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Muto Ichiyo, Toyotismo. Lucha de clases e innovación tecnológica en Japón. Antídoto, Bs. As., 1996. Luchas de clases en Japón de posguerra, pasado, presente y futuro La fase actual: un giro ala derecha Japón sufre actualmente un proceso de transformación reaccionaria. Una nueva formación política dotada del sistema de valor y de instituciones del totalitarismo está madurando como una larva en su capullo bajo la delgada película que constituye la Constitución de la Paz. En el curso de los años '70, luego de la crisis mundial del capitalismo desencadenada por el primer shock petrolero, se ha podido observar esta evolución, pero su ritmo se aceleró en los dos últimos años. Lo que pasa en Japón corrobora, por lo menos en apariencia la tesis pesimista según la cual la crisis actual del capitalismo conduce al surgimiento de regímenes de derecha más que a levantamientos revolucionarios en los centros imperialistas. En esta evolución derechista, los liberales demócratas, la gran patronal y los ideólogos y políticos de derecha abandonan rápidamente sus inhibiciones pasadas y proponen que Japón se desprenda de las reglas de la democracia de posguerra (sistema político surgido de una historia específica basado sobre los ideales de la democracia y de la paz) para transformar el Estado en un sistema de gestión de la crisis. Es cierto que el gobierno debe entonces referirse (aunque sea de la boca para afuera) a la cláusula de la paz de la constitución, cuando por ejemplo, afirma en los países del Sudeste asiático que Japón no se transformará en una gran potencia militar. Perocada año estas palabras pierden sentido debido al proceso regular y acumulativo de cuestionamiento de las conquistas democráticas de la posguerra. En esta progresión, cada paso parece escandaloso al principio, pero se transforma muy pronto en un hecho consumado y en el punto de partida del próximo paso. La cuestión militar ha abierto una brecha que va agrandándose. En este terreno, en efecto, la política actual del gobierno (que pone en pie la séptima fuerza militar más importante del mundo y la alianza militar con Estados Unidos) contraviene abiertamente a las cláusulas constitucionales. Es así que el slogan precedente de defensa pasiva (que significa que las fuerzas armadas japonesas no librarán más que batallas defensivas y solamente en el territorio japonés) es poco a poco transformada en un nuevo concepto, aquel de la defensa del “mundo libre" que autoriza a Japón a emprender acciones militares para mantener la paz en Extremo Oriente bajo el comando de Estados Unidos. Paralelamente el gobierno busca hacer entrar en las instituciones un sistema de estado de emergencia que le dará la posibilidad de ordenar una movilización de recursos humanos y materiales para tiempos de guerra. Los manuales escolares son revisados y corregidos para eliminar las críticas de las acciones criminales cometidas por ciertos trusts como por ejemplo el hecho de arrojar desechos de plomo y mercurio en el mar que ha causado la catástrofe de Minamata. Los ministros concurren abiertamente al cementerio de Yasukuni. Desde Ohira la noción 1

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Muto Ichiyo, Toyotismo. Lucha de clases e innovación tecnológica en Japón. Antídoto, Bs. As., 1996.

Luchas de clases en Japón de posguerra, pasado, presente y futuro

La fase actual: un giro ala derecha

Japón sufre actualmente un proceso de transformación reaccionaria. Una nueva formación política dotada del sistema de valor y de instituciones del totalitarismo está madurando como una larva en su capullo bajo la delgada película que constituye la Constitución de la Paz.

En el curso de los años '70, luego de la crisis mundial del capitalismo desencadenada por el primer shock petrolero, se ha podido observar esta evolución, pero su ritmo se aceleró en los dos últimos años.

Lo que pasa en Japón corrobora, por lo menos en apariencia la tesis pesimista según la cual la crisis actual del capitalismo conduce al surgimiento de regímenes de derecha más que a levantamientos revolucionarios en los centros imperialistas. En esta evolución derechista, los liberales demócratas, la gran patronal y los ideólogos y políticos de derecha abandonan rápidamente sus inhibiciones pasadas y proponen que Japón se desprenda de las reglas de la democracia de posguerra (sistema político surgido de una historia específica basado sobre los ideales de la democracia y de la paz) para transformar el Estado en un sistema de gestión de la crisis. Es cierto que el gobierno debe entonces referirse (aunque sea de la boca para afuera) a la cláusula de la paz de la constitución, cuando por ejemplo, afirma en los países del Sudeste asiático que Japón no se transformará en una gran potencia militar. Perocada año estas palabras pierden sentido debido al proceso regular y acumulativo de cuestionamiento de las conquistas democráticas de la posguerra. En esta progresión, cada paso parece escandaloso al principio, pero se transforma muy pronto en un hecho consumado y en el punto de partida del próximo paso.

La cuestión militar ha abierto una brecha que va agrandándose. En este terreno, en efecto, la política actual del gobierno (que pone en pie la séptima fuerza militar más importante del mundo y la alianza militar con Estados Unidos) contraviene abiertamente a las cláusulas constitucionales. Es así que el slogan precedente de defensa pasiva (que significa que las fuerzas armadas japonesas no librarán más que batallas defensivas y solamente en el territorio japonés) es poco a poco transformada en un nuevo concepto, aquel de la defensa del “mundo libre" que autoriza a Japón a emprender acciones militares para mantener la paz en Extremo Oriente bajo el comando de Estados Unidos.

Paralelamente el gobierno busca hacer entrar en las instituciones un sistema de estado de emergencia que le dará la posibilidad de ordenar una movilización de recursos humanos y materiales para tiempos de guerra. Los manuales escolares son revisados y corregidos para eliminar las críticas de las acciones criminales cometidas por ciertos trusts como por ejemplo el hecho de arrojar desechos de plomo y mercurio en el mar que ha causado la catástrofe de Minamata.

Los ministros concurren abiertamente al cementerio de Yasukuni. Desde Ohira la noción

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de Seguridad integral se transformó en la estrategia central del Estado.

Esta evolución hacia la derecha no es exclusiva de Japón, en un mundo donde los Reagan, los Thatcher, los Schmidt, están en el poder. Pero Japón se distingue de Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania del Oeste, en que su curso hacia la derecha estaba dirigido en el 80-82 por Susuki Senko, quien contrariamente a los otros mandatarios ha obtenido su puesto gracias a su mediocridad.

Ni carismático ni teatral, él ha obtenido logros gracias a su consigna de armonía". Hay diferencias más importantes todavía: aquí el proceso no hace más que reforzar las fuerzas de derecha y paraliza también las fuerzas tradicionales de oposición incluida la de los partidos.

Mientras que con su temeraria cruzada contra el Estado Benefactor y contra la Unión Soviética, Reagan provocó una gran manifestación de medio millón de trabajadores en el '81; mientras la política de Thatcher trajo consigo la radicaiización del Partido Laborista; mientras que los programas de Schmidt en favor de la energía nuclear y de la instalación de los Pershing II fueron combatidos por la movilización de centenares de miles de manifestantes y mientras que en Francia Giscard d'Estaing, que se apoyaba en los fascistas fue volteado por una coalición de centroizquierda, en Japón, por el contrario, el Partido Socialista, el más grande de la oposición, está al borde de la desintegración y el Partido Socialdemócrata juzga que el momento es bueno para convertirse en el campeón de la militarización, de la energía nuclear y del anticomunismo.

El Partido budista Komei, cuya consigna es: "Por un gobierno limpio", hasta hace algunos años proclamaba su oposición a la alianza con Estados Unidos y la constitución de fuerzas de autodefensa; ahora ha dado un vuelco y abandona la oposición para tratar de juntarse con la corriente política mayoritaria. Solamente el Partido Comunista japonés, diezmado desde hace largos años por sus posiciones reformistas, permanece fiel a sí mismo, pero está totalmente aislado.

El proyecto de unificación del frente del trabajo, que acaba de lanzarse, completa la descripción de esta situación: se trata de una tentativa de colocar a los obreros de la industria bajo el control total de la coalición de sindicatos de colaboración de clases de los grandes trusts.

Este cuadro muy sombrío desde el punto de vista de la lucha antiimperialista y anticapitalista no justifica sin embargo el pesimismo y por lo tanto la capitulación. Al conf rano nosotros afirmamos con Lenin que no hay situación sin su causa. Para encontrar la salida hay que estudiar el origen de la situación y su desarrollo comprendidas las debilidades subjetivas del movimiento popular de raíces históricas.

Preludio a la democracia de posguerra

El presente está regido por el pasado y el pasado inmediato que regía a Japón hoy día es toda una era que nosotros llamamos: Democracia de Posguerra.

Este término no se refiere a la democracia japonesa burguesa en general. Es un concepto histórico específico comparable a aquel de democracia de Weimar que describe la Alemania de posguerra de la Primera Guerra Mundial. Democracia de Posguerra es un

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término que no incluye, sin embargo, los turbulentos años que siguieron inmediatamente a la guerra.

El período de la inmediata posguerra fue caracterizado por el total poder de ocupación de Estados Unidos y por una situación potencial de rebelión revolucionaria de la clase obrera y del pueblo japonés.

Para desarmar al imperialismo japonés, su enemigo imperialista en el Pacífico, las autoridades de ocupación norteamericanas tomaron una serie de medidas de "democratización", algunas de las cuales alentaron al sindicalismo, la reforma agraria y la disolución de la Sambetsu.

La burguesía estaba en desbandada y el viejo aparato de Estado en parte paralizado. Aprovechándose de esta situación y de la actitud formalmente democrática de Estados Unidos, todas las fuerzas políticas reprimidas durante tantos años tomaron vuelo, entre ellas el Partido Comunista y el Socialista.

La Sambetsu

El movimiento obrero se extendió como el fuego en un pastizal seco. El crecimiento más rápido fue el de la Confederación de Sindicatos de Industria (Sambetsu), dirigido por comunistas que pasan de nada en el '45 a una organización de 1 .600.000 a fines del '46.

Una característica notable de esta precoz irrupción obrera de posguerra fue el control obrero sobre la producción con la creación espontánea de Comités de Taller.

Estos Comités se unieron a nivel regional y finalmente a nivel nacional para formar la Sambetsu.

Además de las reivindicaciones económicas contra el hambre y la inflación galopante, los trabajadores exigían la democratización de las empresas y en particular la abolición de la discriminación hacia los trabajadores “de cuello blando" y a ¡a supresión de los abusos de los tiempos de guerra.

Los propietarios y los dirigentes de las fábricas que hablan acumulado enormes stocks de materiales cuyos precios se evaporaban día a día, se rehusaban a menudo a hacer funcionar sus fábricas. En estas empresas los trabajadores tomaron el poder y volvieron ellos mismos a poner la producción en marcha, poniendo a los directivos bajo su control.

Aún allí donde no hablan tomado las fábricas en sus manos los trabajadores crearon dentro de las firmas situaciones tales que podrían llevarlos fácilmente al control de la producción.

Fuera de la fábrica el control popular sobre la alimentación y sobre el sistema de racionamiento a nivel comunal se extendía rápidamente. Las manifestaciones políticas de centenares de miles de trabajadores se juntaban al principio en el Palacio Imperial para luchar contra el hambre y exigir sanciones contra los crímenes de guerra.

El gobierno japonés, que con el apoyo de su ocupante norteamericano operaba principalmente sobre la base de la vieja administración burocrática del estado imperial

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japonés, tomó rápidamente una actitud dura en relación a estos alzamientos populares, declarando ilegal el control de la producción.

Los trabajadores tomaron entonces la ofensiva, lanzando olas de huelgas en la industria. El conjunto del movimiento obrero organizado que había alcanzado cerca de 5.000.000 de miembros cierra las fábricas y prepara una huelga general de naturaleza explícitamente política para el 1 de febrero de 1947.

Si esta huelga se hubiera llevado a cabo, habría desencadenado una crisis nacional y habría alcanzado al régimen mismo.

Este período de alza obrera no dura más que dos o tres años.

Con el comienzo de la Guerra Fría y con el Ejército Popular de Liberación chino, que dirigía Mao, extendiéndose sobre el continente, el gobierno de ocupación de Estados Unidos cambia su política y decide utilizar a Japón y al capitalismo japonés como la vanguardia en la cruzada anticomunista y antirrevolucionaria en Asia.

El puntapié inicial fue quebrar la huelga general convocada para el 1 de febrero del '47. Se esperaba que esta huelga general, proyectada por los trabajadores públicos y privados, derribara al gabinete reaccionario de Yoshira y que condujera al establecimiento de un gobierno del pueblo.

Pero las fuerzas de ocupación de Estados Unidos impidieron que se produjera. En la víspera de la huelga, el Gral. Douglas MacArthur, comandante supremo de las fuerzas armadas de ocupación de Estados Unidos, la prohibió en una brutal declaración.

Los socialistas en el gobierno

La situación económica de los trabajadores se tomó rápidamente desesperada y los sindicatos de las ramas industriales continuaron su lucha pese a la ineficaz dirección socialista-comunista, haciendo frente de esta forma a la intervención de Estados Unidos y a la represión policial japonesa.

Esta lucha encontró su expresión política en la victoria electoral del Partido Socialista en el '47, que formó un gobierno de coalición con un primer ministro socialista.

La acumulación del capital fue facilitada en este período. por el programa gubernamental de producción "oblicua"; que inyectaba los fondos producidos por la emisión de bonos flotantes (descontados por el Banco de Japón), en los monopolios del carbón, el acero, los fertilizantes y la construcción naval.

La producción "oblicua", aunque adaptada por el gobierno socialista, sirvió para reforzar a los monopolios y para despojar a las masas combinando el juego de la inflación y las exhortaciones al cese de las huelgas.

Es por eso que el gabinete de coalición con los socialistas se hundió ante una ofensiva obrera masiva.

La desilusión de las masas dio en las elecciones siguientes 3.000.000 de votos y 35 bancas en el parlamento nacional al Partido Comunista. Un resultado significativo en relación a los 5 escaños que había obtenido en la elección anterior.

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Sin embargo después de la prohibición de la huelga del '47 y de la Guerra Fría, el programa anticomunista y antiobrero de la ocupación de Estados Unidos, se aceleró. Los reaccionarios japoneses comenzaron a tomar confianza.

La ocupación norteamericana lanzó una "purga roja" que afectó a decenas de millares de comunistas y de simpatizantes en las empresas y en los periódicos. Las huelgas en el sector público fueron prohibidas por una legislación especial. En la víspera de la guerra de Corea que estalló en junio de 1950, el Partido Comunista estaba prácticamente fuera de la Ley y la libertad de expresión y de reunión habían sido suprimidas.

Es en esta atmósfera represiva que la guerra de Corea se desencadena.

Una segunda fase se abre en el '49 con la imposición por el gobierno de Estados Unidos de un programa de extrema austeridad.

El llamado Plan Dodge, este programa tenía por objetivo el equilibrio del presupuesto del Estado, el aumento drástico de los impuestos y la entrega obligatoria del arroz por parte de los campesinos, la construcción de industrias clave elegidas por Estados Unidos.

La política de deflación generalizada provocó una ola de quiebras y de desocupación y los monopolios debieron cerrar sus fábricas improductivas y desembarazarse de los trabajadores excedentes.

Pero la austeridad fiscal fluye extremadamente laxa hacia el sistema financiero privado: la banca japonesa ofreció generosos créditos a los bancos de ciudades y aquellos a su vez otorgaron liberalmente préstamos a monopolios seleccionados.

Los trabajadores respondieron a los despidos con una violenta contraofensiva, sobre todo en el sector privado donde las restricciones de presupuesto habían traído despidos masivos.

La ocupación de Estados Unidos utilizó a sus fuerzas armadas para reprimir directamente a los huelguistas. Finalmente en el '49, en el momento más fuerte de la lucha de los ferroviarios contra 100.000 despidos, fueron montadas tres grandes provocaciones. La muerte misteriosa del presidente de los ferrocarriles y dos casos sucesivos de descarrilamiento crearon una atmósfera anticomunista catastrófica y provocaron el desarraigo y aislamiento del movimiento obrero.

Este fue un golpe terrible para la Sambetsu.

La guerra de Corea, un don del cielo para el capitalismo japonés

La guerra de Corea estalló en 1950 y fue precedida de hecho por la ilegalización del Partido Comunista que entró en la clandestinidad.

El primer ministro monárquico conservador Yoshira Shigeru, en el poder durante la mayor parte del período de ocupación, recordaría más tarde que la guerra de Corea había sido un don del cielo para el capitalismo japonés.

Estados Unidos invirtió 23.000 millones de dólares en gastos militares. Las fuerzas de ocupación ordenaron que las fábricas de armamentos cerradas algunos años antes bajo

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su orden, fueran. puestas en servicio a plena capacidad productiva. Las fábricas de Sasebo, en Kiushu Yokusoka cerca de Tokio, y todas las bases militares fueron rehabilitadas para la sucia guerra de Corea.

Se reprimió al movimiento obrero y a los obreros de las principales fábricas de municiones que debieron trabajar bajo la supervisión directa de los norteamericanos. Los miembros del movimiento antibélico fueron arrestados y aún llevados ante tribunales militares. Desde el comienzo de la guerra el Gral. MacArthur ordena la creación de un nuevo ejército japonés de 75.000 hombres, llamado en un primer momento "fuerza de reserva" de la policía nacional, violando así la nueva Constitución de renuncia a la guerra que él mismo había impuesto hacía unos pocos años a la clase dirigente japonesa, quienes no querían esta limitación.

La prohibición que pesaba sobre los políticos y los empresarios militaristas fue derogada por la autoridad ocupante y los militares de Estados Unidos reclutaron a los grandes criminales de guerra, como el viejo equipo de las fuerzas armadas japonesas encargado de la guerra bacteriológica y a los miembros del servicio de espionaje, a fin de que participen en la guerra contra el pueblo coreano.

El capitalismo japonés, en otro tiempo jaqueado por el ascenso de la lucha de clases, adquiere nueva vida nutrido por la sangre de 2.000.000 de coreanos muertos en su propio país.

Durante este preludio de la democracia de posguerra se desarrolló un movimiento obrero politizado que llegó a la confrontación con el poder político de la ocupación de Estados Unidos y sus auxiliares japoneses.

Este movimiento se caracterizó desde sus comienzos por una fuerte espontaneidad de los trabajadores a nivel de la base. Este impulso no fue canalizado por los partidos políticos ni utilizado por sus campañas. Los despidos fueron su fuerza motriz y la consigna "arroz y trabajo" sus objetivos inmediatos. Vistas en su conjunto las luchas de este período tenían potencialidades revolucionarias. Englobaban las luchas económicas, sociales y políticas, y ligaban entre ellas las luchas a nivel de fábricas, de las industrias y del país entero.

