Notas Sobre La Terapia

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NOTAS SOBRE LA TERAPIA PSlCOANALITlCA DE GRUPO: II. INTERPRETACION E INVESTIGACION Por Henry Ezriel : "Notes on Psychoanalytic Group. Therapy: II. Interpretation and - Research", Psychiatry , 1952, 15: 119 -126.

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Ezriel H.

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NOTAS SOBRE LA TERAPIA

PSlCOANALITlCA DE GRUPO: II.

INTERPRETACION

E

INVESTIGACION

Por Henry Ezriel :

"Notes on Psychoanalytic Group. Therapy: II. Interpretation and - Research", Psychiatry, 1952, 15: 119 -126.

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NOTAS SOBRE LA TERAPIA PSICOANALITICA DE GRUPO: II INTERPRETACION E INVISTIGACION

Por Henry Ezriel Trataré, en este trabajo, de delinear algunas sugerencias para la investigación experimental, que han

surgido de nuestra experiencia en desarrollar lo que consideramos un estricto enfoque

psicoanalítico de la terapia grupal. Estas posibles líneas de investigación se aplican igualmente al

tratamiento psicoanalítico individual, pero será posible aprecia; en lo que sigue, hasta qué punto han

recibido estímulo de nuestro trabajo con grupos.

Interpretaciones en el "Aquí y Ahora" Un punto de partida es el desarrollo que ha tenido lugar en los últimos años, en el uso de las

interpretaciones transferenciales. La comparación entre las técnicas de interpretación utilizadas por

diferentes psicoanalistas, revela considerables diferencias. Casi todos ellos, sin embargo, creen que

es necesario relacionar, en sus interpretaciones, los conflictos inconscientes actuales del paciente

con su pasado, especialmente con sus experiencias infantiles.

. Con respecto a este punto, la aplicación de la terapia psicoanalítica a los grupos nos presentaba

cierto problema: al interpretar la tensión común inconsciente del grupo, ¿a cuáles experiencias

infantiles nos podíamos referir? un grupo terapéutico es un instrumento creado por nosotros que no

tiene, por supuesto, una historia infantil común a la que poda asociar la tensión común inconsciente

del grupo.

Si no es el rastreo en el pasado, especialmente en la historia infantil del paciente, de sus presentes

esquemas de conducta, ¿qué es entonces lo que forma el contenido de las interpretaciones en el

"aquí y ahora", tales como las que menciona el Dr. Sutherland en su presente trabajo?. Este

problema podrá esclarecerse si reproduzco aquí las líneas de pensamiento por las que discurría

cuando comencé a trabajar en grupos, en 1945.

El punto de vista original de Freud era que los recuerdos inconscientes del paciente respecto de los

conflictos con personas de su ambiente infantil, actuaban como una fuente dinámica para sus

pensamientos durante la sesión, es decir, para los que denominamos sus asociaciones libres.

Además, Freud consideraba que el psicoanálisis es un método que nos permite hacer uso de esos

pensamientos para reconstruir la génesis histórica de los síntomas del paciente, y que la

presentación de estas reconstrucciones históricas al paciente elimina dichos síntomas. El propio

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Freud alteró esta hipótesis cuando descubrió dos hechos que describió como "realidad psíquica" y

"transferencia". Por realidad psíquica (1), quiso significar el hecho de que los llamados "recuerdos"

de hechos olvidados descubiertos durante mi psicoanálisis no eran, necesariamente, recuerdos de

hechos reales, sino que, frecuentemente, eran fantasías. Sin embargo, estas eran psicológicamente

tan efectivas como si hubieran sido recuerdos de hechos reales. Esto significa, por lo tanto, que lo

que el analista descubría no era una reproducción objetiva del pasado del paciente, sino estructuras

inconscientes activas en el presente, a pesar de haberse formado en el pasado, a partir de fantasías y

a partir de recuerdos correctos o distorsionados de hechos ocurridos.

