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Ponencia al III WORKSHOP DE RIDOT
Políticas, territorios y actores locales: la construcción de territorios analizada a través
de estudios de casos.
Dr. Roberto González Sousa
Dra. Angelina herrera Sorzano
Dr. Ricardo Remond Noa
Estudiante: Elsa Morejón
Facultad de Geografía
Universidad de La Habana
Introducción
La preocupación por alcanzar un enfoque para estudiar y comprender la
reorganización del espacio en Cuba a partir del triunfo revolucionario de enero
de 1959, e intervenir en su transformación con un profundo sentido prospectivo
y humanista, despojado del conjunto heterogéneo de técnicas que con
demasiada frecuencia llegan a convertirse en sujeto y no en herramientas para
un análisis, situación que no permite comprender que sucede realmente en el
territorio y hacia donde marchamos, es la única alternativa posible para los
investigadores que en el país estudian los procesos territoriales, y que tienen
en los lineamientos de la política económica y social del Partido y el Gobierno
aprobados en abril de 2011, uno de sus principales retos.
Ante el hecho real de disponer de métodos cada vez más elaborados para
comprender la realidad cubana, interpretarla con mayor grado de objetividad,
reconocer la aparición de desigualdades socio-espaciales, y la emergencia de
inequidades, y proponer acciones que la transformen con una intencionalidad
dirigida a la creación de nuevas oportunidades, surge la preocupación de que
ello no ha permitido revertir los procesos de desarrollo desigual que hoy se
observan en su territorio. De ahí que sea necesario llamar la atención en
cuanto a las limitaciones que en el diseño de políticas públicas se introducen, al
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no tener una clara comprensión de la naturaleza y complejidad del territorio, del
alcance y significado de este concepto.
Todo proceso de transformación política, económica, social, tecnológica, e
institucional requiere materializarse en una organización territorial de la
sociedad y la economía dada, y en permanente cambio. Hoy el territorio debe
ser utilizado como concepto central en el diseño y ejecución de las políticas
públicas, tanto en espacios urbanos como rurales, en los diferentes modelos de
desarrollo en el planeta (Fernandes, B., 2008). Su construcción en Cuba no
está exenta de conflictos, dado los intereses que promueven estas políticas,
sea producto de la inversión estatal, mixta o asociadas al rápido crecimiento del
sector emergente, donde se incluye el trabajador por cuenta propia (privado),
cuya aparición en la vida económica nacional no puede ser comprendida al
margen de la grave crisis económica que se desata en al país en la década de
los años 90, con la desintegración de la comunidad de países socialistas. No
obstante, como señala Iñiguez. L. (2002:176):
“En la recuperación económica, la eficiente localización de inversiones o las reanimaciones productivas tienden a debilitar la equidad de los anteriores procesos, que actuaban sobre los desequilibrios espaciales y regionales heredados. Las «asignaciones» o las «nuevas oportunidades» repercuten favorablemente en espacios-familias concretos y regulan la desigualdad inter e intraterritorial… Es comprensible que las oportunidades de acoger los nuevos actores económicos y la incorporación de individuos-familias al sector emergente de ventajas de ingresos, tiene una condicionalidad o determinación espacial… Es por ello que se sitúan en ventaja aquellos donde ambos factores coincidan, como el caso del turismo en Varadero…”.
Cuando el territorio se estudia en su multidimensionalidad, y se analiza en su
totalidad durante el diseño de las políticas públicas, es entonces posible
comprender que sus distintas dimensiones son formadas por las condiciones
construidas por los sujetos, en sus prácticas sociales en relación con la
naturaleza y entre sí. Las múltiples dimensiones del territorio son producidas
por las relaciones sociales, económicas, políticas, ambientales y culturales, y
reflejan la intencionalidad de los actores, sean públicos o privados. Este
principio no puede ser obviado en momentos que se exige una mayor
productividad espacial en la localización de las inversiones, se mantiene una
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verticalidad en la toma de decisiones y las desigualdades socio-espaciales se
acrecientan.
1. El territorio en los antecedentes de la planificación física desde el
triunfo revolucionario de enero de 1959 hasta 1989
Al triunfo de la Revolución1, cuando aún no existían estudios territoriales
sistematizados y menos todavía se hablaba de planificación territorial, se
observa que las decisiones relativas al territorio se tomaron esencialmente a
partir de principios políticos y de política económica, aunque sus
consecuencias territoriales no pudieran preverse con precisión (Baroni, S.,
1989). Sus acciones y resultados no pueden ser analizadas sin considerar que
se desarrollaron en un contexto político económico donde dominaba, entre
otros aspectos, la planificación centralizada de la producción y las inversiones
(Rodríguez, G., 1980). En lo externo, la imposición del bloqueo comercial,
financiero y político por el gobierno de los EEUU, su política agresiva que tiene
como colofón la invasión de Girón en 1961, el estímulo a los grupos opuestos
al avance del proceso revolucionario, entre otras acciones desestabilizadoras
orientadas a su destrucción, no pueden ser obviadas como condicionantes de
las transformaciones territoriales acaecidas desde los inicios de la década de
los años 60.
Estos cambios abarcan a todas las esferas de la sociedad y su economía y, por
supuesto, están presentes en todo el territorio nacional. Entre las principales
acciones emprendidas se encuentran aquellas de carácter legal que
promueven importantes cambios en la agricultura, su organización territorial y
en los espacios rurales cubanos. Entre 1959 y 1963 se producen las dos leyes
de Reforma Agraria (1959 y 1963) y la nacionalización de las propiedades,
tanto extranjeras como nacionales (1961-1968). Se comienza la diversificación
1 En marzo de 1960 se creó la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) y, al siguiente año la Junta de
Coordinación e Inspección (JUCEI) cuya fundamental actividad debía ser la de coordinar los trabajos de
los organismos administrativos, políticos y sociales. Con las JUCEI se dieron los primeros intentos de
descentralización. En 1966 estas fueron sustituidas por lo que se denominó Poder Local (PL); con lo que
se pretendió poner en marcha un proyecto de descentralización administrativa de mayor amplitud, pero en
la práctica no les fue posible jugar el rol que se esperaba de ellos
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agrícola y un plan de industrialización como base de la estrategia de desarrollo
del estado.
