Nº26 The Way Out Magazine

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NúMER0 26 - marzo 2015 - WWW.THEWAYOUTMAGAZINE.COM the way out mag SARA FRATINI DIBUJA PARA SONREIR_WAX TAILOR Y SUS ECOS DE ROSELAND_PHOENIX Y PYNCHON SON PURO VICIO_LOS UNDERWOOD SIGUEN DANDO MIEDO_VAYA UN CIRCO DE LOS HORRORES_OLAS, ARENA Y UNA CÁMARA

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Edición Marzo 2015 con una entrevista a Sara Fratini, un reportaje sobre Wax Taylor, un repaso por las dos temporadas de 'House of Cards', una crítica sobre la película 'Puro vicio', el diseño de Nacho de Diego y las fotografías de Pollobarba.

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SARA FRATINI DIBUJA PARA SONREIR_WAX TAILOR Y SUS ECOS DE ROSELAND_PHOENIX Y PYNCHON SON PURO VICIO_LOS UNDERWOOD SIGUEN DANDO MIEDO_VAYA UN CIRCO DE LOS HORRORES_OLAS, ARENA Y UNA CÁMARA

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amor y poder en casa

underwood

Tailor, roseland y

phonovisions

pollobarba, cámaras y olas

sumario

Edición gráfica y diseño_ Fernando Santise i Edición y comunicación_ Alejandra Garcés i diseño web y redacción_ juan pablo merchán | Redacción_ Montserrat de la Iglesia y Alberto López i Colaboraciones_ david arias, paula de aguirre, nacho de diego, pollobarba i ilustración de portada_ sara fratini

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POR PAULA DE AGUIRRE | IMÁGENES CEDIDAS POR WARNER BROS.

DE NAZIS, MARIHUANA

Y POLIS CORRUPTOS

sala cinco

Paul Thomas Anderson adapta por primera vez a la gran pantalla una novela de Thomas Pynchon, dando como resultado un filme lisérgico que retoma en clave de humor los mejores elementos del noir de los setenta.

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Advertencia: a los que es-peren una película épica con personajes atormen-

tados y diálogos de fuerte in-tensidad emocional al estilo de Magnolia o Pozos de ambición que empiece a desengañarse.

Puro vicio (como ha sido tra-ducida en España Inherent Vice) nada tiene que ver con la carga dramática de la obra más solemne del director esta-dounidense. En esta ocasión, Anderson ha decidido quitarle

hierro a su trabajo, regalando a los espectadores una cinta cuya comicidad y extravagan-cia la acercan más a las deli-rantes Boogie Nights y Punch Drunk Love. Algo que, sin duda, se echaba en falta.

Dirigida sin pretensiones y como un ejercicio de estilo, Puro vicio se encuentra lejos

de conquistar jurados y ha-cerse acreedora de premios internacionales. No obstante, y al igual que la novela de Py-nchon, posee una gracia que emana de ese retrato nostál-gico que hace el escritor de la ciudad de Los Ángeles, fuerte-mente ligado al periodo de la contracultura norteamericana.

Por sus páginas desfila una fauna hilarante de personajes descocados: surfistas puestos de ácido, proto-hackers fume-

tas, comunas de moteros que proclaman la raza aria, dentis-tas enfarlopados, alguna que otra femme fatale y magnates corruptos que campan a sus anchas especulando con terre-nos aquí y allá, son solo algu-nos de los especímenes que pueden encontrarse en la Ca-lifornia gobernada por Ronald Reagan.

Puro Vicio posee un encanto que emana del retrato nostálgico de la ciudad de Los Ángeles, fuertemente ligado a la contracultura estadounidense

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Mientras la juventud del Verano del Amor cantaba esperanzada la letra de John Philips llevando flores en el pelo, la reflejada por Anderson y Pynchon está marcada por los excesos y la paranoia reinante tras la Guerra de Vietnam, así como por el encarcelamiento de un desquiciado Charles Manson, mencionado varias veces en el libro y al que también se alude durante el largometraje del director estadounidense.

