Palabras, Cuerpos y Mujeres

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Palabra, cuerpo y mujeres: de la larga noche neoliberal a la clara violencia neocolonial Gabriela Bernal Carrera Las noticias sobre políticas públicas para la prevención del embarazo adolescente, han ocupado en los últimos meses mucho espacio en las discusiones públicas y privadas del Ecuador. La idea de plantear la “abstinencia” derivada de la vivencia de “valores” y de la centralidad de “la familia” en la educación sexual de niños, niñas y adolescentes, ha despertado no sólo indignación, rabia y/o frustración, sino también risa. A la política pública, escrita y difundida con los sellos de la legalidad entre la densa telaraña burocrática, se suman además, una serie de declaraciones de los personajes públicos que tienen las riendas del país. Hombres y mujeres, “coidearios” todos de Alianza País, se han sentido en la obligación de aclarar su posición frente a esta o aquella declaración de éste o aquel funcionario. “Coidearios” a la hora de dirigir el Estado, pero explícitamente discordantes a la hora de pensar la vida “privada”. El debate acerca de lo público/privado es complejo y puede ser mirado desde múltiples enfoques. A riesgo de simplificar excesivamente una cuestión siempre actual, quiero dejar dicho que la consigna, “lo personal es político”, planteada desde el feminismo hace tiempo ya, permitió desnaturalizar los órdenes domésticos que se mantenía al margen de una reflexión seria gracias al manto de la invisibilidad de lo “privado”. En este sentido, me he venido preguntando, qué hay detrás, qué pasa en la estructura profunda de este país, qué permite que este tipo de fenómenos sucedan con tanta aparente “naturalidad”. La cuestión es que no me asombra demasiado lo que la Revolución Ciudadana hace o deja de hacer, lo que sus funcionarios dicen o dejan de decir. Gracias a su visibilidad pública, a su trayectoria política y a los inteligentes análisis que muchas personas hacen, puedo entender con claridad a qué obedecen y hacia dónde dirigen sus acciones y omisiones. Sin embargo, me interesa mucho más, comprender por qué ese conjunto de acciones y omisiones políticas del gobierno son asumidas y procesadas en la forma en que ocurren, por la sociedad ecuatoriana. En el debate político hay mucha pasión, pero me parece relevante poder comprender el proceso y el contexto, para mirar la realidad más allá de la rabia coyuntural y/o del adjetivo calificativo. Y aunque suene fuera de lugar, quiero empezar mi reflexión trayendo, con un poco de detalle, un evento que a mi modo de ver resulta fundamental para entender contexto y proceso. Vuelvo entonces al atardecer del 16 de noviembre de 1532. Atawallpa llegaba a la gran plaza de Cajamarca “sobre una silla tapizada de plumas de loro y de placas de oro y plata, sostenido por hombres vestidos de azul” 1 ; pensaba que los españoles habían abandonado el pueblo el día anterior y por eso, se sorprendió cuando de pronto llegó el cura Valverde. El sacerdote llegó acompañado de un intérprete y con una Biblia en una de sus manos y en la otra una cruz. “He aquí las palabras de Dios” pronunció el cura. Dice Francisco de Jerez que Atawallpa, tomó el libro y recorrió rápidamente su contenido. Luego lo lanzó al suelo, “no maravillándose de las letras ni del 1 Bernand y Gruzinski, “Historia del Nuevo mundo. Del descubrimiento a la conquista. La experiencia europea, 1492- 1550”. Fondo de Cultura Económica. México. 1996. Pp. 413-415

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Análisis de las vinculaciones entre la construcción simbólica de la idea de nación en el proyecto de la Revolución Ciudadana en el Ecuador y los cuerpos de las mujeres.

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Palabra, cuerpo y mujeres: de la larga noche neoliberal a la clara violencia neocolonial

Gabriela Bernal Carrera

Las noticias sobre políticas públicas para la prevención del embarazo adolescente, han ocupado en los últimos meses mucho espacio en las discusiones públicas y privadas del Ecuador. La idea de plantear la “abstinencia” derivada de la vivencia de “valores” y de la centralidad de “la familia” en la educación sexual de niños, niñas y adolescentes, ha despertado no sólo indignación, rabia y/o frustración, sino también risa. A la política pública, escrita y difundida con los sellos de la legalidad entre la densa telaraña burocrática, se suman además, una serie de declaraciones de los personajes públicos que tienen las riendas del país. Hombres y mujeres, “coidearios” todos de Alianza País, se han sentido en la obligación de aclarar su posición frente a esta o aquella declaración de éste o aquel funcionario. “Coidearios” a la hora de dirigir el Estado, pero explícitamente discordantes a la hora de pensar la vida “privada”.

