Michela Marzano La Muerte Como Espectaculo

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MiCHElA MArZANo, La muerte como espectáculo, Barcelona, Tus- quets, 2010 Lamento sobre un supuesto fracaso del impulso civilizatorio, descripción del regreso a la época del imperio romano o la Edad Media. Pero más allá del presen- te código moral existente en la obra, que la legítima sobradamente, está la pro- puesta de analizar el estatuto de la razón en nuestras sociedades. En especial, cuando tal estatuto se ve continuamente interpelado, cuando no dominado, por la lógica de los medios de comunicación. Sólo por esta reflexión merece la pena traer a una publicación que piensa sobre la observación en ciencias sociales esta obra. Más acá de lo sustancial, del objeto de análisis, están las proyecciones episte- mológicas, puesto que tras la reflexión sobre lo que puede/debe verse está la de lo que puede/debe observarse. Se parte de un hecho como la pre- sencia de vídeos sobre ejecuciones reales en Internet. Una presencia que es pagada con audiencia. Se ven, aun cuando no creo que tengan un seguimiento enorme. Tal vez en este caso, la extensión de la audiencia sea un aspecto secundario. Sin embargo, su publicación en Internet y su ausencia en televisión u otros medios es algo fundamental. En la televisión, se se- lecciona y se certifica como realidad o ficción el producto. Como ocurre en los pies de foto, tal como bien señalaba el propio Barthes, hay una especie de pre- interpretación, de empaquetamiento de la interpretación. La definición de lo que era realidad se establecía por los propios medios de comunicación. Ya esto llevaba las manos a la cabeza y a la perplejidad, pues la definición del medio quedaba su- peditada a un sistema experto, con su ló- gica, de manera que la realidad era lo que se insertaba en la lógica de los medios de comunicación. Y, para disipar dudas, la que ofrecían los medios, como aquella supuesta otra realidad que podría pensar- se que está fuera de los medios de comu- nicación. Con Internet, los criterios de selec- ción desaparecen del lado del emisor. Pa- rece que sólo vale centrar el análisis en los criterios del receptor. En la red, está todo y su contrario. Como ocurre con todo lo que le falta criterio, tendemos ini- cialmente a desconfiar de ello. La cues- tión es que paulatinamente se convierte en nuestra realidad cotidiana, en nuestra fuente de realidad. Y es aquí donde cabe la pregunta sobre el estatuto de esta reali- dad-en-la-red y el tipo de razón que ge- nera. El que el objeto material de refle- xión sea la muerte, siempre asumida como núcleo irrebatible de la realidad, ayuda al análisis. Que sea una muerte que se ofrece como espectáculo, tensa aún más la cuestión: ¿cómo es la recepción de estos siniestros espectáculos? ¿Cómo re- alidad o cómo ficción? La quiebra de una frontera que quizá sea la quiebra de la ra- zón. Marzano se escandaliza porque haya gente que vea estos espectáculos de muerte real. Pero apenas se pregunta si los ven como real o son consumidos como un espectáculo más, donde las víc- timas dejan de ser sujetos que sufren a ser representantes, subrayando lo de re- presentación, del máximo sufrimiento. Tal vez no es que las víctimas pasen al grado de cosas, que se las cosifique. El análisis se mantiene en una teoría de la cosificación, en lugar de buscar una teo- ría de la significación o de la recepción. EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N. o 22, julio-diciembre, 2011, pp. 205-212. ISSN: 1139-5737 214 LIBROS

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Michela Marzano La Muerte Como Espectaculo

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  • MiCHElA MArZANo, La muerte como espectculo, Barcelona, Tus-quets, 2010

    Lamento sobre un supuesto fracasodel impulso civilizatorio, descripcin delregreso a la poca del imperio romano ola Edad Media. Pero ms all del presen-te cdigo moral existente en la obra, quela legtima sobradamente, est la pro-puesta de analizar el estatuto de la raznen nuestras sociedades. En especial,cuando tal estatuto se ve continuamenteinterpelado, cuando no dominado, por lalgica de los medios de comunicacin.Slo por esta reflexin merece la penatraer a una publicacin que piensa sobrela observacin en ciencias sociales estaobra. Ms ac de lo sustancial, del objetode anlisis, estn las proyecciones episte-molgicas, puesto que tras la reflexinsobre lo que puede/debe verse est la delo que puede/debe observarse.

    Se parte de un hecho como la pre-sencia de vdeos sobre ejecuciones realesen Internet. Una presencia que es pagadacon audiencia. Se ven, aun cuando nocreo que tengan un seguimiento enorme.Tal vez en este caso, la extensin de laaudiencia sea un aspecto secundario. Sinembargo, su publicacin en Internet y suausencia en televisin u otros medios esalgo fundamental. En la televisin, se se-lecciona y se certifica como realidad oficcin el producto. Como ocurre en lospies de foto, tal como bien sealaba elpropio Barthes, hay una especie de pre-interpretacin, de empaquetamiento de lainterpretacin. La definicin de lo queera realidad se estableca por los propiosmedios de comunicacin. Ya esto llevabalas manos a la cabeza y a la perplejidad,pues la definicin del medio quedaba su-peditada a un sistema experto, con su l-gica, de manera que la realidad era lo que

    se insertaba en la lgica de los mediosde comunicacin. Y, para disipar dudas,la que ofrecan los medios, como aquellasupuesta otra realidad que podra pensar-se que est fuera de los medios de comu-nicacin.