El segundo descubrimiento que llevó a la modificación de la teoría genética de la terapia

psicoanalítica fue el fenómeno de la transferencia (2), es decir, el hecho de que los pacientes, que

habían comenzado a estudiar con su analista la génesis de sus síntomas mediante el desciframiento

de la historia de sus experiencias pasadas, muy prontamente reproducían, o como decía Freud

“transferían”  los  conflictos  que  habían  tenido  con  personas  significativas  de  su  ambiente  infantil  a  

su terapeuta en el aquí y ahora de su consultorio. Aún cuando el paciente y el analista habían

comenzado su trabajo como dos amistosos arqueólogos, que trataban de sacar a la luz el pasado del

paciente, habían pasado a ser ahora dos seres humanos interactuando en el aquí y ahora, y el

ana1ista representaba para el paciente (de acuerdo con las fantasías inconscientes del mismo) algo

diferente en cada sesión: amigo o enemigo, víctima o perseguidor, y muchas otras cosas más.

Sin embargo, una vez que los analistas centraron su atención en el fenómenos de la transferencia,

fue haciéndose evidente que la misma no es algo que aparece gradualmente en el curso de un

análisis, sino que actúa activamente a partir del primer encuentro del paciente con su terapeuta.

Desde entonces, la gran mayoría de los analistas han utilizado parcialmente, desde la primera

sesión, el material producido por el paciente como material transferencial, es decir, considerándolo

como la expresión de los intentos del paciente de establecer, en el aquí y ahora, cierta clase de

relaciones con el analista; y también, parcialmente, como material extratransferencial, es decir,

tomándolo como comunicaciones mediante las cuales el paciente informa al analista acerca de sus

relaciones presentes o pasadas con otras personas (de forma abierta o encubierta) ya las cuales a el

analista trata entonces de interpretar como expresiones de los conflictos inconscientes del paciente

con otras personas, especialmente con las relacionadas con su ambiente infantil. Muchos analistas

que emplean una técnica transferencial más rigurosa sienten todavía la necesidad de combinar, en

sus interpretaciones transferenciales, explicaciones acerca de lo que está sucediendo en el aquí y

ahora con comentarios sobre el pasado del paciente.

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Sin embargo, me pareció un paso 1ógico el extender el ámbito de la hipótesis transferencial, es

decir, el tratar el material como transferencial y, por lo tanto, utilizarlo para interpretaciones del

aquí y ahora. Esto significa que cualquier cosa que el paciente haga o diga durante una sesión

(movimientos, gestos, fantasías, sueños, recuerdos correctos e inclusive mentiras deliberadas), se

considera como el lenguaje utilizado por el paciente para expresar su necesidad en esa sesión, de un

tipo específico de relación, con su terapeuta. En otras palabras, aún lo que el paciente informa al

analista acerca de sus relaciones con otras personas, se toma como tentativas de comprometer al

analista, como un participante activo, en las relaciones que el paciente mantiene con sus objetos

inconscientes, tal como parecen existir aquí y ahora, y con sus representantes en la realidad externa.

Si está extensión de la hipótesis transferencial estuviera justificada, se resolvería, por supuesto,

nuestra dificultad con los grupos, que no poseen una historia infantil a la cual nos podamos referir.

Volvamos al ejemplo del Dr. Sutherland, para poner a prueba esta suposición. Cuando escucho las

discusiones entre los pacientes, siempre me pregunto, ¿Qué hace que estos pacientes digan y hagan

estas cosas delante mío en estos momentos? .Luego realizo mis comentarios interpretativos, tan

pronto como pienso que puedo distinguir en el material tres clases de relaciones objetales: una, una

relación objetal que intentan establecer dentro del grupo, y en particular conmigo, a la cual quisiera

denominar la relación requerida; otra, que ellos sienten que tienen que evitar en la realidad externa,

a pesar de todo lo que la puedan desear; y una tercera; que representa a una catástrofe, que el

paciente parece convencido de que habrá de ocurrir inevitablemente, si se permitiera ceder ante el

deseo secreto de entrar a la relación de objeto evitada. Esta convicción podría explicarse si se

formula la hipótesis de que la calamidad efectivamente ocurre en la realidad psíquica de sus

fantasías inconscientes, en su mundo interior en el que establece la relación evitada.