El debate acerca de lo público/privado es complejo y puede ser mirado desde múltiples enfoques. A riesgo de simplificar excesivamente una cuestión siempre actual, quiero dejar dicho que la consigna, “lo personal es político”, planteada desde el feminismo hace tiempo ya, permitió desnaturalizar los órdenes domésticos que se mantenía al margen de una reflexión seria gracias al manto de la invisibilidad de lo “privado”. En este sentido, me he venido preguntando, qué hay detrás, qué pasa en la estructura profunda de este país, qué permite que este tipo de fenómenos sucedan con tanta aparente “naturalidad”.

La cuestión es que no me asombra demasiado lo que la Revolución Ciudadana hace o deja de hacer, lo que sus funcionarios dicen o dejan de decir. Gracias a su visibilidad pública, a su trayectoria política y a los inteligentes análisis que muchas personas hacen, puedo entender con claridad a qué obedecen y hacia dónde dirigen sus acciones y omisiones. Sin embargo, me interesa mucho más, comprender por qué ese conjunto de acciones y omisiones políticas del gobierno son asumidas y procesadas en la forma en que ocurren, por la sociedad ecuatoriana. En el debate político hay mucha pasión, pero me parece relevante poder comprender el proceso y el contexto, para mirar la realidad más allá de la rabia coyuntural y/o del adjetivo calificativo.

Y aunque suene fuera de lugar, quiero empezar mi reflexión trayendo, con un poco de detalle, un evento que a mi modo de ver resulta fundamental para entender contexto y proceso. Vuelvo entonces al atardecer del 16 de noviembre de 1532. Atawallpa llegaba a la gran plaza de Cajamarca “sobre una silla tapizada de plumas de loro y de placas de oro y plata, sostenido por hombres vestidos de azul” 1; pensaba que los españoles habían abandonado el pueblo el día anterior y por eso, se sorprendió cuando de pronto llegó el cura Valverde. El sacerdote llegó acompañado de un intérprete y con una Biblia en una de sus manos y en la otra una cruz. “He aquí las palabras de Dios” pronunció el cura. Dice Francisco de Jerez que Atawallpa, tomó el libro y recorrió rápidamente su contenido. Luego lo lanzó al suelo, “no maravillándose de las letras ni del

1 Bernand y Gruzinski, “Historia del Nuevo mundo. Del descubrimiento a la conquista. La experiencia europea, 1492-1550”. Fondo de Cultura Económica. México. 1996. Pp. 413-415

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papel” 2. Lo que sucedió a continuación es historia conocida: el cura aterrorizado por el hecho de estar solo en una plaza llena de “enemigos”, regresó a dónde sus compañeros se encontraban y conminó a los españoles a atacar a los indios, garantizándoles la absolución. Y así se dio inicio a nuestra historia reciente. De alguna manera, en la memoria de quienes escriben, este momento, épico como el que más, quedó asociado al poder del colonizador, el poder del libro, de lo escrito sobre la oralidad. Sin duda, a partir de este hecho se consolidaron varias ficciones coloniales.

El cuerpo y la palabra

Una de las ficciones coloniales que se desprende de este hecho fundante, es el valor preeminente de la palabra escrita por sobre la palabra oral. En el horizonte colonial en el que se inscribe nuestro país, la oralidad ligada al subalterno, es vinculada casi exclusivamente con el espacio de “lo privado”, lo que algunos llamarían, lo doméstico. Pero en el ámbito de lo “público”, la palabra escrita se impone como ejercicio de poder. Y la “Revolución Ciudadana” (RC) ha sido especialista en imponerse a través del impreso. Acuerdos, decretos, códigos, se han impuesto sobre la sociedad sin más legitimidad que la del papel.

Sin embargo, la palabra oral3 ocupa el cuerpo como papel. Es en el cuerpo que la oralidad cobra vida. Retomando a Le Breton, “el cuerpo es espacio que ofrece vista y lectura, permitiendo la apreciación de los otros.4” En el Ecuador, el performance social cotidiano está muy vinculado al uso o no de la palabra inscrita desde y en los cuerpos y evidencia las relaciones de poder que se establecen o expresan a través de los diálogos. Hace unos meses, haciendo un ejercicio de etnografía del habla en los alrededores de la universidad, lxs estudiantes5 identificaron que mientras más cercana es la relación entre interlocutores, existen menos palabras, pero la gestualidad desborda la comunicación. Mientras más horizontales son las relaciones, el cuerpo logra expresarse a cabalidad; en relaciones horizontales, es posible que el cuerpo hable sin necesidad de apelar a la verbalización. La palabra hablada en cambio, fue identificada con el entorno laboral, un mediador de relaciones donde está menos implicada la afectividad o la cercanía. En el extremo contrario de las relaciones de poder, está la palabra escrita. Lo escrito constituye una demarcación incuestionable, infranqueable, de límites sociales que marcan la relación. Lo escrito fija los roles de los interlocutores sin la posibilidad de que el cuerpo vislumbre la posibilidad de un posible acercamiento, mediado en la cotidianidad real, por los códigos de las miradas6, tan importantes para poder leer el mensaje de los cuerpos en general y de la afectividad sobre todo.