En cuanto a la burguesía japonesa, fue su primera confrontación en semejante escala con el proletariado. Esta primera experiencia fue una pesadilla, que ella describe sucintamente como: La pérdida del poder en nuestras propias fábricas"~ La consigna que sintetizaba la estrategia de la burguesía después de 1952, fue entonces: "Recuperar el derecho a dirigir".

La pérdida del poder en sus lugares de trabajo asociada con los recuerdos "horrorosos" de los Tribunales Populares, se transformó en la obsesión de la burguesía japonesa, una obsesión que sería más tarde el corazón de su política para controlar al movimiento obrero.

Esquema del reglamento

Surgieron algunos de los factores que harían emerger la democracia de posguerra en

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este período.

1) El tratado de Paz de San Francisco, inseparable del tratado de Seguridad nipón-americano.

2) El Sohyo con sus consignas pacifistas ligadas con el ala izquierda de los socialistas.

3) La Constitución de la Paz, coexistente con el renacimiento de una fuerza militar japonesa fuertemente mercenaria.

4) El renacimiento del capitalismo japonés.

El Sohyo tiene un origen tortuoso. Nace en julio de 1950, 16 días después del inicio de la guerra de Corea, promovido por las autoridades de ocupación. Antes, durante el período de represión anticomunista precedente a la guerra de Corea, los miembros no comunistas y anticomunistas de la Sambetsu (que luchaban contra el monopolio y el control burocrático ejercido por el Partido Comunista de Japón bajo la dirección de la Sambetsu), habían formado una liga de democratización, llamada Mindo y comenzado a minar la Sambetsu desde su interior. La amplia purga roja del 49 y el despido de los 100.000 trabajadores de los ferrocarriles nacionales habían debilitado terriblemente a la combativa Sambetsu y sus efectivos pasan de más de 1 .000.000 a 300.000. Las fracciones de la Mindo dentro de la Sambetsu, los sindicatos anti y no comunistas de la Confederación del Trabajo (Sodomei), y otros sindicatos anticomunistas emprendieron una acción concertada desde el lanzamiento de la guerra de Corea: fundaron el Sohyo, bajo el principio del sindicalismo libre, soporte de las fuerzas de la ONU, de hecho de Estados Unidos, en Corea, la CIOSL y su política mundial.

Alrededor del '51 la Sambetsu estaba prácticamente muerta y el número de adherentes reducido a 50.000.

Pese a este origen nauseabundo el Sohyo se transformó pronto en algo totalmente diferente. Después de un año de su fundación presentó un programa contra la estrategia de guerra de Estados Unidos y una política de lucha de clases.

Bajo la férula de una clase capitalista revanchista, las condiciones de los trabajadores japoneses eran tan insoportables que la colaboración de clases se había transformado en inaceptable.

La guerra de Corea, solamente cinco años después de la experiencia devastadora de la II Guerra Mundial aguijonea los sentimientos pacifistas de la opinión pública pese a la severa represión.

Finalmente la dirección del Sohyo incluiría no solamente a los anticomunistas sino también a los marxistas, entre ellos al secretario general Takano Minorú, quien había sido miembro de una tendencia del movimiento comunista japonés en la preguerra.

En 1951, el Segundo Congreso del Sohyo adopta los cuatro principios de Paz.

1) Tratado de Paz completo con todas las fuerzas aliadas (contrariamente al esquema de Estados Unidos que excluía a la URSS, a China comunista y otros países del Asia);

2) Neutralidad de Japón en la guerra de Corea y en la guerra fría en general;

3) Rechazo a que los americanos utilicen las bases militares japonesas, y

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4) Oposición al rearme de Japón.

El Partido Comunista semiclandestino adopté un nuevo programa de lucha armada por una revolución democrática nacional, pero fue para descubrir que esta estrategia tan costosa era inaplicable. Sin embargo, las comunidades de pescadores y de campesinos tocadas por las operaciones militares de Estados Unidos organizaron una valiente resistencia ayudados por los estudiantes y los obreros del Sohyo.

Los cuatro principios arriba mencionados, reflejaban sentimientos antiguerra y pacifistas compartidos por un amplio sector de la opinión pública.

Entretanto, el problema del Tratado de Paz se había transformado en un tema de interés nacional. John Foster Dulles, Secretario de Estado norteamericano, promotor de la guerra fría, era el arquitecto del esquema en el que Japón no debía hacer la paz más que con los países aliados de Estados Unidos y transformarse en la retaguardia de Estados Unidos en el Extremo Oriente.

El tratado de Paz y el tratado de seguridad nipón-americano, fueron firmados en bloque en una atmósfera de descontento y de crítica.

Fue un paso estratégico que afecté todo el desarrollo ulterior de Japón. Los dos tratados tomados en su conjunto estipulan:

1) La libre utilización de las bases militares japonesas por Estados Unidos.

2) El desmembramiento de Okinawa de Japón y su puesta bajo la dominación directa de Estados Unidos (Okinawa es un trampolín de la estrategia de Estados Unidos).

3) El fin de la ocupación.

El primer ministro Yoshida que firma esos tratados envía una carta separada a Dulles en la que promete que Japón consideraría el Kuomintang de Taiwán como el único representante legítimo del pueblo chino.

Es en estas condiciones que Japón recobra su independencia el 28 de abril de 1952. Tres días más tarde, 100.000 trabajadores y estudiantes manifiestan en Tokio el día de la fiesta del trabajo enfrentándose a la policía antimotines frente al Palacio Imperial quemando coches americanos para expresar su indignación contra el curso inquietante impuesto a Japón por Estados Unidos y por Yoshira.

La democracia de posguerra y su cara y ceca. El acuerdo de complementación

Los dos decenios de democracia de posguerra evolucionaron a partir de estos factores. A la manera de Antonio Gramsci, se podría llamar a la democracia de posguerra un bloc histórico combinando bases y superestructuras en un todo orgánico y concreto.

En la base de ese bloque histórico se encuentran tres factores.

1) El crecimiento extraordinariamente rápido y sostenido de la economía.

2) Las relaciones políticas y militares con Estados Unidos.

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3) Un modelo de funcionamiento interior y de relaciones entre las clases determinado por los dos primeros factores.

Todos estos factores son elementos históricos concretos que tuvieron un comienzo y entonces tendrán un fin. La democracia de posguerra con todas sus particularidades no se puede disolver en conceptos suprahistóricos, tales como "la cultura japonesa" o la ~cultura del consenso" desarrollado por observadores occidentales racistas. En el centro de esta formación histórica se encuentra la alianza de la burguesía japonesa con Estados Unidos.

Con la derrota del imperialismo japonés, las clases dirigentes japonesas, principalmente la burguesía, se encontraron frente a una tarea difícil: reconstruir un Japón capitalista a partir de las cenizas y de los desechos. ¿Cómo lograrlo? Las fuerzas productivas estaban devastadas y todas sus viejas colonias se les habían ido. Por otro lado, después de su experiencia traumática el pueblo no quería morir por el emperador ni por "salvar a la patria". Entonces, ¿por dónde comenzar? Era una situación enteramente nueva para la burguesía japonesa que se había desarrollado desde la época de la revolución Meiji en 1868, bajo la protección poderosa del sistema superestructural imperial en la que la fuerza militar y el culto al emperador iban a la par del chovinismo.

Despojada de la parte más grande de ese sostén superestructural y confrontada con la determinación de Estados Unidos de no permitir a Japón transformarse en su rival imperialista, la burguesía japonesa no podía comenzar inmediatamente a reconstruir su propio poderío superestructural imperialista.

La elección estratégica fue acordar una alianza militar y política con Estados Unidos a fin de que el capitalismo japonés pudiera desarrollar su economía y reformar la base económica de su imperio sin el fardo de una superestructura imperial propia.

El control militar, político y económico de Estados Unidos, gendarmes del mundo sobre la vasta región que domina el capitalismo, en particular en Asia, serviría de paliativo para las lagunas superestructurales del capitalismo japonés.

Podemos entonces calificar a este sistema como de estrategia de complementación superestructural del imperialismo japonés de posguerra.

Por parte de Estados Unidos, esta estrategia, por lo menos durante los primeros años de posguerra, impide a Japón transformarse en un rival imperialista independiente.

Estados Unidos tenía igualmente interés que se desarrolle una economía capitalista próspera en la periferia del continente asiático en plena revolución. A partir de 1947 la Secretaría de Estado de la Defensa declararía que su país ha decidido establecer en Japón una democracia liberal fuerte y estable que pudiera servir de obstáculo a un nuevo totalitarismo que surgía en Asia". En el plano económico, una economía capitalista floreciente en el archipiélago japonés constituía un vasto mercado para las mercancías de Estados Unidos, a saber: productos agrícolas, petróleo controlado por las grandes compañías y productos manufacturados.

Por otro lado, a cambio de este papel, Estados Unidos estableció firmemente su derecho a utilizar militarmente a Japón para la guerra fría. Hasta el presente continúan utilizando la capacidad industrial y las bases militares de Japón, los servicios de calidad de los trabajadores japoneses, la ventajosa ubicación geográfica del país y en menor grado su fuerza militar recreada, para sus propios objetivos. Okinawa, que retorna a la

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administración japonesa en el '72, es siempre la base militar más grande de Estados Unidos en el extranjero y el pivote de la estrategia del Pentágono en el Extremo Oriente.

Pese a los movimientos recientes de los políticos de Estados Unidos que consideran que Japón se aprovecha gratuitamente de los esfuerzos militares norteamericanos, este arreglo era un acuerdo bilateral de complementación en beneficio de los grupos dirigentes imperialistas de los dos países durante el periodo concreto de la historia de posguerra. Este arreglo específico determinó la formación política japonesa.

Las relaciones exteriores del país fueron ampliamente delegadas en Estados Unidos, por lo que la diplomacia japonesa no fue más que el eco del Departamento de Estado durante largo tiempo.

Las Fuerzas de Autodefensa japonesas, impresionantes en cantidad y en equipo, permanecieron esencialmente como fuerza mercenaria operacional, como parte integrante de las fuerzas armadas de Estados Unidos.

Pero gracias a esta delegación de importantes funciones superestructurales, la clase dirigente japonesa fue salvada de las tensiones domésticas peligrosas que hubieran nacido si Japón habría debido, por ejemplo, llevar adelante las guerras contrarrevolucionarias de Corea y Vietnam.

En otras palabras, la clase dominante japonesa pudo proclamar gracias a esta complementación, que Japón era un país pacífico y una sociedad democrática constitucional en una región del mundo en donde la revolución y la contrarrevolucion se combatían sin piedad.

El acuerdo de complementación significó sin embargo que este "desarrollo pacífico' esta "democracia constitucional", no fueran jamás auténticas.

Su premisa inmediata fue la alianza militar con Estados Unidos en un momento en que la máquina de guerra de ese país se desencadenaba en Asia. En ningún momento desde los primeros pasos, esta democracia constitucional actuó de manera independiente, de forma separada de la máquina de guerra de Estados Unidos. Pero al mismo tiempo en que sucedía esta ilusion de un desarrollo pacífico para el campo progresista, la complementación traía consigo una crisis de identidad crónica para las clases dirigentes a la cual nos referiremos más adelante.

La democracia de posguerra. Progresistas contra conservadores

Año 1955: El comienzo

Se admite generalmente que en 1955 la democracia de posguerra se impone como sistema estable de dominación interior de Japón. Muchos factores convergieron en este año para anunciar una nueva era:

1) El restablecimiento de la economía japonesa a su nivel más alto de preguerra.

2) La fusión de los partidos conservadores Liberal y Demócrata en un solo partido conservador, el Partido Liberal Demócrata (PLD), que debía transformarse en el partido del poder permanente en Japón, ya que no lo abandonó ni lo compartió con otro partido desde esa fecha.

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3) La unificación de los partidos socialistas de derecha y de izquierda para formar el Partido Socialista de Japón llamado a transformarse en el principal partido de oposición al gobierno del Partido Liberal Demócrata.

4) La unificación del Partido Comunista por un compromiso entre fracciones rivales sobre la base de la elección de una orientación parlamentaria.

5) La creación por la patronal del Centro de la Productividad japonés que tenía por objeto promover campañas drásticas de racionalización en las industrias.

6) El lanzamiento de una campaña de primavera Shunto anual por el aumento de salarios por la nueva dirección del Sohyo que había reemplazado la de Takano Minoru.

7) La aparición de un gran movimiento popular contra las armas atómicas sobre la base de la experiencia de Hiroshima y Nagasaki, y el ensayo de una bomba de hidrógeno norteamericana en el Pacífico en 1945, ensayo que había afectado a los pescadores japoneses.

Estos acontecimientos merecen ser resaltados porque representan los a factores sociopolíticos y por lo tanto la combinación que lleva a caracterizar las décadas siguientes. Desde el punto de vista político, la forma de enfrenla tamiento que se desarrollaba consistía en un combate entre el Partido Liberal Demócrata en el poder, que disponía de la mayoría parlamentaria, y el Partido Socialista aliado al Sohyo y ligado por una colaboración inestable al Partido Comunista, dentro de un reagrupamiento que habría de constituir la más grande fuerza de oposición. Los socialistas, los comunistas y el Sohyo, a los que se habían unido los intelectuales progresistas, constituían el llamado campo progresista".

El Partido Liberal Demócrata con su vasto reservorio de clientes rurales y ¡a urbanos formaba "el campo conservador".

Las cuestiones políticas que separaban los dos campos concernían sobre todo a la paz y la democracia. Los conservadores hacían alharaca con su alianza con Estados Unidos, mientras que los progresistas la descartaban porque esta alianza militar y la presencia de las bases de Estados Unidos arriesgaban al Japón a verse metido en otra guerra. Los conservadores deseaban reforzar las fuerzas de autodefensa afirmando que Japón debía dotarse de los medios para defenderse, mientras que los progresistas creían que la existencia de un ejército japonés violaría la Constitución y alentarían a que resucitara el militarismo. Los conservadores estaban enojados por las cláusulas de la Constitución que concernían a los derechos democráticos y de paz, y nada satisfechos con la Constitución de posguerra. Los progresistas, por el contrario juraban defender a la vez los derechos democráticos y la Constitución. El Partido Socialista había elegido como consigna "la neutralidad desarmada" mientras que el Partido Liberal Demócrata explicaba que la paz había sido comprada a un precio: la alianza militar nipón-americana con el apoyo de las fuerzas militares japonesas. El Partido Comunista no veía la Constitución con el mismo criterio. No aceptaba en principio la noción de autodefensa nacional y no sostenía, por lo tanto, el Artículo 9 de la Constitución. El Partido Comunista condenaba también el sistema imperial que la Constitución había preservado bajo una forma benigna. Sin embargo siempre estuvo alineado con el Partido Socialista cuando se trató de resistir las tentativas del Partido Liberal Demócrata de revisar la Constitución. Los conservadores aprovechaban cada ocasión que podían para reforzar el rol del emperador. Los progresistas interpretaban cada maniobra en ese

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sentido como una nueva prueba de que el Partido Liberal Demócrata quería devolver el país a los días de preguerra.

Todas estas cuestiones eran fundamentales. Siendo tan fundamentales, la diferencia que separaba a los dos campos aparecían como insalvables. Cada vez que el gobierno tomaba medidas francamente belicistas o antidemocráticas como por ejemplo en el '60, el campo progresista se mostraba capaz de movilizar millones y de infligir serios golpes al Partido Liberal Demócrata.

Pero el elemento decisivo que marcó su compromiso durante este período de la democracia de posguerra fue el crecimiento rápido y sostenido del capitalismo que segregaba y difundía el mito del bienestar mediante el crecimiento industrial y el progreso económico. A medida que ese mito se apoderaba de la imaginación de los trabajadores, el movimiento obrero fue conducido a darse por satisfecho con compartir con el capital los frutos del crecimiento bajo la forma de aumentos de salarios. Esto desarmé progresivamente a la clase obrera, al tiempo que debilité su determinación y capacidad de resistir a las campañas incesantes de racionalización.

En realidad, al principio del período de la democracia de posguerra reinaba una atmósfera de euforia y grandes esperanzas. Se recordaba con amargura el hambre y la falta de viviendas, la desocupación, la inflación continua y la crueldad de la guerra que prevalecía hasta pocos años antes. Este clima alimentaba ciertas consignas pacifistas del Partido Socialista pero también la esperanza exacerbada de días mejores, si el crecimiento económico pudiera ser mantenido.

Este antagonismo entre los "progresistas" y los "conservadores" tiñó todo el período de la democracia de posguerra. Para comprender los elementos profundos que dieron su configuración a este período es necesario examinar sucesivamente a cada uno de los dos campos y tratar de comprender qué les permitió alcanzar un equilibrio. Este equilibrio dinámico se caracterizó por las fricciones y explosiones puntuales y estuvo lleno de hostilidades. Sin embargo aquí nos limitaremos a analizar las corrientes profundas a fin de desmenuzar mejor las características del período 1955 a 1973.

Un Interludio

Lo que mejor ilustra la naturaleza de la lucha de clases en el período de la democracia de posguerra es ¡a ofensiva obrera de la primavera lanzada por el Sohyo por primera vez en 1955.

Por otro lado para comprender cómo se llega a estas campañas de primavera es conveniente que tratemos brevemente la prueba de fuerza preliminar entre el capital y el trabajo que marcó el comienzo de esta era de crecimiento económico rápido.

La burguesía japonesa envalentonada por la infusión de dólares americanos, los subsidios del Estado y el sostén del Estado Mayor Americano (SCAP) intentó refundar su poder, "matando" al movimiento obrero en el taller. Esto empujó a los trabajadores a una larga y tenaz resistencia. Los cinco primeros años del Sohyo bajo la dirección de Takano encarnan esta resistencia. El período que va del '52 al '54 fue marcado por toda una serie de grandes conflictos industriales.

La lucha de los 7600 obreros de la Nissan (Datsun) fue una prueba de fuerzas feroz

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entre el capital y el trabajo. El sindicato de trabajadores de la Nissan era el bastión de la Federación de Trabajadores del Automóvil, llamado Zenji. Dotados de poderosos Comités de Taller, bien implantados en la base, los obreros de Nissan rechazaron el aumento de los ritmos de producción, las horas suplementarias y obligatorias y la rotación del personal sin el consentimiento sindical ordenados por la dirección patronal. Pero los patrones de la Nissan estaban decididos a quebrar ese poder obrero en el taller para abrir la vía a la primera ola de racionalización en el '53.

