Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

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COLECCIÓN QUES NVKrogms

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COLECCIÓN

QUES

NVKrogms

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P R O L O G O

Este libro no es un curso sistemático de psicología ajedrecista.Aún no es el momento de escribir una obra de tanta importancia,pues la ciencia psicológica está muy en sus principios a esterespecto.

Este libro no es más que la exposición y divulgación de ciertosproblemas que interesan al amplio círculo de aficionados al ajedrez.

Conviene advertir que la práctica de este arte ha reunidoun sinfín de datos característicos de la psicología. Muchos aje-drecistas emplean diversos procedimientos psicológicos para me-jorar el juego.

Pero este material, rico en datos, no ha sido lo bastantedivulgado, ni ha dado todavía a la enseñanza del ajedrez lautilidad que puede dar, por ser aún pertenencia de la experienciaindividual.

El autor intenta explicar ciertas particularidades típicas delpensamiento y la atención en la lid ajedrecista, y lo hace con laesperanza de que esta obra ayude al ajedrecista a conocer loeficiente y lo deficiente de su juego, y le oriente en su preparación.

Posiblemente, al lector le parezcan discutibles muchos puntostratados aquí, lo cual es lógico, pues no se ha realizado una in-vestigación exhaustiva de sus aspectos. Y así, cuanto más aune-mos nuestros esfuerzos para investigarlos, más pronto prestarála psicología su valioso servicio al perfeccionamiento del aje-drecista.

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OBJETO DE LA PSICOLOGÍA AJEDRECISTA

La psicología y el ajedrez

Todo ajedrecista cifra en la psi-cología la esperanza de que le ayudea conocer sus cualidades personales,imprescindibles para realizar un jue-go más eñcaz, y a investigar la re-gularidad del proceso de formacióny desarrollo de estas propiedadespsíquicas de la personalidad.

Estos dos objetivos determinanproblemas relativamente más parti-culares: análisis psicológico de lasparticularidades del juego del opo-nente; determinación de los méto-dos de adiestramiento, teniendo encuenta la individualidad del ajedre-cista; estudio de los procedimientosde la meditación racional; luchacontra la falta de tiempo, y así su-cesivamente. Por lo tanto, la in-vestigación psicológica puede y debeser aplicada para mejor perfecciona-miento de la maestría del ajedrecis-ta y para desarrollar y mantener susfacultades deportivas.

Pero eso no es todo. La psicologíaconviene al ajedrecista, y el ajedrezcautiva la atención de la psicologíageneral. Aquí es oportuno señalarla importancia que este arte tieneen la formación del carácter de lapersona, y la influencia positiva queejerce en la mente, la voluntad y lossentimientos de la misma. De pocotiempo a esta parte, cibernéticos, ma-temáticos y especialistas en psicolo-

gía aplicada a la ingeniería han apli-cado el entendimiento al ajedrez;lo consideran como un modelo ejem-plar para el estudio de la imagina-ción creadora del hombre, y ven enel conocimiento de sus secretos laforma de descifrar el enigma de laactividad creadora del individuo.Con todo, hasta aquí no ha sidomuy notable el progreso de loscientíficos en la confección de pro-gramas ajedrecistas para el juegorealizado por computadores electró-nicos. La causa de ello ha de atri-buirse a que hasta hace poco losconfeccionadores de tales programasignoraron específicamente la capa-cidad humana para dirigir el juego,o sea la importancia de los momen-tos emocionales y volitivos y la in-tuición, por haberse ocupado sóloen el análisis lógico de la teoría delajedrez.

En los trabajos de las psicólogassoviéticas O. Tijomirova y V. Pusch-kina queda bien determinada la di-ferencia entre la mentalidad del aje-drecista y la de la máquina. Estasdos autoras advierten, por ejemplo,que en muchos programas confec-cionados para computadores, la bús-queda de movimientos se efectúapor reducción de las variantes «exa-minadas». En cambio, el individuoreflexiona de un modo distinto: al

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principio, también deja a un ladolas variantes que no le satisfacen;pero si el movimiento propuesto nole conviene, amplía en seguida lazona de exploración o búsqueda yanaliza nuevas posibilidades.

El académico V. Gluschkov seña-la que es necesario plantear nueva-mente la realización de dichos pro-gramas, y escribe: «Acaso el estudiode los procesos del pensamiento hu-mano sea la única forma convenien-te para conocer a fondo la técnicade programación de las funcionesmás complicadas en la esfera del tra-bajo intelectual del hombre.» Aeste respecto ya existen trabajos,como la competición de programasde ajedrez entre la URSS y EE UU,realizada el año 1967, y las intere-santes proposiciones que M. Bot-vinnik ofrece en su libro «El algo-ritmo del juego en el ajedrez»

La intensa actividad desplegadaen la programación de referenciaimpone la siguiente pregunta: ¿Ter-minará la existencia del ajedrecistacuando la máquina haya aprendidoa jugar?

Al parecer, ya existe la posibili-dad, teórica y de principio, de fabri-car un supermaestro electrónico,por cuanto el ajedrez posee una in-formación grande y finita. Pero novamos a formar juicio probable delos campeones electrónicos, sino delos de carne y hueso; cuanto másque a los ajedrecistas y cibernéticosinteresa el material acumulado porla psicología ajedrecista.

La primera investigación en estecampo se debe al psicólogo francésA. Binet, y data del año 1894; estu-dió el llamado «juego a ciegas», y ob-tuvo interesantes datos que le permi-tieron sacar la justa conclusión deque la imagen visual del ajedrecistatiene, findamentalmente, caráctermental. Por ejemplo, ciertos maes-

tros no pudieron contestar inmedia-tamente a la pregunta acerca delcolor de tal o cual casilla del tablero.Al parecer, en aquel tiempo, Binettenía poca experiencia en las sutile-zas del ajedrez, pues creyó en laspalabras de uno de los sometidos aexamen, quien le dijo que era capazde calcular de antemano quinientosmovimientos.

En 1925, los participantes en elTorneo Internacional celebrado enMoscú, fueron sometidos a un exa-men psicológico. I. Diakov, N. Pe-trovski y P. Rudnik publicaron unlibro sobre dichos experimentos. Enlos ajedrecistas, comparados con loshabituales sometidos a examen, seapreció un alto desarrollo de lascualidades dinámicas de la atencióny el pensamiento, y también la pre-sencia de memoria exclusivamenteespecífica. Los tres autores en cues-tión propusieron asimismo el llama-do «psicograma del ajedrecista»; es-to es, las dieciséis cualidades quedeterminan, según ellos, el éxito enel juego. A este respecto, muchasde sus tesis —como dominio de símismo, fuerza sintética del pensa-miento, voluntad disciplinada, y asfsucesivamente— no ofrecen duda al-guna; pero otras son discutibles,pues sostienen que el desarrollo delpensamiento del ajedrecista no esdirectamente proporcional al nivelmedio de su cultura. Desde luego,la práctica ha demostrado convin-centemente que tal juicio es con-trario a la verdad; pues el nivel cul-tural alto contribuye de un modoimportante al desarrollo de la capa-cidad del ajedrecista. Que dichosautores afirmasen que no se descu-brió la presencia de talento esencialy común en los grandes maestros(recordamos que Lasker, Reti, Tar-takover, Torre y otros, estuvieronentre los sometidos a examen psi-

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cológico), puede atribuirse solamen-te a lo limitado del procedimientoseguido en la investigación.

El destacado maestro y psicólogoV. Blumenfeld ha contribuido seña-ladamente al estudio de los proble-mas psicológicos referentes al pen-samiento en el ajedrez, y ha demos-trado que el modo de pensar delajedrecista se distingue por su evi-dencia, matiz exclusivamente emo-cional y tensión volitiva; señala,además, el carácter práctico de dichopensamiento, por cuanto la idea y laacción (el movimiento) están direc-tamente relacionadas en él. La tasa-ción del tiempo en la contiendacompetitiva intensifica el procesomental y fuerza al pensamiento atrabajar con medios más económicos.

Este autor propuso por primeravez una serie de interesantes proce-dimientos a seguir en la investiga-ción psicológica del arte ajedrecista.Por ejemplo, introdujo la medicióndel tiempo con el cronómetro, lacual ya es popular; el método dereconstrucción de las partidas ju-gadas en otro tiempo; la anotaciónde las consideraciones del ajedre-cista en el transcurso del juego; et-cétera.

Igualmente trató de investigar lasformas intuitivas del pensamientoajedrecista. En este aspecto, es dig-na de atención su tesis de la intui-ción producida por el recuerdo deimágenes de posiciones anterioresa la que se analiza en un momentodado y análogas a ésta.

Y dio muchos consejos prácticosy valiosos, como, por ejemplo, «pri-mero ha de hacerse el movimientoforzoso, luego entregarse a la medi-tación, y no a la inversa». Indicóque, al efectuar un cálculo, no sedebe fiar sólo en las representa-ciones visuales de la imaginación,por cuanto son más desvaídas que

la directa percepción de la posturaen el tablero. De aquí que sea nece-sario verificar todo movimiento, porevidente que parezca en un princi-pio.

De poco tiempo a esta parte, sehan publicado varios trabajos sobrela psicología aplicada al ajedrez. Ensu libro «Psicología del ajedrecista»,Fine analiza la obra de Morphy,Steinitz, Lasker, Capablanca, Alek-hine, Euwe, Botvinnik y otros maes-tros, y atribuye el desarrollo delarte y destreza en el ajedrez al papelque representan en él los «impulsosreprimidos», usando la terminologíafreudiana, y otras tesis poco firmesdel psicoanálisis. Por desgracia, Fineno ha insertado en dicho libro suvaliosa experiencia adquirida en lostorneos.

La investigación de las perspec-tivas de los jóvenes ofrece interéscon ayuda del examen introducidopor el checoslovaco L. Cherni: aljugador sometido a prueba se lepedía, por ejemplo, que hiciese avan-zar con la máxima rapidez un caba-llo blanco situado en el escaque1TD; tras haberlo realizado, se si-tuaban cuatro peones negros en losescaques 3AD, 6AD, 3AR y 6AR,respectivamente, y volvía a pedírseleque efectuase la misma operación,partiendo del escaque antedicho,pero sin saltar a las casillas ocupa-das por dichos peones ni a las do-minadas por ellos. En estos y otrosensayos se midió con un cronóme-tro el tiempo empleado en ellos; setuvo en cuenta la precisión de losmovimientos o el menor número deerrores, y se atendió a la perseve-rancia del sometido a prueba y sudecisión. Aunque las pruebas efec-tuadas por Cherni apenas ofrecenun material completo y objetivo parapoder formar juicio del talento del

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ajedrecista, son dignas de atención años, predijeron el gran porvenir decomo base posible para otros pro-cedimientos a seguir en la investi-

V. Corta como maestro de ajedrez,no obstante haber sido considerado

gación. Es curioso que los experi- uno de los ajedrecistas menos pro-mentos realizados por él, hace varios metedores de los sometidos a prueba.

El ajedrecista y la psicología

La opinión de destacados ajedre-cistas, sus comentarios sobre parti-das, artículos y libros constituyenun valioso material para el psicó-logo. Pero, al analizarlo, ha de te-nerse en cuenta lo siguiente: pri-mero, la mayor parte de los maestrosde ajedrez no son psicólogos profe-sionales y, por lo mismo, los térmi-nos que usan no siempre concuerdancon el punto de vista científico; ysegundo, son remisos en contar susideas e impresiones vivas. A esterespecto, Alekhine se lamenta conrazón: «A mi modo de ver, seríaconveniente, para los millones de afi-cionados al ajedrez y para el propiojuego, que el maestro fuese másexplícito al referir las causas que lehan forzado a optar por determina-dos movimientos cuando comentasus partidas...»; pues cuando elmaestro describe los momentos psi-cológicos de la lid, puede darse porseguro que es un sincero entendidoen este asunto.

Emanuel Lasker fue el primeroen apreciar que, tras la vida de laspiezas, está el individuo con su ca-rácter; y que no se pueden com-prender los secretos de la contiendaajedrecista si se prescinde de lapsicología, las inclinaciones y el ca-rácter del individuo en el transcursode esta contienda.

Estimó que el ajedrez es, antetodo, una lucha entre dos personali-dades, entre dos intelectos, y dijo:«En el tablero compiten hombres,

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y no piezas de madera.» Estudiódetalladamente el estilo, los aciertosy los fallos de sus contrincantes, afin de servirse, en la práctica, de lasconclusiones deducidas. A menudo,no hizo objetivamente los mejoresmovimientos, sino subjetivamentelos más desagradables para sus ad-versarios.

En una entrevista de prensa ex-puso: «La partida de ajedrez es unalucha en que participan factores muydiversos. Por eso, conocer los de-fectos y virtudes de los oponentes,en este aspecto, tiene mucha impor-tancia. Para citar un ejemplo, seña-laremos que Maroczi manifiesta ensus partidas una tendencia a defen-derse cautamente y a atacar sola-mente si se ve forzado a ello; Ja-novski, en las suyas, pone de mani-fiesto una inclinación a proseguirel juego, aunque lo tenga sobrada-mente ganado; esto hace que acabeperdiendo la partida. Resumiendo,se pueden sacar muchas conclusio-nes del estudio minucioso de laspartidas del adversario.»

En los torneos, aprovechó magis-tralmente la particularidad psicoló-gica de sus contrincantes y les im-puso lo que para ellos era ajeno alespíritu evolutivo de la partida. Fueel primero en establecer que el estiloajedrecista refleja el carácter del in-dividuo, y demostró la verdad deesta tesis en la práctica.

Su método no fue entendido de-bidamente por sus coetáneos de

principios de siglo. Entonces se es-cribía con frecuencia acerca de !ainexplicable «suerte de Lasker» co-mo si ésta se debiera a una suges-tión hipnótica que él infundiese asus oponentes. Hoy en día, el modopsicológico de abordar el estudiodel adversario está muy divulgado.

Es verdad que, con antelación aLasker, el maestro francés Arnaudde Riviere afirmó que «el carácter,el temperamento y la personalidaddel ajedrecista se pueden definir porel estilo de su juego». Sin embargo,este juicio no fue argumentado y,por lo tanto, pasó inadvertido.

En cambio, Lasker elaboró deta-lladamente la clasificación de losestilos, indicando las siguientes ten-dencias creadoras del ajedrecista:1) el estilo clásico, basado en queel plan de juego no se elige a ciegas,sino racionalmente y de acuerdo conlos principios del «sentido común»;2) el estilo «maquinal», en que seefectúan los movimientos según elmodelo estereotipado retenido en lamemoria; 3) el estilo «sólido», en elcual se refuerza la posición y seespera que el adversario cometa unerror; 4) el estilo en que se usade ardides o artificios para engañaral contrincante; y 5) el estilo com-binatorio.

Esta clasificación es discutible,por ser demasiado extensa la inter-pretación que se da al «sentido co-mún» . Pues si el avalúo de la po-sición sólo es exacta cuando se hacepor intuición, entonces es poco pro-bable que dicho avalúo pueda apli-carse a los representantes de unestilo determinado. Tampoco hayprincipios únicos que determinen ladivisión de los estilos, incluyendoen ella los rasgos del carácter (tác-tica de engañar con ardides o arti-ficios y de esperar cualquier comi-sión de errores) y la naturaleza del

pensamiento lógico (el modelo, eldinamismo, etc.).

Con todo, el discutible intentode Lasker de clasificar los estilos noha perdido vigencia; pues, ya en1925, empleó la tradicional divi-sión del estilo en combinatorio y deposición.

Veamos cómo está actualmente elestudio de este asunto; circunstan-cia muy importante en el adiestra-miento del ajedrecista para enfren-tarse con un oponente. Además deciertos avances logrados en la es-fera de la aplicación práctica (el«match» S p a s s k i - T a l , 1965, ySpasski-Geller, 1968), las investiga-ciones han progresado mucho. En laliteratura ajedrecista actual, comoen la de antes, con frecuencia se ha-bla de dos estilos: el combinatorioy el de posición.

Al primero pertenecen los aje-drecistas que tienden al juego ti-rante y táctico con sacrificios y com-binaciones. Se estima que el ajedre-cista de estilo combinatorio poseeun elevado desarrollo de la imagina-ción creadora y una profunda capa-cidad para el cálculo; dicha imagi-nación se manifiesta particularmen-en las posiciones del medio juego,puesto que en ellas la mayor partede las piezas brinda múltiples posi-bilidades de elegir un movimientodeterminado. A este estilo hace re-lación el juego de Andersen, Mor-phy, Chigorin, Alekhine, Tal, Larseny Bronstein.

Los de estilo de posición se carac-terizan por plantear de un modofundamental y más sereno la par-tida; en su. juego prevalece el buenconcepto que se tiene de los prin-cipios generales de la estrategia, yel avalúo de la posición se fundaen deducciones lógicas. La genera-lización de lo condicional, lo con-secuente y los indicios aislados es

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su credo artístico. El cálculo concre-to es más reducido en el proceso dela búsqueda mental. Estos ajedre-cistas consideran el ajedrez comouna disciplina científica con suscorrespondientes leyes. Según loscomentaristas, Steinitz, Capablanca,Rubinstein, Botvinnik, Smislov yPetrosian forman el liderato de losmaestros de estilo de posición.

Hoy en día, se habla de un tercerestilo llamado universal; en él sesuponen, combinados armónicamen-te, elementos combinatorios y deposición, y a él pertenecen el juegode Spasski y de Keres.

Según nuestro modo de ver, latradicional clasificación de los esti-los no se asienta todavía en unsólido estudio de la inspiración aje-drecista. Esta clasificación ha sidoefectiva en el desarrollo de la cultu-ra del ajedrez, y tiene aún ciertovalor positivo; gracias a ella, aunqueen el aspecto general, puede hallarseel procedimiento a seguir en la in-vestigación del conjunto de cuali-dades que constituyen al ajedrecista.Pero esto no es suficiente en la ac-tualidad.

Consideramos que uno de los de-fectos fundamentales de dicha clasi-ficación es haber definido los estilossegún el principio, excesivamentegeneralizado, de la estrategia y latáctica; lo que caracteriza con de-masiada rectitud el espíritu creadordel ajedrecista, y no manifiesta mu-chas de las características esencia-les que distinguen su juego.

Dentro de cada grupo de ajedre-cistas de uno de los tres estilos sepueden hallar importantes diferen-cias en la forma de pensar, analizary calcular. Haber aceptado la co-rrelación entre la estrategia y latáctica como único indicio de ladivisión de estilos impide profundi-

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zar en estos componentes del artecreador.

Comparemos el juego de dosmaestros de estilo combinatorio:Tolusch y Neshmetdinov; si éstesuele calcular exacta y escrupulosa-mente las variantes concretas, aquélfunda, frecuentemente, sus intencio-nes en la intuición de las amenazascombinatorias. Si se parte del exis-tente supuesto de que el fuerte delos ajedrecistas de estilo combina-torio es el cálculo concreto, podríasuponerse que Tolusch y Neshmet-dinov no se diferencian mucho en laforma de calcular. Pero la verdades que el primero no es tan precisocomo el segundo en lo referente alcálculo de movimientos.

La actual clasificación de estilosno contribuye a distinguir y detallarmejor la característica de los ajedre-cistas. Lo cual puede inducir a erroren cuanto al trabajo preparatorio ya la elección de la táctica que debeemplearse en el enfrentamiento com-petitivo. Se ha convenido en estimarque el jugador de posición es másfuerte en el avalúo de toda situa-ción, y que el de combinación cal-cula mejor los elementos concretosde la posición. Sin embargo, Petro-sian es bastante preciso en llevar atérmino operaciones tácticas, noobstante estar incluido dentro delgrupo de los maestros de estilo deposición. No en vano, Spasski se-ñala que se equivocan quienes su-ponen que el ex-campeón del mundono tiene una visión combinatoriaprecisa. Y el ejemplo de Petrosianno es una excepción, pues Capablan-ca, Schlechter y otros maestros dejuego de posición se han distinguidopor la fuerza de su modo de pensarconcreto.

Por lo visto, los conceptos «estilocombinatorio» y «estilo de posi-ción» no son precisos y no han sido

estudiados suficientemente; tampocoestá muy claro cómo entender eltérmino «estilo del ajedrecista».

Por lo general, y en la ampliacompensación filosófica de este tér-mino, estilo es el conjunto de pro-cedimientos y formas del conoci-miento usados con cierta constan-cia por el individuo en su, actividad.

Intentemos concretar un poco máseste concepto aplicado al ajedrez.Para lo cual, supongamos cierta si-tuación en el tablero que brinda unacombinación forzosa y gananciosa:todos los ajedrecistas la realizaránde un.? sola forma, sin que se noteninguna diferencia en su realización.Las particularidades del estilo semanifiestan cuando la posición ad-mite varias soluciones y otras tantasformas de juego equivalentes. Portanto, la originalidad estilística sedescubre en situaciones problemá-ticas.

Al propio tiempo, el ajedrecistaaislado valora con cierta estabilidadmuchas posiciones análogas. Es fáciladvertir en todo maestro determi-nadas inclinaciones en cada etapade la partida; y así, cierta constan-cia en el avalúo de la posición tam-bién es un componente del estilo.

Partiendo de lo dicho, puede ad-mitirse que el estilo es una parti-cularidad constante y privativa devalorar las posiciones problemáticas,y su naturaleza viene determinadapor varios factores: el modo de pen-sar, el grado de emotividad y lascualidades de la voluntad, la aten-ción y el carácter. En el estilo dealgunos ajedrecistas se descubrenrasgos comunes, lo que nos autorizapara hablar de grupos relativamenteanálogos a este respecto.

Igualmente debe tenerse en cuen-ta que la estabilidad estilística noes un fenómeno invariable, pues elestilo se perfecciona y desarrolla.

Para citar un ejemplo, señalamos queel de Spasski ha sufrido cambiosesenciales en los últimos años. Re-firiéndose a ello, Korchnoi escribe:«Empezó como ajedrecista con juegode posición; su talento táctico des-lumhró tras haber salido a la arenainternacional, y su juego es más aca-démico en el último quinquenio. Porel número de derrotas sufridas enun año, Spasski puede situarse allado del 'impenetrable' Petrosian.»

La literatura ajedrecista ofrecetrabajos en que se argumenta elcarácter de la evolución que han ex-perimentado el estilo de Keres, Lar-sen y Boleslavski. Pero lo más fre-cuente es que el espíritu creador delajedrecista sea estable y permanezcainvariable largo tiempo. Así, vemoslos importantes cambios que ha ex-perimentado el juego de Simagin,quien ha estado considerado comoun «brillante estilista combinatorio»en el transcurso de unos decenios,aunque en más de una ocasión él nohaya admitido tal consideración. Lacausa de tan «estática» postura antela evolución estilística del ajedre-cista debe buscarse por lo comúnen la dificultad del análisis; dificul-tad que se agrava a consecuencia dela definición, general e imprecisa,de la clasificación de los estilos.

Donde más se advierte esta evolu-ción es en el juego de los ajedrecis-tas jóvenes. Y la enseñanza modernadel ajedrez encuentra ciertas dificul-tades en formar un punto de vistapropio y justo, debido a los criteriosdemasiado generalizados que seasientan en la tradicional clasifica-ción de referencia,

Por lo visto, establecer una clasi-ficación general de los estilos plan-teará un problema con perspectivaspoco favorables si no se estudian loscomponentes de dicho problema,como el carácter de la capacidad

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emocional y volitiva del ajedrecistay las cualidades de su pensamiento.

Hace unos años que el autor deestas líneas efectuó investigacionesen este sentido: se intentó distin-guir los tipos característicos de laactividad mental de los ajedrecistas,apoyándose en el análisis comparadode las particularidades lógicas y for-mas intuitivas del pensamiento y laimaginación. Sobre este particular,recomendamos al lector el libro«Problemas de la psicología en elarte», publicado en Saratov el año1968, en el cual se toca este tema.

Así, pues, las ideas de Laskersobre la propia preparación psicoló-gica para combatir al adversario sonvalederas en la actualidad. Dichapreparación tiene más valor, actual-mente, por haber mejorado sustan-cialmente la clase del juego y ha-berse producido una nivelaciónesencial de las diversas fuerzas delos ajedrecistas. No se puede contarcon el éxito deportivo si se deses-timan los factores psicológicos; porello, las ideas laskerianas sobre losestilos exigen una profunda y ulte-rior investigación.

Lasker también emitió importan-tes juicios sobre las virtudes delpensamiento ajedrecista y la estruc-tura del proceso mental durante laelección de un movimiento; dijoque la indispensable virtud del mo-do de pensar del ajedrecista suponíaun ahorro de esfuerzos, y, al exa-minar la recíproca relación entre labelleza y la lógica, escribió: «Sólouna inclinación alterada puede darla preferencia a lo superfluo y noa lo simple. Entre dos movimientosigualmente racionales, el individuosano eligirá el más rectilíneo, el másclaro o, para decirlo mejor, el menosparadójico.»

Sometió a crítica las llamadas«partidas brillantes»; demostró que

sus autores, cautivados por el efec-tismo, no hacían más que aliviar lasituación de sus respectivos con-trincantes, y dijo que tales casosrecordaban la resurrección de unmuerto con el único fin de volvera vencerlo.

Con todo, advirtió que la elecciónde un movimiento es, no sólo unadeducción lógica fundada en losprincipios de la estrategia y delcálculo, sino también una forma deremisión a la teoría de las probabi-lidades: conocer las inclinaciones deladversario vale tanto como preversu respuesta a un movimiento de-terminado.

Por tanto, en su idea del ajedrezse combinan la lucha psicológica yel juego con «sentido común», ba-sado en las deducciones de la teoría.

Capablanca, célebre competidorde Lasker, no se distinguió con tanprofunda y psicológica clarividencia.Más que polarizar en el juego de susadversarios, lo hizo en sus propiasideas. Las partidas del gran maestrocubano manifiestan exclusivamenteel carácter racional de su pensamien-to; su lema fue eliminar todo loartificioso y lo superfluo.

Por ello, la obra de Capablancacontiene un material ricamente pe-dagógico que permite formar juiciosobre los procedimientos de la me-ditación racional tras el tablero. In-dicó los siguientes métodos que lesirvieron de guía en el proceso deljuego:

1) Es necesario atender a la ac-ción conjunta de las fuerzas ajedre-cistas. En el tablero, la operación depiezas y peones debe completarse.A este respecto escribió: «Muchosajedrecistas intentan atacar cuandosus piezas están diseminadas por eltablero y la postura de ellas no con-cuerda con las operaciones a que seles destina; y así, tales ajedrecistas,

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sorprendidos, tratan de averiguardónde han cometido error en la par-tida. No se debe olvidar que elprincipio fundamental del juego escoordinar la acción de las piezas.»

2) Se debe optar siempre por lasresoluciones más económicas; estoconcierne al ahorro de fuerzas, asíen el ataque como en la defensa. Elempleo de un mayor número de pie-zas es aconsejable cuando se atacacontra el rey. Aconsejó: «Ha detenerse en cuenta cada movimientoque gane o ahorre tiempo.»

3) Todo movimiento previsto nodebe diferirse, sino realizarlo en se-guida: «Hay que ser decidido enlos propios juicios; esto es, si seconsidera que el movimiento elegidoes conveniente, debe efectuarse. Lapráctica es el mejor maestro. Mu-chos imaginan un plan durante eljuego y lo estiman oportuno; perotemen llevarlo a término. ¡Hay quedecidirse sin vacilación alguna arealizar lo que se estime conve-niente I »

Alekhine desarrolló las ideas las-kerianas sobre la necesidad de cono-cer el carácter psicológico de la per-sonalidad del contrincante. Las pre-cisas e interesantes característicasde los ajedrecistas, elaboradas porél, son el resultado de un profundoestudio de los adversarios con quie-nes se enfrentó, y constituyen unaguía práctica para actuar en el ta-blero.

Ofrecemos unos fragmentos de loscomentarios que h i z o de Capa-blanca :

«Durante la fase de la partida enque el preciso saber cede el sitio alpuro arte, Capablanca manifestó conevidente claridad aquellas aptitudesque le dieron fama casi legendaria:exclusiva rapidez en comprender elestado de la posición, e indudablecomprensión intuitiva de la situa-

ción. Sin embargo, estas dos apti-tudes, que aplicadas debidamentedebían situarlo como artista en unaaltura poco menos que inaccesible,en realidad, y de un modo sorpren-dente, lo condujeron a unos resulta-dos totalmente opuestos: a un puntomuerto; a la convicción de que estearte había agotado sus posibilidades.¿Por qué ocurría esto?

«Para poder contestar a esta pre-gunta es necesario detenerse enaquellos peligros psicológicos queentraña la primera de las antedichasaptitudes de Capablanca. Las mani-fiestas ventajas que da la rapidez decomprensión (capacidad de ver casisimultáneamente una serie de mo-mentos tácticos, que ofrece todasituación complicada, debido a laeconomía del pensamiento y, porlo tanto, a la confianza en sí mismo)son, hasta cierto punto, peligrosas:el ajedrecista puede llegar a la erró-nea conclusión de que los mejoresmovimientos s o n indudablementeaquellos que él advierte en seguidaal analizar la posición; con lo cual,su espíritu creador pierde en pro-fundidad lo que gana en flexibilidad.

«Por efecto y consecuencia detodas las observaciones y conside-raciones, llegué a la conclusión, apa-rentemente paradójica, de que en elmomento de competir con él (1927)su tendencia a la táctica cedió mu-cho ante la estrategia; por lo cualno me pude «fiar» de él en el mediojuego, es decir, hube de verificarminuciosamente cada uno de suspropósitos tácticos, pues no se ex-cluía la posibilidad de que come-tiese errores.»

Estas deducciones le permitieronaprovechar los descuidos de Capa-blanca en la competición valederapara el Campeonato del Mundo. Lacaracterística psicológica del granmaestro cubano fue exacta; el aná-

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lisis de las partidas que constituyendicha competición ponen de mani-fiesto que ella le facilitó adivinarmás o menos las intenciones de suoponente.

Su opinión tiene asimismo inte-rés cuando habla del peligro de pro-ducirse ciertos rasgos negativos en elcarácter del ajedrecista al valorarintuitivamente la posición

En cuanto al aspecto psicológicode la lucha ajedrecista, fue muchomás lejos que Lasker, pues estimónecesario tener en cuenta no sólolas particularidades del juego y elcarácter de sus adversarios, sinotambién prever la preparación psico-lógica de éstos para enfrentarse conél. Comprendió la importancia de larelación directa e inversa de tal pre-paración. Por ejemplo: al prepararsepara disputar con Capablanca elCampeonato del Mundo, previo queel maestro cubano trataría de utili-zar la estrategia un poco arriesgadapara las negras que con frecuenciale sirvió de guía en aquel período.

