R Barnett Los Limites de La Competencia

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229 INVESTIGACIÓN BIBLIOTECOLÓGICA, Vol. 22, Núm. 46, septiembre/ diciembre, 2008, México, ISSN: 0187-358X. pp. 229-235 por Francisco Xavier González y Ortiz L os límites de la competencia. El conocimiento, la educación supe- rior y la sociedad, de Ronald Barnett, Barcelona 2001. Se habla mucho hoy (IX/2008) y en todos lados de estas cuatro cosas rela- cionándolas entre sí: el conocimiento, la educación superior, la sociedad y las competencias. Resalto por interés so- bre todo las competencias, el término menos importante de los que se men- cionan en el libro, pero del que más se habla. Es de hecho el eje alrededor del cual, en lugar de sólo girar, las otras cosas se intersectan a veces hacien- do incluso colusión; otras se atravie- san unas a otras, lo cual atrapa nuestro pensamiento y nos compromete en la reflexión. Quizá sea ésta la mayor vir- tud del libro, que nos informa y nos hace pensar. El vocablo competencias tal como se lo usa tiene más que ver con el inglés competence que con el vocablo español competencia cuya primera acepción consigna el Diccionario de la Lengua Española como: “Disputa o contienda BARNETT, RONALD. Los límites de la competencia. El conoci- miento, la educación superior y la sociedad, Barce- lona, 2001, Gedisa, 286 p.

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Educación Universitaria

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  • 229INVESTIGACIN BIBLIOTECOLGICA, Vol. 22, Nm. 46, septiembre/diciembre, 2008, Mxico, ISSN: 0187-358X. pp. 229-235

    por Francisco Xavier Gonzlez y Ortiz

    Los lmites de la competencia. El conocimiento, la educacin supe-rior y la sociedad, de Ronald Barnett, Barcelona 2001.

    Se habla mucho hoy (IX/2008) y en todos lados de estas cuatro cosas rela-cionndolas entre s: el conocimiento, la educacin superior, la sociedad y las competencias. Resalto por inters so-bre todo las competencias, el trmino menos importante de los que se men-cionan en el libro, pero del que ms se habla. Es de hecho el eje alrededor del cual, en lugar de slo girar, las otras cosas se intersectan a veces hacien-do incluso colusin; otras se atravie-san unas a otras, lo cual atrapa nuestro pensamiento y nos compromete en la reflexin. Quiz sea sta la mayor vir-tud del libro, que nos informa y nos hace pensar.

    El vocablo competencias tal como se lo usa tiene ms que ver con el ingls competence que con el vocablo espaol competencia cuya primera acepcin consigna el Diccionario de la Lengua Espaola como: Disputa o contienda

    BARNETT, RONALD. Los lmites de la competencia. El conoci-miento, la educacin superior y la sociedad, Barce-lona, 2001, Gedisa, 286 p.

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    -235 entre dos o ms sujetos sobre alguna

    cosa y como segunda: Oposicin o rivalidad entre dos o ms que aspiran a obtener la misma cosa, y slo en la cuarta acepcin aparece Aptitud o idoneidad que es el significado que se echa a jugar al hablar de competencias como se lo emplea en estos das que corren: en relacin con lo que los es-tudiantes de educacin superior de-beran saber al concluir sus estudios, pues se estara hablando de las habi-lidades o capacidades (competencias) que deben o deberan tener, en princi-pio, estos egresados de las universida-des e institutos de enseanza superior. Es en ese sentido como se vincula a las competencias con la educacin supe-rior, pues supuestamente los curricula o planes de estudio de nuestros estu-diantes deberan incluir todas las ca-pacidades, habilidades (y competen-cias) que son necesarias para actuar eficazmente en ste nuestro tan com-plejo, movido y difcil mundo de hoy. (Entre parntesis dir, que de hecho la palabra competence es una mala tra-duccin del ingls al espaol, que de-bi usar capacidad o habilidad en lu-gar de competencia, porque se dan unos cruces semnticos muy cuestio-nables).

