“¿Por qué es importante emprender?”…

Tuve la oportunidad de leer esta pregunta en una asignación, la cual tomó asiento en mi cabeza y se dispuso atacarme hasta lograr su respuesta.

Pienso que en algún instante de nuestras vidas, todos nos hemos cuestionado acerca de por qué arriesgarnos a hacer algo, por qué esforzarnos por alcanzar una meta o sencillamente por qué levantarnos cada día de nuestra cama. En esos momentos, nos volvemos nuestros propios abogados defendiendo el planteamiento de que es mejor no emprender ningún proyecto, porque así estamos seguros de que no fallaremos y continuaremos teniendo el control de todo.

Y es que a la mayoría nos encanta quedarnos en nuestra zona de confort, porque es allí donde nos sentimos a gusto, donde ya “tenemos todo” y donde no es necesario hacer más para seguir de pie. Pensamos que si “aquí estamos bien, no hay necesidad de buscar más”… y de inmediato también se hace presente ese miedo que aplaude nuestra actitud y empieza a darnos razones de por qué es mejor quedarnos donde estamos y no arriesgarnos más. Al final de todo decimos “¿Para qué atrevernos si podemos fallar, si podemos no lograr lo que queremos, si las cosas pueden salir mal o todo puede resultar como no pensábamos?”.

Sin embargo, ignoramos que al tomar esta decisión aceptamos como nuestra filosofía de vida el no correr riesgos ni lanzarnos por nuestros

sueños, por lo que empezamos a vivir automatizados. Es justo en ese momento donde nos entregamos por completo a un abismo que sin duda alguna termina por llevarnos a ninguna parte. Todo esto sucede porque sentimos que necesitamos un motivo que nos inspire a hacer cada acción y que sacuda nuestro mundo para que todo se mueva de su lugar, y que de esa manera nos de la señal de porqué debemos hacerlo.

Entonces…“¿Por qué es importante emprender?”

Es simple, porque si no lo hacemos nos estamos llenando de límites y dudas que lastiman nuestro bienestar, porque es necesario retarnos e innovar en nuestras vidas, porque lo que hoy tenemos puede ser mejor, porque los imposibles lo son solo hasta que lo hacemos, porque no hay que conformarnos con ser pequeños cuando es nuestro destino el llegar a la grandeza.

Debemos emprender porque ello implica llevar a cabo una obra que hace realidad nuestro ideal; porque fallar no es malo, es parte del premio de la victoria; porque lo excitante de la vida se encuentra en esos obstáculos que superamos y en esas adversidades que sobrevivimos; porque nada bueno nos llegará de la nada; porque lo muy simple puede tornarse rutina y arma letal contra nuestro propósito de vida; porque cumplir nuestros sueños y planes debe ser nuestro objetivo en cada acto.

No importan las circunstancias… “Yo decido emprender”, decido salir de mi zona de confort y apoderarme del universo que me espera… ¿Y tú, me acompañas?