El proyecto revolucionario se basa desde sus inicios en la creación de
condiciones de justicia y equidad social y territorial, y sus principales objetivos
llevan aparejados propósitos socio-ambientales, entre los que se pueden
destacar el aumento del nivel educacional, comenzando por un proceso de
alfabetización, y la ejecución de diferentes medidas para implantar un sistema
de salud de calidad y accesible a toda la población. Paralelamente se
promueve el incremento y diversificación de la producción, el surgimiento de
nuevos conjuntos industriales, la redistribución del ingreso por grupos sociales
y áreas geográficas, el desarrollo de la infraestructura (viales, líneas férreas,
puertos, aeropuertos, líneas eléctricas, de comunicación, presas y canales,
etc.), la reorganización de la vida política, la difusión de nuevos valores
culturales y éticos, como algunos de los elementos que en el contexto de las
transformaciones revolucionarias le comunican a la dimensión territorial un
nuevo contenido y sientan las bases de lo que podría denominarse política de
desarrollo regional o, simplemente, política regional. No obstante, señala
Baroni, S. (1998), la experiencia cubana en la planificación física en algunos
momentos ha identificado desarrollo de las fuerzas productivas con programas
de inversiones, donde a los hombres se le asignaba una función pasiva como
abastecedores de fuerza de trabajo, subestimando su potencial creativo de
participación en la conducción de los procesos productivos.
A partir de 1962 se instituye la planificación centralizada en Cuba. El modelo
implantado respondía al esquema existente en la ex Unión Soviética y los
países socialistas europeos de planificación centralizada, basada en los
balances materiales de la economía. En este contexto programático, el
desarrollo económico en el socialismo era concebido no como un proceso
espontáneo, sino consciente, requiriéndose a los efectos de la dirección de la
sociedad, la necesidad de conocer sus leyes objetivas y, en el plano territorial,
sus regularidades. Esto, por supuesto, fundamentaba el carácter objetivo que
manifestaban las relaciones territoriales de la actividad económica, lo cual se
debía tener en cuenta a la hora de acometer los análisis territoriales, así como
le proporcionaría el fundamento teórico y metodológico a la actividad de la
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planificación física en el país, muchos de sus principales características
estarían vigentes hasta los primeros años de la década de los años 90. Ello
queda plasmado en el Decreto 21 de 19782 , donde se afirma que la
planificación física es la actividad estatal que:
“…procura el ordenamiento territorial (…) mediante la determinación del destino de la tierra para los diferentes fines”. En su concepto queda establecido que: “La planificación física es la actividad que, en concordancia con los objetivos, tareas y directrices del Plan Único de Desarrollo Económico y Social y mediante la investigación de las condiciones naturales, demográficas, económicas y técnicas del país, procura el ordenamiento territorial en sus diferentes niveles, con el fin de lograr la más correcta distribución territorial de las fuerzas productivas”.
En sus mecanismos de actuación según consta en el mencionado Decreto se
establece que:
“La planificación física, a través de los planes y proyectos físicos, expresa la adecuada localización de las actividades de producción y servicios mediante la determinación del destino de la tierra para los distintos fines, teniendo en cuenta las necesidades actuales y futuras de la sociedad y, al mismo tiempo, garantiza que el proceso de urbanización en el país sea dirigido a largo plazo de un modo planificado, así como el desarrollo planificado y ordenado de ciudades y pueblos”.
En este contexto técnico, organizativo, administrativo y político se desarrollan
inventarios, diagnósticos y proyectos de notable calidad técnica, donde
consideramos domina un enfoque de carácter sectorial, tecnócrata y limitado
en su validación social, todo lo cual conspira para restar más que su
aplicabilidad, la cual se justifica por un plan de inversiones que normalmente le
acompaña y garantiza su materialización, la eficiencia en sus resultados por su
distanciamiento del entorno social de validación. Los resultados de estos
estudios, en gran medida caracterizados por su condición de documentos
técnicos muy bien concebidos y elaborados, pero sin basarse en la
2 En la gaceta oficial de la República de Cuba de fecha 9 de marzo de 1978 se publica el acuerdo del
Consejo de Ministros no. 21/78, donde se define el reglamento de la Planificación Física en el país. En el
mismo se recoge el concepto, sus mecanismos de actuación y expresión, entre otros aspectos de
significativa relevancia para una actividad que desde 1960 se dedicaba a ordenar el territorio.
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participación comunitaria y el aprendizaje social que el espacio como
construcción social requiere para su funcionamiento sostenible, hoy transitan
en búsqueda de una justificación que los haga perdurable en el tiempo en las
nuevas condiciones en que avanza el proyecto social revolucionario.
A ello contribuyó también la ausencia de un punto de contacto o una franja de
permanente interacción entre la planificación física y la económica. A esta
situación tributa el enfoque que prevalecía al estudiar el desarrollo del territorio,
donde primaba el concepto de que la estructuración territorial estaba
determinada por la distribución de las fuerzas productivas y, por tanto, el
problema se debía centrar en el manejo del proceso de localización de las
inversiones (Baroni, S.,1989).
A su vez, esta organización territorial hecha por y para especialistas aunque
destinada a mejorar las condiciones de vida y trabajo de la población, carecía
del marco jurídico para hacer efectivo los estudios técnicos propuestos y, al
mismo tiempo, crear las condiciones necesarias para una efectiva participación
de la sociedad en las labores de construcción de los programas de
ordenamiento territorial. Todas estas acciones en el planeamiento tenían como
objetivo principal promover el desarrollo regional (Roig, M., 1995). Los
procesos que se suceden a esta etapa del desarrollo económico y social del
país mostrarán la precariedad de las estructuras espaciales que se crean,
conformadas en el marco de una política económica altamente centralizada y
de escasa visión prospectiva.
Los errores cometidos durante estos años en la planificación económica y
territorial enfatizaron la actuación de los organismos en sus funciones
sectoriales, haciendo particularmente difícil la compatibilización ramal –
territorial. Esta tendencia se reflejará en la propia actuación de las direcciones
de planificación física que a escala provincial tenían bajo su responsabilidad la
elaboración de los planes directores de todos los municipios de sus respectivas
provincias (Baroni, S., 1989). Ya era evidente a finales de este período que
solo uniendo las funciones de la investigación, planeamiento, gestión y control
en el municipio es que se podría alcanzar una planificación realmente
descentralizada, y se haría posible una participación popular en su elaboración
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y, con ello, se lograría un desarrollo efectivamente integral del territorio (García,
C., 1989).
Las observaciones críticas realizadas en párrafos anteriores, donde no se
descarta la influencia de una visión sesgada por la academia, no soslayan la
responsabilidad de los investigadores en el destaque de algunos de los logros
importantes del planeamiento físico en Cuba hasta finales de la década de los
años 80. Pueden ser mencionados entre sus más significativos:
La reestructuración del espacio rural a tenor con las transformaciones
sociales, técnicas, tecnológicas y organizativas que en él se introducen y
de las condicionantes que las relaciones establecidas durante casi tres
décadas, en el seno de la Comunidad de Países Socialistas y del CAME
(Consejo de Ayuda Mutua Económica), imponen al uso del suelo.