Después de la competición, escri-bió: «Jugando las negras, usé elmismo método de simplificación queCapablanca adoptó en la defensa.»A pesar de que tal estrategia eranueva para Alekhine, su efecto psi-cológico quedó probado en aquelladisputa.

El método alekhiniano tiene se-guidores entre los ajedrecistas ac-tuales. Para citar un ejemplo, meremito a un hecho ocurrido en eltranscurso de mi preparación con-junta con el gran maestro Averbach.Manipulando en el fichero de éste,descubrí un cuaderno titulado «y. L.Averbach» junto con las caracterís-ticas y anotaciones de partidas deuna serie de ajedrecistas, posiblesfuturos adversarios. Reunir el propiolegajo de documentos ajedrecistases una forma racional de prepararse,

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deducida de la lógica opinión alek-hiniana sobre la necesidad de adivi-nar cuál será la tendencia teórica yla preparación psicológica del opo-nente.

Alekhine señaló la importanciainstructiva que tiene el ajedrez, yestimó que el logro de grandes éxi-tos en este arte depende del cultivode las virtudes positivas del carác-ter, y la eliminación de las negativas.

En este sentido, es demostrativosu ejemplo personal, sobre el queRed escribió: «Al comienzo de sucarrera, sorprendió a todos con laabundante fantasía y la volitiva ten-sión de sus ataques borrascosos.Pero el hecho de no permitir quesu talento natural, que cautivó atantos admiradores suyos, se incli-nase a la fantasía y someterlo a larazón, le permitió alcanzar la cum-bre de la maestría.»

Alekhine dijo sin rodeos: «Me-diante el ajedrez, he cultivado micarácter; este arte enseña a ser ob-jetivo, y en él puede uno llegar aser gran maestro si reconoce susdefectos y errores.»

Y en una seré de artículos se re-firió, aunque de una forma breve, alas particularidades que caracteri-zan el curso del proceso mentalal analizar un movimiento. Sobre eljuego sin mirar al tablero, escribió:«El jugador no trata de reproduciren la imaginación todo el tablerocon sus piezas y casillas blancas ynegras, como supone la mayor partede los profanos en esta materia, sinode recordar únicamente un movi-miento característico, la configura-ción de una parte del tablero...»

Esto es una importantísima ad-vertencia de que en toda posicióndeben destacarse constantemente loselementos más valiosos y significa-tivos, y, según nuestras observacio-nes, refleja el contenido de la acti-

vidad selectiva al elegir un movi-miento en el juego a la vista.

Es interesante la mención del mo-vimiento «característico», porqueafirma una vez más la verdad deljuicio emitido por Blumenfeld sobreel carácter demostrativo del pensa-miento del ajedrecista. El avalúo ge-neral de la situación no se puedeconcebir como una forma de pensa-miento desligada de las ideas aisla-das y de la imagen concreta de laspiezas. La unidad de lo sensitivo ylo lógico, lo concreto y lo abstractoen el pensamiento ajedrecista semanifiesta en que la valoración ge-neral, las ideas y demás generaliza-ciones actúan conjuntamente al pen-sar un movimiento determinado, ouna serie de movimientos (la va-riante).

Red hizo unas interesantes obser-vaciones sobre el carácter del pensa-miento en cuestión. Puesto que sumentalidad era abstracta, subrayó laimportancia de las valoraciones ge-nerales en el juego, y previno contrael peligro de aficionarse excesiva-mente al cálculo concreto y al inge-nuo intento de explicar el arte delmaestro por el grado de su capaci-dad para «calcular». Sus observacio-nes son acaso demasiado categóricas,si bien no contradicen la idea de lariqueza de imágenes de dicho pen-samiento, y demuestran que estasimágenes pueden ser diversas, o sea,más o menos generalizadas.

Y escribió: «Los profanos en esteasunto creen que la superioridaddel maestro es directamente propor-cional a su capacidad para calcularpreviamente. Tales ajedrecistas sesorprenden cuando, tras habermepreguntado c u á n t o s movimientossuelo calcular en mis combinacio-nes, les contesto con sinceridad que,por lo común, no calculo ninguno.»

Pero si no nos apoyamos princi-

palmente en el cálculo, ¿cómo ele-gir un movimiento? Retí estima que«todo ajedrecista, sea destacado omediocre, posee, consciente o in-conscientemente, principios de loscuales se sirve para seleccionar losmovimientos; el jugador mediocrequizá se ciñe a principios sencillos...,y se conforma con poder dar jaquea su adversario».

Sorprende que los confeccionado-res de programas para computadoresno hayan tenido en cuenta estas im-portantes observaciones de Red;hasta ahora, han intentado resolverlos problemas del juego de ajedrezpor medio de la selección de varian-tes, es decir, mediante el cálculoconcreto y continuo. Y sus intentosno han resultado eficaces.

Los trabajos de Spielmann y Torreofrecen interesantes datos en ordena los estados psicológicos del aje-drecista. Torre analiza minuciosa-mente el problema de la formacióndel estilo, y establece cuatro perío-dos en la evolución del mismo: 1)la forma; 2) la expresión del juego;3) el estilo; y 4) el gran estilo. Re-calca la idea de que, aunque la obrade cada maestro es propia y original,las particularidades de su juego seasientan indudablemente en lo acu-mulado por el desarrollo del artedel ajedrez y por la experiencia demuchos ajedrecistas de diversas na-cionalidades.

Los soviéticos han estudiado ydesarrollado los métodos de prepa-ración psicológica promovidos porLasker y Alekhine.

En ello, el ejemplo de Botvinnikha sido importantísimo; en su sis-tema de preparación y perfecciona-miento psicológico destacan los si-guientes momentos: estudiar la ca-racterística psicológica del oponen-te, el estado óptimo de su capacidadde trabajo durante la partida, y su

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predisposición psicológica a la com-petición.

Ha hecho un análisis detallado ypsicológico del juego de sus opo-nentes, en el cual observa no sólolos defectos y aciertos palpables,sino también los detalles sin impor-tancia, como movimientos «largos»,<-iue Euwe frecuentemente deja es-capar. Además, tiene una extraordi-naria capacidad para transformar losdatos obtenidos en concretos esque-mas de apertura y en una forma ge-neral de desarrollar la lucha; estacircunstancia es, de un modo sub-jetivo, lo más desagradable para suscontrincantes. La profundidad conque comprende a su adversario comoente humana, se manifiesta notable-mente en los match-revancha conSmislov y Tal.

Ciertamente, no es dado a fiarsede las primeras impresiones; pre-fiere reunir un número suficientede observaciones psicológicas antesde sacar conclusiones. Posiblementeésta es la razón de que jugase conmás seguridad en las competíciones-desquite que en las precedentes.

Ha comprendido hace tiempo que,en el aspecto psicológico, al indi-viduo le resulta difícil pasar inme-diatamente de una actividad a otra;digamos, para citar un ejemplo, auna partida de campeonato. Con elfin de estar mejor predispuesto a lacompetición, de movilizar sus reser-vas de energía volitiva y sustraersede cuanto no está relacionado conla partida, suele darse un paseo yentrar en la sala de juego unos diezo quince minutos antes de sentarseal tablero. Este procedimiento lepermite abstraerse de toda impresiónajena al acto deportivo y concen-trarse por entero desde que se poneen marcha el reloj.

Señala también que la serenidades condición indispensable para dar

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mejor rendimiento. Una preparaciónespecial le ha capacitado para lu-char contra la aparición de emocio-nes negativas. Pero su serenidad enel juego no significa indiferencia,pues tiene una considerable reservade «malicia deportiva», en el buensentido de la expresión. Cree estarobligado a luchar hasta el final, yponer toda su capacidad y tensiónnerviosa en la partida. En ocasionesperdió partidas en la undécima ydecimotercera rondas por causa dela fatiga física; pero, comúnmente,su total entrega al trabajo artísticoha dado resultados positivos en lapráctica.

Ha estudiado los problemas refe-rentes al régimen de las competi-ciones, el método de analizar laspartidas suspendidas, los elementosque causan la falta de tiempo y de-más. El método de perfeccionamien-to usado por él ha servido durantemuchos años de ejemplo para la pre-paración de los ajedrecistas sovié-ticos.

Sin embargo, Averbach observójustamente que no siempre dio losresultados apetecidos, pues fue adop-tado a ciegas por maestros y prepa-radores, a pesar de que su autoradvirtiese: «Posiblemente este sis-tema de preparación no sea prove-choso para ciertos ajedrecistas; ca-da maestro debe abordarlo con cau-tela, y usarlo teniendo en cuenta suspropias cualidades y costumbres pri-vativas. »

Actualmente, los maestros sovié-ticos se plantean la cuestión de crearun sistema de preparación que ge-neralice, así la experiencia personalde los grandes especialistas en aje-drez, como los datos objetivos ycientíficos logrados con el esfuerzode psicólogos, fisiólogos, pedagogosy médicos.

i'ara alcanzar este objetivo se dis-pone de inmensas posibilidades. Losartículos y comentarios de partidasde Petrosian, Tal, Bronstein, Aver-bach, Korchnoi, Simagin, Bijovski yotros grandes maestros ofrecen va-liosas observaciones psicológicas. Eshora de analizar con todo detalleestos materiales e incluirlos en unsistema científico.

Igualmente es instructiva la expe-riencia acumulada por los prepara-dores; pero éstos la divulgan muypoco. Un ejemplo de ello es la in-teresante pregunta: ¿Cuándo se dapor terminado el período de prepa-ración para un torneo? ¿Cuántosdías hay que descansar antes de to-mar parte en él?

Basándose en la experiencia, Bot-vinnik dice que conviene dejar todaactividad ajedrecista cinco días an-tes de la competición. Pero la prác-tica ha demostrado que esto no esvaledero para todos, pues hay aje-drecistas que en seguida se hacenal ritmo de la lucha competitiva,para los cuales cinco días de des-canso son suficientes. Pero hay otrosque, por lo común, empiezan el tor-neo con vacilación, y pierden valio-sos «puntos» durante el período de«adaptación»; para éstos el descan-

so podría consistir en una intensapreparación, mediante sesiones dejuego simultáneo.

Este asunto depende mucho de lapenetrabilidad psicológica del prepa-rador. Bondarevski supo descubriren Geller y Spasski cierta indolenciaal comienzo de la lucha competitiva.Por lo que aconsejó a Geller reali-zar una sesión de juego simultáneocontra reloj entre unos cuantos can-didatos a maestro la víspera de sucompetición con Smislov (Moscú,1955), y Spasski no cesó de prepa-rarse hasta el momento de empezarsu duelo con Tal (Tbilisi, 1965). Elresultado fue que los dos pupilos deBondarevski mostraron una excelen-te preparación deportiva desde elcomienzo de la competición.

Los preparadores Rojlin, Neshmet-dinov, Voronkov, Ravinski, Koblenzy otros, ofrecen muchos métodosinteresantes para reflexionar racio-nalmente en el transcurso de la par-tida.

Se espera mucho de la psicologíadeportiva, particularmente de la aje-drecista. Es de esperar que el es-tudio de los problemas psicológicosno tarden en prestar una ayudaesencial a la enseñanza y prácticadel ajedrez.

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EL PENSAMIENTO EN EL AJEDREZ

La incógnita de las imágenes ajedrecistas

El estudio de las cualidades quedan carácter al pensamiento del aje-drecista es quizá el problema másimportante y que más inquieta aprácticos y a pedagogos del ajedrez.Este problema aún no ha sido estu-diado debidamente; por otra parte,su investigación presenta dificulta-des. El objetivo primordial es deter-minar los defectos típicos de la ac-tividad intelectual en el transcursode la partida y hallar un procedi-miento que eleve su efectividad.

Como se ha dicho, el pensamientodel ajedrecista es mayormente ima-ginativo.

¿Qué significa el concepto «ima-gen ajedrecista»?

V. Malk in lo define como unaposición modelo que se propone ysigue para valorar. Desde luego,aquí se recalca la idea de que dichaimagen no sólo es un cuadro evi-dente de la posición en el tablero,sino también su avalúo; es decir, lageneralización que abarca las parti-cularidades de la postura recíprocade las piezas y sus posibles acciones.Con todo, nos parece que no sólo lasposiciones modelo condicionan lamanifestación de las imágenes, puestoda posición se refleja como unaimagen en la conciencia. Sólo varíael grado de generalización; o sea,varían la profundidad y exactitud

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con que se valoran las varias posi-ciones.

Gracias a los conocimientos y laexperiencia práctica, el ajedrecistavalora numerosas y diversas posi-ciones por su semejanza con otrasanteriores; con ello sabe aproxima-damente cómo debe proceder. Sobrela base de estas posiciones se produ-cen imágenes más generalizadas;pero muchas de ellas no pueden va-lorarse debidamente, no obstante seranálogas a otras anteriores y tenerciertos elementos de la valoración:posición característica de varias pie-zas, peligro de doble amenaza, etc.;aunque estos elementos son, por elmomento, fragmentos de ulterioresvaloraciones generales.

Esta es una imagen más concreta,por diferenciarse esencialmente dela posición modelo.

Veamos la naturaleza dinámica delas imágenes del pensamiento en elajedrez, desde cuyo punto de vistalas dividiremos en residuales, iner-tes y precursoras.

Imagen residual

Es la traslación íntegra del avalúode una posición anterior o del de laacción de unas piezas a la nuevasituación creada en el tablero. Viene

a ser la continuidad de lo pasadoen lo presente; continuidad que aveces ocupa el lugar de la realidad.La presencia de imágenes residualescausa la invariabilidad en el pensa-miento y disminuye la variabilidadde la atención.

Para citar un ejemplo, ofrecemosel final de la primera partida del en-cuentro Tai - Gligoric (Belgrado,1968).

Diagrama núm. 1

La situación de las blancas es po-co envidiable. Tal acaba de tomar ladama con el movimiento 37. C X D + ,aunque con ello no se compensa dela pérdida material.

A este respecto, Koblenz escri-bió: «Después de la partida, el pro-pio Tal confesó habérsele figuradoatacar simultáneamente al rey y latorre IR, con lo cual contó recu-perar una calidad y llevar a términosu superioridad material en un finalde torres. ¡Pero erró el golpe! Puesla torre de Gligoric ya estaba si-tuada en el escaque 8R y amenazabamate.»

La misma causa, esto es, el «re-gistro» mental de las piezas, hizoque Tal volviese a incurrir en error

en la partida que jugó con(Amsterdam, 1964).

Ilin-Shenevski ya hablabacasos el año 1928.

Diagrama núm. 2

Rosseto

de tales

En esta posición (Ilin-Shenevski-Nenarokov, Moscú, 1922), las blan-cas tienen un ataque decisivo. Prosi-guió 1. A7A+, RÍA; 2. D6T+?,RXA; 3. T6A+, R1C, y la ventajapasó inesperadamente a las negras.En el cálculo preliminar, las blancascontaron sólo con 3. ..., R1R; 4.D8A+, R2D; 5. D7C+ y 6. T8A,mate.

«¿Por qué no a d v e r t í el sim-ple movimiento 3 R1C? —es-cribe Ilin-Shenevski. ¡ Pues muy sen-cillo! Obsérvese la posición inicial:el escaque 1CR negro está atacadopor dos piezas, o sea por el alfil3CD y la dama situada en 5CR. Alcalcular la combinación, se me fi-guró que el rey no podía retirarsea la casilla 1CR.»

Ciertas particularidades de la po-sición anterior (dominio en la casi-lla 1CR de las negras, etc.), fuerontrasladadas íntegra y mentalmente ala nueva situación creada en el ta-blero. Las blancas, por ejemplo, po-

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dían haber mantenido la ventaja desu posición, haciendo 2. DXA; perola imagen residual, o sea la segun-dad en el dominio del escaque dereferencia, frenó la variabilidad dela atención y dificultó comprobarcon objetividad la situación.

Veamos una posición de otra par-tida Ilin-Shenevski-Nenarokov (Mos-cú, 1923).

Diagrama núm. 3

m\

Las fuerzas están más o menosequilibradas. Ilin-Shenevski comen-ta el ulterior curso de la contiendaasí: «Con objeto de hacerme con lainiciativa, decidí abrir la vertical ARe hice 1. TÍA, P3CR; 2. D3R, C2R.Después de esto, pareció que nadaimpedía llevar a término mi propó-sito, y proseguí 3. P4AR; pero resul-tó lo siguiente: 3. ..., PXP; 4. DXP,DXA. Esto no formaba parte de miplan; había abierto la vertical dereferencia, pero perdí una pieza. Di-rán que soy un papanatas. En efecto;pero la psicología de éste tambiénresulta interesante. Fraguando miplan y mirando el tablero, vi que elpeón negro en el escaque 4R eracomo una sólida pared entre la damaadversaria y mi alfil indefenso. Estaidea se afirmó en mi conciencia, de

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modo que, al tomar la dama negrami alfil, creí que lo había hecho pa-sando por encima de dicho peón.»

Un ejemplo de la influencia nega-tiva que puede ejercer la imagen re-sidual lo ofrece el juego de las blan-cas en la partida Sozin-Kirillov (Mos-cú, 1931).

Diagrama núm. 4

Aquí se prosiguió 26. AXP? Aeste respecto, Sozin escribe: «Desdeel punto de vista psicológico, el errores comprensible en cierto modo: ensus cálculos, las blancas no contaroncon la posible respuesta T2D; mo-vimiento anteriormente imposible,por la amenaza de mate con la ju-gada D8CR.» Las blancas ganabanfácilmente con 26. T1R; tras suerror, la partida finalizó en tablas.

En el caso que acabamos de ver,la imagen de la posición anteriorfue tan estable, que infundo a So-zin la convicción de que sus supo-siciones anteriores eran justas.

La imagen residual pueden crearlauna pieza determinada con las fun-ciones inherentes a ella o una casi-lla, y también un grupo de piezas ocasillas con funciones más comple-jas. No sólo piezas, casillas y mo-

vimientos aislados, sino tambiénideas tácticas y estratégicas que hansido objeto de una profunda medi-tación pueden permanecer con suaspecto relativamente invariable enla conciencia durante la partida.

Examinemos la posición del en-cuentro Chejover-Model (Leningra-do, 1933).

Diagrama núm. 5

Chejover escribió: «Aquí no con-ducía a nada la continuación 29.A7T+, RÍA; 30. D3T+, porque30. ..., D3D; 31. P5A, D2R. Partien-do de este supuesto, reflexioné so-bre la 29. T7T, D5D; 30. D4T, P3CR;31. D6T y los subsiguientes movi-mientos T4A y T4TR, y para huirel mate hice 29. P3TR. A lo queModel contestó desacertadamentecon 29. ..., D7R?, tras lo cual lacontinuación 30. A7T+, RÍA; 31.D3T+, T2R; 32. A3D daba inme-diatamente la victoria. Pero, en lanueva situación, no pensé en el mo-vimiento A7T + , y jugué de otromodo. La partida finalizó en tablas.»

Vemos que la conclusión de queel plan A7T+ y D3T+ carecía deeficacia se afirmó tanto en el espí-ritu de Chejover que las particula-

ridades de la postura de las trespiezas atacantes (el alfil, la torre yla dama) no fueron objeto de unaseria reflexión en la siguiente juga-da cuando la situación había cam-biado favorablemente.

Se dan casos, aunque relativa-mente poco frecuentes, en que laexistencia de la imagen residual dela posición anterior en la concienciacausa originales ilusiones ópticas eimágenes de piezas que ya no estánen el tablero, e imposibilita concen-trar el pensamiento en otros elemen-tos de la nueva posición, por cuantoel carácter de la acción de dichaspiezas en el período anterior deldesarrollo de la partida ha sido muyimportante y ha exigido mucha aten-ción.

Veámoslo en la partida Szabo-Bronstein (Zürich, 1953).

Diagrama núm. 6

El alfil de casillas negras es lapieza fundamental en el ataque delas blancas; por ello, Bronstein loelimina: 36. ..., X X A ; 37. D6T,P3A; 38. PXT, T2C? (es mejorR2A); 39. T8D!, DXT; 40. D8T + ,y las blancas ganaron pronto.

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Respecto de su erróneo movimien-to 38. ..., T2C? con que intentó ce-rrar una vez más la peligrosa diago-nal 1TD-8TR, Bronstein comenta:.Hasta entonces, las negras lucharoncontra el alfil adversario situado en3AD, y efectuaron este movimientoporque continuaban luchando contrala sombra del mismo.»

Estos ejemplos nos autorizan aconsiderar la presencia de la imagenresidual como una considerable in-suficiencia del pensamiento del aje-drecista. El papel negativo de talimagen crea una situación paradó-jica cuando los aspectos importantesde dicho pensamiento, es decir, laprofundidad y tendencia precisas,parecen debilitarse. Por otra parte,esto reafirma lo de «Ajustadme esasmedidas», pues, en los casos analiza-dos, se ha observado que las cosasno se hicieron en la debida propor-

.ción en cuanto a la profundidad ydinamismo del sobredicho pensa-miento.

Con todo, dicha imagen no siem-pre es un impedimento en el procesocreador: pueden observarse valorespositivos en ella si se regulan cons-cientemente la atención y el dominiode sí mismo, porque las ideas ori-ginadas anteriormente en la partidano se convierten en axiomas inva-riables, sino que se hace uso deellos modificándolos conforme a lasnuevas circunstancias de la posi-ción; aquí, la presencia de las imá-genes residuales es muy útil, porcuanto asegura una reflexión conse-cuente, gracias a lo cual se creanlas premisas para una mejor suce-sión de las etapas del desarrollo dela partida, y el juego es más íntegroy sistemático.

Ofrecemos seguidamente la posi-ción de la partida Novotielnov-Nesh-metdinov (Saratov, 1953).

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Diagrama núm. 7

En ella, las negras se propusieronresponder a 16. C3C con el sacrifi-cio de una calidad: 16. ..., T4R; 17.P4A, TXA; 18. PXT, CSC, conbuen juego por las casillas negras.La partida prosiguió 16. D4A, T4R;17. C3C, C6D; 18. D4T, CXPC; 19.P4A; aquí realizó Neshmetdinov elsacrificio propuesto anteriormente:19 TXA; 20. PXT, CSC! Y laposición de las negras ofrece buenasperspectivas de ataque.

En este caso, la idea de sacrificaruna calidad al decimosexto movi-miento nos recuerda la acción de undueño previsor al abastecerse contiempo de lo necesario. Neshmetdi-nov consideró esta idea, la aprobóy la diferió para una ocasión máspropicia.

La presencia de la imagen resi-dual permite pugnar consecutiva-mente por la realización de un plandeterminado o idea concreta ajus-tados a todo cambio de situaciónque se produzca en la partida.

Veamos un ejemplo de ello en lasegunda partida del encuentro Bot-vinnik-Lówenfisch (Moscú-Leningra-do, 1937).

Diagrama núm. 8

ftllftl iBá

Lówenfisch se propuso romper elcentro de las blancas por medio delmovimiento P3A; pero no pudorealizarlo en seguida. A este respec-to escribe: «Temí, después de 14...., P3A, la continuación 15. PAXP,PRXP; 16. P6R, TXP; 17. P5A,PXP; 18. AXP, T1R; 19. D5T, CÍA;20. A3TD, D2A; 21. P4R, PXP; 22.CXP, con fuerte ataque.» Sin aban-donar esta importante idea estra-tégica, efectúa la siguiente manio-bra de piezas: 14. ..., D2R; 15.PXP, PRXP; 16. P4R! (las blancasnuevamente impiden el movimientodeseado, PSD; 17. C1C, P4AD; 18.C2D (aquí tampoco es posible laproyectada ruptura, debido a 19.P6R y 20. P5A; pero la idea de lamisma no abandona a las negras).P4CR!; 19. P3C, PCXP; 20. PXP,R1T; 21. C4A, T1CR; 22. R1T,P3A! ¡Por fin ha podido realizarsela idea formada anteriormente, y enel momento más oportuno! Luegode 23. C6D, PXP; 24. CXA, PXP,las negras obtuvieron dos peonespor el alfil y contraposibilidadesmuy eficaces.

Con frecuencia, la idea formadacon antelación contiene una suti-

leza velada, y es ventajoso realizar-la; pero no inmediatamente, sinoen el momento oportuno; de locontrario, no reportará ninguna ven-taja. En tales casos, el ajedrecista laretiene en la memoria, y efectúamaniobras de espera durante ciertotiempo, con objeto de encubrir suardid e infundir a su adversario lasensación de segundad en la posi-ción. En este aspecto, es caracterís-tica la experiencia de Bronstein, quereiteradamente ha empleado conéxito tal procedimiento psicológico;son memorables los finales de suencuentro con Reshevski (Zürich,1953) y con Mikenas (Tallin, 1965).

Todo intento de aprovechar lasposibilidades prácticas, por insigni-ficantes que sean, es una medidajustificada. En su libro sobre el tor-neo celebrado en Nueva York el año1927, Alekhine reprocha justamentea Spielmann haber aceptado las ta-blas en varias partidas donde, aunquemínimas, tuvo probabilidades deganar.

Por tanto, al atender consciente-mente a los momentos variables dela situación y al comparar lógi-camente la posición anterior con lapresente, la imagen residual influyede un modo positivo en la eficaciade la actividad mental y facilitatomar decisiones con rapidez yexactitud.

En las características contradicto-rias de las imágenes residuales arri-ba citadas, se manifiestan dos ten-dencias del pensamiento del ajedre-cista: por un lado, los movimientosaislados se consideran como los ele-mentos del desarrollo de la partidarelacionados entre sí (valor positivode dichas imágenes, alto desarrollode la dinámica del pensamiento y laatención), y por otro se observa unatendencia a dividir la partida enetapas aisladas, al tiempo que las

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imágenes residuales estáticas o in-variables pasan automáticamente deuna etapa a otra.

¿Qué medidas deben tomarse paraeliminar la influencia de las susodi-chas imágenes? Entre las recomen-daciones puramente ajedrecistasmerece atención el juego a ciegas.

Se estima que éste es nocivo parala salud y no contribuye al desarro-llo de la atención del ajedrecista.No vamos a discutir la justa afirma-ción de que el entusiasmo por lassesiones de juego a ciegas no tieneotro fin que la publicidad y no re-porta ningún beneficio. Sin embar-go, nuestro consejo se refiere a unpequeño número de partidas ju-gadas de este modo como procedi-miento de preparación. Lo cual noresultará fatigoso para un ajedrecistaformado. El juego a ciegas quizás esel mejor procedimiento de prepara-ción para perfeccionar las propie-dades dinámicas del pensamiento yla atención; el carácter de tal juegoexige una constante y exacta com-paración de las imágenes anteriorescon la posición presente, y una sis-temática verificación e imposiciónde esfuerzos volitivos para determi-nar la atención abstracta. Sobre to-do, es importante no perder de vistala postura exacta de las piezas. Pue-de decirse que la pereza de pensa-miento no es compatible con el jue-go a ciegas. Además de lo expuesto,tal ejercicio facilita el desarrollo dela visión combinatoria.

Conviene advertir que los pre-paradores más perspicaces usan esteprocedimiento en su trabajo. De estamanera, Bondarevski aconsejó aSpasski que realizase a ciegas unasesión de juego simultáneo en ochotableros contra los ajedrecistas másfuertes de Sochi la víspera de sucompetición con Tal (Tbilisi, 1965).Por ventura deba atribuirse a ello la

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extraordinaria inventiva y dinamis-mo de pensamiento que Spasski mos-tró durante la competición con suadversario; por lo menos, no se apre-ció en él ninguna ilusión óptica enel manejo de las piezas.

Como medio de preparación tam-bién puede servir la lectura de tra-bajos sobre ajedrez sin verificarlaen el tablero, entrenamiento queKorchnoi, practica asiduamente.

Asimismo es muy útil plantearsementalmente la siguiente preguntaen el discurso de la partida: ¿quécambios se han producido en el ta-blero, después del movimiento efec-tuado por el adversario? ¿Qué seamenaza? Este procedimiento fueadoptado en los torneos por los aje-drecistas de Saratov, y dio resulta-dos positivos. Unos cuantos de pri-mera categoría aprovecharon el ci-tado consejo, y dijeron que ya noveían las piezas en su postura ante-rior 91 variar la situación; esta in-suficiencia se había observado ante-riormente en ellos.

Imagen inerte

Se caracteriza por considerar elavalúo como" el resultado definitivode la partida, porque mentalmentese estima terminada, aunque en rea-lidad continúa. El ajedrecista ima-gina que el logro del objetivo re-quiere poco esfuerzo intelectivo, porcuanto sólo quedan pequeños obs-táculos que vencer. Y así, lo presen-te (a menudo, lo valorado con error)pasa a ser automáticamente lo veni-dero.

Esto hace que mengüe la objeti-vidad de previsión y la exactitud decálculo con que se analiza la situa-ción creada en el tablero. En la prác-tica, la imagen inerte corre parejacon la incorrecta y precipitada de-ducción de que la superioridad ma-

terial o de posición, o el conoci-miento de que se ha producido unaposición modelo, predetermina elresultado de la partida.

En cuanto aparece la imagen iner-te, disminuye el esfuerzo, y se pro-duce un estado de relajamiento. Laexcitación que ha movido a lucharpor el logro de un objetivo trazadode antemano se transforma en unautososiego, y hasta en apatía, cuan-do dicho objetivo parece haberselogrado. Consecuentemente, la con-templación apacible de la posiciónocupa el lugar de la responsabilidad,y la variabilidad de la atención y lafacultad previsora descienden brus-camente; este descenso de la acti-vidad intelectiva suele ir acompa-ñado de errores. A consecuencia deello, es frecuente no ganar partidasque ya están ganadas y perder otrasque son irremisiblemente tablas.

Conviene señalar que las imáge-nes inertes se distinguen por su ten-dencia a hacer que se valore defini-tivamente la posición y por su altogrado generalizador.

En la partida Petrosian-Korchnoi(Moscú, 1963) se produjo la siguien-te posición:

Diagrama núm. 9

Petrosian refiere el posterior cur-so de la lucha: «Estuve bastantetiempo convencido de que mi posi-ción era superior a la de mi contrin-cante; a más de esto, toda la faseanterior de la contienda, que dejó aKorchnoi constreñido, me infundióla creencia en el resultado favora-ble de la partida...; pero cometí elinconcebible y e r r o de hacer 35.TXP7? Escapó a mi penetración elpeligro que suponía el avance P6A,acaso por contrastar excesivamentecon la indefendible situación de lasnegras. Estoy convencido de que,si un maestro destacado no ve enseguida semejantes amenazas, no lasverá después, por más que analicela posición.!

Tras 35. TXP, la partida prosiguió35. ..., P6A; 36. R5C, R1R, y lasnegras ganaron.

En este ejemplo se observa quela imagen inerte estuvo ligada con lavaloración definitiva de la posición;por ello, Petrosian disminuyó lógi-camente su vigilancia al considerarque la lucha estaba decidida.