2 Ibid., p. 414 3 Aunque investigaciones acerca de la escritura andina, como las que realiza Fernando Garcés en Bolivia, pongan en duda la ausencia de la escritura en las culturas andinas; la oralidad sea cultural o debida al analfabetismo o al analfabetismo funcional, está tan extendida en nuestra sociedad, que ha sido asumida socialmente como una característica muy específica de las sociedades andinas. 4Le Breton, David. 2010. “Cuerpo Sensible”. Ediciones metales pesados. Santiago de Chile. 5 El ejercicio de etnografía del habla, lo realizamos con estudiantes de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, en junio de 2014. 6 Sin embargo, sería interesante saber cómo las redes sociales y lo virtual están cambiando, o no, este tipo de esquemas.

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Durante el mismo ejercicio, lxs chicxs, reconocieron que el mayor uso de la palabra ponía en evidencia a quién detentaba el poder en el grupo. En grupos de pares, quien usaba la palabra por más tiempo y con el volumen más alto, parecía que lograba imponer sus criterios a sus contrapartes. Frecuencia y volumen se convertían en las estrategias de quién se sentía poderoso, no solo para imponer sus criterios, sino para dejar en claro quién mandaba en ese grupo. En este contexto, puede explicarse que la sociedad ecuatoriana haya logrado aceptar de forma rápida y sin mayores cuestionamientos, la excesiva frecuencia de la propaganda gubernamental y la ocupación de casi todos los espacios de la vida cotidiana con spots y cuñas acerca de los logros de la Revolución Ciudadana.

El día a día de lxs ecuatorianxs, se muestra como un gran escenario donde cotidianamente se pone en escena todo el acervo cultural que la memoria actualiza para mantener viva a la sociedad en su conjunto. En este sentido, las sabatinas y la incesante propaganda, se decodifican como un ejercicio amplificado de cualquier conversación corriente e insustancial. El que más habla tiene más poder, el que logra imponer con su volumen de voz o a través del hilo ininterrumpible del monólogo, la verdad, la razón7.

Y aquí es donde entra en juego otra de las dimensiones coloniales del presente momento político. Silvia Rivera entiende que la contradicción colonial de fondo es “la de negar la humanidad de los colonizados en tanto no “aprendan” a comportarse como lo dicta la sociedad dominante y nieguen con ello su propia especificidad organizativa y cultural”8. Pues el control de la palabra, el volumen, la capacidad de mantenerse hablando, elementos todos del performance del poder andino, no pretenden únicamente mostrar al poderoso que habla; sobretodo, quiere mostrar cual es lugar y las reglas que debe cumplir el que no tiene el poder. En el contexto político ecuatoriano de la RC, el discurso no sólo que quiere afirmar el poder de los que pueden hablar silenciando a lxs otrxs. El discurso quiere imponer el régimen de verdad que no es otra que la verdad del conquistador. La discriminación colonial de fondo, verdad del colonizador, se expresa en casi todas las alusiones públicas del presidente de la República sobre sus contendores políticos. La verdad del poderoso ve gorditas horrorosas, seres infantiles, mediocres, enanos, cara de estreñido, cachetón, etc. solo por mencionar algunos calificativos empleados, pero no ve “humanos”. 9 No pueden ser reconocidos como parte del “diálogo”, pues no han aprendido a comportarse como lo espera la sociedad dominante. No entienden las reglas del juego: ellos deben aceptar el volumen, el monopolio de la palabra y escuchar.

Lo que resulta importante es que no todo es imposición. Michell de Certeau planteaba que “resulta tanto más urgente señalar cómo una sociedad entera no se reduce a ella [la vigilancia]; qué procedimientos populares (también “minúsculos” y cotidianos) juegan con los mecanismos

7 En este sentido, el planteamiento de Armando Muyolema de que el diálogo de la RC funciona como impostura o farsa, resulta real, pero incompleto. En la cotidianidad ecuatoriana, es así como funciona lo que llamamos “diálogo”, no importa lo que se diga, el diálogo existe porque hay alguien que hable y hable y existan quienes de forma voluntaria o impuesta, escuchan a quien puede mantener sujetos a la/s contrapartes. 8 Rivera, Silvia. 2010. “Violencias (re) encubiertas en Bolivia”. Editorial La mirada salvaje. La Paz. Pp. 11 9 Se puede consultar la lista de calificativos usados hasta mayo de 2011 en: http://vaderetroref.blogspot.com/2012/08/20110503-lista-de-insultos-utilizados.html

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de la disciplina y sólo se conforman para cambiarlos; en fin, qué ‘maneras de hacer‘ forman la contrapartida, del lado de los consumidores (o ¿dominados?), de los procedimientos mudos que organizan el orden sociopolítico”10.