La transformación del espacio urbano, que dada la prioridad otorgada al
modelo urbano-industrial de desarrollo y sustentada en un amplio plan
de inversiones en los sectores de la industria, los servicios y la
infraestructura, favorece el crecimiento de las ciudades intermedias y
pequeñas, frena el de la Capital y ofrece una amplia gama de opciones
de empleo en sectores no vinculados a la agricultura, lo que estimula el
éxodo rural.
La creación territorial de los grandes sistemas de servicios
fundamentales a la población, que si bien no respondían de forma
mecánica al desarrollo de los restantes sectores de la economía, son
una respuesta a los ideales de justicia social que ha estado en la base
del programa revolucionario desde la lucha insurreccional (Baroni,
1998).
Se contiene el crecimiento de la ciudad de La Habana y sobre todo se
disminuye sensiblemente su peso en muchas actividades económicas y
sociales, favoreciendo una “relativa” equidad espacial. Si bien no se
logra la desaparición de la herencia de una capital macrocefálica, las
diferencias entre occidente y el oriente del país, y entre el campo y la
ciudad, que se expresan - según Roig, M. (1995) - en desproporciones
entre el desarrollo económico, el crecimiento poblacional y la capacidad
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de su infraestructura técnica producto de procesos migratorios y de
concentración de población, las mismas disminuyen.
Los resultados de los proyectos de desarrollo económico y social en este
período evidencian que disminuye la desigual distribución de las fuerzas
productivas en el país, aunque ésta aún se encuentra marcada por los
rasgos heredados de la etapa capitalista (ver Cuadro 1).
Cuadro 1. Análisis comparativo de la distribución territorial de la producción
industrial no azucarera (en %)
Concepto 1958 1988
Producción
industrial
Población Producción
industrial
Población
Cuba 100.0 100.0 100.0 100.0
Provincias habaneras 75.0 25.0 46.0 26.0
Provincias orientales 12.0 32.0 23.0 35.0
Resto del país 13.0 42.0 31.0 39.0
Fuente: Problemas actuales de la distribución de las fuerzas productivas. IPF. La Habana, 1989.
Desde el punto de vista medioambiental se puede afirmar que las
transformaciones han sido significativas, lo que permitió ya en los años
ochenta eliminar en Cuba la mayoría de los principales problemas
socioambientales que existen en otros países subdesarrollados como
son la pobreza, el desempleo y la insalubridad.
2. El territorio en la planificación física durante la crisis económica de
los años 90
La desintegración del campo socialista y, en particular, de la URSS, la
desaparición del CAME pone fin a varios lustros de crecimiento económico, con
un marcado signo de equidad territorial y social, y sumen a la economía cubana
en una profunda crisis, cuyos efectos se manifiestan con inusitada rapidez en el
surgimiento de diferencias sociales, económicas y territoriales, donde no se
niega su existencia previa a esta fecha, pero que la política económica y social
del gobierno minimizaba sus efectos. .
En el nivel micro, la crisis se deja ver en los bajos e incluso nulos
aprovechamientos de las capacidades disponibles en empresas con diferentes
formas de propiedad y, en lo territorial, en la ruptura del entramado de
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relaciones productivas así como en los desequilibrios urbano - rurales y centro -
periferia que comienzan a adquirir una nueva dimensión, testigo en cierta
medida de la crisis del modelo de desarrollo de crecimiento extensivo que
caracterizó a la economía cubana hasta la desaparición del campo socialista.
De economía abierta, fuertemente dependiente de la comunidad de antiguos
países socialistas y, en especial, de la ex URSS, con un mercado seguro para
todo tipo de producciones y un trato preferencial, se pasa a una economía
abierta que pierde la mayoría de sus mercados, su capacidad de importación
en casi un 75%, el trato preferencial y que necesita, como requisito
indispensable para la supervivencia y desarrollo, de la introducción de reformas
en lo económico, político y social, en un contexto donde además, se endurecen
las condiciones del bloqueo y de acceso al crédito internacional.
Desde el punto de vista económico, la posibilidad dada por los vínculos con la
comunidad socialista de alcanzar el desarrollo económico tomando como punto
de partida la industria azucarera, el cultivo e industrialización del cítrico, la
expansión de la industria niquelífera, el desarrollo de la producción de
maquinaria, etc., y que constituyó uno de los pilares de la equidad espacial,
entra en una etapa de crisis y cuestionamiento. La reflexión conduce a la
reorientación de los perfiles de especialización de la economía cubana hacia
sectores tales como el turismo, la biotecnología y la industria médico-
farmacéutica. Por otra parte, se valora la inversión extranjera como una de las
vías para la reactivación de la economía (Ferradáz, M., 1998).
En otras palabras, para Cuba la década de los años noventa marca la entrada
en una nueva fase de su desarrollo que demanda una minuciosa evaluación de
todos los recursos disponibles (naturales, humanos, económicos, etc.) y
necesarios para la continuación de su proyecto social en las nuevas
condiciones internacionales. Se impone, por tanto, una variación sustancial de
los esquemas de planificación y gestión del territorio ante una evidente realidad
dada por el incremento y diversidad de los actores en la producción del
espacio, la escasez de recursos económicos que se refleja en la pérdida de
capacidad de intervención del Estado para la solución de los desequilibrios
territoriales presentes y las especificidades ecológicas y ambientales de cada
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unidad socioespacial, aspecto éste no contemplado anteriormente en todo su
significado.
Se pueden mencionar tres elementos que han modificado radicalmente el
escenario nacional con fuerte incidencia en los aspectos territoriales3:
Creciente diversificación de los agentes económicos y sociales, ya sea
por procesos de descentralización empresarial, de la gestión de
gobierno, aparición de nuevos actores no estatales como las UBPC4, los
trabajadores por cuenta propia y otros.
La apertura al capital extranjero, que se refleja en las inversiones en
numerosas áreas de la economía (turismo, inmobiliarias, zonas francas,
parques industriales, minería, etc.) y que requiere modificaciones al
régimen jurídico y urbanístico del suelo, la actualización de los registros,
de las normas y procedimientos para su valoración.
Reorganización de la administración pública, de la economía estatal y la
reforma de los métodos de planificación. Estos procesos han marchado
asociados al redimensionamiento de la administración y de la economía
estatal, lo que ha demandado la búsqueda de nuevos enfoques y
desarrollos en los instrumentos y procedimientos del planeamiento y la
gestión territorial.
