Producir y Significar.

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Producir y significar. El pan y la palabra. Marxismo y semiótica. Introducción. El texto que exponemos forma parte de una versión transcrita y corregida de un curso de Filosofía de la Cultura que Bolívar Echeverría impartió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en los años ochenta. El volumen lleva como título “Definición de la cultura”. Se trata de la lección 3, “Producir y significar”. En el curso, y en el libro, Echeverría se propone construir un concepto de cultura que sirva para que las varias ciencias y disciplinas que se encargan dela cultura como objeto de estudio puedan conectarse. El autor cree haber descubierto la forma de vincular diferentes disciplinas a partir de la semiótica. Al tratarse originalmente de una lección transcrita, hemos considerado inevitable hacer referencia a las lecciones anteriores, “La dimensión cultural de la vida social” (lección 1) y “La producción como realización” (lección 2). Creemos que estas tres lecciones, junto con la lección posterior, “La concreción de lo humano” (4), conforman una unidad argumentativa. Lo que haremos será identificar la tesis central de la lección que nos ocupa y desarrollarla con ayuda de las líneas argumentales presentes en las otras lecciones. 1. Tesis central de la lección 3. Echeverría (2010, p. 85) es explícito en lo que se propone en este capítulo: La tesis que apoyamos –y de la que parte la definición de cultura que intentamos sustentar- no afirma solamente que el proceso de producción/consumo de objetos prácticos “contiene” un momento semiótico o “lleva consigo” o “va acompañado” de un proceso de comunicación. Más allá de eso, afirma que en entre el proceso de producción/consumo de objetos prácticos y el proceso de producción/consumo de significaciones hay una identidad esencial. (…) así como el lenguaje humano –el proceso de comunicación por excelencia- puede ser considerado como una variante del proceso de producción objetos prácticos, así también este último puede ser visto como una variante del proceso de producción/consumo de significaciones. 1

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Borrador de un resumen del libro "Definición de la cultura" (Bolívar Echeverría). Se centra en el capítulo "Producir y significar".

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Producir y significar. El pan y la palabra.

Marxismo y semiótica.

Introducción.

El texto que exponemos forma parte de una versión transcrita y corregida de un curso de Filosofía de la Cultura que Bolívar Echeverría impartió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en los años ochenta. El volumen lleva como título “Definición de la cultura”. Se trata de la lección 3, “Producir y significar”.

En el curso, y en el libro, Echeverría se propone construir un concepto de cultura que sirva para que las varias ciencias y disciplinas que se encargan dela cultura como objeto de estudio puedan conectarse. El autor cree haber descubierto la forma de vincular diferentes disciplinas a partir de la semiótica.

Al tratarse originalmente de una lección transcrita, hemos considerado inevitable hacer referencia a las lecciones anteriores, “La dimensión cultural de la vida social” (lección 1) y “La producción como realización” (lección 2). Creemos que estas tres lecciones, junto con la lección posterior, “La concreción de lo humano” (4), conforman una unidad argumentativa.

Lo que haremos será identificar la tesis central de la lección que nos ocupa y desarrollarla con ayuda de las líneas argumentales presentes en las otras lecciones.

1. Tesis central de la lección 3.

Echeverría (2010, p. 85) es explícito en lo que se propone en este capítulo:

La tesis que apoyamos –y de la que parte la definición de cultura que intentamos sustentar- no afirma solamente que el proceso de producción/consumo de objetos prácticos “contiene” un momento semiótico o “lleva consigo” o “va acompañado” de un proceso de comunicación. Más allá de eso, afirma que en entre el proceso de producción/consumo de objetos prácticos y el proceso de producción/consumo de significaciones hay una identidad esencial.(…) así como el lenguaje humano –el proceso de comunicación por excelencia- puede ser considerado como una variante del proceso de producción objetos prácticos, así también este último puede ser visto como una variante del proceso de producción/consumo de significaciones.

Se trata de mostrar la identidad de dos procesos de producción y consumo: el de objetos prácticos y el de significaciones. Echeverría se remite a dos autores, Karl Marx para el primero de los procesos (en su “teoría de la reproducción social en general”), y Roman Jakobson para el segundo (el “proceso de comunicación lingüística”).

Debemos subrayar que el proceso de reproducción social en general es expuesto por Echeverría en la lección 2, que se encarga de la producción como una autorrealización humana. Retomaremos algunos puntos esenciales.

2. La teoría de la reproducción social en general de Karl Marx.

Creemos que la idea central para Echeverría es el “metabolismo” entre el hombre y la naturaleza que se da en el trabajo. Remitiéndose al capítulo V de El capital, el autor escribe:

La existencia social –como lo recuerda Karl Marx en su teoría de la “reproducción social en general”- implica un proceso constante de metabolismo o intercambio de materias entre la forma de lo humano y la forma de lo puramente natural. (…) La vida humana, la existencia social, consiste en una especie de “diálogo” que la naturaleza mantiene con una parte de sí misma que se ha autonomizado frente a ella (p. 47).

