One Novellas series # 3 One Regret
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Transcript of One Novellas series # 3 One Regret
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Staff de traducción Moderador
Kristel98
Traductores
MaryJane♥
Gaz
ley94
val_mar
je_tatica
Staff de corrección Moderador
Viqijb
Correctores
Meellc
Gaz
Amalfii
Ale_Ge
Revisión final Viqijb
Diseño Jennii
3 Índice
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Sobre el autor
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Sinopsis
Una noche. Eso es todo lo que se supone que es. Una noche de sexo increíble con un extraño al
que nunca volvería a ver. Sin ataduras. Eso es lo que Olivia Harris pensó cuando se metió en la
cama de William Connor.
Cuando William sale de la ciudad después de un malentendido, Olivia sigue a su corazón,
decidida a recuperarlo. En el proceso, aprende más acerca del verdadero William Conner, y más
sobre ella y ambos deben enfrentarse a la cosa que han estado huyendo de toda su vida: el amor.
De vuelta al trabajo, William intenta distanciarse de Olivia y ella se encuentra girando a un viejo
amigo. William se da cuenta que no puede estar con Olivia sin lastimarla, y Olivia aprende que
perder a William será su mayor pesar de todo.
One regret
5 Capítulo 1
Traducido por MaryJane ♥
Corregido por Ale_GE
—¿Negocios o placer?
La pregunta me tomó por sorpresa.
—¿Perdón?
La anciana de pie junto a mí en recogida de equipajes repitió su pregunta.
—¿Estás aquí por negocios o por diversión?
—Oh. Por diversión, espero. —Mi propósito real para visitar Utah realmente no encajaba en
cualquier categoría.
—¿Visitas a alguien? —Cuando ella me sonrió, me recordó a mi abuela y me alegré de no
haber ido con la verdad. Probablemente hubiese estado o bien muy confundida o tenido un
derrame cerebral si yo hubiese dicho: En realidad, estoy esperando placer. Montones y
montones de placer.
—Estoy aquí para ver a mi novio. —También eso no era verdad. Pero era la forma más
segura que se me ocurrió de describir a William.
Vi mi maleta y me dispuse a agarrarla de la cinta transportadora. Debido a mi aversión
extrema a la nieve y el frío, había empacado casi todo mi guardarropa. Mi maleta era muy
pesada y me tomó un tirón fuerte bajarla.
—Qué bien. ¿Un fin de semana romántico en la montaña? —Mi nueva mejor amiga me
guiñó un ojo. Ella miró mi maleta—. Seguramente empacaste un montón de ropa para un fin
de semana romántico.
Mi boca se abrió.
—¿Perdón?
—No hay necesidad de ser tímida. También fui joven. —Al parecer, estaba hablando con
Blanche de las “Golden Girls”1—. Mi Harold y yo solíamos tener algunos fines de semana de
diversión.
—Eso está bien. —Mi voz salió en un chillido—. ¿Harold es tu esposo?
1 Blanches de las Golden Grils: La serie Golden Girls (“Los años dorados” en hispanoamerica y conocida como
“Las chicas de oro” en España), narraba la historia de cuatro señoras que, divorciadas o viudas, comparten un
chalet en Miami. Florida. Blanches, dueña del chalet, se caracterizaba por ser atractiva y por su gran filtreo e
interés por el sexo opuesto.
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—Estuvimos juntos cincuenta años antes de su muerte. —Ella asintió sabiamente—. ¿Sabes
cuál es mi mayor arrepentimiento?
—No tengo idea. —Esperaba que no fuera a ser una revelación que hiciera sangrar mis
oídos.
—Que no nos disfrutamos lo suficiente. Lo hicimos al principio, pero luego tuvimos cuatro
hijos y todo cambió. Nuestra vida se hizo tan seria. —Me agaché para ayudarla con su bolsa
mucho más ligera—. ¿Este novio tuyo que viniste a ver?
—¿Sí?
—Disfrútalo. Diviértanse. La vida es tan corta. —Cuando ella me miró, sus ojos brillaban con
lágrimas no derramadas—. Créeme. Confía en mí. He perdido mi gran amor, pero no es
demasiado tarde para ti.
Blanche me había dado mucho que pensar. Me alegraba que mi viaje a la montaña en la
estación de esquí tardara casi una hora. Necesitaba reunir mis pensamientos antes de ver a
William. ¿Era mi gran amor? No tenía ni idea. Pero sabía que no estaba dispuesta a dejarlo ir
todavía.
—¿Dónde estás quedándote? —El conductor, Roy, preguntó mientras se acercaba a nuestro
destino.
—Um, ¿Mountain Home 10? —Vuelvo a comprobar las instrucciones que Trevor había
enviado a mi teléfono.
—Wow. Debes ser alguien importante si te vas a quedar en el 10. —Roy dejó escapar un
silbido—. ¿Conoces al señor Connor?
—Se podría decir. —Me preguntaba si realmente conocía a William. Mucho de él todavía
era un misterio para mí.
Nuestra camioneta subió más en las montañas. Cuando llegamos a la carretera principal,
Roy se detuvo frente a una puerta de hierro y extendió la mano a través de la ventana para
teclear un código. La puerta se abrió y seguimos adelante. Después de unos 91 metros, por fin
pude ver la casa de montaña de William.
Estaba escondida en los árboles, pero yo sólo podía ver las tres plantas. Tenía una terraza
en los tres niveles, y un techo inclinado que era de cristal puro. Roy detuvo el transbordador.
—Esta es.
—Así es. —Tomé una respiración profunda antes de abrir la puerta del coche. A pesar del
viaje en coche de una hora y tres horas de viaje en avión, todavía no sabía lo que iba a decir.
—¿Quieres un poco de ayuda con la bolsa? —Roy ya tenía mi bolsa del maletero. Hizo un
gesto hacia las empinadas escaleras que conducen a la casa.
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—No, gracias. Ya lo tengo desde aquí.
Me tomé mi tiempo arrastrando mi equipaje por las escaleras, en parte porque mi bolsa era
pesada y la subida era empinada, pero también porque estaba haciendo tiempo.
Incluso con mi lento progreso, estaba de pie en la puerta en menos de dos minutos.
Muy despacio, levanté mi mano para llamar, pero la puerta se abrió antes de que pudiera
hacer contacto.
—Pensé que eras tú.
La hermana de William, Toni, me miró con los ojos muy abiertos. Le devolví la mirada
dudosa, dándome cuenta por primera vez que en realidad podría estar interrumpiendo algo
importante. Cuando William había dicho que iba en un viaje de esquí, había asumido que iba
solo, o con amigos. Nunca se me ocurrió que podría ser un viaje familiar.
—Hey, Toni. —Sonreí tímidamente.
Ella inclinó la cabeza hacia la izquierda y me miró de arriba abajo.
—William nunca mencionó que te nos unirías.
—Es un tipo de sorpresa —dije.
Ella asintió, pero todavía parecía sospechosa.
—Está bien. Entra.
Llevé mi bolsa al interior y lo dejé caer al suelo con un golpe fuerte. La entrada a la casa de
montaña de William era más grande que mi apartamento.
—William no está aquí —dijo Toni—. Ha estado esquiando todo el día.
—Oh. Eso está bien. —Miré alrededor buscando algo de inspiración en cuanto a lo que mi
próximo movimiento debía ser.
—Su habitación está en el tercer piso. ¿Quieres un poco de ayuda con la bolsa? —Toni era
una chica pequeña y probablemente pesaba menos de mi maleta, pero me gustó la oferta.
—Gracias, pero puedo manejarlo. —Tomó un poco de tiempo llevarla dos tramos de
escaleras, pero valió la pena el esfuerzo.
La habitación de William era increíble. Estaba escasamente decorada, dominada sobre todo
por la cama extra grande en medio de la habitación. Una chimenea elegante a lo largo de una
pared prometía noches acogedoras y románticas. Pero la verdadera joya era el tragaluz de
vidrio inclinado que revelaba una increíble vista de la montaña. Se sentía como si pudiera ver
todo el estado de Utah desde su habitación.
Una de las camisas de William estaba doblada sobre la cama y la cogí, sosteniéndola en mi
cara para poder respirar en el olor de William. La cama parecía tan suave y acogedora que
quería saltar en medio de ella por una larga siesta. Pero yo sabía que aun si era la cama más
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cómoda en el mundo, no sería capaz de conciliar el sueño con todos los pensamientos girando
en mi cerebro.
—Puedes decirme en un minuto, Toni. Ya vuelvo. Sólo quiero cambiarme de esta ropa. —La
voz de William resonó desde abajo. Oí sus pasos golpeando en las escaleras.
—Pero William… —Toni trató inútilmente de llamar la atención de William, lo más probable
para advertirle acerca de mi aparición sorpresa. Era un hombre con una misión, sin embargo, e
ignoró su súplica.
Sus pasos desaceleraron al acercarse el rellano del tercer piso. Me quedé congelada a los
pies de la cama mientras esperaba a que girara la esquina. Lo hizo a toda prisa, con la cabeza
hacia abajo. Como si percibiera mi presencia, su cabeza giró y se detuvo en medio de un paso.
—Olivia. —Mi nombre pasó suavemente sobre sus labios.
—Hey. —Todo ese tiempo pensando en lo que diría cuando lo viera y lo mejor que se me
pudo ocurrir fue hey.
—¿Por qué estás aquí? —No era la respuesta que había estado esperando, pero no estaba
totalmente sorprendida.
Los ojos de William eran fríos y distantes. Su pelo oscuro estaba húmedo y rizado en las
puntas. Se apoderó de mí el deseo de correr mis dedos a través de él. Con la forma en la que
estaba mirándome, no me atreví.
—Tenemos que hablar de lo que pasó. —Entendí por qué William estaba loco. Me había
visto en un bar con mi amigo, Thomas, y había pensado equivocadamente que era mi idiota
ex-novio Paul. Había estado legítimamente molesto por este malentendido. Pero yo estaba
molesta, también. William había juzgado mal mi carácter, atacó a mi buen amigo, salió
corriendo y dejó la ciudad sin darme la oportunidad de explicar.
Él parecía estar bien con su decisión.
—Realmente no quiero hablar contigo, Olivia.
—Volé tres horas y pasé una hora viajando por la montaña, así que creo que me puedes dar
cinco minutos. —Crucé mis brazos sobre mi pecho tenazmente y vi como abría y cerraba su
perfecta mandíbula.
—Está bien. —William se inclinó contra la pared, cruzando sus brazos—. Dame tu mejor
golpe.
—¿Trevor no te llamó? —El esposo de Lana se había sentido tan mal por decirle a William
que estaba con Paul que prometió llamar y arreglar todo.
—No tengo muy buena recepción aquí. —William miró su reloj—. ¿Así es realmente cómo
quieres pasar tus cinco minutos? ¿Hablando de Trevor?
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En realidad, esto me hizo sonreír. Se comportaba como un niño, no como el CEO de una
empresa de gestión de crisis de famosos.
—El hombre con el que me viste era mi amigo, Thom.
La mejilla de William tembló pero no dijo nada. Esperé que hiciera un movimiento.
Después de por lo menos un minuto, dejó caer los brazos a los costados y se apartó de la
pared.
—Trevor dijo que estabas con Paul.
—Trevor estaba equivocado. —En mi cabeza añadí, así como lo estabas tú—. ¿De verdad
crees que me sentaría en un bar con Paul y le compraría un trago? ¿Después de lo que me
hizo? ¿De verdad crees tan poco de mí?
