Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    1/28

    Universidad Nacional utnoma de Mxico

    University of California Institute for Mexico and the United States

    Las fiestas novohispanas: Espectculo y ejemploAuthor(s): Pilar Gonzalbo AizpuruSource: Mexican Studies/Estudios Mexicanos, Vol. 9, No. 1 (Winter, 1993), pp. 19-45Published by: University of California Presson behalf of the University of California Institute forMexico and the United Statesand the Universidad Nacional Autnoma de MxicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/1052099.

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

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    ARTICLES

    Las fiestas

    novohispanas:

    Espectaculo

    y

    ejemplo

    Pilar

    Gonzalbo

    Aizpuru

    El

    Colegio

    de

    Mexico

    Public festivals

    played

    an

    important

    role

    in

    the social and

    political

    life of

    the

    baroque

    era.

    In

    New

    Spain,

    the

    authorites used

    the celebrations as a

    way

    to demonstrate the

    power

    and

    prestige

    of

    the Crown. Over

    the

    years,

    the

    Spaniards

    became less inclined to

    participate

    in

    these

    public

    festivals,

    preferring

    instead other

    types

    of diversion. The

    public

    festivals

    increasingly

    became

    part

    of

    popular

    culture,

    leading

    the elites

    to

    abandon

    what

    had

    once been a

    privileged

    space

    for

    them.

    En

    la Nueva

    Espafia

    de los

    siglos

    XVI

    y

    XVII,

    las

    formas

    externas

    de

    expresi6n

    festiva

    incluian,

    segfn

    lo

    que

    la ocasi6n

    demandase,

    procesiones

    y

    mascaradas,

    lidia de toros

    y juegos

    de

    cafias,

    certa-

    menes

    poeticos,

    arcos

    triunfales,

    decoraci6n

    en

    fachadas,

    golosinas

    apropiadas

    a

    cada

    ocasi6n,

    representaciones

    teatrales,

    mfisicas

    y

    bailes, desfile de gigantes y cabezudos y danzas de moros y cristia-

    nos.

    Siguiendo

    el

    ejemplo

    de la

    metr6poli,

    los

    novohispanos

    conver-

    tian en

    diversi6n

    el

    fuego y

    la

    polvora,

    la

    imagen

    del

    demonio

    y

    las

    decoraciones

    de madera

    y

    cart6n,

    del

    mismo

    modo

    que

    flagelaban

    su

    espalda

    en

    los

    actos

    de

    penitencia

    cuaresmales

    y

    se

    privaban

    del

    suenio

    en

    vigilias

    nocturnas

    de

    homenaje

    a los santos

    patronos.

    Autoridades

    civiles

    y religiosas,

    6rdenes

    regulares, corpora-

    ciones

    y particulares

    contribuian

    de

    algfin

    modo al

    esplendor

    de

    las

    celebraciones

    y

    todos coincidian

    en

    apreciar

    la

    importancia

    de los elementos festivos

    que proporcionaban

    el ambiente

    propicio

    Mexican

    Sttilies/Estuclios

    Mexicanos

    9(1),

    Winter

    1993.

    ?

    1993

    Rcgents

    of

    the

    lniversity of

    California.

    19

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    Mexican Studies/Estudios Mexicanos

    para

    el

    regocijo compartido. Segin

    la solemnidad del aconteci-

    miento,

    se

    disponia

    el ambito

    adecuado,

    se movilizaba a los

    partici-

    pantes

    y

    se

    organizaba

    el

    espectaculo.

    La ornamentaci6n

    de

    calles,

    casas

    y templos

    constituia el

    primer paso

    en la

    preparaci6n

    de las

    fiestas;

    el

    vestuario,

    los

    emblemas

    y

    estandartes

    completaban

    el

    efecto

    escenogrifico.

    Los

    juegos

    y

    diversiones se convertian

    en

    parte

    esencial

    de

    los

    festejos, ya que representaban

    cauces de

    esparcimiento

    colectivo

    relacionados

    precisamente

    con el

    tipo

    de

    conmemoraci6n

    para

    la

    que

    se

    proyectaban.

    Como

    una

    brillante

    coreografia

    teatral,

    la

    fiesta

    ofrecia la imagen de un conjunto heterogeneo y abigarrado, con

    la

    aparente espontaneidad

    de

    expresiones

    de

    entusiasmo,

    fervor o

    alborozo,

    que respondian

    a un orden

    propio.

    El

    mismo criterio

    dramatico

    inspiraba

    la secuencia

    de las

    actividades serias

    y jocosas

    y

    el

    acompafiamiento

    sonoro de

    campanas, trompetas

    y

    chirimias.1

    Cuidadosamente

    se

    disponia

    la decoraci6n de los

    espacios

    pi-

    blicos,

    para

    lo cual tambien se

    requeria

    la colaboraci6n

    de los

    par-

    ticulares.

    Al

    planear

    el

    paso

    de una

    procesi6n,

    se

    imponia

    la

    limpieza

    de

    las calzadas

    y

    el

    adorno de

    las

    fachadas,

    para

    lo cual exhibiria

    cada cual lo

    mas vistoso

    que

    pudiera.

    El

    Cabildo

    de la

    ciudad

    exigia

    que

    tengan entapizadas

    las

    dichas

    sus

    pertenencias,

    cada

    uno

    con lo

    que

    pudiere

    ... so

    pena

    de

    5

    pesos .2

    Cuando

    se

    celebraban

    acontecimientos

    especiales,

    como la solemnisima fiesta

    de las reli-

    quias,

    en

    1578,

    o las entradas de nuevos

    virreyes,

    se construian

    esplendidos

    arcos

    triunfales,

    efimera

    arquitectura

    en madera

    y

    car-

    t6n,

    con decoraci6n

    de

    pinturas

    y

    flores

    y

    textos

    aleg6ricos.3

    El

    objeto

    de

    las

    siguientes

    reflexiones

    son

    estos

    festejos

    de

    caracter piblico y oficial, para los que se requeria la intervenci6n

    de las

    autoridades tanto como

    la

    participaci6n popular.

    Queda

    pen-

    diente el estudio de

    otras muchas manifestaciones de

    la

    sociabilidad

    festiva,

    y

    en

    particular

    las

    relativas

    a la

    intimidad

    domestica,

    en la

    que

    dificilmente

    podremos llegar

    a

    penetrar

    algun

    dia.

    1. A los

    indios

    que

    tocaban la misica

    durante las corridas de

    toros se les daba

    una

    arroba de

    vino;

    Nicolas

    Rangel,

    Historia

    del

    toreo

    en

    Mexico.

    Epoca

    colonial

    (Mexico:

    Imprenta

    de Manuel

    Le6n,

    1924),

    36.

    En

    las Actas de Cabildo se

    repite

    en

    cada ocasi6n la orden de disponer la contrataci6n y el pago de los musicos que acom-

    pafiaran

    las

    procesiones.

    Actas de

    Cabildo,

    Archivo del

    Antiguo

    Ayuntamiento

    de

    Mexico

    (en

    adelante

    Actas

    de

    Cabildo),

    vol.

    2,

    130;

    vol.

    3,

    131;

    vol.

    4,

    90;

    etc.

    2.

    Actas de

    Cabildo,

    libro

    5,

    1

    de

    junio

    de

    1545,

    93.

    3.

    Se conocen los

    textos

    y

    descripciones

    de

    un

    buen

    numero

    de

    arcos triunfales

    y

    existen estudios de

    algunos

    en

    particular.

    Francisco de la

    Maza,

    La

    mitologia

    clisica

    en el

    arte colonial

    de

    Mexico

    (Mexico:

    Universidad Nacional

    Aut6noma de

    Mexico

    [UNAM],

    Instituto de

    Investigaciones

    Esteticas,

    1968).

    20

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

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    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    En

    las fiestas urbanas del

    Mexico

    colonial es interesante obser-

    var el

    predominio

    de

    los

    elementos

    simb6licos,

    de

    caracter

    reli-

    gioso

    y

    civil,

    que

    contribuian

    a fortalecer

    el

    ejercicio

    del

    poder

    politico.

    Trasplantadas originalmente

    de la

    vieja

    Espafia y

    adaptadas

    tempranamente

    al Mexico

    barroco,

    evolucionaron al ritmo de

    los

    tiempos,

    de modo

    que

    para

    cuando

    se

    produjeron

    los ostensibles

    cambios del

    siglo

    XVIII,

    por

    decisiones reales

    y

    conveniencias

    poli-

    ticas,

    ya

    el

    complejo

    de

    actividades,

    protagonistas,

    contenidos

    sim-

    bolicos

    y

    manifestaciones

    externas,

    habia

    perdido gran

    parte

    de su

    sentido,

    preparando

    el terreno

    para

    un

    cambio de

    actitudes.

    Con el fin de definir con mayor claridad el objeto de estudio,

    tomo

    prestada

    una clasificaci6n instrumental

    de las

    fiestas

    barrocas,

    que

    las divide

    en

    caballerescas,

    populares,

    coreograficas

    y

    literarias.4

    El

    estudio de las

    iltimas

    debe

    corresponder

    a

    los

    especialistas

    en

    historia

    de

    la

    literatura,

    que ya

    se

    han

    interesado

    por

    el

    teatro,

    la

    poesia

    de circunstancias

    y

    la

    participaci6n

    de los

    mas destacados

    escritores

    en

    certamenes

    literarios

    y composiciones

    de los

    arcos

    triunfales.