¡Pero el castigo no hizo esperarse!Se perdió una partida que se teníaganada. Este hecho confirma una vezmás el viejo dicho ajedrecista: «Lapartida se considerará ganada cuan-do el ganador haya anotado su puntoen la tabla de la clasificación.»

Es discutible la afirmación, dePetrosian, de que en tales casos noes posible hallar el movimiento con-veniente, por más que se analice laposición. Naturalmente, la imageninerte se distingue por su elevadocarácter estático, puesto que estárelacionada con la manifestación deun constante y emocional estado deexceso de seguridad; sin embargo,esos estados psíquicos pueden sersuperados por la voluntad del in-dividuo, mediante una crítica y con-

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cienzuda verificación de las ideaspropias.

Volvamos sobre otros ejemplosque nos ofrece la práctica del aje-drez.

He aquí la posición de la partidaGablikovski - S i m a g i n (Szavno-Zdruy, 1950).

Diagrama núm. 10

Wri

Las blancas tienen una considera-ble superioridad material: una ca-lidad de más y la inevitable conver-sión del peón 7T en dama. Pero Ga-blikovski polarizó su atención sóloen cómo asegurar la defensa de surey. Desde luego, la amenaza de lasnegras es tan poderosa y la valora-ción del momento, expresada en elgrito de «¡Salvar al rey!», fue tandominante, que las blancas se pusie-ron inmediatamente a la defensiva:37. P8T=D+, R2T; 38. D6TD,D7C + ; 39. R1R, C7A + ; 40. R2D,C X D, y la partida terminó en tablas.Con todo, las blancas ganaban con elsiguiente e inesperado contraata-que: 38. D8T+! (en vez del tímidomovimiento 38. D6TD), RXD; 39.D6T+, y así sucesivamente. Gabli-kovski no pensó en las posibilidadesque le ofrecía la segunda dama en

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el escaque 8T; esto pone de relievela constante y enorme influencia queejerció la imagen de la posición re-flejada en este diagrama, y que, alvalorarla, las blancas pensaron úni-camente en defenderse. El movi-miento 37. P8T=D+ fue calculadoy hecho con la posibilidad defensivade situar la dama en el escaque 6TD,sin relacionarlo con otras particu-laridades de la situación. Despuésde la partida, Gablikovski dijo queno pudo advertir la posibilidad desacrificar inmediatamente la segun-da dama, por cuanto atendió sola-mente a la peligrosa situación enque se encontraba su rey en la ca-silla 1AR.

El siguiente ejemplo ha sido to-mado de la partida Ivkov-Vasiukov(competición U R S S - Yugoslavia,1962).

Diagrama núm. 11

reH

El ataque del maestro yugoslavoes decisivo; en el cual uno de loscomponentes importantes es el peón6A, que las negras no pueden eli-minar de momento, porque está de-fendido por su alfil. Al valorar laposición como favorable, lo que noofrece duda, Ivkov intenta ganarinmediatamente la partida, y noatiende a los posibles cambios de la

misma ni a que su principal triun-fo, el peón de referencia, pueda sereliminado. Prosiguió 19. T3T. P4TR;20. TXP?? Esto es un grave error.Con el movimiento 20. DXPT y,luego, P4CR, se podía mantener unfuerte ataque. El yerro cometido porIvkov puede apreciarse en la va-riante 20. ..., DXP; 21. T8T+,R X T ; 22. D4T + , R1C; 23. D6T,D8T+; 24. R2D, DXC+; 25. RÍA,AXPA, y de repente se aclara queel peón 6A, principal soporte de laposición de las blancas, pudo sereliminado impunemente. De esa ma-nera, se desmoronó el fundamentoen que se asentaba el avalúo de laposición, y cuya solidez en el ulte-rior desarrollo de la partida aseguróla imagen, surgida «por inercia».

La creencia en que los elementosconstitutivos de la valoración de unadeterminada posición son estables,y en el siguiente período del juego,junto con la insuficiente variabili-dad de la atención, son las causaspsicológicas que impiden prever lasllamadas combinaciones que pro-ducen el empate.

El siguiente diagrama refleja lasituación de la partida Evans-Re-shevski (Nueva York, 1965).

Diagrama núm. 12

Las blancas están en un apuro,pues su adversario lleva una piezade ventaja, y amenaza seriamentecontra el rey. Por lo visto, estasconsideraciones parecieron tan cla-ras y evidentes a Reshevski, que, alcalcular su próximo movimiento, loconsideró como una valoración es-table en lo sucesivo; si no, hubieseprestado atención a los pequeños,pero esenciales, c a m b i o s que seproducirían en el tablero, caso detomar el peón blanco 3C. Esto es,los demás peones blancos no puedenavanzar, el rey se halla en situaciónde «ahogado» y la postura de lasdos piezas blancas en 8AD y 7ARbrinda la posibilidad de forzar elempate con el sacrificio de las mis-mas.

Pero la confianza en la victoriosarealización del ataque fue tan gran-de, y la atención estuvo tan fija enlos elementos positivos de la situa-ción en el tablero, que Reshevskicometió la imprudencia de tomarel mencionado peón. Después de48. ..., DXPC??, los defectos deljuego «por inercia» se manifestaronrápidamente. Prosiguió 49. D8C + ,RXD; 50. TXP+, y hubo que acep-tar el empate.

Si hubiera atendido a los cambiosque podía introducir el movimiento48. ..., DXPC, sin duda habría pre-visto la combinación de su adver-sario, y jugado de otra manera; porejemplo: 48. ..., DSC; 49. T8A,D3R; 50. PXC, T8R+ y 51. ...,D7T+, lo que le daba inmediata-mente la victoria.

Se advierte que las imágenes iner-tes suelen presentarse cuando elajedrecista logra aventajar a su con-trincante en la posición; esto haceque no prevea posibles cambios enla misma, incluso los más paradó-jico's, y se guíe sin reflexión por la

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persistente imagen del avalúo lavo-rable de dicha posición.

Al surgir la persistente imageninerte, hasta el ajedrecista más des-tacado pasa automáticamente losrasgos de la situación presente a lafutura; aborda de manera trivial lavaloración de las condiciones veni-deras. Por consiguiente, las imáge-nes inertes dificultan la búsquedade nuevas posibilidades, y reducenal mínimo los elementos de la ima-ginación creadora.

A diferencia de las imágenes resi-duales, que se presentan con valorpositivo y negativo, las inertes sonequivalentes, pero, condicionadaspor el desequilibrio de la dinámicadel pensamiento, intervienen siem-pre como factores negativos.

La disminución del pensamientoy de la variabilidad de la atenciónestá relacionada principalmente conlos rasgos volitivos del carácter.Para subsanar los defectos de laatención, como presencia de la ima-gen estable «por inercia» que hemosvisto anteriormente, es necesariocultivar la autocrítica y el dominiode sí mismo.

Ejercitarse en el hallazgo de so-luciones paradójicas, esforzarse pordescubrir toda excepción de la reglay desarrollar lo concreto del pensa-miento son condiciones indispensa-bles para luchar contra las imáge-nes inertes. En las partidas de pre-paración es útil aplicar las varian-tes de apertura más difíciles, con elfin de ver el objetivo principal, noen el resultado, sino en la búsquedade los recursos ocultos de la defensa.Con ello, el ajedrecista se contaminainadvertidamente con el espíritu delescepticismo en cuanto a la valora-ción, por contrastable que sea. Tam-bién puede servir el estudio de laspartidas de Lasker y Korchnoi.

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Lowenfisch escribe sobre el enor-me sentido crítico del pensamientolaskeriano: «Analizar en compañíade Lasker era un placer. ¡Cuántascaracterísticas de su estilo, diversasy a menudo convincentes, he oídoen mis días I . . . Subrayo solamenteun indiscutible rasgo de él: su es-cepticismo y fe en la defensa. Nosponíamos a analizar una variante dedeterminada apertura, que a mi verno convenía a las negras. Pero Las-ker empezaba a buscar ingeniosa-mente contraposibilidades inadver-tidas, y se descubría que dicha va-riante era aceptable e irrebatible.»

Durante la partida conviene, aveces, abstraerse de los propios in-tentos; «cruzar la línea del frente»,y tratar de pensar por el adversario.Caso de introducirse profundamenteen los «intereses» de él, pueden des-cubrirse ideas que suelen escapar ala penetración cuando se piensa uni-lateralmente; de ese modo, se ase-gura un tratamiento más objetivodel avalúo de la posición.

Imagen precursora

Se produce al pensar en los posi-bles cambios de la situación futura;en ello, se sobreestima la importan-cia de los inminentes acontecimien-tos en la partida, de suerte que elajedrecista los toma casi por realesy existentes. Blumenfeld escribió:«A juzgar por mi propia experiencia,hay momentos en que la idea, for-mada por la fantasía visual, ocupael sitio de la realidad.»

El papel negativo de las imágenesprecursoras es doble. En unos casos,se atribuye existencia real a posiblesamenazas del adversario, con fre-cuencia imaginarias, que se exagerany se convierten en amenazadores gi-gantes legendarios en la conciencia;la perspectiva lejana es objeto de

culto supersticioso, y se toma porfactor real del avalúo de una posi-ción que existe sólo en la mente. Y,en otros casos, se da demasiada im-portancia a posibles y activas ma-niobras de las propias piezas en elfuturo, y no se considera con ladebida claridad si su realización eso no oportuna; al contrario, a lavaloración de la posición real se leañaden automáticamente «castillosal aire», formados por la fantasía.Esta falta de sentido traslativo deuna situación supuesta a otra per-ceptible conduce a casos de «maníade hacer proyectos», a una irrealplanificación de las operaciones men-tales en el tablero.

Veamos seguidamente la posicióndel encuentro Bondarevski-Flor (Ks-tocolmo, 1948).

Diagrama núm. 13

Las blancas tienen ciertas posi-bilidades de ataque; de ellas, la más«eficaz» acaso es el avance del peón4AR, aunque, por lo pronto, noentraña peligro para las negras. Locual puede probar, por ejemplo, lasiguiente vanante: 28. ..., T1R!;29. P5A, DXPR; 30. PXP, PAXP;31. D7A + , R1T. Esto es el avalúoreal de la posición.

Pero la maniobra P5AR impresio-nó tanto a Flor, que, sin considerarotras particularidades de la posición,su respuesta fue dictada por la ideafija de impedir el avance del peónde referencia.

Prosiguió 28. ..., P4AR?; 29.PXP. a.p., CXP6A; 30. P5AR! Lasnegras salieron inesperadamente delo malo y entraron en lo peor. Laimagen precursora hizo que las me-didas profilácticas, tomadas con-tra las posibles amenazas en unfuturo lejano, se convirtiesen en unaamenaza real y efectiva en lo pre-sente. Las blancas consiguieron unaventaja evidente, mediante 30. ...»P4CR; 31. C5T, CXC; 32. DXC.

Examinemos la posición del en-cuentro Capablanca-Alexander (Not-tingham, 1936).

Diagrama núm. 14

*

a»Prosiguió 26. ..., D1R? Con mo-

tivo de este movimiento, Altkhineescribió: «No sólo se ha perdidoun tiempo valioso, sino que se brin-da a las blancas la posibilidad dedesatascar a su alfil de la darra. Porcuanto el adversario no amenazabainminentemente, las negras hubie-sen podido iniciar el ataque en elflanco de la dama, mediante 26. ...,

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A3T y el subsiguiente avance delpeón 3C. Tras lo cual, el resultadode la partida habría sido totalmenteindefinido.»

Posiblemente, las medidas defen-sivas de las negras estuvieron con-dicionadas por la sobreestimación dela ilusoria amenaza D5T. La partidacontinuó 27. P4CR!, D3C; 28. PXP,TXP; 29. TXT, DXT+; 30. R1T,T1AR; 31. D1T, y las blancas sehicieron con la iniciativa.

Reshevski también se privó desu único y activo plan (P5CD) altemer el movimiento de rupturaP4TD adversario, poco eficaz paraéste en la situación dada (Spasski-Reshevski, Amsterdam, 1965).

Diagrama núm. 15

Aquí las negras hicieron 33. ...,P5T. Y al remate de 34. D3R, D3D;35. P3CR, las blancas aumentaronsu superioridad, porque aquéllas nopudieron actuar eficazmente; comose ha dicho, se privaron de su únicoy activo plan al analizar la realiza-ción de la amenaza P4TD del ad-versario.

Un caso por el estilo ocurrió enla partida Krogius-Shujovski (So-chi, 1967), en que, al cabo de 1.

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P4D, P4D; 2. P4AD, P3R; 3. C3AD,C3AR; 4. PxP, PXP; 5. A5C, A2R;6. P3R, P3AD; 7. C3A, C1C2D; 8.A3D, 0-0; 9. D2A, T1R; 10. 0-0,CÍA; 11. T1T1C, P4TD; 12. P3TD,C3C; 13. P4CD, PxP; 14. PXP.C5R; 15. A XA, DxA; 16. P5C,A5C; 17. AXC!, PxA; 18. C2D,P4AR; 19. PXP, PXP, las amenazasdel bando negro D4C y C5T fijaronla atención del blanco. Estas ame-nazas parecieron tan reales y peli-grosas, que forzaron a ponerse a ladefensiva: 20. P3T?, A4T; 21.T1C1R?, C5T; 22. C2R, con lo quese cedió la iniciativa a las negras.En vez de dejarse influir por laacción de la imagen precursora, con-venía rrber calculado la variante20. T6C, C5T; 21. T1-1C, D4C; 22.P3C, con lo que las blancas adelan-tan a su adversario en la ofensiva.Por ejemplo: 27. ..., C6A+; 23.CXC, AXC; 24. TXP, D4T; 25.CSC, D6T; 26. D4A+ y D1AR.

En los ejemplos que acabamos dever se han observado casos de sobre-estimación de futuras amenazas deladversario y de subestimación delas posibilidades de la posición pro-pia; en ellos se eludieron volunta-riamente y sin motivo las operacio-nes activas y se pasó a la defensiva.Tal pasividad, producida por auto-sugestión, hace que disminuya con-siderablemente la producibilidaddel pensamiento, y se empiece unalucha contra «molinos de viento».En casos así, se observa insuficientevariabilidad de la atención, que sefija principalmente en un futuro le-jano y huye de la posición real enel tablero.

Niemzowitsch define acertada-mente estas propiedades de la ima-gen precursora en su conocido afo-rismo: «La amenaza parece mayorque su realización.»

Con frecuencia aparece la otracara de la imagen en cuestión; estoes, se exageran las probabilidades,y la atención se fija únicamente enconsiderar las posibilidades de laspropias piezas, por lo que no sejustiprecian las respuestas del opo-nente.

Veamos un fragmento de la parti-da Krogius-Bronstein (Tbilisi, 1967).

Diagrama núm. 16

En esta posición, Bronstein sepropuso atacar al rey adversario conel movimiento P5T y, si se diera elcaso, con los P3A y P4CR. Estasactivas posibilidades de las propiaspiezas cautivaron tanto la atenciónde Bronstein, que consideró sussupuestas amenazas poco menos queúnicas y efectivas para valorar laposición. Por ello, sucedió 13. ...,P5A? Este movimiento es ineficaz,porque, entre otras desventajas, tie-ne la de liberar a las blancas en elcentro y en el flanco de la dama;sin embargo, Bronstein polarizó suatención en atacar al rey, por pare-cerle la acción que mayores perspec-tivas le ofrecía. Con todo, adverti-mos que el avalúo de la posición re-quiere seguir presionando en el cen-

tro, para lo cual convenía haber he-cho 13. ..., D3C. La partida prosiguió14. A2A, D2A; 15. C1C, 0-0-0; 16.C3A, A3T; 17. D1R, T1D1R; 18.P4CD!, A2C; 19. P4TD, P3A?

Las negras continúan en su irrea-lizable proyecto. La imagen pre-cursora de poder atacar al rey blan-co fue tan firme que, incluso en laposición actual, donde el ataque delas negras no ofrece ninguna pers-pectiva, Bronstein realiza el «seudo-activo» avance P3A, y no cuentacon el brusco empeoramiento queha experimentado su situación, por-que persiste en su mítico ataquecontra el rey.

20. R1C, D1D; 21. T2T!, P5T;22. A1C, PXP? Influidas por la ima-gen precursora, las negras han efec-tuado de nuevo unos movimientoscarentes de actividad, y el últimode ellos es un error decisivo. Alprincipio, las blancas han tenido po-sibilidad de realizar el plan P3CR,T2CR y, luego, P4C; pero, ahora,lograrán una iniciativa amenazadoraen el otro extremo del tablero. Porlo demás, repetimos, la serie deerrores de las negras no es fortuita,pues la atención de Bronstein hacerato que es cautiva de supuestosirrealizables.

Continuó 23. PDXP! Después dela partida, Bronstein manifestó quehabía esperado que su adversariohiciese 23. PAXp. ¡Esto pone derelieve cómo el cálculo de la posi-ción dada estuvo sometido a la in-fluencia del pensamiento, concentra-do en los deseados cambios de laposición futura I Al seguir una di-rección «determinada», impuestapor la imagen precursora, cupo es-perar los siguientes movimientos:23 C1C; 24. A3R, C3A; 25.D2A, P6T; 26. P3C, P3C; 27. P5T,R2C; 28. AXC, PC XA; 29. PXP,PXP; 30. T1A1T, D2A; 31. C4D,

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T1T; 32. C5C, TXT; 33. DXT, ylas negras se rindieron.

La imagen precursora suele ac-tuar cuando el ajedrecista cree enla aceptación irrecusable del sacri-ficio o cambio de piezas que proponea su contrincante.

Veámoslo en el siguiente frag-mento de la partida Liebersohn-Tai-manov (Tbilisi, 1967).

Diagrama núm. 17

^e advierte la acción de la imagenpre ursora en el cálculo de Taima-nov. ^uien creyó en lo irrecusablede 1 variante 35. ..., TXC; 36.PX1, T8D+, lo cual redunda enbeneficio de las negras, y que efec-tivamente sucedió en la partida. Sinembargo, las negras no previeronel movimiento intermedio 36. D6A!,que alteraba la valoración de susintenciones. Debe advertirse que enlo psicológico es difícil prever losllaiiados movimientos «intermedios»y «solapados», porque comúnmentese relacionan con la negativa deganar material inmediatamente ycon la infracción de los, aparente-mente evidentes, avalúos de la posi-ción; en cambio, la práctica con-vence al ajedrecista de lo contrario,

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es decir, de la conveniencia de res-petar los valores materiales y losprincipios de la estrategia. Por ello,toda posición saturada de ideas noestereotipadas confunde incluso alajedrecista más original.

Veamos la partida Niemzowitsch-Alekhine (Dresde, 1926).

Diagrama núm. 18

Las negras hicieron 35. ..., T1AD.Y Alekhine escribió al respecto:«Esta innecesaria sutileza pone enduda la victoria. Debía haberse pro-seguido 35. ..., AXPC; 36. AXC,DXA; 37. AXP, P6D; 38. AXA,PXT, y las negras obtenían unacalidad por un peón. Pero se mefiguró que el movimiento efectuadoen la partida era más eficaz y mereportaría un final favorable dentrode cuatro movimientos.»

Sucedió 36. AXC, DXA; 37.T2AD!, AXPC; 38. AXP, P6D; 39.T3A, P7D!; 40. D2A! «No previneeste movimiento defensivo —prosi-gue diciendo Alekhine—; sólo contécon la toma del peón, lo cual medaba la ventaja.» El juego prosiguió40. ..., AXA; 41. TXA, TXT; 42.DXT, T1AD; 43. D2R, D3C + ; 44.D2A, DXD+; 45. RXD, T7A; 46.

R2R, y, tras unos movimientos, seacordó dejarlo en tablas.

En ocasiones, al meditar sobre unasituación futura, la atención se esta-biliza hasta el punto de ignorar porentero la realidad; el ajedrecistacrea en la imaginación movimientosvenideros, y no advierte el peligroinmediato de perder una pieza oun peón.

Sobre este particular, el maestroRiumin dice:

Diagrama núm. 19

«IAl reflexionar, advertí de pron-to una «combinación»: 26. ..., C4A;27. ..., DXT+ y 28. . . . , C6D+, conlo que ganaba una torre! Situé elcaballo en el escaque de referenciay paré el reloj, sin esperar la res-puesta de Capablanca.»

Pero la verdad es que Riumin nose dio cuenta de que Capablanca letenía amenazada la dama, porquesu atención estuvo concentrada enla búsqueda de futuras operaciones.

Como vemos, atender extremada-mente a las posibles ventajas quepueda ofrecer la acción futura delas piezas propias también influyenegativamente en el avalúo positivode la situación, por cuanto se pon-

dera la superioridad de la posiciónpropia; ello hace que disminuya laesfera de atención del ajedrecista,que se sustrae de lo demás y sigueúnicamente lo que inquieta susideas; tanto es el entusiasmo por locomplicado que a menudo se efectúael cálculo como si el adversario noexistiese.

Por consiguiente, la forma depensar condicionada por la imagenprecursora negativa se presenta endos planos: en uno, la insuficienciade dinamismo del pensamiento in-duce a una excesiva circunspeccióncuando «se abren demasiado los ojosante el peligro», y en otro a unaaudacia sin límite, a una presunciónexagerada, y hasta a una manía dehacer proyectos.

A pesar de eso, es necesario se-ñalar el valor positivo de la imagenprecursora en el desarrollo de lafantasía del ajedrecista.

En la obra de Tal, Larsen, Korch-noi, Neshmetdinov y otros, la fan-tasía está, por lo general, relaciona-da con la realidad mediante un aná-lisis crítico; gracias a la conscientevariabilidad de la atención, estamezcla de fantasía y percepción ayu-da a ser previsor y exacto en elcálculo y a hallar ideas originales.

Veamos la posición de una par-tida Neshmetdinov-Kasparian (Riga,1955).

(Véase diagrama núm. 20)

Aquí se le ocurrió a Neshmetdi-nov dar un bello mate al rey negro.Esta idea se refuerza con el cálculopreciso y se convierte en realidad.Atendamos a las dificultades quepresenta su análisis, por cuanto laposición es complicada y tirante poruno y otro lado.

Sucedió 38. A6R!, T1T+; 39.A3T (el sentido del movimiento 38.

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Diagrama núm. 20

*'mi

A6R está relacionado con la variante38. ..., T X T + ; 39. DX.T!, T7D;40. AXD), CXP; 40. T7A + , R3T;41. DXC + !, y las negras se rindie-ron, porque se les da mate dentrode seis movimientos.

Por tanto, las imágenes precurso-ras pueden ser un factor importantepara desarrollar la capacidad deprever los acontecimientos en el ta-blero. Pero ¿cómo eliminar las decarácter negativo?

A este respecto, Blumenfeld dalos siguientes consejos prácticos:«Por más poderosa que sea la ima-ginación reproductora, la represen-tación mental es sin duda menosviva que la percepción visual. Porello, cuando el adversario ha efec-tuado un movimiento, incluso el es-perado, conviene reflexionar bien,salvo en el caso de extremada faltade tiempo, sobre la respuesta pre-parada de antemano, porque éstaha sido ideada en el momento enque la posición tenía existencia sóloen la mente.»

Aunque interesen las ideas bellasy las maniobras efectistas, nunca sedebe olvidar la «prosa» en la vidaajedrecista. Antes de hacer un mo-

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vimiento, conviene dar otra ojeadaal tablero para cerciorarse de si eladversario amenaza con otro im-previsto. Generalmente, es acertadala idea de que todo movimientodebe hacerse en cuatro compases:trazarlo, registrarlo, verificarlo yrealizarlo; de ese modo se comprue-ba todo intento, por más evidenteque parezca.

Para combatir las imágenes pre-cursoras de carácter negativo reco-mendamos ensayar el método de«finales intermedios». Este métodoconsiste en proponer al ajedrecistaque solucione un complicado pro-blema de muchos movimientos, perosin mover las piezas. Así que hadado con la solución, se le quita eltablero y se le propone que digala posición exacta de cada pieza apartir, por ejemplo, del segundomovimiento de la combinación, delquinto, y así sucesivamente.

Este procedimiento de prepara-ción tiene cualidades fundamenta-les; entre ellas la de que muchasimágenes precursoras se manifiestancomo incógnitas de valor intuitivo.En la incógnita intuitiva, el ajedre-cista advierte el momento culminan-te en que se realiza una idea, peroomite los eslabones intermedios.

El siguiente fragmento de la par-tida Sherbakov-Bijovski ilustra fiel-mente el valor de dicho método.

(Véase diagrama núm. 21)

Bijovski comenta: «Meditandosobre esta posición, bastante abru-madora para mí, «vi» de pronto lasiguiente serie de movimientos: 1...., CXPA; 2. CXA, C6T+;3. R1T,D6A+; 4. D2-2C, C7A+; 5. R1C,C6T+; 6. DXC, T7T; 7. AXT,TXA. Esta variante pasó veloz pormis ojos, y la mente fijó sólo laposición final. Volví a analizarla, y

I Diagrama núm. 21

descubrí que las blancas no podíaneludir el jaque continuo; pero, alcalcularla detenidamente, hallé queaquéllas disponían de la contunden-te respuesta 3. R2C y que, luego de3. ..., D6A+; 4. RXC, las negrasno podían resarcirse de la conside-rable pérdida material. Como la elec-ción era limitada, resolví hacer 1.

..., CXPA, y experimenté un granalivio cuando Sherbakov continuó2. CX A, C6T+; 3. R1T. Mientraspensaba la respuesta, «vi» dos va-riantes: una empezaba con D6A+y la otra con T7T. Traté de profun-dizar en ellas; pero me lo impidióla idea de poder lograr un empatebastante sutil. A consecuencia detal «pensamiento», deduje que am-bas variantes conducían a un mismofin, e hice 3. ..., D6A+?, a lo quesiguió 4. D2-2C, C7A+; 5. R1C,C6T+; 6. DXC, T7T; 7. A5D!, ylas negras se rindieron. Si éstas nohubieran trocado él cálculo por la«visión» y hubieran fijado la posi-ción en la mente después de cadamovimiento, habrían logrado fácil-mente las tablas, mediante 3. ...,T7T!»

Al analizar las particularidadesdinámicas del pensamiento, hemosaludido inadvertidamente al proble-ma de sus componentes. Veamos,pues, una de las formas más com-plejas del proceso intelectivo.

La intuición en el ajedrez

Se llama intuición la percepciónclara, instantánea de una idea overdad como si se tuviera a la vista.Este concepto acaso es uno de losque han suscitado más vivas discu-siones; hasta el punto de intentarexcluirlo totalmente del uso. Lasdiscusiones en cuestión también sehan referido al ajedrez.

Por tanto, ¿cabe la intuición enel arte ajedrecista?

En su libro Torneo internacionalde los grandes maestros, Bronsteinhabla de los componentes de dichoarte, y entre otras cosas dice: «Contodo, hay un cuarto componenteque por ventura es el más atrayente,

aun cuando se olvide con frecuen-cia. Me refiero a la intuición o, silo prefieren, a la fantasía ajedre-cista. .. La intuición ha sido y es unode los principios del arte del aje-drez.»

Este autor se inclina por la in-tuición, aunque la compara con lafantasía del ajedrecista.

En su libro El ataque, Panov dice:«El término intuición es, desde lue-go, impreciso y, como se sabe, elpreferido de la filosofía idealista,la cual lo define como la percepciónclara de una verdad; una especiede «revelación» de arriba... El aje-drecista debe guiarse del olfato, el

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Page 19: Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

cual le prueba si está justificado elsacrificio de material en posicionesdonde no es posible calcular todaslas variantes...»

Vemos que Panov está en contrade la intuición y en pro del «olfatoajedrecista». Posteriormente se verácomprobado que esto, más que lamanifestación negativa de una con-clusión combinatoria sin calcularlaexactamente, o de una anticipada yarmoniosa serie de deducciones enel ajedrecista, es un malentendidoterminológico.

En el libro ¿Su juego preferido?¡El ajedrez!, Linder dice: «Todapartida es, del principio al fin, unconjunto de deducciones unidas ló-gicamente unas con otras.»

Este autor patentiza la idea de quetoda partida es siempre un procesoconsciente, dentro del cual no tienelugar lo irracional o lo inconsciente.

Veamos lo que la teoría marxistadel conocimiento nos dice acercade la intuición, cuyo justo entendi-miento filosófico ayudará a deter-minar su puesto en el arte del aje-drez.

En uno de sus renombrados «me-dios», Pavlov dice: «A mi modode ver, la intuición no es más quelo último que el hombre recuerdadel camino preparado y recorridopor él. y que excluye en ese mo-mento.»

En el Diccionario filosófico, edi-ción de 1963, leemos: «La intuiciónrepresenta un papel auxiliar en elproceso del conocimiento. En rea-lidad, detrás de la facultad de per-cibir «instantáneamente» la verdad,se acumula la experiencia adquiridaanteriormente. Los resultados delconocimiento intuitivo no necesitanun criterio particular de la verdad,como «autoevidencia», etc.; perotambién se demuestran y verificanlógicamente en la práctica.»

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De las tesis expuestas se deduceque la intuición en general y la aje-drecista en particular son un com-ponente del pensamiento perfecta-mente definido. A diferencia delanálisis lógico, en la conclusión in-tuitiva se comprende sólo el resul-tado final de las operaciones intelec-tivas, y el proceso precedente de labúsqueda es, en ese momento, in-comprensible.

En el arte del ajedrez, la intui-ción se presenta al modo de «hallaz-go instantáneo», en cuyo momentoel ajedrecista no comprende el perío-do preparativo para llegar a una con-clusión.

Como en la conclusión intuitivase tiene plena conciencia de un re-sultado («visión» de una serie demovimientos o de una maniobra) yse omiten de un modo subconscientelos detalles o eslabones de la ca-dena del razonamiento, el ajedre-cista admite dicha conclusión comoalgo íntegro, generalizado. A esterespecto, A. Binet dijo: «La com-prendo (la situación en el tablero)del mismo modo que el músico com-prende un acorde.»

Advertimos que el objeto de laintuición pueden ser elementos dela combinación o de la posiciónde la contienda ajedrecista.

A título de ejemplo nos remitimosa la grandiosa combinación que seprodujo en la partida Polugaievski-Neshmetdinov (Sochi, 1958) y a laprofunda clarividencia de Chigorin,quien demostró que los caballoseran suficientemente potentes paraluchar contra los alfiles en su me-morable partida con Lasker (Has-tings, 1895).

Estimamos que atribuir el «olfatoajedrecista» exclusivamente a losmomentos combinatorios y a los sa-crificios empobrece el concepto de«intuición ajedrecista». Por otra par-

te, es incorrecto identificar la in-tuición con la fantasía. Pues la fan-tasía del ajedrecista, la previsión defuturos cambios en el tablero, no vanecesariamente acompañada de lapercepción «instantánea» de unaidea, porque, en el análisis de unplan trazado, es posible un cálcu-lo exacto o la comprensión de todaslas fases lógicas.

