NAZISMO, FASCISMO, FALANGISMO - CRISIS ECONOMICA DE 1929

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NAZISMO, FASCISMO, FALANGISMO LOS MOVIMIENTOS FASCISTAS DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS Era el conjunto de interés de orientación totalitaria y conservadora surgidos en Europa al final de la I Guerra Mundial y cuyo propósito era “superar la falta de horizontes de la civilización occidental”, se constituyeron en regímenes fascistas, constituyendo dictaduras y mostrando cierta uniformidad en su origen, desarrollo y mostrando cierta uniformidad en su origen, desarrollo y crisis, en tal sentido la clase capitalista y burguesa europea consideraban que los aportes e innovaciones de las revoluciones liberales del siglo XIX habían sido “superados y que por ello planteaban construir un nuevo estado sobre bases económicas, sociales ideológicas, políticas y culturales radicalmente distintas a las instauradas anteriormente, es decir, la libertad que había sido la gran inspiradora de las actividades de la sociedad en el siglo XIX, pasó a ser excluida en beneficio del orden, entrando a una etapa de represión de todo aquello que implicaría libertad, igualdad y fraternidad, Para la ideología marxista de los movimientos fascistas eran la radicalización de las derechas en una fase determinada de desarrollo de las características internas del sistema capitalista, etapa de crisis política y corresponde a una captura de la luchas de clases tras algún intento revolucionario. CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS El panestatismo Debe ser entendido como la supremacía total y absoluta del Estado sobre todo los demás entes y realidades existentes en un pueblo o nación. Corresponde, por consiguiente, al Estado “la realización de todos los valores de índoles político, cultural y económico que dentro de ese pueblo haya”, La supremacía del poder ejecutivo Este debe prevalecer sobre el poder judicial y el legislativo. El fascismo propugna un régimen dictatorial, superador de regímenes demoliberales de derechas o izquierdas, antiparlamentario, opuesto a la concepción populista del poder, y elitista, contrario a la concepción igualitaria del liberalismo decimonónico. La prepotencia del líder La plasmación de este poder dictatorial, antiparlamentario y elitista en un líder indiscutible e indiscutido, cuya denominación variará según los países: Duce, Führer, Generalísimo, etc. Este líder actuará de forma totalmente autócrata e incurrirá en un creciente nepotismo. El nacionalismo y la unidad territorial Un nacionalismo exacerbado y el mantenimiento de la unidad territorial, como la única forma de conseguir un desarrollo interior y un respeto en el exterior. Ello conlleva la adopción de una política centralista y uniformizadora respecto a todos aquellos territorios con peculiaridades culturales, sociales políticas, etc. El partido político único La existencia de un partido político único, con la consiguiente ilegalidad de todas las demás formas políticas.

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NAZISMO, FASCISMO, FALANGISMO

LOS MOVIMIENTOS FASCISTAS

DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS

Era el conjunto de interés de orientación totalitaria y conservadora surgidos en Europa al final

de la I Guerra Mundial y cuyo propósito era “superar la falta de horizontes de la civilización

occidental”, se constituyeron en regímenes fascistas, constituyendo dictaduras y mostrando

cierta uniformidad en su origen, desarrollo y mostrando cierta uniformidad en su origen,

desarrollo y crisis, en tal sentido la clase capitalista y burguesa europea consideraban que los

aportes e innovaciones de las revoluciones liberales del siglo XIX habían sido “superados y que

por ello planteaban construir un nuevo estado sobre bases económicas, sociales ideológicas,

políticas y culturales radicalmente distintas a las instauradas anteriormente, es decir, la libertad

que había sido la gran inspiradora de las actividades de la sociedad en el siglo XIX, pasó a ser

excluida en beneficio del orden, entrando a una etapa de represión de todo aquello que

implicaría libertad, igualdad y fraternidad,

Para la ideología marxista de los movimientos fascistas eran la radicalización de las derechas en

una fase determinada de desarrollo de las características internas del sistema capitalista, etapa de

crisis política y corresponde a una captura de la luchas de clases tras algún intento

revolucionario.

CARACTERÍSTICAS POLÍTICAS

El panestatismo

Debe ser entendido como la supremacía total y absoluta del Estado sobre todo los demás entes

y realidades existentes en un pueblo o nación. Corresponde, por consiguiente, al Estado “la

realización de todos los valores de índoles político, cultural y económico que dentro de ese

pueblo haya”,

La supremacía del poder ejecutivo

Este debe prevalecer sobre el poder judicial y el legislativo. El fascismo propugna un régimen

dictatorial, superador de regímenes demoliberales de derechas o izquierdas, antiparlamentario,

opuesto a la concepción populista del poder, y elitista, contrario a la concepción igualitaria del

liberalismo decimonónico.

La prepotencia del líder

La plasmación de este poder dictatorial, antiparlamentario y elitista en un líder indiscutible e

indiscutido, cuya denominación variará según los países: Duce, Führer, Generalísimo, etc. Este

líder actuará de forma totalmente autócrata e incurrirá en un creciente nepotismo.

El nacionalismo y la unidad territorial

Un nacionalismo exacerbado y el mantenimiento de la unidad territorial, como la única forma

de conseguir un desarrollo interior y un respeto en el exterior. Ello conlleva la adopción de una

política centralista y uniformizadora respecto a todos aquellos territorios con peculiaridades

culturales, sociales políticas, etc.

El partido político único

La existencia de un partido político único, con la consiguiente ilegalidad de todas las demás

formas políticas.

El imperialismo y el militarismo

Las aspiraciones imperialistas van a traer aparejado una fuerte militarismo. Este imperialismo se

concibe fundamentalmente como el exponente de grandeza y poderío sobre todo los demás

pueblos, lo que generará no pocas tensiones internacionales, incluida, sin lugar a dudas, la II

Guerra Mundial.

CARACTERÍSTICAS SOCIALES

La masa y la “élite”

Considera al ciudadano como integrante de una masa que debe ser dirigida por una élite

especialmente preparada. La masificación programada se consigue por desclasamiento,

desarticulación o destrucción – no por superación, como en el marxismo – de las clases sociales

en general y más concretamente de la clase media baja y del proletariado.

Las sustitución del concepto “lucha de clases”

Para conseguir un “proletariado desclasado” se sustituye la doctrina de lucha de clases por la

lucha de los pueblos, con lo cual se neutralizan todas las reivindicaciones sociopolíticas. En

función de todo ello. Frente al sindicato horizontal de clase van a hacer su aparición los

movimientos corporativos verticales. Los conflictos entre el capital y el trabajo quedan

superados por la acción autoritaria y éticamente superior al Estado, que pone su mirada en la

máxima potenciación de la producción.

El apoyo a la burguesía

Los movimientos fascista se apoyaron, al principio, en un grupo social constituido por la

pequeña burguesía, amenazada de proletarizarse como consecuencia de la crisis inflacionaria que

atravesaba Europa. Sin embargo, su ascenso al poder y el mantenimiento en éste requirió el

apoyo de la alta burguesía, temerosa de perder su poder por el creciente giro a la izquierda de

la sociedad europea. Para confirmar lo anterior basta con analizar los efectivos en que se

apoyaron los partidos fascistas italiano y alemán.

En la Italia de 1921, entre los 150 000 miembros del Partido Fascista hay: 18 000 propietarios de

fincas, 22 000 empleados (de los que aproximadamente 8 000 son funcionarios), 14 000

comerciantes, 10 000 profesionales liberales, 1 000 industriales y 20 000 estudiantes, es decir,

casi 90 000 miembros no obreros, siendo el resto trabajadores agrícolas unos 37 000 y

trabajadores urbanos en paro o subempleados. En 1930 la situación no ha cambiado, pues de

los 308 jefes fascistas italianos, 254 proceden de pequeña burguesía.