    Los

    cantos

    y

    bailes

    constituyeron

    elementos

    coreogra-

    ficos

    que

    acompafiaron

    a muchas

    celebraciones,

    pero

    que

    no se

    proyectaron

    como

    parte

    esencial

    de las

    fiestas.

    Siempre

    que

    la

    oca-

    si6n

    lo

    justificaba,

    los indios danzaban sus tocontines

    y

    mitotes

    y

    los

    espafioles

    lucian su destreza

    en danzas

    cortesanas.5

    Lo

    popular

    hispano

    cambi6 sustancialmente

    al

    integrarse

    con lo

    popular

    indi-

    gena,

    dando

    lugar

    a

    los

    coloridos

    festejos

    de las comunidades

    rurales,

    que

    han

    sobrevivido

    hasta nuestros

    dias;

    pero

    tales

    expan-

    siones no tuvieron similar

    exito en

    las

    ciudades

    coloniales,

    en las

    que

    predomin6

    lo

    caballeresco,

    promovido

    por

    las

    autoridades,

    secun-

    dado por la elite hispana y ofrecido como espectaculo a la masa

    popular

    constituida

    por

    diversos

    grupos

    etnicos

    y

    sociales.

    Para

    honra

    y gloria

    de Dios

    y provecho

    comunal

    Panem

    et circenses

    es lema

    que

    defini6

    un

    modo de

    gobernar

    autoritario

    y desp6tico

    y

    un

    habito

    de obedecer sustentado

    en el

    4. Jose Deleito y Piiuela, ... Tambien se divierte elpueblo (Madrid:Alianza,

    1988),

    10, 60,

    81

    y

    154.

    5.

    En las cr6nicas

    religiosas

    hay

    referencia

    a los bailes

    de los

    indios

    y

    la forma

    en

    que

    los misioneros

    aprovecharon

    la afici6n

    de

    los

    ne6fitos al canto.

    La

    primera

    escuela de

    baile

    para espafoles

    funcionaba

    en la

    ciudad

    de

    Mexico

    a comienzos de

    1527.

    Archivo

    Historico

    General

    de

    Notarias,

    escribano

    Juan

    Fernandez del

    Castillo,

    vol.

    2,

    esp.

    368,

    14

    de

    febrero de

    1527.

    Se arrienda

    por

    setenta

    pesos

    de oro

    anuales

    una escuela de danza.

    21

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    5/28

    MexicanStudies

    Estudios

    Mexicanos

    conformismo

    individual

    y

    en

    la

    frivolidad colectiva.6

    Politicos de

    todos

    los

    tiempos

    lo han

    recordado,

    y

    su

    aplicaci6n

    ha

    proporcio-

    nado

    el exito a

    gobiernos

    que

    aspiraban

    a

    gozar

    de

    popularidad

    o

    que

    buscaban

    su

    legitimaci6n

    en el

    consenso

    y

    en el

    reconocimiento

    de su

    gesti6n

    administrativa. Desde

    esta

    perspectiva,

    la fiesta es

    un

    eficaz medio

    de

    control;

    pero

    tambien

    es,

    al

    menos

    ocasionalmente,

    y

    recientes

    estudios

    lo han

    demostrado,

    el detonador

    del descon-

    tento

    popular,

    la

    oportunidad

    de

    romper

    con

    el

    rigor

    y

    de

    infringir

    las normas.

    Podria

    afirmarse

    que

    esta funci6n

    ambivalente,

    que

    los

    historiadores

    comentamos

    hoy,

    fue

    reconocida

    en la

    practica por

    los gobernantes de la epoca barroca, tan preocupados por el orden

    y

    la

    jerarquia,

    por

    la ortodoxia

    y

    por

    el fausto

    requerido

    en deter-

    minadas

    circunstancias.

    Se

    ha

    dicho

    que

    el estudio de

    las fiestas es

    el

    mejor

    camino

    para

    comprender

    el

    comportamiento

    de una sociedad. De las

    fiestas

    novohispanas

    sabemos

    lo suficiente

    como

    para

    atrevernos

    a

    pro-

    poner

    algunas

    explicaciones

    relativas a

    su

    oportunidad,

    forma de

    expresi6n,

    organizaci6n

    y

    niveles

    de

    participaci6n.

    Podemos

    apre-

    ciar,

    sobre

    todo,

    los cambios

    cronol6gicos que

    reflejan

    las diferen-

    tes actitudes de

    quienes

    representaban

    la

    autoridad,

    y

    las reacciones

    populares

    derivadas

    de diferentes

    mentalidades.

    Pocas

    sociedades

    han

    superado

    a la iberica de

    los

    siglos

    XVI

    y

    XVII en

    el

    afin de

    reglamentar,

    organizar y dirigir

    la vida

    de

    todos los

    individuos.

    La

    monarquia

    dictaba normas

    dentro

    del

    ambito

    politico,

    la

    Iglesia

    imponia

    las

    suyas

    en el terreno

    espiritual,

    cada

    corporaci6n

    estable-

    cia

    las

    propias,

    de

    acuerdo con sus

    intereses,

    y

    la

    opini6n

    pfiblica,

    el

    respeto

    a

    la

    tradici6n

    y

    los

    prejuicios

    de

    grupo

    se

    encargaban

    de

    poner freno a cualquier conato de independencia o rebeldia. Lavida

    barroca era un

    permanente

    juego

    en el

    que

    cada

    jugador

    tenia

    pre-

    fijados

    sus

    posibles

    movimientos.7

    Las

    leyes

    de Castilla establecieron desde

    el

    siglo

    XIII la

    respon-

    sibilidad

    de los

    reyes

    como

    organizadores

    de las

    fiestas,

    al

    mismo

    tiempo

    que

    definian

    el

    distinto caracter

    de

    las

    conmemoraciones

    religiosas y

    civiles,

    tradicionales

    y

    excepcionales.

    En

    palabras

    del

    rey

    Sabio:

    Eson tresmanerasde fiestas. Laprimeraes aquellaque mandaSancta

    Madre

    Eglesiaguardar,

    a honrra de Dios e de los

    Santos,

    ansi

    como

    los

    6.

    Paul

    Veyne

    ha realizado

    un

    agudo

    analisis de la funci6n

    politica

    de

    la limosna

    y

    de

    los

    frutos derivados de la

    alienaci6n

    ludica en

    la edad

    antigua.

    7.

    Johan

    Huizinga,

    Homo ludens

    (Madrid:

    Alianza

    Editorial,

    1972),

    11-42

    y

    205-29.

    22

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    6/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    domingos

    e fiestas de

    Nuestro Sefior

    Jesuchristo

    e de

    Sancta

    Maria e

    de

    los

    Ap6stoles

    e

    de los

    otros sanctos

    e

    sanctas.

    La

    segunda

    es

    aquella

    que

    man-

    dan

    guardar

    los

    emperadores

    e los

    reyes por

    honrra de si mesmos, assi como

    los

    dias

    que

    nascen ellos

    o sus

    fijos

    ...

    la

    tercera

    manera

    es

    aquella

    que

    se

    llama

    ferias,

    que

    son

    provecho

    comunal

    de los

    omes,

    assi

    como

    aquellos

    dias

    en

    que

    cogen

    sus frutos.8

    Para

    fray

    Juan

    de

    Torquemada

    la diferencia

    esencial consistia

    en

    que

    unas

    eran

    solemnes,

    instituidas

    por

    la

    Iglesia

    y

    de

    celebracion

    tradicional

    en

    cada

    afio;

    las sibitas

    y repentinas

    eran las

    que

    los

    reyes

    ordenaban

    guardar

    ocasionalmente

    por

    algunas particulares

    razones e causas .9

    Mucho

    se

    ha

    comentado

    acerca

    del excesivo

    nfimero

    de dias

    festivos

    recomendados

    por

    la

    Iglesia,

    pero

    segun

    lo establecido

    en

    la

    bula

    Altitudo

    por

    el

    papa

    Paulo

    III,

    para

    los

    indios

    americanos

    habia

    doce

    o

    catorce

    fiestas

    religiosas

    en

    todo

    el

    afio,

    incluidos

    los

    lunes

    y

    martes

    de

    Pascua,

    aparte

    de

    los cincuenta

    y

    dos

    domingos,

    lo

    que

    seguramente

    no

    significa

    un

    excesivo

    nuimero

    de horas

    dedicadas a

    la

    holganza

    ni,

    por

    consiguiente,

    una sensible

    perdida

    en

    la

    producci6n.?1

    Mucho

    mas

    nutrido

    era

    el

    repertorio

    de

    festividades

    que

    espa-

    fioles

    y

    mestizos

    debian

    respetar.

    Para

    ellos,

    seguin

    lo

    decretado

    por

    el Tercer Concilio

    Provincial

    Mexicano,

    habia

    un total

    de

    cuarenta

    y

    dos

    fiestas

    en el

    aio,

    ademas

    de

    los

    domingos.1I

    Esta

    diferencia,

    establecida

    con

    la intenci6n

    de favorecer

    a

    los

    indios,

    permitia

    a

    estos

    faltar

    a las tareas

    exigidas

    en

    las

    empresas

    de

    espafioles

    pero

    ocuparse

    en

    las

    faenas

    agricolas

    de

    los

    campos

    comunales

    o en

    otras

    labores

    artesanales

    y

    domesticas.

    La combinaci6n de lo sagrado y lo profano en los festejos

    disponia

    de

    un

    espacio

    para

    el

    esparcimiento.

    Para asistir

    a

    misa,

    y

    aun

    mas

    para

    recibir

    algun

    sacramento,

    se recomendaba

    o se

    exigia

    8.