El planeamiento físico dominante hasta ese momento y caracterizado por un
profundo contenido ético y de justicia social, debe hacer frente a la
reorientación de los perfiles de especialización de la economía en las nuevas
condiciones económicas nacionales e internacionales, así como al hecho de no
haber existido una política explícita e instrumentada en estrategias concretas,
que indujera una distribución territorial de la población acorde con los objetivos
económicos y sociales del país, particularmente notable en el espacio rural.
Con ello, las acciones para dirigir con prioridad los recursos hacia la
transformación y elevación del nivel de vida en el espacio rural y hacia el
3 Véase: Instituto de Planificación Física. Fundamentación y comentarios al proyecto de ley del suelo, el ordenamiento territorial y el urbanismo. La Habana, octubre, 1996 (s/a). 4 Carranza (1995) al referirse a la creación de las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC) señala: “en el sector agropecuario se ha dado lo que constituye probablemente la transformación estructural de mayor alcance realizada en la economía cubana (…), que deben convertirse en la forma fundamental de propiedad y organización de la producción en este sector”.
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desarrollo de los asentamientos intermedios y de base, con pérdida de peso de
la capital, se tornan cada día más difíciles de mantener.
En este nuevo contexto se produce un acelerado crecimiento del sector
cuentapropista (privado) y, con ello, la actuación de nuevos actores en la
construcción del territorio, que hasta ese momento era responsabilidad y
función casi absoluta del sector estatal (público) de la economía, como actor
principal y prácticamente único en el acontecer de los territorios. La estructura
socioeconómica en su dimensión territorial acelera su transformación, al mismo
ritmo que se perfila la formación de tres tipos de economía con manifestaciones
y rasgos espaciales distintos, aunque con una cierta tendencia a establecer
vínculos entre sí, en particular, a partir de las políticas que se ponen en marcha
a partir de abril de 2011. Se destacan:
Economía tradicional, que continúa su marcha con un limitado
aprovechamiento de las capacidades existentes, sus relaciones
intersectoriales se caracterizan por una participación creciente del peso
cubano convertible en las transacciones comerciales y de servicio y, en
lo espacial, presentan un conjunto de relaciones pobremente
estructuradas y de signo cambiante.
Economía emergente, constituida por las empresas mixtas, sociedades
mercantiles de intereses cubanos, representaciones de firmas
extranjeras y otras entidades y asociaciones que operan en pesos
cubanos convertibles y en divisas.
Economía cuentapropista o privada, con una masa creciente de
trabajadores que realizan sus actividades fuera de las economías estatal
y de las empresas emergentes, resultado de la política de promoción de
esta actividad ante la incapacidad del sector tradicional de dar empleo y
la selectividad que aplica el sector emergente en búsqueda de eficiencia.
Pueden operar en ambas monedas, lo que en gran medida depende del
interés de las personas que intervienen en la compra-venta de
mercancías o servicios Su comportamiento espacial refleja las
diferencias centro-periferia y occidente-oriente.
Por otra parte, la demanda de un nuevo enfoque en lo concerniente a la
dimensión territorial tiene sus raíces en la crisis que experimenta el principio
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rector que ha servido de base para el desarrollo socioeconómico del país: la
equidad socio - territorial. Como algunas de las formas en que se manifiesta, en
la actualidad, esta crisis puede mencionarse:
La distribución de la población no se corresponde con los requerimientos
del desarrollo económico y social, hecho que en la actualidad se
agudiza. Las áreas agrícolas y pecuarias sufren un déficit permanente
de fuerza de trabajo.
La tendencia del crecimiento demográfico con un marcado
envejecimiento de la población señala hacia una reducción en
perspectiva de la disponibilidad de recursos laborales, que en las
condiciones existentes en las zonas rurales demandarán procesos poco
frecuentes y de muy escasas posibilidades de llevarse a la práctica,
como migraciones urbano-rurales y ciudad grande-ciudad pequeña, con
la demanda de la ampliación de los servicios en las zonas receptoras.
La estructura urbana de la Capital resulta insuficiente para acoger la
expansión de la inversión extranjera en su territorio, hecho que
promueve la adaptación de áreas residenciales para tales fines,
modificando la función de los municipios, la dirección e intensidad de sus
relaciones, la estética y la estructura de sus redes de servicio.
La capacidad de creación de empleo en general y por territorios es
insuficiente, lo que agudiza un problema que se viene arrastrando desde
la pasada década, en particular, en las provincias orientales: el
desempleo. El estudio como fuente de empleo y un amplio movimiento
de formación de trabajadores sociales serán algunas de las acciones
que se promuevan para combatir el flagelo del desempleo en el país.
En el sistema urbano regional se destaca la necesidad apremiante de formular
e instrumentar una política integral de distribución espacial de la población y de
estructuración del sistema de asentamientos humanos en las nuevas
condiciones económicas. Este hecho parte del reconocimiento de que en Cuba
las transformaciones revolucionarias en el campo socioeconómico
determinaron sensibles modificaciones en las tendencias y procesos de
distribución territorial de la población, acelerando la integración del sistema de
asentamientos sin la existencia de una base económica y una política integral
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de desarrollo del sistema que tuviera esta en cuenta. La crisis económica
según Roig, M. (1995), pone de manifiesto la vulnerabilidad de la base
económica de las ciudades, en cuya construcción influyeron concepciones
económicas y urbanísticas, donde primaron criterios sectoriales y de enfoque
extensivo, sobre lo integral e intensivo, la decisión central sobre la local, y el de
la nueva creación sobre la renovación y revalorización de los valores urbanos
pretéritos.
Todo parece indicar que se avanza en la superación de las contradicciones e
insuficiencias apuntadas en párrafos anteriores y, con ello, se reafirma que
Cuba no ha abandonado el criterio de contar con una economía planificada,
reguladora de los aspectos esenciales del desarrollo y en profunda búsqueda
de soluciones ante el nuevo escenario mundial e interno, donde los problemas
ambientales ocupan un lugar destacado. Se busca la transformación de la
planificación de balances materiales y de servicios en una actividad de la
prospectiva estratégica, donde los planes se consoliden como mecanismos de
gestión de las transformaciones espaciales y el proceso inversionista, y donde
la participación supere el limite tradicional de los organismos e instituciones del
estado, y se amplíe a amplios sectores de la población.
