omomraam_620_1 Leyes Moral Cosmica N°1 La otra Mejilla

Por el Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov

LAS LEYES DE LA MORAL

COSMICA I

Obras completas – Tomo 12/1 OM-79-04 - 6 conferencias

Centre OMRAAM

Institut Solve et Coagula Reus

www.omraam.es Primer Centro

De difusión de la obra Del Maestro OMRAAM

En lengua Española

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LISTADO CONFERENCIAS TOMO XII-1

DOS PENSAMIENTOS DEL MAESTRO

Capítulo XX: “Si alguien te golpea en una mejilla” Bonfin 12 Septiembre 1963

Capítulo XVI “Si eres luz, irás hacia la luz”

Sèvres 15 de Abril de 1965

Capítulo XIX “El mejor Método Pedagógico: El Ejemplo” Sèvres 11 de Abril de 1966

Capítulo X “Saber utilizar nuestras energías”

Sèvres 11 de Abril de 1966

Capítulo XV: “No cortéis la conexión” Sèvres 14 de Enero 1968

Capítulo II: “La importancia de la elección.

Buscar el trabajo y no el placer”. Bonfin 4 de Agosto de 1968

Tomo XII Obras Completas No ha sido todavía editado en Castellano

Contiene 20 conferencias que irán siguiendo en 3 próximas ediciones.

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PENSAMIENTO DEL MAESTRO

"¡Cuánta gente imagina que obtendrán éxito fiándose únicamente de los cálculos de su intelecto! Pues bien, no, el intelecto es limitado. No es él quien posee la verdadera comprensión de las cosas, y aquellos que confían en él para resolver todos sus problemas se exponen a cometer graves errores.

Sus comportamientos, inspirados sólo por el interés, el egoísmo y la voluntad de imponerse a los demás, no tienen en cuenta los designios de la Inteligencia cósmica. Entonces, sin saberlo, remueven las capas oscuras de la atmósfera psíquica provocando fuerzas temibles, y estas fuerzas se desencadenan más tarde contra ellos.

La Inteligencia cósmica ha construido el ser humano de tal modo que sólo puede desarrollarse si respeta las leyes del mundo superior de dónde recibe la luz y la fuerza. Y estas leyes del mundo superior, no podrá conocerlas a través del intelecto, sino a través del alma y del espíritu."

Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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PENSAMIENTO DEL MAESTRO

"¿Qué comprensión tienen los humanos de la naturaleza y cómo la sienten? Para ellos la tierra, el sol, y las estrellas no están verdaderamente vivos ni mucho menos son inteligentes; sólo ellos en el universo poseen la inteligencia. Pero ¿cómo puede ser que una inteligencia, si no existe en ninguna otra parte, se haya colado en su cerebro? O bien, admitamos que sea el ser humano quien haya fabricado su inteligencia, entran deseos de hacerle esta pregunta: «Pero entonces, ¿por qué eres tan tonto y limitado? Puesto que tu eres la única fuente de la inteligencia, ¿por qué no te has dado a ti mismo un poco más, y de mejor calidad?».

En realidad, esta inteligencia que se manifiesta parcialmente en el cerebro humano existe por todas partes del universo. Y son los mismos humanos quienes, con su ignorancia, se están poniendo límites a su comprensión mortificando todo lo que existe a su alrededor."

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Conferencia del Maestro

OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Bonfin, 12 de Septiembre de 1963

Pertenece al Tomo 12: Las Leyes de la Moral Cósmica

Capítulo XX:

“SI ALGUIEN TE GOLPEA EN UNA MEJILLA”

En los Evangelios está escrito: “Si alguien te golpea en una mejilla, ofrécele también la otra.” Que los cristianos me perdonen, pero lo que diré con respecto a esta frase supera todo lo que puedan imaginar, y el futuro probará que mi interpretación es verídica. Porque algunos preceptos, que eran buenos en el pasado ya no pueden ser buenos y eficaces ni para el presente, ni para el futuro.

Las palabras de Jesús no significan que siempre debamos permanecer pasivos ante los insultos y los malos tratos, siempre aceptar, siempre someternos, soportar y finalmente, desaparecer…

Quizá en un pasado fueron comprendidos de esta manera,

pero yo os probaré que no era eso lo que se quería decir. Ser pasivos, sumisos, dejarse exterminar, claro cuando no tenéis luz, es todo lo que podéis hacer. Pero esta moral de gente débil e ignorante no debe durar eternamente. En ninguna parte está escrito que los espiritualistas, los sabios, los Iniciados, los Hijos de Dios, deban permanecer eternamente sumisos, esclavos, que deban ser golpeados, exterminados, para dejar que triunfen siempre los imbéciles y los malvados. De momento es así, porque los humanos han perdido su chispa divina, han perdido su fuerza solar, el fuego, el calor, la luz, la vida y como los han perdido, son obligatoriamente golpeados y maltratados. Ha sido dicho:

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“Vosotros sois la sal de la Tierra. Pero si la sal pierde su sabor… ya sólo sirve para ser echada fuera y pisoteada.” Sí, si perdéis vuestro sabor, seréis pisoteados por los humanos hasta que lo recuperéis de nuevo. No ha sido decretado que siempre debamos ser pisoteados, pero, puesto que nos hemos alejado de Dios, hemos perdido nuestros poderes y, claro, ahora estamos a merced de toda la gente violenta y deshonesta.

En la época en la que Jesús hablaba, los humanos debían desarrollar unas virtudes y unas cualidades sobre las que no se había insistido hasta entonces: la indulgencia, la clemencia, la misericordia…

En esa época reinaba solamente la ley de la justicia: ojo por

ojo diente por diente. Por tanto, la nueva moral que aportaba Cristo debía animar a los humanos a desarrollar las cualidades del corazón. En vez de responder siempre con medios rudos: la piedra, el cuchillo, la espada…debían responder con medios más nobles, más elevados: la humildad, el amor, la paciencia, la grandeza del alma. Este es el sentido de las palabras de Cristo. Sí, pero lo que dijo para aquella época no debe ser considerado válido para toda la eternidad. Ahora viene de nuevo para decir: “Ahora comprendedme bien, hay todavía una conducta mejor; Cuando padezcáis una injusticia, debéis responder con una inteligencia tal, con una fuerza de carácter tal, con un saber, con una luz, con un calor tal, que vuestro enemigo quede completamente confundido, cegado, fulminado. Fulminado, es decir, ¡Transformado! No aniquilado, no muerto, no ¡sino regenerado¡ En vez de matarle, le vivificáis, es decir, le lleváis hacia Dios. Si sois capaces de hacer eso, sois verdaderos héroes, verdaderos Hijos de Dios.”

¿Porqué dejarse aniquilar estúpidamente y dejar que los enemigos triunfen? No hay que matar a la gente, no hay que hacerles daño, pero tampoco hay que aceptar la situación de eternos vencidos. Hay que saber defenderse haciendo lo que hace el Sol: Proyectar una luz tal que, aunque los hombres quieran

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atacarnos con sus armas estúpidas y crueles, queden deslumbrados, cegados. Sí les cegáis, después les abrís los ojos como hizo Cristo con Saulo en el camino de Damasco, cuando éste iba a exterminar a los cristianos: una proyección de luz, y ya está, ¡cegado! Y Saulo se convirtió en Pablo. Supongamos que lográis paralizar así a la gente durante unos minutos…y después les hacéis volver a la normalidad, ¿acaso seguirán queriendo exterminaros?… la nueva filosofía, pues, mis queridos hermanos y hermanas, no es seguir siendo débiles, a merced de los violentos y los crueles, sino llegar a ser como el Sol para que ya no puedan ni ensuciaros, ni alcanzaros, y cuando se acerquen, los fundís como la cera.

Si los humanos no tienen todavía esta posibilidad luminosa es porque nunca han pensado en ella. Han abrazado la debilidad, se han refugiado en unas filosofías estúpidas tendiendo la otra mejilla. Pues bien, podéis tender todas las mejillas que queráis, eso no servirá de nada, no cambiaréis a vuestros enemigos, estos os seguirán dando bofetadas y al final, os asesinarán. Ahora hay que comprender las cosas de forma diferente. La otra mejilla es el otro lado, el otro lado de vosotros mismos, el lado del espíritu, del poder, de la luz. Jesús mostró el otro lado a sus enemigos, les dijo: “Vosotros sois capaces de encarcelar el cuerpo físico, sois capaces de crucificarlo, pero yo os mostraré el otro lado, sublime, indestructible, y reconstruiré mi templo en tres días. Así que, ¡podéis golpear!” Mostró el otro lado, y toda la Tierra se conmovió. Mostró el lado divino, no el terrestre, ¡y resucitó!

Los cristianos, los espiritualistas, tienen todavía mucho que aprender y que comprender, y en vez de dejarse siempre exterminar por las fuerzas de las tinieblas, por filosofías materialistas, deben unirse. Siempre dicen. “Amén, Amén” aceptan… No, deben unirse, porque tienen todas las posibilidades de transformar el mundo, de restablecer el Reino de Dios en la Tierra. Ya no es momento de decir que Jesús nos ha enseñado a tender la otra mejilla, a convertirnos en mártires. En el pasado, sí, no se podía hacer otra cosa, porque todavía no estábamos lo

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suficientemente desarrollados para poder responder de forma sublime y divina, pero ahora ya no. Ahora hay posibilidades para mostrar el poder del espíritu a través de nuestro saber, a través de nuestro amor, a través de nuestros gestos, de nuestro comportamiento. Y esa es la verdadera fuerza: ¿por qué seguir siendo débiles, enfermizos, cobardes?, ¿para mostrarse cristianos? Pues bien, si éste es el ideal de la cristiandad, ¡yo soy el primero en decir que el mal no será nunca extirpado de la Tierra con estos débiles y estos ignorantes!

Hay que ser fuertes, poderosos, dinámicos, activos, impetuosos, hasta violentos, pero, evidentemente, no de la forma en que eso se comprende en el plano físico. El cristianismo mal comprendido no aporta nada. El verdadero cristianismo es estar armados, pero armados con otras armas, claro y cuando os ataquen, mostrar el otro lado. Éste otro lado es un lado armado, no es un lado débil. Pero nunca se ha explicado lo que es este otro lado.

Lo que no se comprendió bien en el pasado, mis queridos hermanos y hermanas, ahora será comprendido, aclarado; y se añadirán incluso muchas otras verdades nuevas, porque nada se queda estancado. Todo se mueve, todo evoluciona. Y por otra parte, Jesús lo mostró: dio una nueva moral que no era la de Moisés. En varias ocasiones en los evangelios repite: Ha sido dicho…pero yo os digo…” Por ejemplo: “Ha sido dicho. No matarás, y aquel que haya matado será reo de juicio. Pero yo os digo: quienquiera que monte en cólera contra su hermano, será reo de juicio.” Y también: “Ha sido dicho: no cometerás adulterio. Pero yo os digo: quienquiera que lanza sobre una mujer una mirada libidinosa ya ha cometido adulterio con ella en su corazón…” “Ha sido dicho: no cometerás perjurio, sino que cumplirás ante el Señor tus juramentos. Pero yo os digo que no juréis en absoluto…” Ha sido dicho: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo. Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los Cielos.”

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¿Veis pues? La moral que aportó Jesús ya no era la moral dada por Moisés. Y ahora, ¿por qué no dar también una nueva moral, todavía mejor? Los cristianos se sentirán vejados porque no quieren que haya nada más después de Jesús. Según ellos ya no se puede añadir nada. Y supongamos que Cristo mismo viniera a añadir otras nociones, porque todo evoluciona… ¿Acaso los cristianos pueden impedírselo? Los rezagados, aquellos que se han cristalizado serán dejados atrás. Nosotros queremos la evolución, queremos algo más grande todavía, queremos la nueva vida, la nueva religión que será propagada por el mundo, la verdadera religión de Cristo que todavía no ha podido ser realizada.

Cuando los hombres eran primitivos, ¿qué se les podía hacer comprender? Primero era necesario enseñarles, al menos, la justicia. Y Moisés fue enviado para enseñarles la justicia. Después el Cielo envió a Jesús para aportar el amor, el perdón. Sí pero tampoco debemos pararnos ahí, todavía hay un grado superior. Porque, en realidad, perdonar no resuelve el problema. Por ejemplo, alguien viene a pegaros, ¿acaso está prohibido ser más fuerte que él, y cogerlo de una pierna, levantarlo, y decirle: “Que quieres que te lance al suelo?” Pero no lo lanzáis, lo volvéis a poner en pie suavemente. ¿Acaso no es esto mejor? ¿Qué cristianismo es ese en el que siempre hay que dejarse golpear y exterminar? No, debemos ser más fuertes que nuestros enemigos. Con un gesto, con una mirada, con una vibración divina le hacéis sentir vuestra superioridad. Y entonces, se siente pequeño, tan pequeño que os dice: “Por favor, no me quites la vida- Ah, bueno, hombre, ¿ya lo has comprendido?” Le dejáis y sale corriendo ¿Acaso no es esto mejor? Sí es mejor, mis queridos hermanos y hermanas, pero todavía no habéis tenido nunca la ambición de desearlo. Y ahora quiero daros esta ambición, mis queridos hermanos y hermanas ¿Cuándo llegaréis a realizarla? Eso es otra cuestión. Pero, por lo menos, tened este deseo, porque no haréis nada en el mundo si sois siempre pasivos, conciliantes, débiles, vulnerables.

