PREHISTORIA DE ESPAÑA · Estos cambios surgen en el Próximo Oriente entre ... abundantes objetos...

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UNIDAD 1: LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE ESPAÑA PREHISTORIA DE ESPAÑA 1.- El Paleolítico o Edad de la piedra antigua es el periodo más largo y oscuro de la Prehistoria, se extiende en la Península Ibérica desde el 800.000 hasta el 8000 a. C., a lo largo de este tiempo tiene lugar el proceso de hominización o evolución humana desde las especies de homo más antiguas hasta el homo sapiens. Los hombres del paleolítico son recolectores y cazadores, simples parásitos o depredadores que toman lo que la naturaleza ofrece, viven de la caza, la pesca, el marisqueo, la recolección y la carroña, fabrican utensilios de piedra (industria lítica, del griego litos=piedra) mediante percusión o presión. Existen en la Península Ibérica restos fósiles de diferentes tipos de homo, pertenecientes a cada una de las etapas en que se divide el Paleolítico (inferior, medio y superior), así como de los útiles que elaboran y manejan. En el Paleolítico Inferior (800.000 a 250.000 a. C.), conviven distintos tipos de homínidos. A esta etapa pertenecen la mayoría de los restos fósiles hallados en Atapuerca, los más antiguos son del Homo antecesor, y otros muy posteriores pertenecen al Homo Heidelbergensis (Preneandertal); junto a ambos se han encontrado restos de cantos y rocas, tallados sin una forma determinada, con un filo cortante por alguno de sus lados, posteriormente estos cantos o lascas son tallados por las dos caras (bifaz/es), como las hachas de mano. En el Paleolítico Medio (250.000 a 33.000 a. C.) hay que situar al hombre de Neandertal que domina el fuego y practica ritos funerarios, utiliza instrumentos de piedra de tamaño mediano. En el Paleolítico Superior (33.000 a 8000 a. C.) aparece ya el Homo sapiens sapiens (el antepasado de los seres humanos actuales), que habita en cuevas debido al frío, sus instrumentos de piedra son más pequeños y variados que los fabricados por los neandertales, utiliza además otros materiales, como hueso, y marfil. Destacan sus manifestaciones o creaciones hechas sobre roca, conocidas como arte rupestre, son grabados y pinturas en tonos rojos y negros en las que se representa diferentes tipos de animales, signos, siluetas de manos. Las principales manifestaciones de arte rupestre paleolítico se localizan en la zona cantábrica, especialmente en la cueva de Altamira (Cantabria). El Mesolítico (8000-5500 a. C.) es un periodo de transición hacia el neolítico, el cambio climático, al finalizar la última glaciación, lleva a una readaptación de la economía y de los útiles de trabajo. 2.- El Neolítico en la P. Ibérica (5500 a 3000 a.C.). La revolución agraria y ganadera: El Neolítico, que significa piedra nueva o pulimentada, se caracteriza por la transformación del ser humano de parásito y depredador de la naturaleza en productor de sus propios alimentos mediante la agricultura y la ganadería, fabrica sus instrumentos con piedra pulimentada, descubre la cerámica, se hace sedentario e incrementa los intercambios con otros grupos humanos. Estos cambios surgen en el Próximo Oriente entre el 10.000 y el 8000 a. C. y llegan a la Península Ibérica a través del Mediterráneo en torno a 5500 a. C. su duración se extiende hasta la aparición de los primeros metales, en torno al 3000 a. C, Destaca la cerámica cardial. Se han encontrado necrópolis con ajuar funerario. La manifestación artística característica de esta etapa es el arte rupestre levantino, localizado en la franja mediterránea, en abrigos rocosos inaccesibles, poco protegidos, y en sierras apartadas de la costa, la pintura es monocroma y su principal motivo es la figura humana, reproduce escenas completas, generalmente relacionadas con la vida cotidiana. Las más representativas son las de Valltorta (Castellón), y Cogull (Lérida). 3.- La Edad de los Metales (3000-218 a.C.): El conocimiento y empleo de los metales es un gran avance tecnológico en la historia de la civilización, el primer metal que se produce es el cobre, milenios después el bronce y por último el hierro. El final de la edad del bronce y el conocimiento del hierro coinciden con el tiempo en que los pueblos indígenas entran en contacto con civilizaciones mediterráneas alfabetizadas. a) La Edad del Cobre o Calcolítico en la península ibérica, se sitúa entre el 3000 a. C. y el 1800 a.C. Los útiles fabricados en cobre son siempre de tamaño pequeño o mediano. Su obtención es cara, lo que

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UNIDAD 1: LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE ESPAÑA

PREHISTORIA DE ESPAÑA

1.- El Paleolítico o Edad de la piedra antigua es el periodo más largo y oscuro de la Prehistoria, se extiende en la Península Ibérica desde el 800.000 hasta el 8000 a. C., a lo largo de este tiempo tiene lugar el proceso de hominización o evolución humana desde las especies de homo más antiguas hasta el homo sapiens. Los hombres del paleolítico son recolectores y cazadores, simples parásitos o depredadores que toman lo que la naturaleza ofrece, viven de la caza, la pesca, el marisqueo, la recolección y la carroña, fabrican utensilios de piedra (industria lítica, del griego litos=piedra) mediante percusión o presión. Existen en la Península Ibérica restos fósiles de diferentes tipos de homo, pertenecientes a cada una de las etapas en que se divide el Paleolítico (inferior, medio y superior), así como de los útiles que elaboran y manejan. En el Paleolítico Inferior (800.000 a 250.000 a. C.), conviven distintos tipos de homínidos. A esta etapa pertenecen la mayoría de los restos fósiles hallados en Atapuerca, los más antiguos son del Homo antecesor, y otros muy posteriores pertenecen al Homo Heidelbergensis (Preneandertal); junto a ambos se han encontrado restos de cantos y rocas, tallados sin una forma determinada, con un filo cortante por alguno de sus lados, posteriormente estos cantos o lascas son tallados por las dos caras (bifaz/es), como las hachas de mano. En el Paleolítico Medio (250.000 a 33.000 a. C.) hay que situar al hombre de Neandertal que domina el fuego y practica ritos funerarios, utiliza instrumentos de piedra de tamaño mediano. En el Paleolítico Superior (33.000 a 8000 a. C.) aparece ya el Homo sapiens sapiens (el antepasado de los seres humanos actuales), que habita en cuevas debido al frío, sus instrumentos de piedra son más pequeños y variados que los fabricados por los neandertales, utiliza además otros materiales, como hueso, y marfil. Destacan sus manifestaciones o creaciones hechas sobre roca, conocidas como arte rupestre, son grabados y pinturas en tonos rojos y negros en las que se representa diferentes tipos de animales, signos, siluetas de manos. Las principales manifestaciones de arte rupestre paleolítico se localizan en la zona cantábrica, especialmente en la cueva de Altamira (Cantabria). El Mesolítico (8000-5500 a. C.) es un periodo de transición hacia el neolítico, el cambio climático, al finalizar la última glaciación, lleva a una readaptación de la economía y de los útiles de trabajo. 2.- El Neolítico en la P. Ibérica (5500 a 3000 a.C.). La revolución agraria y ganadera: El Neolítico, que significa piedra nueva o pulimentada, se caracteriza por la transformación del ser humano de parásito y depredador de la naturaleza en productor de sus propios alimentos mediante la agricultura y la ganadería, fabrica sus instrumentos con piedra pulimentada, descubre la cerámica, se hace sedentario e incrementa los intercambios con otros grupos humanos. Estos cambios surgen en el Próximo Oriente entre el 10.000 y el 8000 a. C. y llegan a la Península Ibérica a través del Mediterráneo en torno a 5500 a. C. su duración se extiende hasta la aparición de los primeros metales, en torno al 3000 a. C, Destaca la cerámica cardial. Se han encontrado necrópolis con ajuar funerario. La manifestación artística característica de esta etapa es el arte rupestre levantino, localizado en la franja mediterránea, en abrigos rocosos inaccesibles, poco protegidos, y en sierras apartadas de la costa, la pintura es monocroma y su principal motivo es la figura humana, reproduce escenas completas, generalmente relacionadas con la vida cotidiana. Las más representativas son las de Valltorta (Castellón), y Cogull (Lérida).