William abrió la boca, pero no dijo nada. Él no encontraba palabras, pero yo apenas
comenzaba.
—Me envió al hospital por dos semanas. He dormido con la luz encendida durante tres
meses. Pero, claro, lo llamé y le sugerí que nos reuniéramos. Eso tiene sentido.
—Detente. —Levantó una mano—. Por favor, solo detente.
—¿Detener qué, William? Dijiste que podía tener cinco minutos. Sólo estoy empezando. —
Cuanto más hablaba, más enojada me ponía.
—Lo entiendo. Fui un idiota. —Alejó los brazos de sus costados y dio un paso adelante—.
Lo siento, Livy.
—Deberías. —Me obligué a no acercarme a él.
William hizo aún más difícil para mí estar enojada con él cuando dijo:
—No he dejado de pensar en ti ni por un minuto. Estoy tan contento de que estés aquí.
—Detente. —Era una débil protesta. Ya estaba caminado hacia él.
—¿Crees que puedes encontrar una manera de perdonarme? —La sonrisa juguetona de
William apareció. Ahora sabía que estaba perdida.
—No eres tan encantador como piensas, William Connor —dije. Pero era exactamente tan
encantador como él pensaba. Tal vez incluso más encantador.
William se acercó y enganchó un dedo en mi cinturón, tirando de mí hacia él.
—Estaba equivocado. Lo admito. Ahora puedes castigarme.
—Oh, confía en mí, tengo la intención de hacerte pagar. —Sonreí al pensar en las diferentes
maneras en lo que William podía hacerme.
Él me miró con sus fríos ojos grises, sus labios a una pulgada de distancia de los míos.
—¿Tienes alguna idea de lo que voy a hacer contigo?
Sentí un delicioso escalofrío correr por mi cuerpo.
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—Ni siquiera me importa, hazlo ahora.
William me agarró por la cintura y me levantó en sus brazos. Rápidamente, él me tiró sobre
la cama y se arrastró sobre mí. Podía ver el cielo a través del techo por encima de él y me
maravillé de, literalmente, estar en las nubes. William se presionó sobre mí y su boca cubrió la
mía.
Gemí, permitiéndole el acceso, y su lengua se deslizó dentro. La urgencia de su beso fue
igualada por las contorsiones de nuestros cuerpos, subiendo y bajando juntos. Había
demasiada tela entre nosotros para mi gusto y agarré su camisa. Me separé de sus labios el
tiempo suficiente para tirar la camisa por su cabeza y luego continuamos. William atrapó mi
labio entre sus dientes y tiró de él.
—Quiero sentir tus labios sobre mi cuerpo —dijo, y yo estaba feliz de hacerlo.
Mis labios siguieron un camino lento por su cuello y por encima de su clavícula. Lo empujé
con fuerza, hasta que rodó sobre su espalda. Las manos de William se deslizaron dentro de mi
suéter, y luego fue tirando de él por encima de mi cabeza. Sentada a horcajadas sobre él,
seguí besándolo, lamiendo y chupando mi camino por su pecho. En algún lugar en las
proximidades de su ombligo, sentí que ya no estábamos solos.
—¡Dios mío!
William se levantó, sosteniéndome con él para evitar que me caiga de la cama.
—Madre —dijo él, más molesto que avergonzado.
—No sabía que tenías compañía —dijo ella.
Abracé mis brazos sobre mi pecho y morí un poco por dentro. La madre de William, Jean,
era fácilmente una de las mujeres más desagradables que he conocido nunca. Este encuentro
no iba a ayudar.
—¿Recuerdas a Olivia? —William mantuvo sus brazos alrededor de mí y me acurrucó más
cerca de su pecho, girando sólo la cabeza para reconocer Jean.
—Hola —dije.
Ella me miró por debajo de su puntiaguda nariz, tanto en sentido literal como figurado.
Esta vez realmente no la culpaba.
—Olivia. Es bueno verte de nuevo. —Ella frunció el ceño—. Sólo vine a decirte que Cessily
está aquí.
—¿Puedes darnos un minuto, mamá? Iremos en breve.
—Haz lo que tengas que hacer. Preferiblemente, ponte algo de ropa. —Ella realmente
sonrió—. Vamos a estar esperándote.
Una vez que Jean se había ido, dejé escapar un gemido horrorizado. William se rió.
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— Jean realmente va a odiarte ahora.
—No. Ayudas. —Di una palmadita en el pecho, luego me arrepentí porque todavía estaba
sin camisa y mis hormonas estaban aún corriendo salvajemente.
—Estoy avergonzada.
—No deberías. — William besó mi hombro desnudo, entonces dejó un rastro de besos
hasta mi cuello y sobre mi mandíbula. Cuando sus labios llegaron a mi boca, me dio un beso
dulce y dijo—: Tú eres la mejor cosa en mi vida. Y ahora estás a punto de ver por qué.
—¿Quién es Cessily? —Me bajé de William y cogí mi suéter desechado.
William se estiró perezosamente.
—Mi hermana.
Me volví hacia él con confusión.
—Pensé que el nombre de tu hermana era Toni.
—Esa es mi hermana menor. Cessily es mi hermana mayor. —William sonrió con cariño—.
Ella es la loca, pero en el buen sentido.
—¿Loca buena? —Me preguntaba si él también pensaba que su madre era una buena clase
de loca—. ¿Algún otro hermano del que debería saber?
William me ignoró y sacó algo de ropa limpia de su armario. Me senté en la cama mientras
le miraba deslizarse de sus boxers. Tuve que recordarme que se trataba de un deslizamiento
no erótico.
—Te gustará Cess. Ella no tiene ningún problema en gritarles a mis padres por su estupidez.
Como que me recuerda a ti, en realidad.
—¿Tu hermana loca te recuerda a mí? —Tenía que haber un cumplido enterrado en ese
insulto—. Gracias, William.
—Loca buena, ¿recuerdas? —Él sacó un par de jeans desteñidos y una antigua camiseta de
la Universidad de Chicago. Él me dedicó una sonrisa deslumbrante y un guiño—. Dios sabe
que me vuelves loco.
—¿Es así? —Fingí estar ofendida. Tomó mi mano y me levantó.
Con sus manos apoyadas en mis caderas, me besó suavemente y susurró
—Me vuelves loco en la cama. —Otro beso—. Y en la ducha… —Un largo beso—. Y en el
piso de la cocina…
—Tu madre está esperándonos —dije mientras sus manos se movían sobre mis caderas y
comenzaba a acariciar mi culo.
William hizo una mueca.
—Sip. Pene definitivamente bloqueado.
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—Sólo temporalmente. Te lo prometo. —Pinché su costado—. Ahora arriba. No podemos
escondernos aquí por siempre.
—Sí. Vamos. —William caminó por las escaleras y lo seguí a regañadientes. Me gustara o
no, su familia me asustaba. Especialmente su madre.
—Creo que es él. —Sólo el sonido de la voz de Jean me dio escalofríos.
—¿Will eres tú? —Esta voz era más joven y más alta de tono. Sólo podía suponer que
pertenecía a Cessily.
—Hey, Cess. —William se preparó cuando un estallido de pelo rojo y ropa brillante chocó
contra él. Ahogó una carcajada mientras abrazaba a su hermana—. Me alegro de verte,
hermana.
—Malditamente cierto. —Cessily lo liberó—. Luces bien, hermano pequeño.
—Malditamente cierto. —William le dio un vistazo una vez más—. ¿Nuevo color de cabello?
—Mamá odia el pelo rojo. No me pude resistir. —Ella le dio un guiño de complicidad y
luego sus ojos se abrieron cuando me notó por primera vez—. Así que lo que madre dijo es
verdad. ¿Trajiste a casa una puta?
—Jesús, Cess. —La cara de William se volvió una sombra brillante de color rojo—. Al menos
podrías fingir que nuestra familia no son un montón de idiotas.
—Lo siento. —Cessily se volvió hacia mí—. Lo siento si te he ofendido. Esto se suponía que
era una broma, pero mi hermano no es exactamente conocido por su sentido del humor.
—No estoy ofendida. —En realidad, estaba segura de que Jean había dicho cosas mucho
peores sobre mí—. Por lo menos no dijo fea puta.
Cessily se echó a reír, una risa profunda venía de su estómago. Era un sonido maravilloso.
—Creo que podría ser un portero —dijo, y se volvió hacia William—. Es una pena sin
embargo. Realmente estaba esperando que resultaras ser gay. Hubieras cabreado tanto a
nuestra madre.
—Él siempre podría embarazar a su puta —sugerí—. Eso probablemente la enojaría aun
más.
Cessily sonrió con una sonrisa malvada.
—Me gusta. Y me gustas. Ven. Vamos a hacer un poco de daño. —Con eso, Cessily me
agarró del brazo y me llevó a la guarida del diablo.
13 Capítulo 2
Traducido por Gaz
Corregido por Amalfii
—Así que de todos modos, fue la tercera vez que me arrestaron —dijo Cessily
mientras llenaba su copa de vino, como mínimo por sexta vez—. Esa fue también
la vez cuando mi madre empezó a ver a su terapeuta.
Eché un vistazo al otro lado de la habitación donde Jean estaba sentada,
tejiendo una bufanda púrpura y emitiendo un juicio sobre mí con sus pequeños y
brillantes ojos. Ella ya me había llamado puta y una buscadora de oro, así que
estaba contenta de tener el espacio entre nosotras.
William estaba sentado a mi lado en el sofá, sus ojos se centraban sólo en su
teléfono. Él había estado contestando e-mails de trabajo durante toda la tarde,
mientras me defendía de los dardos que me lanzaba su madre. En más de una
ocasión, él había tratado de alejarme pero Cessily no se lo permitía. Estaba
decidida a compartir la historia de su vida conmigo.
—¿Y qué hay de ti? ¿Qué hiciste para volver locos a tus padres cuando eras
adolescente? —Cessily puso sus pies encima de la mesa del café.
William tuvo el aplomo para darse cuenta de que su hermana estaba pisando un
terreno delicado. Lanzó un brazo alrededor de mis hombros y frunció el ceño.
—Cess, pensaba que íbamos a hacer la cena esta noche. ¿No deberíamos
empezar a trabajar en eso?
—Pssh. Hay mucho tiempo para eso. Estoy pegada a tu novia.
William miró.
—Deja de ser tan parecida a nuestra madre —dijo.
—Está bien, William. —Es cierto que ella estaba siendo curiosa, pero también
era el único miembro de su familia que había reconocido que era algo más que la
mujer que se estaba follando William.
—Sí, tranquilízate, hermano. Sólo le hice una pregunta inocente sobre su
infancia. Ella no tiene que responder. —Cessily le dio un codazo al pie de su
hermano y se volvió hacia mí—. Volviendo a ti, Livs.
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—No hay mucho que contar. No tuve muchos problemas entonces. Nunca me
han encarcelado, ni siquiera detenido. —De hecho, dormir con mi jefe era
probablemente la cosa más escandalosa que había hecho nunca.
—Sus padres eran muy afortunados de tener una hija perfecta —espetó Jean
desde el otro lado de la habitación—. Pero estoy segura de que te decían todo el
tiempo lo maravillosa que eras.
—No exactamente. —Sentí la mano de William apretar en mi hombro—. Mis
padres murieron cuando yo tenía catorce años. Me fui a vivir con mi tía.
La habitación estaba sumida en un silencio ensordecedor. Nadie sabía qué decir.
