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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Bernard SESÉ. Poética del cuerpo según Juan de la Cruz - Poética del cuerpo según Juan de la Cruz Introducción Bemard Sesé UNIVERSITÉ DE P ARIS X «ÜSCULETUR ME OSCULO ORIS sui». Desde el primer versículo, la Esposa del Canticum Canticornm canta su amor exaltando al cuerpo. El Esposo le corresponde evocando los encantos de la amada:« ... O pulcherrima inter mulieres (. . .), ... amica mea/ Pulchrae sunt genae tuae sicut turturis; / Collum tuum sicut monilia». En el poema atribuido a Salomón, el cuerpo es el camino del amor humano. Juan de la Cruz, tan desprendido del mundo y sus seducciones, fue seducido por el Shir- ha-Shirim, canto de amor entre un hombre y una mujer, y celebración cósmica de la creación entera, que sólo pudo leer en la versión de la Vulgata. En los Poemas mayores toma también como modelo de la «junta del alma con Dios» (3 S 2, 14), la unión de los cuerpos de la Amada y el Amado. En sus poesías y en sus escritos en prosa, el cuerpo es el camino de Dios. Con mucha frecuencia sufría aquel arrobamiento que se llama éxtasis. Mil veces le hemos visto, mis hermanos y yo ( ... ). Apenas en su alma santa se manifestaba el recuerdo del Esposo celeste, se apartaba de los sentidos del cuerpo y sus extremidades, esto es, las manos y los pies se le contraían. Los dedos, curvados, apretaban tan fuertemente la palma de las manos que parecían clavados; hubiera sido más fácil rompérselos que movérselos. También los ojos se le cerraban apretadamente y el cuello le quedaba tan entorpecido, que tocarlo en aquel momento hubiera sido un verdadero peligro 1 . La aventura mística, según Juan de la Cruz, no la ilustra esa puesta en escena patética del cuerpo, que Raimundo de Capua declara haber observado tantas veces durante los arrobamientos de Catalina de Siena. Más secreta, la unión del alma y Dios que san Juan evoca según su propia experiencia no deja de expresarse también en el lenguaje del cuerpo. Las imágenes del cuerpo El deseo de Dios es el deseo del cuerpo: mis ojos ya no ven al ser amado; su ausencia es una herida: «¿Adónde te escondiste,/ Amado, y me dejaste con gemido?». 1 Beato Raimundo de Capua, Legenda Majar, esto es vida de Santa Catalina de Siena (1347-1380), traducción de Antoni Vicens, revisión según el texto latino de P. Lorenzo Galmés, O. P. Barcelona: La Hormiga de Oro, 1993, p. 147-148. -1 t- Centro Virtual Cervantes

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Bernard SESÉ. Poética del cuerpo según Juan de la Cruz-

Poética del cuerpo según Juan de la Cruz

Introducción

Bemard Sesé UNIVERSITÉ DE P ARIS X

«ÜSCULETUR ME OSCULO ORIS sui». Desde el primer versículo, la Esposa del Canticum Canticornm canta su amor exaltando al cuerpo. El Esposo le corresponde evocando los encantos de la amada:« ... O pulcherrima inter mulieres (. . .), ... amica mea/ Pulchrae sunt genae tuae sicut turturis; / Collum tuum sicut monilia». En el poema atribuido a Salomón, el cuerpo es el camino del amor humano.

Juan de la Cruz, tan desprendido del mundo y sus seducciones, fue seducido por el Shir-ha-Shirim, canto de amor entre un hombre y una mujer, y celebración cósmica de la creación entera, que sólo pudo leer en la versión de la Vulgata. En los Poemas mayores toma también como modelo de la «junta del alma con Dios» (3 S 2, 14), la unión de los cuerpos de la Amada y el Amado. En sus poesías y en sus escritos en prosa, el cuerpo es el camino de Dios.

