Posicion Revolucionaria - A. Casanova
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PROLOGO
Nues tro amigo Ca san ova nos en ca rga prolog uem os su tr abaj o. Da do el ca rct er
del mismo no lo creamos indispensable, mas, a fuer de mantener un punto de vista
que en parte es nuestro, accedemos a su encargo.
Se trata de una recopilacin de artculos aparecidos en Solidaridad Obrera
de Pars, en los que nuestro compaero no pretende descubrir nada nuevo ni cree
tampoco que quede en ellos todo dicho. Es ms bien una llamada a la reflexin. Un
PRESENTE ! lanzado al movimiento, en el que se manifiesta y defiende una o pi-nin que no por s er vieja est en desuso ni fuera de tiempo y de lugar, frente a otra
opinin tampoco nada nueva pero que pretende haber descubierto una flamante
modalidad tctica, olvidando que sta es tan conocida como repudiada por largos
aos de trayectoria libertaria en oposicin cabal a tal peregrino descubrimiento
, que es de puro corte autoritario y centralizador.
Nos ot ros tom amos es to co mo una co ns ecuen cia nor ma l qu e ci er ra el ci clo de un
per od o de acc in er r nea , en el qu e se em ba rc el Mov im iento Li ber ta rio Es pa ol ,
a! buscar en lo ajeno las soluciones propias a emplear en unos tiempos de accin y
de duda. Una vez ms triunfo el espritu de autoridad inoculado en la sangre por
siglos de esclavitud, y en el momento propicio vacil el nimo para completar
obraciones que no carecieron de firmes puntales en la masa popular libre de
injerencias e intereses partidistas. El pueblo, por propia volicin obr por y para lalibertad.
La contaminacin autoritaria, imbuida en hombres de actuacin pblica que se
hallaban sometidos al Inters de partido, y no excluyamos los nuestros antes
que al inters general, oblig a una curva de d escenso en el periodo propicio a las
obraciones puras y totales. Prim el espritu de lucha sobre la necesidad de hacer,
de construir lo nuevo y valedero. La lucha fu partidista y feroz. Y en torno de
pos ic io nes fi ct ic ia s se per di el tie mp o* pr ec io so pa ra la s rea li za ci on es b sicas .
Hoy, como entonces, las ramas nos ocultan el bosque. Y perdidos en el afn del
logro de posiciones que son contrarias a la virtualidad y esencia libertarias, nos
hallamos ante una lucha interna ineficaz y estril en sus resultados transcendentes
Por encima de todo existe la razn del ser o no' ser. Elemento de lucha latente entodos los espritus que nos impele a defender posiciones propias con el calor de
nuestra conviccin y el estimulo d e nuestra experiencia. Y en sta situacin qu e
repite s ituaciones pasadas nos afirmamos en un lema varias veces repetido, pero
que gana en razn frente a la clasificacin de posiciones que se opera cada da con
mayor nitidez. SOLO SE VA A LA LIBERTAD POR LOS CAMINOS DE LA
LIBERTAD ...
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PROLOGO
Un punto, un solo punto puede unir a los divergentes tcticos. Punto fundamental y
de base libertaria. Es el de nuestra lucha contra el Estado; contra sus instituciones y
contra sus leyes; contra su injerencia en la vida pblica y privada, en la vida civil y
en la enseanza. Quienes se hallen ajenos a sta aspiracin es intil que forcejeen.,
Que acudan al campo en el que se d su trigo. El nuestro es candeal. Vale para
todos los afanes humanos, mas no para los afanes de partido...*
* *
Queremos otra vez ejemplos ?... Recordemos que lanzado el fascismo a la calle
en el 1936, el Gobierno perdi los estribos y el gobierno de si mismo y del pas.
Espaa qued por un reducido perodo que en nosotros estuvo el que fuera ms
largo-sin Gobierno responsable (como se acostumbra a decir). En ese lapso de
tiempo el pueblo organiz defensa, trabajo y distribucin a su manera. Y lo
organiz bien. Nadie puede rebatirlo ni refutarlo. Cre organizaciones de tipo
econmico. Produccin y distribucin funcionaron sin detenerse. Se organizaron
colectividades y cooperativas. No fallaron los servicios pblicos ni los de
transporte. La vida sigui su curs o normal en medio de las incidencias de la guerra
civil y de la invasin...
Ms tarde, fortalecido de nuevo el Estado, incluso con el apoyo de
representantes de la C.N.T. inicia ste una labor liquidadora de las realizaciones
popula res ; im pon e la ley co n el pr op io ap oy o de la s rep res en tacion es ob rer as ,
ejecutores de ella como representantes del poder en funciones, y reduce a migajas donde no la destruye la obra que el pueblo y los Sindicatos realizaron por
medio de su propio esfuerzo.
Es el pueblo el que organiza las milicias que denodadamente combaten al
fascismo desalojndolo de diversas posiciones. Es el pueblo y no el Gobierno el que
limpia Madrid y permite que los miembros de gobierno, desde el portero hasta el
ministro, y as mismo los diversos estamentos y organismos que dependen y dan
cuerpo al Estado pasado el pnico que les mantuvo en casita reemprendan sus
funciones. Es el pueblo quien salva la situacin en las principales capitales de
Espaa y el que forma la barrera que da lugar a la creacin de frentes de defensa y
de guerra. El pueblo sin ejrcito y sin mandos. Sin leyes ni gobierno. Ah !... si
hubiere seguido el impulso de los primeros das...
Fortalecido el Estado se reorganiza el Ejrcito, y representantes de la C.N.T, (y
citamos a los de casa para mejor ejemplo) abs orbidos por la responsabilidad de sus
cargos, los que se lo tomaron en serio , y a lgunos sencillamente dominados por
la pasin de mando, se extreman en la imposicin de lo ms absurdo entre lo mucho
que el militarismo encarna, ahogando lo que de popular y voluntarista exista en los
grupos de defensores de la libertad. Y constituyeron el Ejrcito, defensor del
Estado y al s ervicio exclusivo de las rdenes de Gobierno. Y la contaminacin llega
hasta el presente, en que se pretende organizar Divisiones sin soldados, slo
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La situacin es clara y no admite dobleces ni interpretaciones falsas. Vaya cada
quin a su tarea sin ser estorbo de la labor ajena. Tngase, por lo menos,
consecuencia. Aclrese de una buena vez que es lo que se quiere y como es que se
piensa.
*
*
El amigo Casanova defiende la tesis libertaria desde un ngulo de apreciacin
que nosotros no compartimos totalmente. No nos sentimos clasistas. Entendemos
que es ste un concepto derivado de la lucha sauda y sin tregua establecida entre
capital y trabajo, pero que en el fondo no tiene ms razn de uso y no puede ser
emblema idealista ni libertario. Nos negamos a admitir la diferencia de clases en
su sentido total, como nos negamos a admitir las diferencias establecidas por los
conceptos nacin y raza. El odio al burgus y el afn de revancha no nos parece
ms sano que cualquier otro odio y cualquier otra revancha. Y odio y revancha
deben de ser borrados del diccionario libertario. Son estas divisiones y subdi-
visiones las que dificultan el entendimiento entre los hombres. Y es de hombre a
hombre, de hombre a pueblo y de pueblo a hombre, que debe realizarse el gran
entendimiento. El que borrando toda diferencia nos hermane en el deseo de gozar
ia vida, de gozarla plenamente, en amplia libertad...
Discrepamos en un algo, pero no disentimos, porque nos une el punto de vital
coincidencia. LA LUCHA CONTRA EL ESTADO.
Septiembre del 1945. ILDEFONSO.
