Mujeres de Ojos Grandes I

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Cecilia F. Peña Puga23475

2108AVANCE I

“Mujeres de Ojos Grandes”

Ángeles Mastretta

Personajes:

Tía Leonor: caderas redondas, espalda pecosa y hombros suavemente alzados.

Alberto Palacios: notario rico. Sergio: ojos precoces y labios delgados. Abuela

La tía Leonor se casa con un rico notario Alberto Palacios, quien le concede darle dos hijas, la tía Leonor nunca le faltó nada de lo que toda mujer de 25 años desea: gasas, zapatos, sombreros, artes, tuvo todo cuanto quiso, incluso la devoción de su marido que empezó a darse cuenta que su vida sin esa mujer sería intolerable.

Nada podía ser mejor, en esa familia, la gente siempre hablaba bien de ellos, que eran una familia ejemplar, hasta que hubo un problema con la tía Leonor, quién al comprar nísperos, unas frutas pequeñas de cáscara como terciopelo, recordó a Sergio, su primo, del que estaba enamorada, pero que le habían dicho que los primos no podían casarse entre sí, porque Dios los castigaba.

Cuando se lo encuentra, le dice que esos niños que estaban con ella hubieran sido sus hijos, si no le hubiera importado lo que la abuela les había dicho. Regresaron a la casa de la abuela como en los viejos tiempos, y regresaron para tener relaciones.

Personajes:

Tía Elena: Curiosa. Padre de la tía: gentil ranchero de 1,80 metros. Doña Otilia madre de la tía.

La tía Elena vivía en Arroyo Zarco, una alargada franja de tierra fértil al norte Puebla. Vivió poco tiempo ahí ya que vinieron los alzados para tomar posesión de su casa, sus planicies y sus aguas, y su padre no se opuso a entregar nada.

El padre de la tía Elena se llevó a su familia a Teziutlán.

A la gente le extrañaba que la familia Ramos Lanz, reaccionaran de esa manera a pesar de la situación en la que se encontraban, los miraban mal cuando caminaban por el pueblo, conservadores y alegres como si nada hubiera pasado.

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Sólo vieron al padre de la tía Elena una sola vez, dibujaba algo que parecía un plano y que no lo dejaba contento, iba tirando hojas y hojas al cesto de los papeles, como si tratara de recordar el camino hacia un tesoro enterrado. La tía Elena lo observó, y descubrió en uno de los papeles de la cesta, cuando su padre había alojado la habitación al irse a cenar, descubrió que se trataba de los vinos de su padre, el cual tenía una extensa colección, de ésta. Eran unos planos para entrar a la antigua casa apoderada por los alzados para tomar esa colección que valía mucho para él.

En la madrugada, don Cirilo, padre de la tía Elena, decide ir a Arroyo Zarco, por sus vinos y la tía Elena se metió en la carreta a escondidas. Cuando llegaron al lugar fueron por los vinos y la tía Elena se bajó junto a su padre, este la vio y se sorprendió ya que no había querido que nadie fuera con él. Cuando cargaron toda la carreta con los vinos, la tía Elena fue a la casa a ver si estaba se habían ido los alzados, y cuando entró vio que ya no había nadie. Regresaron a Arroyo Zarco con toda su familia.

Personajes:

Tía Charo: nuca de porcelana, pelo castaño y subversivo, lengua despiadada y alegre.

Padre: español, pequeño y manso.

La tía Charo era una mujer de cabello castaño y una lengua alegre, era una mujer que a la gente le gustaba hablar con ella, porque su voz era como lumbre, descubría los defectos de los demás y los decía.

La tía Charo no tenía problemas con su pasión por las palabras, hasta que una tarde de junio, en una misa, el padre hablaba acerca de los falsos testimonio y de la mentira, la tía salió con un remordimiento y pasó a confesarse con el nuevo padre español, un hombre pequeño.

Al confesarse le comentó al padre que hablaba de la genta, a lo que el padre le contestó que no era pecado que era afán por la vida. La tía Charo salió corriendo sin culpa y siguió viviendo así. Un día en un bazar una señora le pregunta a la tía Charo si conocía al nuevo padre español, y ella le contesta que sí, a lo que la señora le dice que pare ser un impostor, que no encontró carrera como poeta y decidió convertirse en padre. La tía Charo le dice que el es un hombre devoto y que ella había visto la carta que le había mandado el Vaticano, y que él era su confesor.

