Poética Espiritual · Poética Espiritual 2 Santiago Baena. A Andrés y Paquita. Sin vosotros esta...
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Poética Espiritual
1 Santiago Baena.
SANTIAGO BAENA JIMÉNEZ
Poética Espiritual
2 Santiago Baena.
A Andrés y Paquita. Sin vosotros esta obra
“Poética Espiritual desde la terraza”, nunca
hubiese visto la luz.
Poética Espiritual
3 Santiago Baena.
INDICE
INTRODUCCIÓN ----------------------------- 6
La terraza ------------------------------------- 10
Las musas ------------------------------------- 12
Mi libreta -------------------------------------- 12
Mi bloc ----------------------------------------- 14
Naturaleza viva ------------------------------- 15
Tarde de primavera ------------------------- 16
Noche de verano ----------------------------- 17
Junio -------------------------------------------- 19
Las mañanitas de Julio --------------------- 20
La noche --------------------------------------- 20
Abro la ventana ------------------------------ 21
Días de Mayo --------------------------------- 22
Mi camino ------------------------------------- 22
El otoño ---------------------------------------- 23
Las nubes -------------------------------------- 23
El agua ----------------------------------------- 24
Un pájaro -------------------------------------- 24
Quiero ser poeta ----------------------------- 25
La fuente --------------------------------------- 26
Oración de la mañana ---------------------- 26
Mi oración ------------------------------------- 27
Oración del Jueves Santo ------------------ 28
La Comunión --------------------------------- 30
Diálogo ----------------------------------------- 31
Vigilante Santo ------------------------------- 32
Tú ----------------------------------------------- 32
El amor a Dios -------------------------------- 33
Heme aquí ------------------------------------- 34
La unión con Dios ---------------------------- 35
Poética Espiritual
4 Santiago Baena.
Déjame ----------------------------------------- 36
Me siento bien -------------------------------- 36
Lo que tú quieras ---------------------------- 37
Que sólo quede de mí ----------------------- 37
Sólo Dios basta ------------------------------- 38
Nada perturba -------------------------------- 39
La capillita ------------------------------------ 39
La ultimidad ---------------------------------- 39
El Corpus -------------------------------------- 40
Humildad -------------------------------------- 40
No tengáis miedo ----------------------------- 41
La mística ------------------------------------- 42
Los escritos de los santos ------------------- 43
La película ------------------------------------- 45
Noches largas --------------------------------- 45
La llama de amor ---------------------------- 47
El bolígrafo ------------------------------------ 47
Mi barca --------------------------------------- 49
Mis padres ------------------------------------- 50
La Encarnación ------------------------------ 52
Navidad ---------------------------------------- 54
El Día del Señor ------------------------------ 54
Primera Comunión -------------------------- 55
La Pascua -------------------------------------- 56
La tertulia ------------------------------------- 57
Las moradas ---------------------------------- 58
A la Virgen de la Fuensanta --------------- 59
Día del Patrón -------------------------------- 60
Córdoba ---------------------------------------- 60
Noche blanca ---------------------------------- 61
Carta a un Obispo --------------------------- 62
Los mayores ----------------------------------- 63
Los sueños ------------------------------------- 64
Poética Espiritual
5 Santiago Baena.
La mente --------------------------------------- 65
Corazón de vidrio ---------------------------- 65
Las sorpresas --------------------------------- 66
Despedida -------------------------------------- 67
Un canto --------------------------------------- 67
Cumpleaños ----------------------------------- 68
Como siempre -------------------------------- 68
Quiero ser ------------------------------------- 69
Andando --------------------------------------- 69
Eres mi hermano ----------------------------- 70
Dedicatoria ------------------------------------ 71
Gracias ----------------------------------------- 71
Llena de Gracia ------------------------------ 72
Dios te salve ----------------------------------- 72
A D. Francisco Garrido -------------------- 73
El Hospital ------------------------------------ 74
A D. Domingo García ----------------------- 76
Despedida al Sacerdote Valerio ----------- 78
A Carmen Núñez ---------------------------- 81
El Sacerdocio (a Sor María Coronado) --- 83
A mi maestro de infancia
(D. Francisco Cañete) ----------------------- 84
Un recuerdo (a D. Pedro Vallejo) -------- 85
Mi Vocación ----------------------------------- 86
Mi aniversario -------------------------------- 89
Una operación -------------------------------- 96
La Santidad ----------------------------------- 97
El amor fraterno ---------------------------- 100
Epílogo ---------------------------------------- 104 Comentarios --------------------------------- 107
Poética Espiritual
6 Santiago Baena.
INTRODUCCIÓN
A la hora de introducir este florilegio poético espi-
ritual le diría con modestia a los lectores que todo
mi proyecto de crear y trasmitir un conjunto de
espiritualidad sacerdotal viene de un continuo dia-
rio, donde he sido consciente del mandato de Jesús:
“Venid a orar conmigo”. No se puede mantener la
fe en Jesucristo sin entrar con Él en la oración apar-
tada, silenciosa, trascendente. Aquí radica mi in-
tencionalidad de confeccionar una compilación de
realidades, testimonios y vivencias personales con-
cretas con el fin de compartirlas con cualquier per-
sona de buena voluntad. No escribo desde teorías ni
ideologías interesadas, aunque sean muy legítimas.
He preferido acogerme a lo vivencial y testimonial,
propio y ajeno, con cuajo poético. Es Santa Teresa
la que en sus escritos dejó dicho que la “vida activa
y contemplativa es junta”.
La unidad de vida es algo esencial y profundo. El
ser humano está compactamente presente en Dios y
en el prójimo en unidad de amor. “Cuando las
obras activas salen de esta raíz son admirables,
porque proceden de este árbol de amor de Dios y
por sólo Él”. Sólo “el amor es el que da valor a
nuestras obras”. “El que da valor y unidad a nues-
tras vidas”. La oración, “trato de amistad”, toca el
corazón de la existencia cristiana. Con estos escri-
tos poéticos he pretendido dejar que hable más el
sentimiento que la mente, aunque siempre está en
el interior de mi ser la objetividad de mi exacta
Poética Espiritual
7 Santiago Baena.
realidad. Por el don inmerecido de haberme situa-
do en la fusión íntima con Cristo no he perdido, por
ello, la dimensión horizontal, amorosa con el her-
mano. Contemplación y compromiso son dos notas
que suenan al unísono y ninguna actúa por separa-
do. El peligro a los activismos sin oración, desde
una postura religiosa, lo he tenido en cuenta, pero
me parece superfluo. No entiendo la vida apostóli-
ca sin la vida oracional y, por supuesto, también al
revés.
La trayectoria de mi Sacerdocio vivido y, ya madu-
ro, sin haberse enraizado en el amor unitivo a Cris-
to y al prójimo no tendría en este caso consistencia.
La vida apostólica me ha llevado a la oración y, la
oración en sus más diversas formas me lleva a ser
apóstol de verdad. La Eucaristía diaria me coloca
en la encarnación y elevación oracional hacía el
misterio Sacerdotal: Consagrar el Pan y el Vino.
El Sacerdote de hoy, aún viviendo en un mundo
conflictivo e indiferente, recibe su fuerza evangeli-
zadora del Espíritu Santo que derrama todos sus
dones a favor de la misión. Todo arranca de una
gratuidad misteriosa, de una inspiración espiritual
constante, de una belleza poética creadora, de una
vida total y plena en armonía relacional con Dios y
con todo ser humano y, siempre, en continuo amor
de transformación y elevación. La decisión de que-
rerse es mutua. La iniciativa vendrá siempre de
Dios y la respuesta del hombre. Así lo he conside-
rado en esta poética espiritual donde el protago-
nismo principal está siempre en la persona de Jesu-
Poética Espiritual
8 Santiago Baena.
cristo. Su actuación y participación en cualquier
actividad humana es imprescindible. Mi concien-
cia, aún en temas dolorosos y espinosos, con deseos
de purificación, lo reclama, lo necesita. Surge una
oración exigente y de cruz. En otros momentos la
subida al Tabor, aunque sea corta, trasmite luz y
esplendor. Es cierto que los caminos de la oración
son muy variados pero, al final, todos acaban en la
misma persona y en los mismos lugares. Todos los
espacios son válidos para el encuentro relacional y
personal con el Señor. Ninguno se excluye a su
presencia y acción constante y permanente. El me-
jor y más latente está en el Sagrario, en la Eucarist-
ía. Diría que aquí desembocan todos los afluentes
oracionales que tiene la vida del Sacerdote Apóstol.
Esta oración crea Iglesia, comunidad, expansión
misionera.
Desde una terraza oculta y recoleta mando mi fuen-
tecilla oracional a este mar de gracia que siempre,
para mí, será y es, la Eucaristía diaria y el hermano
que espera.
Desde mi terraza silenciosa vivo la noche oscura,
como diría San Juan de la Cruz:” ¡Oh noche que
juntaste amado con amada, amada en el amado
transformada!”.Así he sentido mi alma elevada en
noches largas de terraza.
Ahora dejo abierta la puerta para que seas tú, lector
o lectora, quién habite unos días en la terraza de
esta casa tan igual y sugerente como la tuya, que te
ofrezco humilde, pero generosamente, para que
Poética Espiritual
9 Santiago Baena.
puedas vivenciar, como tuyas, todas estas espiritua-
les experiencias.
Poética Espiritual
10 Santiago Baena.
POETICA ESPIRITUAL
(DESDE LA TERRAZA)
DESDE LA TERRAZA
¡Luz, victoria! Le has atravesado a la noche su co-
razón. Tu Providencia es camino y meta. Nadie lo
señala tan seguro como Tú. Traspasa este laberinto
de dudas y deseos vanos, con la fuerza que nos da
tu amor. Veo que tu antorcha campea en lo alto; y
muere la muerte, las penas, los agobios, en un esta-
llido de esplendor. ¡A Ti mi canto de victoria!¡A
Ti la gran solución!
¿Qué busca el marinero que su barca no teme a la
tormenta? ¿Qué busca el navegante en un horizon-
te de sombras negras? Somos sembradores que
esperan buenas cosechas. Cuando Mayo se alza con
espigas risueñas veo a lo lejos una era grande capaz
de recoger el trigo dorado que termina en harina
blanca, en la artesa de una madre buena.
¿Qué importa que mi cabello empiece a blanquear
y todos me necesiten, y no he de perder el tiempo
en los por qués de tanto caminante? ¿Por qué este
camino es sinuoso y me lleva como el caracol, que
no encuentra su sitio?¿Por qué la tierra es redonda
y, sin embargo, ando siempre en líneas planas? La
vida tiene muchos por qués misteriosos. Desgana-
do voy peregrinando por mi propio corazón. En el
temblor de unas hojas bailarinas deshojo los pétalos
de una primavera pujante de flores. ¡Qué inmensa
Poética Espiritual
11 Santiago Baena.
visión de Ti se alza en la meditación solitaria en
esta terraza abierta al jardín de la casa! Cuando tu
quietud me abraza, las sombras, sigilosamente, de
mi lado se marchan. Tu flauta me llama penetrante
y, yo, me olvido de que esta casa en que vivo tiene
cerradas las puertas. Mi salida está siempre en la
terraza. Aquí desaparecieron las puertas. Aquí,
viven constantes el sol, la luna, las estrellas. Sólo
llegan los pájaros a saludar por las mañanas. Las
flores no se marchan. Mi terraza es un tesoro de
libertad. Mi terraza es una fuente de poesía, un
manantial que riega orillas interminables. Mi terra-
za, noche y día, término y origen de elevada inspi-
ración. La poesía se viste de fiesta en esta terraza
recoleta, apartada. Aquí, suena el arpa de un alma
que busca sonidos frágiles de pájaros libres. Aquí,
rompen las olas de mareas altas.
En esta noche de Mayo la lámpara amarillenta arde
en un rincón de mi terraza cuando la brisa suave me
reconforta. Tengo sensaciones hondas que vienen
del agua transparente, que nacen del amor silencio-
so a mi Madre buena. ¡Bendita Virgen María que
ocupas el espacio sagrado de mi alma oculta! Mi
terraza certifica los mejores momentos de mi ora-
ción profunda. Cuando rezo por la noche los pája-
ros no cantan, el viento no se mueve, las casas de la
calle están cerradas, los niños sueñan con muñecas
y, yo, solo, sin ruidos de nadie, hablo de mis cosas,
las más humildes y bellas. ¡Bendita noche de Ma-
yo que brindo con olorosas flores a las plateadas
estrellas! ¡Que salga cuando quiera la luna y bese
despacio mi oración sincera!
Poética Espiritual
12 Santiago Baena.
LAS MUSAS
De los poetas recojo sus versos, de mi alma, sólo
suspiros, tengo la inspiración rota hasta encontrar el
camino. La poesía baila con la sorpresa en escena-
rios escondidos. Es la musa quien llega a dar es-
pectáculo sublime. Cuando todos duermen ella se
viste de fiesta. Viene la luna y la acompaña a can-
tar con gozo y belleza. Dicen los poetas que no
hay camino y todos se hacen al andar. Hoy vengo a
Dios a pedirle que me dé fuerzas en mi duro cami-
nar. El sol, la luna y las estrellas son mis mejores
acompañantes. Siempre están en sus sitios dispues-
tos a iluminar. Caminante… no hay camino si te
alejas de las estelas luminosas que se desprenden
del cielo y del mar.
MI LIBRETA
Empiezo a poetizar y escribir en mi rincón preferi-
do de la terraza. El ambiente de temperaturas altas
me lleva a elegir este recoleto sitio de la casa. Na-
da mejor para mis inspiraciones y desahogos emo-
cionales. Las tardes largas y cansinas me abren
esta maravillosa puerta para que lea con pasión,
escriba con elevación, medite en oración. Mis li-
bros escritos a mano desde aquí huelen a flores de
primavera y de verano. Son muchos los renglones
que han nacido como agua cristalina en estas
espléndidas tardes y noches estrelladas de sabor a
piel fresca y tranquila. Cuando leo lo conseguido
creo parecerme al manantial callado y generoso de
Poética Espiritual
13 Santiago Baena.
una fuente perdida en el rincón último de un campo
lleno de vegetación. Estas libretas saben a frescura
y a libertad. La tinta de mi bolígrafo se alarga al
compás de los renglones que, a cada letra le acom-
pañan. Soy feliz escribiendo y pensando. Me pre-
pararon de estudiante para describir el amanecer de
una excursión con burros obedientes en la que mi
padre nos guiaba a la búsqueda del pueblecito es-
condido, donde un jesuita llamado Padre Vargas
nos estaba esperando. ¡Maravilloso amanecer en
Zamoranos! Así empecé con las historias de mis
experiencias literarias. La falta de lenguaje supuso
un reproche de nota baja en mi ilusionada descrip-
ción. Los años no han borrado el aroma poético
que todavía me llega de esta especial narración.
Alguien me dice que mi memoria es buena. Pienso
que es así, pero, siempre con la respiración existen-
cial a cuestas. Al pasar y recrearme con mis escri-
tos encuentro el cura entusiasmado en sus tareas.
Me gusta destilar esencias acumuladas y vividas
diariamente. He tenido una trayectoria densa en
experiencias. No he permitido que se alejaran de mi
memoria. El libro autobiográfico dará su nota.
Poética Espiritual
14 Santiago Baena.
MI BLOC
Otra libreta más en mi largo caminar. ¡Gracias,
Señor! porque me has concedido que sean muchas.
Vengo a escribirte algo de lo sucedido en este
rincón oculto de la casa. Es mi terraza querida, la
que me inspira con tanta energía, que, a veces, so-
brepasa mis deseos. Es de noche. Acabo de cenar
bajo el cariño inconmensurable de mis ángeles en
la tierra. Los dejo a los dos y con el silencio que
me ofrece este rinconcito me pongo a llenar estas
blancas hojas de bloc. La sensación de bienestar la
tengo a la altura de la inspiración. En mi vida nada
encuentro tan relajante y reflexivo como mis ratos
de terraza nocturna. Aquí me hago poeta sacando
agua limpia del manantial. Aquí entrego mis pen-
samientos espontáneos a las estrellas que, cautelo-
samente me vigilan. Aquí hablo con mi conciencia
callada y observante. Aquí lloro y canto cobiján-
dome con el manto oscuro de la noche. Aquí abra-
zo con fuerza los sentimientos más cercanos que
salen de mi pecho. Aquí relato las historias más
próximas a mi experiencia de la trilla de cada día.
Aquí te invoco cuando me veo perdido entre las
retamas que se cruzan en mi camino. Me vienen a
la mente los éxitos y los fracasos diarios. No per-
mito ocultarlos ni dejarlos en olvido. Intento desci-
frarlos y trasmitir sus sensaciones. El mejor medio
que encuentro es la pluma puesta al servicio de la
blancura de este papel. Mañana ¡ojalá encontrara
una fuente fácil para poder regar! Las memorias,
los hechos vividos, no se cuentan para enterrarlos
en el anonimato de la oscuridad. Jesús se atrevió
Poética Espiritual
15 Santiago Baena.
con humildad a dejar su Palabra, sus hechos, sus
milagros, su comportamiento total al servicio de
unos discípulos agradecidos. Nada mejor para la
humanidad que recibir tanta noticia buena. Eso
significa Evangelio en griego: “Buena noticia”.
Todos estamos llamados a ser evangelio. Casi to-
das las noches, un poco antes de coger el sueño,
repaso tranquilamente mis noticias personales
apostólicas. Hoy tengo urgencia y necesidad de dar
fe a lo vivido y celebrado. El día veintitrés, víspera
de San Rafael, en el Colegio de los Hermanos Ma-
ristas ha sido presentado nuestro libro comunitario
parroquial: ”Mesa Abierta San Rafael”.
NATURALEZA VIVA
Ha sido un día dedicado en plenitud a la naturaleza
viva y esplendorosa. El agua transparente del rio en
el pueblo de Benamahoma me condujo a querer
empaparme con su fina piel. El café calentito y
silencioso, junto al murmullo del rio, me sedujo.
Quise volar y soñar con un mundo limpio de barros
oscuros y mal olientes. Quise adentrarme en la
razón última del ser humano, llamado para amar.
Nuestras naturalezas no se enfrían en el frigorífico
de la vida. Prefieren mejor calentarse con rayos
luminosos y ardientes nacidos en cualquier momen-
to y a cualquier hora. Todo se trasforma en rela-
ción. El origen y el destino está en querer y dejarse
querer. Los apegos no sirven, pero la fuerza se
concentra en el corazón. No hay vida si no existe
el amor. Cuando medito estas vivencias personales
Poética Espiritual
16 Santiago Baena.
y ajenas se llena mi corazón de agua clara. La fe-
cundidad atraviesa las horas largas de mi existencia
y apenas el sueño se apodera de estas orillas em-
papadas de emociones. Se necesitan unas acequias
controladas y dirigidas por la razón. Dejar que las
sensaciones desborden los campos buenos y tran-
quilos del alma no da los mejores resultados. Pre-
fiero el ordenamiento templado y tranquilo. La
vocación del ser humano viene determinada y pla-
nificada. Sólo tengo que responder a sus exigen-
cias. Dejará los campos en situación de recolec-
ción y buena cosecha. Me alegra pensar que sea
así. Cuando todo habla de confidencias, los plie-
gues del corazón se agrandan y las respuestas se
hacen más difíciles. Deseo ser un vaso limpio que
recibe el agua transparente de otros y, en concreto,
de los más cercanos. Lo impersonal y la lejanía me
hiere y me hace sufrir. Mi vida se transforma con
la vida de otros.
