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AméricaDesde hace dos meses, debido a la compra de EPENSA por el Grupo El Comercio, diversos líderes de opinión hablan de defender la libertad de expresión, la pluralidad y la Constitución, y gritan “no a las barreras de entrada”. Esto es bueno, porque se abre el debate sobre un tema que antes no se trataba, al menos con la amplitud que hoy ha alcanzado. Pero el problema de la concentración mediática en el Perú no se limita al Grupo El Comercio, que ahora controla el 80% del mercado de la prensa escrita en el país, pues tenemos ya un mercado altamente concentrado y oligopolizado en el que cuatro grandes grupos familiares o económicos controlan la mayor parte de la prensa, la radio y la televisión. Así, hacer prensa y comunicación de manera democrática y plural, sin la presión de ningún grupo de poder, se hace más complejo en el actual contexto, en particular en los medios escritos, donde hay un pulpo familiar que pretende acallar voces dominando el mercado. Estructuralmente, la concentración y oligopolización son parte de las características de nuestro país y de las condiciones de nuestra sociedad. Las posiciones de dominio son cada vez más escandalosas o pueden estar mimetizadas; esto no escapa a los medios de comunicación —prensa radial, televisiva y escrita—, pero ahora se pone en mayor evidencia por el control del Grupo El Comercio de más del 80% del mercado de diarios. Este artículo ensaya un abordaje a la situación de disputa empresarial en la publicación de diarios en el país, situación que forma parte de un encadenamiento mayor entre los diversos productos que ofrece cada empresa titular de los medios, así como el encadenamiento con proveedores (papel, tinta, servicios, preprensa, gráfica e impresiones); además de la relación o captación de clientes para que pongan publicidad en sus ediciones. El análisis implica, además, ver las condiciones de propiedad cruzada con la radio y la televisión y los grados de concentración en ella mismas, sumando las inversiones paralelas en otros sectores, con lo cual ese 80% de control del mercado por los Miró Quesada, dueños del Grupo El Comercio, queda corto.

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AméricaDesde hace dos meses, debido a la compra de EPENSA por el Grupo El

Comercio, diversos líderes de opinión hablan de defender la libertad de expresión,

la pluralidad y la Constitución, y gritan “no a las barreras de entrada”. Esto es

bueno, porque se abre el debate sobre un tema que antes no se trataba, al menos

con la amplitud que hoy ha alcanzado.

Pero el problema de la concentración mediática en el Perú no se limita al Grupo El

Comercio, que ahora controla el 80% del mercado de la prensa escrita en el país,

pues tenemos ya un mercado altamente concentrado y oligopolizado en el que

cuatro grandes grupos familiares o económicos controlan la mayor parte de la

prensa, la radio y la televisión.

Así, hacer prensa y comunicación de manera democrática y plural, sin la presión

de ningún grupo de poder, se hace más complejo en el actual contexto, en

particular en los medios escritos, donde hay un pulpo familiar que pretende acallar

voces dominando el mercado.

Estructuralmente, la concentración y oligopolización son parte de las

características de nuestro país y de las condiciones de nuestra sociedad. Las

posiciones de dominio son cada vez más escandalosas o pueden estar

mimetizadas; esto no escapa a los medios de comunicación —prensa radial,

televisiva y escrita—, pero ahora se pone en mayor evidencia por el control del

Grupo El Comercio de más del 80% del mercado de diarios.

Este artículo ensaya un abordaje a la situación de disputa empresarial en la

publicación de diarios en el país, situación que forma parte de un encadenamiento

mayor entre los diversos productos que ofrece cada empresa titular de los medios,

así como el encadenamiento con proveedores (papel, tinta, servicios, preprensa,

gráfica e impresiones); además de la relación o captación de clientes para que

pongan publicidad en sus ediciones.

El análisis implica, además, ver las condiciones de propiedad cruzada con la radio y

la televisión y los grados de concentración en ella mismas, sumando las

inversiones paralelas en otros sectores, con lo cual ese 80% de control del

mercado por los Miró Quesada, dueños del Grupo El Comercio, queda corto.