Yo podría haber fácilmente cambió de tema y aliviar la tensión, pero no estaba
exactamente con ánimo de que Jean se sintiera mejor.
—No estoy realmente de humor para nada de piedad o comentarios más
insultantes. Así que voy a decirte esto: Jean, yo no estoy aquí para robarte a tu
precioso hijito. No tengo ninguna intención de utilizarlo, o tomar su dinero. Me
preocupo por él. He venido todo el camino a Utah por eso. Si no puedes aceptar
eso, está bien. No me importa. Pero podría ser que te acostumbraras a mí, porque
no me voy a ninguna parte.
No tengo ni idea de lo que causó mi arrebato. Jean me había estado regañando
por horas y había escuchado apenas la mitad de lo que decía.
Ella era una mujer enojada, amarga, y yo había estado decidido a no rebajarse a
su nivel. Pero cuando Cessily había empezado a preguntarme sobre mis propios
padres, algo se había roto. Así que dejé que Jean lo tuviera, y luego salí de la
habitación. Ya estaba oscuro afuera, y desde la habitación de William podía ver la
luna a través del techo de cristal. Me dejé caer en la cama y escuché el ruido sordo
de los pies de William en las escaleras. Lo oí entrar en la habitación, pero no dijo
nada.
—Hasta la luna y volver —le dije, preguntándome si bebí más del vino de
Cessily de lo que había pensado.
—¿Qué? —La voz de William sonaba muy lejana.
—Cuando era una niña, solía mirar la luna y pensar en lo lejos que estaba. Pero
aquí en la montaña, parece más bien cerrada. —Lancé mis brazos sobre mi cabeza
y me senté. William estaba al lado de la puerta, mirándome con curiosidad—. No
importa. Creo que estoy borracha.
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—Sólo has bebido un vaso de vino. No creo que estés borracha. —William aún
estaba sujetando su vaso. Me di cuenta de que lo estaba tomando con hielo, algo
que nunca había hecho.
—Tal vez no borracha, sólo nostálgica. —Miré su vaso y levanté una ceja—.
¿Hielo?
—Agua el alcohol y me ayuda a no emborracharme delante de mi familia y
perder mi elegancia. —William giró el vaso, y el hielo sonó audiblemente.
—Veo duro pensar que no hayas sido elegante en algún momento. —Incluso en
vaqueros y camiseta, William se veía increíble—. ¿Por qué no vienes aquí a
demostrarme que tan elegante eres?
Esta vez William se acordó de cerrar la puerta y poner el pestillo.
—Creo que sólo es justo mientras tú me muestres que tan caliente eres.
—Eres un total idiota. —Quería reírme de él, pero incluso cuando estaba siendo
cursi, William todavía era completamente sexy.
Se sentó con cuidado colocando el vaso en el borde de la cama y luego me
tomó las manos, tirando de mí sobre mis piernas. No esperaba que me alejara de
la cama, pero la mirada que ardía en sus ojos decía que sabía exactamente lo que
estaba haciendo.
—Quiero desnudarte —dijo.
Él me puso un dedo debajo de la barbilla y la levantó, exponiendo mi cuello.
Sus labios estaban fríos contra mi piel, todavía con restos de su whisky con hielo.
Mientras sus labios viajaban a mi clavícula, sus manos se movían debajo de mi
suéter. Esperaba que me tocara en todas partes del cuerpo, pero al parecer,
William quería decir lo que dijo, él no sólo quería verme desnuda, quería tomarse
su tiempo y desnudarme.
Sus manos se deslizaron sobre mi estómago y hasta el sujetador. Tomó ambos
pechos en sus manos y los apretó con suavidad. Después de besar mi cuello una
vez más, agarró el dobladillo de mi jersey y poco a poco comenzó a levantarlo.
Ahora se inclinó delante de mí, besando lentamente mi camino hasta el estómago
sin dejar de mover mi jersey. Cuando levanté los brazos para ayudar a su
progreso, la tela cubrió mis ojos y bloqueó a William de mi vista. Esto era parte de
su plan maestro aparentemente, porque me dejó allí, con los brazos inmovilizados
sin poder hacer nada por encima de mi cabeza.
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William metió las manos en las copas del sujetador y tiró hasta dejar libres mis
pechos. Sus manos hicieron una suave caricia que envió un temblor a través de mi
cuerpo. Finalmente, volvieron a mi suéter y terminó de quitarlo.
Una vez que lo liberó de mi cuerpo, se tomó su tiempo para doblarlo y
colocarlo sobre el tocador.
Dejé escapar un suspiro exasperado. Mis senos aún estaban expuestos y mi
cuerpo todavía tarareando.
William no me hizo caso y tomó su whisky. Tomó un largo sorbo y me miró por
encima del borde del vaso. Cuando dejó el vaso sobre la cómoda, estaba vacío. Por
fin, volvió a mí otra vez. Me desabrochó el sujetador y me lo dejó en mis brazos
mientras su boca se movía sobre mi seno derecho con prisa, deteniéndose sólo
cuando llegó a mi pezón. Tenía la boca fría del whisky y pude sentir mi pezón
endurecerse mientras lo sostenía entre sus labios. Entonces, de repente, sentí un
choque de frío mientras soltaba el cubito de hielo que había estado conteniendo
en su boca.
William dejó el hielo entre los labios y trazó una ruta de acceso de un pezón al
otro. Podía sentir que se derretía contra mi cuerpo caliente, dejando un rastro de
humedad detrás.
Mientras su boca continuaba su helado asalto, sus manos se deslizaron por mis
costados y en la cintura de mis pantalones vaqueros. Sus hábiles dedos los tenía
desabrochados, bajados y alrededor de los tobillos en cuestión de segundos. Se
movió lentamente para quitarme las bragas, deslizándolas hacia abajo con las
manos alineadas con mi piel.
Mientras él daba un paso atrás para admirar su obra, una suave sonrisa jugó en
sus labios y sentí un desgraciado rubor en mis mejillas. Esta sin duda no era la
primera vez que había estado desnuda delante de él, pero nunca había pasado
tanto tiempo mirando a mi cuerpo, sobre todo, sin hacer un movimiento de
tocarme.
—¿Has acabado? —le pregunté, un poco molesta.
—Ni siquiera cerca. —Su sonrisa creció—. Pero es tu turno.
Por fin. He tratado de ser tan paciente como William, pero era una lucha. Su
eliminación deliberada de mi ropa había sido completamente erótica. Yo no sólo
quería desnudarlo, quería atacarlo. Pero tomé una respiración profunda y estabilicé
las manos. Adoptando un enfoque diferente a William, saqué la camiseta en un
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movimiento fluido. Su pecho desnudo estaba delante de mí y puse las manos en
él, disfrutando de la sensación de su corazón latiendo contra mis palmas.
Al parecer, no era la única en este estado.
Luché con el botón de los pantalones vaqueros de William y él dejó escapar una
risa baja mientras yo maldecía.
—No es mi culpa —me quejé—. Hay muchas más cosas aquí debajo de las que
tengo yo.
—Menos hablar, más desnudar. —William me dio un beso largo y dulce. Volví al
trabajo y no tuve problemas en terminarlo. Sólo una pieza de ropa nos mantenía
separados.
—Debemos considerar seriamente usar menos ropa —le dije, dejando que las
puntas de mis dedos bailaran sobre la piel expuesta justo por encima de sus
boxer. Deslicé mis dedos dentro y comencé a bajar lentamente el tejido.
—Estoy de acuerdo, es así —dijo, su aliento en mi garganta mientras mis labios
se movían a su piel recién descubierta.
Con su ropa interior fuera, mi libido se disparó. William era algo digno de
contemplar. Todavía estaba agachada delante de él y cuando le miré, de repente
me acordé de la anciana en el aeropuerto. Estoy segura de que ella no había
estado pensando en este momento exacto cuando me había advertido de que
disfrutara de William, pero de alguna manera también pensé que hubiera estado
un poco orgullosa de nosotros, tomándonos tiempo para simplemente disfrutar de
nuestra intimidad. Solté una carcajada y William me entrecerró los ojos.
—Nunca te rías de un hombre desnudo —dijo—. Realmente mata el estado de
ánimo.
—Lo siento. —Lo besé de nuevo en la piel justo por encima de su vello púbico.
Entonces lo rodeé con una mano, respondió al instante—. Estaba pensando en lo
mucho que voy a disfrutar de esto.
Me levanté lentamente, besando mi camino hasta su torso con mis manos
trabajando un golpe firme en su pene. Después de un último beso en la barbilla, le
miré a los ojos y le dije:
—Quiero sentirte.
—Estoy bastante seguro de que tienes que tener cuidado —dijo, dejando
escapar un gemido cuando le apreté más fuerte.
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—Quiero sentirte dentro de mí. Fuera de mí. En todos lados. Quiero sentirte en
todo mi cuerpo. —Ni siquiera estaba segura de si tenía sentido, pero me sentí
abrumada por el deseo de sentir a William en cada centímetro de mi cuerpo.
Sus manos se movieron de mis hombros, mi cuello, hasta que sostuvo mi cara
entre ellos. Con los ojos azules mirándome directamente, dijo:
—Con mucho gusto. —Luego apretó sus suaves labios contra los míos y puso
sus brazos alrededor de mi cintura. Sin alejarse, me levantó en sus brazos y envolví
mis piernas a su alrededor, con él montándome.
William me recostó lentamente y se cernió sobre mí, tomando otra larga mirada
de mi cuerpo.
Luego se dejó caer sobre mí, su cuerpo presionando contra el mío de los labios
a los pies. Se deslizó entre mis piernas. Sus dedos me probaron, revoloteando
sobre mi clítoris de una manera que me hizo temblar.
—Estoy lista, William —gemí, en caso de que no fuera evidente la humedad que
tenía en sus dedos. Sólo para que quedara claro, me agaché y tomé su mano en
una de las mías, y luego usé la otra para colocarlo en mi apertura.
William no se movió de inmediato. Él me besó de nuevo en los labios y dijo en
voz muy baja:
—Estoy listo también, Olivia.
En ese instante, ninguno de los dos estábamos hablando de lo que estaba
ocurriendo con nuestros cuerpos en esa cama. Los dos estábamos listos para algo
grande. Algo más grande que nosotros y más grande que sexo alucinante. Eso no
quiere decir que no nos vamos a terminar lo que empezamos bien.
William agarró el condón y se lo puso en su lugar. Con la protección en su
lugar, se deslizó dentro de mí con una lentitud impresionante. Cada fibra de mi
ser, respondió a su movimiento dentro de mí. Todavía sostenía una de las manos
de William en la mía con los dedos entrelazados y apretados mientras se alejaba,
hasta que su punta estaba en mi entrada de nuevo.
Di un grito ahogado ante la sensación de que me dejaba, pero luego estaba de
vuelta en mi interior y esta vez no iba a desaparecer pronto. Empujó tan profundo
que sentía como si estuviera llegando a partes inexploradas de mí. Al principio sus
embestidas se mantuvieron estables y predecibles, un fuerte empujón y una lenta
retirada hacia fuera.
19
Conocía cada uno de ellas con entusiasmo. Cada una era una tomadura de pelo,
una tortura tentadora que su cuerpo me estaba infligiendo. Pero luego comenzó a
moverse más y más rápido hasta que no tuve más remedio que acaba de celebrar
y disfrutar del paseo.
Saqué los dedos de mi mano libre en la espalda al sentir mi cuerpo empezar a
ondear, viniéndose a pedazos. El calor que se había ido extendiendo convirtió en
una urgencia que quemaba mientras me revolvía debajo de él, gritando su
nombre. Las secuelas de mi orgasmo insistieron hasta el final y dejó escapar un
gruñido animal mientras liberaba dentro de mí.
