MONOGRAFÍA POLÍTICA DEL E M (1981-2008)

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1 Sergio Armando González Serna El Colegio de México Agosto 2008 MONOGRAFÍA POLÍTICA DEL ESTADO DE MÉXICO (1981-2008) 1. INTRODUCCIÓN. El objetivo del presente ensayo es realizar una radiografía de la evolución política local en el Estado de México desde la década de los ochenta hasta la fecha, periodo de tiempo en el que se ha venido forjando la apertura política en el ámbito federal. El análisis se llevará a cabo siguiendo lo que Charles Tilly llama las 3 dimensiones de la democracia. 1 La democratización puede surgir por la interacción de cambios en tres conjuntos de relaciones sociales: 1) los mecanismos que transforman o eliminan diferencias categóricas, 2) la formación de redes de confianza, y 3) los mecanismos que fomentan la participación social en la creación de políticas públicas, incluyendo los ciclos de movilización, negociación y represión. La generalización de la desigualdad categórica en una población aumenta los incentivos y las capacidades de los miembros de las categorías favorecidas para utilizar el aparato gubernamental en la consecución de sus objetivos. Es evidente que cambios que hayan reducido los beneficios de la explotación que hayan aumentado los costos de práctica de explotación debieran favorecer la democratización. Por otra parte, la formación de redes de confianza indica que los ciudadanos, los partidos, los sindicatos, los empresarios, etc., deberían confiar en los mecanismos de consulta tales como las elecciones y además, que los mismos ciudadanos asumen que el gobierno cumplirá con sus compromisos. Por último, el cambio en las políticas públicas incluye las coaliciones entre grupos sociales y actores políticos previamente excluidos del poder y la presencia o ausencia de intermediarios políticos o de redes clientelares. Así pues, aunque los estudios sobre los procesos democráticos en el ámbito local o estatal han sido muy poco desarrollados en México, en comparación con lo realizado a nivel federal, la presente investigación pretenderá incorporar la experiencia política reciente del Estado de México dentro de este campo, con la intención de alcanzar una comprensión más amplia del desarrollo democrático local y regional en el estado más poblado de la República Mexicana con más de 14 millones de habitantes y un padrón electoral superior a los 9 millones de personas. Además, puesto que las elecciones para gobernador se llevan a cabo un año antes de las presidenciales, el Estado de México se ha venido constituyendo como una de las posiciones políticas más importantes del país, por lo que comúnmente se le considera como un “laboratorio electoral”. 1 Charles Tilly, Democracy, Cambridge, Cambridge University Press, 2005.

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Sergio Armando González Serna El Colegio de México

Agosto 2008

MONOGRAFÍA POLÍTICA DEL ESTADO DE MÉXICO (1981-2008)

1. INTRODUCCIÓN. El objetivo del presente ensayo es realizar una radiografía de la evolución política local en el Estado de México desde la década de los ochenta hasta la fecha, periodo de tiempo en el que se ha venido forjando la apertura política en el ámbito federal. El análisis se llevará a cabo siguiendo lo que Charles Tilly llama las 3 dimensiones de la democracia.1 La democratización puede surgir por la interacción de cambios en tres conjuntos de relaciones sociales: 1) los mecanismos que transforman o eliminan diferencias categóricas, 2) la formación de redes de confianza, y 3) los mecanismos que fomentan la participación social en la creación de políticas públicas, incluyendo los ciclos de movilización, negociación y represión. La generalización de la desigualdad categórica en una población aumenta los incentivos y las capacidades de los miembros de las categorías favorecidas para utilizar el aparato gubernamental en la consecución de sus objetivos. Es evidente que cambios que hayan reducido los beneficios de la explotación que hayan aumentado los costos de práctica de explotación debieran favorecer la democratización. Por otra parte, la formación de redes de confianza indica que los ciudadanos, los partidos, los sindicatos, los empresarios, etc., deberían confiar en los mecanismos de consulta tales como las elecciones y además, que los mismos ciudadanos asumen que el gobierno cumplirá con sus compromisos. Por último, el cambio en las políticas públicas incluye las coaliciones entre grupos sociales y actores políticos previamente excluidos del poder y la presencia o ausencia de intermediarios políticos o de redes clientelares. Así pues, aunque los estudios sobre los procesos democráticos en el ámbito local o estatal han sido muy poco desarrollados en México, en comparación con lo realizado a nivel federal, la presente investigación pretenderá incorporar la experiencia política reciente del Estado de México dentro de este campo, con la intención de alcanzar una comprensión más amplia del desarrollo democrático local y regional en el estado más poblado de la República Mexicana con más de 14 millones de habitantes y un padrón electoral superior a los 9 millones de personas. Además, puesto que las elecciones para gobernador se llevan a cabo un año antes de las presidenciales, el Estado de México se ha venido constituyendo como una de las posiciones políticas más importantes del país, por lo que comúnmente se le considera como un “laboratorio electoral”.

1 Charles Tilly, Democracy, Cambridge, Cambridge University Press, 2005.

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Es preciso añadir que casi el 70% de la población mexiquense está concentrada en tan solo 14 de los 125 municipios, dos de los cuales tienen más de un millón de habitantes: Ecatepec y Nezahualcóyotl, seguidos de cerca por los municipios más importantes para el desarrollo económico del estado: Naucalpan y Tlalnepantla. Lo anterior es de suma importancia para comprender la actual pluralidad política mexiquense, ya que el desarrollo de suburbios de clase media en los municipios al norte del valle de México ha sido campo fértil para el PAN; mientras que, por otra parte, el PRD ha conquistado los suburbios más poblados y de más bajos recursos al oriente de la Ciudad de México.

2. MARCO HISTÓRICO. Hasta la década de los cuarenta, el contexto social del Estado de México se caracterizó por la violencia política y el bajo crecimiento económico. En 1942, el presidente Ávila Camacho designó a Isidro Fabela Alfaro como gobernador de la entidad luego del asesinato del anterior mandatario, marcando un profundo rompimiento con las inercias políticas locales derivadas de la revolución. Hasta la llegada de Fabela la política estatal estaba en manos de grupos caciquiles y tradicionalistas, al igual que en el resto de las entidades del país. La solución fue la eliminación de esos grupos locales de la política local y la implantación de una nueva cultura política.2 Los años cuarenta no sólo marcan el inicio de la modernización política del estado, sino también de su industrialización y desarrollo económico. Como bien lo señala Rogelio Hernández,

El hecho de que a la gubernatura llegara un diplomático o una idea moderna de la política y con la suficiente visión, como para comprender las intenciones y planes nacionales, sumado al apoyo irrestricto del gobierno federal para consolidar su poder, hizo que el Estado de México uniera su futuro particular al de la nación. Así, su élite se desarrolló a la par de la nacional, y parte de su extensa geografía se convirtió en el mayor asentamiento industrial del país. Desde entonces, la política y los políticos nacionales serán determinantes, para bien y para mal, de la élite local.3

De esta manera, Fabela logró consolidar un grupo de trabajo, “una corriente política

que lo largo de los años, se convertiría en la élite política privilegiada a la hora de decidir y asumir posiciones de poder en el estado”4 lo que dio paso al nacimiento del “Grupo Atlacomulco”.

Como también lo establece Rogelio Hernández, a partir de 1942 es posible esbozar

4 periodos en la política del Estado de México.5 El primero, que va de 1942 a 1957, es en el 2 Álvaro Arreola, “Cincuenta años de política, 1940-1990”, en Historia General del Estado de México, tomo

6, Toluca, Gobierno del Estado de México-El Colegio Mexiquense-Tribunal Superior de Justicia-LIII Legislatura del Estado de México, 1998, p. 175.

3 Rogelio Hernández, “Los políticos del Estado de México: entre la dispersión y la competencia”, en Mílada Bazant (coord.), 175 años de historia del Estado de México y perspectivas para el tercer milenio, Toluca, El Colegio Mexiquense, 1999, p. 459.

4 Álvaro Arreola, La sucesión a la gubernatura en el Estado de México, 1917-1993, Toluca, El Colegio Mexiquense, 1995, p. 199.

5 Hernández, op. cit., pp. 459-460.

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que se crean las condiciones para retirar a la vieja clase política y permitir el surgimiento y ascenso del Grupo Atlacomulco. El segundo, de 1957 a 1969, comprende los gobiernos de Gustavo Baz y Juan Fernández Albarrán, políticos de corte nacional, quienes no buscaron construir grupos propios pero sí demostraron que el dominio del grupo anterior había acabado.

El tercero, de 1969 a 1981, pertenece a la leyenda del profesor Carlos Hank, y que

además incluye el gobierno de su sucesor Jorge Jiménez Cantú; es el periodo del renacimiento del Grupo Atlacomulco como un grupo político moderno creado para alcanzar el control del estado, pero trascendiendo el periodo formal de su sexenio. Hank se rodeó de jóvenes políticos a los que no impidió su desarrollo sino que más bien los estimuló.6 Por esta razón, hoy en día, el liderazgo de Hank sigue siendo respetado por la élite mexiquense más por su reputación o ascendiente político que por ser el jefe de grupo alguno. Lo anterior puede corroborarse con el siguiente cuadro.

CUADRO 1. POLÍTICOS DE CARLOS HANK Y JORGE JIMÉNEZ CANTÚ QUE COLABORARON CON GOBIERNOS POSTERIORES Puestos Carlos Hank Jiménez Cantú Gobierno 42% 15% Diputados federales 58% 8% Diputados locales 39% 13% Presidentes municipales 92% 70% PRI local 63% 56%

Fuente: Rogelio Hernández, Amistades, compromisos y lealtades: líderes y grupos en el Estado de México, México, El Colegio de México, 1998, p. 229.

Además, el “hankismo” implementó su proyecto político de la mano de un proyecto

económico propio basado en la transformación del Estado populista al neoliberal, a través de una estructura corporativa que descansaba en cacicazgos urbanos y sindicales, lo que dio paso a la reconfiguración de las bases estructurales del poder político. Tanto Hank como Jiménez Cantú se vincularon con las fuerzas empresariales del estado e incluso nacionales, lo que les otorgó un amplio grado de control y fortaleza, aunado al poder político que ya tenían.

Este proyecto de asociación con el sector empresarial del valle de México, también

llamado de “reconversión industrial”, surge luego de la pérdida de competitividad de las industrias del Estado de México como consecuencia de la crisis económica y de los recurrentes conflictos laborales en el valle de México. Carlos Hank, el político-empresario por antonomasia, se dio cuenta de que para mediados de los setenta, el modelo proteccionista del sindicalismo se había vuelto un obstáculo para la competitividad, por lo que su estrategia fue adoptar un modelo neoliberal de flexibilización unilateral para las

6 Cabe recordar que algunos de ellos como Ignacio Pichardo y Emilio Chuayffet incluso han ocupado la

gubernatura.

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negociaciones sindicales obrero-patronales, lo que trajo consecuencias dañinas para la clase obrera mexiquense.7

Lo anterior se logró gracias a la creación y consolidación de la Confederación de

Trabajadores y Campesinos (CTC), la cual obtuvo su registro legal en abril de 1978 y se convirtió en la organización central del “neocorporativismo” o “sindicalismo nuevo”, desde donde no sólo se controlaban las relaciones empresa-sindicato, sino que además se edificó un sistema de poder político regional sustentado sobre amplias redes de poder formal e informal, verticales y horizontales, en correspondencia con el clientelismo característico de la estructura institucional del Estado mexicano de los tiempos del priísmo.8 Lo importante de la CTC es que fue creada como una organización completamente mexiquense y para controlar el sindicalismo del Estado de México, es decir, totalmente independiente de la CTM, con la cual incluso rivalizaba en el estado, lo que le otorgó un significativo margen de maniobra y un vasto control político a los grupos políticos del Estado de México.9

A la par del proyecto político-económico, fue desarrollado un proyecto de seguridad

pública. Como respuesta a las demandas en este rubro por parte de los industriales, los banqueros y los empresarios fue creado en 1974 el Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (Barapem). “Los objetivos iniciales de su creación se cumplieron con creces. La guerrilla urbana, las invasiones de tierra y muchas otras acciones que pretendían subvertir el orden se vieron frenadas. Luego vinieron los excesos, en los que el sector obrero resultó el más golpeado.”10 En pocas palabras, esta especie de guardia blanca se convirtió en el brazo coercitivo de la CTC para controlar los conflictos sindicales e incluso formó parte de los mecanismos de control estatal sobre los votantes en los comicios electorales y especialmente en la resolución de los conflictos post-electorales de la época.

De esta manera, Carlos Hank logró, además del control político y de imponer a su

sucesor en 1975, incorporarse al gabinete del presidente José López Portillo, e incluso buscar la candidatura presidencial en 1982, abocando su esfuerzo hacia la política nacional.11 Debido a sus aspiraciones nacionales, cuando quiso designar a Juan Monroy como sucesor de Jiménez Cantú en 1981, ya era demasiado tarde. Así, el presidente López Portillo impidió el control de Hank en el estado, además de que su sucesor, Miguel de la Madrid, apoyó a Alfredo del Mazo González como el candidato priísta a la gubernatura,

7 Salvador Maldonado, Grupos políticos y cacicazgos sindicales en el Estado de México, Zamora, El Colegio

de Michoacán-Universidad Autónoma del Estado de México, 2002, p. 190. 8 Salvador Maldonado, “Poder regional en el Estado de México: entre grandes hombres y pequeños caciques”,

Relaciones 96, vol. XXIV (otoño 2003), p. 119. 9 Esta estrategia de crear cacicazgos sindicales locales, fuera del control de la CTM y para satisfacer los

intereses de la clase política en turno, no era nada nuevo en el Estado de México; ya anteriormente, durante el “fabelismo” se había implementado este tipo de control, corporativo y clientelar a la vez, través de la Confederación de Obreros y Campesinos del Estado de México (COCEM).

10 Miguel Cabildo, “Oficialmente muerto, el Barapem continúa vivo y amenazador”, Proceso, núm. 269, 21 de diciembre de 1981, p. 30.

11 Hank requería de la modificación del artículo 82 constitucional, el cual establecía que para ser presidente de la república era necesario ser mexicano de nacimiento e hijo de padres mexicanos. Condición ésta última que no cumplía. “El 82 en el 82” era el lema que señalaban algunas revistas. Dicha modificación constitucional no se llevaría a cabo.

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pues se veía peligroso el creciente poder económico de Carlos Hank, la imagen del político-empresario prominente.12

Finalmente, el cuarto y último periodo al que hace referencia Rogelio Hernández,

comienza en 1981 con la llegada a la gubernatura de Alfredo del Mazo González, marca la época de la dispersión política, la creación de grupos locales con fuerza similar y, como consecuencia, la incapacidad de todos para sobreponerse al resto. Desde ese gobierno la política estatal estará marcada por el predominio temporal de un grupo, apenas limitado al periodo de gobierno y a la disputa cada vez más enconada por lograr el triunfo sobre sus adversarios, pero con la diferencia respecto al pasado de que ahora la victoria no siempre respeta la unidad y amenaza con mayor frecuencia en provocar rupturas que arriesgan el predominio priísta.13

CUADRO 2. CRONOLOGÍA DE GOBERNADORES 1942-2005 Nombre Lugar de

Nacimiento Profesión Carácter

Jurídico Antesala a la gubernatura

Cargos de elección popular

Isidro Fabela Alfaro (1942-1945)

Atlacomulco Abogado Sustituto (4 años)

Embajador Dip. Fed.

