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 1 Tensiones estéticas y políticas en la emergencia de espacios y comunidades alternativas de escritura en la literatura argentina reciente Anahí Rocío Pochettino UNC-Conicet Desde finales de la década de los noventa y fundamentalmente a partir de 2002, la emergencia de ciertos emprendimientos literarios y editoriales al tiempo que una inusitada relación entre escritores, editores y distribuidores en espacios alternativos de producción, estuvo acompañada de la reactivación de interrogantes en torno de las comunidades de escritura  en el legado de las vanguardias artístico-literarias y de una praxis colectiva, política y crítica. La apertura de espacios como la Feria del Libro Independiente y Alternativa (FLIA) desarrollada generalmente en CABA y los distintos encuentros diseminados en todo el país: FLIACospel (Chaco), espacio Indygentes (Mendoza), Libros son (Córdoba), entre otros, construyó procedimientos vinculares y de construcción dinámica de redes, que desplegaron operaciones estratégicas, de resistencia y creación de comunidades alternativas de escritura, de difusión y circulación artístico-literaria. En estos espacios alternativos de enunciación, la forma relacional tramó la posibilidad de existencia de ciertas afiliaciones/desafiliaciones que interpeladas por el “canon” y determi nadas genealog ías, intimó a la serie: comunidad, crisis y autofiguración. El caso de la obra de Dafne Mociulsky (Buenos Aires, 1978), quien dialoga con la singular “Pandilla de Escritores Ambulantes ´Cóctel Molotov´”  (PEACM) cuyos integrantes se autodenominan participantes activos de la FLIA de CABA, resulta un material casi-inédito para problematizar modalidades y procedimientos artístico-literarios. En este marco nos preguntamos: ¿Qué ocurre cuando, en l a literatura reciente, el yo autobiográfico se inscribe relación con otros?, ¿qué comunidades advienen en esta inscripción?, ¿de qué modo la literatura reciente asume la autofiguración de un yo-entre-amigos, en el límite de una comunidad de escritura? 4, 5 y 6 de oct ub r e d e 20 10 I I C on g reso I nt ernac i on al A r t es en C r uc e: bi ce nt en ari os l at i noam eri ca no s y g l ob al i zaci ón I S B N 97 8- 98 7- 178 5- 52- 0  

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Tensiones estéticas y políticas en la emergencia de espacios y comunidades

alternativas de escritura en la literatura argentina reciente

Anahí Rocío Pochettino

UNC-Conicet

Desde finales de la década de los noventa y fundamentalmente a partir de 2002, la

emergencia de ciertos emprendimientos literarios y editoriales al tiempo que una inusitada

relación entre escritores, editores y distribuidores en espacios alternativos de producción,

estuvo acompañada de la reactivación de interrogantes en torno de las comunidades de

escritura en el legado de las vanguardias artístico-literarias y de una praxis colectiva, política

y crítica. La apertura de espacios como la Feria del Libro Independiente y Alternativa (FLIA)

desarrollada generalmente en CABA y los distintos encuentros diseminados en todo el país:

FLIACospel (Chaco), espacio Indygentes (Mendoza), Libros son (Córdoba), entre otros,

construyó procedimientos vinculares y de construcción dinámica de redes, que desplegaron

operaciones estratégicas, de resistencia y creación de comunidades alternativas de escritura,

de difusión y circulación artístico-literaria. En estos espacios alternativos de enunciación, la

forma relacional tramó la posibilidad de existencia de ciertas afiliaciones/desafiliaciones que

interpeladas por el “canon” y determinadas genealogías, intimó a la serie: comunidad, crisis y

autofiguración. El caso de la obra de Dafne Mociulsky (Buenos Aires, 1978), quien dialoga

con la singular “Pandilla de Escritores Ambulantes ´Cóctel Molotov´”  (PEACM) cuyos

integrantes se autodenominan participantes activos de la FLIA de CABA, resulta un material

casi-inédito para problematizar modalidades y procedimientos artístico-literarios. En este

marco nos preguntamos: ¿Qué ocurre cuando, en la literatura reciente, el yo autobiográfico seinscribe relación con otros?, ¿qué comunidades advienen en esta inscripción?, ¿de qué modo

la literatura reciente asume la autofiguración de un yo-entre-amigos, en el límite de una

comunidad de escritura?