Me vine en todos los sentidos de la palabra, y William se dejó colapsar
lentamente encima de mí. La mano que había estado cavando en la espalda
segundos antes estaba ahora sin vida en su piel. Cuando empecé a recuperar algo
de sensación en mi cuerpo, me acarició la espalda con la punta de los dedos y
sentí suspirar contra mí.
—Eso se siente bien —murmuró contra mi cuello.
—No siento nada en este momento —le dije con una sonrisa temblorosa.
William se movió mientras salía de mí, ahora saciado y relajado.
—Puedo sentirte. Puedo sentirte siempre, incluso cuando no estás alrededor.
Estás bajo mi piel, Olivia.
Sabía exactamente lo que quería decir. Desde que conocí a William y pasé una
noche con él aunque no se suponía que iba a ser algo más que eso, no había sido
capaz de mantenerme alejada de él. William me había cautivado, era suya. Y eso
asustaba completamente.
20 Capítulo 3
Traducido por Ley94
Corregido por Gaz
Un par de horas después, todavía no habíamos dejado la cama. Pronto la
comida iba a estar lista, pero de la única cosa que tenía hambre era de William y
ya lo había tenido. Más de una vez.
―Tenemos que bajar en algún momento ―dije, presionándome contra él.
William seguía desnudo debajo de la delgada manta que puse alrededor de
nosotros una vez que habíamos bajado de nuestra unión sexual, me había puesto
mi ropa interior precipitadamente y su viejo jersey. A pesar de una estufa que
funcionaba perfectamente, el tercer piso de su casa en la montaña era ventoso e
incluso su cuerpo caliente no podía alejar el frio―. Tu madre no parece ser una
mujer muy paciente.
―Diez minutos más ―dijo William vagamente. Continuó peinándome el pelo
con sus dedos a un ritmo constante. Esa era una acción que nos calmaba a ambos,
así que no lo alejé. No era como si estuviese muy emocionada por ver a su familia
de nuevo.
―¿Siempre han sido así? ¿Tan… odiosos? ¿O es sólo conmigo? ―No podía mirar
a William porque no quería que viera cuánto me habían molestado las palabras de
su madre.
―No, no siempre fueron así. Pero no eres tú. ―La mano de William dejó mi
cabello y lo metió debajo de su cabeza mientras observaba el cielo nocturno en el
techo de cristal. Me di vuelta así podía ver las estrellas por encima de nosotros―.
Más temprano me preguntaste si tenía otros hermanos de los cuales debía
advertirte. Estabas bromeando pero diste justo en el punto.
―¿Tienes otro hermano? ―Me di la vuelta de nuevo, apoyándome en mis
codos.
―Tenía otro hermano. ―William mantuvo sus ojos lejos de mí pero podía ver el
dolor enterrado en ellos―. Tenía otro hermano, Christopher. Él era mi gemelo.
Mi boca cayó abierta
―¿Tenías un hermano gemelo?
21
―Obviamente no es algo de lo que me guste hablar. De hecho, creo que nunca
se lo dije a nadie. Excepto a ti. ―Me miró intencionadamente―. Como te dije,
estás debajo de mi piel.
William y yo no nos conocíamos exactamente por nuestras confesiones
personales así que no lo iba a dejar continuar sin saber la historia completa.
―¿Qué le paso a Christopher?
―Lo mataron. ―Los ojos de William se estaban nublando―. Asesinado, en
realidad.
Mi mandíbula cayó de nuevo.
―Santa mierda. ―Sabía que William nunca había sido tan rico como ahora.
Pero había estado en la casa de sus padres, y si bien no era una mansión, era
definitivamente una casa de clase media-alta ubicada en un lindo vecindario. La
gente que vive en vecindarios bonitos no era usualmente asesinada.
―Él y yo solíamos causar un montón de problemas. Chris tenía un montón de
energía y era muy aventurero. Tuve un tiempo difícil manteniéndome junto a él.
―La sonrisa de William era melancólica y triste―. Estaba este parque cerca de casa
donde vivíamos cuando éramos pequeños. Chris y yo solíamos andar en bicicleta
por ahí después de la escuela. El día que murió, hacía un calor insoportable y no
pudimos dejar pasar la oportunidad de jugar afuera. Habíamos estado ahí un par
de horas antes de separarnos. Estaba oscureciendo y lo fui a buscar. Encontré su
bicicleta en el aparcamiento pero él se había ido. ―Podría decir que William no
estaba más conmigo; estaba en el pasado, con Chris―. Solamente teníamos diez.
Todavía muy jóvenes como para entender la maldad en el mundo, pero no tan
pequeños como para no confiar en todo el mundo. Pero por alguna razón, él había
dejado el parque, y no se había ido solo.
Tenía tantas preguntas que quería hacer, tantas cosas que quería decir, pero las
palabras escapaban de mí. La historia de William era terrorífica e increíble, hasta
ahora. Estábamos tumbados a una pulgada de distancia pero sentía la necesidad
de conectar con él, para dejarle saber que estaba allí con él y que no iba a ir a
ningún lado. Apoyé la mano en su pecho, justo sobre su corazón, y él contuvo el
aliento.
―No lo encontraron enseguida. Lo buscamos por nueve meses. ¿Sabes cuánto
tiempo es eso cuando alguien que amas esta perdido? ―La mano de William
cubrió la mía―. Nunca atraparon al hombre que lo mató.
22
―Lo siento tanto, William. ―No sé cómo alguien se repone de una tragedia tan
grande en su infancia. Perder a mis padres había sido suficientemente duro, pero
William había perdido a su hermano de una forma corporifica.
―La peor parte fue la culpa. Podría haber sido yo fácilmente. ―La voz de
William estaba cargada de emoción cuando me miro parpadeando. Estaba tratando
duramente de alejar las lágrimas― Debí haber sido yo, Olivia.
―No digas eso. ―Lo tomé de la mano y le di un apretón―. No debería haber
sucedido en absoluto.
William cerró sus ojos y respiró profundamente, dejándolo salir despacio.
Cuando los abrió de nuevo, su azul puro había vuelto y estaba de nuevo en el
presente.
―Deja de mirarme de esa forma ―dijo él con una sonrisa avergonzada.
―No puedo evitarlo. ―Moví mi cabeza con incredulidad―. Acabamos de tener
un momento.
―Así es. Y todavía estas aquí. ―William besó mi frente.
―Que puedo decir, me gustan los chicos emocionalmente desestabilizados. Con
un toque de estar totalmente jodidos.
William me dio un codazo en el costado y yo chillé.
―Y a mí me gustan las mujeres dañadas. Con solo un toque de locura.
―Creo que eso nos hace encajar perfectamente entonces. ―Me puse de rodillas
y me desperecé. La comida ya debería haber empezado.
―Creo que hemos probado eso en más de una ocasión. ―Él agarró el dobladillo
del jersey que estaba usando pero yo me escurrí lejos. Reconocí su sonrisa
juguetona pero si me rendía ahora, me iba a perder la cena. Y estaba empezando a
sentirme hambrienta―. Ese jersey luce un millón de veces mejor en ti.
―No estoy de acuerdo.
―Puede que tengas razón. Luciría incluso mejor tirada en el piso justo ahora.
―William me atrajo hacia él de nuevo pero esta vez golpeé su mano―. Ow.
―Tenemos que bajar. Tu madre va a clavarme un cuchillo si no aparecemos.
William gimió.
―Cinco minutos más. Lo prometo. Solo dame cinco minutos más y después
podemos hacer frente al pelotón de fusilamiento.
Abrió sus brazos y ladeó su cabeza, haciendo que fuera imposible resistirme a
él.
23
―Bien. Tú ganas. ―Me acurruqué en sus brazos y cerré los ojos. Aquí era a
donde pertenecía. Abajo era donde sólo pertenecían los masoquistas. Llegamos
con diez minutos de atraso a la comida lo que significaba que ya habían
terminado. Jean me lanzo una sola mirada y casi vomita todo lo que acababan de
terminar de comer. Yo todavía estaba usando el jersey de William, por su
insistencia, al menos esta vez con los pantalones puestos. Pero nada más.
Decidimos cumplir nuestra promesa de usar menos ropa.
―Bien por ustedes que han decidido unírsenos ―dijo Jean, con el rostro a
punto de quebrarse por lo mucho que fruncía el entrecejo hacia mí. El padre de
William, Bill, le dio a su esposa una mirada mordaz que ella decidió ignorar.
―¿Perdiste tu reloj William?
William sacó una silla para mí y me apretó los hombros mientras me sentaba.
Era una sensación rara sentarse a comer con la familia de William usando su jersey
y sintiendo mi vaquero frotar sin obstáculos mi área más sensible.
Jean seguía apuñalándome con la mirada, pero esta vez dirigió su ira a William.
―De todos los días, ¿cómo puedes comportar de esta manera hoy?
―Mamá, no empieces. ―William alcanzó su vaso de agua y vi que su mano
estaba temblando.
―Bob sacó a los chicos de la escuela para estar aquí. Cessily dejó el trabajo
para estar aquí. ―Jean movió los hombros cuando Bill intentó poner una mano
que la calmara en sus ellos―. No me calmaré. No hoy. No creo que sea mucho
pedirte que pases el día con tu familia en vez de joderte a una extraña en tu
habitación toda la tarde.
―Mamá. Estás fuera de línea. ―William se paró, derribando su agua en el
proceso. Nadie hizo un intento por limpiar el desastre―. Olivia no es una extraña.
Es la persona más importante en mi vida en este momento y necesito estar hoy
con ella. Crees que este día es sólo difícil para ti, pero estás equivocada. No eres la
única que lo extraña y se siente culpable por lo que pasó.
Mientras William se alejaba de la mesa, sus hermanos intercambiaron una
mirada. Me sentí totalmente fuera de lugar junto a ellos. Jean dejó la mesa
segundos después y Bill disgustadamente fue detrás de ella.
―Perdón, ¿qué tiene de especial hoy? ―le pregunté a Cessily silenciosamente,
esperando que los otros no oyeran.
24
―Asumo que William te hablo sobre nuestro hermano, Chris. ―Cessily ocultaba
lágrimas en sus ojos―. Hoy es el vigésimo quinto aniversario del día en el que
desapareció. Decidimos encontrarnos en esta montaña porque nuestra familia solía
pasar las vacaciones aquí todos los años. Era uno de los lugares favoritos de Chris.
―Bueno, mierda. ―Eso explicaba mucho. Eso explicaba por qué William había
estado tan nostálgico y dispuesto a compartir conmigo. Eso explicaba por qué su
familia entera se había reunido un fin de semana cualquiera en Enero. Y eso
también explicaba por qué Jean estaba tan disgustada con mi presencia―.
Entonces yo no pertenezco aquí.
―Oh, Olivia. No. No dejes que Jean te alcance. ―Cessily apretó mi mano―.
William te necesita aquí. Tú eres la única persona en veinticinco años que ha
dejado entrar dentro de su vida. Por favor no te vayas.
Estaba en conflicto. Este era claramente un fin de semana importante para la
familia, y no necesitaban una extraña rondando, haciendo las cosas incómodas.
Pero Cessily parecía tan sincera, y William estaba en el borde. No podía dejarlo.
―Voy a ver si me habla. Discúlpame. ―Me detuve en la cocina y agarré dos
vasos y una botella de whisky. Si en alguna ocasión necesitaba estar sin hielo, era
esta.
