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OPÚSCULO DE COSMOGRAFÍA
A. VÁZQUEZ DE ALD ANA
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EL ESPACIO ^ 59103
OPÚSCULO DE COSMOGRAFÍA FOJót,
A. VÁZQUEZ DE ALD ANA
MANILA
EsTABLiamoiTo TIPOOBXFICO DB RAMIMZ Y GIRAÜDIER
* Kflgallanes nüm, 8, enqain» i la del Booterio
1884
AL EXCMO. SR. DON RAFAEL RUIZ MARTÍNEZ, DIRECTOR GENERAL DE ADMINISTRACIÓN CIVIL DE LAS ISLAS F I L I P I N A S .
Excmo. Señor:
Durante mi larg-a permanencia en estas islas, y viajando más de noche q ue de dia por exigencias del clima, he tenido repetidas ocasiones de observar que el indígena, sea cual fuere su condición social, y sus grados de instrucción, estaba ignorante de todo cuanto hace relación ¡i los cuerpos celestes; cosa que me llamó la atención, tanto más cuanto que los pueblos de conocimientos más rudimentarios, y los que viven en los campos y en las playas, han sido precisamente los que en todos tiempos se han dedicado á la observación, ya que no al estudio por falta de libros, de los cuerpos celestes.
En nuestra España no hay labrador, ni pastor,
_ 4 -ni mucho menos hombre de playa, que no distinga el Carro, como generalmente designan á la Osa Mayor, de las demás constelaciones. Saben también que este gira alrededor de la Polar, y saben asimismo con toda exactitud, las horas de la noche con solo ver la altura de este asterismo.
Distinguen igualmente Las Tres Marías (Cinta i'on de Orion) el Lucero Apea-yeguas y el Mata-gañanes (Venus vespertina y matutina) la Bolsa de Judas (Pleyadas) y otras que seria largo enumerar, pero que les sirven para orientarse aun en medio de los bosques, y de la noche más oscura, como brille una sola estrella.
En cambio en Filipinas, todos los cnerpos que brillan en los espacios celestes, están reducidos á tres: Arao, el sol: Buan, la luna, y Tala, estrella: sin que de estas se diferencie en nada la una de la otra; y lo mismo es tala Marte, que Anlarés.
¿Es que al indio le importa poco todo eso? ¿Es que no tiene ni aun deseos de saberlo? Imposible: precisamente el hombre, cuanto más próximo se halla al estado primitivo, más se preocupa de lo maravilloso y de lo que es más difícil penetrar, y tengo una prueba de ello, que he de referir aquí:
Iba yo una hermosa noche de luna llena desde Cavite á la playa del pueblo de Bacoor, en una banca muy cargada, y llevada lentamente por el impulso que a la vela daba una ligera ventolina.
Ya habia preguntado al piloto, indio de unos cincuenta años y rico, como que era dueño
— 5 — de aquella embarcación de cabida de ciento veinte cavaues de arroz, y de otras seis iguales á aquella, ya le babia preguntado repito, y señalándoselas por supuesto, por la estrella Polar, por Orion, y por la Osa, y á todas mis pregunta?, babia contestado invariablemente Tala,
—(May tauo doon, (bay gente allá?) le pregunté por fin señalándole la luna.
Entonces me miró sorprendido, como quien piensa por primera vez una cosa que no se le ba ocurrido jamás.
Yo volví á repetir mi pregunta, y después de un intervalo bastante largo en que el hombre parecía que quería dar á su órgano visual la potencia de un telescopio de primera fuerza, tanta era la intensidad de su escudriñadora mirada, contestó á mi pregunta con otra pregunta.
—¿Muy grande el luna, señor? me dijo. —Sí: muy grande: ¿cómo crees que es de
gi-ande? El hombre volvió á mirar largo rato al as
tro de la noche, y volvió á preguntarme.— ¿Está muy lejos?
Esta pregunta me hizo conocer que no hablaba con un tonto: ó que al menos, no quería contestar á tontas y á locas. Tanto más grande será, pensarla él, cuanto más lejos esté.
—Sí; muy lejos, le repliqué. ¿Hasta dónde has viajado tu?
—Hasta la isla del Corregidor. —Pues bien: la luna está de nosotros, como
unas ocho ó diez mil veces, esa distancia.
— G — —¡Aaaah! dijo el hombre admirado: enton
ces, señor, el luna, seguro tan grande como Manila.
—Y más que toda su provincia, y la de Cavile, Bulacan y Pampanga juntas.
—Entonces, señor, seguro tiene gente alli^ replicó con verdadera admiración rara en el indio que no se admira por nada, al mismo tiempo que se levantaba, levantando también ambos brazos al cielo.
Escusado es decir que empleé el resto del viaje en una conferencia sobre como se sostenían la Luna el Sol y la Tierra misma, en el espacio, sin que se vertiese el agua de los mares como el indio quería, cuando quedaban boca abajo.
Llegué á la playa, le pagué, y rae despedí de él; pero cuando á la noche siguiente salí de mi casa á dar mi paseo de costumbre, lo primero que me encontró fué al indio que separándose de un corro de amigos, vino á mí, sacándome enseguida la conversación de la noche anterior, y haciéndome centenares de preguntas sobre el mismo tema.
Ocho días después, seguían las conferencias, y no sé hasta dónde hubiéramos llegado, si no hubiesen sobrevenido las noches tempestuosas de Junio, que suspendieron mis paseos y lecciones.
El indio, le vi ya muy de tarde en tarde: pero siempre me relataba algo de lo poco que yo podia enseñarle, que siempre era algo más de io que el podia aprender.
Entonces decidí escribir este opúsculo, es-
— 7 — tractado de las mejores obras, poniéndolo al alcance de todos los bolsillos aun los más mo-. destos. Allá vá pues el puñado de palay; algún grano fructificará.
De esto han pasado Excmo. Señor más de dos años; yo reuniendo datos, consultando autores, y escribiendo á ratos perdidos; y hoy por íin, terminado ya el trabajo, he creido que á nadie mejor que á V. E. que tanto se viene interesando por la propagación del idioma castellano en estas islas, debia dedicar el fruto de esos ratos de estudio.
Recíbalo V. E. con la indulgencia que necesita, y le vivirá obligado su afmo. s. S.Q.B.S.M.
El autor.
f>IMENSIONES COMPARADAS, APROXIMADAMENTE, ENTRE EL SOL Y LOS PLANETAS
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COSMOGRAFÍA
La palabra Cosmografía está compuesta de otras dos griegas; cosmos, el universo, y grafein escribir ó descripción.
De aquí que la Cosmografía, sea la ciencia que nos enseña la situación que los cuerpos celestes ocupan en el espacio.
También se designa esta ciencia con el nombre de Uranografía; de Urano ó el Cielo, deidad gentílica, y aun tal vez de Urania, una de las nueve musas que presidia la Astronomía.
Sin embargo; la palabra Astronomía, así como también la de Cosmogonía, se usan para indicar el estudio más estenso y de mayores proporciones que la de
— 10 — Cosmografía; puesto que esta no llega á darnos á conocer más que la situación de los cuerpos celestes en el espacio, y la Cosmogonía y Astronomía, sus revoluciones, sus densidades, sus propiedades físicas, sus pesos específicos, sus marchas relativas y absolutas; y en fin todo cuanto tiene y puede tener relación con dichos cuerpos celestes.
DIVISIÓN DE LOS CUERPOS CELESTES.
II
Cuatro son las grandes divisiones que podemos hacer de los cuerpos celestes.
i.' La de nuestro sistema solar. 2.' La de nuestro sistema estelar. 3." La de las nebulosas resolubles. 4.' La de las nebulosas irreductibles
SISTEMA SOLAR.
Nuestro sistema solar llamado también heliocéntrico, de helios, el Sol, es una agrupación de cuerpos celestes, llamados planetas y cometas que giran en derredor del Sol.
— n — El Sol es una de las estrellas de la
Via Ladea (de que hablaremos al tratar de nuestro sistema estelar) y que llamamos fija por que lo es respecto de la Tierra y de los demás planetas asi psi-marios como secundarios: pero no lo es respecto del espacio, por el cual marcha como la Tierra, con dos movimientos: uno de rotación sobre su eje, y otro de traslación, hacia un punto de Ja constelación Hércules, según las observaciones de Herschell, confirmadas posteriormente por las de Argelander y Prevot.
La marcha de rotación del Sol está confirmada por la aparición y desaparición periódica de ciertas manchas que hay en el astro.
Este movimiento estudiado por tres astrónomos; Casini, Lalande y Langier, viene á completarse en veinticinco dias y corta diferencia de horas entre los tres cálculos.
De su movimiento de traslación, solo se sabe que marcha con una velocidad de 172,000 leguas por dia, á un punto de la constelación Hércules: á 264 grados de ascensión recta, y 25 de declinación boreal.
Mgedler ha creido deber decir que el sol en derredor del cual, gira nuestro
— 12 -Sol, es Alcyon; la ínás brillante de las Pleyadas (1).
El Sol es de un volumen tal, que puesto en el platillo de una balanza, sería preciso poner en el otro, setecientas cuarenta veces todos los planetas reunidos, para nivelarla.
Para formarse una idea más aproximada de la magnitud del Sol, y de la relación de los planetas para con él, se tomará un millón y cuatrocientos mil granos de maiz ó trigo; si son de este último, y se acomodarán de modo que formen una esfera, tendrá esta, un metro de diámetro, y representará al Sol.
A 75 metros de aistancia se pone un solo grano, y éste representará á la Tierra en su proporción exacta con el Sol; ya en volumen, ya en distancia.
A M metros se pone algo menos de un grano, y tendremos el planeta Venus.
A 29 metros, pondremos la decima parte de un grano, y tendremos representado igualmente á Mercurio.
A 112 metros, se pone un séptimo de grano^ y será Marte.
A la distancia de 390 metros, pondre-
(1) Vulgarmente las Siete Cabrillas; designadas tambion con el nombre de Bolsa de Judas, por la forma que afecta la constelación.
— 13 — mos mil cuatrocientos granos, que representarán á Júpiter.
A 2730 metros, ciento diez granos, figurarían á Neptuno. La Luna podría estar representada por la quincuagésima parte de un grano.
