MERCVRIO PERVANO - UDEP

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MERCVRIO PERVANO REVISTA DE HUMANIDADES FUNDADA EN 1918 POR VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE MVLTA RENASCENTVR QVAE JAM CECIDERE Director: Nº 502 Antonio Belaunde Moreyra AÑO 1991 Sumario Pág. EDITORIAL 5 QUINTO CENTENARIO Primitivo Tineo; LA EVANGELIZACIÓN DEL PERÚ EN LAS INS- TRUCCIONES ENTREGADAS AL VIRREY TOLEDO (1569 - 1581) 9 María Marta Pajuelo: LAS MISIONES CATÓLICAS DE LA COLONIA 24 Jorge Basadre Ayulo: ALGUNAS NOTAS SOBRE LOS ANTECEDEN- TES DE LA RECOPILACIÓN DE 1680 Y LOS TRABAJOS POSTERIO- RES A ESTA. 28 José de la Puente Brunke: NOTAS PARA LA HISTORIA DE LA MINERÍA PERUANA. 35 Guillermo Descalzi. ENSEÑANDO A VALORAR, BOSQUEJO DE UN MODELO EDUCATIVO. 40 Arturo Salazar Larrain. LA MENTIRA: ENSAYO SOBRE LA POBLA- CION. 45 Rosario Pacheco Barandiaran. ALGUNAS NOTAS SOBRE EL REPARTO DE COMPETENCIAS LEGISLATIVAS ENTRE EL ESTADO Y LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978. 49 Enrique Cipriani Thorne. UTOPÍAS Y TERRORISMO 57 Antonio Bela unde Moreyra. UNA APARENTE PARADOJA DEL CONTINUO. 61 ENSAYOS

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MERCVRIO PERVANO

REVISTA DE HUMANIDADES FUNDADA EN 1918 POR VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE

MVLTA RENASCENTVR QVAE JAM CECIDERE

Director:

Nº 502 Antonio Belaunde Moreyra AÑO 1991

Sumario Pág.

EDITORIAL 5 QUINTO CENTENARIO

Primitivo Tineo; LA EVANGELIZACIÓN DEL PERÚ EN LAS INS-TRUCCIONES ENTREGADAS AL VIRREY TOLEDO (1569 - 1581) 9 María Marta Pajuelo: LAS MISIONES CATÓLICAS DE LA COLONIA 24

Jorge Basadre Ayulo: ALGUNAS NOTAS SOBRE LOS ANTECEDEN-TES DE LA RECOPILACIÓN DE 1680 Y LOS TRABAJOS POSTERIO- RES A ESTA. 28 José de la Puente Brunke: NOTAS PARA LA HISTORIA DE LA MINERÍA PERUANA. 35 Guillermo Descalzi. ENSEÑANDO A VALORAR, BOSQUEJO DE UN MODELO EDUCATIVO. 40 Arturo Salazar Larrain. LA MENTIRA: ENSAYO SOBRE LA POBLA- CION. 45

Rosario Pacheco Barandiaran. ALGUNAS NOTAS SOBRE EL REPARTO DE COMPETENCIAS LEGISLATIVAS ENTRE EL ESTADO Y LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978. 49 Enrique Cipriani Thorne. UTOPÍAS Y TERRORISMO 57

Antonio Belaunde Moreyra. UNA APARENTE PARADOJA DEL CONTINUO. 61

ENSAYOS

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Pág.

Erasmo Roca Navarro - Tomas Talledo García. EL PROYECTO HAPO PARA EL DESARROLLO AGRÍCOLA E HIDROENERGÉTICO DE LAS REGIONES GRAU Y NORORIENTAL DEL MARAÑON. 64

Alejandro García Vargas. LAS TENDENCIAS DEL COMERCIO IN-TERNACIONAL A TRAVÉS DEL GATT Y ALGUNAS CONSIDERA-CIONES ACERCA DE LA POLÍTICA COMERCIAL PERUANA A ESTE RESPECTO. 70

Pablo Ferreiro. DOS PARADOJAS ACERCA DE LA ÉTICA Y LA EMPRESA. 79 Enrique Chirinos Soto. POETAS DE AREQUIPA 85 Luis Álvarez. CUARENTA Y CINCO AÑOS DE TEATRO 94

Antonino Espinoza Laña. DOS NOTAS. HECTOR VELARDE 100

Rosa Zeta De Pozo. CESAR PACHECO VELEZ, MAESTRO UNIVER-SITARIO. 102

José María Desantes-Gunanter. EL PROFESOR VICENTE RODRÍGUEZ 104

Luis Martínez Ferrer. PEDRO, BORGES. QUIEN ERA BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. 106 Ramón Mujica. JAKI, STANLEY. CIENCIA, FE, CULTURA. 110

ECONOMÍA Y SOCIEDAD

ARTES Y LETRAS

PERSONAS

RESEÑA DE LIBROS

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EDITORIAL

EL MERCURIO DEL TERCER MILENIO

Multa renascentur quae jam cecidere: Muchas cosas renacerán que estaban muertas.

Es en cierto modo forzoso que, imitando la antigua práctica de los sacerdotes católicos al iniciar desde el púlpito sus homilías, comience esta peroración con un latinazgo. Como ustedes bien lo saben, o lo pueden comprobar con un simple vistazo, se trata del lema o epígrafe que está inscrito en el logotipo del Mercurio Peruano desde su reaparición en 1918, cuando volvió a fundar Víctor Andrés Belaunde para dar su expresión al esfuerzo común de su generación. Los fundadores de esta la tercera versión del Mercurio quisieron hacer con ese epígrafe mención de la tradición del viejo Mercurio Peruano, al de la Sociedad Amantes del País, en la cual pretendían inscribirse e inspirarse. Es decir, lo hicieron como gesto significativo del acto de aceptación de esa herencia. Y

en efecto encontraron ese lema en el texto de un número del viejo Mercurio, que siguió a cierta interrupción antes de la definitiva de 1795. Así nos lo ha explicado César Pacheco en su magnífico estudio de la historia del Mercurio Peruano, aparecida en el número índice que fue publicado hace dos años y al que tantos desvelos dedicó. Los fundadores, o más bien reanudadores del Mercurio Peruano, quisieron aludir a la renovación y permanencia de ese pasado histórico; pero el lema vino a resultar aludiendo también a los avatares de interrupción y relanzamiento que ha conocido la revista desde entonces a lo largo de los años. De éstas ha habido varias; la de hoy no es la primera vez en que Mercurio revive. No siendo un

alma individual, no le ha sido otorgada la inmortalidad con la primera resurrección, y por eso ha tenido más de una, incluso alguna en vida de su nuevo fundador. Hoy Mercurio ha vuelto a apa-recer y confiemos que esta resu-rrección no sea una más, sino abra un largo período de vida fecunda y proficua a nuestra re-vista. Nos hemos permitido convocarlos a ustedes, señoras y señores, como amigos de la casa y gente dispuesta a tomar con nosotros el relevo de la posta, posta con la antorcha del espíri-tu, para celebrar esta oportuni-dad y hacer público el relanzamiento del Mercurio. El se produce, casi con exactitud cronológica, a los 200 años de aparecido Mercurio por primera

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vez, bajo los auspicios de la So-ciedad Amantes del País, hecho que la prensa de Lima ha cele-brado con regocijo, al que noso-tros, como es natural, nos adhe-rimos. Sea la proximidad de esa fecha una señal de buen augurio. 2.- Mercurio reaparece después de una prolongada interrupción, sobre cuyas pausas no intentaré detenerme ni pronunciarme. Sólo diré que esa etapa de vacío y de silencio está ya superada, con-fiemos, definitivamente. Ya la aparición del número índice hace dos años fue un signo premonitor, que de ninguna manera constituyó un balance final de la revista, sino un heraldo adelantado del resurgimiento que hoy presenciamos y que nos tiene aquí reunidos a fin de celebrarlo. El relanzamiento de Mercurio Peruano es un esfuerzo editorial de la Asociación para el Desa-rrollo de la Enseñanza Universi-taria (ADEU), entidad que así mismo patrocina la Universidad de Piura. Los sucesores del Víctor Andrés Belaunde le hicieron entrega de sus derechos sobre la revista a su muerte, de lo que, como lo he dicho en alguna oportunidad anterior, puedo dar un testimonio presencial y activo. ADEU en efecto continuó editando Mercurio durante varios años después de fallecido mi padre, y ahora como vemos, re-nueva su esfuerzo.

3.- Cabe preguntarse porqué relanzar una revista ya antigua y no pensar en cambio en algo en-teramente nuevo. La razón fundamental es que el espíritu que alentó la obra y la enseñanza de Víctor Andrés Belaunde, según estamos con-vencidos, no ha muerto, y a él responde aún un sector muy apreciable de nuestra nacionali-dad que bien merece contar con un órgano de expresión y de cultura que se nutra de su visión, a la vez profundamente cristiana y peruanista. Revivir Mercurio es inscribirse en esa tradición, proclamarla y alinearse en ella, reavivando un fuego que no se ha apagado y no debe apagarse. La continuación y renovación de esta línea de pensamiento es tanto más necesario en una época tan perturbada como la que nuestro país atraviesa, quizá la más dura crisis de su historia. La solución de esta crisis, creemos, debe buscarse en la puesta al día de la tradición que Mercurio encarna, o en todo caso, la reanudación activa de esa tradición será una aportación valiosa para encontrar la salida a la aciaga hora actual. 4.- Mercurio Peruano se define como una revista de humanida-des. En vida de Víctor Andrés Belaunde decía de sí misma: "Revista de ciencias sociales y letras", lo que en buenas cuentas es lo mismo. Así, nos interesa la cultura en el amplio sentido de

esta palabra, que abarca todas las manifestaciones del espíritu. En nuestras páginas han cabido y cabrán todas, desde la especula-ción filosófica y teológica, hasta el narrar histórico y literario, y la creación poética y artística, ade-más por cierto del derecho y las otras ciencias humanas y socia-les: sociología, antropología, psi-cología, economía, etc., sin excluir quizá, consecuentes con la inquietud filosófica, la apreciación del significado de otras ciencias, las exactas, que siempre en su trasfondo más profundo son filosofía e interesan a la imagen del hombre. Es pues de lo más amplio el espectro de nuestra apertura; tal es una primera di-mensión del Mercurio Peruano, según ha sido siempre y según lo seguirá siendo; con el ánimo más abierto a todas las inquietudes, en la disposición de acoger todo

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EDITORIAL

empeño intelectual válido. Una segunda dimensión de Mer-curio le da un sesgo específico dentro de su vocación humanista general, y es su interés patriótico por el Perú y la cultura peruana. Nos preocupa la identidad nacional de nuestra patria, la conformación de su personalidad moral y su conciencia colectiva, más la ansiosa búsqueda de un proyecto nacional válido que nos permita afrontar con decisión los problemas de la hora presente y prepararnos al próximo siglo XXI. Mercurio propugna una visión integral e integradora del Perú, visión tal que nada de lo peruano le es ajeno y cada cosa nuestra encuentra en ella su justo lugar. Así lo ha sido a lo largo de los años y así debe seguir siéndolo. Recordaré una frase de mi padre, que sin duda le fue motivada por la profunda meditación de la realidad peruana: "Unidad, conciencia de unidad, voluntad de unidad". Tal era la condición que é1 veía indispensable para conformación e individualización de la persona, tanto la persona natural de los seres humanos de carne y hueso, como la persona moral o colectiva que es una patria como el Perú. Tal su respuesta a las fuerzas disgregantes y centrifu-gas que ponen en duda o que combaten la integridad compleja que es el Perú, como "síntesis viviente" para usar otra frase de Belaunde. La tercera dimensión del ideario de Mercurio Peruano, no se opo-

ne a las otras dos sino todo lo contrario, las completa y las lleva a su culminación. Es el apego a la fe cristiana y a la visión del mundo y de nuestra nación, ilu-minada por ella. Siguiendo la inspiración agustiniana de Belaunde, más que "entender para creer" nos interesa antes bien lo inverso, "creer para entender"; proyectar sobre el agitado mundo actual y nuestra aciaga hora presente, la sabiduría que dimana de la fe y de la enseñanza secular de la iglesia. Como Belaunde se preocupó profundamente por comprenderlo, ellas están en la base de la cultura occidental a que pertenecemos, y de la nacionalidad mestiza peruana, cuyo proceso formativo de aculturación básico fue la evangelización, cuya huella per-dura, y sin el cristianismo es im-posible comprender el verdadero alcance de la dignidad del hombre, hecho a imagen de Dios. Así afirmamos una vocación humanista, patriótica y cristiana, abierta a todas las auténticas inquietudes, pero no carente de un mensaje propio, coherente y definido. Como nuestros mayores; rehuiremos un eclecticismo informe o un perspectivismo inocuo y nos mantendremos fieles a lo que ha sido la actitud de ellos en la conducción del Mercurio Peruano. 5.- La larga trayectoria de Mer-curio, hace de él un "traid d'union", un lazo que reúne a las diferentes generaciones que han

hecho la vida intelectual del Perú en el siglo XX. Ya César Pacheco en su bello discurso necrológico, creyó ver ese lazo simbolizado por la consabida corbata negra de mi padre don Víctor Andrés. El y sus amigos cofundadores de la revista, pertenecieron a la lla-mada generación del 900: Riva Agüero, Iberico, Gálvez, y tantos otros, que no voy a nombrar pero cuya memoria veneramos. A ellos se sumaron pronto los en-tonces jóvenes llamados "de la generación del conversatorio y la reforma universitaria": Porras, Basadre, Luis Alberto Sánchez, Jorge Guillermo Leguía, y otros más, que tanto han hecho por la maduración de los estudios his-tóricos en el Perú.

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En la siguiente etapa de Mercu-rio Peruano, después de su reaparición en 1939, figuran una nueva hornada de jóvenes en-tonces, como los hermanos Raúl y Rómulo Ferrero, Carlos y José Pareja, Manuel Irigoyen, Alber-to Wagner de Reyna y, entre otros, Carlos Salazar Romero y Domingo García Rada, pronto incorporados por matrimonio a la familia Belaunde. Es lo que para nosotros puede llamarse generación del "Centro Fidis". Corre el tiempo y tocará el turno a la llamada generación del 50, a la que con cierta senioridad pertecenen Jorge Puccinelli, Luis Jaime Cisneros y José Agustín De la Puente, que me va a suceder en el uso de esa misma generación, en la que modestamente quiero también

situarme, perteneció César Pacheco Velez, tan lastimosamente desaparecido, cuya memoria está ligada para los allegados a Mercurio, a la del fundador Belaunde y todo el grupo de conversatorio del Instituto Riva Agüero. Quizá sólo llegue hasta la generación del 50 la sucesión de hornadas de discípulos directos de Víctor Andrés Belaunde, muchos de los cuales están aquí presentes. La implacable cronología y la parca que la preside, no le permitieron llegar más lejos; antes bien, ya fue un gran lujo y regalo del destino su larga vida. Pero las siguientes generaciones sienten el influjo de su obra y enseñanza, como lo atestiguan muchos ejemplares del Mercurio ya en

su vida, y por cierto después de la muerte, muy en especial el número actual, que hoy nos complacemos en presentar.

En el número que presentamos trasunta bien la vastedad de in-tereses que siempre ha caracterizado al Mercurio Peruano, dentro de la unidad y coherencia de su propósito, al que hemos aludido antes. Al presentarlo hago un llamado a la juventud, a los escritores de las generaciones nuevas que quieran encontrar en esta revista un lugar propicio a la expresión de sus inquietudes intelectuales, y con ello, retomar la antorcha en esta posta de la sucesión de las generaciones en el espíritu del humanismo, la fe cristiana y el amor a la patria.