Con mucha frecuencia sufría aquel arrobamiento que se llama éxtasis. Mil veces le hemos visto, mis hermanos y yo ( ... ). Apenas en su alma santa se manifestaba el recuerdo del Esposo celeste, se apartaba de los sentidos del cuerpo y sus extremidades, esto es, las manos y los pies se le contraían. Los dedos, curvados, apretaban tan fuertemente la palma de las manos que parecían clavados; hubiera sido más fácil rompérselos que movérselos. También los ojos se le cerraban apretadamente y el cuello le quedaba tan entorpecido, que tocarlo en aquel momento hubiera sido un verdadero peligro1.

La aventura mística, según Juan de la Cruz, no la ilustra esa puesta en escena patética del cuerpo, que Raimundo de Capua declara haber observado tantas veces durante los arrobamientos de Catalina de Siena. Más secreta, la unión del alma y Dios que san Juan evoca según su propia experiencia no deja de expresarse también en el lenguaje del cuerpo.

Las imágenes del cuerpo El deseo de Dios es el deseo del cuerpo: mis ojos ya no ven al ser amado; su ausencia

es una herida: «¿Adónde te escondiste,/ Amado, y me dejaste con gemido?».

1 Beato Raimundo de Capua, Legenda Majar, esto es vida de Santa Catalina de Siena (1347-1380), traducción de Antoni Vicens, revisión según el texto latino de P. Lorenzo Galmés, O. P. Barcelona: La Hormiga de Oro, 1993, p. 147-148.

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El cuerpo de la Amada El cuerpo de la Amada, principal locutor de los Poemas mayores, es el teatro de su

pasión. Un cuerpo en la agonia al principio del Cántico espiritual («Quiafortis est ut mors dilectio» dice el Cantar de los Cantares; 8,6). Un cuerpo colmado de deleite, en la Noche oscura. Un cuerpo abrazado «de bien y gloria», en Llama de amor viva. Un cuerpo que se ofrece en espectáculo, un cuerpo cuyas partes se nombran, expresamente: aqueste corazón, mis ojos, mis entrañas, un cabello mío, mi cuello, uno de mis ojos, mi pecho florido, mi cuello, todos mis sentidos, mi seno ...

Un cuerpo amante, estilizado con las imágenes emblemáticas del amor cortés del Renacimiento: boca, ojo, cuello, cabello ... Con una vaga semejanza con la Sulamita2

: si color moreno en mí hallaste . ..

La Amada de Juan de la Cruz no se compara con una «yegua de los carros de Faraón», como hace el rey Salomón dirigiéndose a la Sulamita3• Su léxico erótico tiene más pudor, menos ardor sensual que en el Cantar hebreo; en aquél, el cuerpo triunfa en su belleza y su ardor erótico: <<Morena soy ( ... ),pero codiciable (1, 5); hermosas son tus mejillas entre los pendientes (1, 10); tus ojos son como palomas (1, 15); ( ... )muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; /porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto (2, 14); tus cabellos como manadas de cabras ( ... ): tus dientes como manadas de ovejas ( ... ); tus labios como hilo de grana ( ... ); tus dos pechos, como gemelos de gacela ( ... ); toda tú eres hermosa, amiga mía ( 4, 1-7); como panal de miel ( ... ) tus labios ( 4, 11 ); cuán hermosos ( ... ) tus pies ( ... ); los contornos de tus muslos son como joyas ( ... ); tu ombligo como una taza redonda ( ... ); tu vientre como montón de trigo (7, 1-2)».

La Amada mística de Juan de la Cruz se describe a sí mísma, con más recato. El Amado le manifiesta con ternura su amor; no dice nada de sus encantos fisicos, a diferencia del esposo «señalado entre diez mil» (5, 1 O), embriagado por los atractivos de la joven morena4 •

El cuerpo del Amado Hermosura y gracia caracterizan al cuerpo del Amado: <<Mil gracias derramando/ pasó

por estos sotos con presura /e yéndolos mirando /con sola su figura /vestidos los dejó de hermosurm>5•

Su mano, sus brazos, sus cabellos, su pecho son algunas partes de su cuerpo que se designan.« .. .Y véanle mis ojos,/ pues eres lumbre de ellos .. . »6 suplica la Amada. Pero «los ojos deseados» del Amado tienen un poder parecido al del basilisco y al de Dios, como

2 «Revertere, revertere, Sulamitis! / Revertere, revertere ut intueamur te», Cant. 6, 12. 3 «Equitatui meo in curribus Pharaonis / assimiliavi te, amica mea.», Cant. 1, 8. 4 Las citas del Cantar de los Cantares se hacen por la Santa Biblia, antigua versión de

Casiodoro de Reina (1569), revisada por Cipriano de Valera (1602)--0tras revisiones en 1862, 1909 y 1960-, Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960.