El diámetro del Sol es de 360,000 leguas. Su distancia de la Tierra, de 38 millones. Una bala de cañón conservando una velocidad inicial de 300 metros por segundo, tardaría en llegar desde la Tierra al Sol, y volver, nueve años y nueve meses. Un tren que anduviera BO kilómetros por hora, tardaría del Sol á la Tierra, 337 años y medio. Esto es nada: el mismo tren con la misma marcha, tardaría en llegar á Neptuno, último planeta de los que giran en derredor del Sol, diez mil ciento veinticuatro años.
La temperatura que el Sol acusa en las pilas termo-eléctricas de Pouillet y Thomson, ha sido para el primero, de 27,000 grados de calor, y para el segundo, de 2,300. El sabio jesuíta padre Secchí, director que ha sido hasta su reciente fallecimiento; del Observatorio astronómico de Roma, partiendo de los últimos experimentos relativos á la radiación so-Inr sobre la superficie de la Tierra, debidos á Soret, áWaterson, y á él mismo, ha creído poder decir que la temperatura
— 14 — del Sol era de nueve á diez millones de grados.
También dejó sentado el sabio jesuíta, que al igual de lo que sucedía en la Tierra, no era la misma la temperatura en las diversas regiones de la superficie solar.
Citaremos testualmente sus conclusiones:
1.' Las regiones ecuatoriales están á una temperatura más elevada que las situadas más allá de los 30 grados de latitud, con la diferencia de 1¡16.
2." La temperatura es un poco más elevada en el hemisferio Norte que en el hemisferio Sur.
Cinco son los accidentes que los astrónomos distinguen en el Sol; á saber:
1." La Fotoesiera. 2." La Cromoesfera. 3." Las Manchas. 4." Las Fáculas. 5." Las Protuberancias. La Fotoesfera es la esfera de la luz ó
envolvente luminosa del globo solar, constituida por masas de nufees incandescentes, evaporadas del cuerpo solar.
La Cromoesfehb e^ la porción de la atmósfera solar ^*e envuelve inmediatamente la superficie fotoesférica, y c u p composición general según el análisis
— 15 — del espectróscopo es la del hidrógeno incandescente, inyectado de vapores metálicos, donde parecen dominar el hierro, el sodio, el magnesio, el nikel, el cobalto y el cobre.
Las Manchas, según el sabio Gazan de Antibes, deben su origen á la misma materia incandescente del Sol que tiende á enfriarse. Islas de materia heliática que sobrenadan en inmensos mares de fuego, y que el trascurso del tiempo agrandará uniéndolas unas á otras, hasta solidificar toda la capa exterior del Sol; disponiéndola, después de miles y miles de siglos á que sea posible en ella la vida vejetal y animal.
Hipótesis es ésta de Gazan de Antibes no muy falible, por cuanto otro sabio M. Chacornac, ha reconocido que la temperatura de las manchas era inferior á la del resto de la masa solar.
Las Fáculas que siempre rodean á las manchas, no reconocen tampoco otro origen, que un principio de enfriamiento; las fáculas están llamadas á convertir.se!»«en manchas, y extender la esfera-di»,-acción á medida que se extiendan aqoeUas; "^ro se nos ocurre una díida tí0kmeinS^ersonal, á la hipótesis de Gazan de Antibes y Chacornac; y es la siguiente:
— 16 — Si la temperatura asignada á la masa
solar, es efectivamente de nueve á diez millones de grados de calor, no es posible ni con muchísimos menos, (y el P. Secchi no los fijó últimamente en menos de 200,000) no es posible repito, un principio de enfriamiento y solidificación en cualquier punto de su superficie.
Después de escritas las anteriores lineas, y habiendo tenido ocasión de hablar con el estudioso jesuíta P. Faura, Director de este Observatorio meteorológico, debo consignar que me ha hecho presente otra nueva hipótesis acerca de las manchas solares, y es que son temporales ciclónicos del astro-rey, y de cuya magnitud y dadas las fuerzas que ponen en juego aquellos elementos, no podemos tener idea en la tierra.
Las Protuberancias, son masas de materia heliática lanzadas fuera del disco solar, por las combinaciones químicas, y fuerza espansiva de los gases que aquellas originan y que alcanzan clis-tancias enormes. "•
Gillemin las cita de cinco mil millas, pero el P. Faura tiene la fotografía de un chorro de fuego^Tie rebasa la superficie solar, y fué observado por él mismo en el año" 1868, mientras estudiaba en
— 17 — ¡Célebes el paso de Venus por el Sol, que no se elevó á menos de 84,00Ü millas.
Finalmente, todo lo relativo á las manchas solares, son hipótesis; muy poco falibles algunas; pero hipótesis al fin: por entre ellas caminó siempre la ciencia; ella nos ha dicho con toda seguridad y por medio del análisis espectral que el Sol tiene los mismos elementos que la Tierra; ningún cuerpo que no conozcamos hay allí; ella nos ha dicho, y esto es más gVandioso aún, el punto que ocupamos en el espacio, y de que hablaremos al tratar de nuestro sistema sideral; y ella dirá á las generaciones futuras lo que son todos esos accidentes del astro que dá vida y luz á nuestros planetas.
Réstanos hablar de la esfera de atracción del Sol; de ese globo un millón Y cuatrocientas mil veces mayor que la Tierra. Esa esfera, nos es desconocida. La conocida, rebasa los límites de la órbita de Neptuno, último de los planetas, situado á 1,120.000,000 de leguas, y se extiende cuando menos hasta la del cometa de 1680 que se alejó delSol cuarenta y cuatro radios de la órbita de Urano; y siendo cada órbita de Urano equivalente á diez y nueve de la Tierra,
2
- 18 — y siendo el de ésta de treinta y ocho millones de leguas, resulta que dicho cometa se alejó del Bol, unos treinta y dos mil millones de ellas, empleando en su revolución (según Humboldt,) ochenta y ocho siglos.
SISTEMA PLANETARIO HELIOCÉNTRICO.
XII
Nuestro sistema solar se compone de once planetas principales, diez y ocho satélites y multitud de cometas llamados planetarios porque permanecen constantemente en el estrecho limite donde giran los planetas. Además, podemos añadir dice Humboldt, á este séquito del Sol: (y ya veremos sobre esto, otras hipótesis)
1." Un anillo de materia nebulosa animado de un movimiento de rotación, situado probablemente entre la órbita de Venus y la de Marte, y al cual se debe la luz zodiacal.
2.' Otro anillo compuesto de multitud de asteroides, ó' pequeños planetas entre Marte y Júpiter.
— 19 — El planeta más próximo al Sol (pues
la existencia de Vulcano no está comprobada) es Mercurk).
MERCURIO
rv Dista del Sol quince millones de le
guas; su diámetro es de 1,234: recorre su órbita en 88 dias de los nuestros; recibe del Sol una luz y un calor, siete veces más intensos, que el que recibe la Tierra. Se le percibe muy raras veces, envuelto como se halla entre los rayos de la foto-esfera solar.
VENUS
"Venus es el planeta que sigue en distancia al Sol, á Mercurio; es muy semejante á la Tierra tanto en tamaño, como en otros accidentes; su diámetro es de 3120 leguas; dista del Sol, 27 millones; su año es de 244 dias; se le suponen montañas de cuarenta mil varas de ele-
— 20 — vacion, y observado en su paso delante del Sol en el año 1874, se na creído poder asignarle un anillo luminoso, debido tal vez á una atmósfera densisisima y constantemente cargada de vapores, engendrados por los rayos solares.
venus aparece siempre como una estrella brillantísima; y es el único planeta en que se advierte centelleo marcado. Su luz, que es la más blanca de todos los cuerpos celestes, tiene más ó menos intensidad según las fases que presenta. Algunas veces es tal su brfllo que se le puede ver de día claro; pero siempre en los crepúsculos, ya matutinos o ya vespertinos, por lo cual los antiguos tomaron este planeta por dos diferentes. Pasa por el meridiano casi á la misma hora que el Sol, unas veces antes, y otras después. El mayor intervalo que medía entre estos pasos es de dos horas y cincuenta minutos, por esta razón al presentarse este planeta sobre el horizonte, nos anuncia la llegada del día: y he aquí porque vulgarmente se le llama el Lucero del alba.
— 21 —
TIERRA
VI
Es la Tierra el tercer planeta más próc-simo al Sol, á treinta y ocho millones de leguas de él.
Si se colocase la Tierra en el centro del Sol como un hueso en medio de la fruta, la distancia de 96 mil leguas que nos separa de la Luna, quedarla comprendida en el interior del cuerpo solar; la misma Luna se hallaría absorvida por él, y todavía habría que recorrer unn distancia de 80 mil leguas para salir á la superficie del Sol.
Ya dijimos al hablar de éste, que un tren que anduviera diez leguas por hora tardaría 350 años en salvar el espacio que media entre la Tierra y el Sol. La luz anda ese camino en ocho minutos y diez y siete segundos.
La Tierra tiene dos movimientos principales, uno de rotación que es la causa de los días y noches y otro de traslación por la órbita ó eclíptica en 3( í días, recorriéndola á razón de seiscientas sesenta mil leguas por día.
— 22 — Tiene además la Tierra otros seis mo
vimientos; que son: 1.° Movimiento de precesión de los equinoccios ó año mác-simo que dura 2S,870 años. 2." Paralelismo del eje inclinación del eje y variación del afelio que dura unos 2i,000 años. 3." Oscilación sobre el plano de la órbita. 4.° Movimiento causado por la atracción de los planetas, especialmente del gigantesco Júpiter y del vecino Venus. 8." El de traslación del Sol á que es arrastrada en inmensa espiral por los espacios, hacia la constelación Hércules. 6.' Movimiento de nutación debido á la acción de la luna.
Los físicos Helmholdz y Mayer han calculado, que no ya en el choque de la Tierra con otro astro, sino en la simple interrupción momentánea de su marcha de traslación al través de las regiones circumsolares, desarrollarla esta brusca parada un calor tal, que seria suficiente á reducir una gran parte de ella al estado de vapor.
La inclinación del eje de la Tierra sobre el plano de su órbita ó eclíptica es la causa de la variedad de Estaciones. Si fuera enteramente perpendicular, no existiría semejante variedad.
Han creído algunos astrónomos que la excesiva inclinación del eje de la
— 23 — Tierra sobre el plano de la eclíptica debe su origen á un trastorno que en sa marcha sufrió d planeta.
