Orar en Un Mundo Roto

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    Oraren . .I un mundo rotoTiempo de transfiguracin

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    Coleccin EL POZO DE SIQUEM135 Benjamn Gonzlez Buelta, S

    Orar en un mundo rotoTiempo de transfiguracin

    Editorial SAL TERRA ESantander

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    2002 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-139600 Maliao (Cantabria)Fax: 942 369 201E-mail: [email protected] www.salterrae.es

    Con las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in SpainISBN: 84-293-1438-5Dep. Legal: BI-56-02Fotocomposicin:Sal Terrae - SantanderImpresin y encuademacin:

    Grafo, S.A. - Bilbao

    ndice

    Presentacin 7IntroduccinDe las rupturasa la Transfiguracin que nos integra 13

    I . GERASA:EN EL ORIGEN DE LA DESINTEGRACIN 19

    1. El gerasen o imagen de la desintegracin 212. Las fuerzas desintegradoras 26

    1.Las cercas de la exclusin 262. La fragmentacin de la cultura 283.Las heridas personales 304. El desajuste de la espiritualidad 31I I . E L TABOR: LA TRANSFIGURACIN

    QUE NOS ILUMINA Y NOS INTEGRA 371. Experiencia de transfiguracin 392. El lenguaje de un amor apasionado 441.Una decisin desmesurada 442. Dond e no hay pasin hay adiccin 463.La totalidad del amo r 484. Amar con pasin 495. La pasin de amar 526. Somos la pasin y la resurreccin de Dios . . . . 547.Un desafo de futuro 54

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    6 ORAR EN UN MUNDO ROTO3.La integracin personal 561. Cuerpo 572.Pensamiento 653.Afectividad 774.Decisin 914. La integracin en la realidad 1031. Cosmos 1042.Otro 1113.Historia 1194. Comunidad 1295. La nub e y la sub ida. Mstica y asctica 1401. La m stica, el riesgo de un amorencarnado y sin medida 1402.Asctica: disponibles para la originalidad de Dios 1556. Despus del Tabor 1701. Bajar del monte y subir a Jerusaln 1702.Contemplacin personal 1713.Oracin de discernimiento 1864.Contemplacin en la accin 2035.Celebracin comun itaria 215III. LA ETERNIDADYAEST ENTRE NOSOTROS 231

    PresentacinCuando Benjamn Gonzlez Buelta concibe un libro -c omo sucede con las embarazadas-, se va percibiendo sucrecimiento y su inevitabilidad. Puede ser que los gajesdel oficio y los muchos ses irremediablemente dados alos muchos que llaman a su puerta y que cumplen y fragmentan su tiempo, retrasen el parto. Pero no hay quetemer: ligeramente retrasada para los que la esperamos, lacriatura nacer. Empiezo p or decir de qu va la nueva criatura y luego os contar cmo fue el parto.Lo que Benjamn quiere com partir en este libro es muysencillo. Una gran pena y una ms grande alegra,y ambas entrelazadas en torno a su regalada cercana al rostrode Dios, su Cristo. Pena, y mucha, porque por tantas partes ve cuan irrelevante se va haciendo para tantos quienpara l es lmpara para sus pasos y colina hermosa yReino y cifra de todo lo que existe. Y alegra, y ms,porque su fe y su esperanza le dicen que aun esos despistados que se alejan estn misteriosamente trabados -msall de sus petulancias y golpetazos de guiol- a una historia que l gusta como salvadora para todos: Hebra degracia que atraviesa la creacin recomponiendo su ruptura 1.Benjamn quiere compartir con nosotros lo que l ha1. Congregacin General 34 de la Compa a de Jess, 1995, Decreto 4,

    n. 16.

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    8 ORAR EN UN MUNDO ROTOido descubriendo desde su pequea atalaya; andamos distrados, y eso le apena. Dale limosna, mujer, porque nohay pena mayor que la de ser ciego en Granada, cantaraIcaza. Se me clav dolorosamente en la memoria aquellania ciega que venda chucheras junto a la belleza sobre-cogedora del bellsimo lago Atitln en Guatemala. Tantaceguera para tanta belleza... Benjamn, nos quiere contara Dios a todos y se acerca a nosotros como Jess al endemoniado de Gerasa, espantando nuestros demonios y recordndonos nuestra consoladora condicin de entraables para Dios... Por eso los libros de Benjamn no rien;consuelan y emplazan.He tenido la suerte de poder alojar a Benjamn en micasa, durante unos meses, en dos de sus partos:Bajar alencuentro de Diosy, ahora,Orar en un mundo roto. Tiempo de transfiguracin.Es divertido vivir con l en su proceso de gestacin y escritura.

    Enunaprimera fase, se saca de los adentros de sumspersonal experiencia lo que es ms fuerte que l y que leempuja y pide salir a la luz. Escribe, en esos das primeros, como cuando, al abrir un pozo, los manantiales vanregalndonos su agua. Se le pasan las horas, sin apenasadvertirlo. Tras sentadas largas y febriles, sale de su cuarto sonriente y como d escansado. l mismo se sorprende dealgunas de las cosas que llevaba dentro y a las que nohaba tenido tiempo de nombrar. En esta fase, loalumbra.Esos primeros textos no acogen la cita de ningn otroautor, ni siquiera de la S agrada Escritura, aunque toda ellaest presente en cada palabra. Escribe transcribiendo loque va leyendo en los pliegues de su espritu de obrero delReino. Su aparentemente desparramado tiempo de antesva confluyendo, como los arroyuelos que descienden delos neveros, para irse encontrando en un cauce nico, sereno y fecundo. Este primer texto te da el guin completo

    PRESENTACIN 9de lo que tiene quedecir pero todava anda el futuro librosobrecargado de una parte y abreviado de otra; tambin losnios nacen con una cabeza desproporcionada.En unasegunda fase, ms serena y pausada, da un pasoatrs y mira en perspectiva lo ya escrito -quiz con laayuda de am igo s- y empieza a desplegar y aadir contrastes.En una palabra, loadensa y profundiza con las lindesculturales y sociales de su experiencia personal. En estetiempo acude a la oracin y a la poesa, suya o de otrosautores. Alguna parte tratada antes escuetamente cobraahora ms cuerpo, tras conversaciones y miradas -Benjamn es un visual em pedern ido- a Dios y con las gentes.Se le vienen a la cabeza y al corazn gentes que necesitaran una palabra suya para reencontrar el camino, otras alas que nadie escucha porque desfilan annimas y con lasespaldas cargadas por las cuestas innombrables de losbarrios con nombres hirientes como profetas. A todas lesquiere decir algo. Porque hay que decir que los libros deBenjamn son ms cercanos al gnero ep istolar que al literario o acadmico. Benjamn nos escribe una carta a losque de alguna manera hemos tenido la suerte de merodearsu amistad. Sus pa seos, a la brisa de D ios, le sugieren u napalabra para los jvenes de hoy tironeados por caballosque marchan en direcciones opuestas: ser rabiosamentedel mundo tal cual es hoy, y ser enteramente de Dios.Benjamn les formula en dos lneas la imposibilidad dealgunas costuras y la necesidad de odres nuevos para elvino nuevo. Todos -ms los pobr es- somos protagonistasen los libros de Benjamn. Mucho quiere decir a todos losque se conforman con un Dios menor y asctico.Cuando llega la tercera fase, el libro est completo,pero no est guapo y peinado. Benjamn, pantalones y camisa de brocha gorda, tiene alma de artista, y por eso recoge a su criatura inacabada todava y la va salpicando decitas al hilo, de metforas casi imperceptibles, de lugares

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    10 ORAR EN UN MUNDO ROTOimprescindibles de la Escritura, de percepciones literarias,acadmicas o poticas contemporneas. En una palabra,Benjamn musicaliza su mensaje, y su prosase avecina ala poesa. Para cada uno de los prrafos importantes dellibro acuden poesas que escribi sin pensar en publicarlas. Le hace gracia que caigan tambin precisamente ah,olvidando qu e el que las ha ido escribiendo dentro de l esel mismo que ahora se las muestra acudiendo puntuales yluminosas a la amplia y porticada Plaza Mayor, despusde largos caminos por callejones retorcidos, dolorosos yempinados.En lacu arta fase, se entra en una colaboracin -comodeca Ortega y Gasset- entre el que lee y el que es ledo.Todo lector est siempre invitado a ello, pero en este libroms todava. Porque Benjamn ha escrito un libro parabuscadores de Dios, para aquellos y aquellas que se sienten empujados a saborear ms y ms su misterio, para losque giran y giran en torno a su proyecto, no para saberlomejor, sino para dejarlo escribirse en el lienzo pequ eo d esus vidas. Mucho de lo que puede aparecer como sabidura o experiencia de Benjamn, ha sido antes recogido deotras personas que en sus muchas conversaciones, comoMaestro, Espiritual, gua y Provincial, le confiaron sus caminos y encrucijadas. Otra forma de plagio.

    Ahora ya est acabado el libro, al que incluyo entre losminsculos imprescindibles. Dir por qu. Hay librosque se mueven eruditos y esplndidos por los paisajes(land-scape)de lo externo, visible y social, y hay otros, in-timistas, devotos, poticos o autobiogrficos, que nos d escriben paisajes interiores de experiencias y personas(in-scape).El de Benjamn, no es ni lo uno ni lo otro, sinolos dos paisajes a la vez y mutuamente exigidos. Gestadoen los callejones de los Guandules, de Guachupita o loscaminos de Gurabo, en sus encuentros con las gentes quebuscan a Dios o con las que se distraen de l, en sus pa-

    PRESENTACIN 11seos por la naturaleza, en las fronteras sangrantes de Hait,en sus soledades acompaadas por su maestro, es todointimidad y todo exterioridad; todo historia y todo vena ypulso personal. Su maestro Ignacio le fue enseando a sercontemplativo en la accin. As, toda la realidad se le convirti en templo. Benjamn, al invitarnos a cada uno asubir al mon te de la Transfiguracin, suea con que bajemo s con su Maestro a las calles, ms rutinarias y en cifra,de la cruz de lo cotidiano. Altura y bajeza del Seor quenos presenta. l piensa que ha escrito un libro discreto enel que su pudorosa alma castellana quedaba en la penumbra; y, sin embargo, con Hopkins, nos ha regalado lo suyoque le posee:

    ste es mi sitio,mijardn de recreo;para m y para todos aqu es mi intimidadtoda ma y, sin embargo, abierta a todo observador2.Abierta y regalada. Lee y medita este libro menudoy bueno. Djale que despliegue su energa en ti (1 Tes2,13) Jos MARA FERNNDEZ-MARTOS, SJ

    Gerald M.HOPKINS, TO Oxford (Poemas, 12,p.21).