TARDE DE PRIMAVERA
Tarde de primavera sin calores de pasión. Dejo
gotas de miel al sentir, en mí, tu Amor. Eres todo
en mi alma, en esta, mi oración. Hago silencio de
olvido al tocar, en mí, tu Amor. Deseo calmar la
sed con tu Gracia, sin igual. Nadie como Tú llega a
darme felicidad, callada y silenciosa dádiva celes-
tial. Respiro la mística que me da este Amor. Dejo
falsos apegos, sólo, quiero al Señor. ¡Bendita pri-
mavera de apretadas flores! despiden aromas en
fiesta de Comuniones. El Altar resplandece con
Poética Espiritual
17 Santiago Baena.
palabras de ángeles, vuela la inocencia con sus me-
jores dones. ¡Bendita primavera, manantial de colo-
res! Ven a decirme que te quiera. Ven a regar mi
recta cosecha. Ven a traerme dulce refrigerio. Ven
a empaparme con tu riego. Ven, Espíritu Santo,
con todos tus dones. Ven a sosegar mis grandes
dudas en esta tarde de duro sofoco. Ven a darme
suavidad y calma en este rincón apartado de la ca-
sa. Llena mi alma con tu dulce agua que me purifi-
ca y me traspasa, sólo quiero sentir tu Espíritu,
fuerte amor que me abrasa.
Poética Espiritual
18 Santiago Baena.
NOCHE DE VERANO
Noche de verano con silencio de búhos vigilantes.
Oigo un ave rapaz que se asoma con prudencia a la
era del abuelo que cosecha la paja donde duerme.
Recuerdo las noches estrelladas fuera de casa,
cuando disfrutaba de la infancia en la era de mi
abuelo. ¡Qué aire más limpio de madrugada besaba
mi cara! ¡Qué placer más delicioso brotaba enterra-
do en la paja! La era del abuelo terminaba por ser
el lugar deseado en las noches de verano. ¡Qué olo-
res a trigos cosechados! Todo era pasión por salir
de nuestras casas habitadas. Dormir a cielo raso
con linternas parpadeantes, partitura de grillos in-
cansables de música quebrada, reguero de la vía
láctea iluminando suave mi cara. ¡Feliz noche de
verano! ¡Feliz noche, todo relajado!
En la noche fatigada déjame entregarme al sueño.
En la noche calurosa corre el velo que deja mi alma
en dulce reposo. En la noche de verano velan sobre
mi almohada unas plateadas estrellas al compás de
mi respiro. En la noche silenciosa, sobre los ojos
rendidos del día, busco incansablemente un rincón
tranquilo. Deseo despertar más tarde con la brisa
de cristal. Mis labios se refrescan con alegría mati-
nal. La noche se disipa y todo aparece de luz.
Quedan atrás las nubes con sueños fugaces. Así se
acaba la noche de calor sofocante, sólo quiero la
brisa suave y refrescante.
Poética Espiritual
19 Santiago Baena.
JUNIO
¡Oh tarde de junio con frio y agua! Vivo una dulce
calma dentro de mi terraza. ¿por qué la lluvia hoy?
Ayer todo era calor. ¿Por qué estos cambios con
llegada tan veloz? Así cantan los cuerpos con mu-
taciones duras. Así lloran muchos niños en las tar-
des oscuras. Las golondrinas vuelan bajo la lluvia
fina. Juegan en el aire frio con nubes de ceniza.
Las flores se alegran con las perlas de plata. Llevan
blancos sus dedos, un rosario de nácar. Mis ojos se
exaltan con tanta agua blanca, rezo y rezo despacio
en honda alabanza. ¡Oh tarde de Junio con árboles
que bailan! Déjame que te bese tu cara pura y cla-
ra. La poesía es de Junio con los campos dorados,
no deseamos el agua, sí, el calor del verano. ¿Por
qué este día de frio que hiere el grano? ¿Por qué los
ojos lloran una tarde de verano? Naturaleza viva,
naturaleza limpia, viene el cielo a remediar las du-
ras alergias. Gracias por el agua pura, limpia, cla-
ra. Gracias por este tiempo fresco y destemplado.
Agrada el silencio en el rincón de casa. Oigo mi
alma rezar con las gotas de agua. Déjame que te
diga con ternura y devoción: ¡eres para mí el Bien,
la luz de inspiración! Te siento en las flores, en el
agua y el aire. Vivo la emoción con lluvia de esta
tarde.
No se han ido mis brazos abiertos al cielo por no
abrazarte. No se fueron mis ojos llorando por no
mirarte. No se fueron mis pies al arroyo por no
encontrarte. Se fue mi mirada al horizonte para
acariciarte. Me fui volando, volando para encon-
trarte.
Poética Espiritual
20 Santiago Baena.
LAS MAÑANITAS DE JULIO
Benditas mañanitas de Julio de monasterio. En la
terraza leo con calma la vida de los Santos sin que
me distraiga nada.
Deliciosas mañanitas de Julio, sonidos de cristal de
golondrinas. Medito lentamente los escritos y es-
cribo sentimientos de místicos.
Graciosas mañanitas de julio, esplendorosas de luz
celestial. Dejo regar mi huerto callado, con mensa-
jes fecundos de amor y de paz.
Hermosas mañanitas de Julio, a la espera de un día
distendido. Oigo voces de sufrimiento ajeno, de-
seosos de encontrar alivio.
Gloriosas mañanitas de julio, las mejores para mi
dulce oración. Brotan todas de agua limpia, con luz
y fuego en mi corazón.
LA NOCHE
¡Qué oscura ya y qué sola la tierra! La noche ha
llegado con el agobio de un día caluroso y las estre-
llas son lágrimas hechas a fuego. El aire suave
nocturno mueve mis dedos y me invita a escribir lo
que guarda mi alma. ¡Bendita luz la que rompe
cualquier oscuridad, que invade la piel caliente de
las cosas! ¡Bendito aire que acaricia mi frente! El
verano para mí es tiempo de oración larga. Es
tiempo de leer con pasión las historias bellas de la
vida. Es tiempo de adentrarme en la alcoba íntima
de los pensamientos espirituales. Es tiempo de
Poética Espiritual
21 Santiago Baena.
memorizar lo que pasó en mi vida de juventud es-
peranzada. Es tiempo de recluirme en la terraza de
mi casa cuando la luna se asoma y me besa. Gra-
cias por estas noches prolongadas sin roces ni cari-
cias humanas. Sólo me basta el silencio último de
mi Dios que conmigo habla. ¡Gracias! porque he
podido empeñar mi persona al único amor que me
sacia. Mis escritos son el fiel reflejo de unos diálo-
gos sonoros que de mi corazón saltan. Te quiero
como al único Señor que en mi vida manda. Escú-
chame en las bajas mareas de estas largas noches
de verano. Escúchame en las tristezas que algunos
compañeros y conocidos sus enfermedades sopor-
tan.
ABRO LA VENTANA
Abro la ventana y un sol espléndido con ímpetu
suave mi cara besa. Abro la ventana y un mar tran-
quilo a los pies del coto sus aguas llegan. Abro la
ventana y el silencio de la calle me canta el honor
de vivir la fiesta. Abro la ventana con el sonido
claro de unas campanas que para mí tocan. Bendita
ventana que me deja escuchar la sinfonía alegre de
los pájaros que vuelan. Sólo quiero agradecer y
vivir desde mi ventana los muchos sonidos que el
espacio llena. Eres mi ventana sabia y buena.
Poética Espiritual
22 Santiago Baena.
DIAS DE MAYO
¡Oh noches de Mayo olorosas! ¡Noches de patios
de Córdoba! Saltan las fuentes con gozo embria-
gadas de flores blancas. En esta terraza contemplo
lo que mis sentidos no tocan. Deseo con ardor lle-
narme de aromas que del cielo cuelgan. ¡Oh Mayo
bendito y amado lejano como mi juventud! Hoy te
siento en mi mente, caudal inagotable de salud. Te
abrazo como niño puro, limpio, sin mancha ni mal-
dad, acurruco tu cuerpo al mío, todo amor, todo
maternal. Nadie rompa tu belleza, la que brota
limpia de la tierra, se hace mantel de espigas el
mejor adorno de la huerta. Mayo de balcones y
patios blancos con olores de albahaca y de jazmín.
Rezo despacio a la Virgen, llena de flores, sin fin.
Desde niño quise a este mes y recuerdo los cerditos
de la casa, cuando el permiso de mi padre me con-
fió una pequeñita piara. Tarde de Mayo lluviosa
con nubes de ceniza dándome la cara. Tengo nece-
sidad de escribir sentimientos nobles que brotan del
alma. La mañana ha sido densa en Sacramento de
penitencia, humilde y callada. Vienen los padres
unidos a sus hijos que celebran el perdón y la gra-
cia. ¡Benditos días de Mayo!
MI CAMINO
He andado muchos caminos y de niño elegí la ve-
reda. Quiso mi padre sacarme de un destino sin
final. Fue una tarde de verano con la era del abuelo
repleta. Vino una respuesta lúcida de mi inocencia
Poética Espiritual
23 Santiago Baena.
llena. La luz guió mi palabra sin recorte ni malicia.
Fue a un ángel a quien dije el sí de mi vida plena.
Salí pronto de mi tierra, la que me dio luz y vida.
Tuvo que ser mi Señor quien de ella me sacó al
darme la vocación, en unos caminos difíciles con
semillas de amor. En todas partes he visto carava-
nas de dolor que andan por las mismas sendas
donde me ha puesto el Señor. Son buenas gentes
que viven buscando la meta a mi lado, nadie puede
privarlos de ello, sólo pretendo, ser hermano.
EL OTOÑO
Estrellas dormidas de la noche y sol refulgente de
la mañana, voy meditando a tu Altar la oración
oculta de mi alma. Tengo necesidad de amarte
entre mis dedos de consagrado, tengo ansiedad por
quererte sintiéndote como mi ser amado. Que can-
ten las flores otoñales cuando las hojas suaves ca-
en. Que vayan los niños a sus clases con alfombra
amarilla de calle. ¡Qué resplandor trae mi mirada
cuando llego de vuelta a casa! Traigo luz de Dios
en mi boca, Palabra ardiendo en el pecho.
LAS NUBES
Hablad nubes blancas de primavera mientras el sol
de la tarde se asoma. Veo a mi vera olivos y olivos,
centinelas peremnes de caminos. Hablad sin ruidos
fuertes de tormentas, sin aguas que rompan las flo-
res tiernas. Andad despacio por el azul del cielo
Poética Espiritual
24 Santiago Baena.
deleitándonos con figuras altas. Habladle sin pudor
a mi mirada limpia, transparente, entusiasmada.
Vengo de mi casa solariega con la emoción en el
alma grabada. Hablad nubes blancas de primavera
con rayos del sol áureo que traspasan. Oigo la tie-
rra fecunda que crece con paz y alegría en las plan-
tas.
EL AGUA
Los naranjos derraman su dulce azahar cuando piso
su aroma tenue de la mañana. Siento exuberancia
de color nácar, acercándome despacio a la Mesa
que nos salva. La primavera llega con aprietos de
luz, dejando su mar de lágrimas en las nubes eva-
poradas. Pido con insistencia se apiade de nuestra
tierra que grita desesperadamente la sequia que le
abrasa. Ven pronto a mojarnos con tus perlas blan-
cas. Rocíanos de tu dulce maná hasta llenar los
campos de tus esencias claras. Esta oración es con-
tinua como incienso inacabable, llora un corazón
apenado con la ausencia de tu blanca sangre.
Dámela pronto y no tardes.
UN PÁJARO
Ya está cantando el pájaro de la mañana. Dime
¿por qué cantas? Tu voz es de cristal, tus labios de
nácar, tu ropa de seda, tus ojos de cielo azul. Dime
¿Por qué vuelas? Tus alas se alargan, tu pico se
mueve, tu cola se abre, el aire lo rompes, el sol te
Poética Espiritual
25 Santiago Baena.
espera. Me alegra tu canto. Asomo mi mirada a la
calle y mi saludo se queda en ti, pájaro humilde de
la mañana. Eres el despertar gozoso de un cielo
azul que adorna la luz transparente cuando la noche
oscura, lentamente, a otra parte del hemisferio se
marcha. Dime, que otra vez te diga ¿Por qué por la
mañana el pájaro a mi ventana llega y me can-
ta?¿Por qué me deja la mejor noticia, después de
haber celebrado la Eucaristía en mi capilla silencio-
sa, apartada? Estoy ahora en el rincón calentito del
salón que huele a flor blanca, callada.
QUIERO SER POETA
Quiero ser poeta, sin más, en tardes ocultas de in-
vierno. Deseo ser poeta, con voz, cuando callan los
corderos. Hazme, ya, poeta humilde del sol que
despacio se va. Tengo alma de poeta serio con la
estrella blanca, fugaz. Los poetas son hombres no-
bles con plumas de ángeles cautos. Corro al ver la
tierra fangosa en busca de un cielo limpio. Poesía,
poesía… tengo yo, en la mente áurea, silenciosa.
Poesía canta mi jardín verde en las plantas que
conmigo hablan. En los poetas está la luz que rom-
pe la piedra negra. Oigo el canto de un niño en
las musas finas del poeta. Escríbeme la rima larga
que sangra de tus venas rojas. Salpica de ti la poes-
ía, lágrimas, cantos, esperanzas… Todo se hace
pentagrama en las tardes anaranjadas. Oigo tu alma
en sinfónica fuente inagotable, clara. Dame toda la
inspiración con notas dulces, elevadas. Quiero ser
poeta humilde entre los poetas de las calles.
Poética Espiritual
26 Santiago Baena.
LA FUENTE
Señor, quiero ser fuente, fuente que da vida, fuente
que riega orilla y calma la sed viva. Dame tu ma-
nantial inagotable y puro, hazme fuente pequeña,
refrigerio del hermano. Quien beba de esta agua no
sentirá más la sed. Quien beba esta gracia glorifi-
cará su ser. Dame, dame agua que ya no tenga más
sed.
ORACIÓN DE LA MAÑANA
Quiero quererte en la mañana cuando los pájaros
me despiertan. Quiero quererte con el oro sol que a
mi ventana se asoma. Tengo ansia por saber quién
soy, cuando los sueños me abandonan entro a un
paraíso de luz blanca al dejar un viaje de noche
oscura. Me saludan golondrinas que llegan nervio-
sas, cantarinas, alocadas. Todo es cielo azul en sus
vuelos, quietud, calma en mi dulce terraza. Quiero
quererte con todas mis fuerzas, con sonidos fuga-
ces de pájaros. Quiero quererte con toda mi alma,
con risas de flores y albahaca. Mis oraciones son
silenciosas en este rincón querido de la casa. Vie-
nen gotas de agua a calmar la mucha sed que abrasa
estas plantas. ¡Qué sonrientes y alegres se ponen
con la llegada suave del agua! ¡Qué hermosura tie-
ne su piel fina y trasparente, transformada! Quiero
quererte en mi terraza, sin cristales rotos que hieran
nada. Quiero ser fiel seguidor tuyo, de tu belleza
siempre amada.
Poética Espiritual
27 Santiago Baena.
MI ORACIÓN
Mi oración, Dios mío, es esta: hiere, hiere la raíz de
mi miseria, dame, dame tu fuerza para llevar ligero
mis pobrezas, dame tu fuerza, la que atraviesa mi
alma inhiesta, dame, dame tu fuerza que convierta
mi desánimo en fortaleza. Mi oración, Dios mío,
grita: Cambia mi gozo en río que arrasa mis penas.
Dame sin medida tu amor, huracán por mis venas.
He visto que tu Voluntad nunca se acaba en mí, me
siento traspasado por un amor sin fin. Llegas sin
reparos a ocupar mi alma, haciendo estancia lumi-
nosa en mi casa. Veo llegar tu fuerza invisible
cuando el silencio se apodera de mi existencia sola,
profundamente callada. Dame tu fuerza para levan-
tar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana.
Estoy abierto a que tu fuerza divina laboree mi tie-
rra, sedienta de tu rocío celestial. Por la mañana
rezo con piedad esplendorosa, por la tarde leo auto-
res que me acercan a las fuentes literarias bellas,
por la noche escribo con destellos de estrellas y
luna llena. Así son los días largos de un cura jubi-
lado que busca en la Palabra la plenitud de su exis-
tencia. Disfruto y gozo con los pensamientos lim-
pios que nacen, día a día, de mi cabeza. No soy
muro de contención y, sí, arroyuelo insignificante,
serpenteante entre retamas y adelfas. El colorido y
la frescura de las plantas me embelesan. No escri-
bo sin poner una imagen que destile hermosura
cautivadora, bella. Hazme poeta de la noche sere-
na. Hazme peregrino por las calles transitadas,
donde niños demasiado pequeños, todavía, vienen
Poética Espiritual
28 Santiago Baena.
veloces a levantar su mano y con voz de ángel de-
jan en mis oídos, un saludo de valor incalculable
por la gente buena. Hazme apóstol de las tardes de
verano cuando mi caliente piel se empapa de los
ratos de oración, junto al Sagrario, con destellos de
oro en el Altar reluciente de blancura en mi Parro-
quia. Hazme instrumento de tu paz en este mi
mundo, que con silencio de corderos, sacrifican a
los recién nacidos, por lavarse con sus sangres las
inmundicias y maldades de las madres, sin con-
ciencia. Hazme voz que clame en este desierto
donde la vida, cada vez, vale menos y las leyes se
alían con votos que destrozan, sin piedad, los senos
maternos. Hazme orante que busca con insistencia
el lugar sagrado de tu Monte, donde la impiedad y
la idolatría no tienen cabida ni referencia. Hazme
un hombre sensible a la dignidad del ser humano,
profeta de la vida, sembrador en las tierras buenas.
Hazme capaz de serenarme en el Huerto de los Oli-
vos bajo tu presencia.
ORACIÓN DEL JUEVES SANTO
Dame tu fuego vivo llameante que inflame la
hoguera de mi vocación. Nadie perturbe este largo
silencio, válido, gozoso en mi oración. Profunda
noche del Jueves Santo, refugiado en tu Getsemaní.
Clamo la santidad del Sacerdote, perla preciosa de
mi largo vivir.
Dame siempre tu Divina Gracia, razón única de
estar junto a ti. Dame siempre tu benevolencia,
Poética Espiritual
29 Santiago Baena.
arma segura de mi bien morir. Te necesito en la
vida y en la muerte. Tú eres Camino, Verdad y Vi-
da. Pusiste tu milagro en mis manos para consagrar
tu Cuerpo amado.
Dame, dame tus grandes bendiciones, manantiales
de pueblo cristiano. Levanto tu voz en puro milagro
y llegas siempre, seguro, a mis manos. Estás en la
desnudez de mis obras, en el silencio de los recuer-
dos, en el duro olvido de los pesares, en el despren-
dimiento de mi ego.
Aquí te encuentro mi Cristo vivo, aquí te abrazo
con fuerza honorable, aquí, Contigo, feliz me sien-
to, aquí, en silencio y, solo, te amo. Dame, dame tu
presencia amorosa, razón suficiente de mi fuego. El
mundo de confort reclama, hoy, la presencia de un
Dios muerto.
Sólo interesa la apariencia de vivir embriagados de
cosas. Nuestro Dios en Cristo se baja, despoja su
poder de vanaglorias. Te quiero como eres, glorifi-
cado, único, adorado en mi vida. Te busco a mi
lado, consagrado en la Eucaristía de cada día. ¿Qué
cosa puedo hacer contigo? ¿Qué pensamientos más
elevados? Sólo me basta y sobra tu Amor, Único,
inagotable, amado. Sólo me importa el amor a
Dios. El trabajar por su mayor gloria. ¿Qué me van
a importar las pequeñeces cuando las cosas del
mundo son fugaces? No vivo yo, sino Él vive en
mí. Quedaría muerto sin poder amar. ¡Quiero vivir
solamente amando en esta dura noche de Getse-
maní!
Poética Espiritual
30 Santiago Baena.
Dame, Jesús, tu infinito Amor, el mejor tesoro de
mi corazón. Pongo con humildad mi oración en
esta oscura noche de Pasión.
LA COMUNIÓN
Este amor es sencillo como una canción. No tiene
sombras de misterios, ni cavernas oscuras de temor.