Los geólogos pretenden fijar la fecha de este trastorno hacia el 4." dia ó pe*-ríodo de la creación y se han fijado en los cantos rodados que se encuentran en diferentes puntos de la Tierra, ya en la superficie, ya soterrados en grandes rociadas que á veces cogen ocho y diez leguas de anchura y el doble ó triple de largor.
Estos cantos rodados no pertenecientes á ninguna roca madre de donde hayan podido ser arrancados por las diferentes fuerzas que trastornan la Tierra tanto en su interior como en la superficie, deben según dicen, tener un orí-gen en una causa que se aparte de todas las conocidas; y ésta ha querido explicarse por un choque habido entre la Tierra y otro astro.
Hasta qué punto pueda ser esto posible, lo veremos al tratar de los areo-litos y de de los cometas hiperbólicos.
La Tierra» compuesta de continentes islas y aguas, es en su interior una masa de materias en fusión ignea que se supone alcanza en su foco una temperatura de doscientos mil grados; pues el termómetro acusa con muy pocas
— 24 — variaciones por circunstancias de localidad, vecindad á fuentes termales ó terrenos volcánicos por ejemplo, un aumento de temperatura de un grado por cada 25 metros que se desciende desde la superficie al interior.
Sin embargo, viene impugnándose añosha la teoría del calor central.
La corteza sólida de la Tierra y que no alcanza más que un espesor de IB á 20 leguas, puede compararse á la cascara de una naranja, tomando la parte carnosa de ella, como materias en ignición.
Los polos de la Tierra, son dos prin-cipalmente: el del Norte, llamado también Ártico, de Artos la estrella polar, y el Antartico ó del Sur; pero los geógrafos y los físicos la dan otros dos, que son: el polo magnético desviado del polo Norte, un tanto, y el polo del frío que también sufre una desviación, no correspondiendo la más baja temperatura al estremo del eje Norte.
Los astrónomos designan además otros dos polos para la Tierra que son los de la Eclíptica. La longitud de ésta es de 232 millones y 500 mil leguas. La Tierra anda ese camino á razón de 29,450 metros por segundo; es decir: con una velocidad 65 veces mayor que la de la bala de cañón.
— 25 — Los físicos Helmholdz y Mayer tienen
razón; si bruscamente se parase, esta parada equivaldría, á un choque, y desarrollaría tal grado de calor que se reduciría á gases.
ATMOSFERA
VII
La atmósfera que envuelve la Tierra, llene sus límites; pero hoy son desconocidos al hombre; hasta ahora se había creído que el espesor de la atmósfera era de 16 á 20 leguas; pero observaciones recientes, permiten dudar de aquella aseveración.
Como los fenómenos que se verifican en el seno de esta atmósfera, nos interesen más exclusivamente que los de los demás cuerpos celestes, por ser el medio en que vivimos, procuraremos dar á conocer algunos, siquiera sea separándonos por un momento de los que pertenecen á la Cosmografía.
La altura de la atmósfera ha sido objeto de muchas determinaciones, y los resultados han sido números tan diferentes, que inspiran todos muy poca
— 26 — confianza. Durante mucho tiempo se ha creído que esta altura era de 40 kilómetros, después se creyó que era de más de 80 kilómetros, y ya en nuestros días Liáis y Schcapparellí le asignan respectivamente 200 y 400 kilómetros; y muy recientemente M. Ritter, fundándose en consideraciones de termodinámica, ha obtenido para esta altura 350 kilómetros.
Las enormes diferencias entre estos números, prueban que ninguno de ellos expresa la verdadera altura de la atmósfera. Las primeras determinaciones de 40 y 80 kilómetros, se fundan en la observación de los crepúsculos, fenómenos ópticos difícilmente apreciadles en una capa de aire de densidad variable, y nada se opone á que más allá de la capa de aire así manifestada, la atmósfera pueda extenderse hasta alturas muy considerables.
Las alturas de 200 y 400 kilómetros se han deducido de la observación de las estrellas fugaces, por procedimientos no muy precisos.
La altura de la atmósfera sensible debe terminar allí donde la atracción y la fuerza centrífuga, que se eierce sobre moléculas del aire, se equilibran. Partiendo de tal estado de equilibrio, si se considera la naturaleza de la última capa
— 27 — de aire, se verá que en su superficie, las moléculas libres de la atracción y de la tuerza centrífuga, podrán obedecer á las tuerzas expansivas que le son inherentes. En virtud de este razonamiento, podemos suponer que más allá de dicha capa debe existir aire muy enrarecido, extendiéndose hasta que la fuerza repulsiva de las moléculas gaseosas esté contrabalanceada por la gravedad, lo cual se verifica á una distancia considerable.
Para formarnos idea de este estado de la materia, podemos suponer que se encuentra en condiciones bastante parecidas á la del estado de la materia radiante, en el que nada se opone á que las fuerzas propias de los gases se manifiesten libremente. En esta hipótesis, no debemos esperar, al menos por el momento, conocer por consideraciones especulativas solamente, la enorme distancia á que se extiende la materia ultra-gaseosa; porque las propiedades de esta materia, son aún poco conocidas para poder resolver esta cuestión.
Entre las observaciones que pueden dar alguna idea de esta enorme distancia, se encuentran las de las lluvias de estrellas fugaces, de las cuales se ha deducido, teniendo en cuenta la masa gaseosa, que una de estas estrellas debe
— 28 — haber recorrido antes de hacerse incandescente, que esta masa se extiende á una altura de más de 72.800 kilómetros. Y el limite de los vestigios más tenues del aire en estado ultra-gaseoso, se eleva hasta una altura que debe ser superior á quince radios terrestres, ó sean más de 94,500 kilómetros.
La forma de esta inmensa envoltura gaseosa debe ser la de una lente, cuyos polos deben coincidir próximamente con los polos de la atmósfera sensible, que debe tener una forma semejante, aunque mucho menos pronunciada. Esta forma de la atmósfera sensible explica porqué las observaciones dan una altura mayor en el Ecuador que en Europa, que está más cerca de las regiones polares.
El aire que respiramos puesto en movimiento por las causas que á continuación relataremos, se llama viento.
O de otro modo: los vientos son corrientes de aire que se producen en la atmósfera.
Se llaman vientos regulares aquellos que en todo el año soplan en una dirección constante. Son periódicos, los que soplan periódicamente en una misma dirección en las mismas estaciones y horas del dia; y se denominan va-
— s o nables aquellos que soplan en direcciones varias, y sin sujeción á ley ninguna.
Según sea la dirección que tiene el viento, toma diferentes nombres; pero siempre del punto de que viene, y no del punto á que vá.
La dirección de los vientos se conoce con los aparatos llamados anemósco-pos (veleta ordinaria) y su intensidad, por medio de los anemómetros; de estos últimos los hay de presión y de rotación.
Los vientos corren á veces con tal velocidad, que es preciso pres'enciar los destrozos que hacen para convencerse del Ímpetu que puede adquirir una masa tan fluida y sutil.
El viento apenas sensible anda á razón de 1{2 metro por segundo.
Viento sensible 1 metro por id. Viento moderado 2 metros por id. Viento fuerte 10 metros por id. Viento muy fuerte 20 metros por id. Viento muy tempestuoso 27 metros
por id. . , Viento huracanado 36 metros por id. Huracán violento 4S metros por id. El ciclón que azotó á Manila y su pro
vincia el 20 de Octubre de 1882 supero a todo lo que sobre el particular se conocía.
Su velocidad fué de cincuenta y cuatro metros por segundo.
— 30 — Arrasó los suburbios, y pueblos ente^
ros quedaron sin una sola casa en pié. Las planchas de hierro de treinta li
bras de peso volaban como naipes, y algunas personas perecieron; entre ellas una muger á quien una de estas planchas arrancada de las cubiertas de las casas, cortó las piernas.
La causa de los vientos es el Sol. Lo que pasa en la atmósfera con el
Sol, podemos compararlo con lo que pasa en una vasija de lata calentada por una vela. •
La parte de la vasija que se calienta, calienta el agua; la hace más ligera, por que es regla general de física que el calor dilata los cuerpos, y el frió los contrae; y haciéndose más ligera, se eleva sobre la que tiene encima que está más fria y forma una corriente, originándose otra, en sentido contrario ó descendente que vá á ocupar el espacio vacío, que deja la caliente en su ascensión.
Esto mismo pasa en la atmósfera; hay puntos en la Tierra que por su situación geográfica están más caldeados que los de su derredor (los trópicos por ejemplo). Las capas de aire que están en estos puntos más inmediatas á la Tierra, se caldean extraordinariamente; de
— 31 — aquí que se dilatan mucho, que se hagan más ligeras, y que se eleven sobre las inmediatamente superpuestas.
^ay así un desequilibrio, y como el vacio no puede existir, vienen capas de aire de los países vecinos á llenar el nueco que dejan las calentadas, y que calentá.ndose á su vez, se elevan como las primeras, y son sustituidas por otras y otras.
Los vientos pueden producirse ade-nias de la acción del calor por la con-flensacion de las nubes y resolución de los vapores en lluvia.
Una gota de agua convertida en va-Por, adquiere con igual peso, un volumen mil y setecientas veces mayor.
Consideremos ahora una gran masa ^e vapores que ocupa en las regiones ^e la atmósfera una extensión de diez, "Veinte, cincuenta ó cien leguas cúbicas; reduzcámosla á un volumen mil setecientas veces menor por convertirse en lluvia, y tendremos que el espacio que deja, ha de venir á llenarse necesariamente por el aire más cercano, y el espacio que éste deja, por otro; y así sucesivamente hasta quedar restablecido el equilibrio.
Vientos regulares. Se les conoce con el nombre de Alisios, y tienen su orí-
— 3 2 -gen en el calor, y movimiento de rotación de la Tierra de Oriente á Poniente.
Vientos periódicos: Tales son las monzones que soplan seis meses de una dirección, y otros seis meses de la opuesta Se les ODservan princip;ilmente en el mar de China, golío de Bengala, y en el de la Arabia.
El Simoun llamado en árabe Samaun, que quiere decir viento venenoso, y caliente, sopla de los desiertos del África el Sahara y la Libia.
Oscurece el aire levantando tempestades de |arena, entre las que han perecido caravanas de miles de hombres y camellos sin salvarse uno siquiera, como sucedió en 1808 con una caravana de dos mil hombres, y cuatro mil camellos que salió de Marruecos para Tim-bouctou.
