy similares para ambos niveles del mismo yacimiento. En 1975 Strausampliar los ejemplos de la Costa Cantbrica enlos que se aprecia este fenmeno: en Cierro yCueto de la Mina, junto a una industria ltica semejante, aparecen puntas de seccin cuadrada tanto en el nivel Solutrense como en el Magdaleniensey slo la presencia de algn fsil director (una odos puntas solutrenses) determina la adscripcincultural de un nivel a un momento u otro. Porello se pregunta Straus si no sern Solutrenses sinpuntas algunos niveles magdalenienses y, a la inversa, podra tambin argumentarse si no sernmagdalenienses algunos niveles clasificados como

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    90 PilarUtrilla Mirandasolutrenses, interpretando como perduracin o recogida al azar la presencia de algn ejemplar vistosode punta solutrense2.En este sentido reflexionaba I. Barandiarn(1967: 430) sealando que cuando una pieza tpicaperdura, deja por ello de serlo. Los fsiles directoresson raros en la Costa Cantbrica, de tal modo quela ausencia de determinados estadios en una secuencia cultural puede no ser talsinosimple ausencia deelementos tpicos que noscertificaran en su carcter.No obstante, debemos sealar que la mezcla eidentidad de materiales solutrenses y magdalenien-ses podra explicarse por un proceso de crioturba-cin que, al parecer, tuvo lugar en los primeros momentos del Magdaleniense. Esta crioturbacin habra producido una serie de cuas en los niveles solutrenses que se introduciran en los niveles magda-lenienses superpuestos, mezclndose as sus materiales. Sin embargo, esto no explica la existencia demateriales comunes entre niveles separados por ungrueso estrato estril (Cueva del Castillo) o, en elcaso de Bolinkoba, la perduracin Noaillense en elMagdaleniense, cuando entre ambos niveles se encuentra un claro nivel solutrense.En resumen, cada regin, e incluso cada cueva,parece tener su propia tradicin, una tradicin quiz condicionada por su situacin, la cual determinar a su vez, la funcionalidad del yacimiento. Unacueva propicia para ser utilizada como cazadero, porejemplo, entregar en todos sus niveles del Paleoltico Superior, sean del perodo que sean, un fuerteporcentaje de tiles de caza (lticos u seos) y esteporcentaje de puntas y azagayas, por ejemplo, noresponder a una correlacin standard de ndices caractersticos de una etapa cultural. Slo la presenciade los hoy desmitificados fsiles directores permitira asegurar que estamos en presencia de un Magdaleniense.Pero cules son los fsiles directores generalesde un Magdaleniense Inicial? I. Barandiarn (1967:251) sealaba que El Magdaleniense vive en parte

    2 El caso del nivel 3 de la cueva de Las Caldas podra serel ms significarivo. La descripcin que del mismo realiza su excavadora (Corchen 1981: 230) lleva a pensar que se trata del msclaro nivel del Magdaleniense muy inicial (Badeguliense) de laCosta Cantbrica. En efecto, su posicin cronolgica en el iniciodel interestadio de Lascaux, sus caractersticas tipolgicas (frecuencia de raclettes, muy raras entre los ajuares cantbricos) ytecnolgicas (descenso brusco del lascado laminar y aumento de