A lo largo del mismo ejercicio estudiantil, lxs estudiantes pudieron constatar que mientras quien ejercía el monopolio de la palabra, trataba de imponerse por la fuerza de su voz, la reacción de los otros, del grupo “sometido”, no era el silencio sin más. Los murmullos estaban presentes a lo largo de todo “el diálogo”. De esta forma, los rumores se convertían en una forma de resistencia al poder ejercido por quién pretendía ser el poderoso, el monopolizador de la palabra. Cuando en el grupo surgía otra persona dispuesta a alzar la voz al punto de obligar a callar al otro, el “equilibrio” del poder estaba en juego; y quien pudiera hacerse oír, manteniendo la palabra y el volumen más alto, sería el nuevo “poderoso” del grupo.

En la escena política nacional, los rumores que han circulado durante los 8 años del gobierno de la RC, han sido el escenario de la resistencia. Siempre resulta interesante escuchar a los taxistas pues son los portadores de los rumores políticos; son ellos quienes desnudan al poder: comentan sobre su poder, su dinero, la forma en que viven su sexualidad. Lxs pasajeros les comentan, dicen ellos, sobre temas que les interesa que sean divulgados; en la relación conductor-pasajero, está garantizado el anonimato, pero la oralidad del testimonio, muchas veces vivido en primera persona, otorga credibilidad al rumor. Llevada a la escena virtual, la resistencia del rumor de la charla, se ha visto complementada por los memes. En ellos, sin necesidad de usar exclusivamente palabras, las imágenes se han convertido en apoyo logístico a la resistencia del rumor. No circulan, por otro lado, en la grandilocuencia de la legitimidad de los medios impresos (periódicos o revistas “serias”), sino en el escabroso límite entre la broma y la verdad. Terreno aún más difícil para quien cree que el monopolio de la palabra le confiere poder: el humor puede provocar que se quiebre el escenario solemne del poderoso, si sus interlocutores sometidos se ríen, otro puede aprovechar la algarabía y tomar la palabra por asalto.

Durante la puesta en escena del “diálogo” observado por lxs estudiantes, el cuerpo ocupaba un lugar menos visible, ya que la palabra era la protagonista. Sin embargo, pudieron identificar que el rumor conjugaba una mirada que evitaba encontrarse con el “poderoso”. Un encuentro entre miradas del rumoreante y el poderoso incrementaba la tensión. Un reto al poder del otro implicaba mirarle directamente a los ojos mientras se lograba mantener la voz en alto y la palabra sin interrupciones.

Una última reflexión en este punto. El imaginario que muestra la derrota de Atawallpa, como el triunfo de lo impreso sobre su desdén por lo escrito, ha configurado un elemento colonial como el que más: el poder de lo escrito. Lo escrito difundido por las escuelas, por las universidades (mejor si son extranjeras), se presenta también como el triunfo de la razón sobre lo que yo llamaría “los

10 De Certeau, Michell. 1996. “La invención de lo cotidiano. Las artes de hacer”. Universidad Iberoamericana. México. Pp. XLIV

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cuerpos hablantes”11. Los cuerpos no se escriben (¿inscriben?, ¿limitan?) en un papel, por tanto lo que ellos digan no es reconocido. Se lee el papel, se reconoce el valor, el poder, la legitimidad de lo escrito. Por eso, en el Ecuador de la RC, la ficción del poder del impreso ha traído un silenciamiento de los cuerpos y las palabras que a través de éstos se expresan: no hay por qué extrañarse que tras ocho años de RC, el objetivo central de silenciamiento del Estado, sean precisamente, los cuerpos de las mujeres.

El cuerpo, la palabra y las mujeres

Nuevamente volviendo a los inicios, del mundo de las letras, hemos quedado fuera por principio, varios grupos. Ya que la cabalidad de nuestra humanidad12 estuvo en duda desde el inicio, indígenas, mujeres y/o negros, no logramos acceder plenamente a todos los derechos que la sociedad colonial reservó para los varones blancos adultos, sanos, propietarios y letrados. Aunque insisto que no se debe olvidar que no hay aceptaciones planas, y que las posibilidades de las resistencias son siempre variadas y creativas.

En vista de que el reconocimiento de la plena humanidad de los pueblos denominados como indígenas, implicaba el reconocimiento de la usurpación de los conquistadores, el orden colonial justificó la necesidad de su presencia en los territorios encontrados, bajo la idea de “tutelaje”, que ya se aplicaba en Europa con las mujeres. Niñxs, indígenas y mujeres eran parte del grupo que al no estar totalmente “humanizados”, necesitaban que “alguien” los “guíe”, los “cuide”, los “proteja”. El silenciamiento de las sociedades indígenas, implicó el silenciamiento del lenguaje de los cuerpos; cuerpos descritos, analizados, deseados y castigados, pero no humanizados. La palabra se impuso como una particular forma de violencia sobre los cuerpos “necesitados” de “entrar en razón”. No en vano, en la cotidianidad seguimos refiriéndonos al castigo vivido como: “me hablaron”. ¿Quién no ha sido “hablado” el Ecuador? ¿Quién no ha sufrido la palabra como un castigo?

