Quechua

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Quechua Mario Bellatin

Fue en una maana de invierno cuando me encontr de pie junto a mi abuelo. Estbamos en el zoolgico. Delante de nosotros haba una serie de camellos. Eran animales viejos. Tristes. Aburridos quiz. Tenan el tpico color cenizo que se suele imaginar. Mi abuelo me sujetaba fuertemente de la mano. Nunca ms volv a verlo. Muri seguramente al poco tiempo. En ese entonces nunca me enter de lo que le sucedi. Sencillamente dej de tenerlo a mi lado hasta que aquella ausencia se convirti en una costumbre. Todo apareci aos despus. Durante una sesin en la que estaba sumergido en otro plano de la realidad -haba hecho uso de algunas drogas-, vi nuevamente a mi abuelo enfrente de aquellos camellos. No slo apreci la escena, sino tambin la carga emocional que la muerte trajo consigo. Ca en una tristeza profunda. Record adems una historia: la de Macaca, mujer descendientes de rusos a la que mi abuelo, lo advert en ese momento, aluda con frecuencia. Junto a la imagen del abuelo y la historia de Macaca aparecieron tambin una serie de palabras dichas en otro idioma, el quechua, lengua de mis antepasados. Nunca he comentado con nadie aquel trance de percepcin tan particular. Tampoco tengo a ninguna persona a la que actualmente le pueda consultar la relacin que existe entre la figura de mi abuelo y la historia de Macaca. BUITRE Se trataba slo de un cuento que mi abuelo sola relatar y qued escondido en algn recodo de mi cerebro? La historia de Macaca haba sucedido realmente y en la poca en que mi abuelo me llevaba al zoolgico perteneca a una especie de imaginario social? Qu debo pensar de las voces en quechua que suelen acompaarla? Segn mi abuelo, Macaca en aquel tiempo acostumbraba a referirse incansablemente al amante que veinte aos atrs haba muerto asesinado por accin de la polica.Aquel hombre fue un luchador oriental que al final de su vida se vio obligado a dedicarse al oficio de zapatero. Macaca se convirti despus de aquel asesinato en una mujer sola. Comenz a vender casas. Ahora -el trmino ahora se refiere a la poca en que mi abuelo me llevaba a ver a los viejos camellos al zoolgico-, cuida de los jardines y del parque que rodean las propiedades que vendi en su momento. Acaba de terminar de pintar un cartel para atraer nuevos jardineros. Macaca quiere que sea lo suficientemente llamativo como para conseguir aspirantes comprometidos con su trabajo. Ninguno de los hombres contratados hasta entonces ha soportado el puesto ms de tres das seguidos. Lo ms lgico es que el cartel est escrito en castellano. Mi abuelo lo habra ledo sin dificultad.Desde nio haba visto casi totalmente reprimida su lengua materna. Por eso fue bilinge toda su vida. El quechua slo poda ser utilizado dentro del ncleo familiar. Ni siquiera podan hablarlo entre s dos familias vecinas que compartieran las mismas races.

