Ocho claves del liderazgo

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Las Ocho Claves del Liderazgo del Monje que vendió su Ferrari Formando Lideres Prof. Eustoquio Aponte Alumno> Rubén A. Urbano L. Maestría en Gerencia Empresarial Materia- Desarrollo Gerencial y Liderazgo Sección 12-B

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Las Ocho Claves del Liderazgo del Monje que vendió su Ferrari

Formando LideresProf. Eustoquio Aponte

Alumno> Rubén A. Urbano L.Maestría en Gerencia Empresarial

Materia- Desarrollo Gerencial y Liderazgo Sección 12-B

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Capitulo I Un salto libre al éxito

Fue el día mas triste de mi vida. Cuando llegué a trabajar después de haber pasado un largo fin de semana paseando por el monte y riendo con mis hijos, vi en mi codiciado despacho del rincón a dos corpulentos guardias de seguridad inclinados sobre la mesa de caoba. Mientras me acercaba corriendo pude ver que estaban hojeando mis ficheros y fisgando entre los preciosos documentos de mi ordenador portatil, sin pensar que yo los había visto. Por fin, uno de ellos se dio cuenta de mi presencia, mi cara enrojecida por la ira, mis manos temblando ante tan imperdonable intromisión. Con una expresión exenta de emoción, me miró y pronunció catorce palabras que me dejaron como si acabaran de darme un punetazo en la boca del estómago:

-Senor Franklin, ha sido usted despedido. Debemos acompanarlo inmediatamente hasta la salida del edificio.

Mediante un tramite tan sencillo pasé de ser vicepresidente de la sociedad de software de mayor crecimiento del continente a convertirme en un hombre sin futuro. y créanme, me tomé muy mal mi despido. El fracaso era un concepto que no conocía, una experiencia a la que no sabía cómo hacer frente. En la universidad había sido un privilegiado, el chico de las notas perfectas, de las chicas guapas y el futuro sin límites. Formé parte del equipo titular de atletismo de la universidad, fui elegido presidente de mi clase e incluso hallé tiempo para dirigir un programa muy popular de jazz en la emisora de radio de nuestra universidad. A todos les parecía que estaba especialmente dotado y destinado a triunfar. Un día oí que uno de mis antiguos profesores le decía a un companero: «Si pudiera volver a nacer, me gustaría ser como Peter Franklin».

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Les aviso de que mi talento no era tan natural como todos creían. La verdadera fuente de mis logros eran mi agobiante ética de trabajo y un deseo casi obsesivo de triunfo. Mi padre había llegado a este país hacía muchos anos como inmigrante, pero con una visión profundamente arraigada: quería una vida mas tranquila, próspera y feliz para su joven familia. Cambió el apellido de nuestra familia, nos instaló en un apartamento de tres dormitorios en la zona honorable de la ciudad y empezó a trabajar incansablemente como obrero de una fabrica percibiendo el salario mínimo, trabajo que mantendría durante los

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cuarenta Míos siguientes. Nunca conocí a un hombre mas sabio hasta que hace poco di con el ser humano mas extraordinario: la persona que ustedes deben realmente conocer. Prometo hablarles de él en breve. Nunca volveran a ser los mismos.

El sueno de mi padre respecto a mí era muy sencillo: una educación de la mejor calidad en un colegio prestigioso. Pensaba en una carrera de buenas salidas, con la que se asegura el porvenir, o eso es lo que él tenía en mente. Creía firmemente que una base bien desarrollada de conocimientos personales era fundamental para una vida feliz. «No importa lo que te ocurra, Peter, nadie podra quitarte tu educación. El conocimiento sera siempre tu mejor amigo, no importa adónde vayas o lo que hagas», me decía a menudo mientras terminaba de cenar, después de otra agotadora jornada de catorce horas en la fabrica, a la que dedicaba la mayor parte de su vida. Mi padre era un hombre de una pieza.

Era también un gran narrador, uno de los mejores. En su país natal, los ancianos se valían de parabolas para transmitir a sus hijos la sabiduría inmemorial y mi padre llevó consigo tan rica tradición a su país de adopción. Desde el día en que mi madre murió de repente mientras le preparaba la comida en nuestra vieja cocina hasta que mi hermano y yo llegamos a la adolescencia, mi padre nos acostaba no sin antes contamos algun cuento delicioso que encerraba una moraleja. Uno que recuerdo especialmente es el de un anciano campesino que en su lecho de muerte llamó a sus tres hijos. «Hijos -les dijo-, se acerca mi muerte y pronto exhalaré mi ultimo suspiro. Pero antes debo compartir un secreto con vosotros. En el campo que hay detras de nuestra casa hay un enorme tesoro. Cavad con fuerza y lo encontraréis. El dinero nunca sera una preocupación para vosotros.»

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Cuando murió el anciano, los hijos corrieron al campo y empezaron a cavar desesperadamente. Trabajaron durante horas y días. No dejaron de cavar en parte alguna del campo y pusieron toda la energía de su juventud en ese trabajo. Pero no pudieron hallar ningun tesoro. Entonces abandonaron aquel trabajo decepcionados y maldiciendo a su padre por haberse burlado de ellos. No obstante, en el otono siguiente el mismo campo produjo una cosecha como no se había visto anteriormente en los alrededores. Los tres hijos se hicieron ricos y el dinero nunca volvió a preocuparlos.