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EL MAL DE LA HORA
Andan por ah compaeros que insinan la conveniencia y la necesidad, segn
ellos, de modificar nuestros principios, nuestros mtodos de lucha, vale decir, los
principios y la tctica de la C.N.T, y, en fin, todo el contenido ideolgico de
nuestra vieja y gloriosa Organizacin revolucionaria, so pretexto de que nuestra
tctica ha fracasado, de que nuestros principios son ya viejos, no acomodndose,
por ende, a los t iempos presentes; y, finalmente, que nuestro ideario, el ideario de
la Confederacin Nacional del Trabajo, tal como ha sido expuesto y aprobado en
los congresos de Madrid y Zaragoza respectivamente, es irrealizable.
Estas, crisis del pensamiento libertario, que suelen sufrir tambin todos lospartidos y organizaciones luego de alguna gran derrota o despus de grandes
calamidades pblicas, como por ejemplo las guerras, aparecen de tanto en tanto
entre nosotros, por lo que no nos cogen de sorpresa.
Por lo general, la historia de todas estas crisis demuestra que quienes las
plantean son casi siempre hombres cuyo pensamiento ha cado en una fuerte duda
negativa, en esa especie de enfermedad del espritu que dira un psiclogo. De esta
suerte, su voluntad de persistencia en la lucha por el ideal que ellos ven lejano se
resquebraja, su fe en las ideas flaquea y un da cualquiera terminan negando el
mismo ideal que haban abrazado anteriormente, yendo a parar ms tarde a los
partidos polticos e incluso a los ms reaccionarios. De estos casos, los viejos
militantes hemos visto muchos y no es cuestin ahora de citarlos.
Pero en tanto que la fase final no alcanza su perodo agudo, es decir, la
claudicacin franca, estas gentes nos hablan de la necesidad de rectificar nuestros
mtodos 'de lucha, de revisar nuestros principios, pues - agregan son ya viejos
y no responden al imperativo de la hora.
Examinemos un poco la cuestin.
Ante todo, digamos que una idea es vieja, inactual, cuando el medio econmico
y poltico que ella ha criticado y combatido ha cambiado. Mas en tanto que ello no
ocurre, si antes era razonable y justa, ahora, mientras que existan las mismas
causas, es decir, las mismas condiciones sociales, polticas y econm icas que dieron
origen a su elaboracin, lgicamente ha de continuar manteniendo la misma fuerza
y el mismo valor que en su primera hora, a menos que otra nueva idea ms
equitativa y ms justa la suplante. Y dems est decir que las mismas causas quedieron origen al ideario de la C.N.T, continan persistiendo.
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8 POSICION REVOLUCIONARIA.
Hoy como ayer, el sistema econmico del capitalismo contina explotando al
pr ol et ar iado. Ho y como ayer, el Es tado, es ta instit u cin de violen cia or ganizad a,
amoral desde sus orgenes, contina, y con una fuerza siempre creciente, oprimiendoal hombre, a todos los hombres; mata todas las iniciativas generosas, y all donde
interviene, impulsado por el ambiente que le es adverso, en favor de alguna,
slo consigue anularla, reducindola a la nada, como ocurri con nuestras
Colectividades en Espaa; vigila, espa al hombre desde la cuna a la tumba con ms
fuerza an que antao, porque sus poderes s on hoy ms omnmodos. Hoy, como ayer,
el Estado nos comprime, nos asfixia con su multiplicidad de leyes y decretos,
ben ef ic iand o ta n s lo a esa ol igar qua qu e deten ta los med io s de pr oducc in y de
distribucin de los productos. Como ayer, como siempre, el Estado contina siendo
el mejor y el ms .celoso perr o guardin del capitalismo.
Y es que su papel en la sociedad es se. Nacido l mismo del privilegio-, viene
obligado por ley natural a defenderle. Sabe que la suerte de ambos est
estrechamente ligada y que juntos desaparecern el da que los trabajadores, unidostodos por una fuerte solidaridad consciente, se decidan a edificar la sociedad de los
pr oduct or es libres , la verd ad era Repbli ca So ciali sta .
Si todo esto es verdad, como nos parece haber demostrado, si todos nuestros
motivos de insurgencia contra la sociedad capitalista permanecen siendo justos, a
qu viene eso de que hay que rectificar nuestras ideas ?
Los mejor intencionados nos dicen y es a estos a quienes nos dirigimos
Muchos aos llevamos de lucha y, sin embargo, pocas mejoras hemos
conseguido Ay, estos compaeros olvidan que justamente dentro de la sociedad
capitalista bien poca cosa puede conseguirse ! Es precisamente por esa razn que no
somos reformistas sino revolucionarios. Es precisamente por eso que somos
pa rt idar io s de la in su rr ecci n ar mada , hecha con el co ncurs o de todos lo sinteresados, de todas las vctimas de la explotacin y del privilegio, a fin de romper
el cinturn de hierro de la sociedad capitalista e iniciar al da siguiente de la
insurreccin triunfante, la profunda transformacin social a que aspiramos.
Pero, volviendo a las mejoras de que nos hablan los compaeros arriba aludidos,
las pocas o muchas mejoras conseguidas en bien de la clase trabajadora, son slo
debidas a la accin revolucionaria del proletariado militante. Sin sta accin, sin
ste batallar diario, los trabajadores espaoles todava continuaran trabajando doce
o catorce horas, como durante la ocupacin fascista se ha trabajado en Francia. Y
como se pretende an hoy que se vuelva a trabajar en el mundo entero.
No ha y qu e ol vida r qu e es la accin de la calle, activa y exigente, al margen y
siempre contra el orden capitalista, la que determina a los poderes pblicos a hacer
algunas concesiones. Es slo a la accin de los sindicatos obreros que la clase
trabajadora debe lo mejor de
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A. CASANOVA.
sus conquistas; nunca a la accin de ningn partido poltico. Y cuando el Estado se
decide a legalizar an que maldito la falta que hace - estas conquistas, es
por qu e han arr aigad o de un a manera ta l en el consenso p bl ic o, qu e es tot alm ente
imposible destruirlas, a menos que los reaccionarios se decidan a romper
violentamente con el llamado orden legal, recurriendo a esa contra-revolucinpr even tiva qu e se conoc e con el nombr e de fa scismo.
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POSICION REVOLUCIONARIA
Aleccionados por la experiencia histrica tanto como por los hechos vividos, de
cuyas fuentes extraemos las ideas que nos son queridas, nosotros, anarco-
sindicalistas, hoy como ayer permanecemos fieles a nuestra p osicin revolucionaria.
Fuera de esta posicin, toda la dialctica que se emplea para que modifiquemos
nuestro pensamiento nos resulta pura chchara.
Militantes convencidos de un ideal de justicia social, que busca destruir las bases
mismas de la irritante injusticia del rgimen que sufrimos, nosotros, como siempre,
afrontaremos serenamente las consecuencias de la batalla y de todo cuanto de ello
pueda der ivarse, an im ad os por la conviccin fi rme me nte sen tid a de ser fi el es a la
doctrina de emancipacin de las masas populares que voluntariamente hemos
abrazado por considerar que es la nica capaz de lograr la emancipacin ansiada.
El cambio econmico y poltico que nosotros propugnamos, no puede hacerse de
ninguna manera mediante decretos emanados desde las alturas del Gobierno, por
muy bien intencionados que estn los hombres que lo compongan y por muy
avanzado que sea el Gobierno. Este cambio, para que responda realmente a las
esperanzas que en l todos ciframos, ha de ser efectuado por los interesados
directamente, es decir, por los mismos trabajadores, organizados en sus sindicatosde resistencia, y por la masa d e la poblacin en general. Y nuestra misin, tambin
nuestro deber, es el de impulsarlos en esa direccin, al margen y contra todo poder
legal, suscitando entre ellos la accin despiadada contra las instituciones del
priv il eg io, a fi n de rea li za r su s des eos de pon er en su s ma no s, y bajo el con trol de
la sociedad, al lado de las fuentes de produccin, todo cuanto es fruto de su trabajo.
Confiar esto a la accin de un gobierno es tanto como confiar en que nuestros
enemigos se ocupen de nuestro bienestar.