De ahora en adelante ya no habrá mártires. Los mártires ya

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dieron lo que tenían que dar, ya cumplieron su misión. Además, si sufrieron el martirio, fue sobre todo para liquidar más rápidamente sus deudas, sus transgresiones del pasado. Pero, una vez libres ¿acaso deben seguir siendo siempre mártires? No, en el futuro algunos seres serán tan fuertes que dormirán a distancia a las personas mal intencionadas que se acerquen para hacerles daño. Diréis: “Pero usted va muy lejos, muy lejos…” Sí claro, llega el tiempo de llevar a los hombres muy lejos, porque, por ahora están en un camino sin salida. Si encontráis que lo que digo os sobrepasa, pues bien, seguid siendo como sois; todo eso será para otros que son más héroes y que desean ser fuertes, poderosos, iluminados y que no quieren dejarse embarcar por las tinieblas. Estos cuando son asaltados, luchan, no se dejan invadir completamente pensando que deben soportarlo todo porque “es la voluntad de Dios”, porque las tinieblas se alegran, dicen: “¡Ah estos cristianos son magníficos, vamos a darnos un banquete con ellos!” ¡Y es así como los cristianos se preparan para alimentar a los espíritus tenebrosos! Se diría que no piensan en otra cosa. Bueno, bueno, que los alimenten, yo no tengo nada en contra si quieren seguir alimentándoles. Pero un verdadero cristiano, cuando las tinieblas se acercan, proyecta la luz, se defiende. Y esta luz expulsa las tinieblas. ¡Esto es un verdadero cristiano!

Algunos dirán: “Pero no hay que luchar, está escrito que no debemos luchar contra el mal” claro, no debéis luchar contra el mal en su terreno, porque ahí es muy poderoso y seréis vencidos. Pero id más arriba, por encima de él…y lanzadle fuego, proyectiles…veréis como huirá. El hombre tiene también una fortaleza con cañones, con metralletas que escupen fuego, y esta fortaleza es el dominio de la luz. Así que, ¿quién os impide entonces apuntar con todos estos ingenios a vuestros enemigos y proyectar luz? No los matáis, no les hacéis daño, les transformáis. Tenéis derecho a hacer esto…Pero no, dicen que hay que mostrarse cristianos, es decir, que hay que dejarse martirizar, porque, según parece, no debemos responder a las ofensas. Pero lo que se dice solamente es que no hay que responder de la misma manera. ¿Para qué matar a un enemigo que viene a mataros? Paralizadle, cegadle, dormirle, pero llegar a convencerle. Hay

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pequeñas obras de teatro así, comedias en las que se ve a una persona llena de malas intenciones que se prepara a hacer daño a toda una familia; pero he ahí que llega alguien que le lía de tal manera, con palabras, con pequeñas preguntas, que el otro queda completamente atado, paralizado. Sí, porque el que ha llegado es más inteligente. Así que, hay que defenderse; no con los mismos medios, claro, sino con otros medios que son formidables pero a los que nunca recurrís porque no creéis en su eficacia, y ni siquiera sospecháis que existan.

La cristiandad chapoteará eternamente mientras no haya comprendido como trabajar con los medios divinos. Y, por otra parte, el haber dejado de lado el Sol, el no haberlo apreciado, prueba que no tiene todavía los medios suficientes para vencer al mal. Pero el día en que los cristianos reconozcan que han abandonado al Sol, que lo han desdeñado, se humillarán, y el Sol les perdonará, entonces serán todopoderosos, y se habrá acabado el mal en la Tierra. Mientras los cristianos no reconozcan que el Sol es una puerta para ir hacia Dios, seguirán siendo débiles. Por mucho que recen y hagan humaredas con incienso en las iglesias, nada se arreglará, siempre habrá el mismo desorden en el mundo, el mismo caos, las mismas devastaciones. Pero el día que reconozcan que el Sol es una puerta, la imagen visible de Dios, irán mucho más fácilmente hacia Él.

¿Veis? Mis queridos hermanos y hermanas, el futuro es de los audaces, de los que luchan y marchan según las leyes de la naturaleza divina. Son ellos los que tendrán, tarde o temprano, la última palabra. No debéis creer que las cosas seguirán siendo igual eternamente con el pretexto de que en el pasado eran de tal o cual forma.

Ahora os contaré una historia. En Bulgaria había un maestro muy inteligente, muy sensato pero que no era muy fuerte físicamente. Un día se encontraba en la plaza del pueblo con otros jóvenes, y había allí un mozo muy corpulento, pero un poco tonto, que no estaba de acuerdo con lo que decía y se pusieron a discutir… Al final cuando el mozo vio que el maestro le ganaba

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con sus argumentos, con su inteligencia, se encolerizó y le dio dos bofetadas y el maestro se desmoronó. Los demás muchachos, claro, se reían, aplaudían, porque el mozo era fuerte ¡y la fuerza es algo que impresiona! El pobre maestro se volvió a su casa muy triste, desgraciado, mientras que los demás, allí abajo, se reían, se burlaban. Y he ahí que al entrar a su casa vio que la vaca había parido un hermoso ternero: se inclinó hacia él para acariciarlo, y después lo levantó en sus brazos y se olvidó un poco de su pena. Al día siguiente, y los días sucesivos, fue de nuevo a acariciar el ternerito y a levantarlo… Así lo siguió haciendo durante mucho tiempo, durante varios meses, de forma que el ternero ya se estaba convirtiendo en buey y el maestro seguía levantándolo. Un día, cuando se dio cuenta de cuánto había mejorado su musculatura…fue al encuentro del mozo, que seguía fanfarroneando en la plaza ante sus compañeros. Se presentó y dijo: “¿Me reconoces? - Ah, sí que te reconozco, ¡eres el que recibió la paliza! Pero entonces el maestro se inclina, lo coge por las pantorrillas y lo levanta diciendo: Reza tus oraciones, te voy a tirar al suelo y no quedará rastro de ti- ¡Ah! ¡Perdóname déjame con vida, siento haberte abofeteado!… -Bueno, bueno, si es así, vale.” Y lo volvió a bajar de buena manera. El otro salió corriendo, mientras que todos los chicos aplaudían y se alegraban. Y el maestro se volvió a su casa muy contento, orgulloso, vencedor.

Así que ¿veis? Mis queridos hermanos y hermanas, nunca hay que dejarse vencer, pisotear, aplastar, porque eso no mejora a los hombres, que siguen abusando de su fuerza y no mejoran. Cuando sois tan dulces y amables, la gente dice: “Es débil, vamos a abusar de él.”

El Señor nos pide fuerza, inteligencia, luz, poder…Así que, si queréis vencer vuestras dificultades, a vuestros enemigos, debéis entrenaros; encontrad a un ternero…si, un ternero en alguna parte de vuestra cabeza, e id a levantarlo cada día, y así os volveréis tan fuertes, tan luminosos, tan poderosos que podréis después levantar a vuestros enemigos diciendo: “¡Rezad vuestras oraciones, porque no va a quedar nada de vosotros!” No vais a

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matarles, no vais a hacerles daño, así que no podrán reprocharos nada, esta es la verdadera filosofía: no matáis a la gente, la ayudáis, y se vuelven sensatos, razonables, atentos, les dais una lección magistral. No hay que esconderse detrás de la debilidad; la debilidad no os salvará jamás, ni la necedad, ni la pereza. Debéis meditar, buscar, entrenaros, y cuando seáis tan luminosos, tan ardientes como el Sol…entonces ¿quién podrá venir a tocar el Sol sin quemarse? Todo el mundo se quedará lejos, no osarán acercarse, porque abrasáis, sois fuego y llamas, simbólicamente hablando. Ante el poder espiritual, siempre nos vemos obligados a claudicar.

Diréis: “Sí, pero cuando un enemigo ve que le tendéis la otra mejilla, pide perdón…” No lo creáis, no se arrepiente en absoluto, sigue pegándoos cada vez más. Simplemente hay que seguir el ejemplo de este maestro que iba cada día a levantar el ternero. Éste es un ejemplo ideal, único. Os entrenáis día y noche, durante años y después vais al encuentro de vuestros enemigos y les decís: “¿Qué, me reconocéis? Vais a ver.” Y ante vuestra fuerza, ante vuestra luz, comprenden que mientras ellos dormían en sus laureles vosotros os estabais haciendo formidables…Mirad cómo actúa la madre; el niño no la escucha y hasta hace todo lo contrario de lo que ella le pide: entonces le muestra primero un lado, es decir, le da explicaciones y hasta llora un poco delante de él, pero el niño sigue haciendo lo que le da la gana; entonces le da un azote y el niño comprende inmediatamente. ¿Acaso lo ha matado? No, pero con el otro lado, con la fuerza, consigue hacerle comprender. De forma instintiva, procede divinamente.

Hay dos lados, incluso tres, cuatro, cinco o diez, no merece la pena enumerarlos, pero digamos dos lados: La bondad y el poder, y hay que saber utilizarlos. Cuando os sentís tristes, desanimados, angustiados a menudo es porque hay espíritus indeseables que os acosan como moscas, avispas, mosquitos, serpientes… Y entonces, ¿acaso debéis manifestar la bondad dejando que os invadan para que se den un festín. No, es el momento de mostrar vuestro poder, vuestra fuerza, vuestra luz, con palabras, con gestos, y ya está, les habéis dado una buena

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lección. Podemos hacerlo cada día ¿Por qué quedarse ahí sufriendo y llorando? Manifestad el otro lado, la fuerza, la voluntad, es decir, expulsadles, no arrastréis así pensamientos y sentimientos que os angustien, que os maten.

¿Está claro ahora? Eso contradice un poco vuestras ideas tradicionales ¿verdad? Pero no importa, ya que es útil y eficaz… Hay que tomar lo mejor en vez de arrastrar eternamente unos puntos de vista y unas actitudes que no son demasiado eficaces. De momento, os chocarán, claro, pero más tarde os veréis obligados a aceptar esta nueva concepción, la de querer ser más fuertes, siempre más fuertes, más fuertes; sin matar sin destruir, sin exterminar, pero fuertes, formidablemente fuertes: ¡con la luz!

Vosotros también debéis, pues, entrenaros. No hay nada más que eso, el ejercicio. Un día cuando la guerra estalle y haya que batirse con las fuerzas de las tinieblas ¿estaréis entonces preparados? En primer lugar, procurad vencer a los pequeños enemigos interiores, fulminadles, no os dejéis manipular siempre diciendo: “Somos cristianos, no hay que pelear” Dios mío, ¡que cristianos más raros¡ Si los cristianos son caballeros, combatientes, son el ejercito de Cristo, deben estar bien armados. ¿Por qué en toda la Edad Media se crearon tantas órdenes de caballería? Simplemente, porque un verdadero cristiano es justo lo contrario a ser un enclenque. Combate con la Luz, con la fuerza del Espíritu.

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Conferencia del Maestro OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV

Sèvres, 15 de Abril de 1965


Capítulo XVI

“SI ERES LUZ, IRÁS HACIA LA LUZ”

El Maestro Petar Deunov nos decía un día: “la oveja sabe que es una oveja y va con las ovejas. El lobo sabe que es un lobo y va con los lobos. El hombre como sabe que es un hombre va con los hombres. Porque cada uno se determina a sí mismo según su especie… Y tú ¿a dónde vas? si eres Luz, irás hacia la Luz” Sí, las leyes más grandes de la creación están escondidas en una simple imagen de que cada uno va hacia lo que se le parece, Así es como viene determinado el futuro de cada ser.

Los que han estudiado las relaciones entre el ser humano y las fuerzas de la naturaleza, han descubierto que existe entre ambos una correspondencia absoluta. Como cada vibración tiende a encontrar otra vibración semejante a ella para fusionarse con ella, todas las criaturas, por sus vibraciones, sus longitudes de onda determinadas, entran en relación con otros seres, con otras entidades y otras fuerzas en el cosmos que poseen las mismas longitudes de onda, las mismas vibraciones. Así pues, a través de sus pensamientos, de sus sentimientos, de sus actos, el hombre entra en afinidad con regiones, con entidades que poseen las mismas longitudes de onda y debido a la fuerza de atracción, deben encontrarse tarde o temprano. Pero como los humanos ignoran estas verdades, acaban encontrándose ante seres o situaciones terribles.

La Luz de la Ciencia Iniciática nos ha dado todos los poderes para crear el destino y el futuro que deseamos. Si

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sabemos alimentar en nosotros ciertos deseos espirituales, nada podrá impedir después que alcancemos otros lugares para juntarnos con los seres bellos, luminosos, nobles, que deseamos encontrar. Todo está escondido en estas palabras: “la oveja sabe que es una oveja y va con las ovejas. El lobo sabe que es un lobo y va con los lobos…” Cada ser se determina a sí mismo con la elección de su ideal. Arriba, en el mundo invisible, sutil, se determina instantáneamente, pero para ver las consecuencias en el plano físico hace falta tiempo, Cada día, cada hora, cada minuto, determináis vuestro futuro: si escogéis la luz, inmediatamente está determinado, estaréis en la gloria eterna; y si un momento después escogéis las tinieblas, ya está determinado también, estaréis en el infierno.

En cada instante os determináis; pero para que esta determinación tenga consecuencias en el plano físico hacen falta siglos. Aunque nada haya cambiado en realidad aquí, algo ha cambiado arriba, en la dirección, como cuando un guardagujas acciona una palanca para que el tren cambie de raíles. Eso es lo que el hombre hace cada día, a veces mil o diez mil veces por día. Por un momento toma la dirección del infierno y, al minuto siguiente; la dirección del Cielo; aquí, en el plano físico, todavía no cambia nada, pero cada cambio queda grabado. Para que esta determinación permanezca invariable y modele vuestra vida de forma definitiva hay que mantenerla sin desmayo. Pero, si cambias en todo momento de dirección, el tren que pase os conducirá hacia regiones diferentes.