    Pero no es gratuito el uso de com-petencias porque el trmino hace pen-sar en un mundo donde parece querer-se dar por hecho que competir es algo esencial para sta nuestra cultura oc-cidental, comandada por la visin del mundo norteamericana (que hoy, sin embargo, est derrumbndose parece

    que en ms de un sentido). Sin embar-go hay otros que, al contrario, consi-deran que hay demasiadas competen-cias (una economista del Instituto de Investigaciones Econmicas asegura en nuestra Gaceta UNAM, [29/IX/08] que la situacin de riesgo en la que es-t la produccin nacional de auto par-tes, se debe en parte al desempleo y el xodo de compaas transnacionales localizadas en el pas, a causa de la alta competitividad entre ellas... y tambin a que nuestro gobierno no hace nada). Con esta intromisin un tanto brus-ca quiero decir que no todo es acuer-do en cuanto a las competencias, ms bien podramos decir que hay mucha discusin al respecto.

    Hay quienes sostienen que, en efecto, un joven que ha pasado por una educacin superior de calidad tie-ne que ser competente (sin analizar los matices y acepciones de la palabra) queriendo decir que tiene que incluir en su comportamiento todo lo que se necesita para ser competente. Pero aqu es donde se ignoran las acepciones principales de competencia -en espa-ol- y se pasa a estar capacitado o bien habilitado para efectuar los trabajos, obras y tareas que requiere nuestra tan compleja sociedad. Quin podra estar en contra de eso? Pero lo difcil es ponerse de acuerdo en los trminos reales, en lo que verdaderamente sig-nifican los conceptos que se emplean.

    La mala traduccin de competences difumina las cosas en lugar de aclarar-las, pues se compite para ganar (para ga-narle al otro o a los otros competidores,

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    porque si no es as, entonces para qu competir?). Pero entonces lo que se cuela de modo sutil y sin decirse cla-ramente, es ya una participacin del mundo empresarial o comercial y esa nocin de que todos tenemos que ser competentes, y sobre todo quienes han cursado la educacin superior, que so-mos en este pas una mnima parte de la poblacin. Por desgracia asoma tambin con las competencias, una especie de todos contra todos, que en buena parte est caracterizando a nuestra sociedad, sobre todo en los momentos actuales por los que atra-viesa no slo nuestro Mxico, sino tambin una buena parte del mundo.

    Pero quien sale aqu perdiendo ms que nadie es la sociedad, porque lo que pasa a tercer o cuarto lugar es la solidaridad, que es quiz lo primero a lo que tendramos que recurrir en mo-mentos tan difciles como stos.

    Lo justo del libro de Barnett es tambin incluir el punto de vista que a este respecto tienen los empresarios, comerciantes, industriales y todos aquellos que comparten sus puntos de vista. Ellos les piden a las universi-dades que sus egresados sean compe-tentes, o estn bien capacitados, para enfrentar este internetizado mundo y las necesidades que nos plantea. Bar-nett enfrenta constantemente ante no-sotros estas perspectivas, visiones del mundo o ideologas, de modo que el lector pueda tener ambas visiones en cuenta. Y considera particularmente las definiciones sobre las competen-cias que tienen nuestras universidades

    y nuestras comunidades empresaria-les, pero aqu debemos recordar que el libro no trata de estas comunidades nuestras ni tampoco nuestras univer-sidades, sino las inglesas. Sin mantener presente este importante filtro podra-mos caer en no pocos errores de apre-ciacin y obtener ideas muy equivoca-das de nuestra lectura de este libro.

