Quiénes somos y que creemos

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Ministerio de enseñanza y discipulado Impreso en 2013 Por Horacio José Maldonado Quiénes somos y qué creemos Manifiesto de fe y doctrina Iglesia Pueblo de Dios Iglesia Bautista

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Ministerio de enseñanza y discipulado

Impreso en 2013

Por Horacio José Maldonado

Quiénes somos y qué creemos

Manifiesto de fe y doctrina

Iglesia Pueblo de Dios

Iglesia Bautista

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Como Iglesia Bautista toda nuestra labor y presencia está abocada a reafirmar en nuestra sociedad los principios y valores basados e inspirados en el Señor Jesucristo y su Palabra (las Sagradas Escrituras) fuente de toda vida, fe y justicia.

Deseamos compartir y convivir con toda la sociedad de acuerdo a lo establecido en la Declaración de Creencias y Prácticas aprobada por la Convención Evangélica Bautista Argentina en agosto de 1987.

Un Creyente bautista no pretende ser el único que mantiene alguna verdad pero es uno que sinceramente cree que la iglesia bautista es la iglesia más cercana a la enseñanza bíblica acerca de lo que una iglesia neo-testamentaria debe creer y practicar.

Los bautistas son un pueblo; tenemos una identidad histórica; tenemos una imagen histórica. Su continuidad es la más larga de cualquier grupo cristiano en la tierra. Sus doctrinas, principios y prácticas están arraigadas desde la edad apostólica. Sin embargo, no se debe confundir a los bautistas con los reformadores. Los reformadores querían reformar la Iglesia Católica Romana; mientras que los bautistas se oponían a esa iglesia porque no era una iglesia neo-testamentaria. El protestantismo se originó en la Reforma. El protestantismo es “protestar”, y protestar es algo negativo. El negativismo contiene dentro de sí mismo la semilla de su propia desintegración. Los bautistas no fueron reformadores; no fueron protestantes. En sus ideas y en su procedimiento los bautistas fueron positivos. La libertad de conciencia no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. La separación de la iglesia y el estado no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. La libertad religiosa no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. El bautismo del creyente no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. El bautismo por inmersión en agua, simbolizando la muerte, la sepultura y la resurrección del creyente con Cristo no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. La asamblea local, visible y autónoma con Cristo como su única Cabeza y la Biblia como su única regla de fe y práctica no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista.

Los reformadores no tuvieron ni visión ni espíritu evangelístico. Aun casi doscientos años después de los reformadores, las iglesias de la

Reforma no sintieron ninguna responsabilidad para llevar a cabo la Gran Comisión. (Nota: Por influencia del Calvinismo).

La evangelización del mundo (misiones) no es una doctrina de la Reforma; es una doctrina bautista. Según los bautistas, libertad religiosa es: “La libertad dada por Dios, de creer (conciencia) de adorar (culto) y de propagar (prensa, radio, etc.) la fe sin coerción gubernamental o interferencia clerical” (Anderson: 1987, p., 72).

“La libertad religiosa es de culto, conciencia, y proclamación de lo que creemos. Creemos que la libertad religiosa está arraigada en la naturaleza del hombre: él fue hecho libre aún ante Dios. Aquella libertad se ejercita en el contexto del orden social y debe estar gobernada y motivada por el amor cristiano. Esa libertad involucra la aceptación de la responsabilidad del discipulado cristiano; y ello implica que el ejercicio de la libertad demanda fe y sacrificio; humildad y fidelidad; inteligencia y celo” (Anderson: 1987, p., 77). Y por último, aquella libertad debe ser ejercida –y es solo tal- bajo la dirección del Espíritu Santo de Dios.

La Biblia, escrita por hombres inspirados por el Espíritu Santo, es la única norma de fe y práctica que reconocemos.

Creemos en la iglesia local, como un cuerpo autónomo que se somete al señorío de Cristo Jesús, donde cada miembro ejerce su sacerdocio espiritual.

Creemos en la autoridad espiritual de los pastores conjuntamente con el liderazgo y en armonía con la comunidad. De esta manera, todo miembro tiene el derecho y la responsabilidad de participar libremente en el ejercicio del gobierno congregacional que caracteriza a las iglesias bautistas.

El que capacita e instruye al creyente y a la iglesia para la adoración madura, la proclamación y toda forma de servicio al prójimo, es el Espíritu Santo de Dios. Su ministerio no es frívolo. Es gozoso, pero no es humorístico ni torpemente festivo. Su objetivo es guiar a los perdidos al arrepentimiento y a la fe, y conducir a todos los creyentes a la medida de la plenitud de la estatura de Cristo.

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Cada creyente es un sacerdote con acceso directo a Dios a través de Jesucristo, el sumo sacerdote, y con la responsabilidad de testificar acerca de Dios y de su voluntad ante el mundo. Los bautistas sostenemos que todos los que pertenecen a Cristo están debidamente equipados para el ministerio, con las obligaciones y responsabilidades que esto conlleva.

La iglesia bautista como comunidad de creyentes tiene la capacidad para gobernarse a sí misma y dirigir sus propios asuntos. La autonomía propicia la creatividad, imaginación, desarrollo y crecimiento de la comunidad bajo la dirección del Espíritu Santo

Creemos que los cultos son testimonio de Cristo y que deben conducirse dignamente y en orden, sin ningún tipo de manipulación, para lograr la conversión de los incrédulos y la edificación espiritual de los hermanos.

Los bautistas nos sujetamos a la Constitución y a las leyes del Estado y sostenemos que el gobierno no debe sostener financieramente ni interferir con las creencias religiosas y prácticas de personas o congregaciones.

Declaración de Creencias y Prácticas aprobada por la Convención Evangélica Bautista Argentina en agosto de 1987.

CREENCIAS Y PRÁCTICAS BAUTISTAS

A lo largo de la historia, los bautistas hemos estado siempre dispuestos a

declarar ante el mundo las doctrinas, principios y prácticas que nos identifican como tales. Consideramos conveniente volver a publicar esta declaración de creencias y prácticas aprobada el 15 de agosto de 1987 con el fin de contribuir a: 1. La instrucción de nuevos creyentes que deseen integrarse a nuestras congregaciones. 2. La educación de los fieles de nuestras iglesias sobre aquellos principios que nos distinguen de otros grupos religiosos.

3. La consolidación de una base para la cooperación y relaciones fraternales entre nuestras congregaciones. 4. La presentación de nuestra identidad ante personas interesadas en nuestras iglesias, ante los medios masivos de difusión y ante las autoridades civiles. 5. La difusión de aquellos principios bíblicos por los cuales creemos que toda persona debe ser guiada.

Las Sagradas Escrituras son la única norma de fe y práctica entre los bautistas. Las confesiones son solamente guías para su interpretación y no tienen autoridad alguna sobre la conciencia. Son declaraciones de convicciones religiosas, basadas en las Escrituras, pero no pueden ser usadas para impedir la libertad del pensamiento, reflexión e investigación.

I. DIOS Creemos en un solo Dios, vivo y verdadero, personal, espiritual e

inteligente. Es el Creador, Redentor, Preservador y Gobernador del universo. Dios es Señor de la historia en la cual revela su voluntad de salvar al hombre. A él debemos el más elevado amor, reverencia y obediencia. El Dios eterno e infinito se nos revela como Padre, Hijo y Espíritu Santo, con distintos atributos personales, pero sin división de naturaleza, esencia o existencia.