A la mañana siguiente, fue al confesionario del padre español y le preguntó la tía Charo si echar mentiras era pecado, el padre le dijo que dependía si eran blancas, la tía Charo le contestó que era para una honra, a lo que el padre le dijo que tenía doble mérito y que fuera en paz.

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Personajes:

Tía Cristina: No bonita, piernas flacas, voz atropellada. Señor Arqueros: Hombre cuidadoso y trabajador. Emilio Suárez: Rico y arisco. Mamá de la Tía Cristina.

La tía Cristina era una mujer de piernas flacas, no bonita y voz atropellada, pero todo eso la hacía una mujer interesante, para su suerte los hombres no buscaban mujeres interesantes. Era el cumpleaños 21 de la tía cuando ella se sintió una solterona, ya que a esa edad, sin un anillo de compromiso ya era una quedada, su cumpleaños terminó en lágrimas hasta que apareció el señor Arqueros.

Cristina al día siguiente pasó por una joyería dónde vio unos anillos de compromiso, y se los medía soñando que algún día alguien le diera uno.

Y así fue, un día le llegó un mensajero de la joyería se presentó en la casa con el aniño que la tía Cristina se había probado y tenía su nombre grabado, además de un sobre con su nombre.

Ambas cosas las mandaba el señor Arqueros, el cuál le pedía matrimonio, pero que como no estaría en México por varios años, dejaba a su amigo Emilio Suárez, quién había sido el amor de la juventud de la tía, a cargo de la boda. La tía Cristina era la mujer más feliz del mundo y aceptó con felicidad casarse con el señor Arqueros, quién la esperaría en España.

Seis meses después se casó con el señor Arqueros, frente a un cura, un notario y os ojos del señor Suárez. Decían que no se había visto novia más radiante que la tía Cristina en mucho tiempo.

Un año de cartas le estuvo mandando el señor Arqueros a la tía Cristina, hasta que muere el señor Arqueros y regresa a su casa, triste pero decidida a seguir adelante.

Cuentan las malas lenguas que el señor Arqueros nunca existió. Que Emilio Suárez dijo la única mentira de su vida, convencido por quién sabe cuál arte de la tía Cristina. Lo cierto es que los dos fueron amigos hasta lo último de sus días, cosa que nadie les perdonó jamás, porque la amistad entre hombres y mujeres es imperdonable.

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Personajes:

Tía Valeria: Persona que disfrutaba la vida, llena de paz, fiel. Prima Gertrudis: Realizaba muchas actividades.

Hubo una tía nuestra, fiel como no lo ha sido ninguna otra mujer. Nunca se ha vuelto a ver en Puebla a mujer más enamorada que la radiante tía Valeria.

Cuentan que esta tía siempre estaba feliz, creían que estaba medio loca, no entendían como iba por la vida, tan encantada siempre hablando tan bien de su marido.

Su marido era un hombre común y corriente, un marido cualquiera. Un día la prima Gertrudis, le preguntaba cómo le hacía para no aburrirse de su esposo, ella pensaba que tenía un amante.

La tía Valeria le contó que cada vez que lo hacía con su esposo, que sólo cerraba los ojos y pensaba en otro hombre así no se aburría y siempre era otra persona distinta. Dicen que así hizo siempre la tía Valeria, y que por eso vivió agusto muchos años, lo cierto es que murió con un autógrafo de Agustín Lara bajo la almohada.

Personajes:

Tía Fernanda: Vivía en su cadencia.

La tía Fernanda vivía con la vista perdida, vivía en su cadencia. Eso era lo que hace que alguien camine de cierto modo, hable con cierto tono, mire con cierta pausa.

Vivía alterada porque nunca esperó tal disturbio. Tenía mucho que hacer y cuando no lo tenía lo inventaba

Ella no sabía si la cadencia le había caído del cielo o del infierno siempre se preguntaba furiosa. Pasaba toda la misa discutiendo con Dios y nunca pedía perdón. Se la vivía perdiéndose, pero siempre regresaba a su casa iluminada.

Ella pensaba que el cariño no se gastaba..

Un día su esposo la abandonó y para ella fue el fin de su vida, un mes estuvo llorando, sin levantarse, los ojos ya parecían de sapo, hasta que una mañana la tía Fernanda abrió los ojos y todo cambió y volvió a ser como antes, la tía Fernanda se levantó a arreglarse, y hacer las cosas que solía hacer antes de su dolor, ir a misa, algo que no había hecho en mucho tiempo.

