R. Rodríguez_ Heidegger y La Crisis de La Modernidad

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Ramón Rodríguez, Heidegger y la crisis de la modernidad, Cincel, Madrid, 1987 2.3 El hecho de la comprensión del ser La trama conceptual elaborada por la metafísica prefigura la precomprensión desde la que se inicia todo preguntar: la metafísica opera como supuesto tácito en todo dirigirse interrogativo hacia lo ente, también en el trato mundano con lo ente. Y así el verdadero impulso de la filosofía no es intrafilosófico, sino que enraiza en el ámbito más original de la existencia: en su trato con las cosas y en su actividad de comprensión. Y la existencia se da pura y simplemente. Con ella un factum «de la comprensión común y corriente del ser». Esta precomprensión puede tomarse como punto de partida para la investigación ontológica de SuZatenerse al hecho (de la precomprensión del ser) sin precipitar sobre él la concepción tradicional, sino al contrario, “dejar ser” al hecho y, desde él, cribar la tradición» (p. 65). Ahora y por cuanto ser no es ente alguno, la investigación demandará «un modo propio de mostración» y una «una instrumentación conceptual propia» (SuZ, p.6). 2.4 La primacía de la existencia humana (Dasein) Se ha mostrado la precomprensión del ser como único origen posible de toda indagación acerca del ser. Ahora bien, esta precomprensión es un rasgo de un ente muy peculiar: el Dasein. A éste ente le es constitutiva una «referencia al ser», no como una simple propiedad sino como un señalado modo de ser. Veamos cómo: Las filosofías de la vida han mostrado a Heidegger lo específico de un modo de ser que no es la realización de una esencia universal, sino el «gestarse» o «realizarse» siempre ya a sí misma desde la contingencia y por medio de su referencia al ser. «El Dasein se comprende en su ser de modo más o menos expreso. A este ente le es peculiar el serle, con su ser y por su ser, abierto éste a él mismo. La comprensión de ser es ella misma una determinación esencial del Dasein. Lo ónticamente señalado del Dasein es que es ontológico» (SuZ, p. 12) Al serle cuestión su ser, el Dasein queda abierto a él: es el ente a través del cual puede dirigirse rectamente la pregunta ontológica. Es «el claro», el «ahí del ser». Este peculiar modo de ser del Dasein la llama Heidegger Existenz: existencia es el modo de ser (Seinsart) del Dasein, la estructura que hace posible ese «irle su ser».

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Ramón Rodríguez, Heidegger y la crisis de la modernidad, Cincel, Madrid, 1987

2.3 El hecho de la comprensión del ser

La trama conceptual elaborada por la metafísica prefigura la precomprensión desde la que se inicia todo preguntar: la metafísica opera como supuesto tácito en todo dirigirse interrogativo hacia lo ente, también en el trato mundano con lo ente. Y así el verdadero impulso de la filosofía no es intra­filosófico, sino que enraiza en el ámbito más original de la existencia: en su trato con las cosas y en su actividad de comprensión.

Y la existencia se da pura y simplemente. Con ella un factum «de la comprensión común y corriente del ser». Esta precomprensión puede tomarse como punto de partida para la investigación ontológica de SuZ: «atenerse al hecho (de la precomprensión del ser) sin precipitar sobre él la concepción tradicional, sino al contrario, “dejar ser” al hecho y, desde él, cribar la tradición» (p. 65).

Ahora y por cuanto ser no es ente alguno, la investigación demandará «un modo propio de mostración» y una «una instrumentación conceptual propia» (SuZ, p.6).

2.4 La primacía de la existencia humana (Dasein)

Se ha mostrado la precomprensión del ser como único origen posible de toda indagación acerca del ser. Ahora bien, esta precomprensión es un rasgo de un ente muy peculiar: el Dasein. A éste ente le es constitutiva una «referencia al ser», no como una simple propiedad sino como un señalado modo de ser. Veamos cómo:

Las filosofías de la vida han mostrado a Heidegger lo específico de un modo de ser que no es la realización de una esencia universal, sino el «gestarse» o «realizarse» siempre ya a sí misma desde la contingencia y por medio de su referencia al ser.