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    Introduccin:De las rupturasa la transfiguracin que nos integra

    Claudia, con sus ocho aos plenos de sensibilidad y deinteligencia, se acerc con el rostro angustiado p ara hablarconmigo: Esta noche tuve un sueo, me dijo. Me encontraba en un paisaje muy bello. Las flores, el ro, las palmas..., todo era brillante y hermoso. Pero cuando me despert asustada en la oscuridad de la noch e, me di cuenta deque todo era un sueo, una ilusin, y que nada era real.Al borde de las lgrimas, continu: Y si nosotros nosomos nada ms que un sueo de Dios? Qu pasa si Diosse despierta?.A diferencia de Claudia, hoy encontramos a muchaspersonas que afirman que Dios es el sueo, y nosotros losque existimos realmente. Cuando nos despertemos de esapesadilla, viviremos libres y felices.La experiencia que en este libro quiero compartirsurge, por el contrario, del convencimiento d e que elDiosdiscretosale al paso en toda circunstancia, edad y cu ltura.Nuestra intimidad, en su dimensin ms honda, est abierta a la trascendencia, e, independientemente del nombreque dem os a esa apertura, el dilogo con ella es inevitableen toda vida humana para organizamos, tanto personalcomo socialmente, segn valores que estn por encima delos intereses particulares e incluso de la propia vida.En medio de las grandes o pequeas religiones tradicionales, en el agnosticismo que crece en el mundo rico y

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    14 ORAR EN UN MUNDO ROTOsatisfecho de la modernidad, o en el regreso de la mstica salvaje a la ciudad secular desencantada, nosotrosintentamos vivir la experiencia del Dios que se nos harevelado en Jess. Ya no se puede mantener una fe vivabasada en una cultura religiosa ni en una creencia heredada o limitada a dogmas y ritos que se representan delantede nosotros. Sin mstica ya no es posible ser cristiano. Laexperiencia de Dios, cultivada con may or o menor profundidad, es indispensable hoy para vivir la fe.La experiencia de Dios no se da fuera de la realidad,evadindose en una burbuja espiritual mediante tcnicasslo disponibles para iniciados. Vivimos en un mundoroto(Congr. General3 4,VI,14) por injusticias abismales,en el que los pocos que concentran los beneficios de lariqueza y la tecnologa estn separados de las inmensasmayoras empobrecidas por un abismo que cada da seahonda ms. La cultura que se genera hoy en los pasesricos llega hasta los rincones ms apartados del mundoglobalizado, ofertando su cargamento de mercancas y suestilo de vida, y choca con las culturas tradicionales, provocando dinamismos desintegradores. El pluralismo religioso, presentado la mayora de las veces a rfagas fugaces de imgenes cu riosas y exticas en las pantallas de lostelevisores, no siempre genera escucha y acogida, sinorecelo e inseguridad. La cultura, la religin, la ecologa yla justicia son en gran medida un campo de batalla.Esta ruptura no est slo delante de nosotros, sino queatraviesa nuestra propia intimidad fragmentndola y tirando de los pedazos en diferentes d irecciones. Pero la quejarecurrente sobre nuestro mundo, la aoranza de tiempospasados o el encierro en guetos excluyentes no son unbuen camino.Nuestro desafo es orar en este mundo roto, porque laruptura no es lo ltimo de la sociedad ni de la intimidadpersonal. En esta coyuntura tambin crece la obra de Dios

    INTRODUCCIN 15como la dimensin ms honda de la realidad y de todapersona.Necesitamos descubrir a este Dios personal, como Eltambin no s necesita a nosotros y nos busca. Tenemos quedisolver con la mirada contemp lativa la cascara dura o brillante de la realidad, para encontrar a Dios y su reino com ola verdad ltima y activa. Con l nos encontramos en laintimidad contem plativa y en la accin transformadora. Siatravesamos no slo una poca de cambios profundos yacelerados, sino un cambio de poca, necesitamos unanueva mstica y una nueva asctica.Jess experiment la transfiguracin cuando se rompieron den tro de l las representaciones d el reino que vivaen la exitosa Galilea, y decidi subir a Jerusaln para laoscura confrontacin con los dirigentes judos que lo llevara a la muerte (Me 8,27 - 9,13). La transfiguracin hacereferencia a la luz que brilla siempre d entro de nosotros yque se manifiesta con especial intensidad en momentospuntuales. En ese fuego intenso se funden nuestros pedazos y se integran en una sntesis nueva que transforma a lapersona y la abre a un horizonte nuevo e insospechado.Esta experiencia es enteramente regalada. Aparece ydesaparece como Jess resucitado ante los discpulos.Despus nos queda la cotidianidad para ir tejiendo los diferentes lenguajes con que Dios se relaciona con noso tros,en una experiencia que est integrada en la realidad, quees integradora de la persona y que no tiene lmite, pues nosadentra cada da ms en la intimidad del Dios de Jess,que carga nuestra historia en su corazn. Encontramos aDios enloprofundo de la realidad , y la rea lidad enlaprofundidad de D ios.En este libro, Gerasa es el smbolo de la rupturainterior y social, que descoyunta por dentro y excluye porfuera. El Tabor es el lugar de la bsqueda de D ios y desu llegada hasta nosotros. Todo se integra en ese encuen-

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    16 ORAR EN UN MUNDO ROTOtro que disuelve las barreras y fisuras y que nos revela, enun instante de claridad regalada, la verdad ltima, el destino definitivo de todo lo creado, que ya se va gestandoahora en una profundidad ms honda que las estridencias fratricidas o las calmas que se extienden por el cuerpo personal y social como una parlisis que tiene sabor asepultura.La transfiguracin del Tabor es un mom ento lum inoso,pero no es un instante ms entre las experiencias de xtasis que tanto atiza hoy nuestra cultura a base de impactosaudiovisuales, sorpresas exticas o parasos qumicos.Esta experiencia tiene el sabor de lo definitivo, que se nosmuestra en un instante inevitablemente breve.Nuestro gran desafo despus del Tabor es vivir unarelacin con Dios en la vida ordinaria que nos adentrecada da un poco m s en ese misterio que ya hemos saboreado. La vida de oracin es insustituible. Por eso estelibro, a medida que avanza, va concretando ms los elementos implicados en una oracin que busca el fuego uni-ficador de Dios en medio de la materia dispersa y confrontada de nuestro mundo. Buscamos una nueva msticalanzndonos a la comunin con el amor arriesgado deDios en nuestra historia, y una nueva ascesis que nos permita estar disponibles para acoger y realizar las nuevaspropuestas de Dios.

    En la contemplacin personal se nos revela el misteriode Dios, que es siempre nuevo. En el discernimiento separamos el don original que Dios nos ofrece de cualquierescoria que nosotros le adherimos. En la contemplacin enla accin p ercibimos la presencia de D ios, que trabaja connosotros en la historia para crear junto s sus propu estas. Enla celebracin comunitaria festejamos la presencia delmismo Espritu en cada uno de nosotros, que nos congrega para cantar juntos cada paso del reino que crece y quellegar indefectiblemente a su plenitud.

    INTRODUCCIN 17Sin esta vida de creciente unidad con Dios, puede quellegue un da en que la experiencia de la transfiguracinnos parezca un sueo de nia de ocho aos diluido entrelas brumas no cturnas de nuestro u niverso interior, y que lorealmente existente es nuestra cotidianidad dispersa, urgida por el vrtigo de los desafos o atascada en el tedio

    ineludible.Deseo agradecer a la comunidad del Colegio Mayor dela Universidad de Comillas toda la acogida y la ayudainsuperable que cordialmente me brindaron para poderelaborar estas pginas.Madrid, 24 de diciembre de 2001

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    IGERASA:ENEL ORIGEN DE LA DESINTEGRACINVivimos en un mundo roto

    Congr.Gral. S.J.34,VI,14)

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    1El geraseno,imagen de la desintegracin1.En el territorio pagano de Gerasa, un hombre sin nombre, un personaje simblico que puede ser cualquiera denosotros, sali al encuentro de Jess. La pintoresca descripcin que nos presenta Marcos (5,1-21) nos sita anteuna persona poseda por diferentes espritus, dominadapor muchas fuerzas alojadas en su interior que la desgarraban tirando de ella en diferentes direcciones.Este enfermo viva en guerra contra s mismo cortndose con piedras, en un permanente desasosiego, gritandoy corriendo entre los sepulcros, por los montes, en diferentes direcciones q ue se repetan obsesivamente o se desdecan unas a otras. Vagaba en la soledad, lejos de la comunidad acogedora, y posedo por fuerzas que ni sus vecinos alarmados pod an controlar con grillos y cadenas, porque los rompa.2. El geraseno estaba acostumbrado a verse a s mismo enlos ojos aterrados de los vecinos del lugar como un seramenazante y terrible. Pero aquel da se present ante luna persona diferente. N o vio en Jess los signos del miedo , pues no traa en sus manos ni palos ni cadenas comolos dems habitantes de la regin; se sinti con una confianza que nunca antes haba experimentado y se acerc al sin temor alguno.

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    22 ORAR EN UN MUNDO ROTOCuando Jess le pregunta por su nombre, responde:Multitud. El mundo interior de este hombre estaba asaltado por fuerzas ajenas que lo despojaban de s mismo y lehacan sentirse como una muchedumbre dispersa en la quecada cual sigue su propia direccin. S e percibe a s mismocomo roto, ajeno y excluido, en guerra contra su propia

    realidad. No sabe quin es, ni a dnde va su vida. Su ir yvenir slo profundiza los senderos en los que cada da seva hundiendo su vida un poco m s.3.Esas fuerzas destructoras, ms fuertes que el geraseno ysus vecinos, eran ms dbiles que Jess. Por eso Jess lesordena que se vayan. Pero ese paso no es fcil, pues unapersona invadida de ese modo lleva dentro unos dinamismos tan pegados a la propia identidad, formando parte des mismo, que no pueden salir sin dolor, sin sentir que searrancan races hundidas en la propia carne y en el espritu. Este paso lacerante de liberacin se expresa en esetirarse por el suelo gritando y protestando cuando Jessordena a los espritus de muerte que salgan de ese hom bre.Estos espritus son tan destructores que slo puedenencarnarse en los puercos, animales inmundos para losjudo s, y se arrojan al mar, lugar simblico de los espritusmalignos. En los cerdos se ve con claridad lo que actuabaescondido dentro del geraseno.4. Jess acoge a este enfermo con tanto amor y cercanaque se cura en todas las dimensiones de su persona. Se leve reconciliado consigo mismo: sentado, vestido y en susano juicio. Se sita ante los dems sin miedo ni peligro,y sustituye el grito por la palabra. Dueo de su persona, seofrece para seguir a Jess.Ya no es simplemente un hombre curado y devuelto asu normalidad, sino un ser reconciliado con los suyos,con el mundo al que pertenece, donde deben estar sus ver-

    EL GERASEN O, IMAGEN DE LA DESINTEGRACIN 2 3daderas races para que se integre de nuevo en la comunidad que lo man tena alejado en las afueras.Yano es un seramenazante. Pero Jess s les resulta peligroso, y por esole piden que se vaya de la regin. Tienen miedo de unhombre tan libre y tan liberador, ms fuerte todava quelos malos espritus que apresaban al hombre que ahoraest sano. Tienen m iedo de la libertad y se sienten am enazados en su pequea seguridad co ntabilizada. Los que hanmirado desde fuera la curacin de este hombre, le piden aJess que se vaya; pero el que la ha experimentado le pidea Jess que le permita irse con l.El hombre d e Gerasa tiene ahora una misin bien especfica en la llegada de ese reino que Jess anuncia y queest brotando por todas partes. No ser su misin seguir aJess con los discpulos, sino otra diferente, la que lpuede hacer, la que Jess le confa: debe anunciar en sumundo cmo ha sido curado en el encuentro con Jess.Ningun o de los curados por Jess queda preso dentro d e lafruicin de la gracia recibida, sino que es devuelto a lacomunidad, y no al pasado previo a la posesin, sino alfuturo del reino, donde sembrar la experiencia de su propia liberacin.5. Todos vivimos hoy de alguna manera en la playa deGerasa. El regreso de los dioses nos recuerda el mundodel imperio romano, poblado por todas las divinidades delos pueblos conquistados. Hasta nuestros sentidos lleganincesantemente, en la mirada de los dueos de este mundo , imgenes de nosotros mismos que nos degradan, quenos convierten en consumidores, en etiquetas comerciales,que nos reducen a nuestro color o a nuestro pasaporte.Hasta nuestra razn se acercan muchas lgicas diferentescon la magia seductora de las imgenes y sonidos impactantes, encarnadas en dolos exitosos. Mecanismos poderosos nos pueden elevar, inflados y vacos como pompas

