Novenario de la Virgen de la Corona

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NOVENARIO EN HONOR Y GLORIA MARÍA SANTÍSIMA QUE BAJO EL TITULO DE LA CORONA SE VENERA EN LA VILLA DE ALMUDEVAR DONDE SE LE TIENE PARTICULAR DEVOCIÓN COMPUESTO POR EL PADRE ÁNGEL CUSTODIO SOLER RELIGIOSO FRANCISCANO CON LAS LICENCIAS NECESARIAS Tip. La Editorial Coso, rúmero 86 Zaragoza 1947

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Novenario de la Virgen de la Corona

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NOVENARIOEN HONOR Y GLORIA

MARÍA SANTÍSIMAQUE BAJO EL TITULO DE LA CORONA

SE VENERA EN LA

VILLA DE ALMUDEVAR

DONDE SE LE TIENE PARTICULAR DEVOCIÓN

COMPUESTO POR EL PADRE

ÁNGEL CUSTODIO SOLERRELIGIOSO FRANCISCANO

CON LAS LICENCIAS NECESARIAS

Tip. La EditorialCoso, r ú m e r o 86Zaragoza — 1947

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. Puesto de rodillas delante de la Imagen deMaría Santísima, después de haberse« santigua-do ̂ dirá con todo el f&rvor que pueda el acto decontrición que sigue, y es para todos los (Mas,

ACTO DÉ CONTRICIÓN• f-

Soberana Madre de Dios y de los hombres,Reina .purísima de los cielos y de la tierra,singular Protectora de todos los hijos de estavilla, a vuestros pies nos postramos los que nosomos- dignos de llamarnos hijos vuestros,atendida la multitud de nuestros pecados. Dig-naos dirigir una mirada compasiva sobre losque gemimos entre penas y miserias en estevalle de lágrimas; no desechéis las súplicas delcorazón arrepentido que acude a vos pidiendovuestro favor, para que nos- alcancéis de vues-tro amante Hijo, nuestro Redentor, el perdónde tantas culpas. Sí, Madre y Abogada nues-tra, grandes pecados hemos cometido, sin te-mer no se abrieran lo>s> abismos para sepultar-nos en sus llamas, en castigo de nuestra rebel-

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día contra Dios, pero mil veces detestamos* yaborrecerlos aquellos momentos en que tan in-dignamente abusando de la libertad que nos'Concedió nuestro Criador, despreciamos su di-vina gracia y ofendimos, su divina Majestad.

Vos, pues, que sois toda piedad y Madr'e delDivino Juez, pedid a vuestro Hijo que nosquiera perdonar tantas culpas y nos admita eíisu amistad. Esta gracia esperamos de Vos, ¡ohVirgen Santa de la Corona!, para que abrasa-dos en amor divino, y fieles hijos vuestros, sea-mos dignos, de alcanzar el remjedio de nuestr'asnecesidades, el consuelo en las aflicciones y elfavor ^quei os pedimos en esta novena, parahonra de Dios y gloria vuestra. Amén/

DÍA PRIMERO

Debemos amar y venerar u\ María Santísima,porque es Madre de Dios

La primerU y más grande cualidad que elevaa María Santísima sobre todos coros de losAngeles y ,el resto de todas- las criaturas, es serMadre de Dios. Esta dignidad tan excelentetuvo su principio en la unión ¿hipostática delVerbo con la naturaleza humana. De modo, quepor esta unión, se hizo hombre e hijo de María,el que al mismo tiemipo era Dios verdadero,igual al Padre; no desdeñándose esta divinaper'sona de tomar carnéenlas purísimas entra-

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ñas déla Virgen, de vivir cerrado en su vientrepor espacio de nueve meses, de nacer do estaSeñora <como hijo suyo, llegando a tal excesode abatimiento, que se anonadó a sí mismo, P°ir

hacer participante de su divinidad a la huma-na naturaleza; quedándose Dios y hombre ver-dadero y verdadero hijo de la que era esposade un humilde 'Carpintero.

Alégrate alma devota, de esta grande felici-dad die María, y considera cuántas serían lasgracias y donéis del cielo con que la Omziipoi-tencia Divina adornaría el almia de esta Vir-gen, que destinaba par'a tan alta dignidad: yadvierte, que no obstante^ ser Madre de Dios yllevar em su vientre al que no cabe en la re-

' dondez de la tierra, vive con la pobreza, ga-nando el sustento con el trabajo de sus manos,como otra cualquiera mujer del pueblo; y estal su humildad, que no hace ostentación al-guna de la elevada dignidad a que se ve en-salzada,

Compara ahorca, tú que te llamas devoto deMaría, esa altivez y soberbia que te domina,con este método de vivir de la Madre de Dios;tú, que lejos de abatirte, no per'mites se te fal-te ningún punto a la estimlación, que piensasse te debe, y miras con desprecio criminal atus semejantes; tú, que delante de Dios erespolvo, ceniza, nada y pecado, confúndete avista de esta humildad, y con el corazón llenode lágrimas di a esta Señora:

¡Oh Reina Soberana!, ¡qué distintos son los7 . v

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sentimientos que tiene mi altivo corazón delos que tuvo el vuestro! ;Vos estáis elevada so-bre los coros de los: Angeles, ¡y os reputáis poruna persona simple de la plebe, y yo, despre-ciable por naturaleza y aun m|ás por misi ma-las costumbres, no pieijtso sino en engrande-cerme. Vos os gloriáis de parecer abatida, y yotengo por grande afrenta él humillarme. Ossuplico, Señora, que no sólo tengáis compasiónde mí, sino que deis remedio a mi nial, a lomíenos haciendo que me confunda. Dadme, \óhMadre de Dios!, luz para confundirmfe, para queesa misma confusión sea principio de míi hu-mildad. Suprema Protector'a mía, alcanzadmede Dios ese espíritu de humildad que tanto osagrada. ¡Ah!, qué beneficio míe haríais. ¡OhMadre de Dios!, valedme con .vuestra interce-sión, pues para mejor obli|gar'os os¡ saludo conlos mismas palabras con que el Ángel os anun-ció que erais llena de gracia, y os dijo: Dioste salve, María, etcétera,

Aquí se< rezan tres Avemarias y un GloriaPatri: una en reverencia del Misterio de la Pu-rísima Concepción; la segunda por el SumoPontífice, y la tercera por M intención de cwdauno en particular, y concluidas qué mun, pe-dirá en silencio a la Virgen Santísima lo quedeseé alcanzar en la novena; y en seguida, laoración siguiente; y de este m\odo lo$tanteas días.

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Oración de San MetodíoVuestro nombré, ¡oh Mjadre de Di'os!, está

lleno de todas las gracias y bendiciones divinas.Vos habéis llevado en vuestro seno al que esincomSprensible, y alimentado al que alimentaa todo el universo.

El que llena el cielo y la tierra, el Sieñor delinundo, ha querido seros deudor (habiéndoleVos revestido de la carne humana, que antesno tenía). Regocijaos, ¡oh Madre del Dios!, pue&tenéis por deudor al que da el ser a todas lascriaturas. Nosotros todos somos deudores aDios, pero Dios es¡ deudor* vuestro.

Así es, ¡oh Madre del Salvador!, que vuestrabondad y vuestra caridad exceden a la de todoslos otros Santos, y que en el cielo podéis másque todosi ellos junto al Trono de Dios, puessois su Madre.