3. Los cambios sociodemográficos, el territorio y los actores locales
privados en la nueva política económica
Desde 1978 la población de Cuba se ha venido reproduciendo por debajo de
los niveles de reemplazo, lo que unido a índices de mortalidad infantil que
rondan el valor de 5 por mil nacidos vivos y una esperanza de vida que supera
los 77 años, provoca cambios en la estructura y distribución de la población. A
esta situación también contribuye la política aplicada por los EEUU a la isla y
conocida comúnmente como “ley de ajuste cubano”, instrumento dirigido a
destruir el proceso revolucionario, y mediante el cual todo cubano que entre al
territorio de ese país obtiene el permiso de residencia y de trabajo. Nos
encontramos ante un proceso de envejecimiento de la población, donde según
Martín, J. L., Molina, J. (2010.80) “más dela mitad de los que trabajamos en
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Cuba pasamos de los 40 años. El grupo envejecido duplica en su crecimiento
el ritmo de la población trabajadora del país”.
Esta situación genera un aumento de la población no activa económicamente
según la edad, en relación a la población activa, y una fuerte demanda sobre
los servicios especializados y asistenciales en general por estos grupos etarios
de población del país, entre otras situaciones de interés en el acontecer
sociodemográfico cubano. En el 2008 se estimaba la población de 60 años y
más en un 17% de la población total. Entre las medidas que se han puesto en
práctica en países que presentan esta situación demográfica, y que se señala
como de las más recurrentes ha sido, la prolongación de la edad de jubilación,
y Cuba no es una excepción en este sentido, y la Ley de Seguridad Social, en
uno de sus acápites, se pronuncia a respecto, e incrementa la edad de
jubilación a los hombres a los 65 años y a las mujeres a los 60 años.
Los efectos de estos cambios en la población también se manifiestan en la
estructura y distribución territorial, por categoría ocupacional y tipo de actividad
de la fuerza de trabajo. Según la proyección realizada al 2015 por Martín, J. L.,
Molina, J. (ob. cit.:79) “…el mayor porcentaje de senescentes dentro de la
fuerza de trabajo se concentrará en las provincias de Ciudad de La Habana (La
Habana es la denominación actual de la provincia) y Santiago de Cuba, ambas
con algo más del 26% del total”. En cuanto al tipo de actividad según la edad,
el autor de referencia señala, a modo de ejemplo, que la edad promedio de los
trabajadores del sector del turismo es inferior al promedio de edad de los
trabajadores empleados en otros sectores de la economía nacional, lo que
puede ser un indicativo de que los empleos más ventajosos son
“particularmente esquivos para los trabajadores de más edad” Martín, J. L.,
Molina, J. (ob. cit.:82). Datos referidos al censo de 2002 (no se han publicado
aún los datos desagregados del censo del 2010), “coinciden en la percepción
de que los cambios en el terreno económico han impactado las migraciones y
éstas últimas la distribución de la población, en los reacomodos de sus
efectivos en torno a núcleos poblacionales con presencia en ellos de
actividades económicas emergentes o beneficiadas con la política
inversionista…” (Martín J. l., 2012: 38).
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Sobre las consecuencias en el mediano y largo plazo de este proceso de
envejecimiento en sus múltiples dimensiones no nos tendremos, pues quedan
fueran del objeto de esta investigación, no así en lo referido a los nuevos
actores locales privados como parte de la fuerza de trabajo y del proceso de
desarrollo territorial en la actual dinámica sociodemográfica que presenta el
país.
La crisis económica de los años 90, aún latente y con diversidad de impactos
en lo social, económico, tecnológico, cultural y territorial, las reformas que se
aplican para paliar sus efectos y emprender el camino al desarrollo desde esa
década y, más recientemente, los lineamientos de la política económica y
social que se aprueban en abril del 2011, y que marcan nuevos rumbos de
actuación en la política económica, donde se reconoce y promueve, además de
la empresa estatal socialista, forma principal de la economía, las modalidades
de la inversión extranjera, las cooperativas, los agricultores pequeños, los
usufructuarios, los arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia5
(privados), entre otras, apuntan aun tímidamente, hacia una necesaria e
impostergable descentralización, condición ineludible para la construcción de
un territorio que se presenta en la actualidad como un espacio heterogéneo en
lo social, y de desigualdades crecientes en lo económico, y donde los actores
locales privados contribuyen paulatinamente a su diversificación socio-
estructural y económica territorial.
Es necesario señalar que la actividad privada en Cuba entre 1959 y 1990 se
redujo prácticamente hasta casi desaparecer, limitada a ciertos sectores
económicos como campesinos individuales y transportistas principalmente. A
partir de 1993, con la promulgación del Decreto-Ley 141, la cantidad de
personas incorporadas a esta modalidad de trabajo comienza paulatinamente a
crecer aunque bajo la denominación de Trabajo Cuenta Propia y limitada en
esos primeros momentos su ejercicio a 55 actividades, posteriormente en el
5 La persona que practica esta actividad según la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) es
aquel trabajador que siendo o no propietarios de los medios y objetos de trabajo, no están sujetos a un contrato laboral con una persona jurídica, no reciben una remuneración salarial, elaboran su producción o prestan sus servicios de una forma individual o colectiva, mediante el empleo según procede, de ayuda familiar y se encarga directamente de la comercialización, o a través de otra persona o entidad que los represente legalmente a estos efectos.
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año 1995 se amplía a 117, en 2003 a 157, magnitud que continua en ascenso,
unido al estímulo al desarrollo de formas organizativas de tipo cooperativo en
varios sectores de la economía. Su origen y función no puede ser valorada al
margen de la crisis económica de los años 90, cuando el sector estatal de la
economía que controlaba casi la totalidad de los sectores, sufre una fuerte
contracción, lo que la transforma en una importante fuente de empleo, tanto
directos como indirectos, de ingresos a la población y como complemento de
una actividad estatal incapaz de satisfacer la oferta de bienes y servicios.
En este nuevo contexto social, económico y político, los actores locales, tanto
vinculados a formas organizativas estatales de producción como cooperativas y
privadas, aparecen como una alternativa necesaria e inaplazable en el proceso
de desarrollo de la economía y la sociedad cubana. En la “concepción del
desarrollo local se incluyen necesariamente los actores del desarrollo y de las
dinámicas sociales, económicas, políticas y culturales en un territorio
determinado” (Iglesias, M., 2001:114). Pero, los actores locales del desarrollo son
el producto de la construcción de una historia colectiva en un territorio
determinado, de una identidad local que se transforma en fuerza motriz del
desarrollo.