Chequeé el primer piso y no encontré nada. La habitación de William también
estaba desierta, pero la puerta que conducía afuera estaba abierta. Lo encontré
apoyado sobre la barandilla, mirando hacia el lado de la montaña.
―No saltes. ―Noté que sus hombros se hundieron con el sonido de mi voz.
―¿Porque me extrañarías mucho? ―Su voz sonaba increíblemente triste.
Apoyé los vasos en la barandilla y abrí la botella de whisky.
―Sí, pero también porque después tendría que beber sola. Y eso es patético.
Vertí dos dedos dentro de cada vaso y le tendí uno a William. Se rió mientras
tomaba el vaso y mi corazón saltó con el sonido de su risa. Verlo tan torturado era
una miseria para mí.
―Perdón por el desmadre de abajo. ―El tomó un largo, lento trago.
―Por favor. Eso no fue nada. ―Me incliné contra él hasta que puso su brazo a
mi alrededor. Su cuerpo estaba caliente y yo me estaba congelando con su jersey.
Me escondí debajo de él y lo mantuve cerca.
―Te olvidaste de mencionar todo sobre el aniversario. Esa no fue una sorpresa
placentera.
25
―Sí… perdón por eso. No sé porque no te conté esa parte. ―William presionó
sus labios en mi cabeza, justo sobre la línea del cabello. Rozaron ligeramente la
descolorida cicatriz que continuaba hasta mi oído, un regalo de Paul.
―Está bien. Todos tenemos cicatrices que tratamos de ocultar ―dije.
―En efecto. ―Arrastró besos a lo largo de mi cicatriz hasta que sus labios
alcanzaron mi oreja―. Tengo algo más que quiero decirte, Livy.
―Estoy escuchando. ―Yo realmente esperaba que no tuviera otro hermano
muerto. No creía poder manejar otra revelación tan profunda.
William fue incluso más profundo.
―Estoy enamorado de ti.
Realmente dejé de respirar. El silencio era ensordecedor. Al menos en Chicago
cuando no podías pensar en qué decir, la ciudad te proveía una buena banda
sonora de tráfico y gente. En la punta de una montaña, la única cosa que escuchas
es tu voz interior, gritándote para que digas algo.
―De todos modos ―dijo William, tosiendo incómodamente―, solamente pensé
que deberías saberlo.
―Me alegra que me lo dijeras. ―Me quería golpear a mí misma en la frente.
―Deberíamos volver adentro. ―El brazo de William se deslizo fuera y yo estaba
abrumada por el frio―. Voy a encender una fogata.
―¡William, espera! ―Lo detuve en la puerta. De repente, escuché la voz de mi
amiga Lana, diciéndome que no tomara excusas. La vieja señora del aeropuerto
estaba de vuelta, también, gritándome que no cagara este momento―. Yo
también.
Su cabeza se inclinó con incertidumbre y lo alcancé, envolviendo mis brazos
alrededor de su cuello y poniéndome de puntillas, así mi cara podía estar al mismo
nivel que la suya.
―Estoy enamorada de ti, también.
William exhaló como si hubiera estado conteniendo el aliento durante días.
―Gracias a Cristo ―dijo con una sonrisa de alivio―. Esta noche se estaba
poniendo bastante incómoda.
Me reí y lo besé duramente.
―Encendamos ese fuego.
Encendimos varios fuegos los siguientes días, en la estufa y en la cama. William
parecía determinado a pasar la mínima cantidad de tiempo con su familia. Incluso
26
me convenció de intentar esquiar, pero después de fallar por quinta vez, renuncié.
Justo unos minutos después de que regresara a casa, William apareció. Afirmó que
las pistas estaban muy congeladas, pero después admitió que me extrañaba. Los
dos sabíamos que cuando volviésemos a Chicago tendríamos que reasumir
nuestras vidas. William volvería a ser mi jefe, y nuestra relación volvería a ser un
secreto.
En nuestra noche final en Utah, forcé a William a quedarse abajo con su familia.
Ellos seguramente me odiaban, pero a él le querían. Y muy dentro de mí
sospechaba que William les quería también.
Retrocedí hacia el rincón más alejado de la habitación, sosteniendo mi copa de
vino y viendo como los Connors se comportaban de una manera semi-funcional.
Bill y Bob estaban viendo un partido de futbol en la televisión. Toni estaba metida
en su teléfono como siempre. William estaba de cuclillas en el suelo jugando a un
juego inventado con sus sobrinos. El juego juntaba a monstruosos camiones y
Barbies, y mientras observaba a William hacerle cosquillas a su sobrina, sentí un
poco de debilidad en las rodillas. Si todavía no me lo hubiera admitido a mí
misma, habría un momento en el que me daría cuenta que estaba locamente
enamorada de William Connor.
―No es justo, ¿no? ―me ataco Cessily, moviendo una botella de vino. Sostuve
mi vaso para que lo rellenara.
―¿Qué no es justo?
―Él. ―Ella movió su cabeza hacia William―. Es inteligente. Divertido. Dirige una
ridículamente exitosa compañía. E incluso siendo mi hermano pequeño, tengo que
admitir que es atractivo. Y por encima de todo eso, es probablemente el mejor
chico que conozco.
Bebí la mitad de mi vaso de vino.
―Cuéntamelo a mí.
Cessily sonrió.
―Estás enamorada.
Me congelé mirándola, pero su sonrisa era contagiosa.
―No tenía ni una posibilidad contra el encantador William Connor.
Cessily miró a William, luego a su madre. Jean había estado sentada
calmadamente en la silla cerca de la ventana, mirando a sus nietos. Al menos, eso
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era lo que había pensado. Pero ahora que miraba de cerca, vi que ella estaba
mirando a William.
―Sé que Jean se comportó terriblemente contigo, y no hay excusa para eso,
pero está más dañada de lo que piensan. ―Cessily tomó un trago de la botella de
vino―. Lo que pasó con Chris casi destruye nuestra familia. Nosotros éramos un
desastre, pero mi madre perdió a su hijo. A su pequeño niño. ―Ella me miró
formalmente―. Para empeorarlo, ella también tiene a Will. La dúplica exacta del
chico que perdió. Un doloroso recuerdo de lo que le arrebataron. Los primeros
años, ella a veces lo llamaba Christopher. Sólo se le escapaba de la boca. Eso
traumatizó a Will, pero casi mata a Jean.
―Eso es horrible. No lo había pensando de esa manera. ―Pobre William. Por
los últimos veinticinco años había estado viviendo con la sombra de su hermano
muerto colgando sobre él. Incluso me empecé a sentir mal por Jean.
―La pillé mirándolo ―dijo Cessily―. Incluso ahora, es como si pudiera seguir
viendo a Chris sentado al lado de Will.
William sintió que tenía audiencia y miró hacia arriba, una sonrisa perfecta en
su rostro. Le sonreí de vuelta, deseando que estuviéramos solos para así lo
tomarlo en mis brazos y quitarle esos años de dolor. De repente sentí que estaba
siendo observada también, y cuando miré hacia Jean, ella no me estaba mirando.
Me llamó la atención y ligeramente asintió con la cabeza. Para Jean, eso era el
equivalente a un gigantesco abrazo de oso.
Me agaché junto a William y él paso una mano tiernamente por mi mejilla.
―¿Qué pasa con la sonrisa? ―dijo él.
―Creo que tu madre se está volviendo agradable conmigo. ―El frunció una
ceja―. Positivo, luces adorable con una Barbie en tu mano.
William se ruborizó.
―Me estoy poniendo en contacto con mi lado femenino.
―Tío Will. Deja de hablar y ponle este vestido a la Barbie. ―La sobrina de
William, Callie, puso un vestido rosa en la mano de su tío. William frunció el ceño
y la miro inexpresivamente.
―¿Qué está mal?¿Estabas esperando por algo sin mangas? ―No podía no
burlarme de él.William bajó su voz y se inclinó más cerca.
―Soy realmente bueno en la parte de desvestir ―dijo con un guiño―. Este no
es exactamente mi fuerte.
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―Hombres. ―Negué con la cabeza a su sobrina y tomé la Barbie y el vestido―.
Son de tan incapaces a veces.
Callie se rió y rodó sus ojos hacia él.
―Tú eres incapaz, tío Will ―asintió.
Después de que los chicos se fueran a la cama y los adultos estuvieran hechos,
William me acorraló en la cocina y me hizo pagar por mi broma.
―Volviste a Callie en mi contra ―dijo con una seriedad exagerada―. Eso
realmente dolió.
―No tenía idea de que fueras tan sensible. ―Fingí remordimiento―. Prometo
nunca volver a molestarte de nuevo por jugar a las Barbies.
―Creo que estás perdiendo el punto ―dijo.
―Solamente me alegro de que nuestra relación sea un secreto en el trabajo. De
otra manera habría tomando una foto y la habría enviado a todo el mundo en
Gravity. ―Sonreí dulcemente.
―Oh, ¿esta es la manera en que vamos a jugar? ―La sonrisa de William era
pura maldad―. Estoy bastante seguro de que podría tomar algunas fotos
incriminatorias tuyas también.
―Buen punto. ―Le tendí la mano―. ¿Tregua?
William miró mi mano y negó con la cabeza.
―No apretón de manos. Vamos a sellar este trato de una manera mucho más
divertida.
Con eso, me agarró y me tiró por encima de su hombro. Después de subir dos
tramos de escaleras conmigo colgando sobre él, golpeando su culo, William estaba
sin aliento.
Una vez que mis pies estuvieron en el suelo, me sentí lo suficientemente
valiente para continuar mi broma.
―Tal vez necesitas sentarte un poco. Tomar un descanso ―sugerí, mitad
bromeando.
―¿Crees que no puedo manejar esto? ―preguntó William a la defensiva.
―No lo sé. ―Me encogí de hombros―. Si crees que estás listo para eso,
demuéstramelo.
Los ojos de William brillaron y el sonrió.―Desafío aceptado, Olivia Harris.
29 Capítulo 4
Traducido por val_mar
Corregido por Meellc
La familia de Will se fue a la mañana siguiente y disfrutamos unas pocas horas
felices hasta que tuvimos que partir al aeropuerto para tomar nuestro vuelo. Era
lunes y deberíamos haber estado trabajando pero Will me aseguro que Gravitiy
podría sobrevivir sin mi por un día más.
Me consentí con un largo baño después de que Will desapareciera en la oficina
de su casa. Él tenía que convocar una conferencia que iba a tomar la mayor parte
de la mañana así que intente ocuparme en nada erótico como fuera posible.
Después de mi baño, me metí en una fina bata y escaneé la habitación por algo
que me mantuviera entretenida.
Sequé mi cabello. Me apliqué algo de maquillaje. Empaqué y reempaqué mi
maleta. Incluso intenté leer un libro. Pero nada funcionó. Sabiendo que Will estaba
tan cerca hacía imposible concentrarme en algo más.
Caminé de puntillas por el pasillo y presione mi oído en la puerta de su oficina,
solo para ver si su llamada había terminado. Cuando toqué la puerta, se abrió y vi
a Will paseándose enfrente de un largo escritorio de madera. La voz de otro
hombre rugía del altavoz del teléfono.
—Este es tu problema ahora, Connor. Te escribí un cheque para hacer este tu
problema en lugar del mío.
Will se recargo en el escritorio. Podría decir que sus hombros estaban tensos.