El Gobierno, no nos cansaremos de repetirlo, es reaccionario por esencia. Por
ello resulta peligrossimo e idiota confiarle la aplicacin de proyectos
revolucionarios. An concedindole los mejores prop sitos, an estando animado de
deseos revolucionarios, que es mucho conceder, al obrar, el gobierno hace siempre
y necesariamente reaccin. No puede proceder de otro modo, puesto que, comorgano director y centralizador de todas las actividades sociales, su inters supremo
consiste en absorber y matar toda iniciativa privada y anular toda accin no
controlada por l, suprimiendo de hecho todo cuanto de eficaz y de sublime existe
en la idea popular de la revolucin.
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A. CASANOVA.
De esta suerte, todo movimiento de las masas populares que tenga como fin
desembarazarse de la opresin de las clases explotadoras, halla en el Gobierno un
freno poderoso. Y una feroz obstruccin. Ello se explica por el hecho de que sus
intereses, en tanto que institucin social mantenedora del orden legal, estn ligadosa los intereses de esas mismas clases. Ambos se apoyan mutuamente. As, pues,
quien dice gobierno d ice contra-revolucin.
Por otra parte, ah est la Historia para probar que las revoluciones no terminan
por ha ber alcan zado lo s fi nes qu e se ha n pr op ues to en sus comienzo s y du ra nte el
per od o de su des ar rol lo , sin o cu ando el Estado, , repues to de lo s go lp es as es tad os
en los primeros das por las masas populares en su mpetu revolucionario, puede
rehacerse, fortalecerse, preparar el aparato represivo con el cual da luego el golpe
de gracia a la Revolucin.
A este proceso, ni siquiera ha escapado la Revolucin espaola del 9 de julio de
1936, a pesar de contar en el gobierno con cuatro ministros de 1a Confederacin
Na ci on al del Tr aba jo . Tod os hem os pod id o ver c mo el ref lu jo de la revoluci n seha ido operando a medida que el Estado se iba fortaleciendo e imponiendo su
autoridad a las fuerzas populares ahogante el libre desarrollo de las instituciones
creadas por impulso p opular...
Esto prueba que no basta con tener buena intencin, sino que es necesario saber
emplearla, desarrollando a fondo la accin revolucionaria, desde la calle al lado de
las masas populares, esclareciendo sus instintos socialistas, impulsndolas en sus
ansias de justicia social y orientndolas en el sentido de que tomen en sus manos la
direccin de sus propios asuntos, reorganizando la s ociedad sobre bases nuevas, de
abajo arriba, desconociendo y combatiendo siempre todo poder que se oponga' a
esta idea fundamental de la revolucin popular.
No sot ros sa bem os qu e es ta no es la pos ic i n m s c mo da ; pe ro sa bem os ta mb in
que esta es la posicin revolucionaria. Y eso nos basta.
Y hoy, en que todas las instituciones capitalistas han fracasado, en que el
concepto de la democracia burguesa se ha hundido bajo el peso de su incapacidad
par a res olver lo s vi vos prob lemas qu e p lant ea co tid ia na me nte el pr ol et ar iado
militante, se nos viene a hablar de intervenir en sus rganos caducos e intiles,
arguyendo de que por ese camino camino trillado por todos los pillos
lograremos ms pronto la realizacin de nuestras aspiraciones.
El hablar as, significa no tener en cuenta las lecciones de la Historia, ni siquiera
los propios hechos vividos; o bien haber perdido toda fe en la justicia de las
aspiraciones del pueblo. De otro modo no nos explicamos cmo puede
propon r sen os la co labor acin con es os rganos ab soluta men te ex tr a os a lo s
verdaderos intereses del proletariado, apuntalando con nuestro apoyo bamos adecir con nuestra traicin un rgimen que si se mantiene an es slo por la
fuerza, y por los sedicentes liberales que hallan en el un cmodo modus
vivendis ya que su sostn ms poderoso reside sobre todo y principalmente en
la violencia organizada.
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A. CASANOVA. 13No sa bem os si es tan s lo fa lt a de l gi ca o ta mb in de sin ceridad lo qu e es t
ausente de sus disertaciones. Pero lo cierto es que en toda organizacin, p oltica o no
pol t ica, los qu e dis gr egan su s fu er zas, los div is io nis ta s, son to dos cuan tos pr et enden
introducir en el seno de la misma los mismos principios y mtodos que la orga -
nizacin ha repudiado y combatido s iempre.
Es verdad tambin que a veces las causas de la divisin no son siempre stas, y
que se deben a otras totalmente diferentes, obedeciendo a razones y sentimientosdignos de encomio.
No s expli ca rem os .
Descontentos con todo lo malo que les rodea, disconformes con la organizacin a
que pertenecen, ya sea por el estudio ya por la reflexin, ya por la observacin de los
acontecimientos cotidianos, de los cuales deducen conocimientos antes ignorados
que imprimen a sus cerebros nuevas ideas, ciertos hombres, verdaderos escudri-
adores del porvenir, sienten una viva oposicin entre las formas de su vieja
organizacin y sus nuevas concepciones.. Entonces, como es natural, tratan de
imprimirle a sta nuevos principios y una metodologa propia que est en
consonancia con los mismos, y tambin una orientacin nueva que, al chocar con las
ideas y las viejas formas de la organizacin, fatalmente se produce la escisin, la
divisin entre sus componentes. Este hecho es un caso cabal de evolucin delpensamient o. Y como ta l mi l veces plaus ib le .
Mas, cuando el fenmeno se produce a la inversa, como en el caso, que nos ocupa,
esto es, cuando se quiere apartar a nuestra C. N. T. de su lnea revolucionaria, de su
tctica de accin directa, para llevarla por los tortuosos y negadores caminos de la
pol t ica y la co la boracin de cl as es - ya tantos veces rechazada , se cumple un
pr oces o de in volu cin , de mar cha ha cia at r s, en razn de qu e aqu na da nu evo se
aporta, sino que se quiere dotar a nuestro Movimiento de una tctica ya practicada
desde ha tiempo por otras organizaciones ampliamente superadas por la nuestra,
tctica suicida cuyo ejercicio ha constituido la muerte del principio socialista, antes
ba nd era n ica de es as mi smas or ganizacion es. No s pa rece qu e es to es de un a cl ar idad
meridiana, axiomtica, que anula toda rplica.
Nu estr os cont radic tor es de la hor a pr es ente ja ms podr n de mo s tr ar qu e crean oaportan algo nuevo, que descubren algo que sea superior y ms eficaz en !a prctica
de los luchas sociales y en nombre de la prctica hablan ellos que los
pr in cipios y la s t ct ic as de nu estra Or ganizacin , pu esto qu e la t ct ica
colaboracionista, la han empleado todos los partidos socialistas del mundo y sus sin -
dicatos afines, tctica suicida que los llevo a los desastrosos resultados que todos,
conocemos. Han bombeado las justas rebeliones de la clase obrera, han desfigurado
el ideal socialista que los animaba en los primeros tiempos, y han oficiado de
enterradores de la Revolucin en aquellos pases en que sta se produjo
inmediatamente despus de la guerra de 1914-18. Y ms recientemente, han
per mitid o que el fa scismo in terna cion al ah ogar a en san gr e la Repblica soc ia list a
espaola.
Tales son los hechos y los resultados de esa tctica suicida que se nos propone,tctica que slo puede hallar la repulsa en todo hombre que se sienta sinceramente
anarco-sindicalista revolucionario.
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TACTICA LIBERTARIA
La fuerza de una organizacin reside principalmente en la identificacin de los
mtodos de lucha y en la comunin de ideas entre sus afiliados. La Confederacin
Na cion al del Trab ajo es un a or ganizacin poten te por qu e, adem s de in terpret ar
fielmente las aspiraciones emancipadoras del proletariado ha mantenido siempre, a
travs de larga historia, la unidad de accin de sus militantes. La repulsa a toda
accin poltica y a todo principio gubernamental nos une tanto como el odio que
sentimos contra la explotacin capitalista. Para nosotros, el anarco-sindicalismo no
es tan slo el movimiento de la clase obrera que, al margen del Estado, trata de
arrancar en la lucha de todos los das unas cuantas migajas a la avaricia capitalista.