* Texto de la disertación del Director de la Revista en el Acto de presentación del N° 501 del Mercurio Peruano el 25 de enero de 1991.

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LA EVANGELIZACIÓN DEL PERÚ EN LAS INSTRUCCIONES

ENTREGADAS AL VIRREY TOLEDO (1569-1581)

Primitivo Tineo

El periodo al que nos queremos referir 1569-1581 coincide en España con el de la reforma a todos los niveles. Era necesaria la unión de todas las fuerzas para llevarla adelante. Entre ellas se requería la colaboración de los príncipes católicos. En efecto, el 12 de julio de 1564 Felipe II recibía el Concilio de Trento como ley de Estado y dispuso el cumplimiento de sus decretos en el ámbito de sus dominios1. El rey estaba dispuesto a que se cumpliera el Tridentino. Una de las medidas de reforma fue procurar que se convocaran concilios provinciales para poner en vigor las disposiciones tridentinas. Por tal motivo entre los años 1564 y 1565, en cumpli-miento del primer plazo esta-blecido por Trento, se celebraron concilios provinciales en todas las sedes metropolitanas de Es-

paña2. En cuanto a las metropolitanas del Nuevo Mundo en las de México, los obispos se reunieron en 1565 para celebrar el II concilio mexicano, y en la de Lima apenas pudieron hacerlo, en el II limense de 1567. Felipe II había conseguido que en el plazo de tres años los obispos efectuaran la publicación del Concilio de Trento. Es de sobra conocido que el pri-mer período de la evangeliza-ción en América corresponde al descubrimiento y conquista, el segundo a la implantación de las instituciones y sujeción de los diversos movimientos de auto-nomía; a ellos debía seguir el tercero que era el afianzamiento y organización del gobierno temporal y eclesiástico, que en buena parte corresponde al pri-mer decenio del reinado de Feli-pe II. Para estas fechas ya se po-

día hacer un examen de la actua-ción española en Indias y por eso se suceden por este tiempo los informes, memoriales, instruc-ciones y juntas. 1. La Junta Magna de 1568 y el nombramiento de Toledo Los asuntos y ocupaciones que tiene por estos años Felipe II en Europa son muchos y algunos muy dolorosos. A pesar de todo, el monarca percibió la importan-cia del momento para las pose-siones en Indias e hizo que se celebrara una junta Magna3. De ella se hace eco el nuncio Castagna y la pondera en sus despachos, de ella recibieron instrucciones los dos nuevos vi-rreyes, don Martín Enríquez, el de México, y don Francisco de Toledo, el de Perú. A sus resolu-ciones se refieren posteriormen-te, muchas veces las negociacio-

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nes entre Roma y el consejo y la correspondencia con América4. La célebre Junta se reunió, con algunos intervalos, durante cinco meses, a partir del 27 de julio de 1568, en las casas de Espinoza. El promotor, alma y fiel instru-mento del Rey en ella fue el obispo de Sigüenza, presidente del consejo de Castilla e inquisidor general, don Diego de Espinoza, que entonces se en-contraba en lo más alto de su influjo con el Rey. Dejando a un lado los problemas militares y sociales que allí se trataron y se encauzaron, nos centraremos en los religiosos y referentes a la evangelización5. Las determinaciones de la Junta en materia religiosa las conoce-mos por las Instrucciones, titula-das Doctrina y gobierno eclesiástico en 28 de diciembre de 1568, que el Rey entregó a Toledo, tres meses antes de que iniciara su viaje rumbo al Perú6.

Al iniciar Felipe II su gobierno existían en las Indias españolas, cincuenta años después de des-cubiertas, tres arzobispados y veintiún obispados, con más o menos bien organizados cabil-dos y parroquias. Tan rápida implantación de la jerarquía se hizo en íntima dependencia del trono, conforme a la centraliza-dora concepción que planeó Fernando el Católico. Durante el pontificado de San Pío V hay un momento impor-tante que parece cambiar el rumbo de lo actuado hasta entonces y va unido a la Junta de 1568. Después de varios intentos frustrados, el 21 de abril de 1568, comunicaba el Papa al nuncio en Madrid; Castagna, su deseo y propósito de enviar un nuncio a las Indias y le rogaba que lo comunicase al Rey. Mientras tanto, en Roma se constituía una Congregación permanente para los negocios de la conversión de los naturales7.

importancia que en la Corte se concedió a aquella reunión está patente en la correspondencia del nuncio Castagna publicada por Luciano Serrano8. Con esta Junta está también unida la decisión del Rey de enviar a México y al Perú nuevos y selectos virreyes, cuya principal preocupación de-bía ser la de poner en práctica las medidas de la Junta, tanto en lo civil y militar, como en lo ecle-siástico y evangelizador. La ac-tuación de los virreyes Martín Enriquez, para México, y Fran-cisco de Toledo, para el Perú (1569-1581), abre una nueva época en la historia de los virreinatos. Toledo fue, en efecto, el verdadero organizador, a base de las decisiones de la Junta, del gobierno del Perú. Tomó posesión el 30 de octubre de 1569 y cesó el 1 de mayo de 1581. Ningún otro virrey ha contribuido tanto al estable-cimiento del poder español en el Perú, y no hay otro virrey para el cual exista una documentación tan completa9.

La noticia de estos proyectos y la actuación del nuncio Castagna ante Felipe II y su poderoso mi-nistro cardenal Espinoza coinci-dieron con esta otra iniciativa del Rey y del Consejo. Esto hace del año 1568 un año clave en la evangelización de América. Po-siblemente la Junta se hubiera celebrado, pero la iniciativa de la curia romana aceleró la decisión y en septiembre de 1568, al mis-mo tiempo que se oponían al envío de un nuncio a América, se celebraba la Junta Magna. La

El Perú del siglo XVI fue una región mucho más difícil de ad-ministrar que México, como lo advirtió el Consejo de Indias. Perú no sólo era más extenso y presentaba mayor variedad en su territorio, sino que aquellos que fueron enviados para gobernarlo durante las primeras décadas no pudieron lograrlo o no permanecieron el tiempo sufi-ciente como para organizar real-mente el Virreinato. Todos los virreyes anteriores a Toledo murieron mientras ocupaban el

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QUINTO CENTENARIO

cargo, con la excepción del mar-qués de Cañete, cuyo gobierno lo interrumpió el Rey a raíz de las numerosas quejas contra sus ac-ciones arbitrarias. Felipe II pensó bien la persona elegida. Mediante estas Instruc-ciones confiaba sus preocupacio-nes a la «solicitud y cuidado» de su flamante virrey. Con ello ponía punto final a muchas de sus preocupaciones. Antes de su nombramiento las consultas ha-bían sido numerosas y minucio-sas sobre asuntos de gobierno tanto referente a cuestiones civi-les como religiosas. Provisto de comisiones y despa-chos se embarcó el 19 de marzo de 1569 en Sanlúcar de Barrameda. El 30 de noviembre hizo su entrada en Lima. Con su llegada comienza una etapa im-portante en la historia del Perú y sobre todo de la evangelización. Debía ejecutar cuanto había re-suelto la Junta de 1568. Otro factor que da más relieve a la Junta y al papel de Toledo

proviene del Papa. San Pío V, al ver la decisión con que el Rey rechazaba la nunciatura de In-dias y organizaba en sentido centralista aquellos virreynatos, se decidió a cambiar de táctica. En vez de insistir en su plan de intervención directa, se volvió al Rey, al Consejo y a los nuevos virreyes alegrándose en sus cartas por las nuevas decisiones y dando una instrucción misionera por medio de la Congregación de infieles. El Consejo, principalmente el virrey Toledo, interpretaron la conducta del Papa como una confirmación de las Instruc-ciones y, por eso, Toledo se presentó siempre en su fecunda tarea en el Perú como delegado a la vez del Rey y del Papa o, como escribió su biógrafo Tristán Sánchez, como «elegido por la majestad divina y nombrado por la humana»10 2. Instrucciones dadas a Toledo

Las instrucciones de la Junta Magna sobre lo eclesiástico for-man un cuaderno titulado: Doc-trina y gobierno eclesiástico en 28 de diciembre de 156811. En ellas se distinguen dos partes netamente diferenciadas: las Instrucciones propiamente dichas, hasta el folio 18v, y una serie de cédulas dirigidas al virrey sobre determinados puntos tocantes a las instrucciones y que, en caso ne-cesario, podía mostrar, mante-niendo secretas las instrucciones mismas. Dejando a un lado las cédulas, en

las instrucciones se distinguen tres partes muy diversas, repar-tidas en sus 37 números: la pri-mera que va del número 1 al 11, trata de la organización general de las iglesias, patriarcado, diócesis provisión de obispados, facultades de los obispos, visitas pastorales, celebración de conci-lios provinciales, erección y pro-visión de parroquias, presenta-ción real, jurisdicción de los pá-rrocos; la segunda, que está ex-puesta del número 12 al 24, trata directamente sobre la evange-lización y los religiosos y perso-nas implicadas en ella; la tercera, finalmente, regula el problema económico de los diezmos y va desde el número 25 al 36. La primera parte marca una pau-ta para todo el resto12 y constitu-ye el núcleo de la política real indiana en lo religioso. Es la re-glamentación de las cosas ecle-siásticas y lleva consigo una centralización, volviendo a las primeras bulas del descubrimiento y del Patronato en la provisión de los beneficios mediante presentación regia. En estos momentos, Felipe II y la Junta se encuentran ante una importante decisión. Por una parte, la tradición, desde el descubrimiento, de carácter intensamente regio y en el que a la evangelización se juntaba la colonización y nacionalización de los indígenas; por otra parte, la dirección que manifestaba la Santa Sede con la intención de nombrar un nuncio para las Indias y lo que podríamos llamar los preludios de la

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Congregación de Propaganda, con la intervención de una comi-sión de cardenales para el go-bierno de aquellos asuntos reli-giosos. Ni el Rey ni el Consejo de Indias, ni el cardenal Espinoza, ni el confesor Chaves tuvieron dudas: se atuvieron a la tradición ya formada, sin entender o al menos sin admitir los nuevos aires que brotaban en Roma. En las instrucciones a Toledo, no sólo se habla en el tono del más rígido centralismo tradicional, sino que prohíbe dar paso a cualquier intervención del nuncio de Madrid, extendiendo y generalizando órdenes parciales de los tiempos de Fernando el Católico y Carlos V. Las instrucciones sirvieron de base en algunos puntos a las posteriores leyes definitivas de Indias. Pero los consejeros de la Junta de 1568 debieron ver los inconvenientes que llevaba consigo una centralización tan laica de las cosas eclesiásticas. Lo demuestra la correspondencia con el embajador en Roma, Zúñiga, manifestándole los temores de que los tribunales seculares se entrometan en las cosas eclesiásticas. Para paliar este inconveniente se eligió un camino intermedio: la creación de un patriarca de Indias «o legado nato para todas aquellas provincias con la autoridad que según derecho les compete». Este patriarca estaría sometido al Sumo Pontífice, lo elegiría el Papa a presentación del Rey y residiría en la Corte13. En sus manos estaría concentrada

toda la jurisdicción delegada para las Indias, y a él concurriría toda la correspondencia y gobierno de la diócesis; tramitaría la pre-sentación de mitras y beneficios, grandes y pequeños; procuraría que los obispos fueran pronto a sus sedes; de ellos recibiría relación anual del estado de la diócesis y reducciones de Indios; movería finalmente desde Madrid el intercambio de misioneros de las diversas Órdenes, pues le asistirían cuatro comisarios generales de franciscanos, do-minicos, agustinos y de la Com-pañía de Jesús, elegidos a pre-sentación regia.

Como puede observarse, era una especie de Congregación para las misiones de carácter nacional con delegación pontificia. Pero el proyecto de patriarcado de 1568 no pasó a convertirse en

realidad. Las instrucciones se-cretas a Toledo dicen expresa-mente que, aunque el patriarcado sea de toda urgencia," por la dificultad que se juzga habrá en obtenerlo y aun el inconveniente en moverlo, el tiempo y la forma en que esto se habrá de tratar se reserva para que según la ocasión, disposición y estado de los negocios se pueda tentar". No obstante, el Rey quería que quedase constancia de ello en el Consejo, para que cuando hubiere ocasión propicia se tra-tase. Esa ocasión no se dio mientras vivió Pio V y cuando creyeron en Madrid hallar una buena coyuntura, al subir al tro-no pontificio Gregorio XIII, recibieron de aquel papa una respuesta paralizadora, y bastante perspicaz: no se podía admitir, porque el patriarcado se convertiría fácilmente en una

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QUINTO CENTENARIO

Monarchia sicula 14. A pesar de la negativa, el Papa aceptó examinar el proyecto, encomendando su estudio, como era obvio, a una congregación de cardenales parecida a la que había funcionado en tiempo de Pio V. Entonces se vio que era cierto lo que se temía. De todas las materias sanciona-das por la Junta solamente dos llegaron a obtener la sanción pontificia: la facultad de acabar los juicios sin posibilidad de apelación a Roma y la confir-mación, hecha más tarde por Sixto V, de las prerrogativas al comisario franciscano de Indias. El resto del proyecto programa-do quedó paralizado ante la firmeza del Papa, mientras Feli-pe II hacía fracasar las nuevas tentativas de Gregorio XIII, en-caminadas a realizar el plan de su antecesor sobre la nunciatura de Indias; en 1579, con monseñor Sega, y en 1581, con monseñor Taverna.

En vez del nuncio con la Congre-gación de Propaganda, y en vez del Patriarca con la vieja tradi-ción, reguló en muchas cosas las iglesias y las misiones "el Rey nuestro Señor". El virrey se es-forzaba por ir concretando las decisiones de la Junta, esperan-do inútilmente día tras día que llegaran las indispensables con-cesiones de Roma. Es suficiente una mirada a su corresponden-cia para comprobar la melanco-lía con la que lamenta que no se le envíen soluciones: "Los daños que causa la dilación del reme-

dio de estas cosas eclesiásticas, y aun las temporales, sábelo Dios y vémoslo los que lo tenemos presente" 15. La misma queja se repite en 1578 y, al terminar su largo gobierno, Toledo presentó en Madrid, en 1582, su último memorial al Rey, y se expresaba con la misma petición de volver a examinar los asuntos y legislar sobre ellos16. Estas palabras deben apreciarse como nacidas de la más honda convicción, pues las escribió poco antes de morir. Por no llegarse a un acuerdo con Roma sobre las decisiones de 1568, el gobierno eclesiástico de América, impulsado por las reales cédulas de los decenios posteriores y en parte por la acción enérgica y centralizadora del mismo Toledo, iba tomando un cariz más centralista y regio. Es verdad que por respeto a la acti-tud contraria de la Santa Sede no llegaron a realizarse nunca muchas de las determinaciones de la junta, como la nueva orga-nización de los diezmos, la re-forma de las antiguas erecciones de las catedrales y el hacer regu-lares las diócesis. Pero otras muchas, y en especial la tensión máxima del Patronato contra las erecciones de las iglesias en 1574, la prohibición de acudir con du-das sobre el mismo a Roma si no era por medio del Consejo en 1593, y la exclusión definitiva de la nunciatura de Indias y aún de la intervención en ellas de Madrid en 1605 y 160717, se fueron prescri- biendo y confirmando en los decenios

posteriores a la junta general, para incorporarse más tarde definitivamente a la Reco-pilación de Indias, como ejes esenciales de ella. El impulso que las produjo provino de la asamblea de 1568, y el espíritu que la caracterizaba. La protesta contra ese mismo laicismo regio, hecha entre 1574 y 1600, tanto por el episcopado como por las Órdenes de América y, sobre todo, por santo Toribio de Mogrovejo, no logró un cambio sustancial, que con el tiempo hubiera sido beneficioso para la Iglesia, para América y para España18.