La descripción detallada de las reglas operativas que nos permitirán reconocer tres relaciones de

objeto en el material manifiesto, deberá ser de otro trabajo. Quisiera, sin embargo, señalar aquí que,

en sesiones individuales, la más importante de esas reglas consiste en abstraer los elementos

comunes de todo el material verbalizado o actuado por el paciente una determinada sesión. Por

ejemplo, si un paciente enumera varias experiencias en cada una de las cuales aparece un hombre

que   es   "frustrante",   "débil"   "no   tan   bueno   como   había   pensado"   o   “un  pillo”   el   elemento   común  

dinámico puede ser una relación con un hombre hacia el cua1 alberga sentimientos críticos. En la

misma forma tratamos de abstraer que a partir de la totalidad del material manifiesto, tres

denominadores comunes que corresponden a las tres relaciones de objeto ya descritas; es decir, lo

requerido, lo evitado y 1o catastrófico.

Beto
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Otra manera analítica adicional dentro de un grupo, es el descubrimiento de la tensión común

grupal. Esto se hace en una forma similar a la recién descriptiva relación con la tensión inconsciente

en sesiones individuales. Es decir, que la totalidad del material producido por todos los miembros

del grupo se trata como si hubiera sido producido por el paciente en una sesión individual, y las

relaciones de objeto correspondientes a la tensión común grupal son abstraídas como los

denominadores comunes de este material.

Por ejemplo, en el caso presentado por el Dr. Sutherland, la catástrofe temida por el grupo estaba

en relación con sus expectivas: de ser rechazados por el terapeuta o, inclusive, de que se enojara con

ellos. Este temor era el que los había obligado a evitar la expresión de su deseo secreto,

mayormente inconsciente, de quebrantarlas relaciones, que suponían intimas, entre el Dr.

Sutherland y los dos observadores. Es posible reconocer qué era evitaban, si se considera en forma

conjunta el sueño del Sr. B., en el hería a los dos hombres que estaban detrás del mostrador, y el Sr.

A, de establecer la íntima relación de tuteo con el sustituto Dr. Sutherland, es decir, el Oficial

Sutherland, excluyendo a los observadores. La relación que requerían, para poder suprimir sus

deseos establecer la relación evitada, era la de conformarse a si mismos mediante establecimiento

de relaciones de tuteo entre ellos mismos. Esto excluía ostensiblemente al Dr. Sutherland y a los

observadores; pero de hecho implicaba un intento de contrarrestar las intimidades entre el analista

y los observadores; intimidades que, como lo demostraron sus observaciones posteriores a la

interpretación, representaban para ellos las intimidades sexuales de una pareja que los excluía y los

ponía celosos. Otra vía de escape que le permita suprimir la relación evitada en la realidad externa,

consistía en darle expresión en sus sueños.

En trabajos anteriores (3) he citado material clínico, en la tentativa demostrar que toda

interpretación, para ser efectiva, debe contener un aspecto explicativo. Aún cuando no se ha

formulado en, estas palabras una interpretación debe, en mi opinión, demostrar al paciente que está

adoptando un determinado curso de conducta y evitando otro porque teme las consecuencias

sumamente desastrosas de esto último. Es en este punto en el que comienza, la prueba realidad.

Así, los pacientes del Dr. Sutherland fueron capaces de comparar sus expectativas de que el Oficial

Sutherland se anojara, con la conducta del verdadero Dr. Sutherland, quien les mostró, por medio

de interpretaciones, que conocía sus deseos de separarlo de sus observadores, pero que no se

enojaba por ello.

En esta prueba de realidad la que permite a los pacientes dar una expresión más directa, en la

realidad externa, a los patrones de conducta evitados, hasta entonces, e integrar la experiencia

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ganada en esa sesión con las que fuera de la situación; analítica: experiencias de su presente y de su

pasado, especialmente las relacionadas con su infancia.

. Los pacientes del Dr. Suther1and pudieron reconocer repentinamente que 1os deseos expresados en

sus sueños estaban, en realidad, dirigidos hacia el analista y sus observadores, y pudieron elaborar

esto luego mediante pensamientos y conversaciones acerca de experiencias pasadas, referentes a

parejas en relación sexual, respecto a las cuales se habían sentido celosos. Como puede verse, el

analista utilizó únicamente interpretaciones del aquí y esta sesión. Esta sesión, así como una

cantidad de sesiones individuales y de grupo que he tenido ocasión de grabar, confirman la

apreciación de que todos los efectos específicos atribuidos a las interpretaciones referentes al

pasado pueden obtenerse, sin duda, si uno se limita a aquellas interpretaciones que se ajustan a los

criterios analizados, tanto en el trabajo del Dr. Sutherland, como en el mío.