Esto, con ser importante no es lo fundamental, puesto que con la obtencin de
algunas pequeas mejoras que el actual orden de cosas permite, el problema de laemancipacin de los trabajadores de la explotacin capitalista queda sin resolver.
Los patronos, presionados por la accin sindical, tan pronto como aumentan en
unos cntimos los exiguos salarios de los obreros, ya estn pensando en el aumento
del precio de venta de los productos, lo que trae como consecuencia el
encarecimiento de la vida en general. De donde se colige que lo que nos dan con
una mano nos lo quitan con la otra.
De esta suerte, por muchas vueltas que quiera drsele al latente problema social ,
no hay ms que una solucin; la aplicacin de una economa racional, socialista.
Queremos producir para la sociedad y en su inters general, no para unos cuantos
individuos que, favorecidos por la fuerza, detentan el poder sobre las cosas. Y ya
se sabe que el que tiene el poder sobre las cosas lo tiene tambin sobre los
hombres.Y esa es la cuestin fundamental que el anarco-sindicalismo plantea a la
sociedad de los privilegiados y opresores; cuestin que para resolverla de una
manera efectiva, en inters de las grandes masas populares, no hay otra manera
.que la de crear un medio social que permita la realizacin del ideal socialista
libertario.
Para materializar tan sublimes aspiraciones, la C. N. T., a travs de sus
comicios, hse pronunciado siempre por la tctica revolucionaria y libertaria,
antipoltica y antiestatal, elaborando una metodologa propia que 1a diferencia
totalmente de todos los partidos histricos, ya sean estos conservadores o liberales.
No , no ha de ser rec tif ic and o nu es tra t ct ic a co mo po dr alcan za rse la
edificacin de la sociedad de los hombres libres, sino practicndola diariamente,
cada vez con ms energa y afirmando siempre el divorcio existente entre la claseexplotada y la clase explotadora.
Slo as seremos dignos de las generaciones futuras; del glorioso ideal que
ostenta la Confederacin Nacional del Trabajo, y de cuantos hombres nos
prec ed ie ron en la lu cha por li ber ar el hom br e de la ignor an cia y de la es cl avitud
moral y econmica.
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1 METODOS Y FINES
Nu nca ha rem os ba sta nte hin capi sob re el es cl ar ec im iento de lo s m todos qu e
hemos de emplear para atraernos, la adhesin de las grandes masas populares, y
par a lo gr ar la cr eaci n de ci rcunsta nci as fa vorab le s qu e ha gan pos ib le la
destruccin de la explotacin capitalista, vale decir, la supresin de todos los
priv il eg ios pol t ic os y ec onmi cos qu e actua lm en te deten ta una peq uea mi nor a en
detrimento de toda la sociedad.
/La realizacin de los fines que nos pr oponemos depende ante todo de la eficacia
de las mtodos, y de la tctica que practiquemos a travs de la propaganda y de lalucha cotidiana. En este sentido, es tan estrecha la relacin entre unos y otros que
el error cometido en la eleccin de los mtodos puede implicar el hundimiento del
ideal acariciado.
Por estas razones, puesto que ello entraa un peligro cierto, nosotros pensamos
que no puede combatirse con xito una psima institucin, como por ejemplo el
Estado, sirvindose de ella, adoptando sus procedimientos y sus prcticas, sino que
es necesario atacarla de frente, radicalmente, descubrir y mostrar sur defectos,
exponindolos al rojo vivo ante los ojos de las gentes, demostrando su absoluta
inutilidad para el bien general; marcando a fuego el mal que produce, sin que
reporte en cambio el menor beneficio. Es combatindola siempre, de una manera
por fi ad a y .p er s is ten te como se consigue ab at ir la . En ca mb io , la su pu es ta
colaboracin circunstancial con el fin de dominara y luego destruirla. lleva implcito el peligro de ser absorbidos por la misma institucin que se quiere
destruir.
En la historia de las luchas sociales, los ejemplos con que podramos ilustrar esta
tesis forman legin.
Estas reflexiones se nos ocurren pensando en lo insensato y peligroso que sera
par a nu es tra Or ga nizacin el ab andon o de la tct ic a de la acc i n dir ec ta y
revolucionaria, para intervenir, de una manera directa y activa, en la poltica, en los
rganos del Estado, como algunos piensan.
Claro que hay quien dice que no por ello se renuncia a la accin directa, ni
tampoco al socialismo libertario. Pero esto no es verdad; no es ms que mentira
piados a pa ra cons uel o de in ca utos , pues to qu e de hecho se re nun cia a la lu cha pa raocupar posiciones de comodidad. Si para dirigirnos a un objetivo dado tomamos
un determinado camino y luego lo abandonamos para dirigirnos por otro, es de toda
evidencia que hemos r enunciado al anterior.
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POSICION REVOLUCIONARIA. Fiel al principio segn el cual los medios justifican los fines, que no a la
inversa , el anarco-sindicalismo ha elaborado su tctica de accin directa,
antipoltica y antiestatal, realizando as, en un todo armnico, la identificacin de
medios y de fines.
Para nosotros, la eleccin de los medios tiene una importancia capitalsima. Estoshan de estar condicionados por los principios y por los fines que nos proponemos,
armonizndose,ja ms en cont ra diccin .
En efecto; de qu nos servira decir que vamos en pos de esto o aquello, que
queremos la supresin de las clases, la abolicin del Estado y la anulacin de todo
pod er qu e se arr ogue el derecho de ha cer la ley e im pon er la a todos los hombr es, s i
empleamos los mismos mtodos que conducen justamente al fin contrario de todo
cuanto nos proponemos y decimos querer ? Ante los ojos del pueblo apareceramos
como meros farsantes, igual que los p olticos al uso, pues tambin stos d icen querer
el bien de todos, pero que, por sus mtodos y por su prctica, slo se preocupan de
encaramarse en el Poder.
Hemos dicho varias veces que no son los fines los que circunstancialmente unen alos hombres en la lucha sino los mtodos empleados, la manera de actuar, la accin
que se ejerce para alcanzar la realizacin del ideal. Ah reside toda la cuestin. De
ello depende el triunfo o la derrota y, en este ltimo caso, la vuelta al punto de
pa rt id a. Por qu e, qu hombr e ex is te, a menos que no sea un malvad o, qu e no des ee ,
que no quiera sinceramente el bienestar para todos ?
En este terreno todos estamos de acuerdo, incluso con los catlicos. Hablamos de
los catlicos sinceros. Estos ta mbin quieren el bien, la dicha suprema para todos los
seres humanos. Pero, cmo y de qu manera piensan llegar a ello ? Con qu
mtodos ? Invitndonos a deponer nuestra rebelda, activa y consciente, contra la
inicua explotacin de que somos vctimas; predicndonos el abandono de todos
nuestros atributos de hombres, para convertirnos en mansos corderos;imponindonos el rezo, a fin de rogar a Dios tenga a bien de mejorar nuestra suerte
en la tierra, en tanto que nos .prepara segn seamos consecuentes con sus
mtodos la dicha en el otro mundo...#
Mas, la razn y la experiencia nos dicen que nos es por ah, que no es con el
empleo de tales mtodos, confiando en los buenos oficios de un ser hipottico y
absurdo como se llegara a materializar el bienestar para todos, sino slo confiando
en nosotros y en nuestras propias fu erzas.
Y lo que decimos de lob catlicos, vale igualmente para los polticos. Estos
tambin nos dicen que con nuestros mtodos revolucionarios slo conseguimos
atraernos el odio de las fuerzas armadas del Estado, que lo mejor sera que
abandonsemos esa tctica, substituyndola por la accin poltica, interviniendo en
los rganos del Estado, con el objeto de realizar desde ste, en cuanto nos hayamos
apoderado del timn de mando, la... felicidad general.