    Con Internet, los criterios de selec-cin desaparecen del lado del emisor. Pa-rece que slo vale centrar el anlisis enlos criterios del receptor. En la red, esttodo y su contrario. Como ocurre contodo lo que le falta criterio, tendemos ini-cialmente a desconfiar de ello. La cues-tin es que paulatinamente se convierteen nuestra realidad cotidiana, en nuestrafuente de realidad. Y es aqu donde cabela pregunta sobre el estatuto de esta reali-dad-en-la-red y el tipo de razn que ge-nera. El que el objeto material de refle-xin sea la muerte, siempre asumidacomo ncleo irrebatible de la realidad,ayuda al anlisis. Que sea una muerte quese ofrece como espectculo, tensa anms la cuestin: cmo es la recepcin deestos siniestros espectculos? Cmo re-alidad o cmo ficcin? La quiebra de unafrontera que quiz sea la quiebra de la ra-zn.

    Marzano se escandaliza porque hayagente que vea estos espectculos demuerte real. Pero apenas se pregunta silos ven como real o son consumidoscomo un espectculo ms, donde las vc-timas dejan de ser sujetos que sufren aser representantes, subrayando lo de re-presentacin, del mximo sufrimiento.Tal vez no es que las vctimas pasen algrado de cosas, que se las cosifique. Elanlisis se mantiene en una teora de lacosificacin, en lugar de buscar una teo-ra de la significacin o de la recepcin.

    EMPIRIA. Revista de Metodologa de Ciencias Sociales. N.o 22, julio-diciembre, 2011, pp. 205-212.ISSN: 1139-5737

    214 LIBROS

  • Ms que el cmo son tratadas vejatoria-mente las vctimas es cmo se lee esteespectculo, quedando dudas de que searecibido como realidad o verdad, por uti-lizar dos conceptos clsicos. Duda quereposa precisamente en la particular lgi-ca de este medio de comunicacin, inter-net, donde verdad y realidad se tambale-an.

    Marzano se centra en el homicidio,en la muerte real en la pantalla; pero pa-rece que le horroriza dar el paso siguien-te, pues ms que de muertes en la panta-lla, son muertes para la pantalla. Indagaen ellas. No en cualquier pantalla. Es enla del ordenador, es en Internet, en elmundo donde todo es posible, incluido elhorror.

    Del horror salta la autora al espanto,a preguntarse por los que lo ven, por losque siguen este tipo de emisiones. Canti-dades de personas siempre difusas y cua-lidades an ms. La imagen de la muertereal es una mercanca para perversos, dis-puestos a pagar mucho dinero, cuando susoporte eran pelculas en 8 mm. As em-pieza la historia de las pelculas que in-tentan recoger la muerte y sobre todo, laagona, las humillaciones que preceden atales asesinatos.

    La muerte no es el fin, sino el instru-mento para atraer. A quines? Mensajessin publicidad aun cuando con muchapropaganda poltica y sin industria, pa-recen comunicaciones entre asesinos y po-tenciales asesinos. Asistimos a algo que la

    propia industria del entretenimiento ha-ba adelantado. Se recuerdan en el textopelculas como Videodrome (Cronen-berg), Tesis (Amenbar), Asesinato enocho milmetros, de 1999, y al investiga-dor social le fluyen las preguntas: quvalor tienen estas imgenes? Su atractivofunesto? Y para la propia investigacinsocial? Puede tomarse como representa-cin social de la muerte? La representa-cin, como produccin de signos, se im-pone a la representacin social, a laasuncin de que lo que se narra formaparte de la lgica del sistema sociedad.

    La novedad y su capacidad de repre-sentatividad viene dada, en buena parte,por la cotidianidad de algunos de sus ins-trumentos. Micropelculas de palizas omalos tratos parecen comn en Internet.Incluso pueden llevar a la muerte en unproceso de mobbing. La muerte llega alos mviles en el 2000, con imgenes deasesinatos de civiles en Chechenia: mili-tares chechenos graban sus heroicida-des con los telfonos mviles.

    Las imgenes de la muerte estn enlos conflictos, en la guerra antiterrorista,en la guerra de Chechenia y en la guerracontra Sadam a Irak. La muerte filmadaest en el centro de la batalla. Para susci-tar el espanto o generar el odio. Pero que-da por analizar la relacin entre la vio-lencia real y la violencia de ficcin, si esque existe diferencia.

    JAVIER CALLEJO

    EMPIRIA. Revista de Metodologa de Ciencias Sociales. N.o 22, julio-diciembre, 2011, pp. 205-212.ISSN: 1139-5737

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