SESION PSICOANALITlCA COMO SITUACION EXPERIMENTAL Sin embargo, no es para considerar cuál es la clase de interpretación más efectiva que he abordado

el tema del enfoque del aquí y ahora en psicoanálisis. Lo he hecho porque pienso que el

reconocimiento de la transferencia como la fuerza motivadora de todo lo que el paciente hace

durante su sesión, posee importantes consecuencias para el uso del método psicoanalítico como un

instrumento de investigación. En tanto el analista centre su atención en la conducta del paciente

fuera del consultorio (por ejemplo, tratando de explicarle qué hizo que se condujera en cierta forma

en su pasado), estas conjeturas, no obstante cuán próximas a la realidad pudieran estar, no pueden

ser comprobadas dentro de la sesión psicoanalítica y deben depender de otro método para su

validación científica; métodos tales como la confirmación por terceras personas, estudios de la

conducta de los niños, correlaciones estadísticas entre comportamientos infantiles y sus

correspondientes rasgos de personalidad en los adultos, etc.

Si, por lo contrario, e1 método psicoanalítico permite, el estudio de los procesos dinámicos que

subyacen a las interacciones entre el paciente y el analista, tal como tienen lugar en cada sesión (es

decir, si este método) examina los hechos en e1 aquí y ahora), entonces debería ser posible enunciar

la dinámica de estos, hechos mediante hipótesis que puedan ser puestas a prueba, verificadas o

refutadas, por medio de la observación directa de la conducta del paciente durante las sesiones. En

otras palabras, la sesión psicoanalítica se transforma así en una sesión experimental, y deberíamos

entonces ser capaces de formular las condiciones, necesarias y suficientes, para producir un hecho

predecible durante esa sesión. En realidad, podemos formular, tal como lo he hecho en otro trabajo,

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(4) una ley de la conducta, derivada de situaciones tales como la presentada en la sesión de grupo

del- Dr. Sutherland (2):

“Si  preparamos  un  campo  mediante  la  reunión  de  un  grupo  de  pacientes  necesitados  de  tratamiento  

y un terapeuta presumiblemente capaz de satisfacer esta necesidad, y si el terapeuta asume un

rol pasivo y no directivo, los pacientes mostrarán en sus palabras y acciones una forma manifiesta

de conducta, a partir de la cual, pueden inferirse tres clases de re1aciones objetales: (i) la relación

evitada, (ii) la catástrofe que temen, y (iii) la relación requerida, que deben adoptar debido a ese

temor. Si entonces el analista da una interpretación (es decir, señala estas tres relaciones de objeto

en el aquí y ahora), el material subsiguiente mostrará las relaciones de objeto hasta entonces

evitadas, en una forma menos reprimida".

Tal ley puede inclusive, ser expresada cuantitativamente, si usamos, como Lewin, un enfoque

topológico no métrico, tomando, por ejemplo, como uno de nuestros patrones de medida a la

distancia que media entre una relación de objeto evitada y la relación de aquí y ahora con el

analista. Así, como resultado de la interpretación del Dr. Sutherland, e1 Oficial Sutherland se

transformó en el Doctor Sutherland; la relación de objeto evitada del Sr. A. se había así trasladado

desde la unidad del ejército en la que había servido durante la guerra hasta el consultorio del Dr.

Sutheland.

Los analistas se darán cuenta, por supuesto, que lo que se expresa en esta ley no es otra cosa que el

conocido hecho que subyace a toda la teoría y práctica analítica, es decir, que las interpretaciones

analíticas permiten al paciente tomar conciencia de sus necesidades hasta, entonces inconscientes.

El enfoque en el aquí y ahora ha hecho posible, sin embargo, la formulación de este hecho como

una proposición que puede ser cuantificada y puesta a prueba experimentalmente en la situación

analítica.