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Personajes:

Tía Carmen: Esposa engañada. Tía Fernanda: la misma del cuento anterior, cariñosa. Manuel: Esposo de Carmen, la engaña con otra mujer.

La tía Carmen se enteró que su esposo, Manuel, la había engañado con otra mujer, a ella le dolía mucho ya que para ella, su esposo, antes de engañarla, él tendría que morirse. Borró de su mente a su marido, de tal manera hasta su madre la quiso llevar a un manicomio. Sólo su madre y la tía Fernanda la visitaban.

La tía Fernanda no soportó más y se llevó a la tía Carmen a su casa, así quedo instalada en la casa de su prima Fernanda. Tras una conversación que entablaban la tía Fernanda le aconsejó que no arruinara el presente lamentándose por el pasado ni preocupándose por el futuro, de la nada la tía Carmen revivió a su marido.

Al día siguiente la tía Carmen se arregló asombrosamente y fue a avisarle a Manuel que en su casa habría sopa al medio día y a cualquier hora de la noche. Manuel conoció entonces la boca más ávida y la mirada más cuerda que había visto jamás.

Comieron sopa.

Personajes:

• Tía Isabel: religiosa, buscaba el apoyo de una divinidad.• Padre de la tía Isabel: padre muerto• Hija: 17 años creía que su abuelo era un santo.

La tía Isabel se había casado con un librepensador y nunca iba a la iglesia, sin embargo ella si creía en Dios y los santos, pero en lugar de ir a misa, era de las personas que se la pasan platicando con la foto del abuelito y los domingos iba al panteón.

Un día la tía Isabel, se cayó de un caballo, y la encontraron tirada en el campo, su esposo fue con ella a hacerle compañía. Cuando volvió del médico, les dijeron que todo estaba en manos de Dios y la familia ya estaba llorando de antemano a Isabel.

La hija del medio, confiaba en que no le pasaría nada, decía que su abuelo se lo había dicho. Al poco tiempo Isabel dejó el delirio y bebió la taza de leche que le había acercado su hija. A lo que la hija le dijo que su abuelo era un santo.

Y mientras la niña cantaba, ella entre los claveles murmuró secretos y ruegos, y su hija le preguntó -¿Qué pides mamá? A lo que contestó – Delirios.

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Personajes:

• Tía Chila: mujer valiente y trabajadora.• Consuelito: víctima de violencia.• Esposo de Consuelito: agresor violento.

La tía Chila estuvo casada con un hombre, al cuál dejó sin darle explicación alguna, un día se levantó tomó sus hijos y se fue, a la casa que le había heredado la abuela.

Era una mujer que cosía ropa y la vendía, llegó a ser proveedora de dos tiendas muy importantes del país.

Nadie entendía por qué había abandonado a su esposo que tenía sus puros ojos en ella. Un día entró la tía Chila a la estética a arreglarse, rodeada de mujeres que se arreglaban de pies a cabeza, cuando entró con una pistola en mano, el esposo de Consuelito, quién la tomó del pelo para zangolotearla y gritarle mil insultos, las demás mujeres fuero a esconderse viendo a la pobre Consuelito llorar tras lo sucedido.

Fue cuando la tía Chila salió del rincón y le dijo al esposo de Consuelito, que se largara, que no asustaba a nadie y ya estaban hartas de sus gritos, que ya no le tenían miedo, que se fuera y si necesitaba comprensión que fuera a buscar a su marido. La tía Chila lo llevó hasta la puerta y cerró la llave.

Doña Consuelito comprendió porqué la tía Chila había abandonado a su esposo y desde ahí ya nadie a hablaba mal de la tía Chila porque hubo siempre alguien o una amiga de la amiga que estuvo en el salón de belleza esa mañana, dispuesta a impedirlo.

Personajes

• Tía Rosa: observadora.

Una tarde la tía Rosa vio a su hermana brillante por alguna razón que ella no podía imaginar.

Durante horas oyó cada una de sus palabras tratando de intuir de dónde venían. No adivinó. Sólo supo que esa noche su hermana se porto como si al fin le perdonara su vocación de rezos y guisos, como si ya no fuera a reírse nunca de su irredenta soltería, de su aburrida vocación por la virgen del Carmen.