En mitad de este abrumador mosaico de referencias popu-lares –la banda sonora es un elemento clave en el libro y la película- destaca su protago-nista Doc Sportello, un detec-tive en sandalias pasado de rosca y enganchado a la ma-rihuana, cuyo cinismo le ase-meja al de otros detectives de culto como el Philip Marlowe

de Un largo adiós (Robert Alt-man, 1973) o el Jack Gittes de Chinatown (Roman Polanski, 1974), outsiders de la justicia que despiertan recelos entre los agentes de la Ley y que se encuentran desamparados ante las fuerzas de poder que dominan la urbe.

La interpretación que hace Joaquin Phoenix del investi-gador privado viene a reafir-mar, una vez más, que el actor forma parte de esa élite privi-

legiada de artistas capaz de adaptarse sin esfuerzo a todo tipo de papeles dispares en-tre sí, llegando a ser, incluso, el único elemento que man-tiene el pulso de la narración. Y como toda película de cine negro que se precie de serlo, dicha narración está plagada de giros argumentales, desa-pariciones y pistas falsas, en

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la que no falta un buen Mc-Guffin: una misteriosa barcaza que responde al nombre de “El colmillo dorado” y que alimen-ta las fantasías de Sportello y compañía bajo los efectos del cannabis.

El resto de personajes, a los que da vida un elenco de ros-tros conocidos -Josh Brolin, Reese Whiterspoon, Owen Wilson y Benicio del Toro, en-tre otros- pasan por la cinta de soslayo, sirviendo como contrapunto al lucimiento e histrionismo de Phoenix, cre-cido en un carisma del que los demás adolecen.

El resultado final: un noir sim-pático con diálogos surrealis-tas y llamativa factura visual que consigue esbozar una sonrisa en el espectador. Se erige, además, como una bue-na adaptación cinematográ-fica de un autor tan complejo como Pynchon, lo cual no es moco de pavo.

Merece la pena ver Puro vi-cio solo para empaparse del espíritu nostálgico hacia una época tan decadente y con-fusa como encantadora. Por-que todo podía suceder en Gordita Beach durante la era pre-Nixon.||

películas noir de los setenta emparentadas con puro vicio

Dirigida por Roman Polanski, es una de las películas que, junto a Serpico, muestra de manera más verosímil la frustración provocada por la incapa-cidad de combatir la injusticia.

chinatown (1974)

Basada en una novela de Raymond Chandler y dirigida por Robert Alt-man, presenta a un Philip Marlowe anestesiado ante la violencia que lo rodea.

un largo adiós (1973)La película de William Friedkin, pre-miada con un Oscar, retrata la delin-cuencia y el narcotráfico de una Nue-va York donde todavía persisten las huellas del racismo.

french connection (1971)

Sidney Lumet presenta a un Al Pa-cino en estado de gracia que inter-preta a un policía que reniega de la corrupción existente en su propio departamento.

serpico (1973)Largometraje de Arthur Penn ambientado nuevamente en Los Ángeles que introduce a un Gene Hackman en plena crisis matrimonial y profesional.

la noche se mueve (1975)

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La juventud reflejada por Anderson y Pynchon está marcada por la paranoia reinante tras la Guerra

de Vietnam, así como por el encarcelamiento de un desquiciado

Charles Manson

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perfil de frente

LA FELICIDAD SEGUNSARA FRATINI

la dibujante venezolana publica su primer libro, la buena vida, en el que recopila sus cantos de sirena al positivismo. mezcla de realidad y ficción, su filosofía va acompañada de una gran sonrisa y de melenas casi infinitas, como sus recuerdos.

POR ALEJANDRA GARCÉS | IMÁGENES CEDIDAS POR LUMEN

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Sus primeras creaciones fueron con folios de pa-pel, que unía y recortaba

en forma de personajes casi a tamaño real para más tarde ponerles cara, ropa y color. “Siempre me había gustado dibujar aunque no fue hasta que empecé la carrera de Be-llas Artes que me di cuenta de que podía vivir del dibujo”.

Nacida en Venezuela, Sara Fratini ha probado el humor de varios países tras vivir en cinco distintos. Es por ello que incide en las diferentes formas de afrontar el día a día en cada uno de ellos, también “muy distintos en el humor”. “Me gusta el humor español, ha sido allí donde he pasado los años más importantes y divertidos.” Hace una rápida y concienzuda mención a Mu-chachada Nui, Museo Coco-nut y La hora chanante por su “mezcla de humor que toca lo absurdo y lo mezcla con co-sas muy españolas”.