Así pues, en cada instante el hombre determina su destino. Ello no se manifiesta aun exteriormente, porque hace falta mucho tiempo para cambiar las formas de la materia que ya están cristalizadas. Mirad, por ejemplo: tenéis un pedazo de hierro cuya forma no os gusta y queréis darle otra forma. Le dais martillazos, insistentemente, pero hace falta mucho tiempo y ni siquiera, sabéis si llegareis a conseguirlo. Pero si lo ponéis al fuego se reblandece, y entonces podéis darle una nueva forma. Hay que golpear, pues, durante mucho tiempo, es decir, mantener el mismo ideal, los mismos pensamientos, los mismos deseos, el

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mismo trabajo, para dar una nueva forma a vuestra existencia, a vuestro destino. Esta es la idea contenida en estas palabras: “Y tú ¿A dónde vas? Si eres Luz, irás hacia la Luz” Es algo absoluto, y si eres tinieblas…

Nadie puede cambiar estas leyes, Dios mismo las ha insuflado en la materia. Nadie puede llevar su desarmonía a las regiones en donde reina la luz; y el que vive en la luz; haga lo que haga para llevarla al infierno, será rechazado. Salvo si cambia de dirección claro; en ese caso, un día u otro irá a visitar el infierno. Este es el significado de las palabras del Maestro.

Muy pocos se dan cuenta de adónde van, de que dirección toman… Y, sin embargo, cada uno, consciente o inconscientemente ya tiene un billete para no sabe dónde. Tomad ahora conscientemente un billete para el Reino de Dios, para arriba. El tiempo que tardareis en llegar al destino no debe tener importancia para vosotros; llegaréis, eso es seguro. Que el tiempo sea más largo o más corto depende del amor, de la intensidad con lo que lo deseéis. Si lo deseáis ardientemente y con una fe inquebrantable, pronto estaréis en el Reino de Dios…

“Si eres Luz, irás hacia la Luz…”


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OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sevrès, 11 de Abril de 1966

Tomo 12 Las Leyes de la Moral Cósmica

Capítulo XIX

“El mejor Método Pedagógico: El Ejemplo”

Algunas veces os digo que estoy leyendo un libro, un libro extraordinario en el que el Creador lo ha inscrito todo. Todavía no lo he terminado, porque es demasiado voluminoso, contiene demasiadas cosas, pero, todo y así, lo que he llegado a descifrar os lo comunico. Puede que me guarde aún ciertas páginas de este libro para más tarde, porque sólo os las puedo dar en la medida que corresponde a vuestro desarrollo; pero os doy lo que creo es más importante que conozcáis, lo esencial. El día de Pascua os hable de la resurrección, y ahora veis más claramente cómo podéis llegar a obtener esta resurrección. Hoy añadiré todavía algunas verdades que os ayudaran mucho. Escuchadme bien es importante.

A menudo me han preguntado sobre la educación de los niños y yo decía: ¿Veis? En estos últimos años se ha hecho mucho en las escuelas para los niños y adolescentes. Pero ¿que ha mejorado? Lo externo: escuelas más grandes, más bonitas, con terrenos de deporte y piscinas, instrumentos, aparatos, etc. Todo ha sido previsto para facilitar la educación de los niños, o, más bien, la instrucción.

En el pasado no era así. No daban tanta importancia a lo externo. Cualquier cosa, cualquier cuadra incluso podría servir de escuela. El viento entraba por las ventanas, que taponaban con un poco de papel; no había provisiones de madera, y los niños que

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venían de lejos, traían cada uno un poco de leña para mantener el fuego. A veces ni siquiera tenían libros, sólo el maestro tenía uno… Pero de estas escuelas salían seres excepcionales, caracteres fuertes, nobles: modelos. Mientras que hoy se han mejorado todas las condiciones materiales, pero lo que sale de estas escuelas son tunantes, seres astutos, deshonestos, de dejaros patidifusos, pero en su carácter no hay nada tan sólido, honesto, noble, como en el pasado.

En su deseo de mejorar lo externo se han olvidado de lo interno, del carácter: los maestros, los profesores e incluso los padres, han pensado que bastaría con dar a los niños libros más bellos, material más perfeccionado. Desgraciadamente eso no ha dado resultados demasiado buenos, y muchos, se dan cuenta, pueden comprobar bien que, a pesar de todas estas mejoras y a pesar de las reprimendas y los castigos, los niños no mejoran, al contrario ¿Por qué? Porque no tienen ante ellos ejemplos vivos. Para obtener unos resultados magníficos hubiera sido necesario que los instructores, los educadores, fuesen modelos. Y cómo los primeros educadores son los padres, sí los padres fallan en su vocación, si dan unos consejos y hacen todo lo contrario, los niños se dan cuenta de que algo falla, y no sólo los padres pierden su autoridad sino que los niños empiezan a seguir este ejemplo; se dan cuenta de que hay dos verdades: una para los demás y otra para uno mismo, y que basta con ingeniárselas para salvar las apariencias. Y así todos se entrenan para llegar a ser capaces de engañar, de hacer trampas, porque el ejemplo no se ha tenido en cuenta lo suficiente.

Claro que ser un ejemplo, un modelo, no es tan sencillo, porque no basta con simular, con interpretar un papel; hay que tener una inteligencia, una voluntad, un carácter que os impulsen y os mantengan sin flaquear. Si los humanos no saben ser modelos es porque no han ido muy lejos en la comprensión de las leyes de la naturaleza. Por eso, ahora voy a leeros una página de este libro que yo estoy leyendo, y que es un libro de psicología, de cosmogonía,

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una síntesis de todas las ciencias. En este libro se dice: mientras que no se ha comprendido cómo ser un ejemplo es inútil querer instruir a nadie.

Cuando digo ser un ejemplo no hablo solamente de ser un ejemplo exteriormente, sino también de ser un ejemplo para sí mismo, ante todo este pueblo de células que habitan dentro de nosotros. Porque estas células son inteligentes y nos vigilan; como siempre están en comunicación con nosotros, no nos podemos escapar: los mínimos fraudes, las mínimas artimañas se graban en ellas y, algún tiempo después, siguen nuestro ejemplo. Se dicen: “Venga, bebemos, comamos, saqueemos, nuestro amo es como nosotras ¡ y nosotras somos como él! Esto es algo que la gente no sabe: que nuestras células siguen nuestro ejemplo. Nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestros actos, las influencian, y nos siguen. Suponed que seáis deshonestos, ellas también se volverán deshonestas, cometerán fraudes, injusticias, y seréis vosotros los que os desmoronaréis.

Existe una justicia absoluta y esta justicia no hay que ir a buscarla fuera, donde no existe: no hay justicia fuera de nosotros. La justicia absoluta, la justicia divina está dentro de nosotros, porque el menor de nuestros movimientos interiores o exteriores se graba en nosotros. Cuando estáis solos, ahí, en vuestra habitación, y estáis urdiendo algunos proyectos poco recomendables, pensáis: “Nadie me ha visto”, pero, en realidad, todo ha sido grabado ya interiormente. Esta es la mayor desgracia, o quizás la mayor dicha, porque la ley es la misma para el bien, y no podemos escaparnos de la grabación. La naturaleza ha puesto en el hombre unos aparatos, unos contadores, y estos contadores registran: cuánta agua, cuanto gas, cuanta electricidad…es decir, cuantos pensamientos, cuantos sentimientos, cuantos actos, y de que naturaleza2. Todo queda grabado, Sólo el hombre, el pobre, ignora la realidad. Hagáis lo que hagáis, se graba. Así pues, cuando estáis solos en casa, procurad realizar cosas buenas, sin mostrarlas, escondiéndolas incluso, y estas

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cosas se grabarán. A menudo se representado a Dios con un ojo en un triangulo. Era una forma de mostrar que Dios ha puesto en el hombre unos aparatos grabadores.

Hay gente que, para aparentar, se comporta bien; en las recepciones, en las solemnidades, se muestran a la altura de la situación, pero si no han trabajado su carácter, en las circunstancias difíciles la fachada se desmorona y sus debilidades aparecen. Sólo aquéllos que han trabajado en secreto y realizado algo en sí mismos, en su carácter, en sus pensamientos, pueden estar seguros, porque la base es sólida, y su valor aparecerá un día; a pesar suyo, incluso, aunque lo escondan, saldrá. Si sois miedosos, rencorosos, celosos, sensuales, aunque toméis una apariencia irreprochable, un día u otro todo esto se manifiesta. Y si sois buenos, sensatos, pacientes, llenos de amor, hagáis lo que hagáis para camuflarlo, imposible. Tratad de esconder el amor o esconder el odio… ¡se notan!

Conociendo esta ley de grabación, avanzáis enormemente en vuestra evolución, porque, de ahora en adelante, ya no podéis seguir tranquilos; incluso cuando estéis solos, os observáis y decís “Cuidado, hay miles de millones de ojos que me observan y ven lo que tramo en secreto” Sí, ahí tenéis nociones nuevas, desconocidas para vosotros. El hombre está habitado por todo un pueblo que está conectado a él, soldado a él. Este pueblo lo imita; si el hombre se permite transgresiones, su pueblo toma nota, y se vuelve exactamente como su amo, y sobre este amo llueven los golpes más tarde. Hay algo que ya no funciona correctamente y se queja: “¿Pero, qué sucede dentro de mí?” ¡Es la revolución! en realidad, es él mismo el que ha educado así a sus células, y las ha vuelto desobedientes, recalcitrantes, anárquicas. Todos los desórdenes en nosotros son consecuencias de la mala educación que hemos dado a nuestras células. Barréis vuestra habitación refunfuñando, zarandeáis las sillas, cerráis las puertas a patadas, chocáis contra los muebles… sin que lo sepáis, estos movimientos desarmoniosos se imprimen en vosotros, en vuestras células, y éstas os imitan: cuando desplazan

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algo, ellas también dan patadas. Gritáis: “Ay, ay, ay”, ¿qué es lo que siento? Se trata simplemente de que algunas células dan patadas a los muebles porque os han imitado.

Así que, si habéis dado hasta ahora un ejemplo lamentable a vuestras células, de ahora en adelante debéis mostrarles una mejor actitud, unos mejores modales, una manera mejor de comportarse. Porque las células, que miran, tomarán estos cambios en consideración, y os van a imitar en eso también. Al principio, claro, vuestro nuevo comportamiento no os parecerá muy natural, pero poco a poco se volverá natural y seréis, sin cesar, sostenidos, empujados en la misma dirección. Un hombre que haya trabajado de esta manera, en primer lugar sobre sus propios hijos que tiene dentro de él, cuando debe educar a otros niños, o incluso a hombres y mujeres, no hay nada hueco en él, no hay nada vacío; al contrario, está lleno, es poderoso, vibrante, y todos sienten que es un verdadero pedagogo, que hay en él una integridad, una unidad, que no simula. Sí, porque dentro de él todos sus habitantes lo apoyan y le dan fuerzas. Por eso su presencia es mágica; diga lo que diga obtiene resultados, porque todo su ser está habituado a trabajar en esta dirección, no está dividido: no es exteriormente esto, e interiormente lo contrario. Entonces, si, se vuelve muy poderoso como pedagogo, como instructor. Ése es el verdadero poder, el poder mágico, porque todas las células del hombre desprenden algo verídico. Si no, sólo la parte que habla desprende un poco unos rayos de verdad, mientras que lo demás grita “No, no, no” ¡es falso!

En la verdad, en la unidad, se encuentra la verdadera magia. La magia presupone siempre una unificación de todas las fuerzas, de todas las energías: en la dislocación, en la dispersión, no hay ninguna magia. Pero cuando hablo de magia, debéis comprenderme; yo no me ocupo de magia, no leo libros de magia o brujería. Hace mucho tiempo ojeé algunos para tener una idea, pero no pierdo tiempo en estas lecturas. Para mí, todo el Universo, toda la vida es

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magia. El verdadero libro mágico está expuesto ahí, delante de todos, pero la gente no sabe leerlo3.

Hay en realidad, tres categorías de educadores; los que exigen de sus hijos o de sus alumnos el respeto a ciertas reglas, aunque demuestran que ellos mismos no respetan nada; los que dan verdaderamente ejemplo ante los demás por amor propio, por vanidad, para conseguir su prestigio, pero que, en secreto, se permiten muchas transgresiones, y, finalmente, la tercera categoría, los iniciados, los verdaderos pedagogos, que no están divididos. Ellos, su cuerpo, su quintaesencia, son absolutamente lo que dicen, lo que desean. Hay que llegar a eso.

Puedo ir más lejos todavía para deciros que cuando dais ejemplo a vuestras propias células, no sólo sois apoyados sino que los clichés se graban en otras películas, arriba, y como existe una ley de afinidad, empezáis a entrar en relación con criaturas superiores que trabajan en el mismo sentido que vosotros, pero que os han superado, y os reciben en su morada, habitáis con ellas. Porque existe una ley mágica (¿veis? ¡Siempre se trata de magia!): la ley de afinidad. De lo contrario, os preparáis a ser unos hipócritas, unos mentirosos, lo que se graba también en otros lugares, y un buen día os encontraréis con todas las criaturas que se os parecen. Nadie ha podido escapar jamás a estas leyes, todos se preparan para habitar en tal o cual región, todos entran allí donde corresponde, todos atraen a tal o cual entidad. No hay fraude, no hay injusticia.