1. Dios el Padre

Creemos en Dios el Padre, quien reina con cuidado providencial sobre el universo y sus criaturas en el curso de la historia, de acuerdo con los propósitos de su gracia. Es Padre de aquellos que llegan a ser sus hijos mediante la fe en Cristo Jesús, y se muestra paternal en su actitud hacia todo ser humano. (Gén. 1:1, 2:7 - Ex. 3:14, 15; 6:2; 15:11; 20:1 - Lev. 22:2 - Dt. 6:4; 32:6 - 1º Cron. 29 :10 - Sal. 19 :1 - Is. 43 :3,15 ; 64 :8 - Jer. 10 :10 ; 17 :13 - Mt. 6.9 ; 7 :11 ; 23 :9 ; 28 :19 - Mr. 1 :9-11 - Jn. 4 :24 ; 5 :26 ; 14 :6-13 ; 17 :1-8 - Hch. 1:7 - Rom. 8 :14-15 -1º Cor. 8 :6 - Gál. 4:6 - Ef. 4:6 - Col. 1:5 - 1º Tim. 1:17 - Heb. 11:6; 12:9 - 1º Ped. 1.17 - 1ºJn. 5:7).

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2. Dios el Hijo

Creemos en Cristo Jesús, quien es el eterno hijo de Dios. En su encarnación Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo y nació de María virgen. Reveló y cumplió perfectamente la voluntad del Padre, asumiendo las necesidades y demandas de la naturaleza humana, identificándose completamente con la humanidad, pero sin pecado. Honró la ley divina por medio de su obediencia personal, y por su muerte en la cruz hizo posible la redención del pecado. Fue levantado de los muertos por el Padre, con un cuerpo glorificado, y apareció a sus discípulos como la misma persona que había estado con ellos antes de la crucifixión. Participando de las naturalezas divina y humana, ascendió al cielo y ahora está exaltado a la diestra de Dios como el único Mediador. En Él se efectúa la reconciliación entre Dios y el hombre. Mora en todos los creyentes como Señor vivo y omnipresente. Volverá con poder y gloria para juzgar al mundo y consumar su misión redentora. (Gén. 18:1 - Sal. 2:7 - Is. 7:14; 53:1-12 - Mt. 1:18-23; 3:17; 8:29; 11:27; 14:33; 16:16-27; 27:28; 28:1-6, 19 - Mr. 1:1; 3:11 - Lc. 1:35; 4.41; 22:70; 24:46 - Jn. 1:18,29; 10:30-38; 11:25-27; 12:44-50; 14:7-11; 16:15-16,28, 17:1-5,21-22; 20:1-20,28 - Hch. 1:9; 2:22-24; 7:55-56; 9:4-5,20 - Rom. 1:3-4; 3:23-26; 5:6-21; 8:1-3,34; 10.4 - 1º Cor. 1:30; 2:2; 8:6; 15:1-8, 24-28 - 2º Cor. 5:19-21 - Gál. 4.4- 5 - Ef. 1:20; 3.11; 4:7-10 - Fil. 2:5-11 - Col. 1:13-22; 2:9 - 1º Tes. 4.14-18 - 1º Tim. 2:5-6; 3:16 - Tito 2:13-14 - Heb. 1:1-3, 4:14-15, 7:14-28; 9.12-15, 24-28, 12.2; 13:8 - 1º Ped. 2:21-25; 3:22 - 1º Jn. 1:7-9; 3:2; 4:14-15; 5:9 - 2º Jn. 7-9 - Ap. 1:13-16; 5:9-14; 12:10-11; 13:8; 19:16).

3. Dios el Espíritu Santo

Creemos en el Espíritu Santo, ser Espiritual y Personal, la tercera persona de la divinidad, quién inspiró a hombres consagrados de la antigüedad a escribir las Escrituras. Por su iluminación capacita a toda persona para comprender su necesidad de salvación y la verdad del evangelio. Exalta a Cristo; convence del pecado, de justicia y de juicio. Llama a los hombres a la salvación y efectúa en ellos la regeneración. Mora en el hombre total desde el día en que éste aceptó a Cristo como Señor y Salvador.

El Espíritu Santo sella al creyente hasta el día de la redención final. Desarrolla el carácter cristiano; fortalece a los creyentes; y les reparte los dones espirituales con los cuales pueden servir a Dios. Su presencia en el cristianismo da la seguridad de que Dios lo conducirá a la plenitud de la estatura de Cristo. El Espíritu instruye y capacita al creyente y a la iglesia para la adoración, el evangelismo y el servicio. Bajo su imperio y dinamismo se mueve la iglesia, llevándole a cumplir el ministerio que se le ha conferido en el mundo. (Gén. 1:2 - Jue. 14:6 - Job. 26:13 - Sal. 51:11; 139:7 - Is. 61:1-3 - Joel 2:28-32 - Mt. 1:18; 3:16; 4:1; 12.28; 28:19 - Mr. 1:10-12 - Lc. 1:35; 4:1,18-19; 11:13; 12:12; 24:49 - Jn. 4:24; 14.16-17,26; 15:26; 16:7-14 - Hch. 1:8; 2:1-4, 38; 5:3; 6:3; 7:55; 8:17, 39; 10:44; 13:2; 15; 28; 16:6; 19:1-6 - Rom. 8:9-11, 14.16, 26:27; 1º Cor. 2:10-12;3:16; 12:3-11 - Gál. 4:6 - Ef. 1:13-14; 4.30; 5:18 - 1º Tes. 5:19 - 1º Tim. 3:16; 4.1)

II. LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Creemos que la Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados y es el registro de la revelación que Dios ha hecho de sí mismo al hombre. Es un perfecto tesoro de instrucción divina. Dios es su autor, la salvación es su fin y la verdad es su sustancia. Sin error alguno conduce a la sabiduría para salvación en Cristo Jesús. La Biblia revela los principios por los cuales Dios nos juzga. Por lo tanto es, y continuará siendo hasta el fin del mundo, el verdadero centro de la unidad de los cristianos y la regla suprema que prueba la conducta humana, los credos y las opiniones religiosas. La Biblia es la autoridad suprema en todo asunto de fe y debe ser interpretada a la luz de la persona de Cristo Jesús, bajo la guía del Espíritu Santo. (Ex. 24:4 - Dt. 4:1-2; 17:19 - Jos. 8:34 - Sal. 19:7-10; 119:11,89,105,140 - Is.34:16; 40:8 - Jer. 15:16; 36:1-32 - Mt. 5:17-18; 22:29 - Lc. 21:33; 24:44-46 - Jn.5:39; 16:13-15; 17.17 - Hch. 2:16; 17:11 - Rom. 15:4; 16:25-26 - 2º Tim. 3:15-17 - Hch. 1:1-2 - 1º Ped. 1:25 - 2º Ped. 1:19-21).

III. EL HOMBRE

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Creemos que Dios, por un acto especial, creó al hombre a su propia imagen; por lo mismo, el ser humano es la corona de la creación. El carácter sagrado de la personalidad humana es evidente: porque Dios creó al hombre a su propia imagen, porque Cristo murió por el hombre. Por lo tanto, cada hombre posee dignidad y merece el respeto y el amor cristiano.

Desde el principio el hombre fue investido de libre albedrío por su Creador y era inocente de pecado. Al hacer uso de su propia voluntad el hombre pecó contra Dios e introdujo el pecado en la humanidad. Siendo tentado por Satanás, el hombre transgredió el mandamiento de Dios y perdió su inocencia original; por esto, su posteridad heredó una naturaleza con tendencias a pecar y un medio ambiente corrompido por el pecado. Cuando el individuo comienza a realizar acción moral, se convierte en transgresor de la ley divina y merece la condenación. Solamente la gracia de Dios puede hacer que el hombre vuelva a estar en santa comunión con Dios, puede capacitarlo para asumir su responsabilidad delante de Dios. (Gén. 1:26:30; 2:5-7, 18-22; 9:6 - Sal. 1:1-6; 8:3-6; 32:1-5; 51:5 - Is. 6:5 - Jer.17:5 - Mt. 16:26 - Hch. 17:26-31 - Rom. 1:19-32; 3:10-18, 23; 5:6, 12, 19; 6.6; 7:14-25; 8:14-18,29 - 1º Cor. 1:21-31; 15:19, 21-22 - Ef. 2:1-22 - Col. 1:21, 22; 3:9-11).