    de tradiciones anteriores cuyos tipos hereda y transforma (toda clase de azagayas y punzones, bastonesperforados, varillas, esptulas y colgantes) y en parte crea formas nuevas (arpones, rodetes perforados),dando peculiarsima personalidad a elementos que,como la aguja y el propulsor, podan haber sido inventados en los estadios inmediatamente precedentes.Nos encontramos as que los elementos tpicosdel Magdaleniense (arpones, rodetes, contornos recortados) no aparecen hasta la llamada fase IV, detal modo que puede afirmarse que no existe un fsil director seo que defina exclusivamente las primeras etapas delMagdaleniense. La aparicin en Tito Bustillo de azagayas con monobisel en espigaasociadas a arpones del Magdaleniense Superior sera el ejemplo ms significativo.As las cosas, podemos preguntarnos hasta qupunto es correcto aplicar el trmino de magdaleniense a las facis de raclettes (Magd. I) y tringulos(Magd. II). En ningn yacimiento de estas facis(ni siquiera en Laugerie Haute) aparece asociadauna industria sea apreciable, hecho que parececontradictorio con la propia caracterizacin del Magdaleniense, basada en la eclosin del instrumentalseo.Para Allain (1976: 1317) en el caso de la facisde raclettes en tanto en cuanto la tipologa permanezca en la base de toda clasificacin prehistricaser imposible incluir en el trmino magdaleniensetal industria, debiendo mantenerse el trmino badeguliense acuado por Vacher y Vignard. Tresaos ms tarde, en 1979 y a propsito de la publicacin de Lascaux inconnu, Allain responder a lapregunta de cundo debe aplicarse el trminomagdaleniense: cuando el ndice de buril es superior al de raspador y predominan los buriles diedros; cuando las hojitas de dorso constituyen unaparte importante del utillaje; cuando hay agujas ycuando el desbaste del hueso se realiza por lo quel llama el rainurage o double sciage paealllle(Allain 1979: 116). Esta ltima caracterstica parecela cuarcita como materia prima) nos recuerdan descripciones deyacimientos badegulienses franceses, como el Abri Fritsch, en losque se prefieren las lascas a las lminas y se utilizan rocas durasincluso en regiones donde abunda el slex (Allain 1983: 137). Enel caso de Las Caldas 3 la existencia de dos puntas de cara planay su posicin estratigrfica sobre niveles del Solutrense Terminall leva a Corchn a mantenerlo dentro de esta cul tura.

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    Reflexiones sobre el origen del Magdaleniense 91ser fundamental en su caracterizacin del magdaleniense, eliminando, por tanto, de tal cultura a losbadegulienses del Abri Fritsch que desbastaban elhueso mediante percusin directa, pero aceptando,en cambio, a los fabricantes de la industria de lacueva de Lascaux.Existe pues una gran diversidad industrial en laetapa formativa del Magdaleniense pudiendo dis tinguirse una serie de facis que quedaran caracterizadas por determinados aspectos de su industria seao ltica. Veamos algunas de ellas.

    Lasfacis del Magdaleniense Inferior y Medio enFrancia

    a) facis del Magda leniense O:Atestiguada en Laugerie Haute 20, 20-18 y 18,en Cassegros 10, Abri Fritsch 5d y 6 y Badegoule 6.En definicin de Hemingway (1980: 233) se caracterizara por poseer pocas raclettes, por la ausencia orareza de microlitos y por la abundancia de burilestransversales sobre muesca y raspadores. A estos datos aade Allain (1976: 1316) la escasez de lminas,el desbaste del hueso por percusin y la existenciade agujas y algunas azagayas alargadas de bisel simple del tipo de Placard I.b) facis de raclettes:Atestiguada desde antiguo en mltiples yacimientos de la Dordoa (Laugerie Haute, JeanBlancs, Pech de la Boissiere, Badegoule...), de laCharente (Placard, Abri Ragout), del Loira (Beauregard, Gros Monts) lo ha s ido tambin recientemente en el Agenais (Cassegros 9) y SW de la Cuencade Pars (Abri Fritsch 5, 4 y 3). A raz de la excavacin de este lt imo yacimiento propuso Allain la hiptesis de que el epicentro de esta facis de raclettesse hubiera formado en el Macizo Central y se hubiera difundido en oleadas sucesivas, mestizndose

    progresivamente al contacto con culturas autctonas(Allain 1976: 1317). Hemingway, en cambio, rechaza duramente esta sugerencia en su Tesis Doctoral sobre el Magdaleniense Inicial en Francia (1980:234), lo cual supuso una rpida contrarrplica deAllain en 1983 (Allain 1983: 135-139). Sea cualfuere su origen, la caracterstica principal de esta facis no es discutida: la abundancia de raclettes,dentro de una industr ia con desbaste no laminarque prefiere la utilizacin de otras rocas duras como

    materia prima, incluso en terr itorios donde abundael slex. Esta facis sera sinnimo del trmino Bade-gouliense, acuado por Vacher y Vignard y popularizado por Cheynier , quien lo englobaba dentro desu protomagdaleniense. Equivaldra asimismo alMagdaleniense I de la secuencia de Laugerie Haute.