«El Dasein se comprende en su ser de modo más o menos expreso. A este ente le es peculiar el serle, con su ser y por su ser, abierto éste a él mismo. La comprensión de ser es ella misma una determinación esencial del Dasein. Lo ónticamente señalado del Dasein es que es ontológico» (SuZ, p. 12)

Al serle cuestión su ser, el Dasein queda abierto a él: es el ente a través del cual puede dirigirse rectamente la pregunta ontológica. Es «el claro», el «ahí del ser». Este peculiar modo de ser del Dasein la llama Heidegger Existenz: existencia es el modo de ser (Seinsart) del Dasein, la estructura que hace posible ese «irle su ser».

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2.5 La idea de una ontología fundamental

De lo dicho se extrae la necesidad de realizar una analítica de la existencia, que mostrará la estructura que hace posible esta referencia al ser, este abrirse. Así se esbozará el horizonte sobre el que podrá darse forma concreta a la pregunta que interroga por el sentido del ser.

Esta analítica existencial tiene, por tanto, la pretensión de elaborar un logos acerca del ser, y nunca una psicología, una antropología ni nada semejante a un discurso científico acerca del ente humano. Dasein no es «el Hombre», sino un señalado ente ontico­ontológico que es en el modo de la existencia, y la analítica existencial toma como asunto no las determinaciones ónticas del mismo sino la estructura que hace posible la referencia al ser, y por tanto «el ser­ahí en el hombre» (KPM).

4.1 El ser­en­el­mundo

Heidegger concreta el concepto formal de existencia en la idea «de ser­en­el­mundo». Pero la relación que esta noción mienta no presupone que Dasein y mundo se tomen como dos cosas separadas que luego quedan yuxtapuestas la una frente a la otra, o incluída la una en la otra.

Ser como infinitivo de «yo soy» significa «habitar cerca de», «estar familiarizado con» (SuZ p. 54) . El trato con las cosas tiene el carácter esencial de un «ocuparse de» (Besorgen) en múltiples sentidos, de los cuales el conocimiento es sólo uno, no el más originario. «No puede ser entonces un yo contrapuesto a un mundo, sino una estructura unitaria que contiene mi propio ser» (p. 95)

Heidegger entiende que la relación sujeto­objeto y la visión epistemologizante del trato con lo ente es resultado de una comprensión incompleta de la relación ser­en­el­mundo, que toma sólo el aspecto intencional: la actitud tematizante pone distancia con la cosa, interrumpe el trato (epoché) y la considera como cosa esencial, como «el ente que siempre es eso que él es» (§21). Este es el ente que es aprehendible por la matemática, que se pone para la certeza, haciendo posible la ciencia moderna. Pero no agota el sentido del ser.

La comprensión de la relación cognoscitiva comprende al hombre en lo que tiene de universal, de abstracto. Ahora bien, el existir humano es Jemeinigkeit, es lo más concreto, singular y siempre propio: la existencia es un «quién» y no un «qué».La analitica existencial se compone de tres momentos (que son analíticos y no ontológicos: son elementos de la existencia, co­pertenecen a un sólo fenómeno).

4.2 El mundo

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a) De las cosas al mundo (Welt)

Los parágrafos dedicados al análisis de la mundanidad son los más fenomenológicos de SuZ. De entrada, no consideraremos que el mundo conste de cosas (pues habríamos introducido el supuesto de la substancia inadvertidamente). Para no prejuzgar diremos sólo «entes intramundanos». ¿Cómo se nos muestran en nuestro «ocuparnos de» ellos? La filosofía griega llamaba prágmata a las cosas en tanto nos conducimos con ellas, y no en tanto estas nos hacen frente teóricamente.

Desde esta consideración los entes intramundanos aparecen como «útiles» (Zuege), y el mundo como «entorno» (Umwelt). El útil no puede darse en abstracto, sino que se inserta siempre en una totalidad de referencias: su ser es disponibilidad (Zuhandenheit), su estar­a­la­mano. Esta disponibilidad no aparece en el ente considerado teoréticamente. El zapato es zapato en el andar seguro. Y todo utilizar supone un comprender en el modo específico, «ver en torno» (Umsicht). Este modo de comprensión es más originario que el saber tético­enunciativo, ya que comprende su asunto antes de toda reflexión y se adecua perfectamente a su situación. Sólo cuando se interrumpe el trato con el útil puede éste aparecer como ante­los­ojos (Vorhandenheit), como algo dado para ser comprendido como cosa.

b) Concepto de mundo

Un determinado útil es siempre por relación a un conjunto de útiles, que refiere a una obra o actividad. Cada actividad remite a su para qué, y este a otro, así hasta topar con un «para qué» primario que ya no sirve a ninguna utilidad ulterior, aquello «por lo que» (Worumwillen) hacemos todo lo demás: la propia existencia, la posibilidad de ser. La totalidad de relaciones ensambladas, intrínsecamente referidas al Dasein y a las que éste permanentemente se refiere es el fenómeno de mundo. El mundo es la irrebasable condición de posibilidad de aparición de los entes, siempre dado a priori.