IV. SALVACIÓN Creemos que la salvación comprende la redención integral del hombre. Es la

experiencia personal en la que el individuo es rescatado del dominio del pecado y es liberado para vivir según los propósitos de Dios en su vida. Se ofrece gratuitamente a todos aquellos que aceptan a Jesucristo como Señor y Salvador, quien con su propia sangre obtuvo la redención eterna para el creyente. La salvación abarca la regeneración, la santificación y la glorificación del ser humano.

a) La regeneración o el nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios por la cual los creyentes llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús. Es un cambio de vida que efectúa el Espíritu Santo, cuando el pecador bajo convicción de su pecado responde en arrepentimiento y la fe son inseparables experiencias de gracia. Por arrepentimiento la persona deshecha su pecado para abrazar la gracia de Dios. Por fe acepta a Jesucristo y entrega toda la

personalidad a él como Señor y Salvador. Recibe el perdón absoluto que Dios en su misericordia concede a todos los pecadores que se arrepienten y creen en Cristo. La justificación pone al creyente en una relación de paz y favor para con Dios, transformando la vida para reflejar los principios de su justicia.

b) La santificación comienza con la regeneración y es la experiencia mediante la cual el creyente es separado para cumplir los propósitos de Dios, y capacitado para progresar hacia la perfección moral y espiritual por la presencia y el poder del Espíritu Santo que mora en él. El crecimiento en gracia debe continuar durante toda la vida del creyente.

c) La glorificación es culminación de la salvación y es el estado bendito, final y permanente del redimido. (Gén. 3:15 - Ex. 3:14-17; 6:2-8 - Mt. 1:21; 4:17; 16:21; 27:22; 28:6 - Lc. 1:68-69; 2:28-32 - Jn. 1:11-14, 29; 3:3-21, 36; 5:24; 10:9, 28:29; 15;1-16; 17:17 - Hch. 2:21; 4.12; 15:11; 16:30-31; 20:22 - Rom. 1 :16-18 ; 2 :4 ; 3 :23-25 ; 4 :3-8 ; 5 :8-10 ; 6 :1-23 ; 8 :1-18,29,39 ; 10:9-10,13 ; 13 :11-14 - 1º Cor. 1 :18, 30 ; 5.10 ; 6 :19-20 - 2º Cor. 5 :17-20 - Gál. 2 :20 ; ; 3,13 ; 5 :22-25 ; 6 :15 - Ef. 1 :7; 2 :8-22 ; 4 :11-16 - Fil. 1:3; 2:12 - Col. 1:15-22; 3:1-4 - 1º Tes. 5:23-24 - 2º Tim. 1:12 - Tito 2:11-14 - Heb. 2:1-3; 5:8-9; 9:24-28; 11:1; 12:8, 14 - Sgo. 2:14-26 - 1º Ped. 1:2-23 - 1º Jn. 1:6; 2:11 - Ap. 3:20; 21:1; 22:5).

V. EL ALCANCE DE LA GRACIA DE DIOS Creemos que Dios en su misericordia infinita expresa su gracia para con

toda persona. Invita a todo aquel que invoca el nombre del Señor a recibir la salvación en Cristo Jesús. La obra de gracia de los redimidos es total, puesto que libera al creyente de todo dominio de Satanás, perdona sus pecados, transforma su carácter y posibilita su progreso hacia la madurez y santidad. Todos los verdaderos creyentes han de perseverar hasta el fin, ocupándose de su salvación con temor y temblor y confiando en Dios quien produce el deseo y la capacidad de cumplir su buena voluntad. Serán guardados por el poder de Dios mediante la fe que produce la salvación. (Gén. 12:1-3 - Ex. 19:5-8 - 1ºSam. 8:4-7; 19:22 - Is. 5:1-7 - Jer. 31:34 - Mt.16:18-19; 21:28-45; 24:13, 22, 31; 25:34 - Lc. 1:68-79; 2:29-32; 19:41-44; 24:44-48 - Jn. 1:12-14; 3:16; 5:24; 6:44, 45,65; 10:27-29; 15:16; 17:6,12,17,18 - Hch. 20:32 - Rom. 5:9-10; 8:28-29; 10:12-15; 11:5-7, 26-36 - 1ºCor. 1:1-2;15:24-28 - Ef. 1:4-23; 2:1-10; 3:1-11 - Fil. 2:12-13 -

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Col. 1:12-14 - 2º Tes. 2:3,14 - 1º Tim. 1:2, 10,12,19 - Heb. 2:1-4; 6:1-16; 11:39; 12:2 - 1º Ped. 1:2-5,13;2:4-10 - 1ºJn. 1:7-9; 2:19;3:2).

VI. EL REINO DE DIOS

Creemos que el reino de Dios representa su señorío particular sobre los hombres que voluntariamente lo reconocen como Rey. Además influye el efecto de su acción en la historia, la influencia para bien de aquellos que son obedientes, y su soberanía general sobre el universo. Particularmente el reino de Dios es el reino de la salvación, al cual los hombres entran mediante su entrega a Jesucristo, por medio de una fe semejante a la de un niño. Los cristianos deben orar y trabajar para que venga el reino, y para que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La plena consumación del reino se realizará cuando vuelva el Señor Jesucristo al fin de estos tiempos. (Gén. 1:1 - Is. 9:6,7 - Jer. 26:5,6 - Mt. 3:2; 4:8-10,23; 12:25-28; 13:1-52; 25:31-46; 26:29 - Mr. 1:14,15; 9:1 - Lc. 4:43; 8:1; 9:2; 12:31, 32; 17:20,21; 23:42 - Jn. 3:3; 18:36 - Hch. 1:6,7; 17:22-31 - Rom. 5:17; 8:19 - 1ºCor. 15:24-28 - Col. 1:18 - Heb. 11:10, 16; 12:28 - 1º Ped. 2:4-10; 4:13 - Ap. 1:6, 9;5:10; 11:15; capítulos 21 y 22).

VII. LA IGLESIA

Creemos que la iglesia como el cuerpo de Cristo incluye a todos los redimidos de todos los tiempos y en todo lugar.

Asimismo, una iglesia del Señor Jesucristo es un cuerpo local de creyentes bautizados sobre la base de su conversión, los cuales se unen voluntariamente en la fe y en la confraternidad del evangelio. Estos creyentes observan las dos ordenanzas de Cristo, el bautismo y la cena del Señor; enseñan y se someten a sus enseñanzas; se apoyan mutuamente en comunión cristiana y procuran anunciar el evangelio hasta lo último de la tierra. Son capacitados para ejercer los dones que Dios reparte en el seno del cuerpo de Cristo y realiza la obra del ministerio para la edificación de la iglesia, para hacer bien en el mundo y para cumplir con su misión universal. Cada iglesia es un cuerpo autónomo, que funciona bajo el señorío de Cristo Jesús. Por medio de un gobierno congregacional cada integrante, sujeto a la voluntad y guía del Espíritu Santo, participa libremente. Los miembros son igualmente responsables para el

ejercicio de su sacerdocio espiritual. (Mt. 16:15-19; 18:15-20 - Hch. 2:41-42, 47; 5:11-14; 6:3-6; 14:23-27; 15:1-30; 16:5; 20:28 - Rom. 1:7 - 1º Cor. 1:2; 3:16; 5:4-5; 7:17; 9:13-14; cap.12 - Ef.1:22-23; 2:19-22;3:8-11,21; 5:22-32 - Fil. 1:1 - Col. 1:18 - 1º Tim. 3:1-15; 4:14 - 1º Ped. 5:1-14 - Ap. 21:2-3).