Es mañana limpia de Mayo, Domingo de Comu-
nión de la Santísima Trinidad. Entro a sentir tu pre-
sencia vivificante, en mi corazón, hecho sólo para
amar. Este amor es sencillo como una canción, la
mejor de mi oración. ¡Qué alegría invade mi co-
razón! Subir al monte de Dios es meta de místicos
en la contemplación. Bajar y hablar con las perso-
nas queridas es contagiarse con el amor. De nada
sirve la sabiduría si no es obra del Creador. Oigo
que un pájaro está cantando en el jardín de la Igle-
sia, el mismo sonido llegó al Altar con la voz tierna
del niño, que recibe con ganas y fuerza el Cuerpo
del Hijo de Dios. Son las maravillas del Domingo
vivido con la intensidad del amor. Mi madurez en
el Sacerdocio me convierte en un río de aguas lim-
pias que calma la sed. Vivo en un pueblo con
carácter sacerdotal, profético, regio. Nadie podrá
arrancarnos lo mucho en nosotros, ya recibido.
Poética Espiritual
31 Santiago Baena.
DIÁLOGO
Tú, que me das serenidad en la mañana soleada.
Tú, que me riegas el jardín con tu gracia pura y
santa. Tú, que entras en mi corazón a darme silen-
cio y calma. Tú, que traspasas mi alma con bondad
que no se acaba. Tú, me das toda la verdad cuando
entro a tu casa. Tú, eres para mí la esencia que
alegra mi estancia. Tú, eres el poder y la gloria de
mi vida esperanzada.
Me gusta la música del arpa que viene de las go-
londrinas, recreo mi oído con sus trinos desde el
silencio de las flores atentas. Me gusta la música
del agua que besa las hojas de las plantas cuando
cae sigilosamente, desde arriba, al regar las suyas la
vecina. Me gusta mucho mi terraza, relicario de
perlas buenas. Medito en silencio, día y noche, con
las luces del sol y las estrellas. Me gustan estas
melodías claras, inspiradoras de mis poemas. Dis-
fruto de días largos y soleados y de noches claras
con luna llena. Me gusta, cada vez más mi terraza
por tanta semilla encontrada. Pienso que sea un
tesoro escondido, objeto de mis humildes palabras.
Orar y meditar me apasiona con el silencio y el
canto del pájaro. Escribir y leer me ilusiona cuan-
do dejo, atrás, mis trabajos. Me gusta, de verdad,
mi terraza callada, silenciosa, amada, la adornan
las flores en aromas únicos que embriagan.
Poética Espiritual
32 Santiago Baena.
VIGILANTE SANTO
Cuando esté duro mi corazón deja que empape tu
agua la tierra reseca, arenosa que empobrece mi
labor. Cuando esté apagado deja que llegue tu luz
como sol único que produce calor. Cuando el de-
seo ciegue mi sentimiento deja que venga la brisa a
llenar, por igual, las huellas dudosas de un peregri-
no sediento. Cuando llore de tristeza levántame en
alto, sintiéndome seguro, cogido en tus brazos.
Cuando espera el cielo deja la luz brillar, el único
faro perenne en mi arduo caminar. Ven, vigilante
santo a ocupar tu lugar, nadie podrá quitarte de esta
empresa que se llama amar.
TÚ
Tú me has traído el recuerdo lejano de una infancia
humilde, entregada. Tú me has hecho sitio en la
casa de tu amor que nunca por mí será olvidado.
Tú has hecho de mi vida pequeña un Sacerdote
alegre, entregado. Tú has querido siempre que mí
única pasión sea tu Evangelio vivido, por mí predi-
cado. Con la luz de las estrellas, en el silencio de la
noche, dejas que mi corazón hable con lenguaje de
ángeles. Tú sólo me pides que sea fiel creyente.
Nadie podrá robarme lo que a Ti te pertenece.
Dame, dame la luz que a mi ser embellece. En
cualquier sitio donde Tú me lleves, Tú serás mi
compañero de esta vida querida. Otros asuntos no
importan cuando Tú estás conmigo. Nace un sol
luminoso en las huellas del camino. Señor, concé-
Poética Espiritual
33 Santiago Baena.
deme ser fiel peregrino en mi búsqueda incesante.
Señor, dame mil veces tu perdón y gracia santifi-
cante. Haz que no pierda nunca la felicidad de te-
nerte. Sólo te pido amor, ahora y siempre. Mi co-
razón se me inquieta si tengo que dejarte. Nada
sería peor que dejar de amarte. Llena por completo
mi ser de tu presencia divina. Nada más excelente
que sentirme amado, ahora y siempre.
EL AMOR A DIOS
Terraza de tarde espiritual, medito el silencio de los
pájaros, tengo sobre mí las vivencias de almas bue-
nas y santas. Ansío por hoy la soledad, silencio
completo de criaturas, sólo entro en la alcoba ocul-
ta, presencia inflamada de amores. ¿Qué cosa pue-
do hacer mejor? ¿Qué pensamiento tener más ele-
vado? Sólo me basta y sobra tu Amor, único, infini-
to, amado. Sólo me importa el amar a Dios, el tra-
bajar por su gloria. “Si el amor es verdadero, ¿qué
me van a importar las pequeñeces del momento?
Con el amor a Dios, las cosas del mundo son fuga-
ces. Amar a mi Señor traerá fuentes de santidad
capaces de cambiar cualquier campo, por más árido
que ofrezca su faz. Amar, amar es mi andar.”
Dice Santa Teresa: “Fuego de amor infinito es Él, y
cuanto más uno se llegare a Él, más encendido es-
tará y mas semejable en el amor. Abre tu corazón y
mete en él a tu Dios, pues aquel corazón sólo vive
en quien Él está”.
Poética Espiritual
34 Santiago Baena.
No vivo, sino para amar, quedaría muerto, sin
amar. Quiero vivir, sólo amando jamás moriré al
amar. Dios es la fuente de amor y yo sediento ca-
minante me acerco a beber. Dame mi Dios tu
Amor y yo humilde quedaré. Sólo tendré derecho a
decir: ¡Nada mejor que tu amor! La vida es nada de
nada sin tu Amor en mi interior. La vida lleva
hermosura con tu presencia infinita. ¿Qué me das
tanto al amarme sin merecimiento personal? ¿Qué
resplandor tengo en mí cuando siento, verdad, tu
Amor? Todo está en paz y calma en esta mañana
clara.
El cielo me mira con luz, los pájaros hacia él mar-
chan. Oración es mi terraza, rincón, privilegio en
casa. Nadie perturba el silencio, perla preciosa del
alma. La mística se asoma cuando los años avan-
zan. Olvido por ratos la acción y sólo deseo tu cal-
ma. No quiero cosas mundanas, y sí unirme más
Contigo. Tuve muchos años de briega en este am-
plio recinto.
HEME AQUÍ
Heme aquí sosegado, con fortaleza, con ánimo, con
seguridad. Heme aquí con quietud, con luz, con
resplandor de verdad. Heme aquí con alma llena de
serenidad y de paz. Heme aquí con la fe que nadie
por más podrá quitar. Heme aquí a cumplir de lle-
no tu Voluntad.
Poética Espiritual
35 Santiago Baena.
LA UNIÓN CON DIOS
“La fe es guía, el amor la fuerza, la unión la meta”.
Así canta y piensa un santo místico que anda des-
pacio al monte santo, lugar privilegiado de las al-
mas puras que han dejado atrás los apegos nulos,
que para nada quiere el hombre humilde de la ora-
ción sencilla que a Dios le lleva. Guíame seguro a
tu resplandor de presencia. Dame el amor fuerte
que, en desposorio Contigo, el espacio desaparece
en la noche oscura donde el tiempo no cuenta.
Contigo en unión se acabaron las sombras que ya
nunca jamás, a mi alma entran. Déjame que la fe
se marche y el amor sólo permanezca. Fúndeme en
tu fuego donde los sentidos se apagan y el alma
resplandeciente en tu posesión eterna para siempre
se queda. La meta de toda criatura es dura, pero
bella. Sólo Tú la ofreces a las almas buenas. Hoy
te pido desde aquí abandonar mis sentidos. Palpo
en la oración la unión y la fusión de vivir sólo Con-
tigo, único don preciado en esta dura tierra. Las
moradas existen, cobijo seguro de amor, sólo Dios
me basta cuando entro en oración Contigo, trans-
formado.
Poética Espiritual
36 Santiago Baena.
DÉJAME
Llenar estas páginas de luz, con un sol que no se
apague. Escribiré pensando en Ti, único Señor de
mi vida. Dejaré experiencias densas sin que nadie
las destruya. Dame un verbo cálido, todo lleno de
ilusión. Dame una respuesta ágil cuando me llegue
la desazón. Mis días son veredas hechas con es-
fuerzo y tesón. Abro caminos relucientes para
sembrar mucho amor. Déjame que esta noche bri-
lle la Epifanía del Señor. Vengo de cantarles a los
reyes la verdadera paz del amor. Déjame tus mejo-
res dones de oro, incienso y mirra. Son vuestras
ofrendas de honor el tributo a nuestro Dios. Así
dejo esta lúcida estrella brillante como el sol que
nace. Quiero señalarme el portal que dio a luz su
madre.
ME SIENTO BIEN
Me siento bien porque Tú estás conmigo. Me sien-
to bien porque tu Cuerpo hace que mi cuerpo esté
Contigo. Me siento bien cuando tu Palabra empapa
de salud mi propia mente. Me siento bien porque
tu Evangelio es buena noticia para un discípulo fiel
y obediente. Me siento bien cuando los pobres son
parte viva de mi presente. Me siento bien siendo el
obrero sencillo, humilde de la viña, dónde mi traba-
jo sirve a la gente.
Poética Espiritual
37 Santiago Baena.
LO QUE TÚ QUIERAS
Lo que Tú quieras, yo te doy mi voluntad para
quererte. Lo que Tú quieras, yo te doy mi enten-
dimiento para conocerte. Lo que Tú quieras, yo te
doy mi cuerpo para entregarme, como Tú lo quieras
te obedeceré y seguiré hasta extenuarme. Como Tú
lo quieras, seré el discípulo tuyo fiel para siempre.
Déjame que yo te quiera sin ceremonias solemnes.
Sólo te busco a Ti con el silencio de la tarde. Lo
qué Tú quieras será de esta vida pequeña e insigni-
ficante. Nada mejor en mi alma que tu presencia
divina reluciente… Lo qué Tú quieras se hace.
QUE SÓLO QUEDE DE MÍ
Que sólo quede de mí aquel poquito que encadena
mi amor al hermano. Que sólo quede de mí el si-
lencio de la tarde cuando me acerco al Sagrario.
Que sólo quede de mí la voluntad firme de servirte,
sin engaño. Que sólo queden de mí las huellas pe-
rennes del camino mojado. Que sólo quede de mí
la mirada transparente de un siervo humillado.
Sólo espero de Ti, Señor, recompensa y respuesta a
un sentimiento elevado. Déjame que te ame más
que a nadie al verme solo, en silencio, en la oración
de la tarde. Que sólo quede de mi deseo, aquel
poquito con que pueda sentirte en todas partes.
Poética Espiritual
38 Santiago Baena.
SÓLO DIOS BASTA
¿En qué o en quién ponemos nuestra esperanza?
¿Con quién contamos? Los hombres buscamos con
fuerza la seguridad y por lo tanto, la falta de apoyo
provoca siempre sensaciones de amenaza, inseguri-
dad y miedo. Buscamos apoyos en la esfera mate-
rial del dinero o el éxito profesional, o ponemos
nuestra esperanza en otras personas. Pero esta
búsqueda de apoyos ilusorios nos expone al peligro
de heridas y decepciones que imposibilitan nuestra
unión con Dios. Sólo Dios basta. Con Santa Tere-
sa decimos que el amor de Dios es lo único que
realmente importa: “Abandonarse al amor”. Los
místicos nos extraen del Evangelio los rasgos de
una auténtica espiritualidad cristiana. “Estoy a tu
puerta y llamo.” ¿Con qué actitud, de qué manera
contestamos a la llamada de Dios cuando este está
a nuestra puerta? Sólo desde la humildad sincera
podemos alcanzar la auténtica libertad de los hijos
de Dios, desprovistos de toda soberbia. Una
humildad que encontramos presente, como modelo
perfecto, en la Virgen María. Una humildad que
nos lleva a ser como niños, a mirar como niños,
pues sólo desde la infancia espiritual podremos
desterrar la desconfianza sobre la capacidad de
alcanzar la verdad, el desaliento ante nuestras limi-
taciones y las de nuestros prójimos, la angustia
ante los males del mundo y, en definitiva, la deses-
peranza. La humildad es roca para no desfallecer,
para no terminar a la deriva.
Poética Espiritual
39 Santiago Baena.
NADA PERTURBA.
Nada perdura, nada me espanta, todo cambia, todo
se marcha. Las noches y los días transcurren, las
obras se hacen y se acaban. Nada perturba, nada
me atrapa, Sólo te quiero en mi alma. Eres el único
eterno que me llevas a tu casa. Nada se derrumba
viviendo a tu lado en calma. Todo llega a trans-
formarse con luz resucitada. Eres verdad y vida
cuando llega la nada.
LA CAPILLITA
Ven a caminar por las hojas muertas de los árboles.
Ven a saludar la lluvia que con paciencia llena las
aceras rotas de mis calles. Ven despacio a rezar
suave con las monjas así encontradas en la capillita
recoleta, silenciosa y acogedora de atmósfera fra-
terna blanca. Ven a despertar la aurora de su noche
oscura y densa cuando los gallos te cantan con la
luz tenue del alba y los fieles a Dios alaban.
LA ULTIMIDAD
Los sentidos se esfuman y sólo Dios me basta. Na-
da de fuera perturba y sólo siento mi alma. Volad
de mis sentimientos, marchaos de mi cabaña, sólo
tengo necesidad de cobijarme en tus dulces alas.
Mis pensamientos son vacuos en memoria y en
voluntad. Sólo siento tu fuerte amor en mi reposado
caminar. Estoy sentado junto a Ti, lleno de gracia
Poética Espiritual
40 Santiago Baena.
blanca. sólo respiro con un libro la fusión de Dios y
alma. Los días se hacen cortos y las mañanas lar-
gas, está el sol a mi lado, Sagrario y alabanzas.
Oigo la música suave de himnos celestiales, todo
huele a silencio con presencia de ángeles. La vida
es oración cuando los años se marchan. Sólo me
queda rezar cánticos de alabanzas. ¡Bendita ultimi-
dad que trae rayos que queman, son los amores de
mi Dios que entran a mi alma!
EL CORPUS
¡Bendito día del Corpus! Día de un Amor total.
Cantemos todos al Señor unidos en comunidad.
Gloria a Ti, único Dios. Amor de todos los amores.
Llena el corazón de paz al comerte en este Pan. Tu
Cuerpo es nuestra vida que transforma y eleva. Tu
Sangre es única bebida que santifica y llena. ¡Ben-
dito día del Corpus para las almas buenas! ¡Bendito
día del Señor para niños que a Ti llegan! Te ado-
ramos en la Custodia, con amor y devoción, llega
incienso a tu presencia, signo de nuestra oración.
Te siento con toda verdad en el milagro del Pan y
el Vino, dejas tu Cuerpo y Sangre, alimento eterno,
divino. ¡Bendita es la Eucaristía, fuente y culmen
de la fe!
HUMILDAD
Humildad, mucha humildad, canta el pájaro. Mi
mente se llena de ambiciones. Humildad me pide
Poética Espiritual
41 Santiago Baena.
el corazón erguido. Silencio de terraza oigo en
soledad. No vueles a paraísos perdidos. Entra de
lleno a la mayor humildad. Olvida los complejos
inútiles, vanos. Despéjate de intereses particulares.
Deja el desánimo en un rincón oculto. Abraza con
fuerza el olvido triste. Necesitas con urgencia la
humildad. Déjate poseer solamente por ella. Llega
corriendo a tu habitáculo. Envuelve tu alma pura
con humildad.
NO TENGÁIS MIEDO
¡No tengáis miedo! dijo el Papa. ¡Abrid de par en
par las puertas a Cristo! Así glorificó Juan Pablo II
a su Iglesia, así se sienten felices los discípulos. La
juventud llega al fondo del misterio cuando la
humildad es radical. Todo nace de la buena Provi-
dencia, camino luminoso de luz celestial. Os siento
testigos del Evangelio, despreciadores de lo mun-
dano, romped duras cadenas del pecado, gozad
ahora del Resucitado. Su presencia transforma
todo el ser, su Amor enriquece nuestra humanidad,
nadie tendrá mayores poderes que Jesucristo vivo
en el Altar. Eucaristía, Pan de total vida. Eucarist-
ía, misterio del cristiano. Eucaristía, camino de
verdad. Eucaristía, poder Sacerdotal. Dame tus
dones Eucarísticos a cualquier hora de mi vida.
Dame tu entrega sacrificada, con toda tu Sangre,
derramada.
Poética Espiritual
42 Santiago Baena.
LA MÍSTICA
Tarde de terraza calurosa donde la quietud me em-
barga. Leo con entusiasmo un libro deseado, rega-
lo providencial en mi santo. Se llama el libro de la
vida, historia profunda de un alma. Cada frase re-
cuerda la lucha de una Santa, por mil probada. “No
quiero mundo ni cosa de él, ni me da contento cosa
extraña, sólo quiero seguir tu voluntad y lo demás
me parece nada. Estoy para Ti, y sólo a Ti, te quie-
ro de verdad y sin más. Estoy contigo y sólo a Ti te
entrego mi disponibilidad”.
Ser poeta de los místicos ablanda los pliegues del
alma. Disfruto del silencio del amor con escritos de
santos y santas. ¡Qué quietud y qué dulce calma
empapan los cinco sentidos! Elevo mi espíritu a
Dios sin ajetreos ni ruidos. ¡Qué gozo y qué espe-
ranza invaden mis orillas! Son olas fuertes del
amor, luces del corazón divino. ¡Qué clara mañana
y noche, lectura de buenos místicos! ¡Qué riqueza
de palabra hace Santa Teresa en sus libros! Me
adentro con profundidad en experiencias teresianas,
nunca creí sería mi lago tranquilo, sereno, amado.
Me alegro con fuerza, sea así en tardes largas de
verano. Ojeo con viveza páginas, fuente potente de
esta Santa. Hazme por ahora más místico y menos
impulsor de ideas. Quiero llegar a una meta, única,
segura, espléndida.
Hazme ahora contemplativo con la ilusión de un
niño. Dame tu Gracia unitiva, sin tropiezos ni des-
cuidos. El alma limpia es tuya, recipiente de tu
presencia, llenas de dones el cuenco, riqueza en mí
Poética Espiritual
43 Santiago Baena.
deseada. Se fueron los malos olores de apegos in-
necesarios. Llega olor puro de santidad amándote
con grandes gozos. Dame tu presencia amorosa,
conquista de alma despojada. Invádeme Tú, Espíri-
tu Alto, luz del consuelo humano.
Cuando la noche se hace oscura, la mañana llega
transparente, deseo con toda vivacidad entrar de
lleno y saludarte. Nadie como Tú será igual en mi
corazón suplicante, llenas de luz limpia y clara
cualquier átomo del recipiente. Cuerpo y alma son
tuyos sin que otros lo posesionen, dejas gozo ines-
timable en este sagrario adorable.
LOS ESCRITOS DE LOS SANTOS
Los escritos de los Santos leídos con oración ele-
van los sentimientos más profundos. En estos días
de soledad y silencio en mi terraza de verano, me
siento impresionado ante lecturas excelsas. ¡Qué
decir de las cartas de San Juan de Ávila! Me llega
su estilo directo y sus profundidades oracionales.
¡Qué decir de Santa Teresa en su libro de vida!