    c) facis de Lascaux:Tambin es Allain el inventor de este trminoque sera s innimo del Magdaleniense II de Laugerie Haute. Segn este autor (1979: 116) se caracterizara por el dominio del desbaste laminar, por elndice de buriles sobrepasando al de los raspadores,por el dominio de los buriles diedros, por unaumento del ndice de hojitas de dorso y tr ingulos

    escalenos y por la presencia en la industria sea deranuras y acanaladuras y la tcnica de desbaste delasta por el procedimiento del doble serrado paralelo . Segn Allain (1979: 116) el origen de esta facisse hallara en el Perigordiense VII (protomagdaleniense) de Laugerie Haute, reapareciendo a f inesdel Magdaleniense I del mismo yacimiento. Es estala primera facis que, en opinin de Allain, mereceel nombre de Magdaleniense, s i tundose estratigr-ficamente sobre el Magdaleniense I de raclettes enLaugerie Haute.d) facis de Placard I y II:Es el clsico Magdaleniense Inicial definido porBreuil en sucesivas publicaciones de principios de siglo (Breuil 1912, Breuil-Saint Perier 1927). Comocaractersticas definitorias de esta facis sealabaBreuil para Placard I las azagayas aplanadas con base de bisel convexo, apuntado o en lengeta, y surcado de trazos en espiga, o las gruesas azagayas circulares de base cnica o en bisel simple sin ranuras.Para Placard II sealaba Breuil la extincin delas azagayas aplanadas del momento anterior y laperduracin de las gruesas de base cnica con aparicin de las primeras ranuras (Breuil-Saint Perier1927: 4 y 5).e) facis meridional de l Magdaleniense III:Es este un trmino acuado por Breuil y SaintPerier (1927: 150) y define a un magdaleniense tpico de la zona pirenaica y cantbrica (de all elnombre de meridional) que se desarrolla en estas

    regiones simultneamente a las fases I y II de Pa-

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    92 Pilar Utrilla Mirandacard. Originado segn estos autores en las capas so-lutrenses que le subyacen en los Pirineos y CostaCantbrica y, en ltima instancia, en el Auriacien-se Final de estas regiones. Su caracterstica tipolgica lo constituyen las azagayas cnicas con bisel simple y largas ranuras, junto a una rica ornamentacinartstica en lminas de hueso. Esta sera la primeraindustria magdaleniense de la zona pirenaica, inmediatamente superpuesta a la solutrense, pero quepenetrar tardamente en la Charente donde aparecer por encima de la fase II de Placard y por cuyomotivo aparece en la secuencia generalizada delMagdaleniense con el nmero III.En la estratigrafa de Laugerie Haute (Peyrony1938) el Magdaleniense III de este yacimiento se caracteriza por las incisiones y acanaladuras y, msconcretamente, por las azagayas cortas de base enbisel simple con acanaladura dorsal o ventral y porla azagaya de seccin triangular o cuadrada con incisiones geomtricas.

    f) facis de navetas:Definido por Combler y Vuillemey en la grutade Arlay en el Jura (1976) y por Allain (1961) en laGarenne de Saint Marcel en Indre se caracteriza porla presencia de navetas, azagayas de seccin cuadrada decoradas y bastones flleos. A pesar de la

    ausencia de arpones y de las dataciones de C 14muy antiguas (15.320 y 15.770 B.P. para Arlay) losinvestigadores prefieren retrasar la cronologa de esta facis a un momento entre la oscilacin Boiling yel Dryas II, hacindola por tanto contemporneadel llamado Magdaleniense IV del Pirineo Francs(Desbrosse 1976: 1353). El foco principal de esta facis parece localizarse en la cuenca media del Rdano, en la regin del Jura: Arlay, Solutr, La Colom-bire, Farincourt, Grand Baume... con extensioneshacia el Oeste (Ara Garenne en Indre, Placard enCharente y Marcamps en Gironde) y hacia el Este(gruta Mascycka en Cracovia y Nova Dratenicka enMoravia).

    g) facis pirenaica del Magdaleniense IV:Conocida desde principios de siglo a travs delas excavaciones de Piette en el Pirineo Francs, fuedefinida, como las dems facies-fases magdalenien-ses, por el Abate Breuil (1912, 1927 principalmente). Se caracteriza por los prototipos de arpn, las

    varillas de decoracin curvilnea, los rodetes, loscontornos recortados, los bastones perforados bellamente esculpidos, etc. Este autntico magdaleniense parece haber surgido en el Pirineo Francs de lafacis meridional del Magdaleniense III, extendindose a otros yacimientos de la Dordoa (La Madeleine, Laugerie Basse) o de la Costa Cantbrica (Er-mittia, Paloma). No obstante, la mayor concentracin de yacimientos, por abundancia y riqueza demateriales, se enclavara en la zona pirenaica, encuevas tan importantes como Isturitz, las Espelun-gues de Arudy y de Lourdes, Gourdan, etc., ocupando la oscilacin templada de Boiling. (Fig. 1).