Alfredo del Mazo Vélez (1945-1951)

Atlacomulco Ingeniero Electo (6 años)

Srio. Gral. de Gob. Senador

Salvador Sánchez Colín (1951-1957)

Atlacomulco Ingeniero Electo (6 años)

Dip. Local por Texcoco

Dip. Local

Gustavo Baz Prada (1957-1963)

Tlalnepantla Médico Electo (6 años)

Srio. de Asistencia Pública

Senador

Juan Fernández Albarrán (1963-1969)

Toluca Abogado Electo (6 años)

Srio. Gral. del CDE del PRI

Pdte. Mpal. de Toluca y Senador

Carlos Hank González (1969-1975)

Santiago Tianguistenco

Profesor Electo (6 años)

Dir. de CONASUPO

Pdte. Mpal. de Toluca y dip. Fed.

Jorge Jiménez Cantú (1975-1981)

Distrito Federal

Médico Electo (6 años)

Srio. de Salubridad y Asistencia

Alfredo del Mazo González (1981-1985)

Toluca L.A.E. Electo (5 años)

Dir. Gral. de BANOBRAS

Alfredo Baranda García (1986-1987)

Distrito Federal

Abogado Sustituto (1 año)

Srio. de Finanzas

Mario Ramón Beteta Monsalve (1987-1989)

Distrito Federal

Abogado Electo (1 año)

Dir. Gral. de PEMEX

Ignacio Pichardo Pagaza (1989-1993)

Toluca Abogado Sustituto (5 años)

Procurador Gral. del Consumidor

Dip. Fed.

Emilio Chuayffet Chemor (1993-1995)

Distrito Federal

Abogado Electo (2 años)

Dir. Gral. del IFE Pdte. Mpal. de Toluca

César Camacho Quiroz (1995-1999)

Metepec Abogado Sustituto (4 años)

Srio. Gral. de Gob. Pdte. Mpal. de Metepec y Dip. Fed.

Arturo Montiel Rojas (1999-2005)

Atlacomulco L.A.E. Electo (6 años)

Pdte. del CDE del PRI

Dip. Fed. y Pdte. Mpal sust. de Naucalpan

Enrique Peña Nieto (2005-2011)

Atlacomulco Abogado Electo (6 años)

Dip. Local Dip. Local

Fuente: Claudia Morales Gómez, “Las élites gobernantes priístas del Estado de México: su conformación y redes 1942-2005”, Convergencia, vol. 13, núm. 40 (enero-abril 2006), p. 225.

12 Claudia Morales Gómez, “Las élites gobernantes priístas del Estado de México: su conformación y redes

1942-2005”, Convergencia, vol. 13, núm. 40 (enero-abril 2006), p. 214. 13 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 460.

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3. CAMBIO POLÍTICO EN EL ESTADO DE MÉXICO 1981-2008. Al igual que en el resto del país, en el Estado de México fueron surgiendo nuevos grupos sociales, los cuales para la década de los ochenta contaban ya con altos niveles de vida y de ingreso, por lo que comenzaron a demandar mayor participación política. Aunado a lo anterior, es posible sumar el desarrollo industrial del estado y las constantes migraciones que atraía el Distrito Federal, lo que dio como resultado un crecimiento poblacional desordenado de nuevos municipios con los consecuentes problemas y demandas sociales que esto acarrea. Estos cambios, por supuesto, no tuvieron las mismas consecuencias en todo el territorio del Estado de México. Por una parte, en la región ubicada al norte de la Ciudad de México, es decir, en municipios como Naucalpan, Tlalnepantla, Cuautitlán, Atizapán e incluso Ecatepec, se alcanzaron altos niveles de vida y de ingreso, lo que les permitió una mayor participación política. Mientras que por otra parte, la zona localizada al oriente del Distrito Federal, municipios como Nezahualcóyotl y más tarde Chalco, se convirtieron en zonas marginales de la Ciudad de México que atraían a la población de más bajos recursos, por lo que prevalecieron las carencias económicas así como de vivienda y servicios. Curiosamente, y a pesar de las diferencias, ambas zonas desarrollaron un característica en común: la poca o nula identificación con el estado. Se fueron desarrollando identidades propias, aunque no compartidas, pero si coincidentes en que la administración de Toluca no respondía cabalmente a sus demandas. No deja de sorprender el hecho de “escuchar a pobladores de Naucalpan o Nezahualcóyotl referirse a Toluca como el ‘centro’ y atribuirle toda suerte de desatenciones”.14 Todos estos nuevos asentamientos han sido agrupados como parte del Valle de México, debido a que no sienten que forman parte integral del Estado de México, en oposición a la región del valle de Toluca. Lo anterior ha dado paso al surgimiento de nuevos grupos que siempre se habían sentido relegados de la política local y que ahora incluso disputan el control político, y también ha sido caldo de cultivo para la oposición como el PAN y el PRD en el estado.

En la zona desarrollada (Naucalpan y Tlalnepantla) el principal adversario, y prácticamente el único será el PAN, mientras que en la zona más atrasada será el PRD el que dispute el control. Con los años, cada partido ha asegurado su espacio de tal manera que en la zona norte del Distrito Federal, el Pan ha coneguido no sólo las presidencias mucnicipales, sino el dominio de los distritos locales y federales. En tanto en la ubicación oriente, en especial Nezahualcóyotl y Los Reyes La Paz, el PRD ha creado un mercado electoral seguro.15

Así pues, y como ya se había mencionado previamente, desde la elección de 1981 hasta la fecha, ninguno de los grupos políticos mexiquenses logrará sobreponerse a los demás, debido a la diversidad y multiplicidad de los mismos grupos más que a su falta de capacidad política, ya que, por lo general, “todos ellos contarán con fuertes bases sociales y locales de apoyo, casi siempre similares y por ello equilibradas”.16 Por lo tanto, a partir de 14 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 468. 15 Rogelio Hernández, Amistades, compromisos y lealtades: líderes y grupos en el Estado de México, México,

El Colegio de México, 1998, p. 173. 16 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 466.

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los ochenta, es posible encontrar de manera gradual 3 grandes divisiones o hendiduras entre los grupos políticos mexiquenses en pugna por el poder: por una parte, la disputa entre los del valle de México y los de Toluca, por otro lado, la lucha entre los hankistas y los no hankistas (generalmente la élite a nivel federal) y finalmente, aunque un poco después, el forcejeo entre los viejos políticos y los jóvenes o la nueva clase de políticos mexiquenses. EL GOBIERNO DE ALFREDO DEL MAZO GONZÁLEZ.

En el proceso electoral de 1981, para renovar al ejecutivo y la legislatura local del Estado de México, participaron 7 partidos políticos (PRI, PAN, PCM, PST, PPS, PDM y PARM), algo insólito en la historia del estado. Este hecho de limitada apertura política, impuesto desde las altas esferas de la autoridad federal, vino a modificar las formas tradicionales de distribución de poder en el estado, pero sin amenazar en lo más mínimo la hegemonía priísta mexiquense.17 A partir de esta elección, aunque el ganador fue el candidato del PRI, Alfredo del Mazo González, el PAN aparecerá como la primera fuerza opositora en el estado, lo que colocó al PCM (y después los partidos de izquierda) en el tercer lugar.

CUADRO 3. ELECCIÓN PARA GOBERNADOR 1981 Partido Político Total de votosPAN 106,191PRI 1,149,709PPS 26,778PARM 26,436PDM 16,814PCM 47,284PST 23,386Candidatos no registrados 3,971Anulados 97,460Total de votos emitidos 1,498,039Padrón electoral 2,408,844Porcentaje de participación 66.39%

Fuente: Edgar Morales Sales, Estado de México: sociedad, economía, política y cultura, México, UNAM, 1989, p. 48.

Alfredo del Mazo González asumió su cargo como gobernador en septiembre de

1981, pero nunca había figurado en la política estatal. Sus relaciones se encontraban en el ámbito federal, en donde tenía una gran amistad con el presidente De la Madrid y fuertes vínculos con el líder de la CTM, Fidel Velázquez, luego de su paso por BANOBRAS. Reunía el perfil tecnócrata que estaba en franco ascenso a nivel federal, y además, era hijo

17 Edgar Morales Sales, Estado de México: sociedad, economía, política y cultura, México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1989, p. 47.

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de un ex-gobernador atlacomulquense, lo que lo convertía en el político ideal para conciliar las pugnas entre los heterogéneos grupos locales y lograr acuerdos.18 Para comprobar nuestra hipótesis de la fragmentación y pluralidad entre los grupos políticos mexiquenses, es posible agregar que las elecciones de 1981 fueron seguidas de múltiples conflictos relacionados con la designación de candidatos del partido oficial para presidentes municipales,

Los palacios municipales de poco más de 20 municipios del estado fueron temporalmente ocupados por grupos inconformes con los resultados de la votación correspondiente, y que ya se habían venido mostrando molestos desde el momento mismo en que el PRI registrara oficialmente sus fórmulas para contender en el proceso electoral. Destacan en ese sentido los municipios del Valle de México... porque tomas de palacios municipales, secuestro de delegados políticos del partido oficial, expulsión de sus oficinas de empleados municipales y actos similares, comenzaron a ocurrir en lugares en que los grupos hegemónicos aseguraban tener un control absoluto de la población, del proceso electoral y de los resultados de éste.19

Para resolver estos conflictos fue necesaria la participación de la Dirección de Gobernación del estado quien fungió como negociadora central entre los inconformes. De esta manera, por primera vez en la historia del Estado de México, la legislación electoral local fue sustituida por un proceso de negociación, que en la mayoría de los casos, terminó con una repartición en la distribución de poder entre los inconformes: ya sea mediante la incorporación de algunos de los disidentes en la planilla priísta o mediante la designación de algunos miembros de los grupos descontentos como funcionarios municipales. Además, en algunos municipios incluso se reconoció el triunfo de la oposición: en Xonacatlán al PPS, en Melchor Ocampo al PAN, y en Tenango del Aire, aunque hasta el siguiente periodo electoral de 1984, al ya para ese entonces PSUM.20 De la misma forma, destaca el reconocimiento del triunfo de un candidato panista en los comicios para diputados federales tanto de 1982 como de 1985,21 por el XVIII distrito electoral del Estado de México, el cual comprende la amplia zona de Ciudad Satélite en el municipio de Naucalpan. Constituyéndose así en el primer diputado panista del área metropolitana del valle de México; un colono que se convertía en representante de su comunidad. La población de Ciudad Satélite, en su mayoría de clase media, activamente apoyó al PAN desde 1982, sin embargo, organiza sus acciones políticas mediante asociaciones vecinales o parroquiales, y sus demandas, por lo general, están orientadas principalmente hacia el mejoramiento de las condiciones de vida urbana.

El comportamiento de oposición de los habitantes de Ciudad Satélite no obedece a la acción de los partidos políticos, sino que sus raíces se encuentran en la comunidad… no

18 Incluso integró dentro de su gabinete a funcionarios de otros grupos locales y en especial del grupo de Hank

entre los que destacan: Chuayffet, Lira Mora, Merino Mañón, Muñoz Samayoa, Martínez Legorreta, entre otros. Morales Gómez, op. cit., p. 215.

19 Morales Sales, op. cit., p. 49. 20 Íbid, pp. 49-50. 21 Véase: María Luisa Tarrés, “Del abstencionismo electoral a la oposición política. Las clases medias en

Ciudad Satélite”, en Estudios Sociológicos, vol. IV, núm. 12 (septiembre-diciembre 1986), p. 365.

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existen lazos políticos orgánicos con otros grupos de interés… prueba de ello son las dificultades del PAN para lograr entre la comunidad algo más que simpatía política.22

En el Estado de México, los movimientos de clase media entraron en la arena

pública con la crisis económica de 1982. Lo que explica el surgimiento paralelo de una oposición electoral que exigía mayor democratización política. Dicho fenómeno de la oposición al margen de los partidos políticos es predominantemente urbano. Desde la victoria panista en 1982, se ha promovido la movilización social como forma de participación en el proceso electoral, y ha incluido desde protestas y huelgas hasta vigilancia del voto y en contra del fraude electoral. Incluye también una amplia participación femenina, como el papel activo que ha venido desempeñando la Asociación Nacional Cívica Femenina (ANCIFEM) del PAN.

Su primera movilización colectiva data de 1960 luego de que se fundara la

Asociación de Colonos de Ciudad Satélite, en contra de un proyecto habitacional. Sus luchas se centraban fundamentalmente en la obtención de servicios y la protección del medio ambiente para mantener el bienestar social de la comunidad, para lo que recurrían a diversas estrategias de presión y acción colectiva: desde la negociación hasta plantones callejeros, marchas y ocupación de terrenos. A partir de 1965, los colonos lograron establecer un convenio con las autoridades municipales para controlar y auto-administrar los servicios de la ciudad, por lo que quedaron exentos del pago del 70% del impuesto predial, el cual se destinó a un fideicomiso para obras de infraestructura de la comunidad. Incluso en 1972, los colonos de Ciudad Satélite traspasaron los límites de su comunidad al organizar la Asociación de Fraccionamientos del Estado de México que reunió a 19 fraccionamientos que, con protestas y movilizaciones, evitaron que el ejido Santa Cruz del Oro fuera expropiado para construir una unidad habitacional gigantesca.23

En 1980, las autoridades volvieron a hacerse cargo de la administración municipal,

y para las elecciones federales de 1982 propusieron como candidato del PRI a diputado federal por ese distrito a Julio Zamora, antiguo presidente de la Asociación de Colonos. Sin embargo, el triunfador fue el candidato del PAN, el periodista y vecino, Armando Gordillo con el 50.21% de los votos. Después de este revés, el gobierno del estado redistribuyó el territorio que corresponde a los distritos electorales locales para dividir a Ciudad Satélite. Pero al parecer el PAN salió fortalecido de este hecho, ya que en las elecciones para diputados federales de 1985 ganó su candidato Armando Olvera, luego de múltiples negociaciones con el Colegio Electoral y de protestas públicas para que el gobierno volviera a aceptar el triunfo de la oposición en este distrito.24 A partir de estas experiencias de choque y conflicto así como el consecuente proceso de negociación, las manifestaciones y la participación de los diferentes contendientes políticos se notaron de manera más significativa en las elecciones municipales de 1984. Todas las fuerzas en disputa sabían que la forma de operar del sistema político mexiquense había cambiado. La nueva regla era el reconocimiento de

22 Íbid., p. 366. 23 En este terreno se construyó el Parque Municipal Naucalli. Íbid., pp. 371-372. 24 Íbid, pp. 373-375.