“Aquí son las verdaderas revelaciones en este éxta-
sis y las grandes mercedes y visiones y todo apro-
vecha para humillar y fortalecer el alma, y que ten-
ga en menos las cosas de la vida, y conozca más
claro las grandezas del premio, que el Señor tiene
aparejado a los que le sirven”. Quiero avanzar por
este camino. Dejarlo todo, del todo por Dios.
Conseguir un grado de oración a este nivel de éxta-
sis no radica en las cualidades personales, sino que
Poética Espiritual
44 Santiago Baena.
la benevolencia de Dios es tan fuerte que, cualquier
alma, invadida por este don, entraría en el arroba-
miento espiritual. Santa Teresa se sorprende de
que sea ella elegida para tal menester, cuando sus
debilidades son cuantiosas. Afirma que sólo y,
solamente Dios, “puede ofrecer tan magna hechu-
ra”. Dejar atrás las potencias, sin memoria, enten-
dimiento y voluntad, y elevarse al deleite supremo
de una existencia preferida y recreada con la Gracia
divina. Estos impactos oracionales le traen una
atracción tan fuerte hacia el Creador, que ella mis-
ma se pierde en su propia experiencia. Las histo-
rias de los místicos no son novelas de fantasía.
Todo está enraizado y construido desde el amor de
Cristo y, desde el amor a Cristo. Es el clima es-
ponsal que entrelaza dos vidas: una de mucha
humildad y normalidad humana, otra de una tras-
cendencia inalcanzable. El fuego nuclear invade la
pequeña llama de mi amor. “Fuego y fuego acaban
en un resplandor inagotable, en una luz inacaba-
ble”. Esta fusión amorosa de dos existencias reales
produce un efecto tan insoportable, que no tiene
parangón en ningún fenómeno natural. Las mismas
palabras son impotentes para transmitir esta es-
plendorosa realidad. Aquí ha podido llegar la
mística. Cuando pienso estas cosas siendo un
hombre de mucha acción, creo que los peldaños de
mi escalera no serían capaces de darme accesibili-
dad a tan elevada dimensión. ¡Qué sería de mi vi-
vencia alcanzando cualquier instante de gracia uni-
tiva! ¡Qué arrobamiento de alma en la acción de
gracias Eucarística!... Esperaré.
Poética Espiritual
45 Santiago Baena.
LA PELÍCULA
Tarde sabrosa de verano, con deseos de escribir,
inspiro mi mente a solas con gotas de hielo calien-
te. Las calles están aburridas y las colmenas todas
llenas saborean dulces panales que ellas mismas
elaboran. Entre animales pasan la siesta bailando
con lobos feroces, matan y matan los búfalos con
rigor de cazadores furtivos. Así me veo en la pan-
talla, como cuadro destrozado, así paso la tarde de
verano apurando el tiempo en casa. Los personajes
se hacen atractivos en películas largas de indios,
llevan la fuerza de la intriga, solución a las horas
perdidas. Disfruto con tanta acción en escenas de
grandes emociones, gusta pasar la tarde de verano
con exquisitas interpretaciones. Los paisajes rom-
pen mi mirada y las miradas atraviesan el paisaje,
todos marchan en familia y nadie permite que viva
solo. Estoy demasiado anárquico cuando escribo
roto, rompen en mi alma los sentimientos desbor-
dados, disfrutan mi lenta inspiración con las aves
rapaces, engendradoras todas ellas de paisajes asus-
tados. ¡Qué desbordamiento siento en mis fuertes
emociones! Manantiales impetuosos de mi vida
más que probada. Dejan la calma y la caricia, dos
perlas brillantes del alma.
NOCHES LARGAS
Mis noches largas de verano en soledad y silencio
aplastante retraen a mi mente volcanes de senti-
Poética Espiritual
46 Santiago Baena.
mientos, tan fuertes y penetrantes que desaparecen
los pensamientos y dan entrada a un caudal inago-
table de gozo incontable. Me siento mejor amando
que pensando. El centro lo ocupa en desborda-
miento total el amor desprendido y gratuito del
Corazón infinito de Dios. No hago abstracción de
energía y materia, componentes de mi ser, sino que
invade Otra Fuerza mayor mi pobre y humilde exis-
tencia. En medio de este silencio, sólo percibo
alivio y fortaleza, abandono y olvido, fusión can-
dente de un Amor que arrasa cualquier sentido que
al paso interfiere. Ya no vivo yo, sino es Cristo
quien vive en mí. Desde esta experiencia mística
se entiende esta afirmación de San Pablo. La re-
cuerdo meditada en mi juventud de Seminario.
Pensaba que no era yo mismo quién miraba el fra-
gor de las rosas, quién ayudaba a unos niños ansio-
sos por saber. La mirada y la caridad venían de
Jesucristo. El primer deber individual y apostólico,
del hombre sobrenaturalizado es, por tanto, el de
elaborar en sí mismo, para Cristo, mediante el uso
de las criaturas, un yo vigoroso. El alma que quiere
preparar dentro de sí mismo como fundamento de
su perfección un abundante material que santificar,
una rica naturaleza: ciencia, arte, industria, activi-
dad social… todo es necesario para ofrecer una
digna materia a la influencia de Jesús. Nada de
todo esto puede ser extraño al cristiano. Para la
criatura dominada por Jesús ha llegado el momento
en que “conviene que Él crezca y yo mengüe” “Es
la hora en que Cristo conservándole al hombre los
tesoros de su naturaleza le vacía de su egoísmo y le
toma su corazón, hora luminosa y deliciosa para el
Poética Espiritual
47 Santiago Baena.
hombre iluminado por la fe, que se siente desposeer
de sí mismo y morir por la fuerza de la comunión”.
LA LLAMA DE AMOR
La llama de amor es ardor que enciende mi co-
razón, la llama divina es total que traspasa toda mi
ilusión. Orar es tocar silencio sin ruidos de piedras
rotas, callan los pájaros en el árbol y cantan las
aguas limpias. Nadie como tu Amor, Señor, Fuego
ardiente, sin apagar, prende la hierba de mi alma,
calor sofocante de mi orar. Te necesito sólo a ti
Señor, única fuente del beber, vuelan palomas
hacia Ti, abrasadas y llenas de sed. Te buscan in-
cesantemente y nunca cansadas de volar, sólo quie-
ren llegar a Ti, descanso seguro en caminar. Dales,
por fin, su recompensa a tanto vuelo de ansiedad,
traspasan cielo y tierra sólo por encontrarte la faz.
Gracias, Señor, por estos vuelos que tantos benefi-
cios dan. Gracias, por unirme a Ti, en ratos largos
de soledad.
EL BOLÍGRAFO
Cambio de bolígrafo. A veces necesitamos cam-
biar de posturas. Repetimos muchas historias por
igual. La costumbre crea inercia. No entran ganas
de poner nuevos instrumentos. La repetición de lo
mismo produce respuestas que en ocasiones,
quizás, no sean las más adecuadas. La historia de
mis comportamientos tiene mucho de esto. Me
considero una persona con ideas fijas y me cuesta
cambiar el bolígrafo. Creo que el anterior me daba
Poética Espiritual
48 Santiago Baena.
mejores sensaciones. La letra quedaba más defini-
da. Este de ahora resulta más impetuoso. Llena
más el espacio. Tiene más intensidad y sin querer
emborrona la palabra. Así me siento con ciertos
principios. Los asimilé con demasiada convicción
y, ahora, me cuesta cambiarlos por otros. Creí que
mi vida se hacía y fraguaba a base de profundizar
en lo necesario. Los temas claves, presentados en
mi formación los asimilaba pensando que me iban a
transformar en un sacerdote coherente, fuerte para
los muchos avatares que, sin duda, se me presentar-
ían. El sentirme valiente y generoso para aceptar-
los y vivirlos eran mi gran preocupación. Un día
me encontré en la calle, después de muchos años, al
que fue mi director espiritual en el Seminario. Su
saludo fue recordarme como al Seminarista que se
tomaba las cosas muy en serio. Me sorprendí. Es
verdad que suelo concienciarme con demasiado
énfasis con temas importantes para mí. Desde mis
comienzos en la formación este era mi proceder.
Quería ser un seminarista de oración, con ideales
de vocación y apenas me descuidaba en este objeti-
vo. Quería ser amigo y compañero de todos, con
predilección a los más sencillos y de menos apeten-
cias jerárquicas, y todo era poco para conseguirlo.
Tuve un amor a la Virgen con generosidad y pureza
y lo llevé hasta el altar. Mi Sacerdocio arrancó con
la predilección a la Virgen María. Mi primera Misa
tuvo que estar dedicada a su día devocional que,
para mí, era el Sábado. El amor a los pobres rotuló
el comienzo de mi tarea y consagración apostólica.
Dios me envió a evangelizar a los pobres. Las ri-
quezas materiales, culturales y litúrgicas no fueron
Poética Espiritual
49 Santiago Baena.
mis apetencias. Cuando contemplo mis años dedi-
cados a la misión, a la realización de mi Sacerdocio
ministerial, sólo me queda una actitud: dar gracias
a Dios. He sido fiel a mis convencimientos inicia-
les. Apenas he desviado mis objetivos misioneros,
como me los creí, así he venido practicándolos sin
buscar otros derroteros. La coherencia a estos
principios me exige no cambiar de bolígrafo.
MI BARCA
Iglesia, mi barca chica, la que me lleva y me trae
entre olas y un vendaval a la orilla de la playa. Mi
búsqueda es el horizonte abierto a la luz y al infini-
to. Mi barca se hace fuerte, andando hacia lo segu-
ro. Está hecha con pobreza, sin temor a resquebra-
jarse. Lleva dentro la seguridad de un pescador
vigilante. La Iglesia es mi barca grande, llena de
pesca abundante. Viene cansada de la faena que ha
hecho durante la noche. Mi barca se llama Iglesia.
Mi barca a todos recoge. Mi barca tiene unos re-
mos seguros, rápidos, vibrantes. Mi barca se hace
luz de un camino radiante. Mi barca hace la pesca
de un milagro patente. Salen las redes llenas con las
manos del pescador sencillo y humilde. Mi barca
no quiere tormentas, ni riscos que hieran. Mi barca
sólo busca la mar con la templanza de la pesca. Mi
barca sale temprano a unas faenas apasionantes,
cruza el mar tranquilo con luz transparente y cielo
blanco. Mi barca no tiene tiempo y en todas horas
pesca. Mi barca es la Iglesia de un pescador que
navega. Tiene la seguridad de unos remos y las
manos firmes que la llevan. Mi barca es pequeña y
Poética Espiritual
50 Santiago Baena.
grande, acogedora y madre, nunca se queda quieta
y a todas las orillas llega. Nadie va a romper mi
barca por más odio que le tenga. Lleva un pescador
inconfundible, trabajador constante de la pesca. Mi
barca, mi barca es buena, la mejor de la briega. Mi
barca, mi barca es fuerte entre las olas de la noche.
MIS PADRES
Cuando vine a esta tierra sólo unas manos, unas
miradas se apoderaron de mi ser. Fue tan fuerte su
amor que ninguna fuerza del mundo pudo con él.
El nombre está definido porque sólo unos padres
son capaces de hacerlo. Cuando vine al mundo
estuve tan protegido que nadie, después jamás, ha
roto esta alianza con mis padres. “Dios que es
amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a
amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha lla-
mado en el matrimonio a una íntima comunión de
vida y amor entre ellos, de manera que ya no son
dos, sino una sola carne”. Esta es la verdad que
desde niño aprendí a disfrutar. Me sentía acompa-
ñado de un hombre fuerte, trabajador, de convic-
ciones seguras, de autoridad firme, inamovible; de
una mujer hacendosa, ágil, incansable, cariñosa,
acogedora, protectora, generosa, sacrificada. Esta
pareja se miró, se quiso, se unió y, sin mucho tiem-
po para pensarlo, formó un hogar, se comprometió
a ser uno para el otro, buscó la bendición de Dios y
con todo ello a cuestas, dejó sus casas de origen y
creó un nido, capaz de ser feliz y procrear. Llegado
el momento, mis padres se instalaron en la calle
Velesar, sin mucho equipamiento, sin demasiadas
Poética Espiritual
51 Santiago Baena.
cosas. Su proyecto nacía de lo que Dios les pedía:
que dejaran sus casas, sus padres, y formaran entre
los dos un hogar, lleno de amor mutuo y de amor
hacia los nuevos retoños. Nació el primero, sin
esperas, ni cálculos previstos. Llegaba rápido, co-
mo rápido era el amor y la intimidad de cada día.
Así empezaron su historia de indisolubilidad. Na-
die se apresuraba a romper lo que ellos dos se fa-
bricaron con tantísima ilusión. Ninguna ley ni ad-
versidad era capaz de disolver lo que tanto esfuer-
zo y unión supuso: su hogar, el que llenaron fe-
cundamente con ocho criaturas, carne de sus car-
nes.
Esta es la historia de unos progenitores que funda-
mentan su hogar en un hombre y una mujer, que se
quieren y que no dejan ninguna tarde ni noche de
quererse. Estos son mis padres cuando generosa-
mente dejaron que llegara, después de seis hijos a
ocupar el puesto séptimo. Con esta vivencia tan
humana, tan íntima, tan natural, tan espontánea, yo
crecía como un niño cuya razón de vivir era ser
feliz, correr libremente por todos los espacios de mi
casa grande, bromear con el hermano mayor, dor-
mir junto a ellos... Este calor y esta libertad, sin
reparos, me situaba en lo más natural del ser huma-
no. Aprendía a conocer, jugando con los amigos y
trabajando con los primeros animalitos, que nos
ayudaban a comer. Para mí los doce cerditos no
tenían malos olores, sino que llenaban mi alma de
ilusión por guardarlos en el campo, evitando que se
comieran el trigo de primavera y guiarlos, a mis
diez años, por las cunetas exuberantes de hierba
fresca y abundante. Este era el niño nacido del
Poética Espiritual
52 Santiago Baena.
verdadero amor. De la exquisitez de unos padres
que toda su razón de ser éramos sus hijos.
La historia de cada uno empieza por la historia de
nuestros padres. Buscar un fruto sin saber de
dónde nace y, qué tierra tuvo, lo consideraría super-
ficial. La razón de nuestra existencia y de nuestros
condicionamientos y procederes viene de las raíces
que engendraron nuestro árbol. Estoy convencido
de que los genes de nuestros antepasados marcaron
una trayectoria personal irrenunciable. Me alegro
de que esta ley sea intocable. Para mí estuvo de-
ntro de lo bello y maravilloso. Mis padres fueron
un encanto de personas, una pareja unida en matri-
monio, con caracteres excepcionales, unos educa-
dores de calidad.
LA ENCARNACIÓN
Celebro la liturgia de la Encarnación con oración
Eucarística, prolongada. Tengo necesidad de que-
rer el misterio de Dios encarnado. El Evangelio me
recuerda la anunciación del Arcángel enviado a dar
la celestial noticia de venir el Hijo de Dios al seno
virginal, santo. María, mujer creyente, única y ele-
gida entre todas, siente el Espíritu que llega a tomar
cuerpo y carne en su seno materno. Su mente y sus
sentimientos se estremecen al verse elegida para
tan elevado cargo, solamente su voz temblorosa se
oye en un “Fiat” resplandeciente. La Virgen joven
se convierte en madre, la más reconocida entre las
madres, corre deprisa a casa de Isabel a darle la
Poética Espiritual
53 Santiago Baena.
felicitación que su alma siente. Su abrazo es mutuo
y de igual fecundidad, tienen las dos un niño en sus
vientres, precursores de un mundo por salvar. Su
reinado será santificante con Palabras de fuego y
sangre. Pasarán por ser corderos degollados en un
Altar, como víctimas, por los pecados de los hom-
bres. Esta Encarnación humana y divina termina
en Redención copiosa. Tiene un recorrido en la
historia con una vida oculta, pública, trascendente.
La Iglesia se vislumbra en este misterio completo y
refulgente. Nada tan profundo y convincente como
participar de este don vivificante. He celebrado la
Encarnación de mi Dios, Divino y humano. Entra a
posesionarse de mi sacerdocio, en la Eucaristía de
mis hermanos. Nada más potente en mi espíritu
que rezar con el Evangelio proclamado, salen las
voces de muchas gargantas en bendiciones a nues-
tro Señor encarnado. Mis inquietudes se hacen
apostólicas, al lado de muchos creyentes, vienen a
celebrar su fe en recuerdo de sus seres amados. No
puedo pasar por alto cuando el templo se llena de
fieles, siento que mi garganta se enaltece con el
fuego incandescente de tu Palabra. Me habrán oído
muchos feligreses, atentos y convencidos. Esperan
caldear su corazón con el Evangelio por mí trasmi-
tido. Sus respuestas llegan a mis oídos, sin adula-
ciones inmerecidas, sólo ponen la claridad de sus
ojos en estas celebraciones Eucarísticas. Advierto
que mi fuente es pequeña, pero el manantial es
arrollador y potente, tiene la grandeza de la Palabra
encarnada siendo la Persona Jesucristo. Cuando la
Iglesia es arroyo, potente y cristalino, sus aguas
traspasan los campos en busca de cualquier árbol.
Poética Espiritual
54 Santiago Baena.
Ninguno se queda infecundo y todos reciben su
amparo, viene el labrador a cogerle el fruto lenta-
mente, por fin, madurado. Termino mi oración
matinal a la espera de un día trabajado, miro mis
orillas regadas por tu Encarnación divina y huma-
na.
NAVIDAD.
Navidad, dulce, blanca la Navidad, con establo de
animales silenciosos. Navidad, Hijo de Dios naci-
do, de una Virgen joven y José su esposo. Quiero
la Navidad de mi infancia con madre campesina a
mi lado. Fuimos cantando con mis hermanos a
besar al Niño Dios proclamado. Pasaron los años
por mi cuerpo y las arrugas dibujan mi frente, deja
la Navidad, en mí, su espíritu, amor y esperanza,
luz, paz y fe. Festejo la Navidad que me besa con
colores de gracia bautismal. Amo en mí la Navidad
Sacerdotal cuando subo alegre al Altar.
EL DÍA DEL SEÑOR
Suaves palomas de paz en Corpus de luz esplendo-
rosas. Caridad de hermanos doblegados en injusti-
cias provocadas. Eucaristía de mañana infantil,
tarde de aromas derramados, salen los fieles a las
calles con el Pan blanco consagrado. Las Parro-
quias se visten de flores en la oración de las cam-
panas. Quieren los cristianos adorar la Hostia pura
y Santa. Que nadie se quede en casa cuando la
Eucaristía nos llama. Es el día santo, esplendoroso
Poética Espiritual
55 Santiago Baena.
que enardece nuestras almas. Cantando al Amor de
los amores, de los pechos a la boca, las notas sal-
tan. Venid, adoremos al Señor, limpios de pecado y
con gracia. Que lleguen niños a comer el Pan de la
vida, Cristo Jesús. Que vengan jóvenes a cantar la
presencia de Dios en el Sagrario. Que ofrezcan sus
sufrimientos ocultos los enfermos atribulados.
Quédate con nosotros, Señor Jesús.
PRIMERA COMUNIÓN
Transparencia de Gracia con agua del cielo, flores
olorosas de Altar, coro de Ángeles blancos con
Pan, todos comulgando. Eucaristía de familia co-
mo espigas de trigo, vienen alegres cantando con
fiesta primaveral de niños blancos, rodeados. Qué
delicia matinal de un domingo de Pascua! Nadie
faltó a la Misa en mañana soleada con Cristo glori-
ficado. Pan de vida se convierte, Cuerpo de Cristo
amado, los corazones se acercan rebosantes de ilu-
siones a comer a Dios, entregado. ¡Qué fuerza tan
luminosa, suave, dulcificado, es Cristo, todo, hecho
Pan, Vida, Amor, Alimento para mí, todo, entrega-
do!
¡Bendita Eucaristía! Lo mejor del cristiano, todos
brindamos por Dios, unidos en un corazón limpio,
purificado.