En Alemania ocurre algo muy parecido, pues el Nacionalismo nutre sus filas de las pequeña

burguesía, siendo muy escaso el apoyo que recibe de las masa obreras, la prueba más evidente

de ello la proporcionan las elecciones sindicales de 1931, en las que los candidatos fascistas sólo

obtienen el 0,5% de los votos, mientas que en las elecciones generales celebradas pocos meses

más tarde, en julio de 1932, en las que los candidatos fascistas sólo obtienen el 37,4%; es decir

que en la practica la totalidad de esos votos proceden de ciudadanos alemanes no obreros.

La revalorización de la mujer y de la juventud

Apela constantemente al importante papel que corresponde a la mujer y a la juventud en el

Estado fascista; la primera, como mantenedora de la pureza racial, y la segunda, como elemento

conservador y depurador de la civilización.

La obsesión por la pureza racial

En la ideología fascista es obsesiva la preocupación por la pureza racial, cuyo máximo

perjudicado, aunque no le único, será el pueblo judío, sobre todo en Alemania. Esta

preocupación se debe a la creencia hitleriana de que “la mezcla de sangre y, por consiguiente, la

decadencia racial son las únicas causas de la desaparición de las viejas culturas” y, por tanto,

Hitler no ve otra alternativa que el aislamiento germano con respecto a los demás judíos, que

“siempre fueron – según escribe en Mein Kampf – un parasito en el organismo nacional de otros

pueblos”. La realidad es que Hitler no podía comprender que hubiera otro “pueblo elegido”

que no fuera el ario; de ahí su persecución contra el pueblo judío.

CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS

El ultracapitalismo

Los fascistas se presentan como movimientos superadores tanto del sistema económico

capitalista como del socialista. En función del panestatismo al que ya hemos hecho referencia,

corresponde al Estado la planificación, dirección y realización de la política económica del país,

siendo complementado en ello por la empresa privada. Ahora bien, dado el control del Estado

por parte del partido único, de raigambre fuertemente burguesa, no debe extrañar que esa

pretendida superación de sistemas económicos clásicos no se sino una radicalización del

capitalismo.

El proteccionismo

Se pone en marcha una política de economía proteccionista como medio de impedir la entrada

de la producción extranjera en el país y favorecer la producción nacional (cuyos precios son más

elevados en algunos caos que lso correspondiente extranjeros), con lo que se consigue además el

pleno empleo.

El imperialismo

La necesidad de nuevos mercado para la venta de la producción nacional alienta la tendencia

imperialista. En otros casos será la necesidad de materias primas o de fuentes de energía la que

favorezca este imperialismo.

Las grandes obras públicas

Hay obsesión por la realización de grandes obras publicas (redes de autopistas, edificios

monumentales, obras de regadío, etc.), que sirvan tanto para la creación de puestos de trabajo

como la magnificación del régimen.

BASES IDEOLÓGICAS

La mayor parte de los autores aceptan el hecho de que el punto de partida filosófico de los

movimientos fascistas europeos del siglo XX se encuentra en las doctrinas filosóficas

decimonónicas. Fritz Stern, por ejemplo, ve en Nietzsche la expresión filosófica más perfecta del

resentimiento irracional antidemocrático que informa las doctrinas fascistas del siglo XX. Salvo

en algunos detalles, de esta misma opinión participa el filosofo G. Lukács. Demostrativo de todo

lo anterior seria el hecho de que Nietzsche formulara por primera vez la nocion cualitativa con

respecto a la humanidad opuesta a la noción cuantitativa que habían asumido los sistemas

demoliberales.

Otro elemento de primer orden en la configuración filosófica del fascismo es el pragmatismo

revolucionario de George Sorel. Dicho autor desdeña todo lo teórico, es decir, todo aquello que

pueda parecerse a un programa político propiamente dicho y pone su confianza en la existencia

de una organización sindical revolucionaria, dirigida por unas “elites” obreras en acción directa

y violenta: en este sentido piensa que el “combate y el aniquilamiento son las únicas formas de

dirimir las diferencias políticas”.

Por su parte, Rosenberg, junto a otros autores germanos del siglo XIX y del XX, aporta la

ideología antisemita y racista que los fascistas, en mayor o menor medida, adoptan, siendo en

este aspecto apoyados por el Schmidt y Kossina.

Por último, queremos hacer referencia a la importancia que los fascistas dieron a la creación de

una mística retórica, de orientación nacionalista cuando iba dirigida a la burguesía, y de

orientación revolucionaria redentora cuando estaba destinada a las clases trabajadoras. De la

primera, son ejemplos el mito de la “victoria mutilada”, el culto al Duce, el saludo romano en

Italia, o el pangermanismo y antisemitismo en Alemania; de lo segundo, la mitificación,

totalmente vacía de contenido, de la palabra “revolución”, el mito de la juventud, etc. Toda

esta mística retórica adquiría su verdadera dimensión al ser utilizada de manera insistente por la

propaganda oficial, hasta el punto de que hay autores, como Hanna Arendt, que llegan a hablar

del “lenguaje político ideológico creado por el fascismo”. A ello habría que añadir el factor

multiplicador que supuso la radio, como medio de propaganda al servicio de los nuevos

regímenes. En esta misma línea se situaría el apoyo que estos regímenes, sobretodo el alemán,

prestaron al desarrollo del cine sonoro como elemento propagandístico de primer orden.

CAUSAS DE SU APARICIÓN

La aparición de estos movimientos totalitarios conservadores no se debió al azaroso destino,

sino a la acumulación de factores que crearon el ambiente propicio para ello.

El fascismo aparece en su forma más pura en dos países en los que se plantea, al mismo tiempo

que un problema social, un problema nacional muy agudo, dos países en los que el paro, los

conflictos de clase y la inestabilidad monetaria suscitaron un sentimiento general de inseguridad.

En ellos, el fascismo fue una revolución popular que movilizó masas considerables, uniendo las

reivindicaciones nacionales y sociales contra la humillación nacional, contra una situación

económica que se estimaba intolerable y contra un régimen político acusado de impotencia y

corrupción.

Por otra parte, el triunfo de estos partidos totalitarios se vio poderosamente facilitado por la

ausencia de firmes tradiciones democráticas en los pueblos italiano y alemán, en los que no

habían conseguido ser implantadas tras cincuenta años de régimen representativo y donde las

luchas de los partidos, su incapacidad y falta de prestigio parecían conducir a estos países a la

ruina. Sobre esta base favorable, la violencia de la crisis de 1920, en Italia, y de 1929, en

Alemania, agravaron la lucha de clases amenazando a los privilegiados.

Concretando lo hasta aquí dicho, podemos señalar como factores determinantes del nacimiento

y posterior ascenso al poder de los partidos fascistas europeos los siguientes:

La existencia de un creciente descontento con el orden territorial y económico salido de los

acuerdos de Versalles. Ejemplo de este descontento es el hecho de que la burguesía italiana

propagara la leyenda de la victoria mutilada, haciendo creer a una gran parte de la

población que los políticos demoliberales habían abandonado en la mesa de negociaciones

aquello a lo que el ejército italiano se había hecho acreedor en el campo de batalla, a saber,

los territorios adriáticos de la península Balcánica. El caso alemán era más dramático, pues,

como se verá más adelante, estaba en juego la supervivencia de la nación, que consideraba

imposible pagar las compensaciones de guerra fijadas por los aliados, dada la situación

económica interior de Alemania, así como la del resto del mundo.