Gracias al apoyo de las grandes corporaciones patronales resucitadas, la dirección de Nissan pudo utilizar una larga gama de métodos como: lock out, arrestos, procesos judiciales, amenazas físicas, violencia, y coimas, con el objetivo de dividir las filas obreras y romper su organización. El sindicato amarillo, y sus "tropas" de asalto estaban dirigidos por Shioji lchiro, uno de los campeones de la campaña reaccionaria de la reorganización sindical en curso hoy día.

El sindicato de obreros de la Nissan resistió bravamente pero sucumbió finalmente frente a la desigualdad de medios. El poderoso Zenji también fue disuelto poco después.

Las batallas prolongadas contra la patronal, fueron también llevadas a cabo por la Federación de Trabajadores de la Energía Eléctrica (Densan), y la Federación de Minas de Carbón (Tanro). Los trabajadores de Densan, organizaron huelgas que comprendían cortes de corrientes durante muchos meses. De todas maneras fueron vencidos. Por el contrario la Tanro, sobrevivió al calvario de una huelga de 113 días lanzada en las minas de carbón para impedir el despido del 12% de sus miembros y conservé su influencia en las minas.

La primera campaña de racionalización alcanzó su punto culminante durante la recesión que siguió al fin de la guerra de Corea. En las siderúrgicas el fabricante de armas japonés Nippon Steel (Nikko) decide despedir 1 .000 obreros. Esta medida desencadena una resistencia encarnizada, no solamente de los trabajadores sindicalizados sino también de sus familias y de toda la comunidad de la población de Muroran en la Isla de Hokkaido, pero nuevamente la dirección logra al fin de cuentas dividir al sindicato y desmantelar la huelga.

La dirección de Takano respondió a la ofensiva del capital transformando toda la comunidad de los alrededores de las fábricas estratégicas, en fuerzas efectivas capaces de vencer los intentos de despidos. Esta táctica fue bautizada con la consigna: "Toda la ciudad y toda la familia en lucha".

La dirección de Takano sentó las bases del modelo para las luchas políticas ulteriores por la paz y la democracia. Cuando el gobierno intentó imponer su ley contra las actividades subversivas, en realidad contra las. acciones de masas en 1952, el Sohyo apoyado por los estudiantes y los intelectuales, inició una serie de huelgas generales que derrotaron la ley.

Pero durante este breve interludio de la lucha de clases de posguerra, la clase obrera japonesa no asenté ningún golpe duradero contra la burguesía renaciente. Takano, derrotado en el V Congreso del Sohyo, debe renunciar a la dirección. Le suceden Ohta Kaorú e lwai Akira. Ohta, de la Federación de Trabajadores de la Industria Química Sintética asumió la presidencia, e lwai de la Federación Nacional de Trabajadores Ferroviarios, la secretaría general.

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El Sohyo y la campaña de primavera

Esta nueva dirección aceptó la derrota sufrida en la era de Takano como un hecho consumado. En lugar de retomar el terreno perdido por los obreros en el taller, se orienté hacia una línea de menor resistencia. La “lucha industrial unida" se transformó en la nueva línea política y la campaña de primavera anual en la nueva estrategia del movimiento obrero. La "lucha industrial unida" significaba que los trabajadores afiliados a las mismas Federaciones sindicales de rama de la industria acordarían las acciones para mejorar las fuerzas para lograr mejores condiciones de trabajo y ante todo mejoras salariales. La campaña de primavera significaba que esas acciones por rama de la industria serían coordinadas y realizadas simultáneamente en una fecha dada del año, de marzo a mayo. Se decía que así la clase obrera podría manifestarse como fuerza social unida y visible. Pero la acción industrial unida no significaba que los aumentos de salario serían negociados con las federaciones patronales correspondientes. Como la mayoría de los sindicatos del Sohyo estaban organizados sobre la base de empresas (firma o sociedad) y las Federaciones Sindicales Industriales no eran sino órganos de coordinación de los sindicatos de empresa, cada sindicato debía llevar adelante la negociación con los patrones de cada empresa. El logro global de la ofensiva dependía entonces de la capacidad de coordinación de la dirección del Sohyo.

Los sindicatos considerados suficientemente fuertes como para imponer a sus patrones acuerdos salariales favorables fueron elegidos para llevar adelante la ofensiva. Por regla general la dirección de cada sindicato elaboraba sus reivindicaciones dentro de los márgenes establecidos por la dirección del Sohyo y más tarde por el Comité de Lucha de la Primavera, llamado Shunto, que incorporaba a otros sindicatos. Antes de presentar estas reivindicaciones a la dirección de las empresas se pedía a los miembros del sindicato que votaran la huelga en caso en que las reivindicaciones fueran rechazadas. La negociación se realizaba de entrada bajo la amenaza de la huelga y en los primeros años del Shunto las huelgas eran iniciadas y repetidas hasta que se recibía una oferta satisfactoria. Cuando el sector precursor ganaba un aumento de salarios satisfactorio, los otros sindicatos hacían pie en este precedente para lograr sus propias demandas.

Los funcionarios y trabajadores del sector público que constituían la mayoría de los adherentes al Sohyo no tenían derecho de huelga. Los ferroviarios, carteros y docentes del sindicato de maestros de Japón tuvieron que recurrir a tácticas de trabajo a reglamento y más tarde a huelgas ilegales. Uniéndose a la campaña de primavera podían obtener las ventajas obtenidas por los trabajadores del sector privado.

Esta fórmula revelará un gran valor pragmático y la participación de los trabajadores industriales creció de año en año.

Pero como el Sohyo lo admitió de buen grado, la eficacia de la campaña de primavera dependía en gran medida de los mecanismos del mercado de trabajo. La industria japonesa estaba en plena expansión y a mediados de los años '60 hasta la mano de obra rural había comenzado a escasear, provocando una gran carencia de trabajadores. Como las grandes sociedades casi monopolizaban el reclutamiento de los jóvenes que llegaban al mercado de trabajo cada año, la falta de mano de obra pesaba muy particularmente sobre gran cantidad de pequeñas y medianas empresas. Inmersas en la carrera para el reclutamiento de los jóvenes trabajadores, aún las pequeñas empresas se veían obligadas a aumentar los salarios cada vez que la Shunto arrancaba una concesión a la gran

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patronal.

El éxito de las Shunto reforzaba la posición del Sohyo y su prestigio general en la sociedad.

La Confederación Patronal de Japón, (Nikkeiren), especialmente creada para contrarrestar estas ofensivas del movimiento obrero, elaboraba y aplicaba cada año una estrategia anti Shunto, fundada en diversas justificaciones "teóricas".

Así, aunque el movimiento obrero japonés fuera estructurado alrededor de las empresas, el Shunto había logrado crear un enfrentamiento entre el trabajo y el capital.

Hay que agregar con toda objetividad que el crecimiento económico de Japón había contribuido a hacer del Shunto un arma eficaz del movimiento obrero.

Pese a las grandes maniobras del Nikkeiren, el salario real de los trabajadores japoneses continúa aumentando durante los años '60.

La ironía reside en que estos aumentos de salarios aceleraron precisamente las presiones para una rápida renovación de la maquinaria industrial y de una racionalización [flexibilización] general.

El capital se vio compelido a pasar de la explotación de la plusvalía absoluta a la de la plusvalía relativa.

Construía nuevos complejos, reorganizaba el proceso del trabajo, introducía máquinas nuevas y acrecentaba así la productividad del trabajo.

De hecho durante el curso de los años '60 el índice de la productividad del trabajo creció más rápido que el índice de los salarios reales.

En este contexto el Shunto centrado sobre la cuestión salarial obtuvo el efecto de empujar al mejoramiento de la competitividad al capitalismo japonés.

La dirección Ohta-lwai y sus sucesores eran más economicistas y menos orientados hacia la lucha política que la dirección Takano.

Ohta e Iwai provenían del movimiento de izquierda Mindo, "Lucha por la Democratización", en tanto que Takano provenía del ala izquierda de la Sodomei.

La izquierda Mindo producto original de la democracia de posguerra se distinguía claramente de las corriente socialdemócrata de derecha. Durante el transcurso del primer Shunto, estos últimos habían ya dejado el Sohyo para formar su propia Confederación Sindical.

Cuando el Sohyo fue creado en 1950, los sindicatos influenciados por la izquierda Mindo que estaban dentro de la Sambetsu, y de la Sodomei, se unieron, pero desde 1951 las fracciones de derecha de la Sodomei, aliadas al Partido Socialista de derecha rehusaron disolver sus organizaciones y se retiraron del Sohyo.

Como consecuencia, con la derrota de los trabajadores de la Energía Eléctrica, la Den San, otros cuatro sindicatos de derecha, entre ellos la Federación Textil, Sen Sen, y la Federación de Sindicatos Marítimos, hicieron lo mismo.

En 1954 estos sindicatos establecieron un centro de enlace independiente llamado

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Zenro, que debía transformarse en el Congreso del Trabajo de Japón, Domei. Estrechamente aliados al Partido Socialista Democrático que era una escisión de derecha del Partido Socialista de Japón, y aprovechándose del sostenimiento de la patronal, la Confederación Domei trabajó abiertamente en la creación de los sindicatos por empresa para lograr la escisión de los sindicatos afiliados al Sohyo.

La izquierda Mindo aliada al Partido Socialista no compartía la visión del mundo anticomunista de la Domei y de los socialistas democráticos.

El Partido Socialista comprendía diversas corrientes ideológicas que iban del fabiantsmo al marxismo, pero la dirección del Partido Socialista y la del Sohyo sentían generalmente simpatía por el campo del socialismo existente. Esto provenía en parte de su necesidad de responder a la estrategia americana de la guerra fría. Era también el reflejo de que esta ala de la social-democracia japonesa se había ramificado desde los primeros días de la Comintern a partir del movimiento comunista, mientras que en Europa los comunistas habían roto con los partidos socialdemócratas, ya bien integrados a la sociedad capitalista.

Sobre este fondo ideológico el Sohyo hacía alarde de su neutralidad en la escena del movimiento obrero internacional (si bien ciertos sindicatos del Sohyo estaban afiliados a la CIOSL) y algunos a la Federación Sindical Mundial, y cultivaban sus lazos con los países Socialistas. En razón de esta toma de posición original el Partido Socialista japonés y el Sohyo, fueron ampliamente considerados por el movimiento sindical internacional y la internacional Socialista como una fuerza de izquierda.

El Partido Socialista y el campo progresista

El Partido Socialista de Japón vocero reconocido del campo progresista sacaba sus fuerzas de dos fuentes.

En el plano organizativo se apoyaba en el Sohyo y al mismo tiempo gozaba del apoyo moral y político de decenas de millones de trabajadores japoneses no organizados que amaban la paz después de la amarga experiencia de la guerra y buscaban defender la democracia contra todo resurgimiento del fascismo o del militarismo. La base popular del campo progresista llegó en cierto momento a abarcar a la tercera parte de la población japonesa.

Los intelectuales progresistas, animados por los mismos sentimientos influenciaron este campo con sus declaraciones sobre el futuro de la nación en momentos políticos cruciales. Pero como el Sohyo mismo funcionaba como una red semipolítica independiente y el amplio campo popular permaneció muy desorganizado, el Partido Socialista no logró jamás construir una organización eficaz propia.

El contraste es notorio entre los 10 millones de votos que obtenía en las elecciones y las cifras de sus adherentes que jamás excedió los 50.000.

La historia del Partido Comunista japonés merece un estudio particular pero la evolución general del Partido desde el período de fuerte crecimiento económico fue hacia el parlamentarismo acompañado de una actitud sectaria en relación a otros grupos de izquierda. En el curso de esta evolución el Partido se separó cada vez más del movimiento de masas por temor de que se transformen en incontrolables y asuste a sus

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electores potenciales.

Por consiguiente el Partido Comunista manifestó una hostilidad abierta en relación a la revuelta estudiantil de los años '60 y la revuelta de los campesinos de Sanrisuka contra el aeropuerto de Narita.

El programa del partido adoptado en el '61 que suscita una fuerte disidencia y la formación de numerosos grupos surgidos de las escisiones, negaba el resurgimiento del imperialismo en Japón y la necesidad de luchar por la derrota del capitalismo en tanto que tal.

Sin embargo el Partido Comunista fue el único partido político de Japón que supo construirse una base organizativa independiente, grande y eficaz en los medios populares.

Teniendo apenas 20.000 miembros en los tiempos de la guerra de Corea, montó una impresionante red que debió alcanzar 200.000 miembros en los fines de los años '60. Esta fuerza organizativa permitió al Partido Comunista morder poco a poco al electorado del PS que no estaba movilizado por actividades cotidianas y pasar de un millón a alrededor de 5 millones de votos. Pese a eso el Partido Comunista y el bloque Partido Socialista-Sohyo mantuvieron una alianza a veces precaria pero continua.

El campo progresista así constituido era entonces extraño a todo objetivo o práctica revolucionaria, como lo señaló el profesor Shimisu, en su libro sobre las fuerzas progresistas de la posguerra.

Separado de la experiencia turbulenta de la inmediata posguerra y aceptando las premisas fundamentales del desarrollo capitalista, aunque el PS permanecía superficialmente fiel a la causa socialista, el campo progresista en tanto que formación histórica no podía reaccionar a la situación política más que de manera defensiva en el caso en que estimara que los valores de la paz y la democracia estuvieran amenazados.

Fuerzas y debilidades del campo progresista

El campo progresista y su filosofía ejercía una influencia positiva sobre la vida política de la posguerra. Es para defender estos valores que en 1960 irrumpe una histórica lucha de masas contra el tratado de mutua seguridad nipón-americana.

Desde 1959 hasta la mitad de 1960, millones de japoneses salieron a la calle a gritar "Abajo el gabinete Kishí", "Abajo el Tratado".

Los trabajadores del Sohyo desencadenaron huelgas políticas; los estudiantes de la Sengakuren jugaron un rol de vanguardia en las batallas callejeras; los pequeños comerciantes cerraron sus negocios en señal de protesta; los telespectadores viendo las brutalidades de la policía se precipitaron a los lugares de conflicto para curar a los heridos.

Fue la más grande, la más sostenida, la mejor organizada de las luchas políticas de masas de posguerra. Empujó al gabinete del Partido Liberal Democrático de Kishí Nobosuke a la renuncia e impidió que el presidente de Estados Unidos Eisenhower hiciera la visita oficial prevista al Japón.

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Kishí era la pesadilla de millones de japoneses. Ministro de Comercio en el gabinete Tojo, que desencadenó la guerra del Pacifico en el '41, fue detenido después de la Guerra como criminal de guerra, clase A. Fue liberado después de la ejecución de los ministros de más alto rango condenados a muerte por el Tribunal de Tokio. Retornó a la escena política en el momento del cambio de la política americana y ascendió rápidamente los escalones de Partido Liberal Democrático hasta transformarse en Primer Ministro. Eso fue una advertencia de que los días sombríos de la preguerra podrían volver.

Este político temible es el que iría a firmar con Estados Unidos el tratado militar que arriesgaba al Japón a ser arrastrado a una nueva guerra. Se sentía la guerra y el fascismo en el aire.

En los primeros días de junio del '60 centenares de miles de manifestantes comenzaron a juntarse todos los días delante del edificio del Parlamento en Tokio. La policía metropolitana se confesó incapaz de contener a las inmensas multitudes y Kishí pidió a la Agencia de Defensa americana, poder movilizar los soldados de las fuerzas de Autodefensa japonesas contra los manifestantes; pero ésta se rehusó.

El 15 de julio cuando las manifestaciones de masas alcanzaron su paroxismo, un estudiante fue muerto por la policía. La cólera popular se extendió por todo el país. La policía advirtió a Kishí que sería incapaz de garantizar la seguridad de Eisenhower si éste realizaba la programada visita a Japón.

Kishí fue obligado a telegrafiar la anulación de la invitación al presidente americano que esperaba su avión en Manila para llegar a Tokio.

Un corresponsal de L'Humanité, diario del Partido Comunista francés testigo de estas manifestaciones contra el Tratado remarca que si se hubiera tratado de Francia lo que hubiera seguido era la revolución.

Pero no hubo revolución. El ala radical del movimiento dirigido principalmente por los estudiantes encuadrados bajo la dirección de la Liga Comunista llamada Bund, creada en 1958, soñaba con transformar este ascenso de masas en una verdadera lucha revolucionaria, radicalizando la acción de la calle. Pero no tuvo éxito.

Una vez que el Tratado fuera votado por todo el Parlamento y que se obtuvo la renuncia de Kishí, las masas desaparecieron casi inmediatamente de las calles de Tokio.

La desilusión y el descorazonamiento se instalaron. La economía capitalista ya próspera tuvo un nuevo y gran surgimiento, la lucha de los años '60 contra el Tratado representó el punto culminante de las luchas democráticas de la posguerra. Por otro lado, ésta mostraba ya las debilidades intrínsecas de la ideología de la democracia de posguerra.

El movimiento del '60 se desarrolló a partir de la idea de que existía un sistema de paz y de democracia, aunque no perfecto por lo menos completo que era necesario defender contra las incursiones exteriores.

Obnubilada por esta creencia, la gente perdió de vista el arreglo complementario que ligaba orgánicamente el desarrollo interior pacífico y constitucional de Japón a un sistema exterior de represión, de violencia, de control militar y de dominación económica expuesto al Tercer mundo por Estados Unidos.

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La oposición al Tratado Militar atacaba objetivamente el corazón del arreglo. Pero la concepción subyacente de un Japón pacífico y autosuficiente debilitaba el movimiento.

En plena campaña contra el pacto se produjo un incidente que habría debido abrir los ojos a gran cantidad de personas porque revelaba crudamente la real subordinación militar de Japón a Estados Unidos Se descubrió, que un avión de espionaje U-2 utilizado para espiar a China y a la URSS desde el aire, estaba afectado a la base aeronaval de Atshugui, cerca de Tokio. Los socialistas interpelaron al gobierno sobre este hecho, pero para reclamar que el avión fuera desplazado desde Japón a la isla de Okinawa.

Nadie en ese momento denunció el carácter falaz de esta exigencia. Si la presencia del avión era un peligro para la población de Japón, ¿por qué no lo sería para Okinawa?