    Y es que el problema tiene muchas facetas. Naturalmente existe acuerdo en la idea de que las universidades tie-nen mucho que ver con nuestra educa-cin y con cmo le va al pas que pro-duce y otorga o imparte esa educacin, pero aqu es donde le llueven crticas a las universidades y a veces incluso se las quiere culpar de nuestros atrasos, fracasos y un largo etctera. Como si slo fueran ellas las responsables de todo lo que significa e implica la edu-cacin superior (incluidas preparato-rias y colegios de ciencias y humanida-des); es decir, como si sta no tuviera tambin una estrecha relacin con la escuela secundaria, y sta con la pri-maria, e incluso sta con la preprima-ria , y aun sta con todas y cada una de las familias que mandan a sus hijos a las escuelas; es decir, con la educa-cin familiar, que sigue siendo la ms importante de todas y la ms despro-tegida, lo que podemos constatar slo tomando en cuenta las estadsticas so-bre pobreza en nuestro pas. Slo tras este largo encadenamiento podramos preguntarnos realmente y sin reduc-cionismos qu es lo que puede estar sucediendo con nuestra educacin? y con las competencias.

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    -235 que hay muchos programas universita-

    rios que vienen trabajando desde hace mucho con la iniciativa privada a veces produciendo y otras comercializando y de muchas otras formas, y obtenien-do magnficos resultados, como nos lo recuerda a cada rato nuestra Gaceta y nuestros peridicos).

    Claro que aqu la principal pre-ocupacin es el conjunto de ideas y significados predominantes que debe-ran configurar la educacin superior, y que determinan nada ms y nada me-nos que las cambiantes relaciones en-tre la sociedad en su conjunto y la pro-pia educacin superior. Es aqu donde esos significados reciben importantes influencias que provienen del trfi-co entre las instituciones y la sociedad en general; es nuestra sociedad con-tempornea analizando los conceptos ms importantes de sus instituciones clave (Cf. p. 223). Y por eso tambin circulan, por una parte, conceptos co-mo consumidor, eficiencia, auditora y competencia, al lado del dominio de la disciplina, la transmisin adecua-da del conocimiento. Muchos de estos conceptos le importan a ambos secto-res, pero de maneras distintas. A lo largo de su libro, Barnett tanto sos-tiene una de estas posiciones como la otra, y los ejemplos lo hacen a uno pen-sar: ...los problemas se plantean cada vez ms a partir de situaciones de la vi-da real; es decir, el trabajo; estos en-foques

    ...prometen reducir los costos de la

    Educacin Superior [...y] uno de ellos

    Sin embargo a veces se sostiene de este modo parcial, que nuestras uni-versidades o nuestros sistema de edu-cacin superior no estn capacitando adecuadamente a nuestros estudian-tes; no los estn haciendo competen-tes. Intentemos darle a estas crticas una respuesta adecuada tomando en cuenta lo anterior y sin salirnos del contexto del libro de Barnett.

    Ya lo dijimos, y no podra ser de otro modo, la mayor parte de estas cr-ticas provienen sobre todo de los sec-tores comerciales y empresariales, a los cuales no debemos condenar sin ms por pedir que nuestros estudiantes salgan ms preparados de acuerdo con las necesidades que el propio pas est pidiendo o mostrando. Dos sectores, pues, se encuentran frente a frente: las universidades y sus argumentos, y los sectores empresariales y los suyos; y las competencias casi como esa educacin ideal que debera obtener todo aquel que pasa por las aulas de las institu-ciones de educacin superior. Alguien que debera salir de ah muy bien pre-parado para enfrentar casi cualquier situacin que pudiera presentarse en un mundo como el nuestro.

    Pero ah empiezan a surgir las dife-rencias porque nadie est de acuerdo en que la situacin actual es satisfac-toria. Tanto en Inglaterra como aqu y en otros lugares hay muchas cosas que no estn sucediendo como deberan, y estos dos sectores que venimos abor-dando no logran ponerse de acuerdo y alnean sus argumentos a uno y otro la-do. (Al mismo tiempo se hace evidente

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    la de la competencia operativa. Y que ambas ideologas son limitantes y ce-rradas y se rechazan: tanto la acadmi-ca (el intelecto, los conocimientos, la verdad, la objetividad y las disciplinas) como la operativa (las competencias, los resultados las habilidades y la capa-cidad de transferencia); la primera ce-rrada del lado de la cultura cognitiva, y la segunda cerrada en su estrecha rela-cin con la economa. Y su conclusin final es que lo que hace falta es una al-ternativa diferente que pasara por una nueva definicin de la educacin del ser humano, y por un replanteamiento de dnde estamos y una revisin de los lmites que nos hemos planteado, y del quebrantamiento de esos lmites por parte de una modernidad que ya tene-mos encima. (Cf. pp.15-16).