Nosotros, que celebramos vuestras glorias ysabemos y creemos ser grande vuestra bondad,os suplicamos que os acordéis de nosotros ynuestras misierias. Amén.

Ahora se dirán los gozos que están al fin.

DÍA SEGUNDO

Debemos amar y venerar a María Santísimtiporque fue ía criatura mus pura de Adán, con-

cebida sin mancha de pecado original

Todos, desde el mismo instante en que so-mos concebidos en el vientre de nuestras ma-

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dres, ya quedamos contagiados con el pecadode Adán.; ya somos pecadores:: y por lo miism'o,excluidos de la amistad de Dios, objeto de suindignación y desterrados del Paraíso, que ha-bía destinado^para él y sus desoeindiientes, sien-do tan funestas sus consecuencias, que trans-mitiéndose este pecado como la lepr'a de Naa-m&n, de generación en generación, deja impre-so en nuestras almas el carácter de todos lospecados juntos. Por esta razón, lote abuelos yprimogenitores de María Santísima todos fue-ron desgraciados también, como lo habían sidoAdán y sus descendientes; y en el mismo ins-tante que comenzaron a existir' en el vientrede sus miadreSj ya el dem'pnio les tuvo por es-clavos suyos.

Pero esto no tuvo lugar con María Santísima.Ella sola fue la que no mancilló su alma conla fea tinta del pecado. Porque el Se-ñor, ha-biéndola destinado para Madre de su Unigé-nito, la crió exenta de la más leve corrupción.

El Espíritu Santo tomó inmediatamente po-sesión de aquella alma dicho-sa, y la hizo tan•bella y tan her'mpsa a los ojos, de Dios, que elOmnipotente puso en ella sus mayores com-placencias! y la hizo objeto de sus delicias. To-dos los Angeles del cielo la admiraron y que-daron atónitos a vista de tanta belleza;; pare-cíales imposible que una criatura humana fue-ra* capaz de tanta gracia, de tanta luz y her-mosura; verificándose en ella lo que se habíadicho en el cántico de los cánticos..., que era

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toda hermosa, sin que hubiese en ella manchaalguna.

Gonsidefa, pues, alm)a cristiana, qué amortan puro y tan casto exigirá de nosotros estaSeñora, y cuánta será la displicencia y horrorcon que te mirará si te arrojas al pecado; ycuan feo estarás a sus purísimfos ojos, si tehallas envuelto en liviandades e impurezas.Guando llegues a conocer que esta Señora sólosiendo pura y sin mancha de pecado llegó atan alta dignidad de Madre de Dios, entoncesconocerás también el horror con que mirar'á tualma, .si está en pecado. Cuida, pues, de vivirpuro y lim'pio de1 toda miancha, si deseas agra-dar a María Santísimia; enmiéndate de los pe-cados sucios, que en ti conozcas, y no lleguesa cometedos jamás, y pesaroso de no habersido tan puro y casto como pide su amor, dilaarrepentido:

¡ Qué peso tan enorme, Señora mía, abrumami alma, viéndome cargado de tantas culpas ytan propenso a cometer1 otras nuevas! ¡Quétristeza ocupará vuestro corazón inmaculado,cuando fijéis en mí vuestros castos ojos! ¡Quédeforme estará mi alma! Yo mismjo me horro-rizo y quisiera no venniei. Perdonadmie, Madremía, y .compadeceos de mí. Tened lástima deeste pródigo miserable. No permitáis que yo«continúe ofendiendo' a vuestro amante hijo Je-sús. Alcaiízadme de El tanta abundancia de lá-grimas de verdadero arrepentimiento, que conél logre la amistad de mi Redentor* y la vues-

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itra. Esto os suplico por la grande alegría querecibisteis cuando ¡el Ángel os dijo: Dios tesalve, María, etcétera.

Oración del IdiotaAtra,edme tras de Vos, ¡oh Virgen María!,

para que corara al olor de vuestros perfumes.Atraedme, pues me hallo detenido por el pesoda mis culpas y la malicia de mis enemigos.Así comió nadie se presenta a vuestro Hijo, siel divino Padre no lo atrae, así mfe atrevo adecir'en cierto modo, que nadie va a El si Vosno lo atraéis con vuestros santos ruegos. Vossois la que enseñáis la verdadera sabiduría,Vos la que alcanzáis las gracias a los pecado-res, pues sois su Abogada, Vos prometéis lagloria a los que os honran, porque sois la Te-sorera de las miseriicordias. Vos habéis hallado.gracias dei Dios, ¡oh dulcísima Virgen!,_ porque'fuisteis reservada del pecado original, llena delEspíritu Santo y concebistéis al Hijo de Dios.Habéis recibido todos estos favores, ¡oh humil-dísima María!, no sólo para Vos, sino tambiénpatfa nosotros, a fin de que nos asistáis en to-das nuestras necesidades con vuestra gracia.Amén.

DÍA TERCERO

Debewíps amar y venerar a María Sanísimaporque es Mwdre de pecadores

No hay palabras tan tierna® y consoladoraspara el pecador como las que salieron de los

labios de nuestro Redentor Jesús expirantesobi*e la montaña del Calvario. Sabía muy bienque no obstante haber borrado con su -sangredivina el sello fatal del origen de nuestra pre-varicación, y abierto las puertas de la gloriapara dar entrada a todos en ella, todavía en lasvicisitudes de este valle de lágrimas, en los ase-dios de nuestro enemigo,Lucifer, y a< todas ho-ras necesitaríamos una tabla de salvación parano naufragar entre las furiosas olas de estemundo borrascoso; y por esto, aun entre losresuellos de una mWtal y penosa agonía no seolvidó de los que venía a salvar; les dejó elm)ás grande consuelo, el más fuerte apoyo yla más firme esperanza.

.'Allá, en el Gólgota, a un lado del CrucificadoNazareno, estaba el discípulo amado, trému-lo, cabizbajo, sumido en la más profunda tris-teza. El mismo presenciaba la muerte de su di-vino Maestro, y .su/corazón se desgarraba de do-lor. También veía su orfandad y desamparo jfla desolación se apoderaba de su alma. Al otrolado, fría, blanca -como el mármol, se ''encon-traba María Santísima apurando el cáliz deldolor' y amargura. Y Jesús, dejando caer sobreElla una mirada dulce y misteriosa, con unavoz casi apagada por las sombras de la m|uerte,le dice así: Mujer, he nhí tu hijo. Que fue lomismo qú-e decirle: No te desconsueles porquemuero yo que soy su Hijo: es preciso que¡ yomuera par'a que tú, seas Mjadre de todos los

y 'consigan su salvación. Y llamando a

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Juan, le dice para su consuelo: He ahí tu ma-dre. Como si le hubiera dicho: Arroja de tii -iiesa tristeza, consuélate; si m'uere tu Maestropor la salvación de todos, y tú fe vas a ver' pri-vado de su .amable compañía, ahí te dejo a miqulerida Madre, qu!e sera para ti y todos losmortales la más tierna y 'compasiva de todaslas madres.