¿La solución consistía simplemente en transportar el peligro a los okinawenses, a los coreanos o a los filipinos?

En el mes de abril del mismo año los estudiantes surcoreanos se levantaron heroicamente y tiraron la dictadura de Sigmar Ri, al precio del sacrificio de numerosas vidas de jóvenes.

Corea del Sur era la evidencia de otro bastión de la máquina de guerra americana, pero el movimiento japonés contra el Tratado no reaccionó frente a este hecho histórico en curso, en tierras de su vecino más próximo, y no manifestó solidaridad con el pueblo coreano.

Con esta actitud de "Japón solo" y la falta de internacionalismo que revelaba, impidió que las masas enfrentaran la realidad del mundo, en particular la realidad del Asia.

Esta debilidad ideológica estaba profundamente anclada en la historia reciente de Japón, pese a la vigorosa lucha de clases llevada a cabo en la inmediata posguerra.

Las masas laboriosas japonesas no cristalizaron la experiencia cruel de la guerra bajo la forma de una percepción clara de sus causas y por lo tanto no pudieron sacar conclusiones acerca de quién fue el responsable de la guerra.

No fue el pueblo japonés quien derrotó y juzgó a los criminales de guerra, sino los vencedores. Así, cuando Estados Unidos indultó a la mayoría de los criminales de guerra para utilizarlos para sus propios fines, la mayor parte de los japoneses lo aceptaron de buen grado.

De la misma manera el sistema imperial y el emperador Hiroito sobrevivieron pese a las modificaciones del sistema. La ausencia de un ajuste de cuentas decisivo con el pasado oscureció las percepciones políticas de la gente y redujo el nivel de conciencia histórica.

Así cuando los ideales de la paz y la democracia se exaltaban, era para compararlos con la amarga experiencia de Japón bajo el fascismo y la guerra, pero no se la comparaba con la cruel política infringida por el imperialismo japonés a los otros pueblos del Asia.

De igual manera, en los balances de la guerra, tanto oficiales como populares Japón no perdió más que en relación a Estados Unidos y no en relación a los centenares de millones de chinos, coreanos y habitantes del sudeste asiático que llevaron a cabo una resistencia encarnizada contra el imperialismo japonés.

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La ideología de la democracia de posguerra estaba impregnada de esta debilidad. Más tarde la burguesía renaciente habiendo sacado enseñanzas de la peligrosa explosión de energía de las masas populares de los años '60, iría a explotar esta laguna.

Desde 1963 la Agencia de Seguridad Pública, equivalente japonés de la CIA, concluía que la derrota de la lucha contra el Tratado puso fin a las ideologías y movimientos pacifista de la posguerra y que las esperanzas generalizadas de una mejoría del nivel de vida estaban en camino de englutirse a los movimientos políticos progresistas.

El Partido Liberal Demócrata y el campo conservador

En el otro polo de la política se encontraba el "campo conservador" del cual el Partido Liberal Demócrata ocupaba el centro.

Este campo representaba a la mayoría de la población japonesa y detentaba una mayoría de asientos en el Parlamento.

Es necesario subrayar que el Partido Liberal Demócrata no es un partido político ordinario. Estuvo en e! poder durante 26 años seguidos y operó una fusión tan completa con la estructura de dominación que pareciera difícil tratarlo como una entidad política independiente.

Producto singular de la democracia de posguerra ese partido no tenía más de 50.000 miembros en relación a más de 10 millones de votos que recogía en las elecciones.

Imagínense Uds. si el Partido Republicano y el Partido Demócrata de Estados Unidos se unieran para formar, digamos un Partido Republicano Demócrata. Si Uds. imaginan esto tendrán una versión americana del Partido Liberal Demócrata japonés.

La naturaleza de clases del Partido Liberal Demócrata no tiene ambigüedades. Es un partido que representa a la burguesía entera, reagrupada alrededor de sus monopolios. Pero desde el punto de vista político el Partido Liberal Demócrata se apoya sobre una alianza de clases entre la burguesía y los campesinos.

Ejerció igualmente influencia sobre un amplio sector urbano de trabajadores independientes, elementos pequeñoburgueses y trabajadores desorganizados.

Las finanzas del partido se alimentan mucho de los monopolios pero contrariamente a Estados Unidos, los hombres de negocio más prominentes no se comprometen más que raramente en el aparato del PLD o el gobierno. Ellos están satisfechos con el trabajo que el Partido Liberal Demócrata hace en nombre de sus intereses.

Más que por una organización partidaria acabada, el Partido Liberal Demócrata opera por millones de ligazones informales tejidas con las masas a todos los niveles, llámese agrupamiento de interés comunales, asociaciones comerciales, profesionales, grupos religiosos de derecha, cooperativas agrícolas, asociaciones de padres de alumnos y grupos de sostenimiento a diversos diputados del parlamento.

Muchos de estos organismos son agrupamientos de interés específico que alcanza beneficios materiales o favores especiales de los fondos públicos a disposición del gobierno.

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Ciertamente en el momento de las elecciones el Partido Liberal Demócrata y sus diversas fracciones reciben abundantes contribuciones que vienen de las grandes industrias siderúrgicas, de la construcción, de sociedades productoras de electricidad, de bancos y otros monopolios. Se utilizan estas sumas fabulosas para lubricar sus muy costosas máquinas electorales.

La compra de votos no es inhabitual, en particular en la zona rural, pero no está allí el principal medio por el cual el Partido Liberal atrae y organiza su base. La influencia sobre su clientela proviene sobre todo de su capacidad, en tanto partido que gobierna, de elaborar programas de desarrollo nacional, de distribuir presupuestos y negocios, y de favorecer en este marco a ciertas comunidades o grupos.

En una cierta manera el partido se sirve del Tesoro Público como de una caja de campaña política y partidaria. Los favores obtenidos por el partido son a menudo modestos, como arreglar una ruta de una comunidad dienta del partido antes que alguna otra zona; pero si la influencia del político es más grande y dispone de ligazones en el mecanismo de toma de decisiones nacionales, los compromisos pueden llegar a ser más grandes, como la construcción de un gigantesco puente que una las Islas de Shikoku y Honshu.

En este caso preciso una ciudad entera dirigió una petición a los políticos. Pero no sola, sino que cuatro ciudades de la costa de Shikoku, cada uno hacía jugar el patrocinio de su político del Partido Liberal Demócrata y reclamaba que se le coloque el puente.

La competencia era muy feroz y el problema no tenía solución fácil, a fin de cuentas el gobierno decidió que cuatro puentes, todos más grandes que el puente Golden Gate de San Francisco, serían construidos para satisfacer a todas las ciudades que lo pedían.

Es así que, tejiendo una pirámide de ligazones que van desde las pequeñas ciudades a la prefectura o al gobierno nacional, el Partido Liberal creó una basta red de intereses materiales dependientes de su monopolio sobre las funciones de decisión y presupuestarias.

Tanaka Kukei, primer ministro desde el '72 al 76 por no citar más que un ejemplo, gozaba del sostén de su circunscripción en la lejana prefectura de Nigata, porque sus habitantes consideraban que era gracias a sus esfuerzos que Nigata había podido desarrollarse.

Tanaka fue detenido en el '76 e inculpado de aceptar una coima de 500 millones de yens de la Loocked Air Craft Corporatíon, pero este hecho no le sacó uno solo de sus partidarios fanáticos de su prefectura natal.

Los escándalos que implicaban a los dirigentes del Partido Liberal Demócrata como el afair Loocked, no son más que en raras ocasiones llevados a la luz pública. En realidad el sistema de gobierno del Partido Liberal Demócrata es esencialmente una basta red de corrupción institucionalizada, un ejemplo tipo de corrupción de esta etapa del desarrollo capitalista donde el estado funciona como entidad económica suprema de la sociedad.

Pero si cada hombre político del Partido Liberal Demócrata no está motivado más que por los intereses particulares de su circunscripción o de los intereses de los grupos que forman su clientela electoral, uno está en el derecho de preguntarse cómo es que la burguesía en tanto que clase espera que sus intereses comunes sean mediados por la política gubernamental y por programas particulares.

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La respuesta es que la burocracia central es la que juega el rol clave porque es la que se ocupa más directamente de la coordinación de los intereses generales de todas las grandes industrias.

De esta manera el Ministerio de Comercio Internacional y de la Industria representa los intereses generales de la burguesía industrial, especialmente su sector exportador en una situación en donde las exportaciones son el motor de toda la economía y el Ministerio de la Construcción a las empresas del ramo.

En el seno de los ministerios cada oficina y suboficina traduce los intereses del negocio de las sociedades concernientes a su competencia.

La oficina de Bancos del Ministerio de Finanzas, funciona como un portavoz de los bancos y la oficina de los Títulos como el portavoz de las grandes agencias de inversiones. En el Ministerio de Transporte el negocio de los transportes terrestres defiende los intereses de las empresas de taxis y de camiones, la marítima de las grandes compañías de navegación y la naval de los constructores de navíos.

En el Ministerio del Bienestar la oficina de Farmacia estaba de tal manera entregada a los fabricantes de medicamentos que deliberadamente rehusó la prohibición de la venta de Talidomida en Japón poco después de las tormentas, que se levantaron en otros países, cuando se comprobó que la Talidomida producía deformaciones fetales y el nacimiento de bebés con deformaciones terribles de madres que la habían consumido como tranquilizante.

Remarquemos así que este tipo de relación se extiende hasta en el Ministerio de Asuntos Extranjeros quien durante largo tiempo se consideró como portavoz de los intereses diplomáticos de Estados Unidos.

Cuando los conflictos entre las diferentes industria surgen, lo que se produce a menudo, se traduce en luchas intestinas en la trastienda de los ministerios.

Los ministerios, oficinas, secciones y hombres políticos del Partido Liberal Demócrata se pelean, a veces abiertamente buscando soluciones y aceptando compromisos.

Es por esta salida lateral que la política de estado se va conformando con los intereses generales de la burguesía. Es un proceso vivo y dinámico que contrasta vívidamente con los intercambios rutinarios y cansadores de preguntas y respuestas entre demandantes y responsables del gobierno durante las sesiones del Parlamento. Cuando en todas partes los parlamentos burgueses tienen tendencia a ser ornamentales, la democracia de posguerra de Japón muestra un caso clásico de Parlamento bien compuesto de burócratas, de hombres de negocios, de patrones del Partido Liberal Demócrata y de un cargamento de buscavidas reunidos en los Consejos Consultivos Especiales, medio donde los frecuentes conflictos de intereses entre burgueses son eficazmente analizados y sintetizados bajo la forma de una voluntad general de clase.

En realidad la burocracia estatal identifica sus intereses con los del mundo de los negocios, facilita al máximo el desarrollo de estos últimos y traduce los intereses industriales y comerciales privados a la lengua común del capitalismo japonés.

El Partido Liberal Demócrata, la burocracia del Estado y las grandes sociedades reunidas en este sistema de colaboración constituyen el nudo del campo conservador que había logrado obtener el apoyo de la mayoría de la población japonesa. Este campo

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se caracterizaba por el hecho de que su cohesión provenía más de sus lazos económicos que de sus lazos políticos. La economía jugaba aquí un rol político clave.

Ciertamente el Partido Liberal Demócrata en tanto que partido político tiene su programa y sus consignas políticas e ideológicas: la revisión de la Constitución, la alianza militar con Estados Unidos, el refuerzo de las fuerzas armadas japonesas, la vuelta a un sistema de enseñanza más autoritario, por el estrangulamiento del sindicato de maestros de Japón -acusados por el Partido Liberal Demócrata de prejuzgar la educación en el sentido de la lucha de clases-, la limitación de los derechos sindicales y democráticos, la vuelta a su lugar del status del emperador, la exaltación del patriotismo y del colectivismo en lugar del individualismo, la restitución de las Islas Kuriles por la URSS, la justificación del rol de Japón en la última guerra, la promoción del anticomunismo como visión del mundo.

Por otro lado estas consignas y esta política no eran simples ornamentos. El gabinete Atoyama de 1956 revisó la Constitución en los hechos.

En 1960 Kishí maltrató a los opositores del Tratado para imponer un nuevo pacto militar y durante todo este período las Fuerzas Armadas japonesas fueron sistemáticamente reforzadas y el Artículo 9 de la Constitución que prohibía el sostenimiento de fuerzas militares fue reinterpretado de manera que aún la posesión de armas nucleares no fue más anticonstitucional.

No obstante todo esto, es lo económico lo que permanece como principal cimiento del campo conservador. El PLD logró que la realidad del crecimiento económico fuera su carta de triunfo y una mayoría de los japoneses se metió en la red de favores económicos tejida por el PLD aunque no sostuviera la plataforma política del partido. Una vez organizado, sin embargo tendió a asimilar la ideología reaccionaria, antiobrera, anticomunista y proimperial.

El PLD tendió a evitar las grandes cuestiones en sus campañas electorales.

Durante la guerra de Vietnam, por ejemplo, los candidatos del partido no dijeron una palabra de la guerra, sabiendo bien que sus electores eran o indiferentes u hostiles a la agresión americana. Cuando el candidato a la presidencia de Corea del Sur, Kim Dae Junk fue secuestrado en un hotel de Tokio en el '73, el PLD no dijo nada sobre este hecho en la elección siguiente.

Las grandes cuestiones políticas deben evitarse, porque como ellos lo dicen muy bien "Ellas no ganan votos".

Dijimos más arriba que el antagonismo político entre el campo progresista y el conservador era irreductible, reafirmando esto es necesario remarcar que la prudencia política de los gobernantes y de los gobernados se fundaba en el economicismo.

Como dos triángulos que comparten la misma hipotenusa pero que culminan en puntos diferentes, estos dos campos compartían el economicismo por la base preservando sus divergencias políticas para discutirlas en la cima.

Es verdad que los intereses de clases se enfrentaban en el terreno económico, pero el campo progresista y en particular su ala sindical se orientaban más hacia la perspectiva de obtener una más grande porción de una torta más grande. Es una ironía desde el comienzo, porque logrando convertir las realizaciones económicas del capitalismo en

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triunfos políticos, el PLD reducía su propia capacidad de gobernar con una base política. La consecuencia fue que el pensamiento político se empobreciera en los dos lados y que la ambi-güedad política se transformara en regla.

El acuerdo de complementación que había permitido este estado de cosas causó desgastes muy importantes en la vida política de Japón de posguerra.

La supremacía de los monopolios se había afirmado dependiendo de la claridad política o mejor dicho de la falta de claridad política.

La democracia de posguerra. La erosión del poder obrero

La mayoría de los autores japoneses que escriben sobre la democracia de posguerra, tanto de derecha como de izquierda, llaman a éste el período de crecimiento económico ultrarrápido y de desarrollo de las industrias pesada y química. Es raro que se usen lugares comunes económicos para describir todo un período de la historia de una nación. El hecho de que éste sea el caso de Japón indica el papel particular de los factores económicos en el período. Hasta entonces, se habían delimitado las eras históricas con base en las guerras libradas por Japón. Pero la naturaleza de este período no podía ser expresado más que por su cuadro económico. Se podría decir que en este período de la historia japonesa, la esencia del capitalismo y el fetichismo que le es inmanente (despojada de toda distorsión extraeconómica, "Cruzada por la libertad" u otra "Misión sagrada de Japón Imperial"), se expresaron de la manera más pura. Como hemos visto, esta esencia purificada del capitalismo se expande al amparo del "arreglo complementario" con Estados Unidos.

Al respecto, el crecimiento económico fue un mito, tanto como una realidad. Este mito, esta ideología, contribuyeron a acelerar el crecimiento de la producción capitalista. La realidad del crecimiento reforzaba por lo tanto al mito. El aspecto objetivo de la realidad, primaba por supuesto, sobre el otro.

Algunas cifras macroeconómicas revelarán el carácter poco común de esta expansión económica. Entre 1951 y 1973 el PBI japonés, se multiplicó por 5,3, en tanto que el del conjunto de las economías de mercado lo hizo por 2,4, el de Norteamérica por 2,1 y el de los países de la Comunidad Económica Europea, por 2,6. Durante los años '60, punto culminante de la era del crecimiento económico, la tasa de crecimiento anual de Japón fue del 11,1%, el de Francia de 5,8%, el de Alemania Occidental de 4,8%, el del Reino Unido de 2,8% y el de EE.UU. de 4,1%. Japón había logrado el rango de segunda potencia económica del mundo libre desde 1976 y durante este mismo decenio con una tasa de aumento de la producción anual del 14,1, tenía el primer lugar en la construcción naval y el segundo para el acero, la energía eléctrica, la refinación del petróleo, la química de síntesis, el aluminio, los aparatos eléctricos y los plásticos.

La clave de este proceso fue la extensión del poder de las grandes sociedades; su motor, las inversiones frenéticas en el sector de equipamiento, tanto en la renovación tecnológica de las fábricas como en la creación de industrias enteramente nuevas.

En el '70 la proporción de los gastos nacionales brutos afectados a las inversiones de equipamiento era del 37,6% en tanto que en Estados Unidos era deI 13,8%, del 18,4% en el Reino Unido y del 26,4% en Alemania Occidental. En 10 años, del '61 al '71, las 10 firmas privadas más grandes de Japón multiplicaron sus activos por 4,8, pasando de

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1,824 mil millones de yenes a 8,749 mil millones de yenes; sus beneficios netos se triplicaron. En el mismo periodo los salarios nominales de los trabajadores se triplicaron, pero los salarios reales aumentaron apenas en un 1,8 por ciento a pesar de que el movimiento obrero organizado concentró sus esfuerzos en la lucha salarial. Por más que se haya hablado mucho sobre el Estado Benefactor, el índice de las ventajas de seguridad social en Japón aún en los 10 años de prosperidad, alcanzaron apenas un magro 17 contra los 100 de Estados Unidos y los 133 de Alemania Occidental, según el economista Hayashi Naomichi.

El hipercrecimiento económico significó hiperacumulación del capital. ¿Cómo pudo suceder? La respuesta nos lleva una vez más al terreno de la lucha de clases.

A partir de los años '50, el capital lanzó ataques concentrados sobre los bastiones del poder obrero en las fábricas siguiendo una estrategia de recuperar el poder "isla por isla". Consistía en movilizar todos los recursos posibles en ocasión de cada conflicto individual para echar a los sindicatos combativos de las empresas clave.