    Las facis del Magdaleniense Inferior y Medioen la Costa CantbricaNo nos extenderemos sobre este tema que yahemos tratado ampliamente en otras ocasiones(principalmente Utrilla 1981). En sntesis parecenexistir al menos las siguientes facis:a) un a facis de Rascao 5, caracterizada comoen Placard, por las puntas de seccin aplanada ymonobisel en espiga (Rascao, Ro, Paloma, bastnde Camargo).b) una facis de Castillo B, caracterizada porlas puntas de monobisel central y las ciervas de trazo estriado (Castillo, Altamira, Pasiega).c) un a facis de tipo Juy o, caracterizada por lapunta de seccin cuadrada y el predominio absolutodel raspador nucleiforme (Juyo, Cierro, Cueto de laMina Balmori, Rascao 4, Erralla, Ekain).d) un a facis del Pas Vasco caracterizada porla punta de seccin triangular y por la de monobiselmayor de 1/3 (Abauntz, Lumentxa, Santimamie,Bolinkoba).A estas quiz habra que aadir que la facisfrancesa de raclettes pudiera estar representada porel nivel 3 de Las Caldas y la de Lascaux de hojitasde dorso y escalenos muy dbilmente en los nivelesinferiores del Juyo Lloseta y Urtiaga F. (Fig. 2).Estas seran en sntesis algunas de las facis quehan sido publicadas en la bibliografa adscribibles alos primeros comienzos del Magdaleniense. Muchasde ellas son contemporneas, en otros casos (Placard, Laugerie Haute) son sucesivas, pero, por lo general, se encabalgan entre s, perdurando ms en algunas regiones y mestizndose en ocasiones unascon otras. As la facis de raclettes puede aparecer,en yacimientos como Jean Blancs, asociada a azaga-

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    Reflexiones sobre el origen del Magdaleniense 93yas con monobisel apuntado y seccin aplanada, tpicas de la facis de Placard I (Pyrony 1934); lasazagayas de monobisel central, tpicas del Solutrense Superior, aparecen en el Magdaleniense II (facisde Lascaux) de Laugerie Haute, al mismo tiempoque Laville y Texier (1972) demuestran sedimento-

    lgicamente que el Solutrense Superior de Malpases r igurosamente contemporneo al Magdaleniense Ide Laugerie Haute. Del mismo modo, las azagayasde seccin aplanada y monobisel apuntado aparecenen el Solutrense Superior con puntas de muesca deLaugerie Haute (Peyrony 1938: 46). Desde el punto

    M a g d a l e n i e n s e c o n a r p o n e s

    Fac i s den a v e t a s

    Facis deP l a c a r d I I I < >Facis deraclettes FacisMag. O Facismeridional Facis deLascaux

    M u s t . Q u i n a M . T . A .

    FIGURA 1. l Magd aleniense Inicial en FranciaEn t ringulo culturas creativasEn rectngulo facisTrazo continuo: posibles lneas evolutivasTrazo discontinuo: lneas evolutivas dudosas.

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    94 PilarUtrilla Miranda

    Magdaleniense con arpones

    Facis delMagd. Medio

    FIGURA 2. Los inicios del Magdaleniense en la Costa Cantbricade vista climtico-cronolgico seran contemporneas en el interestadio de Lascaux facis tan diversascomo Rascao 5 (facis de Placard I), Cassegros 9 yAbri Fritsch 5, 4 y 3 (facis de raclettes), Caldas 3(Solutrense Superior con raclettes) o Malpas I (Solutrense Superior).II. LA CUESTIN DEL ORIGEN