La existencia de una gran desconfianza en el sistema establecido para salir de la crisis

postbélica, puesto que, si los principios liberales decimonónicos habían dejado de ser en las

conciencias individuales de una parte de la población europea la panacea para resolver

todos los problemas y sublimar todas las frustraciones, no había ocurrido lo mismo en la

mentalidad de las élites dirigentes, fueran éstas económicas, sociales o políticas. Así se

produjo una desconexión entre las masas populares y el poder existente.

Las aspiraciones sociales y económicas de la población distaban mucho de ser satisfechas,

siquiera en unos mínimos vitales, sobre todo a partir de la crisis de 1929. Ello hizo que los

partidos y, organizaciones sindicales, defensores de un cambio radical en la estructura de las

relaciones socioeconómicas vigentes, recibieran hasta entonces un apoyo considerable. En

este sentido, los partidos marxistas de la mayor parte de los países europeos tuvieron un

crecimiento espectacular y provocaron una reacción conservadora en la burguesía, que pasó

a apoyar organizaciones que negaban en la práctica, (mas no en la dialéctica) no sólo el

principio de igualdad, básico en las tesis revolucionarias marxistas, sino también el de

libertad, que desde la Revolución Francesa nadie había puesto en entredicho seriamente.

EL MOVIMIENTO FASCISTA ITALIANO

SITUACIÓN DE ITALIA TRAS LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Al terminar la primera Guerra Mundial, Italia se encontraba en crisis general, con dudas a EE.UU

($1 500 000) y Gran Bretaña ($2 500 000); a estas pérdidas humanas y deudas, se unía el

considerable paro, crecientes tensiones sociales y laborales y una tendencia inflacionista

galopante, debido a la paralización industrial postbélica, es decir, a tanto debilitamiento, según

los italianos no se había compensado con un reparto mayor de territorios, pues sólo Trentino,

Istria, Trieste y pequeños enclaves en las costas adriáticas habían pasado a la soberanía italiana

mediante los acuerdos de paz.

Por eso el descontento era general entre los italianos y produce una radicalización de las

opciones políticas mayo rilarías, por eso los partidos de la izquierda aumentan su fuerza, como

el caso del Partido Socialista que pasa de 45 000 miembros en 1913 a 216 000 en 1920, para los

problemas derivados de la dirección del movimiento obrero dan lugar a la división interna y a

la aparición del Partido Comunista italiano en 1921 con lo que se produce un debilitamiento de

las fuerzas de izquierda.

Pero también, simultáneamente se desarrollan los partidos nacionalistas y ven incrementada su

influencia sobre todo entre la burguesía que brindó respaldo financiero a estas partidos

nacionalistas, ante el temor que significaba el aumento de las luchas obreras a raíz del triunfo de

la revolución soviética. En este ambiente, surge la figura de Benito Mussolini.

Mussolini

Antiguo líder obrero perteneciente al Partido Socialista Italiano, en el que

llegó a ser director de su órgano de difusión más importante, el diario

milanés "Avanti", inicia su obra fascista, así el 23 de marzo de 1919 funda

los "fascios de combate" que pretendía agrupar a todos los entes

nacionalistas y cuyo instrumento de lucha política va a ser la violencia, por

eso cometen acciones terroristas que serán cada vez más numerosas, sobre

todo con motivo de la huelga general y ocupación posterior de fábricas en

Milán entre agosto y setiembre de 1920; los integrantes de estos fascios

eran sobre todo excombatientes, sindicalistas decepcionados con poca o

nula conciencia de clase, estudiantes fracasados, etc.

ASCENSO AL PODER DEL FASCISMO EN ITALIA

En estas circunstancias se llega a las elecciones de mayo de 1921, en las que consiguen acta de

diputados treinta y cinco miembros del que a partir de noviembre de 1921 se llamará Partido

Nacional Fascista.

La progresiva radicalización de la población italiana, agrupada fundamentalmente en torno a

dos tendencias irreconciliables entre sí, y la inhibición de los poderes públicos hace decir a

Vicens Vives que era previsible el hecho de que "Italia había de sucumbir al golpe de fuerza del

más decidido". Ese primer golpe de fuerza es intentado por los partidos de izquierda al convocar

una huelga general para el 31 de julio de 1922, que fracasa cuando las milicias fascistas consiguen

asegurar el funcionamiento de todos los servicios públicos.

El segundo golpe de fuerza corresponde darlo a los fascistas. En efecto, Mussolini convoca para

el 27 de octubre de 1922 una concentración de sus partidarios en los alrededores de Roma. Una

vez congregados, les ordena avanzar sobre la ciudad; el Gobierno trata de proclamar el Estado

de Sitio, pero Víctor Manuel III. presionado por el ejército y por los nacionalistas, se niega a

firmar el decreto, lo que provoca la dimisión del primer ministro Facta.

A partir de ese momento, los hechos se suceden rápidamente. El 30 de octubre, Mussolini es

encargado de formar Gobierno, que queda integrado por cuatro fascistas, cuatro populistas

(democratacristianos) y diez independientes. Este Gobierno logra del rey y el Parlamento plenos

poderes, con lo que da comienzo la ya imparable tendencia revitalizadora del poder ejecutivo

en detrimento del legislativo. En cualquier caso, la coexistencia de fascistas y populistas en el

Gobierno se hace imposible y así se llega a la dimisión de los cuatro ministros populistas.

Tras la reforma de la ley electoral y para evitar posibles problemas con el Poder Legislativo,

Mussolini disuelve la Cámara en enero de 1924 y convoca nuevas elecciones para abril, las

cuales dan al Partido Nacional Fascista 375 escaños, con el 65% de los votos, contra los 129 de

la oposición.

Se ha especulado mucho sobre la influencia que en estos resultados tuvo la ola de atentados y

violencias llevada a cabo por organizaciones parapoliciales fascistas contra los partidos y

organizaciones obreras de la oposición. Precisamente la denuncia de estas irregularidades por el

diputado socialista Matteoti determina su asesinato y, como consecuencia, el abandono del

Parlamento por los diputados no fascistas, en señal de protesta y de incompatibilidad moral con

el gobierno. A raíz de este hecho puede considerarse como definitiva y totalmente instaurada en

Italia la dictadura fascista.

LAS REALIZACIONES DEL RÉGIMEN FASCISTA ITALIANO

Una vez controlado el Poder Ejecutivo y el Legislativo, Mussolini se propuso imponer el orden

en el interior y asegurar el prestigio de la nación en el exterior. Para conseguir lo primero estaba

decidido a afianzar el fascismo en todos los ámbitos de la vida italiana: política nacional,

provincial y local, economía, sociedad, etc.

Medidas políticas

En lo político comenzó por el aparato institucional, concentrando la casi

totalidad de los poderes en su persona. Tanto el Rey como el Senado

pasan a ser meros títeres de la voluntad mussoliniana, puesto que los

diputados son elegidos por el Gran Consejo Fascista y el Rey está

convencido de que la organización fascista es la única salvaguarda de su

trono. Así, pues, el verdadero jefe del Estado es el Duce, el cual nombra y destituye a sus

ministros sin consultar a nadie y legisla mediante decretos-leyes. De forma paralela, instala en la

dirección de las instituciones locales y provinciales a gentes de confianza del partido, cuyas

aspiraciones máximas son el enriquecimiento personal y el ascenso en la jerarquía del

organigrama fascista.

A partir de 1926 se produce la disolución de todos los partidos, movimientos y organizaciones

hostiles al régimen, se suprime la prensa de oposición y se prohíbe la salida del país a cualquier

ciudadano. Todo ello se completa con la creación de una policía política, la OVRA, y de un

tribunal de excepción, el Tribunal Especial para la Defensa del Estado.