    Texto

    de

    Las Siete

    Partidas,

    en

    reproducci6n

    de

    Juan

    N.

    Rodriguez

    San

    Miguel,

    Pandectas

    hispanomexicanas,

    3

    vols.

    (Mexico:

    UNAM,

    1980),

    vol.

    1,

    501.

    9.

    Fray

    Juan

    de

    Torquemada,

    Monarquia

    indiana,

    7

    vols.

    (Mexico:

    UNAM,

    1975-1983),

    vol.

    3,

    libro

    10,

    cap.

    8,

    358.

    10. Por bula

    pontificia,

    eran de descanso

    obligatorio

    y

    misa

    preceptiva

    las

    fies-

    tas dedicadas

    al

    Seior:

    Natividad, Circuncisi6n,

    Epifania,

    Resurrecci6n

    (que

    de todos

    modos es

    domingo)

    Ascensi6n,

    Corpus

    Christi,

    y

    Pentecostes

    (igualmente

    domingo);

    las dedicadas

    a

    la

    Virgen:

    Natividad,

    Anunciaci6n,

    Purificaci6n

    y

    Asunci6n;

    ademas

    el

    dia

    de San

    Pedro

    y

    San

    Pablo. La bula

    Altitudo se

    encuentra

    reproducida

    en

    numerosos

    textos.

    Entre ellos

    en

    fray

    Ger6nimo

    de

    Mendieta,

    O.F.M.,

    Historia

    eclesidstica

    indiana

    (Mexico:

    Porr6a,

    1980),

    272.

    11. Concilio

    III

    Provincial

    Mexicano

    celebrado

    en

    Mexico

    el

    ano

    1585

    (Bar-

    celona:

    Imprenta

    de

    Manuel

    Mir6

    y

    Marsa,

    1870),

    libro

    2,

    titulo

    3,

    146-51.

    23

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    7/28

    Mexican

    Studies

    /Estudios

    Mexicanos

    adecuada

    disposici6n

    de animo

    y

    ropa

    nueva

    o

    limpia.

    Al

    mismo

    tiempo que

    un adorno

    o

    un

    pequenio

    lujo,

    el

    traje

    dominguero

    era

    un

    signo

    externo

    de

    obediencia.

    El descanso laboral

    obligatorio

    y

    el

    repique

    de

    campanas

    llamando

    al

    cumplimiento

    del

    precepto

    reli-

    gioso

    lograban

    un

    equilibrio

    de

    disciplina y

    libertad

    que

    respetaba

    momentos

    para

    el

    descanso,

    la

    sociabilidad,

    el

    juego y,

    al

    parecer

    con demasiada

    frecuencia,

    la

    embriaguez.

    En

    las celebraciones

    excepcionales

    se

    imponia

    tambien

    un cierto

    orden. Los

    lutos

    y

    los

    recibimientos

    de

    virreyes,

    o las fiestas

    por

    acontecimientos

    en

    la

    familia

    real,

    se

    organizaban

    de acuerdo

    con

    normas establecidas por las autoridades. Aun en fechas tempranas

    de la vida

    colonial,

    tan

    pronto

    como se

    repetia algfin

    aconteci-

    miento,

    se buscaba

    el

    precedente

    para

    referirse

    a la costumbre .12

    Las normas

    coactivas

    afectaban

    igualmente

    a indios

    y

    a

    criollos,

    aunque

    fueran

    bien

    diferentes las

    actividades

    que

    se

    exigian

    a unos

    y

    otros.

    La

    ruptura

    de la cotidianidad

    no

    entrafiaba,

    en

    modo

    alguno,

    un

    relajamiento

    de la

    disciplina;

    lo

    festivo,

    lo solemne

    y

    lo

    espectacular

    pertenecian

    a un orden

    paralelo

    que

    servia

    de contra-

    punto y

    complemento.

    Simbolismo

    y

    ejemplaridad

    de la fiesta

    En

    mas

    de una ocasi6n

    y

    de manera

    explicita,

    las cr6nicas

    ad-

    vierten

    que

    la fiesta se consideraba

    como

    espectaculo

    dramatico,

    capaz

    de

    producir

    una

    fuerte

    impresi6n

    en

    espectadores

    y partici-

    pantes.

    Aun

    dejando

    al

    margen

    el

    ritual

    pavoroso

    del

    auto de

    fe,

    apoteosis

    del

    rigor religioso,

    no faltan indicios

    de la forma

    en

    que

    las diversiones fomentaban el respeto por el poder y el acatamiento

    de

    las

    normas. La confianza

    en la

    funci6n

    ejemplar

    de las celebra-

    ciones alentaba

    a las autoridades

    a

    patrocinar

    su desarrollo

    e

    incluso

    a

    correr con

    los

    gastos.

    La

    Iglesia

    rendia culto

    a sus

    santos,

    la

    monar-

    quia

    hacia ostentaci6n

    de su

    grandeza,

    los cabildos

    de

    las ciudades

    se

    erigian

    en defensores

    de la tradici6n

    y

    no

    pocos particulares

    buscaban

    oportunidad

    para

    su

    lucimiento

    personal

    y

    la

    consolida-

    ci6n de su

    prestigio.

    El

    caracter

    de

    ostentaci6n de

    la fiesta

    barroca,

    que

    fue senialado

    agudamente por

    Jose

    Antonio Maravall hace varios

    lustros,

    ya

    habia

    llamado la

    atenci6n de

    los

    contemporaneos, quienes

    en tono de

    elogio

    o de

    critica

    describian

    el

    esplendor

    de los

    espectaculos

    con

    12. En

    las Actas de Cabildo del

    siglo

    XVI,

    desde los afos

    de

    1530,

    aparecen

    este

    tipo

    de

    referencias

    a lo

    acostumbrado en ocasiones tales

    como

    recepci6n

    de

    prelados

    y

    autoridades

    o

    celebraciones solemnes.

    24

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    8/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    mayor

    enfasis

    que

    los arrebatos

    de

    piedad

    o

    el

    entusiasmo de

    los

    participantes.

    3

    Las ciudades

    espafiolas

    del

    siglo

    de

    oro

    mantenian

    constante

    competencia por

    el

    lujo

    de

    sus

    celebraciones,

    la

    originalidad

    de

    sus

    festejos

    y

    la

    vistosidad

    de

    sus

    espectaculos.

    Las

    exhibiciones

    caballerescas se

    acompafiaban

    de

    misicas,

    danzas

    y

    representacio-

    nes teatrales.'4

    La

    fiesta,

    civil o

    religiosa,

    tenia

    la

    virtud

    de

    honrar

    a

    los

    par-

    ticipantes,

    tanto como

    a

    aquel

    en

    cuyo homenaje

    se celebraba.

    El

    segundo

    virrey

    don Luis

    de

    Velasco,

    habil

    jinete y muy

    aficionado

    a los juegos de carnas,organizaba con frecuencia este tipo de festejos,

    que

    eran exclusivos

    para

    la

    nobleza,

    cuidando

    siempre

    de no

    invi-

    tar a ellos

    a

    quienes

    se dedicasen

    al

    comercio

    o

    tuvieran

    cualquier

    otra

    actividad

    poco

    respetada.

    De este modo todos

    querian

    parti-

    cipar

    con el

    virrey, porque

    quedaban

    muy

    honrados .

    La asiduidad

    en

    el

    juego

    y

    su celebraci6n

    extemporanea

    dio

    lugar

    a cierta inver-

    si6n en

    el orden tradicional:

    ya

    no se

    trataba

    de

    recurrir

    a

    los

    juegos

    de

    canias como

    espectaculo

    digno

    de

    determinada

    conmemoraci6n

    sino de buscar

    el

    pretexto

    festivo

    que

    permitiera

    ejercitarse

    en

    aquel

    grato

    pasatiempo.

    Localizamos

    aqui

    el momento

    de

    maximo

    pres-

    tigio

    de

    las

    diversiones

    caballerescas,

    que por

    si mismas constituian

    un

    espectaculo

    digno

    de

    admiraci6n

    y

    un

    medio de acreditar

    hidal-

    guia.

    Asi

    los

    caballeros

    cuidaban

    sus

    caballos,

    para

    que

    el

    virrey

    los

    viera correr.

    Y

    todos

    estaban

    muy

    entretenidos,

    pensando

    en

    c6mo

    dar

    gusto

    al

    virrey

    y

    en

    honrar

    su ciudad

    con estas

    fiestas

    y

    regocijos .

    '5

    Para esas

    fechas

    ya

    eran muchos

    los indios

    que

    habian

    aprendido

    a

    montar

    a caballo

    y que

    ejercitaban

    su destreza

    en los

    juegos de cafnasy alcancias; quiza esta sea una de las razones que

    explican

    la

    decadencia

    de tales

    entretenimientos,

    ya

    que

    al

    estar

    al

    alcance

    de los

    indios carecian

    de

    valor como

    alarde

    de

    prestigio.16

    Pero la

    fiesta

    no

    s6lo

    tenia

    la virtud

    de ser

    generadora

    de honra

    sino

    que

    su

    propia grandiosidad

    debia

    de conmover

    a

    propios y

    extraiios,

    de modo

    que

    pudo

    convertirse

    en instrumento

    al

    servicio

    13.

    Jose

    Antonio

    Maravall,

    La cultura

    del Barroco

    (Barcelona:

    Ed.

    Ariel,

    1975),

    482-86.

    14.

    Bartolome

    Bennassar,

    Valladolid

    en el

    siglo

    de

    oro

    (Valladolid,

    Espafia:

    Ayuntamiento

    de

    Valladolid,

    1989),

    235-52.