VIII. LAS ORDENANZAS

Creemos que el bautismo cristiano es el acto de sumergir en agua al creyente, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu santo. Es un acto de obediencia, asumido voluntariamente por el creyente, que simboliza su fe en un Salvador que fue crucificado, sepultado y resucitado; la muerte del creyente al pecado, el sepultar la vieja vida y la resurrección de los muertos. Como una ordenanza de la iglesia, el bautismo es un requisito previo al derecho de gozar de los privilegios como miembro de la iglesia y participar en la cena del Señor. La cena del Señor es un acto conmemorativo y simbólico de obediencia por el cual los miembros de la iglesia, al participar del pan y de la copa, recuerdan la muerte del Redentor, afirman la unidad de los hermanos en el cuerpo de Cristo y anuncian su segunda venida. (Mt. 3:13-17; 26;26-30; 28:19-20 - Mr. 1:9-11; 14:22-26 - Lc. 3:21-22; 22:19-20 - Jn. 3:23 - Hch. 2:41-42; 8:35-39; 16:30-33; 20:7 - Rom. 6:3-5 - 1ºCor. 10:16, 21; 11:23-29 - Col. 2:12).

IX. LOS CULTOS Y LA ADORACIÓN

Creemos que el deber de cada creyente es adorar a Dios y darle gloria. Por la gracia los cristianos se dedican en su vida privada, familiar y colectiva a la adoración, la alabanza y el servicio de Dios como su culto racional. Esta adoración en espíritu y en verdad representa la honesta y libre búsqueda de comunión con Dios y no depende de ningún rito ni costumbre. La libre expresión en la adoración involucra elementos que predisponen a la congregación a dirigirse hacia Dios y rendirle culto digno, tales como: la lectura de las escrituras; el cantar himnos y canciones espirituales; el compartir testimonios; la oración en todos sus aspectos; la entrega de ofrendas y la predicación de la Palabra. Los cultos públicos y reuniones en las iglesias son a

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su vez testimonios de Cristo y por tanto deben conducirse dignamente y en orden para lograr la conversión de los incrédulos y la edificación de los hermanos. (Sal. 150 - Is. 56:6-7 - Jn. 4:21-24 - Rom. 12:1 - 1º Cor. 14:1-40; 16:1-2 - Ef.1:5-6)

X. EL DÍA DEL SEÑOR

El primer día de la semana es el día del Señor. Celebra la resurrección de Cristo de entre los muertos y debe ser dedicado al ejercicio de la adoración y a la devoción espiritual, tanto en público como en privado. Además es un día de descanso personal de las labores habituales. (Ex. 20:8-11 - Mt. 12:12; 18:1-7 - Mr. 2:27-28; 16:1-7 - Lc. 24:1-3, 33-36 - Jn.20:1 - Hch.20:7 - 1º Cor. 16:1-2 - Col. 2:16 - Ap. 1:10).

XI. EVANGELIZACIÓN Y MISIONES

Creemos que el Señor Jesús mandó a todos sus discípulos a hacer discípulos en todas las naciones. Entonces, a cada seguidor de Cristo y a cada iglesia del Señor Jesús le corresponde el deber y privilegio de extender el reino de Dios. Las enseñanzas de Cristo repetidamente señalan que todo creyente está bajo obligación de predicar las buenas nuevas de salvación en Jesucristo.

Al nacer de nuevo por el Santo Espíritu de Dios, se despierta también el amor hacia los demás. También la triste realidad de la humanidad sin esperanza y sin Dios hace urgente cumplir el mandato de Cristo. Por lo tanto, cada hijo de Dios debe tratar de ganar constantemente para Cristo a los perdidos. El cumplir la gran comisión de invitar a todo ser humano a aceptar a Cristo Jesús como Señor y Salvador merece todo esfuerzo personal, Exige la cooperación con otros creyentes, y urge la adopción de todo método que esté en armonía con el evangelio de Jesucristo. (Gén. 12:1-3 - Ex. 19:5-6 - Is. 6:1-8 - Mt. 9:37-38; 10:5-15; 13:18-30, 37-43; 16:19; 22:9-10; 24:14; 28:18-20 - Mr. 13:10 - Lc. 10:1-18; 24:46-53 - Jn. 14:11- 12; 15:7:8; 20:21 - Hch. 1:8; cap. 2; 8:26-40: 10:40-48: 13:2-3 - Rom. 1:14, 16-17; 10:13-15 - Ef. 3:1-11 - 1º Tes. 1:8 - 2º Tim. 4:5 - Heb. 2:1-3; 11:39; 12:2 - 1º Ped. 2:4-10 - Ap. 22:17).

XII: CONDUCTA CRISTIANA

Creemos que todo seguidor de Jesús debe buscar primero el reino de Dios y sus propósitos de justicia. En su vida particular como en sus relaciones sociales, vive bajo el mandato de expresar su fe por medio de su conducta. El creyente se compromete a un comportamiento de acuerdo con los más altos ideales cristianos. Será honesto en sus relaciones personales, recto en sus negocios y diligente en cumplir sus compromisos, dedicándose a hacer el bien en todo momento y lugar. Se opone, en el espíritu de Cristo, a toda forma de codicia, egoísmo y vicio. Tiene la responsabilidad de expresar siempre el amor hacia sus hermanos, y andar como es digno del evangelio en el mundo, haciendo la paz, viviendo rectamente, procurando la justicia y haciendo bien. (Gén. 14:20; 18:19 - Lv. 7:30-32 - Dt. 8:18 - Sal. 37:16-17 - Os. 14:9 – Amós 5:14-15 - Miq. 9:6-8 - Hab. 2:4 - Mt. 5:9, 33-37 - Lc. 3:10-14 - Jn. 13:34-35 - Rom. 1:14-15; 13:8 - Fil. 1:27; 4:8; 10,19 - Heb. 4:12-13 - Sgo. 2:14-18).

XIII. MAYORDOMÍA CRISTIANA

Creemos que Dios es la fuente de toda bendición material y espiritual. Todo lo que tenemos se lo debemos solamente a él. Por tanto, el cristiano está comprometido a servir a Dios con su tiempo, sus talentos y posesiones materiales para honrar a Dios y ayudar a otros.

La iglesia debe sostenerse por las ofrendas voluntarias de sus miembros. Los Cristianos deben contribuir con alegría y en forma regular mediante sus diezmos y ofrendas para la extensión del reino de Dios, para el sostén de ministerios de la iglesia, y para las necesidades de los pobres. (Dt. 16:19-20; 25:15 - Mal. 3:8-12 - Mt. 6:1-4, 19:21; 23:23; 25:14-29 - Lc.12:16-21, 42; 16:1-13 - Hch. 2:44-47 - Rom. 6 :6-22 ; 12 :18 - 1º Cor. 4:1-2; 6:19-20; 16:1-4 - 2º Cor. 8:9,12,15 - 1º Ped. 1:18-19).

XIV. EL CRISTIANISMO Y LA IGLESIA

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Creemos que en una iglesia los cristianos deben amarse mutuamente, soportarse en las pruebas, y ayudarse tanto en lo espiritual como en lo material. Es la responsabilidad de cada creyente procurar vivir un amor fraternal con sus hermanos. Cuando surgen conflictos debe buscar la reconciliación y pedir perdón.