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triunfos a las minorías políticas, naturalmente siempre concertados con la Dirección de Gobernación local, mediante un proceso de conflicto y negociación. No obstante, como en el caso de los municipios, la participación de la oposición en la legislatura local solamente ocurría a cuentagotas. Hasta mediados de la década de los noventa, aunque el número de diputados de oposición había aumentado considerablemente, la mayoría priísta en el Congreso local, lejos de haber disminuido, seguía aumentando. Para la elección de diputados locales de 1984 se obtuvieron los siguientes resultados: el PRI ganó en las 34 curules de mayoría relativa, mientras que a los partidos de oposición solamente les fue reconocido el triunfo en los 11 escaños restantes de representación proporcional, los cuales quedaron repartidos de la siguiente manera: 3 para el PAN, 2 al PPS, 2 al PSUM, 2 al PST, 1 al PDM y 1 al PARM.25 Del Mazo diseñó su mandato dentro de lo que llamó “nueva estrategia de desarrollo”, con la que intentó responder a cuatro reclamos fundamentales de la sociedad mexiquense: asentamientos humanos, educación, alimentación y justicia. En la década de los ochenta, el Estado de México superó al Distrito Federal como la entidad federativa más poblada del país (ver cuadro 4). Aunado éste hecho a que durante el sexenio de Miguel de la Madrid se vivió una severa crisis económica en todo el país. Sin olvidar el sismo de 1985 que hizo imposible contener el avance demográfico hacia el Estado de México y la explosión del gaseoducto en San Juan Ixhuatepec, en el municipio de Tlalnepantla en noviembre de 1984, en donde murieron alrededor de 500 personas. 26

CUADRO 4. POBLACIÓN TOTAL Y TASA DE CRECIMIENTO DEL ESTADO DE MÉXICO DE 1940 A 2007

Año Población total Tasa de crecimiento 1940 1,146,034 1.9 1950 1,392,623 3.1 1960 1,897,851 7.6 1970 3,833,185 6.8 1980 7,564,335 2.7 1990 9,815,795 2.5 2000 13,096,686 2.7 2007 14,007,495

Fuente: Armando Cisneros, “Subsistencia de utopías en época de cambio político”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 239.

Aunque la versión generalizada supone que la llegada al poder de Del Mazo tenía el

firme propósito de destruir al grupo de Hank, como lo establece Rogelio Hernández, en la práctica eso no sucedió. El periodo de Alfredo de Mazo como gobernador “más bien

25 Morales Sales, op. cit., pp. 52. 26 María Jarquín y Carlos Herrejón, Breve historia del Estado de México, México, El Colegio de México-

Fondo de Cultura Económica, 1995, pp. 184-186.

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corresponde a una explosiva convergencia de factores locales y nacionales, que hace patente la falta de un grupo y un líder capaz de controlar el conflicto político.”27

Este ambiente de creciente conflicto y dispersión política, y la presencia de otros

grupos como el de Hank pueden apreciarse claramente si se analiza la situación del sindicalismo mexiquense a través de la década de los ochenta. Recordemos que la fundación de la CTC, principal central obrero-campesina del gobierno del estado, se presentó como una oportunidad de oro para el sector empresarial buscando impulsar reformas laborales. Así, los consorcios industriales encontraron flexibilización y canales alternativos de negociación (al margen de la CTM) con los grupos sindicales. Según Salvador Maldonado, esta alianza entre la CTC y el sector empresarial del Valle de México, tenía la intención de desplazar al sindicalismo independiente de la titularidad de contratos colectivos de trabajo de las empresas y consorcios industriales.28

Por esta razón se inició una lucha encarnizada entre las confederaciones de

sindicatos por lograr el mayor número de afiliaciones sindicales. Lo que rápidamente degeneró en uno de los conflictos político-sindicales más violentos y graves que haya sufrido el estado. En los municipios de Naucalpan, Tlalnepantla, Ecatepec, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán, Cuautitlán Izcalli, Nezahualcóyotl y Chalco, etc., se libraron cruentas batallas por la titularidad de los contratos colectivos de trabajo, la mayoría de las cuales enfrentaban a la CTC con la CTM, dando origen a una suerte de “gansterismo sindical” ,

En la zona industrial del Estado de México... la CTC... la CTM... y organizaciones independientes se disputan el control de los sindicatos. En tanto, los patrones pactan con los líderes que les garantizan el control y la estabilidad en sus fábricas, mientras los líderes se disputan la preferencia de los empresarios. Los dirigentes sindicales están más interesados en ofrecer sus servicios a los patrones que a los trabajadores. Tienen para los dueños de las fábricas todo un catálogo de posibilidades: ofrecen romper huelgas, interrumpir y controlar asambleas, imponer o destituir líderes... ganar titularidades de contratos de trabajo, forzar a los trabajadores a renunciar. En suma, someter a los obreros por la fuerza... cada central cuenta con grupos de choque, pistoleros, agitadores y, si hace falta, el apoyo de la policía municipal... Hoy se puede decir [que la CTC] tiene igual o más fuerza que la CTM en la zona industrial más importante del país. Oficialmente maneja allí alrededor de 300,000 obreros... [además] la CTC se fortaleció con el apoyo del Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (BARAPEM). “Los policías rompían huelgas, golpeaban y asaltaban a los obreros y, en general, mantenían un ambiente de terror”.29

27 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 469. 28 Según Maldonado, los empresarios canalizaron cerca de 70 millones de viejos pesos a la CTC para

combatir el sindicalismo independiente. Además, en muchas de las empresas Hank González había sido (o era) el principal accionista como por ejemplo: Campos Hermanos, Sociedad Industrial Hermes y Consorcios Industriales Financieros (que constituyen el Grupo de los 40, integrado por: Grupo Desc, Grupo ICA-Atlántico, Grupo Comermex, Grupo Pagliali-Azcárraga y Grupo Industria y Comercio); de la misma manera que empresas paraestatales impulsadas por el mismo Hank en su gobierno como Anderson Clayton y Mexicana de Autobuses. También se beneficiaron consorcios como el Grupo Central, ya que sus empresas Celanese Nacional, Unión Carbide, Kimberly Clark y Samsonite cambiaron de un sindicalismo independiente a uno oficial. Maldonado, “Poder regional en el Estado de México...”, op. cit., pp. 111-112.

29 Salvador Corro, “Lucha Gansteril de centrales obreras por el control sindical del Estado de México”, Proceso, núm. 530, 29 de diciembre de 1986, pp. 18-19.

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CUADRO 5. CONFLICTOS DE TRABAJO EN EL ESTADO DE MÉXICO 1985-1989

Año Total de conflictos 1985 4,8121986 4,8001987 4,4741988 4,4371989 4,334Total 22,857

Fuente: Salvador Maldonado, Grupos políticos y cacicazgos sindicales en el Estado de México, Zamora, El Colegio de Michoacán-Universidad Autónoma del Estado de México, 2002, p. 263.

Aunque el mismo día de su toma de posesión como gobernador, Alfredo del Mazo

anunció la extinción del Batallón de Radio Patrullas del Estado de México, el clima de intranquilidad en la entidad no se extinguió, ya que la estructura de los grupos represivos se mantuvo, y éstos siguieron operando. El siniestro Barapem que creó Carlos Hank en 1974 para proteger a la industria, sirvió lo mismo para asaltar obreros y reprimir huelgas que para fabricar asaltantes de bancos, como fue el caso de Alfredo Ríos Galeana,30 capturado en Los Ángeles en 2005, e incluso crear un grupo delictivo dedicado al robo de auto. Y peor aún, en el momento de su desaparición, los más de 600 elementos que lo conformaban, a imagen de lo ocurrido a nivel nacional con la desaparición de la Dirección Federal de Seguridad, pasaron a formar parte del crimen organizado.

Finalmente, otro elemento más que confirma el hecho de que durante el gobierno de

Del Mazo no se buscó acabar con el “hankismo”, y el más importante a largo plazo, es que las bases estructurales del poder local no fueron alteradas, es decir, el cacicazgo urbano-sindical, impulsado por Hank, siguió siendo la institución más importante en el orden social. De ahí que Alfredo del Mazo se negara a llevar a cabo una investigación a la CTC por sus prácticas violentas sobre los obreros y sindicatos, a petición de la CTM, aun a pesar de la confianza que Fidel Velásquez le había depositado. Además, los siguientes gobernadores continuaron apoyándose en los cacicazgos sindicales y urbanos para sacar a flote al PRI. Lo anterior es la mayor prueba del éxito de las reformas económico-políticas implementadas desde los setenta: desarticulación de movimientos de protesta obrera, modificación de la relación obrero-patronal y control de los espacios políticos locales, en beneficio de los empresarios y del priísmo local.31

El gobierno de Del Mazo termina a finales de 1985 con su traslado al Distrito Federal para desempeñarse como Secretario de Energía, Minas e Industria Paraestatal, en un evidente intento por alcanzar la candidatura presidencial por el PRI con miras a las elecciones de 1988. Sin embargo, las crecientes tensiones entre el presidente De la Madrid y Fidel Velázquez de la CTM impidieron su postulación como candidato. Mientras que los resultados políticos para el Estado de México fueron sumamente dañinos: 1) Alfredo del Mazo rompió con la tradición entre los gobernadores mexiquenses, al ser el primero que 30 Acusado de haber perpetrado 15 asaltos bancarios, 7 homicidios y un sinnúmero de hechos delictivos que

se planeaban desde dentro de la corporación policíaca. 31 Maldonado, “Poder regional en el Estado de México...”, op. cit., pp. 115-116.

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deja su cargo antes de concluir el mandato de 6 años, e instaurarlo como una constante en los siguientes 2 mandatarios electos popularmente;32 2) consecuentemente, el representante directo de la voluntad popular desaparece súbitamente, dejando su lugar a un gobernador sustituto designado por el Congreso local, sin la suficiente legitimidad popular otorgada por el voto directo; 3) además, se designó como gobernador sustituto del estado a Alfredo Baranda García, hasta entonces Secretario de Finanzas de De la Madrid, quien estaba muy poco familiarizado con la política local y ante los mexiquenses era totalmente ajeno al estado; 4) finalmente, la no postulación presidencial de Del Mazo permitió que el Grupo Atlacomulco liderado por Hank, reapareciera con fuerza en la escena política local.

LA INCERTIDUMBRE COMO LA CONSTANTE POLÍTICA 1986-1993.

Alfredo Baranda gobernó la entidad desde abril de 1986 hasta septiembre de 1987 y, en general, su administración se caracterizó por la continuidad política y económica de los planes de Del Mazo. Sin embargo, sufrió también la agudización de la crisis económica que afectaba al país, la cual se agravó en 1986, por lo que la insuficiencia de recursos disponibles para el Estado de México, junto con la incesante ola migratoria proveniente de otros estados, y el descontento que esto generaba, provocó que se gestionaran apoyos y mayor inversión en la entidad ante el gobierno federal. Baranda logró mayores recursos federales para la salud, la vivienda y la educación, después de lo cual dejó la gubernatura y “pasó sin pena ni gloria”.33 Para elegir al candidato priísta que competiría en las elecciones a gobernador en 1987, el presidente Miguel de la Madrid quiso asegurarse de elegir a alguien que no tuviera vínculos con el grupo de Carlos Hank. El elegido fue Mario Ramón Beteta, en una decisión que constituye la más clara muestra de la centralización del poder en manos del presidente. En dichas elecciones de 1987, para elegir gobernador, diputados locales y ayuntamientos, hubo una alta concurrencia de partidos de oposición. Mario Ramón Beteta triunfó en la carrera por la gubernatura con un 63% de los votos, por encima de Javier Paz Zarza del PAN (10%), Carlos Bracho de la Unidad Popular Mexiquense (compuesta por el PSUM, el PMT, el PRT y el local Partido de los Trabajadores Zapatistas PTZ con el 9%), Ambrosio Reyes del PPS (2%), José Valencia del PDM (2%), María Trinidad Villegas del PST (1%) y Marco Prendes del PARM (0.5%).34 Por otra parte, el PRI obtuvo el triunfo en 120 de las 121 alcaldías, y el PAN en la restante (en el municipio de Chiconcuac); mientras que en el Congreso local, el PRI obtuvo sin mayor problema los 34 diputados de mayoría relativa, dejando los 11 de representación proporcional para la oposición.35

32 Tales son los casos de Mario Ramón Beteta Monsalve electo en 1987 y sustituido por Ignacio Pichardo

Pagaza en 1989 y Emilio Chuayffet Chemor electo en 1993 y sustituido por César Camacho Quiroz en 1995.

33 María Jarquín y Carlos Herrejón, Breve historia del Estado de México, Toluca, El Colegio Mexiquense-Instituto Mexiquense de Cultura-Gobierno del Estado de México, 2004, p. 147.

34 Morales Gómez, op. cit., p. 216. 35 Eduardo Rodríguez, “¿La conformación de un escenario de competitividad electoral en el Estado de México? Un acercamiento a los resultados electorales del PAN, PRI y PRD, 1990-2003”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 70.

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Aunque estaba programado para una duración de seis años, el gobierno de Mario Ramón Beteta solamente duró dos, de septiembre de 1987 a septiembre de 1989. En ese par de años, Beteta enfrentó una serie de adversidades entre las que destacan: el incontrolable fenómeno inflacionario que afectaba a todo el país, la caída en la inversión en la entidad y varias inundaciones en el campo mexiquense en 1988. Además, en ese mismo año, las participaciones estatales en impuestos federales disminuyeron en 51 mil millones de pesos, en tanto que 64 mil millones de pesos del Pacto de Solidaridad para el Estado de México fueron diferidos. Con todo lo anterior, Beteta más bien se dedicó a una consulta popular permanente: audiencias públicas, recorridos, programas de televisión y radio. Finalmente, su programa de gobierno se caracterizó por centrar la atención particular en los municipios, por encima de un plan integral de desarrollo.36 Así pues, tanto la selección de Mario Ramón Beteta como su corto periodo de gobierno, constituyen “el mayor signo de dispersión política y falta de liderazgo que se tradujo en un desastre local y nacional al coincidir con los disputados comicios presidenciales de 1988”.37 En la elección presidencial de ese año, el Estado de México se convirtió en la plaza más importante conquistada por la oposición, ya que el candidato del Frente Democrático Nacional (FDN), Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, obtuvo un 51% de la votación total emitida en el estado (261,119 votos), contra el 29% (106,388 votos) del candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Luego de los desastrosos resultados electorales para el PRI en el estado en los comicios federales, el presidente Carlos Salinas removió en 1989 a Mario Ramón Beteta, nombrándolo director de COMERMEX. De nueva cuenta, llegaría un gobernador sustituto elegido por el Congreso estatal y no por la vía del voto ciudadano. El puesto fue ocupado desde septiembre de 1989 por Ignacio Pichardo Pagaza, vinculado con el grupo de Hank, de corte tecnócrata y con un conocimiento pleno de la entidad. Su gubernatura sirvió para recomponer a los grupos políticos mexiquenses y para dirimir algunas rencillas entre estos grupos provocadas por las 3 últimas administraciones. Lo contingente de su llegada, así como el poco tiempo del que dispuso, no le permitió crear un grupo propio, pero logró conservar el equilibrio entre los grupos existentes, respetando la heterogeneidad y multiplicidad de los mismos. Formó su gabinete con un grupo de colaboradores con experiencia política y reconocidos por las élites, algunos eran cercanos a Hank, otros eran herencia de Del Mazo y algunos más los rescató del gobierno de Beteta.38

Su administración será recordada porque, en congruencia con el desarrollo nacional, significó el paso de la economía estatista a la de mercado en el Estado de México. Pichardo Pagaza se encargó de dar carpetazo o “desincorporar” a cerca de 180 organismos descentralizados y empresas paraestatales, dejando únicamente 30.39 Como es bien sabido, la privatización y la apertura comercial fueron las bases económicas del gobierno de Carlos 36 Jarquín y Herrejón, 1995, op. cit., p. 190. 37 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 469. 38 Morales Gómez, op. cit., p. 216. 39 Cabe recordar que durante el gobierno de Alfredo del Mazo González, la estrategia de desarrollo

económico en los municipios se fincaba en la creación de empresas para-municipales, las cuales sumaban 170 al término de su gestión. Jarquín y Herrejón, 1995, op. cit., p. 186 y 192.