De modo que de mi padre aprendí el valor de la dedicación, la diligencia y el trabajo duro. En la universidad trabajé con afan para figurar en la lista de honor del decano y para hacer realidad los suenos que mi padre tenía respecto a mí. Obtuve beca tras beca y le enviaba un pequeno cheque a final de mes, parte del salario que recibía por mi trabajo a tiempo parcial.

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Era solo una forma simbólica de darle las gracias por todo lo que había hecho. Cuando llegó el momento de empezar a trabajar ya me habían ofrecido un lucrativo cargo de directivo en el sector de la alta tecnología, el campo que me gustaba. La empresa se llamaba Digitech Software Strategies y era la empresa en la que todos querían trabajar.

Con un éxito asombroso, pues acertaron, los expertos pronosticaban que su crecimiento se sostendría y me sentí muy honrado al saber que la empresa había tratado activamente de captarme para que formara parte de su equipo de directivos. Acepté rapidamente el trabajo y empecé a trabajar ochenta horas a la semana para demostrar que merecía el elevado salario que me pagaban. No sabía que siete anos después dicha empresa me humillaría como jamas antes había sido humillado.

Los primeros anos en Digitech fueron buenos. Lo fueron realmente. Me hice con un grupo de buenos amigos, aprendí mucho y ascendí rapidamente a las filas de los ejecutivos. Me convertí en la reconocida superestrella, un joven con una mente aguda que sabía trabajar duro y que hacía gala de un compromiso total con la empresa. Aunque nunca se me ensenó a dirigir un grupo de personas, siguieron ascendiéndome a cargos con responsabilidades cada vez mayores.

Pero, sin duda alguna, lo mejor que me ocurrió en Digitech Soft ware Strategies fue conocer a Samantha, la mujer con la que contraje matrimonio. Samantha era una joven y brillante ejecutiva, extraordinariamente hermosa, con un intelecto formidable, a juego con su belleza. Después de conocerla el día de Navidad en una fiesta, pronto nos hicimos buenos amigos y pasabamos juntos el poco tiempo libre de que disponíamos. Samantha se convirtió desde el primer día en mi principal admiradora, creía firmemente en mis posibilidades y en mi talento. «Peter, tu seras el presidente», me decía periódicamente con una suave sonrisa. «Sé que tienes todo lo necesario para conseguido.»

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El presidente de Digitech Software dirigía la empresa como un dictador. Era un hombre que se había hecho a sí mismo, de caracter perverso y con un ego del tamano del enorme cheque que recib ía mensualmente. Cuando empecé a trabajar con él se mostró cortés aunque reservado. Pero cuando empezó a hablarse de mis posibilidades y de mis ambiciones, empezó a mostrarse mas frío y se comunicaba conmigo mediante concisos memorandos pese a que la situación exigiera algo menos formal. Samantha lo llamaba «el hombrecito inseguro», pero el hecho es que tenía poder. Tal vez creía que a medida que yo fuera ascendiendo a cargos mas altos de dirección su posición se debilitaría. O tal vez se veía reflejado en mí y no le gustaba lo que veía.

Tengo que admitir, no obstante, que yo también tenía mis puntos débiles. En primer

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lugar, un caracter violento. Si algo iba mal en un momento inadecuado, crecía dentro de mí una ira que no podía controlar. No sé de dónde venía pero allí estaba. Y no era un activo para mi vida empresarial. Tendré que admitir también que aunque creo que soy una persona fundamentalmente razonable, podía ser un poco duro a la hora de dirigir personas. Como ya dije, nunca me formaron para ser un l íder y actuaba basandome en mi instinto. Veía a menudo que no todos los miembros de mi equipo compartían mi ética de trabajo ni mi compromiso por alcanzar la perfección, lo que me producía frustración. Sí, le gritaba a la gente. Sí, asumía mucha mas responsabilidad de la que podía manejar. Sí, debería haber dedicado mas tiempo a establecer relaciones y a cultivar la lealtad. Pero había demasiados incendios que apagar y yo nunca parecía tener tiempo para atender a todo lo que necesitaba mejorarse. Creo que yo era como el marinero que dedica todo el tiempo a achicar el agua de su lancha en vez de taponar la vía de agua. Miope en el mejor de los casos.

Y llegó el día en que fui despedido. Los meses siguientes fueron los peores de mi vida. Gracias a Dios contaba con Samantha y con los ninos. Hicieron cuanto pudieron para levantarme el animo y para que Pas é de levantarme por la 'noche y dirigirme corriendo a la estación del metro con la mente llena de ideas, a despertarme en torno al mediodía en una habitación a oscuras, rodeado de botellas vacías de cerveza Heineken, paquetes vacíos de Marlboro y envases pegajosos de Haagen-Dazs. Dejé de leer el Wall 5treetJov.rnal y me enfrasqué en la lectura de novelas baratas de espionaje, antiguas novelitas en rustica del Oeste y diarios sensacionalistas de baja estofa que revelaban que Oprah era alien ígena y que Elvis seguía vivo y dirigía un McDonald's en la costa Oeste. No sabía enfrentarme a la realidad. No quería pensar mucho ni hacer demasiadas cosas. Sentía un dolor que me entumecía el cuerpo y tumbarme bajo las sabanas de nuestra enorme cama me parecía el mejor de los lugares.

reanudase mi breve y deshecha carrera. Pero esos meses de inactividad me demostraron que nuestra autoestima esta ligada a nuestro trabajo. En cualquier fiesta lo primero que nos preguntan es: «As í que ¿cómo te las arreglas para vivir?». Al iniciar nuestro partido de golf semanal, mis companeros me preguntaban siempre « ¿Algo nuevo sobre el trabajo, Peter? ». El portero de nuestro elegante edificio, un maestro siempre de la conversación trivial, me preguntaba periódicamente si las cosas me iban bien en el trabajo. Al no tener trabajo yo carecía de respuestas.