Se ha objetado que las sesiones psicoanalíticas no pueden considerarse como experimentos, dado

que la información obtenida no puede ser examinada por otros observadores. Esta objeción no

puede mantenerse en la actualidad. Antes de que los analistas vieran a sus pacientes en grupos,

estaban convencidos de que la intrusión de una tercera persona en esta relación tan íntima la haría

imposible el análisis. En el grupo, sin embargo, pronto descubrimos que, mediante el uso de

interpretaciones del aquí y ahora, que nos pedían tratar efectivamente las ansiedades persecutorias

que en los pacientes estimulaba la presencia de tales intrusos, la investigación analítica y la terapia

podían ser llevadas a cabo en presencia de siete u ocho observadores, representados por los otros

pacientes del grupo. Fue la observación de este hecho que nos condujo a introducir colegas como

Beto
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observadores adicionales en tales grupos y, más adelante, a introducir abiertamente el uso de

micrófonos, en las sesiones individuales y grupales, como medios objetivos de registro de las

mismas.

Así me ha sido posible reunir un número de sesiones registradas, que pueden ser

subsecuentemente examinadas por otros observadores (preservando, naturalmente, la anonimidad

de los pacientes), y que han permitido confirmar, todos los casos, la ley que ha formulado

previamente.

Otra objeción es que los fenómenos observados en las sesiones psicoanalíticas son únicos, y que

sólo aquellos hechos que se pueden repetir son de utilidad para la experimentación. Pienso que esta

observación se basa en dos entendidos. El primero es la persistencia de la idea de que el

psicoanálisis es un método basado en la reconstrucción de la historia única de un individuo. He

tratado en este trabajo de probar a ustedes lo contrario que el psicoanálisis es un método para

estudiar lo que sucede en el aquí y ahora.

El segundo malentedido se refiere a qué es lo que se debe y qué es lo que se debe observar

repetidamente, para poder sustentar los experimentos y afirmaciones científicas en general. Los

lógicos nos dirán que todo suceso en el Universo es único, si tomamos en cuenta todas sus

características, es decir, si nuestras observaciones son lo suficientemente sutiles. Todo analista sabe

que lo que acostumbramos denominar Complejo de Edipo, o, para el caso, cualquier otro concepto

analítico, se manifiesta en formas únicas en cada sesión de un mismo o de diferentes pacientes. A

pesar de ello, nos es posible formular proposiciones científicamente válidas si abstraemos los rasgos

comunes dinámicamente significativos de entre las diferencias, históricamente únicas pero

dinámicamente carentes de significación, de estas sesiones. Podemos así, a partir de un cierto nivel

de abstracción, arribar a la formulación de la dinámica del Complejo de Edipo, con tanta

justificación como la que tiene el físico para formular las leyes de la gravedad a partir de los

fenómenos manifiestos diferentes, tales como los movimiento de los planetas, del péndulo o de una

piedra que cae libremente. El físico se da perfecta cuenta de que los experimentos que él repite con

péndulo, por ejemplo, no son iguales en todos sus aspectos. Sin embargo, lo que importa no es, que

los experimentos sean idénticos, sino que deben tener en común aquellas propiedades que son

dinámicamente significativas para el tipo particular de sucesos que estamos estudiando. La historia

de un individuo es única: todo lo que un paciente informa en su sesión acerca de sus experiencias,

su pasado, remoto o reciente, es siempre único. Sin embargo, los elementos psicodinámicamente

significativos de su historia única no son, en modo alguno, únicos, y son estos elementos los que

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nos permiten la formulación de proposiciones científicamente válidas, así como también la

observación de fenómenos en condiciones experimentales.

Quizá ustedes sientan, a esta altura de la exposición, que, á pesar de que éste puede ser un estudio

experimental legitimo acerca de los efectos de la interpretación, su interés está limitado a los

psicoanalista ya nadie más. Sin embargo, si nos darnos cuenta de que, ocultas bajo su deseo de

curarse, se encuentran todas las necesidades vitales no satisfechas de un individuo, podemos ver que

los comentarios del analista en la situación analítica, sus interpretaciones correctas o incorrectas,

representan para el paciente acciones de personas, que asumen diferentes actitudes hacia las formas

en que trata de satisfacer sus necesidades básicas. En otras palabras, la situación analítica es un

prototipo de aquello que subyace a la conducta humana en general; es una situación de necesidad, y

el estudio experimental de las conductas individuales en esta situación permite la formulación de

leyes que fundamentan la conducta humana.