Quitaos de la cabeza la ilusión de que es posible engañar a las leyes de la naturaleza. Engañar a los humanos, sí, son tan ciegos que podéis hacer lo que queráis, pero nunca a las leyes de la naturaleza. Y como lo esencial no es engañar a los hombres con falsas apariencias, sino saber trabajar con estas grandes leyes, hay que pensar en estas leyes más que interpretar comedias ante los ciegos. A los hombres les podéis conquistar siempre, sobre todo con mentiras, porque nunca creen otra cosa que las mentiras. Si les decís la verdad,

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os aseguro que van a dudar. Pero con las mentiras, con las artimañas, los conquistaréis siempre. Os habréis ganado a todos estos ignorantes por descontado, los tendréis en el bolsillo, pero habréis perdido todo un reino arriba.

Habéis hecho bien a venir hoy, mis queridos hermanos y hermanas, porque habéis ganado de nuevo una gran verdad. ¡Si supieseis cuánto aprecia el cielo estas verdades! Son unas riquezas inestimables.


Reus



En lengua Española



OMRAAM MIKHAËL AÏVANHOV Sèvres, 11 de Abril de 1966


Capítulo X

SABER UTILIZAR NUESTRAS ENERGÍAS

En el gran libro de la naturaleza viviente podéis leer, mis queridos hermanos y hermanas, que es de una importancia absoluta para la evolución de cada criatura, que sepa cómo gasta sus energías, en qué dominio, y en qué actividad las emplea. Tampoco en este caso encontraremos a seres lo suficientemente instruidos como para darse cuenta de ello; todos gastan sus energías en cualquier cosa, de cualquier forma… Ésta es la actitud más deplorable para la evolución, no saber emplear nuestras energías. Porque somos responsables; el Cielo no nos las ha dado para que las despilfarremos; lo que hacemos con ellas se anota, se inscribe.

Así pues, en el libro de la naturaleza viviente, podéis leer esto:

“Bienaventurados aquellos que consagran y utilizan todas sus energías físicas, afectivas y mentales para el bien de la humanidad, para el Reino de Dios y su Justicia.”

Si estudias a los humanos, veréis que nunca piensan en esta energía, que les ha sido dada para vivir, lo preciosa que es, cuánto la estima el Señor, cual es su origen y que trabajo ha hecho la naturaleza para preparárnosla y dárnosla. Ahí es donde se ve que el hombre no está evolucionado, porque despilfarra todas sus fuerzas en accesos de ira, en excesos de sensualidad, en actividades egoístas y criminales… Y así, estas fuerzas tan preciosas se van a alimentar el infierno. Si os digo que son los humanos los que sostienen el infierno estaréis estupefactos… Y, sin embargo, es verdad; la mayoría de los humanos, por su ignorancia, no hacen más que sostener, mantener y alimentar el

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infierno; están extraordinariamente instruidos en todas las ciencias, pero nunca han oído hablar de su responsabilidad en la utilización de sus energías, y no es en las universidades donde se lo van a enseñar.

Una de las tareas del discípulo es la de llegar a ser consciente de la manera en que se gasta sus energías, porque éstas han sido contactadas, pesadas, medidas. Cuando el Cielo ve que el hombre despilfarra sus energías en actividades perniciosas, le cierra los grifos. Dice: “Éste es muy peligroso, hay que atarle” ¿Y sabéis, incluso, porque algunos se han vuelto borrachos? Porque el mundo invisible ha querido atarles. Si tuviesen todas sus facultades, aniquilarían al mundo entero, utilizando sus energías en trabajos de destrucción. Mientras que, de esta manera, el alcohol les cloroforma, les embrutece, y les impide perjudicar. Evidentemente, esto no es cierto para todos los alcohólicos, para otros hay otras explicaciones.

Debéis tener siempre presente en la consciencia como empleáis vuestras energías, debéis preguntaros en qué dirección las empleáis, con qué fin. Es lo más importante que hay. Porque el Cielo os observa desde arriba y mira lo que hacéis con todas estas riquezas que os ha dado, si las empleáis con una finalidad puramente egoísta o con una finalidad Divina. Todo está en eso. Si os planteáis claramente esta cuestión cada día, ¡Cuantas cosas podréis mejorar en vosotros mismos! Claro que no lo conseguiréis inmediatamente, pero por lo menos aprenderéis a ser conscientes, porque, sino, seguiréis sometidos al karma. Nunca olvidéis esto.

Mientras no hayáis tomado las riendas de vuestra vida, conscientemente, para llegar a armonizar todas las partículas de vuestro ser con las vibraciones Divinas, seguiréis expuestos a las fuerzas ciegas de la naturaleza. La mayoría de la gente está, en esta situación, porque no les han mostrado la importancia de este trabajo interior. Pero sabed que si os oponéis a la Inteligencia Cósmica llevando una vida que es contraria a sus planes, vais a disgregaros, y, acabareis desapareciendo. “La inteligencia Cósmica es bien cruel – diréis – si destruye a las criaturas que se oponen a ella.” No, ella no se ocupa de eso; nunca ha querido destruir a nadie, pero sí, por tontería, entramos en conflicto con la inmensidad, las fuerzas contra las que

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luchamos son tan poderosas que somos dislocados, es natural. Si un pobre diablo quiere ir contra todo un ejército, pronto será aniquilado. Si a fuerza de darse golpes contra un cristal un insecto acaba matándose ¿acaso es culpa del cristal? El hombre actúa como el insecto: se pone a luchar contra las leyes divinas, contra el esplendor del universo, le gusta pelearse; pero le espera la disgregación. No será Dios quien le aniquile, sino el mismo.

El Discípulo debe en primer lugar, tratar de sintonizarse con la Inteligencia Cósmica; cada día debe procurar vibrar al unísono con ella, fundirse con ella, abrirse a la inmensidad, dejarse llevar por sus torbellinos. Pero sólo puede lograrlo con el Amor, porque únicamente el Amor nos permite fusionarnos con un ser. Por eso Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu pensamiento y con toda tu fuerza.” Dios no tiene necesidad de nuestro Amor, puede muy bien pasar sin él, somos nosotros los que tenemos necesidad de amarle, es por nuestro propio interés. Jesús no dijo: “pensad en el Señor, uníos a Él, realizad Sus proyectos”, sino simplemente: “Amarás al señor tu Dios”, porque sólo las criaturas que se aman pueden armonizarse.

Y esto es lo que yo también os digo al pediros que penséis cada día en armonizaros con esta Inteligencia, que actuéis según su voluntad, sin ni siquiera saber lo que pide. A menudo, no conocemos la voluntad de Dios, pero debemos aceptar cumplirla a pesar de todo. Eso es Amor: cuando amamos a alguien estamos siempre de acuerdo con él; sin ni siquiera saber lo que pide, confiamos en él y empleamos todas nuestras fuerzas para satisfacerle.

De todo lo que os digo, hay puntos en los que debéis deteneros cada día, y otros simplemente cuando las circunstancias lo permitan. Pero lo que acabo de deciros sobre la utilización de vuestras energías debéis anotarlo, porque cada día debéis tenerlo presente en vuestro pensamiento, ya que yo, no estaré continuamente para recordároslo. Podéis dejar de lado muchos otros puntos, pero este no. Cada día se os pide que seáis conscientes, que os deis cuenta en todas las circunstancias de cómo empleáis vuestras energías, y esto podéis hacerlo en cualquier sitio, En la calle, en el metro, en el dentista, en

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vuestra cocina, podéis echar una mirada en vosotros mismos y preguntaros: “Veamos, si me meto en tal o cual actividad, ¿qué voy a gastar en ella?... Ah, me voy a ver obligado a perder todo lo que tengo de puro y de Divino, para alimentar a los cerdos. Así que no, no me meteré en este asunto, mis energías no están destinadas a ir a resucitar a los muertos.” Como Jesús que decía: “Deja que los muertos entierren a los muertos, y tú, sígueme.”

¿Veis? el trabajo al que debemos consagrar nuestras energías es un punto esencial, nunca insistiré suficientemente en ello.


Reus



En lengua Española



Sèvres, 4 de Enero de 1968

Pertenece Tomo 12: Las Leyes de la Moral Cósmica

Capítulo XV:

NO CORTÉIS LA CONEXIÓN No lleguéis a penséis, mis queridos hermanos y hermanas, que para mí haya una necesidad demoler el prestigio y la gloria de los sabios, todo al contrario. Sólo los critico en un punto: Que han cortado la conexión entre el mundo exterior, el mundo de la materia del que se ocupan, y el mundo interior del alma, y de la consciencia; en eso son culpables y me enfrento a ellos. Cuando la conexión entre el mundo espiritual y el mundo físico, mecánico, material, se restablezca, el verdadero progreso será posible. Diréis: “Pero ¿Por qué da usted tanta importancia a esta cuestión de la conexión? Eso no cambiará gran cosa. Justamente es eso lo que me entristece, que no vean la importancia de esta conexión. Si no tuviese una importancia capital, esencial, no gastaría mi tiempo y mis energías inútilmente. Insisto, porque, mientras esta conexión esté cortada, nada podrá aclararse en la vida.

Hermes Trismegisto dijo: “Lo que es abajo, es como lo que es arriba”, y este precepto me ha guiado siempre en mis investigaciones. Os daré un ejemplo. Un médico ausculta a un enfermo; ve que tal o cual órgano, que funciona mal, está perturbando el equilibrio del organismo, y busca todos los medios para restablecer el equilibrio. Pero lo que se trata ahora es de ir más lejos y tomar lecciones del organismo para resolver todos los problemas de la humanidad. Un órgano está compuesto de células; las células están compuestas de partículas y estas partículas de otras partículas todavía más pequeñas… ni siquiera sabemos ahora hasta dónde se podrá llegar en el análisis de lo infinitamente pequeño. Así pues, todas las células forman un

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órgano; muchos órganos forman una unidad, el cuerpo humano; y el cuerpo a su vez, representa una pequeña partícula en relación con el Universo. Todo el mundo sabe eso.

Pero para que esta unidad esté sana, para que coma, ande, hable, piense, etc. es necesario que todos los órganos funcionen correctamente; y no pueden funcionar correctamente si no trabajan los unos para los otros. El estómago digiere el alimento y no se lo queda sólo para sí mismo, sino que lo distribuye a todo el organismo. El corazón no se queda la sangre para sí mismo, sino que la envía a través de los vasos sanguíneos. Y los ojos y los oídos no solo ven y oyen para sí mismos. Todos están al servicio del organismo entero, para protegerlo, dirigirlo, transportarlo… Ninguno trabaja exclusivamente para sí mismo, para asegurar únicamente su existencia, su riqueza, su superioridad o su dominio, todos obedecen a la ley del sacrificio, de la renuncia, del desinterés, de la fraternidad… llamadle a eso como queráis. Y cuando el hombre está enfermo es porque hay un órgano al que unos virus, unos microbios o unos materiales impuros le impiden hacer su trabajo divino de renuncia.

Podemos concluir, pues, que existe una Inteligencia Superior que ha fijado unas leyes, y que todo obstáculo a estas leyes, es decir, toda manifestación de egoísmo y de desorden provoca la enfermedad y hasta la muerte. Desde hace miles de años que los humanos saben eso, ¿Por qué no han sacado una conclusión? Puesto que se dice que abajo es como arriba, es decir, que todo lo pequeño es como lo grande, aquello que es válido para el individuo es también válido para la colectividad. La humanidad es un organismo en el que cada país es como un órgano constituido de células: los individuos que en él viven y trabajan. Pero estos órganos de la humanidad no están inspirados por la misma inteligencia, por el mismo desinterés, por el mismo amor que los órganos del cuerpo; cada uno sólo piensa en sí mismo, sólo trabaja para sí mismo, en detrimento del vecino. El funcionamiento del organismo ha sido decretado por una Inteligencia Sublime, mientras que el de la humanidad es obra de una Inteligencia humana, y por eso las cosas no andan bien, este

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organismo está enfermo, tan enfermo que está amenazado de muerte. Para restablecerlo hay que tomar como ejemplo al ser humano, que la naturaleza ha construido, estudiar su funcionamiento, en qué casos tiene buena o mala salud, y comprender que las reglas son las mismas para toda la humanidad.

Ya conozco las objeciones, claro. Me dirán que esto es imposible porque los humanos son todavía como animales, testarudos, egoístas, crueles. Conozco mejor que vosotros la razón del estado actual de cosas, pero la cuestión no es esa. La élite, los que están a la cabeza, pueden intervenir para cambiar el orden de las cosas. Pero no, no hacen nada. Todos trabajan solamente para un órgano. Y, justamente, los órganos deben trabajar los unos para los otros para que toda la humanidad viva en la abundancia y en la paz. Cuando el organismo está en buen estado, todas las células se benefician. Cuando el cerebro es lúcido o cuando el corazón está dilatado, hasta los pies se sienten bien; sí, sentís que vuestros pies se alegran, hasta los dedos de los pies participan de este gozo. ¿No lo habéis notado nunca? Mientras que si tenéis los pies un poco fríos ¡ahí tenéis a la pobre nariz que estornuda! Son los pies los que están fríos y es la nariz la que estornuda. ¿Necesitáis que os de otros ejemplos?... Así pues, cuando un órgano está bien todos los demás lo sienten, se alegran; y cuando un órgano tiene problemas, los demás, los pobres, los tienen también. Sólo los humanos se alegran cuando otro país tiene problemas; se alegran porque han cortado la conexión.