Cuando alguno se aparta del camino del Señor, es el deber de los demás amonestarle con el fin de llevarle una vez más al compañerismo íntimo. De no alcanzar este propósito, y una vez agotados todos los pasos bíblicos, la iglesia debiera separar de su seno a tal persona. Toda disciplina tiene un fin redentor y la iglesia debe guardar el anhelo de que sus medidas restauren a tal hermano. La iglesia está plenamente facultada para ejercer la disciplina y no debería acudir al poder civil para resolver asuntos espirituales. (Mt. 5:22-24; 6:14-15; 7:1-2; 18.15-22 - Jn. 13:34-35 - Hch. 2.1, 46-47; 5:42 - 1º Cor. 1:10; 5:3-5, 11:13; 6.1-8; 12:13 - 2º Cor. 5:17-19 - Gál. 6:1-2 - Ef. 4:1-6 - Fil. 4:2-3 - Heb. 3:13; 12:14 - Sgo. 4:11-12; 5:19-20 - 1º Jn. 2:7-11; 4:7-9).

XV. EL CRISTIANO Y LA SOCIEDAD

Creemos que todo cristiano está llamado a hacer que la voluntad de Cristo sea soberana en su propia vida en la sociedad humana. Su salvación repercute en el mundo en que se vive: influencia a sus familiares y amigos; procura la transformación del contexto que lo rodea; y promueve el bienestar de la sociedad en general.

Viviendo en el mundo aunque sin ser del mundo, los redimidos luchan por la justicia en sus relaciones personales y en las estructuras de la sociedad. Deben trabajar a fin de proveer para sus propias necesidades y las de su familia, como también las de los huérfanos, los necesitados, los ancianos, los indefensos y los enfermos. Someten su participación en los negocios, la industria, el gobierno y la sociedad a los principios bíblicos de justicia, verdad y amor fraternal. Para el logro de estos fines los cristianos debieran mostrar su disposición a colaborar con todos los hombres de buena voluntad en toda causa que contribuya a procurar el bien común, siendo siempre cuidadosos de actuar en el espíritu de amor sin abandonar su lealtad a Cristo y su verdad.

(Ex. 20:3-17 - Lv. 6:2-5 - Dt. 10:12; 27:17 - Sal. 101:5 - Pr. 1:5-11 - Mi. 6:8 - Zac. 8:16 - Mt. 5:13-16, 43-48; 22:36-40; 25:35 - Mr. 1:29-34; 2:3-5; 10:21 - Lc. 4:18-21; 10:27-37, 20-25 - Jn. 15.12; 17:15 - Rom. 12:14 - 1º Cor. 5.9-10; 6:1-7; 7:20-24; 10:23, 11:1 - Gál. 3:26-28 - Ef. 6:5-9 - col. 3:12-17 - 1º Tes. 3:12 - Filemón: completo - Sgo. 1:27; 2:8).

XVI. LA LIBERTAD DE RELIGIÓN

Creemos que solamente Dios como Señor es el único Soberano Absoluto sobre la conciencia humana, la que por tal razón está libre de cualquier imposición de las doctrinas y de los mandamientos de los hombres. Todo individuo como un ser creado a la imagen divina es competente para responder a Dios en forma directa, sin que ninguna autoridad humana usurpe la responsabilidad de la persona delante de Dios.

El gobierno civil es ordenado por Dios, y el cristiano le debe obediencia en todas las cosas que no sean contrarias a la verdad revelada por Dios. La iglesia y el estado deben estar separados. La iglesia no debe recurrir al poder civil para realizar su obra. El estado debe respetar a toda iglesia y garantizarle libertad sin impedimentos para ejercer su culto y proseguir fines espirituales. Al conocer esta libertad, el estado no debe favorecer ningún grupo eclesiástico. El estado no tiene derecho a imponer castigos por opiniones religiosas de ninguna clase, ni contribuciones para el sustento de ninguna religión.

El ideal cristiano es una iglesia libre en un estado libre. Toda persona tiene derecho de libre acceso a Dios y de formular y propagar opiniones religiosas sin impedimento de parte del poder civil ni favorecer la enseñanza de un credo religioso determinado en la educación pública. (Gén. 1:27; 2:7 - Mt. 6:6-7, 24; 16:26; 22:21 - Jn. 8:36 - Hch. 4:19-20 - Rom. 6:1; 13:1-7 - Gál. 5:1 - Fil. 3:20 - 1º Tim. 2:1-2 - Sant. 4:12 - 1º Ped. 2:12-17; 3:11-17; 4:12-19).

XVII. LAS ÚLTIMAS COSAS

Creemos que Dios, a su tiempo y a su manera, conducirá el mundo a su fin. De acuerdo con su promesa, Jesucristo volverá al mundo en forma personal,

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visible y gloriosa. Los muertos serán resucitados y Cristo juzgará a los hombres con justicia. Los impíos serán destinados al infierno, el lugar de castigo eterno. Los justos, con cuerpos resucitados y glorificados, recibirán su recompensa y morarán eternamente en el cielo con su Señor. (Is. 2:4; 11:9 - Mt. 16:27; 18:8-9; 19:28; 24:27, 30,36,44; 25:31-46; 26:64 - Mr.8:38; 9:43-48; 13:32 - Luc. 12:40, 48; 16:19-26; 17:22-37; 21:27-28 - Jn. 14:1-3 - Hch. 1:11; 17:31 - Rom.14:10 - 1º Cor. 4.5; 15:24-28, 35-38 - 2º Cor. 5:10 - Fil.3:20-21 - Col. 1:5; 3:4 - 1º Tes. 4:14-18; 5:1 - 2º Tes. 1:7 - 1º Tim. 6:14 - 2ºTim. 4:1-8 - Tito 2:13 - Heb. 9:27-28 - Sgo. 5:8 - 2º Ped. 3:7 - 1º Jn. 2:28; 3:2 - Judas 14 - Ap. 1:18; 20:1; 22:13).

Pacto de Lausana INTRODUCCION

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo, provenientes de más de 150 naciones, que hemos participado en el Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial en Lausana, alabamos a Dios por Su gran salvación y nos regocijamos en la comunión que nos ha dado consigo mismo y del uno para con el otro. Impulsados al arrepentimiento por nuestros fracasos, y desafiados por la inconclusa tarea de la evangelización, nos sentimos profundamente conmovidos por las cosas que Dios está haciendo en nuestros días.

Creemos que el Evangelio es la buena nueva de Dios para todo el mundo, y por Su gracia, estamos decididos a obedecer la comisión de Cristo, de proclamarla a toda la humanidad, y hacer discípulos de todas las naciones. Deseamos, por lo tanto, afirmar nuestra fe y nuestra resolución y hacer público nuestro pacto. 1. EL PROPOSITO DE DIOS

Afirmamos nuestra fe en un solo Dios eterno, como Creador y Señor del mundo, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, que gobierna todas las cosas según el propósito de Su voluntad. Él ha estado llamando, del mundo, un pueblo un

pueblo para Sí, y enviándolo al mundo como siervos y testigos Suyos, para la extensión de Su Reino, la edificación el Cuerpo de Cristo y la gloria de Su Nombre.

Confesamos con vergüenza que a menudo hemos negado nuestro llamamiento y fallado en nuestra misión, conformándonos al mundo o separándonos de él. Sin embrago, nos regocijamos de que, aunque en vasos de barro, el Evangelio sigue siendo un precioso tesoro. A la tarea de dar a conocer ese tesoro, por el poder del Espíritu Santo, deseamos dedicarnos de nuevo.

Isa. 40:28; Mat. 28:19; Ef. 1:11; Hech. 15:15; Juan 17:6,18; Ef. 4:12; 1 Cor. 5:10; Rom. 12:2; 2 Cor. 4:7 2. AUTORIDAD Y PODER DE LA BIBLIA

Afirmamos la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la única norma infalible de fe y conducta.

Afirmamos también el poder de la Palabra de Dios para cumplir Su propósito de salvación. El mensaje de la Biblia se dirige a toda la humanidad, puesto que la revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inalterable. Por medio de ella el Espíritu Santo sigue hablando hoy. El ilumina la mente del pueblo de Dios en cada cultura, para percibir la verdad nuevamente con sus propios ojos, y así muestra a toda la iglesia más de la multiforme sabiduría de Dios.