Sus historias, sin embargo, no tienen nada de absurdo. Más bien son todo inspira-ción, libertad y ensoñación a través de mensajes positivos que lanzan sirenas coquetas con trazos casi infantiles de

tanta ilusión que los acom-paña. “A medida que fui pu-blicando las viñetas, me di cuenta de que dibujando mis inquietudes, cada vez más personas se identificaban con ellas”. Fue una sinergia per-fecta: ella hacía lo que más le gustaba mientras los demás se veían reflejados en sus dibujos.

Reflexiona sobre el uso que le da a sus creaciones, opti-mistas y alegres: “A veces los dibujo en momentos en que estaba triste para ver las co-sas de otra manera”. Con el twist de las sirenas Fratini, los cantos de los problemas coti-dianos se oyen lejanos y poco encantadores. Por eso, sus sirenas “tienen todo de reali-dad y todo de imaginación”.

Las redes son para ella el mar donde sus sirenas se en-cuentran como en casa. Pre-sente en Tumblr, Instagram, Facebook y Twitter, Fratini conquista a golpe de clic. En ellas suele hablar sobre otros artistas emergentes o poco conocidos, cosa cuanto me-nos curiosa en el mundo de arte, donde a veces el rece-lo está muy presente. “Reco-miendo a otros artistas por-

"La buena vida significa un sueno hecho realidad y una confirmación de que con mucho trabajo duro

se alcanzan las metas"

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"LA POLITICA NO ME GUSTA Y POR ESO NO LA DIBUJO, A MENOS QUE ME HAGA EXPLOTAR"

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"SIEMPRE HE ASOCIADO EL PELO CON LOS RECUERDOS Y CON LO FEMENINO. TAMBIEN LO RELACIONO CON EL MAR"

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"Puedo pasar horas pintando. Antes de empezar siempre pienso que a lo mejor no puedo terminarlo y siempre termino sorprendiéndome"

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que me hubiera gustado que, al empezar, alguien me reco-mendara a mí. Ayudar a los demás es la mejor forma de crear red.” No cabe duda ni de su humildad ni de sus ga-nas de compartir: “Siempre soñé con tener muchos ami-gos artistas para reunirnos a tomar café, comer chocolate y dibujar.” No está nada mal para una sirena.

Sobre temas políticos prefiere no dibujar aunque sí lo probó una vez: “Me criticaron mucho por ser pesimista pero no po-día enviar un mensaje positi-vo cuando estaban matando a estudiantes en las calles”. La situación en Venezuela, su país de nacimiento, desem-bocó en jóvenes asesinados durante algunas manifesta-ciones contra el régimen go-bernante. “La política no me gusta y por eso no la dibujo, a menos que me haga explotar. Me gustan más temas como la libertad de expresión y los mensajes de apoyo a la paz.”

Fratini se muestra tan cerca-na e ilusionada como en el papel. Aunque no empezó a dibujar sus famosas sirenas desde el principio, el cami-no la ha llevado hasta ellas. Ha probado también a dibu-jar murales, lo que confie-sa que le encanta ya que no suele llevar nada preparado y el resultado es fruto de la improvisación del momen-to. “Son un reto, pero un reto

que me relaja. Puedo pa-sar horas pintando. Antes de empezarlos siempre pienso que a lo mejor no puedo ter-minarlos y siempre termino sorprendiéndome.”

El elemento que otorga más carisma a sus sirenas es su cabello. Siempre largo, lleno de pequeños objetos enreda-dos entre sus mechones que dan pistas sobre sus ilusio-nes, su miedo y su forma de afrontar la vida. “El pelo siem-pre lo he asociado con los recuerdos y con lo femenino, por eso dentro de mis dibujos meto cosas. También lo rela-ciono con el mar.“ En estas combinaciones, de realidad y ficción, se percibe a la Fratini real, que se apoya en situa-cionesdel día a día que toda mujer (y todo hombre) pue-de experimentar en su propia piel.