5 Cántico espiritual, CA, 5. 6CA, 10.

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explica san Juan7• La seducción del cuerpo apenas esbozado del Amado es tal que sólo puede decirse con símiles, en «las dos estrofas más admirables del Cántico espiritual» según la expresión de Jean Baruzi: «Mi Amado las montañas /los valles solitarios nemerosos /las ínsulas extrañas /el silbo de los aires amorosos ... » 8• El cuerpo del Amado se dibuja así, de manera elíptica, con una gran fuerza de sugestión.

El Cantar de los Cantares es más voluptuoso en la representación del Amado. <<Ecce tu pulcher es, dilecte mi, et decorus!»9 exclama la Sulamita que alaba al Esposo en un canto de pasión: «Mi Amado es blanco y rubio, /Señalado entre diez mil. /Su cabeza como oro finísimo; /Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. /Sus ojos como palomas (. .. ), I Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragrantes flores; /Sus manos, como anillos de oro engastados entre jacintos; Su cuerpo, como claro maifil cubierto de zafiros. /Sus piernas, como columnas de mármol (. . .)/Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros./ Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable»10

.

El cuerpo del Amado de los Cantares y el cuerpo del Amado del Cántico de Juan de la Cruz, tienen muchos aspectos comunes. La sensualidad del primero, más acentuada, manifiesta en todas las partes de su ser, recuerda las representaciones plásticas de eros, elemento de los mitos cosmogónicos griegos. La gracia y el atractivo del segundo, manifiestos también en todas las partes de sur ser, trascienden su apariencia hasta el cielo abstracto de la cosmogonia pitagórica (<<Mi Amado ... /la música callada . .. »)y hasta el cielo vivo, habitado por un Dios que descendió en la tierra, partiendo el pan con sus compañeros (<<Mi Amado ... /La cena que recrea y enamora»). El Príncipe de la Sulamita, que subía del desierto «recostada sobre su amado», y el «Carillo» de la pastora que perdió por él su ganado llevan así a las bodas eternas de la unión cósmica, o la unión divina.

El cuerpo espiritual La representación del cuerpo humano se proyecta sobre el sujeto y el objeto de la

experiencia mística.

El cuerpo del alma La estructura del alma, según Juan de la Cruz, (la de la filosofía escolástica) es precisa,

referida en todos sus aspectos. <<El centro del alma es Dios» (LB. 1, 12). « ... El alma-explica Juan de la Cruz-no

tiene alto y bajo, y más profando, y menos profando en su ser ... » (LB. 1, 10). Pero en la imaginación, el alma tiene un cuerpo, tiene cabellos, que son sus afectos y pensamientos (1 S. 9, 2); una boca, con la cual está bebiendo sabiduría (2S. 14, 2); un paladar, que anda tocado

7 «Dos vistas se sabe que matan al hombre, por no poder sufrir la fuerza y eficacia de la vista; la una es la del basilisco, de cuya vista se dice mueren luego; otra es la vista de Dios. Pero son muy diferentes las causas, porque la una vista mata con gran ponzoña, y la otra con inmensa salud y bien de gloria.», CB. 11, 7.

8 CA, 13 y 14. 9 Cant. l, 15. 10 e.e., 5, 10-16.

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y saboreado con este manjar del amor de Dios (CB. 10, 2); ojos( ... ) espirituales, que es el entendimiento (2S. 2S 23, 2); un vientre (LB. 1, 1; 3, 7); huesos (LB. 1, 19) y venas (LB. 3, 8).