3.- La Edad de los Metales (3000-218 a.C.): El conocimiento y empleo de los metales es un gran avance tecnológico en la historia de la civilización, el primer metal que se produce es el cobre, milenios después el bronce y por último el hierro. El final de la edad del bronce y el conocimiento del hierro coinciden con el tiempo en que los pueblos indígenas entran en contacto con civilizaciones mediterráneas alfabetizadas.

a) La Edad del Cobre o Calcolítico en la península ibérica, se sitúa entre el 3000 a. C. y el 1800 a.C. Los

útiles fabricados en cobre son siempre de tamaño pequeño o mediano. Su obtención es cara, lo que

lleva la división del trabajo y la diferenciación social. Se intensifica la agricultura y comienza la minería y

la industria textil. Se construyen monumentos con grandes piedras o megalitos destinados

generalmente a enterramientos entre los que se diferencian el dolmen y el tholos o tumba de corredor,

estos enterramientos suelen contener ajuares funerarios, entre los que destacan pequeños ídolos

tallados en piedra o hueso, pintados o grabados con diseños geométricos y grandes ojos. Se crean

poblados, algunos amurallados y se desarrolla el comercio a larga distancia. Los principales restos del

calcolítico se hallan en el sudeste de España, destaca el poblado de Los Millares (Almería) que da

nombre a una cultura y es un ejemplo del nuevo tipo de poblamiento estable, situado en una

colina estratégica, rodeado de una elevada muralla, compuesto por una agrupación de viviendas

circulares, donde podrían habitar unas mil personas, el poblado se completa con una amplia

necrópolis. Las fluidas relaciones comerciales y culturales, que debían existir entre distintos puntos del

continente europeo, explican que en la mayor parte de la península se extienda la cultura del vaso

campaniforme, común a gran parte de Europa. b) La Edad del Bronce en la península abarca desde el 1800 a. C., aproximadamente, hasta el 750 a. C. El

bronce no es un metal que se encuentre en la naturaleza sino una aleación de cobre y estaño. Al ser más duro y maleable permite fabricar armas y herramientas a mayor escala. En los yacimientos hay abundantes objetos hechos en metal, sobre todo armas y adornos, recipientes y vajillas. El conocimiento del bronce, como el del cobre, llega a través del Mediterráneo. Los objetos más antiguos de bronce se localizan en el sudeste y el sudoeste peninsulares. El poblamiento más rico del bronce es El Argar (Almería) que da nombre a otra cultura, sus viviendas son rectangulares, en ellas se han localizan enterramientos individuales con sus ajuares funerarios, unos más ricos que otros, lo que indica una marcada jerarquía social. La influencia de la cultura argárica se extiende por el Levante y La Mancha. En el nordeste peninsular (Cataluña y parte del valle del Ebro) se desarrolla la cultura de los campos de urnas, que debió llegar a través de los Pirineos por pueblos centroeuropeos, se caracteriza porque en lugar de enterrar los cadáveres (inhumación), los queman (incineración, y colocan las cenizas en una urna que posteriormente entierran. En Mallorca y Menorca se desarrolla durante la Edad del Bronce la cultura talayótica, una particular cultura megalítica, sus monumentos más significativos son los talayots, torreones defensivos de forma cónica hechos con grandes piedras, junto a ellos se construyen las navetas, megalitos funerarios con forma de casco de barco invertido, las taulas=mesas, localizadas en Menorca están compuestas de un gran pilar central y una losa horizontal encima, podrían tener función religiosa.

c) La Edad del Hierro en la P. Ibérica abarca del 750 al 218 a.C., tiempo en que se producen las colonizaciones históricas de pueblos que aportan influencias europeas y mediterráneas. Pueblos del Norte de Europa traern con ellos el conocimiento del hierro. Fenicios y griegos llegan procedentes del Mediterráneo oriental, conocen el alfabeto y la escritura, buscan establecer relaciones comerciales y asentarse en colonias y ciudades estables en la costa. Más tarde llegarán los cartagineses. El contacto de todas estas gentes llegadas de fuera, con los pueblos que habitan la península va diferenciando varias culturas indígenas, con distintos grados de desarrollo y relación con los pueblos mediterráneos.

LOS PUEBLOS PRERROMANOS. LAS COLONIZACIONES HISTORICAS DE FENICIOS, GRIEGOS Y CARTAGINESES

1.- Las colonizaciones históricas del 1er milenio a.C.: Fenicios, griegos y cartagineses:

a) Los primeros en asentarse en el litoral peninsular fueron los fenicios (Siglos IX al VII a.C.). Fundan

Gades o Gadir (Cádiz), Malaca (Málaga) y Sexi (Almuñécar). Les interesa obtener metales y a cambio introducen manufacturas de lujo, productos exóticos y técnicas de interés para los indígenas. Su influencia se deja sentir sobre todos en el bajo Guadalquivir. Aquí ya existe una cultura indígena importante, la cultura de Tartessos, que en contacto con los fenicios adquiere un alto nivel de desarrollo.

b) Aportación de los griegos (Siglos VII y VI a.C.): Hacia el siglo VII a. C. comerciantes griegos fundan las colonias de Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas) en la costa noreste peninsular. Ampurias se convierte en el núcleo de expansión comercial de los griegos en Levante. Los griegos introducen junto con los fenicios el cultivo de la vid y el olivo y acuñan las primeras monedas.

c) A partir del siglo VI a. C., se produce el ascenso de Cartago (ciudad norteafricana de origen fenicio) como potencia hegemónica en el Mediterráneo, primero en lo económico y después en lo militar. Los cartagineses o “púnicos”, se enfrentan a los griegos, a lo pueblos nativos que se rebelan contra sus proyecto de dominación, y por último a Roma que pretende igualmente el dominio mediterráneo. Las ciudades fenicias se convierten en amigas, aliadas o asociadas de Cartago. Fundan algunas colonias nuevas en el sureste peninsular e Ibiza, y la más importante de todas, Cartago Nova (actual Cartagena). Además del interés por los metales, exportan salazones de pescado y garum o garo. Los generales cartagineses de la familia Barca (Almircar, Asdrúbal, Aníbal) usan la península y las islas Baleares como plataforma económica y militar para luchar contra Roma durante la segunda guerra púnica (218 a d. c). Roma atacará a los cartagineses desde las colonias griegas. La derrota final de Aníbal supone el final del predomino cartaginés y el inicio de la ocupación romana de la Península, que se prolongará a lo largo de 7 siglos.

2.- La cultura o tierra de Tartessos (Siglos IX-VII a.C.). Los textos clásicos griegos se refieren a un país rico y próspero, denominado Tartessos, gobernado por el rey Argantonio. La arqueología demuestra que este reino legendario parece corresponder a una cultura indígena importante, localizada en el sudoeste peninsular (el bajo Guadalquivir), anterior a la llegada de los fenicios, que adquiere mayor desarrollo al entrar en contacto con estos colonizadores mediterráneos. Es una sociedad muy jerarquizada, practican una economía agrícola y ganadera, explotan los recursos minerales, y mantienen contactos comerciales con fenicios y griegos.. Sus ritos, objetos y tecnologías denotan clara influencia oriental: utilizan el torno para fabricar cerámica de manera más rápida, aprenden cómo producir hierro y púrpura, mejoran la construcción de viviendas, adoptan prácticas funerarias orientales, los dioses fenicios se popularizaron. Ente los objetos pertenecientes a esta cultura destaca la orfebrería fina de los “tesoros” del Carambolo y Aliseda.