Poética Espiritual
56 Santiago Baena.
LA PASCUA
La Iglesia nada tan fuerte guarda como tu presencia
viva, resucitada. Vana sería la fe de los cristianos
sin esta vida real inmortalizada. La comunidad
queda infecunda sin la esperanza del resucitado.
Salieron los primeros Apóstoles, gritando, que
Jesús su maestro estaba glorificado. La noticia se
hizo luz radiante en fronteras y en pueblos lejanos,
nadie pudo apagar su fuego, resplandor permanente
del cristiano. Id por el mundo a predicarlo sin te-
mor, sin miedos trasnochados. Gritad con fuerza y
entusiasmo que Jesucristo ya está resucitado. ¡Oh
sagrada Pascua de tumba abierta, con sudario y
sábana arrinconada! ¡Oh Pascua del amanecer roto,
voz gozosa de mujer desbordada! Todo acabó en la
muerte cruel de Jesús crucificado sin piedad. Todo
se convierte en vida y gloria al tener a Jesús vivifi-
cado. Pasión, muerte y resurrección corona la Pas-
cua de los judíos, nace una humanidad nueva en el
Verbo de Dios martirizado, glorificado. ¡Bendita
sea la Pascua cristiana, torrencial de Gracia reden-
tora! ¡Bendita la Pascua proclamada en nuestra fe
constante, diaria! Dame vivencias esplendorosas
en misterios llenos de exaltación, deja que mi co-
razón se desborde en las mañanas largas de ora-
ción. En mis tardes de Eucaristía, trasmito la Pala-
bra con pasión. Nada tan fuerte e impactante como
predicar tu Resurrección.
Poética Espiritual
57 Santiago Baena.
LA TERTULIA
Mañana lluviosa de un miércoles frío y tristón. El
sol duerme debajo de unas sábanas plomizas. El
cielo azul se escapa de su sitio para dejar lugar a
unas nubes preñadas de agua pura y limpia. Mi
escrito lo hago con un calor hogareño, cargado de
recogimiento matinal. Hoy, dentro de un rato, me
espera la tertulia de los paisanos. No faltamos a
ella. Es una necesidad vital. Los años aprietan
hacia la amistad reconquistada. Anduvimos des-
perdigados en los tiempos del trabajo obligado.
Todo esto ya pasó y, ahora, la necesidad de vernos,
comentar, criticar, analizar las realidades pasadas,
recordar una infancia y adolescencia ilusionada,
proyectar deseos futuristas, nos hace más cercanos
los unos con los otros. Las diferencias se esfuma-
ron. Somos un racimo muy igual, los mismos de
antes cargados de años. Alrededor de la mesa char-
lamos con realismo brutal. Nos duele la radiografía
de un socialismo preocupante. Nuestra educación
en principios y valores choca frontalmente con
nuevas propuestas y nuevas leyes. No podemos
soportar en nuestra sensibilidad madura “ciertos
temas de sociedad”. Creemos que hay que regene-
rar la política dominante. Se han derrumbado mu-
chas casas bien construidas, los escombros saltan a
la vista de todos. Estas situaciones las comentamos
con intelectualidad. Alguno de nosotros se hace
más prolijo en razonar y ahondar sobre los hechos
concretos. No entendemos cómo un pueblo sano,
honrado y responsable soporta determinadas leyes
que atentan contra la misma ley natural. Todos
Poética Espiritual
58 Santiago Baena.
coincidimos en un diagnóstico ético y moral pre-
ocupante para la juventud. En la gestión económi-
ca encontramos despilfarros y demasiados intereses
partidistas. Las alegrías por conseguir votantes a
cambio de prebendas y subvenciones ha sido y es
un tema enfermizo dentro de la democracia. La
construcción con hipotecas sin límites ha traído
derrumbe. La crisis financiera es alarmante. Mu-
chas cajas de ahorros han sido víctimas de esta
vorágine. En nuestra tertulia analizando estas rea-
lidades, más que pesimistas, nos vemos preocupa-
dos y, sobre todo pensando en el futuro de los hijos.
Por tener ética y conciencia cristiana, terminamos
todos de acuerdo de que las soluciones materiales y
políticas de la sociedad tienen que venir, necesa-
riamente, de una coherencia y credibilidad total.
LAS MORADAS
Subir a las moradas no está en pensar mucho, sino
en amar mucho. El gozo lo tengo en Dios y, desde
Él mi corazón se enorgullece en amar. Lo que se
queda en las cosas es pasajero, no puede satisfacer
la aspiración total. Los gustos naturales duran lo
que una flor aguanta en la mesa del comedor. Los
pensamientos humanos se desvanecen y el amor a
Dios permanece, da sublimación y gozo espiritual.
Me pongo a leer las moradas de Santa Teresa. Su
castillo interior da cabida a lo más esplendoroso y
excelso de Dios, su presencia constante y Divina.
Esta ocupación del Señor en su alma traspasa cual-
quier barrera que los sentidos y las potencias le
Poética Espiritual
59 Santiago Baena.
interfieran. No se llega al amor derramado por el
Espíritu Santo a través de estas mediaciones sensi-
tivas e intelectivas. Es la acción directa de Dios la
que convierte al alma en fuego infungible. ¿Por
qué los místicos consiguen tanta elevación? Sus
caminos de purificación, de dominio sensitivo, de
concentración silenciosa y solitaria, de desposei-
miento personal han sido meritorios y trabajados.
Sus metas no han estado en la complacencia natu-
ral. Entienden que su alma, sin renunciar a las vir-
tudes humanas, tiene unas moradas superiores que
albergan con pasión al Amor de los amores: Cristo,
Hijo de Dios.
A LA VIRGEN DE LA FUENSANTA
Como el anochecer entre los árboles callados, mis
penas y pensamientos se enamoran de las estrellas.
Mi terraza está silenciosa, todos duermen a su lado
y yo, sólo, velo sus sueños fantásticos. Nada me
perturba, nada me enfada, entro con sigilo a desper-
tar mi alma. Nuestro encuentro es tan íntimo que
sólo Dios me basta. Nadie me robará esta calma.
Virgen de la Fuensanta, Aurora que me despiertas y
despacio me llevas a la Eucaristía limpia de esta
dulce mañana. Virgen querida, amada, tu fiesta es
Natividad, con liturgia celebrada. Tu imagen tiene
nardos con olores de huerta, venidos de tus hijos,
humildes hortelanos. Virgen de la Fuensanta, pe-
queñita, aclamada. Tu día santo emociona las mi-
radas de los niños que con manos de padres hacia
Ti, vienen y claman. Bajas de tu camarín sin estre-
Poética Espiritual
60 Santiago Baena.
llas blancas, ponen tu imagen pequeña cerquita de
las bancas. Te miramos sorprendidos al verte de tu
lugar bajada. Llegan miles de cordobeses a besarte,
¡oh, Virgen, querida de la Fuensanta! Cuando yo
vine a verte recuerdo mi llegada, sólo sentía tu
presencia en la misión encomendada. Pasaron los
muchos años y, cada mañana, en tu día vengo, el
primero, a celebrar el amor que tus hijos tienen al
cantar y Comulgar. Despierto con la aurora que me
lleva a tu altar, todo es luz y pureza, vivencia de
comunidad. Tráeme muchos años a rezar y cele-
brar.
DIA DEL PATRÓN
Santiago, día festivo de España, paradigma de
quién camina con sudor, esfuerzo y esperanza, con
sonrisa compartida, elevada. Tu camino es meta y
destino dónde la tierra en mis pies se acaba. Tu
camino es luz en horizonte, resplandor de estrella
compostelana. Llevo mochila y corazón ardiente,
embelesando emociones escondidas, siento todos
mis pasos trasformados al tocar tu tierra bendecida.
CÓRDOBA
Córdoba embriagada de flores en los patios.
Córdoba manantial de aromas de naranjos. Córdo-
ba inspiradora de poemas y de cantos. Córdoba
forjadora de filósofos y santos. Tu sangre primave-
ral llegó con Séneca a Roma. Tu fuerza militar nos
dio un valiente Capitán. Tu Iglesia martirial puso
dos claveles rojos en las manos gemelas de Acisclo
Poética Espiritual
61 Santiago Baena.
y Victoria. Tu marcha eclesial dio sabiduría a tu
Obispo Osio, doctrina comprometida a tu sacerdote
Eulogio. Y en Montilla predicando San Juan de
Ávila, Doctor y Santo. Córdoba, cruce de culturas
templadas en brillos de oro. Nadie pudo arrancarte
tu casa de río amplio y grande. Córdoba, silenciosa
y sola, de riqueza incalculable, siento la necesidad
de cantar, mi amor a ti inagotable. Córdoba, déja-
me que te quiera, hoy y siempre.
NOCHE BLANCA
Noche blanca de cante jondo en la Córdoba silen-
ciosa y callada. Noche de terraza apartada de esce-
narios revueltos de palabras soeces. Noche estre-
llada en un azul oscuro y de silencios alargados.
Mi bolígrafo escribe con las gargantas rajadas de
cantaores contratados. Así se exhiben unos y otros,
saltando sus cantos por distintos barrios. Córdoba
se hace por una noche la aureola de muchos gita-
nos. Son los dueños del cante que brota de las ca-
vernas lejanas, del pueblo llano. Los críticos musi-
cales aseguran que estos sonidos vienen, rotos de
las cuerdas sagradas de las gargantas. En ellos
rebosan los sentimientos de un pueblo que sabe
llorar y reír con sus juergas de verano. Salen a las
calles, a las plazas, para decírselo machaconamente
a sus vecinos. Esta música no se aquieta en los
teatros, no busca encerrarse en las paredes lumino-
sas de majestuosos escenarios. Se viene a las ca-
lles, a meterse entre ventanas y balcones, a embo-
rracharse entre la gente que, estoicamente, a la gui-
tarra y al cante se embelesan. Dame entre estos
Poética Espiritual
62 Santiago Baena.
sonidos estentóreos, la calma y la escucha de tu
alma, que entre gemidos de sufrimiento a mi terra-
za llegan. Dame este río desbordado, que ni siquie-
ra la luz blanca de las estrellas detenga el empuje
impetuoso de los gritos incontrolados. ¡Noche
blanca! ¡Blanca noche cordobesa del flamenco! El
aire de la medianoche se altera con los pentagramas
desbocados de estos cantaores. Córdoba está en
vela, porque necesita acompañar con su seriedad
las horas largas, todas llenas, en todas partes, de
música nacida de siglos atrás, en estas tierras anda-
luzas, cordobesas. Dame de verdad tu riqueza úni-
ca y original, la nuestra que enorgullece la tierra y
los rincones últimos del alma. Dame satisfacciones
cuando oigo que las gargantas se rompen, y las
palmas de las manos, con ritmo invariable, a nues-
tros oídos excitan entre sollozos y sentimientos
rotos. Dame, dame más calma en esta noche blan-
ca junto a las estrellas.
CARTA A UN OBISPO
Leyendo una frase de Pedro Casaldáguila, Obispo
de Mato Grosso en Brasil, me retraigo a mis años
de enseñanza en Rute por el año setenta, cuando
mis alumnas le escribieron una carta de animación
y felicitación a su tarea episcopal profética com-
prometida, apostólica. Hoy nos sigue diciendo
Casaldáguila que “en el momento postmoderno que
niega la radical espiritualidad del compromiso y la
utopía reivindicamos una espiritualidad nueva, co-
mo patrimonio de todos los seres humanos. Una
espiritualidad integradora que abarque las distintas
Poética Espiritual
63 Santiago Baena.
dimensiones del ser. Una espiritualidad liberadora
que sea crítica, contemplativa en la acción, libre,
solidaria, conflictiva y esperanzadora”. Todos estos
términos los vengo escuchando, asimilando en mi
larga y prolongada tarea sacerdotal. Cuando leo las
mismas reflexiones teológicas de teólogos com-
prometidos me alegro. Advierto que el lenguaje
sigue siendo el propio y original de la teología de la
liberación. “Jesús no murió en una cama de hepati-
tis, ni en un accidente de camellos en las calles de
Jerusalén, Jesús murió en una cruz por razones
político-religiosas.” Ahora se insiste en la espiri-
tualidad liberadora. La mirada de los hombres no
es como la mirada de Dios. Su entrega generosa y
valiente como consagrada está empezando a dar
fruto como una semilla enterrada dispuesta a dar
vida. Así debemos estar consagrados y no andar
por las ramas, sino que hay que estar en medio del
fragor de las dificultades para aportar consuelo y
esperanza a la vieja humanidad. Nuestra dedica-
ción al prójimo no es un programa de puntos, sino
que lo da todo a cambio de satisfacer la entrega
gratuita y el amor desinteresado. Nuestros hechos
concretos definen el compromiso que cada vez con
más urgencia ponemos desde la parábola del Sama-
ritano: “Lo que gastes lo pones a mi cuenta”.
LOS MAYORES
Escribo con poesía cuando los árboles del camino
se rajan, doloridos de tanta sangre que sus venas
heridas, a nuestro lado derraman. Escribo con más
Poética Espiritual
64 Santiago Baena.
poesía al sentir en mi rostro el aire de primavera,
que llega colmado de flores, ocasión de alergia a mi
vera. Vengo a la terraza donde el cielo callado me
espera con nubes blancas. Caminan por la calle
personas, ya mayores, que salen cabizbajas del
banco de cobrar su paga. Es un nido que les cobi-
ja, cuando las cosas en la sociedad de consumo no
marchan. La noticia de quiebra les golpea y, a su
casa con pesadumbre, sin esperanza, de retorno
marchan. Son los pensionistas los que vienen con
rentas muy bajas.
La poesía se rompe y las flores no tienen tiempo de
recrear las miradas de los caminantes. Ahora mis-
mo, cuando la primavera llora, el parlamento recor-
ta el bienestar a los más desfavorecidos.
LOS SUEÑOS
Hojita blanca con luz de mañana. Tú recoges mis
gotas de noche que lentamente desgrano en suavi-
dad de recuerdos, síntesis apretada de muchos, es-
cabrosos, sueños. Aprieto mi mente por sacar el
olvido de unas sensaciones que en arroyo desbor-
dado hirieron, sin piedad, la calma y serenidad de
un sueño perdido. Tengo necesidad de contar el
cómo y cuándo llegaron. Son meteoritos, sin con-
trol, que rompen el muro de unos sentidos secues-
trados. La explosión es etérea, sin cuerpo ni carne
próxima. Todo se hace laberinto de colores encon-
trados hacia un remanso de aguas sin color y tur-
Poética Espiritual
65 Santiago Baena.
bias. Estos son los sueños de las noches de prima-
vera que las flores empujan.
LA MENTE
Escríbeme con la tinta de luz que se adentra por la
ventana, viene de un cielo azul donde las golondri-
nas nerviosas juegan, se persiguen y saltan. Tengo
sensaciones ocultas de unos sueños desorbitados,
duermo al lado de precipicios que mi mente sin
control atrapa. Las imágenes, a veces, se desbor-
dan como ríos bulliciosos sin murallas. Son los
juegos de artificio que recrean los sentidos del al-
ma. Nadie descifra estos misterios impulsivos,
violentos, tenebrosos. Llegan con tormentas ines-
peradas capaces de perturbar la calma. Muchos
estamos predestinados a soportar sueños inmereci-
dos. Es la mente la causante de este caos intempes-
tivo. Cuando el sueño es sereno todo se hace distin-
to. Veo los ríos con pétalos de rosas, que buscan el
lago tranquilo. Sólo deseo soñar con las adelfas del
río.
CORAZÓN DE VIDRIO
Era luminoso y profundo como un hombre de bue-
na fe, nadie pudo secuestrarlo ni dejarlo sin liber-
tad. El alma del poeta se orienta hacia el misterio
que las flores guardan en su cuna de jazmín. Sólo
el poeta puede llegar a los entresijos del ser. Son
telas finas, preciosas, objetos de su delicada labor.
Poetas con el alma atenta al hondo cielo perdido
Poética Espiritual
66 Santiago Baena.
buscan, sin descanso, la luz encerrada en corazón
de vidrio. Me hicieron también poeta de una estirpe
silenciosa, oculta. Traigo esmeraldas misteriosas,
las credenciales de mi destino. No renunciaré
jamás a llenar mi alma de luz. Tiene rayos de espe-
ranza que me llevan entre cantos a un recinto divi-
no. Deseo ser poeta sin que nadie rompa mi objeti-
vo.
LAS SORPRESAS
Soy un poeta de ratos inesperados del que brotan,
por sorpresa, bellas aguas cristalinas ocultas, que
nadie palpa en mi interior. A veces se confunden
con mi sangre que calienta silenciosamente mi arte-
ria mayor. Soy un poeta que se esconde como el
Guadiana por las tierras. El campo me habla con las
flores, las aguas limpias me refrescan, el silencio
conmigo es cómplice y la pluma a gritos llora. Los
años corren por las orillas refrescando unos pies
cansados, la luz blanca me llega rota y, solo, me
besa la luna. El sol desapareció de repente con un
calor duro y sofocante. Llega una puerta de pe-
numbra, atractiva y sigilosa. Todo se hace recogi-
miento, sin perturbación de gatos molestos. Aquí
nadie grita ni rompe el silencio que abraza sin lími-
tes mi alma. Gracias, por ello, Señor.
Poética Espiritual
67 Santiago Baena.
DESPEDIDA
Tardes de verano largo en esta terraza inspiradora.
Oigo el piar de unas golondrinas, caricias de mi
alma, son las tardes de verano, lucidas entre flores
de centinelas. Toco fibras suaves, delicadas, es-
condidas en mi alma. Con pena dejo mi terraza
para verte a ti dolorida. Son los días últimos de
vida que tus pétalos aguantan. Entraré a tu alcoba,
despacio y sin ruido. Besaré tu cuerpo inerte, final
de tu recorrido.
UN CANTO
Déjame que te cante en este patio amado. Déjame
que te diga que ya no necesito los zumos exprimi-
dos de sueños mundanos. Siento la recompensa de
buscar este campo, tiene aire y flor, manantial
constante de todo ser humano. Déjame que te cante
al compás del agua que busco sediento, la fuente
aparecida en este dulce campo. Déjame que te can-
te con las flores marchitas que piso lentamente en
busca de la encina que mira reluciente. Déjame
que le cante a pájaros silenciosos, ocultos en el
calor de ramas ennegrecidas, muertas y sin amor.
Déjame que le cante a esta naturaleza dura y abu-
rrida que sólo pide agua pura, limpia clara.
Poética Espiritual
68 Santiago Baena.
CUMPLEAÑOS
¡Qué noche más estrellada, con sabor de cumplea-
ños, sin ruidos tormentosos, gozo y deleite aman-
do! ¡Qué soledad más fecunda, ultimidad de la vi-
da, ya todo realizado con tesón, esfuerzo, trabajo!
Felicidades, me digo en esta noche de verano. Feli-
cidades, me canto por verme hoy transformado.
Pasan los años y las penas con el vuelo de los pája-
ros. Dejan mensaje de silencio en este día para mí
amado. Me elevo por momentos con sabor a místi-
ca pura, tengo mi mente ocupada con preciosas
lecturas. Por ellas y dentro de ellas medito su her-
mosura. Vivo un verano denso.
COMO SIEMPRE
“Como siempre te vemos coherente, vocacionado,
fielmente entregado. No cambies tu ruta alegre-
mente vivida por otras merecidas prebendas que
otros señores te ofrecerían, tu vida entre nosotros es
comentada y exaltada.” “Oigo muchas exclamacio-
nes laudatorias, reconocidas por gentes humildes,
sencillas.” “Podías escalar honores y nunca has
querido hacerlo, prefieres el surco diario de una
labranza convencida. Manténgase como siempre
en este campo de barrio, nadie intente quitarlo de
vivir con nosotros, Sacerdotalmente entregado. Te
queremos sin reparos, que seas valiente y sacrifica-
do”.