Como la Esposa de las Canciones, el alma cae enferma: el primer grado de amor hace enfermar al alma provechosamente (2N 19, 1 ). Toda la pasión o vehemencia de amor (2N 20, 2) del alma mística se expresa en imágenes del cuerpo, hasta que llegue al décimo y último grado de la escala secreta de amor, donde sale de la carne (2N 20, 5). Anima sexum no habet, declaraba San Ambrosio11

, pero antes de llegar a la visión beatífica «el alma es un cuerpo de mujer», según el bello título de un libro de Giulia Sissa, que se puede aplicar al alma que describe Juan de la Cruz. Dirigiéndose al alma abrasada en el fuego de la unión, la evoca así: « ... eres maravillosamente letificada, según toda la armonía de tu alma, y aun de tu cuerpo, hecha toda un paraíso de regadío divino ... » (LB. 3, 7).

El cuerpo de Dios La hermosura (CB. 11, 7) de Dios, tan celebrada en la Biblia, sólo se puede imaginar;

nadie nunca ha visto a Dios. En efecto, como lo recuerda Juan de la Cruz, relacionando curiosamente la leyenda y la Biblia:

dos vistas se sabe que matan al hombre, por no poder sufrir la fuerza y eficacia de la vista; la una es la del basilisco, de cuya vista se dice mueren luego; otra es la vista de Dios. Pero son muy diferentes las causas, porque la una vista mata con gran ponzoña, y la otra con inmensa salud y bien de gloria ( CB. 11, 6).

«Hermosura>>--explica Federico Ruiz Salvadoró--«es el ser mismo de Dios, en la armonía y el esplendor de sus atributos. Palabra muy querida del santo, en su forma sustantivada»12. Espiritu puro «Dios no tiene forma ni figura(. . .); Dios, siendo como es incogitable no cabe en la imaginación» (LB. 3, 52).

A pesar de estas afirmaciones reiteradas, inspirado por las imágenes del Antiguo Testamento, Juan de la Cruz, como el salmista evoca «la cara de Dios» (CB. 12, 9), o cita a Isaías (Is. 66, 12): <<Á los pechos de Dios seréis llevados y sobre sus rodillas seréis regalados» (LB. 3, 52).

Si bien es cierto que «Dios es de otro ser que todas sus criaturas en que infinitamente dista de toda ellas» (3S. 12, 2), no deja de tener muchas semejanzas con ellas. Tiene un «rostro» (2S. 6, 5), una «boca» (IS. 16, 9; IS. 19, 6), «Oídos» (CB. 39, 9), <<pechos» (CB. 27, 2), «brazos» (CB. 22, 8), «pies» (2S. 6, 5). UnamanorepresentaaDiosPadre (LB. 2, 15). Un vientre significa la «divina sabiduría>> (CB. 37, 7). Dios se mueve como un ser humano; va

11 San Ambrosio (340-397), De Virginate, I, PI 16, 290, citado por Giulia Sissa, L 'áme est un corps defemme, Paris: Éd. Odile Jacob, 2000, p. 7.

12 San Juan de la Cruz, Obras completas, 3a edición, revisión textual, introducciones y notas al texto por José Vicente Rodríguez, introducciones y notas doctrinales por Federico Ruiz Salvador, (Sigla O. C.), Madrid: Editorial de Espiritualidad, 1988, p. 1154.

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dando <<pasos y pisadas (. . .) en las almas que (. .. ) quiere llegar a sí» (2N. 17, 8); tiene actitudes humanas: <<Se recuesta» (2N. 21, 10), estrecha en sus brazos al que ama (CB. 20, 1), es toda una voz (<<Dios es voz infinita», CB. 14, 10), y sobre todo mira, con una mirada singular: «El mirar de Dios es amar y hacer mercedes» (CB. 19, 6).

En aquellas representaciones de Dios y el alma, en el universo imaginario de Juan de la Cruz, es curioso observar que ciertas partes del cuerpo humano (dedo o pierna por ejemplo) no aparecen nunca, o parecen desvalorizadas (las narices por ejemplo, atribuidas al demonio).

Funciones del cuerpo <<Lo que pretende Dio es hacernos dioses por participación, siéndolo él mismo por

naturaleza, como el faego convierte todas las cosas en faego» (D. 106). Esta «obra de unión de amor» (CA. 2, 7) es propiamente la experiencia mística, vivencia del colmo del deseo, plenitud de vida y sensación de muerte.