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    2Las fuerzas desintegradoras

    Es importante sealar con la mayor precisin posible cules son los dinamismos que hoy nos pueden desintegrar,para intentar descubrir ah mismo los dinamismos integra-dores que nos construyen si logramos sintonizar con elEspritu de Jess que se encarn para siempre en el abajoms hundido de la realidad humana, para llevarnos a laplenitud de la vida.1. Las cercas de la exclusinLas consecuencias negativas del neoliberalismo, se reflejan con mucha fuerza en los sectores ms pobres del mundo , tanto en los pases ms desarrollados como en los quevan quedando descolgados del progreso, excluidos por losduros mecanismos del mercado. Kofi Annan afirma que elnmero de pobres se ha duplicado en el mundo desde1974. Segn el Secretario del Sistema Econmico Latinoamericano (SELA), la deuda exterior de Amrica Latina esde 750.000 millones de dlares y se duplica cada ao.El ritmo de produccin y el nivel de consumo de bienes no renovables que acumulan los pases ricos imponepara todos los pueblos el saqueo de la tierra, la acumulacin de residuos txicos y la contaminacin de la atmsfera. El riesgo de destruccin se hace realmente masivo,por la cantidad de energa nuclear almacenada con capacidad para acabar con la tierra varias veces.

    LAS FUERZAS DESINTEGRADORAS 27Al sur de Estados Unidos se levanta un muro de cemento y acero permanentemente controlado con tecnologas avanzadas y patrullas de voluntarios que salen almonte con el rifle al hombro para cazar ilegales. Los centinelas de Europa vigilan sin receso los mares que la separan de frica, porque desde all llegan sin cesar emigran

    tes hasta sus costas. Los cadveres que se exhiben cada d aen la televisin, arrojados sin nombre en las arenas de lasplayas, no pueden contener a estos pobres expelidos sinremedio por la miseria del Sur y succionados de maneraincontenible por la abundancia del Norte, que llega hastael ms pequeo rancho del Sur exhibiendo en imgenesbrillantes el rostro de la abundancia. Esta migracin masiva no slo deja vctimas en las fronteras, sino familiasdivididas en sus pases de origenLa pobreza rompe a las personas que la padecen, noslo porque les hace experimentar el hambre y la carenciade los bienes ms elementales, sino tambin porqu e sufrenel saqueo econmico frente a la exhibicin del espectculo de la abundancia, la discriminacin del color de su piely la incomprensible indiferencia de los pases y personasacomodadas, empeadas en un crecimiento que acumulalos grandes avances tecnolgicos, juntamente con muchosproductos perfectamente intiles y vanos, en la llamadasociedad del bienestar. Muchos de los candidatos quellegan a la vida religiosa o se comprometen en el matrimon io vienen de esta realidad y traen grabado en las entraas este conflicto, que no se reduce a tener ms o menosbienes de consumo, sino al juicio implcito en esta situacin: hay ciudadanos que son de categora inferior, demenos calidad humana.Tambin afecta esta situacin a las personas sensiblesque buscan ser solidarias y canalizan su generosidad a travs de diferentes instituciones de ayuda, e incluso d e presencia directa entre los pobres, pero no ven cmo se pue-

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    28 ORAR EN UN MUNDO ROTOden crear unas estructuras sociales ms justas en esta situacin abrumadora. La brecha social que corta el mundoen pedazos bien separados unos de otros pasa tambindolorosamente por el mismo centro de muchas personasde buena voluntad, y las golpea con dureza.La lucha interior hiere con mayor o menor intensidadla interioridad de todo el que busca un mundo solidario.En esta sol idaridad herida brotan espontneamente laspreguntas de los justos en su relacin con Dios: Por quel Todopoderoso no seala plazos para que sus amigospuedan p resenciar sus intervenciones? (Job 24,1). Ante elespectculo de los empobrecidos se preguntan: Y Diosno va a hacer caso a sus splicas? (Job 24,12). Por qucontemplas en silencio a los traidores, al culpable quedevora al inocente? (Hab 1,13)Esta situacin puede agrietarnos por dentro si no laasumimos bien. Todo el que busca la jus t icia del evangelio vive en diferentes proporciones un conflicto exterior einterior que puede desgarrarlo. Vivir el conflicto de manera creadora es el desafo. Sentimos que de algn modo losproductos que l legan con colores hermosos hasta la mesafamiliar traen contenido el grito de los salarios injustos decampesinos y obreros , y sent imos que algo ajeno nos cubre cuando vamos por las calles envueltos en el algodncosechado por las manos de nios mal pagados. El cacaoy el azcar tropicales, cuando uno conoce su historia desaqueo, no slo nos endulzan. Dejan en el paladar un instante de amargura.2. La fragmentacin de la culturaTal vez sea en los jvenes donde mejor se exprese la fragmentacin de la cultura que nos afecta a todos. Pienso enun t ipo de joven concreto, con nombre y apel l idos , quepuede i luminarnos. Creci en un sector popular , donde

    LAS FUERZAS DESINTEGRADORAS 29aprende a leer la realidad en una clave mgica y religiosa.Los diferentes espr i tus protectores o mal ignos se esconden en las sombras de lo desconocido. Las vidas de lossantos , con sus leyendas populares , at ravesando paredesy predicando a los peces , son ledas s in la ms mnimaconcesin a los gneros l i terarios . De la misma manera li teral se lee la Biblia. Este joven crece en una culturapremoderna.Este mismo joven t rabaja por las maanas en una farmacia y conoce bien las medicinas y cmo curan mejorque los brujos en los que creen sus vecinos. Y en la escuela estudia los prodigiosos inventos de la ciencia en el ltimo siglo. Aqu se mueve en la cultura de la modernidadcientfica y tcnica.Dotado de un gran talento para la comunicacin, anima un programa radiofnico semanal de evangel izacin.Conoce las canciones de las ltimas estrellas, con susletras y ritmos de vanguardia, en las que se expresan lasrebeldasposmodernas contra una cul tura de la mode rnidad en la que se sienten presas, y buscan, en una gran confusin de valores, una manera de vivir ms libre.La mayora de los jvenes candidatos se acercan a lavida religiosa, como se acercan tambin al matrimon io y ala vida profesional, marcados con intensidades diferentespor esta atmsfera cultural difusa y fragmentada.

    Dentro de esta persona invadida culturalmente semueven diferentes lgicas que impulsan a obrar de ma nera incoherente y desarticulada. En la razn viven unaindefinicin de los procesos que las recorren por dentro, yen la afectividad la persona se siente insegura a la hora detomar decis iones importantes .La cul tura de la modernidad y la reaccin postmoder-na, tambin l lamada modernidad radical izada o segunda mode rnidad, l legan hasta nuestras cul turas t radicionales como invasoras y se extienden dentro de las personas

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    30 ORAR EN UN MUNDO ROTOcomo estratos superpuestos unos sobre otros, sin integrarse mutuamente, sin explicarse, de tal manera que, cuandola persona se ve sometida a presiones muy fuertes, los estratos se deslizan unos sobre otros, y la persona se rompe.Estos complejos cambios culturales, muchas vecesimposibles de medir en su hondura y en sus consecuenciaspara nuestro futuro, nos afectan a todos con acentos diferentes. En los pases ricos se han ido procesando durantedcadas; en los pases pobres del Sur se viven en aosrpidos, atropellados, a un ritmo impo sible de asimilar porla mayora de la gente, creando la sensacin de no saberquines somos, qu queremos ni a dnde vamos. Inevitablemente, toda persona se siente zarandeada por estosembates y necesita un proceso permanente de reajuste desu propia identidad.3. Las heridas personalesLas heridas personales, sobre todo las que tienen su origenen la infancia y no han sido curadas, trabajan desde nuestra clandestinidad y crean dentro de nosotros mecanismosque nos desintegran.Estas heridas pueden aparecer en momentos en que lapersona se ve sometida a cambios profundos que exigenuna consistencia especial. Al entrar en el noviciado, o alempezar un noviazgo, pueden asomar la cabeza y no revelar toda su fuerza, porqu e el am biente espiritual o el entusiasmo del enamoramiento de alguna manera las anestesiay las calma. Pero ms adelante, cuando la vida se hace mscompleja, salen con todo su poderLos problem as que no han sido definitivamente resueltos pueden aparecer de manera estrepitosa en el mediodade la vida, cuando ya no es posible esconderlos por mstiempo con mecanismos conscientes o inconscientes.

    LAS FUERZAS DESINTEGRADORAS 31Las ltimas generaciones jvenes exigen ms atencina sus problemas personales. No creo que esta demandanazca exclusivamente del desencanto frente a la imposib ilidad de cambios sociales significativos; nace tambin deun incremento en la inestabilidad de la familia, en lasseparaciones dolorosas por divorcio o por motivos polti

    cos y laborales. Tanto los emigrantes del hambre como losejecutivos y tcnicos de las grandes m ultinacionales tienenque desplazarse a otra ciudad o a otro pas para sobreviviro para crecer en su vida profesional, sin poder detenerse acontemplar las consecuencias para su vida personal yfamiliar.En algunos casos, estas heridas estn asociadas a lacondicin social en que se desarrolla la infancia, al estrato econmico y racial al que se pertenece, con todas lasconnotaciones de valoracin o descalificacin social queles acompaa. El choque con las valoraciones explcitas oimplcitas que se mueven dentro de nuestras institucionesy comunidades puede quebrar seriamente a las personas.Algunas heridas se curan, y otras siguen presentes,pero no maltratarn nuestra persona y nuestras relacionesdesde la oscuridad sin nombre si aprendemos a dialogarcon ellas de manera generadora de vida para nosotros ypara los dems.4.El desajuste de la espiritualidadAl encontrarnos en esta situacin de cambios vertiginososque no slo pasan a nuestro lado, sino que nos atraviesancon dinamismos que nos remueven intensamente, necesitamos recrear una sntesis espiritual gil y fuerte que integre de manera nueva los elementos fundamentales de larelacin con el Dios de Jess, guiados por su Espritu, quevive con la pasin y la claridad del fuego creador dentrode nosotros.