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3. La evangelización en los docu-mentos entregados a Toledo. La segunda parte de las instruc-ciones a Toledo, del número 12 al 24, es más directamente religiosa y evangelizadora. Pero hay que notar que en ella influye el espíritu centralista regio que se deriva de la primera parte y de la concepción del Patriarcado de Indias. Dentro de esa atmósfera contiene puntos de un gran in-terés para la organización pos-terior de la vida religiosa.

Por la fecha en que nos encontra-mos, presupone ya otras medidas tomadas para hacer más fácil la evangelización; entre otras, re-ducir los indios dispersos a for-mar poblaciones con vida polí-tica, y poner en cada pueblo o grupo de pueblos un doctrinero que les instruya en la doctrina cristiana. Reaparecen en las ins-trucciones a Toledo, y se recogen al final en una de las cédulas que se le entregan y que son para juzgar de los criterios interiores del Consejo y del éxito posterior conseguido por el virrey del Perú19. Reducir los indios desparrama-dos a poblaciones, se decía en el párrafo primero, es de tal im-portancia, que de ello depende en gran parte su conversión a la fe; por eso se había insistido siempre en esto por parte del Consejo a virreyes y gobernado-res. Pero la cosa no resultaba fácil. Por eso mismo se recalca de nuevo a Toledo, y se le seña-

lan en particular los medios para lograrlo: que no se reconozcan a los caciques derechos ni aprove-chamientos, si no viven en po-blado; que se entreguen a los in-dios que se reduzcan a comuni-dad, pastos y sementeras y ayu-da en las artes y oficios, negándoselos, y aun quitándose- los a los que se oponen a ello, para que se reduzcan; que se favorezcan y apoyen las fiestas y honestas diversiones en los pueblos y que se prohíban en despoblados, dificultado los continuos cambios de lugar y población a lo que son tan dados los indios. Pero, puesto que todos estos puntos eran difíciles de realizar, sería bueno que el virrey se buscase personas ade-cuadas para llevarlos a la práctica y, después de tratarlo con la Audiencia, se les diese instrucciones convenientes. El trato recomendado en las ins-

trucciones para con los indios así reducidos sigue la misma tónica paternal con que lo miraron siempre los reyes. En el número 24 de las instrucciones se manda que el virrey impida el "mucho trabajo y vejación de los indios", que a veces les hacían los mismos religiosos al construir sus iglesias con exces y desorden, "labrándolas con más magnificencia y suntuosidad de lo que convenía según el sitio y lugar donde se hacen". En la cédula número 2, que se añade al despacho secreto (fol. 18) sobre si se ha de mandar o no a Toledo que visite personalmente todo el virreinato, se aduce como una de las razones para no imponer la visita, "sino dejarla al buen juicio del virrey", a causa de la "mucha carga y daño a los indios por donde hubiere de pasar" (el virrey). La reducción a pueblos y el buen trato a los indios los supone la Junta Magna, sin entrar más de lleno en su estudio. Se fijó mucho más en lo que se refiere al personal misionero: recluta-miento, calidad, repartición, modo de vivir y evangelizar, se ve que la junta quiso abarcar todo el problema de las Órdenes religiosas en América a mediados del siglo XVI. Estas disposiciones tuvieron influencia durante bastante tiempo. Los puntos reflejados obedecen a la experiencia anterior y es bueno subdividirlos en aparta-dos para estudiarlos con más claridad.

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a) Quejas contra las Órdenes religiosas

Mirando de lleno el problema, el descubrimiento del Nuevo Mundo exigió a la iglesia espa-ñola un esfuerzo considerable. Con mayor razón se puede afir-mar esto de las Órdenes Mendicantes, que de repente se vieron en la necesidad de des-plegar sus fuerzas en una tarea para la que no se habían prepa-rado, como era la evangelización en tierras lejanas. Ello hace to-davía más admirable la prontitud y la adaptabilidad con la que trabajaron y respondieron al llamamiento que se les hacía. Por estas fechas, 1568, después de medio siglo de esfuerzos y experiencias, la Junta Magna se hallaba ya en condiciones para juzgar los frutos de la evangelización llevada a cabo. Por otras fuentes sabemos más detalladamente cosas que las instrucciones a Toledo apenas insinúan o mencionan: que las quejas amontonadas contra las Órdenes, desde diversos puntos de vista, habían hecho necesaria alguna inspección, y obligaron a la junta a deliberar sobre la se-lección de los misioneros y los métodos evangelizadores.

han residido y residen en aquellas partes, so color de que-rer tomar la protección de los indios y de favorecerlos y de-fender, se han querido entrome-ter a querer tratar de las cosas tocantes a la justicia y al gobierno y al estado, queriendo tocar en el derecho y señorío de las Indias, y en otras cosas que traen consigo mucho escándalo, especialmente tocando estos puntos en púlpitos y en otras congregaciones y pláticas". Es comprensible que fuera muy molesto para los gobernantes el que los religiosos dirigieran la sociedad desde los púlpitos. Pero también por parte civil existían las invasiones del terreno religioso, agresiones y abusos de gobernadores; la ma-yoría de las veces no les faltaba razón a los religiosos, pero hubo también poco tacto en el modo. Esto no desmerece la labor de los religiosos, y sería importante profundizar en su actuación en el terreno del

derecho y de su defensa. Es preciso añadir que gracias a ellos y a sus informaciones llegaron el Consejo de Indias y la Corona a asimilar y hacer prevalecer en sus reales cédulas el espíritu de modernidad que caracteriza las leyes de Indias. Otra segunda fuente de fricciones, que reaparece en las instrucciones, se refiere a las relaciones de los religiosos con los obispos y sacerdotes seculares. Hay que considerar un poco la historia anterior para comprenderlo. Hasta el Concilio de Trento, las Órdenes habían gozado de la plena exención de los obispos, aún en la cura de almas de sus doctrinas: era un antiguo privilegio de sus trabajos misionales, aplicado ahora a la evangelización de América mediante la célebre bula Omnímoda de Adriano VI. Ayudó al disfrute de la

Según las instrucciones, tres eran los reparos principales. El primero se refiere a las intromisiones de los religiosos en asuntos políticos y de gobierno. El número 20 del mensaje a Toledo sintetiza bien la materia: "Y porque según lo que se entiende, los religiosos que

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exención el hecho de que, hasta el reinado de Felipe II, eran todavía pocos los obispados y escasa la organización y deli-mitación en las Indias. Cuando se van implantando las diócesis y en ellas las reformas tridentinas, surgió para las Órdenes religio-sas la dificultad que expresa-mente se describe en el extenso número 19 de las instrucciones: «Los religiosos de todas las di-chas Órdenes que en aquellas partes hay pretenden que en los distritos que están sus mo-nasterios y les tienen aplicados tienen poder y autoridad para lo que toca a la predicación, con-versión, doctrina e instrucción de los indios y para la adminis-tración de todos los sacramentos, como curas, y aún para el ejercicio de la jurisdicción y po-testad eclesiástica como prelados, y aun se dice que se extienden a usar y ejercer la secular en causas civiles y criminales...; no admiten que tengan los tales prelados allí ninguna jurisdicción, ni superioridad ni que los que puedan vistar ni corregir...; de tal manera, que haciéndose novedad alguna en ello, lo dejarán del todo, y que los que están allá se vendrán, y de acá no irán más, y como los prelados, fundados en el derecho y razón, pretenden lo contrario, ha nacido de esto gran diferencia y competencia». La Junta reafirmaba las disposi-ciones: retirar a las Órdenes todo gobierno y jurisdicción y equipa-rarse a lo dispuesto para la Igle-sia universal; los obispos deben

tener jurisdicción en lo pastoral, en las parroquias, administración de sacramentos y «lo que es lo que es de este oficio y que estos (religiosos) deben y han de ser súbditos y subordinados a sus prelados como a sus superiores y por ellos visitados». Al mismo tiempo se atenía a la realidad, ya que no había suficientes sacer-dotes seculares para ser nom-brados párrocos; pero, en lo concerniente a predicación, doc-trina, etc..., «en cuanto al oficio y ministerio de curas pudiesen ser visitados y corregidos por los prelados guardándoles en todo lo demás a éstos y los otros reli-giosos sus exenciones». El Rey haría en Roma las gestiones per-tinentes para obtener todos los permisos de sus superiores ge-nerales, pero el virrey debía ha-cer todo lo posible para que no se perjudicara el bien de las almas, sin esperar a que llegaran de Roma las bulas o documentos. Los retrasos e inconvenientes que todo ello podía haber producido manifiestan la gravedad de la situación y con cuánta razón la Junta de 1568 se preocupó de esta cuestión. Un tercer reparo que aparece en diversos lugares de las instrucciones, especialmente en el número 36 y 18, se refiere al temor de que los frailes, avenidos al sistema de tributación y "sínodos" introducidos en sus doctrinas para el propio sustento, y al tra-bajo impuesto a los indios en la construcción de sus iglesias, se opondrán a la implantación fé-

rrea y universal de los diezmos, tal y como los había previsto Fernando el Católico, y ahora Felipe II quería imponer a todo trance, como reforma económi-ca, tanto para reducir los gastos del erario en el sostenimiento de las misiones, como para respaldar y asegurar definitivamente el sistema económico de América. La seriedad e insistencia con que el Rey inculca a Toledo prevenir en esto toda oposición y ahogarla, caso de que brotase, es un antecedente para muchas de las incidencias posteriores en la historia de la evangelización americana.

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b) El favor prestado a las Órdenes Será injusto juzgar y enfocar la labor de las Órdenes religiosas por los inconvenientes anterior-mente descritos, pues el esfuerzo es mucho mayor y las ventajas mucho más numerosas. Tam-poco esas y otras denuncias contra los religiosos, que se hi-cieron ante Felipe II y sus conse-jeros en 1568, les cegaron y de ningún modo perturbaron el fa-llo; no les hicieron desconocer lo que la historia plenamente ha reconocido en su trabajo para la evangelización de América. Al revés. El número 12 de las ins-trucciones al nuevo virrey es uno de los mejores testimonios históricos que pueden aducirse en favor de las Órdenes religio-sas de España durante el siglo XVI, como también del Consejo, que atinadamente juzgaba las cosas. En la matización pudo influir la cruda realidad que se expone en el número 19: "porque en el estado presente sería difi-cultoso haber clérigos en el nú-mero que es menester para pro-veer todas las dichas iglesias y el ministerio de los dichos religio-sos, que están tan introducidos e instructos, es muy conveniente". En definitiva, el juicio global positivo lo da la Junta, al redac-tar el número 12: "Los religiosos que han ido a aquellas provincias y están en ellas que cuanto se tiene entendido y se ha visto por experiencia, han sido de gran efecto para la conversión, ins-trucción y doctrina de los indios, y que su ministerio es muy nece-

sario-, es nuestra voluntad que sean favorecidos, y se les de, en cuanto para su ministerio, adoperación y conversión de los indios en la doctrina sea necesa-rio, todo favor y ayuda, y se les haga muy buen tratamiento y acogida; y vos tendréis de ello particular cuidado guardando ellos asimismo de su parte lo que deben y de nuevo se les ordena". Estas últimas palabras indican que la determinación se hacía con conocimiento de las dificultades existentes. El momento en que se tomaba, y la solemnidad de la recomendación, significan un encuentro de la Corona con las Órdenes religiosas en la prose-cución de la evangelización del Nuevo Mundo.

c) Limitación de Órdenes religiosas Las instrucciones que se daban no eran pasajeras ni circuns-tanciales en la mentalidad de la Junta, sino que debían tener un carácter duradero. Era necesario precisar qué Órdenes tenían la protección regia para su paso a la evangelización de las Indias, y así se hizo en el número 13. El número anterior hablaba de que sean favorecidos los religio-sos, pues "se tiene entendido y se ha visto por experiencia ha sido de gran efecto para la conversión e institución y doctrina de los indios y que su ministerio es muy necesario". Pero el número 13 limita esas atenciones a los reli-giosos de las Órdenes aprobadas para pasar a las Indias: «Los religiosos y monasterios que hasta ahora ha habido y hay en las Indias han sido y son de las Órdenes de Santo Domingo, San Francisco, San Agustín y algunos de la Merced, pero éstos se van acabando con no recibir de allá de nuevo frailes ni de acá dárseles licencia para que pasen, a frailes y religiosos de otras Órdenes no se ha dado hasta ahora lugar que pasen en las dichas Indias ni estén en ellas, porque no ha parecido conveniente multiplicar Órdenes; de algunos días a esta parte se ha dado licencia a algunos de la Compañía de Jesús y que pasen allá como lo han hecho y esto ha sido sobre fundamento".

Los números restantes reglamen-

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tan lo necesario para el estudio, la construcción de monasterios y normas para que los religiosos se dedicaran a la predicación y no a otros asuntos ajenos a su voca-ción. Que la evangelización recayera sobre las Órdenes religiosas mencionadas es un hecho ca-racterístico de la evangelización de la América española. El mo-nacato benedictino, cisterciense y similares, con toda la técnica y trabajos en la cristianización de la Europa medieval, no se conoció en la evangelización de España en América. Los primeros benedictinos llegaron a México en 1602, procedentes de Monserrat, y mantuvieron en la capital un floreciente priorato, pero sin irradiación de ningún género en la cristianización y doctrina de indios 20.

d) Religiosos y régimen de conventos Determinado el número y calidad de las Órdenes misioneras, preocupó a la Junta el reglamentar e intensificar el envío y selección de los religiosos. Las razones son claras y también los inconvenientes del proceso seguido hasta entonces. En cuanto a la primera, "por lo mucho que importa que en aquellas provincias haya número de religiosos bastantes y que aquellos sean de ejemplo y vida y suficiencia que se requiere para tan santo ministerio y tan importante como allí han de hacer, lo cual depende de la se-lección y nombramiento que acá se hace de los frailes que allá han de ir y se envían". En cuanto al procedimiento, se esperaba en la Corte a que de las provincias mismas llegan los procuradores a pedir expedicio-nes, proponiendo en cada caso y encargándose del reclutamiento. La Junta cambia de táctica, por los inconvenientes que se se-guían, y en este punto supone un cambio sustancial: "Habernos ordenado -le dice el Rey a Toledo- que lo que toca a este punto se prevenga y disponga más con tiempo y más de propósito, sin esperar que de allá pidan los religiosos y vengan el comisario que los ha de llevar, y que para este efecto se tenga esta orden: que en nuestra Corte residiesen de ordinario de cada una de las dichas Ordenes un procurador general, y que éste

-entre otras cosas- tenga particular cargo y continuo cuidado de hacer diligencia en toda la provincia para atender los frailes que en ella hay que sean a propósito para enviar a aquellas partes, y que, usando de todos los medios que convenga y comunicándolo con los del Consejo de Indias, se procure de persuadir, mover y prevenir a los tales religiosos; y que para ello sean favorecidos por Nos y por el Consejo, dándole las car-tas y recomendaciones que con-vengan, y que haga al Consejo relación de los tales religiosos y nombres de ellos, para que con la primera disposición puedan enviarse. Y otro sí habemos mandado se procure bula y breve de Su Santidad, y mandatos y patentes de los generales dirigidos a los provinciales, para que ellos tengan este cuidado particular y continuo, y vayan eligiendo y depurando los frailes que para este efecto parecieren idóneos y quisieren ir; y dé luego de ello aviso al procurador y con su medio al nuestro Consejo..."