No podía legarnos una porción de bienes te-rr'enos, quien no tenía'una piedra donde recli-nar su cabeza o iba a recibir de limosna un se-pulcro. No le quedaba en el mundo otra cosa\que su Madre, esa Madre que no la había de-jado nunca y cuyas muradas entristecidas, cla-vadas en las suyas, parecían decirle:'Sí, Hijomío, tú mueres gustoso por los hoimbr'es, y sidado mfe fuera también morir por su salvación,yo alegre lo hiciera: pero ya, esto no es delagrado del Eterno Padre; yo los recibo a to-dos por hijos de los más queridos; sí, ellos sonmis hijos y yo seré su esperanza, su consuelo,su alegría, su apoyo, su Madre la mjás compa-siva, que los defenderé de todos los peligros,del alma y del cuerpo; no los desampararé has-ta que te los devuelva en la patria celestial.

Y la experiencia nos confirma la verdad deestas palabr'as de la Virgen. ¿Qué cristianohabrá que no haya experimentado la protec-ción de María Santísima, el cuidado y solicitudde una gran madre por la conservación de suhijo? ¿Qué im'pulso secreto obliga a todo cris-tiano a acudir a la Virgen Santísima en los

peligros del cuerpo y en los conflictos del almja?¿A cuántos, por las súplicas hechas a esta Ma-dre tan tierna, sin (embargo de ser poco dignasde su atención al ir mezcladas con las enormlesinjurias que hacen a Jesucristo su Hijo, a

•.cuántos, digo, no favorece Dios en medio desus peligros? ¡Ah! Es tan amante de los peca-dores y de tal modo acude a sus ruegos y losampara, que, si cabe, parece que no es Madrede Jesucristo, sino Madr'e de los pecadores, puesno se da por entendida (digamos así) de losdelitos que contra El co-mteten los mortlailes;sólo se desvela por nuestro bien, y procuracon amor detener el br^azo de Dios* justamentelevantado contra nosotros, pues a no ser nues-tra Madre, ya hubiéramjos sido víctimas de laJusticia Divina.

Piensa, pues, alma cristiana, qué disgustoy qué aflicción no causará a María Santísimaver cuan indignamente correspondes a su ma-ternal cariño y desprecias su amor, entregán-dote a los mayores excesos, sin atender queofendes a su querido Hijo. Y ten presente queaunque es Madre de pecadores, no lo es de losquíe la llaman sólo con la boca y le nifegan•su corazón, sino de los que contritos y humii-llados se entregan al arrepentimiento. Es ver-dad, que antes quiso ser Madre nuestra queReina de los Angeles, y deseosa que todos nossaliváramos, nos recibió por hijos suyos, si aun-que pecadores, acudíamos a su favor pesarososde haber ofendido a su Divino Hijo. No dejes,

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pufes, de amar a tan Soberana Madre, aunqueseas grande pecador. Acude a Ella confilado dehallar la gracia y el perdón; que aunque tuspecados te hagan indigno de llevar tan bellonombre, Ella te recibirá con agrado por hijosuyo, si postrado a sus plantas le dices así:

¿Es posible, Madre mía amabilísima, que Vosme habéis de míaniíbstar siempre que sois miMadre y yo nunca he de mostrar que- soy vues-tro hijo? ¡Ah!, nunca míe habéis desamparadoen mis trabajos y yo siempre os he disgustadocon mis eX'éesos. Perdonadm'e, Madre mía, ycastigadmie antes que dejarme sfeguir en losvicios, que tanto o>s, desagradan. Sed Madr'e be-nigna, castigándome, para que sea buen hijo,y no seáis Madre cruel, dejándome ser unmjonstruo de maldad, permitiendo continúe enmis desórdenes; socorredmte como Madre, ¿yhaced que yo os agrade como hijo y que llenode alegría os salude con el Aingel, y os diga :Dios te salve, María, etcétera.

Oración de San Bernardoi

A Vos, Reina del mundo, levantamos nues-tros ojos, habiendo de presientarnos delante denuestro Juez. Después de haber comtetido tan-tos pecados ¿quién podrá aplacarle? Nadie pu&-de hacerlo mejor que Vos, ¡oh santa Señora!Vos que tanto le amáis y estáis de El tan tier-namente amada. Abrid, pues, ¡oh1 Madre de

vil, :

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Misericordia!, vuestro corazón a nuestros sus-piros y a nuestros ruegos. Nosotros nos. refu-giamjos <bajo de vuestra protección; aplacad laira de vuestro Hijo y volved a ponernos ensu divina gracia. Vos no aborrecéis al pecadorpor más criminal. Vos no le despreciáis si sus-pira por Vos y arrepentido os pide vuestraintercesión. Vos, con vuestra poderosa mano,le libráis de la desesperación, le infundís espe-ranza, le consoláis y no le abandonáis hastahaberle reconciliado con su Juez. Haeedlo, pues,asíj Señora, para que seamos dichosos en lagloria. Amen.

DÍA CUARTO

Debem\os atinar y venerar a María Santísimaporque es nuestra firme esperanza.

Son tantos y tan poderosos los mjoüyos qu;eel hombre tiene para confiar en María Santísi-mía, que nadie puíede dudar ni por un solo mo-mento que es nuestra esperanza realizada.. Paraconvencernos de esta verdad, basta formíar lamás pequeña idea del amor con que nos amaesta Señora. Ella nos ama cordialmjente y, dé-lo íntimo del alma. Ella nos tiene un afectoternísimo. No hubo jamás madre que así ama-ra al tierno hijo. No ha habido esposa que asíhaya amado al querido esposo. No ha habidoSanto o Santa que amase a su prójimjo como

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la Madre de Dios nos ama a nosotros: y nopuede menos de amarnos así, porque siendode nuestra misma naturaleza, Ella es madre deJesús, nuestro Redentor, que por el muchoamor que nos tenía, dio su vida entres tormten-tos para que alcanzáramos la. libertad que ha-bíamos perdido.

El Hijo y la Madr'e son dos -cosas, pero enorden al amor, .son casi una misma. El Hijoderramó a torrentes su sangre sacrosanta paralavar la mancha que nos hacía deformes a losojos- de Dios; y las virginales entrañas d-e laMadr'e le suministraron este bálsamo tan po-deroso que cura nuestras heridas. ¿Y quién po-drá medir el amor que nos tiene esta Señora,si atentamente considera el cariño y el afán conque acercaba a s-us virginales pechos al niñosu Hijo Jesús, para dañe el alimento, el pre-cioso néctar de sus venas, que en tiempo, con-vertido en verdadera sangre, habíaL de correr atorrentes por' la m/ontaña encarnada del Calva-rio? Ad'eímás, quien ama a Dios, no puede me-nos de amar a su hermano, a su prójimo; ¿yquién podrá medir el amor que nos tiene MaríaSantísima, si piensa la caridad y el amjoi* quetiene a su Hijo, y con la que¡ ama a Dios Nues-tro^ Señor? ¡Ah!, nadiei puede formar una ideadel' amor que tuvo a Dios esta Señora, y poresto mismo nadie puede comiprender el amorcon que nos ama; y por* tanto, ni tiene que du-dar, que es firme esperanza, y sí siempre es-perar con certeza, que nos asistirá cuando la

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llámenos en nuestro socorro; poique despuésde Dios nadie conoce mejor que la Virgen lospeligros que por todas partes nos rodean. Ellapenetra bien cuál >e¡s el origen de la rabia quelos demonios tienen a nuestras almas, y cuán-to hacen para frustrar >en nosotros* .el precio» denuestra redención y privarnos de la felicidadeterna. Es indecible la algazara que tienen es-tos espíritus infernales si consiguen hacer in-fructuoso e inútil en nosotros el miérito desangre de Jesús nuestro Redentor'.