Este viento se llama Solano en España donde llega todavía abrasador ape-sar de haber atravesado el Mediterráneo. Mistral se le llama en el mediodía de Francia^ y Siroco en Italia y Grecia.
Los huracanes llamados en Filipinas vaguios ciclones ó tifones, y tornados en las Antillas, se cree que son inmensas trombas, de las que algunas alcanzan según Arago, hasta 8()0 leguas de diámetro.
— 33 — Sin embargo: no son estos los más
temibles: pues el Director del observatorio meteorológico de Manila ha tenido ocasión de observar, y sentar como principio incontrovertible que á mayor diámetro, menor importancia del temporal: y únicamente son desastrosos en sus efectos, los ciclones de reducido diámetro. . Estas trombas cuyo origen se ignorn,
SI bien se sabe que la electricidad y el calor son los dos agentes principales ó tal vez únicos que entran en su razón de ser, tienen dos movimientos.
Uno de traslación que no suele ser de más que de ocho leguas por hora; y otro de rotación que ha llegado hasta cuarenta.
Guando alcanza esta velocidad el aire se hace luminoso, indudablemente por Ja electricidad que se desarrolla al violento roce de sus mismas moléculas unas con otras.
Tal fue el que se observó en el Norte de Luzon, provincia de Cagayan, en 1875, que dejó ver una llama plateada que entraba por las rendijas de las puertas y ventanas, como si el cielo estuviera ardiendo.
También el que desoló á Manila el 20 de Octubre de 1882, no solo se hizo lu-
3
— 3 4 - . rainoso, cosa que se vio á pesar de ser de dia^ sino que llevaba en sus espirales más próximas al vórtice, globos de fuego ó rayos en forma de tal, que estallaban con atronador estrépito.
Hemos dicho que los huracanes, vá-guios, tifones, ciclones y tornados, que con todos estos nombres se les conoce en diferentes localidades, se presume sean inmensas trombas, y debemos decir lo que son estas.
Una tromba ó manga consiste en una columna de la naturaleza de las nubes, que vá de una nube á la superficie de la Tierra, ó del mar, animada de un movimiento giratorio rápido, y otro más lento de traslación.
Amenudo el aire está arremolinado hasta cierta distancia al rededor de la columna; pero en él centro de ella reina completa calma.
El color es de un gris'oscuro como el de las nubes. El diámetro inferior es muy variable, desde un metro, hasta
tres ó cuatro. Estas mangas se forman generalmente
durante los grandes calores del estío en los trópicos; con más frecuencia en la línea equinocial.
Se divisa al principio una punta sensiblemente llana, de una nube tempes-
— 35 — tuosa, baja en forma de protuberancia cónica, que alargándose más ó menos rápidamente, flota á merced del viento.
Al mismo tiempo, se vé salir de la superficie del mar otro cono parecido al que cuelga 'de la nube, y uniéndose ambos quedaformada lamangaó tromba.
Otras veces también, la manga empieza por la ebullición de las aguas del niar que se elevan suavemente en forma de vapor hasta las nubes.
Guando queda la manga formada se percibe un ruido como el de una cascada. Guando está para desaparecer, ^ese en su parte inferior, y encima de ^ ebullición de las aguas, un tubo trasparente por donde se ve subir el agua. . ^ 6ste momento es peligrosa su ve-'
cindad para los buques, que serán irremisiblemente sumergidos, teniéndola cercana. °
Los marinos procuran romperla á cañonazos, y el teniente Napier de la ma-rma real inglesa observó el fenómeno Jíue después de haber partido por la mitad una manga, y de haber estado flotando ambos pezados, el que bajaba de la nube, y el que subia del mar, los Vio ir el uno en pos del otro, y volverse á unir v soldar.
comunicación •i»t; a unir y soldar. Cuando se ha roto la
— s e de la nube con las aguas, sigue una lluvia torrencial de agua dulce, aunque el agua haya sido tomada del mar; lo cual prueba que hasta cierta altura cuando menos es elevada el agua en forma de vapor: porque si no fuera asi, y sí como la eleva una bomba, llevaría consigo las sales que tiene en disolución.
Se ha querido explicar la formación de estas trombas por dos corrientes de aire encontradas: pero es el caso que la mayor parte de las veces se forman en medio de las calmas chichas de la linea.
Hoy se atribuye su formación á la electricidad.
Nubes y nieblas: el sol calentando la superficie de las aguas las eleva en forma de vapor. Estos vapores se enfrian en ciertas regiones de lii atmósfera, y constituyen las nubes y las nieblas que no son más que nubes más bajas.
Unas y otras están constituidas por unas burbujitas de aire húmedo envueltas en una finísima película de agua: pequeños mongol^ers.
Estas nubes afectar! diferentes formas: ya son pec^uefios filamentos delgados semejantes a bedijas de blanca lana, y se les llama cirrus: ya presentan el as-
— 37 — pecio de montes hacinados unos sobre otros, y reciben el nombre de cúmulos-, otras tienen un tinte gris informe: estas son las (jue verdaderamente determinan la lluvia y se las llama mm¿¿/s; y finalmente, otras presentan el aspecto de una faja horizontal ancha y sin interrupciones, y se llaman slratus.
La altura de la nube es muy variable; las tempestuosas solo se elevan algunos centenares de metros del suelo; los cirrus que son pequeñas agujas de hielo ó nieve alcanzan seis ú ocho mil.
El rocío es un depósito de vapor; bajo forma de goLitas. Enfriado por la noche el vapor que "durante el dia ha elevado.el sol, desciende.
Es necesario para que se forme el rocío que la noche esté serena; porque si el cielo está nublado, las nubes cuya temperatura es menor que la de los espacios planetarios, devuelven el calórico a la tierra, y los cuerpos y las plantas no se enfrian lo suficiente para poderse formar el rocío.
Es necesario también que la noche esté tranquila, por que si sopla viento fuerte, favorece la evaporación del agua, y no se deposita ya sobre los cuerpos.
Cuanto mayor es la diferencia de tem.
— 38 — peratura entre el dia y la noche, mayor y más abundante es el roció.
Nieve; ya hemos dicho que hay una especie de nubes llamadas nimbus que son las lluviosas; pues bien: cuando un nimbus se forma en un espacio muy frió, el vapor de que se compone, se condensa al estado sólido sin pasar por el liquido, dando lugar á una mfinidad de partículas de hielo que se unen unas á las otras, y cayendo lentamente á causa de su débil masa, constituyen la nieve.
Otras veces pasa el vapor al estado sólido, y luego continuando su descenso, pasa al líquido; por eso se observa con mucha frecuencia que nieva en la montaña y llueve en los valles; porque fué nieve mientras encontró una atmósfera fría, y se convirtió en agua cuando, continuando su descenso, la halló más caliente.
El granizo cae de las nubes tempestuosas, al empezar la tempestad; algunas veces al medio de ella; pero nunca al concluir.
Las nubes que arrojan el granizo son producidas ordinariamente por el encuentro de dos vientos uno templado ó caliente, y otro frió; y el granizo se forma donde el choque es más violento.
Cuando eí granizo adquiere cierto grosor, se le designa con el nombre de pedrisco.
M. Boisgerard cita granizos caldos en Tolosa, del tamaño de un huevo de gallina. Otra obra que tenemos á la mano, dice haber caido en Constantinopla del tamaño de un puño. Y finalmente Da-quin hace mención de una granizada en Gazorla (España) que los granos del granizo pesaron dos kilogramos y hün-
ieron los techos de las casas. El fisico Yolta, inventor de la pila que
lleva su nombre, opinó por que en la formación del granizo interviene más que el choque de dos vientos uno caliente y otro frió, el de dos corrientes elétricas.
El rayo es una chispa eléctrica de grandes'dimensiones que pasa generalmente de una nube á la tierra, ó á otra nube.
Los relámpagos son la lüz proyectada por el rayo ó chispa eléctrica que estalla.
El trueno es la denotación del rayo, y. se produce por la conmoción que excita en la nube y en la atmósfera rasgada violentamente.
El rayo, el relámpago y el trueno se producen en un mismo instante; pero
- 40 — como la electricidad se propaga á razón de ciento quince mil leguas por segundo, la luz á razón de ochenta mil, y el sonido en el aire á solo 337 metros, resulta que según lo más ó menos alejada que esté la nube tempestuosa, así es la diferencia de tiempo en la percepción de estos tres fenómenos.
Figurémonos una nube tempestuosa á mil quinientos metros; si se desprende de ella una chispa eléctrica, el individuo á quien hiera, lo será instantáneamente; puesto que el rayo no ha tardado en llegar más que una sesentaava parte de segundo o sea un tercero: mientras que el sonido ó el trueno tardará todavía en dejarse oir, más de cuatro segundos.
El muerto por el rayo no oye el trueno; y si el rayo pudiera venir de una distancia de cien mil leguas, ni aun vería el relámpago.
Los rayos más temibles son los que caen en forma de globos de fuego; que es como generalmente penetran en las habitaciones, si bien se da el caso, y en Manila se ha visto varias veces; de descender estos globos lentamente, y ser visibles por más de diez segundos, y recorrer lentamente una ó más habitaciones; y dar tiempo á las personas para huir de él, y por fin estallar con un
— 41 — estrépito igual al disparo simultáneo de muchas piezas de artillería.
Arco iris; tiene lugar cuando el Sol está á cierta altura sobre el horizonte siendo la máxima 42." 5 y de ahí que solo sea visible el arco iris por las mañanas y las tardes: jamas á mediodía.
El arco iris no es más que la descomposición de la luz del Sol sobre las gotas de agua que caen de una nube, y para que sea visible, es preciso que esta nube esté respecto del observador, en sentido opuesto al Sol, no enteramente sino formando el ángulo que en óptica se llama de reflexión.
Aurora boreal; como su mismo nombre indica tiene lugar este fenómeno luminoso en las atmósferas polares: sin embargo el autor de estas líneas vio una por los 37." latitud Norte; son no obstante muy raras y acaso no haya dos en un siglo, al paso que una comisión científica mandada á las regiones circumpolares, vio 150 en 200 días.
Arago cita otra que fué visible simultáneamente en Cádiz, Roma, Moscou y Varsovia.
Muchas son la hipótesis que se han emitido para explicar la formación de este meteoro luminoso; pero atendiendo á las perturbaciones que ejerce sobre
— 42 — las agujas imantadas^ y sóbrelos aparatos de los telégrafos eléctricos, como á la dirección constante de sus arcos con relación al meridiano, hase creido perder afirmar que es debido á corrientes electro-magnéticas.