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    32 ORAR EN UN MUNDO ROTOa) En las ltimas dcadas nos comprometimos con la utopa de crear una sociedad ms justa para las grandesmayoras empobrecidas de nuestro mundo. Pero no llegla liberacin, sino el neoliberalismo y la cultura desencantada de la posmodernidad en un mundo globalizado. Eneste contexto, necesitamos acoger la nueva situacin,aprendiendo a integrar en ella los grandes descubrimientosevanglicos de los aos setenta y ochenta en elcompromiso conlospobres,con quienes el Jess pobre y humilde seidentific y a quienes coloc en le centro de su misin.b) El encuentro con el Dios que se nos ha revelado enJess de Nazaret brota por el mism o centro de nuestra persona y crea en nosotros una experiencia integradora detodo lo que somos (cuerpo, pensamiento, afectividad ydecisin). Al mismo tiempo, nos enva al mundo que Elama hasta el extremo d e entregar a su Hijo a la pasin. Enel mundo est presente y trabaja, nos necesita y nos espera. Por eso la experiencia de Dios tiene que estar tambinintegrada en la realidad, sin quedar presos de intimismossin prjimo ni historia.c) Lo realmente central es laaccin de Diosen nosotros yen nuestro mundo, pues desde l viene permanentementela novedad que nos reconcilia. Pero, al mismo tiempo,tenemos que ayudarnos de las ciencias humanas y sociales para conocer mejor los complejos dinamismos de lapsicologa humana que se mueven en nuestra intimidad, ylos astutos y poderosos mecanismos sociales que se creanen la lucha por apoderarse de este mund o. No todo se sanaen el encuentro con Dios, pero no es lo mismo vivir unafrustracin o un desconcierto social desde una experienciaprofunda de Dios, que vivirlos en un desierto interior sinagua y sin referencias.

    LAS FUERZAS DESINTEGRADORAS 33d) Vivir lamstica de un encuentro con Dios que no tienefin y que nos permite entrar en el amor arriesgado de Diosen nuestra historia, es la aventura ms importante de lavida. Pero somos lcidos sobre la necesidad de una ascticade acentos nuevos para mantenernos siempre disponibles para acoger la novedad de Dios en el mundo seductoren que vivimos.e) Realizamos la experiencia de Dios dentro de la comunidad eclesial, que nos acerca la palabra y los sacramentos de Jess, junto con el apoyo clido de los hermanos yhermanas. Pero la comunidad slo tiene sentido si estabierta al mundo, no para condenarlo ni para separarsefarisaicamente de l, sino para acercarse a l con la buenanoticia del evangelio, en una presencia humilde y vulnerable, como Jess se acerc a los hombres y mujeres de sutiempo, sabiendo que lo ms importante es el reino deDios, que crece por todas partes, y no el poder de laIglesia.f) Las jvenes generaciones son las ms sensibles a loscambios que vivimos. Pero sera engaoso pensar que sloson ellos los afectados. Tambin los adultos nos vemosexpuestos a estos procesos culturales que llegan a nuestrossentidos permanentemente, de manera brillante o con laclandestinidad de lo desapercibido, de lo que ya formaparte de nuestra cotidianidad seducida. Vivimos en unmundo roto (Congr. Gral. S.J. 34,V I, 14), y esa rupturapasa por el centro de todos.

    ILEGALESEl hambre y la violenciagestan emigrantes en el Sur.El ojo insomne del Nortevigila sus fronteras.

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    ORAR EN UN MUNDO ROTOLos espejismosen los desiertos africanosya no dibujan oasiscon lagos y palmeras,sino altos edificiosde dicha y de cristal.Y en los montes y barriosde Amrica Latinano slo convocana la fiesta comunallas quenas y tambores.Ritmos ajenos cantanel dlar y la huida.Oleadas de emigrantesse arrancan de su campo.Las races al airesangran tierra fresca.En lucha infinitanombres familiaresarden en el pecho.Se orientan hacia el Norte.y buscan a tientas pasarpor el ojo de la agujaestrechando la existencia.Con su mirada de buholos vigilantes vern en la tinieblalas sombras sigilosas,y con el husmear de los radaresperforarn la oscuridad,cmplice intilde la senda prometida.Las lanchas patrullerasles clavarn en la nocheun arpn de luzen las espaldas clandestinas.

    LAS FUERZAS DES1NTEGRADORAS 35Cuntas historiasflotarn ahogadas en el agua;Cunto anonimatose derretir en los d esiertos;Cuntas ilusionesatrapadas en las redes de la selvaAlgunos alcanzarnla tierra de sus sueosajenos, seducidos.Como una nuevaestrella de Davidclavada en la espalday el costado,diana segurade desprecios y de rejas,a todos les impondrnel mismo nom bre,el nico nombretatuado con lseren su piel oscura:Ilegal

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    IIE L TABOR:LA TRANSFIGURACINQUE NOS ILUMINA Y NOS INTEGRA

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    1Experiencia de transfiguracinRecientemente, el P. Kolvenbach deca a los jesuitas reunidos en la Asamblea Regional de Italia (25 de abril del2000) qu e hoy necesitamos vivir la transfiguracin. Es deesta transfiguracin de la que bebe nuestra vida una yotra vez, sin pausa, no como un deber ms o menos oneroso, o como una obligacin restrictiva y taxativa, sinocomo una experiencia pascual que, transfigurante, resplandece sobre elrostrodeformado de nuestros hermanosy hermanas, por encima de la imagen descolorida de estemundo. En la medida en que nosotros hagamos la experiencia de la transfiguracin, todo cambiar tambin anuestro lado, pues lo veremos atravesado por esa luz queya transforma toda la creacin desde dentro, y no simplemente iluminado desde fuera por luces subjetivas y pasajeras.En los rostros crucificados de hoy podem os contem plar esta ltima verdad, como lo hacemos tambin en el deJess.Este pasaje central de la vida de Jess ya haba sidopresentado por el Papa Juan Pablo n en Vita Conscralacomo imagen inspiradora de la vida consagrada en elmundo de hoy. Es un smbolo para toda vida cristiana.Frente a una cultura que pone tanto nfasis en trabajar laexterioridad, tan bien pagada, brillante y exitosa, nosotrosbuscamos una experiencia de Dios que nos transforme

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    40 ORAR EN UN MUNDO ROTOdesde dentro integrando toda la persona (cuerpo, pensamiento, afectividad y decisin) y que, al mismo tiempo,est plenamente integrada en la realidad (cosmos, otro,comunidad e historia), que tambin es alcanzada por laresurreccin de Jess y tambin est en camino hacia lareconciliacin de todas las cosas en Cristo.

    A esta experiencia se refiere Pablo en su carta a losCorintios. Despus de hacer alusin al rostro brillante deMoiss, que l se cubra cuando sala de la tienda del encuentro con Dios, dice:Nosotros, que llevamos todos la cara descubiertayreflejamos la gloria del Seor, nos vamos transformando en suimagen con resplandor creciente; tal es el influjo del Espritu del Seor (2 Cor 3 ,18).La luz regalada que brilla dentro de nosotros, atravesndonos en todas las dimensiones, es la misma que dina-miza todo cuanto existe en nuestro mundo fuera de nosotros. Si la Palabra creadora de Dios nos diferencia acada uno de nosotros cuando nos llama por nuestro nombre propio desde el comienzo de la existencia, hacindonos seres nicos e inconfundibles, el Espritu que Diosexhala sobre la creacin entera nos une a todos desde lamisma raz.Somos seres nicos, pero en comunin con los

    dems y con el universo.Nuestra originalidad se desvanece no slo cuando nos diluimos perdidos entre los dems,sino tambin cuando nos cortamos de la creacin y de lahistoria para encerrarnos en nosotros mismos.Jess sube al monte para orar (Me 9,2), haciendo unalto en el camino que lleva a Jerusaln. All se transfigurante los ojos deslumhrados de Pedro, Santiago y Juan. Noes una experiencia que se obtenga mediante tcnicas psicolgicas, sino un regalo impredecible. No es una huida d ela dureza de la vida, sino una afirmacin de ese camino

    EXPERIENCIA DE TRANSFIGURACIN 41que sube hacia Jerusaln. Nada corporal queda suprimidoen este fuego, sino iluminado desde dentro con todas laslimitaciones de una vida sometida a los rigores implacables del tiempo y el espacio.En algunos momentos privilegiados, todos vivimosesta experiencia de integracin, donde parece que no haydistancia alguna entre nosotros y Dios, y donde sentimosque todo fluye en armona suave y luminosa, donde todaslas rupturas personales y los desafos de la realidad duraquedan unificados d e tal manera qu e slo pueden d arse enel instante con esa intensidad. Estos momentos llenan desentido nuestra vida y se convierten para nosotros en puntos de referencia para siempre. Son el Horeb de Elias, elSina de Moiss o el Cardoner de Ignacio de Loyola. Yanada ser igual. Por ms aos que vivamos, esas luces noslo no dejan de brillar perdidas en el tiempo, sino qu e iluminan con intensidad creciente todo el recorrido de nuestra vida, de tal manera que cada da comprendemos mejorlo que all quiso Dios comunicarnos.A veces, esa luz que siempre nos hab ita se muestra congran intensidad, y somos no sotros los transfigurados comoJess. En otras ocasiones somos los testigos cercanos deotras personas transfiguradas, como Pedro, Santiago yJuan en el Tabor, y a nosotros tambin nos alcanza algo deesa luz que brilla a nuestro lado.

    No somos los dueos de la transfiguracin. sta llegaimpredecible y se tiene que apagar, para no quedar suspendidos en el aire fuera del tiempo y del espacio. Despus queda el camino cotidiano p ara vivir en esa luz. Peroya se nos ha revelado para siempre el destino ltimo detoda la creacin y de la historia, que avanzan hacia la integracin plena en la Luz, que ya vino a este mundo en Jessde Nazaret para reconciliar consigo todo el universo, loterrestre y lo celeste (Col1,20).Esa vida definitiva, eterna, ya est presente ahora, como la verdad ltima de todo

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    42 ORAR EN UN MUNDO ROTOlo real, como el dinamismo que anima todo incesantemente desde las sombras de la discrecin de Dios.Pablo, despus de intentar sin xito reconciliar a lacomunidad fragmentada de Corinto, se dirige a feso y,desde el interior de esa experiencia de fracaso, afirma q ueel Dios que dijo: "Brille la luz en medio de las tinieblas",la ha encendido en nuestros corazones, haciendo resplandecer el conocimiento de la gloria de Dios en el rostro delMesas (2 Cor 4,5). Apretados, apurados, acosados, nosotros paseamos continuamente en nuestro cuerpo el suplicio de Jess, para que tambin la vida de Jess se transparente en nuestro cuerpo (2 Cor 4,10). No necesitamosandar con el rostro cubierto, como Moiss despus deencontrarse con D ios, para ocultar su brillo, sino que llevamos todos la cara descubierta y reflejamos la gloria delSeor, nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; tal es el influjo del Espritu del Seor(2 Cor 2,18). A esta experiencia se refiere el salmista:Contempladlo y quedaris radiantes (Sal 34,6). El deterioro de nuestro rostro, que sufre y envejece, no im pide elcrecimiento de la luz interior. Hay rostros surcados por lavejez que son muy luminosos, mientras que otros se vanconvirtiendo en una m scara cuidada que traduce la tristeza de un v aco interior ind ecible.Vamos a fijarnos en la transfiguracin de Jess en elcontexto en que la sita el evangelio de Marcos (9,2-43),teniendo como punto de referencia las narraciones deMateo y de Lucas. En la transfiguracin de Jess podremos comprender la nuestra, aunque en cada uno de nosotros se manifieste con intensidades diferentes. Este m isterio de la vida de Jess ha sido un punto de referencia enuna parte im portante de la tradicin m stica del cristianismo oriental, que expresa la experiencia de Dios en trminos de luz. La luz ilumina la propia interioridad y launifica con la claridad de Dios. Podem os sentirla en noso-