Así, las confrontaciones mayores tuvieron lugar en la industria de la producción eléctrica en el '52, en la Nissan Motors en el '53, en la Nipon Steel también en el '53, en los liceos donde el sistema de selección había sido introducido en el '58 y en las minas de carbón Nitshui Miike en 1960. Siempre se producía un enfrentamiento nacional entre el capital y el trabajo. Pero cada vez el capital pudo movilizar un poderío aplastante y las ciudadelas aisladas del movimiento obrero fueron eliminadas una atrás otra al comienzo del período del crecimiento económico.

Después de 1960, período de oro de la ofensiva de primavera, la patronal modificó su estrategia y buscó dividir entre ellos a los sindicatos del Sohyo. Cada vez que una federación de rama industrial lanzaba huelgas combativas durante la campaña salarial de primavera, la Domei (Confederación del Trabajo), un sindicato de derecha, intervenía con el apoyo de la patronal en l~s empresas clave organizando con obreros de la empresa la escisión. del sindicato afiliado al Sohyo para crear un "segundo sindicato" al servicio de la cola-boración de clases. Llegado el momento, el segundo sindicato se transformaba en mayoritario en la empresa. Las industrias más importantes repitieron esta táctica una detrás de otra.

Así, a lo largo del período de crecimiento económico, el Sohyo perdió progresivamente parte de sus adherentes en el sector privado a favor de la Domei y otros sindicatos de derecha.

La Domei, que había comenzado con 1.000.000 de miembros a principios del '60, duplica sus efectivos en el decenio siguiente, reclutando obreros en el sector privado. El Sohyo no perdió todos sus efectivos, permaneció numéricamente como la primera confederación, pero se produjo un desequilibrio en la composición de sus filas en favor del sector público; (2,8 millones sobre 4,5 millones de miembros en total). La Domei no logró tocar realmente al sector público.

Aún donde no hubo escisión, el otrora combativo sindicato se metamorfoseó en un nuevo tipo de sindicato por empresa, mientras que la fuerza de su base se erosionaba bajo los golpes de la racionalización. La federación de los sindicatos de la siderurgia Teko Roren es un caso típico.

El cambio en las relaciones de fuerza en la base obró en desventaja para los trabajadores

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y minó progresivamente las posibilidades de negociación abiertas en las campañas de primavera; a partir del '67 la oleada ofensiva anual ve decrecer su poder en las negociaciones en relación inversa con su crecimiento numérico. Bajo la influencia de un nuevo tipo de sindicato de empresa como el Tekko Roren, la campaña lograba cada vez menos alcanzar sus objetivos económicos y las huelgas mayores se hicieron cada vez más escasas durante el período de la campaña.

Dos casos representan bien estas dos etapas de la ofensiva patronal: la batalla en las minas de carbón del 59-60, y el derrumbe del sindicalismo de clase en la siderurgia bajo los golpes de la racionalización de los años '60.

La lucha de los mineros del carbón de Miike y la "revolución energética"

Las minas de carbón de Miike en la isla de Kyushu, propiedad de la Mitsui Mining Company, fueron escenario de una gran lucha obrera en 1960 en el apogeo de la lucha contra el Tratado. En verdad el ascenso popular del '60 combinó una movilización de masas contra la alianza militar en la capital y una lucha masiva de los obreros de Miike, apoyados por centenares de miles de personas en todo el país. El movimiento de conjunto de ese año formó una elipse alrededor de estos dos centros.

El carbón fue la principal fuente de energía para la economía de posguerra en su fase de reconstrucción. La extracción del carbón fue considerada como la nodriza de todas las industrias y la clave de la reconstrucción industrial. El gobierno le acordó generosos préstamos (de los fondos para la reconstrucción) a tasas de interés mínimas. Pero rápidamente las siete hermanas americanas, cuya producción petrolera en Medio Oriente estaba en pleno auge, comenzaron a presionar a las industrias japonesas para que compren el petróleo barato. Bajo la presión de las grandes sociedades americanas que habían obtenido, bajo la ocupación, el monopolio del mercado japonés, las importaciones de petróleo fueron liberadas en 1952. Como el precio del petróleo era relativamente bajo, los industriales japoneses fueron atraídos por la idea de hacer del petróleo su fuente de energía fundamental. Los intereses de las sociedades americanas y de las industrias japonesas coincidían en este punto. Una "revolución energética" se puso a la orden del día como consecuencia de una elección estratégica de las industrias japonesas.

Esta "revolución" llamaba a una reestructuración completa de las minas de carbón. Las menos rentables fueron cerradas y una gran cantidad de mineros fueron echados a la calle.

La disminución del consumo del carbón y más precisamente la lucha contra el movimiento de los mineros tuvo una significación estratégica para la burguesía japonesa en dos niveles: en primer lugar, del resultado de esta lucha dependería toda la orientación futura del desarrollo industrial japonés (el crecimiento orientado hacia el petróleo y sus derivados). En segundo lugar, y más decisivo aún, la lucha contra el carbón fue también una lucha para eliminar el principal bastión del movimiento obrero japonés y abrir la vía de aplicación sin trabas del programa de industrialización pesada y química.

"Pequeño reino obrero"

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Los sindicatos mineros del carbón (Tanro) habían sobrevivido a la severa prueba de la primera ola de racionalización de los primeros años del Sohyo y había adquirido la reputación de ala más fuerte y la más sólidamente unida de la clase obrera.

Su estilo de lucha y su disposición a ella fueron consideradas como ejemplares. En particular los trabajadores de las minas de la Mitsui Mining Company, en Miike y en otras localidades de las Islas Kyushu y Okaido, los obreros Tanro ejercían un control casi total sobre sus lugares de trabajo y sobre la población.

Habían elaborado lo que llamaban entonces "lucha en la empresa" (Shokuva Toso) como medio eficaz para mantener el poder obrero en los lugares de trabajo y de residencia. "Los obreros dueños de sus lugares de trabajo" y el "control obrero de la producción" eran las consignas fundamentales, y para aplicar esta fórmula Tanro delegaba sus poderes de negociación, de llamado a la huelga y de solución de los conflictos en las escalas más bajas del sindicato. Se recuerda que este tipo de poder obrero en el taller había sido eliminado de numerosas empresas como consecuencia de una serie de derrotas en los años '50, a partir de la desintegración del sindicato Nissan en el '52. Como consecuencia de estas derrotas, el poder obrero en el taller había sido reemplazado por el control centralizado de los responsables sindicales nacionales, de manera que aún donde los sindicatos existían, su presencia era apenas sentida por los obreros en las secciones del taller. Tanro por el contrario no solamente había mantenido el poder obrero en el taller, sino que lo había desarrollado sistemáticamente y en particular en las minas de Miike.

Los trabajadores de Miike habían aprovechado a fondo los derechos sindicales descentralizados, llevando a cabo luchas de masas cotidianas, negociando el mejoramiento de las condiciones de trabajo y desacreditando a los capataces arrogantes en público. Socavaron desde el fondo de sus minas las bases mismas del sistema de control y de explotación de la patronal. El trabajo en las minas de carbón era penoso y peligroso, y la primera preocupación de los mineros era, naturalmente, la seguridad. En cada taller se había establecido un Comité de Seguridad con un presidente elegido por los trabajadores. Anteriormente, el capataz era automáticamente el presidente, pero desde este momento nunca más un presidente fue elegido sin la confianza de los trabajadores. Esos comités de seguridad gozaban de grandes poderes en la reglamentación de las condiciones de trabajo. Ningún método de producción, ninguna orden de la patronal podía ser aplicada sin el aval del comité de seguridad y de la unidad sindical del taller. Toda violación de esta práctica llevaba a la movilización de los trabajadores. En los barrios mineros las mujeres estaban perfectamente organizadas y mostraban a menudo más combatividad que sus maridos. Gracias al sistema del taller constantemente revitalizado por la movilización de masas, el taller fue democratizado. Si bien hubo una gran desigualdad de desarrollo entre una mina y otra (desigualdad que resultaría fatal para la lucha del Tanro), éste seguía siendo el sindicato más combativo del Sohyo. En Miike todas las secciones del taller se habían entrelazado en una basta red de trabajadores transformando toda la zona en una especie de pequeño reino obrero.

Este tipo de control obrero sobre el taller tenía bases ideológicas. Los militantes de las minas Miike, estaban formados por un grupo marxista, dirigido por el profesor Sakisaka ltsuro, ideólogo bien conocido por el movimiento comunista no PC. Sakisaka antes de la guerra pertenecía, a la escuela Rono, obrera y campesina, disidente de la corriente principal del Partido Comunista. Inspirados por las enseñanzas de Sakisaka, los militantes del Tanro en su mayor parte miembros del Partido Socialista, estaban

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convencidos de que su lucha por el poder obrero en las fábricas los llevaría un día al poder obrero en todo el país, a la revolución socialista.

Aquellos que visitaban las minas de Miike en esa época tenían la sorpresa de descubrir a mineros rudos leyendo "El Capital" (que Sakisaka había traducido) en pequeños grupos y discutiendo su contenido en un nivel muy elevado.

En 1956 el sindicato de mineros del carbón de Miike adoptó la nueva táctica de "la emulación de los logros más avanzados".

Si una unidad sindical obtenía una concesión en una lucha de taller las otras secciones se fortalecían para arrancar la misma concesión, y generalizaban la victoria del taller para todos.

Esta táctica estaba adosada a otra táctica eficaz que consistía en llamar a huelgas parciales que paralizaban los sectores más pequeños pero vitales de la producción (huelgas cuellos de botella). La combinación de estas tácticas producían un efecto máximo con un mínimo de sacrificio.

El mismo año Tanro decidió en un Congreso extender el estilo de lucha avanzada de Miike a todas las minas durante la campaña de primavera. Los dirigentes de la clase capitalista que venían de lograr la "revolución energética" se escandalizaron.

El enfrentamiento

El enfrentamiento estalló en el '59 cuando la Mitsui Mining Co. explicó en las negociaciones, que 6.000 mineros de la Mitsui serían despedidos, los salarios reducidos radicalmente y el poder de los capataces restablecido. Tanro resistió pero no logró que retiren ese plan. Del otro lado la patronal de Mitsui fue incapaz de imponer su plan al sindicato.

El segundo ataque, desencadenado en agosto, representaba un asalto de gran envergadura del capital. El segundo programa de racionalización, proclamado en esta ocasión, preveía el despido de 100.000 mineros en todo el país y la patronal Mitsui tomaba la delantera echando a 4.580 empleados de los cuales 2.210 eran mineros de Miike.

La patronal de Mitsui deseaba no solamente reducir la fuerza de trabajo sino también romper la columna vertebral del movimiento sindical en Miíke.

Por primera vez en la historia de las relaciones industriales de Japón, el término de saboteadores de la producción fue utilizado para calificar a los militantes de la lista de despedidos. La aplicación a los militantes sindicales del cruel rótulo de subversivos y enemigos de la compañía, y por lo tanto de la sociedad, se transformó en un arma temible utilizada por la clase capitalista para eliminar los sindicatos combativos, representantes auténticos de los talleres. En Miike, la mayor parte de los militantes denunciados como saboteadores eran socialistas y algunos eran comunistas.

La patronal de la Mitsui esperaba hundir a la poderosa Tanro con su programa de despidos masivos, plenamente consciente de la desigualdad de la trama organizativa y de la conciencia de los sindicatos afiliados. Por otro lado el Congreso Nacional de Tanro que debía decidir la línea de lucha no comprendió claramente el significado estratégico

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de la ofensiva patronal en el contexto de "la revolución energética" y pese al llamado del sindicato de Miike a la lucha intransigente, Tanro no declaró un contraataque frontal a nivel nacional. Los trabajadores de Miike debieron decidir rechazar solos el asalto patronal, pese a la ausencia de un respaldo adecuado.

La patronal de la Mitsui declaró las hostilidades en enero de 1960 declarando el lock-out total en todas sus minas, a lo que los mineros de Miike respondieron declarando la huelga por tiempo indefinido. Las cartas de despido fueron enviadas a los militantes, pero los mineros de Miike y sus mujeres salieron a las calles por decenas de miles para rechazar los despidos. La patronal sabía que sería un conflicto prolongado y comenzó sus maniobras para dividir el sindicato. Para destruir el sindicato combativo contrataron especialistas en romper sindicatos, entre los cuales había renegados del movimiento comunista de gran notoriedad y también sindicalistas de derecha del Zenro (más tarde Domei). Alarmados por esta medida, el sindicato de Miike y las mujeres de los mineros se movilizaron para descubrir y echar a los agentes de la patronal que se infiltraban en sus barrios. Pero la fuerte propaganda contra los "revolucionarios" y los "saboteadores de la producción", acompañada por una movilización policíaca intimidatoria, hizo vacilar a los sectores más débiles de los mineros. La patronal organizó secretamente a 3.600 obreros para formar un sindicato paralelo y lograron la división en marzo del '60. Este nuevo "sindicato" prometía la colaboración con la empresa para recomenzar la producción.

Durante todo este período la Tanro oscilaba de un extremo a otro. Al comienzo de la huelga en Miike decidió sostener al sindicato y recolectar fondos para él. Pero más tarde los sindicatos más débiles de Tanro, especialmente los cinco sindicatos de minas que pertenecían a la Mitsui, fuera de Miike, abandonaron la lucha y Tanro optó por una política de negociación. Pese a este contexto desventajoso el sindicato de Miike se negó a retroceder. La zona de Miike de la ciudad de Ohmuta se había transformado en un verdadero campo de batalla. El objetivo de la empresa era reanudar la producción infiltrando miembros del sindicato divisionista para hacerlos trabajar como rompehuelgas. Ante la imposibilidad de atravesar las puertas que normalmente eran cuidadas por piquetes de huelga, la patronal con la ayuda de la agencia de seguridad marítima busca hacerlos entrar por el mar. Todos los días había escaramuzas que se desencadenaban cuando los matones de la empresa, armados de cuchillos, cachiporras y caños de acero atacaban a los piquetes. En los ataques contra los mineros la policía se ubicó abiertamente del lado de los matones a sueldo de la patronal. En esta etapa de la lucha los mineros de Miike habían recibido el refuerzo de millares de trabajadores y estudiantes y de la población progresista local, los que estaban de acuerdo con su lucha. Hubo más de 1.000 heridos por parte de los trabajadores en lucha, pero igual no cedieron.

Para impedir que los rompehuelgas entraran a las minas por el mar los obreros organizaron una "flota popular". Se enfrentaron a la flotilla de barcos enviados por la patronal y el sindicato amarillo en feroces batallas navales. El enfrentamiento culminó el 29 de marzo cuando un sindicalista fue apuñalado y muerto por los matones de extrema derecha mientras hacía su turno en el piquete de huelga.

La resistencia continuó, pero la empresa logró hacer entrar algunos centenares de amarillos en algunas minas y la producción se reanudó parcialmente. Los amarillos quedaron como prisioneros de la patronal, porque una vez que entraban a la mina la empresa no los dejaba salir.

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La batalla de los depósitos de almacenamiento

Pese a la tendencia capituladora de Tanro, la escalada de enfrentamientos en Miike movilizó a los trabajadores japoneses por millares.

La dirección del Sohyo también oscilaba, pero adoptaba una posición más próxima a los mineros de Miike que el Tanro. Realizó una colecta masiva de fondos y organizó a centenares de obreros para solidarizarse con los mineros. Como esta lucha coincidió con la escalada de lucha contra el Gabinete Kishí y el Tratado, toda la nación fue sacudida por una ola de luchas que duró varios meses.

Cada noche los trenes traían centenares, después millares de simpatizantes de los huelguistas de Miike para unirse a los piquetes, batirse contra los rompehuelgas y la policía. Dormían en un poblado formado por carpas de campana.

Los mineros de Miike y sus simpatizantes eran organizados en secciones de combate y recibían un entrenamiento de lucha cuerpo a cuerpo. Viejos suboficiales que habían estado en la guerra servían de instructores para la preparación física en vistas al enfrentamiento decisivo.

Mientras tanto se organizaron en todo el país asociaciones de apoyo a Miike que proveían simpatizantes y fondos para los mineros.

Una vez que se reanudó la producción gracias a los rompehuelgas amarillos, el epicentro del enfrentamiento se desplazó hacia los almacenes donde la patronal tenía sus reservas para seguir sacando el carbón.

Los obreros estaban decididos a defender esta estructura rodeándola de piquetes masivos compuestos por unidades paramilitares organizadas. Miles de huelguistas permanecían reunidos alrededor de los depósitos de reserva, día y noche, frente a miles de policías prestos al ataque. El 4 de mayo un tribunal emitió una sentencia provisional ordenando el retiro de los "obstáculos' que impedían que la patronal pudiera disponer de las reservas de carbón. Un enfrentamiento con derramamiento de sangre parecía inevitable.

En Tokio la lucha contra el pacto tuvo su punto culminante el 15 de junio y llegó a su fin abruptamente cuando se concretó el Tratado el 14 de junio, pese a las sangrientas batallas callejeras. El PLD deseaba la paz social y nombró a lkeda Ayato como primer ministro, un burócrata de carrera del Ministerio de Finanzas, en reemplazo de Kishí gravemente desacreditado. Para borrar la imagen grotesca del sucio criminal de guerra fascista Kishí el nuevo Primer Ministro adopté como consigna: "Paciencia y tolerancia".

Las manifestaciones cesaron rápidamente en el centro de Tokio. Pero la tensión continuaba creciendo en Miike alrededor de los silos de almacenamiento de carbón.

Los militantes continuaban fluyendo para reforzar las filas obreras mientras que 10.000 policías habían sido llevados de todas Las regiones de Japón occidental en vistas al asalto final.

El Sohyo convocó a una inmensa concentración de 100.000 trabajadores el 17 de julio frente a los almacenes de carbón y declaró que debía ser defendida hasta el último hombre.

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El piquete de huelga alrededor de los almacenes había sido reforzado por más de 20.000 militantes decididos a luchar con palas, picos, masas o con lo que se pudiera encontrar a mano.

El gabinete de lkeda temía provocar derramamiento de sangre en un momento en el que el PLD hacía todo por detener las tensiones sociales después de tantos meses amargos de enfrentamientos políticos.

Por otro lado la dirección del Sohyo no estaba verdaderamente decidida a luchar hasta el fin. Hubiera deseado llevar el enfrentamiento a su fase final para forzar al gobierno a intervenir en el conflicto e imponer una salida más o menos favorable.