Los humanos han cortado la conexión de unos con otros, y esta ruptura se llama odio, hostilidad, venganza, rencor. Mirad los países Árabes e Israel o los Estados Unidos y Vietnam. Diréis: “Pero no han cortado la conexión, ¡porque no hacen otra cosa que pelearse!” En el plano físico, es verdad, no han cortado la conexión, se ocupan continuamente los unos de los otros para exterminarse, pero yo hablo de la conexión desde el punto de vista espiritual. Es esa conexión la que han cortado, y la ruptura de esta conexión se llama guerra. También, ahí, claro, hay una conexión. Mirad dos personas que se detestan: se agarran; la

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conexión no está cortada, al contrario, nunca han estado tan cerca… ¡para estrangularse! Y otras, que están separadas por miles de kilómetros, ¡tienen una conexión extraordinaria entre sí! Yo comprendo la conexión como la comprenden los mecánicos, los electricistas. Hay por ahí un aparato que no funciona porque le falta solamente un centímetro de hilo; y entonces luego, pongo este pequeño hilo, y ya está, la corriente se restablece, el aparato funciona. Todo está ahí, en la conexión.

Una vez que hayamos comprendido que abajo es como arriba, ya está, el Reino de Dios puede venir. Comprender que entre el Cielo y la Tierra hay una conexión: todo está ahí. De momento, esta conexión está cortada, puesto que hasta los sabios y los pensadores dicen que la naturaleza no posee ni inteligencia, ni conciencia. Pero sin siguen dividiendo la materia, descubrirán una inteligencia que dirige las partículas. Y os diré incluso que las partículas son de tres clases, como los humanos. Hay hombres que quieren vivir sin cambiar nada de las leyes establecidas: se ajustan a las normas de la sociedad, son gente “respetable”. Hay una segunda categoría de seres que no está satisfecha con el orden establecido, quieren llevar a la humanidad hacia un orden superior, el orden angélico, divino; son todos los grandes Iniciados que han venido a la Tierra y que siempre han trabajado para hacer salir a los humanos de su estado de animales para llevarles hacia un orden mejor en el que reine más justicia y más amor. Finalmente, hay una tercera categoría: los destructores, los anárquicos, que han aparecido en la historia para causar estragos e introducir filosofías perniciosas. Éstas son, pues, las tres categorías: una categoría que respeta el orden establecido y otras dos categorías que tratan de cambiar este orden, los primeros por un Orden Divino y los otros por un orden diabólico. Estas tres categorías las encontramos también en los átomos ¿A qué inteligencia obedecen, pues, estas partículas, estas categorías de partículas?

Pero los científicos nunca han aceptado este sistema de correspondencia que les habría permitido establecer un paralelismo entre la vida de los hombres de la sociedad, en la

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familia y vida de los átomos. Cuando descubrieron que el átomo era semejante al sistema solar, fue a pesar suyo, no lo buscaban y hasta vacilaron un poco en aceptarlo, porque eso trastocaba algunas de sus teorías. Pero aunque no les gustase no tenían otro remedio que admitirlo, porque era evidente. Y ahora van a ver aparecer los átomos partículas venidas del exterior y dirán: “Pero ¿de dónde vienen? ¡No formaban parte del sistema!” Sí, son “cometas.” Tendrán tantas sorpresas que al final se verán obligados a ceder y a admitir esta ley de correspondencias. Mientras tanto, han extraviado a la humanidad, porque cuando se suprime la conexión entre el Cielo y la Tierra la verdadera moral empieza a naufragar. Cuando los humanos dejan de creer en la existencia de una Inteligencia que lo preside todo, la vida ya no tiene sentido para ellos. Y en cuanto la fe se derrumba, el amor empieza a derrumbarse también, porque la fe y el amor están relacionados. Como os decía: creed en alguien y este os amará, amadle y creerá en vosotros. Puesto que ya no creen en nada, ¿Por qué amar a su prójimo? ¿Por qué hacer el bien?... Al contrario, hay que aprovecharse e incluso actuar en detrimento de los demás, asesinarles si hace falta para despojarles.

Así es como el solo hecho de cortar la conexión entre el Cielo y la Tierra, entre lo grande y lo pequeño, entre la consciencia y el mundo exterior, ha acarreado una conmoción en las costumbres, en las actitudes. La situación actual proviene de esta ruptura a la que han contribuido los científicos y los filósofos. No habían previsto que al destruir estos dos pilares, la fe y el amor, que sostenían el edificio, todo el resto iba a derrumbarse. Y ahora la situación es catastrófica, ya no saben cómo remediarlo. Diréis: “¡Pero eran sinceros!” Claro, pero no tenían la luz, estaban ciegos. Por eso, a pesar de sus descubrimientos, a pesar de sus inventos, yo les critico. Tenían que haber previsto las catástrofes que sus teorías podían acarrear, tenían que haber sabido que existe una conexión entre lo que el hombre cree y lo que hace. Pensaban que, aunque ya no creyese en Dios, en la Inteligencia Cósmica, el hombre seguiría siendo bueno, honesto, noble, desinteresado. Y no, ahí tenéis otra

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conexión cortada: no ver la relación entre una cosa y otra. Y yo he insistido siempre en esta relación, siempre.

La filosofía y la ciencia han demolido en el hombre su fe en lo que es sensato para empujarle a creer en lo que es insensato, en el azar, en el absurdo… Creer que un azar ha podido ordenar los átomos y las moléculas hasta fabricar seres inteligentes… ¡vaya descubrimiento! ¿Sería, pues, la inteligencia un resultado del azar, del absurdo? ¡Qué razonamiento más extravagante! No, en realidad todo en la naturaleza contradice esta idea, porque una semilla no puede producir nada que no corresponda a su naturaleza. Hasta los alquimistas decían que solo se puede fabricar oro, si se posee, por lo menos una partícula de oro. Y he ahí, que hay sabios, filósofos, que pretenden que de un azar absurdo nació un ser inteligente; por eso después, todo se vuelve monstruoso.

La conexión, mis queridos hermanos y hermanas, insisto en ello, y la vida me dará la razón, los acontecimientos me darán la razón. El otro día vi en la televisión a un supuesto pensador que explicaba que le gustaba el desorden. Pero ¿qué clase de gente es esa que pretende instruir a la humanidad? ¡Le gusta el desorden! ¡Ah!, ¡si le hubiese atrapado habría pasado un mal cuarto de hora conmigo! Le habría dicho: “Así que usted acepta tener cáncer, ¿verdad? – ¡No, no! – pues bien, esto es el desorden que usted desea: el cáncer. Puesto que lo desea fuera de usted, debe también aceptarlo dentro de usted, y entonces verá lo que es el desorden. Así que usted es un imbécil que ni siquiera sabe lo que dice!”¡Y la televisión abre sus puertas de par en par a gente así!

Aunque los humanos quieran verdaderamente trabajar para el bien, no lo conseguirán mientras trabajen cada uno para sí, nunca. Durante un cierto tiempo estarán bien, serán fuertes, serán ricos, pero los demás, que están ahí, a su alrededor, irán a combatirles, y un día serán destruidos. Nunca estamos con seguridad trabajando solo para nosotros mismos. La verdadera seguridad está en trabajar primero para los demás; entonces, sí, podéis dormir tranquilos, nadie vendrá a combatiros, porque los

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demás estarán llenos de amor para con vosotros. Esta tendencia tan extendida entre los humanos de trabajar sólo para sí mismos, para su bienestar, para su seguridad, no les aportará nunca lo que esperan. ¡Tienen que desembarazarse de esta idea! La seguridad se dará cuando todos los miembros de la colectividad estén por fin conectados formando una sola consciencia. Mirad otra vez lo que sucede en el organismo: los órganos no se comen unos a otros… Nunca he visto al estómago lanzarse sobre el corazón o el hígado para devorarlos. Claro que existen hombres cuya mano coge un revolver para hacerse saltar la tapa de los sesos, pero son casos anormales. En los hombres normales ningún órgano trabaja contra otro. Al contrario, cuando sienten un dolor en una región del cuerpo, su mano va a posarse sobre ella, consciente o inconscientemente, para calmarlo, para darle calor. Como veis, los órganos se ayudan entre sí.

La filosofía que incita a los hombres a trabajar solamente para su propio país no aporta a la larga más que desgracias. La historia nos da pruebas de ello. ¡Mirad todos estos reinos tan poderosos que han desaparecido! Y otras potencias también van a desaparecer un día. ¿Dónde estarán Inglaterra, Francia, Estados Unidos o Rusia, si siguen manteniendo este espíritu de separatividad? Solo la filosofía que nosotros aportamos puede llevar a la humanidad a la felicidad, a la plenitud. De lo que se trata ahora es de encontrar entre los políticos a hombres inteligentes que la comprendan y que se decidan a aplicarla. Comprenderla no es difícil, lo que es difícil es aplicarla; y dirán: “De momento, eso no es posible. Nosotros somos los representantes de un pueblo y debemos trabajar solamente para este pueblo, estamos obligados a ello. Aunque estamos de acuerdo con usted, con lo que usted dice, está bien claro para nosotros.” ¿Veis pues?, ni siquiera los jefes de Estado son libres.

Si esta filosofía fuese aceptada, con todos los medios de que dispone hoy la humanidad el Reino de Dios vendría muy pronto. Los humanos tienen todas las posibilidades, pero hay algo que les falta, ahí, en su cerebro. ¿Veis?, queridos hermanos y hermanas, bastaría con que todos los que están a la cabeza se decidiesen y

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declarasen: “Ahora, vamos a formar un gobierno mundial que asegure la paz para todos los hombres.” Y como ya no habría que gastar tantos miles de millones para defensa y armamento, éstos se utilizarían solamente para mejorar la vida de cada uno.

Cuando me oís echar pestes sobre los científicos siempre os preguntáis que tengo contra ellos. Nada, no tengo nada, contra ellos, lo que combato es su forma de pensar que me gustaría destruir y reemplazar, pero contra ellos mismos no tengo nada, están ahí, son magníficos, maravillosos, me gustaría abrazarles a todos. Lo que yo combato es una idea; pero estos hombres son valiosos, los quiero conmigo, porque trabajan, mientras que los espiritualistas, los místicos y religiosos no hacen nada de nada. ¡Si pudiesen tan sólo restablecer la conexión entre el mundo físico y el mundo moral, espiritual! Entonces, se volverían tan útiles, tan necesarios, tan maravillosos, que iríamos a abrazarles y a darles serenatas… si, ¡al claro de luna! Lo importante, es pues, la conexión, este pequeño hilo que debemos poner en su sitio para restablecer la circulación entre la Tierra y el Cielo, entre el mundo de abajo y el mundo de arriba.

Hablando siempre de esta comunicación, de esta circulación entre el mundo Divino y el mundo Físico, Hermes Trismegisto, dice a propósito de la fuerza Telesma: “Sube de la Tierra y desciende del Cielo y recibe su fuerza de las cosas Superiores y de las cosas Inferiores.” Esta fuerza es la corriente que circula entre el Cielo y la Tierra: la vida. Todo es coherente. En apariencia todo está descosido, pero, en realidad, todo es coherente.

La conexión, toda la magia, está también ahí. Mirad la varita mágica… no es más que un palito que conecta los dos mundos. El que quiera ser un mago debe poseer en sí mismo esta pequeña varita que establece la conexión entre los dos mundos. Si no, aunque tenga una varita en la mano, no puede desencadenar las fuerzas de la naturaleza ni realizar verdaderamente un acto mágico, porque no comprendido que la verdadera varita mágica es una conexión viva que permite hacer pasar la Corriente. Como

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cuando conectáis un enchufe. El papel de la varita mágica es permitir establecer una conexión para que las energías circulen de un mundo a otro. En alguna parte hay una central eléctrica que da corriente, pero para que la lámpara se encienda hay que conectarla, enchufarla a la toma de corriente. Y la varita mágica, es justamente, el enchufe.

Así pues, cuando el mago posee este enchufe en su cabeza, en su corazón y además, sostiene en la mano la varita mágica, que representa el enchufe en el plano Físico, puede hacer pasar las fuerzas del mundo Divino al mundo Físico. Sí, esto es nuevo para vosotros, y hasta estoy seguro de que la mayoría de los ocultistas no tienen demasiado claras las cosas sobre esta cuestión. Se sirven de los objetos sin haber comprendido ni su significado, ni su papel, pero mientras no los hayan comprendido, mientras no tengan este hilo en sí mismos para conectar los dos mundos, ningún fenómeno mágico podrá producirse. Éste es el verdadero significado de la varita mágica: un hilo. Pero, a pesar de lo que os digo, siento que no veis la importancia de este hilo. Decís: “Nos habla de un hilo que la ciencia ha cortado… Pff… ¡no tenemos necesidad de este hilo! Pues bien, sin este hilo no obtendréis ningún resultado. Yo tengo este hilo para mí, pero es preciso que todos puedan tenerlo. Yo no os lo puedo dar, porque eso no es algo que pueda hacerse mecánicamente: “Venga enchufe esto.” Es algo que cada uno debe comprender, aceptar, estar de acurdo para enchufar a la toma de corriente. Para mí ya está hecho, pero la cuestión no soy yo, la cuestión ahora, son los otros. Porque creedme, mis queridos hermanos y hermanas todas las desgracias de la humanidad provienen de la ruptura de esta conexión. Claro, cada uno explica las cosas a su manera: los economistas por la situación económica, los políticos por la situación política, la iglesia porque la gente no va a misa y los médicos porque los enfermos no van a consultarles. Pero yo os digo que las desgracias del mundo se explican por la ruptura de esta conexión. Y ahora es necesario que esta conexión se restablezca, sabiamente, inteligentemente, con destreza.