Asimismo, debemos tratar consentido crítico el juicio emitido porLinder; si «toda partida es, delprincipio al fin, un conjunto de de-ducciones unidas lógicamente unascon otras», ¿dónde situar la conje-tura y la búsqueda?

En suma, estimamos que el artedel ajedrez es un trabajo intelectualy consciente en donde hay, sin em-bargo, componentes inconscientesque incluyen el pensamiento intuiti-vo del ajedrecista.

¿Cuáles son las particularidadesde la intuición en el ajedrez?

Primero: es necesario distinguirla relativa rapidez con que se suce-den las conclusiones intuitivas en eljuego.

Segundo: la intuición del ajedre-cista tiene un carácter totalmentevoluntario, y cada movimiento esuna operación que incluye un findeterminado, o sea, en unos casosel ataque, y la defensa en otros; poreso mismo, aquél no puede esperarel momento favorable que le ilumi-ne artísticamente o que le inspire,como ocurriera con Arquímedes ycon Newton.

En todo instante, el ajedrecistano necesita otra idea, por originalque sea, sino aquella que resuelveuna situación dada; y así, el valorde cada conjetura que forma depen-de de su momento oportuno. Si laidea de sacrificar la dama, en elconocido encuentro Averbach-Kotov

(Zürich, 1953), se le hubiera ocu-rrido «instantáneamente» a su autorunos movimientos después, habríaproducido indudablemente un pesartardío. En el tablero se deben buscarsoluciones incansablemente, sin dife-rirlas para luego, y en ello ha deponerse cierto esfuerzo volitivo. Locual produce, durante la partida, unaexclusiva tensión en los procesosmentales.

Creemos necesario objetar a Blu-menfeld, quien, en su artículo «Elcarácter del pensamiento ajedrecis-ta», dice que el pensamiento intui-tivo es involuntario tras el tablero,por cuanto los dos oponentes pien-san normalmente. ¡Aceptar tal jui-cio significa desorientar infundada-mente al ajedrecista, pues resultaque no es necesario aspirar al logrode un objetivo determinado, que la«inspiración» vendrá de suyo!

Tercero: la conclusión intuitivaacertada corre pareja con fuertesemociones positivas, sensación deplacer artístico, segundad, triunfo.Bronstein dice acertadamente: «Laintuición... ha dado al arte jdel aje-drez las más bellas combinaciones,y ha permitido al ajedrecista sentirel verdadero placer que proporcionael arte.»

Cuarto: el carácter práctico yefectivo del pensamiento en el aje-drez se manifiesta cuando el ajedre-cista experimenta intuitivamente el«sentido del momento»; «siente»,por ejemplo, el instante en que todadilación significa la muerte, y debeinmediatamente atacar, retirarse, sa-crificar un peón, etc.

El «sentido del momento» se ma-nifiesta en el ajedrecista que poseeun perfecto «sentido del peligro».Kotov dice: «Prever el peligro valetanto como evitarlo, y es la garantíadel éxito en las competiciones. Esta

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cualidad se apellida «sentido del pe-ligro» en el ajedrez.»

Vamos a detenernos en las cir-cunstancias que determinan la ma-„.testación de las conclusiones intui-tivas en el proceso de considerar unmovimiento. El acto intuitivo sueleseguir a un análisis lógico de laposición en el tablero; en este as-pecto, la intuición es secundaria res-pecto de la consciente búsqueda deun movimiento. Sin embargo, el pro-ceso del razonamiento ú t i l o elcálculo preciso de variantes no siem-pre permiten el acto selectivo, por-que el ajedrecista duda a menudo,y presiente que no es satisfactoriala continuación que le dicta el aná-lisis lógico. La limitación de tiem-po a que está sujeto el pensamientopone aún más de relieve la imposi-bilidad de ceñirse al rígido métodode las operaciones lógicas.

En momentos así se recurre a laintuición. En este aspecto, el psi-cólogo Ponomariev dice: «El acier-to de toda conclusión intuitiva de-pende de cómo se logre alejarse delo común, convencerse de la inutili-dad de ciertos medios conocidosantes y mantener el entusiasmo porlos problemas.»

El paso de la lógica a la intuicióncausa un singular estado emocionalen que se observa una combinaciónde emociones opuestas. Por un lado,el ajedrecista no se siente satisfechodel curso del análisis lógico (emo-i iones negativas), y por otro man-tivne la tendencia a la búsqueda oai interés en ella (emociones posi-tiv \st.

\ tamos unos ejemplos que ilus-tran el carácter «secundario» de laintuición.

Encuentro K r o g i u s - G e l l e r(XXVH Campeonato de la UniónSoviética).

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Diagrama núm. 22

«Aquí se me ocurrió de pronto laidea del movimiento C X P, tras ha-berme convencido de que variascontinuaciones lógicas no me satis-facían, por cuanto reforzaban la po-sición de las negras.»

Y así, p r o s i g u i ó 23. CXP,T1T1AD; 24. D X P, T X P; 25. P3TD,R2T; 26. T3CD, R3T; 27. A7C + ,y las negras se rindieron.

Partida Keres- Smislov (Zürich,1953).

Diagrama núm. 23

Acerca del decimonono movimien-to de las negras, Bronstein comenta:«Estuve mucho rato pensándolo—d i j o posteriormente Smislov—,pues me tentaba tomar la torre;cuanto más que no veía que lasblancas pudiesen ganar. ¡Quién des-perdicia la ventaja de una torre!»No obstante, y después de un pro-longado análisis del movimiento 19...., PXT, las negras hicieron 19. ...,PXP! Esto fue una conclusión intui-tiva, ya que no era posible calculartodas las variantes. ¡De esa manera,primero se efectúo el análisis y, lue-go, se llegó a la conclusión intuitiva!

La conjetura que se ha formadoy la conclusión intuitiva vuelven alos límites del análisis lógico, en elcual se verifican. Acerca de estapartida, Bronstein continúa dicien-do: «La intuición no engañó aSmislov, quien hizo el mejor movi-miento, lo cual pudo comprobarseen el análisis efectuado después delencuentro.» Resulta que, luego de19. ..., PXT; 20. 1>XP, T1R, lasblancas cortaban la retirada del reynegro con 21. P4TD!

Por lo visto, puede decirse que lasformas lógicas del pensamiento sonla condición indispensable para ma-nifestar la intuición y para determi-nar lo justo de la idea intuitiva. Lasconjeturas intuitivas del ajedrecistatoman cuerpo en los movimientosy planes sobre el tablero, tras unaverificación más completa por mediodel análisis lógico. Sobre la necesi-dad de verificar toda conclusión in-tuitiva, el psicólogo M. Bunge dice:«Ella (la intuición) puede predispo-nernos a favor de una teoría o mé-todo en perjuicio de otros procedi-mientos o teorías. Pero la sospechano es una demostración. La hipó-tesis fundada intuitivamente necesi-ta ser estudiada conforme a la razón

y, luego, verificada por los procedi-mientos usuales... La intuición nonos dispensa de hacer una demostra-ción exacta, o, por lo menos, muyaproximada.»

Pudiera parecer que subestimamosy empobrecemos la importancia dela intuición. No es así. La intuiciónes un importante componente delpensamiento del ajedrecista, si bienno se debe ponderar su significación;no es una fuerza misteriosa, cuyaprocedencia se desconozca y cuyassugerencias sean siempre precisas;depende del consciente trabajo men-tal del ajedrecista, y se manifiestaa través del análisis consciente ylógico, por el cual se comprueba.

Se nos puede replicar diciendoque hay casos en que la idea semanifiesta intuitivamente después dela respuesta del oponente. No obs-tante, nos parece que la posiciónque se produce tras dicha respuestaposiblemente se ha previsto con bas-tante precisión, y ha tomado formaa modo de análisis lógico de la po-sición futura y como actividad debúsqueda intuitiva en los movimien-tos precedentes.

En la intuición deben distinguirseciertas operaciones mentales, que elajedrecista realiza en cierto modo«automáticamente» y que casi nose perciben en el proceso del juego.Por ejemplo: el conocimiento exactode una posición de un final de par-tida o una variante de apertura, sim-ples procedimientos tácticos y téc-nicos. A consecuencia de múltiplesrepeticiones, se produce cierto auto-matismo en la aplicación de talesprocedimientos; puede observarsecon frecuencia como la torre se si-túa detrás de un peón libre, lospeones se disponen en los escaquesde color contrario al de los del alfil

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propio cuando apremia la falta detiempo, y así sucesivamente. En rea-lidad, estas reacciones automáticasson particularidades de la habituddel pensamiento y se caracterizanpor su forma única; en ellas faltael elemento creador.

En cambio, el contenido de losprocesos intuitivos es muy distinto.La intuición es un proceso creadorcuando descubre cosas nuevas y ori-ginales; aunque su mecanismo pro-cede, al parecer, de la comparaciónde posiciones semejantes que el aje-drecista recuerda, esta comparaciónno sirve, ni mucho menos, para re-petir inconscientemente un modeloconocido.

También conviene observar que esdifícil establecer una diferencia en-tre la parte lógica y la intuitiva delpensamiento, porque las dos estánestrechamente ligadas en un procesoúnico de percepción.

Hemos visto que la intuición noes una misteriosa «revelación» dearriba, sino un componente necesa-rio y perfectamente definido delpensamiento creador del ajedrecista.Dado esto por sentado y existente,prescribir diversos procedimientospara acrecentar la capacidad intui-tiva podría ser un asunto interesante.Pero, ¿hay tales recetas?

Veamos el problema fundamentalque explica el mecanismo de la in-tuición; problema en que está muyinteresada la ciencia moderna. In-tentemos analizar las presuntas cir-cunstancias que originan las conclu-siones intuitivas en el arte del aje-drez.

Primeramente, conozcamos las ob-servaciones que Blumenfeld hace so-bre la partida Bogoliubov - Mises(Baden-Baden, 1925); observacionesque, a nuestro modo de ver, soninteresantísimas.

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Diagrama núm. 24 Diagrama núm. 25

M y

,., ^

«Esta posición se produjo tras elvigésimo primer movimiento de lasnegras. Bogoliubov halló la siguientecombinación: 22. AXP, PXA; 23.TXP+, RXT; 24. D6A + , R1C; 25.T1C+, DSC; 26. TXD, PXT; 27.P5A, lo que da a las blancas unasuperioridad definitiva... Esta com-binación requirió un minucioso cál-culo y un avalúo correcto de la po-sición. Pero todo esto es cuestiónde técnica y experiencia.

»E1 valor fundamental de la ideade esta combinación estriba en elmovimiento 22. AXp, pues el pen-samiento puramente esquemático ybasado sólo en los principios gene-rales no es capaz de concebirla; enella intervino indudablemente ciertaasociación. No se excluye la posi-bilidad de que a su hallazgo contri-buyese, aunque de una forma in-consciente para el propio Bogoliu-bov, la conocida combinación queMorphi hizo contra Bird (Londres,1885).»

Veámosla.

(Véase diagrama núm. 25)

Sucedió 17. ..., TXPA; 18. AXT,D3-3T!, con un ataque victorioso. •

^v

I

sPor tanto, el principio de la con-

clusión combinatoria intuitiva se ex-plica por cotejo de una posición dadacon las ideas que la memoria retienede una experiencia anterior. En elsubconsciente proceso de compara-ción se manifiestan la diferencia ylos elementos de semejanza de laposición presente con la pasada.

El mecanismo comparativo de lopresente con lo pasado quizá per-manece asimismo invariable en elhallazgo de ideas intuitivas de ordenestratégico más general. En el en-cuentro Wittelky - Krogius (Sochi,1967), las negras sacrificaron intui-tivamente una calidad, apoyándoseen diversas impresiones anterioresacerca del valor del alfil en la de-fensa india clásica.

Con todo, y a pesar de la supuestanaturaleza común del principio delas conclusiones intuitivas, en lapráctica se manifiestan de un mododiferente e individual. Por ejemplo:la intuición de Petrosian se dife-rencia esencialmente de la de Tal ode Bronstein. ¿En qué consiste? Po-siblemente en que la diversidad deformas del pensamiento intuitivo sedeba al tipo de asociación en que

preferentemente se ai'oya el ajedre-cista cuando medita sobre un mo-vimiento o combinación. Esto nosautoriza a admitir que unos ajedre-cistas, en primer lugar y de un modosubconsciente, tienen en cuenta loselementos que engloban muchas po-siciones, y por tanto confirman laregla, mientras que otros hallan ex-cepciones y momentos contrastan-tes con las reglas. Por tanto, en unoscasos actúa el mecanismo de asocia-ción por semejanza, y en otros porcontraste. Aclaremos esta idea me-diante unos ejemplos.

En el encuentro Geller-Keres (Zü-rich, 1953), tras los movimientos deapertura 1. P4D, C3AR; 2. P4AD,P3R; 3. C3AD, P4D; 4. C3A, P4A;5. PXPD, PAXP; 6. DXP, PxP;7. P4R, C3A; 8. A5CD, CXP; 9.0-0, C3A; 10. T1R + , A2R, sucedió11. D5R. Posiblemente esta idea nollamó fortuitamente la atención deGeller, pues un motivo análogo sehalla en su partida con Jolmov(XVII Campeonato de la Unión So-viética), aunque en aquélla las ne-gras lograron defenderse efectivamente con la maniobra T2TD, luegodel correspondiente avance de lospeones.

Volviendo sobre la partida encuestión, era más efectivo el movi-miento 11. A X C + , PX A y, después,12. D5R y la amenaza C4D. Keresconsiguió librarse de la atadura me-diante 11 0-0! Y a 12. A X Csucede 12. ..., A3D. Posiblemente,Geller no hizo 11. A X C + porque«formaría» intuitivamente otra aso-ciación por semejanza con la partidade dicho campeonato: «no cooperaren ningún movimiento de los peonesadversarios del flanco de la dama,por cuanto ello redunda en benefi-cio de las negras.»

Veamos la posición de la partidaTal-Keller (Zürich, 1959).

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Diagrama núm. 26

Puede asegurarse que todo ajedre-cista que apoya su reflexión en ideashalladas antes en posiciones análo-gas a ésta, habría proseguido más omenos así: 14. C4TD, C2D; 15.PXP, PXP; 16. C4D, 0-0-0; 17.AXP.

Pero Tal' es distinto; su conclu-sión (seguramente intuitiva, porcuanto no fue posible demostrar ocalcular con la debida precisión)contrasta con una experiencia ante-rior y contiene una invitación direc-ta a dicha experiencia. Hizo 14.PXP!?; esto no es un caso excep-cional en él. Sus partidas, con loque de pasada mencionamos el artecreador de Lasker, Korchnoi y otrosmaestros, están saturadas de hallaz-gos intuitivos que contradicen loque aprueba la experiencia anterior;y así, resulta que la intuición estáen desacuerdo con ella misma, in-cluso en un tipo de juego y talentoequivalentes. Por consiguiente, cadatipo de pensamiento intuitivo tienesus defectos y virtudes.

Pero, ¿cómo debe el ajedrecistacombatir los defectos de su «olfato»y desarrollar las virtudes del mismo?

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Ya que hemos hablado tanto deque las conclusiones intuitivas de-penden de la experiencia anterior,la respuesta parecería muy sencilla:analizad muchas partidas, leed másartículos sobre teoría; de esa ma-nera tendréis asegurada una buenaporción de aolfato ajedrecista». Peroesto no es tan fácil en la realidad.Capablanca se dedicó relativamentepoco al estudio del ajedrez, peroposeyó en grado sumo la facultadintuitiva; en cambio, los maestrosactuales tienen conocimientos enci-clopédicos, pero temen a la intuicióny no saben confiar en ella.

Desde luego, los conocimientosconstituyen un logro meritorio; perolo importante no consiste en su am-plitud, sino en la racional organiza-ción de los mismos.

Hemos dicho que la intuición sebasa en comparaciones y asociacio-nes; esto significa que es necesariohallar la relación entre posiciones,ideas y variantes aisladas, compa-rarlas y tratar de descubrir lo funda-mental que las une y distingue. Laexperiencia anterior ha de elaborar-se, comprenderse y generalizarse másactivamente.

Es preferible poseer una pequeñasuma de conocimientos, flexible, en-tendida y sistematizada a una enor-me masa de factores aislados querepresentan un s i n g u l a r capitalmuerto ajedrecista. Pues leerse unotras otro los artículos de un diccio-nario enciclopédico no es el mejormétodo para desarrollar el intelecto.

Capablanca tuvo una habilidad ex-traordinaria para comparar y descu-brir lo común en las situaciones máscomplicadas y contradictorias. Re-cordamos su relato de cómo apren-dió a jugar al ajedrez:

«Al tercer día de observar el jue-go, mi padre, aficionado sin expe-riencia, movió un caballo de un

escaque blanco a otro del mismocolor... Tras haber ganado la parti-da, le dije que era un tramposo yme reí de él. Después de una peque-ña discusión..., le mostré cómo habíamovido dicho caballo. Me preguntóqué entendía yo de ajedrez y dóndelo había aprendido. Contesté dicien-do que si jugaba una partida con-migo se la ganaría. Dijo que eso eraimposible, pues seguramente no sabíani siquiera colocar las piezas. Nossentamos frente al tablero, y le ganéla partida. Este fue mi estreno enel ajedrez.»

Sorprende que un niño de cuatroaños manifestase tanta capacidad alos tres días de observar el juego;advirtió la semejanza de los movi-mientos de las piezas, hasta entoncesdesconocidas para él, y sacó conclu-siones (conoció las reglas del juego,y hasta adivinó que el caballo saltade una casilla blanca a otra negra yviceversa).

La manifestación de estas cuali-dades en su tierna infancia explicanla economía de su pensamiento y

su elevada intuición que posterior-mente le dieron fama.

Se nos objetará diciendo que estono es un ejemplo típico, ya que elgran ajedrecista cubano poseyó ungran talento. Pero no vamos a discu-tir sobre la importancia del talento;hemos citado un fragmento de subiografía con el único propósito dedemostrar la grandiosa importanciaque tiene la eficaz y sintetizada ac-tividad en adquirir conocimientosajedrecistas.

Y en lo relativo al acertado desa-rrollo de las aptitudes es necesario,sobre todo, trabajar tenaz y orga-nizadamente. Por ello, la intuiciónpuede y debe evolucionar, indepen-dientemente del grado de talentonatural, y se forma mejor medianteun trabajo consciente y perseveranteen el cual se comparan, analizan y .generalizan las partidas y los datosteóricos. Por lo general, cuanto másestrecha y profundamente están uni-dos los conocimientos anteriores,tanto más abonado estará el terrenopara el desarrollo de la intuición.

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LA ATENCIÓN

«¡Todo consiste en el reconcentramiento!»

Es fama que el ajedrecista tieneuna gran capacidad de reconcentra-miento. Cuando comete un acto denegligencia en su actividad laboralcotidiana, se oye con frecuencia lasincera exclamación: «¿Cómo puedeuna persona capaz de calcular com-plicadas variantes no advertir cosastan simples como ésa?»

Por lo demás, está convencido deposeer dicha capacidad; este con-vencimiento se manifiesta en mu-chos de nuestros colegas al consi-derar los descuidos e inadvertenciascomo una circunstancia fortuita yno característica del clan de los aje-drecistas. Pues es frecuente que, des-pués de haber perdido una partida,traten de demostrar no sólo con va-riantes, sino también con la expre-sión de su rostro, que han jugadoexcelentemente, ¡y que, de no serpor la fatal casualidad...!

Entonces, ¿son fortuitos los erro-res que no se pueden atribuir a lapoca experiencia o a los rudimen-tarios conocimientos del maestro?

Desde luego, no nos proponemosnegar el papel positivo que el aje-drez representa en el incremento dela atención. La continuidad de loscambios que se producen en el ta-blero y la obligación de calculartoda posibilidad, por mínima quesea, indudablemente favorecen a di-

cho incremento. Fijar la atención esun ejercicio imprescindible para co-sechar éxitos en las competiciones.

Y no extraña que N. Grekov, P.Rudnik y otros autores afirmen jus-tamente que el ajedrez es un medioeficaz para combatir la distracción,considerada como uno de los trastor-nos más graves de la atención. Elprimero de ellos dice:

«La aptitud para concentrar, pro-longada y profundamente, la aten-ción en lo que sucede en el tablerode ajedrez es una adquisición valiosapara todo aquel que es propenso adistraerse o a padecer trastornos enla atención.

«Después de muchos años dedi-cado a observar este fenómeno, nosería arriesgado afirmar que muchoscasos de brusca mengua de la dis-tracción en los niños y adolescentescoincide con el comienzo de su afi-ción al juego del ajedrez, el cualinfluye, sin duda, en la mentalidadde ellos.»

Sin embargo, y a pesar del rela-tivamente alto nivel de atención delos ajedrecistas, los errores y des-cuidos trashuman de torneo a tor-neo; lo cual podría parecer incom-patible con la clase de juego de susparticipantes. Realmente, esto no sepuede atribuir al desconocimiento nia la incomprensión. En efecto; ex-

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presándose en el lenguaje de la ci-bernética, sería risible hablar de fal-ta de información del maestro cuan-do no advierte, por ejemplo, que suadversario le amenazará la dama enel siguiente movimiento.

No siempre son convincentes losintentos de explicar que tales hechosse deben a la falta de tiempo o lafatiga. Pero no ofrece duda de queestos dos factores influyen bastanteen el descenso de la atención; contodo, son más bien un terreno abo-nado para la comisión de yerros,aunque poco nos aclaran sobre lanaturaleza de los mismos. Pues seríainjusto atribuir las causas de un de-lito a la oscuridad de la noche, almal tiempo, a la desolación del lu-gar y a otras circunstancias, por elsimple hecho de que ello contribuyaa crear una situación tan desfavora-ble a la víctima.

La clave del enigma de muchosdescuidos y errores, «inexplicables»a primera vista, consiste, al parecer,en estudiar las características de laatención de cada ajedrecista; tam-bién estos defectos personales, y bas-tante típicos como podrá compro-barse, de la atención se manifiestanpor lo común y con más intensidaden condiciones desfavorables; o sea,en la falta de tiempo, en la fatiga,etcétera.

En primer lugar, veamos cómo de-fine la ciencia psicológica este con-cepto: Atención es el estado activode la mente e inseparable de todoslos procesos, mediante los cuales elindividuo verifica diversos aspectosde su actividad. En igual medida, elreconcentramiento es necesario, asíen la percepción como en la reten-ción, reproducción y actividad delpensamiento y la imaginación entodas las etapas del acto volitivo:proponer el objetivo, realizar la ac-ción y verificar su cumplimiento. La

mención igualmente favorece a laprofundidad y estabilidad de las im-presiones emocionales del sujeto, yno se puede reducir a un procesopsicológico aislado, pues el simplereconcentramiento no basta para co-nocer una nueva variante de aper-tura ni levantar el ánimo combativo.Por otra parte, la atención no daningún conocimiento ni produceemociones, si bien es un necesario eimportante aliado de todos los pro-cesos psíquicos, y proporciona a cadauno de ellos una particularidad psi-cológica cuantitativa.

La atención se manifiesta estre-chamente unida al pensamiento delajedrecista; esto da facultad parahablar de la naturaleza intelectualde ella. A la actividad ajedrecistapueden incluirse sin reserva algunaestas palabras de Juan PetrovichPavlov: «Todo consiste en el recon-centramiento. La regla fundamentaldel pensamiento es fijar la atención.»

La del ajedrecista tiene, eviden-temente, un carácter voluntario;cada movimiento entraña un findeterminado, y él aplica consciente-mente los esfuerzos volitivos a pro-fundizar en el trabajo y cumplir me-jor el fin señalado. Los rasgos voli-tivos del carácter regulan el nivel dela concentración. La intensidad, lacapacidad y la variabilidad de laatención aumentan o disminuyen enrazón directa de la potencia y la di-rección de los procesos volitivos.

La importancia de la voluntad co-mo regulador de la concentración seobserva particularmente al compararla capacidad de pensar, durante lapartida, con el análisis efectuado encasa; en ello, la diferencia de losestados emocionales representa tam-bién un importante papel. En igual-dad de tiempo, pensar en el trans-curso de la partida resulta más efec-tivo, por cuanto en ella se determi-

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nan con más claridad los objetivosconcretos de la lucha, y se observaun mayor poder de las impresionesemocionales.

Las emociones del ajedrecista ejer-cen una gran influencia en el gradode atención. Se sabe que el enojo,la desilusión y el temor impiden re-concentrarse y profundizar en elanálisis. Por el contrario, la con-fianza y el sosiego permiten mante-ner la vigilancia durante la con-tienda.

«El sosiego no es ni mucho menosuna cosa decorativa; la cabeza mefunciona mejor cuando estoy tran-quilo. Por eso, he procurado desa-rrollar tal estado anímico; especial-mente para participar en los tor-neos», dice Botvinnik en su librosobre el XI Campeonato de la UniónSoviética.

«A más de esto, la atención semanifiesta espontáneamente no sóloal elegir un movimiento, sino tam-bién al saber observar los estadospsicológicos de los demás. La im-portancia de tal clarividencia psico-lógica es inestimable en la prepara-ción del ajedrecista. ¡Cuántos erro-res se han cometido en el tableropor no saber o no querer observarel estado psicológico del adversario!Un ejemplo de ello es la final delXXIV Campeonato de la URSS, enque el aspecto deprimido del granmaestro Vasiukov, quien comúnmen-mente es risueño y alegre, me con-fundió. Me causó la impresión deestar disgustado por sus fracasosprecedentes; de importarle un comi-no el resultado de sus partidas si-guientes; y de querer terminar cuan-to antes el torneo. No comprendídebidamente la conducta de estemaestro moscovita, por lo cual tomélo deseado por realidad. A conse-cuencia de esto, empecé con bastanteimprudencia la partida; pero advertí,

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de súbito y con gran sorpresa, queme enfrentaba no con un adversarioindiferente y desconcertado, sino conuno que insistía en lograr la victoria.Este error es imperdonable si se tieneen cuenta que hace muchos añosque lo conozco, y más de una vezme ha sorprendido la tenacidad conque lucha hasta el final, especial-mente con los que encabezan la cla-sificación, aun cuando le vayan malen el torneo.

Vasiukov llevó la partida con fir-meza y precisión, y la ganó mere-cidamente. Tras esta derrota, perdíla posibilidad de participar en eltorneo interzonal.»

Estos casos de inadvertencia psi-cológica pueden observarse en elperíodo de preparación y en el trans-curso de una partida de competición.Cuando el ajedrecista pierde su es-pecial contacto psicológico con elcontrincante y deja de observar lasalteraciones del estado de ánimo deéste, suele caer en la trampa. Se diceque Najdorf es un especialista en«cazar» a los oponentes confiados.

Ingeniosamente, Tal aprovechó lainsuficiente clarividencia psicológicade Fischer (torneo de candidatos,Yugoslavia, 1959). V. Vasiliev refiereeste episodio:

«Se produjo una situación en lacual Fischer pudo haber puesto a Talen serios aprietos, con el movimien-to de la torre. En aquel momentodramático, el maestro soviético pa-seaba por el escenario...; de pronto,y por el rabillo del ojo, advirtió queel otro anotaba su movimiento, ycon cierta e incomprensible insisten-cia ponía el impreso en el lado dela mesilla ocupado por él; evidente-mente trataba de que éste mirase laanotación. ¿Qué pretendía con ello?Bueno; Tal miró el impreso, y vioque Fischer había anotado el movi-miento que le tenía tan preocupado.

¡Aquí comprendió que Fischer losometía a pruebaI... ¿Qué hacer?¿Fruncir el entrecejo? Pero eso noharía más que confirmar lo que Fis-cher se proponía. ¿Sonreírse? Estopodía contribuir a que se diese cuen-ta de la maniobra... Por ello, Talcontinuó paseándose con el rostroserio como si tal cosa. Y entoncesFischer, desconcertado por la inmu-tabilidad de su adversario, cayó ensu propia trampa... Estimó erróneosu plan originario y movió otrapieza.»

Pero este caso evidente no debeconfundir al lector. Porque no sepuede fiar por entero en la obser-vación del estado de ánimo del ad-versario, por profunda que sea. Des-de luego, es necesario observar sucomportamiento psicológico; perono debe considerarse como un mediouniversal para competir en el aje-drez, no obstante ser un factor im-portante.

Volvamos sobre los problemas,cuya descripción es más precisa. Nosdetendremos en el análisis concretode las particularidades de la aten-ción que frecuentemente se presen-tan en la práctica. Las propiedadesfundamentales de la atención delindividuo son: intensidad, capaci-dad de reconcentramiento, estabili-dad y variabilidad.

La intensidad es e) índice de re-concentramiento en un objeto, y lapremisa psicológica necesaria paraprofundizar en la actividad ajedre-cista. Puede suponerse que la inde-bida intensidad complica la sucesióny sistematización del pensamientodel ajedrecista y, por lo mismo, laclaridad con que se analiza la po-sición.

La capacidad es el número de ob-jetos que la atención abarca en unmomento dado; esta cualidad carac-

teriza un amplio reconcentramientoy permite determinar con mayor pre-cisión la diferencia personal entrelos ajedrecistas; por ejemplo: dife-renciar su capacidad de llevar mejorel juego en uno de los flancos; entodo el tablero, caso de abrirse elcentro, y así sucesivamente.

La estabilidad y la variabilidadson las cualidades dinámicas de laatención; la primera es la duracióndel apoyo necesario que una fuerzadeterminada presta a la meditaciónútil, a la intensidad de la atención,y no se manifiesta como un estadoestático, sino formando conjunto conla variabilidad y las oscilaciones dela atención. Estas oscilaciones re-presentan d i v e r s a s distracciones,producidas espontáneamente (ruidoen la sala de la competición, faltade tiempo en la mesilla vecina, etc.).

El signo distintivo de la variabili-dad es su carácter consciente; aquíel reconcentramiento pasa intencio-nadamente a otro flanco, al cálculode otra variante, al avalúo de otraamenaza. La variabilidad conscientees el mecanismo fundamental de ladinámica intelectiva en la actividaddel ajedrecista.

Hemos investigado las particulari-dades de la atención mediante elanálisis de partidas y comentariossobre ellas, la observación del cursode las competiciones, y una serie deotros experimentos. Se ha logradoestablecer, en los ajedrecistas, algu-nos defectos típicos en orden al gra-do de intensidad, capacidad y diná-mica de la atención, cuyos casosde alteración examinamos detallada-mente, pues prevenirlos tiene un va-lor práctico muy importante. Asi-mismo, se ha tratado de relacionarlos defectos típicos citados arribacon las particularidades individualesde la actividad mental de cada aje-drecista.

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Page 25: Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

Inestabilidad de la atención

Examinemos la situación de lapartida Kasparian-Mazel (VII Cam-peonato de la Unión Soviética).