    Una vez definidas las facis y su diversidad veamos cul sera el posible origen para cada una deellas:3

    a) el origen auriaciense:Las ltimas fases del Auriaciense, y en particular el Auriaciense V, han podido ser la base de lasfacis magdalenienses definidas en Laugerie Hautecomo O y I. La similitud entre ambas etapas cul

    turales se manifestara en la industria ltica por unfuerte porcentaje de raspadores carenados, por lapresencia importante de raspadores y lminas auri-acienses y por un aumento inusitado de burilesnucleiformes y sobre muesca. En conjunto, el aspecto general de la industria es, en ambos perodos,tosco y de gran tamao, lo cual no impide la apari-3 Para una ms completa bibliografa sobre este tema vase Hemingway 1980: 227 y ss.

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    Reflexiones sobre el origen de l Magdaleniense 95cin de perfectas piezas laminares, las belles pices caractersticas del Auriaciense.En la industria sea son comunes las azagayas deseccin aplanada y base monobiselada en hueso(Auriaciense) o en cuerno (Magdaleniense), juntoa la decoracin en marcas de caza en los fustes yen espiga en los biseles de las azagayas.Se interpretaran como industrias con caracteresauriacoides en Francia la facis de raclettes de Ba-degoule o de Laugerie Haute y la facis de azagayasde seccin aplanada de Le Placard. En la Costa Cantbrica ofrecen un aspecto general auriacoide la facis de Rascao 5 (equivalente a la francesa de Placard) y la facis del Pas Vasco, semejante tanto porsu industria sea (Lumentxa) como lrica (Abauntz).

    b) el origen perigordiense:El perodo denominado en la historiografa Perigordiense VII o Protomagdaleniense, localizado enAbri Pataud y (por encima del Auriaciense V) enLaugerie Haute se caracteriza en su industria lticapor el dominio absoluto de la tcnica del dorso rebajado. Este perigordiense para algunos autores(Peyrony, Combier, Laplace) pudo dar origen al So-lutrense y para otros (Rigaud, Bordes) al Magdaleniense. En 1976 Rigaud concretaba las fases o facisque se interpretaran como herederas de este perigordiense: la II, III, V y VI.En la industria ltica prolifra la tcnica del dorso rebajado y aparecen las hojitas de dorso (truncadas o no) y los tringulos de las fases II, III y VI.Estn presentes las gravettes y microgravettes (muchas veces confundidas con las puntitas azilienses) ylas puntas pedunculadas (perigordiense de la FontRobert y magdaleniense de Teyjat). Al mismo tiempo estn ausentes las formas auriacienses: raspadores carenados y de hocico, lminas auriacienses ycon estrangulamiento.Se interpretan como industrias con caracteres pe-rigordienses las facis de tringulos y hojitas de dor

    so del Magdaleniense II y III (Cabrillat, Lascaux,Lachaud, Laugerie Haute, Saint Germain-la-Rivire)y tambin las industrias del Magdaleniense VI conla misma abundancia de tringulos y hojitas de dorso (Gare de la Couze). En la Costa Cantbrica Ur-4 Ntese sin embargo que esta ausencia de soluttensepuede ser consecuencia de fenmenos sedimentolgicos que espreciso tener en cuenta. En este sentido se pronuncia Marco dela Rasilla (1984: 170) cuando sugiere que una reactivacin crstica pudo acabar con los hipotticos niveles solutrenses que pudo

    tiaga F, Juyo inferior y Lloseta X presentan unaumento inusitado de los dorsos en sus hojitas.c) el origen solutrense:Ya hemos visto anteriormente que, en ocasiones,era muy difcil separar por estratigrafa o por tipologa industrial atribuidas al Solutrense Final o al Magdaleniense Inicial. En ambos casos la industria lticareflejaba una microlitizacin de los tipos, con presencia abundante de hojitas de dorso y escasez de puntas solutrenses tpicas. La industria sea, por su parte , presentaba en ambos perodos elementos caractersticos del Solutrense (azagaya de monobisel central)y del Magdaleniense (azagaya de seccin cuadrada).Al mismo tiempo la decoracin de omoplatos con cabezas de ciervas de trazo estriado se encontraba atestiguada por igual en el Solutrense (Altamira) y en elMagdaleniense (Castillo).De este modo podra interpretarse tambin como herencia solutrense (y en ltima instancia perigordiense, si aceptamos las teoras de Combier y La-place) la facis de hojitas de dorso del Magdaleniense II, la cual presenta, adems, en su industria seala azagaya de monobisel central (Laugerie Haute)entre sus escasas manifestaciones.Base solutrense tendra tambin la facis cantbrica de Castillo Beta, con omoplatos decorados concabezas de cierva y azagayas de monobisel central,