Echar andar un proceso de desarrollo basado en las iniciativas locales exige un cambio paradigmático, de ajuste de estructuras sociales, mentales y culturales, pues implica nuevos conceptos de organización en lo económico, político y social, implica le manejo de la diferencia, de lo múltiple, revisar formas de racionalidad y de aprehender el mundo (Iglesias, M., 2001:114),
Por ello, Martín, J.L. (ob. cit.: 39; 41) señala de forma nítida y sin ambages
cuando hace referencia a la actualidad laboral cubana la “evidencia (de)
disfunciones tales en la producción y en los servicios que coloca en un plano
de absoluta perentoriedad el alcance de un nuevo estado de cosas en el
mundo laboral cubano“. Esta disfuncionalidad hace que en el desempeño del
trabajo a escala local no se cree un sistema de relaciones socio-territoriales, no
se construya un territorio, sino se esté en presencia de “una extraña suma
vectorial de lo que se ha hecho bien y mal, lo que no se ha hecho y lo que se
ha deshecho”.
17
No obstante, los estudios realizados muestran que los nuevos actores
asociados al sector de la economía cuentapropista (privada) mantienen un
papel poco relevante, a pesar de su número, en la construcción territorial, dado
que no logran insertarse en las cadenas productivas organizadas y gestionadas
por las empresas estatales, y cuando lo logran, este encadenamiento es de
carácter marginal. Sus resultados .más importantes se encuentran en la
creación y oferta de empleos que puede ser importante a escala local, así
como de servicios de alojamiento, transporte y preparación y venta de
alimentos y productos agrícolas obtenidos de la agricultura urbana. Tales son
los casos que se reportan en las zonas donde domina la actividad turística y la
producción agrícola, por ejemplo. Ello demanda un análisis del alcance y
efectividad de las políticas públicas con fuerte incidencia en las dinámicas
territoriales, y las características que asumen los territorios que en este
contexto se construyen.
Si bien los nuevos actores locales estatales, cooperativos y privados forman
parte de un conjunto multidimensional de actores que hoy está presente en
todos los municipios de la nación, aunque en magnitud variable en su
estructura de participación, no obstante, el tejido de las relaciones con otras
organizaciones económicas es casi inexistente, al igual que las relaciones
entre las micro y pequeñas empresas y con las empresas estatales (de
subordinación supramunicipal en su mayoría), lo que demuestra la presencia
de intereses contrapuestos que, por una parte, dificulta el avance de la
cooperación entre establecimientos económicos de diferentes formas de
propiedad, uno de los pilares en los cuales se asienta el desarrollo local y, por
otra, frena la construcción de nuevos territorios. Por último, se observa que no
en todas las estrategias de desarrollo territorial se le otorga el mismo papel al
sector cuentapropista o privado, a pesar de la importancia que se le confiere en
los lineamientos establecidos en la nueva política económica como
dinamizadora de la actividad económica del territorio.
Es posible hablar de una ruptura entre el discurso teórico y la práctica en
ejercicio, aunque se observa que a pequeña escala, estas microempresas
impactan económica y socialmente en las localidades donde se encuentran
enclavadas, crean redes de relaciones que van más allá de su territorio de
18
asiento y de lo legal, en muchos casos, contribuyen a la creación de empleos,
al incremento de la calidad de vida de sus trabajadores, diversifican la oferta de
productos y promueven el rescate de tradiciones locales.
4. Políticas públicas, territorio y la transformación del espacio: la
construcción de nuevos territorios rural-urbanos
La necesidad de confrontar visiones y aunar esfuerzos acerca de la relación
que está presente entre políticas públicas y las transformaciones territoriales
que acontecen en el espacio rural-urbano, a partir de la década de los años 90,
en el marco de la compleja e inestable trayectoria seguida por el sector
agropecuario en Cuba, alcanza su momento de mayor relevancia
socioterritorial a partir de los esfuerzos emprendidos para la actualización del
modelo de desarrollo económico vigente. Por una parte, el paso desde una
agricultura de grandes empresas centralizadas en función del mercado externo,
hacia una agricultura campesina y cooperativa descentralizada y, por otra, un
movimiento de agricultura urbana que surge de forma espontánea frente a la
escasez de alimentos, culmina con más de tres décadas de una organización
territorial de los espacios rurales artificial y donde el único actor era el Estado y
sus empresas.
El proceso, que en la actualidad se acomete en el país, dirigido a la entrega de
tierra a toda persona jurídica y natural en condiciones de hacerla producir, el
reconocimiento otorgado por el Estado a las formas cooperativas en la
producción de alimentos, a la pequeña propiedad, a las modalidades de
agricultura urbana y suburbana en el abasto alimentario a la población de las
ciudades y pueblos, nos sitúa frente a un hecho a todas luces trascendental, la
construcción de nuevos territorios, territorios de los distintos tipos de actores
locales con cierto poder de decisión en sus actividades.
Varios son los instrumentos legales que paulatinamente provocan esta
transformación6. Uno de los más recientes y de mayor impacto socioterritorial,
se promulga en el año 2008, cuando se dicta el Decreto Ley 259 Esta norma
6 Ver: Herrera, A, González, R., Mármol, E., 2013. Cuba: Modificaciones en la tenencia de la tierra y el desarrollo de la agricultura urbana; avances en seguridad alimentaria.
19
jurídica permite la entrega de hasta 13,42 ha a las personas naturales. En el
caso de las personas naturales que poseen tierras, en propiedad o en
usufructo, podrán ampliar sus tierras hasta 40,26 ha. Su aplicación provoca una
diversificación de actores en el espacio rural y estimula el regreso al campo de
muchos campesinos y trabajadores, que en décadas anteriores sustituyeron el
trabajo en el campo por el empleo urbano, y el modo de vida rural por el
urbano. A ello también contribuye el Decreto Ley No. 304 (año 2012), que
permite la construcción de viviendas y otras construcciones consideradas
bienhechurías que pueden servir para estimular el proceso de regreso al
campo de la población que había emigrado.
Estos instrumentos legales tienden a favorecer la construcción de territorios de
los campesinos y productores que regresan al campo. Para el año 2012, se
estimaba en un total de 172 mil nuevos usufructuarios (de ellos, el 35% son
jóvenes de menos de 35 años y el 10% son mujeres) que trabajan 1 538 000
ha (Herrera, A., González, R., Mármol, E., 2012). Antes de la aplicación del
Decreto Ley 259/2008, el número de pequeños agricultores era de unos 300
mil, en el año 2012 la cifra de agricultores pequeños había ascendido a unos
426 mil. De estos datos se puede inferir la importancia que ha tenido la
aplicación de este decreto en la proliferación de la pequeña propiedad (MINAG,
2012).
No obstante, varios son los factores que atemperan la marcha de este proceso.