Medidas sociales

Las tensiones sociales que en el mundo laboral hubieran podido producirse quedaron

totalmente abortadas, al ser suspendidos los sindicatos no fascistas, a la vez que se declaraban

ilegales todas las huelgas. Las condiciones de trabajo y las retribuciones salariales pasaron a ser

fijadas mediante convenios colectivos gestionados por los dirigentes sindicales fascistas. Sin

embargo, el desclasamiento proletario no se llevó a cabo con estas medidas, por lo que se puso

en marcha el modelo corporativo, según el cual todas las agrupaciones obreras y patronales

quedaron absorbidas por el Consejo Nacional de Corporaciones, del que emanaban las

decisiones laborales y salariales. A este organismo pertenecían de forma obligatoria todos los

trabajadores y empresarios italianos, habiendo en sus órganos decisión representantes del Estado

y del Partido Nacional Fascista. El predominio burgués en todos estos organismos fue un hecho

desde el primer momento.

Medidas económicas

La política económica del fascismo italiano optó a partir de 1926 por un creciente

intervencionismo. Se fijó como objetivo prioritario la consecución de una moneda fuerte, lo que

dio como resultado la adopción de medidas deflacionistas, una limitación de las importaciones y

un impulso a la explotación de los recursos propios. Los resultados fueron buenos en el aspecto

monetario (el cambio de la lira en 1927 se estableció en 19 liras el dólar) pero fueron negativos

en el aspecto económico, pues descendieron las exportaciones y el consumo interior, se pro-

dujo una baja en los precios y una decreciente rentabilidad del capital y creció el desempleo.

Este desempleo se intentó absorber mediante un ambicioso programa de obras públicas. La crisis

de 1929 no hizo sino agravar sustancialmente los problemas y acentuar la tendencia autárquica e

intervencionista del Estado Fascista.

Todas estas dificultades económicas se refleja-ron en una política exterior expansionista y de

gran agresividad. En efecto, el expansionismo italiano de este momento generaba unas

necesidades armamentísticas que favorecían el sector siderometalúrgico, unas necesidades de

personal militar que mitigaban el paro, y la posibilidad de explotación de nuevos territorios.

Básicamente fueron dos las intervenciones italianas en el exterior: la anexión de Etiopía y la

intervención en la Guerra Civil Española.

Por último, la sociedad italiana se vio sometida a un intenso proceso de cambio. En el aspecto

demográfico se alentó una política natalista, y de una población de 38 millones en 1925 se pasó

a 45 millones en 1940. A la juventud se le controlaron todas sus actividades y se le dio una

formación militar y fascista, tanto en los centros educativos de todos los niveles como en su

tiempo libre.

EL MOVIMIENTO NACIONALISTA DE ALEMANIA

SITUACIÓN DE ALEMANIA TRAS LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Si Italia al terminar la Primera Guerra Mundial había quedado en situación crítica, el caso de

Alemania era prácticamente desesperado.

Situación económica

La crisis económica era dramática, pues a la obligatoriedad del pago de unas compensaciones de

guerra, cuya cuantía total se había fijado en 33 000 millones de dólares a pagar en anualidades

de 1 500 millones, se unía un total descalabro de los sectores productivos, con una población

consumidora y pro-ductora más reducida que en 1914, sin posibilidades de disponer de las

regiones industriales y agrícolas más florecientes en la preguerra, sin flota mercante y con una

muy reducida flota pesquera. La Hacienda Pública no gozaba de mejor situación, pues tenía una

deuda pública enorme y un creciente déficit presupuestario que se intentó cubrir con la emisión

de billetes no respaldados. La depreciación del marco en los mercados internacionales fue

inmediata y en el interior de Alemania se desencadenó un proceso inflacionario que hizo pasar

al marco, de una equivalencia con respecto al dólar de 1/84 en marzo de 1920, a 1/350 000 en

julio de 1923. De esta inflación resultaron beneficiados los grandes industriales y comerciantes

junto con los productores agrícolas, mientras que los asalariados y las clases medias fueron los

más perjudicados, lo que determinó su radicalización y su apoyo a aquellos partidos de derecha

o izquierda que propugnaban un cambio político total.

Situación política

El panorama político no era más alentador, pues a los intentos separatistas de Baviera se unía el

colapso de la administración pública por falta de un poder fuerte y respetado. Las disensiones en

el seno del Partido Socialista determinaron el enfrentamiento entre los espartaquistas, que

propugnaban la implantación de un régimen de tipo bolchevique, y los socialdemócratas, que

no dudaron en aliarse con la alta burguesía y el ejército a fin de controlar la insurrección

revolucionaria espartaquista de enero de 1919. Por otra parte, la Constitución de Weimar,

apoyada por una coalición de centroizquierda, fue acosada y boicoteada tanto por la derecha

nacionalista como por la izquierda espartaquista, que protagonizaron golpes de fuerza

constantes en forma de atentados, huelgas, insurrecciones armadas, etc., lo que determinó el

progresivo debilitamiento del régimen. Uno de esos golpes de fuerza se produjo en noviembre

de 1923, protagonizado por Hitler con el apoyo de otras fuerzas extremistas de derecha. El

gobierno del Canciller Stresemann hace fracasar el golpe y decreta posteriormente la disolución

del grupo político del que era cabeza visible Hitler, el Partido Obrero Nacional Socialista

Alemán, y el encarcelamiento de aquél. En esos años de cárcel escribirá la llamada biblia del

nazismo, Mein Kctmpf.

La culminación de este colapso económico y político vino dada por la ocupación francesa de la

cuenca del Ruhr. La población alemana reaccionó de forma muy diversa, pero dicha ocupación

constituyó el revulsivo a partir del cual se inició la recuperación de la estabilidad política y

económica. En efecto, entre los años 1924 y 1929 Alemania mejora notablemente gracias al

ambiente de pacificación internacional dimanado del Pacto de Locarno y materializado en una

importante afluencia de capitales que permitirá un rápido asentamiento de las finanzas

alemanas, y gracias también al restablecimiento del patrón oro y a una política financiera rigurosa

inspirada por Schacht. Todo ello conduce a una cierta consolidación del régimen democrático en

forma de una república conservadora con Hindenburg como presidente. Sin embargo, la derrota de

los candidatos de la derecha en las elecciones de mayo de 1928 hará que los terratenientes y los

grandes industriales comiencen una campaña de apoyo a los grupos de extrema derecha, que se

acentúa como consecuencia de las dificultades surgidas de la crisis económica de 1929.

ASCENSO AL PODER DE LOS NACIONALISTAS EN ALEMANIA

En las elecciones de mayo de 1928, el Partido Nacionalsocialista logra un millón de votos y doce

diputados. A partir de este momento, hechos de diferente índole trastornan el panorama

político alemán.

Por una parte, las durísimas discusiones sobre la conveniencia o no de seguir admitiendo la

obligación alemana de pagar las reparaciones de guerra; estas discusiones son alentadas por el

Partido Popular Nacional y por el Partido Nacionalsocialista con motivo de la reciente

aceptación del Plan Young por el Gobierno de centro-izquierda que encabeza Müller.

Por otra parte la gran depresión mundial de 1929, de graves consecuencias para Alemania por el

aumento del paro, la proletarización de la pequeña burguesía y la paralización de actividades, El

gran capital se echa en brazos de los partidos nacionalistas, fundamentalmente el

Nacionalsocialista, como única alternativa viable para su subsistencia.

Todo esto desemboca en una creciente fuerza del Partido

Nacionalsocialista, que pasa de 60 000 miembros en 1928 a un millón en

1937 y también del Partido Comunista alemán como consecuencia del

progresivo empeoramiento de las condiciones de vida de la clase

trabajadora. Así, en las elecciones legislativas de 1930 los comunistas

obtienen 77 escaños y los nacionalsocialistas 107. En las elecciones para la

presidencia del Reich en abril de 1932, Hitler obtiene abundantes apoyos, e

incluso la mayoría de votos en Baviera, Hamburgo, Prusia, Württemberg y

Anhalt, que en cualquier caso no son suficientes para acceder a la máxima

magistratura del Estado. Esta recae en la persona de Hindenburg, gracias al

apoyo de los socialdemócratas y partidos de centro.