De esta experiencia Juan de la Cruz propone diversas representaciones: el leño encendido, la vidriera con el rayo del sol, el carbón en el fuego, la luz de las estrellas confundiéndose con la del sol, el ahogamiento ... Sin embargo, las funciones del cuerpo son sus modelos privilegiados: nacer, dar a luz, dar el pecho, comer, hablar, gozar, desfallecer, morir ... La «teología mística» de Juan de la Cruz no es nunca abstracta. La experiencia del alma, con su «hambre y sed de Dios» (Ep. 13) está instalada en la experiencia sensible. El registro del cuerpo y el léxico corporal tienen para él una importancia fundamental.

De la «unión o transformación de amor en Dios» que satisface «esa hambre y sed de solo Dios sin querer satisfacerse de otra cosa>> (Ep. 13), tres funciones del cuerpo, sobre todo, dan cuenta: la unión sexual, la mujer que da el pecho a su niño, el parto.

a) En la tradición del Cantar de los Cantares, la unión nupcial es el modelo del matrimonio espiritual. El poema de la Noche Oscura, después de la alusión exclamativa al encuentro íntimo de los amantes («¡Oh noche que juntaste/ Amado con amada, /amada en el Amado transformada!») evoca la unión carnal en las dos estrofas siguientes ( 6 y 7), cuyas imágenes simbólicas prolongan la sugestión erótica de la estrofa 5: <<pecho florido, entero, mano, en mi cuello hería, todos mis sentidos suspendía>> 13

b) En las estrofas 17 y 18 del Cántico espiritual A, el modelo del matrimonio espiritual, <<Último y más estrecho grado de amor en que el alma puede situarse en esta vida» (CA. 17) es la del amamantamiento: <<En la interior bodega/ de mi Amado bebí( ... ); Allí me dio su pecho/ allí me enseñó ciencia muy sabrosa ... ». El comentario es sugestivo: <<Porque, así como la bebida se difúnde y derrama por todos los miembros y venas del cuerpo, así se difúnda esta comunicación de Dios sustancialmente en toda el alma, o, por mejor decir, el alma más se transforma en Dios, según la cual transformación bebe el alma de su Dios ... » (CA. 17, 4). En la anotación que precede la estrofa 27 del CB. (18 de CA.), este «endiosamien-

13 Desde un punto de vista psicoanalítico, podrían interpretarse las estrofas 6 y 7 como una «fantasía de escena primitiva».

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to» (CA. 17, 11) del alma provoca una inversión admirable del símil: «¡Cómo agradecerá ella (el alma) viendo estos pechos de Dios abiertos para sí con tan soberano y largo amor! Sintiéndose puesta entre tantos deleites, entrégase toda a sí misma a él y dale también sus pechos de su voluntad y amor ... » (CB. 27, 2). La reciprocidad del amor se exalta en el amor místico.

c) Así como, según el Maestro Eckhart, Dios engendra a su Hijo desde toda la eternidad, así el alma engendra a Dios. Esta imagen, significada por la última estrofa de Llama de amor viva (¡Cuán manso y amoroso/ recuerdas en mi seno ... !) muestra bien, a partir de esta sugerencia corporal, que en toda relación de alteridad, el objeto de la relación adviene siempre en el <<seno», o el centro, del sujeto. «No conozco de Ti más que lo que de Ti nace en mí» podría decir el sujeto místico. Esta imagen del alma, encinta de Dios, aparecía también en una de las Visiones de Hadewijch de Ámberes (v. 1260 - v. 1327)14. En un sermón, el Maestro Eckhart escribe: «Cuando el alma vive lo que hace de ella la imagen de Dios (. . .) engendra a Dios». El engendro de Dios, es un tema de la mística reno-flamenca y de la espiritualidad del Maestro Eckhart, el cual evocaba los tres nacimientos del Verbo, en el seno de Dios, en el seno de la Virgen María y en el seno del alma creyente.

Unión camal de los esposos, amamantamiento, abrasamiento de amor: con estas tres representaciones en las cuales el cuerpo se entrega, totalmente, Juan de la Cruz, más allá de la tradición platónica y neo-platónica, se relaciona con la inspiración y el simbolismo de los profetas o los poetas del Antiguo Testamento.