Por el contrario el sindicato de Miike y los trabajadores que lo sostenían estaban decididos a dar su vida.

lkeda hizo un cálculo rápido y pidió a la Comisión Central de Relaciones de Trabajo que arbitrara en el conflicto. La Comisión exigió que la compañía y la dirección Sohyo Tanro le dieran carta blanca. Fue aceptado. La Comisión anuncié su plan de arbitraje que satisfacía completamente la causa patronal el 10 de agosto. Los militantes debían ser echados como la empresa había pedido, pero como retiro voluntario.

El método de la lucha en el taller del sindicato de Miike sería condenado como extraño a las prácticas sindicales normales.

Se trataba, de hecho, de un ultimátum exigiendo la rendición sin condiciones de los trabajadores de Miike.

El sindicato de Miike decidió inmediata y unánimemente, rechazar este ultimátum. Pero ni el Sohyo ni el Tanro estaban dispuestos a seguir su ejemplo. Ya se habían desmovilizado. La histórica lucha de Miike sufrió una derrota aplastante.

Reacomodamiento

Si la democracia de posguerra comenzó en el '55, el período de crecimiento rápido propiamente dicho comenzó en el '60 con la derrota de dos grandes luchas y el anuncio del gabinete Ikeda del "programa de duplicación de las ganancias".

De hecho, la "revolución energética" se desarrollé vertiginosamente mientras que su obstáculo principal, el Tanro, fue barrido.

Tomando nada más que un índice cuantitativo, el consumo de petróleo en Japón pasó de 1 en 1959 y 1,65 en 1960, a 17,19 en 1970 y a 23,45 en 1975 (cifras en equivalentes de calorías).

Año a año las importaciones de petróleo aumentaban, aplacando la sed de las industrias y dejando dentro de su estela inmensas localidades costeras, complejos industriales montados en terrenos conquistados al mar, autopistas que devoraban el país, motorización, consumo y comunicación de masas, dejando entrever al pueblo japonés, tanto a los proletarios como a los burgueses la visión de un país de ensueño.

El "programa de duplicación de las ganancias" que prometía duplicar el Producto Bruto Interno japonés en 10 años no era más que el ridículo nombre de un proceso por el cual

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las corporaciones gigantes, usando su iniciativa y supremacía, modelaban el país a su propia imagen. Ciertamente el Estado jugó un papel en el proceso de crecimiento rápido. Pero este crecimiento no fue creado por un programa gubernamental ni planificado por la burocracia central.

La derrota de las dos mayores luchas de 1960 fue entonces una derrota estratégica que arrastró a la capitulación inmediata o gradual de un gran abanico de fuerzas que se habían pronunciado por la lucha de clases en Japón.

En el nuevo clima engendrado por el programa de duplicación de las ganancias, la izquierda radical se desmoralizó y el héroe de la lucha del '60 contra el Tratado o sea la Liga Comunista se desintegró rápidamente y en la practica desapareció.

La falta de dirección y la actitud timorata del Partido Comunista durante la lucha contra el tratado suscitó una viva decepción respecto del autotitulado "partido de vanguardia" y aunque esta desilusión fuera legítima, permitió que algunos de los críticos de izquierda del partido, entre los cuales estaba el profesor Yimizu lkutaro, un brillante estilista, pasaran sin escrúpulos de un campo a otro para admirar lo que años atrás habían vilipendiado.

El Partido Socialista de Japón obtuvo un impresionante éxito en las elecciones generales que siguieron a la lucha contra el pacto, consecuencia en parte de la emoción suscitada en sus partidarios por el asesinato, a manos de un joven fascista, del presidente del partido, Asanuma. Pero bajo la presidencia de su sucesor Eda, el partido modificó rápidamente su posición para ponerse a tono con la nueva realidad de prosperidad capitalista. Adopté una estrategia "new 100k" y gradualista de "reformas de sus estructuras", supuestamente tomada del Partido Comunista italiano, para reemplazar el "dogma marxista perimido".

La dirección del Partido Comunista, bajo la conducción de su secretario general Miyamoto, calificó a la derrota de "victoria" y concentré sus esfuerzos en la construcción de su propia organización, especialmente en campañas para el crecimiento de la difusión de su periódico y hacer elegir candidatos para las elecciones parlamentarias.

La campaña de primavera del Sohyo que había tenido dos etapas, perdió progresivamente su firmeza a medida que desplazaba su acento hacia reivindicaciones puramente económicas.

El gigante de acero y la erosión del poder obrero

El caso de la Federación de los sindicatos del Hierro y el Acero (Tekko Roren), que se transformó en uno de los peores sindicatos derechistas del Sohyo, ilustra bien el desarrollo de este proceso. ¿Cómo es posible que un sindicato otrora tan combativo degenerara a tal punto? Un breve repaso revelara el vinculo entre el aumento de la producción por la racionalización y la conquista por parte de la patronal de ese movimiento obrero auténtico, fenómeno que debía manifestarse no solamente en la siderurgia sino también en otras grandes industrias.

En los momentos de la guerra del Pacífico, la siderurgia japonesa tenía una capacidad máxima de 7,5 millones de toneladas de acero por año. A fines de la guerra los daños

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causados y la escasez de materias primas hicieron descender la producción por debajo de 1 (un) millón de toneladas.

En 1960 la Federación patronal de la siderurgia anuncié un plan ambicioso que pretendía aumentar la producción en 57 millones de toneladas en 10 años. En esa época el plan parecía tan ambicioso que nadie creía en su realización. Pero desde 1970 la industria siderúrgica producía 120 millones de toneladas por año y alimentaba a 9 de los 10 altos hornos de los más grandes y más avanzados del mundo.

Cada alto horno japonés producía la media de 2.723 toneladas de acero por día, rendimiento muy alto en comparación a las 627 toneladas de Francia, las 845 toneladas del Reino Unido, las 1 .039 de Alemania Occidental, las 1.465 de Estados Unidos y las 1.694 de la URSS.

Estas cifras traducían evidentemente el alto nivel de la tecnología aplicada en los altos hornos japoneses de ¡a época. Pero si se examina el costo salarial, el otro aspecto del negocio aparece claramente.

La fracción del costo de una tonelada de acero bruto debido a los costos salariales no era más que de 17 dólares en Japón en tanto que era de 103 dólares en Estados Unidos.

Los bajos costos salariales reflejaban no solamente las ganancias a gran escala y la técnica avanzada, sino también el nuevo sistema de organización del trabajo que rendía de tal manera que hacía posible esos bajos costos.

En Japón la innovación tecnológica en la siderurgia comienza con el estallido de la guerra de Corea.

El sector conoce cuatro olas de racionalización bajo la forma de planes sucesivos. Los tres primeros cubrieron el periodo del '50 al '70.

Con la recesión de 1975 se terminó el período de acumulación y se inicia el de expansión horizontal.

El capital debió hacer esfuerzos para acrecentar su composición orgánica. Para lograrlo empleó un conjunto de medidas que comprendían:

1) Racionalización intensiva en la búsqueda de economías de escala, con una composición orgánica más fuerte y una intensificación de la productividad del trabajo.

2) La centralización acrecentada por la fusión de sociedades gigantes.

3) Una política inflacionaria continua, a través del déficit presupuestario.

4) La exportación de capitales.

La racionalización constituía lo esencial de estas medidas.

La palabra es utilizada aquí como traducción del japonés gorika cuya traducción al castellano es racionalización. Aunque gorika y racionalización sean conceptos similares, gorika, la versión japonesa presenta rasgos específicos.

Gorika se caracteriza por lo serio, por lo intenso y por el refinamiento con el cual son orgánicamente ligados el aumento de las capacidades de producción, la aplicación de la tecnología más reciente, la modificación de la organización del trabajo y la imposición

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de nuevos métodos de control sobre los trabajadores destinados a prevenir y erosionar su poderío.

El primer plan ('51 a '55) se centró en la modernización de los trenes de laminación. Fue el trampolín de la ofensiva en gran escala que lo seguiría.

El segundo plan de racionalización gorika deI '56 al '60 preveía la renovación de todos ¡os sectores de la producción del acero. Se quintuplicaron las inversiones del primer plan (se invirtieron 625 millones de yens).

El programa se concentraba en la construcción de acerías integradas y automatizadas, totalmente nuevas y colocadas cerca de los altos hornos gigantes de alta perfomance.

La Kawasaki Steel Corp. que no figuraba hasta entonces entre las grandes de la siderurgia, fue la pionera de la concepción de ¡a acería integral. En 1958 construyó, en una basta zona de tierras reconquistadas al mar en Chiba City, una acería integral gigante con altos hornos. Para ello recibió una ayuda fuerte de la Municipalidad de Chiba. Otras firmas de la siderurgia la imitaron.

La Yawata lron and Steel Co. estableció una acería más avanzada en Tobata con dos altos hornos de 1.500 toneladas por día, una mole especializada para la descarga del mineral y un conversor de oxígeno con una capacidad de 60 toneladas.

La sociedad de Yawata y Fuyí iron and Steel era el producto de la Nippon Steel Co. (NSC) de los tiempos de guerra, una sociedad del Estado ahora privada.

En el 1950 la NSC recibió la orden de escindirse en dos sociedades separadas, pero estas se refusionaron en 1970 para transformarse en la primera sociedad siderúrgica del mundo.

El tercer plan gorika se dividió en dos fases. Las inversiones de la primera fase del 61 al '65 alcanzaron alrededor del doble del segundo plan y fueron consagradas a la construcción de fábricas todavía más grandes y más automatizadas. En la segunda fase del '66 al '70, nuevas empresas fueron puestas en servicio, una después de otra. Hacia el fin de este plan Japón había alcanzado una capacidad siderúrgica de 114 millones de toneladas, o sea 2,4 veces el nivel del '65.

El cuarto plan del '71 al 75 se consagró a la renovación parcial del equipamiento existente. Aunque este período coincidiera con la crisis mundial del capitalismo, la industria siderúrgica invirtió de manera escalonada 4 trillones de yens en los equipamientos que comprendían sistemas de economía energética.

La progresion de estos planes de racionalización fue paralela a la erosión gradual del poderío de los trabajadores siderúrgicos.

Durante el primer plan el poderío de los trabajadores parece no haber sido seriamente afectado. En el '51 la Federación de Sindicatos de la Siderurgia, Tekko Roren, considerado como el ala militante del Sohyo, organizó una huelga unitaria por aumentos de salarios. En el '52 los metalúrgicos unieron sus fuerzas a las de otros sindicatos del Sohyo para lanzar olas de huelgas políticas contra una ley que reprimía las actividades subversivas.

Es en el curso del segundo plan gorika que la situación comienza a cambiar. Son las derrotas sucesivas de las huelgas de la siderurgia del '58 y 59 las que marcan el cambio.

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En 1958 los metalúrgicos participaron en la campaña de primavera del Sohyo, aunque normalmente ellos llevaban a cabo sus luchas en el otoño. Los trabajadores de Fuyi y Yawata, hicieron huelgas de 49 horas pero no pudieron obtener el aumento reclamado.

Es entonces que la patronal siderúrgica comienza a practicar lo que se llamó más tarde "respuesta de un solo golpe": la patronal aceptaba responder una vez y solo una a las reivindicaciones de los sindicatos. Después rechazaban toda negociación.

Se trataba de un especie de ultimátum, de una prueba de fuerza, cuyo sentido era demostrar que los aumentos de salarios eran acordados según el buen deseo de la dirección de la empresa y no bajo la presión de los trabajadores.

En esta época la relación de fuerzas reales en la industria siderúrgica se había transformado en tan desventajosa para los trabajadores que la patronal se sintió suficientemente segura de sí misma y adoptó una actitud provocadora.

La última huelga registrada en la siderurgia tuvo lugar en 1967, pero no logró romper esta "respuesta de un solo golpe".

Al año siguiente son los trabajadores mismos quienes rechazaron la proposición de huelga del sindicato.

La declinación de la combatividad de la base reflejó igualmente el ascenso de la dirección derechista a los sindicatos que reemplazó a la dirección de tendencia socialista de izquierda.

En 1966 el Tekko Roren, después de escaramuzas y de compromisos entre sus fracciones se unió a la Federación Internacional de Metalúrgicos ( IMF-JC) que es una coalición corporativista nacional que se transformaría más tarde en la principal corriente sindical del sector privado ('84).

La nueva acería de Yawata Ind. and Steel, en Tobata

En la nueva acería de Tobata es donde la reorganización de sistemas del control de trabajo fue conscientemente adosada a la renovación de la tecnología de la producción.

En la primera campaña de racionalización la patronal de la Yawata Ind. And Steel había logrado un estudio cuidadoso de la estandarización del trabajo y de la racionalización del control de la mano de obra.

Sobre la base de este estudio inicial, Yawata envió a Estados Unidos en el '55 por intermedio del Centro de Productividad de Japón un equipo de reconocimiento con la misión de aprender la técnica americana de ingeniería industrial. Como las otras sociedades japonesas la patronal de Yawata no perdió el tiempo en adaptar esta tecnología americana, con todas las modificaciones requeridas a la realidad japonesa. El resultado fue la introducción de lo que se llama "el sistema de la cadena y del staff' que tendría profundas consecuencias sobre el movimiento obrero japonés.

Este nuevo sistema impuesto en la acería de Tobata separaba la "cadena", en la que la mano de obra se comprometía exclusivamente en la producción, del staff que proveía los servicios técnicos y participaba en la planificación. Anteriormente, en las acerías como en las otras fábricas japonesas el trabajo del taller se hacía bajo el control de un

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capataz que era un obrero profesional bien formado en el oficio. El capataz gozaba de un gran prestigio. Vigilaba el trabajo, dividía las tareas entre los miembros de su equipo, establecía planes para el taller, se ocupaba de los problemas de los trabajadores y si era necesario trasmitía las necesidades de su equipo a la patronal. Bajo su égida el equipo del taller tenía una cierta independencia y la patronal dependía de estos dirigentes del taller para la aplicación de su programa de producción. Esta estructura era el fundamento del poder obrero en el taller y los obreros profesionales experimentados, eran a menudo, dirigentes de las secciones sindicales del taller.

La separación de "la cadena" y del staff, tendía precisamente a destruir esta estructura y al mismo tiempo la solidaridad obrera y el poder obrero, a nivel de base de la producción.

La mecanización, la automatización parcial y el control centralizado sobre los procesos de producción eran utilizados en ese sentido. En efecto, este nuevo sistema volvía inútil la calificación y la especialización adquirida en largos años de trabajo y encarnados en la persona de obreros profesionales.

Diversas funciones, en otra época en manos de los capataces, fueron desligadas de éstos a los que no les quedó más que la función de control de la mano de obra. Las otras funciones, especialmente las que los tenían como comandantes de la producción, les fueron quitadas para ser remitidas al staff directamente ligado a la dirección patronal. En lugar del capataz tradicional se nombró un nuevo tipo de capataz bautizado "sagyocho", que literalmente quiere decir dirigente del trabajo, como agente de la dirección en el nivel taller.

Mientras que el capataz tradicional tenía una cierta dualidad porque era a la vez agente de la patronal en la escala inferior y dirigente de la producción por su saber y experiencia, el capataz sagyocho no tenía más que una función:

controlar en nombre de la patronal a los obreros colocados debajo de él a fin de aumentar la productividad y bajar los costos de producción. Su tarea consistía en vigilar a los obreros, hacerlos conscientes del costo y leales al plan elaborado por la dirección de la empresa.

Las "relaciones humanas" eran la disciplina de moda en el momento en que los capataces debían incitar a sus obreros a hacer "contribuciones voluntarias" para reducir costos.

El factor dirigente en este proceso de transformación era la innovación tecnológica, y desde el principio esta innovación fue hábilmente orientada hacia la erosión del poder obrero en la base, en el taller. Es en el ambiente entusiasta del crecimiento económico en el que el movimiento obrero podía fácilmente sucumbir a la trampa del mito del progreso tecnológico y en donde el cambio de los sistema de organización del trabajo no desencadenó la alarma que debería haber suscitado.

El sindicato de trabajadores de Yawata acogió favorablemente este sistema moderno, probablemente sin comprender al principio que se trataba de la puesta en marcha del prototipo de una nueva práctica sindical que facilitada la usurpación del poder obrero en el taller por parte de la patronal.

En Tobata la reorganización fue consumada en 1958.

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El golpe final de la gorika

El tercer programa de racionalización de la siderurgia a comienzos de los '60, generalizó este sistema de control del trabajo (y de los trabajadores) a toda la industria. La acería de la NSC en Kimizu, acabada bajo el tercer programa es casi totalmente dirigida desde su sede, a la que está ligada por computadoras. Se ha automatizado, no solamente en los talleres, sino en la fábrica misma. En este marco los procesos de producción automatizados aíslan a los obreros de sus compañeros de trabajo. Los obreros dispersos en la inmensa fábrica tienen mucha suerte si pueden intercambiar aunque sea algunas pocas palabras con sus compañeros y sufren un aislamiento mortal.

La Tekko Roren pudo continuar y aún prosperar como gran sindicato pero el sindicato en el taller, como cimiento de la solidaridad obrera, no existía más.

Son las campañas sobre el control de la calidad (CQ) las que ponen el toque final a la racionalización gorika del segundo período de crecimiento económico (período que siguió a la recesión del '65). El taylorismo adaptado al Japón con la gorika prendió plenamente en este suelo nuevo y es finalmente transformado en algo que sus fundadores no habrían jamás imaginado: la aplicación del taylorismo, por los trabajadores mismos. El espíritu de solidaridad obrera parecía resucitar, pero en realidad no era más que un zombi. El diccionario Webster da una excelente definición de zombi: "es un poder sobrenatural por el cual un cadáver puede ser llevado a un estado de animación cataléptica y compelido a obedecer órdenes da la persona que ejerce ese poder. El cadáver está así animado"

El banal estereotipo de los trabajadores japoneses, ampliamente extendido, leales a su patrón y motivados por su trabajo, refleja en realidad la reducción al estado de zombi.

En la siderurgia la primera campaña de control de calidad (CQ), fue lanzada en el '64 en la fábrica Sakai de la Yawata. La Kawasaki Steel, sigue en el '65; Sumitomo Metal, en el mismo año; la Fuyí en el '66. Es interesante notar que es la siderurgia quien ha dado el envión inicial en sus campañas de jishu-kanri o JK, que significa “autogestión". Los movimientos de "autogestión" se implantan en todas las empresas. Lanzados por olas tumultuosas a fin de los años '60 y todo a lo largo de los '70, se transformó en un rasgo constitutivo de la vida de las empresas japonesas. Se dice que alrededor del '66, el 76% de los empleados de 29 empresas siderúrgicas estaban implicados en la "autogestión". Esta cifra sube al 83% en 1975 para 45 empresas siderúrgicas.