A ésta y otras medidas tomadas por el Rey y la Junta se debe la irradiación y la selección de reli-giosos que durante la segunda parte del siglo XVI partían periódicamente de Sanlúcar de Barrameda hacia las indias y Filipinas 21. Además del número e idoneidad de los misioneros, la Junta de 1568 cuidó con toda diligencia de su conveniente distribución y formación. El número 14 es claro

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a este respecto. Se propone allí que en México y Lima tuviera cada Orden un monasterio nu-meroso y bien montado que sir-viera como seminario, lugar de formación y tácticas misionales; allí se recogerían los llegados de España, y, antes de ir a los pues-tos de doctrina, se instruirían acerca de la lengua y necesidades de los indios: "de allí se pudiesen proveer y enviar a las otras partes donde han de estar con menos compañía y que tuviesen más noticias de la condición y natura de los indios y más instrucción de lo que habían de hacer y que en las casas y monasterios principales hubiese estudios y particular escuela para esto y que los frailes que fuesen de acá de nuevo se recogiesen en estas casas y no fuesen desde luego puestos en las otras partes donde no hay conventos de número de religiosos por los inconvenientes que se presentan y la experiencia debe haber mostrado". Con este fin, se procuraría enviar más religiosos de España, y el virrey pondría allá los medios conve-nientes. Para que estos monasterios en las grandes ciudades fueran una realidad, se derogaba la orde-nanza anterior que prohibía que los monasterios de Indias tu-vieran rentas: "Hasta ahora no se ha permitido en las Indias por algunas justas consideraciones que los monasterios de estas Órdenes tengan bienes propios ni estén dotados y así viven de limosna, aunque parece que en

lo común y en lo general de los dichos monasterios y religiosos convenga, pero en lo que toca a los dichos monasterios de los lugares muy principales... no se podrían así sostener de limosna y sería con mucha carga de los vecinos y naturales". Siendo además casas de estudio, el tiempo debía emplearlo en ello, no en pedir limosna; no podían ser dotados por personas parti-culares, ni por herencias ni mandas ni otras donaciones. Pero "se les podría asignar algunas heredades y pastos para sus sementeras y ganados limitadamante cuando para su sostenimiento fuere necesario" Al mismo tiempo se volvía a in-sistir y prohibir que en particular no se apropiasen los religiosos de oro ni riquezas, como especialmente estaba prohibido por documentos pontificios (N° 17 y 18) En lo referente a los pequeños monasterios diseminados en las comarcas, se debería procurar que aumentase el número de re-ligiosos, enviándolos de España (Nº 15). Pero había que procurar también fundar en los parajes estériles y menos cómodos, pues "resulta haber gran falta de doctrina e instrucción y conversión de los indios" (Nº 16). e) Métodos de evangelización Por más que pudiera dar normas concretas, no podía la Junta

descender a los más pequeños detalles; por ello lo mejor era recomendar que se estudiara el asunto sobre el terreno: "En lo que toca a la orden que se tiene y debe tener en la conversión de indios en los catecismos y dili-gencias que para instruir los adultos se hacen y en la que está dada en la administración de los sacramentos y en el modo de la predicación, doctrina e instruc-ción de los indios y de los medios que en ello se usa y forma que se tiene y podría tener y de todo lo demás concerniente a la doctrina de que por ahora no ha habido tiempo para tratarse tan parti-cularmente, os encargamos mucho que vos allá lo tratéis con los prelados, así en particular como cuando se juntaren en el sínodo provincial; y que en tenido lo que hasta ahora tienen proveído y lo que demás de aquella convendría de

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nuevo proveerse, procuréis que así lo hagan y provean, y tengáis muy particular cuenta con lo que en esto se hiciere, que por tocar tanto al servicio de Dios y descargo de nuestra conciencia, nos desplacería mucho que hubiese en ello falta o descuido alguno; y pues lo confiamos de vuestra solicitud y cuidado vos le tendréis según que la materia y calidad de los negocios lo requiere". (N° 22) Aunque no se detallaba más la táctica evangelizadora no faltan algunas recomendaciones con-cretas. El número 19 habla de que los religiosos tengan parro-quias y cura de almas para que se pueda llegar en la instrucción a más gente y ahondar más en la fe de los indios ya convertidos, quedando sujetos en esa juris-dicción a los obispos como los demás sacerdotes. Otro punto importante se refiere a las escuelas y seminarios; su trascendencia resalta más aún por las fechas en que se dice: "para la instrucción de los indios y para plantar en ellos la doctrina cristiana con más fundamento y más raíz, se tiene por medio muy sustancial el de las escuelas donde aprenden los niños y el de los seminarios y colegios donde se críen, y el de los estudios donde aprenden. Y así ha parecido se debe dar orden cómo las dichas escuelas las haya en todos los lugares y repartimientos, donde sean enseñados los niños en cartillas y libros a propósito de la doctrina

cristiana; y que también se mire en lo de los estudios (Universidades) y vos tratareis así mismo y conferiréis esto con los dichos prelados, y procurareis se de la mejor orden que se pueda, para que se haga lo de las dichas escuelas, colegios y seminarios, mirando por qué orden esto se pueda asentar y cómo y de qué se puedan sostener, y proveyendo en el entretanto lo que se pudiere, nos daréis aviso con vuestro parecer; visto lo cual se podrá con más fundamento ordenar" (N° 23). Este párrafo dice mucho del acierto de la Junta. Antes de ella ya se siguió esa misma táctica por el Consejo y por los frailes, especialmente por los francisca-nos y agustinos en México; pero el auge que desde 1570 recibió la enseñanza en las Indias con las disposiciones de los concilios, con la acción de los dominicos y jesuitas y con las acertadas ges-tiones del mismo virrey Toledo, todo ello tiene sus raíces expli-cativas más profundas en las deliberaciones de aquella so-lemne Junta de 1568. 4. Los problemas económicos: los diezmos La última parte de las instrucciones a Toledo está dedicada a los temas económicos, centrada en los diezmos. Ocupa esta materia 11 números, del 25 al 36. Tam-poco el tema era nuevo, ni las preocupaciones y consultas apa-

recían por primera vez en el Consejo. Se ve por ello que la Junta meditó y discutió los pros y los contras del sistema financiero; sobre cuál sería más conveniente para las Iglesias y la evangelización de las Indias, ampliada ahora con nuevas funciones y cometidos. Esto requería que quedaran suficientemente dotadas sin recargar el real erario desmesu-radamente. Resulta también aquí clara la di-ferencia con cualquier otro siste-ma moderno de evangelización; muchas misiones se han mante-nido a base de colectas y donati-vos del pueblo fiel. Este sistema no existía entonces, porque en aquella concepción el proveedor y patrón de la cristianización era el Estado mismo, el Rey.

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Las instrucciones nada dicen de los gastos de viaje para los reli-giosos, pues era un punto ya de-terminado que se hacía a costa de la Corona: el mismo Rey le dice al embajador en Roma en 1572 que se gastaba anualmente más de 100.000 ducados de oro por este concepto. Como en este punto no había ninguna novedad ni tampoco le tocaba hacerlo al virrey, nada se le dice de este asunto. La atención de la Junta se centra más bien en la erección, dotación y funcionamiento de catedrales, iglesias y doctrinas. Fernando el Católico quiso solucionarlo me-diante la solución medieval del diezmo. Pero el diezmo directo distaba mucho de estar organi-zado en 1568 a lo largo de los Andes, con aquella regularidad y extensión que hubieran sido necesarias para que sirviera de dotación de las iglesias y de las misiones, en las parroquias ru-rales y doctrinas se seguían más bien el sistema del tributo para el doctrinero que los colonos e in-dios debían dar, o el diezmo sobre los tributos ya recogidos por los oficiales reales. Las instrucciones a Toledo y otros dos importantes despachos que en 1572 pasó el Rey al embajador en Roma, para que los comunicara con el Papa, prueban que la Junta tomó sobre tan capital materia tres determinaciones de cierta trascendencia.

La primera se refería a la determi-

nación de que se volviera al diezmo como solución general del problema económico -eclesiástico cobrándose dicho impuesto con tal nombre, y diverso de otros tributos22. Como se temía que la contradicción más grande nace-ría de los religiosos, "procure el virrey tener en esto con ellos mano firme" (N° 36). En segundo lugar la Junta susti-tuye el sistema de división cuatripartita por otro en tercias partes, porque "es más común y general y más conforme a dere-cho" (No 33), y así se hacía en Castilla. "Conviene -se le decía a Toledo en el número 33-, a saber, que se distribuya por tres tercias partes, la una para el prelado y la iglesia, curas y beneficiados; la tercera para las fábricas, en que nos habemos

de haber nuestra parte, que sería dos novenos de todos los diezmos, conforme a lo de las tercias que en estos reinos tenemos". Las instrucciones dan como motivo para cambiar, ayudar más a los curas, pues antes el obispo y cabildo se llevaban la mitad de los diezmos y sólo quedaba a los curas y doctrineros cuatro novenas partes de la otra mitad. La junta advirtió que la nueva medida tropezaría, no sólo con la oposición personal de los obispos y canónigos, sino con los textos y pactos hechos en la erección y fundación de la diócesis, en los que se hallaba consignado el método cuadripartito. En consecuencia, un cambio de esta categoría requería que se le diese cuenta al Papa para que el Romano Pontífice reformara las erecciones, por muy centralista que se manifestara la Junta, sabía respetar las prerrogativas papales. Y esto no eran meras palabras, sino que no habiéndose podido obtener de Gregorio XIII que concediese sin largos exámenes lo que se pedía, se desistió de la medida y se siguió con el sistema anterior. Felipe II se inclinó ante el Papa esta vez.

Tampoco resultó -y por el mis-mo motivo- la tercera y atrevida reforma que planeó la Junta de 1568 de ella no hablan las ins-trucciones a Toledo, por no ser él quien la tenía que implantar, sino que correspondía al Papa y al embajador en Roma. Su exis-

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tencia la conocemos por otros documentos. Consistían en en-comendar a los religiosos las diócesis americanas, fuera de las sedes metropolitanas, ya que en ellas prevalecía el elemento español. Las demás catedrales e iglesias serían servidas por solo religiosos, con obispos religiosos también, unos y otros vivirían en comunidad y sólo en común poseerían las rentas de la iglesia.

La razón para ello era doble: se evitaba así el roce entre ambos cleros y se lograría una gran eco-nomía en los gastos: "porque (los seculares) todos quieren vivir con gran fausto, procurando apropiar para sí en particular los bienes de la iglesia; no las sirven, ándase ausentando; pro-curan de enriquecer y volverse a estos reinos, y apenas se pueden entender en ellas (las iglesias de las Indias) los obispos a quien mandamos dar nuestra hacienda real para sustentarse; y con poco más de lo que mandamos

dar a los obispos (500.000 maravedíes), si las iglesias fue-sen regulares, se podrían susten-tar el prelado y regulares de ellas, y se irían aumentando los bienes y renta en común, y no los pudiendo apropiar para sí cada uno en particular, permanecería para la sustentación de la iglesia y sus ministros" 23.

La medida tenía mucha inciden-cia y la Junta manifiesta poco entusiasmo en conseguirlo de la Santa Sede y se muestran un tanto suspicaces: "Por la mano que en esta ocasión querrán tener (en así el plan quedó en los papeles. Pero aún en esta materia de los diezmos fue trascendental la acción de la junta de 1568, pues el sistema de los diezmos fue imponiéndose desde entonces lentamente en todas las iglesias, parroquias y misiones de las In-dias españolas, constituyendo un sistema típico de economía religiosa, tan regular y seguro, como alejado del moderno de limosnas y donativos.

*Reproducido de Evangelización y Teología en América (siglo XVI). - Simposio Internacional de Teología. Volumen Primero, Pamplona, EUNSA, 1990 1. Cfr. TEJADA Y RAMIRO, colección de cá-nones y de todos los concilios de la iglesia española, IV, 1. 2. Mansi, XXXIII, 1393ss (Cambria); J. SÁENZ DE AGUIRRE, Collectio maxima conciliorum, V, 390-408 (Toledo), 445-460 (Salamanca), 411-436 (Valencia). 3. L. SERRANO, Correspondencia diplomática entre España y la Santa Sede durante el pontificado de San Pío V, Madrid 1914, II, 471; P. DE LETURIA, Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica (1493-1800), Roma-Caracas 1959, I, estudio 4 y 7. 4. L. FRIAS, El patriarcado de las Indias occi-dentales, en «Estudios eclesiásticos»,1(1922) 297-318; 2 (1923) 24-47. A ella hacen alusión los despachos del nuncio de octubre de 1568 y de 9 de febrero de 1569, cfr. L. SERRANO, II, 471 ss; III, 42. 5. Cfr. CDU, VIII, 218. La idea de celebrar en España la Junta General fue lanzada por Luis Sánchez en 1566, que había tenido la oportunidad de examinar la realidad indígena a lo largo de los 18 años de residencia americana, especialmente en el Perú. La misma idea habla manifestado en su Memorial sobre la despoblación y destrucción de las Indias. Cfr. CDIA, XI, 163-170. Para esta cuestión cfr. también J. MANZANO, Historia de las Recopilaciones de Indias, Madrid 5. Cfr. CDU, VIII, 218. La idea de celebrar en España la Junta General fue lanzada por Luis Sánchez en 1566, que había tenido la oportunidad de examinar la realidad indígena a lo largo de los 18 años de residencia americana, especialmente en el Perú. La misma idea había manifestado en su Memorial sobre la despoblación y destrucción de las Ideas. Cfr. CDIA, XI,163-170. Para esta cuestión cfr. también J. MANZANO, Historia de las Recopilaciones de Indias, Madrid 1950, 78-79. Noticias referentes a la Junta se encuentran en AGI, Lima 33: Informe en defensa del virrey Toledo, escrito probablemente en 1580. «Evidencia hay que la majestad del rey don Felipe nuestro Señor mandó juntar de todos sus tribunales personas, para que en aquella Junta tan calificada que se hizo en los reinos de España y en su Corte para dar asiento a las cosas de las Indias, cuando había de partir para este reino el virrey don Francisco de Toledo, le mando asistir a aquella congregación, como a ministro que había de venir a ejecutar lo que en ella se resolviese». Los debates de la Junta se centraron en torno al tratamiento de cuatro problemas básicos: militares, políticos, religiosos y sociales. Uno de los más discutidos fue el del Asiento y perpetuidad de las encomiendas. Los españoles del Perú habían ofrecido a la Corona siete o nueve millones de pesos a cambio de que hicieran perpetuos el repartimiento y el vasallaje de los indios y sus tierras. Cfr. P. DE

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QUINTO CENTENARIO

LETURIA, Felipe II y el Pontificado en un momento culminante de la historia hispanoamericana, en Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica, I, 63, notas 9 y 10.