Poética Espiritual
69 Santiago Baena.
QUIERO SER
Yo quiero ser fuente clara, riego constante de unas
orillas solas y olvidadas que buscan, sin prisa, el río
grande que atraviesa la campiña de unas tierras
blancas y fecundas. Yo quiero ser la nube de plata
que juega suavemente con el cielo azul que esconde
los rayos dorados de un sol lejano e invisible. Yo
quiero ser la paloma mensajera que lleva en su bo-
ca un ramo de olivo, anuncio gozoso de un mundo
pacífico. Yo quiero ser lo que Tú me dejas ser.
Quiero yo ser como el sol que empieza y no termi-
na. Quiero yo ser un canto melodioso a la luz que
me acaricia. Quiero yo ser la flor humilde que se
brinda. Quiero yo ser amor de entrega de una vida.
Quiero yo ser espejo limpio que siempre brilla.
Quiero yo ser caminante, sin final, en esta vida.
Quiero yo ser labrador incansable de la trilla.
Quiero yo ser pan de Mesa en tu Eucaristía. Quiero
yo ser…
ANDANDO
Andando, andando me saludan los pájaros cuando
llego despacio al Altar de la mañana, donde Dios
está esperando. Andando, andando me esperan con
sus rezos, unas vírgenes sencillas, entregadas, oran-
tes. Andando, andando salgo de la casa con la mi-
rada recogida y el Ave María para mí recitando.
Andando, andando me siento el Sacerdote de mi
comunidad, esperando. Señor, por Ti ando buscan-
Poética Espiritual
70 Santiago Baena.
do el horizonte lleno de luz que se adentra en mi
mirada vibrante. Déjame que vuelva a pisar los
pasos que fueron huellas de mi camino errante.
ERES MI HERMANO
Eres mi hermano entre mis hermanos, cuando sigo
las huellas del dolor que un peregrino cansado va
dejando a mi lado. Eres mi hermano entre mis
hermanos en el amanecer de la luz cuando se oye
Tu Palabra suave, misteriosa, santa. Eres mi her-
mano entre mis hermanos, los humildes y olvida-
dos, los que no tienen pan blanco, los que llegan a
tu mesa, a tu Cuerpo transformado. En tu Evange-
lio dijiste, amaos como hermanos. Mi mandamien-
to es único, amar a Dios y al prójimo como yo os
he amado. De verdad, eres mi hermano para sólo
quererme y, dejar que yo sea un buen hermano en-
tre los muchos hermanos. Con esta oración oigo
cantar los pájaros que llegan a mi casa con tarjeta
de felicitación. Eres mi hermano entre los herma-
nos que me esperan a cualquier hora, con un co-
razón abierto que recoge mis besos con la misma
sed que la tierra del huerto, que refresca su cara,
con las gotas cristalinas que llegan, suavemente,
por la acequia pequeñita que mi hermano, desde su
pozo profundo y frío, su tierra riega mansamente.
Eres mi hermano entre los hermanos buenos y cari-
ñosos. Eres buena persona callada y humilde, cen-
tinela para el bien a cualquier momento, de cual-
quier hora. Eres mi hermano entre los hermanos,
cariñoso y fantástico. Déjame que te diga ¡Qué
Poética Espiritual
71 Santiago Baena.
buen hermano! Y en el profundo silencio de la
noche las estrellas suspiran sonriendo. Eres mi
hermano entre los hermanos y en la luz apagada de
mi farol, cuando todavía escribo con pasión de
amor, se oye a lo lejos una campana que en oración
me recuerda ¡Eres mi hermano entre los hermanos!
Gracias Señor, mi Dios por esto que todavía soy
capaz de cantarte: Ser hermano es un honor desde
un Padre que nos ama a todos por igual. Vivir en-
tre los hermanos es transformarse en la mejor obra
de la creación.
DEDICATORIA
Bendito arte recopilado en mi casa, en mi Iglesia.
Hermoso arte fabricado por amigos de esta historia.
Seréis para mí, tesoro intocable muy valioso. Es-
taréis siempre en valor, rebosante de todo gozo.
Bendito arte religioso. Desde la Creación a la Resu-
rrección. Sois presidencia del Altar mayor conver-
tido en fe, fuerza y emoción. Bonito y hermoso
don de Dios. Así veo el arte religioso.
GRACIAS
Gracias por hacerme el poeta en la noche silencio-
sa, perfumada. Tengo necesidad de arrancarte sen-
timientos de tu corazón ardiente. Vengo con ansias
de amarte en diálogo tranquilo, paciente. Tu res-
puesta se hace transcendente en las almas buenas
que, a Ti te aman. Quiero ofrecerte que sea la mía,
Poética Espiritual
72 Santiago Baena.
preferida entre las privilegiadas. Gracias, Señor,
mil veces tu amor, espejo reluciente de mi mirada.
Quiero recibirte sin ningún temor en esta noche
clara estrellada.
LLENA DE GRACIA
Tú, sola, de gracia llena, bendita paloma que vuelas
y vuelas. Eres la primogénita en la mente divina.
Fuiste todo concebida, colmada de gracia y vida.
Viniste de la eternidad con promesa de salvación,
era el Verbo Divino quién en ti se encarnó. Te
siento predestinada para tan alta misión, antes del
orbe amasado, Dios Padre, te recreó. Bendita, por
ello, eres la más excelsa criatura, nada ni nadie te
supera en esta hermosa aventura. La Encarnación
es tu meta, de un Dios redentor, que llenó tu vida
de gracia, haciéndote Madre, amada. Tus hijos te
llaman Virgen, Madre Inmaculada. Hoy te lleno de
flores en esta tarde soleada.
DIOS TE SALVE
Dios te Salve, María. Llena eres de Gracia. Bendi-
ta eres en la tierra, bendecida en los cielos. A ti
clamamos tus hijos. A ti, toda llena y bella. A ti
nos acogemos con gozo. A ti, Madre y Señora.
Dios te ha elegido única, predestinada en la eterni-
dad, dejando que el Verbo llegue a encarnarse en tu
seno limpio, puro, virginal. Ave, Ave María.
Poética Espiritual
73 Santiago Baena.
A DON FRANCISCO GARRIDO
Viniste sin alforjas, ni programas a trabajar en una
tierra nueva, te marchas ahora de puntillas sin exi-
gir jornal ni recompensas. Eras un cura disciplina-
do, joven, cuando llegaste ligero de equipaje. Has
recorrido un camino arduo, exigente, con muchos
obstáculos por delante. Surgió de ti un fuerte po-
tencial que nunca hemos visto agotado. Apuestas
por una aventura eclesial sin ritualismos, ni aplau-
sos vanos. Tu ilusión Sacerdotal no cedió nunca
frente a las injusticias y al mal. Has volado con
horizontes limpios en tu tarea continua de evange-
lizar. Tu espíritu se hace fuerte en el libro diario de
la oración, consigues ser un discípulo fiel, en res-
puesta generosa a tu vocación. Ahora, al atardecer
de la vida, te llega suave la dulce fragancia de una
senda luminosa de ultimidad, con huellas que nun-
ca se acaban. En tus amaneceres de trabajo te inun-
daba un río de gracia. Brota de ti, la fuente humil-
de que ha regado tus surcos de labranza. Las difi-
cultades fueron muchas y duras, presentes siempre
en tu ofertorio de Altar. Recuerdo las innumerables
idas y venidas desde tu casa del Campo de la Ver-
dad. Tu Parroquia, Nuestra Señora de Linares, no
tuvo templo, ni casa, ni capital, pero sí un cáliz de
Sacerdote derramado en todas las calles de tu co-
munidad. Al final tu historia se hace espiga, fruto
de un continuo trabajar. Hoy, sin duda, tu emoción
es grande, haciendo una mesa con los demás.
Jesús, que nos puso a todos la enseñanza de la
Parábola de las tierras buenas, ha querido que seas
Poética Espiritual
74 Santiago Baena.
tú su labrador, enterrando, cuidando muchas semi-
llas. Hemos visto que no has hecho enemigos en tu
ardiente tarea apostólica. Has trazado caminos de
evangelización para muchas personas que te ado-
ran. Déjanos, hoy, agradecer tus bienes ante tu
próximo nuevo Nazaret. Hemos tenido muchos
años compartidos en la recolección conjunta de la
mies.
EL HOSPITAL
Hospital de San Juan de Dios, altar blanco de sa-
crificio, vengo al amanecer a verte con amor de
buen hermano. Está enfermo mi compañero. Sacer-
dote entregado y pobre. Es trabajador de tu viña, el
siervo sencillo, humilde. La enfermedad sale en
ruta y a la Casa del Padre vamos. Haces parada
inesperada a reponer fuerza y ánimo. Oigo, Do-
mingo, tu silencio, perfume de tu sufrimiento. Ten-
go una sensación extraña al verte dolorido, inhies-
to. Rezo por tu deseada salud necesaria para la mi-
sión. Has sido apóstol de gentes comprometidas
con el Amor. Te hiciste obrero del campo entre
aceituneros sencillos. Fue tu imitación a Jesús,
honor para tu Sacerdocio. Escribo este poema en
espera de una resonancia de espalda, ansío que todo
sea un susto. y vuelvas con Pepita a casa. Luchaste
mucho por los demás, en un mundo empobrecido,
surgieron voces de condena por miedo a un rigor
profético. A San Rafael llegaste sólo, desolado y
deprimido. Nos has dejado un ejemplo de oración y
sacrificio. Junto a tu dolor reconozco que el cielo
Poética Espiritual
75 Santiago Baena.
sólo se alcanza con amor fiel de hermano, sin pre-
bendas eclesiásticas. Soy centinela y guardia, con
tus sobrinos que no faltan. Respira cansancio, mo-
lesto tu cuerpo, gastado por los años. Soy compañe-
ro y hermano, en tareas de Iglesia, predicando.
Llegan momentos de amor mutuo que demuestran,
el ser entregado. Resplandece el sol que llega a
estos versos blancos, amados, dejan calor fuerte en
mis dedos la luz brillante de tus rayos. El Señor
llega a tu boca en Comunión Pura y Santa, abro la
puerta a su llegada, alimento único de tu alma. Tus
amigos vienen a verte deseando salud y esperanza,
dejan un saludo en tu lecho, aire limpio de la ma-
ñana. Tengo necesidad de escribir los versos que de
mí saltan, son las vivencias humildes que la vida de
Cura manda. Amar, como Dios nos ama, sin otras
apetencias humanas; romper con fuerza egoísmos
que destrozan, sin piedad, el alma. Gracias, Señor,
por esta oración, junto al dolor de Domingo. Hoy,
te pido y rezo por él, deje atrás este sacrificio. Oigo
cantar un pájaro, sinfonía inacabada, las nubes se
paralizan al contemplar tu mirada.
Poética Espiritual
76 Santiago Baena.
TESTIMONIO
(A D. Domingo García)
Te llevamos, Domingo, a la tierra de tus padres y a
la gloria de los entregados Sacerdotes. Tu Altar de
San Rafael, el que tantas veces te dio el trono de la
sabiduría, la fuente de Gracia en la Eucaristía, la
presencia sencilla del pueblo de Dios, hoy te des-
pedimos para siempre. Ha dirigido el funeral, co-
mo tú querías, la Providencia. No podía ser de otra
manera. Tus caminos en la Iglesia eran muy con-
testados. El enfrentamiento siempre estaba a tu
lado. No eras un cura normal, corriente, “pasota”.
El fuego de los pobres te abrasaba, querías que Je-
sucristo apareciera visible entre ellos, te urgía
hacerlo creíble. No era fácil, las tensiones y las
fuerzas contrarias tomaban cartas en el asunto.
¡Cuántas horas de Sagrario para serenar ánimos!
¡Cuántas lágrimas por ser coherente y radical! El
Evangelio lo hacías muy exigente, tu pedagogía
foucaulniana te llevaba a lo más orillado de nuestra
iglesia. Formar cristianos y cristianas de altura
social y espiritual te embelesó. Hoy en la despedi-
da estaban contigo. No te han fallado. Sus expe-
riencias se remontan a tus mejores años de aposto-
lado. Aquí estaban tus mejores militantes obreros.
Sus palabras y hechos traspasan lo anodino y vul-
gar. Quisiste para ellos empuje y militancia. Te lo
han demostrado, Domingo. Te gustaba que yo te
leyera, a veces, mis papeles. Hoy, en la Gloria del
Padre escucha esta meditación. Me tiembla la ma-
no, pero mi mente la tengo lúcida y despejada. En
tu historia de seis meses de enfermedad y muerte la
Poética Espiritual
77 Santiago Baena.
Providencia ha escrito mucho y yo con humildad lo
reflejo en ratos de oración. Tu Obispo y el mío ha
estado contigo despidiendo tu alma con la oración
preferida en tu sacerdocio y con el funeral sencillo
y trascendente. Para dar fiel cumplimiento a tus
conductas litúrgicas, me adelanté a ofrecerle al
Obispo mi colaboración de maestro de ceremonias.
Así quiso que fuera. Rodeado de treinta compañe-
ros Sacerdotes entraste en hombros de tus sobrinos
y amigos a presidir la Eucaristía de tu liberación
total. Ya no te angustiaba nada de este mundo.
Sólo veíamos la blancura de tu casulla en tu féretro.
Las tensiones y conflictos clericales se esfumaban
ante unos auténticos sacerdotes, admiradores de tu
paso por el mundo y por la Iglesia. Tu Obispo lo
retuvo la Providencia, ya que a la una tenïa la pere-
grinación con los seminaristas al año jubilar de
Santiago. No podía estar ausente. Tú necesitabas a
la Iglesia total. No fuiste un cismático, ni siquiera
de la jerarquía que no comprendiste y que tanto
sufrimiento con ella padeciste. Tu Obispo y un
clero abundante representativo te acompañamos
con devoción y oración. Lo que a ti te agradaba
comentar de los momentos vivos y serios de las
celebraciones. La tuya ha sido genial, nadie si no
es la Providencia del Señor la hubiera conseguido
así, quédate relajado y tranquilo. ¡Mejor imposible!
El pueblo, la comunidad de San Rafael, la Iglesia
dejamos nuestros personalismos y agresividades.
Se vivió lo que tú quisiste para ellos, amar una
Iglesia viva, comunitaria, sencilla, pluralista, evan-
gelizada y evangelizadora, pobre entre los pobres.
El Cáliz rebosó por completo. Nuestro Obispo
Poética Espiritual
78 Santiago Baena.
infundió paz, serenidad, sencillez, sentido de Igle-
sia. Jesucristo ha triunfado.
DESPEDIDA AL SACERDOTE D. VALERIO
MOLINA
Empiezo este escrito con un bolígrafo lleno de do-
lor y con unas hojas blancas densas de aceptación
total. Son las dos metáforas más apropiadas para
hablar de la vida de Valerio, que ya se nos marchó
del presbiterio de Córdoba y de nuestras comuni-
dades parroquiales. El Domingo día 17 de junio a
las cinco y media de la tarde, le dábamos en su Pa-
rroquia, Nuestra Señora de Linares, la despedida a
la casa del Padre. Desde hace un año él mismo,
sabiendo de su enfermedad de cáncer pulmonar y el
diagnóstico irremediable, da una respuesta total y
oracional. Sólo desde este momento, entiende que
su quehacer personal y pastoral está en la acepta-
ción generosa de cumplir la Voluntad de Dios, des-
hojándose y despojándose, lentamente, de sus atri-
butos materiales, que sobresalían como los de un
deportista y, los de un cura navegante impetuoso.
Para él lo definitivo ya no estaba en sus empujes
pastorales, ni en sus atracciones físicas, sino que
sólo nos decía a sus amigos: “Orad por mí”. Desde
esta ofrenda de inmolación y aceptación, Valerio,
durante un duro y largo año de deterioro completo
nos ha evangelizado. Su desprendimiento de todo
y de todos ha sido genial y ejemplar. Se quedó a su
lado con poquitos y, con los necesarios Cirineos,
para afrontar la corona con muchas espinas, que le
Poética Espiritual
79 Santiago Baena.
aureaba su mentalidad y espiritualidad Sacerdotal.
Con su cruz, Valerio, iba acercándose con parsi-
monia y con gestos de debilidad hacia un estadio,
que como buen futbolista, que lo era, intuía lleno
de aciertos y recompensas. Así, lo experimentamos
en la Misa multitudinaria del Domingo, cuando
cientos de feligreses, militantes cristianos obreros,
estudiantes, compañeros Sacerdotes, alabábamos a
Dios en su despedida última y definitiva. La co-
munidad parroquial lo decía todo, desde su más
profundo silencio, hasta su comunión gozosa res-
plandeciente. ¡Qué palabras tan acertadas y emoti-
vas las del grupo de adolescentes de la HOAC,
exaltando el Sacerdocio de Valerio!¡Qué fuerza
testimonial nos daba a la Iglesia la responsable de
la HOAC, sobre la vida apostólica de Valerio! ¡Qué
frases más concisas y laureadas nos transmitieron
los compañeros Sacerdotes D. Domingo Leiva, D.
Francisco Garrido y el Vicario, D. Francisco Oroz-
co, que presidía la Eucaristía! Todo sonaba a perlas
preciosas evangélicas.
Valerio ha mantenido su Sacerdocio en un mundo
obrero cristiano con signos proféticos testimonia-
les. Ha llegado con energía evangelizadora a las
aulas de unos adolescentes ansiosos de verdades, de
amor y coherencia. Ha mostrado el entusiasmo
compartido de sus bienes materiales y proyectos
pastorales con sus compañeros Sacerdotes del Ar-
ciprestazgo Fuensanta Cañero más de treinta años
consecutivos. Ha madurado en libertad y respon-
sabilidad en una Parroquia sencilla, comprometida
y desprendida como es Nuestra Señora de Linares.
Poética Espiritual
80 Santiago Baena.
Siempre llevaría en la memoria y en el corazón a su
ángel custodio, que lo fue durante muchos años, D.
Francisco Garrido.
Hoy, le digo desde aquí a Valerio, la frase de San
Juan de la Cruz: “Al final de la vida nos exami-
narán del amor”. Así es, y, así lo has demostrado
entre nosotros con matrícula de honor. El Señor ha
sido grande contigo y todos estamos contentos. Tu
fidelidad y entrega como Sacerdote ha crecido, aún
todavía más, ante nuestros ojos empañados de
lágrimas por tu despedida, demasiado pronta.
A ti te toca, Valerio, proteger con el resplandor de
tu gloria los muchos surcos de labranza, llenos de
semillas buenas, que has dejado entre nosotros.
No quisiste nunca protagonismos estériles, ni ala-
banzas vanas. Sólo esperabas de tu trabajo incondi-
cional, lo que describe San Pablo en su carta a los
Corintios: "Así que ni el que planta es algo, ni el
que riega, sino Dios, que da el crecimiento." (I
Corintios 3:7).
Esta opción de radicalidad con el Evangelio de
Jesús y con su persona te ha convertido en un cris-
tiano Sacerdote serio con las “cosas de Dios” y
profundamente humano con “las cosas del próji-
mo”.
En ti no existían dualismos religiosos, ni apetencias
jerárquicas. Amaste a todo ser humano sin distin-
ciones ideológicas, sociales o religiosas. La co-
Poética Espiritual
81 Santiago Baena.
munión de tu Sacerdocio fue para todos igual. ¡Qué
hermosa lección de tolerancia cristiana nos diste en
muchas ocasiones! ¡Qué ejemplo de espiritualidad
Sacerdotal en tu aceptación plena y gozosa de una
enfermedad dura y cruel! ¿Cuántos Sacerdotes ne-
cesita el mundo de hoy y la Iglesia de tu estilo? A
veces me pregunto si la Oración por los Sacerdotes
debería ir más por la calidad, que por la cantidad.