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Dafne Mociulsky y Cóctel Molotov

La escritora y gestora activa de la FLIA, Dafne Mociulsky, nació en 1978 en Buenos

Aires y desde una edad muy temprana comenzó a publicar su obra predominantemente

narrativa. En el año 2005 funda el sello Duniashka Ediciones, por el cual publica: Trilogía 

(2005), La Ofrenda Innecesaria (2006), Miedo Roto (2007) y varios cuentos. Todas sus obras

aparecieron por editoriales alternativas con las que mantuvo vínculos comunitarios de trabajo:

)elasunto( publicó  Martín Descoronado  (2007) y  En el cajón de la mesita de luz (2007); El

Aura del Sauce editó Mientras Me Ves (2008) y Solitúdine (2007-2009); y los sellos Alterarte-

S-Tudios y No Hay Vergüenza Ediciones, de distribución ambulante en trenes y colectivos,

los libros  Anecdotario de seres desmontables Vol. 1  (2008), Conchudas, antología  (2008) ,

¡Calláte! (2009) , Indumentaria para Estorbos  (2008) , Perros, Gases, Gatos y un Gallo 

(2009), entre otros. A través de estas publicaciones e intervenciones, Mociulsky fue

construyendo su participación en ciertas comunidades, entre las que se destaca la ya

nombrada Pandilla de Escritores Ambulantes “Cóctel Molotov”, la cual ha asumido como

espacio de acción las redes solidarias de trabajo, particularmente en el marco de las FLIAs. En

el prólogo de la novela ¡Calláte!, se afirma, en una tendencia de apropiación vanguardista,

una suerte de manifiesto donde se proclama con insistencia sobre las capacidades de

 producción conjunta, de escritura “diferentes pero relacionadas”  (Cóctel Molotov, en:

Mociulsky, 2009a:4-5) y sobre todo de una pretendida clandestinidad de las acciones,

enfrentándose a través de esta etiqueta al canon literario y a formular una lectura del campo

de tensiones estéticas y políticas que atraviesan la literatura argentina como institución. En

estos términos, se comprende la adopción del término “prontuario”  (idem) para las

inscripciones biográficas, como expresión singular de escritura autobiográfica comunitaria y

disidente. En el cierre de estas inscripciones aparece el perfil de un integrante anónimo comoapertura o invitación a participar activamente del proyecto Molotov y FLIA. En todos estos

casos, la posibilidad de pensar lo comunitario privilegia la construcción utópica de las

autofiguraciones, singularmente abiertas a un diálogo permanente con otros. Así, el “prólogo-

manifiesto” o la “serie autobiográfica” son entendidos como claves, pistas o modos de

apertura a ciertas comunidades inquietantes o inadecuadas, y construcciones de operaciones y

 procedimientos textuales como: la parodia de la normativa editorial, el agradecimiento, la

enumeración de escritores, información sobre páginas web y casillas de correo, la promociónde la FLIA y de editoriales varias, ilustraciones y fotografías.

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En primer lugar, las publicaciones de esta escritora y de otros participantes de la FLIA,

reconocen el lugar disidente de todo el proceso de creación y circulación de sus textos. A

 partir de una violenta parodia de la legislación, se promete un vínculo-otro con la actividad

editorial y particularmente con la figura del lector: “…a pesar de la ley 23.344, los abogados

rompebolas y malintecionados pueden irse a la mierda; creemos que entre vos y yo podemos

legitimarnos”  (Mociulsky, 2009a:3). Con esto, se presume una reorganización y

redistribución de las relaciones y roles, del reconocimiento de acciones y encuentros, y de una

libre movilidad y posibilidad de intercambio con sus lectores sólo dictada por el placer.

En este mismo sentido, los agradecimientos vienen a diseñar un mapa de afectividades

que explora los límites de la producción conjunta y del valor de la participación en colectivos:

en casi la totalidad de las publicaciones, los escritores agradecen la gestión, colaboración y

financiación por parte de otros participantes de la FLIA. Es significativa la remarcada

informalidad de las expresiones: “(muy agradecidos todos Ale, en serio)” (Mociulsky,

2009b:128), cuya coloquialidad presupone la apertura a diálogos constantes que traman una

intertextualidad indiscutida. Otro caso es el de los agradecimientos por colaborar a través de

la complicidad en alguna modalidad de exploración de nuevos espacios paratextuales como el

graffiti callejero en el que se articulan modos de intervención estética y política, por ejemplo,

 para la ilustración de portada y difusión de la novela  Martín Descoronado, el

escritor/fotógrafo Gustavo Sidlin tomó diversas imágenes de muros impresos con el título y

nombre de la autora, y en razón de los mismos, Mociulsky expresa: “(casi caemos en cana

 por la pintada!)” (Mociulsky, 2009b:126). Por otra parte, un gran número de estas

 publicaciones comparten la tarea de promocionar el accionar conjunto a partir de la impresión

de una nómina de escritores reconocidos por sus labores activas en este espacio. Tras el lema:

“¡Apoyemos la Autogestión! Y leamos a los que están vivos” se deja leer algunos nombres de

escritores, eventos literarios, espacios culturales y editoriales o distribuidoras de libros. Con

esta exaltación, la comunidad celebra una existencia compartida, abierta y desafiante como propuesta de (re)activación del dinamismo y conflictividad del campo literario contra la

inmutabilidad de un sistema de jerarquías que obstruirían la producción propia tras el

fantasma del padre textual. Pero por sobre todo, el incentivo de leer autores “vivos” busca

fundarse en la razón de que sólo con ellos es posible un intercambio, un diálogo y algún tipo

de contacto no mediatizado. Al tiempo que la legitimación de los roles de escritor y lector,

 para estos gestores, se produce sólo en el encuentro al margen de disposiciones y/o

normativas, se confía a los lectores direcciones de correo electrónico personales, informaciónsobre eventos donde compartir experiencias, blogs o páginas web abiertas a la expresión y

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 participación tendiente a la activación de competencias de todo intérprete. En este sentido, el

encuentro escritor, editor, lector, promete la potencialidad política de un encuentro o amistad.

De este modo, las estrategias montadas de las FLIAs proponen interrupciones al

aislamiento del yo o el autoritarismo del tradicionalismo identitario. La concurrencia de

singularidades que en sí mismas son una pluralidad en relación con y entre otros, propicia la

apertura, la fluidez y la creación, siempre dinámicas, sin inicio ni final. Por tanto, en el

vértigo de su andar, el contacto con lo otro, la influencia permanente y a cada lado, jamás

 permite el cierre. Las escrituras de comunidades como ésta, definen así una dimensión

existencial dialógica, abierta a (y construida por) otro, y por tanto no exentas de

conflictividad. En este sentido, la escritura de Mociulsky procesa la idea de un protagonismo

simultáneo de participantes múltiples de la comunicación, de yoes abiertos a una interlocución

constante, a una distribución permanente, a un devenir plural y libre. La/s comunidad/es de

escritura que encuentra en la FLIA su clave de autorización enunciativa, produce/n entonces

relaciones entre las personas y el mundo, encuentros, afiliaciones y aperturas, y con ello la

 propuesta de nuevas escenas de lectura donde ciertos objetos –como puntos de organización o

coordinantes- sirven para alcanzar, incitar, ocasionar las condiciones para inventar nuevas

formas de sociabilidad.

Autofiguraciones y crisis

En la novela Solitúdine (2009c), Mociulsky construye a modo de relato iniciático, las

transformaciones en la vida de una pre-adolescente de clase media a partir de la situación de

mudanza acontecida bajo el umbral del 2001. La narradora, Soledad, escribe un diario íntimo,

imaginándose heredera de Ana Frank. La permanencia en esta lectura se corresponde al

tiempo de escritura del propio diario. Por tanto escenas de lectura y escritura, responden a

una permanente función catártica y a la construcción del tiempo de la crisis, personal,familiar, económica, social. Ante la transición, la escritura sufre una continua depredación del

archivo y su soporte, ya que las primeras dataciones se escriben en archivos digitales, luego

en cuadernos, finalmente en hojas sueltas. Esta secuenciación remite a la avanzada de la

dificultad económica en la familia de Soledad, por lo que la escritura de sí cobra un precio

inexplorado por el yo: gasto y (des)gaste, exceso y anorexia, el límite y el duelo. La inocencia

es iniciada en el saber-no-querido y presente. Entregada a la explicación familiar, Soledad

reconoce que su padre ya no es solvente para “pagar las cuotas del club, la psicóloga, el autode mamá y (…) la mucama” (2009c:43), razón por la cual comprende sus dudas iniciales:

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“¿qué onda?, ¿a papá le está yendo tan mal?”(idem:18); o expresa: “No sé a dónde vamos a

ir este año, que la verdad, no pinta muy bien…”  (idem:24). La explicación significa para

Soledad una revisión de los acontecimientos, la construcción de un catálogo de lo perdido, y

la promesa de nuevas etiquetas. Aparecen entonces ciertos datos del umbral y la iniciación en

las enumeraciones de cambios: el transporte escolar se reemplaza por el colectivo, luego el

colegio privado por uno público, la vida en un departamento en Belgrano por la casa de la

abuela en Ciudadela, el uso de servicios y tecnologías comienza a depender de la generosidad

de los vecinos en el nuevo barrio, y el trabajo del padre también viene a pender de la amistad

de algún colega. La inestabilidad trama en paralelo la revisión de las etiquetas de la

 protagonista, lo que asume como una promesa, un futuro, la Soledad-por-venir: judía, cheta, e

impúber, deviene umbandista, grasa y anoréxica. Perfiles, perspectivas y saberes se abren al

diálogo y revisión. Soledad interroga en un presente marcado por la ausencia de sus

amistades: “…esa no era una manera de tratarme, ¿quiénes se creen que son?, ahora me doy

cuenta que son unas chetitas de mierda, y yo también iba a serlo, estaba destinada. ¿Y ahora

qué soy?” (2009c:79). La elaboración del imposible, inasible, la escisión de sí en el duelo por

el cual Soledad se entrega y ofrece algo desconocido, labra un acto performativo en virtud del

cual se crea, se abre y sujeta a la inestabilidad y al tanteo en la niebla de su propio yo y de la

interpelación ajena.