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Pasé de levantarme por la 'noche y dirigirme corriendo a la estación del metro con la mente llena de ideas, a despertarme en torno al mediodía en una habitación a oscuras, rodeado de botellas vacías de cerveza Heineken, paquetes vacíos de Marlboro y envases pegajosos de Haagen-Dazs. Dejé de leer el Wall 5treetJov.rnal y me enfrasqué en la lectura de novelas baratas de espionaje, antiguas novelitas en rustica del Oeste y diarios sensacionalistas de baja estofa que revelaban que Oprah era alienígena y que Elvis seguía vivo y dirigía un McDonald's en la costa Oeste. No sabía enfrentarme a la realidad. No quería pensar mucho ni hacer demasiadas cosas. Sentía un dolor que me entumecía el cuerpo y tumbarme bajo las sabanas de nuestra enorme cama me parecía el mejor de los lugares.

Un día, recibí una llamada telefónica. Era un antiguo amigo que se había labrado una excelente reputación como una de las mejores mentes en el sector del software. Me dijo que acababa de dejar su puesto como jefe de programación de una gran empresa y que estaba preparandose para abrir su propio negocio. Recuerdo incluso que me habló de lo que calificó de «concepto brillante» para una línea nueva de software y de que necesitaba un socio en el que pudiera confiar. Yo era su primera opción. «Es una oportunidad para crear algo grande, Peten>, me dijo con su habitual entusiasmo. «Vamos. Sera divertido.»

Una parte de mí carecía de la confianza para decir que sí. Empezar un negocio nuevo no es tarea facil, especialmente en la alta tecnología. ¿Qué ocurriría si fracasabamos? En aquel momento nuestra situación financiera era un caos. Como vicepresidente primero de Digitech Software, había dispuesto de un buen sueldo y vivía de una forma que mi padre solo podría haber sonado. Tenía un BMW nuevo y Samantha su propio Mercedes. Los ninos iban a un colegio privado, pasaban el verano en una prestigiosa escuela de vela. Solo la cuota que pagaba en mi club de golf equivalía a los ingresos totales de muchos de mis amigos. Ahora, sin trabajo, las cuentas impagadas se acumulaban y me veía obligado a incumplir muchas promesas. No era el momento para sonar con un negocio propio.

or otra parte, mi sabio padre siempre me había dicho que <<nada te tumbara si tu no te derrumbas». Necesitaba esta oportunidad para salir de la oscuridad que envolvía mi vida. Quería una buena razón para despertarme por la manana. Necesitaba volver a conectar con esa sensación de pasión y de tener proyectos que había sentido en la universidad cuando me creía imparable y el mundo era un lugar que me ofrecía posibilidades ilimitadas. Tenía la intuición suficiente como para saber que la vida nos hace regalos de vez en cuando. El éxito se presenta ante quien los reconoce y los acepta. De modo que dije que sí.

Llamamos pomposamente a la empresa GlobalView Softtware Solutions y abrimos un pequeno despacho en un decadente polígono industrial. Yo era el consejero delegado y mi socio se nombró presidente. No teníamos empleados, ni muebles ni dinero. Pero teníamos un buen proyecto. Y empezamos a lanzar al mercado nuestro concepto de software. Afortunadamente, el mercado respondió con entusiasmo.

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Samantha vino pronto a trabajar con nosotros y contratamos a otros empleados. Nuestros innovadores productos de software empezaron a venderse a un ritmo fenomenal y nuestros beneficios subieron rapidamente. Aquel primer ano, la revista Business Magazine nos citó como una de las empresas de mayor crecimiento del país. Mi padre estaba muy orgulloso. Aunque ya había cumplido ochenta y seis anos, aun lo recuerdo llevando un gran cesto de fruta a la oficina para celebrar nuestros logros. Las lagrimas corrían por sus mejillas cuando me miró y dijo: «Hijo, tu madre habría sido muy feliz hoy».

De eso hace mas de once anos y hemos mantenido nuestro fuerte ritmo de crecimiento. GlobalView Software Solutions es hoy una empresa con una cifra de ventas de dos mil millones de dólares y que cuenta con 2.500 empleados en ocho centros del mundo. El ano pasado nos trasladamos a nuestras nuevas oficinas, un complejo de categoría mundial con unas instalaciones modernísimas, tres piscinas olímpicas y un anfiteatro para reunionés y otros actos sociales. Mi socio ya no interviene en las operaciones diarias de la empresa y pasa la mayor parte del tiempo en su isla privada del Caribe o escalando montanas en Nepal. Samantha dejó la dirección de la empresa hace unos anos para dedicarse a escribir, su eterna pasión, e intervenir mas en la vida de la comunidad. En cuanto a mí, sigo siendo el consejero delegado, pero ahora tengo unas responsabilidades que me abruman ya las que dedico la mayor parte de mi tiempo. Tengo en mis manos las vidas de 2.500 personas, y muchos miles mas viven pendientes de la salud de nuestra empresa.