Las ondas de estas melenas que traza son igual de fron-dosas que la alegría que sin-tió al enterarse de que publi-caría en una editorial como Lumen La buena vida, un re-copilatorio de todos sus tra-bajos (algunos inéditos) que la han acompañado en sus aventuras.

Ella lleva el pelo corto, pero no duda en asegurar que, a pesar de ello, lleva en él mu-chos recuerdos a todas par-tes. ¿Planes de futuro? “No parar, seguir creando.”||

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nacho de diego

ilus_on

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WEBbehance

pequeno circo de los horrores

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LA ESENCIA

DEL

PODER

El 27 de febrero Netflix estrenó la tercera temporada de House of Cards. Muchos fueron los interrogantes planteados en la última temporada que consolidó su éxito, sustentado en un jugoso planteamiento y el talento de sus protagonistas.

POR MONTSERRAT DE LA IGLESIA

miedomedia

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Los Underwood han regre-sado. Dos personajes vo-races, fríos, egoístas e

implacables que, sin embar-go, resultan innegablemente atractivos. Algunos lo denomi-nan la erótica del poder y eso lo saben bien en Hollywood. Muchas producciones que ahondan en el juego político y las personalidades de quienes están implicados en él han sido ideadas para la pequeña y la gran pantalla.

Pero House of Cards no es una serie más sobre política. Los grandes nombres que fi-guran en sus créditos consi-guen, al menos, levantar altas expectativas sobre el resulta-do final. Y no han decepciona-do. Tal y como publicaba For-bes, en diciembre del pasado año, Netflix se niega a facilitar datos de la audiencia, aunque reconoce el aumento de los

suscriptores con la llegada de cada nueva temporada.

El reputado guionista Beau Willom fue el encargado de adaptar la novela homónima, escrita por Michael Dobbs y llevada a la televisión por la BBC durante los años no-venta. Willow ejerce también como productor junto al propio Kevin Spacey y el notorio Da-vid Fincher, quien firma la di-rección completa de la serie y de algún que otro capítulo.

EllosSin duda, los grandes nom-bres que hacen posible House of Cards se quedarían en algo anecdótico si no fuera por el magnífico trabajo de todos y cada uno de los personajes que aparecen en la serie.

Frank y Claire Underwood son los indudables protagonistas

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FRANK UNDERWOOD NO SERÍA NADA SIN SU ESPOSA, CON QUIEN ENCAJA

A LA PERFECCIÓN

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en torno a los cuales gira la historia y que, en cada capítu-lo, aparecen rodeados de se-cundarios convertidos en im-prescindbles tras numerosas intervenciones.

El papel interpretado por Kevin Spacey (Frank Un-derwood) recuerda las formas de su oscarizada interpre-tación en American Beauty. No en vano, el pasado ene-ro se alzaba con el premio al Mejor actor de drama en los Globos de Oro. El secreto de su trabajo reside en cuidar cada gesto, cada expresión facial hasta la más sutil y mí-nima mueca, que encuentran la complicidad perfecta en el espectador, quien conoce las dos versiones de una mis-ma historia. Así, en un primer momento, y con unos diálo-gos más próximos al formato teatral que televisivo, Spacey ejerce de maestro de ceremo-nias presentando escenas y personajes con los que se va encontrando. No repara a la hora de mostrar su odio, envi-dia o menosprecio hacia cada uno de ellos. Tampoco su ca-riño. “Adoro a esa mujer más de lo que los lobos adoran la sangre”, confiesa ante la cá-mara al referirse a su esposa Claire.

La relación establecida con el espectador a través de esa

ruptura continuada de la cuar-ta pared, convierte a éste en cómplice silencioso de los te-jemanejes de Underwood, que encuentran su máxima en el final del primer capítulo de la segunda temporada. El pro-tagonista lo sabe y, conscien-te de la perplejidad de quien acaba de ver morir a Zoe (Kate Mara), vuelve a dirigir-se de forma directa para pre-guntar “¿Creían que les había olvidado? Quizás esperaban que así fuera. Todo gatito cre-ce para convertirse en gato. Sólo hay una norma: cazar o permitir que te cacen”. Y sen-tencia con un “Bienvenidos de nuevo”, acompañado de una media sonrisa, sabedor de que, quien escucha, sólo pue-de escuchar.