6. No poseemos las actas, pero sí tres docu-mentos que bastan para conocer las determi-naciones de la Junta en lo eclesiástico: 1º Las instrucciones que el Rey dio a Toledo, glosan-do las resoluciones de la Junta. Constituyen un manuscrito encuadernado con el título Doctrina y gobierno eclesiástico en 28 de diciembre de 1568, que se halla en AGI, Indiferente, 2859 y ésta publicado por LISSON, II, 438-456; la parte correspondiente a los jesuitas, en EGANA, Monumenta peruana, I, 243 ss.20 Tres despachos enviados al embajador en Roma para obtener del Papa los privilegios propuestos por la Junta; uno del 9 de septiembre de 1572, en AGI, Patronato, 171, ramo 11, que está publicado en CDU, XI, 154-163; los otros dos, uno de la misma fecha y otro de 17 de septiembre de 1576, tomados del archivo de la embajada de España ante la Santa Sede, publicado en L. AYARRAGARAY, iglesia en América y la dominación española, Buenos Aires 1920, 104-108 y 65-69. 30 Proyecto de erecciones de las iglesias de Indias, sacado del mismo archivo y publicado en ibid., 85-104. No lleva fecha pero por el tono y lo tratado basta para afirmar que se trata de las resoluciones de la Junta Magna. 7. Cfr. P. DE LETURIA, Felipe II y el Pontificado..., p. 83-88. 8. L. SERRANO, Correspondencia diplomática entre España y la Santa Sede durante el pontificado de San Pío V, Madrid 1914,11, 471. 9. R LEVILLIER, Don Francisco de Toledo, supremo organizador del Perú, Madrid 1921-1935, 3 vols.; R BELTRAN Y ROSPICE, Colección de memorias o relaciones que escribieron los virreyes del Perú acerca del estado en que dejaban las cosas generales del reino, Madrid 1921-1931, 2 vols.; L. HANKE, Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la Casa de Austria, Perú I, Madrid 1978: lo dedicado a Toledo, 71-157. Recoge todas las teorías y un repertorio de documentos que se encuentran en distintos archivos y que

tratan sobre Toledo. En la pág. 71, nota 3, puede verse la bibliografía aparecida después de la publicación de las obras de Levillier y Zimmermann, a base de documentos que no utilizaron estos dos principales biógrafos de Toledo. Levillier ha publicado en varios volúmenes la correspondencia y ordenanzas, se han dado a conocer numerosos documentos relacionados con su gobierno, se ha discutido si tuvo éxito al establecer una sociedad indoeuropea cristiana y pacífica en lo que fue una región turbulenta, o si su actuación en realidad creó un despotismo severo y extraño, cuyo propósito era la destrucción de los indios. No puede, pues, sorprendernos que los estu-diosos, como James Lockhart, aboguen por una revisión y reinterpretación de lo realizado por Toledo. Un problema de significación en el conocimiento e interpretación del gobierno de Toledo se refiere a las numerosas ordenanzas que promulgó, lo que movió a Antonio de León Pinelo a llamarlo el «Solón del Perú», una calificación que ha sido consagrada por lo mucho que se ha aplicado. 10.Cfr. P. DE LETURIA, Felipe II y el Pontificado..., estudio 4, pág. 63. 11. AGI, Indiferente, 2859, fols. 104-113; LISSON, II, 438-456; L. HANKE, Los virreyes españoles, I, 94-117. 12. Los textos en AYARRAGARAY, 104-113. El texto de las Instrucciones lo citamos según la numeración que trae el manuscrito del AGI, Indiferente, 2859. La misma numeración transcribe LISSON, II, 438-456. 13. P. DE LETURIA, Felipe II y el Pontificado..., 79-82. 14. El 9 de septiembre de 1572 dio curso el secretario Eraso a los despachos de petición decretados por la Junta de 1568, insistiendo principalmente en el patriarcado; el embajador comunicaba sus impresiones. "Lo del Patriarcado de las Indias pienso que no le concederá con las facultades que se piden, porque teme que se levantará de allí una Mo-narquía como la de Sicilia, y no es pontificado éste ni lo fue el pasado para ganar la tierra en las cosas de esta calidad, y a mi parecer se puede V. M. contentar con conservar las cosas

que tiene. Cfr. Archivo General de Simancas, Estado, 919, fol. 176. 15. AGI, Lima, 29 y 30, carta al Rey, de 15 de octubre de 1578. 16. Memorial que D. Francisco de Toledo dio al Rey nuestro Señor del estado en que dejó las cosas del Perú, después de haber sido en él virrey y capitán general trece años, que comenzaron en 1569. Cfr. R LEVILLIER, Organización de la Iglesia y Órdenes religiosas en el virreinato del Perú en el siglo XVI. Documentos del Archivo de Indias, Madrid 1919, II, 130-138; reales cédulas de 1 de junio de 1574 y 29 de diciembre de 1593: Ibid., I, 575ss. 17. Reales cédulas de 3 de mayo de 1605 y 10 de 1607, en SOLORZANO PEREIRA, Política in-diana, 722ss. 18. Véase la protesta, contra la cédula magna, del Concilio de Lima en: R LEVILLIER, Or-ganización de la Iglesia ..., I, 169ss.; LISSON, II, 795-800 19. Las cédulas se encuentran después del de Doctrina y gobierno, y es la número 2, AGI, Indiferente, 2859, fols. 18v-20v. 20 Cfr. CUEVAS, Documentos inéditos del siglo XVI para la historia de México, III, 326-330. Las tradiciones benedictinas de los monasterios españoles se oponían a una acción estrictamente misional. Cfr. B. SCHMITZ, Historie de Pordre de saint Benoit,8vols.,Maredsous1942- 1956, 237. 21. L. RUBIO Y MORENO, Pasajeros a Indias, en Colección de documentos inéditos para la historia de Hispanoamérica, Madrid 1930, VIII, pág. 45. El autor fijaba en 3.058 los misioneros que salieron de España a ultramar desde 1535 a 1592, y la mayor parte después de 1568. Pero cálculos posteriores arrojan cifras superiores. 22. Cfr. números 26 - 32; el nº 26 decía taxativamente: "Que los dichos diezmos se lleven y cojan en título y nombre de diezmos, sin mezclarnos con otros tributos ni derecho ni debajo de otro color". 23. Vid. texto en AYARRAGARAY, La Iglesia en América, 112ss.

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LAS MISIONES CATÓLICAS DE LA

COLONIA

María Marta Pajuelo

Todavía no se ha escrito lo sufi-ciente acerca de los tres siglos de evangelización -afirma Mariano Picón Salas-* que comenzara en Santo Domingo y se difundiera por todo el Continente. El consi-dera que el experimento social de los Jesuitas en el Paraguay fue el fruto más importante de un esfuerzo tan prolongado. Otras órdenes religiosas como la de los dominicos y franciscanos han alcanzado también notable cele-bridad. Las misiones católicas de la Co-lonia, constituyeron, pues, ex-perimentos políticos y sociales sobre el suelo americano. Los defensores de los indios, sacer-dotes y órdenes religiosas, ayu-dados por altos funcionarios ci-viles, organizaron instituciones sociales y económicas de carác ter teocrático, en las que aspira-ban a ofrecer no sólo un ejemplo

del orden social que defendían, sino un tipo de sociedad capaz de defender a los indios de los abusos. Significaban un esfuerzo para establecer las bases cristia-nas de la sociedad, adoptando las normas del derecho natural. Fernando de los Ríos, * que ha hecho un estudio de la naturale-za de estas instituciones, que co-mentamos, afirma que la publi-cación de la "Utopía" de Thomas Moro y Civita Solis de Tomás Campanella, influyeron podero-samente en la fundación de las misiones. El estímulo idealista que llevó a estos pensadores a publicar sus libros, era acción en los monjes españoles. Buscaban un orden social sin el "pecado social"; y para lograrlo confiaron la dirección no al filósofo, como en Platón, sino al sacerdote, con-vertido prácticamente en autori-dad suprema. Fundaron la ciu-

dadanía en el trabajo activo para la comunidad; e hicieron de la concepción funcional de la eco-nomía, el fundamento de la or-ganización social. En España, afirma de los Ríos en el ensayo citado, además del impulso religioso, aparecieron otros dos factores concurrentes: el renacimiento del derecho na-tural, y la consecuente aspiración histórica de la iglesia militante, que lo es también en el campo de la vida social.

*A cultural History of Spanish America por M. Picón Salas, University of California Press, 1962. * Action of Spain in America, ensayo de Fernando de los Ríos, aparecido en Concerning Latin America Culture, editado por Charles C. Griffin en Woodstock, New York 1939.

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Las misiones españolas se orga-nizaron internamente como uni-dades teocráticas, como "fronte-ras de la gentilidad". Ellas se ocupaban, con la dedicación que les es característica, del cultivo de la tierra, de la preparación de los alimentos, de la oración. Cada misión tenía sus escuelas agríco-las, industriales y primarias. Además de la enseñanza de los conocimientos fundamentales de lectura, escritura, aritmética y religión, se enseñaba música, cantos y bailes.

La tierra estaba dividida, en casi toda misión y durante toda la duración de las misiones, en tie-rras públicas cultivadas por los residentes para beneficio de la comunidad; y en tierra pública distribuida entre los jefes de fa-milia para atender a las necesi-dades hogareñas. Por supuesto, la vigilancia de las autoridades hacía obligatorio el trabajo co-munal y el propio. Había también tierras comunes para la ganade-ría comunal. El intercambio de los productos alimenticios por cía por medio de la organización pública de la misión, no habien-do lugar para actividades co-merciales privadas. Un forjador ideológico de las mi-siones que destaca de los Ríos fue el Obispo Vasco de Quiroga. * En la historia de las misiones, dice, no hay ningún trabajo más lleno de sugestión social y más expresivo de las nobles ambicio-

nes que inspiran a las misiones, que el de Vasco de Quiroga. Ha-bía leído éste el Saturnalia de Lucian y la Utopía de Thomas Moro; y encontraba en la primera obra una evocación de la Edad de Oro, con la que comparaba la vida de los indios. En la segunda, veía un sistema de educación, la organización ideal para las "comunidades de inocentes", como él llamaba repetidamente a los indígenas. En una carta al Consejo de Indias, fechada en 1531, proponía organizar la vida de los indios en pueblos, en los cuales, trabajando la tierra y viviendo el fruto de su trabajo, puedan lle-var una vida ordenada de acuerdo con la doctrina cristiana. Su objetivo era la organización de una sociedad perfecta y sen-cilla. En Pátzcuaro fundó el hospital de Santa Fe, que era al mismo tiempo un hogar para niños, una

escuela, y un alojamiento para quienes aspiraban a vivir una vida de perfección cristiana. En total había, en ciertas épocas, 30,000 indios. El estatuto indicaba que las tierras en todo hospital deberían permanecer como propiedad comunal; pero toda familia debería tener un huerto, con flores y hortalizas. Nadie podía vender la tierra, porque si lo hacía sería imposible mantener por mucho tiempo la hospitalidad existente…. "porque todos tratarían de adquirir lo más posible sin preocuparse por su prójimo, como se hace usual-mente. Debido a nuestros peca-dos, despreciamos lo que perte-nece a la comunidad, que es el patrimonio de los pobres". Vasco de Quiroga organizó la familia bajo la autoridad del abuelo mayor. Estableció un in-tercambio constante entre la po-blación urbana y la rural; y, en

* Op. Cit

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consecuencia, todos tenían que aprender agricultura y un oficio. Después de la escuela, los niños iban al campo a trabajar una o dos horas en algo que los entre-tenía; y lo que producían se dis-tribuía entre ellos, según la edad, trabajo y laboriosidad de cada uno. En toda casa de campo vi-vían de cuatro a seis familias que criaban ganado y aves de corral. Cada dos años podían volver a la ciudad y vivir allí el mismo pe-ríodo de tiempo. En la ciudad y en el campo, los hombres de la ciudad y los agri-cultores, trabajaban juntos du-rante el periodo de la cosecha. "Es mi propósito -decía Vasco de Quiroga- poner a los indios en la condición de soportar una vida de trabajo, sin la holganza que engendra tantos riesgos, tantas infamias". "Deseo -continuaba- que ustedes vivan como hermanos en jesu-cristo, con los lazos de la paz y de la caridad" Recomendaba la simplicidad en el vestido. Estableció la jornada de seis horas, y las comidas co-munales en todas las fiestas. In-corporó a las mujeres en el traba-jo del grupo, enseñándoles artes especiales, que incluían tejidos de lana, hilo, seda y algodón. El misionero abolió el culto san-griento en el México prehispánico; aprendió el len-guaje del conquistado; inculcó el

concepto cristiano de la vida en sociedades altamente estratifi-cadas; buscó vencer la descon-fianza hostil hacia los españoles; utilizó las artes y manualidades nativas dentro de un nuevo sistema; buscó las palabras y símbolos de las lenguas aborígenes para su utilización en la enseñanza de la doctrina cristiana. Imágenes y metáforas de su mundo nativo servían para el mismo noble fin. Según se ha estudiado, el franciscano Jacobo de Tastera fue uno de los primeros en elaborar un sistema de educación visual que; utilizando los jeroglíficos aztecas, hicieron accesibles a los indígenas las más importantes verdades cristianas. Todo este incansable y noble esfuerzo hizo que, como ha dicho recientemente en España el eminente escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, al recibir el Premio de Asturias, a los cincuenta años de la Conquista, los indios fueran cristianos. Al lado del sueño de los misio-neros para lograr una profunda reforma social que mejorara la condición de los indígenas, hay que recordar también, como lo afirman historiógrafos moder-nos, que los escritos de los misioneros españoles se antici-paron a los inicios de la etnología moderna. El material que recogie-ron ha constituido la base de esta ciencia en el Nuevo Mundo.

¿Por qué decayeron las misiones como unidades sociales? Se piensa que la misión representa-ba una unidad un tanto estática, a la que le faltaba capacidad para adaptarse a la variabilidad cons-tante de la vida; era escasa la posibilidad de ofrecer un lugar para la iniciativa del individuo, para la aventura. Sin embargo, es necesario medi-tar y estudiar qué elementos psi-cológicos y antropológicos, institucionales e históricos, pre-servados en las costumbres de los actuales campesinos, pudie-ran ser aprovechables para pro-yectar políticas, definir formas de legislación y un programa más amplio de educación, como el de los núcleos escolares campesinos. Y entre esos elementos destaca indudablemente el carácter co-munitario indígena, de sociedad de primeros contactos. Hoy ad-quieren particular importancia en Sociología los llamados gru-pos primarios, tan importantes para modelar los ideales socia-

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les, en los cuales la vida personal se identifica con los propósitos de grupo. Cada individuo se afirma a través de todo ser vi-viente, en cuyo seno ha surgido y se encuentra. Las raíces de la comunidad se hunden en las pro-fundidades metafísicas del ser y del destino humano esencial-mente cristiano. Pero la identificación con el gru-po no puede ser, entre nosotros, simplemente mecánica; somos un pueblo al cual sólo mueven los ideales - nuestros ideales reli-giosos, nuestros ideales colecti-vos como nación- que a través de las generaciones deben encontrar redefiniciones concretas. No podemos buscar como antes el bienestar social, prescindien-

do del desarrollo de la personali-dad humana; pero nuestros es-fuerzos en favor del indígena, para ser eficaces, han de tener un sentimiento misional, fervor apostólico. Hemos de poner en contacto a todos los peruanos -desde niños- con los otros grupos sociales, cuya vida hemos hecho artificiosamente difícil por la in-fluencia del prejuicio, del egoís-mo y de la injusticia. En cuanto al desarrollo de la per-sonalidad, creemos que puede jugar un papel preponderante el hoy renovado impulso de la artesanía indígena, del folklore, con una legislación social más justa que provea de seguridad económica, paralelamente con la aceptación consciente y colabo-ración de parte del campesino

con los programas de sanidad, educación y desarrollo agrícola.

Grandes pensadores latinoame-ricanos creen que es todavía el mayor problema de América Latina reconciliar la cultura ma-nual, artística, con el aprendizaje libresco, con la incorporación más rápida del campesino a la moderna tecnología de la civilización actual. En el terreno educativo hay que comenzar, sin embargo, por una identificación más profunda de la escuela con el entorno social; y recoger válidamente las leccio-nes de la historia en su visión dinámica y conceptual, entroncada íntimamente con nuestra vida cristiana.