Manifestaciones del cuerpo «Un día de Pentecostés, tuve una visión al alba( ... ). Mi corazón, mis venas y todos mis

miembros tiritaban y temblaban de deseo ( ... ). El amor de deseo me llenaba de temor y dolor, hasta tal punto que todos mis miembros parecían romperse uno tras otro, mientras se torcía cada una de mis venas» 15

• Estas manifestaciones que describe Hadewijch, son análogas a las que presentaron muchos místicos16

La gracia de la transverberación, evocada sin duda a partir de la experiencia de Teresa de Jesús17--cuando el alma siente al serafin embestir en ella con una flecha, o dardo, o saeta (LB. 2, 9-1 O}-y las cinco llagas en el alma «del santo Francisco» saliendo «el efecto de ellas al cuerpo» (LB. 2, 13), le sirven de modelo a Juan de la Cruz para afirmar que:« ... Dios,

14 Citado según la versión francesa: «Vois ici le ciel nouveau ( ... )qui est fermé a tous ceux qui n'ont jamais été mere d~ Dieu et ne l'ont pas porté jusqu'a son terme.», in Hadewijch de Amberes, Visions, Geneve: Ed. Ad Solem, 2000, p. 83.

15 Séptima visión, ibid., p. 50. 16 Véase el libro clásico de Herbert Thurston (s. j.), Les phénomenes physiques du

mysticisme, préface de Rémy Chauvin, traduit del 'anglais par Marcelle Weill, Monaco: Editions du Rocher, 1986 y Jean Guitton, Jean-Jacques Antier, Les pouvoirs mystérieux de lafoi, Paris: Perrin, 1993.

17 Vida, 23, 13-14. Véase Juan de la Cruz, o. c., nota 6, p. 96.

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ordinariamente, ninguna merced hace al cuerpo que primero y principalmente no lo haga en el alma>> (LB. 2, 13). Citando este pasaje, Édith Stein observa: <<.luan escribió esas líneas cerca de dos años después de la muerte de nuestra santa Madre. Por lo tanto no sabía todavía que la llaga de amor había dejado una marca visible en su corazón»18

A partir de su propia experiencia de la Llama de amor viva, cuando «el alma se ve hecha como un inmenso fuego de amorn (LB. 2, 11 ), Juan de la Cruz muestra esta correspondencia entre el cuerpo y el alma: «Y entonces, cuanto mayor es el deleite y faerza de amor que causa la llaga, dentro del alma, tanto mayor es el de fuera en la llaga del cuerpo, y creciendo lo une crece lo otro» (LB. 2, 13). Sin embargo, a este propósito, Juan de la Cruz no deja de distinguir el alma del cuerpo: <<Pero, cuando el llegar es solamente en el alma, sin que se comunique faera, puede ser el deleite más intenso y más subido» (LB. 2, 13).

Es notable la manera concreta con que, según Juan de la Cruz, el cuerpo participa del «toque divino» (LB. 2, 20) que es propiamente la unión mística:

Y de este bien del alma a veces redunda en el cuerpo la unción del Espíritu Santo y goza toda la sustancia sensitiva, todos los miembros y huesos y médulas, no tan remisamente como comúnmente suele acaecer, sino con sentimientos de grande deleite y gloria que se siente hasta los últimos artejos de pies y manos. Y siente el cuerpo tanta gloria en la del alma que en su manera engrandece a Dios, sintiéndole en sus huesos, conforme aquello que David dice: <todos mis huesos dirán, Dios quién semejante a ti? (Sal. 34. 10)> (LB. 2, 22).

Juan de la Cruz alude también al «gran descoyuntamiento de huesos» que se padece en la «comunicación de arrobamiento» (CA. 14, 19). Teresa de Jesús declaraba por su parte haber experimentado, en este estado, «una unción suavísima» (Moradas, 5).