Lamentablemente, mi padre falleció dos anos después de que se constituyera la empresa y aunque siempre creyó que yo tendría enormes éxitos, dudo que hubiera siquiera imaginado que llegaríamos tan lejos. Lo echo de, menos, pero con todo lo que tengo ante mí, apenas si tengo tiempo para pensar en el pasado. Sigo trabajando muy duro, alrededor de ochenta horas a la semana. No me he tomado unas vacaciones de verdad estos ultimos anos y sigo siendo tan impetuoso, ambicioso y competitivo como lo era el día que empecé a trabajar a los veintitrés anos en Digitech Software Strategies. Hasta hace muy poco tiempo, cuando tuve la suerte de conocer a un profesor muy especial, quería hacer demasiadas cosas, ocupandome incluso de los asuntos menores del negocio. Sabía que era un inconveniente, pero parecía que había triunfado pese a ello.

Hasta tan memorable reunión, de la que vaya hablarles con mayor detalle, yo seguía con mi mal genio, una característica que se agravó a medida que aumentaban las presiones en mi negocio. Y pese a mi experiencia, seguía resultandome difícil dirigir y motivar a las personas. Claro esta que mis empleados me escuchaban, pero no porque quisieran, sino porque tenían que hacerla. No eran leales conmigo y carecían de verdaderos compromisos con la empresa. El miedo y no el respeto parecían inducirles a cumplir las órdenes que yo daba desde mi suite de ejecutivo. Parecía que todo mi poder emanaba exclusivamente de mi cargo. Y sabía que dicha situación no era buena.

Permítanme que les diga algo mas sobre los retos a que me enfrentaba en mi calidad de líder de una empresa en rapido crecimiento, en una época turbulenta y de locos cambios. Pese a la expansión de nuestro negocio, la moral había caído en picado. Por lo bajo se murmuraba que habíamos crecido con excesiva rapidez y que los beneficios se habían convertido en algo mas importante que las personas. Otros se quejaban de que se les obligaba a trabajar demasiado sin suficientes apoyos. Otros a su vez, del tremendo cambio a que nos enfrentabamos a diario, que incluía desde innovaciones tecnológicas hasta la

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Introducción de nuevas estructuras organizativas, lo que les daba sensación de inseguridad. Escaseaba la confianza, la productividad era baja y la creatividad menor. Y por lo que pude deducir, casi todos los miembros de la organización creían que la culpa de los problemas era de una sola persona: mía. Todos parecían estar de acuerdo en que yo no sabía dirigir.

Pese a que GlobalView Software seguía creciendo, los indicadores económicos senalaban que tendría mas pérdidas aquel ano después de tantos éxitos. Aunque nuestros programas se seguían vendiendo estabamos perdiendo parte de nuestra cuota del mercado. Se debía, sencillamente, a que nuestra gente no era tan innovadora ni mostraba tanta inspiración como en los primeros tiempos. Como resultado de todo ello el diseno de nuestros productos era inferior y ya no resultaban tan deseables. Dicho en pocas palabras: la gente parecía haber dejado de preocuparse por todo ello. Y yo sabía que si dejaba que dicha situación continuara, tal actitud significaría el fin de nuestra empresa.

Se percibían signos de apatía por doquier. Las oficinas estaban desorganizadas y la gente llegaba tarde a trabajar un día sí y el otro también. Poca gente asistía a la fiesta de Navidad, de la empresa y el trabajo de equipo era casi inexistente. Había conflictos casi a diario y la iniciativa era escasa. Hasta nuestra nueva fabrica se contagió, pues se dejaban de lado las reparaciones y mantenimiento, así que sus otrora brillantes suelos estaban cubiertos de basura y suciedad.

Hay que destacar que pese a los cambios experimentados, GlobalView Software Solutions vuelve a ser una empresa realmente sobresaliente. Y sé que crecemos incluso mas que antes. Nuestra organización ha cambiado gracias a la aplicación de una fórmula muy especial, en lo que a dirección se refiere, que me dio un hombre muy especial. Dicho sistema, sencillo pero extraordinariamente eficaz, nos ha permitido recuperar el empuje que en otros tiempos caracterizaba a nuestra empresa, ha llevado a nuestra gente a adquirir mayores compromisos, ha incrementado espectacularmente la productividad y nuestros beneficios han superado todo lo que yo había podido sonar.

Nuestros empleados son profundamente leales a la empresa y estan concentrados en la visión de futuro que todos compartíamos. Trabajan como un equipo dinamico y muy competente. Mas aun, les encanta venir a trabajar y a mí me encanta trabajar con ellos. Todos sabemos que hemos descubierto algo magico y que nos dirigimos hacia algo muy grande. La semana pasada, aparecí en la portada de la revista Business Success. El titular decía sencillamente: «El milagro de GlobalView: cómo se hizo grande una empresa».

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De modo que ¿cual es esa antigua fórmula milagrosa de liderazgo que me ha convertido en el centro de atención de la comunidad empresarial? ¿Quién era ese sabio visitante que evolucionó nuestra organización y me llevó a: convertirme en el líder clarividente que exigen estos tiempos revueltos? En lo mas profundo de mi ser sé que las respuestas a esas preguntas cambiaran la forma en que ustedes dirigen sus empresas y viven. Ha llegado el momento de que las conozcan.

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Capitulo Dos Un monje en mi rosaleda

La situación era extrana. Ahora que pienso en ella sigo sin poder creer lo que pasó. Ocurrió en una de las reuniones periódicas que tenía los lunes con mis ejecutivos, después de oír que la situación de GlobalView iba de mal en peor. En la reunión, uno de los ejecutivos me había informado de que algunos de nuestros mejores programadores estaban pensando en irse a trabajar a una empresa mas pequena en la que su esfuerzo se valoraría mas. Me dijo también que las relaciones entre la dirección y el resto de los empleados eran cada vez mas tirantes. «Ya no confían en nosotros», me dijo airadamente.