Antes de que este proceso se desencadenara, Tekko Roren, que estaba en esos momentos dirigido por la corriente de izquierda Mindo, resistió vigorosamente al capital. En 1957 los siderúrgicos desencadenaron 11 huelgas de 24 horas por aumentos de salarios que fueron coronadas por el éxito. Durante la lucha por el Tratado en 1960, los obreros de la Nippon Kokan Kaisha (NKK) fueron la vanguardia de las acciones contra la visita de Eisenhower al Japón, reteniendo a su secretario de prensa cautivo en su auto durante muchas horas. Pero la erosión del poder obrero en las fábricas repercutió rápidamente en el sindicato e hizo subir un nuevo tipo de dirigentes próximos a la patronal bajo el ala de Miyata Yoshizo quien tomó la dirección nacional de Tekko Roren en 1959.

Esta nueva corriente derechista dirigida por Miyata y su grupo debe ser distinguida del

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sindicalismo de derecha tradicional representado por la Domei.

Los dos eran igualmente anticomunistas y favorables a la patronal, pero mientras que los sindicatos del estilo Domei tenían una identidad propia, en tanto que movimientos sindicales que elegían la colaboración con la patronal por opción ideológica, la nueva corriente evoluciona hacia los sindicatos que no son para nada sindicatos, sino agentes directos de la patronal.

Esta última que sería más tarde conocida como la corriente del IMF-JC, es el producto del control total del taller por la dirección de la empresa establecido en la primera mitad de los años '60.

El poderío de las grandes empresas

Lo que pasó en la siderurgia en los años '60 también pasó en otras industrias del sector privado, y aunque el grado y la forma de implantación variaran de una industria a otra, el efecto general fue: la erosión del poder obrero en el taller.

El Sohyo era entonces percibido como fuerte y eficaz especialmente porque organizaba un número creciente de trabajadores en sus campañas de primavera de lucha por el salario.

Al comienzo de los '60 las industrias existentes como la automovilística y la siderurgia, conocieron una expansión rápida y fueron creadas industrias nuevas como la petroquímica, la electrónica y otras.

Esto, por una parte, acrecentó la competencia entre las empresas gigantes y, por otra, ocupó más mano de obra. Este último factor ofrecería un entorno favorable a las campañas salariales del Sohyo, pero los aumentos de salarios anuales no fueron inferiores a la tasa de crecimiento de la producción durante la mayor parte de estos años.

El Sohyo y el Partido Socialista, en una frágil alianza con los comunistas, permanecían comprometidos en la causa de la paz y la democracia y movilizaban a veces a las masas en campañas políticas sobre temas de bases militares, del refuerzo de las FF.AA. y otras medidas reaccionarias. Sin embargo bajo la fachada de luchas salariales exitosas y movilizaciones políticas ocasionales se escondía la desagradable verdad del pasaje de un sindicato tras otro del sector privado de la Sohyo a la Domei derechista y colaboracionista.

La diferencia entre la fuerza aparente del Sohyo en términos de la movilización y el retroceso de su influencia en la base en los talleres de la industria privada continuó aumentando durante todo el decenio.

La acumulación masiva del capital durante este período se debió ampliamente a este desmoronamiento del poder obrero en el taller. A medida que la patronal lograba prevenir la resistencia obrera en la fábrica, se sentía más libre para aplicar las innovaciones tecnológicas, agrandar la estructura de produccíon y por lo tanto obtener una plusvalía suplementaria para su reinversión.

La innovaciones tecnológicas y la racionalización [flexibilización] del sistema de trabajo tendía, en cambio, a desintegrar más la solidaridad obrera.

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La desintegración del equipo en el taller y el mundo de la empresa

El elemento central de este proceso de atomización de la clase obrera es la formación de lo que se llamó el "mundo de la empresa", fenómeno crucial para la comprensión del capitalismo japonés de posguerra.

El "mundo de la empresa" es una fórmula a la vez institucional e ideológica que sirvió para trasladar la competencia interempresa que siempre fue aguda, en competencia-rivalidad entre obreros. Se hizo de la gran empresa un mundo donde los obreros son forzados a compartir la suerte de la empresa. Una vez integrados a ese "mundo" los obreros son compelidos a entrar en competencia-rivalidad de unos contra otros para realizar los objetivos establecidos por su "sociedad".

Contrariamente a las explicaciones de numerosos observadores occidentales que atribuyen la "lealtad" de los trabajadores japoneses para con su patronal a lo que ellos llaman "sumisión tradicional de los japoneses ante la autoridad" o "tradiciones de colectivismo", esta "lealtad" aparente es el resultado de una competencia-rivalidad, altamente individualista, fundada en estímulos económicas que para nada tienen que ver con las tradiciones culturales o de "colectivismo". Lejos de eso es fuente del derrumbe del colectivismo del movimiento obrero japonés que se había manifestado con tanto vigor en las luchas de posguerra. En realidad fue necesaria la represión violenta de las autoridades norteamericanas de ocupación y del gobierno japonés para derrumbar el verdadero colectivismo obrero.

El concepto del "mundo de la empresa" requiere una explicación. La competencia interempresa que era muy intensa en el período de resurgimiento del capitalismo en el Japón de posguerra, es un tipo de competencia que depende principalmente del mercado de bienes. La competencia interobrera es evidentemente otro tipo de competencia-rivalidad que es determinada por los factores del mercado del trabajo. La burguesía japonesa logró combinar los dos tipos de competencia, encerrando a los trabajadores en compartimientos estancos, separados del mercado de trabajo global, del mercado externo a la fábrica, así como de la lucha de clases. Se los incita a combatirse, para lograr los objetivos de la empresa.

Para mantener a los trabajadores recluidos en "su mundo", la empresa debe erigir un muro que demarca la arena donde esta competencia-rivalidad inter-obrera se desarrolla.

Salario por antigüedad y empleo "de por vida"

Esta función es llevada a cabo por el sistema de "salarios por antigüedad" * acompañado del sistema de "empleo de por vida",** éste último no se aplica, por otro lado, más que a los empleados regulares de las grandes firmas que no representan más de la tercera parte de la mano de obra industrial japonesa. Tiene por efecto crear una distinción, una "aristocracia obrera", entre los "ciudadanos" privilegiados del "mundo de la empresa" y sus "habitantes" (de status inferior) y de éstos con los trabajadores exteriores al "mundo de la empresa".

Por otra parte el mal llamado empleo de por vida, jamás significó empleo de por vida, sino más bien retiro obligatorio a los 55 años. Como veremos, centenares de miles de

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trabajadores que se creían protegidos por este sistema fueron puestos en la calle, comenzando por los más viejos cuando golpeó la crisis de los años '70. Sin embargo este sistema lograba bien su función de cerradura en el mundo de la empresa. Diversas "ventajas internas" como alojamientos de la empresa, préstamos de la empresa, gimnasios de la empresa o "círculos culturales" de la empresa, constituían otros ladrillos del "muro de la empresa".

[* Salario por antigüedad se llamó al sistema en donde gran parte del salario se debía a incrementos por la "antigüedad activa". Los trabajadores debían integrarse en los Círculos de Calidad (CQ), realizar cursos, obtener calificaciones por su "mérito", y entonces la antigüedad significaba un mayor salario relativo. La patronal "ataba" así al obrero a "su" empresa, ya que si cambiaba de compañía perdía esta antigüedad que le reportaba mayores ingresos. (N. de T.)]

[** "Empleo de por vida", fue un compromiso que firmó la patronal con los trabajadores de la Toyota a cambio de que éstos aceptaran el despido de 1.600 trabajadores, por medio del cual la patronal se comprometía a no despedir hasta su jubilación si el trabajador aceptaba los nuevos métodos de organización del trabajo que se desarrollan a partir del Circulo de Calidad Total. Este método se extendió a toda la industria y abarca al 30% de los trabajadores japoneses. De todas maneras este "empleo de por vida" no impide que alguien sea despedido si la empresa así lo cree conveniente. (N. de T).]

Escalas salariales

Las escalas salariales que fueron cada vez más complicadas, reforzaban este muro. En lugar de ser un simple sistema de salario por antigüedad del trabajador en la fábrica, la grilla salarial sometía cada vez más el salario, a la "capacidad" del obrero y a su calificación por gerencia de personal.

Cada empresa tenía su propia grilla salarial y no había escala de salarios común a toda la industria. El obrero no sabe lo que un acuerdo sobre un aumento de salarios significará realmente para su bolsillo, en tanto que esa paga está fundada sobre una calificación sobre criterios variados que no le son revelados.

La estandarización del proceso de trabajo es aplicada de manera individual en cada empresa, privando al trabajador o a la trabajadora de una calificación universalmente reconocida y contribuyendo a encerrarlo en su empresa.

Estos sistemas y otros igualmente artificiales sellaron efectivamente el encierro de la empresa.

Préstamo para la vivienda hipotecando su vida

Watanabe Ben, dirigente sindical de izquierda del sindicato de trabajadores afiliados al Sohyo, decía que el sistema de préstamos para la vivienda del trabajador que otorgaba la empresa habría sido suficiente, él solo, para destruir la combatividad de los trabajadores de las grandes sociedades:

"Un empleado de una gran firma privada puede pedir prestado el dinero a su compañía

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para adquirir una pequeña casa, con la condición de que lo devuelva con su indemnización de retiro cuando logra la edad de jubilación a los 55 años.

"Este contrato liga su suerte a la de la compañía. Si él renuncia prematuramente, su indemnización es muy inferior a la deuda con la empresa. Para un obrero lograr el préstamo de la gran empresa es como hipotecar toda su vida. Por otro lado el préstamo para la vivienda que le otorga la compañía, en general no alcanza para comprar una vivienda lo que hace que deba pedir prestado afuera. Si la compañía quiebra, quiebra él también puesto que no puede cancelar su deuda con la compañía inmobiliaria privada y su casa es confiscada".

La trampa del salario por antigüedad

El sistema de "salario por antigüedad" funciona de la misma manera, si un obrero trabaja para la misma sociedad sin interrupción durante 20 años su salario se eleva y su nivel de vida y status social mejoran proporcionalmente Pero si la sociedad quiebra él tendrá dificultades para encontrar un empleo con el mismo salario y mantener su nivel de vida. Para comenzar, adquirió su calificación en función del sistema particular de su empresa y ésta frecuentemente tiene poco valor universal (en esa época los mecánicos eran mecánicos en todos lados). Y aunque su calificación llegara a ser universal, su status social no lo es.

En el "mundo de la empresa" es, entonces, la intimidación lo que sirve de cimiento. Esta intimidación está concretada por los sistemas reales y objetivos que impregnan todos los aspectos de la vida del trabajador. Una vez que la trampa de ese "mundo" se cierra sobre él, el trabajador comienza a rivalizar con sus camaradas para sobrevivir, trepar en el status interno de la firma y de la promoción salarial.

La táctica de lucha por el salario se vuelve en contra

El "mundo de la empresa" es el bastión de la burguesía japonesa. Atrapado en este "mundo" un sector grande y privilegiado de la clase obrera japonesa entró en el juego de la competencia interempresa sin, de todas maneras, creer completamente en él.

La táctica de la "lucha de primavera" jamás pudo atacar ¡a raíz del problema de los trabajadores del "mundo de la empresa", porque su único objetivo era el alza del nivel absoluto de los salarios y las ventajas internas en la firma.

El nivel absoluto podía ser aumentado y lo fue efectivamente cuando las grandes sociedades se agrandaron y prosperaron. Pero comprar el aumento de salarios y ventajas internas al precio de dar luz verde a la racionalización [flexibilización] desbocada de los sistemas tecnológicos y de calificación, simplemente reforzó el muro de la empresa.

Ya llegaría el momento donde esta evolución impondría límites a la capacidad del Sohyo parda obtener incluso aumentos de salario.

Las campañas de Equipos de Calidad (CQ) y los pequeños grupos

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A través de los largos años '60 y '70, durante el período de formación del "mundo de la empresa", la cuestión central de las grandes empresas era saber qué campo organizaría a los obreros: si el patronal contaminándolos con su propia ideología, o el de los obreros mismos sobre la base de su independencia.

De los diversos métodos puestos a punto por la patronal para organizar a los obreros en sus propias fábricas, el de pequeños grupos combinados al control de calidad, se reveló como el instrumento más eficaz de la integración.

El concepto de "control de calidad" es originario de los EE.UU. pero importado al Japón a fines del '50 por el Centro de Productividad del Japón. Allí lo unieron al concepto de "pequeño grupo" y así a comienzos de los '60 se transformó en el pilar principal de la transformación del movimiento obrero y del control del proceso de producción.

La campaña "Cero Defecto" (CD) lanzada en la industria de los misiles norteamericanos para eliminar los componentes defectuosos, fue aplicada en Japón por la Nipon Electric Corp. al principio de los años '60 y haciéndole una serie de modificaciones.

Estos modelos fueron incorporados a las actividades de "pequeños grupos" o de "autogestión obrera" como le llamaba la Nipon Steel.

En este sistema los trabajadores de las grandes empresas son "voluntariamente" organizados en pequeños grupos llamados Círculos de Calidad, CQ.

Los CQ estudian el proceso de trabajo, inventan nuevos métodos o elaboran mejoras a los que existen y luego se los proponen a la patronal a fin de promover la calidad del producto y aumentar la productividad.

Cada taller debe tener por lo menos un Círculo CQ, el grupo se reunía generalmente una o dos veces por mes, o más frecuentemente en ciertas empresas.

Estas reuniones se llevaban a cabo después de la jornada de trabajo y a menudo los participantes no recibían pagos de horas extra por su participación en estas reuniones de los CQ.

Estos Círculos son a menudo estructurados horizontalmente a nivel de la fábrica, después a nivel de la compañía.

Los principales organizadores son los capataces o "cuadros de vigilancia".

Los círculos discuten una gran gama de temas con respecto a su trabajo.

Cada individuo y cada grupo es alentado a hacer proposiciones y si la patronal encuentra que su proposición es excelente, quien la propuso gana un premio. Los ganadores tienen el privilegio de asistir a una reunión de presentación de CQ de un nivel superior donde la mejor propuesta es compensada con un viaje a EE.UU., por ejemplo.

Se pretende que la participación en estos Círculos es "voluntaria", pero en realidad es difícil para los trabajadores no participar en ellos porque su paga y su promoción dependen de la calificación. Su participación o no en la "campaña CQ" es considerada como un factor importante en esta evaluación.

Según un estudio del centro de Productividad del Japón, en 1976, 71% de las empresas japonesas tenían CQ. Entre las empresas de más de 10.000 empleados esa cifra subía al

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91,3%.

Tomemos la siderurgia por ejemplo. La Nipon Kokan Haisha que es la acería de la Kawasaki, y la Kobe Steel, aplicaron campañas de CQ desde el '63 y la Nipon Steel los imitó desde el '66.

Hoy día 30.000 CQ funcionan en 169 acerías, fábricas y oficinas de la siderurgia con la participación de 230.000 trabajadores, o sea el 83% de la mano de obra total de la siderurgia.

Dar a los trabajadores algo que haga que su vida valga la pena de ser vívida: es así como la Yawata describía el objetivo de la campaña del CQ en sus inicios.

"Uno de los problemas más serios de la industria moderna consiste en encontrar un medio por el que la prosperidad de la Compañía y la satisfacción humana de los trabajadores, sean compatibles. Estas exigencias, en apariencia contradictorias, más eficacia y humanidad deben ser satisfechas simultáneamente.

"La solución es crear un sistema que ligue a los trabajadores con el corazón y el alma, en tanto que seres humanos y los ayude a manifestar plenamente sus capacidades y creatividades respectivas."

Esta grandilocuente declaración fue tomada prosaicamente por la Nikeirei, que es la Federación de Asociaciones Patronales del Japón que anunció:

"El sentimiento de pertenecer a un pequeño grupo dará a los trabajadores más satisfacciones y los conducirá a más eficacia".

Si las campañas del CQ tomaron diversas formas, en general tuvieron todas objetivos comunes:

1) Lograr que los obreros reflexionen desde el punto de vista de la patronal, o hacer penetrar la ideología patronal en el mundo interior de cada obrero impidiendo que estos obreros tengan su propio mundo interior independiente que sobrepase el "mundo de la empresa".

2) Atenuar el sentimiento de aislamiento experimentado por los obreros como consecuencia de las innovaciones tecnológicas.

3) Empujarlos a la competencia-rivalidad entre ellos para estimular la emulación.

4) Colocar la ideología y la conducta de los obreros bajo el control minucioso y constante de la patronal.

5) Mejorar las perfomances y mejorar la calidad de los productos.

A menudo el acento principal de las campañas es puesto sobre el primer objetivo.

En "el mundo de la empresa" los trabajadores no tienen más el derecho de hacer únicamente lo que se les dice sino que tienen la obligación de participar activamente en los objetivos de la empresa con un sentimiento de "participación voluntaria". Pero en realidad la participación no es voluntaria porque es exigida desde arriba.

En la Nippon Steel Corp., la patronal declaró en el año '78 que la empresa debería ser totalmente reestructurada a fin de permitirle el funcionamiento sin pérdidas, aun si la

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tasa de utilización de la acería cayera al 70% durante un período prolongado.

Esta estrategia grandiosa fue comunicada a cada CQ a quienes se exhortó enseguida a concretarla. Los deberes del grupo consistían en:

1) Elegir un dominio especifico donde él haría su contribución a la empresa.

2) Analizar la situación.

3) Establecer un objetivo específico.

4) Efectuar mejoras en relación a alcanzar ese objetivo.

5) Confirmar los efectos de las mejoras.

6) Estandarizar los resultados de las mejoras a fin de que otros talleres pudieran aplicarlas.

7) Elaborar los informes sobre el conjunto de los proceso.

La NSC afirmaría que estos esfuerzos condujeron a que: "17 mii propuestas de los CQ se aplicaron a la solución de los problemas de energía y de reducción de costos, logrando una reducción del 35,6% del consumo del petróleo en el '80."

Este proceso revela un grado increíblemente elevado de organización de los trabajadores por la patronal. Deben efectuar sus horas normales, hacer horas suplementarias y encima contribuir al aumento de la productividad y a la eficacia por medio del estudio del proceso del trabajo, a recopilar datos y a redactar informes.