De un gran número de observaciones hechas en la Australia y en el Norte de Europa, dice M. Ganot, parece resultar que las auroras del polo boreal son simultáneas con las del polo austral.
Téngase presente que la Tierra está considerada por los físicos como un gran imán.
LUNA
VIII
Planeta secundario llamado así porque gira en derredor de otro planeta; situado á unas 90 mil leguas de la Tierra.
Tirene tres movimientos: uno de rotación sobre su eje; otro de traslación, y otro de libración ó balanceo, que nos permite ver una pequeña parte del hemisferio lunar opuesto á nosotros.
El movimiento de rotación de la luna coincide de tal manera con los de la
— 43 — Tierra, que siempre nos presenta un mismo hemisferio; y los habitantes, (si haberlos pudiera en la luna) antípodas de la cara que presenta á la Tierra, nunca verán esta, á no ser que emprendiesen un viaje á la parte que mira siempre á nosotros.
Se cree que la luna no tiene atmósfera porque si la tuviera, las estrellas en el acto de su inmersión en la atmósfera lunar, acusarían la existencia de ella por la refracción de la luz.
Si no tiene atmósfera, es indudable que tampoco tiene aguas; por cuanto de existir estas era forzosa la existencia de aquella.
Se han medido más de mil montañas de la Luna, y treinta y nueve entre ellas son más elevadas que las más altas de los Alpes.
Sus cráteres principales llamados circos, designados con los nombres de Pto-lomeo, de Gopernico, y de Ticho, dan el enorme diámetro interior de 100 y 150 kilómetros. El mayor de todos es el Si-chardt que tiene 64 leguas de anchura y 3200 metros de elevación.
La ausencia de aguas, de atmósfera, y por consiguiente de nubes y de lluvia no hacen el clima de nuestro satélite, dióe Guillemin en su obra Le Ciel, me-
— 44 — nos extraordinario que su constitución geológica: oigámosle.
»Por de pronto la ausencia de atmósfera hace que no haya refracción y hace que no se descomponga la luz blancadel Sol en los siete colores del prisma; más en revancha, las estrellas y los otros planetas, especialmente la Tierra, brillan en pleno día en su bóveda celeste.
«Durante quince dias seguidos, el Sol lanza sus rayos, sin que ninguna nube, sin que ninguna corriente de aire, puesto que no le hay, venga á templar su ardor.
))A esta temperatura más intensa que la de nuestra zona tórrida^ sucede un frió riguroso, que una noche de otros auince dias, hace más intenso que el
e nuestras zonas glaciales. En el intervalo de una lunación, la temperatura de un punto de su superficie, se eleva hasta 260 grados (i) centígrados durante el dia; para bajar durante la noche á 30 bajo cero.
MARTE
IX
Es el cuarto de los planetas primarios (i) Medidos pnr Lnril Ftnssft.
— 45 — en orden á distancia del Sol: su brillo es mucho menor que el de Venus.
Se le distingue fácilmente de todos los planetas por su color rojo; y de las estrellas, por la carencia de centelleo.
Su magnitud varia mucho según la distancia.
Hace su revolución en 686 dias. Su órbita es de 1400 millones de ki
lómetros que el planeta, con una velocidad variable, recorre á razón de 22 á 26 por segundo.
Se ha pretendido que el color rojo de Marte, no teniendo como no tiene luz propia, y si únicamente la reílejada del Sol que es blanca, proviene de la naturaleza de su suelo de ocre rojo.
Otros, y entre ellos el astrónomo Lam-Ijert, ha dicho que este color era debido á su vejetacion que es roja, en vez de ser verde como la de la Tierra.
Marte tiene con ésta una analogía de que no hay ejemplo en ningún otro planeta; pues tiene tierras y mares: las nieves y los hielos blanquean sucesivamente sus polos, según es invierno en uno ó en otro. ,
El análisis espectral hecho por el padre Secchi confirma del mismo modo la fixistencia de una atmósfera de gases de agua semejantes á los de la nuestra.
— 46 — También su meteorología presenta
grandes analogías con la nuestra. La evaporación considerable que se verifica periódicamente entre sus dos hemisferios dijo M. Philips que debían dar lugar á tempestades de una impetuosidad tal de que podemos formarnos idea.
Esto sugirió al padre Secchi la idea de que podía verse una, y el 18 de Octubre de 1862 la presenció dejando consignado lo siguiente.—Si vede una mac-ch'ia sacra di color diverso dal sólito, che no ho mai védala, é pare circón^ data de un anelle ó ciclone spirale. ...La crederei burrasca in Marte.
E L ANILLO DE ASTEROIDES ó PLANETAS TELESCÓPICOS.
Guiado Kepler por la idea de la armonía con que suponía habría ordenado el Criador el Universo, había observado que las distancias délos planetas al Sol, podían representarse por la serie 4—7— 10—16—28—52—100: solo que faltaba el
— 47 — planeta correspondiente al número 28 entre Marte y Júpiter.
Esta pretendida ley de Kepler fué confirmada cuando en 1781 se descubrió el planeta Urano completando asi la sene, y correspondiendo exactamente á la octava situación—196.
Entonces se vino por todos los astro-nomos á la conclusión de que debia existir un planeta entre Marte y Júpiter correspondiente al número 28, y el va-ron de Zach organizó una sociedad de astrónomos para buscar este astro; y se repartieron el Zodiaco dividido en 24 zonas, haciéndose cargo cada uno de una porción para registrarla minuciosamente. ^^, .
Y en efecto; el 1.» de Enero de 1801 el astrónomo Piazzi de Palermo, encontró un pequeño planeta al que puso por nonü)re Ceres. .
Después, otro de sus coasociados Ul-bers, descubría á Palas, y sucesivamente se han ido descubriendo en el sitio indicado por Kepler, hasta el numero de 174 pequeños planetas cuyas órbitas casi se tocan: lo que ha hecho aseverar á los astrónomos, que todos estos aste-i'oides son fragmentos del gran planeta que debió hacerse pedazos por causas que se escapan á toda investigación.
— 48 — Entre algunas órbitas de estos pe
queños planetas no median más que ciento sesenta leguas.
El mayor de ellos, Vesta, tiene 420 kilómetros de diámetro; y el menor, Hestia, tiene 24. ¡Un mundo de cinco leguas!!!
J Ú P I T E R
XI
Es el mayor de los planetas de nuestro sistema; es como ya dijimos al hablar del Sol, mil cuatrocientas catorce veces mayor que la Tierra.
Tiene 3o,0ü0 leguas de diámetro; dista del Sol, 200 millones de ellas; recibe de él, 27 veces menos calor y luz que la Tierra; pero se distribuye de un modo uniforme, por cuanto la inclinación de su eje sobre el plano de su órbita, es ninguna.
Tiene cuatro satélites, ó lunas y uno de ellos es cuatro veces mayor que la Tierra es visible aunque con dificultad á la simple vista.
Es el planeta más brillante de nuestro sistema solar.
— 49 — Su luz es de un blanco puro y sin cen
telleo, por lo (juees fácil distinguirle de todos los demás cuerpos celestes.
Su brillo es tal, que permite se le vea algunas veces, de dia. •
Su órbita es de 1,200 millones de leguas; su velocidad media, es de 12,900 metros por segundo.
Está cruzado de bandas oscuras y brillantes de diferentes colores.
El espectróscopo acusa la presencia en Júpiter, de vapores iguales á los de nuestra atmósfera.
Se le cree en estado de ignición; ó al menos en condiciones de no ser posible en él todavia la vida vejetal ni animal, por su alta temperatura.
SATURNO
XII
Dista del Sol 364 millones de leguas; su revolución dura 30 años de los nuestros; sus estaciones, siete.
Le rodean dos ó tal vez tres anillos concéntricos perpendiculares á su ecuador. Estos anillos tienen un diámetro
4
— 50 — de 71 mil leguas con un espesor de cincuenta y una anchura de 12,000.
Es 734 veces mayor que la Tierra; recibe del Sol, cien veces menos calor y luz que ésta.
Tiene ocho satélites ó lunas, y su sistema abarca en el espacio dos mil seiscientos millares de millones de leguas cuadradas.
Su eje de rotación está inclinado 64° 18' sofere el plano de la órbita; esto hace que mientras en su ecuador tiene dias y noches de cinco horas, en los polos son de 14 años y 8 meses.
Esta falta de luz por tanto tiempo está compensada con la que le mandan reflejada sus ocho lunas. La de su triple anillo no puede ser visible desde Saturno más que hasta los 63 grados de latitud.
Finalmente: también Saturno es fácil de reconocer en la bóveda celeste; brilla en el cielo como una estrella de primera magnitud; pero su luz es empañada, de color plomizo ó ceniciento; triste, y sin centelleo ninguno.
El anillo A. de Saturno está dividido por tres lineas-sombras; el anillo B, proyecta sombra sobre el planeta; y el anillo C, descubierto en 1850, deja ver al través de su materia los contornos de
— 51 — Saturno, y Otto Struve ha sentado que este anillo es doble.
El análisis espectral de Saturno acusa la existencia del vapor de agua como en Júpiter; sin embargo el sabio P. Sechi observó en Saturno, rayas que no coinciden con las telúricas, producidas por la absorción de la atmósfera terrestre; cuya particularidad, hace creer que la atmósfera de Saturno contiene sin duda un gas que no existe en la nuestra.
El anillo más próximo á Saturno descubierto poco ha como hemos dicho, es diáfano, y se cree sea fluido.
Los exteriores ha creido poder asegurar el astrónomo Hirn que son sólidos; pero discontinuos, y compuestos de corpúsculos que giran en derredor del planeta.
URANO Ó HERSCHEL
XIII
Este planeta á 732 millones de leguas del Sol, fué descubierto casualmente por el astrónomo Herschel mientras observaba la constelación Géminis.
Recorre su órbita en 84 años de los
— 52 — nuestros, recibe del Sol 360 veces menos calor y luz que la Tierra.
Su volumen es 82 veces el de ésta, y su diámetro es de 13,000 leguas. Tiene 8 satélites con la particularidad, única en el sistema solar, de que el movimiento de ellos es retrogrado; es decir inverso del de todos los movientos conocidos en satélites y planetas.