Repasando el escenario

A comienzos de la segunda semana del mes de agosto del 2013 se incendió la

pradera en el mercado de los medios de comunicación. El centro del polvorín fue el

negocio de la prensa escrita, cuando se anunció que el Grupo La República, de la

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familia Mohme-Seminario, estaba a punto de comprar la Empresa Periodística

Nacional S.A. (EPENSA), de la familia Agois-Banchero. Sin embargo, Chicho Mohme,

que preparó y pulió la posible compra durante más de un año, al punto que llegó a

conseguir una opción de compra con Marcia Mindreau de Agois, habría gastado

pólvora en gallinazos: el 22 de agosto del 2013 se anunciaba, en la Bolsa de

Valores de Lima, que la familia Miró Quesada había comprado el 54% del paquete

accionario de EPENSA.

A partir de entonces la situación se tornó explosiva. La compra se ratificó el 29 de

agosto por acuerdo del Directorio de El Comercio, en el que se consignó que se

trataba de una alianza comercial y que se respetaría la línea editorial de los Agois.

La primera batalla, como se ve, fue ganada por los Miró Quesada, que pasaron a

controlar casi el 50% de las ventas de diarios (y, por ende, los ingresos

publicitarios) a un poco más del 80% (en promedio). A esto debe sumarse su 70%

de participación patrimonial en Plural TV S.A.C. (los Mohme son socios con el 30%

restante), empresa mediante la cual controla la Compañía Peruana de

Radiodifusión S.A. (América Televisión - Canal 4) y la Empresa Productora Peruana

de Información S.A.C. (Canal N).

La compra significa también el cambio del Estado Mayor de EPENSA. El 3 de

septiembre se introdujo a tres miembros de Editora El Comercio —José Antonio

García Miró Miró Quesada, Luis Miró Quesada Valega y César Pardo Figueroa

Turner— en la estructura del nuevo Directorio, con lo cual la mencionada

“autonomía editorial”, sostenida incluso por Luis Agois, presidente del Directorio

de EPENSA, se convierte en un simple saludo a la bandera.

Por su parte, Gustavo Mohme, cabeza del Grupo La República, instalado en sus

cuarteles, empezó a desarrollar una campaña de crítica y debate por esta

transacción, con la posibilidad de llevar la batalla legal a instancias

internacionales. En opinión de una gran mayoría (entre periodistas, investigadores,

especialistas, universidades, etcétera), lo sucedido es una violación de la libertad

de expresión y la libertad de mercado, con la perspectiva de ampliar la orientación

editorial a un pensamiento de derecha más ortodoxo de cara a las próximas

elecciones regionales y presidenciales. Pero ¿cuál es la concentración real del

Grupo El Comercio? ¿Será la familia Mohme, con el Grupo La República, el salvador

del actual dominio de mercado?

Más allá de la prensa escrita

La concentración de la propiedad, el monopolio u oligopolios de las actividades

económicas, las posiciones dominantes en el quehacer económico, que generan

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restricciones o barreras de entrada, son cada vez más notorias y nos muestran el

verdadero carácter económico y social de nuestro país. No hay mercado ni

actividad donde no se manifieste tal concentración y acaparamiento, que incluso

integra varias actividades a la vez en manos de unos cuantos propietarios, de

modo que copan toda la llamada cadena de negocios.

En el caso de los medios de comunicación, hay que ver los niveles de

concentración y grados de monopolio que se desarrollan en la industria de la

edición de periódicos, revistas y diversas publicaciones regulares, así como en la

llamada industria radial y televisiva, donde unos pocos son los privilegiados y

amasan fortunas a costa de la desinformación de la población, por decirlo de algún

modo.

Y es que la información es poder, frase harto dicha y conocida. Si la propiedad de

los medios se concentra en uno solo o unos pocos grupos, ese poder crece, lo que

marca límites y yuxtapone lo económico y lo político. Ésta podría ser una de las

razones centrales del porqué los Miró Quesada compran EPENSA: para asegurarse

de que en las próximas elecciones presidenciales el ganador sea afín a sus

intereses y su línea ideológica. Esta idea ha sido sostenida por el investigador Raúl

Wiener, periodista del diario La Primera, en una de sus columnas.