Tal y como reconoció el actor, su trayectoria en las tablas re-sultó imprescindible para con-seguir este resultado. El au-tor de la obra House of Cards basó su protagonista en Ri-cardo III, de Shakespeare, pa-pel que Spacey interpretó du-rante 10 meses en escenarios de todo el mundo justo antes de embarcarse en el proyecto de la serie. Así lo explicaba a EFE: “Muchos piensan que esa opción (‘romper la cuar-ta pared’) nació en Todo en un día-filme de 1986 con Ma-tthew Broderick-, pero no, lo creó William Shakespeare.”

AMBOS SON ASÉPTICOS, SOBRIOS Y APARENTEMENTE INMUTABLES

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Pero Frank Underwood no sería nada sin su esposa, con quien encaja a la perfec-ción, como si de un puzle se tratara. Ambos tienen intere-ses, objetivos y estrategias para conseguir todo aquello que se proponen y que, pese a los conflictos abiertos que les distancian en algunos mo-mentos (en capítulos como los del affaire de Claire con el fo-tógrafo), consiguen superar estableciendo un acuerdo que les acerca todavía más y deja sin cabeza a los allegados que estuvieron implicados, de algún modo, durante ese pe-riodo de alejamiento.

Ambos son asépticos, sobrios, aparentemente inmutables y encuentran su contrapunto en gente “normal” que les de-vuelve a la cotidianidad. Así, Frank Underwood disfruta de la cotidianidad de unas ricas costillas preparadas por Fre-

ddy (Reg E. Cathey) y Claire se muestra relajada con el fo-tógrafo Adam Galloway (Ben Daniels), un viejo conocido.

También son destacables las interpretaciones de Doug Stamper (Michael Kelly) quien ejerce como el fiel escudero que baja a las cloacas, se en-sucia las manos y ejecuta las órdenes de su amigo y amo. Y Zoe Barnes, la ambiciosa re-portera sedienta de reconoci-miento y notoriedad que cree tener el control de quien, en realidad, la controla a ella.

El tema periodístico derivado de la intervención de Barnes y desarrollado a lo largo de la primera temporada, plantea cuestiones básicas de la ética de los reporteros y el eterno debate entre prensa tradicio-nal y prensa digital, con todos los pros y contras que cada una de ellas conlleva.||

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reflex_on

POLLOBARBA

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Pollobarba es el fotógrafo de Costa Contemporánea, encuentro de danza contemporánea y artes escénicas del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar de Almería, que este año celebrará su sexta edición.

WEB

FLICKR

KUCHIFM

el ojo de costa contemporánea

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cocheras

ECOSDE

ROSELAND

Ser anacrónico es una ventaja crucial cuando se tiene estilo. Wax Tailor lo sabe y reivindica en pleno siglo XXI un género nacido y muerto en los noventa. Phonovisions revitaliza el sonido Bristol que sedujo a toda una generación.

POR DAVID ARIAS

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Hace tiempo que caducó 1999 y con él desapa-recieron muchas acti-

tudes y sonidos propiamente noventeros. No eran pocos los que pensaban entonces que el rollo Bristol de aquellos años locos protagonizados por Por-tishead, Massive Attack o Tric-ky se quedarían enterrados en esa época. El cambio de mile-nio no le sentó especialmente bien al trip-hop, aunque no ter-minó nunca de desaparecer. Si el fabuloso directo de Ro-seland en 1997 marca el cenit artístico del género, el Phono-visions de Wax Tailor esceni-fica su continuidad y vigencia 20 años después. Ambos con-ciertos fusionan electrónica de vanguardia con orquestas sinfónicas y son dos extremos en un círculo virtuoso que no se ha cerrado aún.