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Hermes Trismegisto dice también: “Separarás lo sutil de lo denso con gran industria.” ¿Y porque separarlos? ¿Y qué hacer una vez que los hemos separado? Es sencillo: romper la conexión con lo que es denso, oscuro, sin inteligencia y conectarse con lo que es sutil, luminosos, inteligente. Cuando cortamos la conexión con la Inteligencia Cósmica, como han hecho los científicos y los pensadores, nos conectamos con lo absurdo. Despegarse de una cosa implica un acercamiento a otra. Y si os alejáis del Señor, os acercáis a los diablos. Si os alejáis de la luz del Sol, os acercáis a las tinieblas. He ahí una extensión de las palabras de Hermes Trismegisto en la que no se ha pensado. El precepto: “Separarás los útil de lo denso” presupone, sobreentiende la idea de que después de la separación se producirá un acercamiento: despegándonos de un objeto, de un ser, nos conectamos obligatoriamente a otro objeto, a otro ser.

Así que ¿veis?, si siempre soy desagradable con los filósofos y los científicos no es porque yo me crea más capaz que ellos. No, es sólo que mi punto de vista es superior al suyo. Yo soy como el niño que se ha subido a un árbol y que, desde allí arriba, ve todo lo que los demás abajo no pueden ver. Cuando era muy joven, cuando tenía cuatro, cinco años, tenía cuatro pasiones que, por otra parte, sigo conservando hoy, bajo una forma diferente, claro. Me gustaba subir a la copa de los árboles, encender el fuego, recoger hilos (sí, parece una tontería, pero me impresionaban los hilos) y ver correr el agua. En la aldea de Macedonia donde nací al pie de la Babouna Planina (la montaña de la Abuela) había grandes árboles, álamos sobre todo y me gustaba subir a estos álamos, lo más alto posible y permanecía allí arriba mucho tiempo.

Cuando mi madre me llamaba, y ya sabía dónde encontrarme, yo bajaba rápidamente deslizándome a lo largo del tronco, y como en verano no llevaba camisa, ¡la piel de mi vientre parecía como cuero! Pero me gustaban los árboles, me gustaba estar encaramado, así, en lo alto de los árboles más grandes…

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En cuanto a los hilos, me acuerdo que un día provoqué una tragedia. No era consciente de ello, claro; tenía cinco o seis años… En nuestra familia había una mujer que tejía, y un día, viendo el telar, con todos los hilos allí, bien ordenados, no sé que me pasó, pero estos hilos me impresionaron tanto que los corté todos para tenerlos. ¿Veis?, me confieso ante vosotros, ¡mirad que destrucción! Evidentemente, me riñeron, ¡pero qué tragedia! Todavía puedo ver cómo estaban todos como locos, corriendo de un lado a otro… Yo miraba sin comprender porque estaban en este estado. Lo había cortado todo para tener los hilos. ¿Y qué iba a hacer con estos hilos? Nada. ¿Porque los hilos? Solo más tarde empecé a comprender. Y con el fuego y el agua lo mismo.

Con el fuego, claro, hice también algunas travesuras. Lo encendía, así, sin más, para mirarlo, y un día prendí fuego al granero de mis padres. Tampoco entonces comprendí porque todos estaban como locos y corrían a apagarlo. ¡Yo encontraba que era tan bello este fuego que ardía!... Estaba maravillado también de ver el agua que brotaba ¡tan transparente, tan cristalina! Y, sobre todo, hay una cosa que no he podido olvidar: muy cerca del lugar que habitábamos había un pequeño manantial que brotaba de la tierra, y, yo permanecía allí, durante horas enteras, mirándolo. Todavía hoy la veo en mi imaginación, ¡tan límpida, tan pura! Después toda mi vida, he pensado en el fuego y en el agua. Por eso, la primera conferencia que di trataba justamente del fuego y del agua, de las relaciones entre los dos principios, masculino (el fuego) y femenino (el agua). Todo eso no era, pues, por casualidad; había algo en mí que había traído del pasado, y que me impulsaba, justamente, hacia estos dos elementos para descubrir en ellos todo un mundo nuevo.

Y con los hilos, ¿veis?, también está claro. Buscaba los hilos, no buscaba las agujas, éstas no me decían nada. Eran los hilos, ¿Cómo interpretar eso? Pues, porque las agujas, el principio masculino, ya lo poseía. Pero me hacía falta el principio femenino, la materia, los hilos, para poder hacer los tejidos. Finalmente, después de muchos trabajos, Dios me dio estos hilos y ahora ya los tengo. Pero veo que vosotros nunca habéis buscado

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hilos, ¡nunca habéis cortado todo un tejido como yo! Es algo reprensible, lo confieso, pero un día fui a reparar esta falta. Cuando volví a mi aldea natal, hace unos años (se encuentra ahora en la parte de Macedonia que pertenece a Yugoslavia), todavía estas gentes seguían con vida, ya muy viejos, y les di algo por la desgracia que les causé. No hay que dejar nada pendiente. Tarde o temprano debemos pagar nuestras deudas.

En cuanto a esta tendencia a subir a la copa de los árboles, ya anunciaba en mí el deseo de mirarlo todo desde muy arriba, desde lo alto. Dios me dio las facultades que veo ahora en los científicos y los filósofos. ¡Las facultades que tienen son formidables! Yo no las tengo, pero mirad, soy como este niño al que le gusta subirse a los árboles, muy arriba. Su padre, que es doctor por varias universidades, está trabajando en su habitación, en la planta baja: lee, escribe, y el pequeño que está en lo alto del árbol grita: ¡Papá, veo que llega mi tío! - ¿Y qué más ves? Viene con mi tía - ¿Y qué más? Trae una cesta…” etc. Y así el padre se informa gracias a su hijo, que tiene la posibilidad de ver muy lejos porque está encaramado arriba. Quizá sea ignorante, pero debido a su posición, ve, mientras que el padre, a pesar de sus títulos universitarios, de sus diplomas, no ve nada de nada, porque está demasiado abajo. ¿Veis? os lo explico, no soy tan orgulloso y vanidoso como parezco. Reconozco que mis facultades demasiado limitadas, pero también sé que me han puesto en una cima desde la que tengo un punto de vista muy vasto que no ha llegado a tener toda esta gente que me supera.

¿Verdad que no os esperabais que el amor por los hilos pudiese llevar tan lejos? Sí, la varita mágica es un hilo, una varilla. E incluso, en nuestro cuerpo, mirad, ¿Qué son los músculos, el sistema nervioso, los vasos sanguíneos? Hilos. ¿Y una planta, un árbol? Hilos. Y los rayos de Sol también son hilos que vienen hasta nosotros para que podamos conectarnos con el Sol. ¿Veis?, ¡va lejos este asunto! Y la vida también no es más que un entrelazamiento de hilos, un tejido. La naturaleza trabaja con hilos y el mundo entero trabaja también con hilos, las mujeres sobre todo cuando cosen, hacen punto y bordados. Y ahora,

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incluso en la industria, en las materias plásticas, no vemos sino hilos, hilos, siempre hilos. ¿Cómo es que a los cinco, a los seis años, ya sentí la importancia de los hilos? A esta edad era de manera inconsciente, claro, pero había detrás una Inteligencia misteriosa que me empujaba. Era simplemente para mostrarme que no sucede nada por casualidad, porque el día en que empecé a revisar todos estos gustos aparentemente extravagantes de mi infancia, descubrí un mundo increíble. La vida misma no es otra cosa sino hilos, hilos…. ¿Qué son los cromosomas? Hilos; y el carácter de un ser, su herencia, su estructura, están insertos en estos hilos. Y el teléfono, los telégrafos, los ordenadores, son hilos, hilos entrelazados. Se diría que todo son hilos, ¡Es formidable!

Los humanos se ocupan de todos los hilos, pero han cortado este hilo esencial del que os hablo y con el que trabajo para conectar con los dos mundos. Eso es la verdadera magia. ¿Sabéis cómo se puede definir la magia? Lo leí en Bulgaria cuando aún era muy joven. Tenía quince años cuando cayó en mis manos un libro de quiromancia de Desbarolles en donde, entre otras cosas interesantes, decía esta frase que me llamó la atención: “la magia es una comparación entre los dos mundos”. A esta edad no lo comprendí, claro. A los quince años no es posible captar la profundidad de una idea semejante. Para mí la magia era un saber gracias al cual se podía gobernar a los espíritus, hacer milagros. Pero, de todas formas, esta frase me intrigó, me acorde de ella, y más tarde, reflexionando, estudiando, encontré que había en ella una gran verdad. Para comparar dos cosas hay que conectarlas entre sí. Esta comparación debe ser, pues, en primer lugar una conexión. La verdadera magia es la comparación entre el mundo Divino y el mundo Físico, gracias a la conexión que existe entre ambos. Fuera de esta conexión, no puede existir magia.

Esto es lo que comprendí, y es por esta razón que, desde hace años insisto tanto en esta cuestión de la conexión. Toda mi filosofía está basada en este pequeño hilo, la conexión entre los dos mundos. Suprimid esta conexión y, algún tiempo después se acabó, ya nada tiene sentido, y caéis en el absurdo, porque todo

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queda disperso, desorganizado. Pero en cuanto restablecéis la conexión, todo está claro, todo es simple y límpido ante vosotros. Mirad, está oscuro y enchufáis la lámpara a la toma de corriente: la luz llega, todo se ilumina.

Si lo preferís, en vez de la palabra “conexión” podéis utilizar, por ejemplo, la palabra “puente”. Es lo mismo. Un puente conecta las dos orillas de un rio. Si no tenéis puente no podéis pasar. En una guerra procuran siempre derribar los puentes para desorganizar a las fuerzas enemigas. ¿Y las calzadas? Las rutas, los caminos, las calzadas, también son conexiones. Cortad los puentes, cortad las rutas y se acabó el país, porque ninguna circulación es posible. Exactamente como cuando seccionamos una arteria: el órgano al que esta alimenta muere, porque ya no recibe alimento. Y los humanos que han cortado la conexión con el Cielo piensan que nada cambiará, que seguirán siendo alimentados, felices, que seguirán estando en la plenitud. ¡Qué estúpidos, Dios mío! ¡Menos mal que existen otras conexiones que no han logrado cortar! Todavía no han cortado el cordón de plata que les conecta con su cuerpo físico, puesto que aún siguen vivos; tampoco han cortado la conexión con el aire, con el agua, con el alimento. Algunos tampoco han cortado la conexión con la sociedad, con sus parientes, pero han cortado la conexión con el Padre Celestial, y, poco a poco, si continúan así, llegarán a cortar las demás conexiones.

Todavía podemos encontrar equivalentes de la palabra “conexión” en otros terrenos. ¿Por qué se habla de una “relación” entre un hombre y una mujer?... ¿Y el nacimiento de un niño? El niño nace porque el padre y la madre han establecido una relación. Como veis, también es magia: el hombre y la mujer han establecido una relación, y ahí tenéis a un niño que habla, que actúa, que vive. Siempre se trata de un palito, de una pequeña varita mágica, que hay que enchufar, introducir en alguna parte para que por fin las fuerzas circulen. Cada hombre posee esta varita mágica, pero si no la “enchufa” no hay niño. Los hombres y las mujeres practican esto continuamente, pero no han comprendido nada. Restablecer la conexión, el contacto entre los

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dos mundos: el mundo femenino y el mundo masculino, el mundo de abajo y el mundo de arriba, el mundo receptivo y el mundo emisivo, no existe magia más alta que esa. ¿Y dónde encontrareis un acontecimiento más importante que el nacimiento de un niño? Todo lo demás palidece a su lado.

Pero la concepción de un hijo no es únicamente un fenómeno que se produce en el plano físico entre un hombre físico y una mujer física. No, hay otros dominios en los que se puede concebir un hijo. Este es el trabajo esencial que os espera. Si todavía no tenéis la claridad suficiente, no os inquietéis, llegará en otras conferencias.


Reus



En lengua Española



Bonfin, 4 de Agosto de 1968

Tomo 12: Las Leyes de la Moral Cósmica

Capítulo II:

La importancia de la Elección. Buscar el trabajo y no el placer

En la actualidad la gente ya no desea oír hablar de moral. El

tema más desagradable, el más repulsivo, el más pasado de moda, el más anticuado, es la moral. Particularmente en Francia donde nadie se ocupa de moralizar a los demás. Porque los franceses han comprendido que era ridículo y hasta grotesco erigirse en moralistas. Quieren hacerse valer como eruditos, sabios, artistas, todo lo que queráis, pero no como moralistas. Han comprendido tan bien que la moral tradicional era hipocresía y falsas apariencias que para ser lógicos, justos, honestos, sienten que hasta deben burlarse un poco de la moral. Por un lado tienen razón, porque esta moral ha sido inventada por los hombres, y es tan variable según las épocas y los países que no se comprende por qué hay que respetarla. Pero, en realidad, todavía no han comprendido lo que es la verdadera moral, ni de dónde viene. Yo os mostraré ahora lo fácil y sencillo que es restablecer todas las leyes de la moral tal como la Inteligencia Cósmica la ha establecido y no tal como los humanos la han fabricado de acuerdo con sus prejuicios, sus intereses o sus caprichos.

Antes de ir más lejos quisiera volver primero a un punto del que ya os hablé, porque veo que todavía no sospecháis la importancia que tiene para vuestra salud, vuestra felicidad, vuestro éxito y para la armonía de todo vuestro ser.

Para eliminar campo de la higiene alimenticia: saben que es mejor lavar las verduras, pelar las frutas y que siempre hay que hacer una selección en el alimento para eliminar los elementos nocivos e

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indigestos. Pero todavía no han comprendido que en el campo de los pensamientos y de los sentimientos también existen alimentos que comemos y que digerimos más o menos bien según su grado de pureza. Deben pues ir más lejos aún para aprender a hacer una selección en el alimento psíquico como hacen con el alimento físico.