Otro ejecutivo anadió: «No se trata solo de eso, es que aquí no hay trabajo de equipo. Antes de que creciéramos tanto, nos ayudabamos todos. A la gente le preocupaba realmente hacer bien su trabajo. Antes, cuando nos enfrentabamos a una fecha tope para enviar un pedido grande, recuerdo que todos trabajabamos unidos, y si era necesario hacíamos horas extraordinarias. Recuerdo aquellos tiempos en que programadores y ejecutivos se remangaban para ayudar a cerrar cajas y tenerlas dispuestas para cargarlas en los camiones. Ahora cada uno va a lo suyo. Es una mentalidad de trinchera. Y no puedo aguantar mas».

Aunque la reunión se desarrolló con una calma fuera de lo habitual, empecé a sudar mientras caminaba por el largo pasillo que llevaba de la sala de conferencias a mi despacho. La tensión de los meses anteriores me estaba matando y yo sabía que tenía que hacer algo para poner fin a la espiral descendente en que se hallaba la empresa. Pero no sabía con quién hablar ni qué hacer. Claro que podría contratar a un equipo de consultores para que pusieran un parche allí donde era necesario. Pero pensé que había que ahondar mas para llegar a la raíz del problema: cómo una empresa corno la nuestra, pionera y llena de personas apasionadas y cooperadoras, se había convertido en una pesada burocracia donde la gente no hacía sino esperar la hora de marcharse a casa.

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Capitulo Tres La milagrosa transformación de un guerrero empresarial

Me quedé estupefacto ante lo que había oído. ¿Podía este hombre pletórico de salud ser realmente Julian Mande, un hombre que había saboreado la gloria y caído como nadie antes lo había hecho? Y si realmente era él, ¿cómo pudo haber sufrido un cambio de aspecto tan sorprendente? Sabía que Julian había vendido su mansión, su residencia veraniega y que incluso se había deshecho de su apreciado Ferrari rojo. Sabía que había renunciado a las trampas del mundo empresarial y que había escalado las cumbres del Himalaya persiguiendo una idea fanatica: buscar respuestas a las tremendas dudas a las que se enfrentaba .. Pero una visita a aquel antiguo y mítico lugar no podía haber transformado de forma tan profunda a un hombre que había hecho todo lo posible por cavarse su tumba.

Preocupado por la extrana situación a la que me enfrentaba, mi mente empezó a estudiar otras posibilidades. Tal vez se tratara de una broma magistralmente organizada por uno de mis jóvenes ejecutivos para inyectar cierta tranquilidad en una semana que sin duda iba a estar plagada de tensiones. O tal vez el joven fuera un infiltrado de la competencia que trataba de colarse en nuestra empresa para ver lo mal que iban las cosas.

Puede que el visitante vestido de monje fuera un loco intruso que quería hacerme dano. Pero antes de que pudiera analizar mejor tales opciones, el hombre habló: -Peter, sé que te resulta difícil creer que sea yo. A mí me ocurriría lo mismo si estuviera en tu lugar. Todo lo que te pido es un poco de fe, que creas que la vida esta llena de pequenos milagros. Mi visita tiene un fin.

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Capitulo Cuatro La sabiduría de la visión del líder

De todas las hermosas verdades del alma que se han recuperado y han salido a la luz en estos tiempos, ninguna mas alegre ni mas fructífera como promesa divina que esta: que eres el dueno de tu mente, el moldeador de tu caracter y el hacedor de tu condición, tu entorno y tu destino.

JAMES ALLEN

Mi corazón latía con fuerza al entrar en la carretera bordeada de arboles que llevaba a mi club de golf, uno de los mas prestigiosos de todo el país. Jueces, senadores, financieros y famosos se contaban entre sus miembros y la lista de espera de diez anos aseguraba que todo seguiría igual. Me consideraba afortunado por pertenecer a esta institución. Pero aun lo habría sido mas de tener tiempo para disfrutar de sus instalaciones.

Comparado con el caos que envolvía GlovalView, pensar en jugar una partida de golf no era mas que una maravillosa fantasía.

Cuando me acercaba a la casa del club, una impresionante estructura de madera asentada sobre unos majestuosos pilares, con una vista increíble del cuidadísimo campo de golf y de los exuberantes jardines que lo rodeaban, vi a Julian. Estaba sentado ante una mesa en la terraza, bajo una sombrilla que lo protegía del sol del atardecer. Parecía estar leyendo un libro mientras se bebía una copa. En contra del reglamento del club, seguía llevando puesto su habito rojo. No pude menos que sonreír. Julian siempre hacía todo a su manera. Y había que quererlo.

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Julian -grité al salir de mi coche, dirigiéndome a las escaleras que llevaban a la terraza. Al ver que me acercaba se levantó y me tendió la mano.Te agradezco que hayas venido, Peter. Te prometo que no te decepcionaré.Nos sentamos y pedí un Martini. Había sido un día de trabajo muy duro y pensé que la

copa me ayudaría a relajarme. Había estado sometido a unas presiones tan fuertes durante los Ultimos meses que agradecía cualquier cosa que me tranquilizara.

-¿Qué estas leyendo? -pregunté mirando el libro encuadernado en piel que Julian tenia en la mano.

-Un libro sobre la vida de Gandhi.

-No sabía que te interesara Gandhi. De hecho no recuerdo haberte visto nunca con un libro en la mano en todos los anos en que te conozco.