Diagrama núm. 27

IIJÜ

1*1

El juego de las negras podría con-sistir en los siguientes movimientos:P4AR, P4R o bien P4AD. Al prin-cipio, Mazel polarizó su atención enel lógico P4R, para lo cual hizo elmovimiento preparatorio 12. ...,T1A1R.

Al cabo de 13. P3C, A2C; 14.A2C, las negras modificaron repen-tinamente su plan; rehusaron suprimera idea, e hicieron 14. ..., C5R;15. D2A, P4AR. Tras la realizacióndel nuevo plan P4AR, se aclara queel movimiento 12. ..., T1A1R no fuelógico.

Prosiguió 16. C1R, C2D3A; 17.P3A, C4C; 18. C3D, P4AJ? ¡Otrasorpresa! Las negras han vuelto amodificar su plan, sin haber llevadoa término el iniciado anteriormente.

Como se ha visto, sin nada que lo

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justificase, el bando negro modificósu plan tres veces en el transcursode seis movimientos; o sea, la aten-ción pasó de una parte del tableroa otra. Y así, las blancas obtuvieronventaja al término de 19. C2AR yla subsiguiente ruptura P4R.

Ilin-Shenevski refiere un caso ins-tructivo que le sucedió en el trans-curso de su vida ajedrecista:

«Suele darse la circunstancia depoder elegir entre dos planes de jue-go, y lo peor es tratar de realizarlosa la vez, porque se produce una con-fusión de ideas, y no se lleva nin-guno de los dos a feliz término.

Diagrama núm. 28

1*11

•Aquí (encuentro Ilin-Shenevski-Grigoriev, Moscú, 1919) se me ofre-cieron dos continuaciones: una eraaprovechar la mala situación de latorre negra, por medio de 1. A1A,T5T; 2. D2R y la amenaza DSC, obien 2. A3D y los subsiguientes mo-vimientos A2A o D2R en cuyo casolas piezas del flanco de la dama ne-

gra se hallarían en una situaciónnada envidiable; y la otra consistíaen aprovechar el debilitamiento dela apertura del peón negro 4D, me-diante 1. P4A, P3CR; 2. P4C y, lue-go, P5A. Pero las dos continuacionesse fusionaron, e hice 1. P3T? (estemovimiento es totalmente ineficaz,ya que el alfil negro no puede situar-se en el escaque 5CR, debido a larespuesta AXP4D), P4CD; 2. P4A(tras haber perdido un valioso tiem-po, opté por la segunda continua-ción, aunque ya era demasiado tardepara poder llevarla a término), P5C;3. PXP, PXP; 4. A1A (he aquí laprimera continuación o, por mejordecir, una parodia de ella), P X A; 5.AXT, DXA; 6. PXP, AXP, y den-tro de unos movimientos hube derendirme.»

A estas palabras de Ilin-Shenevskidebe añadirse que el insuficiente re-concentramiento en cada una dedichas continuaciones y la excesivarapidez con que se pasó de una aotra y viceversa produjeron la dis-persión o fragmentación del cursode los procesos mentales.

Por tanto, la inestabilidad de laatención se manifiesta cuando el pen-samiento pasa apresuradamente deun punto a otro de la posición, yhace que se carezca de la continui-dad necesaria para poder tomar unaconclusión útil; por consiguiente,se altera la sucesión en el juego, losplanes e ideas se mezclan y se rea-lizan desacertadamente.

La inestabilidad de la atención secaracteriza por la renuncia a buscarlas posibilidades originales y encu-biertas que pueda ofrecer la posi-ción. En ello, el ajedrecista sueletener fe en el avalúo o cálculo pri-mero, no obstante ser a las vecessuperficial, por parecería que todo essencillo y claro; esto hace que lainestabilidad se combine frecuente-

mente con rasgos del carácter, comoexceso de confianza en sí mismo eirreflexión.

La inestabilidad de la atenciónestá relacionada con ciertas particu-laridades del pensamiento; aquí, elajedrecista cree mayormente en lavaloración general intuitiva o en la«visión» momentánea de variantes,lo cual es contrario al análisis ló-gico y circunstanciado. Es cierto queeste modo de jugar comúnmentelibra de la falta de tiempo; pero noes menos cierto que reduce el dia-pasón artístico.

Posiblemente la causa primaria deestas insuficiencias estriba en la na-turaleza del carácter individual.¿Qué hacer para superarlas? Culti-var la decisión y firmeza en ordena la elección de un movimiento.Esto trae a la memoria lo que Brons-tein dice: «A menudo, realizar unplan defectuoso es más convenienteque pasar brusca e inmotivadamentede una idea a otra.»

Podrían darse algunos consejospara incrementar la estabilidad dela atención. A nuestro modo de ver,lo apropiado sería leer trabajos aje-drecistas y solucionar composicio-nes sin la presencia del tablero, ytambién jugar partidas de prepara-ción con los ojos vendados; estoúltimo eleva el grado de reconcen-tramiento en la postura de las piezasy en cada idea que va surgiendo enel transcurso de la partida. La repre-sentación mental es menos viva quela percepción visual, y, sin embargo,eleva la facultad de verificar todaconclusión tomada y exige reflexio-nar con exactitud y ordenación.

Mi experiencia me faculta paraaconsejar que durante la partida seformulen mentalmente las siguientespreguntas: ¿Me habré precipitadoen valorar la posición, el plan o la

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Page 26: Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

idea? ¿Habré terminado demasiadopronto el análisis de la variante? Yasí sucesivamente.

Los renombrados consejos de Ko-tov tienen importancia pedagógica;

pues él propone analizar una posi-ción complicada, sin mover las piezasy empleando veinte o treinta minu-tos en ello, como medio para ejerci-tar la visión combinatoria.

Estrechez de la atención

Alekhine, Botvinník y otras auto-ridades ajedrecistas opinan que eljugador no puede abarcar simultá-neamente todas las complejas y re-cíprocas relaciones de las piezas;separa mentalmente una parcela deltablero, un grupo de piezas, una va-riante aislada o un plan, en calidadde principal objeto de la meditación.«El ajedrecista no presta atención aciertas piezas; en sus cálculos par-ticipan de tres a seis de las veinti-cinco o treinta de que dispone», diceBotvinnik.

De esa manera, es psicológicamen-te comprensible y explicable que seanecesaria cierta estrechez de la aten-ción del ajedrecista; cierta divisiónmental del tablero en parcelas prin-cipales y secundarias.

La elevada variabilidad de la atención no es un defecto si se ejercedominio sobre ella, ya que no se ob-serva ninguna disconformidad entrela tendencia a meditar debidamentesobre una vanante y a saber cuándoes necesario y oportuno poner laatención en otro objetivo.

Pero el ajedrecista está a veces tansumergido en una idea determinadaque no puede apartarse de ella. Lainsuficiencia de dominio de sí mismoestabiliza la estrechez de la atención;limita la amplitud del pensamiento;conduce a un avalúo no objetivo déla posición, y hace que se cometanerrores.

Para citar un ejemplo veamos un

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fragmento de la partida Romanovs-ki-Kasparian (Leningrado, 1938).

Diagrama núm. 29

Las perspectivas del bando blancoson poco prometedoras; tiene unpeón de menos, y está sometido aun fuerte ataque del adversario, quepuede ganar de varias maneras lapartida. Sin embargo, Kasparian de-cide dar mate con el fin de terminarpronto la contienda, para lo cualpolariza su atención en formar unared de mate con ayuda de la dama yel caballo. Esta idea lo absorbe hastael punto de no advertir la posturade las demás piezas; el objeto desu atención es la parcela del tablerolimitada por la línea 5T-5C-6A-8R.

Prosiguió 52. ..., D8R+ (aquíanunció Kasparian dar mate dentrode t r e s movimientos); 53. R2.T,

TXP+?; 54. A XX, C6A-K+??!!Este último movimiento se efectuóen la partida; con gran confusión,Romanovski dijo a su competidorque tenía atado el caballo: «Al prin-cipio no entendió lo que le decía;comprendió su error cuando le se-ñalé la diagonal 1TD-8TR con la ma-no, y volvió el caballo a la casilla4R.»

¡Las negras fijaron la atenciónen una estrecha parcela del tablero,de modo que lo demás dejó de exis-tir para ellas! Esto produjo el cu-rioso caso de faltar a las reglas deljuego del ajedrez.

La estrechez de la atención esparticularmente peligrosa cuando hayposibilidad de emprender accionespor todo el tablero. Con razón sedice que lo más difícil es jugar enambos flancos.

Lo cual ilustra esta posición delencuentro Zaitsev-Schabanov (Kras-noiarks, 1959).

Diagrama núm. 30

riantes: 25. . . . , PXC; 26. PXP+,RXP; 27. T1C + , R2A; 28. DXC,con un ataque contundente, o bien25. ..., P5R; 26. PXP+, RXP; 27.TXP, TXT; 28. DXT, PxC; 29.D4C + , lo cual situaba a las blancasen una posición muy activa.

Pero Schabanov contestó con 25...., DXP+J ¡Esto es una fuerte einesperada réplica en el otro flanco!Las blancas, sumergidas en la ideade atacar contra el rey, ignorarontotalmente la existencia de la otramitad del tablero. Prosiguió 26.DXD, TXD; 27. C5C + , PXC; 2*.PXP+, RXP; 29. RXT, P6C; 30.P5A, P5R; 31. P6D, PÍSR; 32. P7D?,T1C+; 33. R2A, PXT; 34. T8R,P7C, y las blancas se rindieron.

Un caso parecido ofrece Ilin-She-nevski al citar un ejemplo de lapartida Alekhine - Blackburn (SanPetersburgo, 1914).

Diagrama núm. 31

Los acontecimientos se desarro-llaron así: 24. P4C, PXP; 25. P5T.¿Cómo deben continuar las negras?Según Friedstein, participante en elposterior análisis de esta posición,Zaitsev examinó las siguientes va-

«Aquí hizo Alekhine 1. C2D, a loque sucedió 1. ..., D4T; 2. P4TD,P3TD, y se pierde el alfil blanco.Tras lo cual le pregunté:

>—¿Cómo ha podido tener seme-jante descuido?

«Contestó:

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I

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»—Pues muy sencillo; he olvidadola existencia de este alfil.

•Olvidar la existencia de ciertaspiezas propias es un fenómeno bas-tante frecuente.»

En este ejemplo, las blancas fija-ron la atención en operar activamen-te por el centro, para lo cual lamovilización del caballo cautivó elánimo de Alekhine; tanto que olvidópor entero el flanco de la dama.

A par de los ejemplos que acaba-mos de ver, en que el objeto de laatención ha sido un plan o una com-binación, se dan frecuentemente ca-sos de polarizar en un movimientoaislado; sobre todo si éste formaparte de una acción ofensiva o de-fensiva inmediata.

Ello produce un singular estadode engaño a sí mismo, pues se estimaforzosa la defensa de una pieza, oretirada, cuando es atacada, sin quese tengan en cuenta otras posibili-dades. En tales casos, los límites es-paciales de la atención son muy re-ducidos; tanto que a menudo selimitan a unas casillas.

Esto puede verse en la posiciónde la partida Jodos-Sergievski (Vo-ronesh, 1959).

Diagrama núm. 32

mmI t l

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Las negras hicieron 19. ..., P5C?en lugar de 19. ..., PXP, con mejorjuego. No ofrece duda de que Ser-gievski tuvo en cuenta solamente larespuesta 20. C1CD, lo cual era ven-tajoso para su posición tras 20. ...»T1A1D, y polarizó en esta continua-ción, que, a primera vista, pareceforzosa.

Los escaques 4TD y 5D blancosy las otras parcelas del tablero re-basaron los límites de la atenciónde las negras, por cuanto a su modode ver no resolvían el problema dela salvación del caballo situado en3AD.

Por ello, la brillante respuesta deJodos, 20. C4T! fue inesperada paraSergievski. El sacrificio de este ca-ballo ofreció la posibilidad de unfuerte ataque. Prosiguió 20. . . . ,CXC; 21. D7D+, C2R; 22. D6R,P4T; 23. P4CR, C4D; 24. D7D+,C2R; 25. PXPT, D4A; 26. D6R, ylas blancas ganaron pronto la par-tida.

En el encuentro Sokolski - Ilin -Shenevski (Leningrado, 1937) seprodujo esta complicada posición.

Diagrama núm. 33

III*

i*|tol

Sokolski dice: «En esto hice 25.P5T?, inducido por las variantes 25.

. . . , DXPT; 26. T1T, DSC; 27. TXPIy no se puede contestar con 27. ...,RXT, porque sucede 28. C5C + , o25. .... C5A + ; 26. AXC, PXAj 27.T1TR, PXP; 28. T4T. Por un ofuscamiento incomprensible, ni Ilin-Shenevski ni yo nos dimos cuentade la simple respuesta 25. ...,CXP+, tras lo cual las blancas ha-brían tenido que rendirse.»

Hemos visto otro caso de estre-chez de la atención en que el aná-lisis mental abarca sólo dos posibili-dades: la toma del peón atacantey la lógica retirada del caballo, comosi no existiese una tercera posibili-dad; o sea, el fuertísimo contra-golpe de las negras que decidía in-mediatamente la partida.

Al estabilizarse la estrechez de laatención, no se advierten a menudolos llamados movimientos «interme-dios», ni otras inesperadas réplicasdel adversario en las parcelas «se-cundarias» del tablero.

En los ajedrecistas, cuya estrechezde la atención suele ser estable, he-mos podido observar un relativoatraso en comprender la dinámicade la lucha en el tablero comparadocon su elevada capacidad de analizarprofunda y detalladamente una ideao una variante. Posiblemente, talesajedrecistas tienden en parte a unexceso de escrupulosidad, o lo que

es lo mismo, a comprender más ymejor la idea que les atrae.

Las partidas rápidas pueden serun medio eficaz para combatir taldefecto. Porque la rapidez con quecambian las situaciones en esta suer-te de juego impide extremar la pro-fundidad en el análisis de un plandeterminado, pues los problemas seplantean continuamente en todo eltablero y exigen que la atención va-ríe constantemente.

Por otra parte, y remitiéndome ami práctica de preparador, estimooportuno aconsejar que las sesionesde juego simultáneo con limitaciónde tiempo (jugar contra ocho o dieztableros, disponiendo de cuarenta asesenta minutos para efectuar cua-r e n t a movimientos) contribuyenefectivamente a aumentar la capaci-dad de la atención.

Igualmente ha dado buenos resul-tados el siguiente ensayo: se mostróa un grupo de ajedrecistas de pri-mera categoría y aspirantes a maes-tro posiciones complicadas; despuésde haber pasado la vista por ellasdurante unos veinte segundos, seretiró el tablero, y se les pidió queestableciesen mentalmente la posi-ción y diesen por separado la carac-terística general de la lucha en unoy otro flanco.

Dispersión de la atención

Con este término se designa laexcesiva amplitud de la atención, otendencia a abarcar lo inabarcableen el tablero; desparramar su «po-der» por los incontables elementosde una posición complicada menos-caba el reconcentramiento en la par-te principal y decisiva de la lucha, ydificulta valorar la situación. Esto

hace que las ideas, dirigidas haciael análisis de numerosas variantesconcretas, se dispersen con frecuen-cia, y la consideración sobre el plan-teamiento general y estratégico paseal plano posterior.

Tal entusiasmo por los momentosconcretos, en detrimento de las con-sideraciones generales, es la causa

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Page 28: Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

de que no se adviertan los principa-les indicios determinantes de la po-sición, maduren las circunstanciasfavorables a la falta de tiempo y sevalore la posición sin la debida ob-jetividad, por cuanto se incurre enexceso de pormenores.

Conviene subrayar la diferenciaesencial entre las particularidadesde la inestabilidad de la atención ysu excedente variabilidad cuandoaquélla se pulveriza. En el caso deinestabilidad de la atención, el pen-samiento pasa consecutivamente deun objeto, importante en un momen-to dado, a otro; y en el de pulveri-zación se observa una tendencia aabarcar toda la diversidad de deta-lles de la situación que se produce,mediante un acto simultáneo de per-cepción.

Tal describe justamente el estadode pulverización de la atención enel comentario que hace sobre la no-vena partida de su encuentro conBotvinnik (Moscú, 1960).

Diagrama núm. 34

l+llil

rar«Así que 4a torre del rey negro

neutralizó la presión que las blancasejercen en la vertical R, pudierondarse por superadas las dificultades

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fundamentales del bando negro...Aquí quise distraerme un poco. Enel transcurso de la contienda, lasideas de los oponentes discurren demodo distinto. Muchos ajedrecistas,particularmente los de la nueva ge-neración, se ocupan fundamental-mente en hacer cálculos durante lascinco horas que dura el juego, y sutrabajo en el proceso de la partidase reduce más o menos a esto: sihago eso, él hará eso otro, etc.¡Cuánto esfuerzo...! Para ilustrarlo,quisiera insertar el diálogo que sos-tuve con Botvinnik después de lapartida. Cuando empecé a desembu-char cual una ametralladora las va-riantes calculadas en el discurso dt;la partida que demostraban la buenaposición de las negras, Botvinnikrespondió: «Al principio, esta posi-ción me pareció ser lo más conve-niente a las blancas; pero luego des-cubrí un plan eficaz, consistente encambiar las torres y conservar lasdamas». En principio, esta valora-ción me pareció totalmente abstrac-ta; pero en cuanto volví a analizarlas numerosas variantes de referen-cia, hube de aceptar que la opiniónde Botvinnik era justa.»

Lo curioso es que Tal cometió unerror decisivo en la fase posteriorde la partida, pues, sumergido enun mar de variantes concretas, noadvirtió la principal idea estratégicade esta compleja posición: el cam-bio de torres era desventajoso a lasblancas. Pudo haber hecho 21. P4ARy 22. T5R, formando un puesto avan-zado en la crítica vertical R; peroesta posibilidad se le escapó a supenetración, seguramente por esti-mar demasiado costoso profundizaren las operaciones sólo por dichavertical.

En este aspecto es instructivo elcomienzo de la partida Lein-Stein(Tbilisi, 1966): 1. P4D, C3AR; 2.

C3AR, P3D; 3. C1C2D, A5C; 4.P3A, P3A; 5. D2A, C1C2D; 6. P3R,P4R; 7. PXP, PXP; 8. A4A, A2R;9. 0-0, 0-0; 10. T1R, D2A; 11.P3TD, P4CD; 12. A2R, P4TD; 13.P3CD, C4A; 14. P4C, C5T; 15. P4R,T1T1C; 16. P4A, PTXP; 17. Al A,T1-1A; 18. PAXP, PXP; 19. DXD.TXD; 20. CXP, A3R; 21. C3D,P6C.

Diagrama núm. 35

El estado de las blancas causauna impresión deplorable. Si se ana-lizan los movimientos efectuados porLein, es fácil advertir que cada unode ellos no parece desacertado yconcuerda con la resolución de unproblema concreto; pero careció deun plan general de juego.

La falta de tal supone la disper-sión o fragmentación de los proce-sos del pensamiento y la atención.En el caso que acabamos de ver, lacausa principal del trastorno de laatención de las blancas ha de atri-buirse, por lo visto, al estado emo-cional de Lein. Pues el resultado deesta partida suponía mucho para él;caso de ganarla, puede darse porseguro que hubiese participado enel torneo interzonas. Su extraordi-naria atención estuvo ausente en

este encuentro. La dispersión delcurso de las ideas y la pulverizaciónde la atención recibieron su rápidoy merecido castigo.

Los casos de dispersión de la aten-ción nos recuerdan en parte a loscomputadores electrónicos, c u y ofuncionamiento se basa en la selec-ción de variantes. Este ingenio cal-cula mucho y con rapidez; pero nopuede distinguir lo principal de losecundario.

Desde luego, dicha dispersión que-branta lo sistemático del procesocreador del ajedrecista, y éste nopuede formar el plan estratégicoúnico que constituye, desde el prin-cipio hasta el fin, la partida de aje-drez.

El desarrollo de la capacidad taxa-tiva del ajedrecista es un medio efi-caz para superar la dispersión de laatención. Por ello, al analizar unaposición en todo trabajo de adiestra-miento, conviene ante todo hallaruna respuesta clara a la pregunta«¿qué hacer?» y no a la «¿cómohacerlo?»

Un ejercicio práctico es la solu-ción de posiciones sobre el tema«Hállese un plan para las blancas opara las negras». Por desgracia, losmanuales de ajedrez carecen de talesproblemas, salvo los de Lisitsin.

En mi trabajo docente con ajedre-cistas de primera categoría he prac-ticado el procedimiento de valorarrápidamente posiciones; los asisten-tes debían fundar sus deduccionese indicar las principales ideas tácti-cas y estratégicas de la posición enel transcurso de tres a diez minutos.Los primeros intentos en este sen-tido arrojaron un resultado positivo;pues los más propensos a dispersarsu atención en toda suerte de menu-dencias empezaron a meditar conbastante disciplina, hasta el puntode tener que combatir el extremo

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opuesto, es decir, la tendencia asolucionar toda posición por mediode deducciones exclusivamente ló-gicas.

El estudio de la obra de Rubins-tein, Capablanca, Botvinnik, Smislovy Petrosian puede ser muy útil para

combatir la sobredicha dispersión.En sus partidas se advierte con cla-ridad que la atención está orientadahacia un objetivo determinado, ya setrate de un plan estratégico de largoalcance o de una breve operaciónpara mejorar la postura de una pieza.

Particularidades individuales de la atención

Al investigar estas particularida-des, ha de tenerse en cuenta que elcarácter selectivo del reconcentra-miento depende de los conocimien-tos, la experiencia y el punto devista estético del ajedrecista, cuyaesencia y propiedad de carácter, pro-pensión e interés contribuyen consi-derablemente a orientar la atención.Vamos a especificarlo.

La atención depende de losconocimientos teóricosy de la experiencia

Y suele fijarse en un elemento dela posición o pasar a otros elemen-tos movida por el conocimiento yla experiencia; o sea, por el hallazgode una semejanza entre posicionesconocidas antes y la presente en eltablero. La experiencia viene a serun semáforo para la atención del aje-drecista: la «luz verde» señala re-cuerdos agradables, y la «roja» in-dica el peligro que entraña la aso-ciación de dificultades halladas an-teriormente.

Veamos a modo de ejemplo la fasede la apertura del encuentro Winter-Capablanca (Hastings, 1919).

(Véase diagrama núm. 36)

La idea de excluir el alfil blancodel teatro de las operaciones, me-diante los movimientos P3TR y

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Diagrama núm. 36

• 11*1*•*

P4CR, cautivó la atención de Capa-blanca. Prosiguió 8. . . . , P3TR; 9.A4T?, P4A; 10. C5D?, P4CR; 11.CxC+, DxC; 12. A3C, A5CR;13. P3TR, AXC; 14. DXA, DxD;15. PXD, P3AR.

«Basta dar una ojeada al tableropara ver que las blancas tienen prác-ticamente un alfil de menos», es-cribe Capablanca.

Posiblemente, al maestro cubanofijó la atención en las operacionesdel flanco del rey, por asociacióncon una serie de partidas preceden-tes en que él realizó ideas semejan-tes a la antedicha; esto puede verseen los primeros movimientos de lapartida que jugó con M o r r i s o n(blancas) en Nueva York un año

antes: 1. P4R, P4R; 2. C3AR, C3AD;3. A5C, P3D; 4. C3A, A2D; 5. P4D,PXP; 6. CXP, P3CR; 7. C3A, A2C;8. A5C, C3A; 9. D2D, P3TR; 10.A4TR?, 0-0; 11. 0-0-0, T1R; 12.T1T1R, P4C!; 13. A3C, C4TR; 14.C5D, P3T, y el alfil blanco 3CR noparticipa en las operaciones.

Indudablemente, los conocimien-tos regulan en cierto modo la aten-ción del ajedrecista; pero estima-mos necesario advertir que lo mejorpara regularla son aquellos conoci-mientos que han sido suficiente-mente comprendidos.

Esto confirma una vez más lo pro-vechoso que es analizar las partidaspropias, y hacerlo pormenorizandoy con sentido crítico a fin de descu-brir los cambios bruscos de la con-tienda y los errores cometidos enella. Korchnoi indica que el aná-lisis de las partidas propias ha dehacerse como si fuese un trabajopara publicarlo.

Por desgracia, en muchos ajedre-cistas no se observa este detalle;en el mejor de los casos, los textosde sus partidas están cubiertos depolvo en los estantes de su libreríaesperando ser objeto de un estudiocrítico

Es claro que también debe cono-cerse la experiencia de otros ajedre-cistas; en este aspecto, el cuadroparece más favorable. Pues se estu-dian los artículos teóricos y las par-tidas de los maestros destacados;sin embargo, también aquí se recuer-da con facilidad toda partida rápidaque aparece en las colecciones departidas de torneo, aunque falta elanálisis serio. Nos parece que lospartidarios de tal procedimiento rá-pido no adquieren conocimientoscon ello, sino el defecto de la aten-ción dispersa.

La comprensión del material es-tudiado es más efectiva si se gene-

raliza verbalmente. Pues la palabra,incluida la referente a las posicio-nes en el ajedrez, permite comparary distinguir mejor lo principal; hacerdeducciones prácticas. La formula-ción verbal de muchos acontecimien-tos ajedrecistas ofrece la posibilidadde alcanzar un nivel de cálculo puro:«yo por ahí y él por allá; yo denuevo por ahí, etc.». Lo cual es muyimportante para el desarrollo de lacapacidad taxativa.

Desde luego, no pretendemos ne-gar la importancia de las imágenesvisuales en el estudio de la experien-cia anterior; sólo queremos decirque el recuerdo visual y el mentaldeben desarrollarse con armonía ysimultaneidad.

El experimento realizado por no-sotros con un grupo de diez ajedre-cistas de primera categoría y candi-datos a maestro confirma la impor-tancia que la noción visual tienepara el acto de fijar la atención. Adichos ajedrecistas se les dijo quevalorasen la posición y formasen unplan de juego en una variante de ladefensa india clásica que les era fa-miliar. En el tablero se introdujo undetalle nuevo y, al parecer, insigni-ficante: se cambió el color de laspiezas y peones, pero sin variar laposición que ocupaban.

Aunque el sentido de la posiciónno varió, los resultados del ensayofueron inesperados; en el transcursode él, que duró unos quince minu-tos, la mayor parte de los someti-dos a prueba no llegó a comprenderclaramente la equivalencia de lasdos posiciones, y formó planes pocofrecuentes y desacertados. Con elloquedaba comprobado de nuevo que,en el arte del ajedrez, el conoci-miento de la posición tiene armo-nía y consonancia con el acto de lapercepción de la misma,

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Page 30: Psicologia en Ajedrez - Nicolas Krogius

La atención dependede la corriente artística

Cada ajedrecista tiene su rasgopersonal. En el arte se distinguengrupos de caracteres semejantes queforman lo que llamamos estilo.

A pesar de haber varios estilos,muchos ajedrecistas se hallan bajola influencia de la corriente artísti-ca que está de moda.

De esa manera, y en su día, ladoctrina de Steinizt, los puntos devista de Tarrasch, las ideas de Capa-blanca y de otros grandes maestrosinfluyeron en el repertorio de aper-turas y en los procedimientos téc-nicos empleados por muchos ajedre-cistas, de diversos estilos, coetáneossuyos.

Hoy en día ocurre más o menoslo mismo cuando en la apertura dela defensa india clásica y de la sici-liana, y particularmente en el mediojuego, predominan las populares ytípicas posiciones con presión diná-mica en el centro o con asalto depeones a la fortaleza del rey, me-diante el apoyo flanqueado del alfil.

Por ello, y según nuestras obser-vaciones, en la actual fase evolutivadel ajedrez hay numerosas posicio-nes con estructuras de peones simé-tricas en el centro (para citar unosejemplos señalamos las que se pro-ducen en la defensa ortodoxa y laeslava) que se hallan al margen dela atención de muchos ajedrecistasy que se desestiman por considerar-las aburridas, y hasta conducentes aun simple empate; en cambio, seatiende a estructuras de piezas más«modernas».

¡No es un tributo a la moda!A este particular, es significativo

lo que cuenta el gran maestro Tai-manov acerca del seminario parajóvenes maestros que dirigió el año

1967; señala que seis ajedrecistasde diversas tendencias artísticas de-satendieron posibilidades análogas alas arriba citadas, buscaron con in-terés y hallaron en las partidas ideastácticas y estratégicas más modernasque se emplean últimamente.

La atención depende del puntode vista estético

Un bello sacrificio y una idea ex-traordinaria, comúnmente llaman laatención de los ajedrecistas de di-versos estilos; en ello se observanciertas dificultades al pasar la aten-ción de una variante efectista aotra prosaica, aunque sea más efi-caz; esto se debe a la enorme in-fluencia que los momentos estéticosejercen en el jugador. A la vez, seexige un serio esfuerzo volitivo, locual suele observarse en los ajedre-cistas con mucha imaginación, a finde desestimar una maniobra másefectista, pero menos eficaz, y optarpor la simple prosa que lleva máspronto al objetivo propuesto.

Muchos maestros parecen estarconvencidos de que lo racional esla belleza suprema en este arte; sinembargo, en su interior alienta elsentimiento de que sacrificar la da-ma y ganar dentro de cinco movi-mientos es preferible a lograr lavictoria sin complicaciones y dentrode cuatro, por ejemplo.

Posiblemente, esta idea se debea la prolongada y extensa publici-dad en favor de los sacrificios yriesgos en el tablero de ajedrez; sinduda, la idea en cuestión es discu-tible. Pero qué se va a hacer si elromanticismo sigue oponiéndose alrealismo en la literatura ajedrecista.

Veámoslo en el siguiente fragmen-to de la partida Krogius-Kuznitsov(Essentuki, 1962).

Diagrama núm. 37

Las blancas tienen muchas posibi-lidades. El simple movimiento 14.R1T y el subsiguiente P5A les danla victoria. Pero ¿a qué ajedrecistano le da un vuelco el corazón cuan-do ve la posibilidad de sacrificar ladama? El bando blanco fijó la aten-ción en su casilla 4D; las demásposibilidades (R1T) flotaron en elpensamiento, y se esfumaron en se-guida. También a mí me dio unvuelco el corazón, e hice 14. DXA.Aunque no me cuento entre los par-tidarios de la tendencia romántica,los momentos estéticos se apodera-ron incomprensiblemente de mí enesta partida. En resumen, las blancasganaron, si bien no por el medio di-recto. Como se ha dicho, el movi-miento 14. R1T daba inmediata-mente la victoria. La partida prosi-guió 14. . . . , CXD, 15. C6D+, RÍA;16. CX A, D5T; 17. P3CD, CXP;18. PXCl (este nuevo sacrificio tam-bién contribuyó a la elección deldecimocuarto movimiento de lasblancas), DXT; 19. A3R, D7C; 20.AXP+, P3D; 21. AXP+, R1C;22. C7R+, RÍA; 23. T1R!, P4TR;24. C6C + , R1C; 25. T8R + , R2T;26. CXT, D5D+; 27. RÍA, P3T (el

movimiento C2D era más defensivo);28. CXP, PXP; 29. C5C+, R3C;30. A7A + , R4A; 31. T5R + , RXP;32. P3C + , y las negras se rindieron.