11 Aunque me hubiera gustado analizar mejor la propuesta educativa del gobierno a la luz de la clara violencia neocolonial que éste ejerce sobre la sociedad ecuatoriana, el tema merece mayor relevancia. En todo caso, es obvio que el afán “iluminista” de los proyectos educativos que el gobierno impone sin más sobre la sociedad, parten de una mirada colonial de lo que el país “necesita”. Solo así se puede comprender la saña con la que se ha tratado de erradicar las experiencias de Educación Intercultural Bilingüe que con aciertos y errores, tuvieron lugar en el país. Tal vez, las contradicciones entre colonizador y subalternxs se expresan, en la experiencia educativa llevada adelante por los pueblos indígenas de forma contundente a lo largo de todo el s. XX y lo que va del XXI. No sólo por el olvido al que se somete la experiencia pionera de Dolores Cacuango, sino porque los argumentos construidos para destruir esta memoria apelan siempre a “la calidad” y “la igualdad” que se supondría deberían darse con “prioridad” a lxs niñxs indígenas. 12 En otro momento planteaba cómo se había construido la noción de “infantiles” tanto de las mujeres como de los pueblos indígenas. Retomo aquella idea en la que planteaba que el Dr. Jaime Litvak, en sus cursos en la UNAM allá por 1998, al explicarnos los debates sobre la humanidad de los indios, nos decía: “el dilema al que se enfrentaban los españoles al llegar a América era muy simple. Si se acostaban con sus mujeres, y los indios no eran humanos, cometían el pecado de bestialismo. Pero si eran humanos, ellos –los españoles-, se convertían inmediatamente en ladrones”. La forma más fácil de salvar la situación fue declarar a los indios como necesitados de “tutelaje”; eran humanos, pero como niños. Necesitados de la guía de un adulto que velara por sus intereses, ya que ellos eran incapaces para autogobernarse. Exactamente el mismo principio que gobernaba la situación jurídica, económica, social y política de las mujeres.

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Cuerpo y palabra están estrechamente vinculados, de forma explícita, en el ámbito de lo más “privado”. En 2012, a lo largo de una investigación sobre mujeres y violencia, mujeres indígenas y mestizas, se sorprendieron en una coincidencia particular. Una de las frases que repiten los varones indígenas (que retornan a sus comunidades), o mestizos es: “Ni para eso sirves”, refiriéndose a que las mujeres no serían lo “suficientemente” “buenas” a la hora de tener sexo. Los varones indígenas, añadían: “las extranjeras son mejores”. De entrada, un cuerpo negado a partir de las palabras. Negado el cuerpo, cualquier tipo de violencia es justificable, perdonable, disculpable. Se trata de cuerpos que necesitan “entrar en razón”, “entender” 13, aceptar el discurso del poderoso para acceder a los privilegios de los humanos.

En la amplia gama que se podría establecer entre la oralidad y la escritura, los cuerpos deben ubicarse conforme un estricto régimen clasificatorio: mujeres e indígenas, leer: aceptable, escribir dependiendo de qué temática. La trampa es que la entrada en “razón”, de acuerdo con el horizonte colonial,14 implica necesariamente el acceso al mundo letrado. Vale la pena reflexionar sobre cuáles podrían ser las palabras legítimas para cada grupo, dentro del horizonte colonial. Creo que reflexionando a partir de esta estructura más profunda, es posible comprender cómo las asambleístas del Movimiento Alianza País (AP), pudieron aceptar mansamente el violento silenciamiento que sufrieron cuando se manifestaron a favor de una ley que despenalice el aborto en caso de violación15. Es más, resulta destacable mostrar cómo, inmediatamente sancionadas, las palabras de la asambleísta Soledad Buendía fueron escuchadas, insisto, incluso ya sancionada, solamente para referirse, en el homenaje póstumo organizado por la Asamblea Legislativa, a Arturo Jarrín Jarrín, ex líder del grupo Alfaro Vive Carajo.

He tratado de mostrar que lejos de haberse superado el colonialismo, este se reactualiza de forma constante; renovándose e incorporando nuevos lenguajes y formas simbólicas, el colonialismo sigue vigente y quiere moldear la sociedad ecuatoriana.