-No tengo nada en comun con Julian Mantle estresado y agobiado que conociste. He cambiado tanto como no puedes imaginarte. Una de las cosas que aprendí en el Himalaya es que con conocimiento y valor todo es posible. De modo que ahora leo al menos un buen libro todos los días. Esto me proporciona la inteligencia que necesito y me mantiene centrado en el lugar al que me dirijo. Y me inspira, pues al saber adónde voy sigo teniendo valor para seguir adelante.

-Interesante. Pero ¿por qué Gandhi?

-Desde que estuve con los sabios me he convertido en un serio estudioso del liderazgo, Cuando la gente oye la palabra «liderazgo», piensa solo en el contexto empresarial. Lo asocian a los líderes de las empresas que inspiran a sus seguidores para que sean mas productivos y se comprometan con sus grandes visiones de futuro. Pero los sabios me ensenaron que el liderazgo es mucho mas que eso. El liderazgo es realmente una filosofía de vida. Si bien es cierto que los consejeros delegados y los ejecutivos pueden ser grandes líderes, lo mismo ocurre con los profesores, los científicos comprometidos y las madres solidarias. Los entrenadores son los líderes de los equipos deportivos y los políticos de las comunidades. Y todo empieza desde dentro, cuando se tiene la disciplina para dirigir y conocerse a uno mismo. Cuando se entiende que la esencia de la vida radica en el liderazgo. Como dijo Robert Louis Stevenson: «Ser lo que somos y llegar a ser aquello en que podamos convertimos es el unico fin de la vida».

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Capitulo Cinco La vida no nos brinda un placer mayor que el de superar los problemas, logrando un éxito tras otro,

creando nuevos deseos y viendo cómo se cumplen. El que trabaja en una empresa grande o noble ve que sus fatigas se apoyan en un primer momento en la esperanza y luego se ven recompensadas con la alegría.

SAMUEL JOHNSON

Mientras Julian y yo conversabamos en la terraza, el sol se había ocultado lentamente cediendo el paso a un tranquilo aunque especialmente humedo atardecer veraniego. Pese al calor reinante, Julian se negó categóricamente a quitarse el habito.

-Estoy bien -dijo cortésmente-o Lo que sí me vendría bien es un vaso de agua helada.

-Con mucho gusto --contesté, llamando inmediatamente al camarero para que trajese agua al hombre de la extrana indumentaria. Me había dado cuenta de que Julian era ahora un hombre muy diferente al impulsivo y estresado guerrero empresarial que yo había conocido. Ya no le atraían el alcohol, las temeridades o las obscenidades que habían caracterizado su estilo de vida. Era un modelo de buena salud, de buen juicio y estaba claro que sus palabras cuadraban con la verdad de los principios que profesaba.

-Ya sabes, Peter, que hay montones de esos que llaman «gurus de la dirección». Viajan de una ciudad a otra ofreciendo seminarios y no cesan de escribir libros. Muchos de ellos acunan extranas palabras y una jerga inutil que justifique su trabajo. Los mejores tienen verdaderamente ideas valiosas que podrían ayudar a mejorar las empresas. El problema radica en lo que yo llamo el bache del rendimiento, que es lo que impide que muchas empresas alcancen niveles de grandeza.

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Capitulo Seis El ritual de las relaciones humanas

La persona que no se interesa por sus semejantes es la que tiene los mayores problemas en su vida y la que ocasiona los mayores danos a los demas. A esas personas se deben todos los fracasos del hombre.

ALFREO AOLER

Mientras me dirigía a casa en coche las ideas de Julian bullían en mi mente. Tenían tanto sentido que deseaba haberlas descubierto yo mismo muchos anos antes. Me habría evitado muchos disgustos y tensiones. Si hubiera aplicado la sabiduría del liderazgo que acababa de conocer, quién sabe dónde estaría ahora GlobalView. Empecé a pensar en cómo esperaba que fuese la empresa dentro de diez anos. Me imaginé qué pasaría si fuéramos la mayor y mejor empresa del mundo en nuestro sector. Vislumbraba cómo podría ayudarme a lograrlo gran parte de nuestra gente, y a cuantas vidas afectaría nuestro esfuerzo. Empecé a sonreír.

Me sentí bien al volver a sonar. Jonas Salk dijo: «He tenido suenos y he tenido pesadillas. He superado mis pesadillas gracias a mis suenos». Todos los hombres de negocios que había conocido habían sido unos sonadores. Habían descubierto su causa emocionalmente apremiante gracias a una profunda contemplación y tenían el valor de dejarse impregnar por ella. Cuando éramos unos jóvenes empresarios que tratabamos desesperadamente de crear GlobalView yo me solía sentar en silencio durante horas y pensaba en los grandes acontecimientos que podría deparamos el futuro. Pero el crecimiento de la empresa trajo consigo muchos quebraderos de cabeza y mis momentos de tranquilidad se fueron reduciendo cada vez mas. Esta reunión con Julian, un hombre que había sufrido una enorme transformación, esto era evidente, iba a cambiarme para siempre. Sabía que podía convertirme en un líder clarividente. Solo tendría que aprender lo que debía hacer y el notable sistema de liderazgo que Julian estaba compartiendo conmigo me lo estaba ensenando. Veía ante mí un futuro lleno de esperanza y los nubarrones de la incertidumbre

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Capitulo Siete El ritual de la unidad del equipo

Ve con la gente, Vive con ella, Aprende de ella, Amala.