La tensión depende de lascaracterísticas del juegodel adversario

La actividad ajedrecista suponemeditar sobre la posición propia ya la -vez pronosticar la dirección delpensamiento del competidor. Laelección de cada movimiento plan-tea la siguiente pregunta: ¿Quépiensa el contrincante, y qué pre-tende?

Por eso, la atención del jugadordebe estar gobernada por el conoci-miento de los lados fuerte y flacodel oponente y por la penetraciónen las particularidades de su estilo.

Ofrecemos la ejemplar opinión deLarsen sobre la siguiente posiciónde una de sus partidas del encuentrocon Ivkov (Bled, 1965).

Diagrama núm. 38

I

Aquí hicieron las blancas 15. C5D,a lo que sucedió 15. ..., DXP.

Como se ha dicho, la atención esun proceso selectivo; es la tría de

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ciertos objetos, a fin de reconcen-trarse en ellos y abstraerse de losdemás. En el presente caso, la aten-ción de Larsen estuvo orientadahacia el cálculo de la posición des-pués del cambio de damas, muchoantes de que el bando blanco pen-sase hacer 15. C5D. El lector se pre-guntará: ¿Y por qué no lo estuvohacia el movimiento 15. ..., DXP?

Sobre la posibilidad de dicho mo-vimiento, Larsen dice: «Ivkov noacostumbra tomar tal peón; estuveconvencido de ello; por eso no ana-licé las consecuencias de este acep-table movimiento. jHay que ahorrartiempo en la meditación! >

De ese modo, Larsen no profun-dizó en el cálculo de las variantesrelacionadas con 15. ..., DXP. Locual ha de atribuirse al conocimientode las características del juego deIvkov, que tiene por norma no acep-tar el sacrificio de los peones delextremo del tablero, aun cuandotenga que ceder la iniciativa a suadversario.

Pero si esto hubiera ocurrido enun encuentro con Korchnoi, es in-dudable que Larsen hubiese orien-tado su atención hacia el cálculodel movimiento 15. .... DXP, pues,como se sabe, aquél acepta casi todosacrificio, por más arriesgado y du-doso que parezca. En este ejemplovemos cómo las particularidades dela atención y del pensamiento seadaptan al estilo individual del con-trincante.

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En su segundo encuentro con Tal(Moscú, 1961), Botvinnik orientócon acierto su atención, cuyo sis-tema «localizador» se fijó principal-mente en el cálculo de las posibili-dades tácticas y agresivas de su com-petidor.

En la práctica pueden verse mu-chos casos de acertada tendencia dela atención hacia posibles respuestasdel adversario, condicionadas porlas particularidades del estilo. Locual ilustra el juego de Spasski ensus encuentros con Geller (Sujumi,1968) y con Tal (Tbilisi, 1965).

Podría decirse que hemos anali-zado detalladamente las particulari-dades individuales de la atencióndel ajedrecista. Es importante la pre-gunta metódica y práctica: ¿Cómorelacionar las particularidades de re-ferencia con los varios estilos dejuego?

Al parecer, no se puede dar unarespuesta concreta. Porque en el artedel maestro se observa la presencia,relativa y a la vez condicionada, depuntos flacos y fuertes en ordenal reconcentramiento. Con todo, pa-rece ser que existen determinadastendencias que relacionan el estilodel juego con ciertos índices cuali-tativos de la atención. Pero este pro-blema actual es por el momento in-soluble.

Confiémoslo a los futuros inves-tigadores.

LA FALTA DE TIEMPO

Un fenómeno psicológico

Esta expresión significa que nohay tiempo suficiente para meditar,y éste es un factor importante en lapráctica del ajedrez, pues el pensa-miento, la voluntad, los sentimien-tos y otras particularidades de lapersonalidad del ajedrecista no semanifiestan en una situación normal,sino extraordinaria, y que exige lle-gar inmediatamente a una conclu-sión en condiciones de juego a lavez muy complejas.

El conocimiento de las particula-ridades del juego es importantecuando falta tiempo, y tiene ciertovalor psicológico por cuanto aumen-ta esencialmente la característica es-pecífica del pensamiento del jugadory los componentes volitivos y emo-cionales de su carácter.

Como se verá comprobado másadelante, este fenómeno se semejaa una serie de situaciones extraor-dinarias que suelen darse en la vidacotidiana, y cuya solución tambiénestá limitada por el tiempo. Por esarazón, nos detendremos en las cau-sas que lo producen, y analizaremoslas particularidades fundamentalesdel curso de los procesos mentalesque tienen lugar en él.

Primeramente hay que darle unadefinición formal; esto es, ¿qué lí-mite de tiempo puede considerarsecomo falta de tal? Es difícil respon-

der con precisión, por tratarse deun concepto relativo y, en ciertamedida, subjetivo. En unos casos sedispone sólo de unas decenas desegundos para hacer dieciocho oveinte movimientos; en otros, ochoo diez minutos para efectuar cincoo seis de ellos; también se considerafalta de tiempo, si la situación escomplicada. El origen de este fenó-meno se determina con frecuenciapor las impresiones subjetivas delajedrecista, que relaciona el valorde la reserva de tiempo con su ex-periencia individual, el carácter dela posición, las particularidades deljuego de su competidor, etc. Porejemplo: Korchnoi estima normalhacer cinco o seis movimientos entres minutos; en cambio, ello esuna considerable falta de tiempo pa-ra Jolmov o Zaitsev. Nos ceñiremosal parecer de los jueces arbitros,quienes dicen que debe considerar-se falta de tiempo cuando se dis-pone de tantos minutos como movi-mientos quedan por hacer hasta lle-gar al límite del tiempo señalado;además, la reserva de tiempo no debesobrepasar los diez minutos. Recor-damos que en las competiciones sedan dos horas y media para efec-tuar cuarenta movimientos, lo cualsupone una media de tres minutos

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y cuarenta y cinco segundos paracada movimiento.

El reloj usado en el ajedrez es elatributo indispensable de los tor-neos, y la práctica ha demostradoque es imprescindible. Su ausenciaoriginó desigualdad de condicionesen las contiendas de antaño y llevóa emplear irracionalmente el tiempo;así, en la celebrada en Nueva Yorkel año 1857, las ocho partidas juga-das entre Morphy y Paulsen dura-ron sesenta y dos horas, y en ellasse efectuaron solamente trescientosonce movimientos. La partida Mor-phy-Lówental (Londres, 1858) se pro-longó veinte horas y se hicieron se-senta y siete movimientos. Los cir-cunstantes dijeron que los adversa-rios de Morphy pensaban tres ocuatro movimientos en una unidadde tiempo, mientras éste pensabauno, si bien ello no les reportabaninguna ventaja.

En el torneo de Nuremberg (1906)se estableció una norma, según larual había que hacer quince movi-mientos en una hora; cada minutoque pasase de dicho límite se casti-gaba con la pérdida de la partidao se imponía una multa. Pero esteintento de disciplinar el pensamientode los jugadores fue un fracaso, pues,transcurridos unos días, muchos par-ticipantes hubieron de declararseinsolventes. Ante el inminente peli-gro de disolverse el torneo, hubo deprolongarse y cancelar dicha norma;por lo cual duró más tiempo de loregular. ¡Lo curioso es que el índiceartístico no fue ni mucho menossuperior al de otros torneos dondetomaron parte los mismos ajedrecis-tas y en que se adoptó el reloj! Porello, Spielmann señaló acertadamen-te que el torneo de Nuremberg di-sipó la duda de si era convenienteel uso del reloj; resulta que sin él,los ajedrecistas meditan más tiempo

sobre la posición, aunque su rendi-miento es menor.

Aquí se plantea otra pregunta:por cuanto la norma a que se ha deajustar el empleo del tiempo ha sidoestablecida objetivamente, ¿no es de-masiado severa? Pues en toda rondade cualquier competición pueden ob-servarse muchas partidas que trans-curren en condiciones de extremafalta de tiempo. Zemischa, Benko,Reshevski, Alatortsev, Veresova, Sa-bona y otros se cuentan entre losajedrecistas que experimentan siste-máticamente la falta de tal.

Creemos que dicha norma con-cuerda más o menos con las necesi-dades objetivas del ajedrecista; estolo prueba el hecho de que la am-pliación del límite de tiempo no hacontribuido a remediar este fenó-meno.

Un ejemplo de ello nos lo ofreceel torneo internacional, celebrado enBled el año 1931; en él, se dierondos horas y media para realizartreinta y cinco movimientos; a pe-sar de ello, dicho fenómeno persis-tió con todas sus consecuencias. Aeste respecto, Korchnoi dijo: «Pormás tiempo que se dé, siempre ha-brá jugadores a quienes apremie lafalta de él en un momento dado.»

Las razones expuestas nos auto-rizan para suponer que la causa deello tiene carácter psicológico. Vea-mos el juicio emitido por los es-pecialistas en esta cuestión. Botvin-nik dice:

«A menudo, el ajedrecista malgas-ta su valioso tiempo en calcular va-riantes que son de antemano ina-decuadas, o en continuaciones que,aunque tentadoras, no reportan nin-guna ventaja. Hace tiempo, propusea nuestros maestros, que sistemáti-camente se ven apremiados por lafalta de tiempo, un procedimientopara combatir este defecto: es ne-

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cesario jugar partidas de preparaciónatendiendo sobre todo al reloj y noa la calidad del juego ni a sus resul-tados, y proseguir estos ejercicioshasta habituarse a distribuir conve-nientemente el tiempo para podercalcular todas las variantes necesa-rias.»

Aunque hace mención de ciertaspremisas psicológicas, el consejopráctico y concreto de Botvinnik sereduce a jugar partidas de adies-tramiento; pero, no obstante su va-lor metódico, poco dice acerca delcontenido psicológico de la falta detiempo y de lo que la origina. De laimpresión de que ésta ha de buscar-se solamente en la insuficiencia depreparación. Puede decirse que nu-merosos ajedrecistas han seguido suconsejo muchos años, y, con todo,no han podido superar este defecto.Abervach dice:

«Mi propia experiencia manifiestaque la falta de tiempo no es ni mu-cho menos falta de habilidad paradistribuirlo convenientemente, sinoun defecto del carácter ligado conla indecisión; un defecto de la prác-tica relacionado con la vacilación.El ajedrecista se halla falto de tiem-po no por no saber distribuirlo, sinoporque no está suficientemente se-guro de sí mismo, no confía en sucálculo y, por lo tanto, compruebaun sinfín de veces la misma variante.

«Con ser el método de Botvinniktan sencillo, esto es: jugar partidasde preparación atendiendo sobretodo al reloj, a mí me parece pocoefectivo y demasiado superficial. Elpropio Botvinnik dice que con estemétodo se cura por entero el no-venta por ciento de los que «adole-cen de falta de tiempo»... Si esto escierto, entonces yo pertenezco, porlo visto, al diez por ciento restante;y me parece que en este último tanto

por ciento debe incluirse al autorde dicho método.»

El juicio de Abervach relaciona lamanifestación de la falta de tiempocon las particularidades individualesdel carácter del ajedrecista y da, anuestro modo de ver, una explica-ción más completa sobre la naturale-za del fenómeno de la misma.

Nuestras observaciones (que in-cluyen los siguientes torneos: Not-tingham, 1936; Moscú, 1936; LaHaya-Moscú, 1948; Zürich, 1953;el de pretendientes, celebrado enYugoslavia el año 1959; la compe-tición Unión Soviética-Yugoslavia,1956-1966; el XXXIV Campeonatode la URSS, y otros con un totalde más de quinientas partidas; ade-más de haber observado el curso detodas las competiciones soviéticas einternacionales desde 1965 hasta1968, y cambiado impresiones consus participantes) nos facultan paradestacar determinadas causas obje-tivas y subjetivas que producen lafalta de tiempo. Veamos las obje-tivas.

Insuficiente preparación teórica

El escaso conocimiento de las po-siciones típicas del medio juego y delos finales, y particularmente de losesquemas de desarrollo y variantesde apertura, hace que se emplee mástiempo en meditar sobre la posición.Polugaievski dice que su frecuentefalta de tiempo se debe a la insufi-ciente preparación en orden a lasaperturas. En el torneo internacio-nal en memoria de Chigorin (1965),el autor de estas líneas también laexperimentó, a pesar de que gene-ralmente no adolece de tal defecto,por la misma causa que Polugaievskiexpone.

La insuficiente y endeble infor-mación teórica hace que vacilemos;

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de aquí que se verifiquen con ex-ceso las hipótesis que se producendurante la búsqueda de un movi-miento.

En este sentido es interesante laopinión de la fisióloga P. Simonova,quien atribuye el origen de las emo-ciones negativas a la insuficienciade información. Por ejemplo: el in-dividuo que desconoce las normasde la circulación rodada experimentauna sensación de temor al cruzaruna vía concurrida. Por lo visto, elajedrecista experimenta una sensa-ción parecida cuando, con su escasocauda] de conocimientos, trata decruzar la «arteria principal del aje-drez»; esto es, se decide a elegir unmovimiento en posiciones analizadaspor la teoría.

Falta de preparación práctica

Una prolongada inactividad tam-bién suele reducir la capacidad detrabajo mental del ajedrecista. Porello, es necesario jugar unas partidaspreparatorias cuando se ha de par-ticipar en una competición. Estaspartidas crean las premisas impres-cindibles para que él se adapte fá-cilmente al ambiente de la luchacompetitiva, y contribuyen a que semanifieste la original y dinámicahabitud en su juego.

Los consejos de Botvinnik arribacitados pueden ser un medio eficazpara combatir la falta de tiempo enlos casos de insuficiente preparaciónpráctica; igualmente pueden serlounas sesiones de partidas rápidas.Al ajedrecista suele faltarle el tiem-po, especialmente al comienzo de lacompetición, si no ha realizado unprevio trabajo preparatorio.

Debe advertirse que la falta depreparación práctica hace que dis-minuyan los automatizados compo-

nentes del pensamiento, o los hábi-tos particulares e intelectuales, queesencialmente limitan la inversiónde tiempo en el cálculo y soluciónde los problemas concretos y tácti-cos, y no que disminuya la capacidadde valorar intuitivamente la posi-ción.

Objetiva complejidad de la situación

Las situaciones complejas, diná-micas e indefinidas requieren unameditación meticulosa y detallada;una profunda búsqueda del plan dejuego. Y lo mismo requieren las po-siciones en que se producen cambiosesenciales e inesperados.

Botvinnik dice: «Durante la par-tida se producen momentos en quehay que estudiar minuciosamente laposición, lo cual exige invertir veinteo treinta minutos, y, después, hacercon rapidez los movimientos quequedan hasta el límite del tiempoestablecido. Esto es una falta detiempo normal, y que yo no tratode subsanar.»

Este juicio tiene importancia, porcuanto manifiesta que la objetivacomplejidad de la posición es direc-tamente proporcional al tiempo em-pleado en resolverla. Y así, pareceningenuas las siguientes consideracio-nes que aún perduran entre los aje-drecistas: invertir no más de treintaminutos en la apertura, o dividir eltiempo por el número de movimien-tos a fin de fijar el que ha de in-vertirse en meditar sobre cada unode ellos.

Debemos abordar críticamente elconsejo de Spielmann, según el cualconviene reservar cinco minutos pa-ra el último movimiento, por si aca-so son necesarios. La reducción men-tal del tiempo a cinco minutos tienecierta importancia como medio de

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aautoverificación» en el proceso evo-lutivo de la partida; pero seguirloal pie de la letra puede llevarnos ainvertir el tiempo donde no sea ne-cesario, o no lo exija la partida.

La objetiva complejidad de la elec-ción produce con relativa frecuenciala falta de tiempo, si uno de los dosbandos se encuentra en una situa-ción embarazosa. El que lleva ven-taja comprueba con mucho cuidadosus planes, por temor a cederla, yel que se defiende busca salir delatascadero con más tenacidad de lohabitual.

Falta de tiempo premeditada

Esto se observa cuando, insatis-fecho del curso de la partida, eljugador la provoca y la usa comoun procedimiento psicológico de lu-cha. Ello suele dar resultados posi-tivos. Pues al querer aprovecharnuestra falta de tiempo en benefi-cio propio, el adversario se excitay pierde la capacidad necesaria paraabordar críticamente la situación;el carácter objetivo de su meditaciónse transforma en arrebatos impulsi-vos. Se pierde el sentido de la obje-tividad; el dominio sobre las emo-ciones propias lleva a la comisiónde errores, y a menudo justifica elprocedimiento en cuestión.

Debe señalarse la posibilidad psi-cológica de que uno cometa errores,debido a la falta de tiempo del ad-versario, ya que desciende la actitudcrítica ante los propósitos de éste yse subestiman sus posibilidades deprofundizar en la posición.

Se afirma que Reshevski usa talprocedimiento. A este respecto, esinstructivo el encuentro Korchnoi-Suetin que, en la final del XXVIICampeonato de la Unión Soviética(Leningrado, 1960), decidió el primer

puesto. Suetin logró ventaja en laapertura y, a consecuencia de ello,reforzó la presión en el medio juego.Pero Korchnoi, por su parte, provo-có la falta de tiempo; y así consi-guió apartar a su contrincante delpausado ritmo de la partida. Esteformó un concepto equivocado encuanto a la posibilidad de una vic-toria rápida: empezó a precipitarse,cometió errores graves y perdió lapartida. Gracias a su oportuna «faltade tiempo», Korchnoi logró una im-portante victoria.

La falta de tiempo premeditadase aplica cuando se ha analizado de-talladamente el conjunto de causasobjetivas (una posición difícil) y sub-jetivas (la individualidad del opo-nente, la posibilidad de que incurraen errores, etc.).

Hemos incluido las especies porlas que se entra en conocimiento dela falta de tiempo premeditada en elgrupo de las causas objetivas que laoriginan, puesto que la especie de-terminante es aquí un criterio per-fectamente objetivo: la posición nosatisfactoria..

La falta de tiempo también la pro-ducen causas subjetivas: la manifes-tación de determinadas cualidadesindividuales del pensamiento, la vo-luntad y el carácter emotivo delajedrecista. El psicólogo Tieplov di-ce que la unidad de la mente y lavoluntad tiene mucha importancia enla actividad práctica del pensamien-to. Esta tesis puede incluirse porentero en la esfera deportiva delajedrez. El quebrantamiento de launidad entre el contenido del pensa-miento y su rigurosa orientación ha-cia los límites de una lucha intensivaes una de las causas principales deesta falta de tiempo. En la práctica.tal quebrantamiento produce unasistemática renuncia a tomar conclu-siones, una incertidumbre en valorar

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la posición y una inevitable tenden-cia a prolongar la elección de unmovimiento forzoso.

En algunos ajedrecistas la inape-tencia y falta de habilidad para to-mar una conclusión se conviertenen hábito y en postura sistemática.Bronstein suele meditar mucho, in-cluso sobre los primeros movimien-tos; en su partida con Stein (XXVIIICampeonato de la URSS) invirtióveinte minutos en hacer el primermovimiento. Y aunque consiguiósituarse en una posición con buenasperspectivas, todo su esfuerzo fuedesvalorado por la falta de tiempo;cometió una serie de errores, y per-dió la partida. Abervach cuenta:11 Bronstein invirtió una vez cuaren-ta minutos en hacer el primer movi-miento!» Y Panov cita a Grigorieval referir casos de meditación pro-longada al comienzo del juego.

En estos ejemplos se observa unainversión excesiva de tiempo en efec-tuar los primeros movimientos, sinserias causas objetivas que la moti-vasen, pues los sistemas de aperturay sus primeras jugadas son sobrada-mente conocidos de todo ajedrecistacalificado; además, en las partidascitadas, ni Bronstein ni Grigorievdescubrieron nada extraordinario enla fase de la apertura, sino que selimitaron a elegir sistemas conoci-dos. Cabe suponer que la prolonga-da meditación de estos dos maestrosse interpretó como un momentosubjetivo que determinaba por unlado el problema de ¿qué esquemade apertura será más desagradable oresultará menos atrayente al con-trincante? ; o lo que es lo mismo,por una parte trazaba el contorno deuna lucha psicológica, y por otrasuperaba el estado de sobreexcita-ción propia y de inseguridad, y sepredisponía a trabajar normalmente.

Como se ve, la mayor parte de aje-

drecistas vuelve a orientar sus ideasy sentimientos hacia la competiciónen que participa. La lentitud deBronstein y de Grigoriev al comien-zo del juego puede interpretarsecomo una particularidad individualde su mentalidad, y, ante todo, in-suficiente dominio de sí mismo erel momento de comenzar la confienda; los dos pueden reconcentrarseen la partida una vez iniciada la lu-cha. Esta circunstancia ilustra el de-sacuerdo entre la mente y la volun-tad, mencionado anteriormente.

Por analogía, es oportuno inser-tar aquí lo que Tieplov cita acerca

de Napoleón, quien dijo del mariscalMasséna que era incapaz de trazarcon antelación el plan de una bata-lla y que manifestaba su capacidadde estratega sólo cuando la artilleríaempezaba a retumbar.

Hemos visto que existen ciertascausas subjetivas que aumentan lainversión del tiempo en la medita-ción y, por lo mismo, contribuyena que se manifieste su falta. Comose ha dicho, estas causas se debena la renuncia a tomar conclusiones,y entrañan inseguridad e indecisión.Los negativos rasgos volitivos delcarácter, que hemos señalado, sonproducidos por dudas y vacilacionesde contenido vario. Por ello, al de-terminar las diversas causas subje-tivas que dan lugar a la falta detiempo, nos detendremos en analizarlas dudas que tiene el ajedrecista,y que ayudan a descubrir la natu-raleza de estas causas.

Dudas de carácter analítico

Se presentan cuando se insiste enhallar el movimiento mejor, único yexclusivo casi en cada posición. Estohace que una variante aceptable noparezca bastante eficaz; se quiereencontrar algo más contundente. A

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consecuencia de lo cual, el ajedre-cista continúa la búsqueda y se ledespierta la duda, lo cual le entor-pece la capacidad selectiva. Se pro-duce una singular e ilusoria buscade la verdad. Spielmann dice: «Des-de el principio, tal ajedrecista estácondenado al funesto método de laescrupulosidad exagerada. En cadasituación busca objetivamente el me-jor movimiento, si bien no tarda enperder la posibilidad de orientarseen el caso de todos los pros y loscontras posibles. El valioso tiempotranscurre inconteniblemente, y, a lapostre y en la mayor parte de loscasos, tiene que decidirse por un mo-vimiento dictado por el sentido, másque por el cálculo matemático. Peroen ese momento su sentido está en-venenado por infinidad de dudas y,por lo mismo, le dicta un movimien-to desacertado.»

Spielmann quizás es demasiadocategórico; pero caracteriza justa-mente a los ajedrecistas que tiendena buscar siempre la mejor solución.Debe advertirse que esta tendenciaes, teóricamente, inconsistente. Ladiversidad de posibilidades hace quela práctica del ajedrez sea inagota-ble; por eso, querer abarcar lo ina-barcable es punto menos que impo-sible en la mayoría de posiciones.

Es claro que los maestros no lle-gan a tal extremo; pero, en la prác-tica, a menudo intentan descifrarpor entero las particularidades deuna posición compleja. Y cuandoven comprobado que ello es impo-sible, empieza la duda de cómo con-tinuar, y la falta de tiempo se ciernesobre ellos. Muchas partidas de Bo-risenko, Kotov y Udovchich ilus-tran la duda de carácter analítico.

Refiriéndose a esta forma ineficazde abordar la búsqueda de un mo-vimiento, Botvinnik dice que es ne-

cesario hallar la medida razonableen el diapasón de la búsqueda y ellímite del tiempo, disminuyendo lacalidad de la partida si es necesario.Y así, el divulgado aforismo «Es pre-ferible un plan deficiente a carecerde él» tiene importancia en la pre-visión de la falta de tiempo. Aunqueno tratamos de recusar la opiniónde Alekhine •—quien dijo que espeligroso fiar en la primera impre-sión del avalúo intuitivo sin verifi-carlo y que conviene atender al ha-llazgo del mejor movimiento—, nodebemos tomarla por absoluta, sinocompaginarla con las posibilidadesreales y efectivas.

Spielmann da unos consejos prác-ticos y acertados: t¡No juguéis conapresuramiento 1 ¡ Investigad todomovimiento, por más lógico queparezca! ¡Huid de toda quimera!¡Si tras un breve análisis os con-vencéis de que el movimiento pre-visto os conviene, hacedlo! ¡Sitenéis que elegir entre varios movi-mientos equivalentes, no profundi-céis en comparaciones infinitas!¡No olvidéis que en la mayor partede posiciones hay sólo ciertas con-tinuaciones aceptables; pero debéiselegir una de ellas; si no, será de-masiado tarde! ¡No busquéis siem-pre y objetivamente el mejor movi-miento, pues en realidad no sueleexistir, ya que, generalmente, escuestión de gusto; buscad simple-mente uno que os convenga I »

Debe advertirse que en la cazade «mirlos blancos» el ajedrecistaanaliza un número de variantes re-lativamente grande y trata de calcu-lar prolongadamente cada una deellas; en esto manifiesta su deseode no interrumpir el cálculo y valo-rar críticamente la posición que ori-gina dicho cálculo.

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Dudas en función de sobreestimarel carácter estilístico del adversario

Despertadas por la característicano objetiva del contrincante y por elregistro exclusivo del lado fuertede su juego, estas dudas hacen quese subestimen las propias posibili-dades, se piense de un modo pasivoy se manifieste el complejo de emo-ciones negativas; esto es, el temor,la apatía o la impulsividad, la vaci-lación y la sujeción. En este caso,las ideas no se distinguen por uncálculo profundo ni por un ampliodiapasón de variantes. El número devariantes comparadas en el análisises reducido; y el cálculo concretoes menos profundo de lo normal.Las hipótesis que surgen al tomaruna conclusión definitiva se veri-fican muchas veces, y se efectúa elmovimiento tras una comprobaciónminuciosa que exige un gasto detiempo considerable.

De esa manera, muchos oponentesde Tal (por ejemplo: Smislov, enel torneo de pretendientes del año1959; Polugaievski, en el XXVICampeonato de la Unión Soviética,y otros) anduvieron escasos de tiem-po, debido a la minuciosidad conque comprobaron las reales, y a lavez no tan reales, posibilidades tác-ticas de su oponente. Daba la im-presión de que ellos buscaban ame-nazas y las hallaban donde objeti-vamente no existían. El temor sub-jetivo a la capacidad combinatoriade Tal fue la causa de la inseguri-dad, la duda y el reiterado cálculode dichos ajedrecistas.

En su partida con Lein (Sochi,1967), Zaitsev, cuyo juego es bas-tante rápido, anduvo escaso de tiem-po; la causa de ello fueron las du-das en cuanto a la veracidad de suscálculos, porque había perdido to-

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das las partidas jugadas anterior-mente con aquél.

Lo mismo le sucedió a Bilek ensu partida con Taimanov (Budapest,1965); en el transcurso de ella, elmaestro húngaro calculó numerosasvariantes contundentes y posiblespor parte de su competidor. Despuésdel encuentro, se pudo comprobarque el recelo de Bilek carecía defundamento. Pues Taimanov dijoque no quiso complicar el juego,sino limitarse a sostener su pequeñasuperioridad en la posición.

El exceso de creencia en la fuerzadel adversario, o lo que es lo mismo,la sobreestimación de sus posibili-dades, es característico en Bronstein,quien dice que con frecuencia re-husó continuaciones interesantísimasporque veía los ocultos recursos de-fensivos de sus competidores. Ensuma, Bronstein huyó objetivamentede posibilidades muy eficientes yoptó evidentemente por movimien-tos menos eficaces, con lo cual faci-litaba el juego de su competidor;mientras el tiempo transcurría en labúsqueda de posibilidades ocultas yen la idea de si su adversario podíadefenderse de ellas, el autor de estabúsqueda andaba falto de tiempo.

Dudas en función de la importanciadel resultado de la partida

Hay partidas que tienen una im-portancia deportiva muy particular:es necesario ganar para ser el vence-dor del torneo; hacer tablas paracumplir la normativa de maestro opara participar en la siguiente fasede las competiciones selectivas, et-cétera. Con frecuencia, las conside-raciones deportivas producen unaemoción, una vacilación y un sen-tido de responsabilidad excesivos ycrean un estado de cohibición.

Aumenta la importancia de cadamovimiento, ya que cualquier errorpuede ser decisivo para tomar parteen un torneo. En tales casos, algunosajedrecistas saben dominarse. El re-sultado de la partida puede influirmucho en el curso de las ideas y enla opción de uno u otro movimien-to. Aquí, las dudas causantes de lafalta de tiempo suelen estar en fun-ción de cierta subestimación de losvalores de la posición propia y desobreestimación de la del adversa-rio. Por citar un ejemplo menciona-mos la partida Danov-Sajarov (Ir-kutsk, 1966); la victoria suponíapara Sajarov participar en la finaldel Campeonato de la Unión Sovié-tica. En el medio juego consiguióaventajar a su contrincante en unpeón; en circunstancias normales,posiblemente hubiese optado por re-forzar la posición y ganar paso apaso la partida; pero, ante la res-ponsabilidad del resultado de aquelencuentro, empezó a dudar de silas maniobras lentas conducirían alobjetivo propuesto; forzó los acon-tecimientos, y, apremiado por lafalta de tiempo, perdió la partida.Un cuadro análogo se observa enlas partidas Stein-Gort (Los Angeles,1968) y Geller - Spasski (Sujumi,1968), en que la duda estuvo enfunción del resultado de las mismas;produjo la falta de tiempo, y, porconsiguiente, la comisión de serioserrores.

Dudas en función de loexperimentado en la partida

Se manifiestan cuando uno se dacuenta de haber cometido un erroru omitido una posibilidad. Panovdice: «El peor defecto de muchosajedrecistas es lamentarse, duranteel juego, de haber omitido posibili-

dades en movimientos anteriores.Esta inútil meditación sobre unasvariantes que hubiesen podido rea-lizarse no bace más que distraer laatención, disminuir la capacidadcompetitiva y absorber un tiempovalioso».

A esta oportuna característica da-da por Panov, añadiremos que lasdudas producidas por lo experimen-tado en la partida y el recuerdo delos errores causan la falta de tiem-po. En el encuentro Ivaschin-Kro-gius (Yaroslavl, 1949), las negrasllevaban ventaja; hubo un momen-to en que pudieron acelerar efecti-vamente la victoria; pero, al exa-minar esta posibilidad, cedieron laventaja en cuestión, y la partidallegó a un final equilibrado y co-mún. Mientras meditaban sobre eldiscurso de aquel simple final, re-cordaban la posibilidad omitida, locual les dificultó la elección de mo-vimientos y, de ese modo, se produjola falta de tiempo. Y, en una posi-ción de simples tablas, las negrasno advirtieron que había terminadoel tiempo reglamentario, y aún lesfaltaba hacer un movimiento.