    EXPERIENCIA DE TRANSFIGURACIN 4 3tros y podemos verla brillar tambin en el rostro de losdems y aun de toda la creacin. (Thomas Spidlik, Laspiritualit de L'Orient Chrtien: Orientalia ChristianaAnalecta 230 [Roma 1998], pp. 331-333).En trminos parecidos se han expresado los grandesmsticos del occidente cristiano. Tomamos como ejemploestas palabras d e Santa Teresa de Jess:Es una luz tan diferente de la de ac, que parece una cosa tan deslustrada la claridad del sol que vemos, en comparacin de aquella claridad y luz que se representa a lavista, que nosequerran abrirlosojos(El CastilloInteriorVI,5.7)

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    2El lenguaje de un amor apasionadoSeis das despus... (Me 9,2)

    1. Una decisin desmesuradaSeis das antes de subir al monte Tabor con Pedro, Santiago y Juan, Jess haba tomado una decisin que a losdiscpulos les pareci suicida y desmesurada. Jess tomdistancia geogrfica y psicolgica de G alilea, por donde semova con gran xito pop ular, y se fue a Cesrea de F ilipo.El pueblo tomaba a Jess por un ser mgico y alimentaba expectativas gloriosas sobre l. Incluso quisieronhacerlo rey despus de que diera de comer a la multitud(Jn 6,15) No haban entrado en su verdadera identidad deMesas servidor pobre y hum ilde, como D ios es en verdad.Incluso en la misma comunidad de Jess hay algunos discpulos que se van frustrados po rque no entienden a Jesscuando relaciona el pan compartido con su propio cuerpo destruido en la pasin, pan de vida que ser alimento de sus discpulos. (Jn 6,60-66). Tambin vosotrosqueris marcharos?, pregunta Jess a sus discpulos mscercanos.

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 4 5En Cesrea, Pedro confiesa que Jess es el Cristo enviado por Dios. Entonces Jess anuncia su decisin desubir a Jerusaln y, con gran lucidez, aade: Este hom bretiene que padecer mucho: tiene que ser rechazado por lossenadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado yresucitar a los tres das (Me 8,31). Pedro lo tom apartey empez a regaarle. Entonces Jess le dijo a Pedro :Qutate de mi vista, Satans, porque tus pensam ientos noson de Dios, sino de los hombres (Me 8,33)Desde este momento, el lenguaje de Jess es el de lapasin.Todo el que quiera seguir a Jess tiene que tomartambin la cruz com o l. El que pierda su vida por Jess yla buena noticia del evangelio, la salvar. Ganar el mund oentero no vale la pena. En medio de esta generacin idlatra y pecadora, uno no puede avergonzarse de las palabras de Jess (Me 8, 34-38)Jess habla ya con el lenguaje de la entrega absolutahasta la muerte, porque la entrega al reino de Dios es lanica pasin que estructura toda su persona y todas susactividades. Ya lleva seis das de camino, despus delanuncio de Cesrea, cuando decide subir al Tabor paraorar, en uno de los momentos ms dramticos de su vida.Se le han roto las representaciones del reino que tenahasta ese momento en la exitosa Galilea, y se le presentael horizonte oscuro de la confrontacin hasta la muerte en

    JerusalnLa vida cristiana esp asin por Dios y por su reino.Slo desde la pasin en el amor se puede comprender yrealizar ese exceso de la vida evanglica en seguimiento de la exageracin de Dios al encarnarse en la humildad y pobreza de su Hijo Jess.

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    46 ORAR EN UN MUNDO ROTO2. Donde no hay p asin hay adiccinNuestra sociedadfomenta la adiccin, que es lo contrariode la pasin. Anthony Guiddens, en su libro Un mundodesbocado, afirma que en la cultura actual hay muchaadiccin y poca pasin. Y aade: Ninguno de nosotrostendra algo por lo que vivir si no tuviramos algo por loque vale la pena morir .Nosotros estamos dominados por una economa demercado, que llega hasta los ltimos rincones del mundoconfigurando en gran medida la cultura que respiramos ycircula por nuestras venas. Se forman g randes corporaciones que mueven su dinero por todas partes al instante electrnico, en funcin de la ganancia y en lucha contra lacompetencia. Su publicidad forma parte de nuestro paisaje ,y en el hueco de nuestras necesidades naturales y en laenerga formidable que nos urge desde dentro para realizarlas siembran la semilla de sus propios intereses, hastaque sus productos y sus marcas formen parte inseparablede nuestras hambres viscerales.Dentro de su lgica, tienen que crear verdaderos adictos a sus producto s, fanticos de sus espectculos, admiradores de sus dolos y seguidores de sus lderes. Las marcas y los logos son los dioses del olimpo del mercado.Aparecen peg adas en las esquinas de las calles, en las pantallas de televisores y com putadoras, en las portadas de lasrevistas de colores impactantes, en el bolsillo de la camisao en la costura del pantaln, y se desplazan en los cuerposde los atletas por todos los estadios deportivos.Construyen constantemente dolos que encarnan susproductos, y viven con los ojos abiertos al acecho de cualquier joven que em piece a brillar en los deportes, en el arteo en cualquier otra actividad pblica, para apoderarse de ly enviarlo a los talleres de sus asesores de imagen, paramoldearlo segn sus intereses. Como en tiempo s de Isaas,

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 4 7Quin modela un dios o funde una imagen si no es parasacar algo? (Is 44,10).Los dolos encarnan de m anera deslumbrante un estilo de vida al que todos somos invitados a entrar no slodesde fuera, como una tarjeta de invitacin que se deposita con respeto en nuestras mano s, sino con la sutileza de lapublicidad ya asentada en los rincones oscuros de nuestrapersona, de tal manera que generan comportamientos deadictos, respuestas compulsivas ante las necesidades mshondas o ms sencillas de nuestra persona.No se trata simplemente de consumir productos, sinode asumir ante la vida posturas existenciales de competencia, hedonismo, desencanto, huida...Tienen tanto xito,que a veces uno tiene la impresin de que cierto tipo decomportamientos religiosos son una traduccin mimticadel estilo de vida que estos dolos prom ueven. Se construye una burbuja de espiritualidad aislada de la realidaddura, para pacificarse, como se construye un hotel paradisaco y exclusivo para que descanse y goce la lite delmu ndo. Tambin existen espiritualidades cinco estrellas.Todos estamos m s o menos afectados por esta ley delmercado, que ejerce su dominio con despotismo ... o con lasutileza del bien aparente. Es una ingenuidad pensarque somos inmunes. Por eso necesitamos librar un profundo combate espiritual en la soledad del desierto, paraidentificar a los diablos que extienden sus redes portodas partes, para que podamos descubrir y escuchar conclaridad su propuesta y formular tambin con la mismalucidez nuestra respuesta. Jess luch en el desierto contra los demonios de su tiempo, los identific con toda nitidez y formul su propia alternativa, la que nunca impondra con la sutileza de la seduccin ni la prepotencia delpoder, sino que la ofrecera como u na propuesta cercana yfranca acercndose por los cam inos, vulnerable a la tergiversacin y al rechazo. Ignacio de Loyola, Francisco de

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    4 8 ORAR EN UN MUNDO ROTOAss. . . lucharon de la misma manera contra los demoniosde su tiempo para poder ofertar al mundo la novedad deDios en la encrucijada de la historia que ellos vivieron.En ese mismo combate se van creando adiccionespositivas, que son la necesidad hondam ente sent ida,hasta en las fibras de nuestro cuerpo, de oracin, de vidaordenada, d e ejercicio f s ico, de t iemp o para el descanso yla gratuidad. Son adicciones que estn orientadas a la creat ividad de una vida que brota de un am or apasionado.3 . La total idad del amorLo contrario de la adiccin, que calma de manera artificialy pasajera la angustia, es la pasin que busca la totalidaden el amor. Podemos acercarnos a es ta afi rmacin con laspalabras del P. Arrape al anunciar su renuncia en laCongregacin General 33:

    Yo me siento ms que nunca en las manos de Dios.Eso es lo que he deseado toda mi vida, desde joven. Yeso es tambin lo nico que sigo queriendo ahora. Perocon una diferencia: hoy toda la iniciativa la tiene elSeor. Les aseguro que saberme y sentirme totalmenteen sus manos es una profunda experiencia.Al final de estos dieciocho aos como General de laCompaa, quiero, ante todo y sobre todo, dar gracias alSeor. l ha sido infinitamente generoso para conmigo.Yo he procurado corresponderle sabiendo que todo melo daba para la Compaa, para com unicarlo con todosy cada uno de los jesutas. Lo he intentado con todo miempeo.Durante estos dieciocho aos, mi nica ilusin hasido servir al Seor y a su Iglesia con todo mi cora zn.En estas breves lneas, la palabra todo sale nueveveces de diferentes maneras. El P. Arrape termina su alo-

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 4 9cucin con la conocida y breve oracin final de losEjercicios: Tomad Seor y recibid toda mi libertad..., enla que todo aparece cinco veces .Estamos ante un lenguaje de totalidad. Por eso mismoes el lenguaje del deseo, no de la realidad ya plenamenterealizada, pues, mientras peregrinamos en esta tierra, laambigedad profunda que se esconde en lo ms misterioso de nuestra libertad nos roba siempre una buena partedel don de nuestra persona que intentamos entregar enteramente a Dios .Puede ser que las l imitaciones personales y comunitar ias, que nosotros constatamos con real ismo, t ian de uncierto escept icismo esta radical idad. Pero tambin podemos s i tuarnos en cada nueva etapa como lo hacemos alcomienzo de los Ejercicios . El Principio y Fundamentotiene com o finalidad avivar una vez ms el deseo de la pleni tud, ponindon os en camino para avanzar en es te m undosolamente deseando y eligiendo lo que ms conduce(EE 23) para el servicio y alabanza del Seor. Estas cuatropalabras , slo, deseo, elegir yms, estarn ya presentes entodos los momentos culminantes de los Ejercicios , comodeben estarlo en el fondo de toda nuestra vida.4 . Amar con pas inEn medio de tanta cultura del instante y la apariencia,amar con pasin, con toda intensidad, ms all de las sensaciones speras o placenteras y de los episodios de xitoo de fracaso, es una necesidad fundamental del corazn.Somos imagen de un Dios que ama infini tamente, s in reservas ni exclusiones. En Dios no existe un amor calculado en tantos por ciento segn las conveniencias y las personas. Dios nos ama a cada uno de nosotros al cien porcien, con pasin infinita, y desde el primer momento denuestra existencia establece con nosotros una relacin