3.- Los pueblos prerromanos. Durante la Edad del Hierro y hasta la llegada de los romanos (siglos VIII al III a.C.) las poblaciones indígenas van desarrollándose de manera diferente, de acuerdo con su mayor o menor contacto con los colonizadores mediterráneos. Las culturas indígenas que van surgiendo tienen grados muy distintos de desarrollo, aunque todas acabarán sometidas a Roma y asumiendo y asimilando la cultura de los conquistadores:

a) Cultura ibérica se extiende sobre los pueblos prerromanos del Valle del Guadalquivir, este de la península, valle medio del Ebro e islas Baleares. Iberia era la palabra con que los griegos llamaban a la Península, e iberos a sus habitantes, pero los romanos redujeron estas palabras sólo para las zonas del este y sur peninsular, donde habitaban pueblos a los que consideraban más civilizados y pacíficos. Los pueblos de cultura ibera tienen una economía agrícola. Son sociedades muy jerarquizadas, con un notable desarrollo urbano. Tienen una fuerte influencia

griega y de otras culturas mediterráneas. Su lengua y alfabeto no es de origen indoeuropeo. Rinden culto a sus dioses en santuarios, donde se ha localizado numerosas estatuillas de piedra o bronce, (ofrendas o exvotos), incineran a sus muertos, aprecian los valores guerreros y heroicos. Santuarios como el del Cerro de los Santos (Albacete), esculturas como “La Dama de Elche”, La “Dama de Baza”, la “Bicha de Balazote”, junto con la abundante cerámica, son manifestaciones de esta cultura.

b) Cultura céltica. En el resto de la península se asentaron poblaciones de origen indoeuropeo, procedentes del centro y norte de Europa, que conocían y dominaban la metalurgia del hierro. Viven fundamentalmente de la ganadería. Habitan en asentamiento fortificados (castros). Se extiende esta cultura celta y precelta por el noroeste de la Meseta y montañas del norte peninsular (vacceos, vetones, lusitanos, galaicos, astures, cántabros, vascones). Ofrecen resistencia a la ocupación y dominación de sus tierras por Roma. Los castros y las esculturas de animales (verracos) son las manifestaciones más significativas de la cultura celta. Los pueblos asentados en la franja oriental de la submeseta norte (arévacos, pelendones, celtiberos) tienen una mezcla de la cultura ibera y celta, denominándose a esta mezcla Cultura celtíbera. Mercenarios muy cotizados por su devoción al jefe, sentido del honor, de la hospitalidad y valentía en el combate. Salvajes y bárbaros, según los romanos, practican el bandolerismo sobre las tierras más ricas del sur o del este. Ofrecen dura residencia a la ocupación romana de sus territorios, la ciudad de Numancia (Soria) es uno de sus poblaciones más significativas

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LA CONQUISTA ROMANA DE HISPANIA

1. Primera etapa (218-205 a.C.) El objetivo principal de los romanos cuando llegan a la Península en el año 218 a.C. es vencer a los cartagineses, empezando por cortar sus bases de aprovisionamiento de hombres y recursos. El Senado romano envía tropas a Hispania (nombre con el que Roma denomina a la Península) dirigidas por generales del clan de los Escipiones, patricios romanos partidarios de la lucha contra Cartago. Tarraco (Tarragona) será su base de operaciones. Tras años de dura lucha, con avances y retrocesos, Publio Cornelio Escipión consigue ocupar Cartago Nova (209 a. C) y atraer hacia la causa romana a influyentes caudillos íberos como Indíbil y Mandonio. La derrota definitiva del general cartaginés, Aníbal, en el norte de África (batalla de Zama), da fin a la II Guerra púnica. A partir de este momento la presencia militar romana en la Península Ibérica, hasta ahora temporal, se convierte en permanente. Tras sofocar una rebelión de tribus iberas dirigidas por sus antiguos aliados, Indíbil y Mandonio, las zonas más ricas y evolucionadas de la península (este y sur) pasan a estar bajo el dominio de Roma. Todo este territorio queda dividido en dos provincias: la ulterior (la más alejada de Roma) comprende las tierras bañadas por el río Betis (Guadalquivir), la citerior (la más cercana a Roma) comprende la costa este y las Islas Baleares. Roma busca recaudar tributos entre las poblaciones íberas y explotar sus recursos (minerales, víveres, plata, tropas auxiliares). Las rebeliones de las poblaciones íberas contra Roma eran bastante frecuentes.

2. El sometimiento del interior. La meseta. (205-133 a. C.) Los pueblos del interior peninsular, celtas o celtíberos, siguen practicando actos de bandidaje contra las poblaciones ricas de las regiones costeras del este y sur peninsular ocupadas por Roma. Para impedirlo los romanos realizan continuas campañas militares, aunque mal organizadas, contra estos pueblos del interior de la meseta, de donde pretender también obtener oro, plata y esclavos. Los dos episodios más importantes de este proceso de dominación del interior peninsular son las guerras lusitanas (155-136 a. C.) y las guerras celtibéricas (153-133 a. C.), que coinciden en el tiempo pero no forman parte de ningún plan común de resistencia indígena. Durante años los romanos no consiguen derrotar a los lusitanos, dirigidos por su caudillo Viriato, buen conocedor de las tácticas militares romanas, y experto en la guerra de guerrillas, sólo la traición de sus propios compañeros, sobornados por Roma acaba con su vida y pone fin a la resistencia lusitana. La lucha de los celtíberos frente a Roma es aún más dura, la hostilidad de los indígenas y la incapacidad de los militares romanos, hace imposible la toma de ciudades bien fortificadas como Numancia (Soria). La toma definitiva de Numancia se produce tras una larga campaña de asedio y ocupación, dirigida por el general romano Escisión Emiliano, la ciudad capitula por hambre, aunque muchos de sus defensores se suicidan antes que entregarse. Tras estas guerras de resistencia, la mayor parte de la Hispania peninsular pasa a manos romanas.

3. El sometimiento de las montañas del norte (29-19 a. C.) Las guerras civiles que estallan en Roma en el siglo I a.C. terminan con el triunfo de Octavio, hijo adoptivo de Julio Cesar, que a partir del 31 a. C queda como único soberano del Imperio, recibiendo el sobrenombre de Augusto. La República romana desaparece, y da paso al Imperio, donde el poder se concentra en unas solas manos, las del emperador. Augusto completa la conquista romana de Hispania, con una campaña contra los galaicos, astures y cántabros del norte peninsular, que él mismo inicia y concluye el general Agripa, los cántabros son los que más se resisten a la dominación romana de sus territorios. En el año 19 a.C. la Conquista de Hispania ha concluido.

LA ROMANIZACIÓN DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Se denomina Romanización al proceso histórico por el cual la población indígena asimila los modos de vida romanos en diversas facetas: administración territorial, la urbanización y obras públicas, estructuras económicas y sociales, el derecho, la cultura, la religión. Este proceso de integración cultural de los indígenas no es igual en el tiempo ni en el espacio, es más intenso a partir del S I a. C, y en el litoral mediterráneo, tanto en el este como en el sur e islas Baleare y menos intento en el interior en el norte y noroeste. 1. La Administración romana de Hispania: Roma divide el territorio en provincias. A lo largo de los siglos

esta división provincial sufre cambios, diferenciándose tres etapas. Durante la República (desde 197 a. C. hasta el siglo I a. C.) el territorio se divide en dos provincias citerior y ulterior, gobernadas por un pretor con mando militar, es un tiempo de conquista y se busca combatir y derrotar a los enemigos. Durante el Alto Imperio (siglos I-III d. C.) se mantiene la división hecha por Octavio Augusto de 3 provincias (Tarraconense (Tarraco), Lusitania (Emerita Augusta) y Bética (Córduba); el número de tropas disminuye. En el Bajo Imperio (siglos III-V d. C.) Hispania se convierte en una diócesis que abarca 7 provincias, Bética y Lusitania permanecen como antes y la Tarraconense se divide en Tarraconense, Gallaecia con capital en Brácara Augusta, Cartaginense (capital en Cartago Nova = Cartagena).