«Como la herida de Jacob en la cadera---escribe Michel de Certeau---es la única marca visible de su encuentro nocturno con el ángel, el éxtasis, la levitación, los estigmas, la ausencia de alimentación, las visiones, los toques, los olores, etc. procuran a una música del sentido la gama de un lenguaje propio»19

El proceso y el advenimiento de «la junta del alma con Dios» (S3. 2, 14) tienen como cualquier estado psíquico, su correspondencia en el cuerpo. En la autobiografia secreta que se revela a lo largo de sus escritos, Juan de la Cruz es muy discreto respecto a los fenómenos de orden psicosomático de los cuales pudo ser objeto. Sin embargo, distintos testimonios, recogidos por el Padre Crisógono de Jesús, en su Vida de San Juan de la Cruz2°, evocan a su propósito varios fenómenos extraordinarios que abundan en las hagiografias: visiones, como

18 Citado por la traducción francesa: Édith Stein (S. Teresa Benedicta a Cruze, o. c. d.), La science de la croix. Passion d'amour de Saint Jean de la Croix, traduit par P. Fr. Étienne de Sainte-Marie o.c.d. Louvain!Paris, 1957, note 15, p. 223.

19 Michel de Certeau, «Mystique», Encyclopaedia Universa/is, tomo 15, Paris, 1989, p. 1033.

20 Crisógono de Jesús, Vida de San Juan de la Cruz, 11 º ed., Madrid: B. A. C., 1982.

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la visión del Cristo en cruz del famoso dibujo21, estados de levitación22

, momentos de éxtasis en los cuales perdía conciencia de la realidad exterior23

, «vivos resplandores» que iluminan su rostro o todo su cuerpo, episodio de locución, quizás en la primavera de 1591, con la imagen de Cristo del convento de Segovia ...

Muchos escritos de Juan de la Cruz conservan la huella de aquella resonancia íntima de la vida espiritual en el cuerpo, de la cual escribe que «. . . no hay tonnento que así desconyunte los huesos y ponga en estrecho al natural, tanto que, si no proveyese Dios se acabaría la vida» (CB. 13, 4). El recuerdo de una experiencia personal inspira sin duda esta observación. Sin embargo, tratando de «las diferencias de raptos y éxtasis y otros arrobamientos y sutiles vuelos de espíritu, que a los espirituales suelen acaecer», Juan de la Cruz prefiere dejar eso «para quien mejor lo sepa tratar que yo, y porque también la bienaventurada Teresa de Jesús, nuestra madre, dejó escritas de estas cosas de espíritu admirablemente, las cuales espero en Dios saldrán presto impresas a luZ» (CA. 12, 6)24•

Conclusión El cuerpo, el espíritu, el alma: estos conceptos tradicionales, donde se inscribe el

dualismo cartesiano de oposición (cuerpo y espíritu; cuerpo y alma) están cuestionados hoy por los descubrimientos del psicoanálisis, de las neurociencias, de las ciencias cognitivas ... ¿Será tan sólo una audacia poética proclamar, como Jorge Guillén, que «Cuerpo es alma/ y todo es boda»? ¿O bien, como Juan Ramón Jiménez, en Animal de fondo, emplear el bello neologismo: «el cuerpialma»25? El «amor nupcial» que une al alma con el cuerpo, ya lo evocaba admirablemente Unamuno dirigiéndose al Cristo de Velázquez:

Enamorada de su cuerpo tu alma, y por nupcial amor unimismados, no como a cárcel al morir dejóla, con el suspiro de quien queda libre, sino como a un hogar en que se ansía dejarse vivir siempre en la costumbre que es la dicha ( ... )26

En la antropología de Juan de la Cruz, los tres elementos-cuerpo, espíritu, alma-están

21 Testimonio de la Madre Ana María de Jesús, op. cit., p. 119. 22 !bid., p. 122, 166, 363. 23 !bid., p. 263, 313, 314, 323-324, 337, 338. 24 Y también CB. 13, 7; O. C., p. 632, la excelente nota 3, que explica perfectamente la

alusión, y observa que «el influjo teresiano en los escritos sanjuanistas es más amplio y profundo de lo que se cree corrientemente».