Cuando la junta de vecinos tom la decisin de que aquella fuera la vivienda definitiva de Macaca, arrastraron el remolque hacia la zona oculta por los rboles que delimitan el parque. Se permiti adems que la misma Macaca construyera al lado una cabaa de madera para que durmiera el jardinero que tena como obligacin contratar. Macaca cambi el interior de su vivienda sin pedirle permiso a nadie. Se deshizo del escritorio donde haba concertado las ventas y en su lugar coloc un colchn modesto. Contaba tambin con una mesa de madera. Decor el espacio con una serie de pequeos frascos en los que haba metido frijoles envueltos en algodones humedecidos. La cabaa del jardinero era ms modesta que la caseta en la que viva Macaca. Slo tena un colchn en el suelo y una palangana junto a una jarra de nquel.La incomodidad de la cabaa no pareca ser el motivo por el que los jardineros renunciaban al trabajo. Aquellos hombres casi nunca podan expresar en palabras sus razones. Se limitaban a dejar desperdigados los instrumentos alrededor del parque y desaparecan de pronto. Al principio Macaca se senta desconcertada con aquellas conductas. Con el tiempo termin por acostumbrarse. Contaba con un sistema para probar a los aspirantes. No se separaba ni un centmetro de los hombres que acababa de contratar.No slo escudriaba el trabajo que iban realizando sino que los persegua dndoles consejos. A veces intervena arrebatndoles, sin ninguna explicacin, las herramientas para ponerse ella misma a utilizarlas de la manera debida. Pero ahora, cuando siente una inusual nostalgia por el luchador muerto por accin de la polica, no quiere pensar demasiado en los problemas que diariamente tiene que soportar.BUITRE Tal vez por eso ha decidido que es el momento adecuado para colgar el letrero que acaba de pintar: "Se necesita jardinero amoroso", se lee en letras rojas. Hace diecinueve aos que Macaca ha vendido la ltima casa de la zona, dijo mi abuelo mientras intentaba, sin conseguirlo, alejarme de los inmviles camellos. Haba sido desde el comienzo muy cuidadosa con las operaciones financieras, y consigui que tanto los dueos como los clientes quedaran siempre satisfechos con su trabajo. Pero a pesar de sus logros nunca dej de torturarla el recuerdo del fin trgico de su romance con el luchador oriental. El amante muri de un disparo durante el allanamiento al taller donde fabricaba sus zapatos. Poco tiempo despus Macaca consigui aquel trabajo de vendedora de casas. Como sospecharn, deca mi abuelo muchas veces al vaco, no todo estaba en orden en su vida. Adems del recuerdo de la muerte del amante oriental, padeca siempre el problema de la renuncia de los jardineros. Los ltimos meses haban sido realmente dramticos. Hubo das en que la abandonaron hasta tres aspirantes en una misma jornada. Los vecinos le llamaban la atencin una y otra vez. La mortificaban en forma constante. En parte porque los jardines se vean descuidados y porque adems no queran tener todo el tiempo a extraos dentro de la vecindad. Macaca haba intentado muchas soluciones para resolver el asunto. Finalmente se le ocurri la estrategia del cartel. Traz las palabras en una tabla de madera. Luego la coloc en el tronco de un roble algo aejo. El cartel se mantuvo al vaivn del viento durante un par de das. Contra las expectativas de Macaca, en las primeras jornadas aquel aviso pareci ahuyentar a los posibles jardineros. A diferencia de lo que ocurra en circunstancias normales, cuando un simple letrero atraa a varios hombres al da, no se present ningn candidato.Macaca estaba a punto de descolgarlo cuando sorpresivamente aparecieron dos hombres interesados en el trabajo. Ambos casi al mismo tiempo. Los entrevist por separado. Macaca acept contratarlos a los dos. Al primero, el Maestro Espn, le ofreci a cambio de las labores de jardinera ayudarlo a desarrollar "la teora maritica" que haba ido ideando mientras daba clases de matemticas a los alumnos de una escuela del estado. Al segundo, el Hermano Francisco, le ofreci esconderlo de las gentes que supuestamente lo perseguan por un delito que deca no haber cometido. Macaca haba pegado, en la pared interior del remolque, un viejo afiche de cine donde se publicitaba una pelcula del actor chino Bruce Lee. Se me hace sumamente curioso que mi abuelo se haya referido a Bruce Lee durante sus interminables discursos sobre Macaca. La imagen del abuelo, de pie frente a los camellos del zoolgico, data de los primeros aos sesenta. Las pelculas de luchadores orientales surgieron tiempo despus. Sin