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    50 ORAR EN UN MUNDO ROTOnica y diferente, que se va construyendo en dilogo connuestras respuestas y con todas las situaciones que nosafectan.Ratifica Jess la respuestadeljurista:amars al Seortu Dios con todo tu corazn, con toda tu alma, con todastus fuerzas, con toda tu mente (Le 10,27). Y dentro deeste amor total se sita el amor al prjimo, de una manera especial al asaltado que est medio muerto y despojado de todo al borde del camino. El amor total a Diospolariza toda nuestra persona y contagia de absoluto elencuentro con toda otra persona y situacin.El pecado de la iglesia de Laodicea (A p 3,14-21) era latibieza. Ni se haba enfriado completamente ni haba fuego en su corazn. Se crea rica en su felicidad medida yconfortable, presa de sus b ienes, avalada por su contabilidad. S ferviente y enmindate (v. 19). Era el fervor delfuego el que necesitaba avivar dentro de s.Los vacos de un corazn que no ama apasionadamente se llenan de adicciones. Podemos quedar enganchados a las drogas que nos brindan la evasin, el entretenimiento, el juego o el mismo trabajo sin pausa, que suprime los espacios gratuitos de la vida. Podemos quedar presos de relaciones sin libertad, de puestos que nos inmovilizan como un veneno porque se apoderan de nosotros.Entonces disminuye la creatividad, la audacia para salirhacia el futuro, para romper los esquemas que nos tienencautivos. Tendremos pavor a estrenar lo nuevo saliendo denuestras viejas rutinas circulares, al fracaso, a la descalificacin social, al compromiso definitivo. Todos los dasvemos a personas que han cado en adicciones porque derepente han sentido su corazn roto, vaco, y no han logrado encontrar la pasin necesaria para fundir sus pedazos yrehacer su intimidad.Nuestra manera de amar se ve negativamente afectadahoy po r el eclipse de las utopas, que pued e paralizar a las

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 5 1personas sin descubrir lo que hay de absoluto en laspequeas iniciativas, por tantos fracasos en las relacionesmatrimoniales que llenan a muchos jvenes de miedoparalizante ante un compromiso que puede atravesar momentos muy dolorosos, y por la multiplicidad de referentes religiosos en un universo fragmentado. Las sospechas que ensombrecen a las personas e instituciones mssagradas nos llenan de inseguridad y de miedo.Pero tambin encontramos a personas que, por amorapasionado a alguien o a algo, son capaces de atravesar lasmayores d ificultades. Por la posibilidad de brillar unos segundos en una olimpiada, los atletas se encierran en lassombras de un gimnasio, sometidos durante aos a rutinasimplacables. Por buscar un futuro mejor para su familia,mucho s emigrantes arriesgan lo que son y lo que tienen enpequeas embarcaciones, para encontrar la prometida eincierta mejora en los pases del Norte. Por encontrar lacuracin de una enfermedad, hay cientficos que se hunden en el silencio de los laboratorios y apuestan susesfuerzos de toda la vida por caminos sin explorar.Un corazn sin pasin renuncia a sufrir y a vivir enplenitud, y escoge las adicciones como sustitutos de lacreatividad arriesgada que se abre al futuro. Jess nosam con pasin: Ardientemente he deseado comer estapascua con vosotros antes de mi pasin (Le 22,14).Am hasta el extremo (Jn 13,1), hasta el final de su posibilidad de amar y hasta su ltimo aliento. Slo un amoras nos revela plenamente quin es Dios, y cmo nosotrosnos realizamos como personas humanas enfrentando elmal en todas sus manifestaciones. Dejar todo lo que yatenemos por la perla y el tesoro prometidos se noshace difcil. Pero, si no lo dejamos, podem os quedar pasmados a mitad de camino. Slo el que ama con pasinpuede saborear lo que hay ya ahora de vida eterna, imperecedera, en los episodios sencillos de la vida cotidiana.

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    52 ORAR EN UN MUNDO ROTO5. La pasin de amarJess ama con pasin y ve de una manera diferente ynueva la realidad presa por la mirada de los dirigentes dela sinagoga. Descubre el reino de Dios queriendo abrirsepaso dentro del pueblo con posibilidades nunca imaginadas. Los pecadores son buscados por Dios, por plazas ycaminos, con pasin infinita. Los enfermos pueden sanar.La vida de unos pescadores, reducida a la rutina de lasredes y la barca, se puede transformar en servicio a lanovedad del reino, que Jess ve asomar por todas partes,como los brotes de las higueras en la primavera rompiendo la cascara endurecida durante el invierno (Le 21,29).Por otro lado, ve a los dirigentes judos presos de unosritos que cumplen como adictos y que no les permitencrear dentro de s un espacio para acoger la novedad quellega como sorprendente regalo del Padre.La presencia de un amor sin lmites en la persona deJess crea una vida nueva en personas descalificadas porla sociedad, en los terrenos aparentemente menos favorables. Esta novedad rompe con los viejos esquemas de lopuro y lo impuro, los ltimos y los primeros, choca contrael orden ciudadano y profundiza la interpretacin de la leyhasta el escndalo y el conflicto.Jess se siente impulsado por el dinamismo del Espritu, que lo lleva a recorrer los caminos en una vida d esinstalada, a trabajar superando todo tipo de obstculos. Perolo nuevo crea conflicto con lo instalado, que se sienteamenazado en su seguridad religiosa y social.Jess se compromete con esa novedad para apoyarlaen su fragilidad de vida incipiente y para defenderla detodas las fuerzas que la amenazan. El conflicto con la sinagoga y con toda la estructura social es tan fuerte que Jesstiene que llegar hasta la misma Jerusaln para anunciar lanovedad del reino en el centro mismo del poder, aunque

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 5 3este gesto le lleve a la confrontacin mxim a y a la prdida de la vida.Jess vino para vivir en plenitud y para que tengamosvida en abundancia; pero amar con esta pasin, que recreala vida sin lmite, nos impulsa a un trabajo hasta el extremo y crea conflicto con las personas y las institucionesque defienden lo viejo.Amar as conduce al sufrimiento ya la muerte.Am ar con pasin no significa arder y consumirse en elpropio fuego con un romanticismo sin discernimiento,desconectado de la realidad, sino que provoca una transformacin tal de la persona que la hace capaz de comprometerse con el nacimiento de la vida nueva. La capacidadde asumir el dolor e incluso la muerte por lo que uno amay crea naciendo del amor, surge desde las ms profundasraces de nuestro ser. Amar con pasin nos conduce a lasmayores alegras, pero nos puede arrastrar tambin a lapasin. Y cuando una persona ha atravesado la pasin sindesintegrase, porque ama, entonces la alegra tiene unahondura inigualable. Es la alegra de la pascua.Slo amarcon pasin nos permite afrontar de manera creadora lapasin.El desafo ms grande es situar en esta hondura delamor todo sufrimiento, el propio y el de los dem s; el quecomprendemos como razonable, porque da su cosecha como lo esperamos en el tiempo oportuno, y el incomprensible, el que desborda cualquier matemtica nuestra, el quenos sita dentro del escndalo que hace preguntas a unDios mudo q ue no responde, como el grito desgarrado deJess nacido de la oscuridad y la angustia extrema: Diosmo, por qu me has abandonado?. Slo al tercer daresponde Dios, cuando tal vez ya no hay ni lucha ni preguntas, cuando nuestro silencio se ha convertido en unapgina en blanco dond e Dios se dibuja de man era nueva ycercana.

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    54Antes de enfrentar la muerte ltima, atravesamos a lolargo de la vida situaciones de muerte donde, despus dehaber luchado hasta el final, se nos acaban las fuerzas yrazones, y tenemos que esperar en el sepulcro tres dashasta que se estructure toda nu estra persona en torno a unanueva sabidura que aparece dentro de nosotros como unasorpresa regaladaEl fuego ardiente encerrado en los huesos (Jr 20,9),que Jeremas senta en la hondura de su alma y de su cuerpo , es la pasin del amor entre Dios y Jeremas. En lohondo del fracaso de su predicacin, de la amenaza de suvida, de la prdida de los am igos, arde ese fuego del amorapasionado que Jeremas intenta apagar para retirarse desu misin, pero no lo consigue. Desde ese fuego encontrar Jeremas una nueva consistencia para el compromiso yel canto (Jr 20,11-13). Resucitamos desde la misma pro

    fundidad en que morimos.6. Somos la pasin y la resurreccin de DiosEn nuestra propia persona y en la solidaridad con los crucificados de la historia somos la pasin de Dios que trabaja, sufre y muere en nosotros. En la novedad de la transformacin personal y en la novedad que ofrecemos almundo, somos la resurreccin de Dios que se expresa ennosotros, en nuestra carne transfigurada, al mismo tiempo herida por los lmites y en paz, sufriente y con alegra.Paseamos continuamente el suplicio de Jess en nuestrocuerpo, para que tambin la vida de Jess se transparenteen nuestro cuerpo (2 Cor 4,10).7. Un desafo de futuroEn realidad, la vida de todo cristiano debe estar atravesada por estapasin por Dios y por su reino.La pasin porDios es inseparable de la pasin por su reino. Laicos y

    EL LENGUAJE DE UN AMOR APASIONADO 5 5religiosos vivimos la misma y nica pasin, aunque la sntesis personal acente dimensiones distintas. Muchas veces,tanto laicos como religiosos nos encontrarem os junto sen el mismo trabajo apostlico, en la educacin, la salud,la promocin social, la catequesis... Pero cada uno pone elacento de su vocacin particular, y as se convierte en un apalabra para el otro. El religioso dice al laico que no hayms absoluto que Dios, y que l es la ltima dimensindel corazn humano y de la historia. Con l todo es posible,y sin l nos quedamos a mitad de camino. Es absolutamente imprescindible darle tiempo a este encuentro sinorillas que debe alcanzar toda la persona. Por su parte, ellaico le recuerda al religioso que no se puede quedar en unamor a Dios que no p ase por las tareas y personas cotidianas,porque es ah donde se expresa y se verifica la calidaddel amor a Dios, que hace nuevas todas las cosas.Cuando hemos conectado con la pasin absoluta conque Dios nos busca a nosotros, y nos dejamos adentrar enese encuentro sin fin, estamos situndonos en el nico fundamento siempre nuevo. Desde ah podremos vivir demanera creadora, y nos llegar la dosis exacta de futuroque nosotros podremos transformar.