EL GRUPO TERAPEUTICO COMO UN MEDIO DE ESTUDIO Actualmente nuestra técnica interpretativo está mucho más perfeccionada para la terapia individual

que para el psiconálisis grupal. Estoy, por lo tanto, tratando de estudiar cuáles son las clases de

relaciones objetales inconscientes más importantes y cuál es su papel en la estructura de la

personalidad, a partir de la investigación de registros de sesiones individuales y de grupo. Estos

estudios deberían permitirnos formular las leyes básicas de la conducta. Existen, sin embargo,

problemas específicos que sólo pueden ser investigados con grupo.

Quizá debería referirme brevemente a la sesión registrada. En las sesiones precedentes, un hombre

de este grupo, el Sr. X. había tratado de escapar de varias de sus dificultades inconscientes mediante

numerosas tentativas de desplazarme, como líder reconocido del grupo, y de ganar la admiración

de1as mujeres. Había sido rechazado por el grupo en todas estas ocasiones. El grupo como un todo

había gradualmente tomado conciencia de sus celos sexuales y de los impulsos agresivos que los

mismos originaban. También habían logrado expresar más claramente estos impulsos dentro de la

sesión analítica y, especialmente, fuera de la misma, de acuerdo con sus propias afirmaciones.

La sesión que deseo relatar se inició con un corto silencio, seguido por las pocas observaciones que

revelaban la inquietud del grupo ante lo que podría suceder. Una mujer dio término a este período

inicial diciendo que, probablemente, se unirían tratando los mismos problemas que en las sesiones

anteriores, pero en un nivel más real.

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Siguió a esto otro silencio, roto esta vez por otra mujer que comenzó a llevar las relaciones del

grupo a un nivel más real, mediante la referencia a un problema muy práctico. Me dijo: ¿no piensa

que podríamos apagar la calefacción, Dr. E.? Cuando traté de devolver esta pregunta al grupo, con

mi habitual observación: "¿Qué piensan ustedes?", se desencadenó una gritería.

Varios miembros expresaron abiertamente su enojo contra mi persona. y uno de ellos, una mujer

embarazada, se mostró tan acalorada y molesta, que temí que le fuera a suceder algo. Accedí por lo

tanto al requerimiento del grupo, apagando la calefacción, sin poder ver claramente a qué se debía

el levantamiento. Muy poco después se disiparon las expresiones de hostilidad hacia mí, y el grupo

comenzó a hablar de las relaciones entre maestro y alumno. En particular, un maestro fue

ridiculizado por su costumbre de mirar por la ventana del aula hacia el jardín, sin permitir a sus

alumnos compartir este placer. Muy pronto se desarrol1ó una discusión sobre los beneficios que podrían obtenerse mediante la

concurrencia al grupo y acerca del tipo de discusión que podría resultar de mayor utilidad. En este

momento, se produjo una escisión- en el grupo. Hasta entonces, se había desarrollado una discusión

más o menos cooperativa, a la cual contribuían varios miembros; pero, repentinamente, el Sr. X. (el

paciente masculino antes mencionado), se transformó en el centro de una serie de observaciones

críticas por parte del resto del grupo, que parecieron aliarse contra él.

El problema en discusión parecía algo confuso. A pesar de que el Sr. X. había defendido la utilidad

del psicoanálisis, en contra del parecer de otro miembro femenino del grupo, quien dudaba que el

tratamiento grupal pudiera beneficiarla más alto del punto al que ya había llegado, los otros

integrantes del grupo reaccionaron contra el Sr. X. como si él hubiera atacado el psicoanálisis. La

discusión se orientó entonces hacia problemas semánticos. Nuevamente, lo que aquí aparecía

implícito era que el Sr. X. estaba atacando, y los demás defendiendo, a la terapia psicoanalítica, lo

cual no era, en realidad, cierto. Mientras que el resto del grupo insistía en que él estaba tratando de

evitar psicoanalizarse, al tratar de transformar a las discusiones cargadas de emoción en estériles

debates intelectuales, el Sr. X. insistía en que la separación entre los contenidos intelectuales de

una discusión y su tono emocional era una distinción artificial.