Sin embargo, la campaña terrorista de los nacionalsocialistas y las crecientes dificultades

económicas por las que pasa la población alemana hacen que las posturas se radicalicen y que

en las elecciones de noviembre de 1932 sean elegidos 196 diputados nacional socialistas y 100

comunistas, que dominan el Reichstag.

Ante esta situación, todas las fuerzas conservadoras alemanas se unieron y llegaron en enero de

1933 al acuerdo de nombrar a Hitler Canciller de un gobierno heterogéneo, en el que se

encontraban representados el gran capital, a través de un miembro de la casa Krupp, el ejército,

a través del general Von Blonberg, y los partidos conservadores, pero demócratas, a través de

Van Papen, quedando tan sólo tres ministerios en manos de los nazis, abreviatura con que se

conoció muy pronto a los nacionalsocialistas.

Inmediatamente este Gobierno declara fuera de la ley al Partido Comunista bajo el pretexto de

ser el inductor del incendio del Reichstag y detiene a los principales dirigentes socialdemócratas.

A continuación son convocadas, por tercera vez en el plazo de siete meses, elecciones generales,

que se celebran el 5 de marzo de 1933 y en las que obtienen 288 diputados los nazis, 52 el

Partido Popular Nacional Alemán, 120 los socialdemócratas y 81 los comunistas. De los restantes

diputados elegidos, 107 pertenecían a diversos partidos moderados de centro.

Para reducir aún masía oposición, el Gobierno mandó detener, bajo la acusación de ser los

autores materiales del incendio anteriormente señalado, a los 81 diputados comunistas y a 8

socialistas. Con estas detenciones Hitler estaba en disposición de atribuirse la mayoría

parlamentaria y desarrollar su programa político.

El 21 de marzo, Hitler promulga, con la aprobación de Hindenburg, la Ley de Defensa del

Pueblo y del Estado, según la cual el poder legislativo pasa a ser asumido por el ejecutivo, con

lo que se elimina cualquier limitación en su torna de decisiones. Se puede afirmar que en este

momento está definitivamente instaurada la dictadura nacionalsocialista.

LAS REALIZACIONES DEL RÉGIMEN NAZI EN ALEMANIA

Los objetivos de Hitler eran mucho más radicales y de mayor alcance que los que se fijó

Mussolini en Italia. La meta final de Hitler era, en sus locos delirios de grandeza, dominar el

mundo para que la raza humana superior, la raza aria, impusiera un nuevo orden de

convivencia. Para ello debía en primer lugar conseguir la revitalización de Alemania y, con vistas

a conseguirlo, acometió una serie de cambios políticos, económicos y sociales que

transformaron totalmente el panorama interior y exterior de la nación alemana.

Medidas políticas

En el aspecto político, comienza por eliminar cualquier rastro de oposición, depurando la

policía, la administración y los órganos de justicia. De forma inmediata, prohíbe la existencia de

los partidos de izquierda y de todas las organizaciones sindicales, disuelve los partidos de centro

y de derechas y establece por una ley de diciembre de 1933 el Partido único. Mediante la Ley

cíe Reorganización de la Burocracia, de 7 de abril de 1933, elimina a todos los funcionarios no

adictos al régimen o no arios: se trata de la primera disposición racista del nazismo. Esta línea

racista y antisemita culminará en la llamada "noche de cristal" del 9 de noviembre de 1938, en

que grupos de extremistas de la organización nazi procedieron a la destrucción de casi

trescientas sinagogas, al arresto y deportación de 20 000 judíos y a dar muerte a más de 2 000

personas de este origen.

Asimismo, Hitler ordenó realizar una purga en el seno de sus propios correligionarios en la

llamada "noche de los cuchillos largos", en la que se asestó un golpe mortal a la organización

paramilitar de la SA (Sturm Abteilung, Sección de Asalto.) Esto le granjeó la confianza de la

Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas), que hasta entonces había mantenido una actitud

recelosa hacia el Führer. Para completar el objetivo de eliminar cualquier elemento perturbador

de la voluntad del Führer se dictaron las oportunas medidas de unificación territorial, con las

que se suprimió el sistema federal en el que Alemania había vivido desde su unificación en el

siglo anterior.

Por último, a la muerte de Hindenburg, Hitler asumió autocráticamente la presidencia del

Estado, con lo que desapareció la única posibilidad de control, aun cuando fuera teórica, de su

actuación como canciller.

Para aquellos que se sintieran tentados a ofrecer cualquier tipo de

resistencia a estas medidas, se estableció un auténtico régimen de terror

policiaco, en el que las SS (Schutz Staffel, Escuadrilla de Protección) y la

Gestapo fueron situadas por encima de las leyes y de los tribunales.

Todas estas decisiones dieron como fruto una Alemania en la que la

voluntad del Führer se convirtió en principio y fin de todos los

acontecimientos.

Medidas económicas y laborales

En el aspecto económico se adoptó una línea intervencionista y se fijó como objetivo prioritario

la consecución de la autarquía mediante el aumento de la producción nacional y la limitación de

las importaciones. Hitler aplicó los dispositivos clásicos de toda economía proteccionista, es

decir, elevación de tarifas aduaneras, contingentación de importaciones, adopción de fórmulas

de clearing, etc. Paralela a la implantación de esta política autárquica se desarrolló una campaña

de reeducación consumidora del pueblo alemán. Asimismo, se practicó una política financiera

cerrada, puesto que en las transacciones interiores se utilizaban las llamadas letras Mefo, que no

eran sino papeles avalados por el Reichsbank, imposibles de ser hechas efectivas, con lo que se

llegó a una circulación monetaria falsa, mientras que en las transacciones exteriores el pago se

realizaba en marcos bloqueados, que sólo servían para la compra de mercancías alemanas.

En los diversos sectores productivos son de destacar las acciones emprendidas en la agricultura y

en la industria pesada. La agricultura fue sometida a un control riguroso, en un intento de

aumentar la productividad de la tierra mediante el restablecimiento de los precios a los niveles

anteriores a la depresión. Ello benefició a los agricultores y posibilitó la reinversión, bien es

verdad que a cambio de mantener unos precios agrícolas que estaban por encima de los

vigentes en el mercado internacional. La industria pesada también se vio favorecida por el

proteccionismo imperante que impulsó sobre todo a la siderometalurgia y a la química pesada:

ambos sectores encontraron en la política de rearme, iniciada por el Führer a partir de 1935, su

momento de mayor prosperidad y, en el Estado nacional socialista su primer cliente.

Finalmente, consignemos la forma en que Hitler resolvió el problema del paro. De una cifra de

parados de 6 000 000 en enero de 1933, se pasó a un millón escaso en 1936. Semejante

reducción se explica por el aumento de los efectivos del ejército, de la policía, del aparato del

partido nazi y de la burocracia del Estado, que en conjunto supuso la absorción de unos dos

millones de desempleados. El resto encontró empleo en ambiciosos planes de construcciones

públicas, cuyas realizaciones más sobresalientes fueron la red de autopistas y un crecido número

de viviendas sociales. La financiación de todos estos gastos pudo hacerse gracias al sistema de las

letras Mefo y de los marcos bloqueados, ya explicados anteriormente.

Preparativos bélicos

Dueño y señor de los destinos de una Alemania en la que la oposición política había

desaparecido, el pleno empleo era un hecho y la recuperación económica una realidad tangible,

Hitler se planteó la estrategia que habría de seguir para llevar a cabo su objetivo siguiente: el

pangermanismo. Los sucesivos pasos que dará en este sentido desencadenarán la Segunda

Guerra Mundial, y lo primero que necesitaba era aumentar el potencial bélico de la nación en

todos los órdenes: en hombres y armamento.