Pueden mencionarse: el envejecimiento de la población rural y la falta de relevo
de la fuerza de trabajo campesina; el escaso interés en retornar al campo de la
población joven y en edad laboral; falta de recursos financieros para adquirir
medios de trabajo e insumos, a lo que se suma que muchas de las tierras
ociosas disponibles para su cultivo se encuentran muy distantes de los núcleos
poblados o de los centros urbanos, y lo más probable es que esas tierras
distantes no se lleguen a ocupar por nuevos productores.
En una apretada síntesis es válido destacar que la pequeña propiedad,
poseedora de una menor superficie de tierras, se ha transformado en un actor
local de significativa importancia, produce la mayoría de los alimentos básicos
que consume la población, aunque estos son vendidos en su mayor parte en
los mercados agropecuarios por las empresas estatales, debido a los
20
mecanismos de acopio y venta de productos alimenticios establecidos por el
Estado. Muchos de los nuevos productores que se benefician con la entrega de
tierras en estas dos últimas décadas (1990-2010), junto con los más
experimentados, llegan a producir en la actualidad casi el 70% del valor de la
producción agropecuaria del país (Murillo, M., 2010).
a) La agricultura urbana y periurbana, los nuevos actores locales y la
transformación de los espacios urbanos y suburbanos.
La agricultura urbana es otra de las vías que se promueve a inicios de 1990 en
el país para impulsar la producción de alimentos, con un profundo impacto en
los territorios y el surgimiento de un creciente número de actores locales. Esta
modalidad tiene su comienzo con la entrega de tierra en usufructo gratuito
realizadas entre 1991 y 1995, forma parte de iniciativas y esfuerzos locales
espontáneos, aprovechando los terrenos libres dentro de la ciudad. Esta
práctica puede ser considerada como una de las primeras reacciones de la
población para contrarrestar el déficit de alimentos a inicios del período
especial, a la cual marcha unida la construcción de nuevos territorios rural-
urbanos, pues el cultivo se realiza dentro del perímetro urbano. Solares
yermos, patios y azoteas de las casas se transforman en áreas de cultivo.
Paulatinamente se convierte en una actividad comercial que llevan adelante los
actores locales y se generaliza en la provincia de La Habana y en las 13
cabeceras municipales y la ciudad de Manzanillo en un radio de hasta 10km.
Entre los meses de septiembre 1994 y octubre 1995, se habían constituido 485
clubes de horticultores que agrupaban a unos 10 mil miembros en estos
espacios urbanizados ocupados en la producción de alimentos, que a su vez se
organizaban en más de mil organopónicos (canteros conformados con distintos
materiales que se rellenaban con sustrato orgánico), unos 400 huertos
intensivos y una cantidad superior de huertos comunitarios. El paisaje de las
ciudades adquirió algunas características propias de los espacios rurales y sus
habitantes se transformaron en productores de sus alimentos. En el año 2012
la superficie total dedicada a la agricultura urbana era de 3 087,61 ha en el país
(MINAG, 2012). La descentralización de la comercialización asociada a esta
práctica da lugar a la aparición de puntos de venta directa a la población,
mercados agropecuarios estatales, mercados agropecuarios de oferta y
21
demanda, etc., al interior de los espacios urbanos, lo que unido a la
.descentralización del sistema de aseguramiento técnico material de esta
modalidad agrícola causa un profundo impacto en la imagen urbana (fotos 1 y
2).
Fotos 1 y 2. Agricultura en la ciudad
Esta modalidad de agricultura también ha ejercido un impacto muy favorable
como fuente de empleo de la población y en la diversidad biológica, por la
propagación y uso de plantas medicinales. En el año 2000 estaban empleados
201 000 trabajadores (periódico Granma, 2001); en el 2002 la cifra ascendió a
326 000 (periódico Granma 2003); en 2005, a once años de comenzar esta
modalidad agrícola, estaban empleados en la agricultura urbana casi 400 mil
trabajadores, convirtiéndose esta actividad en un elemento muy dinámico y
activo en la ocupación laboral. Durante el 2012 se mantenían vinculados a la
agricultura urbana unos 70 mil jóvenes, muchos de ellos beneficiados con la
entrega de tierras a partir del Decreto Ley 259 (Gómez, J., 2012).
b) La agricultura suburbana y os actores locales
Se desarrolla en áreas localizadas en el ámbito suburbano7 y crece en
importancia sobre todo a partir de las entregas de tierra en usufructo con el
7 El área de la agricultura suburbana es el territorio localizado a 10km de las cabeceras provinciales,
hasta 5km de las 147 ciudades y cabeceras municipales que no son capitales provinciales ni se encuentran en La Habana y a 2km de los poblados con más de 1000 habitantes y que no son cabeceras municipales, y por último el área aledaña a asentamientos poblacionales menores de 1000 habitantes
22
Decreto Ley 259 del 2008. La agricultura suburbana persigue como objetivo el
autoabastecimiento alimentario del municipio, lo cual la convierte en una
actividad de alcance local, a partir del máximo aprovechamiento de sus
potencialidades naturales, humano, financiero, e infraestructurales sobre bases
sostenibles, contribuyendo, entre otros aspectos, a la formación de redes de
actores locales.
El Programa de Agricultura urbana y suburbana de Cuba para el 2012
reportaba una superficie de 10 431ha para ambas modalidades agrícolas, sin
contar los patios de las casas dedicados a la producción de alimentos, una
parte de cuyas producciones pasa a la redes locales de comercialización formal
e informal (Rodríguez, A., 2012). La importancia de este proceso de
reorganización agraria asociado al Programa, en la actual etapa y en el futuro,
radica en que no solo será un factor relevante en los resultados económicos del
sector, sino también, una condición de la sostenibilidad económica, social y
ecológica, un proceso que contribuye a la construcción de nuevos territorios
campesinos y de distintos tipos de productores.
5. Turismo, territorio y desarrollo local en Varadero y su área de
influencia
El turismo internacional en su relación con la economía cubana ha pasado de
ser una actividad coyuntural a manifestarse como un factor estructural de
significativo peso en su desempeño y de decisiva influencia en aquellos
territorios donde ella domina o influye de manera decisiva en su economía. De
hecho, es posible valorarla como el principal factor del dinamismo económico
en territorios como Varadero, los municipios vinculados al auge de esta
actividad en los cayos que rodean la Isla, Trinidad, Viñales, norte de las
provincias de Ciego de Ávila y Holguín, entre otros.
En los distintos escenarios concebidos para estos territorios y otros que se
puedan sumar en el devenir de los próximos años, el turismo mantendrá similar
condición, girando cada vez más la economía y la vida social explícitamente
alrededor del papel que este desempeña en su crecimiento demográfico,
hasta un mínimo de 15 viviendas (Rodríguez, 2012). Estos son los límites entre la agricultura urbana y la suburbana, a veces son un poco difíciles de determinar y en ocasiones es posible que se solapen.