Tu testimonio me lo ha dejado claro. Ahora nos
toca aplicarlo a los que somos compañeros de Sa-
cerdocio. Sin duda, tus feligreses y militantes obre-
ros cristianos levantarán sus voces para reivindicar-
te siempre, como el obrero humilde y sencillo que
ha trabajado con tesón y seriedad en la Viña del
Señor. Tu laboreo en la tierra se acabó, pero las
semillas sembradas por ti, con la fuerza del Altísi-
mo seguirán creciendo y darán los frutos deseados.
Gracias Valerio, descansa en Paz.
A CARMEN NÚÑEZ
No quisiste, Carmen, alabanzas ni reconocimientos
y, sí nos dejaste entrega y humildad siendo tú la
primera semilla caída en la tierra buena de esta
comunidad. Tu amor a Jesucristo fue completo y
total, sin repliegues molestos para los demás. Cons-
truiste a tu lado un precioso taller, bordándolo todo
con hilos áureos de caridad. Admíteme, hoy, desde
tu cielo esta oración: bendita eres al lado de la Vir-
gen María, Ella te hizo discípula durante toda tu
vida, tu comunidad de San Rafael no te olvida y,
diariamente, más te necesita. Has dejado un trabajo
Poética Espiritual
82 Santiago Baena.
de dorada espiga, recogido hoy en el Reino de la
verdad y justicia. Devuélvenos tu mirada a tu gran
familia donde, todavía seguiremos abrazando emo-
cionados tu impulso cristiano de vida entregada y
limpia. Gracias, Carmen, por tu ejemplo de her-
mana, esposa y madre. Gracias, Carmen porque
iniciaste esta comunidad de San Rafael con treinta
y cinco años al timón. Gracias porque el Señor se
ha fijado en ti para darnos el ejemplo de mujer cris-
tiana, buena y noble. No te olvides de lo mejor
que hiciste en este mundo de mareas altas, tus hijos
obedientes y fuertes, corona excelsa de tu educa-
ción cristiana. No te apartes de tu Parroquia San
Rafael, florilegio para ti de oraciones y alabanzas.
Te marchas, silenciosamente, de nuestro lado y,
entras de lleno al Reino de Cristo Resucitado. Hoy
pongo en el Altar mayor de tu Eucaristía, la Hostia
pura, limpia y consagrada. Hoy comulgas el Pan
Eterno, trasformado en tu Misa Celestial que ya no
se acaba. Conocí de Sacerdote tu alma limpia, ele-
vada y nunca dañaste el bien de la gente y sí entre-
gaste tu tiempo y tus dones gratuitamente a una
tarea digna de la gloria santa. Nos despedimos,
Carmen, en la fiesta de Cristo Rey y Señor del
Universo. Haznos con tus méritos un hueco de glo-
ria que dura ahora y siempre, por los siglos de los
siglos en tu reino. Así te despido, Carmen, de tu
Parroquia amada.
Poética Espiritual
83 Santiago Baena.
EL SACERDOCIO
(A Sor María Coronado, Madre Mercedaria)
Sacerdote del Altísimo, con óleo santo ungido, lle-
vo tu perfume en oración, olor que traspasa el sen-
tido. Sacerdote soy del Señor por elección, sin
buscarlo, nadie consigue merecerlo por méritos
propios humanos. Me diste un don “in aeternum”,
inmerecido, en mi caso, tengo carácter sacerdotal al
verme ungido, consagrado. Oí tu voz en mi infan-
cia con la pureza de las flores, salió un ángel blan-
co a buscarme con escudo mercedario. Felicidad,
bien sentí, por ti, ante tu llamada celestial, sonaron
campanas de alegría en mi consagración Sacerdo-
tal. Una monja respondió sin fin, hasta llevarme
con amor al Altar, quiso proteger mi vocación co-
mo arcángel y serafín. Las madres dan amor y vida
con raíces de árbol bueno, salta el fruto de su vien-
tre, llamada de Dios, al Reino. Gracias de corazón
a mis madres, ángeles humildes, protectoras. Nadie
como ellas amaron el don preciado de esta perla.
Dije sí al Sacerdocio, perfume de aroma de trigo,
estaba la era repleta aún siendo todavía un niño.
Respondí con fuerza y emoción que mi vocación
era ser cura, fue mi padre el mejor testigo del sí que
de su hijo salió. Este recuerdo sabe a gloria blanca,
clara como la luna, son destellos de la grandeza de
un alma, entonces pura. Sacerdote de palabra
aclamada en tardes apretadas de comunidad, vienen
los corazones afligidos a buscar consuelo en el al-
tar. Se abren las puertas del corazón con voz enér-
gica del sacerdote, brota fecunda alegría consagra-
da, fuente inagotable de Dios. Mi ministerio es
Poética Espiritual
84 Santiago Baena.
hablar del Señor en mañanas, tardes Eucarísticas,
da un resplandor el Evangelio, respuesta ardiente
de misión. Los fieles llegan a un manantial que
calma y sana toda esperanza. Suben las plegarias al
cielo, rocío, escarcha de la mañana. Vuelan las
palomas al Altar blanco con mensajes rotos de jus-
ticia y paz, Hay un cáliz rebosante de amor, regalo
incesante de felicidad. La comunidad queda en
calma cuando vibra con la Palabra de Dios, es el
Sacerdote quien la eleva a ser semilla del buen la-
brador. Gracias, Señor, porque soy Sacerdote de
una iglesia sencilla, clara. Dame siempre tu fiel
protección, que nadie rompa mi esperanza. Gracias
Sacerdote Eterno, único, verdadero, ungido por
Dios.
A MI MAESTRO DE INFANCIA
(D. Francisco Cañete)
Luque con sabor a tierra y aceite clavado en las
sierras Subbéticas, viene a mi memoria tu gente
llena de recuerdos e historias. El homenaje popular
al maestro del algarrobo significó historia y cultura
y todos quisimos estar presentes en el acto, repleto
de calor y ternura. Cientos de alumnos ofrecimos
el cáliz de un eterno descanso. Fue el merecimiento
a una vida que con tanta pasión supo entregarnos.
En la placa de homenaje, su nombre grabado
quedó en la casa dedicada, en su pueblo, a la cultu-
ra. Convocados todos en el teatro al aire libre, an-
siosos escuchamos con fervor monacal la lección
que nos narraba su biografía de un hombre íntegro
Poética Espiritual
85 Santiago Baena.
que trasmitió sus enseñanzas a cientos de niños y
jóvenes de mi pueblo.
UN RECUERDO INOLVIDABLE
Dice un refrán que es de bien nacido ser agradeci-
do. Así quisiera mostrarme con D. Pedro Vallejo,
un Cura rural, sencillo y eficiente, que llevó su ta-
rea pastoral durante varias décadas en el pueblo de
Luque y que acompañó mi vocación sacerdotal en
el Seminario de San Pelagio en Córdoba. Fue tam-
bién en el año 1965 cuando viví junto a él, el mo-
mento más vinculante y esplendoroso de mi vida
Sacerdotal, en mi Primera Misa.
D. Pedro ha sido de los Sacerdotes que dejan hue-
llas, quizás no por sus cualidades intelectuales, que
fueron elevadas, sino por sus convicciones profun-
das de amor a la Iglesia Sacramental y de cristian-
dad. El perfil de este Sacerdote con aires Tridenti-
nos ha quedado impreso en nuestras memorias y
valoraciones, como decía Casona en su obra de
teatro: ¡Los árboles mueren de pie!
Su vocación y dedicación estaba para su Parroquia
en exclusiva. El grupo numeroso de Seminaristas
encontrábamos siempre al padre exigente que nos
enseñaba unas normas muy concretas. Su ardor y
celo Apostólico sobresalía en valorar la vocación
Poética Espiritual
86 Santiago Baena.
sacerdotal. Nada más gratificante que animarnos a
seguir con generosidad la llamada de Jesús. Siem-
pre esperaba que algunos y algunas dijeran “quiero
ser Cura o Monja”. Aquí estaba de inmediato su
acompañamiento, ayudándose de las Madres Mer-
cedarias y de los padres, buscándoles benefactores
económicos para que estudiaran en el Seminario.
En estos años de la década de los cincuenta y se-
senta, la crisis de vocaciones no existía. La Parro-
quia, bajo la acción de D. Pedro, Párroco, se con-
virtió en un granero de promoción social, cultural y
espiritual de muchos niños y jóvenes del pueblo.
Esta realidad de recolección, cosechada en las
“eras” de este pueblo campesino, no puede olvidar-
se. Y menos, el que lo subscribe, habiéndose senti-
do y protegido en su vocación Sacerdotal por D.
Pedro Vallejo Mérida.
MI VOCACIÓN
Nací con el calor de un verano que despedía sangre
de guerra por las innumerables zonas de España.
Mi nacimiento estuvo cargado de emociones y al-
guna de ellas violentas. Mis padres me crearon con
el riesgo de no ver el sol ni las montañas luqueñas.
Sin embargo, un poder superior a sus deseos y sa-
tisfacciones me colocó en el camino que ha estado
lleno de buenas voluntades. La mejor, mi vocación
de hacerme Sacerdote del Señor y servidor inago-
table de un pueblo. Así lo exigía para mi realiza-
ción personal. Así lo manifesté en muchas ocasio-
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87 Santiago Baena.
nes. Así lo planteé al lado de los mulos trillando en
la era del abuelo. Así la Providencia puso en mi
camino un ángel blanco con escudo Mercedario y,
fue ella, Sor María Jesús, la elegida para sostener
mi vocación y defender la llamada de Dios delante
de mis padres. Hace ahora exactamente sesenta
años cuando dejé mi casa, mi calle, mis campos,
mis animalitos, mis hermanos, mis amigos, mis
juegos, mis idas y venidas a la escuela del maestro
del Algarrobo. Toda esta pequeña historia se acaba
en Luque y comienza otra mejor: vivir, estudiar,
jugar, rezar en San Pelagio. ¡Qué casa más grande
para un niño de un pueblo perdido y escondido!
Llegué por la tarde, después de un día entero de
tren de máquina de vapor. Me recibió un Jesuita,
alto, serio, elegante, el Padre Entrambasagua. No
le olvido. Mi padre al despedirse de él y dejarme
en sus manos lloró como un niño. Quedó impre-
sionado al terminar de arreglarme la cama, mo-
viendo el colchón de lana que me traje de casa, que
tantos años tuve en el Seminario. Esta es la historia
de lo que Dios señala en la vida de un niño. Aquí
empieza una vida nueva. El niño de doce años en-
tra en un ritmo insoñable. Nunca supe lo que era
una distribución de horas y desde esta tarde sombr-
ía de otoño quedo cuadriculado en la famosa
efemérides. Nada queda en la improvisación y
espontaneidad del niño venido de una casa grande
de campesinos. Todo me lo dan hecho y progra-
mado. Así me señalan el camino largo que, si quie-
ro ser cura, debo recorrer. Los años están marca-
dos para que nadie se despiste. Todos asumimos
calladamente el itinerario. Lo que va a suceder
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88 Santiago Baena.
estará predestinado, especialmente, por las normas
y exigencias prescritas. Parecerá imposible que
seamos tan pocos los que alcancen la meta final.
Nuestro curso de llegada es de ochenta niños ilu-
sionados y vocacionados y la despedida final,
cuando nos llega el cuarto de Teología, la haremos
solamente cuatro supervivientes. ¡Qué poca cose-
cha tuvo el semillero de mi curso! Nos apretaron
demasiado, o se desmarcaron de nuestro andar.
Aquí me surge un problema. No sé dilucidarlo.
Siempre aparece la frase de que muchos son los
llamados y pocos los elegidos. Esta propuesta del
Evangelio atemperaba el ánimo y quitaba escrúpu-
los de unos formadores excesivamente selectivos.
Su atrevimiento roza la temeridad. No entiendo
que tantas voluntades generosas y tantas inteligen-
cias se esfumaran vocacionalmente. Misterios de la
vida.
Esta reflexión me sitúa cerca de muchísimos com-
pañeros que entramos a recorrer el mismo camino
y hoy cada cual vive su vocación y vida distinta.
¿Cómo estará el desarrollo personal? Sin duda, que
la Providencia de Dios ha designado la meta que
cada cual con voluntad propia ha asumido sin fre-
nos de nadie. Ojalá, la realización esté densa de
felicidad.
Por quedarme en los cuatro que remamos en la
misma dirección, en la misma barca, veo al más
pequeño de nosotros faenando con elegancia y se-
riedad como buen cronista en su columna reservada
en el Periódico de mi ciudad. Otro se nos marchó a
Poética Espiritual
89 Santiago Baena.
la Gloria demasiado pronto. Junto a mí, el tercero,
queda en una tarea Parroquial permanente, en el
laboreo diario y constante de una vida entregada e
ilusionada en la Misión evangelizadora de nuestras
Parroquias.
Así me he encontrado siempre acompañado en mi
Vocación a ser Sacerdote del Señor dentro de la
Iglesia y al servicio de la construcción del Reino de
Dios en el mundo. Ahora y siempre entenderé que
Dios llama y el hombre responde.
MI ANIVERSARIO
La mañana se me hace agradable. Recuerdo el ani-
versario de mi primera Misa en Luque, cuando
aparecía siendo un Sacerdote jovencito, sin expe-
riencia, temeroso de tenerme que enfrentar con un
pueblo, que espera al Sacerdote hecho y seguro.
Por mi parte estaba a la espera de entregarme sin
reservas a una Misa que yo mismo centraba en
evangelizar a los pobres. Así aparecía en la frase-
cita que colocaba en la estampa de recordatorio.
Me veía valiente, para asegurar que la realización
de mi Sacerdocio se iba a adentrar por este camino.
Hoy contemplo con satisfacción mi itinerario de
tantos años. El pasado día veintiocho de febrero
dábamos gracias en la Parroquia el grupo numeroso
de feligreses, venidos de un día de senderismo, por
la Vía Verde de la Subbética. Se llenó el templo y
me proporcionó unos momentos felices.
Poética Espiritual
90 Santiago Baena.
La Eucaristía de esta mañana en la capillita recoleta
del colegio, con la presencia de cinco religiosas, me
trae a la memoria la tarde del Sábado, día seis de
Marzo, del año sesenta y cinco, en la Parroquia
donde recibí la fe bautismal, donde me confirmé
con la fuerza del Espíritu, donde por primera vez
vino a mi corazón de niño sencillo e inocente el
Cuerpo de Cristo, donde con doce años pasaba ra-
tos largos del verano, junto a un Párroco austero,
tradicional, como era D. Pedro. Ahora subo al Al-
tar acompañado de un pueblo entero y consagro
con emoción el Pan y el Vino de mi Primera Misa.
Escribo estas experiencias sumido en un Sacerdo-
cio ya maduro y casi plenamente realizado. Las
condiciones eclesiales en el transcurso de mi vida
Sacerdotal han sido complejas y variadas. Me pre-
paré en el ambiente preconciliar. Mis profesores,
los Jesuitas, muchos de ellos “maestrillos” intenta-
ban configurar en mí una personalidad intelectual,
espiritual, misionera, con sus enseñanzas humanita-
rias y clásicas; moldeaban a un niño venido de la
incultura y del pueblo llano. Sus exigencias ascéti-
cas formaban un carácter duro y capaz de soportar
imprevistos. La vida espiritual era el centro y hacía
girar sobre ella todos los demás aspectos disciplina-
rios. Aceptaba ser un joven dócil, obediente, orde-
nado en cumplir cualquier mandato superior. Me
exigía yo mismo, muchos temas optativos, que los
consideraba necesarios para mi crecimiento perso-
nal. Era un Seminarista alegre, dinámico, cumpli-
dor.
Poética Espiritual
91 Santiago Baena.
Después de esta formación humana, espiritual y
académica, me llega la Consagración. La veo con
claridad, sin grandes complicaciones. Espero que
nadie ponga inconvenientes. Me llega mi ordena-
ción en pleno Concilio Vaticano II. Con aires de
renovación eclesial, espero mi destino. Soy el pri-
mero en recibirlo. Ante el cambio de formadores en
San Pelagio, de los Jesuitas por el Clero Diocesano,
recibo el mandato de quedarme como profesor y
educador en los latinos. La providencia hace un
milagro. Veo que este destino me realiza y me
prepara a mayor madurez Sacerdotal. Me sentía
incapaz de llegar a una Parroquia. Aquí, durante
tres años los adolescentes me van a marcar. Gra-
cias por esta primera misión. De aquí salto a Rute.
Las cosas van a ser muy distintas. La presencia de
gente variada, emprendedora, luchadora, pone mi
actividad en reflexión continua. Mi entusiasmo y
mi desprendimiento de los poderes es total. Hago
todo con una pureza de intenciones excelente. No
me condiciona nadie. Voy aprendiendo a querer y
discernir aquello que no se ajusta a la Misión. Los
ricos con sus comportamientos burgueses y egoís-
tas no son el objetivo principal de mi dedicación.
La opción por el pueblo llano, por los vecinos sen-
cillos, por los enfermos del hospital, por los estu-
diantes del colegio, por unas religiosas mercedarias
entregadas, por unas celebraciones vibrantes, me
colocan en la vivencia de un Sacerdocio generoso,
sencillo, evangélico. Así estoy cuatro años dulce-
mente vividos en estas tierras. A modo de sorpresa
me llama Don José María Cirarda a cumplir y des-
arrollar una nueva misión: ser Párroco de San Ra-
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92 Santiago Baena.
fael. Nunca podía soñar esta singladura. Sólo pen-
saba y me enardecía el trabajo escolar con los ni-
ños. Todo sabía a entusiasmo juvenil. Mis cam-
pamentos de chavales, mis buenos veranos traba-
jando en cursos nacionales de catequesis, mis
búsquedas constantes hacia una Iglesia renovada y
conciliar hacían que mi Sacerdocio joven se pre-
sentara ante los demás capaz de realizar tareas más
amplias. Así sucede con este ofrecimiento. Debo
venirme a Córdoba, coger la mansera de una nueva
Parroquia, teniendo que levantarla desde sus ci-
mientos. Procuro dar razones de no aceptación,
pero, la Providencia se empeña en arrancarme de
mi jardín apostólico. Así sucede y llego a Córdoba
el año 1973. La Eucaristía de presentación y mi-
sión la tenemos en el Santuario de la Fuensanta,
convertido este día, veinticuatro de octubre, día de
San Rafael Arcángel, en nueva Parroquia, con otras
dos más, nuestra Señora de Linares y San Rafael.
Los tres nuevos Párrocos: Antonio Navarro, Fran-
cisco Garrido y Santiago Baena, cargados con el
yugo de la humildad, nos ofrecemos a tan magna
tarea. Nada más denso de fe que vernos, junto a
nuestro Obispo, dispuestos a construir la casa, la
comunidad de los cristianos. Ninguno de los tres
teníamos nada. Sólo encontré disponibilidad. La
acción empieza inmediatamente. Después de la
Eucaristía me espera en la puerta Antonio Cobo.
Se ofrece a estar conmigo. Lo acepto sabiendo que
no tengo nada para empezar. Pienso que ya está
actuando la Providencia sobre mi vida sacerdotal.