Debo señalar aquí que, en sesiones anteriores, yo había dicho aproximadamente lo mismo. en

aquellas ocasiones en que trataba de mostrar al grupo cómo sus disputas intelectuales ostensibles

eran la expresión de conflictos emocionales dentro del mismo. Esta vez el Sr. X. había aceptado

plenamente las bases de las interpretaciones en el aquí y ahora, y estaba, de hecho, defendiendo lo

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que había atacado en ocasiones anteriores, bajo la presión de sentimientos de rivalidad y celos hacia

mi persona.

Tuvo lugar, entonces, un momento significativo de la discusión, cuando el Sr. Y. un paciente muy

sumiso que había desempeñado repetidas veces el papel de agente pacificador y tranquilizador en el

grupo, se transformó repentinamente en la punta de lanza del ataque contra el Sr. X. e insistió en

“enfrentársele",  en  lo  referente  al  problema  de  la  intelectualización  del  contenido emocional de las

sesiones psicoanalíticas. Cuando esto ocurrió, la ironía de la situación se hizo evidente para todo el

grupo; en realidad, esta tentativa de hacer frente al Sr. X. en lo referente ala intelectualización de las

emociones, condujo grupo como un todo a una discusión intelectual de lo más bizantina, cuya

responsabilidad recaía, no sobre el Sr. X sino sobre los demás. El mismo Sr. X, seña1ó esto al grupo

al comienzo del debate al que había sido desafiado, cuando le observó risueñamente al Sr. Y: "¿Está

tratando de iniciar una discusión intelectual?", lo que provocó la risa de todos. A pesar de ello, el

Sr. X. y el resto del grupo no desistieron de su participación en algo frente a lo cual todos los

miembros pretendían estar en contra: una discusión intelectual minuciosa y estéril.

. Si preguntamos nuevamente cuáles eran las fuerzas subyacentes que motivaban el curso de la

discusión en esa sesión, me resulta claro que, desde el momento en que apagué la calefacción, el

grupo comenzó a repetir el patrón que antes habían tratado de actuar frente a mí. Aparentemente, la

razón para esta repetición del patrón residía en el hecho de que yo había accedido a su pedido de

apagar la calefacción. Esto había determinado que no se frustraran, en relación con un pedido que

ellos hubieran deseado imaginarse como la casa de su frustración y de sus deseos de atacarme. Por

lo tanto, mi conducta habla sólo pospuesto el problema. Los había privado, así, del canal a través

del cual intentaban expresar sus resentimientos acumulados contra una persona frustradora. Pero no

había resuelto, sin embargo, por medio de la interpretación de los motivos subyacentes, su

necesidad de adoptar este tipo de relación de objeto agresiva con mi persona. El resultado fue que

siguieron sintiendo la necesidad compulsiva de atacara algún tipo de líder, en relación a un

problema desplazado, lo que les permitía ocultar la verdadera causa de su rabia: su frustración

sexual. Al apagar la calefacción, yo había hecho lo que habitualmente hace la terapia de apoyo; es

decir, me había evadido temporariamente de las tentativas de los pacientes de transferencia es

objetales. Así, aún cuando esto permitió establecer una paz momentánea entre nosotros, dejó al

grupo con la necesidad insatisfecha de buscar un líder a quién atacar.

Lo que entonces se desarrolló entre el Sr. X y el resto del grupo, puede servir como un buen

ejemplo de lo que se quiere significar cuando se habla de colusión inconsciente en las relaciones

interpersonales, que es uno de los problemas que sólo pueden ser estudiados en grupos. Todos los

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miembros de este grupo parecían estar manejados por fuerzas que estaban fuera de su control, que

los llevaban a sumergirse en lo que ellos mismos consideraban una discusión inútil. El grupo, por

razones ajenas a su conocimiento, necesitaba un líder al cual atacar, y encontraron a este "chivo

emisario" en el Sr. X. El Sr. X. por otra parte, al ofrecerse como "chivo emisario" en lugar mío

satisfacía su deseo, igualmente inconsciente, de convertirse en la figura central del grupo alrededor

de la cual todo giraba. Para obtener esto, no sólo estaba preparado a desperdiciar una sesión entera,

sino también a convertirse en el miembro menos popular, en esa oportunidad.