2 Tim. 3:16; 2 Pedro 1:21; Juan 10:35; Isa. 55:11; 1 Cor. 1:21; Rom. 1:16; Mat. 5:17,18; Judas 3, Ef. 1:17,18; 3:10,18. 3. SINGULARIDAD Y UNIVERSALIDAD DE CRISTO

Afirmamos que hay un solo Salvador y un solo Evangelio aunque existen diversos acercamientos a la evangelización. Reconocemos que todos los hombres tienen algún conocimiento de Dios por medio de Su revelación general en la naturaleza. Pero rechazamos también, como un insulto a Cristo y

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al Evangelio, toda clase de sincretismo y diálogo que implique que Cristo habla igualmente por medio de todas las religiones e ideologías.

Jesucristo es el Dios - hombre que se entregó a Sí mismo como único mediador entre Dios y el hombre. No hay otro nombre en que podamos ser salvos. Todos los hombres perecen a causa del pecado, pero Dios ama a todos los hombres y es Su deseo que ninguno perezca sino que todos se arrepientan. Sin embargo, los que rechazan a Cristo repudian el gozo de la salvación y se condenan a una eterna separación de Dios. Proclamar a Jesús como "El Salvador del mundo" no es afirmar que todos los hombres son salvos automática o finalmente, y menos aún afirmar que todas las religiones ofrecen la salvación en Cristo. Es más bien, proclamar al mundo de los pecadores e invitar a todos los hombres a responder al Él como Señor y Salvador en la entrega personal y auténtica del arrepentimiento y la fe. Jesucristo ha sido exaltado sobre todo nombre: esperamos el día cuando toda rodilla se doble ante Él y toda lengua lo confiese como Señor. Gál. 1:8,9; Rom. 1:18,32; 1 Tim. 2:5,6; Hech. 4:12; Juan 3:16-19; 2 Tes, 1:7-9; Juan 4:42; Mat. 11:28; Ef. 1:20,21; Fil.2:9-11. 4. NATURALEZA DE LA EVANGELIZACION

Evangelizar es difundir la buena nueva de que Jesucristo murió por nuestros pecados y resucitó de los muertos según las Escrituras, y que ahora como el Señor que reina ofrece el perdón de los pecados y el don liberador del Espíritu Santo a todos los que se arrepienten y creen. Nuestra presencia cristiana en el mundo es indispensable para la evangelización; también los es un diálogo cuyo propósito sea escuchar con sensibilidad a fin de comprender. Pero la evangelización es la proclamación misma del Cristo histórico y bíblico como Salvador y Señor, con el fin de persuadir a las gentes a venir a Él personalmente y reconciliarse con Dios. Al hacer la invitación del Evangelio, no tenemos la libertad para ocultar o rebajar el costo del discipulado. Jesús todavía llama, a todos los que quieran seguirlo, a negarse a sí mismos, tomar su cruz e identificarse con su nueva comunidad. Los resultados de la evangelización

incluyen la obediencia a Cristo, la incorporación en Su iglesia y el servicio responsable en el mundo.

1 Cor. 15:3,4; Hech. 2:32-39; Juan 20:21; 1 Cor. 1:23; 2 Cor. 4:5; 5:11-20; Luc. 14:25-33; Mar. 8:34; Hech. 2:40,47; Mar. 10:43-45 5. RESPONSABILIAD SOCIAL CRISTIANA

Afirmamos que Dios es tanto el Creador como el Juez de todos los hombres. Por lo tanto, debemos compartir Su preocupación por la justicia y la reconciliación en toda la sociedad humana, y por la liberación de todos los hombres de toda clase de opresión. La humanidad fue hecha a la imagen de Dios; consecuentemente, toda persona, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, clase, sexo, o edad tiene una dignidad intrínseca, en razón de la cual debe ser respetada y servida, no explotada. Expresamos además nuestro arrepentimiento, tanto por nuestra negligencia, como por haber concebido, a veces, la evangelización y la preocupación social como cosas que se excluyen mutuamente. Aunque la reconciliación con el hombre no es lo mismo que la reconciliación con Dios, ni el compromiso social es lo mismo que la evangelización, ni la liberación política es lo mismo que la salvación, no obstante afirmamos que la evangelización y la acción social y política son parte de nuestro deber cristiano. Ambas son expresiones necesarias de nuestra doctrina de Dios y del hombre, de nuestro amor al prójimo y de nuestra obediencia a Jesucristo. El mensaje de la salvación implica también un mensaje de juicio a toda forma de alienación, opresión y discriminación, y no debemos temer el denunciar el mal y la injusticia dondequiera que existan. Cuando la gente recibe a Cristo, nace de nuevo en Su Reino y debe manifestar a la vez que difundir Su justicia en medio de un mundo injusto. La salvación que decimos tener, debe transformarnos en la totalidad de nuestras responsabilidades, personales y sociales. La fe sin obras es muerta. Hech. 17:26,31; Gén. 18:25; Isa. 1:17; Sal. 45:7; Gén. 1:26,27; Sant. 3:9; Lev. 19:18; Luc. 6:27,35; Sant. 2:26-26; Juan

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3:3,5; Mat. 5:20; 6:33; 2 Cor. 3:18. 6. LA IGLESIA Y LA EVANGELIZACION

Afirmamos que Cristo envía a los redimidos al mundo así como el Padre lo envió a Él, y que ello exige una similar penetración profunda y costosa en el mundo. Necesitamos salir de nuestros ghettos eclesiásticos y penetrar en la sociedad no cristiana. En la misión de la Iglesia, que es misión de servicio sacrificial, la evangelización ocupa el primer lugar. La evangelización mundial requiere que toda la Iglesia lleve todo el Evangelio a todo el mundo. La Iglesia está en el corazón mismo del propósito cósmico de Dios y es el instrumento que El ha designado para la difusión del Evangelio. Pero una Iglesia que predica la cruz debe ella misma estar marcada por la cruz . Se convierte en una piedra de tropiezo para la evangelización cuando traiciona al Evangelio o carece de una fe viva en Dios, un genuino amor a los hombres, o una escrupulosa honradez en todas las cosas, incluyendo la promoción y las finanzas. La Iglesia es la comunidad del Pueblo de Dios, más bien que una institución, y no debe identificarse con una cultura, sistema social o político, o ideología humana particular. Juan 17:18, 20-21; Mat. 29:19-20; Hech. 1:8; 20:27; Ef. 1:9; 3:9-11; Gál. 6:14,17; 2 Cor. 6:3,4; 2 Tim. 2:19-21; Fil. 1:27. 7. COOPERACION EN LA EVANGELIZACION

Afirmamos que la unidad visible de la Iglesia en la verdad es el propósito de Dios. La evangelización también nos invita a la unidad, puesto que la unidad fortalece nuestro testimonio, así como nuestra falta de unidad menoscaba nuestro evangelio de reconciliación. Reconocemos, sin embargo, que la unidad organizacional puede tomar muchas formas y no necesariamente sirve a la causa de la evangelización. No obstante, los que compartimos la misma fe bíblica, debemos estar estrechamente unidos en comunión, trabajo y testimonio. Confesamos que nuestro testimonio ha estado a veces marcado por un individualismo pecaminoso y una duplicación innecesaria.