'Considera ahora, alma cristiana, cómo sien-do tan grande el amor que María Santísimanos tiene, si podemos esperar de Ella el' reme-dio de todos nuestros males, y contar con sufavor' casi omnipotente, para librarnos de las

lasechanzas '-de los demonios. No hay duda algu-na que si acudimos a Ella, no puede menos de'socorrernos viendo nuestra -flaqueza y la fuerzasuperior de nuestros enemigos; y si la llama-mos, no puede dejar de escucharnos en mediode la tribulación. ¡Ah! ¡Con cuánto esmero noiSasistirá la Virgen María, cuando viere que im-pelida nuestra alma por los espíritus inferna-les va a caer en el remolino de las tentaciones!¡ Con cuánta prontitud volará en nuestro soco-rro, cuando viere que estamos al bor'de del pre-cipicio, en medio de la aflicción, en medio deltrabajo! No dejes, pues, alma cristiana, de acu-dir a esta compasiva Señora en todos tus apu-ros, confiada en que encontrarás cuanto nece-

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sites; y con la más cierta esperanza dile fer-vorosa:

¡ Oh Virgen Santísima! ¿A quién sino a Vosha de acudir un infeliz pecador, que se ve com-ibatido en el mar de este mundo por los vientosde continuas y terrible>s¡ tentaciones? Sí, Madremía, Vos que sabéis donde están los peligros,me podéis librar de ellos; Vos que podéis convuestro Hijo serenar las borrascas de las ten-taciones, las podéis moderar y evitar en un to-do: Vos, que tenéis los tesoros de< la divina gra-cia, nos podéis dispensar tanta que estemos se-guros con ella. Vos. sois mi esperanza y misocorro en medio del peligro de un naufragio.A Vos acudo, en Vos confío, no permitáis quesea confundido, para que siempre pueda, ren-dido, deciros con el Ángel: Dios te salve, Ma-ría, etcétera.

Oración de San Juan Damasceno

Yo os saludo, ¡oh María! Vos sois la espe-ranza de todos los cristianos. Acoged la súplicade un pecador arrepentido, que os ama tierna-mente y os honra de un modo especial y poneen Vos toda la esperanza de su salvación. Yo'os debo la vida. Vos me habéis de alcanzar lagracia de vuestro Hijo. Vos sois la prenda cier-ta de mi salvación. Os suplico que m:e libréisdel peso de mis pecados/Alejad de mi corazónlos afectos terrenos; reprimid las tentacionesde mis enemigos, y disponed de mi vida de

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modo que por vuestro medio, y teniéndoos porguía, llegue a la eternidad del paraíso. Amén.

DÍA QUINTO

Debemos amar y venerar a Mwria Scantísimtyporque es madre de pecadores

Toda la paciencia con que Dios sufre nues-tras culpas, es una pura y grande misericordiaque usa con nosotros por intercesión de MaríaSantísima, A no haber hallado esta pur'a cria-tura tanta gracia en los ojos del Soberano Juez,mil veces este Señor, irritado, hubiera dejadocaer sobre nosotros todo el peso de su ira. Ca-da pecado provoca la ir'a de Dios de tal modo,que por su fealdad y malicia somos acreedoresa todos los trabajos del mundo y a los tormen-tos del infierno. ¿Y quién contiene la fuerzadel brazo divino justamente irritado contra nos-otros, que le hemos provocado, y le provoca-mos todos los días, y muchas veces al día2 ypor espacio de mluchos años? Sólo María San-tísima; porque Ella sola es el acueducto dondellegan hasta nosotros las aguas de la DivinaMisericordia.

En la antigua ley, antes quo el mundo vieraesta celestial Aurora, siempre miraba el hom)~bre vibrando sobre su cabeza el rayo de la Di-vina Justicia, perq en !el momento que estapura, matara se -dejó ver eíi la tierra, el feón

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terrible de la tribu de Judá se convirtió enmansísimo cordelo. Antee.de María, era Dios-omnipotente, pero era un Dios terrible. Tem-blaban a una mirada suya las columnas delfirmamento. Cuando aparecía en la tierra elSeñor, o algún Ángel representando su per-sona, todo eran relámpagos y truenos, todoamenazas, todo miedo, todo muertes; tenía portítulo el Dios de las venganzas. Mas en el ins-tante que se hizo hombre > en las amorosas ycompasivas entrañas de la Virgen, mudó ente-ramente de condición *Jodo es amor*, todo ter-nura; fíabla con nosotros como hermanos, tie-ne un corazón de carne como nosotros y seduele de nuestros males. Corre por sus divinasvenas la sangre que le dio la Virgen en purí-simla leche, con que le alimentó. Como sabeque es nuestra Madre y suya, se compadece deNosotros y ¡se gloria de que la invoquemos ennuestra necesidad, le pidamos su favor y pon-Igamos en Ella toda nuestra confianza: y paraque esta Señora pueda sobrevenir a todas nues-tras miserias, y calamidades, le entregó el teso-ro de sus misericordias para que las repartieracon profusión entro los mortales, que su Divi-na Majestad le dio por hijos cuando expirabaen la cruz. De mlodo que todas las gracias queDios concede a los, hombres pasan antes porlas manos de María" Santísima

*

Mira, pues, alma cristiana, cuánto té inte-resa amar y venerar a la Madre de Dios1, pueses tan jnis'ericordiosa, que aunque estés en pe-

cado no te despreciará, antes bien extenderásobre ti la mano de su protección, si de verasle haces entrega de tu corazón arrepentido' ylleno de dolor de hab'er ofendido a su querido1

Hijo. Ten presento que si hasta aquí te ha su-frido la Divina Justicia, ha sido por la protec-ción d,e María Santísimla, pues por el amor quete tiene desea que te salves. No desprecies,pues, tan poderosa medianera, entrégate de ve¡-

*ras a Ella, y de no haberle dado antes tu cora-zón, dile bañado en lágrimas de sentimiento!:

(p • * * • ' "

i Oh Madre de misericordia! ¡Cuántas veces•me hubiera Dios abandonado si no fuera porVos! ¡Parece imposible que Dios haya teni-do respecto de mí tanta paciencia, siendoyo tan ingrato con su Divina Majestad! ¡Ah,Madre de Dios! Compadeceos de mi locura. Lo-cura, sí, más que ceguera, nías que miseria;¿pero ya que hasta aquí habéis detenido el bra-zo de Dios, levantado contra mí, alcanzadmeahora tal dolor de haberle ofendido, que desdehoy en adelante sea objeto de su benevolencia,para que lleno de alegría os diga con el AngelíDios te salve, María, etcétera.

Oración de San Guillermo*

¡Oh Madre de Dios!, a Vos acudo y os suplico/que no me desechéis; pues toda la comuniónde los fieles aclama vuestra grande misericor-dia. Vos sois tan amada de Dios, que siemlpre

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os oye. Vuestra piedad jamás ha faltado a na-die. Vuestra dulce afabilidad no ha rechazadonunca a ningún pecador por grande que fuerasu crimen. Si se ha encomendado a Vos, siem-pre os ha encontrado. Madre de Misericordia,.Usad, pueisi, conmigo de esa dulce misericordia,para que eternamfente os alabe en la gloria.Amén.