Si estudiamos la naturaleza de los sentimientos y de los pensamientos veréis que de este estudio saldrá una Ley Moral: que para la edificación de nuestro organismo psíquico solo debemos escoger elementos que sean puros, sutiles, luminosos, divinos. “¿Por qué? ¿Por qué?” preguntará la juventud arrastrada por todos estos artistas del Living Theatre que han venido a predicar que debemos dar salida a todos nuestros instintos. Fueron a Avignon, la bella ciudad de los Papas e invitaron al público a subir al escenario a participar con ellos en una especie de orgía, para hacer, decían, la unidad con la multiplicidad. ¿Veis?: ¡pensaban hacer la unidad echándose los unos sobre los otros! El alcalde y la población se indignaron tanto que les echaron. Y ahora van a visitar Suiza… ¿Qué extraña filosofía es ésa?... Pero no hay que asombrarse, porque es la consecuencia de una ignorancia sobre la estructura del ser humano.

¿Cuántos pensadores han estudiado verdaderamente al hombre para saber cómo fue creado en el origen, en los talleres del Señor? Saben que tiene un estomago, que tiene un sexo, así que, claro, hay que contentarlos. Estoy de acuerdo, pero ¿acaso no hay que hacer una selección? Evidentemente, los jóvenes dirán: “¡Ah no! ¡Nada de selecciones!” Pero si aceptan seleccionar el alimento, ¿por qué no quieren admitir también que engullendo indiscriminadamente cualquier sentimiento y cualquier placer van a envenenarse? Besan a cualquier chica o a cualquier chico, se acuestan con el primero que pasa sin saber todo lo que un ser humano transporta interiormente, nubes y emanaciones malsanas y absorben así unos elementos tan nauseabundos que es exactamente como si chapoteasen en las cloacas.

Yo no estoy en contra de los intercambio, siempre debemos hacer intercambios, por supuesto; pero la cuestión es saber cómo hacerlos.

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Un intercambio debe aportar siempre una mejora, un embellecimiento. El Amor debe siempre enriquecer a la pareja. Sin embargo, a menudo están enfermos y desequilibrados, porque han tragado imprudentemente e irrazonablemente toda clase de elementos heteróclitos. La cuestión no es no amar, sino saber hacer una elección para tomar solamente aquello que es verdaderamente puro y luminoso y llegar a ser uno verdaderamente puro y luminoso.

¿Qué es lo que caracteriza a un niño? Los niños, los adolescentes son gobernados por sus deseos, sus emociones, sus sensaciones; su inteligencia no está todavía despierta para medir, pesar, controlar y juzgar. Por eso se les pone junto a los adultos: padres, abuelos o educadores, que deben dirigirles, aconsejarles, protegerles. Porque los niños siempre se sienten atraídos por todo aquello que no es muy recomendable, y pueden caerse, herirse, quemarse, enfermar. Sabéis lo que dice el niño: “Quiero a papá, quiero a mamá, pero prefiero la mermelada.” Toda su mentalidad está resumida en esta palabra: mermelada, es decir, lo que es agradable, simpático, dulce, azucarado, fácil. El niño no sabe que aquello que es amargo y difícil le sería sin duda más provechoso. Todavía no ha llegado hasta esta sabiduría de escoger a veces lo que es desagradable. Y éste es el peligro, no sólo para los niños, sino también para los adolescentes: porque detrás de esta apariencia de belleza y de encanto están las trampas, las desilusiones, las amarguras. La juventud aún no conoce la vida y, como no es dirigida interiormente por un guía experimentado, se deja llevar por el sentimiento, por el placer, sin razonar, sin pedir consejo. Por eso os jóvenes se queman y, después, son desgraciados, lo lamentan.

Mientras la juventud no se guie por una sabiduría interior debe obedecer a sus padres, porque los padres, que tienen más experiencia, están bien inspirados para protegerles, para instruirles. Claro que ésa no es la opinión de los jóvenes: para ellos los padres son unos “carcamales”, y el mejor guía, al que hay que seguir, cueste lo que cueste, es el placer. Pues no, se equivocan. Creen tener razón, pero más tarde, después de las caídas, de los fracasos, de las pérdidas, empezarán a razonar, y quizás se pronuncien a favor de los adultos

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diciendo: “A pesar de todo tenían razón, porque eran mayores, tenían más experiencia.” Pero será demasiado tarde.

Analicemos ahora esta tendencia de buscar el placer. ¿Acaso debemos tener una confianza absoluta en este impulso de nuestra naturaleza que nos empuja a satisfacer todas nuestras necesidades instintivas? Algunos encuentran placer comiendo o bebiendo desmesuradamente, peleando, robando, destruyendo, violando mujeres… Comprendo que puedan encontrar placer en estas cosas, ¡la naturaleza es tan rica en posibilidades! Pero si no está orientada y dominada por un razonamiento, por una sabiduría, yo encuentro que esta búsqueda de placer no está absolutamente justificada. Está justificada en su impulso, pero nunca está justificada en el cumplimiento. No debemos darle la libertad de realización. Que tengáis necesidad de comer, de beber, de poseer, de mandar, de besar a las chicas, es maravilloso, todas estas necesidades son unas fuerzas magníficas, no tienen nada de malo; pero se vuelven malas cuando no está el otro factor, el razonamiento que os guíe. Porque, entonces, podéis ir demasiado lejos, provocar disturbios, hacer daño, cometer crímenes.

No podemos condenar en el hombre, la necesidad de buscar el placer, es una tendencia natural. Todos nosotros buscamos el placer. No existe una criatura en la Tierra que no busque el placer, ni siquiera los más grandes Iniciados. Diréis: “¡Pero entonces estamos justificados!” Sí, pero todo depende de cómo lo buscamos y dónde lo buscamos. Hay que ver la diferencia.

Tomemos el ejemplo de un hombre que no piensa más que en acostarse con las mujeres porque encuentra en ello un placer extraordinario: ¿qué busca?... Ya hemos analizado esta tendencia y encontramos que él mismo no sabe lo que busca, pero que en toda la naturaleza existe una tendencia a buscar al Creador y únicamente a Él, porque el Creador lo contiene todo: la felicidad, el gozo, la maravilla, la poesía, la fuerza… Y como el pobre hombre no tiene las cosas muy claras, piensa que encontrará esta fusión, este éxtasis, acostándose con las mujeres. Podemos decirle: “Está bien, la tendencia no es mala, pero no lo enfocas bien, no estás bien orientado: en vez de ir a buscar

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el verdadero placer uniéndote al Señor, pasas por las cloacas. Existe un camino mejor que este.”

No debemos condenar a este hombre, porque busca al Señor. Sí, busca al Señor, porque detrás de este placer, de este gozo, se encuentra Dios mismo… ¿Os gusta comer? Es a Dios a quien buscáis a través del alimento, porque en este gozo de comer está Dios, y nada ni nadie puede procuraros ningún gozo, ninguna maravilla, fuera de Dios. Pero le buscáis por caminos indirectos en vez de ir directamente a Él, como hacen los Iniciados. Los Iniciados también buscan al Señor, quieren saborear la felicidad y el éxtasis, pero no quieren pasar por caminos llenos de barro que les retrasarán y les complicarán las cosas.

Puesto que Dios ha difundido por todas partes, en cada cosa, en cada ser, una partícula de Su quintaesencia, podemos encontrarlo en todas partes. Pero dispersándose a diestro y siniestro como hace la gente, necesitarán miles de millones de años para encontrarle directamente; hay que buscarlo a través de la luz, a través de la bondad, a través de la pureza. Bajo una u otra forma, siempre es al Señor al que buscan los humanos, siempre quieren volver a la fuente, volver a encontrar la vida del paraíso en la que estaban sumergidos en el origen. Pero como no tienen luz, como nadie les orienta, los pobres se las arreglan como pueden, Y se ensucian tanto que son irreconocibles, Sin embargo, en realidad, la tendencia era buena: inconscientemente querían unirse a Dios, pero, mientras tanto, se unen a pequeños diablos.

La filosofía hindú explica que la apariencia de los fenómenos es a menudo ilusoria, que detrás de la belleza se esconde la fealdad, detrás de la riqueza se esconde la miseria, detrás de la fuerza la debilidad. A esta apariencia que engaña la llaman “maya”: la ilusión. El sabio es aquél que llega a traspasar el velo de las apariencias para descubrir la realidad; una vez que ha descubierto esta realidad, una vez que la ha contemplado, decide dar, o no dar, una salida a su deseo. Porque, a menudo, justamente cuando descubrimos la realidad estamos tan decepcionados, tan fríos, que ya ni siquiera queremos

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satisfacer nuestro deseo: ahora que lo vemos bajo una nueva luz, estamos horrorizados por este monstruo al que alimentábamos.

Mientras no vemos, mientras no comprendemos, nos dejamos llevar ¡y ahí están las trampas! Nos encontramos con tantos chicos y chicas que ya están decepcionados, tristes, que son desgraciados. Dicen: “Me equivoqué, creía haber encontrado la felicidad y me equivoqué, lo lamento, me equivoqué.” Pero, mientras tanto, han perdido todo su frescor. Han permitido que cualquiera venga a lavarse en su lago, y todos han dejado en él sus suciedades. Y ahora que su lago ya no está tan transparente, tan límpido, tan bello, ya no refleja tan bien las estrellas y el Sol.

Cuando un chico y una chica están abrazados, no saben que entre ellos se produce una ósmosis, una nivelación. Sí, en el campo electromagnético, en las emanaciones, se produce una ósmosis, y la cosa llega muy lejos, porque las debilidades del chico van a penetrar en la chica, e inversamente. Evidentemente sucede lo mismo con las cualidades. El amor crea una nivelación entre los seres; por eso, antes de empezar a hacer esta nivelación, los jóvenes deben conocer la ley de la elección y de la selección y, lo mismo que con el alimento físico, deben reflexionar antes de comer el alimento astral: deben estudiar este alimento, saber quien lo ha fabricado, de qué región viene, que contiene… etc. Desgraciadamente a los jóvenes no les gusta reflexionar, y muy raramente viene a ayudarles la intuición para encontrar la actitud o la actividad que les hará felices. A pesar de su instrucción y de sus conocimientos se conducen en función de sus sentimientos y no de su sabiduría.

Yo no estoy en contra del sentimiento, nunca he estado en contra de la necesidad de amar, al contrario, porque ahí está el sentido de la vida; pero hay que hacer funcionar también la inteligencia, tener discernimiento, hacer una selección, una elección, saber a quién amar, como amar, y como espiritualizar y sublimar nuestro amor. “¿Por qué?” Para hacer un trabajo. ¿Y el placer entonces? El placer será reemplazado por el trabajo. ¿Y ya no tendremos placer? Sí, tendremos placer, pero un placer mucho más sutil, mucho más completo, mucho más divino, un placer que no dejará ninguna pesadumbre.” Porque el

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placer tal como lo comprende la juventud pronto se transformará en veneno, en amargura: es fatal. Tomemos la imagen del oro y del plomo. El oro no se oxida, siempre es resistente, noble, precioso, resplandeciente, luminoso, mientras que el plomo es apagado… Si lo cortáis un poco, brilla unos minutos y después de nuevo se empaña. Y cuando los alquimistas trataban de transformar el plomo en oro, en realidad lo que querían era transformar la naturaleza humana, ni más ni menos, ennoblecer al ser humano. Y ello sólo es posible reemplazando el placer por el trabajo.

Todos aquellos que solo piden placer, que han puesto en su tren el letrero “Placer” para llegar hasta este pueblucho, cuando lleguen a él, verán que es un extraño lugar con ciénagas llenas de mosquitos, de sapos, de serpientes, de avispas, y gritarán. Mientras que aquellos que procuran encarrilar su tren hacia otra estación que se llama “Trabajo” descubrirán unas regiones fantásticas. Diréis: “Pero ¿Qué significa esto?” Significa que las emanaciones, los torbellinos, las erupciones volcánicas provocadas por la fuerza sexual deben ser canalizadas, dirigidas y consagradas para un trabajo especial en el cerebro, para poner en movimiento unos centros que hasta entonces estaban dormidos y hacerlos funcionar. Entonces el hombre se convierte en un genio, en un Maestro, en una Divinidad.

Muy pocos han llegado a hacer este trabajo, pero a mí siempre me apasionó este tema y me puse manos a la obra. Por eso, puedo orientar a los jóvenes, pero no me comprenderán, porque no es eso lo que buscan, buscan el placer a todo precio. Para ser felices, supuestamente. Pero ¿acaso es seguro que serán felices? Justamente, no es nada seguro. Porque el placer está ligado al descontento, y las efervescencias a la decrepitud. Como no tienen ninguna mesura, comerán y beberán (simbólicamente hablando)… como en la Sorbona, en dónde habían escrito, según parece: “Aquí, amor a gogo.” ¡Así es cómo comprenden el amor! ¿Y cuáles serán los resultados? Eso, los pobres, no lo saben, nadie les ha instruido.

No se trata de impedir a los jóvenes amar, crear o ser libres, pero hay que instruirles. Piden libertad, es legítimo, todo el mundo debe pedir la libertad. Pero esta libertad que buscan en el desenfreno no es

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en realidad más que una esclavitud. Fumar, acostarse, romper, ensuciar, insultar, ¡eso es la libertad para ellos! ¿Pero a dónde les llevará esta libertad? Yo no estoy en contra de la juventud; yo también he sido joven, y lo soy todavía. Sí, interiormente, soy más joven que los jóvenes. Ellos ya han envejecido, lo veo: en sus deseos, en sus actitudes, son viejos. Por eso hay que instruir a la juventud, mostrarle que antes de lanzarse a experimentar cualquier cosa deben reflexionar y tomar solamente lo que es bueno.