Hitler, efectivamente, vio muy claro desde el primer momento que su pangermanismo le

conduciría a la guerra y, en consecuencia, encargó a Van Fritsch que preparara y adaptara el

ejército para esta circunstancia. El resultado fue que el número de soldados, de los 100 000 que

permitía el Tratado de Versalles, aumentó a 1500 000 en 1936. Al mismo tiempo se emprendió

una tenaz carrera de armamentos. Alemania estaba ya lista para afrontar la Segunda Guerra

Mundial.

MOVIMIENTOS FASCISTAS HÍBRIDOS

Movimientos fascistas en sentido estricto fueron solamente el italiano y el alemán, pero hubo

otros regímenes, fundamentalmente el nipón y el español, que recogieron en parte los

planteamientos ideológicos, políticos y económicos del fascismo.

EL FASCISMO NIPÓN

El caso del Japón presenta tres determinan tres de clara influencia en la evolución posterior de

los hechos:

Una fuerte expansión demográfica, que conlleva como necesidad vital una expansión

territorial de carácter imperialista.

Una estructura industrial con niveles productivos muy altos, como consecuencia déla Primera

Guerra Mundial y de las necesidades de abastecimiento de los contendientes: la crisis de

superproducción subsiguiente a la terminación de la guerra planteó la urgencia de buscar

nuevos mercados coloniales para sus productos.

La gran influencia que en la sociedad y en la política nipona tenía el ejército.

La política japonesa estaba dominada por dos grandes Partidos: el Seiyukai, de tendencia

conservadora e imperialista, y el Minseito, liberal y pacifista.

La falta de decisión de uno y otro para afrontar la que parecía única salida a los problemas de

espacio vital determinó la intervención de ejército en las tareas políticas y la iniciación de un

período de expansión territorial nipona a costa, sobre todo, de China.

Esta política japonesa se encontraba muy cerca de los fascismos europeos, puesto que aspiraban

a la implantación de un poder despótico que sirviera para unir esfuerzos en lo consecución de

los más altos intereses de la nación. El fascismo nipón se conocería con el nombre de hojinismo.

EL FASCISMO ESPAÑOL

El caso de España es radicalmente distinto. El alzamiento militar de julio de 1936 fue planteado

por sus protagonistas como un pronunciamiento del Ejército, "unido a las demás fuerzas de la

Nación" (Bando dirigido por Francisco Franco el 17 de julio de 1936), para restablecer el orden

público y el principio de autoridad y para defender la unidad de España. No hay que ignorar,

sin embargo, las presiones de determinados grupos para que se garantizara la salvaguarda del

sistema capitalista frente a las amenazas de los sectores extremos de la izquierda. Los sublevados

habían contado con que el Gobierno democrático en el poder no opondría resistencia. La

realidad de los hechos demostró lo contrario. Fue entonces al preverse una larga guerra, cuando

se dotó de contenido ideológico a la contienda.

Dos eran los grupos principales en los que los autores descubren influencias

fascistas: Falange Español, cuyos miembros pertenecían predominantemente

a la alta burguesía y a la aristocracia madrileña y bajo-andaluza, y las JONS,

cuyos miembros eran de procedencia pequeños burguesa. Ambos grupos

proporcionaron al llamado "bando nacional" una ideología moderna y,

sobretodo, un aparato retórico de gran importancia para la movilización de

la población. Junto a esta tendencia fascista, se abrió paso rápidamente una

ideología tradicionalista – de la que quizás la Requeté sed la más conocida –,

de amplio eco en los sectores conservadores. Esta ideología tradicionalista

aportó al "bando nacional" el concepto de "Cruzada", es decir, la concepción

de la guerra civil como una guerra religiosa en defensa del catolicismo contra las "ateas hordas

rojas" encuadradas en el "bando republicano". De la yuxtaposición de ambas ideologías surgió,

por voluntad y decisión personal de Franco, el Decreto de Unificación de la Falange y el

tradicionalismo, y desde ese mismo momento el fascismo español quedó reducido a un

producto híbrido y secundario. Por encima de él, como por encima de la Comunión

Tradicionalista, se situaba el autor de la fusión, Francisco Franco.

LA CRISIS DE 1929

ANTECEDENTES

Como ya hemos visto en capítulos anteriores, el Tratado de Versalles fue muy duro con los

países vencidos. Aparte de las consecuencias políticas (desmembración del Imperio austro

húngaro y pérdidas territoriales de Alemania y Turquía), los países vencedores trataron

insistentemente de hacer pagar a Alemania los gastos totales de la guerra. Las iniciativas más

duras partieron de Francia, postura comprensible debido a las enormes pérdidas que tuvo que

soportar. Diez de sus departamentos del Norte quedaron devastados. Sin embargo, los pagos

impuestos por la Comisión Aliada de Reparaciones no los podía soportar la economía alemana.

La relación de los vencedores y su política internacional estaban condicionadas por el problema

de las deudas interaliadas. Francia e Inglaterra se habían convertido al terminar la guerra, en

grandes deudores de Estados Unidos. Esta nación surge de la guerra como el líder indiscutible de

la economía internacional dominante. Londres pierde importancia y cede el puesto a Nueva

York como capital financiera internacional.

El Gobierno francés contaba con las reparaciones alemanas para la satisfacción de sus deudas

con el exterior. Pero a partir de 1922 la inflación alemana se disparó en proporciones jamás

conocidas. La cotización del marco posó de 250 marcos por libra esterlina en 1920, a 1 000

marcos al año siguiente y a 35 000 en 1922. El marco perdió todo su valor, y comenzó su

recuperación a partir de las medidas tomadas por Stresemann. Está claro que Alemania no podía

pagar. Francia, intransigente, ocupó la zona industrial del Ruhr, medida no bien vista por Gran

Bretaña, que recelaba de la preponderancia francesa en el continente.

Se impone la revisión de las reparaciones. El norteamericano Dawes preside en

1924 una comisión que reduce las anualidades alemanas y acepta los pagos en

especie por parte alemana. Se facilita su recuperación mediante préstamos

norteamericanos. De esta manera Alemania podrá pagar las reparaciones de

guerra a Francia e Inglaterra, y estos países, a su vez, cancelar sus deudas con

los Estados Unidos. "Indemnizaciones de guerra y deudas interaliadas – escribía

Keynes en 1926 – se están cancelando fundamentalmente más en el papel que

in natura. Los Estados Unidos prestan dinero a Alemania, Alemania pasa el

préstamo a los aliados, los aliados lo devuelven a los Estados Unidos. En

realidad lo que sucede es que no se pierde nada, nadie suelta un penique".

Después de la breve crisis de 1920, típica crisis de reconversión de unas economías de guerra en

economías de paz, la década de los veinte (1922 – 1929) conoce una fuerte prosperidad

norteamericana, que propaga al resto del mundo a través de sus préstamos y de la importancia

creciente de su volumen comercial en el conjunto mundial. Actúan como sectores punta de esta

prosperidad el sector automovilístico (más de cinco millones de coches producidos en 1929) y el

desarrollo en gran escala de la producción eléctrica.

La crisis del año 1929 se puede considerar a la vez como crisis decenal (ciclo Juglar) y

movimiento de larga duración (ciclo Kondratieff). La gravedad, extensión y duración de la crisis

sorprendió a los gobernantes y teóricos del sistema capitalista. A excepción de la Unión

Soviética, con su política de desarrollo planificado y autárquico (planes quinquenales de Stalin),

todos los países la soportaron en mayor o menor grado.