DÍA SEXTO.

Debemos amar y venerar a María Santísimaporque es el consuelo dti los afligMos.

Es tan general ©1 consuelo que da María San-tísima a los afligidos, que su bondad no se li-mita a ésta o aquella aflicción,.sino que se ex-tiende a todas. Y corneo en este valle de1 mise-rias nadie vive sin aflicción, todos tenemos ne-cesidad de acudir a la Virgen Santísima parahallar consuelo en nuestros trabajos. Y paraque ninguno pueda excusarse porv temor o porrespeto de pedirle remedio en sus aflicciones, atodos sin distinción de tribu-ni de nación, atodos tiene abierto el seno de su misericordia,lo afable de su bondad y lo deleitable de s¡uhermosura, Ella ve todas nuestras aflicciones,d,e todas se conduele, á todos quiere amparar';y tienen en su corazón tanto poder las, lágri-m(as de un afligido, que es imposible vea untriste y consternado puesto a.sus plantas pi-diéndole con lágrimas sinceras que le consuele,

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que no se conmuevan sus dulcísimas entrañascon tan rendida súplica.

Esta Señora es. muy seguro Refugio, Si esta-mos afligidos y acudimos a Ella, nos consuela;si tristes, nos alegra; si pusilánimes, nos alien-ta y anima. Ella da la salud a lote enfermos, lafortaleza a los débiles, el sustento a los ham-brientos, el abrigo a los desamparados. En.Ellahallan luz los errante¡s, los que caen el trías.,fuerte apoyo, los tibios devoción, los empeder-nidos ternura y los obstinados comjpunción. Nohay madre tan caritativa con sus hijos comola Virgen Santísima con nosotros: basta «yer-nos afligidos para que se le enternezca el co-razón. Si levantamos a esta Señora los ojos llo-rosos, al instante nos mira con los suyos llenosde piedad. Si afligidos levantamos las manospidiéndola socorr'o, luego nos da su mano com-pasiva para que no caigamos. Son sus terní-simas entrañas todo dulzura, todo amor, todosuavidad. En fin, es una bienaventuranza eii latierra el ser devoto de María Santísima, por-que por el amor que nos tiene hai*á que cesentodos nuestros, males, o los convertirá con be-nigna industria en nuestro propio bien.

'Cualquiera, pues, que seas, oh cristiano queesto teas u oigas leer, si deseas ser consoladopor la Reina del cielo en tus aflicciones, sír-vela con sinceridad, profésala un santo amorcon el corazón y con las obras y confía que laVirgen te amparará y te pondrá en el númerode sus queridos hijos. No te despreciará por

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pobre y abatido que seas, ni por haber sido ungr'ande pecador; enniienda tu vida y empiezaa amarla, que si permanecieres en su amor, nosólo serás consolado en todas las aflicciones detu vida, si que también puedes llenarte de es-peranza acerca del terrible decreto de tu sal-vación, que es el mayor consuelo que puedesdesear. Si hasta aquí lo has buscado en lascriaturas, desprecia todo cuanto el mundo pue-de ofrecerte, porque todo es ficticio y no dulci-fica nuestros desconsuelos ni cicatriza nuestrasheridast Sólo en María Santísima encontrarásel'que necesitas. Acude, pues, a tan amable Se-ñora y pesaroso de no haberla pedido antes elconsuelo, dila de este modo:

¡Oh Virgen Santísima! Guando considero elconsuelo que dais a los afligidos, me veo aver-gonzado de no haber acudido a Vos por el re-medio de mis aflicciones. Yo le buscaba en me-dio de mi dolor, entregándome a mi mismo,revolviendo en mi entendimiento las tristesideas de mi consternación, y cuanto más dis-curría tanto más me atormentaba a mí mismo,clavando en mi corazón la saetas de mi dolor,i Qué locura hice en no acudir a Vos, que comobuena iríadre me las arrancaríais del pecho y,aplicaríais a mis heridas el bálsamo saludableque las curara! ¡Lo erré, Madre mía! Mas yame vuelvo a Vos para que me consoléis en elmal presente, y prevengáis las consecuenciasfunestas de mi error pasado. A Vos acudo comoa general consoladora de afligidos; pongo en

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vuestra presencia mis lágrimas y el motivo deellas. ¡Oh, enjugádmelas, Señora: haced quemíe sean provechosas, como una especie desangría hecha a un corazón enfermo. Obradcomo juzguéis que me conviene. Si me las en-jugáis, os alabaré comió Madre compasiva; silas dejáis correr, os alabaré como Madre aman-te que dej.a sangrar a su hijo porque así leconviene y desea su salud. Hacedlo así, ¡ohconsuelo mío!, para que lleno de regocijo conel Ángel os diga: Dios te salve, Marícfi, etcétera.

Oración de San Germán

¡Oh mi única Señora, que sois el único con-suelo que recibo de Dios! Vos que sois el soloy celestial rocío que refrigera mis penas: Vosque sois la luz de mi alma, cuando se halla Co-deada de tinieblas: Vos que sois mi guía enmis viajes, mi fortaleza en mis debilidades, mitesoro en mi pobreza, el remíedio para mis lla-gas, mi consuelo en mis lágrimas: Vos que soismi refugio en mis miserias y la esperanza detai salud, oíd mis ruegos y compadecaos de mí,como corresponde a la Madre de un Dios quetanto amó a los hombres. Goncededme todo loque os pido. Vos que sois nuestra defensa y ale-gría, hacedme digno de gozar aquella felicidadque gozáis en el cielo. Sí, Señora mía, mi refu-gio, mi auxilio, mi defensa, mi fortaleza, mialegría, mi esperanza, mi vida, haced me unacon Vos -en el paraíso. Amén.

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DÍA SÉPTIMOV

Debemos arriar y venerar a María Santíswrvaporque es nuestra Abogada

~~\ . . , - ^No parece sino: que la sabia Providencia de

Dios, para obligaros por todos títulos alamíor de María Santísima, su querida Madre,nos cercó como de intento, po>r una parte, detantas y tan frecuentes; miserias, que nos pre-cisaran a levantar continuamente los ojos alcielo para ver de dónde nos puede venir el con-suelo; y por otra, hizo a su Santísima Madre,Abogada nuestra, para que al menos por nues-tro propio interés nos resolviésemos a amarlay profesarla una sincera devoción. ¡Benditosea Dios, que atiende al mismio tiempo a la glo-ria de su Santísima Madre y a las muchas mi-serias que nos afligen! No es fácil pensar conqué 'esmero hace María Santísima el oficio deAbogada en todas nuestras necesidades y pro-cura por todos los medios nuestra salvación.