    Marcellin

    Defourneaux,

    La vida coti-

    diana en la

    Espana

    del

    siglo

    de

    oro

    (Barcelona: Argos

    Vergara,

    1983),

    125-40;

    Ben-

    nassar,

    Valladolid,

    435-48.

    15.

    Cita

    textual de Suarez de

    Peralta,

    Noticias hist6ricas

    de la Nueva

    Espana,

    en:

    Rangel,

    Historia del

    toreo,

    16.

    16. Luis

    Weckmann,

    La

    herencia

    medieval

    de

    Mexico,

    2 vols.

    (Mexico:

    El

    Cole-

    gio

    de

    Mexico,

    1984),

    158-63.

    25

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    9/28

    Mexican

    Studies/EstudiosMexicanos

    de la

    evangelizaci6n.

    Asi,

    cuando

    Hernan

    Cortes iba

    a

    abandonar

    Tabasco,

    en

    viaje

    hacia las costas de

    Veracruz,

    siendo

    domingo

    de

    Ramos,

    determin6

    hacer una solemne

    procesi6n, por

    honra de la

    fiesta,

    para

    a

    cual

    convid6 a los indios

    principales y

    como son tan

    amigos

    de

    novedades,

    acudieronde

    buena

    gana,

    ricamente

    aderezados,

    on

    gran

    muchedumbre

    e

    pueblo, mujeres

    y

    nifios.

    Hizose la

    procesi6n,

    llevando

    todos ramos

    en

    las

    manos,

    con

    la

    mayor pompa

    y

    devoci6n

    que

    se

    pudo; y

    esta solemnidad

    miraron

    y

    consideraron

    os indios con

    gran

    atenci6n,

    y algunosdijeronque

    el

    dios de los

    cristianos

    era

    el

    todopoderoso;

    pues gentes

    de

    tanto

    esfuerzo,

    con tanta autoridady reverencia e veneraban.17

    Con la

    misma

    16gica

    se

    atribuy6

    a la

    consagraci6n

    del

    templo

    de

    San

    Francisco,

    en la

    ciudad

    de

    Mexico,

    la

    atracci6n

    de

    muchos indios

    al

    bautismo. Cuando

    en

    1525

    se instal6

    el

    Santisimo Sacramento

    en la

    iglesia

    recien

    construida,

    se

    buscaron,

    como era

    raz6n,

    todas

    las

    maneras

    de

    fiestas

    que pudieron

    ser

    posibles

    .. .

    atavios,

    orna-

    mentos,

    mfisicas,

    arcos

    triunfales,

    invenciones

    y

    danzas .. . lo

    que

    fue

    ocasi6n

    de

    que

    muchisimos dellos se convirtiesen

    al

    yugo

    de

    nuestra santa fe .'8

    Al

    mismo

    tiempo,

    para

    que

    el

    efecto de

    ejemplaridad

    fuese dura-

    dero,

    se

    consideraba

    necesario conservar la

    memoria

    de

    aquel

    esplendor

    efimero,

    que

    se

    capitalizaria

    en forma de

    acatamiento

    y

    respeto siempre que pudiera

    alimentarse su recuerdo.

    Por eso con

    frecuencia

    se

    redactaban relaciones

    de las

    fiestas,

    que

    encargaban y

    pagaban

    los mismos

    patronos

    o

    promotores.

    Existieron, ademas,

    textos

    relacionados con

    el

    desarrollo

    de

    los

    festejos.

    Como

    parte

    de

    los

    preparativos

    se redactaron

    convocatorias

    de

    certamenes

    poeti-

    cos

    y

    avisos

    que

    se

    pregonaban por

    calles

    y plazas.'9

    Formando

    parte

    del

    aparato

    escenografico

    se disefiaban emblemas

    y alegorias

    que

    decoraban

    las

    fachadas

    de

    los

    edificios,

    colgaban

    de los

    balcones,

    se

    exhibian en los

    arcos

    triunfales

    o

    paseaban

    en

    pancartas y

    carros

    durante

    los desfiles.

    Conocemos

    algunas

    relaciones

    impresas

    de fiestas

    novohispanas,

    como la

    que

    relata la

    llegada

    de las

    reliquias

    que

    envi6

    el

    Papa

    para

    el

    primer

    colegio

    de

    la

    Companiia

    de

    Jesus

    en

    Mexico,

    las de la

    dedicaci6n de la Casa Profesa, de la erecci6n del templo de Guana-

    17.

    Torquemada,

    Monarquia

    indiana,

    vol.

    2,

    libro

    4,

    cap.

    12,

    56.

    18.

    Ibid.,

    vol.

    5,

    libro

    15,

    cap.

    16,

    67.

    19.

    Las

    convocatorias

    y

    avisos al

    pregonero

    se mencionan en

    numerosos

    lugares

    de las

    Actas

    de

    Cabildo. Ademas en

    Gregorio

    Martin de

    Guijo,

    Diario,

    1648-1664,

    2

    vols.

    (Mexico:

    Porria,

    1953),

    passim.

    26

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    10/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    juato,

    de

    la

    fiesta

    del

    Patrocinio

    de la

    Virgen,

    en el

    colegio

    de

    Puebla,

    y

    otras

    de la misma

    orden;20

    las

    referencias

    a

    la

    instalacion

    del

    San-

    tisimo Sacramento

    en

    la

    catedral,

    las

    muchas cronicas

    de

    funda-

    ciones

    de

    conventos

    femeninos21

    y

    la

    muy

    agil

    descripci6n

    de

    la

    recepcion

    al

    virrey

    Marques

    de

    Villena,

    graciosamente

    expuesta

    por

    la

    pluma

    de

    dofia

    Maria de Estrada.22 Sabemos

    tambien

    que

    el

    Cabildo

    de

    la ciudad

    encarg6

    en ocasiones

    este

    tipo

    de textos.

    El

    calendario

    festivo

    novohispano

    Dentro del orden jerarquico, existia una gradacion en la cate-

    goria

    de las

    fiestas

    y

    unas

    manifestaciones

    externas

    que

    correspon-

    dian a

    unas

    y

    otras.

    Las fiestas

    de

    mayor

    importancia

    eran

    tambien

    las mas

    reglamentadas.

    Corpus

    Christi

    y

    San

    Hip6lito representaban,

    respectivamente,

    el

    triunfo

    del orden

    religioso

    y

    el

    del

    militar. Las

    conmemoraciones

    litfirgicas

    de

    profundo

    arraigo popular,

    como

    Navidad

    y

    Semana

    Santa,

    se

    abrieron

    paso por

    si mismas

    y

    trajeron

    consigo

    elementos

    festivos

    propios

    de la tradici6n castellana

    medie-

    val;

    con

    singular

    tes6n

    consiguieron

    algunos

    grupos

    indigenas

    man-

    tener

    el recuerdo

    de

    sus ceremonias

    y reproducirlas

    dentro

    del

    nuevo

    sistema;

    y

    con

    el

    transcurso

    de

    los

    afnos se

    insertaron

    en

    el

    calendario

    festivo

    novohispano

    las

    advocaciones

    de la

    Inmaculada

    Concepci6n,

    de

    la

    Virgen

    de

    los Dolores

    y

    de

    los

    santos

    patronos

    de

    barrios,

    pueblos,

    gremios

    y

    comunidades.

    Las

    profundas

    diferencias

    entre

    fiestas

    tradicionales

    y

    ocasionales,

    religiosas y

    profanas,

    populares

    y

    aristocraticas,

    merecen

    un

    estudio

    cuidadoso,

    pero

    por

    el

    momento

    s6lo

    podemos

    resaltar la comfin

    aceptacion

    de

    las

    20.

    El

    jesuita

    Juan

    Sanchez

    Baquero

    hizo

    un

    relato

    parcial

    de

    la fiesta

    de las

    reli-

    quias ,

    pero

    existe

    un

    texto

    completo

    en

    la Biblioteca

    de

    la

    Hispanic

    Society

    of

    America

    de

    Nueva

    York.

    Harvey Leroy

    Johnson

    le dedic6

    un

    estudio,

    que

    fue comen-

    tado

    por

    Jose Rojas

    Garciduenas,

    Fiestas

    en

    Mexico en

    1578 ,

    Anales del Instituto

    de

    Investigaciones

    Esteticas

    3,9

    (1942):

    33-57.

    De

    Guanajuato

    se

    ocuparon

    Norofia

    y

    Sardaneta;

    Pilar

    Gonzalbo,

    La

    educaci6n

    popular

    de

    losjesuitas

    (Mexico:

    Univer-

    sidad

    Iberoamericana,

    1989).

    21. Un interesante

    comentario

    acerca de

    estas

    relaciones

    se

    encuentra

    en Marco

    Diaz

    Ruiz,

    La

    fiesta

    religiosa

    como

    articulaci6n

    de la

    vida

    citadina ,

    en El

    arte

    efimero

    en el

    mundo

    hispdnico

    (Mexico:

    UNAM,

    Instituto

    de

    Investigaciones

    Este-

    ticas,

    1983),

    107-27.

    22.

    Las solemnidades

    correspondientes

    a reformas

    y

    reconstrucciones

    de

    la

    catedral

    se refieren

    en Silvio

    Zavala,

    El traslado

    del culto

    de

    la

    antiqua

    a

    la

    nueva

    catedral

    de

    Mexico,

    en

    1625

    (Mexico:

    Archivo

    General

    de

    la

    Naci6n,

    1988),

    125-

    35.