En el terreno de los sentimientos existe la misma variedad y la misma riqueza de alimentos que en el plano físico. Algunos sentimientos son charcutería, sí, son morcilla, jamón; otros son verduras o frutas, otros aún son vino o droga… Pero como la juventud no conoce este mundo del sentimiento se traga cualquier cosa y se envenena.

Cuando hablo de juventud sé muy bien que muchos adultos no son más razonables que los jóvenes. Ellos también sólo buscan el placer, no tienen ningún conocimiento y se tragan suciedades que les hacen caer enfermos. Por eso les aconsejo que tomen ciertas pociones amargas, sólo eso les curará. Han comido demasiadas golosinas y ahora deben tomar un poco de quinina, y la encontrarán en la sabiduría. Evidentemente no es muy agradable, pero deben hacerlo, porque, si no, estarán en cama con fiebre.

Siempre encontrareis en los humanos pasiones y deseos que bullen, eso no falta en ninguna parte. Pero lo que es raro, lo que casi no se encuentra, es la inteligencia que permite hacer una elección. Y justamente es lo más precioso, pero los humanos no lo quieren. Dicen: “Si nos mostramos prudentes, inteligentes, nos veremos obligados a renunciar a ciertos gozos, y no tenemos ganas de privarnos.” Decir una cosa así es confesar que son ignorantes y estúpidos, porque al contrario, serían más felices si fuesen lo suficientemente inteligentes para discernir la naturaleza de sus sentimientos y hacer una selección. ¿Cómo puede uno ser feliz cuando es ciego? Cuando uno no ve nada ni prevé nada para protegerse está a la merced de cualquiera. No os imaginéis que la felicidad vendrá si estáis ciegos. Es como si os diesen un saco cerrado diciéndoos: “Vamos, mete la mano, en este saco hay

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de todo, toma lo que te convenga.” Y metéis la mano en el saco, sin mirar, os muerde una víbora y os morís. Creedme, si estáis ciegos siempre habrá una víbora para morderos.

Nadie puede reprocharos que tengáis necesidad de intercambios. Yo también los necesito; solo que no busco el gozo y la felicidad en las cloacas sino en esta fuente de Amor Universal: El Sol. El Sol deposita sus partículas de vida en toda la naturaleza, y son esas partículas las que recibimos a través de las piedras, de las plantas, de los animales, e incluso a través de los hombres y las mujeres. Porque los hombres y las mujeres poseen también algunas partículas del Sol, pero muy pocas, insuficientes, por eso nunca se sienten verdaderamente saciados y siempre se ven empujados a buscar en otra parte.

El verdadero Amor se encuentra a profusión en el Sol, y es allí dónde hay que ir a buscarlo. Mientras no lo bebáis en la fuente, sólo encontraréis pequeñas gotas de rocío condensadas sobre algunas hojas, sobre algunas flores, y esto es poca cosa. Hay ciertamente lugares en el cuerpo del hombre o de la mujer en los que el amor se deposita un poco, pero si solamente lo buscáis ahí, estaréis siempre hambrientos, sedientos. Y es lo que les sucede a todos los que se aman: encuentran que queda todavía un vacío en ellos, no se sienten colmados, les falta algo. Ahora tienen que ir a buscar a la fuente este inmenso amor que abreva y alimenta a toda la creación. Después, que amen a un hombre o a una mujer si quieren; pero para encontrar la plenitud deben primero ir a buscar este amor a la fuente. No hay hombres o mujeres que puedan encontrar la plenitud solamente con otras mujeres u otros hombres. A la larga, siempre queda una parte de sí mismos que no está satisfecha, que no es colmada.

Ya sé que lo que aquí digo es algo muy lejano y hasta casi irrealizable para muchos. Ni siquiera lo comprenden, así que no hablemos de la realización, ¡hacen falta siglos! Pero yo conozco a alguien que ha realizado eso, así que preguntadle como podéis vosotros realizarlo también… ¿Acaso soy desgraciado? ¿Acaso busco a las mujeres? No, tengo todo lo que necesito… un amor que verter sobre toda la humanidad, ¡y desborda! Y si yo he logrado encontrar el

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secreto, vosotros también podéis hacerlo. Pero no queréis. Razonáis como todos aquellos que creen que serán desgraciados si no satisfacen sus deseos sensuales. Bueno, bueno, que los satisfagan, yo no estoy en contra, pero veremos más tarde. ¿Y qué veremos? Lo que ya hemos visto: la ruina, la quiebra. Ya lo hemos visto en grandes celebridades, escritores, artistas, poetas, músicos, que eran víctimas de una pasión que no podían vencer. En realidad, no querían vencerla, porque pensaban que todavía serían más desgraciados si se desembarazaban de ella. Y las nueve décimas partes de la humanidad razonan de esta manera.

Me he encontrado a muchos que estaban enfermos, que eran desgraciados, y yo les decía: “Lo que tiene que hacer es esto. -¡Pero no tengo tiempo! - ¡Ah! ¿No tiene tiempo? Bueno, ya veo, ya veo… - ¿Y qué ve? - veo que tendrás tiempo para sufrir.” Si no tenemos tiempo para la luz lo tendremos para las tinieblas. Si no tenemos tiempo para la salud, lo tendremos para la enfermedad, para dar vueltas y vueltas en la cama. ¿Qué queréis que os diga? Es matemático, es absoluto. Conozco el razonamiento de los humanos. Razonan como niños, todavía no han dejado los pañales. ¡Si escuchaseis su razonamiento! Claro que si no tenéis ningún criterio encontrareis que es original, filosófico, que es algo que se sale de lo corriente; diréis: “¡Que pensador más formidable!” Y estaréis maravillados. Pero si sois Iniciados encontraréis que estos razonamientos son los de un bebé.

Mis queridos hermanos y hermanas, debéis saber que vuestro cuerpo se construirá con los materiales que absorbéis. Por tanto, si estos materiales no son puros, vosotros seréis impuros; si estos materiales son nocivos, estaréis enfermos. He ahí una Ley absoluta, no solo en el plano físico sino también en el plano psíquico. Lo mismo que con el alimento, debéis estar atentos a que los pensamientos y los sentimientos que absorbéis y digerís sean puros.

Compadezco a aquellos que no quieren comprender estas grandes verdades. No las he inventado yo, las he observado en la naturaleza y las he verificado en mí mismo. Por eso ahora podéis decirme todo lo que queráis, podéis inventar cualquier filosofía nueva,

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yo la compararé con lo que la Inteligencia Cósmica ha escrito en la Naturaleza. Si veo que la Inteligencia Cósmica la aprueba, la aceptaré; pero si la Inteligencia Cósmica me muestra que vuestra filosofía contradice todo lo que existe en la naturaleza, la rechazaré.

Los jóvenes tienen tendencia a aceptar solamente aquello que les resulta agradable. Lo comprendo, pero ya os dije que hace un rato que lo que es agradable no es un guía seguro. No hay que dejarse llevar por lo que es agradable, porque lo que viene después es siempre desagradable. Darse festines en un restaurante es agradable al principio, pero cuando debemos pagar resulta un poco desagradable. ¿Por qué imaginarse que podremos comer a saciedad sin pagar nada?

En la vida todo se paga, de una u otra forma todo se paga. Hay mercados, tiendas, escaparates, todo está expuesto delante vuestro para que os sirváis, pero, una vez que os habéis servido, debéis pagar. Y justamente, esta idea de que luego hay pagar es la que nos debe hacer pensar: “No vale la pena, será demasiado caro; el placer es pasajero, pronto no quedará ni rastro y después necesitaré años para pagar mis deudas.” Pero no creáis que yo quiero privaros de gozo y felicidad, no, solo os pido que reemplacéis todos estos gozos tan costosos por otros que no son costosos. Existen cosas indispensables y, en general, estas cosas indispensables no cuestan nada: la luz del Sol, el aire, el agua, el alimento, no podéis pasar sin todo eso, y no cuestan nada, salvo el alimento, un poco.

Según parece, desde el mes de mayo la juventud hace manifestaciones para reclamar el derecho a fumar, a acostarse, a rebelarse. No dice: “Tenemos necesidad de luz, necesidad de espiritualidad, de una ciencia Divina…”, no, lo que reclama es la libertad de comer, de beber y de divertirse… Esto no es nuevo ¿sabéis? Desde la creación del mundo no se oye otra cosa. Como los romanos, que pedían pan y circo. No se oye a nadie decir: “Tenemos necesidad del Reino de Dios y de Su Justicia.” Lo que reclaman siempre es la facilidad y los placeres.

Pero lo mismo que es necesario que el hombre escoja siempre el mejor alimento físico para su salud, su belleza y hasta su inteligencia,

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también es necesario que escoja el mejor alimento psíquico. Este es un punto de la moral que no podemos negar. La gente quiere mezclarlo todo y eso no es moral, contradice la inteligencia de la naturaleza. Podemos hacer esta mezcla, pero será la muerte espiritual. Por eso la juventud no debe entregarse perdidamente a los placeres, a disfrutar, a divertirse, sino a instruirse, a trabajar, a formarse. Y después, Dios mío, no se le privará de nada. Pero, primero debe aprender a dominarse, a controlarse, en vez de dejarse ir al desorden. Porque, sino ¿Qué es lo que sucede? Se desmagnetiza, pierde su frescor, su encanto, su sutileza, algo celestial, encantador, todo aquello que constituye su mayor riqueza.

Por el momento, las puertas de la perdición están abiertas a los jóvenes. En todas partes sólo piensan en seducirse, en excitarse. Y nadie puede hacerles sentar la cabeza, nadie, ni siquiera los pensadores o los sacerdotes, porque no hay ciencia tras sus palabras; son buenos consejos, sí, pero no argumentos científicos. Ahora hay que dar unos argumentos científicos que nadie pueda refutar.

Yo no estoy en contra del placer. Es legítimo querer el placer, pero ¿por qué no añadirle al placer otro elemento para que cuando el hombre y la mujer se unan, produzcan una chispa, una luz? Solos no podemos producir la luz. El hombre y la mujer se buscan porque la mujer sola no puede tener un hijo; y el hombre tampoco. Pero cuando los dos se unen, surge la chispa, el hijo. Lo mismo sucede interiormente; sin el pensamiento, el placer o el sentimiento está incompleto. Ahí tenéis otro argumento científico. ¿Por qué actuar sin el otro compañero que está ahí, dentro de nosotros: la inteligencia? La inteligencia no puede hacer nada sin el poder del sentimiento, y el sentimiento no puede hacer nada sin el poder de la inteligencia.

No soy tan estrecho o puritano, sólo miro las cosas desde otro punto de vista. Si fuese útil, si fuese estético, constructivo, yo sería el primero en aplaudir todas estas reclamaciones de la juventud. Mirad los nudistas, no les he acusado, no les he condenado; pero lo que no me gusta en ellos es que, con el pretexto de aire, de Sol, de libertad, hay otra cosa en su cabeza y su manera de vivir no es irreprochable. No estoy en contra de sus ideas que son verídicas y que están

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conformes con la naturaleza, sino de su aplicación, que no está a punto. Si estuviese verdaderamente a punto yo sería el primero en predicar el nudismo.

Por otra parte, todo eso no es nuevo, incluso se han visto cosas peores. En todos los tiempos ha habido gente que se ha juntado para entregarse al desenfreno, e incluso en Paris, hace una decena de años, una rusa, Naglowska, introdujo practicas de magia sexual. Se ponía en el centro de un círculo de parejas que hacían el amor, con el pretexto de que ella sabía recoger las fuerzas fluídicas que emanaban para producir fenómenos magníficos con estas fuerzas. Que se desprenden fuerzas, por descontado; pero que una pobre chica desequilibrada sea capaz de transformarlas ¡eso no! Pueden contar todo lo que quieran, pero conmigo no funciona. Yo hago un análisis, peso, selecciono, y no puede pasar nada que no sea verídico.

La gente siempre tiene tendencia a dejarse llevar por su sensualidad, y después, claro, encuentran justificaciones: “Pero la idea es buena, la idea es la unidad, es la transformación, la sublimación…” ¡Si se tratase solamente de decirlo para que fuese verdad! Se sirven de buenas ideas que toman de los libros esotéricos, pero la forman en que las aplican es infernal. Debéis estar informados. Estas prácticas existen o han existido en ciertas tribus de África, y por todas partes en la India, en Japón… e incluso en Inglaterra, con Aleister Crowley, un ocultista que ya murió… Es posible que en ciertos casos estas prácticas sean ejecutadas con una gran pureza, pero esto es extremadamente raro, y desgraciadamente, cada vez más, van a ser propagadas por el mundo entero. En todas partes habrá orgías, bacanales… Veréis lo que va a suceder dentro de algún tiempo. Porque, cada vez más, el verdadero saber se va, este verdadero saber que expongo aquí ante vosotros y que es irrefutable. Mientras no lo conocéis creéis poder justificar todas vuestras tonterías, pero si lo conocéis, ¡id a justificaros!, ya no podéis.

Algún día, si la juventud llega a esta comprensión, estará horrorizada del abismo que se presenta ante ella, y quizá sea ella la que dé la voz de alarma, la que haga sentar la cabeza al mundo entero. Yo lo espero, lo deseo. De momento, no sabe, y los adultos no le han

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aclarado las cosas, porque tampoco ellos las tienen claras: así que, ¡es tan normal que se dejen guiar por sus deseos, por sus tendencias! ¿Qué hay en ello que sea tan reprensible? Sí, pero si añadimos el verdadero Saber Iniciático, se contentarán con saborear el placer en dosis homeopáticas, y la cosa será diferente. Todo puede ser una medicina, incluso el placer; pero si tomáis demasiado, o con gente sucia, estaréis envenenados.


Reus



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