embargo me parece cada vez ms ntida la voz que afirma que en la caseta de Macaca haba un afiche de Bruce Lee pegado en la pared. La mencin de un cine de esta naturaleza me hace recordar el xito que obtuvo en la regin quechua del pas. Era impresionante la identificacin que se estableca entre los que utilizaban el proscrito idioma de mis antepasados y la pelcula hablada en chino. Algunos asistentes adaptaron incluso ciertas acepciones asiticas que sonaban como propias de su lengua natal. Pienso que haber asistido a una de esas sesiones cinematogrficas hubiera sido de provecho para mi abuelo, aunque por su forma de ser dudo que se hubiera entregado a la catarsis en la que caan muchos de sus hermanos de lengua en aquellas salas olvidadas.En mi recuerdo el abuelo apenas poda caminar del espacio reservado a los camellos a la poza destinada a las focas. El mar estaba cerca. Incluso a ratos era posible escuchar, claramente, el romper de las olas. En cierto momento mi abuelo habl de la noche en que una de las focas escap e intent llegar de nuevo al mar. Estaba a medio camino cuando un taxista se le cruz en su destino. La foca debi volver a su poza y contentarse con or a la lejana el sonido de las olas. A los dos aspirantes les llam la atencin la cara de Bruce Lee presidiendo la pared principal de la caseta. Hicieron algunas preguntas. Macaca contest que el afiche era un homenaje a un amante muerto. Aquel actor haba sido el preferido del luchador convertido en zapatero. Conoci a aquel hombre aos atrs en un restaurante de carretera. Macaca pensaba que haba tenido que ver con la direccin del film que se publicitaba en el cartel. Pero nunca le confirm si fue amigo personal de Bruce Lee o no. Slo lo dejaba entrever. BUITRE En ms de una ocasin le haba contado detalles de la vida del actor. De sus relaciones con la mafia china y de cmo esa organizacin lo haba condenado a muerte, no slo a l sino a sus descendientes hasta la tercera generacin. El luchador convertido en zapatero estuvo muchos aos en los Estados Unidos. A Macaca le contaba que en una poca haba llegado a manejar algunos millones de dlares. Todo acab cuando de un momento a otro debi abandonar el pas. Se llev slo lo puesto. Macaca crey en sus palabras, pues cuando lo conoci lo vio sin el dinero necesario para pagar el plato de comida que haba ordenado. Al final de sus relatos el luchador siempre deca lo mismo: que la perdicin de Bruce Lee se haba originado por el hecho de estar demasiado comprometido con los objetos materiales que tena a su alrededor. Macaca compr el afiche la misma maana en que le avisaron que su amante haba sido asesinado por la polica, regresando del depsito de cadveres adonde haba acudido a reconocer el cuerpo del luchador. En una de las aceras vio de pronto la cara de Bruce Lee. Un vendedor haba colocado sobre el suelo una serie de carteles de pelculas pasadas. Bajo la perspectiva de la teora maritica que buscaba desarrollar, el maestro Espn encontr absolutamente lgicos los ltimos aos de Macaca. Dijo que incluso podra hacer un dibujo de esa poca, con sus ramificaciones y dems. Era la nica manera de explicar cmo una pelcula de corte comercial, producida algunos aos atrs, haca posible que un luchador extranjero muriera en manos de la polica. No slo eso, sino que lograba adems que su amante, una mujer de ascendencia rusa, diera la impresin de haberse enamorado tras el asesinato de las casas que haba sido contratada para vender. Macaca pareca haber llevado su pasin a tal punto que se le vea dispuesta a pasar el resto de su vida habitando la caseta donde haba cerrado las ventas. Sentado bajo el afiche de Bruce Lee, el maestro Espn sac un lpiz y un papel para trazarle a Macaca los movimientos de sus ltimos aos. Desde el estreno de la pelcula hasta el despido del ltimo jardinero. El maestro Espn usaba todo el tiempo un sombrero de fieltro negro. En mis recuerdos mi abuelo se refera a ese sombrero con insistencia. Sola describir su forma hasta en los mnimos detalles. Mi abuelo llevaba siempre la cabeza descubierta. Por eso era visible una pelusa rubia que le creca por encima de las orejas. Ms de una vez dijo que haba perdido uno tras otro los sombreros que quiso comenzar a usar desde que lleg a la ciudad capital. Pareca que la imposibilidad de llevar un sombrero era una especie de venganza. Nunca lo pens, por supuesto. O por lo menos nunca me lo dijo. Lo vi aparecer fugazmente. Un espritu de venganza motivado quiz por no haber podido volver a pronunciar una palabra en su lengua materna.