Rodeados por todas partes de tantos peligros,y muchas veces acosados de nuestros enemi-gos, ¿qué sería de nosotros si María Santísimano nos amparara? ¿De dónde nos vendría elconsuelo? Pecadores, deformes a los ojos deDios, ¿cómo podríamos pedir ni aun espejarla amistad divina? Y enemigos de Dios, ¿cuálsería nuestro eterno destino, si esta SoberanaMadre no hablara por nosotros al Divino Juez?¿Cómo se fallaría nuestra causa si esta Señora

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no fuera una Aíbogada de tanto valimiento paracontrarrestar la sentencia que merecen nues-tros pecados? ¡Ah Madre amantísima! Si nofuera por.Vos, ¿cómo nos libraríamos de tan-tos peligros y precipicios? ¿Quién se salvaría?Mil veces hubiéramos perecido, y otras tantasse hubieran anegado mil mandos, siendo nues-tra eterna mansión las llamas abrasadoras, siVos, oh Madre mía, no estuvierais de por me-dio entre la justicia de Dios y nuestros peca-dos. Vos sois la única Abogada que ampara alos pecadores y ruega por ellos.

Cosa por cierto que nos debe de admirar yal mismo tiempo confundir y consolar, ver laprotección de Marta Santísima aun para conaquellos que no la aman y ofenden a su divinoHijo. Siempre que un pecador anda entre cul-pas, y culpas tal vez de muchos años, está malcon Dios y, por consiguiente, con su SantísimaMadre, y no obstante, así que le sucede algúnlance molesto o le amfenaza alguna desgracia,si recurre a María Santísima pidiéndola conlágrimas que le ampare y le libr'e, aquellas- pia-dosísimas entrañas no saben negarse a susruegos, y con ser enemigo suyo, todavía le pro-tege con un amor tan fino y con una protec-ción tan eficaz que sólo podía esperarse; paralos hijos que la aman con fervor'. Tanta es laternura de aquel piadoso corazón. ¡ Oh Madreaíiíantísima! ¿Quién os negará su amor;?¿Quién faltará a vuestra veneración? ¿Quiénblasfemará vuestro santo y sagr'ado nombre?

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Considera ahora, alma cristiana, cuánto teinteresa el ser devoto de María Santísima yprofesarla un sincero amor. Por'que una dedos: o no te has de querer bien a ti mismo ohas de amar a María Santí sirria; o no has de.querer tu salud, tu consuelo, tu alegría, tu es-peranza-y tu protección, o has de amar a estaSeñora; porque es tanta la necesidad que todostenemos de protección y valimiento! de MaríaSantísima, que si no la amamos con un since-ro amor, no queremios ni el socorro en nues-tras necesidades, ni alcanzar nuestra salvación.Pues debes tener presente que más fácil es quéel sol no alumbre en un día ser'eirio, que la Vir-gen deje de amparar al que llorando busca suprotección. No tardes, pues, alma cristiana, enbuscar a esta Señora con fe y con amor, y con-fiada en su protección decirla con devoción:

Señora y Abogada nu^str'a, aquí está a vues-tras plantas un infeliz que espera vuestra pro-tección. Yo me veo en la necesidad y obliga-ción de amaros. Yo os pido con toda mlj. almaque me comuniquéis vuestro mismo amor,,porel amor de vuestro divino Hijo, Bien sabéis,Señora, que con ese amor remediaréis la po-breza de mi alma, mi desamparo, mi tristezay todas las necesidades de mi espíritu. Todo seremedia con amaros, ¡Oh Señora! ¡Si Dios míeconcediera amaros como debo y corno deseo!Sed Vos mi Abogada para que Dios oiga mipetición. Haced con vuestra intercesión pode-rosa que yo tenga el gusto, la gloría y el con-

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vuestro ., a

"'Oración de San Eírén

EpS||~™|nos arrastre al Inflerrío' llSríS/ ^ deimonio

da! Ponednn* h»^ 'V Vlr£en'mmaoulá-

S5Í;S~™=Deoadn* J ' un° de Dignación por nuestros, Pecados, nos abandone al poder del: de^S

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DÍA OCTAVO

Debemos amar y venerar a María Santísimaporque es nuestro gozo y alegría

Es suficiente mirar de paso las santas escri-turas para convencernos que Eva fue la causaprincipal de nuestra tristeza y aflicción, y almismo tiempo veremos claramente que la San-tísima Virgen fue el origen de nuestro gozo yalegría. Eva trajo al mundo el pecado, que nosha hecho llorar tanto, que sólo cuando el mun-do se acabe cesarán nuestras lágrimias, sin de-jar por esto de sentirse siempre en el infiernotristes ayes, funestas consecuencias de la trans-gresión del precepto que Dios impuso al hom-bre en el paraíso. Pecó Eva, pecó Adán. ¡Yqué desgracia,! En el mismo instante perdierontantos y tan inmensos dones con que les habíacondecorado la mario del Criador; y lo mássensible es que la terrible sentencia que Diosfulminó al mirar su deslealtad, se extendió atodos sus descendientes. Desterrados del paraí-so quedaron ceirradas las puertas de la celestialJerusalén. No tenían derecho a gozar de. labienaventuranza. Ni el oro, ni la plata, ni! lasangre de animales derramada con profusiónen los sacrificios, ni los holocaustos en quetanto se gloriaba la ingrata sinagoga, podíandarles su libertad perdida, borrar la mancha desu rostro y hacerlos amigos de Dios. Dios erael Dios de las venganzas, y el hombre el blanco

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de su ira, ¡Gon qué tristeza recordaba el hom-bre los primeros días- felices de su creación!

¿Quién, pueSj nos alcanzó que este mismoDios se hiciera nuestro amigo, nuestro herma-no y fuera nuestro salvado-r? ¿Quién nos diola libertad perdida y 'consiguió el derecho deque pudiéramlos verlo cara a cara en la gloria?¿De dónde nos vino tanto consuelo, tanto gozoy alegría? De la más amable de todas las cria-turas, María ' Santísima. Por la Virgen .bajóDios a este mundo; por Ella nos vino todanuestra honra, felicidad y esperanza, nuestroremedio y salvación. La Virgen fue la que nosdio -el Maestro que nos enseñó a salvarnos, elMédico soberano que nos libró de la m/uerte, elRedentor que nos sacó del cautiverio del de-monio. La Virgen nos dio aquel Salvador quenos hará felicesr para siempre: nos dio nuestroconsuelo, nuestro Abogado, nuestro amorosoPadre y amante Esposo:,no>s dio todo nuestrobien y alegría, porque nos dio a Jesucristo, suquerido Hijo, que nos rescató con su sacrosan-ta sangre y nos hizo hijos de Dios y herederosde su reino. #>

Alégrate, pues, alma devota, al verte hechaamiga y querida de Dios, cuando no merecíasmás que el infierno en castigo de tu pecado: yconsidera cuánto debes a María Santísima porhaber .contribuido con-su grandísima humil-dad y pureza a que alcanzáramos esta alegríay felicidad de ser hijos de Dios, comprados consu sangre divina, *y herederos, de la gloria eter-

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na; pues de otro modo siempre hubiéramos si-do esclavos del demonio, blanco do la ira deDios y desterrados para siempre de la gloria.Cuida, pues, de no malograr tanta dicha arro-jándote al pecado, y hacerte otra vez reo de lamaldición eterna; y si por desgracia tu cora-zón se halla triste y afligido porque el pecadorobó la alegría de tu alma, no tem;as el acudir'a esta Señora en busca del .verdadero gozo yalegría y decirla confiado1:

Yo os invoco, ¡oh Virgen Siaintísima!, paraque mié alcancéis de vuestr^) Santísimo Hijo elperdón de mis pecados, quei es todo el motivode mi tristeza. Cada vez que me acuerdo delenojo que Dios puede tener conmigo por misculpas, se cubr'e el corazón de tristeza y negranube, se me llena de dolor y se desanima. Com-padeceos de mí, alegría de mi alma. Vos soisla celestial Aurora que nos anuncia la clemen-cia divina y nos llena de alegría. Vos sois lajiube prodigiosa que coin vuestros poderososinflujos atemper'astes los rayos del Sol Divinode Justicia, y le convertiste todo en piedades.Comunicad a mi alma la alegría de la gracia.Desvaneced las sombras- de tristeza que pudieracausar el pecado. Yo me arrepiento y estoypronto a confesar mis culpas, a enmendarmey hacer todo lo que fuser'e de vuestro agrado.Valedme, Madre mía, con vuestra poderosa in-tercesión, y comunicad a mi alma la feliz riue-"va de que estoy perdonado, pues solamente asítendré verdadera alegría y podré deciros go-

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con el Ángel; Dios te sqlwf, Muría, fefcó-

Oración de San Andrés de Jerusalén\ - • ' s.

(V saludo llena de gracia, el Señor es cons. us saludo, ¡ oh instruiníento de mi alearía !

por medio del cual la sentencia de nuestra con-denación fue revocada y mudada en juicio debendición. Os saludo, ¡ oh templo de la gloriade_Dios, casa sagrada del Rey de la gloria 1 Vossois la reconciliación de Dios con los hombres.Cte saludo, ¡oh Madre de nuestra alegría! Ver-daderamente sois bendita, pues que entre' todasMS^mUJ/re^S. habéís sido hallada digna de serMadre de Dios, vuestro Criador. Alcanzadme laverdadera alegría de la gloria. Amén

DÍA NOVENO

Protesta de amar a. Marta Santísima por lotrincho que nos ama y los favores que nos

dispensa

¡Oh Señora mía! A vuestros virginales piesllega mi, alma llena de rubor y confusión alcontemplar atónito los medios que empleáispara atraerme a vuestro amor. No me atrevoa levantar' a Vos mus ojos, ni se atreve a pro-nunciar mi lengua una sola palabra en vuestra

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presencia. Soy un ingrato, Madre mía. Todami vida he estado sirviendo, no a Dios, comodebiera, sino al mundo, a mis apetitos y a.vuestro peor enemigo. Yo, Señora, confieso quehice mial, y lleno de confusión no puedo negarmi atrevimiento. Per'o cuanto más confieso miculpa, más esperanza tengo de que me habéisde alcanzar el perdón porque Vos lo podéis to-dof porque sois Madre del que todo lo puede,elevada a tan alta dignidad.por vuestra grandehumildad y virginal pureza, porque sois Madr'ede pecadores y los cubrís con el manto de vues-tra misericordia, para que no llegue a tocarlosla Justicia Divina, dándoles la dulce esperan-za de poder entrar' en la gloria, porque sois laAbogada más poderosa, que con vuestras ca-riñosas palabras aplacáis la ira divina,, llenáisde consuelo al afligido y colmáis de alegría alcorazón más entristecido. ; V

Por tanto, lleno de esperanza, y confiado envuestra bondad, me atr'evo a decir públicamen-te delante de los cielos y la tierra y a presenciade la multitud de Angeles que os asisten, queos aína y os amaré y serviré toda mi vida, nocomo quiera, sino con el amor (si yo pudiera)con que os aman los Angeles y Serafines en el'cielo, y con el amor puro y santo que os amóen la tierra vuestro casto y humilde EsposoSan José. ¡Oh Madre mía!, quisiera que mi co-razón fuera todo fuego y amor divino paraamaros sin medida. Pero ya que puedo amarospor toda eternidad, entonces espero desquitar-

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nie da lo poco '.qué os he amado en esta vida,en Recompensa de lo mfucho que debo y quieroamaros. El que ve a Dios no puede cesar en elcasto y puro amor. ¡Quién m(e diera, pues, go>-

?zar de la presencia de Dios, para no dejar díeamar a su Madre Santísima! Mas ¿ cómo con-seguir esta felicidad en este valle de.. lagrimas,sino por' medio de vuestro antor y devoción,oh Madre de mi Salvador? ¡Alcanzadmie queos ame en este destierro para que os ame cuan-do ame y alabe a Diosfea la patria celestial!. ¡ Oh Virgen purísima!, ¿ seré tan desgraciadoo infeliz que no os ame, o tan miserable queme atreva a blasfemar entr'e vuestros enemigos,el Santo Nombre de Dios y el de su SantísjinaMadre? Madre de Dios, cubridme con doblestormentos, con tal que no llegue a blasfemaros.Entré tantas infelicidades de que serven rodea-dO'S los mortales, libradme por lo menos de és-ta; y si la Divina Justicia, por' mis culpas, haresuelto que yo padezca en la eterna mansiónde tormentos, sólo1 os pido, ¡ oh Virgen Madre.que míe alcancéis de Dios> que por lo menos osame en esta vida mucho, que os alabe y démucha gloria, en cuanto yo pueda glorificaros.Sois, Soberana Señora:, amable y amable másque todo lo que no es Dios. Así, pues, quieroamaros cuanto pueda, Y si no he de amargoscuanto mjerecéis, que es para siempre1, alcan-zar del Omnipotente que os alaben mucho pormí; y si yo no merezco amaros, merecéis .queos amen todas las criaturas.

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Pero éstp-es delirar* Madre•". mía, y en estaconsideración pongo en vuestra intercesión rniesperanza, y en vuestras míanos, entrego elgrande negocio de mi salvación. En vuestroempeño descanso; de Vos3 Señoru, me valgo,pues no despreciáis jamás a¡ quien de veras osbusca. Yo, pues, os busco contrito y humillado,postrado a vuestras sagradas plántaseos ofrez-co, en cuanto valiere, el incienso de.mi amor;dignaos re'cibirle, que para que os sea mías gra-to, os digo con el Ángel que sois llena de gra-cia: Dios te salve, Miaría, etcétera.

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' *

Oración de San Atanasio

Acoged, ¡oh Santísima Virgen!, nuestros vo-tos y nuestras súplicas, y acordaos de nosotros,pispensadnosi los dones de vuestras riquezas yde la abundancia de las gracias de que estáisllena. El Ángel os saluda, y llama llena degracia. Todas las naciones 0$ llaman Bien-aventurada; todas- las jerarquías del cié Jo os¡bendicen, y nosotros, que,pertenecemos a la je-rarquía terrestre, os decimos también: Dios tesalve, llena de gracia, el Señor es contigo, rue^ga por nosotros, oh Madre de Dios, nuestra Se;-ñor,a y nuestra Reina, para que seamos dignosde alcanzar las promesas de Jesucristo. Amén.

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Gozos a ía Santísima Virgen de la Corono

Pues os busca nuestro amprGomo a Madre y por Patraña:" ¡ Qh Virgen de la Corona!dadnos consuelo y favor".

Hija sois, Madre y Esposa,de la Majestad eterna,Reina compasiva y tiernasois mujer y sois piadosa,y pues sois tan poderosa, ¡nuestro Ángel protector."IOh Virgen!", etcétera.