En el encuentro Schamkovich-Wittelky (Sochi, 1967), y en el me-dio juego, las negras habrían podi-do lograr una ventaja aplastantemediante un bello golpe táctico. Aladvertir esta posibilidad un movi-miento después, Wittelky se de-sazonó. Según él, sus ideas no seapartaban de aquella omisión, locual se reflejó muy pronto en elposterior desarrollo de la partida;intervino la falta de tiempo, y elbando negro perdió un encuentroque había jugado excelentementehasta el momento referido. Se po-drían citar muchos ejemplos comoéste.

Se ha visto que esta suerte dedudas no sólo causan un gasto de

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tiempo suplementario, sino tambiénun estado de emociones negativasque hace que mengüe bruscamentela eficacia de la actividad mental y,por ello, se emplee más tiempo enrecordar el error cometido que ensolucionar los problemas simples.

¡ Cuan perfectamente casa este gé-nero de dudas con el habitual con-sejo de «Convenía haber hecho taly tal cosa»! Por lo demás, este con-sejo se da en el momento en quetoda lamentación no tiene sentido:en que ya es demasiado tarde paraenmendar las cosas y, por tanto, hayque meditar profundamente sobrelos problemas que plantea la nuevasituación. Esta pequeña digresiónconfirma una vez más que la vacila-ción radica sobre todo en la na-turaleza del carácter del individuoque dirige los movimientos de laspiezas. Al combatir toda lamenta-ción relativa a los yerros cometidosdurante la partida, ¿no merece lapena preguntarse si nos dejamosarrastrar por las inútiles lamentacio-nes acerca de la suerte adversa nosólo tras la mesilla de ajedrez?

Dudas en función de la experienciaindividual

El conocimiento de los esquemasde evolución de las aperturas y delos procedimientos para desarrollarlas posiciones típicas del medio jue-go y del final, sin relacionarlo críti-camente con la experiencia y los co-nocimientos propios, puede ser mo-tivo de duda en él proceso de la me-ditación y de falta de tiempo.

En la partida Krogius-Spasski (Le-ningrado, 1960), las blancas advir-tieron de pronto la ganancia de unpeón 9. AXP+ en la siguiente einvestigada apertura: 1. P4R, P4R;2. C3AR, C3AD; 3. A5C, A4A;

4. 0-0, C3A; 5. CXP, CXP; 6. D2R,CXC; 7. DXC, D2R; 8. P4D, C3C.Estuvieron unos veinte minutosmeditando sobre si tomar el peón;además, el contenido del procesointelectual no consistió en un aná-lisis circunstanciado de la forzosav a r i a n t e 9. Axp+ , A X A ; 10.DXP, 0-0; 11. PXA, DXP, sinoen la vacilación condicionada por lacircunstancia de que nadie habíajugado así en esta variante, recono-cida y aprobada; por otra parte,influía el incontenible deseo de ga-nar un peón. Al remate se impusola fe en la irrevocabilidad de lateoría, y las blancas hicieron 9.DXD+; este movimiento fue me-nos eficaz que 9. AXP+ , lo cualse vio comprobado en el análisishecho después. Los veinte minutosgastados en vacilar acerca del no-veno movimiento se reflejaron en elcurso de la partida; debe advertirseque este tiempo no se invirtió nimucho menos en comparar la varian-te AxP+ con la DxD + , sino enla abstracta idea de si estaba justi-ficada la fe en la teoría.

Esta suerte de dudas se manifiestacon frecuencia en los ajedrecistasque creen demasiado en lo conoc-doy lo aceptado por todos; cuandohallan una posibilidad original e in-esperada, la reciben con precaucióny recelo, lo que da lugar a la duda:¿cruzar el umbral de lo conocido ylo seguro o decidirse por una pers-pectiva atrayente, aunque poco cla-ra? En la práctica, toda duda sueledecidirse en favor de las alternati-vas aprobadas por la experienciaanterior. Señalemos que toda dudaseria en solucionar un problema, seconfíe o no en la autoridad de lateoría, eleva la inversión del tiempoy produce la falta del mismo.

Esto puede verse comprobado enel encuentro Riumin - Lówenfisch

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(Moscú, 1936); al decir de Riumin,las negras meditaron treinta minutossobre el eficaz y contundente, aun-que un poco extraño en la posiciónde la partida, movimiento 14. ...,T5D que entrañaba el sacrificio deuna calidad. A pesar de esto, en lapartida se efectuó el habitual movi-miento del caballo. Riumin dijo nohaber entendido la decisión to.nadapor su competidor.

Nos parece que la prolongadameditación de Lówenfisch sobre di-cho movimiento se debe, más quea un minucioso análisis de las dosvariantes antedichas y su compara-ción, a dudas de orden general:¿merece la pena meterse en compli-caciones poco claras si con el habi-tual movimiento del caballo se re-cupera un peón y se garantiza unaposición más o menos sólida?

La indecisión y la duda en losejemplos que acabamos de ver sedeben a la falta de independenciadel pensamiento.

De ese modo, el insuficiente sen-tido crítico en el análisis y la cos-tumbre de apoyarse en lo habitualentorpecen la aplicación dinámicay artística de la experiencia. Al con-tradecirse la inseguridad objetiva dela situación con la tendencia subje-tiva del ajedrecista a no consideraresta inseguridad y a fundarse en loaprobado y lo común facilita que semanifiesten la indecisión y la duda.Lo cual también produce la falta detiempo.

Dudas en función de lasparticularidades individualesdel estilo

Si se analiza sistemáticamentetoda partida en que a uno de losjugadores le haya faltado tiempo,podrá observarse que ello se debe,

además de la influencia de algunasde las causas antes mencionadas,también a cierto carácter típico ydeterminado de la posición que seproduce. Por lo común, los ajedre-cistas experimentan la falta de tiem-po cuando se encuentran con posi-ciones ajenas a su estilo, lo cualles crea subjetivamente grandes di-ficultades.

Comentando el encuentro Botvin-nik-Bronstein (Moscú, 1951), Panovdice que la falta de tiempo de Bot-vinnik se produjo, por regla general,en posiciones dinámicas y comple-jas, en las cuales la singularidad yoriginalidad de los problemas no lepermitieron apoyarse en la lógicade las consideraciones estratégicas.

Estas situaciones fueron subjeti-vamente desagradables a Botvinnik,porque no se correspondían del todocon las principales exigencias de suestilo: estructura lógica de los pla-nes, integridad de la partida, fe enla consecuencia científica y causade la variación de los hechos quese desarrollan en el tablero.

A este respecto, Botvinnik dijomás de una vez que su juego adole-ció de poca visión combinatoria.Las posiciones dinámicas y de es-tructura estratégica indefinida fue-ron bastante difíciles de resolver,incluso para el propio Botvinnik.Esto se debió a las particularidadesindividuales de su estilo, y fue lacausa de la prolongada meditacióny falta de tiempo que hicieron quecometiese serios errores en algunaspartidas.

Panov señala igualmente que lafalta de tiempo de Bronstein, de sen-tido opuesto a la de Botvinnik, fuede orden técnico y se produjo enposiciones con pocas piezas, en lascuales su adversario tuvo cierta pre-ponderancia. También observamosaquí una relación directa entre el

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gasto de tiempo en meditar y lasparticularidades del estilo del aje-drecista. Las situaciones que reque-rían una realización precisa y ofre-cían menos posibilidades para efec-tuar ideas combinatorias originalesresultaban extrañas, aburridas yanormales a la abundante fantasíaartística del estilo de Bronstein.

Puede afirmarse que Botvinnikcombatía mejor la falta de tiempoen posiciones con pocas piezas; po-siciones que, en cambio, ecan paraBronstein la piedra de toque.

Pueden citarse o t r o s casos.Neshmetdinov, por e j e m p l o , seorientaba con b a s t a n t e rapidezen toda complicación táctica; porel contrario, anduvo escaso de tiem-po en la lucha de maniobra menoscompleja y más reposada. Y Korch-noi invirtió más tiempo en calcularposibilidades de ataque que en ladefensa de posiciones difíciles. Es-tos casos confirman la presencia deuna relación causa-efecto del origende la falta de tiempo con las par-ticularidades Individuales referentesa los puntos flacos de la actividadmental.

El conocimiento de las propieda-des individuales del estilo del ad-versario que, en ciertas posiciones,le predisponen a meditar prolonga-damente, a menudo sirve de proce-dimiento de lucha psicológica enla práctica. Veámoslo en la partidaGligoric-Tal (torneo de pretendien-tes, ronda vigésimo tercera, 1959).Éste logró una pequeña ventaja enel vigésimo sexto movimiento; peroera difícil sacar provecho de ella,debido al curso metódico y sose-gado de la partida. Considerando latendencia de Gligoric a una luchabasada en la lógica, Tal eligió unacontinuación arriesgada y contun-dente para uno y otro bando, aun-que objetivamente fuese menos efi-

caz. Y su conjetura se vio compro-bada, pues Gligoric, confuso porel modo de jugar al a margen détoda regla», meditó mucho; anduvofalto de tiempo; cometió errores, yperdió la partida.

Diagrama núm. 39

IBi

En esto sucedió 26. ..., PXQ?Acerca de ello, Gligoric dice: «Esoes característico de Tal. La conti-nuación 26. ..., DXC; 27. DXD,PXD; 28. TXT, CXPD era mássegura y objetiva para las negras,porque las blancas habrían tenidoque conformarse con el logro deunas tablas... Pero las negras, con-tando con la falta de tiempo deloponente, optan por una posicióncontundente para uno y otro bando,en la cual las blancas se privan desu plan de juego».

Prosiguió 27. TXD, TXT; 28.P3C, C7R + ; 29. R2A, R1C; 30.C3R? (30. P4A!, T1R; 31. DXP) ,C5D; 31. P4A, T5R; 32. P4CR?,TXP+; 33. R2C, PXP, y las negrasganaron pronto.

Además de las sobredichas cau-sas subjetivas que originan la faltade tiempo, y que, a nuestro modode ver, son las más importantes,

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oeñalamos otras: las dudas relacio-nadas con los puntos de vista esté-ticos, con ciertas posiciones y pro-cedimientos de juego modernos, et-cétera. A modo de ejemplo, citamoslo que Abervach recuerda de una desus partidas que tenía ganada, y enla que vio dos posibilidades de ases-tar el golpe definitivo; pero, en vezde verificarlas, empezó a reflexionarabstractivamente sobre cuál era eJmedio más correcto en orden a loestético: ¿la belleza elemental o laclara y simple continuación? Con-cluye diciendo: «A la postre, lleguéa la lógica conclusión de que el sa-crificio es una belleza innecesaria, yopté por lo segundo, porque me pa-reció mejor. Pero luego se vio com-probado que en dicha variante noadvertí la pérdida de una pieza; eljuego se complicó extremadamente,

y tuve que hacer un enorme esfuerzopara conseguir la victoria».

¿Cómo prevenir la «enfermedad»de la falta de tiempo, llamada acer-tadamente azote de este arte? Porel breve relato de las causas que laoriginan, se ha podido ver que lossignos de ella abarcan una extensazona emocional y volitiva del ca-rácter del ajedrecista. El análisis delas causas concretas que la produ-cen ayudará a determinar un diag-nóstico más preciso en cada casoparticular, y esperamos que contri-buya a combatir con más eficaciay mayor amplitud este complejo fe-nómeno mental. Pues la falta detiempo no es la consecuencia for-zosa de meditar sobre los secretosdel arte del ajedrez, sino, mayor-mente, el resultado de la indebidapostura del sujeto ante estos se-cretos.

£1 pensamiento y la falta de tiempo

Hemos analizado la dinámica delos procesos mentales, la aptitud delajedrecista para generalizar, y laspropiedades del sentido crítico y dela independencia del pensamientocuando hay déficit de tiempo.

Ante todo, debe advertirse que taldéficit exige mucha agilidad de pen-samiento, y pone extremamente entensión a los componentes emocio-nales y volitivos del carácter, porcuanto las acciones y movimientosdeben realizarse sin dilación. La ra-pidez con que cambian las situacio-nes despierta el sentido de la res-ponsabilidad en cada hipótesis, yproduce un estado de temor e inse-guridad ante los propuestos y acep-tados medios de solución.

Cuando falta el tiempo y hayabundancia volitiva y desarrolloemocional, a menudo se observa unacontradicción entre la subjetiva ten-dencia a elevar al máximo el efectode la actividad mental y la objetivaimposibilidad de comprender debi-damente la posición y de solucio-narla. En suma, la solución negativade dicha contradicción, como pér-dida material, decuido y error, haceque descienda bruscamente el tonoemocional y volitivo del ajedrecistapor un período largo. La falta de•tiempo somete el carácter a unaprueba difícil, y jugar sistemática-mente sometido a ella facilita latendencia a un descenso general delas cualidades volitivas y a una ele-vación de la excitabilidad emocional.

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Dinámica de los procesos mentales

Por lo común, cuando hay faltade tiempo, disminuye la aptitud paraverificar crítica y objetivamente loscambios de situación, y aumenta elsostén en que se apoya la búsquedade una solución en los elementosestáticos y relativamente constantesde la posición. Estas particularida-des del pensamiento se presentan dedos formas.

1) La tendencia al aspecto externode la evidencia, la derechura y lanaturalidad de las soluciones ele-gidas; esta tendencia se caracterizapor una considerable reducción delnúmero de alternativas examinadas.En una posición saturada de posibi-lidades tácticas, el objeto de la me-ditación suele ser una alternativaque lleva en sí amenaza inmediatao que facilita el rechazo de otraamenaza. De esa manera, el ataquedirecto contra una pieza produceuna reacción favorable a defenderla.La elección de un movimiento, con-dicionada por un motivo determina-do, también suele ser una tendenciaa atacar en seguida: amenaza de to-mar una pieza, dar mate, y así su-cesivamente; pues el juego se plan-tea con frecuencia según el princi-pio de «atacar vale tanto como de-fenderse»,

Veámoslo en este fragmento de lapartida Botvinnik-Reshevski (La Ha-ya-Moscú, 1948).

(Véase diagrama núm. 40)

Sobre esta posición, Keres comen-ta: «Por faltarles tiempo, las negrasno dan con una respuesta oportunay hacen un movimiento cualquiera,el cual les priva de las ventajas desu posición y, por consiguiente, deganar la partida.» Reshevski hizo28. ..., A4AD?? Lo curioso es que

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Diagrama núm. 40 Diagrama núm. 41 Diagrama núm. 42

«un movimiento cualquiera» pue-de ser el ataque directo contra unade las piezas más importantes deladversario, en un extremo déficitde tiempo. Entendemos que estaopción no fue casual. Por cuantootro movimiento que rechazase laamenaza contra el peón 4A (28. ...,PXP; 29. TxC) no satisfizo a lasnegras, y Reshevski eligió 28. ...,A4AD de entre los movimientos quehacen relación a dicho principio. Lasutil variante 28. ..., C4C, propuestapor Keres, daba a las negras unaevidente superioridad; pero no pudoformar parte del análisis porque, enextremas circunstancias de falta detiempo, no respondía a ninguna delas dos exigencias de la solución:la defensa y el ataque inmediatos.

En una contundente lucha tác-tica, y si apremia el tiempo, la ne-cesidad de atacar o defenderse in-mediatamente induce a un incons-ciente, en cuanto al avalúo objetivode la posición que va a producirse,cambio de piezas.

Veámoslo en la siguiente posiciónde la partida Boleslavski-Pirts (Hel-sinki, 1952).

Acuciado por el tiempo, Boleslavs-ki adopta «automáticamente» unprocedimiento lógico, y cambia unpeón: 40. PXP? El análisis pos-terior demostró que este cambio eraerróneo; con 40. P5C se ganaba lapartida. El juego acabó en un em-pate.

El cálculo concreto se caracterizapor un amplío diapasón de ramifi-caciones examinadas, pues a menu-do se omiten movimientos inter-medios y variantes accesorias. Locual indica que la atención no estádistribuida suficientemente cuandofalta tiempo. En el cálculo se des-cubre un descenso de la capacidaddinámica del pensamiento; en mu-chos ejemplos hemos observado quelos ajedrecistas calculaban variantescomo si se guiasen por las reglas deljuego de damas; esto es, la obliga-ción de aceptar el sacrificio de todapieza y peón.

A este respecto ofrecemos la si-guiente posición del encuentro Res-hevski-Botvinnik (La Haya - Moscú,1948).

Falto de tiempo, Reshevski optópor la variante 29. A6A + ?, CXA;30. PXC, C5A! Por lo visto, esteintermedio y eficaz movimiento es-capó a su consideración al estimarobligatoria la respuesta 30. ..., DxP,lo que daba a las blancas la prepon-derancia después de 31. T3C3R.

Casos como este, o parecidos, sedieron en las partidas Kan - Flor(Moscú, 1936) y Suetin - Krogius(Tbilisi, 1967); en ellas, Flor y Sue-tin, escasos de tiempo, basaron sucálculo en que el adversario debícaceptar el sacrificio que le ofrecían

La tendencia a resolver directamente las posiciones que se desarrolian con relativa lentitud y manióbra se manifiesta en la elección d«movimientos asentada en mediostécnicos «autorizados». Tal es lanaturaleza psicológica de s i t ú a«automáticamente» peones en escaques de color distinto del de los alfiles; de abrir una salida en la posición del enroque, y así sucesivamente.

«No nos dejemos influir nuncapor el aparente bienestar que produ*cen los movimientos lógicos», ad-

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vierte Alekhine. Esta advertenciadebe tenerse en cuenta cuando eltiempo apremia.

2) La tendencia a apoyarse en loselementos estáticos y relativamenteconstantes de la posición destacasobre todo cuando se intenta obte-ner ventaja material. «Puede per-derse la iniciativa; pero queda lapieza ganada. La ventaja materiales una cosa segura.» Esto es lo quemás o menos piensa el ajedrecistaque anda escaso de tiempo. «Todojugador tiende a tomar cualquierpeón que se le ofrezca cuando eltiempo acucia», dice Bronstein. Losmomentos dinámicos que determi-nan el valor de las piezas pasan asegundo término, pues, carente detiempo, el ajedrecista no puede cal-cular objetivamente el valor de ellas,relativo por que varía de un movi-miento a otro; y así, se guía por ladeterminación exterior del valor for-mal y absoluto de las mismas.

Veámoslo en esta posición de lapartida Simagin-Udovchichi, Belgra-do, 1961).

Diagrama núm. 43

•11*111

Las blancas lograron un fuerteataque, tras haber sacrificado doscalidades. Aquí se ganaba en segui-

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da con 33. P6A. Pero como el tiem-po no permitió a Simagin entrete-nerse en valorar las posibilidadesdinámicas y ocultas que ofrecía suposición, éste tendió a restablecercuanto antes el equilibrio material,e hizo 33. C6A. Acerca de ello, dice:«Este ineficaz y catastrófico movi-miento no se me borra de la me-moria... Por lo general, no acos-tumbro establecer en seguida elequilibrio material, después de haberrealizado una combinación... Los úl-timos minutos decidían el resultadodel encuentro; por ello, me preci-pité.» El encuentro terminó en unempate.

En tal sentido, también es ejem-plar la partida Benko-Gligoric (Yu-goslavia, 1959).

Diagrama núm. 44

Benko experimenta falta de tiem-po. Al ver que las negras amenazancon ganar un peón, mediante 34. ...,TIT, decide mantener rápidamenteel equilibrio material, lo que mo-mentáneamente es oportuno. Pro-siguió 34. P3T, PXP; 35. AXP,T4R; 36. A6D? Esto ya es un error,aunque comprensible si se tiene encuenta la tendencia de las blancas

a no permitir ninguna pérdida ma-terial. Era mejor sacrificar por bre-ve tiempo un peón: 36. A1A, T4CD;37. A2D, TXP; 38. AXA, PXA;39. TÍA, y las blancas acercan elrey a dicho peón y lo ganan. En lapartida, Gligoric logró una posiciónventajosa.

Por iguales consideraciones queen la tendencia a conseguir ventajamaterial, el ajedrecista procura ocu-par un punto importante con unapieza, asegurar a su rey un buenrefugio, etc.

Las dos tendencias en cuestiónhacen que se sobreestime la impor-tancia de los elementos estáticos dela posición y se valoren con escasaobjetividad las posibilidades diná-micas. En la práctica esto suponeun descenso de la capacidad de pre-ver cualquier «truco» táctico y ré-plica inesperada del adversario. Ta-les «trucos» y trampas suelen darbuenos resultados cuando el tiempose agota: pero no por su objetividad,sino por su sorpresa. Y generalmentese basan en la evidente y lógica res-puesta del competidor, que cae enla trampa al no advertir el encu-bierto peligro que puede entrañarun movimiento ingenuo.

Lo cual puede verse en la partidaReshevski - Keres (La Haya - Moscú,1948).

(Véase diagrama núm. 45)

Con motivo del movimiento 35.P5T, Keres dice: «Es un truco habi-tual cuando escasea el tiempo, ylas negras pican en el anzuelo. Ob-jetivamente era mejor 35. C5D.»Después de la evidente, pero erró-nea, respuesta 35. ..., P4CR (eramás lógico y eficaz 35. ..., PxP),con la cual Reshevski contó, lasblancas llevaron una ventaja deci-siva y ganaron pronto la partida.

Diagrama núm. 45

KWZÍtm 2ü*2g%

En los encuentros Euwe-Reshevskiy Smislov-Keres (torneo La Haya-Moscú, 1948) abundan las sorpresasproducidas por la falta de tiempo.

La aptitud del ajedrecista parageneralizar y abstraerse

Bronstein dice: «A medida quese acerca la falta de tiempo dismi-nuye la estrategia y aumenta la tác-tica.» Conviene señalar que, al fal-tar tiempo, se tiende a resolver losproblemas que plantean determina-dos objetivos concretos; las consi-deraciones sobre la integridad deun plan estratégico único y el ava-lúo general de la posición pasan alplano posterior, y el contenido delas ideas tácticas se empobrece sen-siblemente, porque el cálculo tieneun carácter más reducido al estarorientado hacia el logro de objetivosinmediatos y fáciles de comprobarpor el análisis; y así, los elementostácticos y estratégicos no se mani-fiestan con tanta claridad comocuando se juega en condiciones nor-males. Sin embargo, Bronstein estáen lo cierto, pues, cuando elige un

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movimiento, caracteriza una impor-tante particularidad del ajedrecistacompelido por el tiempo: el des-censo de la capacidad para valorartoda la posición, y la tendencia aservirse de los elementos particu-lares y a las veces aislados de lamisma; en ello, la táctica resultaser un componente superior a laestrategia, incluso allí d o n d e elcálculo de la variante es reducido.

En Ja falta de tiempo, estas parti-cularidades de la actividad mentalse caracterizan por lo siguiente:

1) La tendencia a simplificar, olo que es lo mismo, a desbrozar yreducir la posición, se debe a laobjetiva necesidad y comprensión deque es de todo punto imposible re-solver satisfactoriamente los proble-mas que plantean las situacionescomplejas y dinámicas.

La simplificación de la posiciónse logra con el cambio o la limita-ción de la movilidad de las piezasdel oponente, y suele precipitarlaaquel que lleva ventaja o su posiciónequivale a la de su contrincante. Porlo general, el método de simplifica-ción no se aplica a las posicionesdemasiado difíciles, por cuanto pue-de brindar al adversario la posibili-dad de realizar su preponderancia.Las más de las veces, dicha tenden-cia no es objetivamente correcta, yestá dictada por las dudas de carác-ter emocional negativo que ocasionala escasez de tiempo.

Con motivo del cambio de damaspropuesto por Benko en su partidacon Keres (Yugoslavia, 1959), Ra-gozin dice: «Al disponer armónica-mente sus piezas, las blancas pre-ponderaron de un modo considera-ble en la posición. Y las negras es-tuvieron reducidas en el centro yprivadas de todo contrajuego. Sepodía reforzar la presión, haciendo23. C4AR. De pronto, Benko deci-

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dio el cambio de damas. Posible-mente, tal decisión fue motivada porla falta de tiempo...»

Sobre las causas de la simplifica-ción, Bronstein opina: «Ya no habíatiempo para calcular la variante;por ello, se comprende que Reshevs-ki optase por una continuación mássimple.» Acerca de la posición delencuentro Simagin - Udovchich, elcual hemos visto, Simagin dice quedecidió forzar la simplificación de lapartida por faltarle tiempo; y así,se le malogró la victoria.

Pero se dan casos en que la ob-jetiva exigencia de la posición y lasparticularidades de la falta de tiem-po no se contradicen cuando el aje-drecista tiende a simplificar la lucha.Comúnmente, estos casos son carac-terísticos de una posición con ven-taja material o con ciertas posibili-dades estratégicas.

Veámoslo en este fragmento dela partida Ragozin-Taimanov (Lenin-grado, 1956).

Diagrama núm. 46

• 11*1

Las blancas se hallan en una faltade tiempo extrema y, por lo mismo,deciden simplificar la posición, con-formándose con restituir al adver-sario una parte de su ventaja mate-

rial: 34. T8A, C5A + ; 35. TXC,TXT, y ganaron pronto la partida.

2) La tendencia a simplificar laposición sobreviene junto con larenuncia a tomar decisiones compli-cadas; en tal caso, se adopta la tác-tica de espera durante la falta detiempo.

Esto se observa cuando el ajedre-cista valora con bastante acierto susituación; si la considera desespe-ranzadora, entonces acepta cualquiercomplicación con tal de hallar unasalida.

La siguiente posición pertenece ala partida Nedelkovich - Wohlpert(Belgrado, 1961).

Diagrama núm. 47

Agobiadas por el tiempo, las blan-cas difirieron para más tarde la bús-queda de un plan que les permitieserealizar su preponderancia en la po-sición; por lo cual el rey blancohizo diez movimientos por el cua-drado 3A-4A-4D-3D.

Sobre una de sus partidas de lacompetición del año 1948, Kerescomenta: «Los últimos movimien-tos fueron hechos en circunstancias

de tiempo agobiadoras; por lo cualambos contendientes se limitaron ahacer jugadas neutrales, con el finde no menoscabar su posición conalgún movimiento desacertado.»

Estas palabras reflejan que es di-fícil psicológicamente tomar una de-terminación cuando el tiempo esca-sea, porque no se puede meditar endebida forma sobre ella, y su valo-ración depende de los momentoscircunstanciales. En este mismo sen-tido se manifiesta Bronstein al ana-lizar la partida Stahlberg-Boleslavski(Ziirich, 1953): «No se puede hacertal variante cuando el tiempo apre-mia.»

Las partidas que Smislov jugó conEuwe, Geller y Petrosian (torneo depretendientes, Zürich, 1953), y enlas que repitió una serie de movi-mientos con el fin de tomar unadeterminación después de haber re-cuperado el tiempo, son de impor-tancia y utilidad para comprenderlas particularidades del pensamien-to que venimos refiriendo.

En los casos analizados se ha po-dido observar un descenso de laactividad mental y la presencia deirresolución. En la práctica se pro-ducen los llamados «jaques por faltade tiempo», a consecuencia de quela actitud de espera también depen-de del contrincante, que trata defrustrarla. Dichos jaques no se debenmayormente a un plan determinado,donde el jaque es uno de sus esla-bones, sino al propósito de demorarlos planes del adversario y a prolon-gar la toma de cualquier decisiónpropia, y con frecuencia son erroresque empeoran considerablemente laposición de aquel que los da.

Lo cual puede verse en este frag-mento de la partida Winter-Capa-blanca (Nottingham, 1936).

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I

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Diagrama núm. 48

m\

La situación de las negras em-peoraría después de 37. D4A. Peroa Winter se le agota el tiempo, ydecide dar jaque a fin de recupe-rarlo y luego analizar la posición.Prosiguió 37. D7T+7?, y las blancashubieron de rendirse, porque el reynegro dio inesperadamente con unrefugio seguro, mientras que su co-lega blanco estaba indefenso de laamenaza de mate.

En su partida con Geller (Belgra-do, 1961), Udovchich también per-dió al dar un «jaque por falta detiempo» en espera de poder tomaruna decisión.

Hemos visto que la tendencia asimplificar, a emplear la táctica deespera y a eludir las soluciones com-plicadas e importantes causa la frag-mentación del pensamiento y la in-consecuencia del juego; se altera ellógico enlace entre los movimientosaislados, se contradicen los proyec-tos posteriores con los anteriores, yse produce una confusión de ideas.Por lo común, el juego con falta detiempo consta de planes de un solomovimiento desligados u n o s deotros.

En la partida Kan-Ragozin (Mos-cú, 1936), las negras ganaron un

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peón; pero después se entretuvieronen maniobrar con las torres por susescaques 1AD, 1AR, 1AD, 2AR,5AR, 2AR y 3AR en vez de recha-zar metódicamente las amenazas,poco peligrosas, del adversario. Cadauna de estas maniobras fue un actodefensivo u ofensivo de una jugaday no el eslabón de un plan único. Ylas negras pronto perdieron su pre-ponderancia.

Una situación análoga se ve enel encuentro Benko-Keres (Yugos-lavia, 1959).

Diagrama núm. 49

Prosiguió 39. P6A + , RXP. Aquíera de esperar 40. A3T, porque enello se basa el sentido del sacrifi-cio del peón; pero Benko no llevóa término su idea, sino que jugó40. D3R?, y perdió luego de 40. ...,P7C. ¡He aquí un caso de fragmen-tación total del pensamiento I

Las partidas Olafsonn-Tal y Gli-goric - Smislov, pertenecientes tam-bién al torneo yugoslavo, son unejemplo de fragmentación del pen-samiento y de inconsecuencia deljuego por falta de tiempo.

Nos parece que la inconsecuen-cia del juego no se produjo casual-mente en los numerosos ejemplos

citados antes: la inclinación a re-solver los problemas relativamenteaislados ocupó el lugar del plantea-miento estratégico de la partida;planteamiento que reúne las opera-ciones tácticas aisladas y las com-pacta. Ello motiva que, poco a pocoy con ayuda de la falta de tiempo,se altere la sucesión de las etapasde la partida y desaparezca la con-tinuidad, o motivación lógica de lasresoluciones estratégicas fundamen-tales.