2. Las ciudades y sus tipos. Las obras públicas: La ciudad es la unidad administrativa básica del mundo romano y el principal instrumento de romanización para los territorios conquistados. Una parte de las ciudades romanas son de nueva creación, las colonias, donde se asientan ciudadanos procedentes de Roma o de Italia y soldados veteranos licenciados para que sirvan de modelo al resto de habitantes del entorno. Otra parte son ciudades indígenas ya existentes que pasan a ser municipios, con un régimen jurídico similar al romano, son ciudades que han colaborado con Roma durante la conquista, o donde residen inmigrantes romanos. El resto de las ciudades indígenas pagan un estipendio o impuesto a Roma a cambio de respetar su administración propia (ciudades estipendiarias), pero incluso en estas se van adoptando las costumbres romanas. Las nuevas ciudades siguen el modelo de Roma, en su gobierno interno y en su estructura. En la ordenación de una ciudad se combina lo funcional con lo monumental, su plano es una cuadrícula con dos grandes ejes, centrales, el cardo o eje norte –sur y el decumanus o eje este- oeste, el espacio en que se cruzan los dos ejes urbanos es el lugar del foro o centro urbano, donde se sitúan sus edificios públicos más representativos (basílica, curia, tabularium o archivo, templos y tiendas), cerca del foro están las termas y en la zona exterior están las necrópolis y edificios para el ocio (teatros, anfiteatros y circos), la ciudad se rodea de una muralla,. En los accesos a las ciudades se levantan monumentos conmemorativos como los arcos de triunfo, disponen de infraestructuras de comunicación (puentes, calzadas, puertos y faros) y sanitarias (red de cloacas, acueductos y cisternas). Las ciudades están comunicadas entre sí por una red de vías o calzadas, diseñada fundamentalmente por el emperador Octavio y completada por otros emperadores. Las calzadas sirven en primer lugar para facilitar el desplazamiento de las legiones, pero además contribuyen a dinamizar la vida económica y a unificar el Imperio. Las principales calzadas romanas de la P. Ibérica tienen un trazado periférico en torno a la Meseta, la Vía Augusta recorre el litoral mediterráneo, la Vía de la Plata asciende desde el Guadalquivir hacia las zonas mineras del norte, la Vía del Norte comunica Braga con Astúrica y con Tarraco. Estas calzasdas se mantienen en uso a lo largo de siglos posteriores.

3. Las estructuras económicas y sociales: El sistema productivo del mundo romano se basa en la utilización de los esclavos como fuerza de trabajo. Los romanos intensifican y amplían la explotación de los recursos, especialmente los metales. Explotan intensamente las minas de plata, oro, plomo, hierro, cobre, estaño y mercurio. A partir del siglo I, el oro se obtiene en la minas del Noroeste (Las Médulas). Aumentan la producción y exportación de vino, aceite de oliva y trigo. Se exportan también salazones y garum, se intensifica la explotación de salinas y la fabricación cerámica.

A partir del S. I se van generalizando un tipo de explotaciones agrarias de grandes dimensiones o latifundios, conocidas como villas romanas, constan de una zona edificada y alrededor los campos de cultivos, entre sus edificios se diferencia, una parte lujosa (zona urbana) donde reside el propietario y su familia y otra parte más humilde para los esclavos y trabajadores (zona rústica), además de las instalaciones para almacén y transformación de los productos agrícolas y ganaderos. En torno a todo este núcleo edificado se disponen los campos de cultivo. Durante el Bajo Imperio, las villas se transforman en centros de poder en las zonas rurales. Al lado de estos grandes centros productivos que son las villas, cuya producción se orienta hacia el mercado, la mayoría de población indígena practica una economía agrícola y ganadera de subsistencia que se completa con la recolección, la caza y la pesca.

4. La sociedad hispana se ordena de acuerdo con la situación jurídica: existe una minoría de colonos romanos e itálicos, con plenos derechos políticos y sociales; unas élites indígenas que imitan las costumbres romanas y su estructura patriarcal, en el S I pasarán a convertirse en ciudadanos romanos de pleno derecho; los indígenas libres están en la base de la sociedad; por debajo de todos los anteriores están los libertos (esclavos liberados que siguen dependiendo del señor y los esclavos, que son la base del sistema productivo.

5. El legado cultural y su pervivencia. Latinización y cristianización. Además de los numerosos restos materiales que se conservan (construcciones, pinturas, esculturas), el legado cultural romano suma otros elementos no materiales, igualmente valiosos para la cultura occidental (el derecho romano, la religión, la ciencia y una lengua común). El latín, es la lengua utilizada en el derecho, la ciencia y la cultura, se extenderá a toda la sociedad hispánica a partir del S III. En el S I hay grandes aportaciones hispánicas a la literatura clásica, a través de los textos de Séneca, Lucano, Marcial, Quintiliano, Pomponio Mela, Columela. Los romanos respetan las creencias religiosas locales, siempre que no vayan en contra de sus intereses, durante el Imperio se impone el culto al emperador. A partir del S I llegan cultos religiosos procedentes del oriente mediterráneo, el cristianismo entre ellos, su negativa a participar en el culto al emperador convierte a los cristianos en enemigos de Roma, muchos cristianos mueren por esta causa, siendo considerados mártires. En el siglo IV la religión cristiana deja de estar perseguida, los emperadores Constantino y Teodosio la convierten en la religión oficial del estado romano, dándole privilegios y prohibiendo la práctica pública o privada de otros cultos. Su poder crece y se convierte en el mayor vehículo de latinización de la sociedad hispánica, adopta la misma organización territorial en diócesis y provincias que tiene el Imperio. Dentro del cristianismo surgen sectas con doctrinas contrarias a las de la Iglesia oficial romana. En el siglo IV se extiende por Galicia y Lusitania el priscilianismo, que defiende una religiosidad muy rigurosa, el libre examen de los textos religiosos, la igualdad entre hombre y mujeres, su impulsor, el obispo Prisiciliano, fue desterrado y más tarde ejecutado por sus doctrinas.