Cmo habra sonado la historia completa de Macaca narrada en quechua? Habra tenido las mismas aristas, una intensidad semejante? Me gustara saber cmo fue la peticin que, tirado en un extenso campo de maz, le hizo mi abuelo a su Dios para que se lo llevara a su reino. Al Maestro Espn lo despidieron de la noche a la maana de la escuela primaria donde trabajaba.Se le acus de no respetar el programa de estudios y de utilizar a los alumnos como conejillos de indias de la teora que tena en mente sistematizar. Los fines de mes el maestro Espn contestaba l mismo los exmenes de sus alumnos. Les haca tambin las tareas. Entregaba luego los documentos a la direccin como reporte del avance del saln a su cargo. Fue descubierto cuando un padre de familia se present para quejarse de que su hijo no saba resolver la ms simple operacin aritmtica.Sin embargo ese mismo nio se pasaba el da haciendo misteriosas especulaciones matemticas mediante dibujos. Despus de la primera conversacin con Macaca, el maestro Espn comprendi que el despido de la escuela era lo mejor que le haba podido suceder. Senta que las palabras que le dirigi Macaca le haban aclarado por completo su situacin. El segundo hombre en responder al aviso fue el Hermano Francisco, quien haba dedicado buena parte de su vida a arreglar jardines. Estaba hambriento. BUITRE Su intencin no era conseguir ningn trabajo. Deseaba tan slo detenerse a comer y proseguir su regreso a la selva, donde haba nacido. Macaca lo convenci de quedarse. Al menos por un tiempo. Macaca en aquel entonces no poda conocer la historia completa del Hermano Francisco, sin embargo yo s saba una parte. Me la haba contado mi abuelo no recuerdo en qu ocasin. Estoy seguro de que no fue delante de los camellos. Me dijo que el desasosiego que senta el Hermano Francisco cada vez que cortaba las rosas para la misa de los domingos tena su origen en la mujer que cierto atardecer entr a casa de sus padres.Sucedi cuando viva en la amazona. En ese entonces era bastante afecto a las enseanzas del catecismo. Haba elegido desde siempre y sin dudar la religin catlica. No soportaba el laberinto de cantos y la exaltacin propia de los Evangelistas. Tampoco era afecto a las extraas contorsiones que practicaban con sus cuerpos los fieles del Sptimo Da. El Hermano Francisco solamente pareca disfrutar con los sermones del sacerdote de su parroquia. Lo satisfaca tanto la pulcritud de los hbitos como los clices brillantes con los que se oficiaba. Al terminar la misa, el Hermano Francisco se acercaba con premura al sacerdote y se ofreca a limpiar el saln principal y a poner en orden las bancas. Se saba el oficio de memoria pero nunca lo dejaron ayudar en las ceremonias. Aquella tarea estaba destinada a los alumnos del colegio de la parroquia. Sus amigos trataban de sacarlo de ese ambiente, sugirindole que saliera a cazar o a hacer expediciones. Lo nico que todava hoy lo lleva a pecar de vez en cuando es el recuerdo de la tarde en que una amiga de sus hermanas entr en la casa. El Hermano Francisco estaba solo. La muchacha se le acerc, se abri la blusa y le dijo tcame aqu, sealndose uno de los pechos. El Hermano Francisco se asust. Sali corriendo de la casa. Fue a esconderse. Nunca le cont a nadie aquel suceso. Tiempo despus llegaron unos sacerdotes de la ciudad capital. Venan de visita a la parroquia del lugar. Antes de irse llamaron al Hermano Francisco y le propusieron irse con ellos. Haban observado lo devoto de sus actos y queran convertirlo en sacristn. Una vez que lo instalaron en la escuela que dirigan, sin embargo, los sacerdotes de la ciudad no se preocuparon ms por su educacin. Sus tareas se limitaron exclusivamente al jardn.Algunos aos despus consider que era tiempo de regresar. Esa poca coincidi con el asedio constante del recuerdo de la muchacha que se haba abierto la blusa en casa de sus padres. La vea con frecuencia. Sobre todo mientras arreglaba el inmenso jardn. Aquel espacio contaba con mltiples escondites en donde jugaban los nios de la escuela.