Particularidades del sentidocrítico del pensamientoen la falta de tiempo

Ya hemos señalado que el ajedre-cista agobiado por el tiempo tiendea rehuir toda decisión importante,a simplificar y a sostenerse en loselementos estáticos y relativamenteconstantes de la posición; con elloestá íntimamente relacionado el des-censo del sentido crítico del pen-samiento. Por un lado, esto se ma-nifiesta con excesiva pasividad deJas ideas, falta de fe en las posibi-lidades activas y renuncia a tratarel contenido de la posición propia;por otro, con la exageración delpoder de los planes activos del ad-versario. De esa manera, se produceuna actitud carente de sentido crí-tico ante las posibilidades del con-trincante y de las propias. La ca-rencia de dicho sentido sobrevienea menudo junto con la estrechez dela atención y del pensamiento. Laidea exagerada del poder de las ame-nazas adversarias produce con fre-cuencia una sobreexcitación, que in-duce a tomar decisiones impulsivasy arriesgadas. Veamos más detalla-damente 1 a s particularidades encuestión.

1) La tendencia a elegir continua-ciones relativamente pasivas se ca-

racteriza por rehuir, en lo posible,las operaciones activas que impli-quen cualquier riesgo. Acerca de supartida con Botvinnik (torneo LaHaya-Moscú, 1948), Keres dice queel apremio del tiempo no le permi-tió calcular una variante complejay activa; y así optó por una defensapasiva. En el análisis posterior sepudo comprobar que dicha varianteaseguraba el empate; pero Xeresperdió la partida. Igualmente, en elencuentro Botvinnik - Smislov, per-teneciente a aquel torneo, las blan-cas, acuciadas por el tiempo, no sedecidieron a que su rey hiciera unaincursión activa relacionada con elsacrificio de un peón, y perdieronla posibilidad de ganar.

La siguiente posición es del en-cuentro Flor - Capablanca (Moscú,1936).

Diagrama núm. 50

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Las blancas llevan la ventaja deuna calidad. El movimiento 30.T7A! decidía la partida, por cuantoarmonizaba perfectamente con lapostura atacante de las otras piezas.Apremiado por el tiempo, Flor de-cidió, sin embargo, reagrupar suspiezas cerca del rey para defenderlo.Prosiguió 30. A4C?, CX A; 31. PXC,

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R3C; 32. T1D? (era más eficaz 32.T7A), A3T; 33. D5A + , y la partidaterminó pronto en tablas.

Un caso análogo ocurrió en el en-cuentro Krogius-Korchnoi (Tbilisi,1967). Las blancas calcularon lasconsecuencias del atrayente sacrifi-cio de una torre; tanto, que la faltade tiempo se cernió sobre ellas yhubieron de elegir una continuaciónmenos contundente, pero más segu-ra; a la postre se produjo el empate.

La tendencia a la pasividad se ma-nifiesta frecuentemente al quererasegurar la defensa mutua de ungrupo de piezas, lo cual ha de atri-buirse a la estrechez del pensamien-to y de la reconcentración produ-cida por la falta de tiempo. El temora perder una de las piezas disemina-das por el tablero obliga a reagru-parlas, en lo posible, al objeto dedistribuir mejor la atención.

Véannoslo en este fragmento dela partida Euwe-Keres (La Haya-Moscú, 1948).

Diagrama núm. 51

B*

Con el fin de reagrupar sus pie-zas en el centro, Euwe hizo 34.D4D?, olvidando que su rey estabaen peligro, y hubo de rendirse a

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poco de 34. ..., T8A-f. El movi-miento 34. D3T era un medio de-fensivo; pero no lo tendría en cuen-ta, por causa del aislamiento de susfuerzas.

En la falta de tiempo se observauna clara tendencia a «renovar elseguro de vida». Esto es, a situarlas piezas según el principio: «Nohace falta mucho; basta con que sedefiendan unas a otras.»

No pretendemos ni mucho menoscensurar los racionales métodos delucha aprobados por la práctica.Los ejemplos que hemos citado so-bre este tema, y sobre otros, mues-tran solamente los casos de comisiónde errores por causa de falta detiempo, y su objeto es únicamenteilustrar nuestra opinión de que laaptitud de la actividad mental dis-minuye por la misma causa.

2) La tendencia a sobreestimar elefecto de las posibilidades activasdel adversario distingue por lo ge-neral a muchos ajedrecistas, y lafalta de tiempo le da un impulsoconsiderable. En circunstancias dejuego normales, el jugador precavi-do valora con más o menos objeti-vidad un peligro; pero cuando notiene tiempo para analizar, buscauna respuesta para defenderse in-mediatamente y no para rechazarlos propósitos del adversario.

Esto se ve ilustrado en la posiciónde la partida Chirich-Polugaievski(Vrniachka Bania, 1965).

(Véase diagrama núm. 52)

Aquí, Chirich jugó erróneamente40. T1R1D. A este respecto, dice:«Apremiado por el tiempo, me pa-reció peligrosísima la amenaza deladversario en su diagonal 1TD-8TR; por eso hice ese «eficaz»movimiento en vez de 40. XX PCD;de haber hecho éste, y no el otro,

Diagrama núm. 52

el resultado de la partida no ofrecíaduda.»

La inseguridad en el valor de laposición propia y la sobreestimacióndel de las posibilidades activas delcompetidor producen las decisionesimpulsivas y el juego al azar cuan-do falta tiempo. Y esto no es segu-ridad ni audacia, sino jugar a laventura para librarse de la tensiónvolitiva y emocional. Esto nos traea la memoria cuando a veces sepresentan serias dificultades en lavida cotidiana y el sujeto se «cansade luchar con ellas», entonces secruza de brazos o actúa impulsiva-mente y al azar con el fin de salvar-las como sea y librarse de su nervio-sidad. En tal estado se encuentra aveces el ajedrecista apremiado porel tiempo. Una serie de entrevistasrealizadas después de una sesión dejuego han mostrado que los maestrosexperimentados no pueden explicarel por qué de ciertos movimientoscontradictorios con el sentido co-mún, y afirman que, en general, loshan hecho contraviniendo a su con-cepción del ajedrez, y en particulara los designios formados durante lapartida. Para citar un ejemplo me

remito al encuentro Krogius-Osnos(Tbilisi, 1967). En él, las blancasquisieron acelerar el empate des-pués de haber analizado la posiciónque se iba a producir; jugada trasjugada iban convenciéndose de quesu cálculo era exacto y dando cadavez mayor importancia a las ame-nazas del adversario, hasta que depronto mudaron de propósito: ini-ciaron un ataque a la ventura yperdieron la partida. Lo cual sedebe a la fuerte impresión que lescausaron las amenazas - avance delos peones libres del centro del com-petidor; impresión que produjo unareacción emocional negativa e hizoque descendiese bruscamente el sen-tido crítico del pensamiento.

Tras cotejar las características delestado psíquico del sujeto cuandoestá a la defensiva y cuando a laofensiva, se ha comprobado quele es más difícil sus acciones defen-sivas. El estratega M. V. Frunzedice: «Considero que el ataque ac-túa siempre en la psicología del ad-versario, de modo que ello bastapara incrementar la libertad de ac-ción.» Este criterio es aplicable alajedrez; por esa razón, la tenden-cia a la pasividad, a la defensa, oca-sionada por la falta de tiempo, di-ficulta gobernar las acciones y fa-cilita el desarrollo de la carencia desentido crítico, de independencia;y de otros defectos del pensamiento.

Los casos que hemos examinadono se deben estimar inevitables entoda contienda en que interviene laescasez de tiempo, pues cualquierepisodio concreto de ésta tambiéncontiene sutilezas específicas quedependen de las circunstancias y delos competidores. Nos hemos dete-nido sólo en ciertas tendencias ge-nerales que, a nuestro modo de ver,son importantes para todo posteriorestudio de este complejo problema.

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La influencia negativa de la falta de tiempo

En el examen de las particulari-dades del pensamiento en circuns-tancias de carencia de tiempo se hadescubierto una tendencia general adescender el rendimiento de la ac-tividad mental. Esto suscita dos pre-guntas interesantes: ¿es regular eldescenso de la capacidad de trabajodel pensamiento?, y ¿qué valor tie-nen los componentes mentales, comológica, intuición e imaginación ar-tística, en tales casos?

Para contestar a ellas convieneprimero detenerse en las particula-ridades de la relación recíproca en-tre la experiencia general del aje-drecista, la particular del asunto quese ha desarrollado anteriormente enla partida, y el juego de aquél.

Para lo cual nos remitimos al si-guiente fragmento de la partida Res-hevski-Boleslavski (Zürich, 1953).

Diagrama núm. 53

'*'( t i

Reshevski andaba apurado detiempo. Para comprender el poste-rior curso de la lucha es imprescin-dible considerar lo que Bronstein

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dice: «Temiendo cometer un error,por faltarle tiempo, Reshevski deci-dió de antemano hacer los movi-mientos T3A, T3D, T3-7D y T7AR,lo cual era realizable si el peón ne-gro continuaba en la casilla 6C;pero daba a las negras la posibilidadde salvarse si dicho peón conseguíasituarse en la 7C.»

La partida prosiguió 34. T3A,P7C; 35. T3D, A1A; 36. T3-7D (eramejor T8D, por cuanto las negrasestaban salvadas, tras haber adelan-tado el peón; pero Reshevski pro-siguió en su plan), A4A; 37. T8D + ,A1A; 38. T8-8C, y las negras aban-donaron el juego.

En el análisis de este ejemplo seadvierte que el juego de las blancasse apoyó mayormente en el cálculohecho con antelación, es decir, enla maniobra T3A, T3D, T3-7D, yen la previa valoración general delas posiciones que se produjesen.De ese modo, dicho juego estuvodirectamente relacionado con la ex-periencia del asunto desarrolladoanteriormente en la partida, aunquefue errónea la previa conclusión deque la maniobra T3-7D era efectiva;o sea, casi se había previsto lo queiba a suceder en medio de la faltade tiempo.

Sin embargo, con frecuencia seobservan casos en que las ideas tác-ticas o estratégicas previstas ya enla apertura, o al comienzo del mediojuego, no se realizan en seguida, sinomucho después y en circunstanciasde escasez de tiempo. Por ejemplo:en el encuentro Flor-Ragozin (Mos-cú, 1936), las negras trazaron unplan, consistente en el enérgico mo-vimiento PSD en el transcurso de los

movimientos decimoséptimo y vige-simoquinto; sólo consiguieron rea-lizarlo en el trigesimotercero, des-pués de diversos cambios de situa-ción y cuando intervenía la falta detiempo. Desde luego, las considera-ciones sobre las ventajas y desven-tajas de dicho plan, hechas unosveinte movimientos antes, influye-ron en la decisión de las negras.

Las impresiones emocionales re-ferentes al curso anterior de la par-tida y la experiencia emocional deencuentros anteriores con el opo-nente a quien volvemos a enfren-tarnos actúan influyendo en la obje-tividad del análisis si el tiempoapremia. En su partida con Keres(Tallin, 1965), Korchnoi no advir-tió a tiempo la configuración delataque que su adversario iba a em-pezar, por un lado por encontrarsebajo los efectos del desarrollo desu iniciativa en la primera mitad dela partida, y por otro influyeron enél los anteriores encuentros con sucompetidor, los cuales habían re-dundado en beneficio de éste.

Por tanto, se puede fundadamen-te afirmar que la falta de tiempoes una fase de la partida y, por lomismo, está ininterrumpidamente li-gada con la evolución precedente,pues en ella se conserva, en ciertomodo, la sucesión de planes traza-dos anteriormente, de ideas tácticasy de avalúos de la posición e inter-viene la experiencia anterior del aje-drecista en una forma artística re-hecha y aplicable a las nuevas cir-cunstancias concretas. Por ello, di-cha experiencia, concretada en lanueva fase de la partida, influyeconsiderablemente en el pensamien-to de aquél y le ayuda o le estorbacuando acucia el tiempo.

Debe señalarse la diferencia fun-damental que hay entre la partidarápida y la falta de tiempo, porque

comúnmente se consideran idénti-cas; en la primera, el juego no tie-ne la experiencia particular delasunto que se ha desarrollado an-teriormente; en la segunda, por elcontrario, el juego ofrece más posi-bilidades de abordar la elección ar-tística de una solución, gracias a lasetapas precedentes del desarrollo dela posición. Pues, al producirse lafalta de tiempo, la posición ya tienesu estructura y se realizan planesconsecutivos y operaciones tácticas,al contrario de la partida rápida enque predomina el cambio casual desituaciones en el tablero, y la expe-riencia anterior del ajedrecista sereproduce de modo fragmentario y,mayormente, se reduce a estableceruna relación de semejanza entre losindicios exteriores de la posición.Si en la falta de tiempo el ajedrecis-ta apoya su meditación en los cono-cimientos anteriores y los relacionacon todo el curso del juego presente,en la partida rápida tales conoci-mientos no son más que recuerdosincompletos. Y la característica deestos dos fenómenos también es di-ferente. Bronstein dice que es mu-cho más fácil jugar una partidarápida en un minuto que hallar unmovimiento eficaz en cinco o diezminutos en una partida seria. Lafalta de tiempo implica una exclu-siva saturación de procesos voliti-vos y emocionales que ponen entensión a la actividad mental. Elcitado autor dice fundadamente:«No es ningún secreto que cada unode nosotros olvida por entero el mo-vimiento anotado en el transcursode los diez primeros minutos, des-pués de haberse librado felizmentede la falta de tiempo. Y puede vol-ver a meditar una vez se le hancalmado los nervios.» La partidarápida no causa tan profundas yfirmes impresiones, y su juego pro-

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duce con frecuencia un relajamientoemocional; esto nos faculta a noconsiderarla como un medio eficazpara ejercitarse en el juego con faltade tiempo; en cambio, es muy útilpara preparar a los ajedrecistas quellevan mucho tiempo sin haber par-ticipado en torneos, pues les ayudaa restablecer la práctica y a refor-zar los procedimientos técnicos.

Así, pues, hemos señalado la re-lación de la falta de tiempo con laexperiencia del asunto que la haprecedido, y la gran importancia queesta experiencia tiene cuando eltiempo apremia. Antes de examinarel papel que representan los par-ticulares componentes del pensa-miento en circunstancias de faltade tiempo, debe advertirse que todosellos tienen un índice de producti-vidad más elevado cuando la esca-sez de tiempo está más ligada con lasposiciones de las etapas precedentesde la partida. Podrían citarse variosejemplos de partidas en que los aje-drecistas acuciados por el tiemporealizan un juego excelente. Sin em-bargo, el análisis de estas partidasdemuestra que en ellas los variosestilos tienen una misma tendencia:se observa mejor calidad de juegocuando la falta de tiempo aparecepaulatinamente y sin cambios brus-cos en el transcurso de la partida.

Los componentes del pensamiento

La escasez de tiempo dificulta va-lorar la posición mediante deduccio-nes. En los casos en que las valora-ciones del período precedente a lafalta de tiempo dejan de actuar, elavalúo lógico de la posición es confrecuencia una combinación de jui-cios aislados (en el flanco de la da-ma se tiene un peón de más; encambio, el caballo adversario ocupa

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una posición predominante en el es-caque 4D; además, amenaza el avan-ce P4AR negro, etcétera) que noconstituyen una deducción general.

La capacidad para hacer una va-loración general y lógica de la si-tuación suele disminuir considera-blemente cuando no hay tiempo. So-bre este particular, Korchnoi co-menta: «Lo más importante y di-fícil es decidir dónde las piezasestarán mejor situadas o qué re-agrupamientos conviene que haga eloponente; dicho de otro modo, daruna valoración estratégica a las po-siciones que van a producir las va-riantes calculadas.»

Por lo común, el cálculo de va-riantes es bastante reducido; seanalizan las simples y no las com-plicadas; esto es, las de dos o tresmovimientos que representen inmi-nentes amenazas del competidor oposibilidades evidentes de la posi-ción propia. También el número devariantes que abarca la atención sereduce a dos o tres alternativas.Por esa razón, al. imprevisto movi-miento del adversario sucede unareacción mínima; o sea, se respon-de con un movimiento que ha sidoprevisto para otra combinación. Contodo, el cálculo de variantes, a pesarde su estrechez y limitación, es unode los instrumentos fundamentalesdel pensamiento cuando se experi-menta falta de tiempo, porque aquílas consideraciones generales pasanal plano posterior y el objetivo fun-damental es resolver los problemasparticulares de la posición.

La intuición

Se manifiesta precisamente en lasposiciones similares a situacionesque han sido el objeto del análisisen el período precedente a la faltade tiempo; pero en ellas la com-

probación de las hipótesis intuiti-vas, mediante el análisis lógico yconsecutivo, tampoco se realiza conla debida exactitud. Allí donde lalógica continuidad de la partida sequebranta, no se produce por lo ge-neral la suposición intuitiva. Sinembargo, en la falta de tiempo sepuede observar a menudo la rápida«visión» de amenazas tácticas yotros elementos de la posición y laelección de movimientos sin medi-tar previamente. El psicólogo Pono-mariev no incluye estas operacionesen la intuición creadora. Conveni-mos totalmente con su criterio. Lainstantánea «visión» de combinacio-nes, de matices de la posición, nosupone un hallazgo de nuevas y ori-ginales ideas de la estrategia y latáctica del ajedrez, ni una intuicióncreadora, sino, como se ha dicho,unos componentes «automatizados»del pensamiento; hábitos intelectua-les propios y privativos del ajedre-cista. Tales ideas tácticas, o sutile-zas de la posición, han sido estudia-das en otro tiempo y convertidasen procedimientos «automatizados»tras una aplicación prolongada en lapráctica.

Dichos hábitos intelectuales tam-bién son importantes en el ajedrez,por cuanto sin ellos no sería posibleorientarse en la diversidad de va-riantes, ni distinguir lo conocido delo desconocido, ni comparar y anali-zar. En la falta de tiempo adquierenparticular importancia debido a quela intuición y la abstracción lógicapierden efectividad. Por lo mismo,la imaginación del ajedrecista im-pelido por el tiempo no tiene gene-ralmente carácter creador. La previ-sión abarca la perspectiva más in-mediata (comúnmente dos o tresmovimientos) y se funda en el cálcu-lo de la variante. Por eso, predomi-nan los mecanismos que reconstru-

yen la imaginación; o sea, la ima-ginación basada hasta cierto puntoen los conocimientos anteriores. Yasí, puede afirmarse, por más para-dójico que parezca, que los métodosestereotipados de juego son, en cier-to modo, convenientes para salirairoso de la falta de tiempo. En ello,no hacen falta grandes descubrimien-tos; lo importante es hacer los mo-vimientos en su momento oportuno.

Incluso partiendo del breve resu-men de las particularidades del pen-samiento, de la intuición y de lafantasía lógicos, se puede admitirque la capacidad creadora del aje-drecista disminuye en circunstan-cias de falta de tiempo; en ellas, elhábito, los procedimientos estereo-tipados y el reducido cálculo con-creto de la variante determinan elcontenido del juego; no la búsquedade lo nuevo y lo original. Por con-siguiente, se observa cierta estre-chez en la dinámica artística. Comose sabe, el valor relativo de las pie-zas y los escaques y el constantecambio de la situación en el ta-blero son elementos que unen lascorrelaciones temporales y espacia-les. En la acción dinámica del pen-samiento se reflejan la unidad y ladependencia recíproca del conceptode tiempo y espacio en el juego deajedrez. En la falta de tiempo, ycon el descenso de la dinámica delpensamiento y la atención, se que-branta la objetividad perceptiva delas correlaciones espacio-tiempo.

El estilo y la falta de tiempo

Como ya se ha señalado, la faltade tiempo es un estado mental delajedrecista y se produce por unau otra cualidad individual.

Por ello, es muy importante in-

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tentar establecer la relación entre elestilo del ajedrecista y su predispo-sición a la falta de tiempo y el buenéxito del juego en la misma. Sepuede hablar con propiedad de lapresencia de tal relación, pues elestilo del ajedrecista refleja en granparte los rasgos de su carácter ytemperamento.

Durante la IV Espartacada de laRFSSR (Leningrado, 1967) hicimosuna encuesta referente a este asun-to. Los ciento veinticuatro cuestio-narios, rellenados por los partici-pantes en dicha competición, con-tienen interesantes datos que per-miten hablar con cierta seguridadde que existe una relación entre e!estilo y el apego a la falta de tiempo.

Basta dar una ojeada a la obrade los representante^ del arte aje-drecista, de los grandes maestros dediversas tendencias artísticas, paraver cierta regularidad en su actitudante la falta de tiempo.

Capablanca y Petrosian se pare-cen mucho en el estilo de juego:abundante intuición, dominio per-fecto de la táctica, tendencia a lasimplicidad y claridad de los ava-lúos: además, les une la poco fre-cuente falta de tiempo en sus par-tidas. Si alguna vez la han tenido,se debe principalmente a la necesi-dad de solucionar nuevos y compli-cados problemas estratégicos. Locual puede verse en las partidas deCapablanca en el torneo de A. V.R. O. (1938) y las de Petrosian ensus encuentros con Botvinnik (1963)y con Spasski (1966). Por lo gene-ral, los dos han jugado excelente-mente en la falta de tiempo, puesen ella han manifestado un perfectodominio de los hábitos de juego yprocedimientos técnicos.

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El arte de Botvinnik y de Por-tish ofrece un cuadro distinto; es-tos dos maestros experimentan confrecuencia falta de tiempo produ-cida por una situación compleja ydinámica cargada de motivos combi-natorios, entre los cuales el bruscocambio de los acontecimientos y elgiro de la partida son un a cataliza-dor» poderoso, y en ella juegan conmenos espíritu práctico y cometenmás errores.

En cambio, la causa de la faltade tiempo de Korchnoi es distinta:las tempestades combinatorias no leintranquilizan demasiado; meditamás sobre el ataque, para lo cualquema sus naves, o sobre situacio-nes en que el cálculo concreto dela variante no es posible, y que re-quieren una valoración bastante abs-tracta.

No es frecuente ver a Spasskiacuciado por el tiempo; si lo está,se debe, más que a la posición, a lasorpresa psicológica que le da suadversario. La universalidad de suestilo le permite jugar las más di-versas situaciones y le ofrece mu-chas ventajas, como forzar al ad-versario a que juegue en posicionesque no son de su agrado. ¡Pues elpropio Spasski no conoce posicio-nes desagradables! Pero cuando nolo consigue y se ve forzado a encau-zar la partida por la estrecha nes-pecialización» de su contrincante,empieza a vacilar más de lo habitualy, a veces, anda escaso de tiempo.

Y así, puede afirmarse que cadaajedrecista tiene su estilo y su faltade tiempo propios y privativos.Como es difícil valorar la importan-cia práctica de un ulterior estudiode este problema, debe considerarseasunto de futuras investigaciones.

Consejos prácticos

Las particularidades psicológicasdel juego preciso cuando al compe-tidor se le agota el tiempo, y losproblemas que plantea librarseoportunamente de la falta de tiem-po propia, tienen mucha importanciapráctica.

Si al oponente le apremia el tiem-po, es necesario ante todo partirdel avalúo objetivo de la posicióny no sobreestimarlo.

La inclinación a acelerar el ritmodel juego propio para impedir queel contricante medite «a costa aje-na» es un error psicológico muy ex-tendido, en el cual se produce unanivelación real del tiempo y no setiene en cuenta que la tendenciaemocional del competidor es jugarde prisa, ni que comprende perfec-tamente la importancia de cada mo-vimiento que efectúa. Por el con-trario, el ajedrecista que tiene tiem-po de sobra se encuentra en unasituación desfavorable cuando em-pieza a precipitarse, pues no sehalla en el mismo estado volitivoque su oponente, ni comprende lasdificultades psicológicas de su situa-ción; en suma, quebranta con fre-cuencia la continuidad de las ideas,juega calculando con una o dosjugadas de antelación, no verifica elanálisis, disminuye el sentido críti-co de su pensamiento y se deja lle-var por una lucha demasiado arries-gada.

Precisamente, Tal empleó estadesacertada táctica en la octava par-tida de su encuentro con Botvinnik(Moscú, 1960). Al estar mejor situa-do, quiso acelerar la victoria y sub-estimó la capacidad de su competi-dor para hallar movimientos precisos

en la falta de tiempo; cometió unerror, y perdió la partida. Sobre otrocaso igual, ocurrido en la partidaFlor-Novotelnov (Moscú, 1950), Pa-nov comenta: «Novotelnov experi-mentó falta de tiempo en el vigési-mo movimiento, y disponía sólo decinco minutos para efectuar veintemovimientos. A pesar de su pre-ponderancia y de sobra de tiempo,Flor trató de aprovechar la situa-ción de su adversario; sacrificó unalfil al objeto de tenderle un lazo;jugó precipitadamente, y no pudorecuperar la pieza.» Flor perdió lapartida.

En estos dos ejemplos, la esca-sez de tiempo del oponente excitóhasta el punto de producir un es-tado emocional en la consecuciónrápida de la victoria; la sucesión delas operaciones mentales se quebran-tó, la conciencia no pudo dominarlos impulsos, y el ajedrecista sehalló en un estado afectivo.

La falta de tiempo del adversariodebe aprovecharse de un modo másracional. Para ello, teniendo encuenta la tendencia de los procesosmentales a solucionar exteriormentelos problemas particulares y a veri-ficar los factores estáticos de la po-sición, es necesario examinar pro-fundamente y comprobar una varian-te de cinco o seis movimientos ca-paz de hacer que cambie la situa-ción, y luego efectuarlos con rapi-dez; en tal caso, puede esperarseque el adversario cometa errores siello le coge desprevenido.

Desde luego, conviene tener encuenta las particularidades indivi-duales del estilo del oponente. Vea-mos un ejemplo: en su encuentro

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con Botvinnik (Moscú, 1951), Brons-tein usó con acierto y frecuencia elprocedimiento de complicar aún máslas complicaciones tácticas; en unade sus partidas de dicho encuentroperdió una torre, aunque en la faltade tiempo supo agravar la posiciónde tal suerte que consiguió hacertablas. Por su parte, Botvinnik, ensus encuentros con Bronstein y Tal,aprovechó acertadamente la relativaincertidumbre del juego de sus dosoponentes en posiciones simplifica-das, no obstante experimentar faltade tiempo.

En las situaciones en que el com-petidor anda escaso de tiempo, peroprepondera en la posición, no con-viene variar el ritmo del juego, ylos movimientos deben hacerse a uncompás normal. A este respecto noestamos de acuerdo con el juicio quePanov emite en su libro «El ataque»,si bien está en lo cierto cuando afir-ma que ha de procurarse confundiral adversario en este momento. Perocomplicar la situación no ha de serel resultado de un deseo impulsivo,sino el producto de un análisis ob-jetivo y crítico de ella. Por eso, latendencia a complicar bruscamentela posición debe basarse en los fac-tores objetivos de ésta, hallados pormedio del análisis. Estimamos quelo más racional es aquí el procedi-miento de lucha indicado anterior-mente; esto es, trazar cuidadosa-mente el plan de una variante decinco o seis movimientos, compro-barla, y luego efectuarlos con ra-pidez.

En la partida Botvinnik-Reshevs-ki (La Haya-Moscú, 1948), las ne-gras plantearon su juego de acuerdocon el criterio de Panov; hallándoseen peor situación que su adversario,el cual experimentaba falta de tiem-po, efectuaron los movimientos casisin meditar sobre ellos. Pero esto

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no les reportó ninguna ventaja, puesBotvinnik rechazó con firmeza eljuego impulsivo, y se hizo con ¡avictoria.

Durante la propia falta de tiempose manifiestan c l a r a m e n t e lasparticularidades de la personalidaddel ajedrecista en reaccionar a lasdificultades objetivas; del dominiode sí mismo depende la acertadasuperación de la falta de tiempo, enla cual es necesario abstraerse delas ideas ajenas a la partida y re-concentrarse en ella. Nuestras ob-servaciones nos facultan a suponerque un método útil es aquí la auto-sugestión, expresada en ia forma ver-bal de «autoorden». Al meditar, esnecesario atender a las fluctuacionesde la atención que se observan du-rante el cálculo de variantes. Hayque regular la variabilidad de laatención en el cálculo de '.as alter-nativas siguientes, únicamente des-pués de haber determinado el valorde la variante calculada previamen-te. Si ya se tiene un plan trazado ybien examinado, no debe rechazar-se; si tal plan no existe, es conve-niente reducirse, como enseña lapráctica, a la táctica de espera, pro-curando no menoscabar la estruc-tura estratégica de la posición y re-nunciando a toda resolución impor-tante y comprometedora.

En toda situación en que se ma-nifieste la falta de tiempo propiaconviene verificar consciente y sis-temáticamente las acciones. Lo cualse logra preguntándose mentalmen-te: ¿Qué se amenaza? ¿Qué incon-venientes puede este movimientoponer al adversario? También debeverificarse repetidamente la elecciónde toda resolución propia.

En resumen, la falta de tiempoes una prueba difícil para la psicolo-gía del ajedrecista, y la manifesta-ción de tal falta estriba fundamen-

talmente en causas subjetivas: dis-minución de las cualidades volitivase insuficiencia de sentido crítico delpensamiento.

El ajedrecista puede combatirlay debe hacerlo, teniendo en cuentaque es un fenómeno psicológico,para lo cual hace falta perfeccionarlas facultades del carácter, de lavoluntad y de la atención, ademásde los ejercicios puramente ajedre-cistas.

La falta de tiempo es un impedi-mento perfectamente salvable, puesla práctica ha mostrado que puedesuperarse e impedir su manifesta-ción cuando hay orientación y sen-tido crítico.

«El pretexto de la falta de tiempono es justificable, del mismo modoque no lo es el recurso del delin-cuente al alegar que estaba bebidoen el momento de cometer el delito.La incapacidad del maestro experi-mentado para atenerse al tiempo esun defecto como incurrir en error»,dice Alekhine.

Como se ha dicho, el estudio dela falta de tiempo tiene gran impor-tancia de carácter psicológico gene-ral con objeto de investigar el es-tado de frustración; o sea, «la pa-ciencia en cuanto a las dificultades

de la vida y la reacción ante ellas».Las dificultades de la vida, según

Pavlov, ora producen sobreexcita-ción, ora depresión. Las dificultadesobjetivas de la falta de tiempo enel ajedrez conciernen al grupo dedificultades de la vida superables,y pueden ser superadas con el per-feccionamiento de ciertos rasgos delcarácter: paciencia, sosiego, refre-namiento de la sobreexcitación odepresión. Todo esto facilita la ma-nifestación de la falta, no obstantela presencia de causas objetivas ysubjetivas.

Creemos que existe una relaciónpsicológica entre la falta de tiempoy otras situaciones de la vida comúnque producen una sistemática re-nuncia a tomar decisiones: comodejar las cosas para última hora enel trabajo, diferir la preparación aexámenes para la víspera de losmismos, etcétera.

El conocimiento de las particu-laridades de la falta de tiempo enel ajedrez puede ser importante parael planteamiento de los problemasconcretos a fin de perfeccionar elcarácter.

Pues se dice fundadamente que,¡determinar un defecto del caráctersupone medio éxito en combatirlo!

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