Se extraen dos consecuencias: a) que el mundo no tiene la misma estructura que las cosas, el mismo modo de ser que los útiles; no es un útil disponible, ni un género de útiles; es un existenciario, un elemento estructural de la existencia; y b) que el mundo se da como fenómeno; si los entes intramundanos se desvelan desde el mundo, éste debe estar siempre ya supuesto: el mundo se abre y abre el espacio en que lo ente aparece. La intencionalidad primaria no se refiere a objetos, sino a una totalidad trascendente de significado.

4.3 El «sujeto» de la cotidianidad

La estructura ser­en­el­mundo exige todavía aclarar dos cuestiones:

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a) cómo es la presencia de los otros

La noción de sujeto­isla está abocada al solipsismo. Sin embargo la noción de mundo aquí expuesta incorpora la posibilidad de explicar la intersubjetividad. El mundo es un mundo compartido. Mi subjetividad está derivada de la copertenencia al mundo con los otros (Mitsein) y no al revés. La presencia del otro como posibilidad es un existenciario. Mi trato con los otros no es Besorgen sino «preocuparse por» (Fürsorge).

b) «los otros» no tiene caracter personal

la realidad que se concede a lo público es de caracter impersonal y opera como punto de partida en toda comprensión: gozamos como se goza, leemos como se lee, etc.

La analitica existencial identifica el modo inauténtico de ser con el «se» impersonal, pues su función ontológica es encubrir, desfigurar el significado original del ser en el mundo. Entregada a la inmediatez del se, la existencia no puede referir al mundo como ámbito a priori de sus posibilidades y se interpreta a sí mismo desde las cosas. Esto es la «caída» (Verfallen).

4.4 El ser­en

Se trata ahora de dilucidar la ineludible referencia al mundo que impera en el «en» de la expresión «ser en el mundo». Heidegger encuentra tres existenciarios que ahora consideramos.

1) Encontrarse (Befindlichkeit)

Expresa la condición fáctica de la existencia. La existencia siempre está arrojada (Geworfenheit) a un determinado temple o ánimo (no sentimientos), que indica la entrega a la responsabilidad de existir.Esta circunstancia no se comprende como un estado de la subjetividad, sino que es previo a la subjetividad y al conocimiento, que han de entenderse desde el arrojamiento.

2) Comprensión (Verstehen).

Comprender no es, primariamente, un acto de conocimiento o intelección (ni siquiera el modo de conocer propio de las ciencias del espíritu, en la vieja polémica). Es un existenciario, una estructura de la existencia.

El Dasein ha de existir, ha de hacerse. Para ocuparse de ser, el Dasein ha de comprender sus posibilidades. Puede serlas porque las precomprende. El comprender existencial tiene el caracter que la existencia tiene como un permanente poder ser esto o aquéllo, de proyecto (Entwurf). Los comportamientos son siempre realización de posibilidades, y no meros hechos,

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no se articula desde el modo de la presencia sino como proyecto (con privilegio del futuro).

Esta noción de posibilidad no debe interpretarse como la realización de una esencia.

3) el habla (Rede)

Con Aristóteles, Heidegger entiende el logos como habla y ésta como esencialmente apofántica. Según lo visto, la existencia es apertura al mundo. Pues bien, el habla es indisociable de esta apertura. El habla es la articulación de la comprensibilidad y está ya en la base de la interpretación y el enunciado.

Tener sentido y poder ser dicho son en realidad la misma cosa. Si mundo es una totalidad de significaciones, entonces habla es el modo peculiar en el que este sentido queda estructurado para la comprensión del Dasein.

El habla no es el lenguaje. Al revés, el fundamento ontológico del lenguaje es el habla.