Empieza por lo que saben,Basate en lo que tienen.Pero de los mejores líderes, Cuando han cumplido su tarea, Cuando han terminado su trabajo, La gente dira:

«Lo hemos hechos nosotros»

Antiguo proverbio oriental

Cuando era nino, mi padre solía decirme que tenemos dos ojos y una boca por una razón; para oír el doble de lo que hablamos .. Bien, por primera vez en mi vida empecé a aplicar dicha lección. En los días que siguieron a mí encuentro con Julian en el parque se produjeron cambios casi milagrosos. Supe que lo que Julian me había ensenado había superado el paso del tiempo y que era inestimable. Pero no me podía haber siquiera imaginado los efectos que iba a tener sobre mis empleados.

Aunque ni de lejos dominaba el ritual 2 estaba esforzandome al maximo por lograrlo. Implanté una política de puertas abiertas con el deseo de mantenerla. Traté de cumplir todas mis promesas y compromisos, por poca importancia que tuvieran. Dejé de interrumpir al que hablaba y me convertí en un oyente agresivo, como Julian me había recomendado. Hice lo posible para tener «pequenos detalles», ya fuera ir a comer con un ejecutivo u ofrecer unas palabras de auténtico aliento a un miembro del equipo que se esforzaba al maximo en su trabajo. Hasta empecé a tratar de ser honesto y abierto y transmitía valiosa información a quien la necesitaba, ya fuera enviando correos electrónicos o paseando con la persona en cuestión. ¡Y vaya si se produjo una diferencia?

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Capitulo Ocho El ritual de la adaptabilidad y la gestión del cambio

Observa y contempla la trayectoria de las estrellas como si corrieras con ellas y entiende siempre la forma en que unos elementos se convierten en otros, ya que esas imagenes hacen que se desvanezca la locura de la vida en la Tierra.

MARCO AURELIO

Casi no me podía creer que hubiera estado de acuerdo en encontrarme con Julian a una hora tan extemporanea. No me sorprendió no ver a nadie cuando me dirigía hacia la entrada del bosque llevando un termo lleno de café y una bolsa de pasteles que esperaba que Julian quisiera compartir conmigo. Ya dentro del bosque se respiraba una profunda quietud. Los primeros rayos del sol empezaban a penetrar a través de las ramas de los arboles cuando seguía mi camino cruzando este oasis de tranquilidad.

Mientras andaba, me sentí invadido por la fragancia del pino y del cedro, que me transportaron mentalmente a los anos de mi ninez, cuando mi padre y yo dabamos largas caminatas y nos aventurabamos en los bosques circundantes. A veces llevabamos nuestra vieja canoa y remabamos en lagos banados por el sol. Fue la mejor época de mi vida. No sé cómo logré prescindir de lo que mi naturaleza me exigía. En aquel mismo momento decidí recuperarlo. Supe que si lo hacía lograría ser un líder mejor y un pensador mas profundo. Como dijo William Wordsworth: «Cuando nos hemos alejado mucho tiempo de lo mejor de nosotros por las exigencias de un mundo apremiante, cansados de su actividad, de sus placeres, ¡qué maravillosa, qué buena es la soledad!». Extraordinarias palabras.

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Capitulo Nueve El ritual de la eficacia personal

Tu tarea es, en medio de la confusión, de las prisas y del ruido, buscar una tranquilidad duradera y hallada para conservada y atesorada.

PAUL HINDEMITH.

Hacía muchos anos que no iba a la vieja base militar próxima a la carretera No 27 del condado. Mi padre me había llevado allí cuando era pequeno. Nos sentabamos durante horas en la colina que dominaba el complejo y observabamos cómo los soldados realizaban sus tareas con sorprendente exactitud. No sé por qué aquello le atraía tanto. Tal vez fuera el espectaculo. Quiza la precisión de los ejercicios. O el simple hecho de que aquella pequena excursión era uno de los raros momentos que podía pasar a solas con su pequeno. Lo que sí era cierto era que lo echaba de menos.

Cuando aparqué mi BMW en el solitario aparcamiento, busqué con la vista a Julian. Eran las ocho y había llegado puntual, pero no conseguí ver a mi viejo amigo. Las unicas personas que pude ver fueron unos jóvenes cadetes haciendo la instrucción bajo las órdenes de un joven sargento que daba órdenes a pleno pulmón.

Los soldados estuvieron durante un rato en mitad de la zona cubierta de césped, pero luego empezaron a desfilar hacia el lugar en que yo estaba. Me pregunté por qué se acercaban al aparcamiento cuando tenían todo el complejo para realizar sus ejercicios. Pronto estuvo claro que venían derechos hacia mí. A medida que los cadetes se acercaban sus zancadas aumentaban. Me estuve quieto sin mover un solo musculo. Observé que algunos sonreían. Otros se reían abiertamente mientras el sudor salado corría por su rostro, producto del severo ejercicio y el sol vespertino.

No pude ver al sargento que los mandaba, pero decidí prestarle atención. Después de todo, esta gente se encargaba de proteger a este gran país y había que tomar en serio lo que hacían. Seguro que tendrían algo mejor que hacer que molestar a un inocente civil. Luego los cadetes se detuvieron. Si bien seguían sonriendo, ninguno me miró, fijaban la vista en un punto distante. Decidí tomar la iniciativa y empecé a recorrer sus filas en busca de su líder.

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Capitulo Diez

El ritual del autoliderazgo

No hay nada noble en ser superior a otros la verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo yo.