—Te puedo asegurar que tomo la responsabilidad de Gravity encima de este
problema muy seriamente, pero esto no deja de ser tu problema.
—No jodas conmigo Connor. Mi compañía esta en la mierda, mis niños me
odian y mi esposa es una perra que no ha tocado mi pene en tres años. Si no
puedes hacer que este problema se vaya, necesito que me digas ahora así puedo
encontrar alguien que pueda arreglar esto.
Quien fuera que le estaba gritando a Will continuó arrojando una perorata de
maldiciones e insultos.
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Will se volteo lejos de su escritorio, girando como si supiera que yo estaba ahí.
Sonrió y puso un dedo en sus labios, haciéndome un gesto para que pasara.
Abrí la puerta tan silenciosamente como fue posible y Will presionó el botón de
silencio en el teléfono.
—Dennis Jeffries esta siendo investigado por el gobierno por malversación de
fondos de sus clientes —explicó él.
Dennis Jeffries era dueño de las primeras más grandes inversiones de Chicago.
—¿Lo hizo? —pregunté, no era que importara. Nosotros actualmente
preferíamos que nuestros clientes fueran culpables. Los inocentes no necesitaban
mucho de las crisis de gerencia.
—Por supuesto que lo hizo. —Will activo el teléfono—. Dennis volveré a la
ciudad más tarde esta noche. Pienso que deberías venir a la oficina en la mañana
así podremos discutir esto en persona.
—¿Estas intentando librarte de mi, hijo? Soy un poderoso hombre y si quiero
hablar todo el día, será mejor que escuches. —Will golpeó el silencio de nuevo.
—Únicamente los que ejercen un poder, juegan así —explicó, su mandíbula
apretada y sus ojos de tormenta.
Me di cuenta por primera vez que estaba vestido en su atuendo normal,
pantalones grises de traje y una camisa rayada de vestir. Este era el Will Connor
que la gente no se atrevería a molestar.
Dennis Jeffries estaba a punto de aprender una lección.
Yo aun estaba llevando la bata y Will llegó más allá de la cinta holgada. Deje
que cayera abierta y se deslizara de mis hombros hasta que yacía en un montón a
mis pies. Muy lentamente, tomé asiento en su escritorio, separando mis piernas. La
respiración de Will se detuvo y dio un paso entre mis piernas. Su mano se deslizo
en mi pierna a través de mi muslo a una velocidad rápida hasta que su dedo
estuvo dentro de mí y su pulgar estaba presionando mi clítoris.
Me moví contra su mano y dejé escapar un gemido, alegre de que aun el
teléfono estaba en silencio. Dennis no había dejado de hablar. Will añadió un
segundo dedo a su exploración, y activo el teléfono.
—Dennis, entiendo la urgencia de la cuestión, te lo aseguro. Pero podemos
hablar de esto en la mañana cuando este de vuelta en la ciudad.
Will empujó sus dedos y los saco rápidamente, frotando exactamente en el
lugar correcto. Mordí mi labio y me abstuve de gimotear mientras Dennis se
31
quejaba. Estaba agonizando por dejarme ir pero me tenía que contener. Decidí que
Will necesitaba estar sufriendo tanto como yo así que estiré la mano y desabroche
su cinturón tan calladamente como pude. Después deshice el botón de sus
pantalones, baje el cierre rápidamente y empuje mi mano dentro.
Lo escuche jadear mientras cerraba mis manos en su dureza. Él regresó el favor
pegando su lengua en mi boca, moviéndola dentro y fuera igualando lo que sus
manos estaban haciendo abajo. Utilice mi mano libre para explorar sus bolsillos
sintiendo la emoción del triunfo cuando sentí el familiar paquete de aluminio en la
punta de mis dedos. Todo el tiempo que Dennis continuó su discurso.
Al último, Will tenía suficiente.
—Dennis. Ven a la oficina mañana. No me llames de vuelta hoy o Gravity
negará la representación.
Él golpeó el botón que puso fin a la llamada y soltó un gruñido frustrado. No
podía decir si era por la llamada o por mí.
—Diría que la llamada salió bien. —Tiré de sus pantalones y ropa interior hacia
abajo, frotando su erección.
Will extrajo sus dedos y me jaló al borde del escritorio, me tendí de espalda
mientras él ponía el condón en su lugar. Cuando terminó se colocó sobre mí y
pude sentir su erección presionando en mi contra. Con sus manos a ambos lados
de mi, él dijo:
—Esa fue probablemente mí mejor llamada jamás.
—Suficiente de sexo telefónico. —Separé mis piernas incluso más amplio y me
moví en contra suya. No dándole otra opción más que tomarme en ese momento.
Descubrimos que el escritorio tenía la altura perfecta para tener sexo. Mientras
Will agarraba mis caderas y se estrellaba dentro de mí, mi columna golpeaba
contra el escritorio. Era doloroso, pero muy poco, y me pareció que solamente
agregaba placer al empuje de Will. Todos los empujes dentro de mí eran más
duros que el anterior, y era lo más rápido que él me había llevado al orgasmo.
Mientras mi cuerpo apretaba violentamente y se liberaba, Will continuó
conduciéndose dentro de mí. Después de sólo unos pocos aplastamientos contra el
escritorio, se dejó perder con un gruñido final.
Satisfecho, me besó duro en los labios.
—Necesitamos hacer del tener sexo en la oficina una situación más regular.
32
—Concuerdo. —Había sido un poco rudo, si, pero también había estado
grandiosamente bien. Si, el duradero sexo tierno fue maravilloso, pero algunas
veces una chica sólo necesitaba un rapidito.
Will me ayudó a levantarme y jalé la bata a mí alrededor, haciendo el mejor
esfuerzo por ocultar la punzada de dolor que sentía en mi espalda.
—De acuerdo a las noticias, había una gran tormenta dirigiéndose hacia aquí.
Llamé y nos dieron un vuelo más temprano. Necesitamos dirigirnos al aeropuerto
más o menos en una hora.
—Supongo que debo de vestirme. —Hice un gesto a la bata—. A menos que
pienses que esto es considerado apropiado para llevar en un vuelo.
—Ciertamente haría los registros del TSA2 más interesantes. —Will me siguió a
la habitación.
Se ocupó empacando su maleta mientras yo me vestía lentamente. Mi espalda
estaba realmente magullada. Tenía mi ropa interior y mi sostén en su lugar cuando
Will me escucho hacer una mueca de dolor mientras intentaba ponerme unos
jeans.
—¿Qué pasa? —pregunto, localizando el rojo en mi espalda—. Mierda, Olivia.
¿Por qué no dijiste nada?
—No es gran cosa. —Intenté encogerme lejos pero eso únicamente me hizo
hacer una mueca de dolor otra vez—. Honestamente. A penas lo sentí en el
momento.
Will vino para obtener una mirada de cerca. Sus manos se movieron encima del
largo de mi espalda trabajando una poderosa curación en el proceso.
—Ya estas empezando a tener moretones —dijo, muy suavemente.
—Me avergüenzo fácilmente. Honestamente, estoy bien. Lo prometo. —Para
probar el punto, me puse un botón azul claro abajo y rápidamente trabaje los
botones.
—Livy —dijo Will, tomando mis manos—. Tienes que decirme si te lastimo. No
quiero ser ese chico.
—Te conozco. Y no lo eres. —Levante nuestras manos entrelazadas y besé cada
nudillo—. Disfrute cada minuto de nuestra actividad en el escritorio. Lo juro.
2 Administración para la Seguridad en el Transporte de los Estados Unidos (TSA por sus siglas en
inglés).
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Will no se veía convencido pero me dejó terminar de vestirme. No fue hasta
que estábamos en el camino al aeropuerto que él lo trajo de nuevo a colación.
—¿Cómo te estás sintiendo? —Él posó sus ojos lejos del sinuoso camino por un
segundo.
—Cansada. —Fingí un bostezo—. Este maníaco del sexo salvaje no me había
dejado una noche completa de sueño el fin de semana.
—En serio, Liv. ¿Cómo está tu espalda? —Will estaba tomando mi mano y
pasaba su pulgar sobre mis nudillos.
No podía creer el efecto que un toque en mi mano podía tener en el resto de
mi cuerpo.
—Will, por favor, déjalo pasar. No quiero pelear contigo por esto.
—No estamos peleando. Sólo quiero asegurarme de que estas siendo honesta
conmigo. —Will piso el acelerador mientras salía a la carretera—. Claramente te
lastime, así que podrías parar de negarlo.
Tomé mi mano de vuelta.
—Will, lo que tu viste no fue nada. He sido lastimada mucho peor que eso.
Tan pronto como las palabras salieron de mi boca quería tomarlas de vuelta. Era
absolutamente la cosa equivocada para decir. Sólo había traído a la superficie la
única cosa que sacaba de sus casillas a Will.
—Ese hijo de perra —dijo sabiendo que yo había estado hablando de Paul.
Podía escucharlo rechinar los dientes y apretar el volante tan fuerte que sus
nudillos estaban blancos.
—Eso no es lo que quise decir. —Excepto que lo era—. Sólo estaba tratando de
señalar que lo que le pasó a mi espalda era un acto consensuado. Podría haber
dicho que te detuvieras si realmente lo hubiera querido, y sé que tú lo habrías
hecho. Pero no quería que pararas.
Will se negaba a mirarme. Él seguía pensado acerca de las diferentes maneras
en que iba a vengarse de Paul si lo conocía.
Desabroché mi cinturón de seguridad y me acerqué más él. Tenía a horcajadas
la palanca de cambios, pero no me importó. Coloqué una mano en el muslo de
Will y lo bese en la mejilla.
—Sé que nunca me lastimarías intencionalmente, Will. Y te amo por eso.
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Apoyé mi cabeza en su hombro y esperé para que él respondiera. Después de
una breve vacilación, dejó salir un suspiro y envolvió su brazo alrededor de mí,
besando la cima de mi cabeza.
—Te amo por muchas razones, Livy.
Llegamos al aeropuerto con buen tiempo y para el momento que abordamos el
avión, nuestra tensa conversación estaba olvidada. También descubrí porque Will
volaba en la clase de negocios.
—No soy un snob —insistió mientras bromeé acerca de nuestra mejora. Espero
por mí para que tomara el asiento de la ventana—. Sólo no me gusta volar.
—Pero vuelas todo el tiempo. —Sacudí mi cabeza en admiración. Su nueva
expuesta vulnerabilidad únicamente lo hacía más atractivo.
—Eso no es lo que quise decir. —Miró alrededor nerviosamente—. Hay pocas
personas en la clase de negocios y por lo tanto pocas personas me ven tener un
ataque de pánico.
—Estas bromeando, ¿verdad? —Pero una mirada a su rostro dijo que él estaba
siendo serio—. No puedo creer que seas un volador nervioso. Esto es tan
fascinante.
—Bueno, estoy contento de que puedo divertirte. —El rostro de Will se volvió
muy sombrío y en realidad lucia ligeramente enfermo.
Tanto como quería seguir bromeando, su evidente malestar estrujó mi corazón.
Tome su mano y besé su mejilla.
—Supongo que tengo que agregar esto a la lista.
—¿Qué lista?
—La lista de sorpresas y hechos adorables sobre Will Connor. Creo irá encima
de tu fobia al color naranja y debajo de tu inhabilidad para vestir una muñeca
Barbie. —Esta vez besé sus labios y luego recosté mi cabeza en su hombro.
—No tengo fobia al color naranja. Sólo no me gusta. —Will apoyó su cabeza
contra la mía y suspiró con satisfacción—. Creo que no me importaría volar si
siempre fuera así.