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Salinas a nivel federal, y para suplir la ausencia del Estado en las áreas básicas de servicios, puso en marcha el Programa Nacional de Solidaridad, el cual también tenía la intención de recuperar la presencia electoral perdida sobre todo en las áreas urbanas de más bajos recursos, en gran medida debido a que perdió los votos de organizaciones populares de carácter urbano.

De ahí el gran impulso al PRONASOL por parte del gobierno federal en el Estado

de México, en donde Salinas había perdido el apoyo de los pobres urbanos, sobre todo en la zona oriente del valle de México en la elección presidencial de 1988: “El PRONASOL se inició precisamente en el Estado de México mediante una resonante promoción de varios servicios básicos en el valle de Chalco, como la dotación de energía eléctrica.”40 Para las elecciones federales intermedias de 1991, en el caso de las diputaciones federales el PRI logró el 51% de la votación total, ante el 16% del PAN y el 10% del PRD, y para el caso de las senadurías, los resultados fueron exactamente los mismos,41 lo que demuestra que sí funcionó la estrategia del PRI.

Por otra parte, en las elecciones locales de noviembre de1990, el PRI obtuvo 116 de las 121 alcaldías, mientras que el PAN triunfó en 2 (Cuautitlán y San Martín de las Pirámides) y el PRD lo hizo en 3 ayuntamientos (Cocotitlán, Chiconcuac y Tequixquiac). En lo que respecta al Congreso local, el PRI obtuvo las 34 diputaciones de mayoría relativa, y las 23 de representación proporcional se repartieron de la siguiente manera: 8 para el PAN, 7 para el PRD, 4 para el PFCRN, 2 para el PPS, y 1 para el PDM y el PARM respectivamente. El PAN se afianzó como la segunda fuerza política en los distritos al norte del valle de México y en Toluca, mientras que el PRD se posicionó también como la segunda fuerza política en Texcoco y Nezahualcóyotl al oriente del valle de México. Sin embargo, se habla de una abstención del 70% y de múltiples irregularidades en el proceso electoral: hubo casillas en donde se contabilizaron hasta 4 veces el número de votos en comparación con la lista nominal, la gran mayoría a favor del PRI.42 En Tejupilco, de inmediato surgieron enfrentamientos entre priístas y perredistas, ya que era una plaza fuerte para el PRD, y sus seguidores exigían anular la elección aduciendo fraude por parte del PRI,

El 12 de diciembre durante un mitin en Tejupilco en el que participaba como orador Heberto Castillo se desató un enfrentamiento entre perredistas y fuerzas públicas que custodiaban el palacio municipal; la prensa y el gobierno del estado achacaron la responsabilidad a los primeros. El incidente pronto degeneró en choque armado, y la balacera y el aporreo duró casi una hora, hasta que los granaderos dejaron el pueblo. Cinco personas perdieron la vida –entre ellas un policía- y 17 más resultaron heridas –15 policías. El hecho causó conmoción nacional por la brutalidad de la represión oficial.43

40 Íbid, p. 193. 41 Rodríguez, op. cit., pp. 71-75. 42 Pascal Beltrán, “Con todo e ingeniería electoral, se desploma la votación para el PRI en el Estado de

México”, Proceso, núm. 733, 17 de noviembre de 1990, p. 16. 43 Luis Rionda, “Autoritarismo y procesos electorales en México”, en Luis Rionda, Guanajuato, una

democracia de laboratorio. Evolución y perspectivas de una sociedad en transformación política, 1917-1995, tesis de doctorado, Guadalajara, Universidad de Guadalajara-Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1997, p. 138.

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Históricamente, el Estado de México se ha caracterizado como uno de los estados con mayor índice de conflictos post-electorales. Sin embargo, esta zacapela ocurrida en Tejupilco en 1990, es posible enmarcarla dentro del proceso de desacreditación y violencia por parte del gobierno de Carlos Salinas en contra del PRD y los perredistas. No es casual entonces, que justo cuando tocó el turno al micrófono a Heberto Castillo, figura emblemática del entonces naciente PRD, y mientras decía “es necesario usar las leyes para defender los derechos de los ciudadanos”, comenzó el zafarrancho. Obviamente, el priísmo responsabilizó a Castillo. Al final las sospechas de que todo había sido un acto preparado contra Castillo se consumaron cuando la Comisión Nacional de Derechos Humanos envió una recomendación al gobernador Ignacio Pichardo para que investigara y se fincaran responsabilidades a los perredistas involucrados, pero no se hizo lo mismo con los efectivos de la policía municipal y estatal que participaron, a pesar de que se comprobó que varios elementos utilizaron sus armas.44

Así pues, en medio de toda esta incertidumbre política, entre 1981 y 1990, el palacio

de Gobierno de Toluca, sede del Poder Ejecutivo local, vio pasar a 4 mandatarios distintos: Alfredo del Mazo González (1981-1985), Alfredo Baranda García (1985-1987), Mario Ramón Beteta Monsalve (1987-1989) e Ignacio Pichardo Pagaza (1989-1993). Esta situación inédita para la sociedad mexiquense fue la causa de una inmensa inquietud ciudadana.45 Sin embargo, no se vio reflejada en una crisis de inestabilidad institucional en el estado, debido a que los diversos grupos en disputa por el poder respetaron una de las características fundamentales que desde 1942 habían institucionalizado la política local:46 la búsqueda, incluso deliberada, de la representación de los grupos no ganadores.47

No obstante, con la complejidad política y la pluralidad de grupos al interior del Estado de México fueron también desapareciendo los demás elementos que habían fortalecido e institucionalizado la política mexiquense desde la época de Isidro Fabela. Las otras 3 características que se han venido desvaneciendo con el tiempo son: no anteponer los intereses grupales a los institucionales;48 el reclutamiento y preparación de jóvenes políticos;49 y por último, la lealtad personal e institucional.50

44 Jesús Delgado, Historia del PAN en el Estado de México: la pasión de seguir continuando, México, Partido

Acción Nacional, 2005, p. 216. 45 Arreola, “Cincuenta años de política...”, op. cit., p. 192. 46 Estas características las enumera Rogelio Hernández en su artículo “Los políticos del Estado de México...”,

op. cit., pp. 466-467. 47 Ya sea mediante la inclusión de algunos de sus miembros en la administración pública o mediante la

utilización de alguna de sus propuestas como parte de las políticas públicas. Lo anterior impidió la agudización de las fracturas entre los diversos grupos, a través del “principio de la esperanza”, es decir, la certeza de que las derrotas eran temporales y no cancelaban las aspiraciones ni las carreras políticas. Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 466.

48 Anteriormente, todos, sin excepción, proseguían y profundizaban los programas de desarrollo de los mandatarios anteriores, e iniciaban otros a sabiendas de que sus sucesores los continuarían, lo que hacía posible también la continuidad administrativa y económica. Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 466.

49 Buscando la supervivencia como élite se favorecía el relevo generacional. Casi todos los mandatarios estimulaban a los jóvenes políticos en lugar de frustrar sus carreras, con la finalidad de mantener su autoridad e influencia. Así, preferían actuar como líderes y no como jefes que imponen las decisiones. Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 467. Esta última

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EL AFIANZAMIENTO DE LA DISPERSIÓN Y LA DIVISIÓN POLÍTICA EN EL ESTADO DE MÉXICO.

Para 1993, se llevan a cabo las elecciones para renovar al gobernador en el estado. El PRI elige como su candidato a Emilio Chuayffet Chemor, quien se presentaba como el heredero de la mejor tradición política mexiquense. El PRI no podía volver a recurrir a un personaje no identificado con los grupos políticos de la entidad como lo había hecho en 1987 con Mario Beteta. Por sus vínculos y trayectoria, tanto locales como nacionales, Chuayffet aparecía como el intermediario necesario para mediar entre los distintos grupos políticos y subsanar las profundas hendiduras entre los viejos y los jóvenes, así como entre los del valle de México y los de Toluca.51 A final de cuentas, fue el mismo Hank, quien convenció a Salinas de que Chuayffet era el indicado para tal puesto.52 Por su parte, el PAN propuso como candidato a Luis Felipe Bravo Mena y el PRD a Alejandro Encinas Rodríguez.

Chuayffet ganó con un 63% de la votación, Bravo Mena quedó en segundo lugar con el 18% de los votos, relegando al tercer puesto a Encinas quien obtuvo solamente el 8%. El abstencionismo fue del 44.1%.

CUADRO 6. ELECCIÓN PARA GOBERNADOR 1993 Partido Político Votación absoluta Porcentaje PAN 568,520 18% PRI 2,001,520 63% PPS 49,444 1.50% PRD 278,101 8.70% PT 29,901 0.93% PVEM 114,847 3.60% PDM 30,469 0.95% PFCRN 81,485 2.50% PARM 33,099 1%

Fuente: Eduardo Rodríguez, “¿La conformación de un escenario de competitividad electoral en el Estado de México? Un acercamiento a los resultados electorales del PAN, PRI y PRD, 1990-2003”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 79.

condición se verá exquisitamente reflejada luego de la llegada de Emilio Chuayffet a la gubernatura, en contraste con la postura adoptada, por ejemplo, por su mentor político Carlos Hank.

50 Era primordial que, aun en las derrotas, todos se mantuvieran unidos para evitar que el gobierno federal se inmiscuyera en la política local, marginando o sometiendo a la clase política mexiquense. Lo que favorecía el diálogo y privilegiaba la negociación y el acuerdo antes que el enfrentamiento. Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 466. La elección de Mario Beteta como el candidato priísta a la gubernatura del estado en 1987 por parte del presidente Miguel de la Madrid, es el ejemplo más claro del desgaste de esta regla del juego político de las élites mexiquenses.

51 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 469. 52 Morales Gómez, op. cit., p. 217.

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En los comicios municipales y para elegir a la legislatura local de ese mismo año los resultados fueron los siguientes: el PRI conquistó el triunfo en 109 de los 121 ayuntamientos, el PAN en 6, el PRD en 3, el PFCRN en 2 y el PARM en 1; mientras que en el Congreso local, el PRI obtuvo los 40 escaños de mayoría relativa, y los restantes 26 de representación proporcional se repartieron en 11 para el PAN, 9 para el PRD, 3 para el PFCRN, 2 para el PVEM y 1 para el PPS.53 A pesar de todas las expectativas puestas en el nuevo mandatario, la administración de Chuayffet en el Estado de México, canceló el principio de la esperanza, es decir, rompió con la regla no escrita de dar cabida en su equipo de trabajo a colaboradores de otros grupos políticos o de administraciones pasadas. Integró su gabinete con funcionarios jóvenes y de escasa experiencia en la administración pública pero con una probada lealtad personal. De esta manera, Chuayffet demostró que había construido un grupo propio para alcanzar el poder e incluso trascender su periodo de gobierno; además marginó a miembros de otros grupos políticos locales, lo que provocó una fractura entre las élites priístas mexiquenses. “Chuayffet no construyó un liderazgo, sino una jefatura, es decir, empleó la jerarquía, la autoridad formal para imponerse a sus subalternos.”54

Más que inspirar reconocimiento, creó agravios... Lejos de intentar el reconocimiento de los ámbitos de influencia de los grupos locales, como lo hiciera Pichardo en su gobierno, Chuayffet se reservó el derecho de imponer condiciones desde el poder central... Como fuese, el hecho es que Chuayffet desestimó en extremo la heterogeneidad política local, que además de expresarse internamente en la élite, se mostraba muy activa en el fortalecimiento de los partidos de oposición y el incremento de la competencia electoral.55

Para la elección federal de 1994, y luego de los malos resultados obtenidos en 1988 en la entidad, el PRI mexiquense entregó buenas cuentas al priísmo nacional, aportando el caudal más numeroso de votos al triunfo de Ernesto Zedillo en comparación con el resto de las entidades del país. El PRI obtuvo el 47% de la votación para presidente en el estado (2,194,310 votos), el PAN solamente el 26% (1,203,850 votos) y el PRD el 18% (851,337 votos). Además, el PRI ganó en 35 de las 36 diputaciones federales y el PAN en la restante (el distrito XVIII de Naucalpan). Y para la Cámara de Senadores, el PRI ganó los dos senadores por mayoría relativa y el PAN uno por ser la primera minoría.56 Para el año de 1995, el Gobernador Emilio Chuayffet propuso una reforma a la Constitución Política del Estado de México con la intención de crear un órgano autónomo que se encargara de la preparación, organización, desarrollo y vigilancia de las elecciones. También se preveia la supresión del Colegio Electoral que hasta ese entonces recaía en la Legislatura local, y finalmente, se ajustaba el calendario electoral de la entidad para que las elecciones de diputados locales y de los ayuntamientos coincidieran con las elecciones federales, buscando un mejor aprovechamiento de los recursos.57 Luego de la reforma constitucional, en marzo de 1995 se propuso la creación de un nuevo Código Electoral para

53 Rodríguez, op. cit., pp. 76-78. 54 Hernández, Amistades, compromisos y lealtades..., op. cit., p. 322. 55 Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., pp. 470-471. 56 Rodríguez, op. cit., pp. 80-81. 57 Emilio Chuayffet, Exposición de motivos de la reforma a la Constitución Política del Estado Libre y

Soberano de México, Toluca, Gobierno del Estado de México, 1995, p. 5.