Quién sabe cómo sería su primer sueño esa noche. Si alguien la hubiera visto pareciera una niña regordeta en su camisón. Sin embargo a la cabeza de la tía Rosa, entró un sueño insospechado.

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Soñó que su hermana iba a una fiesta de disfraces donde estaba con hombres y bailaba can-can usando una máscara y una en vez de calzones y encajes de las cancanearas, una falda diminuta que subía enseñando más allá.

Al siguiente día la tía Rosa la miró y le dijo, que la entendía.

-Amén- le dijo la hermana..

-Amén- dijo Rosa.

Personajes

• Tía Paulina: tocaba el piano.• Issak Webelman: Músico apuesto.

La tía Paulina era una estudiante de piano que cuando tenía 20 años conoció a Isaak Webelman, un músico atractivo, que le enseñaría piano.

Paulina tocaba el piano con mucho más conocimiento y elegancia que cualquier otra alumna.

La tía Paulina tocaba las piezas de los grandes famosos con en otras escalas y Isaak le dijo que la música tenía que tener magia y la magia depende de algunos trucos, pero más que nada impulsos. Pasaba su brazo por la cintura de la tía.

La canción “Para Elisa”, había sonado como nunca antes en el piano de la abuela.

Por la espalda de la tía Paulina corrió un escalofrío. Isaak le dijo tras recorrer la espalda de la tía Paulina por última vez, que ella sabía que esa era su sinfonía predilecta. La tía Paulina mientras se abrochaba el corpiño, le dijo que siempre lo iba a saber.

El músico se fue y obtuvo su éxito que tanto buscaba. Paulina se casó y cruzó un umbral durante la vida, pero nunca pudo evitar el frío bajando por su espalda cada vez que alguien pronunciaba su nombre.

Personajes:

• Tía Eloísa: Atea

La tía Eloísa desde muy joven tuvo a declararse atea, no le fue fácil dar con un marido que estuviera de acuerdo con ella pero buscándolo encontró un hombre de sentimientos nobles, al que nadie le había amenazado la infancia con asuntos como el temor a Dios.

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Crecieron sus hijos sin religión, hermosos y valientes a pesar de no tener detrás la tranquilidad otorgada por la Santísima Trinidad.

Sólo una de las hijas creyó y buscó auxilio en la iglesia anglicana, buscó convencer a su madre de lo bella y necesaria que podía ser la fe a lo que esta le contestó, que si no había podido creer en una verdadera religión como se le ocurría que creyera en una falsa.

Personajes:

• Tía Mercedes: curiosa

La tía Mercedes se había encontrado con un viejo amor de la juventud, pero ni ellos supieron bien que ellos estaban hechos para juntarse. En una de las ocasiones en las que se encontraron, la tía Mercedes tenía miedo de que cada encuentro fuera el último, por eso le gustaba conversar.

Una tarde, la tía Mercedes quería saber cómo había sido para él eso que los hombres hacían por primera vez en la calle noventa. Él nunca había hablado de eso con una mujer pero le contó su historia, de una chaparrita que mascaba chicle que el cobraba el doble por estar sin vestido, la calle era sucia, la chaparrita mascó chicle todo el tiempo en la oreja y él juró no volver.

La tía Mercedes le preguntó si había vuelto y éste le contestó que sí, que le robaba dinero a su madre para ir, la tía Mercedes le preguntó que si igual que ahora, a lo que él le dijo abrazándola que sí, sólo que ella no mascaba chicle.

Personajes:

• Tía Verónica: ojos profundos y labios delgados.• Padre: Español.

La tía Verónica era una niña de ojos profundos y labios delgados. Ella no cuenta exactamente cómo fue que cayó en el juego asociado con el sexto mandamiento.

La tía Verónica rompía su ayuno y a la hora de confesarse, cedía el paso a otras niñas así que cuando era su turno, se había librado del confesionario por falta de tiempo. Así fue hasta que llegó un nuevo padrecito, la tía Verónica fue al confesionario y le dijo que había pecado contra el sexto, el padre le dio su penitencia y la tía Verónica se fue.

Debido a su penitencia prefirió ir con el padre Cuspinera, y le dijo que había pecado contra el sexto a lo que el padre no le creyó y le dijo que al día siguiente comulgaba.

Desde entonces la tía Verónica durmió y pecó como la bendita que fue.