NEPTUNO
XIV
En 1846 el celebre geómetra Le Ver-rier, sin más auxilio que la fuerza del cálculo, y siempre conforme á la teoría de Kepler que ya hemos mencionado, indicó el lugar del cielo donde debía hallarse un planeta, tan distante de Urano, como éste del Sol.
Y efectivamente: un mes después {o encontró el astrónomo prusiano Galle, á mil ciento veinte millones de leguas del Sol.
Es IOS veces mayor que la Tierra, y recibe del Sol 1,300 «veces menos calor y luz que ella.
— 53 — El año de Neptuno es de 165 de los
nuestros. Su órbita en el espacio abarca siete mil millones de leguas.
LUZ ZODIACAL.
XV
Humboldt fué q;uien dijo (y ya lo expusimos en el prmier párrafo al tratar del sistema heliocéntrico) que además de los planetas, existia un anillo de materia nebulosa animado de un movimiento de rotación y situado probablemente entre Venus y Marte, y al cual se debia esa luz que casi todos los dias y estando la atmósfera sin nubes, se vé hasta dos y tres horas después de puesto el Sol en nuestros climas tropicales y á la que se ha dado el nombre de Zodiacal porque jamás se presenta fuera del espacio comprendido entre los signos del Zodiaco.
No obstante: las opiniones son vanas: el astrónomo Casini, guiado de la semejanza que tiene esta luz con la de las nebulosas y via láctea que proviene de infinidad de estrellas, dice que esta
— 54 — debe su origen á un número considerabilísimo, de mirladas de pequeños planetas semi-envueltos en la í'oto-esiera solar, y que solo puede hacer visible la luz que reflejan del Sol cuando éste se ha hundido completamente en el ocaso.
Euler cree que proviene de un anillo que como el de Saturno envuelve al Sol.
Herschel, Arago y Biot, la atribuyen á un anillo nebuloso que rodea al Sol.
M, G. Jones el sabio observador de la luz zodiacal en el Japón, California y los mares australes, la atribuye á una nebulosidad luminosa, (jue en forma de anillo, dice, rodea la Tierra, y está situado entre ésta, y la órbita de la luna.
De todas estas hipótesis, la de Gasini parece la más probable.
Arago en 1843, después M. Liáis en 1852 y últimamente Wrighten en 1874 srobaroncon el polaríscopo inventado )or el primero que la luz zodiacal era po-arizada; que proviene de Sol; y es relejada por materia sólida. Esta materia consiste en pequeños asteroides que hacen su revolución en derredor clel Sol, en órbitas vecinas á la Elíptica.
— 55 —
COMETAS
XVI
, Son unos cuerpos que aún no se sabe si son completamente opacos ó ligeramente luminosos; gaseiformes, de una tenuidad tal, que al pasar entre las estrellas y nosotros, no hacen perder á estas nada de su luz aunque pasen por el núcleo.
La Place ha probado que la masa me-diade los cometas es inferior á 1{1.000,000 de la Tierra debiendo por lo tanto desecharse todo temor de un choque que pudiera ser fatal á ésta.
La mayor densidad calculada por Roche, en 1838, fué la del cometa Donati, Cuyo foco era equivalente á la 8." parte de la del agua: al paso que la envoltura nebulosa no se apreció más que en la 154 milésima parte de la densidad del aire atmosférico: pero es lo cierto que aún no se sabe si la materia del foco es sólida ó líquida, ó gaseosa, ó compuesta de millones de corpúsculos.
Esta última hipótesis es la que prevalece hoy, siendo asi que la lluvia de
— 56 — estrellas filantes (I) y caida de bólidos, se quiere atribuir á la disgregación de las masas cometarias, sobre todo desde que se les ha visto romperse en varios fragmentos.
El de 1846 se dividió en dos y á las 24 horas^ estaban sus dos mitades separadas por muchos miles de kilómetros Este espacio se fué agrandando, y antes de perderse de vista, las dos mitades estaban separadas por un abismo de quinientos millones de leguas.
Los cometas sonde marchas elípticas, parabólicas é hiperbólicas.
Únicamente los que siguen la primera
(1) La caida de bólidos, aerolitos 6 aparición de estrellas filantes, no puede de todos modos reconocer por causa única la disgregación de un cometa; pues tenemos estas lluvias de estrellas en épocas fijas del año. Es exactísimo y perfectamente comprobado que la lluvia de estrellas tiene lugar preferentemente, en dos épocas d¿i año: una, del 12 al 14 de Noviembre; y la otra, sobre el 10 Je Agosto, por lo que han recibido también el nombre de Lágrimas de San Loremo.
Olmsted y Palmer citados por Humboldt vieron en América, la noche mencionada, doscientas cuarenta mil estrellas filantes: por lo que se cree que la Tierra atraviesa en esas dos épocas del año, un anillo de pequeñísimos asteroides, de espacios no igualmente condensados de ellos.
También cree Humboldt que no todas las estrellas filantes caen en la Tierra sino que atraídas por el Sol, siguen su marcha, y volvemos á verlas: y asi debe ser en efecto, pue* las lluvias periódicas de ellas hacen su)7ir el número á muchos millares de ellas, y apenas si se registra alguna que otra desgracia en personas ó cosas por la caida de estos aerolitos.
son considerados como planetarios; es decir que se mueven en el espacio que media desde el Sol á Neptuno.
I-iOs de marcha parabólica probablemente; y conocidamente los de hiperbólica, pertenecen á otros sistemas,
Flammarión los llama erráticos por que vagan de sol en sol.
Entre los cometas planetarios está Biela, de revolución conocida alrededor del Sol en 6 años y 3Í4. Corta la órbita de la Tierra como lo hizo el 29 de Octubre de 1832: si bien aquel dia la Tierra estaba á un mes de viaje de aquel punto.
Del mismo modo la órbita del cometcá Biela y la del cometa Halley se cortan entre sí: por lo que dice Humboldt que á mediados de un mes de Octubre, los habitantes de la Tierra presenciarán el maravilloso espectáculo del choque de dos cuerpos celestes.
Si estos cuerpos son gaseosos el acto no pasará de una penetración ó aglutinación que los reúna en un solo cuerpo, ó los disipe completamente en el espacio: pero si los núcleos al menos, fuesen compuestos de mirladas de corpúsculos, se sucedería probablemente una lluvia de estrellas filantes, bólidos ó aerolitos, c ue no dejaría de ofrecer serios peligros á los habitantes de la Tierra.
— 5 8 -El cometa de 1845 se alejó del Sol dos
veces y media la distancia de Neptuno: es decir dos mil quinientos millones de leguas.
Más aún: según Humboldt en su Cosmos, el cometa de 1811 verifica su revolución en tres mil años y el de 1680 pasa de 88 siglos, alejándose del Sol 44 radios de la órbita de Urano.
Esto es poco todavía: el primer cometa de los dos q le se presentaron el año de 1863 hacia su revolución en mil ochocientos cuarenta siglos: y el segundo, que apareció en el año siguiente, de 1864, la hacia en dos mil ochocientos.
Su luz tardaba en llegar á la Tierra doscientos treinta dias.
Los cometas que han pasado mas cerca del Sol son el de 1680 y el de 1843: Uno y otro estuvieron á unas 2o iegiias no mas, de la foto-esfera.
El número de cometas es infinito: Langbert en el siglo pa-sado calculó en dos millones, el número de cometas que giraban en el interior de la órbita de Saturno.
Arago ha calculado en 17 millones los que giraban dentro de la órbita de Neptuno, y Guillemin aplicando ambos cálculos á los espacios que median entre el Sol y la estrella mas cercana
— 59 — á nosotros, que es Alpha del Centauro, no cree que bajen de setenta y cuatro millones, los cometas que obedecen á la atracción de nuestro Sol.
Kepler dijo ya que los cometas son tan nuraerosüs en el cielo, como los peces en el mar:
SISTEMA S I D E H A L
Dijimos al tratar, en el párrafo segundo de este opúsculo, de las grandes divisiones de los cuerpos celestes, que una de ellas era la de nuestro sistema estelar ó sideral.
Hemos traspuesto con los cometas los últimos límites de la atracción solar, y por más que nos hayan parecido extensísimos, será preciso que de ahora en adelante los miremos como son en sí: es decir excesivamente estrechos, ante los abismos inconmesurables de nuestra capa estelar; abismos que á su vez tendremos en poco más de un átomo cuando tratemos de las nebulosas resolubles, y luego de las irreductibles.
La reunión de estrellas ó de soles de
— 60 — que nuestro Sol forma parte, y es uno de tantos y no el mayor, que podemos llamar (dice Humboldt) isla en el Universo, constituye una capa aplanada, aislada lenticular, rodeada de un inmenso espacio vacio, más allá del cu;d se extienden las nebulosas resolubles, y después las irreductibles.
El eje menor de esta capa estelar se estima en 15Ü veces la distancia de Sirio al Sol; y su eje mayor en unas 800.
;.Qué distancia es esta? Vamos á valemos para apreciarla, de lo que tardarla una bala de cañón en atravesar de parte á parte este eje; puesto que lo que tardarla la luz, no dice nada a las imaginaciones aun de los hombres algo fa,-miliarizados con los tratados de física.
Una bala de cañón, marchando con una velocidad inicial coulinua, tardarla en atravesar el eje mayor de nuestra capa de estrellas^ ¡cuarenta mil millones de siglos!!!
¿Qué situación corresponde al Sol y por lo tanto á nosotros, en esta inmensa capa de soles de los cuales, solo la Via Láctea cuenta más de 18 millones de ellos, siendo uno de tantos?
¿En donde estamos? Oigamos á Humboldt que nos lo dirá
bien claramente. Midiendo dice sistema-
— 61 — ticamente el cielo y contando las estrellas contenidas en el campo invariable de un telescopio, dirigido sucesivamente hacia todas las regiones del espacio, es como lia llegado á fijarse la situación de nuestro sistema solar, y á determinarse la forma y dimensiones del conjunto lenticular de estrellas de que hace parte.
En electo: si el número más ó menos grande de estrellas contenidas en espacios iguales, varia en razón del espesor mismo de la capa, á cada dirección que se dé al telescopio; este número debe darnos la longitud del rayo visual (que es como una sonda arrojada á las profundidades del cielo) cuando el rayo hiere el fondo de la capa estelar; ó más bien su límite esterior; por que aquí, no tiene aplicación la idea de lo alto ó de lo bajo.
Resultk pues que en el sentido ó en la dirección del eje mayor de la capa, debe el rayo visual encontrar las estrellas escalonadas siguiendo esta dirección en mucho mayor número que por otra parte.