Esta sesión muestra como las necesidades inconscientes de dos o más individuos pueden interactuar

y complementarse mutuamente, y conducir a un tipo de relaciones interpersonales que todos ellos

deploran; más aún, como las tensiones inconscientes pueden impedir a un grupo proseguir con su

tarea.

(En este grupo terapéutico, el juego aparente de "no proseguir con la tarea", se transformó, por

supuesto, en el tema de la interpretación).

Esto puede servir, asimismo, como ejemplo de la emergencia de diversas estructuras grupales con

diferentes roles, tales como el líder, el chivo emisario, el opositor, y demás, que surgen como

tentativas de hacer frente a las tensiones inconscientes.

Otro problema que podemos considerar aquí, es el relacionado con qué clase de personalidad se

verá compelida a asumir un determinado rol que el grupo requiere que se asuma en un determinado

momento, en vista de su necesidad de una cierta estructura grupal. Más aún, podemos estudiar

actitudes más perdurables, de atracción y rechazo, que se desarrollan entre ciertos miembros de

grupos que se ven compelidos en forma persistente a asumir ciertos roles grupales y, por lo tanto, a

identificarse con los mismos. . La ventaja del grupo terapéutico sobre el tipo usual de grupo de tarea, para el estudio de estos

problemas, estriba en que en el primero, a pesar de que posee una cierta estructura preformada,

dicha estructura tiene una influencia comparativamente pequeña, en relación con las fuerzas

inconscientes que hay dentro de cada uno de los miembros. Esto, por lo tanto, nos permite

investigar el tipo particular de relaciones interpersonales que se, desarrollan bajo la influencia de

estos factores inconscientes. Sin embargo, estos factores inconscientes no difieren, en principio, de

las fuerzas similares que actúan dentro de la esfera consciente; los conflictos de interés en torno a

problemas reales y los métodos con los que los individuos y los grupos actúan para resolverlos, no

difieren básicamente de los conflictos con objetos inconscientes que podemos observar dentro de

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una personalidad individual, o dentro de un grupo terapéutico, en el que dichos conflictos

interpersonales adquieren expresión en las relaciones interpersonales. Además, en un grupo de tarea, tal como los que se dan en fábricas, oficinas, o escuelas, los

conflictos de interés en torno a los problemas reales y aquellos determinados inconscientemente

(que estudiamos en los grupos terapéuticos) , se hallan irremediablemente entremezclados e

interaccionan mutuamente. El grupo terapéutico parece ser, por lo tanto, una excelente oportunidad

para estudiar tales problemas dentro de un campo comparativamente simple.

El examen detallado de cada uno de los comentarios del paciente y del analista, realizado por medio

de lo que puede denominarse el "microanálisis" de las sesiones registradas y, además, el desarrollo

de un conjunto de conceptos dinámicos, parecen ser promisorias aproximaciones a la formulación Y

la corroboración de hipótesis acerca de la dinámica del comportamiento humano.

The Tavistock Clinic - London, England. , .

REFERENCIAS Y NOTAS (1) Sigmud Freud, Introductory Lectures on Psychoanalysis. 2nd. Edit. London Allen and Unwin,

1949; pp. 307-309 (2) Idem. pp. 367 -372. (3) Henry   Ezriel.   “A   Psychoana1ytic   Approach   to   Group   Treatment”.     British.   Med.   Psychol.    

(1950) 23: 59- 74.  “The  Psychoanalytic  Session  as  an  Experimental  Situation”.  British J. Med. Psychol. (1951) 24: 30 34. (Arnbos traducidos en fichas).

(4) Henry  Ezriel.   “The  Psychoanalytic  Session  as   an  Experimental  Situation"   (Ver   referencia  3),  

pág. 33. (5) Pienso que la formulación presentada en este trabajo es más exacta que la dada en e1 trabajo

anterior (ver referencia 4).

Traducción revisada por el Dr. Juan Tubert Oklander