La versión de Wiener puede ser factible. Para el especialista e investigador de la

Universidad Católica del Perú Jorge Luis Acevedo Rojas: “El alto nivel de

concentración mediática en nuestro país configura una barrera de carácter

estructural al pluralismo y limita seriamente la libertad de expresión, si se entiende

que ésta no es un derecho exclusivo de los principales grupos mediáticos ni de los

periodistas que trabajan en ellos”.

Añade Acevedo que la estructura de propiedad de los medios de comunicación,

tradicionalmente utilizados como vehículos de influencia de los grupos de poder

económico, posibilita el predominio de ciertas visiones y discursos sobre la

economía y la política, sobre los conflictos sociales y sus causas, entre otros

aspectos de trascendencia para el país y la sociedad. De lo que podría colegir que

el clan Miró Quesada - García Miró apunta a una concentración y centralización no

solo del mercado de la prensa y de las actividades en que se encuentran, sino que

pretende encumbrarse a la condición de gendarme mayor de las comunicaciones

al servicio del llamado neoliberalismo en el país.

El actual dominio de la prensa escrita va de la mano con la expansión que ha

estado impulsando el Grupo El Comercio desde hace ya varios años, cuando

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obtuvo el control no solo de América Televisión (Canal 4) en el 2007, sino también

al aumentar, entre 2009 y 2010, sus inversiones en sus plantas de preprensa en

Pando y Amauta, para una mayor capacidad de tirajes, nuevos productos (revistas

y semanarios, caso del Trome Norte o Perú.21 regionales). A fines de mayo del

2011 adquirió la franquicia para la publicación y distribución de Publimetro, todo

ello en línea con sus planes de incrementar la cadena de distribución y el negocio

de edición e impresión gráfica, sumados con el negocio digital, establecidos en sus

planes de inversión desde mediados del 2010, como se puede leer en la memoria

anual de la empresa.

Asimismo, hacía ya buen tiempo que había incursionado en la actividad

inmobiliaria, pero ahora estaban yendo por más. A mediados de abril del 2010,

Orbis Ventures S.A.C., subsidiaria del Grupo, adquirió primero el 51% de las

acciones de Interlatin Corp., titular de las acciones de www.peru.com. Para fines

del 2010 ya habían comprado hasta el 70% de esta empresa; de ahí que

aumentaron sus opciones de negocios digitales y ventas online, en particular en el

servicio de turismo.

En febrero del 2012 irrumpieron en el negocio del entretenimiento a través de su

subsidiaria Vigenta Entretenimiento S.A.C., al comprar el 70% de las acciones de

las empresas Atracciones Coney Island S.A.C. y Yukids Perú S.A.C. por S/. 94

millones.

Y, de manera solapa, el Grupo El Comercio adquirió la concesión de un canal de

televisión más, llamado Telepuerto Internacional del Perú, a través de Compañía

Peruana de Radiodifusión S.A., según resolución viceministerial 171-2012-MTC/03,

del 6 de junio del 2012.

También a comienzos de junio del 2012, el Grupo El Comercio y el Grupo RPP, de la

familia Delgado-Nachtigall, se asoció para la venta conjunta de publicidad online,

con el objetivo de aumentar su participación en el dinámico mercado publicitario

en Internet. De esta forma acordaron aliarse para ofrecer, juntos, una plataforma

de anuncios online con una mayor amplitud de llegada.

Luego viene la compra del Instituto de Educación Superior Tecnológico Privado

Peruano Alemán SA.C., en febrero del 2013, y en agosto de este año ha

incrementado su patrimonio y flujo de capital con la idea de aumentar la oferta en

nuevos proyectos para su nuevo negocio en la educación superior.

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Es en este contexto que el Grupo El Comercio compra EPENSA, sin considerar los

negocios conexos que cada accionista del Grupo mantiene en otras ramas

económicas (que merecen un informe aparte), como sucede con los Graña Miró

Quesada, que encabezan la lista de los accionistas de Editora El Comercio. De

acuerdo con el cuadro, Alejandro es la cabeza del Grupo Graña y Montero, que

tiene inversiones diversificadas en petróleo, gas, electricidad, construcción,

ingeniería, concesiones viales y ferroviarias, entre otras. En tanto que Enriqueta

Graña, accionista de las empresas del Grupo Graña y Montero, ha estado varias

veces en el Directorio de tales empresas.