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la entidad. El Código Electoral del Estado de México (CEEM), publicado hasta marzo de 1996, ordenaba la creación del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) como un organismo autónomo, cuyo órgano superior sería el Consejo General compuesto por diputados locales, partidos políticos y consejeros electorales. Y además, se eliminaba la figura del Secretario General de Gobierno como presidente de dicho Consejo. En aquella reforma, el Consejo General contaba con el voto de cuatro diputados (dos de la mayoría y uno de la primera y segunda minoría), lo que otorgaba a los partidos políticos una gran influencia sobre las decisiones electorales y minaba la autonomía de la propia institución electoral. Sin embargo, esta estructura fue modificada en la reforma electoral de 1998, por lo que el Consejo General adquirió su actual composición: un Consejero Presidente, seis consejeros electorales (designados por el Congreso local), y los representantes de los partidos políticos con voz.58 A mediados de 1995, Chuayffet solicitó licencia para dejar su puesto como gobernador del estado, ya que se incorporaría como Secretario de Gobernación al gabinete del presidente Ernesto Zedillo. Por tercera ocasión en diez años llegaría un nuevo gobernador sustituto: el entonces Secretario General de Gobierno César Camacho Quiroz. Sin embargo, “para los políticos priístas tradicionales, la gestión iniciada por Chuayffet y continuada por Camacho había[n] dado como resultado la pérdida de la mayoría absoluta del PRI en el Congreso local elegido en 1996.”59 En efecto, el proceso electoral local de 1996 sacó a la luz dos elementos incuestionables de la realidad política mexiquense que resultaban alarmantes para el priísmo local: 1) reafirmó el favorable avance de los partidos de oposición (en especial el PAN y el PRD), y 2) demostró el alto grado de atomización y fractura entre los diferentes grupos políticos priístas, lo que derivó en la incapacidad para agrupar a todos los líderes municipales y aglutinar a sus clientelas políticas. Además, como bien lo apuntan Sánchez y Cedillo:

No es coincidencia que el crecimiento de la competitividad partidista, como la alternancia política, se dieran en el proceso electoral de 1996, ya que es en ese año cuando se crea el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) y un nuevo código Electoral del Estado de México (CEEM), que vinieron a transparentar y dar mayor legalidad y certeza a los resultados de los comicios que, anteriormente, eran controlados por el PRI.60

Así pues, las elecciones locales de 1996 representaron un duro golpe a la hegemonía priísta en los ayuntamientos del estado. El PAN y el PRD lograron triunfos en municipios importantes, principalmente. El PAN ganó 22 alcaldías entre las que destacan Atizapán, Cuautitlán Izcalli, Naucalpan y Tlalnepantla. El PRD obtuvo 26 ayuntamientos entre ellos Texcoco, La Paz y Nezahualcóyotl. El PVEM ganó en Cocotitlán y el PRI en los 73 municipios restantes, manteniendo en su poder a Toluca y Ecatepec entre los más importantes. Por otra parte, en lo que respecta a la composición de la Legislatura local los resultados tampoco fueron alentadores para el PRI: de los 45 diputados locales de mayoría relativa, el PRI obtuvo 30, el PAN 10 y el PRD 5; y de los 30 escaños de representación

58 Miguel Ángel Sánchez, La democratización en el ámbito municipal de México. El caso de los estados de

México y Morelos, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2008, pp. 48-49. 59 Morales Gómez, op. cit., p. 217. 60 Miguel Ángel Sánchez y Rafael Cedillo, El proceso electoral mexiquense ’99, Toluca, Universidad

Autónoma del Estado de México, 2001, pp. 8-9.

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proporcional, el PRI no tuvo ninguno, el PAN alcanzó 12, el PRD 11, el PVEM 4, el PT 2 y el PCD 1.61 En las elecciones federales intermedias de 1997, el panorama para el PRI en el estado continuó siendo adverso y no logró reposicionarse como la fuerza política hegemónica, ya que logró solamente un 35% de los votos para diputados y senadores federales, sumamente inferior al 45% obtenido en 1994. El resultado para el PAN tampoco fue del todo favorable: alcanzó apenas un escaso 19% de la votación, en comparación con el 25% que había logrado en la elección presidencial 3 años antes. Por su parte, el perredismo mexiquense fue el gran triunfador ya que tuvo un crecimiento importante, arrebatándole incluso al PAN su lugar como segunda fuerza política en la entidad, al pasar del 18% en 1994 al 33% en esta ocasión.62 Este triunfo del PRD se debe en gran medida a su capacidad real de movilización social en ciertas zonas del oriente del Estado de México,

En la década de los noventa, la táctica de penetración del PRD en la entidad consistió en atender y abanderar demandas sociales de las zonas marginadas y populares. Organizaciones como MOVIDIG (Movimiento Vida Digna), MPI (Movimiento Proletario Independiente), UPREZ (Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata) y la UGOCM (Unión General Obrero-Campesina de México), ejercieron presión sobre los gobiernos municipales y estatales en demanda de solución a distintos problemas. En Nezahualcóyotl, Texcoco, Los Reyes la Paz, Chimalhuacán y Chalco, el PRD encontró en esas organizaciones, un grupo de aliados importantes que involucraron a su estructura en la consecución del triunfo electoral de este partido en 1997… Nezahualcóyotl y Texcoco en suma representan al 13.93% de los electores del Estado… El hecho de que el PRD ganara en tales demarcaciones no es fortuito. Su penetración en segmentos electorales pertenecientes a zonas populares y marginadas, así como la priorización correspondiente de recursos durante la campaña político electoral hicieron posible su ventaja. Las brigadas del sol tuvieron la encomienda de realizar por un lado proselitismo a favor del PRD y, por el otro, poner en evidencia el desempeño de recientes gobiernos priístas federales. Su espacio de participación se ubicó en zonas urbano populares y su mercado meta incluyó a las familias de clase media y media baja.63

Por otra parte, a pocos meses de que concluyera el gobierno de César Camacho se desató la disputa por la candidatura del PRI a la gubernatura del estado, lo que hizo visible la implosión de la élite priísta mexiquense. Por primera vez en la historia política del Estado de México, el candidato priísta se eligió mediante una contienda interna en el propio partido. Entre los precandidatos figuraban: Humberto Lira Mora, Héctor Ximénez, Arturo Montiel Rojas, Yolanda Sentíes y Mauricio Valdéz. El ganador fue Arturo Montiel, con muy pocos merecimientos políticos y escasa trayectoria pública pero con un amplio conocimiento de la maquinaria partidista y fiel colaborador de César Camacho y Emilio

61 Rodríguez, op. cit., pp. 82-87. 62 Íbid, p. 88-89. 63 Guillermo Legorreta y Roberto Cedillo, “La instauración del pluralismo moderado en el sistema de partidos

del Estado de México, análisis de la actuación electoral de las tres principales fuerzas políticas en el periodo 1996-2000”, en Revista del IEEM. Apuntes Electorales, año 1, núm. 7 (enero-marzo 2002), pp. 162-163.

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Chuayffet.64 Esta decisión, aunque polémica, se tomó ante la amenaza electoral que representaban el PAN y el PRD, por lo que fue necesario escoger un candidato que conociera al perfectamente el andamiaje y el funcionamiento del PRI mexiquense, privilegiando lo anterior por encima de sus habilidades políticas. Un candidato emergente ante el desprestigio de las élites tradicionales y el marginamiento de los políticos con experiencia en las administraciones de Chuayffet y Camacho.

EL AGOTAMIENTO DE LOS GRUPOS POLÍTICOS Y LA CONFRONTACIÓN ABIERTA. La candidatura y el posterior triunfo de Montiel obedecen estrictamente a los intereseses de las élites locales, ya que el presidente Zedillo con su “nuevo federalismo”, basado en un enfoque hands-off de la política local por parte del gobierno federal, había cedido el control político de los estados. Además, estos comicios electorales para gobernador, eran los primeros en ser calificados por el nuevo Consejo General ciudadanizado del Instituto Electoral del Estado de México, como ya se dijo anteriormente.65 Durante la campaña política parecía que se lograría un entendimiento entre la izquierda y la derecha para lanzar una candidatura común que fuera capaz de derrotar al PRI, pero las diversas fuerzas políticas no llegaron a ningún acuerdo y tanto el candidato del PAN, José Luis Durán Reveles, como el del PRD, Higinio Martínez Miranda, decidieron competir por separado cada uno con su propia coalición (PAN-PVEM y PRD-PT respectivamente). Este escenario encuentra bastante parecido con lo que sucedería el año siguiente en la carrera por la presidencia entre Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas, con la excepción de que en este “laboratorio electoral mexiquense” el PRI sí se mantendría en el poder. Arturo Montiel realizó una campaña más bien opaca, pero al término de la misma supo utilizar toda la estructura de su partido y aprovechar las ventajas que le otorgaba el control del gobierno estatal para cerrar de manera contundente y obtener el triunfo por poco más de 200 mil votos. Los resultados fueron los siguientes: PRI 42.40%, PAN-PVEM 35.40% y PRD-PT 22%.66 Sin embargo, la llegada de Montiel a la gubernatura comprueba el agotamiento de la élite mexiquense, el quebrantamiento definitivo entre los grupos políticos de la entidad y su confrontación abierta y poco regulada. Además, la manera en la que integró su gabinete responde a sus compromisos con los grupos locales y con los ex-mandatarios lo que desembocó en innumerables cambios en su equipo de trabajo, generando inestabilidad e incertidumbre en la administración local. A decir de Rogelio Hernández, en la administración de Montiel predominaron las intrigas palaciegas y en consecuencia la ineficacia política. Para élite local, destinó más

64 Arturo Montiel había sido Secretario de Desarrollo Económico de Chuayffet, presidente municipal de

Naucalpan y dirigente estatal del PRI en dos ocasiones. Una trayectoria pobre en comparación con sus contendientes al interior del PRI. Obtuvo el 52.2% en la votación interna del PRI. Hernández, “Los políticos del Estado de México...”, op. cit., p. 474.

65 Morales Gómez, op. cit., p. 219. 66 Al final de su campaña se le recuerdan frases como “los derechos humanos son de los humanos no de las

ratas” o pactar compromisos como “generar 80 mil empleos al año para los mexiquenses”. Rodríguez, op. cit., pp. 89-90.

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atención a su imagen y asuntos privados que a la conducción del estado;67 sin contar las acusaciones por espionaje telefónico a la oposición y las críticas por sus continuos viajes al extranjero, lo que hizo más notoria su ausencia como mandatario, aunque también le crearon una imagen de gobernante diligente y promotor.68 Por otra parte, en las elecciones presidenciales del año 2000, los resultados obtenidos por los partidos políticos en el Estado de México fueron los siguientes: la Alianza por el Cambio (PAN-PVEM) obtuvo 2,239,610 votos para su candidato Vicente Fox (44.51%), el PRI alcanzó 1,637,620 votos para Francisco Labastida (32.55), y la Alianza por México (PRD-PT-PSN-Convergencia-PCD) solamente 961,900 para Cuauhtémoc Cárdenas (19.12%). Vicente Fox ganó la presidencia de la república, desplazando al PRI luego de más de 70 años en el poder, y el Estado de México contribuyó con el 14% de la votación que obtuvo la Alianza por el Cambio a nivel nacional. Por su parte, Francisco Labastida recibió del PRI estatal el 12% de su votación total y Cuauhtémoc Cárdenas el 15% del perredismo mexiquense. En la elección para diputados federales, de los 36 escaños en disputa en la entidad, el PAN ganó 21, el PRI 11, el PRD 3 y el PVEM 1. Mientras que para la elección de senadores, el PAN se llevó las dos senadurías por mayoría relativa y el PRI la de la primera minoría.69 A pesar del historial electoral que arroja el Estado de México, los comicios federales del año 2000 dejaron muy en claro una característica de la entidad que pocas veces es mencionada por los partidos políticos pero siempre requerida: “su aportación para construir los totales nacionales de cada uno de los partidos resulta particularmente significativa”.70 En lo que respecta a los comicios municipales de ese mismo año, el PAN tuvo un avance relevante ya que ganó 30 alcaldías, mientras que el PRD se llevó 21, el PT y el PCD 1 cada quien, y el PRI triunfó en los restantes 69 municipios. En el caso del Congreso local, el PAN logró 29 diputados, por 25 del PRI, 16 del PRD, 2 del PT y del PVEM y 1 para Democracia Social.71

CUADRO 7. COMPARATIVO DE POBLACIÓN GOBERNADA POR PARTIDO POLÍTICO 1996-2000

PAN PRI PRD 1996 2000 1996 2000 1996 2000

3,656,896 (30.50%)

7,162,036 (54.74%)

5,943,090(49.57%)

3,704,130(28.31%)

2,379,476(19.85%)

2,188,417 (16.72%)

Fuente: Eduardo Rodríguez, “¿La conformación de un escenario de competitividad electoral en el Estado de México? Un acercamiento a los resultados electorales del PAN, PRI y PRD, 1990-2003”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 103.

67 Basta recordar su divorcio de la señora Paula Yañez en 2002 y su posterior boda con la periodista francesa

Maude Versini de 29 años. 68 Rogelio Hernández, “Arturo Montiel: el agotamiento de una élite”, en Jorge Zepeda et al., Los Suspirantes,

México, Editorial Plantea, 2005, p. 188. 69 Rodríguez, op. cit., p. 93. 70 Rodolfo Soriano, “El 94 en el Estado de México”, en Manuel Larrosa y Leonardo Valdés (coords.),

Elecciones y partidos políticos en México, 1994, México, UAM-I, IERD, CEDE, 1998, p. 159. 71 Rodríguez, op. cit., pp. 96-101.

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Los conflictos post-electorales hicieron su aparición de nueva cuenta en diversos municipios. En Huixquilucan y Cuautitlán, ganados por el PAN se registraron actos de violencia por parte de priístas inconformes. Sin embargo, los casos anteriores palidecen ante lo sucedido en Chimalhuacán. En este municipio del oriente mexiquense, el sangriento enfrentamiento fue entre dos grupos de priístas; por una parte, el grupo de Jesús Tolentino Román Bojórquez, líder de la agrupación “Antorcha Campesina” y presidente municipal electo de Chimalhuacán, y por otra, los seguidores de Guadalupe Buendía Torres, alias “La Loba”, lideresa que creció auspiciada por el PRI desde los años ochenta para controlar este municipio desde la Organización de Pueblos y Colonias (OPC) creada por ella misma, a cambio de prebendas.

El enfrentamiento entre grupos políticos priístas en Chimalhuacán comenzó a subir de tono en febrero último, durante el proceso de selección interna de candidatos a la presidencia municipal, en el que compitieron Tolentino Román y Salomón Herrera, hijo de La Loba... era la primera vez que había un candidato no afín al grupo de Buendía, que ha establecido un poder casi feudal durante años en este municipio... Tolentino obtuvo la mayoria... un día antes del enfrentamiento del viernes 18 [de agosto] recibió presiones del grupo de La Loba para que les diera puestos en su nuevo cabildo, lo que el alcalde electo rechazó.72

Tolentino se negó pues, a darle a Buendía su acostumbrada cuota de puestos públicos

para su grupo, y más aún, le negó la permanencia al frente del Organismo Descentralizado de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento de Chimalhuacán. Al parecer, el empuje de la otra organización priísta, Antorcha Campesina, se debió a una estrategia del mismo partido para contrapesar el imperio de décadas de Buendía, decisión tomada desde el comité nacional priísta y el ejecutivo estatal.73 El 18 de agosto, a su toma de protesta, Román Bojórquez llevó a más de 3 mil antorchistas. A las 11 de la mañana con 10 minutos se desató la violencia, cuando Guadalupe Buendía llegó a la explanada del palacio municipal con 600 simpatizantes para impedir que Tolentino rindiera protesta. Más de 40 minutos de enfrentamiento, de fuego cruzado, pedradas, palazos y tubazos. El saldo fue de 14 muertos, 90 heridos y casi 300 detenidos. Jesús Tolentino culpó directamente al gobierno de Arturo Montiel por haber tolerado la agresión y por su tardía intervención para controlar el conflicto. “No es mi amiga, no la protejo, nunca le ha sido útil al PRI –mintió tres veces Montiel-: Se me hace muy raro que ella sea la dueña de un predio colindante con el Palacio Municipal de Chimalhuacán, donde hay una puerta falsa que comunica a ambos...”74 Este conflicto no sólo destapó un enfrentamiento entre dos grupos priístas, sino que sacó a la luz pública el complejo entramado de cacicazgos y redes clientelares que aún mantiene en el Estado de México. Esa temible intermediación entre el pueblo y las instituciones que no permite la consolidación democrática.