CAUSAS DE LA CRISIS

La Superproducción

Todos los autores consideran la superproducción como una de las causas principales de la crisis.

La guerra había favorecido una incipiente industrialización fuera de Europa y de los Estados

Unidos. Algunos países americanos y coloniales, al faltarles las importaciones europeas, crearon

durante la guerra sus propias fábricas textiles y alguna siderurgia. Después de la guerra no se

detuvo el crecimiento. A partir de 1925, Europa entró en una fase de prosperidad y superó los

índices de 1914. Francia se convirtió en el tercer productor mundial de acero y segundo de

aluminio. El total mundial de productos agrarios y materias primas minerales aumentó en un

11%. Las reservas mundiales de trigo alcanzaron los veinte millones de toneladas métricas y la

producción industrial se incrementó en un 25%. La economía mundial producía más de lo que

podía consumir. A finales de la década el temor a la superproducción se manifestó en el

desarrollo y extensión de los monopolios, como por ejemplo el cártel del cobre en los Estados

Unidos.

Especulación de capitales

La especulación de capitales fue otro de los factores desencadenantes

de la gran depresión. La política crediticia de dinero barato fue

fomentada en los Estados Unidos por la facilidad y el bajo interés de

los créditos del Federal Reserve System. Este crédito barato y

abundante era aprovechado por gran número de pequeños bancos y

por compañías de inversión o sociedades de cartera que invertían en

la bolsa y en el extranjero de una manera alegre y confiada. El

Federal Reserve System facilitaba dinero al 5% de interés. Los bancos

lo retiraban y prestaban al 12% a los inversores de bolsa. La

psicología colectiva y el interés de las grandes compañías hacían subir cotizaciones en forma

desproporcionada de acuerdo con su valor financiero y real. Al hundirse la Bolsa de Nueva

York, su caída arrastró a gran número de estos pequeños bancos, cuyos activos líquidos habían

sido utilizados por los inversores privados en concepto de préstamos y que no pudieron

reembolsarlos.

Mantenimiento de los principios liberales

En la perduración de la crisis coadyuvó la ideología liberal dominante que no reaccionó con

suficiente rapidez ni estuvo a la altura de las circunstancias. El "laissez faire" era un dogma

inquebrantable en el que Occidente basaba su prosperidad. Las medidas adoptadas por los

Gobiernos fueron las clásicas: deflación monetaria, reducción de los gastos públicos y subida de

los impuestos. El equilibrio presupuestario ante todo. La crisis sanearía el sistema mediante los

ajustes automáticos de la economía de mercado: eliminación de las empresas poco rentables y

fortalecimiento de las verdaderamente competitivas. La duración de la crisis puso en entredicho

las doctrinas económicas imperantes, pero las clases dirigentes tardaron en reaccionar.

Ya durante el verano aparecieron algunos signos precursores de la depresión. A partir del mes

de mayo los precios de algunos productos industriales como, por ejemplo, el del acero, tenían

dificultades para mantenerse. En septiembre, el Banco de Inglaterra subió el tipo de interés y

hubo un cierto drenaje de capitales hacia la plaza de Londres. En Europa la producción

industrial se debilitó sensiblemente.

DESARROLLO DE LA CRISIS

Nueva York: hundimiento de la Bolsa

El 24 de octubre de 1929 (jueves negro) la Bolsa neoyorkina se hunde estrepitosamente. Cerca

de trece millones de acciones se ofrecen a la venta mientras que la demanda es nula. Los bancos

intervienen con escaso éxito para detener el pánico. La crisis industrial predicha por la famosa

Sociedad Económica de Harvard se agrava con el crack financiero.

Hasta 1932 el nivel de la actividad económica sigue bajando en los

Estados Unidos. Las acciones de las compañías de ferrocarriles pasan de

180 dólares de cotización a28,1. La producción de automóviles se

reduce a la mitad y Ford adopta la semana laboral de tres días (agosto

de 1930). Los bancos pequeños, muy numerosos en el país, quiebran

en cadena. La ola de quiebras dura hasta la primavera de 1932. El paro

se extiende al sector minero, a la construcción... La reducción del

empleo en el sector agrícola es menor, aunque su nivel de precios se

sitúa por debajo del 60%. Las ciudades tiene menos capacidad de

compra para los productos agrarios y los agricultores compran cada

vez menos productos industriales. El éxodo, rural se detiene. La cifra

de parados en 1933 alcanza los doce millones, es decir, el 35% de la

población activa norteamericana.

La crisis en Europa y Sudamérica

El peso de la economía norteamericana y sus préstamos al exterior extienden la depresión por

Europa y el resto del mundo.

Alemania y Austria viven de los préstamos norteamericanos. Al cortarse los créditos y repatriarse

los capitales, los bancos de Europa central no pueden hacerse cargo de sus obligaciones. El

Boden Kredit Anstalt de Viena va a la quiebra a pesar del apoyo del Gobierno austríaco y de los

anticipos del Banco de Inglaterra. El canciller Brünning decide el cierre de todos los bancos

alemanes. Bloqueadas las libras en Europa central, Gran Bretaña se encuentra con dificultades

monetarias. En 1931 la situación es muy grave, pues los poseedores de libras se desprenden

masivamente de ellas exigiendo su valor en oro. El Gobierno inglés abandona el patrón oro. La

libra, devaluada en un 30%, provoca la devaluación en cadena de las demás monedas y el

sistema internacional de pagos, reconstruido con tanto trabajo durante lósanos veinte, se

desmorona.

Las economías dependientes, como las de los países sudamericanos, se enfrentan con la baja en

los precios de las materias primas y el descenso en las exportaciones: café brasileño, carne

Argentina, nitratos chilenos. Todos ellos, a excepción de Argentina y Venezuela, dejan de pagar

sus deudas. La crisis provoca numerosos cambios de Gobierno.

A nivel mundial los precios alcanzan unos descensos porcentuales desconocidos hasta entonces:

37% en los Estados Unidos, 34% en Alemania, 50% en Holanda (1935). La economía mundial

abandona el librecambismo y los países se cierran en espacios económicos protegidos con altos

aranceles. La Ley Hawley - Smoot de los Estados Unidos, altamente proteccionista, provoca

medidas de represalia en los demás países. El fracaso de la Conferencia de Londres en 1933

indicaba que cada nación se enfrentaría por sí misma a la crisis.

LAS DIVERSAS SOLUCIONES NACIONALES

Estados Unidos: el "New Deal"

El presidente republicano Hoover, muy influido por los economistas liberales, fracasa en sus

intentos por superar la crisis. Los Estados del Noroeste, debido a las dificultades agrícolas,

entregan sus votos al demócrata Roosevelt en 1932, y éste resulta elegido.

La política económica del Gobierno se vuelve totalmente pragmática, sin ideas preconcebidas.

Las rectificaciones de actuación y de criterios dependen de los resultados y de la experiencia

conseguida. Entre los consejeros del presidente se encuentran economistas de la escuela de

Keynes, que han superado los conceptos tradicionales en Economía.

El New Deal no es una planificación en el sentido actual de la palabra (controles, cuotas de

producción, crecimiento del PNB), pero implícala intervención directa del Estado en la

economía de un país, tradicionalmente liberal, dentro de sus fronteras. El objetivo más

importante es la reactivación del mercado interior mediante el aumento de la demanda, para de

esta forma garantizar una producción elevada y eliminar el paro.

En el sector agrícola la superproducción es uno de los problemas más graves. Se indemniza a los

campesinos para que reduzcan las superficies cultivadas. Se fijan unos precios de garantía para

los productos del campo. El gobierno favorece a los bancos que apoyan la agricultura y

subvenciona la exportación de los excedentes de cereales.