Parte de esas inversiones paralelas también se manifiesta en la actividad

aerocomercial, por medio de participaciones accionarias minoritarias y relaciones

comerciales y administrativas, que resultan siendo alianzas para influir como grupo

de interés. Es el caso de Emilio Rodríguez Larraín, que en su momento llegó a ser

representante y presidente del Directorio de LAN Perú, filial de LAN Chile (que

pertenece a la familia chilena Cueto).

Estos niveles de concentración y encadenamientos nos dicen que no basta ver

cuántos diarios más o menos tiene una empresa, o cuál es su tirada y cuál la parte

de la torta de la publicidad que le toca, sino que debe verse dicha posición de

dominio de manera integral. Por ello, podemos afirmar que el Grupo El Comercio

no es solo el 80% de concentración en la prensa escrita; al final, resulta siendo un

pulpo de los medios de comunicación.

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¿Dónde está el Estado?

En un balance preliminar destacamos un aspecto positivo de estos hechos, y es

que se ha iniciado un debate sobre la dinámica del llamado mercado de los medios

de comunicación y la necesidad de una regulación o mecanismo legal que

garantice la libertad de expresión en el país. Si bien hay diversas opiniones,

posiciones y argumentos, éstas vienen principalmente de periodistas que asumen

una postura liberal pero en un marco democrático.

Sin embargo, los Mohme acarrean agua para su molino, pues quieren aparecer

como los abanderados de la lucha por la libertad de expresión, diciendo que dos

empresas es mejor que una, y renuncia al Directorio de Canal 4, mas no a sus

acciones. Al final respira por la herida, y hasta justifica sus inversiones cruzadas en

prensa y televisión.

El aspecto negativo es que ni el Ejecutivo ni el Legislativo han tocado el tema, y

han preferido mantenerse a la retaguardia del debate, lo que no es novedad si

recordamos que fue la mayoría de la prensa y “líderes de opinión” que hoy

reclaman o se preocupan por la libertad de expresión quienes hicieron que el

Gobierno modificara sus propuestas originales en materia de políticas económicas

y sociales. En el caso de los medios de comunicación, Ollanta terminó rezando que

“respetaba la libertad de expresión”, con lo cual sellaba el statu quo de la prensa

(todo seguía igual).

Podríamos decir que esa cobardía, ingenuidad o postura cómoda del actual

Gobierno ha contribuido en buena parte a una expansión más osada de los

grandes grupos empresariales que también se manifiesta en la televisión y la

radio. Si bien cuentan con una ley de radio y televisión, su aprobación fue criticada

porque mantenía casi intacta la estructura del mercado.

De esta manera, sumados a que no hay ninguna iniciativa democrática desde los

legisladores, ni pronunciamiento frontal cuestionando el tema de la concentración,

se están permitiendo las actuales voces que van de foro en foro, debatiendo y

hablando sobre la concentración de medios, para negar la importancia de una

regulación y acción más proactiva desde el Estado.

Epílogo

Aun cuando es bueno que se impulse el debate sobre el tema, en el análisis se dice

poco sobre el carácter imperfecto del mercado de medios de comunicación (como

ya lo hemos expuesto con las inversiones del Grupo El Comercio), o se justifican

las economías de escala que configuran una mayor participación de las empresas

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frente a otras en el mercado; además, con diversos argumentos reconocen que

debe haber una especie de regulación pero con temores o riesgos de que, al final,

se genere una intervención del Estado, para, así, al final, negar rotundamente una

posible intervención.

¿Cómo está el negocio de la radio, de la televisión? ¿Cómo se cruzan las

inversiones de una actividad a otra entre prensa, radio y televisión? ¿Cuál será la

perspectiva de los llamados medios alternativos? ¿Cómo se ha de configurar una

posible salida legal o normativa? ¿Quién ganará las próximas elecciones? Todas

estas interrogantes son agenda de debate y materia de próximas publicaciones.