72 Agustín Ambríz y Rodolfo Montes, “La Loba, una historia de impunidad. El gobernador Montiel dejó solo

al presidente municipal de Chimalhuacán”, Proceso, núm. 1242, 20 de agosto de 2000, p. 37. 73 Greco Sotelo, “Arqueología de la ilegalidad”, Letras Libres, núm. 24, año 11 (diciembre de 2000), p. 49. 74 Íbid., p. 50.

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Las elecciones de 1988 en México parecieron abrir la caja de pandora del priísmo mexiquense, pues a la vez que se luchaba por mantener el control del Valle de México ante el ascenso de la oposición, cada vez más surgían grandes personajes populares cobrando facturas a la dirigencia priísta estatal por sus compromisos establecidos en campaña... En términos políticos, los cacicazgos sindicales y urbanos mexiquenses parecen gozar de más salud de lo que normalmente se imaginan los teóricos del fin del corporativismo mexicano... ya que en términos de su capacidad de intermediación siguen teniendo un fuerte impacto procesos políticos locales y regionales... Relaciones perversas entre el PRI y los cacicazgos sindicales, transportistas, de asentamientos irregulares o de taxistas del Valle de México, manifestándose con bastante naturalidad en los diversos escenarios electorales cuando, por ejemplo, dirigentes sindicales o de asentamientos irregulares movilizan grupos de choque para repeler impugnaciones o tomas de alcaldías por parte de grupos opuestos. 75

Chimalhuacán, tal como Chalco y otros municipios del oriente del Estado de México, surge luego de que en Ciudad Nezahualcóyotl ya no cabía más gente. Y ante esta situación, quienes adquieren relevancia son los fraccionadores ilegales de terrenos quienes invadían predios a cambio de negociaciones forzadas con la autoridad local. En este contexto emerge la figura de Guadalupe Buendía, respaldada desde 1987 por su Organización de Pueblos y Colonias (OPC). “Los beneficios otorgados a su creciente clientela popular, hacia abajo; y el temor infundido por su agresiva representatividad política, hacia arriba, la ubicaron en pocos años como una lideresa indiscutible en el plano local.”76 Pronto se extendió a los transportes (lobotaxis) y la recolección de basura. Pero como electoralmente entregaba buenas cuentas, el PRI mexiquense solamente pudo aceptar su complicidad, permitiéndole que hiciera de Chimalhuacán su propio feudo. Racionaba el agua potable ya que era titular del organismo local responsable, colocaba parientes y conocidos en puestos de gobierno, tenía una casa contigua al palacio municipal desde donde tenía acceso al mismo e incluso fundó las colonias La Loba I, La Loba II y La Nueva Margarita. Incontable recuento de favores políticos y electorales que le prestó al PRI (robo de urnas, bloqueo de adversarios, intimidación, etc.) y que generosamente le fueron recompensados. 77 Dando un giro al análisis, otro episodio que marcó profundamente el sexenio de Montiel al frente del Estado de México fue sin lugar a dudas el conflicto social ocurrido en el municipio de Atenco en 2002, entre ejidatarios de San Salvador Atenco y autoridades locales, estatales y federales ante la expropiación de tierras para la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco. La administración de Montiel salió sumamente golpeada de este suceso ya que demostró la incapacidad del gobierno estatal para actuar como negociador con las comunidades, como interlocutor ante los problemas municipales y mucho menos como mediador entre los propios mexiquenses y el gobierno federal.78 Más bien demostró una actitud tibia y miedosa, buscando deslindarse de sus responsabilidades en las mismas autoridades federales, las cuales, dicho sea de paso, 75 Maldonado, “Poder regional en el Estado de México...”, op. cit., pp. 116-118. 76 Sotelo, op. cit., p. 50. 77 Jesús Delgado, op. cit., pp. 294-295. 78 Como rasgo del paternalismo heredado desde la repartición agraria del presidente Lázaro Cárdenas, los

campesinos mexicanos tienden, por lo general, a buscar la resolución de sus problemas sobre la tierra apelando al presidente de la república automáticamente.

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tampoco demostraron gran habilidad política sino una incapacidad crónica y estructural del Estado mexicano para resolver su cuestión agraria. Los conflictos agrarios no son nada nuevo para el gobierno del Estado de México, el cual no quiso aprender la lección que le dejó el episodio del movimiento campesino de Ocoyoacac desde 1982. En aquella ocasión, las causas del conflicto fueron las mismas: un extraño proceso expropiatorio para la construcción de un desarrollo habitacional que termina con la inconformidad de los campesinos. El desarrollo del conflicto parece calcado 20 años después: negociaciones infructuosas, intentos fallidos de entrevistas con el presidente López Portillo, movilización social, marchas, mítines, toma de carreteras, uso de la fuerza policíaca, toma del palacio municipal, multitudes enardecidas, batallas campales. Y los resultados exactamente los mismos que en Atenco: la administración de Del Mazo en aquella ocasión salió seriamente dañada, la evidencia de la ineptitud de las autoridades locales y estatales para comprender las demandas de sus gobernados, y finalmente la marcha atrás en el intento de expropiación y el triunfo la movilización social con la prolongación indefinida del problema agrario mexiquense.79 El municipio de Atenco tiene una larga experiencia en la lucha social: como el enfrentamiento de sus pobladores con la empresa Sosa-Texcoco en 1993 y con los granaderos en 1995 luego de que bloquearon la carretera Texcoco-Lechería exigiendo más “tortibonos” y mejor transporte público.80

La amenaza planteada por el nuevo aeropuerto… logró la movilización comunitaria independiente de los partidos políticos... las autoridades nunca negociaron con este grupo [más bien lo ignoraron]. El gobierno del Estado de México centró su esfuerzo en exponer a los comisarios ejidales los múltiples beneficios que el desarrollo del aeropuerto traería a la región, y dejó en sus manos la labor de convencer a la población. Los funcionarios mexiquenses no hablaron directamente con las organizaciones inconformes. Pensaron que, dada su radicalización, no habría puntos de encuentro. Además… pensaron que no pasaban de 200 los ejidatarios descontentos.81

El lunes 22 de octubre de 2001 se publicó el decreto expropiatorio de las tierras

ejidales de Texcoco para la construcción del nuevo aeropuerto. Primero vinieron los juicios de amparo, luego las movilizaciones sociales. El 14 de noviembre de 2001 marcharon al Zócalo del Distrito Federal empuñando sus machetes y apoyados por casi 7 mil miembros de diversas organizaciones sociales.82 El 26 de noviembre ocuparon la Procuraduría Agraria de Texcoco. El 11 de diciembre marcharon hasta la Cámara de diputados junto con un contingente de maestros. El 24 de diciembre colocaron barricadas alrededor de San Salvador Atenco y el día último del año lo declararon “municipio en rebeldía”. El 23 de febrero de 2002, por primera vez se movilizaron en contra del gobierno estatal, cuando 79 Para un análisis más detallado de éste y otros conflictos agrarios en el Estado de México véase el apartado

de “Campesinado y legislación” en Edgar Morales Sales, Estado de México: sociedad, economía, política y cultura, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, pp. 90-95.

80 Formando desde 1969 la organización llamada Habitantes Unidos de San Salvador Atenco. 81 El mismo presidente Vicente Fox declaró el 4 de diciembre de 2001 que los campesinos de Texcoco “se

sacaron la lotería”. Alejandra Lajous, ¿Dónde se perdió el cambio?, México, Editorial Planeta, 2003, pp. 129-130.

82 Entre ellas el Consejo General de Huelga de la UNAM, la sección 18 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y el Frente Popular Francisco Villa.

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2,500 campesinos marcharon hasta la capital, Toluca, para exigirle al gobernador Montiel que revocara el decreto expropiatorio, que cesara el hostigamiento hacia sus comunidades y la destitución del presidente municipal de Atenco, Margarito Yañez. El 27 de ese mismo mes intentaron llegar hasta Los Pinos para solicitarle al presidente Fox que debatiera con ellos en el Auditorio Nacional, pero elementos de la PFP lo impidieron. Al día siguiente irrumpieron en una ceremonia en donde se encontraba el Secretario de Agricultura Javier Usabiaga. El 6 de marzo bloquearon la carretera Texcoco-Lechería y marcharon por Paseo de la Reforma, insistiendo en el debate público con el presidente Fox. El 11 de abril se realizó el “Encuentro por la dignidad y rebeldía del pueblo mexicano” al cual asistieron más de 30 agrupaciones sociales. El 8 de julio, 600 campesinos llegaron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México e impidieron la entrada y salida de personas por media hora hasta que la PFP los desalojó.83

El 11 de julio, la policía estatal detuvo a Ignacio del Valle y Jesús Adán Espinoza,

líderes del movimiento. Los pobladores de Atenco bloquearon la carretera Texcoco-Lechería, tomaron rehenes en número y de prestigio suficiente como para hacerse oír, y luego se atrincheraron en Atenco. Los medios de comunicación daban cuenta de lo ocurrido, por lo que la sociedad los caracterizó como víctimas. Pero Montiel, por el contrario, culpó del enfrentamiento a “un grupo ajeno al proyecto del aeropuerto, auspiciado por intereses contrarios al desarrollo del país”. Sus declaraciones resultaron por demás innecesarias, desafortunadas, vagas y titubeantes, como cuando se deslindó del conflicto ante las cámaras de televisión, acusando a las autoridades federales, exponiendo que ya había llamado a los Secretarios de Gobernación y de Seguridad pública, Santiago Creel y Alejandro Gertz Manero, pera pedirles que “esos terrenos, que son de la Federación, sean vigilados por la propia Federación”. Finalmente, luego de 4 días de tensión social y de críticas negociaciones los detenidos fueron liberados y los rehenes entregados al gobierno estatal. El 2 de agosto se anunció la cancelación del proyecto del aeropuerto en Texcoco y la revocación del decreto expropiatorio.84 Duro golpe para el gobierno federal, pero también para el gobierno del Estado de México, quien comprobó su impotencia ante los conflictos sociales y su nula interlocución ante las demandas de los mexiquenses. Montiel solamente acertó a afirmar que “perdían los mexiquenses y todos los mexicanos”.

Los gritos de San Salvador Atenco lo dicen todo: “Si no hay solución, habrá revolución”… las tierras de Atenco ni se negocian ni se venden”… México [y en este caso en particular el Estado de México] no acaba de resolver el problema de su tierra, y por ende, el de su pobreza. Atenco es una llamada de atención para un gobierno que no hace la suficiente para atender la situación…no ha sabido qué hacer con sus campesinos, pero ellos siguen allí: resistiendo, combatiendo, parados en su parcela, aferrados al pasado.85

En marzo de 2003 se llevaron a cabo elecciones municipales y para el Congreso local, con un ambiente político todavía intranquilo. Estos comicios marcaron una serie de precedentes electorales negativos que llegarían a su clímax en la elección presidencial de 2006: 1) intensas campañas políticas de desprestigio y ataque entre los partidos y 83 “Machete en mano, y con la solidaridad de los más variados grupos, las protestas de los atequenses se

hicieron más concurridas y radicales”. Lajous, op. cit., pp. 130-135. 84 Relación de hechos obtenida de íbid, en capítulo “La huella de Atenco”, pp. 97-158. 85 Denise Dresser, “Abejorreo en Atenco”, Proceso, núm. 1342, 21 de julio de 2002, p. 52.

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candidatos con escasos contenidos y propuestas; 2) visitas frecuentes del presidente Vicente Fox y su esposa Martha Sahagún, así como de Andrés Manuel López Obrador al Estado de México previo a la jornada electoral en una clara muestra de proselitismo a favor de los candidatos de su partido, y la intervención del gobernador Arturo Montiel, a quien se le acusa de desatar una guerra sucia desde palacio de gobierno; 3) los altos gastos de campaña por concepto de publicidad en los medios de comunicación, en especial la radio y la televisión (ver cuadro 6); y 4) el consecuente debilitamiento de la autoridad electoral local (el IEEM) al no poder regular las campañas y castigar las faltas cometidas.

CUADRO 8. GASTOS POR PARTIDO POLÍTICO EN PUBLICIDAD EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN LA ELECCIÓN LOCAL DE 2003 Partido Político Total de anuncios

publicitariosCosto

PAN 4,902 $44,101,847 PRI-PVEM 5,519 $72,825,735 PRD 1,240 $15,813,456 PT 995 $1,491,695 Convergencia 208 $1,295,988 PSN 47 $46,754 PAS 45 $97,066 PACEM 76 $64,739 Total 13,032 $135,737,280

Fuente: Carlos Lugo, “Las campañas políticas en los medios de comunicación. Las elecciones locales en el Estado de México (2003)”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 270.

Además de los problemas ya mencionados, hubo dos hechos que empañaron las

elecciones locales de 2003; el primero fueron “las amenazas de los grupos de ejidatarios de San Salvador Atenco, tratando de intimidar a las autoridades electorales y estatales que de no resolverse el conflicto con algunos líderes de ese movimiento que presentan órdenes de aprehensión, no permitirían que se llevaran a cabo las elecciones en el municipio de Atenco”; y el segundo “fue el atentado que sufrió la presidenta del Consejo General del IEEM, días antes de la jornada electoral, en las propias instalaciones del instituto”.86 A final de cuantas, los resultados fueron los siguientes: 23 municipios para el PAN, 69 para el PRI, 23 para el PRD, 4 para el PT, 3 para Convergencia, 1 para el PSN y 1 para el PAS; y para el caso de la legislatura local: 24 diputaciones para el PRI, 23 para el PAN, 19 para el PRD, 4 para el PVEM, 3 para el PT y 2 para Convergencia. Es importante destacar que en cuanto a la población mexiquense gobernada por partido político, el PRI paso de 3 a 5 millones de habitantes aproximadamente del 2000 al 2003, el PAN cayó de 7.1 a 4.3 millones de habitantes (pierde 21% de la población gobernada en 2000) y el PRD ascendió a 3 millones de mexiquenses aproximadamente (del 16% al 23% del total).87

86 Rodríguez, op. cit., pp. 106. 87 Íbid, pp. 107-110.

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Aunado a las muestras de ingobernabilidad y las irregularidades en los procesos

electorales, el gobierno de Montiel se caracterizó por la confrontación abierta entre dos grupos políticos: la élite tradicional y su propia red de jóvenes políticos mejor conocidos como los Golden Boys,88 ya que estos últimos han ido desplazando poco a poco a los primeros. Así pues, Montiel delegó la administración gubernamental a su propio grupo de jóvenes y dejó las riendas de la política local en Isidro Pastor Medrano, presidente del PRI estatal.