Y en efecto: las estrellas están fuerte-niente apiñadas en estas regiones, y < omo reunidas en un matiz general que puede compararse á un polvo luminoso.
Su conjunto señala en la bóveda ce-
— 62 — leste una zona que parece envolverla por completo.
Esta zona estrecha cuyo brillo desigual se vé interrumpido á veces por trechos oscuros, sigue, con algunos grados de diferencia, la dirección de un circulo máximo de la esfera: porqt»^ nosotros venimos á estar colocados cerca del medio de la capa de estrellas, y en el pliino mismo de la Via Láctea, que es su perspectiva.
Y tan es asi, que si nuestro sistema planetario se encontrase situado á una gran distancia de ese conjunto de estrellas, nos ofrecerla dicho conjunto la apariencia de un anillo; y á una distancia mucho mayor, le veríamos en el telescopio como una nebulosa irreductible, terminada por un contorno circular.
Ya sabemos pues, que nuestro Sol es uno de los de la Via Láctea, y que la Via Láctea, no es mas que la perspectiva de la capa de estrellas, vista desde donde nos hallamos en sentido de su eje mayor: pues bien: nuestra situación en ella es estar situados en el interior de esta capa, ó mas bien, anillo: y es-centricamente, en uno de sus bordes en el sentido de su anchura; y más cerca de la región donde brilla Sirio y la Cruz del Sur, que de la de Gasiopea.
— 6 3 ^
NEBULOSAS RESOLUBLES É IRREDUCTIBLES,
Las nebulosas son esas manchas blanquecinas y difusas algo parecidas á nubes pequeñas y tenues que se descubren á simple vista en varias partes del cielo.
¿Y qué son? Capas estelares como la nuestra en que se encierran millones de soles con millones de millones de mundos planetarios.
¿A qué distancia de nosotros seria preciso trasladar nuestra capa estelar para que nos ofreciese el aspecto de una nebulosa ordinaria?
Ara^o dice que fuera menester alejarla a una distancia igual á 334 veces su longitud: longitud que la luz no tarda en recorrer menos de 15,000 años: y la bala de cañón como ya digimos, cuarenta mil millones de siglos.
De modo que á esa distancia veríamos la inmensa capa estelar de que formamos parte, bajo un ángulo de diez mi-nulos, bajo la aparencia de un anillo:
— 6 4 -y más alejada aún, aparecería en el telescopio como una pequeña nube blanquecina, nebulosa irreductible, terminada por un contorno circular.
Las más notables de estas nebulosas, al menos por el nombre que llevan, están en el nemisferio Sur, y se las conoce con el nombra de Nubes de Magallanes: porque tal le parecieron á este navegante cuando se dirigía al estrecho que después llevó también su nombre.
Irreductibles durante muchos años, se resolvieron por fin en estrellas ante el gigantesco telescopio de Lord Rosse, instalado en la Australia.
Su luz tarda quinientos mil años en llegar á la Tierra.
La luz de las llamadas irreductibles, porque á pesar de examinarlas con los más poderosos telescopios, permanecen nebulosas, se cree que tarda en llegar á la Tierra cinco millones de años.
¿Donde estaba el hombre cuando ese rayo de luz, salió de aquella capa estelar compuesta de millones de soles?
¿Qué hay más allá de ellos? Más allá de ellos está el infinito que es Dios.
Dios, para quien esos inmensos espacios que anisman y anonadan al nombre, son un grano de arena; un
— 65 — átomo que sacó de la nada, para hacer con él un Universo.
¡Herschell formó á principios de esto siglo un catálogo de nebulosas, y pasaban de dos mil quinientas!!
Cuando los telescopios se perfeccionen más, sucederá con ellas, lo que con los cometas: que ensanchará su numero hasta millones de ellas, y el hombre no encontrará jamás el fin de los espacios ¡¡Qué grande es Dios!!!
CONSTELACIÓN Ó ASTHERISMO
Con el objeto de ayudar á la memoria en el estudio de las estrellas, y por cuanto es imposible asignar á cada una de ellas un nombre, se las ha dividido en grupos.
Estos grupos son lo que se llama constelación ó astherismo; y á cada uno de estos grupos se le ha dado un nombre caprichoso, ó tomado de la mitología, o bien de animales, con los que la mayor parte de las veces, nada tienen que ver por la forma.
Conocida que nos sea una constela-5
— 66 — cion, es evidente que sabremos el punto del cielo donde se halla situada; y para conocer una estrella de ella, y distinguirla de las demás del grupo, se ha designado á cada una con una letra del al -í'abeto griego; denominando Alpha á la más brillante, Beta á la que la sigue en brillo ó tamaño, y así sucesivamente, hasta agotar el alfabeto griego, empleando después el nuestro, y en último lugar, los números si es muy numeroso el grupo de estrellas.
En estos grupos de estrellas nada tienen que ver unas con otras.
A veces Alpha y Beta de una misma constelación están separadas por distancias enormes, por ejemplo Alpha y Beta del Centauro aparecen á nuestra vista, separadas como dos metros; y sin embargo Alpha del Centauro dista de nosotros 8 Billones de leguas, y Beta 3o.
Estos grupos de estrellas se desharán andando el tiempo, y formarán otros grupos distintos; noy se sabe, por ejemplo, que la estrella rolar, fanal fijo en el Norte de la Tierra, y que ha servido para medir los prados de latitutud de ella, desaparecerá dentro de 12 mil años. Se hundirá en los abismos del infinito, y los habitantes de la Tierra no la volverán á ver jamás, é irá á ocupar su
— 67 — sitio, Wega ó Alpha de la Lira, hermosa estrella de primera magnitud.
Del mismo modo La Osa Mayor habrá perdido la forma que hoy tiene: y el hombre, que sigue el curso de cada una de esas siete estrellas, todas ellas de mayor tamaño que nuestro Sol, sabe ya noy la figura que harán dentro de 3(j líiil años.
E N F I L A C I O N E S
OSA MAYOR.
II
Una de las constelaciones más notables del hemisferio Norte es la Osa Mayor llamada vulgarmente Carro; que se compone de siete estrellas; denominadas Álpha—Beta—Gamma—Delta—Epsi-lon—Zeta y Eta: todas ellas son de segunda magnitud á escepcion de Delta •íue es de tercera, y todas juntas afectan íy. forma de la íig. 1.°
Las cuatro estrellas Alpha, Beta, Gamma y Delta forman un trapecio; y las tres restantes, están en una dirección algo curva, formando la cola de la Osa.
Los dos estrellas Alpha y Beta reciben
— 68 — el nombre de punteros: porque tirando una linea desde ellas en dirección del Norte, apuntan á la Polar: y también si se tira la linea eri dirección opuesta á la Polar, apuntan á Regulus: hermosa estrella de primera magnitud de la constelación Leo.
Conocida que nos sea la Osa Mayor, constelación que es muy fácil distinguir de todas las demás, podremos servirnos del sistema de enfilaciones para conocer otras muchas con la misma facilidad.
Ya conocemos con solo cuatro renglones la situación que ocupa la Polar, y Regulus, y del mismo modo sabremos el lugar que ocupan en los espacios, todas las demás.
OSA MENOR
in La Osa menor consta también de siete
estrellas: (fig.* 2.') afecta la misma forma que la Osa mayor: y la cola de ella, es la Polar.
Vamos á buscar las restantes: si desde la penúltima y antepenúltima estrella
— 69 — de la cola de Osa mayor, se tiran dos lineas paralelas en dirección de su misma comba, se encontrarán otras dos estrellas de 2.' magnitud, que son (llamémoslos también punteros) de la Osa menor, (fig.* 2.')
La Polar es como ya hemos dicho el estremo de la cola de la Osa menor y está á grado y medio del Polo Norte dé la Tierra.
Es de brillo empañado ó mortecino.
E S T R E L L A S D E 1/ M A G N I T U D Y SUS BNFILACIONES.
LA CABRA.
IV
En una linea prolongada desde Delta á Alpha de la Osa mayor, se encuentra la constelación del Cochero, en la que hay una hermosa estrella de luz amarilla, muy brillante, de 1." magnitud, que es la Cabra: á 170 billones de leguas de nosotros (1).
a) Se ¡a encontrará mejor por las enfilaciones de Orion
— 70 — La luz, que anda según los esperi-
mentos de Struve, 80 mil leguas por segundo, tarda en llegarnos desde La Cabra, 72 años. Una bala de cañón, suponiéndola una velocidad inicial continua, tardarla en andar ese camino, quinientos sesenta mil siglos.
Si nuestro Sol estuviera á la distancia que está la Cabra, no le alcanzaríamos á ver, ni del tamaño de la más pequeña estrella.
TAURO
En una linea que partiendo de la Polar pase por la Cabra, se encontrará una estrella roja de 1.° magnitud que es Alpha de la constelación Tauro: y se llama Aldebaran.
Esta constelación de Tauro se compone de dos grupos de estrellas muy notables, bastante separados entre si, denominados las Hyadas, y Pleyadas ó Cabrillas.
Al astrónomo Madler se ha fijado en Alcyon la más brillante de las Cabrillas, como el sol central en derredor del
— 71 — cual, gira nuestro Sol, y le supone alejado de nosotros 34 millones de veces la distancia del sol á la Tierra ó sean unos mil trescientos billones de leguas.
BOOTIS Ó ARTURO
VI
Prolongando la cola de la Osa Mavor en dirección algo curva, y á una cíis-tancia como tres veces la "de toda ella, se encuentra la constelación del Boyero; y en ella una hermosa estrella de 1." magnitud llamada Arturo.
Es facilísimo hallarla pues no hay otra.
Los cálculos de Herschell, el rey de los astrónomos, dieron á Arturo, un diámetro de 60 millones de leguas, y por lo tanto una magnitud de cinco millones, doscientas setenta mil veces, mayor que el Sol.
Si son ciertos, no ya á la simple vista, sino ni ayudados de los mejores telescopios, alcanzaríamos á verle, si estuviera á la milésima parte de la distancia |lue está Arturo. Recientemente se le ha descubierto un satélite.
— ^9 —
W E G A
VII
Tirando una linea de Gamma á Delta de la Osa Mayor, y prolongándola hasta encontrar una estrella de I." magnitud, esta será Wega ó Alpha de la constelación Lira. Es roja, y no puede confundirse con ninguna.