LOS VISIGODOS EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

1.- La Crisis del S. III y las invasiones bárbaras o germánicas: A partir del Siglo III se inicia la decadencia del Imperio romano. El sistema de producción basado en la mano de obra esclava entra en crisis, los esclavos escasean, es peligroso mantenerlos alejados y concentrados, cuando el Estado es débil y no garantiza el orden y control. La propiedad de la tierra se concentra, los grandes terratenientes pasan a residir permanentemente en sus villas. La inseguridad se generaliza, los núcleos urbanos decaen. Las autoridades se ven incapaces de mantener el orden con sus ejércitos y deben recurrir a mercenarios bárbaros, palabra con la que los romanos identifican a todos aquellos que están fuera de sus fronteras. A partir del S V, la mitad occidental del Imperio, incluida la Península Ibérica pasa a estar controlada por estos pueblos bárbaros. En el 409, bandas de suevos, alanos y vándalos, penetran en la P. Ibérica y se instalan en el oeste y el sur peninsular, aprovechando para consolidarse la existencia de grupos de bandoleros=bagaudas que saqueaban las tierras, victimas del hambre y la desesperación. En el 416, otro pueblo germánico/bárbaro, los visigodos, por acuerdo con los emperadores romanos, se instala en el sur de las Galias, con el objetivo de expulsar a los invasores germánicos de la P. Ibérica. Cuando desaparece el Imperio romano de occidente, los visigodos se consideran sus herederos. 2.- El reino visigodo de Toledo (siglos VI-VIII):

a) Espacio que ocupa: Los visigodos van ocupando la Península Ibérica de forma progresiva. En una primera etapa se sitúan a caballo entre la Galia e Hispania (416-507), con centro en Tolosa (al sur de Francia), dentro de Hispania, expulsan a alanos y vándalos y arrinconan a los suevos hacia el noroeste. Tras la derrota en Vouille (507), son expulsados de la Galia por los francos, otro pueblo bárbaro, y se asientan dentro de la península, creando el reino visigodo con capital en Toledo, punto central para controlar el territorio. Posteriormente, el reino de Toledo consolida su dominio en la península. Leovigildo conquista el reino suevo y sus sucesores, los enclaves costeros ocupados por los bizantinos. Únicamente los pueblos montañeses del norte escapan a su control y viven prácticamente independientes.

b) Organización política. Las instituciones. Para que el Estado visigodo se consolidase es necesario aglutinar a godos e hispanorromanos, en torno a una monarquía fuerte, instituciones sólidas, un derecho unificado, una misma religión. Los visigodos, los más latinizados dentro de los bárbaros, se sirven de la organización administrativa hispanorromana ya existente, así como de sus instituciones, legislación y creencias religiosas.

Unidad política: Un estado centralizado, al frente un rey, elegido de entre los nobles godos (monarquía electiva), con amplios poderes, legislativos, ejecutivos y judiciales. Adoptan los atributos y ceremonial de los emperadores romanos. Este sistema de transmisión del poder real por elección es un foco de continuos enfrentamientos y revueltas. Aquellos monarcas que consiguen controlar a la nobleza goda e imponer su autoridad, logran convertir en reyes a sus hijos, pero el sistema de transmisión hereditaria del poder real no se llega a establecer. El Aula regia, constituida por nobles, de confianza del monarca, tiene tareas de asesoramiento para elaborar las leyes, administrar justicia y en asuntos políticos y militares. Los concilios son asambleas eclesiásticas, pero desde la unificación religiosa se convierten también en asambleas con potestad legislativa, que preside el rey.

Unidad jurídica: La legislación se basa en el derecho romano con algunas aportaciones visigodas. Chindasvinto y Recesvinto reunieron en el Liber Iudiciorum (Fuero Juzgo) un derecho territorial único para todos.

Unidad religiosa: Los visigodos eran cristianos arrianos cuando se establecen en Hispania, El rey Leovigildo fracasa al imponer el arrianismo sobre la mayoría hispanorromana. Recaredo I se convierte al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589), y con él todos los godos. Desde ese momento, la Iglesia católica hispánica adquiere un carácter unitario y nacional dentro de Estado visigodo, se somete al poder político, colabora estrechamente con los monarcas visigodos y adquiere un enorme poder, influencia.

Unidad cultural. El estado visigodo sirve de puente cultural entre la cultura hispanorromana y la

de los reinos cristianos medievales. La Iglesia es la depositaria y transmisora de la cultura latina. Los eclesiásticos controlan la cultura y la enseñanza de las letras, entre estos destaca la figura de Isidoro de Sevilla, autor de las Etimologías, una recopilación enciclopédica de todas las ramas del saber de la época, que tendrá una gran influencia en la cultura medieval posterior. El arte visigodo, ejemplo de arte prerrománico en Europa, se concreta en la construcción de pequeñas iglesias rurales, como la de San Juan de Baños (Palencia), caracterizadas por el empleo del arco de herradura y los capiteles tallados con escenas bíblicas; también sobresale la orfebrería (coronas votivas del tesoro de Guarrazar en Toledo).

c) El final del reino de Toledo: A fines del S VII, el reino visigodo está en proceso de desintegración. Dos poderosas familias de la nobleza goda se disputan el poder real: la de Chindasvisto y la de Wamba. El Islam aparece en el Mediterráneo, domina el norte de África, e interviene en la Península Ibérica apoyando a la nobleza goda frente al rey D. Rodrigo, al que vence en Guadalete, dando comienzo a la ocupación y conquista musulmana de la Península Ibérica.

AL-ANDALUS

Entidad política, cultural y geográfica surgida en la península ibérica, que designa al espacio ocupado y gobernado por los musulmanes desde el 711 hasta la conquista cristiana. Su etimología es incierta, aunque hay teorías que la relacionan tanto con Al- Vandalus (o tierra de Vándalos), como con “Chazirat Al Andalus” (isla) o “Bahr Al Andalus” (mar), relacionando ambos accidentes geográficos con la Atlántida o el Atlántico. En cualquier caso la palabra Al- Andalus aparece ya en fecha tan temprana como 716, para denominar el territorio que tratamos. De él deriva el término posterior Andalucía que se refiere a la actual comunidad autónoma donde la huella islámica fue tan intensa.

Los musulmanes ocuparon toda la Península Ibérica con la excepción de la orla cantábrica y la mayor parte de los Pirineos. Pronto abandonaron el valle del Duero el cual quedó convertido en una zona despoblada: con ello, sus fronteras naturales al norte quedaron establecidas en dicho valle y los Pirineos. Desde el derrumbamiento del Califato de Córdoba en 1031 esta frontera fue retrocediendo hacia el sur hasta su desaparición en el siglo XV. La presencia y dominio musulmán pasan por varias fases desde el punto de vista político:

a) 1ª- Conquista y control del territorio → 711-756 b) 2ª- Emirato de Córdoba y establecimiento de la dinastía Omeya → 756-929 c) 3ª- Califato de Córdoba. Máximo esplendor → 929- 1031 d) 4ª – Reinos de Taifas (división del Califato en numerosos reinos independientes → Desde 1031

hasta la caída de cada uno de estos reinos en poder cristiano (finales del siglo XI- mediados del siglo XIII)

e) 5ª – Invasiones norteafricanas para ayudar a los reinos taifas contra la presión cristiana (1086→ Almorávides; 1147→ Almohades; 1275→ Benimerines)

f) 6ª – Emirato (reino) de Granada → 1237- 1492 Tras la conquista (sin apenas resistencia), en algunos lugares, gran parte de la población autóctona se convierte al Islam (muladíes) sobre todo en el valle medio del Ebro y la mitad sur de la península. Desde el punto de vista poblacional Al- Andalus constituyó una sociedad heterogénea y plural con creyentes musulmanes, judíos y cristianos (denominándose mozárabes a estos últimos). Existió también población de origen subsahariano, eslavo e incluso escandinavo que en ocasiones se convirtieron al Islam. Al- Andalus representó una civilización urbana y comercial frente a la agropastoril y autárquica de gran parte de Europa entre los siglos VIII y XI, así como un referente cultural de primer orden tanto para el mundo musulmán como para el cristiano occidental. La populosa ciudad de Córdoba fue la mayor ciudad de Occidente y segunda de Europa tras Constantinopla.

La herencia andalusí ha sido importante en expresiones lingüísticas, aportación de nuevos cultivos, mejora de los regadíos, y un importante legado artístico.