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Algunas notas sobre los antecedentes de la

recopilación de 1680 y los trabajos posteriores a ésta

Jorge Basadre Ayulo

1. Trabajos preliminares a la Recopilación de 1680 efectua-dos en España y en Indias antes del ingreso de Juan de Ovando al Consejo de Indias.- Los antecedentes de la célebre recopilación indiana efectuada en 1680 por Carlos II hay que rastrearlos a su momento inicial que está constituido por la real cédula de 3 de octubre de 1533 formulada en Madrid por la que se encarga a la Audiencia de Nueva España la búsqueda en sus archivos de todas las ordenanzas, provisiones y cédulas despachadas a este continente americano (1). Era evidente el caos y el cambalache que se iba a producir por el cuan-tioso volumen de leyes y normas jurídicas dictadas hasta esa fecha para el continente recién descu-bierto aún cuando sólo habían transcurrido cincuenta años de la imposición de un régimen ju-rídico nuevo en las Indias y se

hacía necesario juntar estos dis-positivos en un texto ordenado para su aplicación y manejo. Es que el Derecho castellano era el acervo jurídico que se trasplantó a las Indias pero el surgimiento de cuestiones y problemas con-cretos, novedosos, no previsibles por la ley europea hizo necesaria la dación de normas específicas y casuistas que entró en vigencia con torrente y profusión. El transvase en bloque de toda la legislación castellana a las Indias no era posible hacerlo. En efecto, desde las instrucciones a los descubridores, conquistadores y primeros pobladores que es el inicio del Derecho Indiano, existen nuevas normas que se hacían necesarias por la nueva realidad imperante y el hecho de que el continente estaba poblado y no era simple veneno de riquezas. La monarquía empezó a hurgar

en los territorios recién descu-biertos para señalar las bases en su régimen jurídico ya que éstas no podrían encontrarse en otro lugar que no fuera en la propia América ni buscarse o exhumarse en los fértiles campos de Castilla. Fue apareciendo un fárrago de normas y textos para regular las nuevas situaciones de las Indias que fueron hasta contradictorias entre sí, como lo fue en materia de encomienda indiana y de yanaconaje tan cambiante, por citar dos ejemplos aislados. Existió pues la nota de la multiplicidad y la profusión en las normas indianas de las que brotarán pasiones e intereses diversos: los recién llegados en busca de fortuna, la de los aborígenes en su encuentro con el mundo europeo, la de los religiosos que se trasladaban en masa a las Indias con el pretexto de la evangelización y los fines de la

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propia monarquía y del numeroso séquito que viajó después de agotada la fase de la conquista en pos de el señuelo de oro que daba el nuevo mundo. Se hizo necesaria una labor pre-paratoria de ajuste y coordina-ción del Derecho Indiano hasta la referida real cédula de 3 de octubre de 1533 dada en Madrid. Además, de la gran cantidad de cédulas despachadas a las Indias, muchas no se publicaron y la mayoría no se conocían ni por los gobernantes ni por los gobernados. Además, el conocimiento de la legislación "en bloque" o normativa de la legislación dictada para las Indias se hacía tarea imposible y complicada el sistema jurídico vigente como quedó expuesto. Esta cédula que nace en Madrid inicia la coordinación del Derecho Indiano. 1.1.- El primer intento de recopi-lación indiana que culminó en 1680 puede ubicarse en el virreinato de Nueva España bajo el virrey don Luis de Velasco quien dispuso para suplir la falta de leyes y normas impresas, la publicación de dos libros de cé-dulas reales, uno por decisiones y otro por materias y que debie-ron estar terminados para octubre de 1552. Casi por este tiempo y en 1556 para ser más preciso, el licenciado Antonio Maldonado, fiscal de la Audiencia de México, empezó a preparar un "Repertorio de Cédulas" en orden alfabético, cuyo texto hoy no puede ser conocido ni ubicado según opinión de Juan Manzano

y Manzano conociéndose sólo por referencia. (2) Otro esfuerzo pulcro y termina-do de una recopilación indiana efectuado en el nuevo mundo fue el Virreynato de Nueva Es-paña y estuvo realizado por el oidor Vasco de Puga aglutinado en orden cronológico en 1563. Las cédulas de recopilaron con un preámbulo expositivo y es el realizado por este oidor con las disposiciones dictadas desde los años 1525 hasta 1560 para el Virreynato de México. La tarea preparatoria de este trabajo duró dos años y fue notoriamente in-completo pero reportó gran uti-lidad aunque tuvo saltantes erratas de fechas y nombres pero fue necesario bagaje jurídico para los trabajos posteriores de Solórzano y Pereira y León Pinelo que culminaron en la recopilación carolina de 1680. (3) 1.2.- Para el Perú se procedió a las tareas de recopilación orgánica con notoria tardanza por las luchas intestinas y las guerras civiles que azotaron el Virreynato con sede en Lima. Se recomendó al monarca Felipe II la persona de Francisco de Toledo para el desempeño del cargo de virrey del Perú (febrero de 1568). Este personaje llevó la orden de recopilar la inmensa cantidad de cédulas peruanas y fue éste su propósito desde que se echó a la mar el 19 de marzo de 1569 desde la barra de San Lúcar con destino al nuevo continente. El trabajo de recopilación se

empezó a realizar pese a que se ejecutaban simultáneamente los trabajos idénticos de Juan de Ovando en el Consejo Real de las Indias. Es que Ovando fue visitador primero y luego presidente del Consejo de Indias y dedicaba gran parte de sus energías y tiempo valioso al importante trabajo de recopilación de cédulas y provisiones reales y tenía bajo sus hombros el favor oficial. Con la muerte de Ovando cesa-ron las envidias propias de quienes tienen el mismo oficio y se emprendió el propósito de Toledo de culminar su tarea recopiladora que por desgracia no se concretó. En tiempos de Toledo sólo se redactó una "ta-bla" o plan de trabajo por el que se dividió el libro recopilador en títulos y materias para juntar la materia legislativa. Un libro con el proyecto recopilador de Toledo pasó al Consejo y sirvió de bagaje al oficial Manuel Diego de Encinas en su tarea de reunir el material jurídico promulgado. Este funcionario ya preparaba una obra recopiladora. 1.3.- En la obra del virrey Toledo debe mencionarse a su célebre "Ordenanzas" que fueron formadas por éste con la colaboración de juristas como Polo de Ondegardo y Juan de Matienzo. En su contenido se rescatan costumbres y vivencias de indios, corregidores, jueces de los naturales, repartimientos

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adquisición de propiedad por los españoles, caciques, tributos, hacienda real, minas, yanaconazgo, mita y obrajes. Tiene la importancia de ser una reglamentación y recopilación territorial peruana. 2. Alcance de la "Copulata de leyes de Indias".- La "Copulata de leyes de Indias " (1569) es otro instrumento jurídico como texto importante de la difícil ruta hacia la recopilación general y continental que se plasmó recién en 1680 y está hecha a base de los estudios efectuados por don Juan de López de Velasco los que fueron empezados por los años 1561. Esta tabla o catálogo de López de Velasco tuvo por fin reunir en un solo volumen los sumarios de todos los dispositi-vos registrados en el Consejo de Indias desde el descubrimiento de América como pesado fardo de carga sobre sus hombros jun-tando todo el material legislado hasta ese momento. Esta Copulata, como se conoce a este texto, viene a constituir los extractos de Juan de López Velasco y fue hecha a iniciativa de éste pero quien concibió la obra fue Ovando Reyes quien "puso orden a los extractos, distribuyéndose en sus lugares correspondientes de los libros, títulos y epígrafes" (4) En la Copulata citada el material está resumido en un volumen dividido en siete libros, éstos en noventinueve títulos, y ellos a su vez en subtítulos. Tratase, según

Manzano, de un anteproyecto de recopilación escrita, sin orden y selección y hasta con normas re-petidas. Tuvo una doble utilidad: fue a su vez orientadora y supletoria. En el primer carácter de la orientación al lector consti-tuyó un catálogo de los libros registrados del Consejo y con-servados en el Archivo de Indias que permitía una rápida ojeada del material existente en cual-quier lugar que uno se hallara y constituía una guía para quien quisiera conocer el acervo legal. Y, sobre la ventaja de la nota aclaratoria, deviene ésta de los vacíos en los registros de las normas legales por lo que su utilidad era pues indudable ya que llenó un importante vacío y suplió las lagunas que podían presentarse. La Copulata aparece dividida en siete libros: primero, de la gobernación espiritual; segundo, de la gobernación temporal; tercero, de los indios; cuarto, de los españoles; quinto, de la justicia; sexto, de la hacienda real; y sétimo, de la contratación y navegación. Esta Copulata viene a constituir un anteproyecto de recopilación sin una redacción articulada. Se recogen en él todos los materia-les jurídicos (reales cédulas, ca-pítulos de cartas e instrucciones generales y particulares, capítu-los de ordenanzas, etc.) juntán-dose las normas vigentes y las derogadas. En algunos casos se añaden observaciones sobre al-gunas de las normas recogidas en su texto para conocimiento

del lector.

3. El anteproyecto de Ovando (1569-1575).- Juan de Ovando fue presidente del Consejo de Indias (octubre de 1571) y cumpliendo órdenes de Felipe II comenzó a juntar en forma ordenada los documentos legislativos dictados. Para su tarea recopiladora, Ovando seleccionó y depuró el material existente en la Copulata y de allí nace la obra "Gobernación Espiritual y Temporal de las Indias" que viene a constituir un extracto del material legislativo dictado entonces. El plan del trabajo recopilador de Ovando está dividido en siete capítulos. En el primero de ellos se trató de las cosas referentes a la Iglesia y de la gobernación espiritual de aquellos Estados de la Indias. El segundo capítulo versa sobre la gobernación temporal y el tercero sobre las cosas de justicia. En el cuarto rubro se regula sobre el régimen de la república de los españoles y en el quinto acerca de los indios, en el sexto de la hacienda real y el último de la navegación y contratación de las Indias. El primer libro del proyecto de Ovando sirvió en forma parcial de base a los recopiladores carolinos de 1680. Y las orde-nanzas de descubrimientos, nuevas poblaciones y pacifica-ciones -parte del libro II de Ovando- se incorporaron casi en bloque y en gran volumen a la Recopilación de 1680 mas no el

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libro sobre descripciones que no fue tomado en cuenta en este texto de carácter continental. El 8 de setiembre de 1575 se ex-tinguía la vida del presidente del Real y Supremo Consejo de In-dias, Juan de Ovando. Con su muerte en ese año la obra de recopilación integral de Indias quedaba inconclusa. Y cabe for-mular esta aseveración al leer con detenimiento el libro del profesor don Juan Manzano y Manzano sobre "Historia de las Recopilaciones de Indias". Se advierte cómo este autor español expresa que ha existido un silencio total sobre los trabajos de continuación en el Consejo Indiano de los trabajos efectuados por su antiguo y olvidado presidente. 3.1. Le corresponde el mérito de haber efectuado la primera inter-vención seria de reivindicar la obra del visitador del Consejo de Indias don Juan de Ovando a don Marcos Jiménez de la Espada en su trabajo titulado "El Código Ovandino" y que apareció en 1891. El arduo trabajo de di-vulgar la obra recopiladora de Ovando fue de nuestro compa-triota Víctor M. Maúrtua en su libro "Antecedentes de la Reco-pilación de Indias" del año 1906 en que reprodujo el primer libro sobre "Gobernación Espiritual". Ovando concibió y puso en prác-tica la idea de recoger en un cuerpo orgánico todas las dispo-siciones promulgadas con un plan de siete libros. Los recopila-

dores de la centuria decimosép-tima compulsaron el primer libro. No obstante hay discrepancias al respecto ya que Altamira opina que sólo fue aprobado en parte, y no totalmente ya que se habían sugerido adiciones importantes. Otros niegan este aporte de Ovando. No debe olvidarse que existieron muchas normas lega-les de la época de Felipe III y Felipe IV. Y lo que si es indudable que en materia de patronato muchas otras disposiciones se incorporaron al texto de 1680. Las ordenanzas de descubrimientos, nuevas poblaciones y pacificaciones se adhirieron a la Recopilación de 1680. El profesor sanmarquino doctor Vicente Ugarte del Pino ha destacado en sus clases del curso de Historia del Derecho Peruano, la obra magna de Ovando, la que considera "sobresaliente por lo completo y amplio de su plan de trabajo y que permitió investigar el medio natural, conocer el complejo social de los pueblos indígenas, la república de los indios y la república de los españoles" (5).Según este distinguido profesor. Ovando, muere con la

notoriedad que ni su tiempo ni el nuestro le ha reconocido ya que constituyó una síntesis del pen-samiento jurídico de su época. 4. Etapa recopiladora posterior a Ovando.- Durante mucho tiempo no se conoció el proyecto de recopilación de Alonso de Zorita quien fue oidor indiano en el Virreynato de Nueva España. Fue recién en 1909 que Manuel serrano y Sáenz descubrió en viejos folios manuscritos del Palacio Real de Madrid un proyecto de recopilación que ejecutó este funcionario indiano licenciado Alonso de Zorita.(6) Este trabajo recopilador debió ser iniciado en 1566 y finalizado alrededor de 1574 conforme reza en la portada de la obra publicada de Zorita con el título de "Recopilación de leyes y ordenanzas reales de las indias del Mar Océano". Los antecedentes de la recopila-ción de Zorita son los siguientes: el regreso de este oidor a España a fines de 1566 coincidió con la visita de Juan de Ovando al Consejo de Indias, comprobando este visitador la necesidad de contar con un trabajo recopilador escrito que facilitara el conoci-miento del bagaje jurídico indiano. Zorita quiso dar cumplimiento a la orden de Felipe II para la tarea recopiladora. Juan Manzano afirma que Zorita no conocía de los trabajos de Ovando ya que de haberlo sabido no se habría atrevido a ejecutarlo (7). Zorita tuvo como fuentes para su

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tarea recopiladora la colección completa de Vasco de Puga. Al margen de cada ley, Zorita seña-la la fuente de origen en cada cédula que le sirve para formar aquella. El autor cuidó de seña-lar el lugar que ocupa cada cédula en el folio del cedulario. Y también usó Zorita una colección particular hecha por él cuando estuvo en Indias. Allí cogió todos los documentos que vio y tuvo a su alcance en Nueva España. Los medios de Zorita para eje-cutar este trabajo fueron prima-rios e incompletos. El proyecto recopilatorio de éste de 1574 tiene carácter privado y debió ser sometido a su aprobación por lo que no procedió su vigencia al no haberse obtenido. El material devino en anacrónico ya que el ámbito cedular recogido por el oidor mexicano no pasaba del año 1562. Por lo tanto, en 1574 quedaba archivado este proyecto de recopilación. Ovando tam-poco debió darle mucha consi-deración a este trabajo recopilador de Zorita. 4.1.- Es de destacarse que en 1582 encargó el Consejo Supremo al oficial mayor de la escribanía de Cámara de Justicia, don Diego de Encinas, la formación de una recopilación. Este encargo a Encinas la hizo el Consejo sin consulta al monarca, por lo que el comentarista Manzano colige su limitada finalidad mediante un trabajo privado reducido y sin ningún alcance (8). Además, En-

cinas era un oficial oscuro de se-cretaría que no había tenido rela-ción alguna con obras análogas y le faltaba el vuelo intelectual necesario para un trabajo de esa naturaleza y envergadura. Pero Encinas suplió su falta de talento con voluntad indomable y trabajo sin descanso y por doce años. Entregó al Consejo cuatro libros con más de dos mil quinientas fojas. Impresa la obra en estos cuatro volúmenes en 1596 quedó dividida en 129 capítulos de "Provisiones, cédulas, capítulos de ordenanzas, instrucciones y cartas" y fue de uso exclusivo del consejo y las audiencias. La obra incluyó las bulas pontificias de concesión de Indias, de patronato, la cláusula del testamento de Isabel La Católica sobre las Indias, algunos aranceles de la Cancillería real, el reglamento de Juan López de Palacios Rubio, entre otros insertos. El proyecto tenía incluida la legislación vigente en la segunda mitad del siglo XVI aunque hay cédulas repetidas en la obra. Su utilidad práctica era indudable. El "Cedulario de Encinas", como se conoce esta recopilación, no lle-gó a ser promulgado pues no tuvo sanción oficial por no someterse a la censura y tiene en consecuencia sólo fuerza referencial. Su texto fue de utilidad frecuente en el virreinato del Perú como por ejemplo en los tiempos del Virrey Conde de Lemos (Pedro Fernández y de Andrade) quien lo usó para evaluar los daños a los indios y las mitas de minas, principalmente de Potosí "que

aunque los indios voluntaria-mente se querían ocupar de este ministerio, no los apremiaba a trabajar con voluntad". Fue im-preso por orden del Consejo en el año 1569. El cedulario de Encinas fue ma-terial útil para los trabajos que después realizaron Diego de Zorrilla, Juan de Solórzano y Antonio de León Pinelo en el proceso recopilador que se plas-mó y cristalizó con la recopila-ción carolina en 1690. 5. Antecedentes inmediatos de la Recopilación de 1680.- Fue durante los ochenta primeros años del siglo XVII que se desenvuelve la tarea recopiladora en tres fases diferenciadas entre sí y con la presencia valiosa del profesor sanmarquino Antonio de León Pinelo. En la primera parte de esta división epocal aparecen la obra de Diego de Zorrilla, el ini-cio de los trabajos de Rodrigo de Aguilar y Acuña y del oidor de la Audiencia limeña don Juan de Solórzano Pereira. La segunda fase de la gestión de la Recopilación de 1680 se centra en el espíritu de León Pinelo y durante ella tiene vigencia la publicación de la obra de Aguiar y la última etapa concluye con la Recopilación de las leyes de Indias de 1690. 5.1. En 1603 el Consejo llamó a Diego de Zorrilla para que reali-zara la tarea de enmienda de los libros de las leyes y cédulas de las Indias, lo que equivalía, en el