    El texto de

    Maria

    de

    Estrada se

    encuentra

    reproducido

    en

    Josefina

    Muriel,

    Cul-

    turafemenina

    novohispana

    (Mexico:

    UNAM,

    1982),

    125-35.

    27

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    11/28

    MexicanStudies/Estudios

    Mexicanos

    reglas,

    los

    simbolismos

    compartidos

    y

    la similar

    expresion

    lidica

    mediante

    juegos

    y

    representaciones

    que

    constituian

    los

    elementos

    de

    participaci6n popular.

    La

    conmemoraci6n

    del

    aniversario

    de

    la

    conquista

    de Tenoch-

    titlan,

    el

    13

    de

    agosto,

    se

    consagr6

    como fiesta civica

    de

    importan-

    cia

    mayor.

    Coincidente

    con el dia de San

    Hip6lito,

    a

    quien

    por

    ello

    se rendia

    culto

    en

    la

    capital,

    la

    forma

    en

    que

    deberia celebrarse

    se

    habia establecido

    por

    cedulas

    reales de

    1529

    y

    1532,

    y

    acuerdo

    del

    Cabildo,

    a

    cuyo cargo

    estaban las celebraciones. Los

    actos solemnes

    comenzaban

    la

    vispera,

    con el

    paseo

    del

    pend6n ,

    que

    los

    regi-

    dores del Ayuntamiento sacaban por turno, acompafiados de un

    sequito que

    debia

    de dar

    adecuada

    prestancia

    al

    desfile.

    El

    designado

    para

    enarbolar

    el

    pend6n

    debia

    de

    disponer

    la

    confecci6n

    del

    vestua-

    rio

    de sus

    acompafiantes,

    lo

    cual,

    unido a

    otros

    gastos

    adicionales,

    mas

    la

    incomodidad

    de montar

    a

    caballo

    para

    los

    mas

    ancianos,

    o

    de

    perder

    su

    tiempo

    en

    preparativos y ensayos

    para

    los

    mas atarea-

    dos,

    contribuia a

    que

    la

    distinci6n de

    dirigir

    el

    paseo

    se convirtiese

    en

    una

    carga

    fastidiosa,

    que

    muchos trataban

    de eludir.

    Para reme-

    diar en

    parte

    esta

    renuencia,

    se acord6

    entregar

    veinticinco

    pesos

    de

    oro,

    procedentes

    de fondos de la

    ciudad,

    como

    ayuda

    de costas

    para

    las

    libreas

    de los

    caballeros.

    Como simbolo

    de la

    fiesta,

    el

    pend6n

    ostentaba

    por

    un

    lado las

    armas reales

    y por

    el

    otro las de

    la

    ciudad.

    Inicialmente se confec-

    cion6 en

    damasco

    pardo

    y

    leonado,

    a falta de colores

    mas

    vistosos;

    pronto

    se

    sustituyeron

    por

    verde

    y

    rojo,

    con

    la

    inscripci6n

    non

    in

    multitudine

    exercitus consistit

    victoria,

    sed

    in

    voluntate

    Dei .

    El

    recuerdo

    de

    la

    lucha

    y

    rendici6n

    de la ciudad

    se

    renovaba

    asi

    en

    la

    memoria de las nuevas generaciones.23 Los colores verde y rojo se

    emplearon igualmente para insignias

    y ropajes

    de

    los

    representantes

    de

    la

    ciudad;

    de este

    modo,

    en combinaci6n

    con

    las blancas

    gor-

    gueras,

    la

    imagen

    de

    aquellos

    paseos que podriamos

    reconstruir

    hoy,

    tendria un colorido similar al

    de

    las

    fiestas

    patri6ticas

    o las

    campanias

    electorales

    de

    nuestros dias. Acaso no

    sea

    casualidad el

    que

    los

    colores

    elegidos

    por

    la ciudad

    de Mexico

    para

    sus

    emblemas

    llegasen

    a

    figurar

    en los simbolos de la naci6n

    independiente.

    23.

    Acta

    de

    Cabildo

    de

    11

    de

    agosto

    de

    1529:

    de

    aqui

    en

    adelante,

    todos

    los

    anos,

    por

    honra de la

    fiesta de Seior

    Sant

    Yp6lito,

    en

    cuyo

    dia se

    gan6

    esta

    cibdad,

    se

    corran

    siete toros ...

    y

    que

    la

    vispera

    de dicha

    fiesta se

    saque

    el

    pend6n

    desta cib-

    dad

    y que

    se

    lleve,

    con toda la

    gente

    que

    pudiere

    ir,

    a la

    Iglesia

    de San

    Yp6lito .

    En

    2

    de

    agosto

    de

    1532

    se orden6 la

    confecci6n

    de

    un

    pendon

    a costa de

    la

    ciudad.

    En

    18 de

    junio

    de

    1540

    se

    eligieron

    los nuevos

    colores. Actas

    de

    Cabildo,

    vol.

    2,

    189;

    vol.

    4,

    202.

    28

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    12/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    Tambien

    existia la

    norma

    de

    que precisamente

    en

    ese dia se co-

    rriesen siete

    toros,

    de los cuales se matarian

    dos,

    destinando

    su carne

    a

    establecimientos beneficos.

    Segun

    las

    circunstancias,

    el

    Cabildo

    programaba

    ademas

    juegos

    de

    canfas, alcancias,

    musica de

    trompetas

    y

    atabales,

    luminarias

    y juegos pirotecnicos.

    No

    obstante,

    hubo

    cir-

    cunstancias

    en

    que

    fue

    necesario

    posponer

    los

    festejos,

    debido

    a

    lutos o

    enfermedades

    del

    Virrey y

    su

    familia,

    y

    varios afnos la

    fiesta

    se

    limit6

    a la

    celebraci6n

    de una misa

    solemne,

    con asistencia de

    las autoridades.

    Si

    bien

    la

    fiesta del

    pend6n

    era

    la mas

    representativa y

    la

    que

    por

    precepto se celebraba anualmente, de acuerdo con su larga tradi-

    ci6n,

    no

    fue

    la

    finica de

    caracter

    laico

    y politico, pues

    con

    gran

    fre-

    cuencia se

    ofrecian

    motivos

    de

    regocijo, ya

    fuese

    por

    la

    llegada

    de

    virreyes,

    bodas

    reales,

    triunfos militares

    de las armas

    espafiolas,

    bau-

    tizos de

    infantes,

    cumpleafios

    de

    miembros de la familia real o

    acon-

    tecimientos

    festivos en las de

    los

    virreyes.

    En

    1530

    se celebr6 el

    nacimiento

    de

    un infante

    (que

    no

    sobreviviria

    muchos

    dias);

    en

    enero de

    1531

    se hizo

    el

    festivo recibimiento

    de

    los

    oidores

    de la

    Segunda

    Audiencia,

    los licenciados

    Maldonado

    y Quiroga, y

    en

    sep-

    tiembre

    del

    mismo

    afio,

    del

    presidente

    don

    Sebastian

    Ramirez

    de

    Fuenleal;

    en

    1533

    el motivo

    fue

    el retorno

    del

    Emperador

    a tierra

    de

    Castilla,

    tras

    larga

    estancia en Alemania.24

    Asi,

    sucesivamente,

    se

    conmemoraron

    victorias

    de

    las

    armas

    espafiolas

    contra

    los

    turcos o

    hazafias belicas

    que

    algfn

    virrey

    deseaba

    recordar,

    bodas de

    hijas

    o

    sobrinas

    de

    la familia virreinal en turno

    y

    felices

    partos

    de

    las

    reinas

    y

    virreinas.25 Los lutos

    por

    muerte de

    reyes,

    reinas

    o

    prin-

    cipes,

    ocasionaban un cambio en el

    vestuario

    de los

    criollos,

    que

    debian de prescindir de joyas y adornos de colores, y obligaban a los

    regidores

    a vestir de

    negro

    mientras

    se

    celebraban misas

    y

    funerales

    por

    el

    eterno descanso de sus almas.

    Aunque siempre

    se consider6

    que

    el

    pueblo

    era

    el

    beneficiario

    de los

    regocijos

    planeados,

    no

    pocas

    veces

    se

    decidieron al

    margen

    de sus

    urgentes

    preocupaciones.

    En

    noviembre

    de

    1651,

    sabiendo

    el

    virrey

    Conde

    de Alba de Liste

    que

    habia

    peste

    en la ciudad dio licencia

    para que

    se lidiasen

    toros

    frente al balc6n de

    palacio

    . .

    .

    y

    estandolos

    lidiando,

    andaba

    por

    24.

    Actas de

    los dias:

    30

    de

    mayo

    de

    1530,

    9

    de enero

    y

    29

    de

    septiembre

    de

    1531,

    1

    de

    agosto

    de

    1533;

    en

    Actas de

    Cabildo,

    vol.

    2, 52,

    78

    y

    130;

    vol.

    3,

    46.

    25.

    El

    elevado nfimero

    de estos

    festejos

    ocasionales

    impide

    una reseina

    precisa

    de

    los

    mismos

    que,

    sin

    embrago,

    merecerian

    un estudio

    mas

    minucioso.

    A

    traves

    de

    ellos

    podriamos

    conocer

    la

    evoluci6n de

    los

    gustos,

    la armonia real o

    aparente

    entre

    los

    virreyes y

    el

    Cabildo,

    el

    nivel de las finanzas locales

    y

    la sensibilidad de las

    autoridades

    para apreciar

    el

    estado

    de

    animo

    del

    pueblo.