Retomando nuevamente a Silvia Rivera16, ella plantea que en la estructura social boliviana existiría una cuestión muy inscrita en el inconsciente colectivo vinculado fundamentalmente con formas sistemáticas de exclusión de las mujeres, que a su vez tendrían que ver con una suerte de relación ambivalente con la madre. En su tesis de maestría17, la autora analiza con detenimiento la formación del mestizaje colonial andino, caracterizando cómo las redes de poder femenino se van

13 Expresiones como éstas forman parte de los justificativos para la violencia doméstica. No en vano, existen chistes que dicen que si una mujer tiene un ojo morado es porque el marido le ha explicado algo. Y que si tiene los dos ojos morados, es porque ya le ha explicado dos veces. 14 Entendido como lo plantea Silvia Rivera, el horizonte colonial consistiría “en la reconstitución continua de estructuras coloniales de dominación elaboradas a partir de la conquista”; la parte medular del concepto de Silvia Rivera, es que la discriminación colonial de fondo, consiste, como ya lo hemos dicho, en “negar la humanidad de los colonizados en tanto no ‘aprendan’ a comportarse” como lo espera el orden colonial. Rivera, Silvia. 2010. “Violencias (re) encubiertas en Bolivia. La mirada Salvaje. La Paz. Pp. 11. 15 Para más información se puede revisar: http://www.ecuavisa.com/articulo/noticias/actualidad/44695-asambleistas-sancionadas-pais-aceptan-su-inhabilitacion 16 He retomado para este punto, la conferencia brindada por Silvia Rivera en Otavalo el 22 de noviembre de 2014. 17 No publicada. Realizada en la Universidad Mayor de San Marcos, Lima. 2009.

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estableciendo alrededor del comercio, pero en la ambivalencia de lo afectivo y la complejidad de las relaciones de poder que se establecieron entre su propio mundo, el mundo del padre de los hijos (español), y el de los hijos (mestizos). En este contexto, la autora plantea que en Bolivia, la ambivalencia social con respecto a la madre/indígena, debido a la complejidad de las relaciones de poder/afecto que se establecieron en las familias, la ausencia paterna es una de las constantes. Esta ausencia se traduce en la falta de cumplimiento de los mínimos deberes y responsabilidades del padre. Esta orfandad plantea ella, se traduce, en Bolivia, en amor por el Estado, por el hacer del Estado; buscando en el Estado la imagen del padre dador, ausente en la realidad. Esta proyección del Estado como padre dador, supone el disciplinamiento social de aquellos que reciben (bonos por ejemplo). Es decir, el Estado da, pero necesita a cambio lealtad incondicional, caso contrario te conviertes en traidor. En lenguaje “doméstico”, te conviertes en “ingrato”.

Con las respectivas particularidades, el caso ecuatoriano evidencia constantemente la ausencia paterna. Los datos estadísticos muestran un amplio porcentaje de hogares con jefatura femenina18. Pero más allá de la estadística, la investigación cualitativa muestra una constante social: la ausencia del padre. Aun cuando el padre esté presente, su representación es meramente figurativa: o está borracho, o está en el fútbol o el voleibol19; lo dramático es que la presencia paterna está asociada fundamentalmente a la violencia.

En este contexto, tengo la sensación de que es posible leer las sabatinas del presidente de la República, como otro ejercicio colonial/patriarcal. Actualmente, resulta imposible no escuchar al presidente. Está omnipresente a través de todos los espacios que permite la comunicación contemporánea: en los periódicos, en la televisión, en la radio, en Facebook, en Twitter. Pero su presencia es siempre violenta. Recurro nuevamente al rumor/resistencia para mostrar cómo lee la población esta invasión arrasadora. Un compañero profesor, relataba que tras salir de dar clases un sábado, se subió a un taxi donde se escuchaba la sabatina. El prefirió el uso de los audífonos para marcar su distancia. Súbitamente, el taxista bajó el volumen e inició la conversación: “¿le está escuchando?, ¡este miente todo el tiempo!, ¡por eso le oigo, para aprender a mentir!”. La población ecuatoriana está acostumbrada a la violencia verbal, en especial de las figuras masculinas, especialmente las paternas y de las que es imposible escapar. El violento monólogo presidencial, no resulta por tanto, ni ajeno, ni extraño a las penas que se tienen que vivir inevitablemente. Escuchar las sabatinas, la incesante propaganda, es una más de las violencias cotidianas del orden colonial/patriarcal.

El cuerpo, la palabra, las mujeres y el Estado

18 Según datos del SIN, el28.69% de hogares a nivel nacional tienen jefatura femenina. En el área urbana, la cifra es de 37.37%, mientras que en el sector rural es del 23.92%. (http://indestadistica.sni.gob.ec/QvAJAXZfc/opendoc.htm?document=SNI.qvw&host=QVS@kukuri&anonymous=truehttp://indestadistica.sni.gob.ec/QvAJAXZfc/opendoc.htm?document=SNI.qvw&host=QVS@kukuri&anonymous=true&bookmark=Document/BM25) 19 A lo largo del año 2013, se realizó un trabajo participativo sobre violencia de género con chicxs de sectores empobrecidos de la ciudad de Quito, por encargo del Fundación Children International. Los resultados de aquel trabajo, fueron sintetizados en un informe que mostraba cómo la ausencia se convierte en el principal referente para la construcción de la figura paterna entre niñxs y adolescentes.