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Pues bien; an apoderndonos del gobierno del Estado no haramos ms que lo que
han hecho otros. Porque la esencia del Estado, el aliciente que le mueve, no es el
bienes ta r de la soc iedad s ino su pr opio engran dec im ient o, en detrim en to del hombr e,
de todos los hombres. Su destino es ser cada da ms omnipotente, a expensas de la
sociedad, alzndose con la libertad de todos. Para esto le resulta imprescindible el
mantenimiento de una clase privilegiada que lo ampare y lo sostenga, y si sta noexistiera l mismo la creara, como la cre en Rusia el Estado sovitico.
No pu diend o, pu es , el Esta do, tant o por su s pr in cipios como por sus fines, ed if icar
la sociedad socialista, qu papel haramos nosotros en el gobierno ? De ser
sinceros, de haber permanecido, por casualidad, fieles al socialismo libertario, slo
nos quedara el camino de la calle y abandonar el Poder resueltamente, como lo ha
hecho la heroica Rosa Luxemburg en los ltimos a os de su vida.
Y., para este viaje, segn reza el viejo refrn, no hacan falta alforjas.
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ANTIFASCISMO PROLETARIO
Del hecho que los trabajadores hayan debido de agruparse en sindicatos deresistencia para mejorar su msera condicin de vida contra la explotacin
capitalista, resalta claramente la oposicin del proletariado contra las clasesdominantes. Esta oposicin, cada da ms acentuada y ms fuerte a travs de susorganizaciones de clase, siempre actuante y batalladora, mostraba a la faz delmundo de cmo el proletariado iba adquiriendo la conciencia y la capacidad
necesarias para sustituir el rgimen inicuo de explotacin y tirana del capi-talismo por un rgimen de libres productores, donde los trabajadores, manualese intelectuales, unidos por una solidaridad consciente, asumieran el papel degestores de esa economa igualitaria y socialista que histricamente les
corresponde, y a la cual ningn principio de justicia social puede oponerselgicamente.
Esto, que es verdad para los trabajadores, lo es tambin para sus enemigos
tradicionales.
Mas, la alta burguesa, tan amiga de la legalidad en tanto que sta no
amenaza sus irritantes privilegios de clase, ha violentado el ritmo de laevolucin social creando ese feroz rgimen de fuerza que se conoce con el
nombre de fascismo, consciente de que la oposicin proletaria tenda , aresolverse de una manera efectiva y en bien de toda la sociedad, sin tener en
cuenta particulares intereses de casta ni de dominio, propugnando la creacin deun medio econmico de justicia social equitativo para todos.
Es as como se ha formado, con todos l os fracasados de la p oltica, con todoslos renegados y traidores de todos los partidos y, en fin, con toda la resa ca
social, esa banda de atracadores del Estado cuyo principio puesto en prcticainmediatamente de encaramarse en el poder, fu la abolicin de todas laslibertades populares, conquistadas a travs de la historia tras de ingentessacrificios, y el silenciamiento forzoso para toda oposicin de las masas
populares.
Sometiendo al proletariado, decapitndolo como clase rebelde en las personas
de sus mejores combatientes, el capitalismo crea haber conseguido su dominioabsoluto por un largo espacio de aos. As lo decan en sus discursos los jefes
fascistas de Europa, sus ms feroces perros guardianes. Pero los tiranos se hanequivocado. El puro sentimiento de justicia de la humanidad tuvo ms fuerzaque sus caones.
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La violencia, con la cual se pretendi ahogar las reivindicaciones delpr oletar iado, encarcel ando y asesinando a sus mejores represen ta ntes ,
suprimiendo por decreto la lucha de clases, lejos de resolver el problema lo haavivado, enconndolo ms an, siendo de e llo nico responsable el capitalismo.Es lgico, pues, que pague sus desaciertos y sus crmenes, desposeyndolo delos derechos que detenta injustamente sobre el trabajo, y del patrimonio que
usufructa indebidamente.
El antifascismo revolucionario, que gira en torno a l os organismos obreros deavanzada,! no tolerar ningn rgimen que sea susceptible de posibilitar unanueva vuelta al pasado oprobioso. Porque nadie como el proletariado ha sufrido
las injusticias mil y la opresin del rgimen fascista. Intil pretender conformarsu antifascismo consciente con un rgimen dg paos tibi os, donde las cosas slocambiaran de una manera enteramente superficial.
Deduciendo sus ideas de los hechos cotidianos, esto es, de la experiencia
vivida, el antifascismo proletario est convencido de la necesidad de extirpar decuajo las causas que dieron pie a que la reaccin capitalista montara sudesptico rgimen fascista. Todo lo que no sea batir en sus propias races todacausa de reaccin, vale decir, de fascismo, implica transigencia traidora. Al
fascismo se le combate a fondo si se quiere sinceramente librar a la humanidadde esa peste social.
Firmes en esta idea, estn las organizaciones proletarias, cuyo campo deaccin es el vasto mundo del trabajo, real y potente. Ellas no permitirn que se
falseen los objetivos de la lucha contra el fascismo. En este sentido, adems desu fe ardientemente revolucionaria, sumarn toda la potencia de accin de queson capaces, convencidas de que si as no lo hicieran traicionaran su propiacausa y con ella su propio porvenir.
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CONCIENCIA SOCIAL
iDesde que el proletariado ha formulado sus reivindicaciones econmicas,eminentemente justas y llenas de un hondo humanismo, ha adquirido con ello su
propia con ciencia de clase. Clase que, despus de haber hecho todas la srevoluciones por su energa y por su fuerza, hse encontrado al da siguiente
mismo escarnecida, explotada y aherrojada por las clases privilegiadas,favorecidas por la misma ignorancia de los trabajadores.
Mas, hoy las cosas han cambiado, afortunadamente. El proletariado haadquirido conciencia de sus derechos y del sentimiento de la fuerza que
representan sus giles y vivas organizaciones de clase. Sus instintosrevolucionarios y socialistas se han esclarecido. Ante l aparece claro la vivainjusticia de que es vctima por la rapacidad capitalista. Ya no quiere dejarseexplotar y formula su protesta vehemente contra el sistema econmico burgus.
Est decidido a hacerse valer, imponiendo a la sociedad el reconocimientoabsoluto de sus derechos de productor. El sabe que todo cuanto de bueno existe,de aquello que la actual civilizacin se enorgullece, es fruto del trabajo de lasgeneraciones pasadas y presentes; y afirma con San Agustn que, en buena
just icia , todo debe pert enecer a todos. Comprende claramente que el capit al no esms que el trabajo no pagado. Y hoy afirma su voluntad de pasar de la teora a laaccin. Para ello, el proletariado tiene plena conciencia de lo que quiere y tienetambin la potencia del nmero.
Las pequeas mejoras econmicas que el rgimen legal burgus le ofrece, yano le seducen. El proletariado comprende que el problema de su msera condicinde vida no se resuelve con tales paliati vos.
Es necesario realizar una profunda transformacin social en la vida econmica
y poltica, traduciendo en hechos la socializacin de los campos, las fbricas, lostalleres y las herramientas de produccin. Solamente as acabar la extremamiseria de las grandes masas populares frente a la extrema riqueza de unoscuantos. Y solo as la justicia en el mundo dejar de ser tambin una intil
palabra.
En vano es que se trate de arrastrar al proletariado hacia el crculo de ciertasideas estrechas y envejecidas. Las masas populares no se dejarn engaar. Elideal de justicia social no est atrs sino adelante, y hacia su realizacin marcha
el proletariado con firme resolucin y energa, audazmente.