Nos comprometemos a buscar una unidad más profunda en la verdad, la adoración, la santidad y la misión. Urge el desarrollo de una cooperación regional y funcional para el avance de la misión de la iglesia, el planeamiento estratégico, el ánimo mutuo y el compartir de recursos y experiencia. Juan 17:21,23; Ef. 4:3,4; Juan 13:35; Fil. 1:27; Juan 17:1-23. 8. LA IGLESIA Y EL COMPAÑERISMO EN LA EVANGELIZCION

Nos gozamos de que una nueva era misionera haya empezado. El viejo modelo de dominación occidental está desapareciendo rápidamente. Dios está levantando de las iglesias jóvenes, grandes y nuevos recursos para la evangelización mundial, y está demostrando así que la responsabilidad de evangelizar pertenece a todo el Cuerpo de Cristo. Todas las iglesias, por lo tanto, deben preguntar a Dios y preguntarse a sí mismas lo que deben hacer para evangelizar su propia área y enviar misioneros a otros países del mundo. Le evaluación de nuestra responsabilidad y la tarea misionera debe ser continua. Así crecerá el compañerismo entre las iglesias y se manifestará, con mayor claridad, el carácter universal de Cristo.

También damos gracias a Dios por todas las agencias que trabajan en la traducción de la Biblia, la educación teológica, los medios masivos de comunicación, la literatura cristiana, la evangelización, las misiones, la renovación de la iglesia y otros campos especializados.

Ellas también deben empeñarse en una autocrítica constante, a fin de evaluar su efectividad como parte de la misión de la Iglesia.

Rom. 1:18; Fil. 1:5; 4:15; Hech. 13:1-3; 1 tes. 1:6-8. 9. LA URGENCIA DE LA TAREA DE EVANGELIZACION

Más de 2700 millones de personas, es decir, más de las dos terceras partes de la humanidad, no han sido evangelizadas todavía. Nos avergonzamos de que tantas personas hayan sido descuidadas; esto es un continuo reproche para nosotros y para toda la iglesia. Hoy, sin embargo, hay muchas partes del mundo en que hay una receptividad sin precedentes frente al Señor Jesucristo.

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Estamos convencidos, de que es el momento en que las iglesias y las agencias paraeclesiásticas oren fervientemente, por la salvación de los inconversos, e inicien nuevos esfuerzos para realizar la evangelización del mundo. Una reducción del número de misioneros y de fondos procedentes del exterior, puede ser a veces necesario para facilitar, en un país evangelizado, el crecimiento de una iglesia nacional que tiene confianza en sí misma, y para desplazar recursos a otras áreas no evangelizadas. Debe haber un libre intercambio de misioneros, de todos los continentes a todos los continentes, en un espíritu de servicio humilde. La meta debe ser, por todos los medios disponibles y en el más corto plazo posible, que toda persona tenga la oportunidad de escuchar, entender y recibir la Buena Nueva. No podemos esperar alcanzar esta meta sin sacrificio. Todos nos sentimos sacudidos por la pobreza de millones de personas y perturbados por las injusticias que la causan. Los que vivimos en situaciones de riqueza aceptamos nuestro deber de desarrollar un estilo de vida simple a fin de contribuir más generosamente tanto a la ayuda material como a la evangelización.

Jua 9:4; Mat. 9:36-38; Rom. 9:1--9; 1 Cor. 9:19-23; Mat. 16:15; Isa. 58:6,7; Sant. 1:27; 2:1-9; Mat. 25:31-46; Hech. 2:44,45; 4:34,35. 10. EVANGELIZACION Y CULTURA

El desarrollo de la estrategia para la evangelización mundial requiere imaginación en el uso de métodos. Con la ayuda de Dios, el resultado será el surgimiento de iglesias enraizadas en Cristo y estrechamente vinculadas a su cultura. La cultura siempre debe ser probada y juzgada por las Escrituras. Puesto el hombre es una criatura de Dios, algunos de los elementos de su cultura son ricos en belleza y bondad. Pero debido a la caída, toda su cultura está mancillada por el pecado y algunos de sus aspectos son demoníacos. El evangelio no presupone la superioridad de una cultura sobre otras, sino que evalúa a todas las culturas según sus propios criterios de verdad y justicia, e insiste en principios morales absolutos en cada cultura. Las misiones, con mucha frecuencia, ha exportado una cultura extraña junto con el Evangelio, y

las iglesias han estado más esclavizadas a la cultura que sometidas a las Escrituras. Los evangelistas de Cristo deben tratar, humildemente, de vaciarse de todo, excepto de su autenticidad personal, a fin de ser siervos de los demás, y las iglesias deben tratar de transformar y enriquecer su cultura, todo para la gloria de Dios.

Mar. 7:8,9,13; Gén. 4:21,22; 1 Cor. 9:19-23; Fil. 2:5-7; 2 Cor. 4:5 11. EDUCACION Y LIDERAZGO.

Confesamos que, a veces, hemos buscado un crecimiento de la Iglesia a expensas de la profundidad, y hemos divorciado la evangelización del crecimiento cristiano.

Reconocemos también que algunas de nuestras misiones han sido lentas en cuanto a equipar y animar a los líderes nacionales para que asuman las responsabilidades a que tienen derecho. Sin embargo, aceptamos los principios de autocrítica y anhelamos que cada iglesia tenga líderes nacionales que manifiesten un estilo cristiano de liderazgo, no en términos de dominio, sino de servicio.

Reconocemos que hay mucha necesidad de mejorar la educación teológica, esencialmente para los líderes de la iglesia. En cada nación y cultura debe haber un programa efectivo de entrenamiento para pastores y laicos, en doctrina, discipulado, evangelización, crecimiento y servicio. Tales programas de entrenamiento no deben depender de una metodología estereotipada, sino que deben desarrollarse según iniciativas locales creadoras en conformidad con las normas bíblicas.

Col. 1:27,28; Hechos 14:23; Tito 1:5,9; Mar. 10:42-45; Ef. 4:11,12 12. CONFLICTO ESPIRITUAL

Creemos que estamos empeñados en una constante batalla espiritual contra los principados y potestades del mal, que tratan de destruir a la iglesia y frustrar su tarea de evangelización mundial. Conocemos nuestra necesidad de

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tomar toda la armadura de Dios y pelear esta batalla con las armas espirituales de la verdad y la oración, ya que percibimos la actividad de nuestro enemigo, no sólo en las falsas ideologías fuera de la Iglesia, sino también dentro de ellas, en los evangelios falsos que tergiversan las Escrituras y colocan al hombre en el lugar de Dios.

Necesitamos vigilancia y discernimiento para salvaguardar el Evangelio Bíblico. Reconocemos que nosotros mismos no estamos inmunes a la mundanalidad en el pensamiento y en la acción, es decir, una contemporización con el secularismo. Por ejemplo, aunque los estudios del crecimiento de la Iglesia, tanto numérico como espiritual, tienen su lugar cuando se hacen con cuidado, a veces los hemos descuidado. Otras veces, en el deseo de asegurar una respuesta al evangelio, hemos acomodado nuestro mensaje, hemos manipulado a nuestros oyentes por medio de técnicas de presión y nos hemos preocupado demasiado de las estadísticas y hasta hemos sido deshonestos en el uso que hemos hecho de ellas. Todo esto es mundanal. La Iglesia debe estar en el mundo, pero el mundo no debe estar en la Iglesia.

Ef. 6:12; 2 Cor. 4:3,6; Ef. 6:11, 13-18; 2 Cor. 10:3-5; 1 Juan 2:18-25; 4:1-3; Gál. 1:6-8; 2 Cor. 2:17; 4:2; Juan 17:5 13. LIBERTAD Y PERSECUCION

Es un deber señalado por Dios, que todo gobierno debe asegurar condiciones de paz, justicia y libertad, en las cuales la Iglesia pueda obedecer a Dios, servir al Señor Jesucristo, y predicar el Evangelio sin impedimento. Por lo tanto, oramos por los gobiernos nacionales y les hacemos un llamado para que garanticen la libertad de pensamiento y de conciencia, y la libertad de practicar y propagar la religión, de acuerdo con la voluntad de Dios en los términos establecidos en la Declaración Universal de los Derechos humanos. Expresamos también nuestra preocupación profunda por quienes sufren prisión injustamente, y especialmente por nuestros hermanos que sufren por el testimonio del Señor Jesús. Prometemos orar y trabajar por su libertad. Al mismo tiempo que no nos dejaremos intimidar por lo que les suceda a ellos.