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La RC en tanto proyecto político, es un interesante objeto de estudio. A mi modo de ver, en ella se puede encontrar el proyecto de nación más blanqueador que ha tenido el Ecuador en su vida republicana. La idea de dar cuerpo (¡por fin!) a un país que parecía diluirse constantemente, se muestra en casi todos los slogans y discursos del presidente de la República así como de algunos de sus funcionarios. He buscado aleatoriamente, unas cuantas frases para tratar de mostrar lo que quiero evidenciar; para el caso he seleccionado dos en particular:

"Nunca más, mi General, esta Tierra será víctima de los opresores; nunca más será hacienda de los poderosos; nunca más será humillada, ni pisoteada; esta es la PATRIA ALTIVA, LIBRE Y SOBERANA que JURAMOS DEFENDER CON LA VIDA".20

“El Presidente de la República no es sólo jefe del Poder Ejecutivo, es jefe de todo el Estado ecuatoriano, y el Estado ecuatoriano es Poder Ejecutivo, Poder Legislativo, Poder Judicial, Poder Electoral, Poder de Transparencia y Control Social, Superintendencias, Procuraduría, Contraloría, todo eso es el Estado ecuatoriano”.21

En estas dos frases se refleja el argumento central que enarbola la maquinaria propagandística de la Revolución Ciudadana:

- Esta Tierra 22 era antes, en el pasado, víctima, hacienda de los poderosos, fue humillada y pisoteada. Esto ha cambiado con la llegada al Estado de la Revolución Ciudadana.

- El presidente es jefe de todo el Estado. El Estado ese enorme aparato burocrático se resume en él.

En el fondo, las asociaciones propagandísticas que se plantean desde el poder, pretenden mostrar al país, como la Tierra en el pasado, y la Patria (destaco intencionalmente el uso del femenino). Pero siguiendo con un poco de detenimiento la argumentación publicitaria alrededor de la RC, queda la sensación de ésta, la RC, es una fiesta constante, algarabía, alegría, música. La RC se convierte en el ritual matrimonial que enlaza a esa Tierra (humillada, pisoteada, carente de “defensores” –cualidades características de las mujeres solteras en el imaginario social ecuatoriano-), en la Patria (altiva, libre y soberana -¿casada?). En la lógica propagandística, el país, mujer soltera, humillada y/o pisoteada, se desposa con el Estado, el gran ausente del pasado, el que desapareció durante “la larga noche neoliberal”. El honor del país/mujer/humillada, se restablece, a través del Estado, que aparece para poner mano dura contra todos los que en el pasado, lastimaron al país/mujer-soltera.

Sin embargo, en la perspectiva del presidente Correa, prácticamente, él es el Estado. Por eso es imposible la alternabilidad y hay que pensar constantemente en cómo continuar en el gobierno. Si

20 Tomado de la página web de alianza país en Europa: http://movimientoalianzapaiseuropa.blogspot.com/2013/01/frases-de-rafael-correa.html 21 Tomado de: http://es.wikiquote.org/wiki/Rafael_Correa 22 ¿Acaso está vinculada a la idea de Pachamama que el mundo indígena he usado como estandarte de lucha? El conjunto del discurso recuerda la situación vivida por las mujeres indígenas en las haciendas contra las que se levantó Dolores Cacuango.

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las mujeres decentes23 solo se casan una vez, la Patria que el correísmo sueña, solo podrá ser altiva, libre y soberana si Rafael Correa sigue ocupando el sillón presidencial/tálamo nupcial. Sin el presidente, la Patria podrá ser una digna viuda, pero nunca más la mujer libre, altiva y soberana.

Partha Chatterjee24 muestra como en el contexto de las luchas nacionalistas de la India poscolonial, en el tema de las mujeres convergieron muchas de las contradicciones entre el proyecto colonizador y el proyecto nacionalista. En un apretado resumen, los movimientos nacionalistas otorgaron a las mujeres el papel de encarnar25 el proyecto nacionalista, al mismo tiempo que los colonizadores ubicaron en las mismas mujeres, las razones por las cuales se debía “civilizar” a dicho pueblo. La situación política entre colonizador /colonizado podría sintetizarse en oposiciones binarias como doméstico/público; interior/exterior; espiritual/material; tradición/modernidad; femenino/masculino; derrota/triunfo; espiritual/material. Las mujeres, ubicadas en la primera parte de los mencionados binomios, corren a cargo de las paradojas que se desprenden del deseo del colonizado por asumir los valores que proporcionan el éxito y el dominio al colonizador, y la necesidad fundamental de establecer criterios de diferenciación que permitan mostrar la superioridad espiritual del colonizado. Pese al deseo de ubicarse en el polo masculino-triunfador, los proyectos políticos nacionalistas, derrotados por la modernidad-material, debían mostrar que sus proyectos políticos se sustentaban en la superioridad del femenino-espiritual-doméstico-interior. Así, en la búsqueda de afirmar el proyecto nacionalista, los políticos indios implementaron grandes retrocesos en cuanto a derechos de las mujeres, ya que ellas encarnaban la esencia de la joven nación, que debía mostrarse superior al colonizador.