Phonovisions pone en relieve una carrera tan experimental y prolífica como la de este dj francés cuya primera aparición musical se remonta a 1986 cuando un tal JC La Seout lo petaba en los barrios parisinos presos de la fiebre del rap. Sus apariciones en la radio y su audaz sonido, donde tenían cabida ritmos funk, soul o R&B acompañando a las bases del

rap más callejero, anticipaban el trip-hop más ortodoxo. Compartió sesiones y momentos de radio con gente como Cypress Hill o The Roots durante los ochenta. Dos bandas que siempre le han influenciado. La evolución de su música se plasma en este álbum, que recopila y adapta los temas trascendentales de su carrera a la nueva realidad. Los adornos exquisitos de la orquesta ofrecen una sofisticación que riza el rizo sobre temas tan bien rematados como los que suele lucir Wax Tailor. Cerrar los ojos y ver a Roseland. Seguir de viaje.

Un viaje que se detiene en algunos nombres clave en la música de este siglo. El tino con el que ha elegido sus colaboraciones a lo largo de su carrera tiene el sello de un visionario. Por sus temas han pasado gente como Sharon Jones, Aloe Blacc, Alice Russell, RJD2, General Elektriks o Daedelus antes o después de su salto al Olimpo.

Para quien se adentra por primera vez en Wax Tailor se fascinará escuchando Down in Flames o Only One con

LA FUSIÓN REVOLUCIONARIA DE WAX TAILOR HARÍA TEMBLAR A LA MISMÍSIMA

TEORÍA DE LAS CLASES SOCIALES

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ese encanto que le dan los violines. Si ese es el caso, la recomendación es visitar estos temas en su estado natural para poder comprobar el trabajo existente tras este disco. Heart Stop siempre es una canción especial, que estimula el hipotálamo con un sonido de seda. Brillante y oscura, es uno de los productos más elaborados de este genio anacrónico. Aquí luce de gala, lista para su segunda puesta de largo.

Los movimientos orquestales son una delicia que acompasa esa mezcla de voces de otros tiempos y sonidos viejunos que adornan cada canción de Wax Tailor. Su estandarte es Qué será, uno de las mejores versiones jamás grabada. Con ella, logró salir de Francia para invadir nuevos territorios. En este Phonovisions encuentra el acompañamiento idóneo y la fusión electro-sinfónica se eleva entonces a la categoría de arte. Las visiones sonoras de este trabajo llevan a visitar recuerdos y situaciones de otros tiempos pasados.

Por supuesto, no podían faltar el resto de ases en la manga

del autor francés como la inigualable Positively Incline, la adicitiva House of Wax o la genialidad Seize the Day. Todas cuentan con un sonido a barrio envuelto en un mundo de arreglos y ritmos refinados, para reivindicar que la clase también va por barrios. Música de suburbios convertida en música de salón. La fusión revolucionaria de Wax Tailor haría temblar a la mismísima teoría de las clases sociales, aunque sólo se trate de música y la realidad que narra Wax en sus canciones sea la única que cuenta.

El trip-hop francés siempre ha sido más callejero que el británico, fruto de dos situaciones diferentes. En los barrios de París se instauró de la mano de la voz del gueto: el rap. Por su parte, en Inglaterra surgió en Bristol, en un ambiente más intelectual y artístico.

No obstante, los iconos del sonido Bristol y Wax Tailor beben del mismo manantial. Al igual que Roseland para Portishead, Phonovisions es un recopilatorio de una era. Dos eras enlazadas por el

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talento de una banda y un músico que creyeron en el mismo sonido. El milenio le dio la espalda a los noventa y el trip-hop fue engullido por el hip-hop facilón. Una escena muy intensa surgió entonces en París al mismo tiempo que los grandes del género lograron perdurar y renovar el estilo hasta hoy. Esa última, menos mediática pero igualmente fructífera, es la que se dibuja en un álbum

que recoge el eco de Roseland y le da un nuevo impulso en dirección al futuro.

Precisamente este disco suena a futuro sin olvidarse de parecer lo suficientemente antiguo como para que merezca la pena viajar de nuevo al pasado. Es su mayor virtud. Se agradece. Llega en un momento en el que todos miran atrás tratando de huir del futuro.||

PHONOVISIONS PONE EN RELIEVE UNA CARRERA TAN EXPERIMENTAL Y

PROLÍFICA COMO LA DE ESTE DJ FRANCÉS

CUYA PRIMERA APARICIÓN MUSICAL SE REMONTA A 1986