Cambió de opinión muy rápidamente una vez que el avión despegó. Sentí su
respiración atrapada en su garganta mientras las ruedas dejaron la pista. No fue
hasta que estábamos en las nubes que empezó a respirar regularmente. Él
finalmente se estableció un poco una vez que alcanzamos la altitud de crucero y
empezó a trabajar furiosamente en su laptop. Estaba completamente exhausta y
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dormité a su lado la mayoría del vuelo. Ocasionalmente, abriría mis ojos y lo
atrapaba mirándome. Él sonreía y frotaba mi pierna y me volvía a dormir.
—Lo hicimos —dije, estirándome adormilada mientras el avión preparaba su
aterrizaje—. ¿Tuviste un buen vuelo?
—Entretenido. —Will alisó mi cabello de dormir—. Te preguntaría lo mismo,
pero basado en cuan alto estabas roncando diría que fue un próspero vuelo para
ti.
—No ronco. —Le saqué la lengua.
—Sr. Connor —la auxiliar de vuelo nos interrumpió—. Espero que haya tenido
un vuelo agradable.
—Estuvo bien, Courtney. —Will tomó los abrigos que ella le tendió—. Gracias.
Ella le sonrió y luego me disparó una mirada irritada antes de alejarse. Me
desagradó inmediatamente, con su cabello perfecto y falsa sonrisa.
—¿Courtney? ¿Nombre de pila con la azafata?
—¿Sólo porque ella es una azafata no debería saber su nombre? —Will sacudió
su cabeza. Se levantó y espero por mí para caminar al pasillo—. Eso es bastante
snob de tu parte, Olivia.
Reí.
—Por favor. No eres tan ajeno.
Me miró sin comprender.
—Ella absolutamente quería follar. Probablemente contra la pared del pequeño
baño del avión. —Me dirigí por el pasillo, deteniéndome cuando el hombre en
frente de mi anudo el lazo de su zapato. Para el registro, reconozco que estaba un
poco loca. Pero Will dijo que le gustaba un poco loca.
Will mofándose:
—No seas vulgar, Olivia. Los celos no son un rasgo atractivo.
—¿Estás diciendo que no soy atractiva? —Tuve luchar para ocultar una sonrisa.
El atasco del tráfico había sido despajado y yo continúe moviéndome lejos de Will.
Él me alcanzó en la puerta.
—¿Qué pasó? —Will me jaló al lado y corrió una mano a través de su cabello—.
¿Estás seriamente enojada conmigo ahora mismo?
No podía mantener la sonrisa lejos por más tiempo.
—Ni siquiera un poco. Pero amo jugar contigo.
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—Cristo, Olivia. Eso no fue divertido. —Los ojos de Will brillaron y ya no
encontré lo que había hecho para estar en absoluto divertida.
—Lo siento, Will. Estaba molestando. Te encontrabas tan tenso después del
vuelo. —Me acerqué a él y lo miré inocentemente—. Debería ser castigada por
esto.
—Oh, no, no debes. —Will intentó dar un paso lejos pero ya tenía mis brazos
alrededor de él—. Esto no está funcionando.
—¿No lo está? —Presioné mi cuerpo contra el suyo y deslicé una mano entre
nosotros hasta que estaba agarrando su entrepierna—. Seguro que se siente como
que está funcionando.
—Joder. Bien, pero no aquí. —Will sonrió de mala gana—. Vamos a casa.
—Sí —coincidí, amando el sonido de esa palabra de sus labios—. Casa.
37 Capítulo 5
Traducido por Je_tatica
Corregido por Gaz
Cuando William me dejó en mi casa a la mañana siguiente, todo entre nosotros
era perfecto. Llevó el bolso a mi puerta y nos besamos como adiós durante diez
minutos. A pesar de que nos veríamos en el trabajo en menos de una hora,
ninguno de los dos quería dejarlo ir. Pero lo hicimos. No lo sabía entonces, pero
ese fue el final perfecto para nosotros.
La situación con Dennis Jeffries no había desaparecido. Pasé horas cavando a
través de sus registros financieros, buscando alguna manera de explicar su
descarada malversación. Al final del día, estaba exactamente donde había
empezado y estaba claro que el señor Jeffries se dirigiría a la cárcel.
—Malas noticias —le dije a William al final del día. Me llamó a su oficina para
discutir los próximos pasos—. Está jodido.
—Me lo imaginaba. —William se acomodó de nuevo en su silla, con los pies
sobre la mesa, lanzando una pelota antiestrés en el aire—. ¿Qué opciones
tenemos?
—¿Legalmente o desde un punto de vista P.R.?
—Las dos cosas.
—Legalmente, Jeffries va a la cárcel. Como abogado, sugiero que aceptes el
acuerdo con el fiscal. Se debe liquidar sus bienes y pagar todo lo que pueda. Pero
Jeffries no me parece que sea el tipo de hombre que admite que se equivocó. A
falta de una disculpa, lo mejor que puede hacer es mantener la boca cerrada.
Podemos hacer circular fotos de su familia, y probablemente sería bueno si las
cámaras de los noticieros pudieran verlo con su esposa. Tal vez incluso con los
nietos.
—Su familia lo odia. —Los pies de William aterrizaron en el suelo con un ruido
sordo y tiró la pelota antiestrés sobre el escritorio. Empezó a caminar a lo largo de
la habitación. Me di cuenta de que estaba sumido en sus pensamientos y se
detuvo frente a mí bruscamente—. Necesitamos una disculpa. Tiene que aceptar la
oferta sobre la mesa.
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—Estoy de acuerdo. —Eché un vistazo a su escritorio—. Hablando de "sobre la
mesa…”
William me miró.
—Ahora no, Olivia.
Mi cara se puso caliente a su reproche. Nunca me había hablado de esa manera
y no estaba segura de cómo responder. Normalmente, habría dado actitud
correcta hacia él, pero en ese momento, no estaba segura de sí era mi novio o
William Connor mi jefe.
—Voy a reunirme con Dennis otra vez mañana. Probablemente debería estar en
esa reunión.
—Está bien. —Esperé a que dijera algo más acerca de la reunión, o tal vez
pidiera disculpas por pisotearme pero mantuvo sus labios apretados en una
delgada línea dura—. Si eso es todo, me voy.
William asintió.
—Mañana probablemente sea intenso. Hay que ir a casa.
—¿Qué casa? —No estaba tratando de retarlo, pero, sinceramente, no sé si él
estaba hablando de su casa o la mía.
—Tu casa —dijo—. Voy a estar trabajando hasta tarde esta noche.
—Está bien. Buenas noches, William. —Tenía la esperanza de que podría por lo
menos darme un beso, pero tenía demasiado orgullo para esperar que él hiciera
un movimiento.
Me detuvo con la mano en la puerta.
—Olivia.
Sabía que después de una mirada en su cara que lo que había sucedido entre
nosotros en Utah había terminado. Él no podría mirarme a los ojos.
—¿Qué, William? —Fue difícil para mí hablar alrededor del nudo que se formaba
en mi garganta.
—Buenas noches. —Se apartó de mí y me quedé con la cabeza alta al salir de la
oficina.
Estaba en la cama a las nueve de la noche sola. Sin embargo, me las arreglé
para no tener ni un minuto de sueño. No podía dejar de pensar en William y lo
mucho que había cambiado en un solo día. El juguetón, considerado, dañado
William de Utah había sido reemplazado por un impostor abrasivo frío. O tal vez el
William de Utah fuera el impostor. En cualquier caso, cualquiera que fuera la
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fantasía que pude haber tenido alrededor de un “felices para siempre” después
con él había sido borrada.
Nuestra reunión mañanera con Dennis Jeffries fue brutal. Él nos gritó durante
dos horas cuando sugerimos que tomara el acuerdo con la fiscalía. William trató
de razonar con él, pero sólo empeoró las cosas.
—No entiendo por qué estoy pagando dinero para que me den este consejo
ridículo. Está claro para mí que no han pasado nada de tiempo para descubrir una
solución a este problema.
—Escucha, Dennis. —No tenía paciencia para seguir de soportar sus quejas.
William había cortado mis intentos previos de interponerme, pero no iba a dejar
que eso volviera a suceder. Jeffries necesitaba escuchar la verdad—. Eres un ser
humano miserable. Se llevó el dinero de sus clientes. El dinero de las personas que
dependían de los fondos universitarios, casas de ensueño y jubilaciones. Se merece
ir a la cárcel.
—¡Olivia! —William gritó mi nombre, me advirtió de que había cruzado la línea.
No me importaba.
—De hecho, eso es exactamente hacia dónde se dirige. Es culpable, y nada de lo
que hagamos va a cambiar eso. —Empujé una pila de papeles hacia él—. Aquí está
la prueba. Lo mejor que puede hacer ahora es tomar el acuerdo. Declararse
culpable y pedir una disculpa pública. Si tiene suerte, podrá pasar los próximos
diez años en prisión y salir a tiempo para ver a sus nietos graduarse de la escuela
secundaria. Pero si continúa siendo un trasero dolorido, va a pasar los próximos 25
años en la cárcel, y se lo perderá todo.
Los ojos de Jeffries ardían con furia pero no podría impórtame menos. Empujé
mi silla y me levanté.
—De cualquier manera, vamos a cobrar su cheque y seguir adelante. Usted es el
único que tiene algo que perder, y en este momento, tiene la capacidad de
minimizar el daño.
Esperé que Jeffries me gritara, o que William me ordenara salir de la habitación.
Ninguna de estas cosas sucedió.
—Connor, no sé dónde encontró a esta mujer, pero nunca me han hablado de
una forma grosera tan directa. —Jeffries siguió mirándome, pero ya no me dio la
impresión de que me estaba imaginando muerta.
—No está mal —dijo William en voz baja.
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—Lo sé. —Jeffries se volvió hacia él—. Me quedo con el trato.
Consideré que la reunión fue un éxito. Habíamos convencido a Jeffries para
hacer lo correcto, y sus víctimas obtendrían un cierre. William estaba menos
impresionado cuando me ordenó entrar a su oficina.
—No vuelvas a hacer eso otra vez. —Cerró la puerta de la oficina detrás de
nosotros.
—Hice lo que estabas demasiado asustado para hacer. —Crucé los brazos sobre
mi pecho y lo miré directamente a los ojos.
William me devolvió la mirada y finalmente suspiró.
—Tal vez sea así, pero yo soy el jefe.
—Lo sé. Confía en mí, lo sé. —Traté de pasar por delante de él para irme, pero
él me agarró del brazo. No dijo nada, pero me di cuenta que estaba tratando de
averiguar la mejor manera de dar malas noticias—. ¿Qué pasa, William? Estás
claramente enojado conmigo por alguna razón, y dudo que tenga nada que ver
con Dennis Jeffries.
—No estoy enojado contigo —dijo, pero no pudo mirarme a los ojos.
—Estás terminando esto, ¿no es así? —Yo no podía mantener lo herida fuera de
mi voz.
William finalmente me miró, y me di cuenta de que estaba sufriendo, también.
—Es lo mejor, Livy.
Tiré mi brazo y me reí a pesar de las lágrimas que llenaron mis ojos.
—Eres un cobarde. Simplemente admite que has estado jugando todo este
tiempo. Admite que eres como todos los demás, que eres exactamente el tipo
como el que pensé que eras la primera noche que pasamos juntos. Porque sé que
no eres realmente el hombre que fingiste al estar en Utah. Ese hombre era sólo
una gran mentira.