En su afán de convertir a Enrique Peña Nieto en su sucesor, Montiel tuvo que enfrentar las pretensiones de Pastor, con lo cual su propio grupo quedó fragmentado y debilitado. Una coyuntura que Madrazo y Chuayffet aprovecharon para intentar imponer a Carlos Hank Rhon como candidato priísta a la gubernatura y quitarle, de esta manera, el control de los procesos electorales internos al gobernador.89

Hank Rhon se retiró de la contienda al no cumplir dos requisitos: no haber tenido

puesto de elección popular y la residencia en el Estado de México. Pastor Medrano fue expulsado de la competencia al interior del PRI estatal en diciembre de 2004, ya que no quiso acatar las reglas de competencia y los criterios del gobernador Montiel. En esta coyuntura, Peña Nieto realizó una campaña basada en 4 estrategias fundamentales:90 1) visitar los 125 municipios de la entidad, es decir, acometer con su presencia, 2) sus compromisos fueron por escrito y firmados ante notario público,91 3) generar una imagen de hombre de palabra, reflejar una renovación generacional y presentar una nueva forma de hacer política, y 4) uso de todo el aparato electoral y la maquinaria del partido, así como sus abundantes recursos, por lo que se le acusó de sobrepasar los topes electorales para gastos de campaña por concepto de publicidad en los medios de comunicación y de volver al viejo corporativismo priísta.

En contraste, la campaña del candidato panista, Rubén Mendoza Ayala, fue

dispersa, con altibajos y sin una estrategia definida. Al inicio de la campaña su estrategia fue identificar a Peña Nieto con el “Grupo Atlacomulco” y criticar al gobierno de Montiel, lo que lo lanzó a la cima de las preferencias electorales. Pero hacia el final de la misma, desapareció entre contradicciones y enojos con la dirigencia local, además de que cambió varias veces a sus asesores de campaña y su estrategia publicitaria ahora enfocada en remarcar que él estaba feo pero sabía gobernar, a diferencia del galán de Peña Nieto, lo que lo llevó a su derrota electoral. Por su parte, Yiedckol Polevnski Gurwitz, candidata por la coalición PRD-PT, basó campaña en la promesa de aplicar las mismas políticas sociales emprendidas por Andrés Manuel López Obrador en el Distrito Federal, quien incluso la acompañó los fines de semana en algunos municipios clave.92

88 Integrada por Enrique Peña Nieto, Luis Miranda, Miguel Sámano y Carlos Rello, entre otros. 89 Hernández, “Arturo Montiel...”, p. 192. 90 Véase: Héctor Zamitiz e Irma Peña, “Una caracterización de la democracia mexicana y sus actores

políticos: la elección para gobernador del Estado de México, 2005, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLVIII, núm. 196 (enero-abril 2006), pp. 118-119.

91 “El candidato con ese tipo de promesas, no se compromete a nada jurídicamente. Él hace una declaración unilateral de voluntad ante un notario; éste sólo verifica que lo que dice corresponda con lo que está escrito, pero no verifica que se vaya a cumplir.” Como citado Virgilio Bravo en íbid, p. 118.

92 Íbid, pp. 121-123.

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La campaña electoral tuvo muchas irregularidades como por ejemplo, la sanción del IEEM que impedía participar en las elecciones a Rubén Mendoza Ayala, una especie de “desafuero mexiquense” que finalmente se revocó; las acusaciones contra Peña Nieto por rebasar el tope de gastos de campaña de 216 millones de pesos;93 la destitución de los 7 consejeros del IEEM por parte del Congreso local y la elección de los nuevos en plena campaña electoral en una negociación entre los partidos políticos; la sospechosa licitación para adquirir el material electoral, entre otras.94 Todo lo anterior nos deja ver el gran poder que han adquirido los partidos políticos en el desarrollo democrático del Estado de México, reflejo de lo que ocurre a nivel nacional, pasando incluso por encima de las instituciones, en detrimento de la unidad básica de la democracia que son los ciudadanos. 3 lecciones primordiales dejó esta campaña electoral para el propio sistema electoral del Estado de México: mejorar la fiscalización de los gastos de campaña de los partidos, ciudadanizar o despartidizar la elección de consejeros del IEEM y finalmente, como consecuencia de las dos anteriores, recuperar la confianza en la institución electoral y fortalecerla luego de que los partidos políticos se han obstinado en desmantelarla. El 3 de julio de 2005 los resultados para elegir al gobernador fueron los siguientes: la coalición PRI-PVEM obtuvo el 47.57% de los votos, la coalición PAN-Convergencia el 24.73% y la coalición PRD-PT el 24.25%.

El triunfo de Peña Nieto es muestra contundente de la fuerza que aún conserva el

PRI en el estado y de que el Estado de México es la entidad con mayor presencia priísta del país. Lo anterior fue de suma importancia para que Arturo Montiel contendiera por la candidatura del PRI a la presidencia, al convertirse en un verdadero opositor de Roberto Madrazo. Luego de que se hiciera público su enriquecimiento desmedido, se vio obligado a abandonar sus aspiraciones presidenciales, como bien lo narra Granados Chapa:

Según la encuesta del Grupo Reforma levantada después de que se conocieran algunas evidencias sobre la enorme fortuna de la familia de Arturo Montiel Rojas, esos lances hicieron disminuir, sí, la buena imagen del ex gobernador mexiquense. El porcentaje de interrogados que lo juzgaban confiable se desplomó de 76 a 53 por ciento.95

Los resultados de las elecciones presidenciales de 2006 en el Estado de México fueron los siguientes: el PAN obtuvo el 31.07% de los votos (1,771,515 votos) para Felipe Calderón, la Alianza por México (PRI-PVEM) logró el 18.12% (1,033,110 votos) para Roberto Madrazo y la Coalición por el Bien de Todos PRD-PT-Convergencia) fue la triunfadora con el 43.31% (2,469,093 votos) para su candidato Andrés Manuel López Obrador.96

93 En el Estado de México se gastó más para conseguir votos que en las elecciones presidenciales de países

como Guatemala, Chile, Ecuador y Argentina. El voto potencial costó más de 70 pesos por votante. Además, el tope de gastos de campaña creció 116% respecto de la elección de 1999 en la que cada candidato dispuso de 100 millones de pesos para hacer campaña. Íbid, p. 125.

94 Íbid, pp. 125-130. 95 Miguel Ángel Granados Chapa, “Plaza Pública” en periódico Reforma, 12 de octubre de 2005. 96 Instituto Federal Electoral, www.ife.org.mx

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4. EL TRIPARTIDISMO, LA ALTERNANCIA Y EL ABSTENCIONISMO: CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA ELECTORAL EN EL ESTADO DE MÉXICO.

En las elecciones locales de 2006, el PAN ganó 24 municipios, misma cantidad que el PRD, el PRI solamente obtuvo 54 alcaldías, Convergencia 3 y el PT 2. En el resto de los ayuntamientos, la mayoría de ellos pequeños, triunfaron candidaturas comunes de dos o más partidos con la intención de derrotar a la coalición PRI-PVEM. PRD y PT obtuvieron 9 municipios; PT y Convergencia 3; PRD y Convergencia 2; PAN y PRD 1; PAN y PT 1; PRD, PT y Convergencia en 1; y PAN, PRD y PT en 1. Entre las que destacan por su tamaño y población están Ecatepec y Metepec, ambas ganadas por el PRD y el PT.97 De esta manera, el PAN gobernará a 4.3 millones de mexiquenses, el PRD a 6.4 y el PRI a 3.7.98

A partir de la década de los noventa, el Estado de México ha tenido una alta competitividad electoral, debido sobre todo a la significativa presencia de las 3 fuerzas políticas más importantes en el país (PRI, PAN y PRD) y a que ninguna ha logrado el dominio absoluto sobre las demás. Además, estos 3 partidos se han consolidado en zonas geográficas específicas: el “corredor azul en el norponiente del valle de México para el PAN, la “huella amarilla” en el oriente para el PRD y el resto, principalmente rural, para el PRI.99 La distribución del voto en la elección de 2006 siguió las tendencias tradicionales, el apoyo del PRI se localiza en los municipios relativamente poco poblados; los del PAN al norte y norponiente del valle de México o cercanos a Toluca, y los del PRD al oriente del Distrito Federal.100

La constante para el PRI ha sido la disminución paulatina de sus votos y por lo tanto del número de presidencias municipales en su poder. Pasó de tener la hegemonía histórica a sólo 54 alcaldías en 2006. A pesar de ello sigue siendo el partido que gobierna en más alcaldías aunque se trate de municipios rurales o semi-rurales con pocos habitantes. Así pues, el PRI mantiene sus bastiones principales en el norte, surponiente y nororiente de la entidad, aunque ya casi desapareció del centro y el sur de la zona oriente, en donde solamente conserva Chimalhuacán. El PAN había mantenido un aumento sostenido en el número de votos obtenidos entre 1990 y 2000, por ejemplo, en 1990 ganó 2 presidencias municipales, en 1993 ganó 6, en 1996 ganó 21 y en 2000 ganó 29. Sin embargo, en 2003 solamente ganó 23 y en 2006 obtuvo 24. El PAN mantiene su influencia en Toluca y sus alrededores, así como en el norte del Distrito Federal; con la novedad de que ha crecido en algunos municipios rurales o semi-urbanos en los límites con Michoacán, Hidalgo y Morelos.

97 Igor Vivero y Rafael Cedillo, “Reflexiones sobre alternancia y competitividad. Las elecciones municipales

del Estado de México: 2006”, Breviarios de Cultura Política Democrática, núm. 1, Instituto Electoral del Estado de México, 2007, pp. 20-23.

98 Instituto Electoral del Estado de México, www.ieem.org.mx 99 Rosalba Vera, “Tripartidismo en el sistema electoral municipal del Estado de México”, en Álvaro Arreola

(coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 153.

100 Vivero y Cedillo, op. cit., pp. 23-24.

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Por su parte, el PRD ha tenido un desempeño electoral poco consistente desde 1990, lo que dificulta su análisis, aunque se ha posicionado como una opción viable entre los mexiquenses, oscilando entre las tres primeras fuerzas políticas, al grado de ser el partido que más vio crecer sus preferencias en las elecciones de 2006. El PRD se ha consolidado en la región oriente en la cual solamente le falta Chimalhuacán; y también ha crecido significativamente en el sur del corredor Toluca-Lerma y en el surponiente, en los límites con Michoacán, el cual es gobernado por el mismo PRD.

A pesar de las constantes que se puedan encontrar en el análisis a los tres principales

partidos políticos en el Estado de México, en más del 50% de los municipios se observa, elección tras elección, la rotación de partidos. No son precisamente los municipios más densamente poblados, desarrollados y urbanizados en donde se observa más repetidamente el fenómeno de la alternancia política,

En éstos encontramos gran pluralidad política y el establecimiento de nuevos predominios, ya sea con el PAN o con el PRD; por el contrario son los ayuntamientos rurales o semiurbanos, de pequeño tamaño y con poca densidad de población, en donde se presenta el mayor número de cambios de partidos gobernantes.101

CUADRO 9. MUNICIPIOS CON ELEVADA ALTERNANCIA POLÍTICA

Muncipio Antecedente 1990 1993 1996 2000 2003 2006 Total Cocotitlán (---) PRD PRI PVEM PRD Conv. PRI 6 Coyotepec (---) (---) PRD PAN PRI Conv. PRD-PT 5 Chapultepec (---) (---) PFCRN PRI PRI PAN PRI 4 Chiconcuac (1987) PAN PRD PRI PRD PRI PT Conv. 7 Huehuetoca (---) (---) PARM PAN PRI PAN PRI 5 Joquicingo (---) (---) (---) PRD PRI PAN PT 4 Ozumba (---) (---) (---) PRD PRI PAS PT 4 San Antonio la Isla (---) (---) PAN PRI PRI PRD PAN 4 San Mateo Atenco (---) (---) (---) PRD PRI PRD PRI 4 Tenango del Aire (1984) PSUM PRI PRI PRD PRI PRD PRI 6 Tequixquiac (---) PRD PRI PRI PAN PRI PAN 5 Tonatico (---) (---) (---) PRD PRI PRD PRI 4 Tultepec (1975) PAN PRI PRI PRD PRI PRD PRD 5 Valle de Bravo (---) (---) (---) PAN PRI PAN PRI 4 Villa Guerrero (---) (---) PFCRN PRI PRD PRD PRI 4 Xonacatlán (1981) PPS PRI PRI PRD PRI PRD PRD 5

Fuente: Igor Vivero y Rafael Cedillo, “Reflexiones sobre alternancia y competitividad. Las elecciones municipales del Estado de México: 2006”, Breviarios de Cultura Política Democrática, núm. 1, IEEM, 2007, pp. 16-17.

Como se puede apreciar en el cuadro, es posible advertir que el control gubernamental en esos 16 municipios ha estado en manos de más de 2 partidos políticos al menos. También es posible notar la presencia de los llamados “partidos pequeños” (Convergencia, PFCRN, PT, PPS, PSUM, PARM, PVEM y PAS) en el poder y que los municipios con un mayor número de cambios de partido en el poder son pequeños y semi-urbanos: Chiconcuac, Cocotitlán y Ozumba. El cuadro anterior, además de mostrarnos la magnitud del fenómeno de la alternancia como parte integrante del juego electoral en el Estado de México, también nos deja ver la creciente volatilidad en el sistema electoral

101 Vivero y Cedillo, op. cit., p. 14. 5

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mexiquense a nivel municipal, y la poca institucionalización de los partidos a ese nivel, por encima de la competitividad, el pluralismo político y la incorporación de los partidos pequeños, ya que el hecho de que cada tres años haya un cambio de partido en los ayuntamientos es también indicador de la poca representatividad de los intereses y preferencias del electorado por parte de los partidos así como de la imposibilidad de llevar a cabo proyectos y políticas públicas que superen el trienio en cuestión, como lo muestra el siguiente cuadro.

CUADRO 10. COMPETITIVIDAD PARTIDISTA A NIVEL MUNICIPAL

Año de elección

Indicador de competitividad(índice de fragmentación de partidos)

Número efectivo de partidos

1993 0.60 2.54 1996 0.71 3.55 2000 0.69 3.32 2003 0.72 3.58 2006 0.72 3.61

Fuente: Igor Vivero y Rafael Cedillo, “Reflexiones sobre alternancia y competitividad. Las elecciones municipales del Estado de México: 2006”, Breviarios de Cultura Política Democrática, núm. 1, IEEM, 2007, p. 27. Si bien, como lo muestran los índices del cuadro 8, el sistema electoral mexiquense

ha pasado de uno no competitivo a uno competitivo (en especial al pasar de 1993 a 1996 se nota un aumento de 10 décimas), esta creciente competitividad se ve opacada por la importante brecha o alejamiento que hay entre los partidos y los mexiquenses. Lo que es posible observar tanto en la identidad partidista de los mexiquenses como en los bajos niveles de confianza en las instituciones políticas, en especial los partidos políticos (cuadro 9), en la insatisfacción con la democracia102 y en el elevado porcentaje de abstencionismo en las elecciones (cuadros 11 y 12).