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    3La integracin personalDios es nuestro centro, lo ms profundo de nuestra intimidad. En l vivimos, nos movemos y existimos (Hch17,28) . Est en comunin con nosotros, y toda la personaen sus dimensiones ms hondas queda afectada por esteencuentro siempre abier to a l futuro de plenitud, ms allde lo que podemos percibir o expresar .Este surgir de Dios en nosotros no es una invasin,sino una conversacin de dos l iber tades. Desde el pr imermomento de nuestra existencia empezamos este dilogocon Dio s. Salir de sus manos no fue una desped ida, sino elcomienzo de un encuentro que ya no t iene punto f inal . Yeste encuentro es nico. Dios nos respeta absolutamenteta l como somos, pues es e l nico que nos conoce y nosama precisamente as: ta l como somos. Entrar dentro denosotros en la medida en que le vayamos abriendo las lt imas dimensiones de nuestra existencia , los das nuevos,las e tapas de cambio, las si tuaciones sorprendentes, lasrutinas inevitables y los r i tuales aprendidos.En la vida de oracin, buscamos crecer en este encuentro con Dios. Nos relacionamos con l como nos re lacionamos con las otras personas y realidades que nos rodean,pues Dios se ha hecho una vida humana en Jess, a l quepodemos acercarnos a travs de nuestros sentidos. Paracomprender mejor cmo nos afecta este encuentro, e l proceso inter ior que pone en marcha y cmo nos integra , pue-

    LA INTEGRACIN PERSONAL 57den ayudarnos como punto de par tida estas palabras dePedro Flinker en su l ibro:

    Los sentidos originan la sensacin; sta, la percepcin;sta, el pensamiento, que a su vez causa el sentimientoy la emocin, los cuales producen la cualidad del ser,y ste la cualidad del hacer, del obrar. O, de otro modo: obramos como somos, somos lo que sentimos, sentimos como pensamos, pensamos como percibimos,de acuerdo con nuestras percepciones; y stas dependende los objetos que pueblan nuestro ambiente. Tal es elflujo espontneamente evolutivo de la vida mental delhombre.Exis ten cua t ro d imensiones de nues t ra pe r sona impl i cadas en este proceso: cuerpo, pensamiento, afectividad ydecisin. Vamos a intentar descr ibir de qu man era estn

    implicadas en nuestro encuentro con Dios. Veremos cmola experiencia de Dios nos recorre por entero y nosva transformando e integrando a niveles cada da m shondos.Nos vamos a fijar cmo vive Jess en la transfiguracinestas cuatro dimensiones del proceso inter ior de su re lacincon el Padre. Tomamos ahora esta escena como un modelo que nos revela hacia dnd e t ienden nuestras oraciones ensu dinamismo ms profundo, aunque estn siempre l imitadas por nuestras resistencias y ambigedades.1. Cuerpo

    All se transfigur delante de ellos (Me 9,2)Su rostro brillaba como el sol (Mt 17,2)1.1. El cuerpo que oraNos dice Marcos que Jess se transf igur delante deellos (9,2) , de Pedro, de Santiago y de Juan. Y Mateoafirma que su rostro br il laba como el sol (17,2) . La

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    58 ORAR EN UN MUNDO ROTOexperiencia de Jess tambin alcanza al cuerpo y lo vuelve plenamente luminoso. Nuestra experiencia de Diostiene que interesar al cuerpo. Nuestro deseo ms profundoes que el cuerpo tambin conozca a Dios y sea transformado en el encuentro con l hasta la ltima clula, comoJess, el Mesas venido ya en carne mortal (Un 4,2),palabra corporal y exacta de Dios.1.2.Laspuertas de los sentidosNos relacionamos con la realidad que se encuentra a nuestro lado a travs de nuestro cuerpo, de las puertas de lossentidos. Nos vamos llenando de sensaciones, en las quela realidad exterior viaja dentro de nosotros hasta nuestrocerebro. All son analizadas. Nos construyen o nos d estruyen. Nos abrimos o nos cerramos. Los sentidos obedecena nuestros intereses ms hon dos. A veces nos damos cuenta de lo que llega a estas puertas pidiendo permiso paraentrar en nuestra intimidad, pero en ocasiones las sensaciones se infiltran dentro de nosotros como personajesclandestinos y nos mueven desde la profundidad ignorada.No podemos desconocer las sensaciones que llegan desdefuera.Para saber quines somos y adonde vamos es fundamental queescuchemos a nu estro cuerpo.Es una palabraveraz. No miente. Aunque no sepamos descifrar siemprelo que nos dice. Lo podemos leer como se lee un diariopersonal, pues en l est inscrita nuestra historia, desdeuna cicatriz repentina, recuerdo de un accidente en los juegos infantiles, hasta una arruga que se ha ido moldeandolentamente en el rostro ao tras ao. Y lo podemos leercomo un programa de futuro, pues hasta la ltima fibra sesiente recorrida por la codicia, la agresividad, el erotismo,la confianza o la ternura, que nos reclaman con exigencia.

    LA INTEGRACIN PERSONAL 59Tambin debemos leer el cuerpo de los dems, el de lostriunfadores y el de las vctimas, para conocer los mecanismos que mueven nuestro mundo y que tambin puedenestar instalados dentro de nosotros.El cuerpo est hecho para el encuentro, el trabajo, lacontemplacin y la fiesta. Por eso nos sentimos tan contrariados cuando experimentamos el desencuentro, la enfermedad, el desasosiego y la tristeza. Pero la transfiguracin nos dice que estas realidades no son la ltima verdadde nuestro cuerpo, pues Dios est ah, movindose por laneurona ms pequea y escondida, solidario, como presencia de vida, de salud, de sentido y de trascendencia. Envez de elevar los ojos muy abiertos al cielo, es mejor quemiremos en el fondo de nuestro propio cuerpo para descubrir esa presencia que sosiega, sana y transfigura.

    Nuestro cuerpo tiene vocacin de transfiguracin,quees una seal de la resurreccin que, en parte, se est gestando ya dentro de nosotros, y en parte ser un regalo ltimo de Dios que nos da la mano para saltar a la otra orillade la vida sin ocaso con el cuerpo transformado. Blas deOtero, en su poema Salmo por el hombre de hoy, desdela realidad de los cuerpos abatidos contra la tierra por elsufrimiento, ora con belleza esta aspiracin a la transfiguracin que ya podemos escuchar en todo cuerpo humano,y pide que el cuerpo experim ente la aurora de Dios, su luz,no ya en el horizonte, sino clavada en su pecho:Poni de pie, Seor, clava tu auroraen su costado, y sepa que es divinodespojo, polvo errante en el camino:mas que tu luz lo inmortaliza y dora.En el poema Cuerpo Tuyo vuelve a evocar el alba, laluz y la llama de Dios que reviven e iluminan desde den

    tro la tierra y la sangre de n uestros cuerpos:ORAR EN UN MUNDO ROTO LA INTEGRACIN PERSONAL 61

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    60Esa tierra con sangre es cielo mo.Alba de Dios, estremecidamentesubir por mi sangre. Y un relentede llama, me dar su escalofro.

    1.3. Ms que un cascarnHoy nue stra cul tura ha recuperado el valor del cuerpo. Noes necesario esconderlo porque es malo, ni flagelarlo hastala sangre para traerlo a buen camino. La piel que acariciamos y la bel leza que admiramos, la sexual idad que seexpresa en el amor y la transmisin de la vida, la energade nuestros msculos para el trabajo y para el juego, soncreados permanentemente por Dios .La preocupacin obsesiva por espiar la mnima arrugaque empieza a insinuarse en la esquina de los ojos, el mercado en expansin de cremas y frmulas s iempre nuevaspara controlar los gramos y centmetros, las clnicas exclusivas para rejuvenecer una y otra vez el rostro y la figura,nos hablan con fuerza de la importancia que tiene en nuestra cultura el bienestar y la apariencia. La autoestima cosmt ica t iene cl ientela asegurada en hombre s y en m ujeres .Sensaciones fuertes , nuevas , ext icas , en cam bio constante, son ofertadas por todas partes, pero deben extinguirse lo bastante rpido para dejar un vaco que hambreelas nuevas que ya el mercado invent para maana.Esta cultura parece soportar la esquizofrenia de mirar almismo t iempo tanta sangre derramada en guerras y desastres naturales transm itidos al instante por la televisin y losperidicos, tanto cuerpo esculido con la piel colgando delos huesos como si fuese ajena, y un culto a la aparienciaque a veces devora grandes sumas de dinero e impone losayunos y penitencias de la ms estricta religin.De una ma nera o de otra, nosotros es tamos contaminados por esta cultura, que nos induce a cultivar las aparien-

    cias y a transformarnos en cascarones brillantes con unaintimidad invadida y confusa. El espejo se ha convertidoen un confesor muy exigente.No cabe duda que la ciencia nos ha enseado a cuidarnuestro cuerpo, con constantes investigaciones sobre dietas, descansos y ejercicios. Los avances de la medicina sonasombrosos. Este cuidado necesario forma parte del amoral cuerpo.Pero se ha convertido el cuerpo en objeto de una admiracin narcis is ta. Y s iguiendo un hedonismo comercial -mente promovido, se buscan las sensaciones agradablesatrepellando otros valores. Lo importante es sentirse bien.En el ot ro extremo, tambin encontramos los cuerposestresados de quienes se someten o son sometidos a ritmos llenos de codicia.El desafo es amar el cuerpo, el propio y el de los dems, hombres y mujeres , el de todo otro, incluidos aquellos que se parecen al del servidor de Isaas: muchos seespantaron de l , porque, desfigurado, no pareca hombreni tena aspecto human o (Is 52,14). Tal vez descubram osque , en gran medida, esos cuerpos cargan las consecuencias de nuestro terco individualismo.1.4. El Dios encarnadoDios nos habl primero por la palabra de los profetas ysabios de Israel. Pero, l legada la plenitud de los tiempos,la Palabra misma se hizo carne y se expres en una vidacorporal , para que la comunicacin de Dios con nosotrosfuese insup erablemen te cercana sobre la horizontal idad dela tierra. Se expres plenamente a s mismo en la palabracorporal de Jess, imagen de Dios invisible (Col 1,15),porque a t ravs de los sent idos nos comunicamos nosotros. La vida entra dentro de nosotros no slo mediante

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    ideas, sino principalmente a travs de lo que impacta losojos, lo que palpamos y saboreamos, los aromas y el tonode la voz, los brazos que nos acercan o la ternura que nospacifica.El Hijo de Dios se vaci de s mismo y tom la condicin de esclavo, hacindose semejante a los hombres(Flp 2,7). La Luz baj hasta las tinieblas (Jn 1,4), y ahoravive dentro de nuestro cuerpo. Cuando Jess pona sumano de am igo sobre el hombro de un leproso excluido dela ciudad, o sobre la frente de una mujer postrada por lafiebre, el encuentro con la cercana corporal de Dios loscuraba. Y cuando un amigo abrazaba a Jess, o una m ujerpecadora pblica le besaba los pies, Dios lo agradeca.El cuerpo de Jess era la expresin de la libertad y delamor de Dios por los caminos. Las autoridades pensaronque no podan controlar esa libertad acercndose a todapersona, com o controlaban las leyes y los ritos del templo.Vieron en Jess una amenaza. Torturaron su cuerpo y loclavaron en la cruz. Contemplaron cmo el amor encarnado de Dios se desangraba y mora. Pero Dios resucit aJess, y en ese cuerpo resucitado se nos revela el ltimodestino de todo cuerpo humano. La luz que ya est dentrode nosotros es nu estra verdad definitiva.ste es tambin nuestro desafo, un cuerpo tan llenodel Espritu que por eso mismo sea una palabra activa deDios que se acerca a todo ser humano. Como en Jess,Dios necesita nuestro cuerpo para acercarse a su puebloall donde se encuentre, en los parasos donde festeja y enlos infiernos donde se consume. Pero para que esto seaposible, primero nuestro cuerpo tiene que encontrarse conDios y ser transformado en el encuentro con l.

    1.5. Afinando nuestros sentidosLa experiencia de Dios alcanza a nuestro cuerpo. En lacontemplacin nos hacemos presentes a Dios, que se hahecho tangible en Jess, que vivi cada uno de los momentos de su vida para cada uno de nosotros y que en cadanuevo acercamiento a l, durante la contemplacin, tienealgo nuevo que comunicarnos. En los Ejercicios Espirituales, como punto culminante al final del da, despusque el ejercitante ha estado contemplando desde el amanecer un pasaje de la vida de Jess, Ignacio propone unaforma de oracin que l llama aplicacin de sentidos. Setrata de ver, or, oler, gustar y tocar el misterio encarnadoen Jess en todas las circunstancias en que aparece. Al final de esa oracin po dremos gustar... la infinita suavidady dulzura de la divinidad (EE 124). Tambin por el cuerpo del que ora se extiende el gusto de la contemplacin.Cuando empezamos la oracin, nuestro cuerpo semueve en bsqueda de Dios, hacia un lugar propicio parala intimidad de este encuentro que implica todo lo quesomos, con una intensidad que ningn otro tipo de encuentro puede alcanzar. Lo mismo haca Jess cuando subi alTabor, cuando sali al Monte de los Olivos o cuando sealejaba hacia la soledad de la naturaleza en la tranquilidaddel amanecer.