    29

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    13/28

    Mexican

    Studies/Estudios

    Mexicanos

    la calle

    una

    procesi6n

    de

    sangre

    que

    sali6 de

    Santa

    Maria la Re-

    donda .26

    La

    afici6n

    a

    los toros

    del

    virrey Fray

    Garcia Guerra fue

    tambien causa de

    escandalo,

    y

    la elecci6n

    de

    la

    Pascua

    de

    Navidad

    para

    organizar

    corridas,

    en

    contra

    de

    las normas

    eclesiasticas,

    pro-

    voc6

    escripulos

    entre

    el

    clero

    y

    los

    fieles

    piadosos.27

    En

    cada

    ocasi6n,

    el

    Ayuntamiento

    desembolsaba cantidades

    proporcionales

    al

    nimero

    y

    calidad de

    las actividades

    programadas;

    la

    brillantez

    del

    jolgorio dependia

    en

    gran

    parte

    de la

    disposici6n

    de los

    regidores

    y

    de

    la

    situaci6n

    de las

    arcas

    de la

    ciudad

    o de la

    colaboraci6n econ6mica

    del

    propio virrey.

    La ciudad costeaba

    p6lvora, cera, salarios y vestidos de los misicos. Las varas, puyas y

    arandelas

    y

    los

    gozetes

    destinados

    a

    los

    juegos

    de toros

    y

    canfas,

    se

    conservaban

    como

    propiedad

    del

    Cabildo,

    que

    asi

    evitaba

    repetir

    los

    mismos

    gastos

    anualmente.

    Los

    gigantes y

    cabezudos

    requerian

    de

    renovacion

    de

    vestuario

    cada

    cierto

    tiempo;

    y

    los

    premios

    de

    certa-

    menes

    y

    concursos

    eran a veces donativo de instituciones.

    En el

    paseo

    del

    pend6n

    se incluian toldillos

    y

    libreas

    para

    los

    participan-

    tes,

    que

    llegaron

    a

    ser setenta

    caballeros,

    aunque algunos

    afnos

    se

    opt6 por

    encomendar

    el

    acompanamiento

    exclusivamente

    a

    los

    regidores,

    con

    la

    consiguiente

    reducci6n del

    cortejo

    y

    de los

    gastos.

    El

    espectaculo

    ofrecido

    al

    pueblo

    se

    cobraba

    en

    prestigio

    a traves

    del

    respeto que

    inspiraba

    el

    ritual

    profano

    como instrumento

    de

    poder.28

    Aunque

    los

    gastos

    se

    cargaban

    a las rentas

    que

    como

    propios

    disfrutaba

    la

    ciudad,

    tambien se recurria

    a

    la

    imposici6n

    de multas

    contra

    quienes negaban

    su

    participacion

    .

    La

    coacci6n

    ejercida

    por

    esta via

    era

    otra

    manifestaci6n

    de la

    trascendencia

    piblica

    de

    la

    fiesta, a la vez que podia servir de complemento al presupuesto

    destinado

    a las

    celebraciones. Las cofradias

    que

    no

    participaban

    en

    los

    desfiles

    y

    procesiones

    que

    exigian

    su

    presencia

    debian

    de

    pagar

    treinta

    pesos

    de oro

    de

    minas;

    y

    la

    recaudacion

    podia

    ser mas sus-

    tanciosa cuando la

    cofradia

    se

    presentaba

    pero

    faltaban

    algunos

    de

    sus

    miembros;

    en tales

    casos,

    cada artesano faltante

    pagaba

    diez

    pesos

    individualmente.29

    26.

    Guijo, Diario,

    vol.

    1,

    179-80.

    27.

    Irving

    Leonard,

    La

    epoca

    barroca en el

    Mexico

    colonial

    (Mexico:

    Fondo

    de

    Cultura

    Econ6mica

    [FCE],

    1974),

    35-37;

    Guijo,

    Diario,

    vol.

    1,

    241.

    28.

    Jose

    Maria

    Diez

    Borque,

    Los

    textos de la

    fiesta:

    Ritualizaciones

    celebrativas

    de la

    celebraci6n del

    juego

    de

    caiias ,

    en

    Lafiesta,

    la

    ceremonia,

    el

    rito,

    Actas del

    Coloquio

    Internacional

    celebrado en

    Granada,

    Palacio de la

    Madraza

    (Granada:

    Casa

    de

    Velazquez-Universidad

    de

    Granada,

    1990),

    186.

    29.

    Actas de

    Cabildo,

    vol.

    2, 90, 189,

    202;

    vol.

    3, 40,

    45, 52, 131;

    vol.

    4,

    92

    y

    99;

    passim.

    30

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    14/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    Con caracter

    general

    y reglamentario

    se establecieron las cele-

    braciones

    religiosas,

    mas

    frecuentes

    que

    las fiestas

    de

    caracter

    civil

    teniendo

    en

    cuenta

    que

    habian de

    sumarse

    las

    prescritas

    por

    el calen-

    dario

    litfirgico

    a

    las de

    tipo

    circunstancial,

    destinadas

    a

    la exaltaci6n

    de

    algfin

    santo recien

    llegado

    a los

    altares,

    al fomento de

    determi-

    nada

    devoci6n

    o a la

    consagraci6n

    de

    templos

    locales.

    A

    partir

    de las

    filtimas

    semanas del

    anio

    solar,

    cuando se inicia

    el

    eclesiastico

    con las cuatro semanas

    de

    Adviento,

    se

    llegaba

    a la

    conmemoraci6n

    de la

    Navidad,

    con

    la

    novena

    previa

    de

    prepara-

    ci6n. Con este

    motivo,

    la

    tradici6n medieval

    de

    representaciones

    escenicas del Nacimiento pudo enlazar con el gusto prehispanico

    por

    los

    mitotes,

    con

    cantos

    y

    bailes. Las

    pastorelas,

    de

    argumento

    piadoso,

    incorporaban

    villancicos

    y permitian

    la

    participaci6n

    colectiva de

    quienes

    caminaban

    en

    la

    procesi6n

    o recibian como

    anfitriones

    la

    comitiva

    que acompafiaba

    a

    la

    sagrada

    familia.

    Dentro

    o

    fuera de

    los

    templos

    y

    conventos,

    estas

    dramatizaciones

    se

    repe-

    tian

    afio

    tras

    aiio,

    y

    aun se

    siguen

    repitiendo,

    con las inevitables

    variaciones,

    en los

    filtimos afnos

    del

    siglo

    XX.

    La

    representaci6n

    plastica

    del

    Belen

    o

    Nacimiento,

    cuya

    devo-

    ci6n

    habia iniciado

    y

    alentado San

    Francisco

    de

    Asis,

    lleg6

    a

    la Nueva

    Espafia

    de

    la

    mano de los

    primeros

    evangelizadores

    franciscanos. Ya

    fuesen

    de

    origen europeo

    o de factura

    local,

    las

    figuras represen-

    tativas,

    dentro de su marco

    escenico

    de

    montafias,

    cuevas,

    bosques

    y poblados,

    adornaban las viviendas

    y ocupaban

    espacios

    privile-

    giados

    en

    templos

    y

    conventos.

    Asi

    como en

    Espafia

    no

    se

    popula-

    rizaron

    los nacimientos

    hasta

    bien

    entrado el

    siglo

    XVIII,

    durante

    el

    reinado de

    Carlos

    III,

    en

    la Nueva

    Espafia arraigaron

    desde

    fechas

    mucho mas tempranas.30 A fines del siglo XVII caus6 inquietud entre

    los fieles

    la lectura de

    un

    edicto del Santo Oficio en contra

    de

    la

    forma en

    que

    tradicionalmente

    se

    celebraban las

    visperas

    de

    la

    Nochebuena.

    El

    castigo

    para

    los

    infractores era nada menos

    que

    la

    excomuni6n.

    El

    jesuita

    Juan

    Martinez de

    la Parra

    aclar6

    desde

    el

    pulpito

    de

    la

    Casa Profesa de Mexico el alcance de

    aquel

    edicto

    que

    tendia a eliminar

    la

    costumbre

    de reunirse ante el

    nacimiento

    para

    comer,

    bailar

    y

    escuchar mfisica

    profana:

    Senioresy sefioras: no ha prohibido el Santo Tribunal que se ponga el

    nacimiento de

    nuestro

    Dios,

    lo

    que

    prohibe muy

    santamente

    es:

    lo

    primero

    que

    el

    ponerlo

    sea

    con

    determinado

    nimero de

    velas,

    creyendo

    que

    tantas

    30.

    Julio

    Caro

    Baroja,

    El mundo

    popular

    en la

    epoca

    de Carlos

    III ,

    en Actas

    del

    Congreso

    Internacional sobre Carlos

    IIIy

    la

    Ilustraci6n

    (Madrid:

    Ministerio

    de

    Cultura con

    la

    Colaboraci6n

    del

    CSIC,

    1988),

    tomo

    2,

    Economia

    y

    Sociedad,

    281-88.

    31

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    15/28

    MexicanStudies/EstudiosMexicanos

    y

    no mas

    ni

    menos,

    se deben

    poner,

    que

    eso es

    superstici6n.