25 Juan Ramón Jiménez, «Animal de fondo», in En país de países, Edición del centenario, Madrid: Taurus, 1981, p. 156.

26 Miguel de Unamuno, El Cristo de Velázquez (1920), II, VI, Alma y cuerpo. Edición Víctor García de la Concha, Madrid, Espasa-Calpe, 1987.

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íntimamente imbricados, si bien con una jerarquía, o una subordinación, de unos a otros. Distingue en el alma, elemento primordial, una parte «razona/ o espiritual», y una parte <<.sensitiva que incluye el cuerpo con todos sus sentidos, así interiores como exteriores» (CA. 19, 3).

Evocando su propia experiencia espiritual, Teresa de Jesús escribe: <<Desea el alma de salir de este embarazo que hace el cuerpo» (Relaciones, 15). Juan de la Cruz también, según la concepción neo-platónica, considera el cuerpo como un obstáculo, una cárcel. «Hasta que me determiné en no hacer caso del cuerpo ni de la salud, siempre estuve atada» escribía Teresa de Jesús (Vida 13, 5).

«De todas maneras-explica Michel de Certeau---el místico «somatiza>>. Interpreta la música del sentido con el repertorio corporal. No se contenta con tocar el instrumento de su cuerpo, sino que es al revés, como si el piano o la trompeta fuese el autor cuyo ejecutante no sería más que el instrumento. A este respecto, los estigmas, la levitación, las visiones, etc. revelan e imponen leyes oscuras del cuerpo, notas extremas de una gama jamás completa-mente inventariada, jamás domesticada del todo y que despertaría la misma exigencia de la cual es ella alternativamente el signo y la amenaza( ... ). Del «cuerpo profundo», y por él, proviene sin duda, el movimiento que caracteriza finalmente el lenguaje «místico»: el de confesar algo esencial a la manera de una desviación («celui d'avouer un essentiel sur le mode d'un écart>>). Su gesto es el de pasar más allá, al través de «fenómenos» que corren el riesgo de ser considerados como la «Cosa» misma27

Para Juan de la Cruz, como para Teresa de Ávila, si toda la experiencia íntima del alma se representa en el gran teatro del cuerpo («decidle que adolesco, peno y muero»), el autor sin nombre y la voz infinita, que dan vida a este espectáculo, vienen de otro sitio, de aquel lugar, donde el místico, tanto como quien lo escucha, se queda «no sabiendo /toda ciencia transcendiendo»28

• El teatro del cuerpo no ofrece más-pero no propone menos-que la visibilidad de lo invisible.

27 «De toutes les manieres, le mystique «somatise». Il interprete la musique du sens avec le répertoire corporel. Il ne joue pas seulement de son corps. Il est joué par lui, comme si le piano ou la trompette était l'auteur dont l'éxécutant ne serait que l'instrument. Á cet égard, les stigmates, la lévitation, les visions, etc. dévoilent et imposent des lois obscures du corps, notes extremes d'une gamme jamais completement inventoriée, jamais apprivoisée tout a fait et que réveillerait l'exigence meme dont elle est tour a tour le signe et la menace ( ... ). Du «corps profond», et par lui, nait sans doute le mouvement qui carcatérise finalement le langage «mystique»: celui d'avouer un essentiel sur le mode d'un écart. Son geste est de passer outre, a travers des phénomenes qui risquent d'etre toujours pris pour la «Chose meme.»; cf Michel de Certeau, «Mystique», Encyclopaedia Universa/is, tome 15, Paris, 1989, pp. 1031-1036.

28 <<Entréme donde no supe ... » in O. C., pp. 78-80. J. Baruzi aclara así la aspiración mística esencial: «Qu' il n'y ait plus jamais de ces extases physiques ou les sens tressaillent et ou s' épuise le corps! Que ce qui est profond et intérieur continue d'etre profond et intérieur! Et que l'etre renouvelé par Dieu soit pour Dieu un incessant objet d'amour!»; cf Jean Baruzi, Saint Jean de la Croix et le probleme de l'expérience mystique, deuxieme édition revue et augmentée, Bibliotheque de philosophie contemporaine, Paris: Librairie Félix Alean, 1931, p. 654.

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Bernard SESÉ. Poética del cuerpo según Juan de la Cruz-~ t- Centro Virtual Cervantes