    En la oracin nos escuchamos con claridad y nos expresamos tal como somos Las diferentes posturas (de pie,sentados, de rodillas, recostados de espaldas o prosternados en tierra) expresan delante de Dios lo que queremoscomunicarle, como el Jess doblado sobre la tierra deGetseman se hizo splica corporal que buscaba la fortaleza del Padre en medio d e la noche llena de ang ustia.En elcuerpo expresamos lo que sentimos, y hasta el cuerpo llegan las gracias que el Seor nos comunica. El cuerpo seva dejando empapar de los sentimientos que nos llegan64 ORAR EN UN MUNDO ROTO LA INTEGRACIN PERSONAL 65

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    desde Dios. As lo expresa el salmista al sentirse cerca deDios y protegido por l:Por eso se me alegra el corazny gozan misentraasy mi carnedescansa serena(Sal 16,9)San Juan, desde la experiencia de sentirse transformado en la contemplacin del Jess del evangelio, tantocuando andaba por los caminos como despus de la resurreccin, afirma que, cuando Jess se manifieste en todasu gloria, entonces seremos semejantes a l, pues lo veremos tal como es (Un 3,2) . Verlo plenamente nos t ransformar por entero.Si en la oracin nuestro cuerpo siente y gusta la infinita dulzura de la divinidad, despus de la oracin, trans

    formado por este encuentro con un Dios accesible a lossentidos, ya est preparado para encontrarse con los otrosy para introducir en la realidad, con el trabajo creador desus manos, la novedad que Dios le ha propuesto. Me hasdado un cuerpo para real izar tu designio, Dios m o (Heb10,5-8), para acercarte a los dems y para trabajar latierra.Pero el cuerpo no se encuentra con Dios slo en la oracin, ni simplemente lleva a la realidad el Dios encontrado en la contemplacin. Nuestros sent idos buscan a Diosen todo lo que nos rodea, y cuando no lo encuentran nossent imos de alguna mane ra desterrados. R.M. Ri lke expresa es ta experiencia cuando ora diciendo: Dio s vecino...,mis sentidos, que pronto se paran, alejados de ti estn sinpatria. Toda la creacin est llena de Dios, y en el mister io de Dios vivimos sumergidos. Nuestros sent idos es tnmuy condicionados por los dueos de es te mundo parapercibir la realidad segn sus intereses. El desafo paranosotros es crear una nueva sensibilidad contemplativa

    para percibir la presencia activa de Dios en todo el espesor material que nos rodea, y para expresarlo tambin connuestro cuerpo, tanto en los encuentros humanos como enel trabajo creador.Aunque nuestro cuerpo sufre y se deteriora, la experiencia de la transfiguracin es ms honda y lo transformadesde dentro; por eso se puede sentir l iberado en medio desu fragi l idad. Paseamos cont inuamente en nuestro cuerpo el suplicio de Jess.. . , para que tambin la vida de Jessse t ransparente en nuestra carne mortal (2 Cor 4 ,10-11).- Escucho a mi cuerpo como una palabra que no miente?- Am o a mi cuerpo y lo cuido para el trabajo y el encuentro humano?- Expreso a Dios en la oracin con mi cuerpo lo que sien

    to? Resuena en mi cuerpo lo que Dios me hace sentir ycomprender? Se ilumina mi rostro desde dentro?2. Pensamiento

    Se les aparecieron Elias y Moiss conversando conJess (Me 9,4)Hablaban de su xodo que iba a completar enJerusaln (Le 9,31)

    2.1. En la lgica de DiosElias y Moiss son los dos grandes profetas del AntiguoTestamento. El los experimentaron profundamente a Dios ,en la brisa suave del Horeb (1 Re 19,12) aliviando elrostro de Elias, que arda con amor celoso por el Seor (1Re 19,14), y en la zarza en llamas que arda sin consumirse en medio del desierto (Ex 3,2) y que provoc la admiracin contemplat iva de Moiss .

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    Jess aparece conversando con ellos, entrando en lalgica de Dios,en el m isterioso estilo que l tiene de conducir toda la creacin a su plenitud desde ese fuego quearde en el corazn apasionado de Elias, en la zarza vegetal de Mo iss y en la ltima dim ensin de toda la realidad.Jess siente que la decisin que ha tomado en Cesrea deFilipo se sita en continuidad con la manera de actuar deDios a lo largo de la historia. Su xodo, que se inici alsalir del Padre para llegar hasta nosotros, se completa enese demoledor final de su vida, donde se nos revela lainsondable solidaridad de Dios con nuestra realidad hum ana, que a veces se hunde en los incomp rensibles infiernosque creamos a lo largo de la historia.2.2. La percepcin de la realidadLas sensaciones que entran den tro de nosotros por la puerta de los sentidos se transforman en percepciones al serprocesadas por nuestro pensamiento. As vamos elaborando nuestro propio modo de pensar, la manera de mirar larealidad y de entender la vida.No pensamos slo con razones. Tambin lo hacemos atravs de imgenes que se mueven giles y coloridas ennuestra fantasa. Con nuestra imaginacin podemos reproducir los sucesos del pasado y tenemos la facultad de disear con audacia creadora la novedad del futuro.Con nuestro pensamiento no slo elaboramos conceptos bien definidos, sino tambin smbolos que hacen referencia a las dimensiones ms profundas de la realidadque no caben en conceptos perfectamente delimitados yque nos permiten sintonizar con dimensiones de nuestrapersona no exclusivamente racionales y que nos refieren almisterio humano o al misterio de Dios, que, en ltimo trmino, no caben en nuestro lenguaje. Una cruz desnuda y

    67simple, despus de la muerte de Jess, puede ser un smbolo que estremezca mucho mejor que largos discursos lahondura de una persona que sufre.

    Cuando Jess habla del reino de Dios, no lo hace conconceptos cerrados, sino con metforas y comparacionesque tienen un significado muy abierto y hablan a toda lapersona, no slo a nuestra razn. El reino es como la levadura, como la luz, como un tesoro, como un banquete... Elreino se ve cuando se cura a un leproso o cuando se convierte un gran ladrn como Z aqueo. Este lenguaje siempreabierto y sugerente, de signos y parbolas, es el ms indicado para hablar de Dios y de su reino, pues nos introduce dentro del misterio y nos ayuda a experimentarlo ahoravivo y creciendo en medio de nosotros. Es imposible encerrar el misterio en conceptos perfectamente galvanizadospara dominarlo con nuestro lenguaje. Somos nosotros losque vamos dentro del misterio, sustentados con amor porl ; y cuando lo experimentamos, entonces estamos adentrndonos en el verdadero conocimiento de Dios.

    Jess es para nosotros la razn ltima, la fantasa delfuturo, el definitivo discurso sobre Dios y sobre el ser humano , la parbola perfecta e inagotable sobre Dios, abierta a todos los tiempos y culturas. Slo podemos ser fielesa esa palabra contemplndola desde las situaciones nuevas.La Palabra que es Jess no excluye a nadie, sino queen Jess nos comprendemos a nosotros mismos y toda larealidad. Como parbola de Dios, Jess no es una palabra nacida a la sombra del templo de Jerusaln y aprobada por sus tcnicos teolgicos, sino una vida nacida comoun surtidor de libertad en los mrgenes de la sociedadjuda, qu e se expresa a s misma en el lenguaje de los campesinos y los pescadores y que se ofrece con sencillez atodos los tiempos y personas. Slo podemos experimentarla verdad que Jess es contemplndolo sin cesar desde

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    situaciones nuevas y, sobre todo, desde una solidaridadco n los pobres y excluidos del mundo, pues Jess esenteramente es ta sorprendente sol idaridad deDios .2.3. Desde lafe en la razn hasta la falta de sentidoa)En laculturade la modern idad domina la razn cientfica y tcnica, con suoferta de t ransformar la realidad.Los adelantos han s ido sorprendentes en medic ina , encomunicac in , en la exploracin del espacio y en otrasmuchas ciencias . Pero no s iempre ha nacido un mundoms humano .Aveceslatcnicasevuelve contra nosotros ,y planea sobrelat ierra com ounaamenazaque nosangus tia. Vivimos en un mundo ro to por profundas divisionessocialesy quiebras personales .En las sociedades desarrol ladas aumentaneles t rs ,ladepresiny lasrupturas familiares,y sediluye lafalta de sentido.Nacela reaccin posmoderna reclamando espacio parael corazn y rechazando las lgicas e ideologasque noshan llevado a los grandes confl ictos armados del sigloveinte,con tantos millonesdecadveresentodoslos cont inentes .Se da el regreso de losdioses, como expresinconfusa de una necesidad de t rascendencia imposible deel iminardelcorazn hum anopor el imperiode las mqui nasy de larazn.Enmuchos casos ,esanecesidaddet rascendencia queda presa de las trascendencias menores,c o moson el lado oscurode lareal idad o la incert idumbredel futuro, campo abierto parael trfico rentablede adivinos , horscopos, videntes y espirit istas. Esta trascendencia rudimentaria sevende exi tosamenteenlibrerasyaeropuertos ,en latelevisiny en losm ercados .Pero tambin se abre para nosotros hoy la posibilidadde una mstica autntica, de un encuentro con Dios quese a msprofundo que las pertenencias superficiales a la

    Iglesia, donde se l lenen dimensiones necesarias del corazn humano, hecho parael encuentrocon un T inagotable , superandouna fe l imitada afrmulas y aritoscon uncontenido exis tencial depauperado.b) Vivimos en una sociedad plural, y hasta cadauno denosotros llegan sin cesar innumerables lgicas di ferentesdesde todos lospuntosde la tierra ante las preguntas fundamenta les de la vida. Cada da llegan con una rapidezmayor, acosndose unas a otras , disputndose el espacio,enlamedidaen que loss is temasdecomunicac in semul tiplican y aceleran. Muchas veces l legan mercant i l izadasporlosmedios ,quebuscan lagananciams que la formacinde laspersonas , o favorecidas por losvientosde losintereses polticos que soplanen un momento de terminado. Esta multitud de ofertas arrebata la seguridad en elpropio s is temadevaloresy en lavisinde lavida,y pueden instaurarse dentrode las personas elementos tomadosde diferentes horizontesque se contradicen y vivenen lapropia cabezaen guerra permanente.

    El pluralismo moderno conduce a la relativizacintotalde lossistemasdevaloresyesquemasdeinterpretacin. Dicho de otro modo: los antiguos sistemasdevaloresyesquemasdeinterpretacinson"descanonizados" (PeterL.BERGERyThomas LUCKMANN,Modernidad pluralismo y crisis de sentido, Paids Ibrica,Barcelona 1997,p. 75).Ante es te plural ismo,hay dos reacciones negat ivas:elrelativismo y el fundamentalismo. En el rel