No es casualidad que los derechos de las mujeres, estén más vulnerados en aquellos países en los que están en entredicho las consecuencias de la implementación de la modernidad capitalista, inherente a los proyectos colonizadores.26 En el Ecuador, uno de los logros más publicitados, ha sido precisamente, la modernización del país:27 carreteras, tecnología, en síntesis, orden para el caos primigenio. Sin embargo, a la par que el proceso de modernización capitalista se ha consolidado en el país, se ha visto un retroceso sistemático en los derechos de las mujeres. De unos cuántos adjetivos calificativos (gordita horrorosa, malcriada, entre otros), hemos visto cómo se ha llegado a la entrega de la política pública para la prevención de los embarazos adolescentes, a miembros del Opus Dei, que inmediatamente han llenado la esfera pública de discursos acerca

23 Sería muy interesante poder dar más espacio a la reflexión que Marisol De La Cadena plantea alrededor de la decencia como cualidad que permite reconocer a los más blancos, en las sociedades andinas donde el color no es precisamente el indicador étnico más preciso. Ver: De La Cadena, Marisol. 2004. “Indígenas mestizos: raza y cultura en el Cusco. Lima. Instituto de Estudios Peruanos. Pp.61-103. 24 En: Biblioteca CLACSO, http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/ceaa-colmex/20100410114500/chatter.pdf 25 Nunca más preciso el sentido de la palabra, pues era el cuerpo físico de las mujeres, el lugar visible del proyecto político. 26 Retomo la definición de Bolívar Echeverría acerca de la modernidad capitalista, como “modernidad realmente existente”. http://www.bolivare.unam.mx/ensayos/Modernidad%20y%20Capitalismo%20(15%20Tesis).pdf 27 En realidad, lo que Alianza País proclama como “revolución” no es más que un bien logrado proceso de modernización del capitalismo.

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de los “valores”, la “abstinencia” y/o el “amor”. Claro, antes hemos visto que hablar de aborto en el debate público se convertía, literalmente, en pecado.

A la luz de estas reflexiones, quiero plantear que una de las razones para que los temas referentes a los cuerpos de las mujeres quieran ser controlados férreamente por el Estado, está directamente vinculado al hecho de que la narración simbólica construida por la Revolución Ciudadana, quiere construir la imagen de la Patria (con todos los atributos que pretende otorgarle tras su matrimonio con el Estado: libre, altiva y soberana), en el cuerpo de las mujeres. Será en el cuerpo de las mujeres ecuatorianas, donde el proyecto de nación, blanqueada, amestizada, lejos del discurso político del movimiento indígena28, se encarne. El modelo de nación/mujer que pretende construir el correísmo, tiene una buena síntesis en los cuerpos de las figuras políticas femeninas de Alianza País; por ejemplo, como candidatas se escogió a aquellas que siendo lindas, delgadas, jóvenes, no tuvieran un pensamiento político autónomo. En este sentido, la presidenta de la Asamblea, encarna, con sus ojos verdes, su tez blanca, sus acciones políticas y el uso descontextualizado y folklórico de elementos de la vestimenta indígena, no sólo el proyecto de nación del correísmo, sino el papel de los pueblos indígenas en ese proyecto: adornos, folklore/mercancía para el comercio globalizado.

El proyecto de nación que encarna el proceso político implementado por la Revolución Ciudadana, ha puesto en escena, la formación colonial/patriarcal (binomio indisoluble) del Ecuador y con

28 Que paradójicamente fue protagonista nacional en el mismo espacio/tiempo que la “larga noche neoliberal”.

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mucho, la ha reactualizado exitosamente, adaptándola al proceso de modernización capitalista que ha implementado en el país. En este sentido, las diversas escenas políticas que hemos visto en estos últimos años, muestran, ya sea en el discurso escrito, público, gritado o sostenido, así como en el rumor malicioso o informado, que la gran contradicción del país continúa marcando de forma inconsciente el destino político del país. Permanece inalterada, actualizada o sostenida, la discusión acerca de la humanidad de las mujeres y los indios: no serán totalmente humanos hasta que no puedan repetir, sin cuestionar, el discurso del colonizador. Discurso que se impone de forma escrita, se grita hasta el cansancio en todos los medios de comunicación y que niega la palabra a los cuerpos, especialmente si esos cuerpos tienen colores o sexualidades no establecidas como “enteramente humanas”.

Quito, 27/03/2015