    Lo

    segundo

    que

    delante

    del nacimiento

    haya

    comedias,

    juegos,

    danzas, merendonas,

    cha-

    cotas; esto es lo que se prohibe, no el que se ponga con la decencia, devo-

    ci6n

    y

    ternura

    debida a esta fineza

    tan indecible

    con

    que

    Dios

    por

    nosotros

    se hizo nifio.31

    Aunque

    con ruidosas

    expresiones

    de alborozo

    y

    congregaci6n

    de

    amigos

    y parientes,

    las

    fiestas

    navidefias se circunscribian

    al

    ambito

    familiar;

    s6lo

    las

    salidas

    a

    la

    misa de

    Gallo,

    en

    la

    medianoche

    del

    dia

    24 de

    diciembre,

    daban motivo

    para

    manifestar en las

    calles

    la

    devoci6n

    y

    el animo

    jocoso.

    Parece

    que

    fue

    excepcional

    lo

    sucedido en la Nochebuena de 1650, cuando los vecinos de la

    ciudad

    pusieron

    en

    las

    ventanas

    imagenes

    y

    lienzos con escenas alu-

    sivas

    a

    la vida de la

    Virgen y

    de

    la

    sagrada

    familia

    y

    adornaronde muchas

    uces,

    con

    que

    siendo

    la noche

    muy

    oscura,

    estaban

    las

    calles

    muy

    claras,

    y

    fue de

    mucha

    devoci6n;

    y

    se

    juntaron

    mulatos,

    negros,

    mestizos e indios

    en

    las cruces

    de esta ciudad

    y

    a voces

    rezabanel

    Rosario

    de

    Nuestra Sefiora

    de

    rodillas,

    y por

    las

    calles iban haciendo

    lo

    mismo

    los

    muchachosen cuadrilla

    mucha cantidadde

    ellos,

    y

    personas

    de

    todas las

    edades,

    y

    hubo cuadrillas

    por

    las

    calles

    gobernadas

    de

    algunos

    sacerdotesque los seguian.32

    La

    Circuncisi6n,

    el dia 1 de

    enero,

    fiesta

    de

    precepto,

    no re-

    queria

    de

    particular

    solemnidad,

    mientras

    que

    la

    Epifania

    o dia de

    Reyes,

    el

    6,

    se

    celebraba

    con una

    o

    varias corridas de

    toros,

    segin

    la

    decisi6n

    tomada

    por

    el Cabildo de trasladar

    a ese dia

    las

    que

    se

    acostumbraban celebrar

    el

    15

    de

    agosto.

    Siendo

    San

    Hip6lito

    el

    13,

    solo habia

    un

    dia de

    descanso antes de la

    fiesta

    de la

    Asunci6n

    de

    la

    Virgen.33

    El Carnaval, que desde la temprana Edad Media era la fiesta

    popular

    por

    excelencia

    en la

    Europa

    mediterranea,

    no alcanz6 en

    las

    ciudades

    de la

    Nueva

    Espafia

    la

    importancia

    que

    tuvo en la

    peninsula

    iberica. S61o

    esporadicas disposiciones represivas,

    de

    fecha

    tardia,

    nos

    hablan

    de ocasionales des6rdenes en

    la ciudad

    de

    Mexico;

    a todos los

    grupos populares,

    indistintamente

    espafioles y

    castas,

    se atribuia

    el

    uso

    de

    ropas

    propias

    del otro

    sexo

    y

    de

    trajes

    talares de

    religiosos

    durante

    los

    tres

    dias de

    Carnestolendas.34

    Pero

    eran precisamente los indios de los barrios quienes, al menos desde

    el

    fltimo

    cuarto del

    siglo

    XVIII,

    se

    congregaban

    en la

    celebraci6n

    31.

    Juan

    Martinez

    de

    la

    Parra,

    S.J.,

    Luz

    de

    verdades

    cat6licas,

    3

    vols.

    (Mexico:

    Libreria

    Editorial

    San

    Ignacio, 1948),

    vols

    2,

    77.

    32.

    Guijo,

    Diario,

    vol.

    1,

    142.

    33.

    Acta del

    31

    de

    julio

    de

    1537,

    Actas

    de

    Cabildo,

    vol.

    4,

    92.

    34.

    Antonio de

    Robles,

    Diario de sucesos notables

    (1665-1703),

    3

    vols.

    (Me-

    xico:

    Porrua,

    1946),

    vol.

    1,

    258-59;

    vol.

    3,

    92.

    32

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    16/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    colectiva del ahorcado .35

    En

    buena

    parte

    ello

    puede

    atribuirse al

    esfuerzo de

    las autoridades

    por

    controlar

    cualquier posible escape

    hacia el desorden, que no era raro en tales ocasiones; tambien con-

    tribuy6

    el

    gusto

    renacentista

    que,

    desde

    Erasmo

    hasta

    el Concilio

    de

    Trento,

    veia

    con

    disgusto

    las

    estrepitosas

    manifestaciones

    de la cul-

    tura

    popular;

    36

    sin duda

    pes6

    igualmente

    la

    opini6n

    de los

    clerigos

    regulares,

    mas

    severos

    que

    los

    seculares

    y

    con

    gran poder

    en la

    Nueva

    Espafia.

    En

    todo

    caso mereceria

    alguna

    meditaci6n

    el

    hecho

    de

    que

    siendo

    las fiestas barrocas

    preferentemente

    urbanas,

    haya

    perdurado

    la

    tradici6n

    del

    carnaval,

    con numerosos

    rasgos

    de

    su

    caracter

    original, precisamente

    en

    pueblos indigenas y

    zonas rurales

    de Mexico.37

    Las

    mismas circunstancias

    que contribuyeron

    a

    quitar

    fuerza a

    la

    tradici6n carnavalesca

    en el medio

    urbano

    influyeron igualmente

    en el

    olvido de otras

    fiestas

    castellanas

    en las

    que

    predominaba

    la

    burla,

    la

    suciedad

    o la irreverencia. Los

    inmigrantes,

    ennoblecidos

    por

    las armas o

    por

    la recien

    adquirida

    riqueza,

    preferian

    ignorar

    tales

    desmanes,

    incompatibles

    con su

    posici6n

    de

    respetabilidad.

    Incluso

    los

    numerosos

    espafioles

    de

    modesta fortuna carecian

    de

    un

    medio propicio en el que consolidar solidaridades capaces de recrear

    las formas

    de

    esparcimiento

    de sus

    lugares

    de

    origen.

    La

    Cuaresma,

    con su

    sequito

    de

    ayunos

    y

    penitencias,

    aportaba

    ocasiones

    para

    el disfrute de

    paseos y

    reuniones.

    Nadie

    se habria

    atrevido

    a

    festejar

    la memoria de

    la

    Pasi6n los viernes de

    Cuaresma,

    pero

    la

    asistencia

    al serm6n

    vespertino

    daba ocasi6n a las

    mujeres

    para

    salir

    de

    sus casas

    y

    a

    los hombres

    para

    cancelar

    sesiones de

    trabajo.

    Tambien

    el Miserere de los

    miercoles

    proporcionaba

    motivo

    de

    distraccion.38

    Las

    procesiones

    de Semana

    Santa,

    espectaculo

    dramatico

    de

    35.

    Real cedula

    de

    1780,

    Archivo General

    de la

    Nacion,

    ramo

    Civil,

    vol.

    194,

    exp.

    3.

    Este

    documento

    aparece

    mencionado en

    Juan

    Pedro

    Viqueira

    Alban,

    eRela-

    jados

    o

    reprimidos?

    (Mexico:

    FCE,

    1987),

    140.

    36.

    Varios autores se

    han

    ocupado

    del

    significado

    sociologico

    del

    carnaval

    medi-

    terraneo.

    Es

    importante

    sefialar

    su

    caracter

    de

    inversi6n

    del orden

    jerarquico

    y

    su

    expresi6n

    extrena

    a

    traves

    de

    tres

    temas:

    la

    carne

    (como

    antagonista

    de la sobria

    dieta

    cuaresmal),

    el sexo

    y

    la violencia. Peter

    Burke,

    La

    cultura

    popular

    en la

    Europa

    moderna

    (Madrid:

    Alianza

    Editorial,

    1991),

    267.

    37.

    Son

    conocidas

    las ruidosas

    y

    aun violentas manifestaciones de

    celebraci6n

    del

    carnaval

    en

    algunos pueblos

    indigenas

    del

    noroeste,

    en donde nada tiene

    que

    ver

    el

    aspecto

    religioso, puesto que

    incluso

    se celebra en

    algunos lugares

    del estado de

    Veracruz la fiesta de

    los

    negros

    disfrazados .

    Sagrario

    Cruz,

    Alfredo Martinez

    y

    Ange-

    lica

    Santiago,

    Los

    negros

    disfrazados ,

    Mexico

    Indigena,

    10

    (ulio

    1990):

    41-45.

    38.

    Las sesiones del

    Cabildo

    de la ciudad

    se

    suspendian

    durante los viernes de

    Cuaresma,

    trasladandose

    a

    los

    jueves.

    Acta

    de

    15

    de

    febrero

    de

    1535

    y

    afios

    sucesi-

    vos.

    Actas

    de

    Cabildo,

    vol.

    3,

    109.

    33

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    17/28

    Mexican Studies/Estudios Mexicanos

    maxima

    expresividad plastica,

    permitian

    la

    participaci6n

    de los

    fieles,

    no como

    simples espectadores

    sino como actores

    en

    las

    pro-

    cesiones de

    sangre y

    en

    los viacrucis

    que

    recorrian las

    calles

    de

    pueblos y

    ciudades. No

    eran

    ajenos

    a

    la tradici6n

    prehispanica

    los

    ritos

    penitenciales

    colectivos

    y

    quiza

    por

    eso los

    indios

    los

    asu-

    mieron con fervor.