Virgen Madre y sin pecadooriginal concebida,sois mujer pa. bien nacida,del mortal desconsolado,que os invoca penetr'adode amargura y de dolor,"¡Oh Virgen!", etcétera,

—o—

Así sólo, Dios fiódel rigor el ejercicio',y de clemencia el oficiopara siempre a Vos cedió;

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I

y .talprivilegio os dio,como a, Madre la m^jor."¡Oh .Virgen!", etcétera.

Por' aquesto a vuestro ladomis Angeles os asisten,todos a porfía insistenen cumplir vuestro mandatOjsocorriendo al desgraciadoen medio de su dolor.

"¡Oh Virgen!", etcétera.; —ó—. . ' -

Si el cielo brama furiosoa vista de los pecadosy con terribles nubladoscastigo pide enojoso,Vos, cual iris bondadoso,volvéis en calina el fui'or." ¡ Oh Virgen!", etcétera,

.—o—-

Si con grande desconsuelonos aflige la sequía,Vos, la nube en profecíade Elias que regó el suelo,agua nos dais con anhelooyendo nuestro clangor.

¡ Oh Virgen!", etcétera.u

Si peste desoladoraque tantas víctimías cuenta,invadir con furia intentay perdernos sin demora,Vos, celestial Protiector'a,nos libráis de su terror."¡Oh Virgen!", etcétera.

No hay enfermo ni afligidoque a vuestro favor no acuday a alcanzar sin dudael consuelo pretendido;y por esto agradecidoos canto -con loor*

"IOh Virgen!", etcétera.

4.0

Ea, pues, querida Madre,Patrona, Esperanza nuestra,tiéndenos tu hermosa diestra,llévanos con rostro afablea Jesús, tu Hijo amable,nuestro Juez y Salvador,"¡Oh Virgen!", etcétera.

o •**

Sed en vida nuestra guíanuestr'o amparo dulce y fuerte,sed en hora de la muertenuestra iñtefcesora pía,

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que concierta en alegríaaquel momento de horror."-¡Oh Virgen!", etcétera.

Pues os busca nuestro amorcomo a Madre y por Patronal""iOh Virgen de la -'Corona!,-dadnos consuelo y favor".

AntiphonaBeata Mater et intacta Virgo, gloriosa Regina

mundi, intercede pro nobis ad Dominum.Difusa est gratia in labies tuis.Propterea benedixit te Deus in aetemum.

QremusConcede nos fámulos tuos quaesumus Domi-

ne Deus, perpetua mentís et corporis sanitategaudere, et gloriosa beatae Mariae semjper Vir-ginis intercesione a praesenti liberari iustitia,aeterna perffui letitia; per Christum Dománumnostrum. Amén.

Antífona, versículo y oraciónEN CASTELLANO

Bienaventurada Madre y Purísima Virgen,gloriosa Reina del mundo, ruega por nosotrosal Señor. Amén.

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eternas

c'Tus labios, están llenos de gr'acia.Por esto el Señor te llenó de beindiciones

Oración¡Oh Señor Dios! Te suplicamos que concedas

a nosotros tus siervos gozar de la salud del al-•rda y del cuerpo y por la intercesión de la Bien-aventurada y siempre Vir'gen María, vernos li-bres de la tristeza presente y gozar de la eternagloria.

Felicitación sabatinaPostrados delante de una imngtin de la Con-

cepción, se empieza diciendo: *Ave María Purísima,Sin pecado concebida.

Hecha en seguida la señal de la cruz, y dichoel acto de contrición, se reza el Rosario de laConcopción en la forma siguiente:

Bendita sea la Inimculada Concepción de laSantísima Virgen María.

Un Padrenuestro y cuatro Avemarias y un Glo-ria Patri, y se repite bendita sea la Inmaculada,etcétera.

Un Padrenuestro, cuatro Aventarías y un Glo-ria Patri y se repite bendita sea la Inmaculada,etcétera.

Un Padrenuestro, cuatro Avemarias y un Glo-ria Pair i t \

Concluido el Rosario se dirá la jaculatoria yoraciones siguientes:

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JACULATORIAS

Bendita sea tu pureza, etcétera.

Oración a la Santísima Virgensacada de las revelaciones de Santa Gertrudis

Ave, blanca azucena de la resplandeciente ysiempre tranquila Trinidad; ave, bellísima rosade la celestial amenidad, de quien quiso nacer',y de cuya leche quiso apacentar nuestras almascon influencias celestiales. Amén.

Felicitación y súplica¡Oh Inmaculada María!, yo os doy mil para-

bienes, uniendo m{is alabanzas con la de todoslos espíritus celestes y justos de la tierra, porel gran privilegio de vuestra Concepción purí-,sim'a; y, doy gracias a la beatísima Trinidadpor el gozo que proporcionó a la Santa Iglesiaen la solemne declaración dogmática de esteadmirable misterio. Y por la suma complacen-€Ía que distéis, en vuestro primler instante, alque tanto se dignó enalteceros, suplicóos acep-téis -estos pequeños obsequios en comlpensaciónde los agravios que Vuestro Divino Hijo y Vos.-recibís cada día de los hombres. Pongo confia-damente en vuestras manos las necesidades dela Iglesia y del Estado, y os pido por el SumoPontífice, por la exaltación de la fe, destruc-ción de todos los errores, con versión de los pe-cadores, refoi-liía de costumbres, prosperidadde todas las misiones católicas, en especial por

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el bautismo de los niños, así 'de fletes como deinfieles, expuestos a mjorir sin Vél, y por el au-mento y propagación de esta devoción. Supli-cóos también que ¡concedáis a todos, y en par-ticulaír a los que os tributamos esta cordial fe-¡licitación, un gr'ande amor a Jesús y; un afectofilial hacia Vos, una pureza de alma y cuerpoy el don precioso de la perseverancia final. Tp-do lo dajo en vuestras manos, y del todo m0consagro a Vos; y os suplico, finalmente, queen retorno de esta visita nos visitéis en nuestraúltima agonía. Os lo pido en particular por losque durante este mes se hallen en tan críticos.Instantes, y os ruego que visitéis y consoléisigualmente a lias benditas almas del Purgato-rio, pero en especial a las de aquellos que du-rante su vida practicaron esta felicitación. Lo-gremos todos los que aquí nos. asociamos parafelicitaros la dicha de asociarnos también enel cielo, para ensalzar eternamente el granmisterio de vuestra Inmaculada Concepción.

¡Oh María, sin pecado concebida!, rogad pornos, que acudimos > a Vos

Oración de San BernardoAcordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,

ique jamás se ha oído decir que ninguno de-jos que han acudido a vuestra protección, im-plorado vuestra asistencia y reclamado vues-tro socorro, haya sido abandonado de Vos.Animado con esta confianza, a Vos tambiériacudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y

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aunque gimiendo bajo el peso de inis pecados,me atrevo a parecer ante vuestra presenciasoberana. No desechéis, ¡oh Madre de Dios!,mis humildes súplica;s; antes bien inclinad aellas vuestros oídos y dignaos atenderlas fai-vorablemente. Amén.

Ave María Purísima.Sin pecado concebida.Recibid mil parabienes,Oh purísima María,

rMostrUd que sois nuestra Madre.

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