    y, como ms dudosas, las facis Juyo y meridionaldel Mag. Ill, con la caracterstica azagaya de seccincuadrada y el dominio absoluto del raspador nucleiforme.Sealemos como dato de inters que en todoslos yacimientos d e la C ostaCantbrica que se adscriben ala facis Castillo Beta existe un nivel Solutrense Final (Castillo, Altamira, Pasiega) y tambinlos yacimientos de las facis Juyo (excepto, curiosamente, el yacimiento pnimo): as Cueto de la Mina, Cierro, Balmori, o la misma Altamira, donde sefunden elementos de las facis Castillo y Juyo en elinterior de su Magdaleniense Inicial.Por el contrario los yacimientos con caracteresauriacoides de la Costa Cantbrica (Rascao5, Paloma, Ro) inauguran estratigrafas al iniciarsee lMagdaleniense^, arraigando al mismo tiempo concontener la cueva de Rascao. La cuestin est tambin en saberpor qu esta reactivacin afect slo a cuevas de esta facis (Ras-cao, Paloma) y no a ot ras prximas que han conservado ms omenos intactos sus niveles solut renses (San Romn de Candamo,Al tamira).

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    96 Pilar Utnlla Mirandagran fuerza y evolucionado hacia las fases con arpones en una gran densidad de niveles de ocupacin.En estas cuevas se obtiene la impresin de tratar conculturas o gentes nuevas, quiz venidas de Francia,y ajenas a la tradicin ltica y sea de la Costa Cantbrica. En este sentido los yacimientos auriacoi-des de la facis Rascao 5 son excepcionales (enparticular la Paloma) mientras que los yacimientosde la facisJuyo, adems de ser tan abundantes como el Solutrense de la Costa Cantbrica, presentanunos caracteres muy uniformes y generales para todos los yacimientos cantbricos de esta facis.

    d) la creacin magdaleniense:De todo lo antedicho parece desprenderse que

    el Magdaleniense no se articul en sus primeros momentos y facis como una etapa cultural original.No era ms que la adaptacin y evolucin de la industria ltica y sea de un sustrato anterior, ya seaauriaciense, perigordiense o solutrense. No existaalgo realmente nuevo que permitiera la diferenciacin de una etapa cultural. Era una poca de crisis en la transicin con continuos y repetidos ensayos tecnolgicos y decorativos. Existe, sin embargo,una facis a la que no hemos sabido encontrar precedente: el llamado Magdaleniense IV presente enLa Madeleine, Laugerie Basse y Pirineo Francs. Allaparecen nuevas formas seas (arpones, rodetes,

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    contornos recortados, varillas de decoracin curvilnea) que supondrn una autntica revolucin tecnolgica y artstica. Y no sera arriesgado paralelizaresta revolucin tipolgica con la gran eclosin delarte parietal, clasificado por Leroi Gourhan en suestilo IV Antiguo.Aqu s podra hablarse de gentes nuevas, porque nuevas son las concepciones artsticas. Y tambin (y por vez primera) podramos hablar con propiedad de reas culturales en el sentido de la escuela Histrico Cultural de Viena. La concentracin deyacimientos en el Pirineo Francs (Isturitz, Gour-dan, Marsoulas, Duruthy, grupos de Arudy y Lourdes) indicara su foco de origen, a pesar de queexistan ramificaciones importantes hasta la Dordoa(La Madeleine, Laugerie Basse) y la Costa Cantbrica (Ermittia, Paloma, Caldas).A partir de este momento podemos decir que seha creado realmente el Magdaleniense, y no tardaren producirse la difusin cultural del nico fsil director que sobrevive a toda crtica: el arpn, la graninvencin tipolgica que supondr la generalizacinde esta etapa cultural al iniciarse el MagdalenienseV.

    Zaragoza, 1 de octubre de 1984Departamento de Prehistoria de

    la Universidad de Zaragoza

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