LA REPOBLACIÓN DURANTE LA RECONQUISTA CRISTIANA

Fenómeno de ocupación, colonización y explotación de territorios, campos y pastos en el proceso de la Reconquista (avance y conquista por parte de los territorios cristianos del norte a costa de los islámicos del sur entre los siglos VIII-XV). En principio está unida a la idea estratégica militar de control de un territorio (fijación de fronteras) y económica (rendimiento agrícola y ganadero de dichos campos) y está dirigida por el rey, aunque más tarde la suele delegar en los condes o en los monasterios, que promoverán este proceso, bien con campesinos libres, bien con siervos, según el lugar y la época. La apropiación se realiza mediante “presura” (término usado en los reinos y condados occidentales) o “aprisio” (en los núcleos pirenaicos). En las zonas fronterizas o lugares de especial interés para reyes o promotores de este proceso se otorgan “cartas pueblas” (documentos que garantizan beneficios sociales y jurídicos a los nuevos pobladores). En el reino de Asturias, la repoblación de la zona del valle del Duero, se realizará por Astures, gallegos, leoneses y mozárabes del sur. En esta zona predominará la propiedad señorial. En Galicia apenas existen villas de campesinos libres. Sin embargo, en Castilla(repoblada por cántabros y vascones) los campesinos libres desempeñan un papel fundamental y si disponen de un caballo se verán asimilados a la nobleza, surgen así los llamados caballeros-villanos.

Tanto en el reino de Pamplona como en el condado de Aragón, se sigue el sistema de “aprisio” y predomina la pequeña propiedad concediéndose “cartas pueblas” en las zonas de frontera. A partir del siglo XI, se observa un aumento del señorío frente a las estructuras tribales anteriores. (sobre todo en el caso aragonés y especialmente en los territorios más alejados de la frontera, sobre todo en Sobrarbe y Ribagorza).

En los condados catalanes, el conde en un primer momento es el representante del emperador carolingio(conquista y reparto de tierras, aparte de funciones jurídicas y militares)pero poco a poco, al fragmentarse el poder imperial, se rodea de un grupo de ayudantes que ocuparán cargos que se irán haciendo hereditarios, reduciendo al campesinado a la servidumbre y entrando de lleno en el sistema feudal; sin embargo puede conceder franquicias y privilegios a determinadas poblaciones.

El aumento de tierras por conquista y el cobro de “parias”, refuerza el poder político y económico del rey pero también éste último en el caso de la nobleza y los monasterios, haciendo retroceder a partir del siglo XI y siguientes a la pequeña propiedad e intentando sujetar a campesinos y siervos en sus tierras. Sin embargo en las zonas conquistadas a los musulmanes se asentará predominando la población libre con una influencia creciente de los concejos con el sistema de repartimientos tanto en la frontera castellana en el siglo XI (Salamanca, Avila, Segovia) como aragonesa en el siglo XII (Daroca, Calatayud, Teruel). También gentes del otro lado del Pirineo (francos) se asentarán en estos lugares, además de en poblaciones del Camino de Santiago. Las órdenes militares serán también protagonistas a partir de ahora del fenómeno repoblador tanto en la meseta sur (Castilla la Nueva, Extremadura y Andalucía tras la revuelta mudéjar en esta última de 1262-65) como en el sureste de Aragón e interior de Castellón (Maestrazgo). La gran propiedad señorial predominará también en la mitad sur de la Corona de Castilla. La conquista de Mallorca supondrá un reparto triple: a) pequeñas y medianas propiedades entre los participantes de la conquista, b) Templarios, c)el primogénito real. Ibiza fue repartida entre los nobles. Excepción a la repoblación fueron muchas zonas del valle medio del Ebro y gran parte la actual provincia de Valencia y Murcia donde se permitió la permanencia de la población musulmana. El resto fue repoblado por navarros, catalanes o aragoneses en el primer caso o los dos últimos grupos en el segundo y del último en el tercero.

MUDÉJARES Y MORISCOS

El término mudéjar, procede del árabe “mude’yyan”, (el que permanece sometido). Dícese de aquel musulmán que vive en territorio cristiano tras la conquista. Conservaron su religión, costumbres, lengua e instituciones, pagaron diezmos a la Iglesia e impuestos al rey. Vivieron en barrios o aljamas separadas (morerías) y se dedicaron en su mayor parte a la agricultura y a la artesanía. Fueron numerosos en Toledo, Murcia, valle medio del Ebro, Valencia y Andalucía Bética (de este último lugar fueron expulsados tras su rebelión de 1262-1265 que intentó adscribirlos a la tierra y someterlos a los señores cristianos). En Aragón fueron denominados “exáricos”, vasallos que permanecen en sus tierras. Su influencia en la agricultura, artesanía, arte, gastronomía y costumbres ha sido fundamental en aquellos lugares que habitaron. Al final de la Edad Media fue consolidándose una tendencia discriminadora hacia las minorías religiosas no cristianas que culminó con la política de unidad religiosa de los Reyes Católicos. Así tras la conquista de Granada en 1492, aunque en las capitulaciones se les garantizaba la libertad de culto y la conservación de sus mezquitas, se impuso una política restrictiva que forzaba a las conversiones al cristianismo; como resultado se produjo una revuelta de mudéjares en el Albaicín, Alpujarras y Serranía de Ronda que fue sofocada y en 1502 se les obligaba a la conversión o la expulsión.

Tras una efímera promesa de tolerancia después de la conquista de Granada, ésta da marcha atrás con promulgación de la Real Cédula de 1502, obligando a los mudéjares castellanos a bautizarse o a ser desterrados. Otras medidas irán presionando a la población musulmana. Unos años después (1526), durante el reinado de Carlos I, la medida se aplicó también en Aragón y Valencia. y en 1558 la Inquisición prohíbe a los moriscos aragoneses portar armas.

Desaparecían así los mudéjares (musulmanes en tierras cristianas) y pasaban a ser moriscos o musulmanes convertidos al cristianismo. Estos moriscos pese a ser oficialmente cristianos, mantuvieron su lengua (algarabía), sus costumbres y vestimentas e, incluso, su religión en privado.

Las tensiones con la población cristiana vieja continuaron, produciéndose una nueva revuelta en las Alpujarras durante la segunda mitad del siglo XVI (1568). En 1585 se producen enfrentamientos entre los montañeses de Jaca y el valle de Tena con los moriscos de Codo.

El temor a que pudiesen prestar su ayuda a una hipotética invasión turca o de los piratas berberiscos fue el pretexto para su expulsión definitiva en 1609-1610, durante el reinado de Felipe III. La medida afectó principalmente a los reinos de Aragón de donde salieron unos 55.000 moriscos, Valencia alrededor de 117.000 y unos 13.000 de Murcia; además de 5.000 de Tarragona y casi 70.000 entre Extremadura, Castilla y Andalucía. Se llegaba así a un desgarro económico (mano de obra agrícola cualificada), cultural y por supuesto humano. Algunos pueblos quedaron tan vacíos que fue necesario repoblarlos.

EL TRABAJO DE LOS INDÍGENAS AMERICANOS TRAS LA CONQUISTA: LAS ENCOMIENDAS.

Los españoles en América aspiraban, entre otras cuestiones, a sacar rendimiento de la conquista y esto no se podía hacer sin el trabajo de los indígenas. Sin embargo, una buena parte de estos no estaban habituados al trabajo regular ni a trabajar voluntariamente, por lo que fue necesario obligarles.

La utilización de la mano de obra indígena se hizo a través del sistema de encomiendas. La encomienda de origen bajorromano era un sistema intermedio entre el feudalismo europeo y el caciquismo indígena. Cuando se hacía el reparto de tierras entre los conquistadores, se distribuían con ellas indios para su cultivo, los cuales se encomendaban a la custodia del encomendero que era el nuevo propietario de la tierra.

