Padre Hurtado en el Bicentenario de Chile

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Interpretación sobre la vida de San Alberto Hurtado a 50 años de su muerte y en el Bicentenario de Chile

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Alberto Hurtado Cruchaga, SJ

(1901-1952)El Padre Hurtado vivi un tren urgente de vida. Su ministerio de 16 aos en Chile estuvo marcado por un ritmo frentico de actividades y compromisos. La pasin lo devor. Literalmente. Dos ejemplos: en 1937 debe irse a Calera a descansar con la orden de no hablar para cuidar su garganta desgastada; en 1951, el Provincial Lavn le ordena bajo obediencia no aceptar nuevos compromisos por 100 das y descansar. De dnde vena esa urgencia? Qu apasion tanto al Padre Hurtado que lo hizo llegar al lmite de sus fuerzas?

Urgi al Padre Hurtado la suerte del mundo y lo aterroriz que la Iglesia no estuviese preparada para responder a las demandas de una humanidad al borde del abismo. El joven Hurtado creci escuchando acerca del horror de la Gran Guerra y vio ante sus ojos la marea humana de obreros y familias llegando a Santiago sin ms propiedad que el hambre. En Europa como un novel jesuita debi huir de la violencia poltica en Espaa y recorri los estragos de la depresin econmica que asol la primera mitad de los treinta. La Segunda Guerra Mundial fue el trasfondo constante de su predicacin. Para el Padre Hurtado la humanidad viva una crisis severa, quiz la peor de su historia. Sin embargo, no era esta crisis lo que de verdad lo conmocion, la humanidad ha caminado siempre en un feble equilibrio. Lo que, en el fondo, aadi urgencia a su preocupacin fue la posicin de la Iglesia y su pertinencia en el mundo moderno. Ante esta crisis de humanidad, le apremi la crisis de cristianismo. Estaban los cristianos preparados para asumir esta crisis? Para proponer algo distinto? Para detener el avance de la secularizacin que amenazaba con vaciar de contenido cristiano el acontecer del mundo?

El Padre Hurtado denunci una y otra vez que la vida cristiana estaba disminuyendo en intensidad, menos catlicos en misa, menos confesiones, ignorancia inexcusable acerca de las verdades fundamentales de la fe, falta de caridad ante el sufrimiento de los ms pobres. Y se irritaba ante la frialdad y la indiferencia religiosa. La fe cristiana se volva irrelevante en la vida cotidiana del hogar y la ciudad. Qu hacer? Cmo reaccionar? Esta crisis va a pillar a la Iglesia mal parada y eso le va a costar caro, le dijo en tono dramtico al Papa Po XII.

Sacerdotes como solucin

La promocin de las vocaciones sacerdotales, entonces, fue la inicial respuesta del jesuita. Si hubiese ms sacerdotes, la Iglesia podra responder a los desafos del mundo moderno. Demasiado riesgoso seguir ofreciendo soluciones antiguas para problemas nuevos, era necesario estar a la altura de los tiempos con nuevos y enrgicos sacerdotes que, como savia nueva, revitalizaran el desgastado discurso eclesial. Y el Padre Hurtado invirti gran parte de su tiempo en cultivar jvenes y en acompaar a aquellos que sentan vocacin al sacerdocio. La clave para revertir el proceso de irrelevancia que amenazaba a la fe catlica era el surgimiento de ms vocaciones, nuevos obreros capaces de consagrarse a continuar en el mundo la obra de Cristo. Sus libros la Crisis Sacerdotal en Chile, Es Chile un Pas Catlico y Eleccin de Carrera, tuvieron como objetivo principal suscitar nuevas vocaciones al sacerdocio. Ah estaba la solucin. Ah puso su energa.

Sin embargo, Alberto Hurtado sintoniz profundamente con los cambios que se estaban produciendo en la Iglesia de su tiempo. La concepcin clerical y hiratica, donde el sacerdote era el centro y agente fundamental de la misin de la Iglesia, se fue trizando y dio paso, lentamente, a una concepcin ms comunitaria y partipativa, en la que la sintona con los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias del mundo moderno y la confianza en el laicado se fueron haciendo cada vez ms relevantes.

Estar con los pobres, trabajar con los laicos

A pesar del notable xito que el Padre Hurtado tuvo en el trabajo con jvenes y la promocin vocacional, el foco de su atencin comenz a girar a partir de 1944. Si bien la preocupacin social fue transversal a su vida, el sufrimiento de los marginados golpe su puerta con ms fuerza y se sinti empujado a hacer algo ms que slo predicar la justicia. La fundacin del Hogar de Cristo (1944) y la ASICH (1947) y sus viajes por Estados Unidos (1945) y Europa (1947) reubicaron su apostolado. Su fuerza y su pasin desbordantes comenzaron a gastarse en el empoderamiento de los pobres y sus revindicaciones sociales. Su conviccin fue sta: slo podra deternerse el creciente proceso de irrelevancia de la Iglesia si sta responda a los nuevos tiempos como lo estaban haciendo los comunistas esos aos: escuchando el clamor de los marginados y viviendo en medio de ellos. Se fue convenciendo que no se sacaba nada con nuevas vocaciones si la Iglesia no estaba ms cerca del pobre y si el clero no era capaz de reconocer en el laico un aliado de igual dignidad y capacidad. La Iglesia en su conjunto deba acercarse a buscar la solucin de los problemas humanos, concretos, de la sociedad; los nuevos sacerdotes deban tomar contacto con la realidad, insertarse en el medio popular, sin esconderse ni alienase en discursos abstractos. Los laicos eran fundamentales en este esfuerzo.El amor por Cristo desvivi al Padre Hurtado. Lo entreg todo por l. Literalmente. Y este amor se tradujo en una encendida pasin por la Iglesia. Su anhelo por ms y mejores sacerdotes, expresin de esta pasin, no cej durante toda su vida, pero se matiz. La Iglesia necesitaba nuevos sacerdotes, pero los necesitaba abiertos a dialogar con el mundo y capaces de trabajar codo a codo con los laicos. El Padre Hurtado, lustros antes del Concilio Vaticano II, en sintona con signos de los tiempos, vislumbr que el futuro de la Iglesia y su pertinencia slo poda pasar por su solidaridad afectiva con el mundo moderno, especialmente con los pobres y sufrientes, y por un trabajo activo, sin recelos, de laicos y clrigos en colaboracin.Francisco Jimnez, SJ