En 2003, según la encuestadora Consulta Mitofsky, la identidad partidista favorecía

al PRI con el 25.9% de los mexiquenses, seguido del PAN con el 22.4% y el PRD con el 8.9%, y otros partidos solamente con el 1.3%; pero lo más relevante era que el 37.6% de los mexiquenses no se identificaba con ningún partido.103 Para 2005, según la misma encuestadora, la identidad partidista de los mexiquenses seguía favoreciendo al PRI con el 24%, seguido de nueva cuenta por el PAN con el 17.4% de los mexiquenses lo que le significó una caída de 5 puntos porcentuales, y luego por el PRD con el 15% lo que equivale a un aumento de 6% con respecto a 2003 y un claro realineamiento de la identidad partidista de los mexiquenses del PAN y el PRI hacia el PRD, lo que se vio reflejado en la

102 38.7% de los mexiquenses tiene un grado moderado de satisfacción con la democracia, sin embargo, 33%

percibe insatisfacción con el funcionamiento de la democracia y otro 20% no está nada satisfecho. Igor Vivero, “Percepciones del ciudadano mexiquense sobre política y democracia”, en Igor Vivero, Pablo Castro y Nelson Arteaga (coords.), Política y cultura: un estudio exploratorio en el Estado de México, México, UAEM, IEEM, Miguel Ángel Porrúa, 2007, p. 78.

103 Gabriel Corona Armenta, “El sistema de partidos en el Estado de México: un análisis de la presencia del PRI, PAN y PRD durante el proceso electoral federal de 2000. Tendencias hacia 2003”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 61.

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0

20

40

60

80

100

% part. 70,86 55,9 34 78,96 46,32 59,12 47,14 65,47 67,9 43,16 36,46 42,7 43,06 62,27

% abst. 29,14 44,1 46 21,04 53,68 40,88 52,86 34,53 32,1 56,84 63,54 57,3 56,94 37,73

Dip fed 1991

Gob 1993

Mpal 1993

Pdte 1994

Mpal 1996

Dip fed 1997

Gob 1999

Mpal 2000

Pdte 2000

Mpal 2003

Dip fed 2003

Gob 2005

Mpal 2006

Pdte 2006

elección para presidente de 2006, contienda en la que López Obrador obtuvo la mayor cantidad de votos del Estado de México.

CUADRO 11. CONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES Institución Mucho Algo Poco Nada NS/NC Iglesia 36.3 24.2 24.1 14.9 0.5 Policía 3.7 15.0 34.2 46.4 0.7 Periódicos 7.8 30.6 36.2 23.0 2.3 Partidos Políticos 2.7 17.2 34.1 45.4 0.6 TV 14.1 32.3 35.7 16.8 1.1 Ejército 28.8 25.2 22.3 19.9 3.8 Familia 84.3 8.4 4.2 2.9 0.2 Jueces 7.1 22.9 32.5 33.9 3.6 Radio 13.5 32.3 35.5 17.1 1.7 IEEM 18.7 26.3 27.3 20.7 7.0 UAEM 33.2 23.4 16.8 11.5 15.1

Fuente: Igor Vivero, “Percepciones del ciudadano mexiquense sobre política y democracia”, en Igor Vivero, Pablo Castro y Nelson Arteaga (coords.), Política y cultura: un estudio exploratorio en el Estado de México, México, UAEM, IEEM, Miguel Ángel Porrúa, 2007, p. 71.

CUADRO 12. COMPARACIÓN DE VOTACIÓN Y ABSTENCIONISMO1991-2006 Fuente: elaboración propia con datos obtenidos del Instituto Federal Electoral, el Instituto Electoral del Estado de México y del capítulo de Fernando Bahena, “Participación y abstencionismo en el estado de México: elementos para su estudio”, en Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 129.

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CUADRO 13. RAZONES DEL ABSTENCIONISMO Razones para no ir a votar Porcentaje Ninguna alternativa me convence 19% Por motivos de salud, trabajo, familiares 17% Estoy harto de la política y las elecciones 16% No confío en ningún partido ni en ningún político 8% Da lo mismo votar o no votar, no sirve para nada 6% Para mostrar mi descontento 3% Estoy desorientado, no sé por quién votar 2% Otros motivos 27% No sabe / no contestó 2%

Fuente: Pablo Castro, “Cultura política y ciudadanía en el Estado de México”, en Igor Vivero, Pablo Castro y Nelson Arteaga (coords.), Política y cultura: un estudio exploratorio en el Estado de México, México, UAEM, IEEM, Miguel Ángel Porrúa, 2007, p. 56.

En el estado de México, los electores de los municipios más urbanizados y

desarrollados, sobre todo en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, participan menos en las elecciones locales que en las federales, es decir, muestran un mayor desinterés para elegir a sus autoridades municipales que al presidente de la república o sus diputados federales, lo que los identifica con la cultura política del Distrito Federal. Mientras que en el resto de los municipios la participación en las elecciones municipales y locales es mayor, aunque también existe interés en los comicios para presidente de la república, el cual disminuye considerablemente cuando se trata de elegir a los diputados y senadores federales.104

5. A MANERA DE CONCLUSIÓN.

Como se ha venido mostrando a lo largo del análisis, el Estado de México posee un sistema electoral en el que coexiste la alternancia a nivel municipal, con importantes niveles de abstencionismo, un tripartidismo perfectamente consolidado y una competitividad que crece lenta pero sostenidamente elección tras elección. Además, ocupa los últimos lugares a nivel nacional en los índices de corrupción. Sin embargo, como se ha podido apreciar, el Estado de México ha venido posicionándose como una especie de laboratorio electoral que anticipa posibles conflictos, irregularidades y resultados que luego acontecerán a nivel federal, como por ejemplo, la participación de agentes distintos a los partidos en las campañas, los excesivos gastos de campaña y la deficiente fiscalización por parte del órgano regulador, las campañas negativas y finalmente el debilitamiento del órgano electoral hasta el punto de dejarlo en manos de los partidos políticos para que éstos remuevan y nombren consejeros a su antojo.

104 Fernando Bahena, “Participación y abstencionismo en el estado de México: elementos para su estudio”, en

Álvaro Arreola (coord.), Comportamiento político y tendencias electorales en el Estado de México, Toluca, Instituto Electoral del Estado de México, 2003, p. 139.

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Por lo tanto, retomando las variables originales que se habían propuesto como fundamento para analizar el proceso de democratización del Estado de México desde la perspectiva de Charles Tilly, es decir, los cambios en la desigualdad categórica, en las redes de confianza y en la participación social en las políticas públicas es posible concluir que el proceso democrático mexiquense se encuentra todavía en ciernes y avanzando hacia su consolidación, no obstante, que aún se pueden encontrar ciertos rasgos y vicios en el sistema político del Estado de México que obstaculizan tal propósito.

En lo que respecta a los mecanismos que transforman o eliminan diferencias

categóricas, es posible observar que: 1) los niveles de abstencionismo son sumamente altos y por lo tanto preocupantes; 2) que estos distintos niveles de abstencionismo están ligados los distintos grupos sociales, por ejemplo, cuando las clases medias de Cuidad Satélite aumentaron su poder adquisitivo, también demandaron una mayor participación social y política; 3) los mecanismos de control sobre los obreros también condicionaban su voto a través del control sindical por parte del PRI y su CTC, sin olvidar el apoyo del Batallón de Radio Patrullas del Estado de México, 4) los mecanismos clientelares sobre los habitantes de zonas urbanas en condiciones paupérrimas, a través del condicionamiento de los servicios básicos como vivienda o agua potable, como el caso de Chimalhuacán.

Sin embargo, dos casos que no se trataron a lo largo del análisis, porque no hay

información suficiente, y que son de relevante importancia para medir los cambios en las diferencias categóricas son el género y los grupos indígenas. En cuanto a la participación política de las mujeres, de las 66 diputaciones que conformaban el Congreso local en 1993, solamente 10 eran ocupadas por mujeres, es decir, el 15%. En la legislatura local actual, participan 15 mujeres legisladoras de los 75 escaños en total (10 de mayoría relativa y 5 de representación popular) lo que representa el 20% del Congreso y un ligero avance proporcional del 5% con respecto a la legislatura elegida en 1993. Un avance muy pobre y prácticamente imperceptible en 15 años. Además, en 1993 el Estado de México contaba con 6 diputadas federales y una senadora, mismo número que en la actualidad, es decir, ningún avance.

Por otra parte, de acuerdo con los índices de marginación que construye el Consejo

Estatal de Población (COESPO), los municipios en los que habita población indígena nativa presentan los más altos (véase cuadro 14). En 1994 fue creado el Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas el cual define, ejecuta y evalúa las políticas de atención a los pueblos indígenas mexiquenses, sin embargo, tiene una gran limitación que es la ausencia de apoyo a las comunidades indígenas que radican en los municipios metropolitanos. Su cobertura abarca solamente a las comunidades indígenas consideradas como nativas por ser las de mayor grado de marginación. También hay que resaltar que los bastiones electorales más fuertes del PRI son precisamente las comunidades rurales y en muchas ocasiones indígenas del estado, lo que indica que su participación política todavía se ve controlada o mediada. Además, el caso de Atenco en 2002, demostró que la cuestión agraria del Estado de México todavía no está resuelta.

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CUADRO 14. GRADO DE MARGINACIÓN EN EL ESTADO DE MÉXICO Analfa-

betismo Población

sin primaria

Viviendas sin

drenaje

Viviendas sin luz

Hacina-miento

Localidades con menos de 5,000

habitantes

Pob. con hasta 2 salarios mínimos

0-10% HLI* 14% 13% 22% 36% 15% 3% 4%

10% ó + HLI* 41% 54% 57% 47% 71% 30% 11%

*HLI: Hablantes de lengua indígena. Fuente: Felipe González, Estudio Sociodemográfico de los pueblos y comunidades indígenas del Estado de México, Toluca, El Colegio Mexiquense-Consejo Estatal para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas, 2005, p. 75.

La formación de redes de confianza en el Estado de México es posible apreciarla en cada proceso electoral (ya sea federal, estatal o municipal), como se hizo a lo largo del trabajo. Lo anterior quiere decir que los principales actores políticos: ciudadanos, partidos políticos, empresarios, sindicatos, etc., confían en los mecanismos electorales de consulta, evitando recurrir a medios extra-gubernamentales. Aunque como quedó bien claro, una constante en el Estado de México han sido los conflictos post-electorales, en donde como ya se vio, la participación del gobierno en su resolución no siempre fue acertada y en algunas ocasiones como Tejupilco en 1990 o Chimalhuacán en 2000 fue más bien temerosa, pasiva e incluso represora.

Por lo tanto, los ciudadanos no están totalmente seguros de que a largo plazo el gobierno cumplirá con sus compromisos, aún a pesar de la creación de un órgano autónomo encargado de regular los procesos electorales como el IEEM, lo cual quedó de manifiesto con la auto-administración de los colonos de Ciudad Satélite en los ochenta y con los bajos niveles de confianza en las instituciones político-electorales por parte de los mexiquenses, el bajo nivel de representatividad por parte de los partidos y la elevada alternancia que muestra la gran volatilidad de resultados provocada por la desconfianza ciudadana hacia el buen funcionamiento del sistema político mexiquense. Basta recordar que más de la mitad de los mexiquenses tiene algún grado de insatisfacción con la democracia. La última variable es el cambio en los mecanismos que fomentan la participación social en las políticas públicas. Aquí, es posible observar 3 factores que pueden acrecentar o debilitar las redes de relaciones entre los actores políticos que controlan de manera colectiva el escenario político del Estado de México: 1) empresarios que movilizan sindicatos, 2) disolución y fortalecimiento de redes clientelares en un proceso a todas luces incongruente, 3) ciclos de movilización, negociación y protesta. En el primer elemento, se puede decir que las redes de alianza y amistad que forjaron los dirigentes de la CTC con el gobierno estatal fueron un recurso político esencial para la élite en el poder, ya que estos grupos políticos fuero los que apoyaron la fundación

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de la central obrera a la vez que eran los principales impulsores de las políticas de modernización económica y reestructuración industrial.105

En el segundo elemento, por una parte, se puede observar todavía la fuerte presencia de mediadores o intermediarios entre la sociedad y las autoridades, es decir, el fenómeno del cacicazgo. A raíz del proceso de urbanización, el caciquismo en las comunidades urbanas marginales tomó fuerza, como el caso de Guadalupe Buendía Torres, “La Loba de Chimalhuacán”, quien otorgaba apoyo electoral efectivo al PRI, a cambio de favores y prebendas. Mientras que por otra parte, se puede ver que, por ejemplo en el municipio de Naucalpan, el avance del PAN permitió deshacer viejas alianzas entre el PRI y los sindicatos, es decir, los acuerdos corporativos y clientelares se enmarcan en una dinámica de mayor negociación aunque no siempre clara. La relativamente nueva competitividad electoral genera un nuevo escenario de alianzas que da lugar a un juego mucho más dinámico, aunque en ciertos casos benéfico para determinados grupos de poder clientelar o sindical.106 Así, los líderes de organizaciones urbano-populares o sindicales adquieren una mayor capacidad de maniobra en sus organizaciones y de negociación frente a las autoridades.

Proceso dual y contradictorio de las redes clientelares actualmente en el Estado de

México, cuyos efectos a veces se nulifican, en otras ocasiones se duplican y en muy pocas favorecen la creación de organizaciones formales, que rindan cuentas y que sean responsables ante la ley. Otra forma de decirlo es: la sociedad civil puede y debe sustituir de manera definitiva al caciquismo como la forma de ligar al ciudadano con la autoridad. El viejo PRI intentará refugiarse en el caciquismo sindical y regional urbano, por lo que la sociedad mexiquense deberá luchar junto a las nuevas autoridades, en este contexto de creciente competitividad, pero no para crear nuevas lealtades, sino para enterrar definitivamente a esta anacrónica institución.

Finalmente, el tercer elemento se ve reflejado en los ciclos de conflicto post-

electoral ocurridos en 1981, 1990 y 2000, los cuales como ya se demostró vinieron acompañados de movilizaciones y protestas por parte de los grupos sociales inconformes, lo que fue resuelto mediante negociaciones como en el caso de 1981 o mediante la represión como en 1990 en Tejupilco y en 2000 en Chimalhuacán. Aunque el caso más representativo de movilización, protesta y negociación en el Estado de México es el de San Salvador Atenco, en donde el gobierno estatal puso de manifiesto su impotencia ante los conflictos sociales y su nula interlocución ante las demandas de los mexiquenses. Negociaciones infructuosas, movilización social, marchas, mítines, toma de carreteras, uso de la fuerza policíaca, toma del palacio municipal, multitudes enardecidas, batallas campales. Demostró la incapacidad del gobierno estatal para actuar como negociador con las comunidades, como interlocutor ante los problemas municipales y mucho menos como mediador entre los propios mexiquenses y el gobierno federal. Más bien demostró una actitud tibia y miedosa, buscando deslindarse de sus responsabilidades, así como la poca habilidad política e incapacidad crónica y estructural del Estado mexicano para resolver su cuestión agraria.

105 Maldonado, “Poder regional en el Estado de México...”, op. cit., p. 110. 106 Maldonado, Grupos políticos y cacicazgos sindicales..., op. cit., p. 288-291.

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Así pues, éstos son los rasgos más distintivos del sistema político mexiquense que nos permiten analizar, dentro del enfoque de Charles Tilly, los alcances y las limitaciones del proceso de democratización y el cambio político desde los ochenta hasta la fecha en el Estado de México

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