No quiere verme solo y, antes de dar el primer paso
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93 Santiago Baena.
ya me regala la compañía inestimable de un com-
pañero entusiasta y apostólico. Los días y los me-
ses corren y los dos trenzamos un cariño y una mi-
sión común. Aceptamos involucrarnos en la Ense-
ñanza. Nos da un trabajo y un camino de realiza-
ción. Emprendemos juntos la tarea de crear la co-
munidad. Se empieza por que nos conozcan. La
visita al estilo de los dos apóstoles pasando por
cada piso es nuestra primera acción misionera. Le
ofrecemos nuestro agrado, simpatía, esperanza por
conseguir una Iglesia. Veíamos con entusiasmo
que este era el camino verdadero. Las cosas mate-
riales apenas nos preocupaban. Al cabo de dos
años, abriendo horizontes, presentamos a la primera
comunidad de San Rafael en un Templo nuevo. Se
inaugura, juntamente con el Colegio de San Rafael
la nueva Parroquia, el veintiuno de Diciembre de
mil novecientos setenta y cinco. Es un día inolvi-
dable. La Iglesia con olor a incienso y con la pure-
za del agua bendita se consagraba para Dios y para
la Comunidad: Un nuevo templo. En el Altar, con-
celebrando con varios Sacerdotes, me sentí partíci-
pe de una misión irrepetible. Se repetía en mi vida
la historia de Abraham. Tuve que dejar lo que más
quise, mi Seminario, mi Rute y emprender una
aventura sin agarraderas humanas. Todo era para la
esperanza. Ahora con este primer paso veo la bon-
dad y generosidad de Dios. Doy gracias de que la
semilla caída en esta parcela de la Fuensanta está
propiciando sus primeros frutos. En dos años de
trabajo conseguimos una estructura capaz de for-
mar y desarrollar la fe bautismal de un pueblo que,
tranquilamente, se acerca al monte del Señor. Con
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94 Santiago Baena.
esta inauguración creo que mis ilusiones tenían que
llenarse de nuevos proyectos. Igual que los niños y
adolescentes tienen ya un espacio, un colegio para
llenar sus mentes y corazones, también los más
desprotegidos como los ancianos y minusválidos
necesitan otros espacios de ocupación, formación y
desarrollo personal y familiar. El Espíritu Santo es
el autor e impulsor. Surge antes de los seis años de
mi estancia aquí el Hogar de San Rafael y los talle-
res de Frapa. El equipo de personas es maravilloso
y todas las semanas trabajamos por las mismas cau-
sas. Son muchas las horas de reflexión, oración y
de acción. La Providencia pone a determinados
cristianos dispuestos a trabajar por estos objetivos.
Recuerdo especialmente a María Sánchez, Antonio
García Ibáñez, Pedro Tebas, Antonio Iglesias, Pepe
Cabello, Antonio Juárez, Pepe Castán, Carmen
Núñez, Josefina, Maruja, Diego Romero, Pepe Pi-
zarro, José Antonio Luque, Encarnita, Conchi Al-
caide y Curro, Pepe Morales y Lola Tavira, Manolo
Baena y Carmen, Rafalin García y Rafi, Carmina y
Bruna Naranjo… Para muchos de estos hermanos
su recompensa está ya en la Gloria. Fueron años de
auténtica entrega, sabiduría y compromiso. A la
vista de todo lo construido llegan los años de dar
vida, de crecer, de consolidar. Te doy las gracias
porque todo está de acuerdo al Espíritu que nos
movió a tales creaciones. ¿Qué decir de un Colegio
cargado de valores? ¿Qué decir de un Hogar senci-
llo y humilde? ¿Qué decir de unos talleres de soli-
daridad? Estas preguntas me las hago cuando veo
que el colegio después de los muchos años transcu-
rridos, desarrollándose en el barrio, los resultados
Poética Espiritual
95 Santiago Baena.
son reales y de un calado humano, espiritual,
académico insustituible. Quería con todas mis ga-
nas que mi Parroquia tuviera antes que nada un
colegio y una comunidad consagrada. Así fue, el
Obispo Don José María optó por estas exigencias.
Mi tenacidad con la Madre Ángela por construir
cuanto antes aquí en la Parroquia el Colegio de San
Rafael, ubicado en el Palacio Episcopal, fue un
éxito. Apenas pasaron dos años de mi llegada al
barrio y los dos objetivos: Templo y Colegio, llega-
ron a buen puerto. Su inauguración conjunta en la
víspera de la Noche Buena del año 1975 fue una
realidad eclesial. No hubo manifestación de pode-
res ni aspavientos superfluos. La noche en el Altar
Mayor presidiendo un Obispo, sencillo, desprendi-
do, evangélico, con una comunidad incipiente, fue
de auténtico resplandor. Esta fecha ha quedado
grabada para siempre en mi vida. Fue un remanso
de Tabor. Mi juventud sólo sentía energía para
entregarme sin limitaciones a los demás. No busca-
ba honores, ni reconocimientos fugaces. Sólo vi-
braba por conseguir la comunidad que Jesús me
urgía poner en marcha. Así lo meditaba. Así lo
escribía en mis diarios. Todo para mí era claridad,
impulsos evangélicos, horas interminables de
búsqueda hacia nuevos proyectos. Siempre aparecía
algo que resolver. Dentro de mi trabajo incansable
por unas clases estaban los proyectos de Parroquia.
Hoy sólo tengo una voz para dar Gracias a Dios.
Poética Espiritual
96 Santiago Baena.
UNA OPERACIÓN
Los sentimientos se desbordan a falta de control
mental, quieren desconcertarme con desazón y os-
curidad. Me afianzo en Ti, como niño desprotegi-
do, sólo quiero agarrarme a tu voluntad única, ma-
no que me da seguridad. Calmo mi nave movida,
herida, sin luz de caminar. Ato mis remos a tus
manos, pues soy incapaz ahora de navegar. Estoy
demasiado quieto, silencioso, humillado, aquejado.
Espero con ansia la mano que de nuevo devuelva la
luz clara a mi lado. Será un doctor sabio, templa-
do, quien se adentre en mi retina rota. Entro pacien-
te al quirófano con la fuerza de mi comunidad que
por mí, silenciosamente, ora. Me rodean mis her-
manos, la mejor corona del amor, pongo mi espe-
ranza, humilde ofertorio de altar. Sólo pido protec-
ción en las manos del doctor. Hago mi consagra-
ción sin atisbo de temor. La barca se quedó tem-
plada ante este ímpetu de huracán. Han pasado lar-
gos días, sin vela, ni rumbo de mar. Anclada a la
orilla, sin faro de luz de puerto, dejo la pesca por
días a la espera de un nuevo amanecer. He llenado
mi mente de silencios muy prolongados, he repasa-
do redes rotas ya por los años. He sentido la
humildad de un mes postergado. Has puesto Tú,
Señor, en mí, cariño, protección, amparo. Dijiste
un día: “Quien quiera venirse en pos de Mí coja su
cruz y sígame”. Hoy te digo yo, Señor, que nada
más feliz se siente, andar contigo a la búsqueda de
la luz.
Poética Espiritual
97 Santiago Baena.
LA SANTIDAD
Son muchos los cristianos que entienden la santi-
dad como un asunto muy excepcional y, saben que
son pocos los que llegan a conseguirla. El hecho
de la canonización de los Santos, sitúa a los cristia-
nos normales y corrientes en “cierta lejanía” para
tomar como propia, la vocación a la santidad. El
esquema de “selectos ,“elegidos y privilegiados”
no es el más idóneo para acercarnos a la fuente de
la santidad, donde nuestro encuentro con Dios será
siempre causa de gozo y belleza, de sanación, de
quietud, de elevación.
El mismo Jesús se mostraba en sus comportamien-
tos y en su relación oracional con plena Santidad.
La Iglesia ayuda a que todos sus hijos, desde la
Gracia Bautismal, experimenten una vida sobrena-
tural a través de los Sacramentos y desde la oración
personal con Dios.
Dentro de esta espiritualidad cristiana, los maestros
del Espíritu insisten en elegir un camino de perfec-
ción; en hacer el viaje sin apegos y sólo con la fe
como guía, el amor como fuerza, y así llegar a la
unión con Dios, como meta. No basta para lograr
la santidad, cumplir solamente los Mandamientos
de Dios y de la Iglesia. Para los maestros de espiri-
tualidad, siguiendo el esquema de Santa Teresa o
San Juan de la Cruz, las moradas son progresivas:
no es lo mismo estar en un estado de purificación,
a encontrarte en una oración unitiva con el Señor.
No es lo mismo vivir la noche oscura del alma, a
Poética Espiritual
98 Santiago Baena.
llenarte de resplandor oracional. No estamos igual
de felices purificándonos de nuestros pecados, que
elevándonos a la unión mística, que proporciona la
fusión esponsal. La experiencia mística es, ante
todo, una cuestión de elección en libertad frente a
toda forma de apego, apetito o atadura.
Al describir estos niveles de espiritualidad no in-
tento alejar de cualquier cristiano la llamada de
Dios para lograr estas metas. Sino que reafirmo la
vocación personal y universal hacia la santidad. El
buscarla e intentarla es una responsabilidad gozo-
sa. Los medios los tenemos siempre a nuestro al-
cance. Basta con nuestra decisión para aceptar el
don preciado de la oración. A través de ella, con
confianza y perseverancia, la espiritualidad de todo
cristiano se elevará. ¿Por qué no vamos a entender
que fieles normales de una comunidad Parroquial
estén comprometidos con la santidad y con esta
espiritualidad? Pensar que es imposible me pare-
cería desafortunado y erróneo. “El que quiera se-
guirme”, dice Jesús, “que se niegue a sí mismo, que
coja su cruz, (la santidad), y me siga”. La supera-
ción para Jesús está en quitar todo obstáculo, todo
apego, todo deseo que nos impida comprometernos
con Él mismo.
La ascética, para Jesús, es eliminar de la propia
condición, todo aquello que impida la identifica-
ción con su Persona. Exige una fusión de amor,
dejando atrás el viaje de la noche oscura. La unión
total con Él convertirá al pobre peregrino en un ser
todo lleno de luz, viajero incansable de la libertad.
Poética Espiritual
99 Santiago Baena.
Cuando el escritor Toni de Melo invitaba a sus lec-
tores a sentirse ligeros de equipaje estaba cargado
de razón y entendía que era lo necesario para re-
correr seguro el camino de la santidad. Con apegos
innecesarios y con apetencias egoístas y materialis-
tas no se puede llegar, aquí en la tierra, a la meta de
una unión plena y total con Cristo, Encarnado y
Glorificado. Los maestros de la espiritualidad han
llenado sus vidas de grandes desprendimientos te-
rrenales, legítimos, pero siempre a cambio de una
mayor unión con la presencia real de Cristo.
Cuando la Madre Teresa de Calcuta no podía lan-
zarse en el amanecer de cada día a su trabajo, era
porque antes necesitaba unas horas largas y silen-
ciosas de oración, personal y Eucarística. Si Santa
Teresa de Jesús, andariega y fundadora de conven-
tos, narra con precisión en el Libro de su vida sus
peripecias humanas, igualmente, nos confiesa y
describe sus elevaciones místicas hacia el Esposo,
el Señor Jesucristo.
La historia de la ascética y de la mística resulta
compleja para Sacerdotes y seglares del mundo de
hoy y, sin embargo, he procurado con este artículo
convencerme de que la vocación a la santidad y, la
llamada a una oración mística elevada, es patri-
monio de cualquier cristiano y cristiana de Parro-
quia. No quiero pensar que, solamente, estos nive-
les pueden alcanzarse dentro del convento o mo-
nasterio, de lo cual no dudo, pero también la Provi-
dencia de Dios elige y señala a cualquiera de sus
hijos. Esta apuesta por una espiritualidad elevada y
Poética Espiritual
100 Santiago Baena.
con sentido fraterno engrandece a toda la Iglesia y
de forma especial a las Parroquias.
EL AMOR FRATERNO
Una de las frases evangélicas que a todo cristiano
nos ha impactado siempre es la que San Juan escri-
be en su primera carta: “Si alguno dice amo a Dios
y aborrece a su hermano a quien ve, es un mentiro-
so, pues quién no ama a su hermano, a quien ve, no
puede amar a Dios a quién no ve.” (1 Juan 4-20)
Es el Papa Benedicto XVI quien nos dice que hoy
resuena con fuerza la voz del Señor, que nos llama
a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro.
Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos “guardia-
nes” de nuestros hermanos, que entablemos rela-
ciones caracterizadas por el cuidado recíproco, por
la atención al bien del otro y a todo su bien.
Palabras como éstas nos hacen ser mejores cristia-
nos. Ojalá, cualquier ser humano de buena volun-
tad se adentre en estos mensajes. La razón de ser
de nuestra existencia eclesial radica en poner en
práctica todo aquello que es predicado y practicado
por Jesús de Nazaret. Él mismo sabía que la pleni-
tud de la Ley de Moisés estaba en amar a Dios con
toda la mente, con todas las fuerzas, con todo el
corazón y al prójimo exactamente igual. En este
Mandamiento único e imprescindible para ser cre-
yente, radica toda la maravilla de la Religión.
Jesús desde su infancia, como ser humano, está
aprendiendo y practicando con sus obras el Man-
Poética Espiritual
101 Santiago Baena.
damiento del Señor. En su educación familiar y de
Sinagoga no le falta esta exigencia de cara a Dios
Padre y a sus prójimos. Esto explica cómo siente la
alegría cuando un joven se le acerca y le dice:
Maestro ¿qué tengo que hacer para salvarme?
Jesús le dice: “¿Qué te pide tu religión? El joven le
responde: “Cumplir los Mandamientos. Esto lo
hago desde pequeño.” Y Jesús asintió y se alegró,
pero le pidió todavía algo más para conseguir el
Reino de Dios en la Tierra: “Deja tus riquezas…
ven… y sígueme”.(Mc,10)
Para ser cristiano se necesita seguir con ilusión,
confianza, generosidad a la Persona de Jesucristo.
Él se manifiesta como el Hijo del Padre, que lo es,
y por ello su invitación a seguirle es total. La prio-
ridad en nuestro desarrollo cristiano no puede estar
en las riquezas materiales, por más legítimas y jus-
tas que sean. Jesús sabía y conocía que este joven
vivía con honestidad su vida religiosa, pero para
hacerse seguidor Suyo sus prioridades y preferen-
cias no debían estar ya en las riquezas terrenas.
Esta es la enseñanza que una Parroquia, seguidora
de Jesucristo, debe asumir en sus compromisos. No
sentirnos satisfechos solamente por cumplir los
Diez Mandamientos, sino que nuestro seguimiento
a Cristo está, sobre todo, en desprendernos de bie-
nes legítimos y justos que, sin duda, estarán re-
clamándose por hermanas y hermanos necesitados.
La Iglesia, fiel seguidora de Jesucristo, no puede
estar ausente de esta exigencia y a la llamada que el
Maestro nos hace a todos sus discípulos. El abrir
Poética Espiritual
102 Santiago Baena.
los ojos a las necesidades es parte integrante de
nuestra Religión. “Si alguno que posee bienes de
la tierra y ve a su hermano padecer necesidades y le
cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en el
amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabras
y de boca, sino con obras y según la verdad” (1,
Juan 3,17-18).
Las urgencias sangrantes de familias que recurren a
la caridad de la Iglesia no deben terminar en gestos
oficialistas, sino que es el mismo Cristo quien pide
a sus seguidores que actúen con obras y cada uno
conforme a sus posibilidades. Lo que hagamos con
el más pequeño lo hacemos con el mismo Dios. Así
nos lo asegura Jesucristo. Es la verdadera Teología
de la Caridad. Los cristianos, desde nuestra fe en
Cristo, identificamos el amor a Dios con el amor al
prójimo y, cuando amamos al prójimo, amamos a
Dios. Así, aparece en el juicio de nuestras buenas
obras. “Señor, ¿cuándo te vimos con sed, con
hambre, enfermo o en la cárcel?... Lo que hiciste
con uno de los más pequeños en la tierra, Conmigo
lo hiciste” (Mat, 25). Por eso, la Encíclica del Papa
“Cáritas in Veritate” nos dice que en los temas so-
ciales hay que actuar con el corazón y con la cabe-
za, con amor y con verdad, atendiendo a la persona
y estudiando medios de superación de las estructu-
ras injustas y caminos nuevos para un mundo más
justo y fraternal.
Como Parroquia no tenemos todos los recursos
para resolver situaciones límites, ni siquiera esto es
nuestro fin de Iglesia; pero estamos llamados a rea-
Poética Espiritual
103 Santiago Baena.
lizar personal y comunitariamente acciones signifi-
cativas, que anuncien el proyecto de Dios desde la
Justicia.
En todos los tiempos la sociedad secular ha tenido
carencias desde el punto de vista material, social y
cultural… La comunidad eclesial no se ha evadido
de esta realidad. Ha practicado, según el Evange-
lio, encarnado en el momento real histórico, autén-
ticos compromisos. Queremos seguir el Mandato
de Jesucristo de amarnos unos a otros como Él nos
amó.
Poética Espiritual
104 Santiago Baena.
EPÍLOGO
Cuando Santiago Baena me ofreció la oportunidad
de epilogar este blog de vivencias espirituales, es-
crito desde su terraza más íntima y personal, sentí
además de una gran alegría, por el respeto y cariño
que desde siempre le he tenido, una gran responsa-
bilidad, creyendo un deber dejar en vuestros pala-
dares el dulce sabor, que seguro, os han dejado
sus reflexiones u oraciones personales.
Santiago, en estas confidencias espirituales, nos ha
dado un paseo por su mundo interior en una ora-
ción permanente, rítmica, sensorial y espiritual.
Tomando como tema recurrente el Amor, el que
Dios nos tiene a todos y el que él le tiene a Dios,
dentro de este amor espiritual, no es baladí, sino
necesario, el amor al hermano y entre hermanos,
sin el cual no se entenderían los dos primeros.
Nos ha recreado con entusiasmo sus encuentros
personales con Dios más importantes: su vocación,
la estancia en el Seminario, su ordenación sacerdo-
tal… Nos ha hecho desfilar entre líneas los perso-
najes que fomentaron su vocación Sacerdotal:, la
religiosa mercedaria, Don Pedro, el Párroco de su
pueblo, el jesuita que lo recibe en el Seminario
cuando llega como adolescente, sus padres o, sus
ángeles personales… Hemos visitado de su pluma
los lugares importantes: Luque, el Seminario,
Poética Espiritual
105 Santiago Baena.
Córdoba, Rute, su barrio de la Fuensanta, por su-
puesto, su terraza… Hemos rezado con él ante la
Virgen de la Fuesanta. Nos hemos maravillado
ante los innumerables paisajes naturales que nos
describe, entrando dentro de las costumbres popu-
lares cordobesas o luqueñas, y todo pasado por el
filtro de un espejo que no es objetivo, sino precio-
samente subjetivo.
Paseando por las rítmicas líneas de sus escritos,
Santiago ha desnudado su alma y nos la ha ofrecido
tal cual. Un alma enamorada de Dios y de los hom-
bres, de su entorno más inmediato, de su Parroquia,
de su barrio, de su pueblo, de su terraza en la que
llega a alcanzar una sensibilidad casi mística. En
esta elevación espiritual no acepta el disfrute de la
experiencia sólo para él, sino que ve como misión
primordial ofrecérnosla a todos sin excepción.
Referentes importantísimos en sus oraciones y re-
flexiones han sido San Juan de la Cruz, Santa Tere-
sa de Jesús, San Juan de Ávila, de los que utiliza
abundantes citas. Maravillándose por el grado de
espiritualidad al que llegan, se cuestiona si este
grado de unión con Dios es exclusivo de persona-
jes tan insignes y dedicados o, por el contrario, es
alcanzable y deseable en cualquier cristiano.
Pero, si la espiritualidad es importantísima, más lo
es la Encarnación de Cristo, Cristo hombre, la En-
Poética Espiritual
106 Santiago Baena.
carnación tomada en serio por los cristianos, En-
carnación que encuentra en el compromiso eclesial
de personas tan relevantes en la teología de la libe-
ración como el Obispo de Mato Grosso, Pedro Ca-
saldagila, al que dedica algún pasaje.
Libro sin argumento, para ser leído tal como a uno
le apetezca, en el que podemos utilizar el tiempo a
nuestro antojo, con sólo tres minutos encontraría-
mos pasajes que nos han edulcorado el momento
dedicado a su lectura, pero en el que también en-
contraremos una pequeña biografía de Santiago,
que nos ha hecho conocerle de su puño y letra des-
de antes de su nacimiento, desde el momento de
enamoramiento de sus padres.
Vida como se ve marcada desde siempre por el
amor.
Pedro Moreno Corpas.