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ENSAYOS

fondo, a una revisión de los cua-tro libros de Encinas insertos en su Cedulario. En virtud de este encargo, Zorrilla realizó un proyecto de recopilación en nueve libros que no fue aceptado por el Consejo de Indias. Este fracaso o tacha de la obra de Zorita dio lugar a que se aquila-tara lo enorme y ciclópeo de la tarea pensándose en que mejor sería un alcance modesto. Rodrigo de Aguiar y Acuña em-pezó a realizar esta tarea en sus ratos libres y en el Perú, Juan de Solórzano y Pereira empieza a redactar un libro con un plan valioso. Pero desde Madrid el insigne indianista recibe la noti-cia poco estimulante que la tarea la está realizando el Consejo. 5.2.- Al empezar el reinado de Felipe IV llega a España proce-dente del Perú don Antonio León Pinelo quien cursa en 1623 al Consejo la publicación de un Discurso sobre la importancia, forma y disposición de la Reco-pilación de leyes de Indias y el que se propone un plan recopilatorio con los trazos de éste. Este proyecto fue bien reci-bido por Aguiar quien coloca a León Pinelo como ayudante suyo y se plasma la primera parte de "Sumarios de la Recopilación" del primero. Entonces, con la muerte de Aguiar en 1629, León Pinelo ac-túa como único recopilador, si-

guiéndose el plan del Discurso. La obra tiene nueve libros y recibió la aprobación del Consejo de Indias en 1636. No obstante, esta obra no llega a tener sanción legal ni aprobación. León Pinelo muere en 1660 sin ser testigo de la culminación del bagaje recopilador con carácter definitivo. 5.3.- Contemporáneo al trabajo de León Pinelo está el libro de su amigo y condiscípulo Gaspar Escalona y Agüero, quien pre-paró un "Proyecto de Código peruano" del que se escribió la introducción y el índice de cua-tro libros, y su ámbito es el medio indiano criollo. Este trabajo se envió a España el 1° de junio de 1635 y estuvo dedicado a don Lorenzo Ramírez de Prado, del Consejo de Indias. Escalona sólo expuso su idea en una introducción proemial y redactó el índice de los cuatro tomos, aunque en forma incompleta (9). Con la muerte de León Pinelo en 1660, se hizo más apremiante la tarea recopiladora. El Consejo elevó una nota urgiendo la nece-sidad de la obra. Fue nombrada una junta de avance donde desempeñó un rol esencial el trabajo ejecutado por el recopilador Fernando Jiménez Paniagua. Este asumió una actividad protagónica, y se promulgó la Recopilación en 1680 que fue la única de carácter continental. Nunca fue derogada.

6.-El trabajo recopilador de 1680

y su progresión posterior.- La recopilación de 1680 es una obra que es fruto de un trabajo colec-tivo de León Pinelo por su es-fuerzo recopilador, de Solórzano Pereira por su genio y sabiduría, de Jiménez Paniagua por su tarea de ponerla al día para su promulgación desde 1636 y tarea ciclópea de muchos otros que yacen olvidados. Aunque existieron adiciones, co-mentarios y nuevos trabajos en el siglo XVIII, la Recopilación de 1680 subsistió como única en su carácter continental. Aparecieron recopilaciones locales pero nin-guna tuvo este alcance vasto del texto carolino. Por ejemplo, el Cedulario Indico elaborado por el panameño Manuel José de Ayala (1728 - 1805) juntó las dis-posiciones posteriores a 1680 y data del año 1778. 6.1.- En el año de 1755 se consideró conveniente un volumen complementario a la Recopilación de 1680 en calidad de Adiciones. Por este tiempo se empezaron a publicar trabajos complementarios como Comentarios escritos inicialmente por Juan del Corral Calvo de la Torre (1713 - 1737) y seguidos por Tomás de Azúa (1751). El primero de ellos había nacido en La Plata y fue oidor en la Audiencia de Chile, escribió dos volúmenes con comentarios y explicó al rey que su obra constaba de seis. Sólo terminó hasta el tercero. El segundo de los adicionistas fue fiscal de esta audiencia y continuó con el

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trabajo de del Corral. A su muer-te, el virrey designa a José Per-fecto de Salas para esta tarea (1760). Se consideró necesario en 1776 un texto que complementara o suplantara este famoso texto carolino que era obsoleto por las nuevas normas dictadas. Así, Carlos III propuso el nombra-miento de una comisión redacto-ra y a la vez se prohibió que se hicieran glosas o comentarios a la Recopilación de 1690. Este edicto de 9 de marzo de 1776 termina con la fase de adiciones a la Recopilación de 1680. El fardo del trabajo en este nuevo texto recopilador recayó sobre las espaldas del jesuita Juan Crisóstomo Ansotegui, elaboran-dose un sólo libro en cinco años de trabajo. Este sirvió de mate-rial para el abogado panameño Manuel José de Ayala en un tra-bajo titulado "Cedulario Indico". En 1780 el monarca creó una Junta de Leyes para revisar el proyecto de Ansotegui, pero ésta se extralimita en sus funciones y en realidad redacta un nuevo proyecto el que se promulga por Carlos IV en 1792. No obstante esta promulgación, la referida junta revisora solicitó al Rey de-jara sin efecto y suspenda la promulgación de este primer li-bro. Diecinueve años más tarde y ya disuelta la junta de leyes, el rey encargó a Antonio Porcel quien fue secretario de la ante-rior junta de leyes, la revisión del referido proyecto. Su obra

terminó en 1803 pero no fue aprobada por el Consejo. Las turbulencias españolas generaron un compás de espera y ellas se juntan con los sucesos americanos de 1810. En 1818, Fernando VII designó una nueva Junta de Legislación para que terminara la redacción del Nuevo Código sin que se hiciera mayores avances. La era independentista sepultó todos los proyectos y las repúblicas que emergieron a la vida libre cortaron los efectos de la famosa recopilación de 1680. 6.4.- En cuanto al Derecho peruano y americano en general, sucede un fenómeno en el siglo XVIII que Jorge Basadre Grohmann llamaba en sus clases sanmarquinas de desintegración del Derecho indiano, ya que la famosa Recopilación de 1680 no fue cambiada en ninguna región americana y evidentemente se hacía anticuada con el paso de los años. Dentro del ámbito pe-ruano, un libro escrito por un sacerdote franciscano, fray Juan José Metraya y Ricci, adquirió gran importancia en 1819. Es el libro conocido como "El moralista filaléthico" o "El con-fesor imparcial" que tuvo por fin ayudar a los sacerdotes en el cumplimiento de su apostolado de fe. Pero no es de interés sólo para los miembros de la Iglesia católica, por contener una rela-ción de los sistemas de orden moral, las listas de concilios ecuménicos y los errores contra los dogmas de la doctrina católi-ca. También están incluidos en

el libro de Matraya las pragmáticas y cédulas dictadas después de 1680 con criterio cronológico, con lo que adquiere gran valor como fuente jurídica local para el virreinato peruano después de 1680 (10). (1) La información la consigna el muy valioso libro de Juan Manzano Manzano titulado "Historia de las recopilaciones de Indias". Madrid, 1950. p.8. Sobre los antecedentes de la recopilación carolina de 1680 constituyen fuentes directas la ley preliminar de ese texto y las obras de Antonio de León Pinelo "Discurso", "Epítome" y "Aparato Político".

(2) Juan Manzano y Manzano. Op. Cit., pp. 21 y siguientes.

(4) Juan Manzano y Manzano. Op. cit., p. 117.

(5) Vicente Ugarte del Pino. Historia del Derecho Peruano. Copias del curso elaborado por la I. D. 78 - Noche en coordinación con el catedrático del curso. UNMSM. Programa Académico de Derecho. Lima, 1983, pág. 10. Texto a mimeógrafo.

(6) Manuel Serrano y Sanz. "Vida y escritos del doctor Alonso de Zorita". 1909. (como Introduc-ción a la Historia de la Nueva España del mismo autor).

(7) Juan Manzano y Manzano. Op. cit. pág. 286.

(8) Juan Manzano y Manzano. Op. cit. pig. 306.

(9) Este manuscrito se encuentra e n l a Biblioteca Real de Madrid. Escalona Agüero es también autor de Gazophilacium Regium Perubicum que constituye un compendio de Derecho Fiscal.

(10) El libro de Juan Joseph Matraya y Ricci ha sido reimpreso en Buenos Aires en 1978 con un medular estudio de José Mariluz Urquijo.

El título del libro es "E1 moralista Filaléthico Americano, el Confesor Imparcial instruido en la ida theología moral, conforme a las limitaciones indispensables en la América Española". Tomo I, Lima, 1819.

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ENSAYOS

NOTAS PARA LA HISTORIA DE LA MINERÍA

PERUANA José de la Puente Brunke

Desde los tiempos de la con-quista del Perú por los súbditos de la Corona de Castilla, el solo nombre de nuestro país se con-virtió en Europa en sinónimo de opulencia. En efecto, el oro y la plata peruanos constituyeron in-gentes riquezas que llegaron a España y desde allí contribuye-ron al desarrollo económico y comercial del Viejo Mundo. No en vano el Diccionario de la Lengua Española consigna que la expresión "valer un Perú" significa "ser de mucho precio o estimación". Y es que ya el pro-pio Hernando Pizarro se encargó de deslumbrar a la península ibérica cuando hacia allá viajó en 1533 llevando el gran tesoro que suponía el quinto correspon-diente a la Corona en el rescate de Atahualpa. La minería fue la principal acti-vidad económica que se desa-rrolló en el virreinato del Perú.

Sin embargo, si bien fueron sor-prendentes las riquezas que en el siglo XVI se extrajeron de los yacimientos peruanos, en épocas posteriores los beneficios fueron disminuyendo. En este sentido, una de las etapas críticas de la minería peruana estuvo constituida por las últimas dé-cadas del siglo XVIII, tiempo en el cual al agotamiento de los ya-cimientos más ricos se añadió la creciente escasez del azogue, mineral cuya utilización era fun-damental en el proceso de bene-ficio de la plata por amalga-mación. La magnitud de esos problemas condujo a la creación del Tribu-nal de Minería, que se instaló en Lima en 1787. Este organismo agrupó y dio importantes pode-res al gremio de mineros perua-nos, quienes se convirtieron -al menos en teoría- en los máximos

responsables de velar por el buen funcionamiento de la industria minera: entre otras funciones debían explicar a las autoridades los diversos problemas que en-frentaban, y sugerir las corres-pondientes soluciones. En esa línea, el Tribunal pensó crear un banco minero, con el objeto de resolver el problema de falta de capital que la mayoría de mineros afrontaba, y con el fin de ter-minar con la perniciosa labor de una serie de intermediarios que les forzaban a vender la plata a un precio menor. Igualmente, el Tribunal pensó que era impor-tante que se enviase desde Eu-ropa al Perú una expedición mineralógica integrada por es-pecialistas en la materia, que pudiesen contribuir a la recupe-ración de esa actividad. Precisamente ya un tiempo atrás las autoridades españolas habían

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sopesado la misma idea, y em-prendieron la organización de tales expediciones, no sólo diri-gidas al Perú sino también a México. Por entonces los yaci-mientos mineros más desarrolla-dos se encontraban en Alemania y Hungría, hacia donde se diri-gieron funcionarios españoles con la intención de contratar a expertos dispuestos a poner en práctica su experiencia en el Nuevo Mundo. En Alemania co-nocieron a Timoteo Lebaecht von Nordenflicht Auerbach, quien terminaría encabezando la expedición que se envió al Perú. Nacido en 1756 en el seno de una noble familia en Mitau (Letonia), este prestigioso mineralogista había realizado sus estudios en Friburgo, y luego, como especialista en química, metalurgia y minería, había prestado sus servicios al rey de Polonia; recibiendo de dicho monarca el título de barón y la calificación honoraria de "consejero íntimo".

Nordenflicht fue encargado de la búsqueda del personal que lo acompañaría al Perú, de esta-blecer el sueldo que cada inte-grante de la expedición recibiría, y de fijar las diversas condiciones del contrato. La misión mineralógica terminó siendo conformada por 14 personas, las más importantes de las cuales - además del propio barón- fueron Daniel Weber -Vice Director de la misma-, Francisco Mothe - Maestro de Minas- y Antonio Zacarías Helms -Director de Beneficios y Fundaciones. También estuvo

compuesta por operarios que se encargarían de transmitir sus conocimientos en los mismos socavones de los yacimientos. El contrato fue firmado en Dresden el 12 de febrero de 1787, y en virtud del mismo los miembros de la misión se comprometieron a desempeñar su labor en el Perú por 10 años. El salario de Nordenflicht, en su calidad de "Director de la Comisión Metalúrgica del Reino del Perú", quedó fijado en 3,000 pesos anuales, aunque años después fue considerablemente aumentado en razón de la carestía de la vida en Lima que alegó el interesado. También se le otorgaron garantías reales para que pudie-se profesar su religión luterana, así como para leer libros prohi-bidos. En 1788 llegaron a Buenos Aires los integrantes de la expedición, para desde allí encaminarse a Lima. Al pasar por Potosí fueron requeridos sus servicios por el Intendente, y a pesar de que ya esos yacimientos mineros no pertenecían al virreinato del Perú, la comisión permaneció allí más de un año, en el transcurso del cual Nordenflicht inspeccionó las explotaciones e instaló la novedosa maquinaria "de barriles", mediante la cual aseguró que se conseguiría economizar azogue en el beneficio de la plata y aumentar la producción de ese metal, gracias a una serie de in-novaciones que en Europa se habían introducido en cuanto al sistema de preparación del mi-

neral para la amalgamación. Igualmente, hizo una serie de planos de las galenas. En defini-tiva, el paso por Potosí fue al parecer bastante provechoso. A fines de 1790 llegó a Lima, y al año siguiente presentó al virrey Gil de Taboada un amplio informe en el que expuso su opinión en cuanto a la situación de la minería peruana y en lo relativo a las acciones que deberían realizarse para su mejoramiento. Este informe se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla, siendo su título completo el de Tratado del Arreglo y Reforma que conviene introducir en la Minería del Reyno del Perú para su prosperidad, conforme al Sistema y práctica de las Nacio-nes de Europa más versadas en ese Ramo. Tras su llegada a Lima, los miembros de la comisión divi-dieron sus tareas, yendo en principio a Tarma, Huancavelica y Hualgayoc. Por su parte, el barón instaló en la capital virreinal un laboratorio químico-metalúrgico de ensayos. Y logró instalarlo venciendo no pocas dificultades, entre las cuales es-tuvo -según denunció el propio Nordenflicht- la resistencia de los mineros peruanos a los cambios e innovaciones. Pero fuese esto cierto o no lo que el barón no logró demostrar de modo irrebatible fue la superioridad de los sistemas que patrocinó. En los diversos experimentos que hizo en su propio laboratorio demos-

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ENSAYOS posteriormente no pocos mine-

tró que sus métodos suponían un ahorro de tiempo y de mano de obra en el beneficio de la plata, pero no reducían el consumo de azogue, con lo cual -argüían los mineros peruanos- no compen-saba la costosa instalación de las nuevas máquinas. Pero independientemente de la mayor o menor eficacia de sus métodos, habría que decir -en descargo de Nordenflicht- que insistentemente solicitó a las au-toridades virreinales la creación en Lima de un colegio de minería -cosa que no hizo- el cual hubiera sido un elemento enriquecedor en la preparación técnica de los mineros. Es interesante anotar que Alexander von Humboldt quedó a su paso por Lima gratamente impresionado al ver la colección mineralógica que el barón había organizado, al examinar los planos de las minas y sus respectivas descripciones técnicas. Quizá la opinión del viajero alemán influyó en el gobierno virreinal, ya que en 1804 se encargó personalmente a Nordenflicht -luego de un largo tiempo en que fue muy criticado- la realización de una visita general de las minas de Huancavelica, Pasco y Hualgayoc.