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El sistema econmico del capitalismo ha evidenciado su fracaso, de tal modoque apenas encuentra quien intente razonar para defenderle, a menos que no setrate de interesados viejos reaccionarios. No produciendo en inters de lasociedad sino para la ganancia de un escaso nmero, provoca cmo consecuencia
natural la competencia y la acumulacin de los productos. Entonces aparecen enla sociedad esas crisis peridicas de su economa, debidas al exceso de produc-cin. Los trabajadores son despedidos de los lugares de trabajo, sin tener encuenta sus necesidades ni las de sus familias. El hambre, a consecuencia del paro
forzoso, invade los hogares proletarios, dndose la contradiccin de que es elexceso de productos la causa del empobrecimiento de las masas populares,cuando debiera ser, como es razonable, motivo de abundancia y bienestar paratodos.
Estas crisis del capitalismo, cada da ms frecuentes, y sin contar las terriblesguerras que produce, bastaran por s solas para condenarlo cientficamente sinapelacin.
No obstante , todava ha y quienes, victimas de sus propia s cont ra dicci ones, y
reaccionarios de hecho sino de palabra por las condiciones mismas de suexistencia, pretenden defender la dominacin econmica y poltica delcapitalismo. A esta clase de gentes pertenecen todos los dirigentes de los
partidos que son exclus ivamente pol ti cos, todos los enemigos de la
emancipacin proletaria y tambin todos los antifascistas burgueses, quienes apesar de sus discursos revolucionar ios cuando obran hacen fascismo.
El antifascismo proletario, examinando los hechos a la luz de la experiencia,
encuentra que las races ms poderosas del fascismo se hallan en la entraamisma del alto capitalismo. Son los capitanes de la industria, de la banca y lasfinanzas los agentes ocultos, los verdaderos responsables de es e flagelo social.
De ah que hoy aparezca ms indispensabl e y ms clara que nunca la necesidadde operar un cambio profundo en la vida econmica y poltica de la sociedad afin de evitar toda posibili dad de retorno al pasado. La salud social lo reclama. Lanueva conciencia social lo exige.
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EL PRINCIPIO CENETISTA
La C. N. T., organizacin obrera revolucionaria, surgida del vivo deseo deemancipacin de las grandes masas oprimidas, animada y fortalecida por ellas,tiene por principio fundamental la destruccin del rgimen de explotacin
capitalista que hoy padecemos. Frente a ella, formando una sola lnea de_combate, se hallan todos aquellos que, debido a las condiciones reales de suexistencia, son antirrevolucionarios y antiproletarios por esencia, no por justosrazonamientos o bien por una idea de orden tico, sino en razn de las ventajas
que para esos pri vilegiados representa la actual forma de e conoma capitalista, abase de la expl otacin del tr abajo. El lo les permite ll evar una vida re galada,llena de holgorio y de placeres, aceptada y defendida por los cdigos de todoslos Estados, pero que rechaza el principio de moralidad ms elemental que fluye
del puro sentimiento de justicia.
El cenetismo, partiendo de la idea de justicia, del derecho natural, que nofigura en ningn cdigo pero que late en el corazn de todos los hombres de
bien, formula su pr otesta vehe mente y enrgi ca contra el cat ico orden
econmico actual. Su pr otesta, su oposicin, su resistencia activa contra la c lasecapitalista y sus rganos de opresin, el cenetismo la rbrica con sus hechos p orva de accin directa, revolucionaria y heroica, como lo prueba abundantementesu bello historial.
Teniendo por principio la justicia, rechaza todo paliativo tanto como todaidea que no sea la expresin real de la emancipacin econmica y poltica de lasmasas proletarias. Por ello, la nacionalizacin de la tierra, de las fbricas, de lostransportes y de las herramientas de trabajo, no le seducen: exige la
socializacin, porque el cenetismo tiene la conviccin firme de que todo cuantono sea esto ltimo es un escamoteo a la idea popular de la revolucin.
Sociolgicamente hablando, y siendo uno de sus objetivos ms importantes lareorganizacin total de la sociedad, de abajo arriba, mediante asociaciones y
federaciones libremente confederadas a base de pa ctos voluntariamente queridosy aceptados, rechaza la concepcin autoritaria de la sociedad. Y en el perodode la pr opaganda y de la lucha por el ideal, rechaza asi mismo toda colaboracinde clases y todo intervencionismo en las funciones de gobierno. Para el cene-
tismo, la legalidad de los derechos del rgimen capitalista, como tambin suslibertades polticas, representan slo un sarcasmo, puesto que quien no tiene
pa n ni los medi os econmicos de conseguir lo ti ene
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forzosamente que someterse a l a voluntad de un amo que lo explote. Para que lalibertad sea un hecho efectivo, para que no sea un simple derecho escrito en un
pa pel, han de crearse las condiciones econ micas ne cesa ri as a fi n de que todoslos hombres puedan disfrutarla. De lo contrario, no es realmente libertad, es
una burla.
Por esa misma razn, el cenetismo lase siempre anarco-sindicalismoafirma que ninguna libertad es real, efectiva, si sta no es el resultado de todaslas voluntades, de todos los esfuerzos puestos en juego directamente por los
interesados para conseguirla. De ah tambin su repulsa a toda colaboracin, atoda intervencin en los organismos del Estado.
En este sentido, su intransigencia es absoluta, puesto que, en buena lgica,resulta de todo sentido comn que toda colaboracin con el enemigo implica
una peligrossima desviacin, incluso una traicin a ese sublime ideal dejust icia soci al de la s masas opri midas y del cual el ceneti smo es su expresinms difana. Y es por esta, su interpretacin de la lucha directa, puesta en
prctica en mil ba ta llas , ta nt o cmo por sus pr incipi os, que la C. N. T. adqui ri
esa potencia que hoy representa en la vida social espaola. Desconocer esto, esdesconocer la evidencia misma.
En efecto; el principio cenetista, por su sentido de un hondo humanismo y dejust icia soci al , por su esp ri tu de lu cha como por su mo dal idad de actua cin ,
representa fielmente, y de un modo cada da ms visible; las ansias de libertadde las multitudes, a la par que el carcter intimo, el temperamento acendrado delo espaol.
En el principio cenetista, el pueblo espaol se encuentra a s mismo. Se ve en
l enteramente identificado. Por tal motivo, las manifestaciones de la C. N. T.,sus grandes movimientos sociales tienen la virtud de electrizar, por as decirlo,a las grandes masas, penetrndolas de esa fe que hace mover montaas ydndoles confianza absoluta en el p orvenir. Por eso tambin hoy, quien dice C.
N. T. di ce puebl o espaol, masas oprimidas y explotadas que quieren se r libr esy exigen la restitucin de todo cuanto se las ha despojado.
Oh, compaeros ! Con este pueblo de oro, no pensis que sera cometer lape or de las locuras in tent ar separar lo del re cto camino que l solo se ha tr azado,
para ll evarl o por los veri cuet os de la cola boraci n polt ica y el
intervencionismo ?Pensad que con ello no slo abandonaramos el principio cenetista sino que
traicionaramos tambin al propio pueblo espaol.
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POSICIONES INCONCILIABLES
Tolos cuantos estudien imparcialmente los principios y las normas tcticasdel anarco-sindicalismo, forzosamente han de convenir en q ue su incursin en elterreno de la p oltica y su intervencin en funciones de gobierno resulta de una
contradiccin absoluta. No slo porque tales mtodos de actuacin llevan
implcitos la corrupcin individual, la desmoralizacin colectiva y l a adaptacina un medio cuyos intereses son t otalmente opuestos a los del mundo del trabajo,sino tambin y principalmente porque ello implica su propia negacin.