Mociulsky entonces, construye en la escena de escritura de Soledad, la escena de la

ofrenda: dar(se). Da un nombre, ‘Solitúdine’ deseado ante ‘Sole’ o ‘Soledad’ dado; un futuro

ante un pasado, otro cuerpo que no reconoce, relaciones. El don, las confesiones familiares, la

 potencialidad político-afectiva de la amistad, la religiosidad de la entrega, componen la trama

a través de la cual Mociulsky (se) promete y (com)promete en su narrativa, en territorios-

redes como las FLIAS, y en las comunidades escriturales en las que participa. En este marco,

la politización de lo doméstico en las escenas de mudanzas, ofrendas y escritura, trama la

necesidad de adquirir nuevos hábitos, de hallar y practicar nuevas estrategias de resolución de problemas y relación tras la crisis de 2001. Así, la separación de la familia deriva de las

discusiones sobre los modos de administrar el hogar, los bienes, el tiempo. Pero a la vez que

la atención se centra en el domos, Mociulsky se desvía hacia una lectura política de las

relaciones. Soledad no deja de calificar como “malcriada(s)”  (Mociulsky, 2009c:87) a su

madre y sus antiguas amigas, porque no quieren elaborar nuevas estrategias vinculares: con

ellas se da la atomización de los cuerpos recluidos, la negativa al encuentro, el rechazo de

todo tipo de cooperación. Las ex-compañeras de colegio no quieren responder ni visitar aSoledad, y ante su insistencia por reencontrarse con un par de rollers prestados, la

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 protagonista reconoce el valor negado de la generosidad y el modo en que éstas obstruyen el

flujo de dones, cerrando así la posibilidad de amistad. Es significativo que los pocos

recuerdos de complicidad que Soledad apunta en su diario refieren al hecho de compartir el

secreto de una dieta estricta que las convierte en anoréxicas. En realidad, la enfermedad se

torna una competencia de cuerpos, que sólo colaboran en su depredación, por lo que toda

relación con aquellas compañeras resulta un modo de menguar las fuerzas, la acción, la

 potencialidad de los cuerpos.

En contrapartida, la vida en Ciudadela propicia el encuentro con feriantes,

comunidades de escritura y experiencias místicas. En ferias conoce a los personajes Miguel y

Anahí, con quienes comparte experiencias de escritura y lectura. El diálogo y los regalos de

ella permiten diseñar nuevas redes y flujos afectivos, ya que Mociulsky en clara estrategia

autofigurativa, performatiza su amistad con la poeta Anahí Ferreira, compañera y participante

activa de la FLIA. De este modo, la permeabilidad de las experiencias de ciertas

comunidades, entre ellas Cóctel Molotov, y de los encuentros de lectura, escritura y

circulación de publicaciones, construye un espacio dinámico y afectivo. Asimismo, la

situación de enfermedad y la desesperación familiar, aprueban el acercamiento a las vecinas,

Hilda y sus hijas, quienes vivencian el culto umbanda. La invitación a una ceremonia, a partir

de la cual Soledad afirma recuperarse, propicia gradualmente recomposiciones,

reconocimientos corporales, potencialidades y afectividades. En el vértigo de dones, toda

ceremonia se convierte en fiesta para Soledad, con ello, la generosidad festiva propiciada por

las vecinas deviene una imagen de hospitalidad conflictiva. La casa y salón de culto donde

todo se da, incluso el propio cuerpo para las incorporaciones espirituales, se torna una zona de

tensión y la mira de toda política sacrificial. La mirada paterna presupone allí un quién ante el

cual quebrar los lazos, por lo que Soledad encuentra la clasura al diálogo, a la religazón, al

encuentro. Su padre, (re)conciliado, ha regresado a la casa y ha leído el diario íntimo: “Ya lo

sé”  (Mociulsky, idem: 193), (re)citando un orden, (re)instalando el nombre de la hija,queriendo interrumpir una mudanza incesante.

Finalmente, la narrativa de Mociulsky explora procedimientos vinculares con su obra

 para la construcción de comunidades de escritura cuya emergencia se inscribe en el campo de

tensiones estéticas y políticas de la literatura argentina reciente.

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