Teóricamente la encomienda se basaba en principios que no podían ser más humanos: el encomendero debía de evangelizar al indio, no podía considerarlo como un vasallo, tenía que respetar sus bienes propios y jamás podía tratarle como una cosa, ni infringirle malos tratos. Pero la realidad era muy otra, la codicia de los colonos hacía que el sistema fuera una simple explotación de los indígenas. De ahí la actitud crítica que adoptaron algunos religiosos, entre los cuales sobresale Fray Bartolomé de las Casas que influyó en la actuación de la Corona a través de las Leyes de Indias que ponían el acento en el respeto a los aborígenes, aunque con escasos resultados. No obstante, en 1542 se publican las Leyes Nuevas, que prohibían los servicios personales de los indígenas encomendados y preparaban la abolición de este sistema, determinando que ninguna encomienda podía ser vendida o heredada. Esta ley provocó violentas sublevaciones en Nueva España (Méjico) y en El Perú. La Corona tuvo que ceder, excepto en la abolición de los servicios personales sustituyéndolos por un tributo. Esta situación se mantuvo hasta el siglo XVIII.

INQUISICIÓN

Tribunal eclesiástico (también llamado Santo Oficio) encargado de perseguir y castigar a los herejes, es decir a los cristianos que en materia de fe profesaban doctrinas contrarias a la Iglesia Católica y otros “delitos” como la brujería, la blasfemia o la bigamia. También se encargaba de la censura ideológica y cultural mediante la publicación en un índice de los libros cuya tenencia y lectura estaba prohibida. Esta institución ya existía desde el siglo XIII en diversos países cristianos con el fin de de perseguir la herejía pero dependía de los obispos y en última instancia del papa. Por el contrario, la Inquisición hispánica moderna, establecida en 1478 a instancias de los Reyes Católicos, dependía exclusivamente de la monarquía. El objetivo inicial de esta nueva Inquisición era juzgar y castigar a los conversos que continuaban siendo fieles a la religión judía. Poco a poco se extendió su esfera de acción, además de las herejías judaizantes, a moriscos y protestantes. La Inquisición fue un tribunal común a todos los territorios de la monarquía hispánica, llegando por supuesto a América, una excepción en la diversidad cultural y jurídica de aquella coyuntura. El órgano central se fundó en Madrid en 1483 con el Inquisidor General a su cabeza, controlando a los diferentes tribunales. Cada tribunal lo componían dos inquisidores, un asesor, un alguacil, un procurador y el personal subalterno. Los ingresos provenían principalmente de la confiscación de los bienes de los condenados. El proceso contra los acusados era secreto, a menudo basado en la delación. Al detenido se le encerraba en las prisiones y en el tiempo estimado se le sometía a interrogatorio, con tortura si se consideraba necesario, tras las declaraciones del mismo y deliberaciones del tribunal se dictaba sentencia si se arrepentía, penas “menores” como prisión menor, destierro, galeras, azotes o portar el “sambenito” (prenda infamante) durante un tiempo o de por vida. En caso de encontrarle culpable se le entregaba al “brazo secular” (justicia civil) y en la mayoría de las ocasiones se le quemaba en la hoguera, acto que se llevaba acabo en las multitudinarias ceremonias denominadas “autos de fe”, en los cuales también se llevaban a cabo y/o leían las sentencias menores. La Inquisición se convirtió en una de las principales y más temidas instituciones de la España moderna y en un doble instrumento político y religioso, al servicio de la monarquía absoluta. A partir del siglo XVIII apenas se produjeron ejecuciones ni autos de fe, pero siguió ejerciendo su influencia en las ideas y la moral. Fue definitivamente suprimida en 1834.

FIN DE LA HEGEMONÍA MONARQUÍA HISPÁNICA: LA PAZ DE WESTFALIA (1648) Durante los reinados de Carlos I (1516-1556) y Felipe II (1556-1598) quedó firmemente asentada la hegemonía de la monarquía hispánica en Europa y el Mediterráneo. El reinado de Felipe III (1598-1621) transcurre en calma. Sin embargo, durante el de Felipe IV (1621-1665) y más tarde con su sucesor Carlos II (1665-1700) el declive de su poder será un hecho. En el interior, la década de 1640 (especialmente turbulenta en Europa), fue desastrosa para los Habsburgo hispánicos (secesión de Portugal e independencia dos décadas más tarde, revolución e intento de secesión en Cataluña, conspiración de los duques de Híjar en Aragón y Medina Sidonia en Andalucía, rebelión de Masaniello en Nápoles). En el exterior, la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) - conflicto político y religioso en el que la monarquía hispánica se implica al lado de sus parientes de Austria, contra Dinamarca, Suecia, sus súbditos rebeldes de los Países Bajos y más tarde la católica Francia - concluye con la Paz de Westfalia en 1648. Este tratado supone, la creación de una nueva Europa. Reconoce el derecho de los príncipes alemanes a escoger la religión de sus estados, la aparición de dos nuevos estados independientes: las repúblicas de Holanda (Países Bajos protestantes) y Suiza y ventajas territoriales para Suecia. En la posterior Paz de los Pirineos (1659), se pone fin a la guerra con Francia que consigue el Rosellón, la Cerdaña y algunas ciudades de los Países Bajos, convirtiéndose así en una nueva potencia política. Inglaterra (que en mitad de su revolución, no participó en la guerra) y Holanda serán naciones en alza que se disputarán el dominio de los mares y del comercio internacional. La Paz de Westfalia, representa por tanto el triunfo de la concepción horizontal de Europa, que consistía en que el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y el Papa no tendrían mayor preeminencia que el resto de los Estados europeos fueran católicos o protestantes. El tiempo de los conflictos religiosos en Europa llegaba así a su fin, al igual que el de la hegemonía de los Habsburgo (germánicos o hispánicos) en el continente.

LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA Y EL FIN DEL FORALISMO

La muerte de Carlos II (1-XI-1700) sin descendencia dio lugar a la Guerra de Sucesión (1701-1714) por la que se disputaban la Corona española el archiduque Carlos de Austria y el príncipe francés Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, el monarca más poderoso de Europa en ese momento. Carlos II había elegido como heredero a Felipe un poco antes de morir, pero ante la prepotencia mostrada por el monarca francés, el rey Sol, se constituyó en Europa una gran alianza, que defendía la candidatura al trono de España del archiduque. Fue una guerra de todos contra Francia. La dimensión civil de la contienda dividió España entre los que apoyaban al francés, Castilla, y los que lo hacían al austriaco, la Corona de Aragón. La razón del apoyo de la Corona de Aragón al archiduque se debió a que consideraban que respetaría los fueros, mientras que la tradición centralista de Francia podría no respetarlos.

La Guerra de Sucesión acabó con el triunfo de Felipe y con la firma del tratado de Utrecht en 1713 donde se reconocía a Felipe V como rey de España. En España la guerra continuó hasta septiembre de 1714, cuando las tropas borbónicas tomaron Barcelona. La nueva dinastía Borbón siguiendo su tradicional política centralista y uniformadora realizó una nueva reorganización del estado: la abolición de los fueros de la Corona de Aragón mediante los denominados Decretos de Nueva Planta. Estos decretos se impusieron en 1707 en Aragón y Valencia, en 1715 en Baleares y en 1716 en Cataluña. Con ellos se desmantelaban las instituciones propias de la Corona de Aragón. Sólo vascos y navarros mantuvieron sus instituciones como premio a la fidelidad a Felipe V durante la guerra.