En el sector industrial la intervención del Estado se dirige hacia una política social decidida:

salario mínimo garantizado para la semana laboral de cuarenta horas, seguro de paro y

construcción de viviendas sociales. La libertad sindical queda también garantizada por la Ley

Wagner. Roosevelt se convierte en el líder de los humildes y en el centro de las iras de los

poderosos. La reacción de la sociedad norteamericana ante el decidido intervencionismo de la

Administración no es uniforme. El Tribunal Supremo declara anticonstitucionales la Agricultural

Adjustment Act y la National Industrial Recovery Act. La reelección del presidente en las

elecciones de 1936 denota la aprobación de su política por parte de la opinión pública, y la

Corte Suprema tiene que ceder.

El plan integral del valle del rio Tennessee, afluente del Ohio, es el ejemplo más notable de

empresa pública durante la depresión. El Consejo de la Tennessee Valley Authority tenía como

misión el desarrollo integral de una región deprimida: regularizar el río, proporcionar

electricidad y agua para los riegos, repoblación, fábricas, etc. La creación de organismos públicos

para actuar en otras regiones subdesarrolladas no consigue la aprobación del Congreso. Muchos

diputados ven en la actuación estatal una causa de depresión. Para el mundo "liberal" de los

negocios era inconcebible una intervención pública tan elevada.

Es difícil emitir un juicio global sobre los resultados del New Deal. Durante su vigencia la

inversión privada no alcanza los niveles de 1929. Además, la reducción de las inversiones

públicas con vistas a la disminución del déficit presupuestario provoca la recesión de 1938, en la

que el paro alcanza los diez millones de personas. De nuevo la acción gubernamental

proporciona empleo a cerca de cuatro millones de parados y se consigue enderezar la

economía. El pesimismo empresarial sigue siendo la tónica general de la época, y hasta la

declaración de la Segunda Guerra Mundial (1939), con el rearme, no se estimula definitivamente

la economía norteamericana.

Alemania, Italia, Japón

En Alemania la crisis tuvo tanta importancia como en los Estados Unidos. Su dependencia de las

inversiones extranjeras era muy estrecha. Primero fallaron los créditos americanos y después los

europeos (británicos). La industria, a falta de capitales, no pudo trabajar. Las exportaciones se

encontraron en situación muy difícil ante los elevados derechos aduaneros. Las devaluaciones en

cadena convirtieron a los productos alemanes en mercancías muy caras. El Gobierno del

canciller Brünning se resistía a la devaluación del marco, temiendo que se repitiera la enorme

inflación de los años veinte. El declive de las exportaciones fue total. El Gobierno redujo los

salarios (20% para los funcionarios y 15% para el sector privado), como medida de reducción

de los precios. Muchos comerciantes se arruinaron al contraerse la demanda y la cifra de

parados alcanzó los seis millones. La agitación social era muy grave, la reactivación no llegaba y

Hitler asumió el poder.

El Gobierno nacionalsocialista planificó totalmente la economía alemana. Pero se mantuvieron

las empresas privadas y las estructuras capitalistas. El Primer Plan Cuatrienal tenía como objetivo

principal la lucha contra el paro. Se realizaron fuertes inversiones públicas en autopistas,

viviendas y servicios. Se implantó el servicio obligatorio de trabajo para toda la fuerza laboral

masculina. El éxito acompañó a estas medidas y el problema del paro desapareció.

En 1935 la producción industrial alcanzó los niveles de 1929. El Gobierno, mediante el Segundo

Plan Cuatrienal, se lanzó por el camino de la autarquía. Alemania, desprovista de colonias,

procuró evitar las importaciones y sustituirlas con la producción nacional. "La cuestión de los

costos es absolutamente irrelevante", decía Hitler a Goering en 1936. Ejemplos de esta política

los tenemos en la fabricación de gasolina sintética a partir del carbón. El rearme jugó un papel

importante.

La dirección absoluta de los intercambios comerciales y la política internacional (Anschluss,

ocupación de Bohemia) favorecieron el predominio económico alemán en la Europa central y

balcánica. Bulgaria, Hungría, Yugoslavia, Grecia y Turquía se convirtieron en satélites

económicos del Tercer Reich.

Las políticas económicas de Italia y del Japón fueron también de tipo autárquico Ejemplos de

ello fueron la batalla del grano en Italia para el autoabastecimiento de trigo y la formación

japonesa de un área económica que englobaba a Corea y Manchuria. La falta de materias

primas empujó al Japón a la elaboración de una política expansionista en el Pacífico, que

intentó hacer efectiva durante la Segunda Guerra Mundial (espacio vital japonés).

AUTOEVALUACIÓN

1. El fascismo es una ideología de carácter:

a) socialista b) populista

c) colectivista d) capitalista

e) humanista

2. El nazifascismo alemán se basó en los

principios del pensamiento filosófico de:

a) Heidegger b) Nietzsche

c) Sartré d) Frieddman

e) Samuelson

3. El fascismo italiano luego de la Primera

Guerra Mundial surgió con el respaldo

financiero de:

a) la gran burguesía b) los nihilistas

c) los nacionalistas d) los hojinistas

e) los beavioristas

4. Los regímenes fascistas buscan eliminar la

propuesta de:

a) bienestar social b) unión nacional

c) pureza social d) nacionalismo

e) luchas de clases

5. El nacionalsocialismo alemán de Adolfo

Hithler tenía una orientación cosmopolita

y:

a) sentido militar

b) política democrática

c) programa democrática

d) proyección socialista

e) dominio imperialista

6. La obra de Hitler donde expresa su teoría

de “pureza social” y sostiene la necesidad

de “buscar un espacio vital”, es:

a) La miseria de la filosofía

b) La dialéctica de la naturaleza

c) El antidurhing

d) Mein Kampf

e) El ser y la nada

7. El falangismo en España se impuso a raíz

de:

a) La Segunda Guerra Mundial

b) La destitución del rey Alfonso XIII

c) La victoria de Manuel Alcalá Zamora

d) La Guerra Civil Española

e) El triunfo del Frente Popular

8. El ascenso de los regímenes fascistas en

Europa se hizo más evidente cuando se

produjo:

a) El establecimiento de la República de Weimar

b) La invasión italiana a Abisinia

c) La anexión alemana a Austria

d) La invasión japonesa a China

e) La gran depresión de 1929

9. El factor ideológico que permitió el

respaldo popular a las ideologías fascistas

era:

a) la disciplina b) la lealtad

c) la solidaridad d) el nacionalismo

e) el humanismo

10. El principal opositor para un Partido

Fascista lo constituía el partido:

a) Reformista b) Liberal

c) Democrático d) Socialista

e) Nacionalista

GLOSARIO

Dictaduras

Tipo de régimen político donde se observa

una excesiva concentración de poderes con un

mundo autoritario y de corte militarista.

Historiografía

Es la recopilación de abundante información

sobre un determinado tratado. Pan estatismo

Se refiere a la política de predominio del

Estado en cuanto a la toma de decisiones en

un pueblo.

Élite

Se refiere a un determinado grupo de poder

constituido por un reducido número de

conformantes.

Burguesía

Es la clase social integrada por aquellos que

buscan una acumulación progresiva de

utilidades, mediante la obtención de plusvalía.

Monopartidismo

Es la política de dominio total de un partido

político en las decisiones de estado, lo que

corresponde a los regímenes totalitarios.

Racismo

Es una tendencia o inclinación de

discriminación a las características físicas o

espirituales de cierto grupo humano.

Ultracapitalismo

Es la defensa total y radical del sistema

capitalista como un modo de producción

único, inalterable e insuperable.

Nazis

Eran los seguidores del Partido Nacional

Socialista Obrero Alemán de Adolfo Hitler.

Führer:

Es el líder único, la máxima autoridad del

partido nazi.