    Otra importante idea subyacen-te del autor dirigida a ambos secto-res: No slo tener una idea de las ori-llas, sino conocer o llegar al flujo de la corriente principal. Y como ejemplo nos dice que la educacin superior no puede prescindir de sus relaciones con el mercado laboral, a sabiendas de que estas relaciones no son simples. (Pero entre nosotros la educacin superior, y en particular la UNAM est entrando ms y ms en el mercado e incluso ocu-pamos un lugar destacado en cuanto a desarrollo en se y todos los sentidos. No parecera que necesitramos cam-bios en ese tenor, sino ms bien mucho ms apoyo por parte de nuestros go-biernos, que sin embargo nos regatean e incluso disminuyen nuestros presu-puestos).

    propugna el aprendizaje fuera de las

    instituciones [...] y el otro limita el pa-

    pel de las clases...;

    y tambin se considera ...el con-trol por parte de los pares [en el traba-jo] y el aprendizaje abierto.... Hoy

    ...el estado, el mercado y las institu-

    ciones econmicas de la sociedad

    moderna ejercen... una influencia di-

    recta sobre el carcter de la Educacin

    Superior, mientras que antes sta era

    indirecta.

    O nos muestra que no es lo mismo dictar un curso de tiempo completo en un campus, (como pasa en USA) versus un programa de tiempo parcial funda-do en el aprendizaje en el trabajo) (Cf. pp. 21 y 22 para todo esto).

    El autor nos recuerda que el cono-cimiento, la educacin superior y la so-ciedad interactan en muchos lugares y a diferentes alturas, y tambin sostie-ne que las ideas influyen

    ...sobre las prcticas de la educacin

    superior y ms generalmente sobre las

    cuestiones sociales, (Cf. p 15)

    como son tambin los curricula y la organizacin de nuestras univer-sidades (sin olvidar que nosotros no hemos alcanzado el nivel de desarro-llo de Inglaterra, pas del que habla Barnett). Pero sin embargo l sostiene que una ideologa, la de la competencia acadmica, est siendo desplazada por otra (en un movimiento dialctico)

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    -235 discurso y un conjunto de intereses. (

    Cf. p. 238).

    S claro, podemos preguntarnos si nuestras universidades poseen un carcter realmente educativo, y has-ta competente, puesto que la edu-cacin superior es una idea que cam-bia tenemos que tratar de localizar ese caudal social principal. Pero tal caudal est aqu constituido sin lugar a dudas por las mayoras empobrecidas, y ante eso cambian muchas cosas, y aunque ambos lados alientan, por ejemplo, la crtica, la transferencia del conoci-miento (enseanza), la apertura que debera tenerse hacia lo social, esto es algo que no logra concretarse. A es-tas alturas el asunto empieza a resul-tar menos estimulante y se convierte en otra cosa, y lo que gana mi inters es el planteamiento que hace Barnett de una solucin.

    El autor casi no deja de darnos de-finiciones opuestas entre la competen-cia operacional y la acadmica a lo lar-go de todo su libro, pero al final nos conmina a dar un salto en una direc-cin completamente otra; hacia al-go nuevo y que no signifique unir lo que de conjuntable podran tener las perspectivas analizadas sino una ter-cera cosa: una sociedad que aprende dice, aunque reconoce que todava no tenemos una educacin superior pa-ra una sociedad as. Qu es pues es-to que propone Barnett para mejorar la comprensin de se que el llama el mundo de la vida: una capacitacin prctica, de perspectivas mltiples,

    El autor nos hace ver ( a mi, cuan-do menos) que el mbito acadmico y el del mercado del trabajo, aunque ha-blan aparentemente de las mismas co-sas, como nos lo muestra l, en reali-dad no estn refirindose a lo mismo; y entonces escribe, por ejemplo aqu:

    Ciertamente la comprensin est pre-

    sente en el mundo corporativo, pero

    es una comprensin que se obtiene

    dentro de una estructura de poder y

    de xito. Lo que cuenta en cambio en

    el mundo acadmico es la ilustracin

    basada en la verdad (p. 234)

    Por otra parte Barnett sostiene que las disciplinas (la academia) son ms propensas a la cerrazn que los ele-mentos operacionales (las organiza-ciones empresariales), precisamente porque el elevado nivel de sistemati-cidad de las primeras tiende a la du-rabilidad e incluso a una inercia en su operacin, lo que no tiene el mundo empresarial al deber enfrentar los de-safos del mundo real, lo cual parece ser muy cierto. Lo que sin embargo tambin va quedando ms y ms claro es que la Academia requiere ms atri-butos y cualidades ticas que la Tcni-ca, y por eso sta puede parecer ms dispuesta a la apertura y la innovacin; es decir a

    La competencia, la habilidad, el know

    how, el lograr que las cosas se hagan,

    la tcnica, la eficacia, la operatividad:

    todo [lo cual] conforma una conste-

    lacin de conceptos que marcan un

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    est resquebrajndose en sus propios cimientos y mostrando una cara que pocos queran reconocer y que hoy se hace cada da ms evidente, y que sig-nifica una quiebra de ese sistema. Una manera de ser que nos serva como mo-delo y que nos era incluso exigida, de-ja casi sbitamente de funcionar (aun-que unos cuantos ya nos decan que se acercaba el infierno) y nos deja en el desamparo y sin saber muy bien hacia dnde debemos ir en lo sucesivo.

    Y entonces se pone en juego algo ms que debe trascender estos enfo-ques, como pide Barnett, lo que ha-ce falta es una nueva racionalidad que reencauce nuestras capacidades hacia el ser humano porque de otro modo nuestra realidad mexicana ya no se re-fleja por ninguna parte. Compartimos entonces el punto de vista de Barnett, el problema es empezar a labrar una brecha en esa direccin

    Digamos, por ltimo, que Barnett nos recuerda que Adorno y Horkhei-mer creen pesimistamente que la mo-dernidad y su nuevo orden represen-tan una concepcin empobrecida del ser humano...dominada por una racio-nalidad instrumental. (p. 20). Barnett apuntaba tambin a un verdadero de-sarrollo humano, ciertamente ideales y valores que est necesitando nuestro mundo moderno que ha mantenido a la mayor parte de la poblacin mun-dial al margen de sus beneficios, cuan-do lo que nos hace falta es una solida-ridad estructural y poltica.

    consensual y dialogstica cuyo objeti-vo es permitirnos manejar mejor nues-tras situaciones; es decir, por ejemplo, tener sensibilidad respecto de los de-ms, captar los valores en conflicto, apreciar estticamente las cosas, tener una preocupacin por el entorno...

    No es de ninguna manera poca co-sa lo que pide Barnett: una autntica preocupacin, filosfica por se que llamamos el otro, perspectiva que cambiara ciertamente la faz de esta Tierra tal como ahora la conocemos. Lo que propone Barnett es magnfico y muy respetable y yo apenas he toca-do unas cuantas cosas de todo lo que l dice y como l las dice. Y natural-mente se mueve en el campo de la uto-pa, pero es quiz hacia ah hacia don-de debemos apuntar para salir de este atolladero en el que, pese a todo, nos encontramos verdaderamente en los llamados pases en desarrollo.

    Por eso salta aqu de nuevo nuestra condicin real, nosotros somos un pas de bajo desarrollo, ya sea que nos com-paremos con los ingleses, va Barnett, o los hagamos con los norteamericanos como tendemos a hacer todo el tiem-po, y que nos provoca un sinnmero de problemas porque no somos iguales y no podemos compararnos con ellos. Y sin embargo queremos emularlos, por-que ellos han ido marcando lo que es el desarrollo, y olvidamos que nuestras necesidades y nuestra situacin son to-talmente distintas. Pero adems ahora (octubre del 2008) ese mundo tambin