Una tarde, cuando el Hermano Francisco podaba las plantas del lado norte del jardn, sinti que alguien lo estaba espiando. As lo afirmaba mi abuelo cuando contaba esa parte de la historia de Macaca. Minutos despus aquella nia que se encontraba detrs de los matorrales lanz un grito.

El Hermano Francisco sali huyendo, despavorido. Corri por calles que apenas conoca. Slo se detuvo al llegar debajo del cartel que deca "Se necesita jardinero amoroso". Tras escuchar esta historia, Macaca le ofreci al Hermano Francisco sentarse en el viejo sof de su caseta, bajo el afiche que publicitaba la pelcula Enter the dragon. Parece que aquella fue la pelcula ms exitosa de Bruce Lee. Macaca nunca la haba visto. Tampoco ninguna otra protagonizada por aquel actor. Por ms que su amante se lo insisti una y otra vez. En ese entonces Macaca viva sola en una pensin del centro de la ciudad. Recibi en aquel alojamiento la noticia de la muerte de su amante. Macaca sali a la calle de inmediato. El taller del zapatero oriental estaba distante un par de cuadras. El cadver ya haba sido trasladado al depsito del sector. Algunos agentes se encontraban todava en el lugar. Llevaban pauelos amarrados a las narices. Era la primera vez que Macaca visitaba aquel espacio. El zapatero siempre se lo haba prohibido. En ese momento constat que tena dos secciones y un pequeo patio. La exterior serva para mostrar los zapatos. Eran modelos pasados de moda, simples, que trataban de respetar cierta lnea clsica. Estaban expuestos sobre unos anaqueles de madera. En ese momento haba seis pares a disposicin de los clientes. En esa misma habitacin se encontraban los tiles de trabajo: herramientas de talabartero, unas descomunales tijeras, hilos y materiales de costura. En el suelo, unas encima de otras, se arrumbaban una serie de suelas. La trastienda estaba acomodada como dormitorio. A un lado haba una cama cubierta con un tul que caa del techo. Enfrente un cordel que penda de un extremo al otro de la pared. Separados por una distancia de aproximadamente metro y medio colgaban de ese cordel algunos trozos de carne cruda. Debajo de cada pedazo haba unas cajas de metal con una compuerta en la parte superior. Las ratas con las que estaban hechos los zapatos trepaban en las noches para comer aquellos trozos y caan dentro de las cajas cerrando con su peso la compuerta superior de las cajas. El luchador oriental consegua cada noche de cuatro a cinco animales, que salan de los desages que haba dejado al descubierto para tal fin. A la maana siguiente los destazaba en el patio. Llevaba all a sus presas y con un palo de madera les daba un golpe que las mataba al instante. Despus las abra por el vientre con un cuchillo especial y con el dedo meique, cuya ua mantena larga nicamente con este propsito, les arrancaba de cuajo las entraas. En este estado de percepcin tan particular, motivado sin ninguna duda por la droga que consum, pienso que mi abuelo no hubiera aceptado jams un par de zapatos confeccionados por un luchador asitico. Estoy seguro de que Bruce Lee le record siempre el momento en el que se arroj en medio de un campo de maz pidindole a Dios que se lo llevara. No entiendo por qu tengo esta seguridad. Quiz porque pienso que mi abuelo seguramente vinculara con demasiada facilidad cualquier elemento oriental con la catarsis experimentada por toda una comunidad quechua en alguna olvidada sala de cine. De las posibles reacciones que hubieran experimentado el Maestro Espn y el Hermano Francisco ante un par de zapatos de piel de rata, mi abuelo nunca me dijo nada. Lo que s me inform fue que a los pocos das ambos abandonaron el puesto. Tomado de: Ajos y Zafiros. Revista de Literatura. No. 3/4 Octubre 2002.

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