En efecto; un movimiento que nace en el seno de las clases tra bajadoras comouna expresin d su protesta viril contra la explotacin econmica y poltica, ala par que representa sus instintos socialistas y revolucionarios tanto como susansias de liberacin total de toda forma de opresin, es claro que se presente en
la arena social rechazando toda accin mediadora del Estado en relacin con losconflictos suscitados entre el capitalismo y el trabajo, como tambin re chazandotoda accin poltica e intervencin en los rganos gubernamentales. Mas, pormuy claro que sea t odo esto, y contrariamente a la lgica ms elemental, hay en
nuestro movimiento quienes pretenden armonizar dos formas de actuacin, no
solo diferentes s que tambin opuestas, dos posiciones enteramenteinconciliables. As se nos dice que, sin abandonar la accin directa, nosotrosdebemos tomar parte en la accin poltica y le galitaria y, del mismo modo, que,
sin abandonar nuestros principios, debemos aceptar la entrada en el gobierno.
Este lenguaje nos resulta de una contradiccin tan flagrante que no nosexplicamos como haya quienes mantengan tales absurdos, a menos que n o sea laconsecuencia de un estado mental que nosotros prefe rimos cal la r.
No es que nosotros seamos del parecer que en un movimient o de laenvergadura del nuestro todos debamos pensar y opinar de la misma manera
Nada de eso. Lo cont rar io es justament e nues tr o senti miento. Sabe mos que elpr ogreso no es ms que el result ado de la di versidad de pensa mientos pues tos en
juego, tr aducidos en hechos mediante la lu cha viva, apasi onada y ardiente , ora
pa cfi ca , ora violenta . La vida misma tiene por causa la lu cha . Un mund o dondetodos pensaran igual sera soberanamente aburrido y estpido. Y el hombre nohara ms que bostezar. Pero sabemos tambin que toda forma de pensar tiene su
razn de ser, su lgica; buena o mala, aceptable o no, pero la tiene. Sin ello,todo pensamiento nos resulta un galimatas.
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A. CASANOVA. 25 Cmo, pues, en la mentalidad de algunos, el anarco-sindicalismo puede
escapar a ese principio lgico ?
Y sin embarg tal se pretende al querer armonizar la idea de no gobierno (an-arquia) con la idea de gobierno.
A veces, y ello es muy natural que suceda entre los hombres de una misma
organizacin, aunque unidos por principios y mtodos comunes, tienendiferentes modos de pensar sobre un problema dado. Un mismo hecho no
pr oduce en todos las mismas ideas . Por lo ge nera l, cad a uno reacciona demanera diferente; pero observad que hay siempre un punto sobre el cual todos
estn de acuerdo. Eso, es el principio fundamental que los une en la mismaorganizacin. La diferencia consiste, pues, en una cuestin de detalle; en losdiversos modos de encarar los problemas cotidianos que la vida nos presenta.
Nunca en la cuest i n de pr in cipi os y mtodos t cticos para resolverl os. De lo
contrario, sobrevendra la escisin.
As, por ejemplo, se es anarco-sindicalista siendo partidario del sindicato deramo o de industria, o de las grandes federaciones nacionales; pero igualmentese es lo mismo anarco-sindicalista prefiriendo el sindicato de oficio a! de ramo,
las federaciones locales y provinciales a las federaciones de industria. Enambos casos, la cuestin de principios y tcticas permanece inalterable; y, eneste sentido, ninguna de las dos opiniones se sale fuera de la rbita del anarco -sindicalismo. Es slo la forma de organizacin lo que est en tela de juicio.
Pero cuando, como ocurre hoy entre nosotros, se quiere imponer una nuevaorientacin a la C. N. T. contraria a la que ha tenido siempre, es porque en susgestores existe una mentalidad de renuncia, consciente o inconscientemente, alespritu revolucionario y tambin a los principios de la organizacin confederal.
Y esto s que no es una cuestin de forma, de detalle; es una cuestinfundamental. Es asumir una posicin inconciliable con el espritu revoluciona-rio del pr oletariado militante, ya que para t odo anarco-sindicalista ser siempreverdad que la solucin de los problemas que afligen a la humanidad no pueden
tener solucin dentro del marco de las instituciones capitalistas, sino en ladestruccin de stas.
Por esta razn, la militancia toda debe estudiar a fondo estos problemas,
interpretndolos segn el contenido ideolgico de los principios y las normastcticas de nuestra Organizacin, tratando de buscar en todo s oluciones claras ylibertarias, siempre en inters de las masas oprimidas, a fin de que la C. N. T.
pueda reali zar en "un da pr ximo la misi n que sus fundadores le asignar on: laemancipacin econmica y poltica de la clase trabajadora.
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LOS BACHILLERES DEL PRACTICISMO
Observado superficialmente, parece que fuese ley de todo gran movimientosurgido del seno de las grandes multitudes, de esos sublimes movimientos quetienen por objeto la emancipacin econmica y poltica de l as masas proletarias
de toda servidumbre, que, al alcanzar cierto grado de desarrollo y apogeo,iniciaran la curva de descenso como arrepintindose de sus orgenes ymoderando as su accin revolucionaria y tambin sus reivindicaciones,
esfumndose o degenerndose de tal modo que del contenido ideolgico de sudoctrina solo nos queda el recuerdo de lo que fueron. Tal ocurri en laantigedad con el cristianismo, en la edad media con la reforma, en la edadmoderna con la gran revolucin francesa y en los tiempos contemporneos conel socialismo, segn nos recuerda Rocker en su magnfico trabajo, La Maldicin
del Practicismo.
Y sin e mbargo, contrariamente a lo que pudieran suponer ciertas gentes, nadaexiste en ello que permita pensar en la existencia de una ley inherente aldesarrollo de esos grandes movimientos histricos que l os determine a negar en
el transcurso del tiempo el pensamiento y las aspiraciones originarias.
Lo que ocurre es que cuando una corriente de opinin se abre camino entre
las grandes masas y stas adquieren conciencia de su valor, cuando ms la fe enel ideal se afirma en todos y las viejas formas de relacin social van a
derrumbarse, cuando, en fin, la realizacin del ideal est ms prxima, aparecenentonces en escena los hombres prcticos y serios estos pjaros carpinteros,como acertadamente los califica Rocker haciendo llamamientos a la realidad,a la sensatez. Y con su retrica que manejan bien, obligado es decirlo,
comienzan sus" discursos sobre las necesidades del momento, sobre lascircunstancias internacionales, etc., etc., obrando entr la buena gente como los
bomber os en un in cendio, apagando la ll ama sa grada del ideal , des figurndolo ytergiversndolo de modo tal que apenas resulta posible reconocerlo.
Estos hechos repetidos con tanta frecuencia en la historia de todos los
grandes movimientos sociales, son los que hemos de tener bien en cuenta losrevolucionarios de hoy, a fin de preservarnos de caer en los mismos errores. Ycontra este peligro, hoy debemos ponernos en guardia con ms celo que nunca,
puest o qu e tambin_ la C. N. T., esta gloriosa organizacin de los pr oletar iosrevolucionarios, se siente amenazada por los bachilleres del practicismo y de la
polt ica.
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Son estos bachilleres del practicismo los que constituyen siempre la peoramenaza de todo gran movimiento renovador y de emancipacin social. Lo queno pueden conseguir las clases privilegiadas y sus rganos represivos con sus
instrumentos de tortura y de muerte, lo consiguen ellos con sus malditosdiscursos. Su posicin dentro de las corrientes de ren ovacin social consiste en
acechar toda circunstancia que les permita actuar, ser escuchados. Entonces,cuando juzgan llegada su hora, vistindose con el ropaje de un ideal que nosienten, se presentan ante las masas en nombre de ese mismo ideal para mejorengaarlas, desvindolas del verdadero camino de su libe racin. Y en cuanto el
incendio de las viejas instituciones est a punto de producirse, y cuando msnecesario es volcar en l toda la lea disponible, estos seores se arremangan,no para atizar el fuego purificador sino para oficiar de aguadores, desepultureros del ideal.