Aún si existiera un sindicato auténtico en el taller no tendría espacio para la actividad sindical, puesto que todo el tiempo y la energía del trabajador son absorbidos por la empresa. Citemos a un trabajador socialista que fue un tiempo secretario general de la Acería lroata de la NSC, Watanabe Eiki, quien escribe que:

"Logrando organizar la vitalidad y la energía de los trabajadores la patronal devoró lo que en otros tiempos era considerado como una función propia de los sindicatos.

"Hoy día los jóvenes trabajadores saben hablar en público porque han asistido a cantidad de sesiones de los CQ y han hecho informes escritos de sus actividades. Antes los trabajadores se transformaban en buenos oradores por el activismo sindical, los círculos de la CQ usurparon el rol de la militancia o-brera en el sindicato". (Watanabe Eiki y otros, Radosha no Sabaku [El desierto de la clase obrera],Tokyo: Tsuge Shobo, 1982).

En 1970 la dirección de la NSC rebautizó este proceso con un nombre irónico lo llamó "campaña de autogestión obrera", Jiyu Kanri, o sea "campaña JK".

¿Los trabajadores se autogestionan? ¿Participan en la toma de decisiones? Lo trágico de esta campaña es que se parece a la autogestión como un guante dado vuelta se parece a sí mismo del lado derecho. En efecto en 9 de cada 10 casos la intensidad del trabajo y la explotación son acrecentados en detrimento de los intereses obreros y son la consecuencia de su "autogestión".

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TOYOTA: Un obrero el trabajo de dos

El profesor Kumasawa Makoto, un investigador que estudió el modelo del trabajo, divide a los Ceqüistas en: halcones y palomas.

Las palomas tienden a no poner en el orden del día los temas que llevan a una intensificación del trabajo directo.

Este profesor cita el ejemplo de las élites ceqüistas de tipo halcón en la fábrica kariya de la Toyota Motors. Este círculo CQ está compuesto por catorce obreros encargados de colocar la capa final de pintura en las carrocerías de autos. Fueron citados por su esfuerzo ejemplar para mejorar el rendimiento del trabajo. Según su informe el objetivo de este mejoramiento del trabajo es reducir el número de jornadas-obreros necesarias para el proceso de terminación:

"Nuestro objetivo era concretar la política de nuestra sección en relación a combatir los aumentos de costo de personal y de materiales.

Cuando nos propusimos reducir la mano de obra de dos personas a una -dice el informe- se nos quejaban diciéndonos que una reducción del personal a la mitad era. excesiva y que traería consigo una intensificación del trabajo. Por lo tanto se nos preguntó dónde serían trasladados los hombres excedentes. Pero nosotros convencimos a los disidentes haciéndoles notar el valor que tenía estudiar los métodos de la ingeniería industrial y de esa manera encontraríamos los medios de hacer descender nuestra carga de trabajo, aún si el personal era reducido a la mitad.

Señalamos también que H. un trabajador temporario, renunciaría pronto.

Nuestro miembro U. que recientemente había hecho un curso en otra empresa, regresó e informó que allá se trabajaba dos veces más que aquí.

De esta manera el grupo se puso a estudiar muy seriamente los métodos de ingeniería industrial y reexaminó todas las operaciones para que un solo hombre pudiera de ahí en más hacer el trabajo de dos.

El objetivo fijado fue reducir el tiempo de trabajo de 302 déciminuto a 160 déciminuto y al fin del proceso el mejoramiento redujo el tiempo de trabajo a 155 déciminuto."

El profesor Kumasawa analizando "las mejoras" introducidas de esa manera señala que no solamente un obrero sobre dos había desaparecido de la escena como por magia, sino que todos los tiempos de pausa durante el trabajo habían sido completamente eliminados por estas mejoras.

Todos los tiempos de espera y los tiempos de cambios de herramientas habían sido amputados y los obreros debían de ahora en más correr detrás de la carrocería en el momento de su pasaje, en lugar de esperar a que arribe a su puesto de trabajo.

La fábrica Sony: nuevos métodos con campesinas de 15 y 16 años

Un ejemplo sobre Sony muestra hasta qué punto de coerción puede llegar este tipo de

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control de pequeños grupos.

Sony es conocida en el mundo entero como el arquetipo del fabricante de electrónica del Japón, pero pese a su imagen de marca resplandeciente, el "mundo de Sony" es invivible para sus obreros.

Al comienzo de los '60, en momentos en que esta nueva empresa se comprometía en la fabricación masiva de televisores, su fundador y presidente lbuka Dai, contrató a un rompedor de sindicatos semiprofesional llamado Kovayashi Shigerú, para pulverizar el sindicato de Sony, que era combativo.

La dirección de la empresa anunció que todos sus empleados debían someterse rápidamente al nuevo sindicato y que aquellos que se rehusaran a plegarse serían eliminados. Y mantuvo su promesa.

Los militantes sindicales fueron agredidos físicamente, los secretarios generales sindicales de secciones fueron echados, los responsables sindicales recibieron cambios de trabajo punitivos y numerosos miembros del sindicato sufrieron reducciones en sus salarios por causas disciplinarias.

En la primavera de 1961 se fundó un sindicato de empresa que hizo perder al sindicato original más de la mitad de sus miembros en unos meses.

Es en este ambiente de combate que Kovayashi fue nombrado director de la fábrica Atshugui, entonces principal centro de producción de transistores y circuitos integrados de la Sony.

La gran mayoría de la fuerza de trabajo de la Sony estaba compuesta de jovencitas procedentes de familias campesinas del Noreste de Japón, quienes habían finalizado el primer ciclo del secundario.

Es a estas jóvenes obreras de 15 ó 16 años a quienes Kovayashi les impone su sistema de 'pequeños grupos". Entre las alabanzas que más tarde se leen en su bien conocido libro llamado, 'Sony hace humanidad"~ vemos que él afirma que ese sistema le da el sentimiento de un fin y un sentido a la vida de los obreros. Notemos también la extraña elección de una terminología sacada del vocabulario comunista y socialista. Así, bautizaba a sus pequeños grupos como 'células" y a la fábrica como 'universidad obrera".

Por otro lado la Sony tenía una escuela en Atshuguí, el Liceo Sony Gakuen, en la fábrica misma. La fábrica, la escuela y los dormitorios estaban situados en el mismo predio en una nueva zona industrial abierta a 50 kilómetros al Oeste de Tokio, en aquel momento rodeada de campos cultivados.

Todos los jóvenes obreros debían vivir en los dormitorios y la Sony, generosa, les daba la oportunidad de continuar sus estudios.

Las obreras estudiantes se levantaban a las 4,45 de la mañana y comenzaban el trabajo a las 5,30. Después de 1 hora y 45 minutos de trabajo, tomaban el desayuno de 7,10 a 7,35 y retomaban el trabajo hasta las 13,15.

Después del almuerzo iban a la escuela y estudiaban de 14,20 a 17,30. En esos momentos retornaban al dormitorio. Eso era para el equipo de la mañana.

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Las obreras del turno tarde iban a la escuela a la mañana y trabajaban de 13,10 a 21,55.

Estaban organizadas en células compuestas de 5 a 8 miembros con una dirigente y una subdirigente.

Las "dirigentes" eran "hermanas" que estaban en la empresa desde hacía más de cuatro años. Se ocupaban de las jovencitas e intervenían en todos los aspectos de su vida personal.

Los asuntos del corazón debían ser confesados a las "hermanas" y si una obrera tenía una queja de algo debía, primero, advertir a las dirigentes.

Pero el fin principal de las células era el de hacer trabajar más a las jovencitas.

Las células ser reunían dos o tres veces por semana y cada miembro debía informar a sus compañeras de su nuevo objetivo de trabajo. En caso de fracaso era humillada delante de sus compañeras. Imagínense a esas jovencitas arrancadas de sus pueblos inocentes y sin defensa trasplantadas a ese medio extraño. No tenían otra alternativa que aceptar lo que se les decía.

En este marco la competencia establecida por la empresa que, aparentemente había sido creada por las obreras mismas, no tenía límite.

Según Sayto Shigeo, que escribió la historia de dos jovencitas en el libro traducido como "Después de mi el diluvio" (Tokio 1974), la mayor parte de las obreras llegaba a la fábrica a las cinco de la mañana, ó sea media hora antes que la entrada oficial y se ponían a trabajar. Sin esto no podían alcanzar los objetivos que se habían fijado.

Las jóvenes debían someter a la dirigente sus informes personales autocríticos sobre lo que habían hecho y pensado, y la dirigente los verificaba y eventualmente las criticaba.

Así los objetivos eran progresivamente aumentados "voluntariamente" y se alababa a aquellas que alcanzaban sus objetivos, otorgándoles una insignia de plástico que llevaba la mención OKEY y que se abrochaba en la puerta de su dormitorio.

El retorno al dormitorio no las liberaba del control de la empresa. Entre cuatro y seis obreras compartían una habitación con camas superpuestas. Los televisores estaban prohibidos. De 19,30 a 20,00 horas las residentes debían observar un tiempo de silencio. Debían meditar, criticar sus propias debilidades que, probablemente, habrían causado problemas a la empresa.

Durante los tres primeros meses de la contratación, les estaba totalmente prohibido recibir visitas, aún de sus padres. El dormitorio tenía "su madre" que decía a "las hijas": "Si sus padres vienen a verlas, las otras cuyos padres no pueden venir se sentirían mal".

La "madre" era la vigilante omnipotente; visitaba las habitaciones sin importarle la hora; verificaba los libros en los estantes y todo bajo el nombre de "protección".

Esta "protección" se transformaba en represión brutal ni bien las obreras buscaban independizarse o unirse entre sí.

Trabajo y salud

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El trabajo en la electrónica es altamente perjudicial para los ojos. El solvente utilizado en el proceso es a menudo mortal y el ritmo de la cadena, cada vez más rápido, traía a menudo problemas crónicos y agudos en las manos y en los brazos de las obreras.

La patronal de la Sony permaneció indiferente a las quejas sobre estas enfermedades industriales y en ausencia de amparo sindical, las obreras que quisieron protegerse debieron pelear en pequeños grupos o individualmente.

El "mundo de Sony" tiene hospitales y clínicas donde sus médicos disimulan las verdaderas causas de las enfermedades profesionales. Toda protesta recibe por respuesta un cambio de puesto de trabajo y en último caso, la violencia física.

En este encierro, vigilado estrictamente, la resistencia exige mucho coraje personal y optimismo, que ciertas obreras valientes de la Sony tuvieron. Así lo muestra la historia de la lucha de tres obreras por sus camaradas de trabajo y por ellas mismas. Empleadas en 1969 en la fábrica Shibaura de la Sony, se dieron rápidamente cuenta que la aceleración de los ritmos causaba problemas físicos en sus compañeras. Ellas mismas sintieron rápidamente dolores agudos en los brazos y en manos, y entonces reclamaron disminuir el ritmo de las cadenas. Fue una osadía increíble por parte de simples obreras.

La patronal comenzó inmediatamente a hostilizarlas, pero no cedieron, finalmente la patronal las cambió a puestos menos penosos, pero ellas afirmaron su posición de principios, de que su traslado no resolvía el problema y lo rechazaron.

Se pusieron casacas sobre las que estaban pintadas consignas y volvieron a trabajar a su viejo taller. Se desencadenó un enfrentamiento violento y los guardianes fueron finalmente movilizados para sacarlas.

El caso de Naganami lnakachi, obrero temporario de la fábrica Shiogama de Sony, es más conocido. Obligado a respirar un solvente orgánico tóxico en su puesto de trabajo, desarrolló problemas de hígado y murió en el '74. La empresa negó responsabilidad alguna, pese a la relación clara entre sus síntomas y los vapores tóxicos. Murió maldiciendo a la Sony en su lecho de muerte. Su familia enlutada y sus partidarios continuaron la lucha contra Sony.

La competencia, salario y status

El tipo de control de trabajo aplicado en la fábrica Atshugui, de Sony a comienzos de los años '60, no puede evidentemente ser considerado como típico de toda la industria puesto que cada gran empresa tiene un "mundo interior" diferente. Sin embargo existen parecidos notables entre todas las grandes empresas privadas:

1) La organización integral de los empleados de la empresa en grupos orientados hacia el interés de la misma.

2) Estructuración de los trabajadores en una jerarquía que los divide, dando entre ellos un sentimiento de privilegio en relación a otros.

3) Competencia-rivalidad artificialmente organizada entre los trabajadores.

4) Un semi colectivismo. Imagen deformada del colectivismo obrero.

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5) Intimidación, ostracismo y en última instancia aplicación de la violencia física ejercida por parte de los guardianes dela empresa o los matones del sindicato o la policía contra los que no se amoldan.

6) Un "sindicato" que trabaja como protector eficaz -a menudo el más violento- de todo este sistema.

De todos estos rasgos, el central es la competencia-rivalidad entre obreros, alrededor del cual todas las fábricas van construyendo la nueva organización del trabajo.

El sistema salarial ligado a "la calificación del mérito individual" es el principal medio que permite dividir entre sí a los obreros y ponerlos en competencia-rivalidad mutua.

El principio del control del trabajo por "el salario al mérito" fue proclamado por Níkkeiren en el '69 en una guía de 600 páginas escrita sobre la base de una resolución anterior al '65. Su principio rector derivaba de un proceso en curso desde hacia años que fue el deslizamiento del sistema de salarios a la antigüedad tradicional, donde la edad era el factor condicionante, hacia un sistema modificado donde la capacidad individual de los trabajadores era considerada en primer lugar.

Este libro recomendaba también la reconversión hacia una fuerza de trabajo elitista más que masiva.

Del salario por la antigüedad, al salario por el "mérito"

En el sistema de "salarios por antigüedad en el trabajo", los empleados se dividían en dos grandes categorías en base a su preparación: obreros y oficiales.

A medida que acumulaban años y calificación los obreros podían ser promovidos a puestos de control, pero nunca al rango de oficiales. Existía una cierta correspondencia entre la antigüedad en el trabajo, la calificación y el salario. Este sistema tradicional comenzó a descomponerse con el crecimiento acelerado de posguerra y como ya se lo ha descrito, el factor de calificación al "mérito" determinado por la patronal, fue uno de los principales factores para derribar el viejo sistema salarial.

La estructura de equipos de trabajo alrededor de los obreros más antiguos, más calificados y de mayor salario, fue eliminada por la ola de innovaciones tecnolog,cas y la estandarización del trabajo.

En lugar de la antigüedad y la calificación, el "mérito" -es decir la contribución de cada individuo a los intereses de la empresa- se transformó en el principal factor determinante del salario y de promoción del obrero.

Los sistemas de salarios y de promoción fueron rápidamente reorganizados en los años 60 y '70 para adaptarse a este principio "del mérito".

Tomemos así el caso de la Acería Hiroata, de la Nippon Steel Co. Allí un sistema de "jerarquía de puestos con tareas" fue introducido en el '67. Dividía a los obreros en cinco y más tarde en siete categorías caracterizadas por diferencias de salarios considerables.

Una vez salidos fuera del rango inferior los obreros entraban en el reino de los títulos

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rimbombantes, vicesecretario, secretario, viceconsejero, consejero, etc. Todos los que llevaban estos títulos eran obreros de cuellos azules y no oficiales. De hecho eran suboficiales industriales que comandaban a los obreros ordinarios o soldados.

Los "soldados" también estaban divididos en muchos subgrupos, estatus y salarios diferentes.

El "salario básico" es determinado por la categoría y cuando el salario básico aumenta los obreros y oficiales de los rangos más altos reciben un aumento más fuerte.

Por otra parte los obreros del mismo status no reciben el mismo salario, porque una gran parte de su paga está sujeta a la evaluación de la patronal.

Hasta un 72,9% del salario constituido por "el mérito"

Cuando el salario aumenta, alrededor de un 20 al 40% del aumento es determinado por la nota (calificación) puesta por la patronal.

En la Sumitomo Metal Ind. la parte relevante de la evaluación del progreso y los méritos del individuo es el 45% del salario.

En la NSC el aumento del salario anual medio fue de 3.000 yens. Los obreros que habían obtenido las mejores notas recibieron 6.600 yens y los menos buenos 2.500. Los que habían obtenido una calificación elevada y fueron promovidos al rango de "secretario", recibían pagas de alrededor de 2.000.000 de yens más que sus colegas de la misma edad y de la misma antigüedad en el trabajo que no habían sido promovidos.

Un caso más extremo de evaluación arbitraria existe en la Nissan donde solamente el 13,5% del salario está compuesto por el salario básico y el 72,9% está determinado, en su mayor parte, por la calificación individual que hace la patronal.

Aunque la calificación debe, teóricamente, fundarse sobre "la capacidad", es de hecho la lealtad a la patronal el criterio más importante a tener en cuenta cuando se califica a cada trabajador.

En las entrevistas a las que son sometidos los candidatos a una clasificación superior el examinador interroga sobre cuestiones de su empleo.

Según Watanabe Eiki, que entrevistó a obreros de la NSC las preguntas más frecuentes eran: ¿Conoce Ud. la diferencia entre el Sohyo y la Domei?

¿ Qué piensa Ud. de las Huelgas? ¿ Qué piensa Ud. de los sindicatos?

En la Nippon Kokan Kaisha la promoción se basa sobre exámenes regulares. Existen cuatro status diferentes para los obreros de cuello azul de la empresa y el examen del pasaje del primero al segundo es extremadamente difícil según Watanabe:

"Los obreros no tienen derecho a pasar el examen sin el permiso de su capataz, los resultados son secretos y no son revelados a los obreros a los que les concierne. Los exámenes son clasificados sobre la base de criterios tan vagos y generales como por ejemplo "el espíritu de colaboración".

En estas circunstancias dar una impresión favorable a los oficiales superiores es,

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naturalmente, el recurso más directo para aprobar una promoción. El método más fácil es la obsecuencia, el siguiente es manifestar un exceso de entusiasmo hacia la empresa.

Un obrero en la NKK, le dijo a Watanabe:

"La intensificación del trabajo es aplastante. Ud. sabe que las horas suplementarias son reglamentadas y la dirección de la empresa aprecia particularmente a los que pueden terminar su cuota de trabajo en las horas suplementarias. Como consecuencia los obreros no reclaman el pago de las horas extra aún cuando lo hayan trabajado después del límite de su tiempo, es porque desean ser observados como particularmente capaces".

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