—Livy, por favor, trata de entender. —William me alcanzó de nuevo, pero me
aparte—. No quiero hacerte daño. Estoy tratando de salvarte de lo que va a
suceder.
—No necesito que me salves, William —le dije—. De hecho, creo que es hora de
que me salvé yo misma.
Tiré mi cabello hacia atrás mientras me marchaba de su oficina, haciendo todo
el camino hasta el cuarto de baño antes de que las lágrimas comenzaran a caer.
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Me odiaba por llorar por William. Me sentía destrozada, y yo odiaba esa sensación,
así que tome mi teléfono.
Thomas respondió al primer timbrazo.
—Livs. Estaba a punto de llamarte. Hoy ha sido una mierda total. ¿Quieres que
quedemos para tomar una copa? ¿O doce?
—Por supuesto. —Me encantó que Thomas y yo nos conociéramos desde hace
tanto tiempo que no teníamos que darnos explicaciones—. Todavía te debo por el
comportamiento loco de William en el bar. ¿Quieres venir a mi casa? Te voy a
hacer la cena.
—¿Con postre? —Tenía debilidad por mis postres.
—Por supuesto. —Una buena comida, postre azucarado y varias bebidas era
justo lo que necesitaba para olvidarme de William, al menos por unas horas.
A las ocho en punto, los platos estaban limpios y las dos botellas de vino vacías.
En el momento en que teníamos todo ventilado sobre nuestros asuntos
personales, estábamos listos para abrir la tercera botella.
—William es un total idiota, Liv. Estás mejor sin él. —Thomas derramó un poco
de vino mientras se volvía a llenar el vaso, pero yo estaba demasiado borracha
para atender.
—Bueno, Sophia es una pesadilla. Ella te trata terrible. —Me acerqué al sofá
para que Thomas pudiera sentarse a mi lado—. Eres un gran tipo, Thomas. Puedes
hacerlo mucho mejor.
—Así que nosotros, Liv. —Thomas golpeó su copa de vino contra la mía—. Por
nosotros haciendo lo mejor.
—Salud. —Tomé un buen trago de vino—. Sabes, yo solía tener un flechazo
hacia ti en la escuela secundaria.
—De ninguna manera. —Thomas sacudió la cabeza—. Yo era un gran idiota y tú
no querías tener nada que ver conmigo. Yo soy el que estaba enamorado
gigantemente de ti.
—Pssh. —Estaba en ese punto de la embriaguez donde las palabras llenas se
convertían en un desafío—. Deberías haberme invitado a salir. Totalmente habría
dicho que sí.
Thomas entrecerró los ojos hacia mí.
—¿Y si te invito a salir ahora?
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—¿Ahora? ¿A mí? —Mi voz era chillona. Sinceramente, no había pensado en
Thomas así durante años—. Creo que probablemente diría que sí.
Era cierto que Thomas era un gran tipo. Uno de los mejores hombres, en
realidad. También era guapo, inteligente y divertido. Cualquier chica sería
afortunada de contar con él. Y eso es lo que me dije cuando él se inclinó para
besarme.
Fue extraño al principio. Thomas era mi mejor amigo, y estábamos a punto de
alterar por completo el curso de nuestra relación. Pero yo estaba demasiado
borracha y demasiado herida para prestar atención. Todo lo que quería en ese
momento era sentirme cerca de alguien. Thomas haría bien para ese propósito.
Sus labios eran ásperos y desconocidos en los míos. Nos tomó un tiempo para
nosotros para aprender la topografía de cada uno. Cuando él puso sus manos
debajo de mi camisa, me estremecí. No estaba lista para dejar que otro hombre
pisara el territorio de William. No estaba dispuesta a aceptar que él se había ido.
Pero por suerte, Thomas no se dio cuenta de mi mueca de dolor y fui capaz de
alejar esos sentimientos.
—Vamos a la habitación —sugerí, con miedo de que si no nos movemos a lo
largo de las cosas podría perder el valor.
Thomas parecía muy determinado a hacer que sucediera. Me puso de pie y nos
apresuró a entrar en la habitación de al lado. Me quité la ropa en una borrachera y
Thomas hizo lo mismo. Ninguno de los dos tenía la ilusión de que esto era algo
más que un olvidar-sobre-tu-ex de mierda.
—Guau —dijo Thomas cuando por fin se dio cuenta de mi cuerpo desnudo—.
Liv, no tenía idea de que tu cuerpo fuera tan alucinante.
—Vaya, gracias. —Fue una cosa tan de Thomas decir eso que me hizo sonreír.
Traté de devolver el cumplido—. Tienes algunas cosas buenas también.
—Bueno, eso fue raro. —Thomas se rascó nerviosamente en la parte posterior
de su cuello—. ¿Todavía quieres hacer esto?
—Creo que nos lo debemos a nosotros mismos —le dije. Yo quería que esto
funcionara. Estar con Thomas tenía sentido. Éramos mejores amigos. Pasé mis
vacaciones con su familia. Conocía todos mis más oscuros secretos. Estar con
Thomas sería simple. Podría acostumbrarme a lo simple.
Mis palabras no eran lo suficiente para convencerlo, así que roce mi cuerpo
contra él, dejando que se acostumbrara a la idea de nosotros juntos. Moví mis
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manos suavemente sobre su pecho y lo besé lentamente. Su cuerpo se movía
contra mí y sus manos se deslizaron por mis costados y vaciló antes de llegar a
mis pechos. Me froté la pierna contra la suya y le di un beso más. Thomas decidió
ir a por ello y mientras acariciaba mis pechos, sentí su erección crecer contra mi
estómago.
Lo empujé de espaldas en la cama y se subió en la parte superior, dejando que
el pelo callera sobre nosotros mientras lo besaba una y otra vez. Yo estaba
tratando desesperadamente sentir por él el camino que había sentido por William.
Quererlo, todo de él. Para querer sentirlo en cada nervio de mi cuerpo. Pero eso
no iba a suceder y ambos lo sabíamos.
—Liv. Esto no está funcionando. —Thomas giró su cabeza lejos de mí y de mala
gana se sentó, conmigo todavía a horcajadas sobre él.
—Lo sé. —Puse una mano tierna sobre su pecho—. Tenía muchas ganas de que
esto funcionara.
Sonrió.
—Yo también.
—Probablemente deberíamos ponernos algo de ropa —le dije, señalando a
nuestros cuerpos desnudos.
—El hecho de que no vaya a comprar la mercancía no significa que no pueda
mirar —bromeó mientras me deslizaba lejos de él.
Estaba a punto de hacer una broma igual de floja de querer mi dinero, pero el
timbre de mi puerta nos interrumpió.
—¿Quién demonios será?
—¿Hemos pedido una pizza? Porque no diría que no a una pizza en estos
momentos. —Thomas no hizo ningún esfuerzo para vestirse mientras metía las
manos detrás de la cabeza.
Me puse mi ropa interior y Thomas se desvaneció en una camiseta Chicago
clubs. Asumí que quienquiera estaba haciendo sonar mi timbre estaba en el
apartamento equivocado, pero tuve que ir abajo para averiguarlo.
Thomas me detuvo.
—¿Y si es un acosador loco? Deja que yo me ocupe de eso. —Se puso los
calzoncillos y los pantalones vaqueros y flexionó sus bíceps—. Nunca envíe una
mujer para hacer el trabajo de un hombre.
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Me reí mientras él salía de la habitación. Cuando regresó, su estado de ánimo
había cambiado por completo.
—Hay que ir allí, Liv.
—¿Quién es? —le pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Me puse los
pantalones y un par de zapatos, hecha una mierda.
William se puso de espaldas a mí, las manos se adentraron en los bolsillos. Me
di cuenta por la rectitud de su postura de que estaba enfadado.
—William. —Su nombre sonaba como una traición cuando pasó por mis
labios—. ¿Qué estás haciendo aquí?
Él no se volvió cuando me respondió.
—He venido a verte. Para pedir disculpas.
—¿Por romper conmigo? ¿O por tratarme como a una mierda? —Me estaba
congelando en la camiseta delgada de Thomas y mis dientes castañeteaban al
decir las palabras.
—Por ambas, en realidad. —Ahora se dio la vuelta y lo único que podía ver era
un hombre roto—. Quería decirte que lo sentía y explicar por qué dije esas cosas.
Pero parece que ya lo has superado.
—Esto no es lo que piensas, William. —Mis dedos se iban entumeciendo—.
Vamos adentro y podemos hablar de ello.
—No voy a entrar ahí. No con él allí. —Los ojos de William se detuvieron en la
camiseta que llevaba puesta.
—Tú rompiste conmigo, William. —Me abracé el pecho con los brazos—. Me
rompiste el corazón.
La mandíbula de William apretada y sus ojos tormentosos.
—Lo siento.
—Me has hecho daño. Dijiste que no harías eso, pero lo hiciste. —Me
preguntaba si las lágrimas que se derramaron de mis ojos se podrían congelar en
mis mejillas.
—Nunca quise hacerte daño, Olivia. Te quiero. —Pero lo que vi en sus ojos no
era amor, era arrepentimiento—. Sé que metí la pata con esto, pero me duele,
también.
Sabía que debía de dolerle. A pesar de que técnicamente yo no había hecho
nada malo, eso no significaba que lo que había hecho era lo correcto. Me dolía
con pesar.
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—Lo siento, William.
—Hay que ir adentro. Te congelaras. —Sonaba como el William-de-Utah otra
vez.
—¿Crees que podemos trabajar después de esto? —No quería que se fuera. No
hasta que supiera que no se iba para siempre.
—No creo que debiéramos. —William dejó escapar un aliento que empañó el
aire delante de él—. Seguimos haciéndonos esto el uno al otro. No es bueno para
nosotros.
—Eres bueno para mí, William —le dije—. Eso es lo que importa.
William negó con la cabeza.
—Si yo fuera bueno para ti, no seguiríamos teniendo esta conversación una y
otra vez. Esto no está funcionando.
—¿Así que es eso entonces? ¿No quieres estar conmigo? —Mi pecho estaba
empezando a doler, y no sólo de la respiración en el aire, el frío.
—No quiero que estés conmigo. —William dio tres pasos hacia atrás—. Quiero
que seas feliz, Liv. Te lo mereces. Y no puedo hacerte feliz.
—Eso no es cierto. —Mis palabras eran apenas audibles.
—Entra, Livy. Olvídate de mí. Olvídate de nosotros. —William se apartó de mí,
así que tuve que esforzarme para escuchar sus siguientes palabras—. Olvídate de
todo lo que pasó después de esa primera noche.
Lo hice en mi interior antes de darme cuenta. Cuando lo hizo, me golpeé en mis
pies. Me senté en las escaleras y lloré hasta que no me quedó ninguna lágrima. Yo
no había querido nada de esto. Sólo había querido ceder a mis impulsos por una
noche. Nada más. Ninguna relación, sin novio. Desde luego, no había querido
enamorarme. Por un momento, me hubiera gustado poder volver atrás y cambiarlo
todo. Borrar la historia de William de mi vida. Pero cuando realmente lo pensaba,
no me arrepentía del principio. Sólo lamentaba el final.
46 Sobre la autora.
Emma J. King es autora de la serie The
One que incluye cuatro novelas-One Night,
One Mistake, One Regret y One Chance.
Estos libros son de romance picante y
están destinados a público adulto
solamente. Su siguiente obra, una historia
de dos partes, se estrenará en la primavera
de 2013.