Lo que ocurri ayer, siempre que se trat de traducir en hechos las
aspiraciones de justicia e igualdad de las masas proletarias, puede ocurrirtambin hoy con nuestro propio movimiento, con nuestra C. N. T si nosotrossomos tan cndidos como es necesario serlo para admitir los razonamientos
de esos hombres realistas , bachilleres del pacticismo. Si queremos que lahistoria no se repita, la. experiencia ha de servirnos de leccin, oponindonosresueltamente contra todos cuantos pretendan desviar la Confederacin
Nacional del Trabajo de su vieja posicin revoluci onar ia , esto es , de su franca
posicin de lucha cont ra le economa capi ta li st a y cont ra el Estado, y susrganos polticos.
Esta desviacin, de la cual la C. N. T. se siente amenazada, ya se hamanifestado, y lo ms grave es que an contina manifestndose, redoblndose
en actividad sus partidarios y aprovechando la depresin moral producida aconsecuencia de la prdida de nuestra guerra.
Comenz en Espaa a fines de octubre del 36, con la entrada de la C. N. T.en el gobierno. Los hombres del espritu prctico se dieron en explotar
aquello del imperativo de la hora , las necesidades del momento , las circunstancias internacionales y otros tpicos socorridos. La masa de lamilitancia, dedicada por entero a rechazar al fascismo de sus posiciones, yaunque sorprendida, dej hacer. Su instinto de unidad, necesaria siempre para
toda gran obra de destruccin y de defensa, no le permiti abordar lospr oblemas de orde n t ctico que los pja ros car pinter os plante ar on a laOrganizacin. La guerra, cada da asuma un mayor volumen, tanto en
intensidad como en extensin. A toda costa la unidad antifascista se hacaimprescindible para aplastar al enemigo tradicional de la emancipacin y laslibertades populares. Los frentes, con sus necesidades mltiples, absorban todala actividad de los militantes. Fu en esta atmsfera moral, en un medio llenode dificultades, cmo la militancia se resign a aceptar la nueva modalidad de
actuacin introducida en nuestro movimiento por el sabio sentido de la rea-lidad de los pjaros carpinteros, mas no sin comprender que ello representabaun desgraciado parntesis en la historia de la C. N. T.
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28 POSICION REVOLUCIONARIA.
Y de lo que ha sido verdaderamente circunstancial, un accidente, se quierehacer una norma definitiva, amenazando as a la C. N. T. en lo ms vivo de susentido socialista y revolucionario, en lo que es causa de su fuerza siempre
creciente y de prestigio notable entre nuestro pueblo. Continuar por la senda de la intervencin gubernamental como piensan
algunos compaeros, es tanto como exponer a la C. N. T. a un peligro cierto.Ello equivale a amenazarla de muerte en tanto que organizacin revolucionariade la clase trabajadora, cuyo objetivo principal es la liberacin total de las
masas proletarias del doble yugo econmico y poltico en que las mantienen etcapitalismo y el Estado.
Y par a al canzar es e fi n subl ime , la C. N. T. const it uye ante todo, tantoterica como prcticamente, un modo de actuacin revolucionaria del
proletari ado en su lu cha coti dia na cont ra la explotacin ca pi ta li sta. Renunciara ese modo de actuacin, es renunciar a la C. N. T., puesto que ello implica larazn de su ser, de su vida misma.
No nos deje mos embele car con esa s canci ones de los pjaros car pin ter os
que hoy amenazan a la C. N. T. Nos va en ello el porvenir en tanto quetrabajadores que aspiramos a instaurar un medio social donde el sol salga paratodos. El peligro existe. Conjurmoslo antes que sea demasiado tarde y ocurracon nuestro Movimiento lo que ocurri con otr os movimientos anteriores.
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INDICE
Prlogo .................................................................... . .................. pg 3
El mal de la hora .............................................................................. 7
Posicin revolucionaria ....... ........ ....... ........ ....... ....... ........ ....... ....... 10
Tctica suicida .................................................................................. 12
Tctica libertaria ........................................................................... 14
Mtodos y fines .............................................................................. 15
Antifascismo proletario ....... ........ ....... ........ ....... ....... ........ ....... ....... 18
Conciencia social ........................................................................... 20
El Principio Cenetista ............. ....... ........ ....... ........ ....... ........ ....... ... 22
Posiciones inconciliables ................................................................ 24
Los Bachilleres del practicismo ....... ........ ....... ........ ....... ....... ........ ... 26
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OBRA IMPORTANTISIMA E INEDITA
'V
"HACIA UNA FEDERACION DEAUTONOMIAS IBERICAS "
la mejor obra de Felipe ALAIZ
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cuadernos publicados. Cinco en prensa,
ra
BIEN PRONTO APARECERA :
E T I C A
de Pedro KROPOTK1NE
un tomo de 300 pginas .............................. 80 fcs.
Lo mejor que se ha escrito como historia analtica
de las ideas morales de la humanidad.
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HISTORIA DE LA INTERNACIONAL
Y LA ALIANZA EN ESPAA
por Max NETTLAUun tomo de 100 pginasCO
ENTRE LA GUERRA Y LAS TRINCHERAS
por Camilo BERNERI
LAS LUCHAS DE NUESTRA DIAZ
por Max NETTLAU
En Cataln
INTERPRETACIO LLIBERTARIA
DEL MOVIMENT OBRER CATALA
por Joan del PI
EL MOVIMIENTO COLECTIVISTA
EN LA REVOLUCION ESPAOLA
por Gastn LEVALEstudio histrico y documental
de las colectividades industriales y campesinas Un tomo de ms
de 200 pginas con clichs documentales
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7/28/2019 Posicion Revolucionaria - A. Casanova
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PROXIMOS A APARECER
Erico Malatesta. El hombre, el revolucionario, el anarquista. Precursores de la
libertad. MAX NETTLAU.
Excursin Reclusiana por la Espaa fluvial. FELIPE ALAIZ.
La Ley del Nmero. RICARDO MELLA.
La Coaccin Moral. RICARDO MELLA.
, El Sindicalismo. Sus mtodos y sus fines. GERMINAL ESGLEAS.
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Ediciones "TIERRA y LIBERTAD
FOLLETOS PUBL I CADOS
El movimiento libertario saluda a sus hermanos cados en la lucha, (agotado) 20
p gin as . Edc esp .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 10. fcsLa Maldicin del P racticismo. Rodolfo Rocker. (agotado)
Lo que nosotros queremos. Al pueblo. Gobierno e Iglesia.Faure, Gori, Tolstoy. (agotado)
Maldiciones bblicas. Libertad sexual de la mujer. Camilo Berneri. 24 paginas
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Nuestr o progra ma de adaptaci n. Grupo Anoia . 36 pgs. 7.'fcs
La cura del odio. Fausto Falaschi. 24 pginas ....................................... 6. fcs
El Sindicalismo y la Anarqua. P oltica y Sociologa.
Soledad Gustavo, (agotado)
P. J. Proudhon. ? Que es la propiedad ?. R. Rocker.(agotado)
Ensayos sobr e organizacin de la Educacin Nacional.
Jos de Tapia. 48 pginas ....................................................................... 10. fcs
El Movimiento Cooperativista en Suecia. A Souchy, 32 pgs 7. fcs
Espaa Social Federal. F. Alaiz. 32 pginas .......................................... 10. fcs
Nueva Ma ldicin del Pract icismo. F. Alaiz. 32 pginas ..10. fcs
Breves apuntes sobre las pasiones humanas. R. Mella, ...8. fcs
El Municipio Espaol desde la Epoca d e Roma. F. Alaiz.
32 pginas ............................................................................................. 10. fcs
La Federacin Local es el Mun icipio. F. Alaiz, 32 pginas. 10. fes
Fermn Salvochea. Precursores de la Libertad. R. Rocker.
32 pginas ............................................................................................. 8. fcs
El Municipio mandatario de la Asamblea Abierta. F. Alaiz.32 pginas ............................................................................. ............... 10. fcs
Posicin Revolucionaria. A. Casanova. 32 pginas ......... ......... .......... ... 10. fcs