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El hombre hace un trabajo de transformación en la naturaleza que, en el fondo, viene a ser un trabajo de autorrealización. Esta teoría es antimetafísica y materialista en razón de que considera al hombre no como algo diferente de la naturaleza sino como una “parte de sí misma que se ha autonomizado frente a ella”. Se trata de un movimiento inmanente que rechaza un rompimiento entre lo natural y lo humano, o entre lo natural y lo cultural.

El hombre no es el único animal que “trabaja” o que transforma la naturaleza. Sin embargo para Echeverría, siguiendo a Marx, son varias las notas distintivas de su actividad productiva. Enumeraremos algunas:

a) El producto del trabajo humano existe como proyecto en la mente del trabajador antes de ser producido.

b) En su trabajo el hombre utiliza una serie de instrumentos, de medios de producción.c) El trabajo humano opera sobre materias primas que muy raramente son materias puras o

no transformadas ya en algún grado.

Escribe Karl Marx (1975, pp. 215 – 216).

El trabajo es en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida. Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia naturaleza.

Además de lo correspondiente a la producción, hay que subrayar que el proceso de reproducción incluye una segunda fase, la del consumo, consuntiva o de disfrute, en la que el producto del trabajo, de esa transformación de la naturaleza, es incorporado al cuerpo del hombre, cumpliéndose así esa autotransformación iniciada en el proceso de trabajo. Podemos pensar al productor y al consumidor como el mismo “sujeto social” sin distinciones individuales, como esa parte de la naturaleza que produce y consume.

Para los fines de Echeverría, sin embargo, será necesario también pensar ese proceso como protagonizado por dos individuos, el que produce y el que consume. Enfocar desde esta perspectiva le permitirá al autor vincular el proceso de producción/consumo de objetos prácticos con el proceso de comunicación.

Resaltamos la distinción que hace Echeverría entre los objetos prácticos “simples” (la materia prima del trabajo y los objetos prácticos “desarrollados” (las herramientas o instrumentos). Como veremos, estarán presentes también en el proceso comunicativo.

Una idea marxista que también recupera Echeverría es que en el proceso de reproducción social no sólo se da esta transformación de la naturaleza para generar objetos prácticos sino que también se reproduce la forma social en la que esa transformación tiene lugar:

(…) en el caso del sujeto humano o social propiamente dicho su reproducción debe perseguir, además del mantenimiento de la vida en términos “animales” o “físicos”, el mantenimiento de la misma en términos “políticos” o (de alguna manera) “meta-físicos”. No sólo debe producir y consumir ciertas cosas, sino que, además y simultáneamente, debe también “producir y consumir” la forma concreta de su socialidad; debe modificar y “usar” las relaciones sociales de convivencia que le caracterizan y que interconectan e identifican a sus diferentes elementos o miembros individuales (2010, pp. 55 y 56).

El proceso productivo no sólo permite la reproducción de la vida humana a través de la transformación de la naturaleza sino que necesariamente es una reproducción de la forma social, política, en que todo ese proceso productivo se enmarca.

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Es importante hacer notar que para Echeverría es muy importante establecer la pluralidad de las posibles formas de socialidad. Ya en el capítulo 1, hablando de cómo las distintas culturas incorporan de maneras muy diferentes la tecnología, valga decir los instrumentos, las materias primas o los objetos con alguna practicidad, nos recordaba cómo la rueda para los teotihuacanos o la pólvora para los chinos nunca fueron incorporadas a usos “productivos”. Pero no sólo eso, Echeverría también se refiere a “posibilidades de transformación institucional” y de cómo en cada cultura o región se producen diferentes fenómenos culturales. Habla, por ejemplo, de las diferentes configuraciones del cristianismo en el norte y en el sur de Europa, de las diferentes versiones de la democracia moderna y también de los distintos socialismos realmente existentes. Esto será importante en el capítulo que nos ocupa cuando Echeverría se refiera a la “subcodificación” como un uso concreto del código, que es identificado con el conjunto de instrumentos en el proceso de producción/consumo de objetos prácticos y significaciones.

En el capítulo 4, retomando la idea de “elecciones civilizatorias” de Fernand Braudel y la distinción entre código universal y código normado sugerida por Eugenio Coseriu, Echeverría, buscando “la necesidad en la arbitrariedad” de las diferentes culturas, encontrará en la escasez y en la “humanización neolítica” el origen de las diferentes configuraciones sociales, culturales o “civilizaciones”.

En cuanto a lo semiótico o lingüístico y retomando las funciones del lenguaje según Roman Jakobson, Echeverría identificará en las funciones metalingüística y poética la posibilidad de cuestionar el código, que, como sabemos, se identifica con el aparato, conjunto o sistema instrumental.

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