    Jovenes

    y

    ancianos

    participaban

    en

    aquellas

    procesiones,

    casi

    siempre

    nocturnas,

    en las

    que:

    las

    mugeres

    indias,

    recogida

    la

    vestidura

    superior

    sobre

    la

    cerviz,

    descubierta

    la

    espalda

    y

    tambien

    el rostro

    con admirable humilidad

    y

    sinceridad se iban

    azotando con

    disciplinas

    de

    ramal

    y

    recios

    golpes,

    llevando

    algunas

    bajo

    el

    brazo izquierdo a los hijuelos de pecho: cosa que edificia y enternece.39

    El

    fervor

    de los

    penitentes

    se mezclaba

    peligrosamente

    con el

    espiritu

    lidico,

    y

    la

    oscuridad

    de

    la

    noche

    propiciaba

    libertades

    que

    las

    autoridades veian con

    temor;

    de

    modo

    que

    en

    mas de

    una

    oca-

    si6n se

    impuso

    un

    cambio

    de horario

    para

    que

    las

    procesiones

    con-

    cluyesen

    antes de anochecer.40

    Las

    visitas

    a

    los monumentos

    durante

    la noche del

    jueves

    eran

    motivo de

    paseos

    y jolgorios muy

    ajenos

    a

    la celebraci6n

    litirgica.

    Por ello el

    arzobispo

    Don

    Manuel

    Rubio y Salinas escribi6 una energica pastoral contra los des6r-

    denes

    y

    escandalos

    propiciados

    por

    la

    embriaguez

    de muchos de

    los fieles

    y

    la

    vistosidad

    del

    atuendo

    femenino

    que

    consideraba

    motivo de

    disipaci6n.41

    La

    quema

    de

    Judas

    y

    el

    esplendor

    de

    canticos

    y

    luces del Sabado

    de

    Gloria

    eran

    la

    culminaci6n

    de los

    festejos

    de

    la

    Pascua de Resurrecci6n.

    Mucho

    menos

    popular,

    la Pascua

    de

    Pentecostes

    pasaba

    casi

    inadvertida,

    eclipsada por

    los

    festejos

    mucho mas

    vistosos

    de la

    pri-

    mavera

    y

    el

    verano,

    con

    Corpus Christi,

    San

    Juan y Santiago,

    como

    advocaciones

    de

    primera

    magnitud.

    La fiesta

    de

    Corpuis

    Christi,

    dedicada a la exaltaci6n

    del

    sacra-

    mento

    de la

    Eucaristia,

    habia

    sido

    instituida

    por

    el

    papa

    Urbano IV

    en 1262

    y

    confirmada

    por

    Clemente

    V

    en

    1306.42

    A

    partir

    de

    entonces se celebraba en

    toda

    la cristiandad

    y

    era

    tradicional

    la

    pro-

    cesi6n,

    a la

    que

    se

    incorporaban

    los

    estandartes

    de

    gremios

    y

    cofra-

    39.

    Instrucci6n del Ilustrisimo Sr. Dn. Isidro Sarifiana

    y

    Cuenca,

    al

    Reverendo

    P. Fr. Francisco de Reyna, de lo que en nombre y con poder de S.S. Illma. ha de infor-

    mar

    acerca

    deste

    Obispado

    a nuestro Smo. P.

    Inocencio,

    por

    la

    Divina

    gracia Papa

    XI ;

    23

    de

    mayo

    de

    1688.

    En

    Biblioteca

    Cuevas,

    colecci6n

    Obispos,

    vol. 18.

    40.

    Robles,

    Diario

    de

    sucesos,

    vol.

    1,

    43.

    41.

    Disposici6n

    de

    don Manuel

    Jose

    Rubio

    y

    Salinas,

    en

    15

    de

    marzo

    de

    1762;

    en

    Fortino

    Hip6lito

    Vera,

    Coleccion

    de documentos

    eclesidsticos de

    Mexico,

    o

    sea

    antigua

    y

    nueva

    legislacidn

    de

    la

    iglesia

    mexicana,

    3

    vols.

    (Amecameca:

    Imprenta

    del

    Colegio

    Cat6lico,

    1887),

    vol.

    2,

    380.

    42. Martinez

    de

    la

    Parra,

    Luz

    de

    Verdades,

    vol.

    1,

    72.

    34

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    18/28

    Gonzalbo

    Aizpuru:

    Fiestas

    novohispanas

    dias.

    El

    Cabildo

    de la

    ciudad de Mexico asumi6

    tempranamente

    el

    honor

    y

    la

    responsabilidad

    de

    organizar

    los actos solemnes

    y

    en

    especial

    la

    procesi6n,

    a la

    que

    contribuian indios

    y

    espafioles

    de

    todos

    los oficios.

    En

    reunion de

    regidores

    se

    dispuso

    el orden

    que

    deberia de

    seguirse:

    la

    orden

    que

    en

    lo susodicho se

    haya

    de

    tener sea

    que despues

    de los ofi-

    cios

    e

    juegos

    de

    los indios

    bayanprimeros

    n la

    dicha

    procesi6n

    os

    ortelanos

    y despues

    dellos los

    gigantes

    y

    tras

    los

    gigantes

    los

    zapateros

    y

    tras

    los

    zapateros

    los

    herreros

    y

    caldereros

    y

    tras estos los

    carpinteros

    .

    .

    .

    barberos,

    plateros,

    sastres

    y

    armeros.43

    En

    afios sucesivos se

    prevenia

    con

    anticipacion

    lo necesario

    para

    el

    mayor

    lucimiento

    del

    festejo.

    Se hacian

    limpiar

    y

    adornar con

    tapices,

    flores

    y colgaduras,

    las calles

    por

    las

    que pasaria

    la

    proce-

    si6n.44

    Se

    pregonaba

    el

    recordatorio de

    que

    los

    gremios

    estaban

    obligados

    a

    participar,

    y

    se

    advertia acerca

    de

    las

    penas

    en

    que

    incu-

    rrian

    quienes

    no colaboraran

    segin

    lo

    que

    les

    correspondia.

    Ya

    que

    en el

    acompafiamiento

    de sacramento se

    guardaba

    cuidadosamente la

    diferencia de

    jerarquias,

    se hacia

    preciso

    insistir

    en el debido orden con que saldrian los gremios; y dado el presti-

    gio y

    condici6n

    privilegiada

    de los

    plateros,

    a ellos se destin6 el

    lugar

    preferente, junto

    al

    palio bajo

    el

    que

    se

    exhibia

    la

    custodia. Los

    pla-

    teros

    tenian

    el

    compromiso

    de llevar en la misma

    procesi6n

    la

    imagen

    de San

    Hip6lito,

    con

    lo

    que

    se les

    duplic6

    el

    honor

    y

    la

    obli-

    gacion,

    puesto que

    en el

    paseo

    del

    pend6n

    tambien

    les

    correspondia

    sacar la

    imagen

    del

    santo

    patrono

    de

    la

    ciudad.45

    San

    Juan

    Bautista,

    a

    quien

    la

    Iglesia

    recuerda

    el

    dia

    24

    de

    junio,

    era

    santo favorito de

    pueblos

    y pequeiias

    ciudades en

    tierras de

    Castilla,

    Arag6n,

    Navarra

    y

    Vascongadas.

    Ritual

    liturgico

    y

    ances-

    trales cultos

    paganos

    del solsticio

    de

    verano se combinaban en

    los

    bailes

    y cortejos

    de

    j6venes,

    las

    hogueras

    a la media noche

    y

    las

    coronas

    y

    ramos de flores.

    La

    jerarquia

    eclesiastica

    y

    las autori-

    dades del reino de

    Castilla

    realizaron

    infructuosos

    esfuerzos,

    al

    menos

    desde

    el

    siglo

    XV,

    para

    evitar

    lo

    que

    se consideraba excesos

    en

    la

    celebraci6n

    y

    reminiscencias

    idolatricas

    en el

    significado

    de

    los

    ritos.46

    En

    su traslado a la

    Nueva

    Espana

    se

    diluyeron

    los com-

    ponentes europeos en el complejo mundo de la mentalidad popular

    43.

    Actas

    de

    Cabildo,

    martes

    10

    de

    junio

    de

    1533,

    vol.

    5,

    40.

    44.

    y

    que

    tengan

    entapizadas

    las dichas

    sus

    pertenencias,

    cada

    uno con lo

    que

    pudiere

    ...

    so

    pena

    de

    5

    pesos ,

    Actas

    de

    Cabildo,

    1

    de

    junio

    de

    1545,

    vol.

    5,

    93.

    45.

    Actas

    de

    Cabildo,

    martes,

    15

    de

    mayo

    de

    1537,

    vol.

    4,

    84.

    46.

    Julio

    Caro

    Baroja,

    Estudios sobre

    la

    vida

    tradicional

    espanola

    (Barcelona:

    Ediciones

    Peninsula,

    1988),

    167

    y sigs.

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  • 7/24/2019 Pilar Aizpuru-las Fiestas Novohispanas

    19/28

    Mexican

    Studies/Estudios Mexicanos

    indigena

    y

    mestiza.

    Uno

    de los

    ingredientes

    simb6licos

    y

    folkl6ri-

    cos

    que

    arraigaron

    con

    mas

    fuerza

    fue el

    de

    las danzas de moros

    y

    cristianos,

    cuya

    celebraci6n

    no es

    exclusiva

    de

    determinada

    fecha.

    Mucho menos

    popular

    en

    las ciudades

    espaniolas,

    mantuvo esta

    tradici6n

    en la

    Nueva

    E