Esta hermosa estrella la mayor del hemisferio boreal tiene de notable, como ya hemos dicho, que ocupará el sitio de la Polar, dentro de 12,000 años.
Williams Herschell dioá Wega 80 millones de leguas de diámetro; y por lo tanto, seria doce millones y quinientas mil veces, mnyor que el Sol.
ESCORPIÓN
VIII
Formando un triángulo equilátero con Arturo y Ve^a, y buscando el tercer punto del triangulo hacia el Naciente,
— 73 — se encuentra una gran estrella ro/a como Arturo: de 1." magnitud. Es Antares ó Alpha de Escorpio.
Esta constelación es la que más propiamente de todas lleva un nombre adecuado á su forma. Es verdaderamente un enorme escorpión.
CONSTELACIÓN DEL ÁGUILA
IX
Tirando una línea de Alpha de la Osa Mayor á Wega, se encuentra Altair ó Alpha del Águila, que se distingue muy fácilmente por estar Beta y Gamma muy próximas á ella, y en línea recia las tres.
ORION
Dejando ahora las enfilaciones por la constelación de la Osa Mayor: pues no siempre está sobre el horizonte, para poder tomarlas, vamos á describir a Orion, para que después de conocida, nos sirva de punto de partida para conocer otras.
— 74 — Orion es la constelaciou más bella que
el espacio ofrece á nuestra vista; y es tal la situación de las estrellas que la componen, que atrae, sin quererlo, las miradas del observador.
Para determinar su posición, tiraremos una línea de las Pleyadas ó Cabrillas, que ya conocemos, "á Aldebaran, que también nos es conocida; y prolongándola otra tanto, se encontrará la constelación de Orion, compuesta de cuatro estrellas que afectan la forma de una clámide macedónica; en el centro de esta clámide hay otras tres estrellas que el vulgo llama las tres Marías: y finalmente, otras que parece cuelgan de las tres como un tahalí cuelga del cin-turon de una espada.
De las cuatro estrellas que forman la clámide, dos son de 1.° magnitud: y se llaman: Betelgeuse que es roja; y Rigel. Otra es de 2." magnitud y sé llama Be-líatrix; y la cuarta es de 3." magnitud y lleva el nombre de La Espada.
Las cuatro forman un trapecio en medio del cual, están las tres Marías; ó Ginluron de Orion.
— 75 —
SIRIO
II
Tirando una linea desde las Pleyadas ó Cabrillas que pase por Tauro y las tres Marias, y prolongándola un tanto, se encuentra la constelación de Canis; ó el Perro grande; y en ella, una hermosa estrella de 1.' magnitud: de vivi-simo centelleo. Es Sirio: once veces raavor que nuestro Sol, y á cincuenta V dos Lillones de leguas de nosotros. De paralage conocida.
El diámetro del Sol es de 360,000 leguas. El de Sirio es de cuatro millones de ellas.
Una bala de canon ernnlearia en llegar al Sol, cerca de 13 años. En llegar á Sirio, emplearla 17 millones de ellos.
PROCYON
III
Tirando una linea de Bellalrix á Be-telgeuse, frojaj y prolongándola como
— v e de dos á tres tantos más, se encuentra la constelación del Perro menor y en ella una estrella de 1." llamada Procyon.
Sirio Betelgeuse y Procyon forman un triangulo equilátero.
Sino, Procyon, Géminis, y la Cabra, forman un arco, cuya cuerda pasa por Betelgease. ' D ^
CANOPO D E PRIMERA
Tirando desde la Cabra una linea que atraviese la constelación de Orion por el centro, y prolongándola como un duplo, se llega á la constelación Argos, Y en ella se vé la más hermosa estrella del hemisferio Sur: de luz enteramente igual en color y centelleo, á la de Sirio.
Esta estrella ha recibido el nombre de ikmopo, y también el de Estrella del Sur.
LA CRUZ DEL SUR DE PRIMERA
Siguiendo la vista hacia el Oriente de la constelación anterior, se encuentra La Cruz del Sur formada por cuatro estrellas de las cuales, tres son de 1." magnitud, y una de 2.°
— 77 — La figura que hacen es de una casi
perfecta cruz, no permite que se confunda con ninguna otra constelación.
EL CENTAURO
Siguiendo la vista hacia el Oriente, y á la izquierda del espectador que se halle mirando la Cruz del Sur, se encuentra la inmensa constelación llamada el Centauro y en ella, dos hermosas estrellas de 1." magnitud llamadas Alpha y Beta del Centauro.
Alpha tiene de particular que es la estrella más cercana á nosotros. Está á ocho billones de leguas; paralage exactamente conocida.
PERSEO PEGASO Y ANDRÓMEDA.
En los lugares de la Tierra en que se pone la Osa Mayor, pues no en todos se pone, habiéndolos que la tienen constantemente sobre el horizonte, hay que advertir que la constelación Pegaso pasa el meridiano superior, cuando la Osa
— 78 — Maiior está en el inferior: y cuando la una está sobre el horizonte, la otra está depresa en el horizonte contrario.
Pues bien: en una linea ({ue pase por la medianía de Alpha y Delta cíe la usa Mayor, y la Polar, como dos veces y media esta distancia se encuentra Pe-yaso formado de cuatro estrellas de segunda magnitud.
Tres de estas, y Alpha de Andrómeda forman un trapecio; y prolongando la diagonal de este trapecio que vá de Alpha Pegaso á Alpha Andrómeda, se encuentra Beta y Gamma de Andrómeda; y después Alpha de Perseo, todas tres ele 2.' magnitud.
El conjunto de estas estrellas y el trapecio de Pegaso, forman una gran figura que tiene mucho parecido á la Osa Mayor; con la diferencia de que esta cola es casi recta; mientras que la de la Osa Mayor es oblicua.
Para encontrar á Markab ó Alpha del Pegaso, se prolonga una linea de Alpha Osa Mayor á la Polar, hasta hallar dos estrellas de 2." magnitud: la segunda de estas dos estrellas es Markab.
Hemos querido poner esta constelación en este catálogo de enfilaciones, aunque no tiene estrella alguna de primera magnitud, porque Alpha de Per-
— 79 — seo tiene de notable, el estar señalada por algunos astrónomos como el centro de gravitación universal de nuestra capa estelar: es decir como el Sol en derredor del cual giran todos estos millones de soles.
LA CORONA AUSTRAL
La Corona austral de forma verdaderamente de corona, se encuentra al Sur de Sagitario: y Sagitario se le encontrará á la cola del Escorpión (que ya conocemos) y en el punto en que está más condensada la Via Láctea^ presentando el aspecto de verdaderas nubes, blancas.
LA CORONA BOREAL
Al Oriente de Arturo y muy próxima á él, se encuentra la Corona boreal, y tirando una linea desde la corona boreal á Wega, se encuentra á la mitad de la trayectoria, la constelación de Hércules que tiene de notable el dirigirse á ella nuestro Sol, con una velocidad (según los cálculos de Herschell, confirmados
— s o por Prevot y Argelander) de 834,000 leguas de 25 al grado en cada 24 horas; es decir con una velocidad ciento cuatro veces mayor que la de la bala de cañón.
CONSTELACIÓN DEL CISNE
Si se tira una línea desde Sagitario al Águila, (Sagitario se halla á la izquierda del espectador próximo á la cola del Escorpión) por toaa la via láctea, y se prolonga otro tanto, se encontrará la Constelación del Cisne con cuatro estrellas de 2.' y una de 3.' que afectan en su colocación la figura de un cisne elevando
. su vuelo de entre las aguas. La Constelación del Cisne, tiene de
notable que la 61 estrella, es la más próxima á la Tierra después de Alpha del Centauro. Alpha del Cisne se llama Deneb.
CONSTELACIÓN LEO
Ya dijimos al hablar de los punteros de la Osa mayor que si se dirigían al Norte se encontraban con la estrella Polar: si se dirigían al Sur, se hallaban con
— 81 — la constelación del León, y en ella una hermosa estrella de i." magnitud llamada Regulus: y ahora añadiremos que al Oriente de Regulus, un tanto alejada se encuentra Beta de Leo llamada Denéhola.
VIRGO DE PRIMERA
La diagonal Alpha-Gamma de la Osa mayor, prolongada del lado de Gamma, llegará a la constelación Virgo y en ella hay una estrella de 1.'magnitud WÍÍ-ludida.Espiga'de Virgo.
Esta estrella forma con Arturo y De-nébola un triángulo equilátero.
CORAZÓN DE CARLOS
Se separan de la Osa mayor las dos estrellas que se denominan los punteros y queda asi reducida á cinco estrellas que hacen semicirculo, y afectan la forma de un varillaje de abanico abierto.
El clavo de este abanico, es una estrella de 2." magnitud, llamada El corazón de Carlos.
— 82
CABELLERA DE BERENICE
Entre el corazón de Carlos, y Denébola que es Beta de Leo, está la Cabellera de Berenice agrupación de estrellas de 6.' magnitud apenas ya visibles.
CONSTELACIÓN DE HERCULES
Al Oriente de Arturo y muy próximo á él se encuentra como ya hemos dicho la corona boreal: y tirando una linea desde la corona boreal á Wega ó Alpha de la Lira, se encuentra á la mitad de la trayectoria, la constelación Hércules que tiene de notable, el dirigirse á un punto de ella nuestro Sol y todo su sistema planetario, con una velocidad, según Herschell, Prevot y Argelander, de 834,000 leguas de 2S al grado en cada 24 horas: Es decir: con una velocidad ciento cuatro veces mayor que la de la bala de cañón.
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, ^ • FIO. 11.
• «
OSA MAYOR Y OSA MHNOR, con enfllaciones de Arturo y Vega.
Figura r. Osa mayor. Núm. 3 Arturo de la cons-» 11. Osa menor. telacion El Boyero.
Núm. 1 Estrella Polar. » * Vega de la constela «. 2 Corazón rtc Carlos. <=¡°" ^a L.ra.
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CONSTELACIÓN LEO, con las enfllaciones de Arturo y Espiga de Virgo
Núm. I Régulus. Núm. 3 Arturo del Boyero. » 2 Denebola. » * Espiga de Virgo.
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• •
SCORPJO con varias cnfilaciones.
Núm. 1 Antarés alpha de Scorpio. » 2 Alpha y Beta del Centauro.
.1 La Cruz del Sur. i F.spipft dp Virpn.