Las nuevas leyes que se introducían suprimían los Consejos y Cortes territoriales, se pasaba de la denominación de reinos a provincias, se sustituyó al virrey por un capitán general, se imponía un nuevo sistema tributario y se prohibía el uso de las lenguas propias en asuntos oficiales. De este modo todo el territorio de la monarquía quedaba sometido a la administración central. Se conservó el derecho civil en Aragón y Cataluña y se mantuvieron las lenguas propias a nivel privado

LA ILUSTRACIÓN

Corriente de pensamiento que se extiende en la Europa del siglo XVIII, en el seno de una minoría de clases medias urbanas, de la nobleza y el clero. Su objetivo era “iluminar” a la sociedad europea de la época mediante la difusión de la ciencia, la técnica, las artes y el pensamiento. Tiene su origen en los cambios de las concepciones políticas, científicas y religiosas de la llamada revolución científica del siglo XVII (Newton, Locke…). Aunque adopta diferentes formas en cada uno de los países europeos, se pueden señalar los siguientes rasgos comunes: 1. Su confianza en la razón como método universal para alcanzar el conocimiento, sometiendo a crítica todas las ideas o teorías que no estén contrastadas por la observación o experimentación. 2. Su defensa de la libertad de pensamiento y la tolerancia tanto en las cuestiones científicas como religiosas; de ahí sus ataques al dogmatismo, a la superstición y a la intolerancia religiosa. 3. Su idea de progreso concebido como la facultad de los seres humanos para alcanzar la riqueza, el bienestar, la felicidad y la justicia. 4. Su crítica, más o menos moderada, a la organización social vigente sustentada en los privilegios de sangre en lugar de basarse en el mérito, la capacidad y el esfuerzo del individuo; así mismo, al caduco sistema feudal y al poder absoluto justificado tan sólo por su origen divino. Durante la segunda mitad del siglo XVIII algunos monarcas europeos contaron con colaboradores ilustrados en las tareas de gobierno, impulsando reformas principalmente de tipo económico y cultural; es lo que se conoce como Absolutismo o Despotismo Ilustrado. Federico II de Prusia, Catalina la Grande de Rusia, José I de Portugal y en España Fernando VI y sobre todo Carlos III fueron sus principales representantes. La Ilustración aportó la base ideológica de las revoluciones liberales que acabarán con el Antiguo Régimen. En España la introducción de estas ideas fue lenta y tardía, a causa de la falta de una pujante burguesía y la resistencia de sectores eclesiásticos y aristocráticos. Los ilustrados fueron un grupo reducido de intelectuales (Feijoo, Campomanes, Jovellanos, Aranda, Olavide, Floridablanca…) que analizaron la problemática de la nación y propusieron reformas para superar el atraso del país. De su seno, surgirá el pensamiento liberal que triunfará en el siglo XIX. Critican a la Iglesia, pero aspiran a una práctica religiosa más rigorista y defienden la capacidad del rey para intervenir en asuntos eclesiásticos (regalismo). Por otro lado, confían en el impulso reformista de la monarquía. Entre las preocupaciones de los ilustrados está la educación, pues sólo la cultura podía sacar al país del atraso. En este terreno se enfrentaron a la Iglesia, que controlaba la educación, y defendieron la necesidad de una enseñanza útil y practica, abierta a las nuevas ciencias y a las novedades del extranjero. El atraso económico también les preocupó y censuraron el fuerte predominio de la propiedad aristocrática y eclesiástica, el excesivo control estatal de las actividades económicas y el desconocimiento de los nuevos avances tecnológicos que se divulgaban por Europa. Los ilustrados criticaron los privilegios de la nobleza o el elevado número de eclesiásticos y defendieron la dignidad de los oficios mecánicos frente al anterior menosprecio de los mismos.

LOS SEÑORÍOS

Los señoríos se originan en la Edad media, frecuentemente como donaciones reales para pagar la colaboración en la reconquista. Durante la Edad Moderna la creación de nuevos señoríos suele hacerse por medio de la enajenación de tierras de realengo. El resultado fue que miles de pueblos quedaron fuera de la autoridad directa del monarca. Los señoríos podías ser "señoríos territoriales", en los que el señor ejercía sobre sus pobladores un poder derivado de relaciones de dependencia personal o territorial. A ellos vinieron a sumarse los "señoríos jurisdiccionales", que unían la potestad de ejercer en sus dominios la jurisdicción y algunas facultades del poder del rey. Junto a estos señoríos existieron otros como: "señoríos de realengo" (administrados directamente por el Rey), o los "infantazgos" (cedidos a un hijo), los "señoríos eclesiásticos" (de "abadengo", si pertenecían a un monasterio regido por un abad; o "maestrazgos", si el señor era el "maestre" de una Orden Militar) y por último los «señoríos nobiliarios», adjudicados a la nobleza laica. En dichos señoríos, los "señores", llegaron a ejercer auténticas funciones públicas como justicia, recaudadores de impuestos, mantenedores del orden, nombramiento de las autoridades, etc…. Las gentes del Reino podían estar sometidas, en realidad, a jurisdicciones distintas: del rey, de los señores (nobleza laica y eclesiástica) y de los municipios libres.

En el siglo XIX, las cortes de Cádiz realizaron una labor de destrucción de las bases del Antiguo Régimen y aplicar las ideas liberales. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz no se encaminó sólo a la elaboración de la Constitución, sino que se elaboraron una serie de decretos para ir imponiendo los principios liberales.

Del 4 de junio al 1 de julio se debatió en Cádiz en torno a la abolición de los señoríos. El extenso debate a que dio lugar evidenció, por una parte, la profundidad del problema, y por otra las limitaciones de la Revolución de Cádiz. Con el decreto las cortes abolían los señoríos jurisdiccionales y se convertían en propiedad privada. Se suprimían así los monopolios señoriales y su capacidad de administrar justicia mediante el nombramiento de jueces locales. En un futuro los sucesivos gobiernos liberales, pasarán la responsabilidad de presentar los títulos de la propiedad de los señores a los campesinos. Como casi nadie conservaba estos títulos que habían sido adquiridos en la Edad Media, las propiedades pasaban a manos de los señores.

EL ANTIGUO RÉGIMEN

Término utilizado por los revolucionarios de 1789 para designar el conjunto de instituciones que tenían la intención de sustituir. Comprende el periodo correspondiente a los siglos XVI a XVIII, anterior a las revoluciones liberales y a la industrialización. Los elementos que lo caracterizan son:

Monarquía absoluta como forma de gobierno, aunque un absolutismo mediatizado por la intervención de la Iglesia (regulación del matrimonio, importancia de la jurisdicción eclesiástica, diezmos, primicias…) y la pervivencia de instituciones que, en ocasiones, hacen frente a la Corona.

Sociedad estamental: los estamentos eran grupos sociales diferenciados jurídicamente de los demás; se pertenecía a ellos por razón de nacimiento, de matrimonio o toma de estado religioso. Eran tres, nobleza, iglesia o clero y estado llano (los dos primeros controlaban o ponían los cargos públicos, tenían jurisdicción en sus señoríos y disfrutan de una justicia diferente a la del estamento no privilegiado, mientras que el tercero era el único que pagaba impuestos y no tenía apenas derechos socio-políticos).

La economía era, intervenida. La industria era prácticamente inexistente y predominaban las actividades artesanales en manos de los gremios, los cuáles resultaban un lastre para el desarrollo del país. El comercio tiene serios obstáculos, debido a la lentitud y carestía de los medios de transporte, aparte de las aduanas interiores.

La agricultura era la principal fuente de rentas (por ello la importancia de la posesión de la tierra por parte de la nobleza y el clero). Además, los patrimonios de la nobleza estaban vinculados frecuentemente al primogénito de un noble linaje y no podían venderse (mayorazgos), dificultando así el reparto de tierras y por supuesto su acceso a los campesinos. Una buena parte de éstos vivía en señoríos, sometidos a la jurisdicción de los señores, debiendo abonar tributos por el uso de la tierra.

Estos elementos desaparecieron con las revoluciones liberales y el capitalismo y con ellos el

Antiguo Régimen.