Con la ayuda de Dios, también nosotros procuraremos mantenernos firmes contra la injusticia y permanecer fieles al Evangelio cualquiera sea el costo. No olvidemos la advertencia de Jesús de que la persecución es inevitable.

1 Tim. 1:1-4; Hech. 4:19; 5:29; Col. 3:24; Heb. 13:1-3; Luc. 4:18; Gál. 5:11; 6:12; Mat. 5:10-12; Juan 15:18-21 14. EL PODER DEL ESPIRITU SANTO

Creemos en el poder del Espíritu Santo. El Padre envió a Su Espíritu para dar testimonio de Su Hijo; sin el testimonio de EL nuestro testimonio es vano. La convicción de pecado, la fe en Cristo, el nuevo nacimiento y el crecimiento cristiano, son todos obra Suya. Más aún, el Espíritu Santo es un Espíritu misionero, y por ello la evangelización debiera brotar de una iglesia que está llena del Espíritu. La evangelización mundial será una posibilidad realista, sólo cuando el Espíritu renueve a la Iglesia en sabiduría, fe, santidad, amor y poder. Por lo tanto, hacemos un llamado a todos los cristianos, para que oren, a fin de que venga una visitación del Espíritu de Dios, de modo que todo Su fruto se vea en Su pueblo, y que todos Sus dones enriquezcan al Cuerpo de Cristo. Sólo entonces, la Iglesia toda llegará a ser instrumento adecuado en Sus manos, para que el mundo entero oiga la voz de Dios.

1 Cor. 2:4; Juan 15:26,27; 16:8-11; 1 Cor. 12:3; Juan 3:6-8; 2 Cor. 3:18; Juan 7:37-39; 1 Tes 5:19; Hech. 1:8; Sal. 85:4- 7; 67:1-3; Gál. 5:22,23; 1 Cor. 12:4-31; Rom. 12:3-8 15. LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

Creemos que el Señor Jesucristo regresará en forma personal y visible, en poder y gloria, para consumar Su salvación y Su Juicio. Esta promesa de Su venida, nos impulsa poderosamente a evangelizar, porque recordamos sus palabras que es necesario que el Evangelio sea predicado a todas las naciones. Creemos que en el período que media entre la ascensión de Cristo y Su segunda venida, la misión del pueblo de Dios tendrá que completarse y que no podemos detenernos antes del fin. También recordamos Su advertencia de que

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surgirán falsos profetas y falso cristos como precursores del Anticristo final. Por lo tanto, rechazamos todo sueño autosuficiente y arrogante de que el hombre podrá construir una utopía en la tierra. Nuestra confianza cristiana es que Dios perfeccionará Su reino, y esperamos con gran expectativa el día en que habrá nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales morará la justicia y Dios reinará para siempre.

Entre tanto, nos dedicamos de nuevo al servicio de Cristo y de los hombres, sometiéndonos gozosamente a Su autoridad sobre la totalidad de nuestras vidas.

Mar. 14:62; Heb. 9:28; Mar. 13:10; Hech.1:8-11; Mat. 28:20; Mar. 13:21-23; Juan 2;18; 4:1-3; Luc. 12:32; Apoc. 21:1-5; 2 Pedro 3:13; Mat. 28:18

CONCLUSION Por tanto, teniendo en cuenta nuestra fe y nuestra resolución, hacemos

pacto solemne con Dios y con nuestros hermanos, de orar, planear y trabajar juntos para la evangelización de todo el mundo. Hacemos un llamado a cuantos quieran unirse a nosotros.

QUE DIOS NOS AYUDE POR SU GRACIA Y PARA SU GLORIA A SER FIELES A

ESTE PACTO! Amén, Aleluya.

BREVE HISTORIA...

¿QUIENES SON LOS BAUTISTAS?

El pueblo de Dios que hoy día se distingue por el nombre Bautista no ha sido llamado así siempre. Hacia principios del siglo XVII se dio este nombre a un grupo de iglesias independientes en Inglaterra porque practicaban el bautismo por inmersión, y ésto sólo a la gente que antes dio una profesión de fe personal

en Cristo como su Salvador. No existe ninguna persona a quien se pueda considerar la fundadora del movimiento bautista. Las iglesias bautistas surgieron mediante el estudio de la Santa Biblia.

En el siglo XVI nacieron las primeras iglesias "anabaptistas" como un movimiento paralelo a la Reforma que estaba teniendo lugar en la Europa Central, pero fueron cruelmente perseguidas por las iglesias oficiales, teniendo que huir a otros países o esconderse. Un grupo de estas personas organizaron una iglesia en Amsterdam que tenía como requisito para la membresía la profesión de fe voluntaria, seguida del bautismo. Poco a poco y a través del movimiento misionero, su doctrina fue llegando a otros lugares como Inglaterra, América, el lejano oriente y España.

Es interesante resaltar que en algunos países como Rusia, donde el movimiento bautista empezó en 1867, éste surgió de un modo espontáneo cuando distintos grupos de personas llegaron a las mismas conclusiones doctrinales por medio del estudio del Nuevo Testamento.

Pero la historia Bautista no comenzó en aquel entonces; en realidad, dichas iglesias eran los sucesores históricos de aquellas iglesias cristianas que desde tiempos apostólicos han venido defendiendo en base del uso de las Sagradas Escrituras como la única regla de fe y práctica en la vida cristiana los siguientes derechos:

La libertad de conciencia respecto a la profesión de la creencia del individuo.

La separación de la iglesia y el estado.

La autonomía de cada iglesia local en cuanto a su propia gobierno.

El carácter voluntario y personal para hacerse miembro o no de una iglesia.

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Aquellas iglesias, netamente bíblicas en su doctrina, sufrían la persecución a lo largo de los siglos por no conformarse a la iglesia mayoritaria que estaba a menudo el poder secular en su afán por erradicar lo que ella consideraba error. Pero Dios es fiel y siempre ha habido en la tierra creyentes dispuestos a arriesgar sus propias vidas por principios bíblicos antes de hincar la rodilla a las tradiciones de los hombres.

Los Bautistas se han multiplicado en los últimos siglos a causa de su celo misionero. Hoy día hay millones de Bautistas en el mundo.

EL CULTO DE LOS BAUTISTAS...

¿CUALES SON SUS OBJETIVOS?

1. La primera responsabilidad del hombre es la de glorificar a Dios. Un elemento esencial en los cultos de las Iglesias Bautistas es la adoración de Dios (Efesios 3:21).

2. La segunda responsabilidad es la de edificar a los miembros de la congregación local. En todos los cultos de las Iglesias Bautistas hay un marcado énfasis en cuanto a la enseñanza práctica de la Biblia (Efesios 4:11-16).

3. La tercera responsabilidad es la de evangelizar. Las predicaciones tienen por fin la comunicación del evangelio de Cristo al hombre pecador.

Dios quiere que usted sepa: Usted necesita la salvación... "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23) Usted no puede salvarse a sí mismo... "Nos salvó, no por obras que nosotros hubiéramos hecho, sino por su

misericordia."(Tito 3:5) "Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él." (Romanos 3:20) Usted tiene que aceptar a Cristo para ser salvo... "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo." (Hechos 16:32) "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida." (1 Juan 5:12) Usted no debe demorar esta decisión... "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí el día de salvación." (II Corintios 6:2)

Si usted cree esto, pida a Dios que le salve en el nombre de Cristo... "Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo." (Romanos 10:13)