23
económico (captación de inversión extranjera, generador de empleo y factor de
estímulo al desarrollo de otros sectores de la economía del territorio) y de
ampliación de la infraestructura.
Su diversificación como actividad económica, mediante la incorporación de
nuevas modalidades turísticas a la ya tradicional explotación de los recursos de
sol y playa, relacionando la misma con otros potenciales, tanto del turismo de
naturaleza como histórico arquitectónico y cultural, no solo permitirán que Cuba
continúe siendo un destino competitivo en el contexto regional e internacional
del turismo de la modalidad de sol y playa, sino que su diversificación reforzaría
su relación con el territorio y las comunidades. Esto significa un importante
estímulo a las economías de los municipios que se han visto escasamente
beneficiados por el crecimiento del turismo de sol y playa, un freno importante a
las migraciones hacia los territorios costeros donde domina tal modalidad de
turismo, el fortalecimiento de su identidad, el crecimiento del empleo, la
diversificación de las economías locales y la disminución de la diferenciación
socio-territorial.
Sin embargo, de mantenerse el actual esquema de desarrollo turístico donde
se privilegia en la práctica de manera incuestionable el turismo de sol y playa,
poco contribuirá a la dinámica económica y social de la población y los
territorios que se encuentran fuera del radio de actuación de esta modalidad
de turismo, exacerbando sus problemas a la par que se profundizan las
inequidades sociales y territoriales, incluso al interior de estos territorios que se
ven directamente beneficiados por la actividad, como por ejemplo, Varadero,
influyendo en los modelos de crecimiento urbano, donde el territorio se
fragmenta en partes, separadas por su dinamismo económico, arquitectura,
nivel del planeamiento y población que les habita. El resultado de este proceso
urbanístico ligado al turismo es la construcción de asentamientos (ciudad,
pueblos y poblados) desiguales y polarizados en su estructura
sociodemográfica y económica.
Varadero, como otros destinos turísticos de Cuba de especial relevancia para
su economía, a partir de la crisis de los años 90 se ha convertido en foco de
atracción de población (en este caso regulada su cantidad por el Estado), de
empresas mixtas, asociaciones económicas internacionales, entre otras formas
24
que asume la actividad económica hoy en Cuba. La influencia de la actividad
turística en el interior de estos espacios de residencia se identifica
fundamentalmente, a partir de la existencia de casas que son reformadas
gracias a la renta de los trabajadores que laboran en el sector, la proliferación
de actividades estatales y por cuenta propia que operan en moneda
convertible, frente a aquellas otras que permanecen al margen de la actividad
turística y, consecuentemente, de tal renovación. El diferencial de renta entre
los trabajadores del turismo y el resto explica la dualidad del paisaje urbano en
el hinterland de Varadero.
¿Cuáles son los principales cambios que se observan en el territorio donde el
auge turístico de Varadero ejerce su influencia de manera directa?
Cambios en la estructura del uso de la tierra y en la distribución de los
cultivos. Se produce un abandono de los cultivos tradicionales de caña de
azúcar y henequén, por cultivos alimenticos destinados a los mercados locales
y el acercamiento de estos últimos a las áreas urbanas en expansión.
Figura 1. Densidad de zonas agrícolas, 1990 Figura 2. Densidad de zonas agrícolas 2012
Fuente: Morejón, E. (2013)
Crecimiento de los asentamientos en área urbanizada. La dinámica
espacial del sistema de asentamientos que se encuentra bajo la influencia del
desarrollo turístico de Varadero experimenta cambios en el período de 1990 a
2012, los cuales se pueden resumir en: crecimiento del área ocupada por los
núcleos poblacionales; en el año 1990 el área urbanizada era de 9,86 km2. De
este total 9,86 km2 (Cárdenas- 8,68, Santa Marta-0,88 km2, Boca de
Camarioca-0,16 km2, Cantel-0,11 km2 y Camarioca-0,04 km2). En 2012, el área
total asciende a 21,33 km2; (Cárdenas-11,23 km2, Santa Marta 6,61 km2, Boca
de Camarioca-2,51 km2, Cantel-0,55 km2 a y Camarioca-43 km2) (ver mapa 1).
25
Auge del sector cuentapropista (privado) y diversificación de la estructura del
empleo. A partir de la investigación de campo en uno de los asentamientos del
área de influencia directa de Varadero, Santa Marta, se detecta el crecimiento
acelerado de la cantidad de instalaciones de servicios y comercio, a raíz de la
promulgación de los instrumentos jurídicos que autorizan el trabajo por cuenta
propia en determinadas actividades.
Las instalaciones relacionadas con los servicios, que representan casi el 70 %
del total de las inventariadas (118 establecimientos), son: las cafeterías y
restaurantes, la mayor parte de ellas relacionadas con la actividad por cuenta
propia, le siguen los talleres para el arreglo de celulares, los estudios
fotográficos, el alquiler de viviendas o cuartos y las poncheras, todas estas
últimas actividades de carácter privado, una parte mayoritaria de ellas
funcionan en moneda convertible o en las dos monedas. Ello evidencia que
una parte población de Santa Marta recibe ingresos de manera directa o
indirecta provenientes del turismo, lo cual les permite tener accesos a estos
servicios que operan en moneda convertible. La población que no labora en el
turismo o tampoco es cuentapropista, ve limitada sus posibilidades de acceso a
estos servicios y comercios.
Foto 1. Taller de reparación de celulares. Foto 2. Restaurante La terracita de Quebec
Fuente: realizadas por los autores de la investigación.
Las instalaciones de comercio representan el 30,46 % del total de
establecimientos visitados, dentro de ellas la mayor parte están relacionadas
con la venta de ropa, y se detecta un número elevado de tiendas de las
Cadenas TRD y Tiendas Panamericanas que funcionan solo en pesos
convertibles cubanos. En general se observa un predominio de los
26
establecimientos de propiedad no estatal (por cuenta propia) con más del 60 %
del total.
La presencia de estas actividades y sus resultados económicos influyen en la
imagen urbana del asentamiento. Aparecen números kioscos de venta en
lugares improvisados y se utilizan los portales de las casas para las actividades
privadas. De los 118 establecimientos visitados, 74 realizan sus actividades en
adaptaciones realizadas en las casas o en lugares improvisados, 24 en
portales de vivienda (ver fotos 1-5).
Foto 3. Kiosco de venta de ropa Foto 4. Venta de ropa en portal de vivienda
Foto 5. Cafetería invadiendo aceras
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