REFLEXION NOCHE VIEJA 2015-2016

Nosotros crecimos sin referencias, hicimos el camino a pelo, casi como quien dice. Aunque siempre planeaba sobre nosotros el ejemplo de aquellos matrimonios que iniciaron Rasal con Mosén Lázaro y de los que fuimos huyendo como de la peste. Se fueron separando poco a poco y finalmente casi discutiendo o distanciando se acabaron separando unos de otros.

Fuimos comprendiendo que todo proyecto que quiera convertirse en digno de ser recordado o simplemente tomado como ejemplo, ha de reunir una serie de requisitos de difícil consecución. Por ello quizás tampoco fue nunca nuestra intención ser ningún ejemplo, pues bastante teníamos con vivir nuestra vida, cuidar a nuestros hijos y mantenernos en la fe y la amistad. Bastante reto era este, ¡No!.

Además de la valentía de los encargados de llevar a cabo un proyecto de fraternidad, de amistad en la fe, es precisa la unión de objetivos y esfuerzos comunes que empujen siempre en la misma dirección. También una buena dosis de fe en las posibilidades de alcanzar la meta, este es un elemento esencial del éxito final.

Cuando un evento de orden ético-moral o religioso trasciende el tiempo en el que se produce, su época de la historia, es sin duda, porque en la mayoría de los casos, cuenta con el apoyo de los planos superiores por un lado, y por otro, por la materia prima necesaria en la tierra que lo pueda llevar a efecto; es decir, las personas encargadas de tal misión.

 No sabemos el por qué, pero si contábamos con una fuerte fe y confianza aunque escaso conocimiento de las fuerzas superiores que nos movían desde dentro. Era nuestro hermano mayor, Jesús, el que en todo momento movía nuestras fuerzas e ilusiones amalgamado con la efervescencia de la juventud y la amistad que en aquellos años florecía a raudales por nuestras venas.

Entre los muchos elementos que sirven de apoyo a la planificación espiritual, que sin darnos cuentas, se producía en nosotros uno de los elementos más insignificantes, pero no por ello menos importantes, es el compromiso y las misiones particulares que sin darnos cuenta mosén introducía en nuestro vivir. La más importante para nosotros fue la de trabajar por los niños en el campamento. Y posteriormente por los jóvenes que querían seguir ese camino difuso y no muy claro que les habíamos trasmitido desde nuestra pobreza.

Los grupos y las personas que se manejan en este terreno de la entrega altruista de lo recibido, son ellos mismos responsables de sus éxitos y sus fracasos; y cuando se aplican en la corrección personal de sus debilidades personales, alcanzando la humildad y docilidad necesaria, abriendo el canal de las vibraciones más puras del amor, nos permiten conectar, con el Jesús del evangelio, a fin de dejarnos conducir a frescas fuentes donde beber y hacia las que conducir a los demás.

Hemos de saber que, nuestras capacidades espirituales son ilimitadas si adoptamos la actitud adecuada, si luchamos por lo que creemos con ahínco y con fe y si vamos superando junto a nuestros hermanos las dificultades y adversidades que la vida nos presenta con alegría y amor. Es entonces cuando alcanzamos la sintonía y vibración necesaria que se potencia hasta el infinito entre todos los componentes del grupo. Y es entonces cuando cualquier reto se vuelve probable de alcanzar; cualquier empresa, por difícil que parezca, se halla a nuestro alcance.

 

Poco importa aquí la cantidad; lo que importa es la calidad, la sintonía y la afinidad en trabajo personal y objetivos por parte de todos los que se sienten formando parte del proyecto común. A veces creemos que, todo lo bueno que acontece en cualquier grupo de índole espiritual, se debe a nuestro buen hacer; nada más lejos de la realidad. 

 Nosotros somos la argamasa, la tierra en la que ha de sustentarse el edificio; pero el arquitecto, los cimientos, los pilares y el resultado final no es cosa nuestra. Nos viene dado; e incluso recibimos las ideas sobre cómo ejecutar esa obra grandiosa creyendo que son nuestras, cuando la realidad es que nos las inspiran de lo alto, al comprobar que nos encontramos en el camino cierto por nuestro esfuerzo y primer acto de voluntad.

 Perseveremos pues en la unión y el afecto entre los miembros de este grupo llamado de Rasal. Potenciemos la confianza y la auténtica fraternidad; desarrollemos la sencillez, la humildad y la sinceridad en nuestras relaciones con los hermanos, mayores o menores; y, si nuestro ideal es de bien y amor al prójimo, el éxito está asegurado. 

 La planificación se puede ejecutar con asombrosa perfección y equilibrio, al comprobar que la armonía y la identificación de los objetivos es total en el grupo. Al certificar con total precisión que

existen los caminos y accesos necesarios para ser luz y ejemplo, para poder cumplir lo que todos estamos llamados en nuestros grupos a ser.

 En este camino de crecimiento espiritual la línea recta es el amor; y a veces éste, reconvertido en causas nobles para ayudar al prójimo, nos exige testimonios duros, sacrificios innegables de renuncia a nuestro egoísmo para abrazar el servicio desinteresado, el cumplimiento de la misión encomendada. Hay que pagar un precio importante por alcanzar la meta y por ello nunca debemos renunciar al compromiso adquirido.

Por difíciles y complicadas que sean las circunstancias que nos rodean debemos saber que siempre habrá una salida para enfrentar cualquier reto; pues la providencia divina nos atiende en la misma medida en que empeñamos nuestro esfuerzo y nuestros méritos en conseguir esta meta del progreso y la plenitud espiritual.

Y no nos olvidemos que somos mirados y admirados por otros. Que muchos ojos nos observan a la espera de nuestra cercanía, ejemplo y fe.

Gracias Hermanos por estar ahí.

Que el nuevo año nos llegue lleno de proyectos comunes y que nunca falte el respeto, el amor y el perdón.

Gracias Señor por todos los dones recibidos.

Feliz 2016