Antiguo proverbio hindu

El monte Percival es el mas alto de esta parte del país. Llegan a él montaneros y aventureros de todas partes para escalar su cara norte, aparentemente una de las cimas mas traidoras de nuestra zona. Hace unos anos, el hijo de uno de mis companeros de trabajo perdió la vida cuando trataba de alcanzar la cumbre. Su cuerpo y el de otras siete personas que lo acompanaban aparecieron congelados a unos setenta metros de la cima. Por mi vida que no podía entender la razón por la que Julian me había citado aquí.

Mientras conducía mi automóvil por la serpenteante carretera que llevaba a una zona próxima al pie de la montana frecuentada por turistas y escaladores, me di cuenta de que había empezado a confiar en las periódicas sesiones de «entrenamiento» de Julian. Todas nuestras reuniones se habían caracterizado no solo por el caudal de conocimientos que me había transmitido sobre liderazgo y transformación de una empresa, sino que habían sido pequeii.as aventuras que en palabras de Julian me sacaron de mi «zona de seguridad;» y mostraron nuevas vías de pensamiento y acción. Presentía que Julian no iba a permanecer mucho tiempo en un mismo sitio ya que sabía que se había comprometido seriamente a difundir la filosofía de los sabios por nuestra parte del mundo. Y sabía que cuando se marchase lo echaría de menos.

Cuando me acercaba a aquella zona llena de gente procedente de todas partes del globo y disfrutando de aquel magnífico día, vi a Julian. Al revés de la ultima vez que nos vimos, hoy iba vestido con la tradicional tunica roja de los monjes y calzaba sus gastadas sandalias. Como siempre, su rostro irradiaba vitalidad y una salud envidiable. Sonreía igual que en las ocasiones anteriores. Me resultaba difícil entender que este joven fuera realmente Julian Mantle, el bebedor y vividor que había sufrido un ataque al corazón en medio de la atestada sala de un tribunal.

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Capitulo Once El ritual de la creatividad y la innovación

Lee todos los días algo que nadie lea.Piensa todos los días algo que nadie piense.Es malo que la mente siempre forme parte de la unanimidad.

CHRISTOPHER MORLEY

-Nuestra próxima reunión sera breve -dijo Julian cuando nos despedimos al pie de la montana.

-¿Por qué?

-Porque me estoy preparando para partir. Ya casi he terminado mi trabajo contigo. Has recibido con avidez la filosof ía del liderazgo que he compartido contigo y has sido un alumno extraordinario. No tengo duda alguna de que GlobalView pronto sera una empresa de talla mundial y prosperara bajo tu liderazgo clarividente corno no lo había hecho nunca. Pero mas importancia aun tiene el que hayas descubierto la forma de liderarte a ti mismo y convertir a GlobalView en un lugar en el que las dotes naturales de tus empleados se liberen y estos vean cumplidas sus maximas esperanzas. Sigue sirviendo a tu gente liberando su talento y recordandoles la causa apremiante hacia la que avanzan. Y ellos, a cambio, también te serviran.

-¿Adónde piensas ir?

-Hay otra persona que necesita desesperadamente conocer la sabiduría que he descubierto, y por ello estoy obligado a ir a verla.

-¿Vas a dejar la cabana que construiste en el bosque? Parecía que allí tenías todo lo que necesitabas.

-Digamos que la vaya dejar durante algun tiempo. Pero, quién sabe, tal vez dentro de unos meses vuelvas a verme en tu rosaleda -dijo Julian sonriente.

Mientras me dirigía a mi reunión con Julian sentado al volante de mi automóvil, la idea de que ya no lo vería en el futuro me produjo tristeza. Siempre había sido mi amigo, pero ahora lo veía de una forma muy distinta. Nadie había influido tanto en mí, ni siquiera mi padre. Seguro que había muchos líderes con problemas a los que Julian podría haber visitado, pero vino a verme a mí primero. Si había una cualidad que siempre lo había caracterizado, esa era su lealtad. Yo era su amigo y por eso decidió ayudarme.

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Capitulo Doce El ritual de la contribución y la importancia

No me puedo creer que el objetivo de la vida sea ser «feliz». Creo que el objetivo de la vida es ser util, responsable y compasivo. Es, sobre todo, importar, contar, defender algo, marcar alguna diferencia con lo que hayas vivido.

LEO C. ROSTEN

Poco antes de la medianoche avanzaba al volante de mi automóvil por la carretera azotada por el viento que llevaba al observatorio. Estaba habitualmente vacío, con la excepción "de dos astrónomos que lo usaban para sus investigaciones. Aparqué el coche y subí corriendo las escaleras que llevaban al vestíbulo principal donde Julian me había dicho que lo esperara. La noche era espectacular, sin Una nube en el cielo. La luna y las estrellas brillaban. Sabía que aquel espectaculo iba a encantarle a Julian.

-¡Hola, Peter! -murmuró Julian saludandome rapidamente antes de volver a concentrarse en lo que estaba viendo a través del enorme telescopio-. Me alegro de que hayas podido venir.

-No me lo hubiera perdido por nada del mundo, amigo mío. ¿Buscas algo especial esta noche?

-Sí. Esta noche va a ser muy especial, te lo prometo-contestó sin apartar los ojos del telescopio.-Te gustara saber que resolví el rompecabezas con la ultima pieza que me diste. -¿Y qué

descubriste?-Veras. Cada vez que me dabas una pieza nueva en la que estaba grabado uno de los

ocho rituales, descubrí que también había un dibujo. Pero nunca me imaginé de qué se trataba. A medida que unía las piezas iba viendo que se trataba de una especie de símbolo, pero no averigué el significado hasta que me diste la ultima pieza.

-¿Y ahora lo sabes?-Es una estrella.-No es solo una estrella. Es la estrella.