Al parecer, los conflictos y malentendidos que el barón tuvo con los mineros peruanos em-pezaron a darse apenas llegó a Lima. Podría esto atribuirse al presunto descontento del gremio por haber sido éste respon-

sabilizado -y no la Real Hacien-da- del pago de los salarios de la comisión mineralógica. Lo cierto fue que ya en el Tratado de 1791 Nordenflicht se mostraba desalentado ante los obstáculos que veían sus deseos de modernización de la minería peruana. Llegó a decir que la presencia de expertos extranjeros no tendría ningún resultado "mientras los mineros de aquí permanezcan en la persuasión de saber más que los extranjeros, y entre tanto no se trate a éstos de otro distinto modo de los que aquí acostum-bran". La idea que nos hemos formado del temperamento del barón nos revela a un hombre muy seguro de sus conocimientos técnicos, y que quizá no supo disimular un cierto desdén hacia las condiciones en las que en el Perú de desenvolvía el trabajo minero. Por ejemplo, cuando llegó a Potosí - antes de su inicial arribo a Lima- fue recibido con entusiasmo; pero

ros de la Villa Imperial se sintie-ron ofendidos por la actitud de Nordenflicht al comprobar sus atrasos técnicos. Pero los conflictos que afrontó en Lima fueron mayores. Tras los citados experimentos en su laboratorio fue tildado "charlatán químico", y la Junta General de Minería exigió a los gobernado-res el retorno a Europa de "esa odiosa comisión", que había costado al gremio alrededor de 150,000 pesos. El laboratorio originó otro problema: al requerir éste para su funcionamiento fuerza hidráulica derivada del río Rímac, este hecho afectó la casa que en la vecindad habitaba Micaela Villegas -la Perricholi-, asunto que ocasionó un largo proceso judicial que finalmente perdió Nordenflicht. Su laboratorio funcionó tan sólo hasta 1794, cuando las autorida-des ordenaron que fuese entregado al Tribunal de Mine-ría, y enviaron al barón a Huancavelica con el fin de vigi-lar la construcción de un nuevo almacén de azogues. Quienes han estudiado la labor de esta comisión mineralógica y la situación de la minería en el Perú, coinciden en señalar que fue mínimo su aporte a la solu-ción de los problemas existentes. John Fisher -en Minas y mineros en el Perú colonial. 1776-1824-supone que una de las causas de ese fracaso debió radicar en el

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hecho de que fueron muy vagas, y hasta desorientadoras, las ins-trucciones recibidas por la comi-sión. La principal función que se le asignó fue la de mejorar los métodos de beneficio de los me-tales; pero también se le indico que su labor debería abarcar la propia minería, aportando mo-dernos métodos europeos para la explotación de los yacimientos. Las instrucciones no brindaban información detallada sobre las particularidades de las minas, ni tampoco indicaban nada con respecto a si se deberían con-centrar esfuerzos en un solo ya-cimiento, o si la misión debería dividir su trabajo en varios de ellos. Como lo señala el citado autor inglés, "la decisión de de-jar dichos detalles a la discreción de Nordenflicht, y consultas con el virrey y el tribunal de Lima, era tal vez sensible en teoría, pero en la práctica condujo a un sinfín de confusiones y desacuerdos". Por su parte, en un trabajo referido a esta expedición mineralógica -publicado en Mercurio Peruano, vol. XXXVIII (Lima, 1957)-Carlos Deustua Pimentel alude a la "ola de descontento" que el virreinato peruano terminó por suscitar la labor de los citados especialistas, a quienes se sostenía económicamente y a cuyo trabajo se le achacaba no haber reportado mejoría alguna en la situación de la minería. Aunque Nordenflicht llegó al Perú premunido de las mencio-nadas garantías reales para profesar su religión, no dejó de

preocupar a la Inquisición su condición de luterano. Durante su estancia en Huancavelica le fueron secuestrados por sospe-chosos una serie de libros alema-nes de metalurgia. También du-rante sus largos años de residen-cia limeña fue amonestado por el Santo Oficio, con la acusación de haber prestado libros prohibidos, cuando el permiso que de la corona era sólo referido al hecho de que él mismo pudiese leerlos. En 1798 había ya vencido el plazo por el cual la comisión mineralógica había sido contra-tada, pero una Real Orden del año siguiente prorrogó su tér-mino. ¿Por qué se mantuvo la vigencia del contrato con una expedición cuyos resultados no habían sido al parecer satisfac-torios? La Real Orden de 1799 reconoció que no se habían al-canzado los objetivos previstos, pero indicó que Nordenflicht y sus compañeros debían seguir trabajando en el Perú hasta que el virrey preparase un informe completo de su desenvolvimien-to. Probablemente en la metró-poli se habrían recibido noticias contradictorias en cuanto al des-empeño de la comisión, y se in-tentaba llegar a conclusiones más claras. Además como el pago a la comisión era responsabilidad del gremio de mineros, se comprende mejor la decisión real de prorrogar sus funciones, ya que no ocasionaba gasto alguno a la Real Hacienda. En 1807 emitió su informe final

un comité especial nombrado por la Corona, concluyendo que la misión mineralógica había cons-tituido un fracaso. Por Real Or-den de 22 de septiembre de 1810 se decretó la conclusión de las labores de la misma. En cuanto a Nordenflicht, había sido autorizado por la Corona para utilizar en el Perú su título de barón, y para que se le diese el tratamiento de señoría, tanto por escrito como de palabra. Se ufanó en Lima de su condición de "consejero íntimo" del monarca polaco, dando a entender que gozaba de gran proximidad hacia su persona, cuando en realidad ése era un título honorífico más que en ese reino se confería a quienes prestaban determinados servicios. Usó con orgullo en el Perú el uniforme oficial que en Polonia se le había otorgado, y siguió luciéndolo incluso des-pués de la desaparición del esta-do polaco, en 1795. Se sabe tam-bién que en la primera década del siglo XIX el barón estuvo bastante preocupado por su futuro en lo económico, previendo que las funciones de la comisión estaban próximas a terminar. Llegó incluso a gestionar -sin éxito-que se le nombrase intendente de alguna provincia que tuviese riqueza minera.

Tras el cese de la comisión, Nordenflicht recibió en 1811 una pensión consistente en los dos tercios del sueldo que en un prin-

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cipio había percibido. Al año si-guiente le fueron otorgados por el gobierno 3,000 pesos para que pudiese realizar un viaje a Espa-ña, ya que pretendía alegar en la Corte sus servicios con el fin de obtener un empleo que le permi-tiese vivir en el Perú de la mejor manera. No pudo retornar a Lima: murió en la metrópoli en 1816. Pero la ilusión de volver se había fundamentado en el hecho de haber él formado en la capital virreinal una familia, al haber contraído nupcias con una aris-tócrata dama: María Josefa Cor-tés y Azúa, la cual había obliga-do al barón a convertirse al cato-licismo antes de la boda. Tuvie-ron cuatro hijos: Pedro, Dionisio, Francisca y Constanza. La baro-nesa fue una mujer bastante culta, aficionada a las letras y autora de unos célebres versos en elogio de Baquíjano y Carrillo, con ocasión de las fiestas que vivió Lima por el nombramiento del oidor y precursor de la independencia como miembro del Consejo de Estado, en 1812. Aunque Nordenflicht no consi-guió en Madrid ninguna merced ni empleo, su esposa siguió go-zando en Lima del sueldo que a él le correspondía, como lo he-mos probado -por ejemplo- a la vista de un recibo firmado por ella misma el 3 de marzo de 1813, por el cual le fueron pagados 166 pesos y 5 reales, correspondientes al sueldo de su marido de ese mismo mes. En cuanto a sus hijos, sabemos por Luis Varela Orbegoso -en sus Apuntes para la Historia de

la Sociedad Colonial- que Dionisio de Nordenflicht Cortés se casó con Clara Dolores Prieto Herrera de la Vega, con la cual tuvo 8 hijos; Pedro, por su parte, fue capitán del ejército realista, pero murió fusilado por los mismos españoles en Oruro, en 1820, por haber intentado adherirse a las fuerzas patriotas (en La Revolución de la Independencia del Perú se refiere Benjamín Vicuña Mackenna a la "ardiente simpa-tía" del capitán Nordenflicht Cortés por la causa separatista). A pesar del poco fruto que dio la misión Nordenflicht, nos ha pa-recido interesante recordarla -ya que se cumplió el año pasado el bicentenario de su llegada a Lima- pues esa expedición constituye una muestra más del interés científico que existió en la España del siglo XVIII, y que al-canzó su punto culminante en el reinado de Carlos III, monarca que autorizó el inicio de la labor del barón, y que había contado con el permanente apoyo de José de Gálvez, ministro de Indias y propulsor de muchas de las re-formas que para sus dominios americanos emprendió la Corona. Tras la desaparición de ambos personajes empezó a notarse una ineficacia cada vez mayor en la gestión de los asuntos indianos, que se reflejó -por ejemplo- en el hecho de que algunos de los planteamientos que Nordenflicht hizo a la Corona estuvieron en la Corte por más de 10 años sin ser contestados. Aunque los méto-

dos patrocinados por el barón para el beneficio de la plata no mostraron mayor eficacia que los tradicionalmente usados en el Perú, la presencia de Nordenflicht pudo ser más útil. Como dice el ya citado John Fisher, "con una mayor coope-ración por parte del Tribunal de Minería y un uso más coherente de los miembros de su equipo por los sucesivos virreyes, Nordenflicht hubiese podido contribuir a mejorar la tecnología minera peruana, posiblemente lo relacionado a los sistemas de desagüe o trabajos subterráneos. En la práctica, a su llegada al Perú se le confiaron demasiadas y diversas tareas e insuficientes recursos para llevarlas a cabo con eficacia, mientras los sucesivos virreyes parecían tener una idea poco clara, particularmente después de la clausura del laboratorio químico, del modo de explotar cabalmente sus conocimientos".

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ENSEÑANDO A VALORAR BOSQUEJO DE UN MODELO

EDUCATIVO

Guillermo Descalzi

La educación, como es bien sabi-do, tiene que ver con la toma de conciencia de valores y con la capacidad para elegir correcta-mente el rumbo de la vida. Algo debe andar mal en el pro-ceso educativo, en muchas par-tes del mundo, porque las gentes están eligiendo la muerte antes que la vida. Nosotros creemos saber cuál es el defecto funda-mental de los procesos educati-vos que conducen a este penoso resultado, y nos proponemos bosquejar un procedimiento para subsanarlo.

En el hombre todo comienza como idea. Antes de librar una batalla, un general diseña men-talmente su plan; antes de cons-truir una estatua, un artista con-cibe su forma. De la misma ma-nera, un maestro, antes de edu-car, analiza su modelo de hom

bre educado y de los valores que lo orientan. Nuestro punto de vista es que los modelos educativos, es decir, las ideas básicas acerca de la educación, son erróneos y que a eso se debe en gran parte la debacle violentista que hoy se abate sobre el mundo.

El error original, aquél que está en el comienzo de los demás, consiste en presumir, como el sofista Protágoras, que Dios no establece la medida de todas las cosas, sino el hombre. La mayo-ría de las gentes no alcanza a comprender los alcances de esta idea, y la acepta como una mera tautología. Cree, que es irrestrictamente obvio que el hombre, todo hombre, es capaz de inventar las pautas llamadas a regular su vida. Pero esta apa-rente verdad no es tan obvia

como, parece. Es más bien un error muy contundente. El hombre no "inventa" ningún valor, ni crea los patrones con que mide la calidad de su vida ni su significado. Para poder crear estos patrones tendría que ser él mismo, el creador del mundo, y de todos los entes que lo pueblan. Naturalmente, sí puede inventar los patrones que regulan el fun-cionamiento de las máquinas que él crea. Pero peca de una vanidad rayana en la locura si cree que puede inventar los patrones para medir la conducta de los seres vivos que él no crea, entre los que él mismo está comprendido. Pero lamentablemente muchos maestros enseñan que el hombre crea su propio mundo y junto con él los patrones de vida llamados a regularlo. Entre estos maestros está de moda la filoso-fía de Jean Paul Sartre y ciertas técnicas de enseñanza de valores

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ENSAYOS

que se deben a los profesores Simon y Kirschenbaum.

Las ideas de Sartre ejercen cierta fascinación en nuestros jóvenes y por eso conviene dedicarles un breve análisis. Sartre satisface los afanes de re-beldía propios de la edad juvenil haciendo suya la frase de Nietzsche "Dios ha muerto", y la adorna con expresiones vacías, pero impactantes, como ésta: "Dios está muerto; antes hablaba y ahora está en el silencio, todo lo que tocamos es su cadáver"(1). Pero no sólo dice trivialidades impactantes, sino que basándose en ellas, exige que el hombre recupere para sí la actividad creadora atribuida a Dios, y pide que en adelante se afirme a sí mismo como el ser por el cual el mundo existe. De allí concluye que al hombre "todo le está permitido" (2). Naturalmente. Si es el creador del mundo, todo tiene que estar-le permitido. "Si he suprimido a Dios padre, -llega a decir- , se necesita alguien para inventar los valores... La vida no posee signi-ficado de antemano... A ti te toca conferirle significado y el valor no es otra cosa que el significado que tú eliges" (3).

En nuestra opinión, la última fra-se formula claramente el error básico en que descansan todos los demás errores pedagógicos de que hoy nos lamentamos. El hombre pretende ser su propio

creador; cree que la vida no tiene sentido de antemano; y que le confiere sentido inventando los valores al momento de elegir el curso de su vida. Después de esto, no es de extra-ñar que mientras haya más y más hombres enseñando a otros hombres con este equipo de ideas, los hombres tendrán que autodestruirse fatalmente. En el fondo está la idea megalomaníaca, fruto de una va-nidad extrema, de que podemos suplantar a Dios. Es la falta de Luzbel cometida por el ego distorsionado de unos hombres rencorosos y extraviados. Luzbel no resulta estar tan lejos como antes se creía. Su trono está en el corazón de muchísimos hom-bres. Allí, en el corazón de los hombres tenemos que luchar contra él. Felizmente disponemos de un buen instrumento para librar esta lucha, es la luz de la conciencia y el bálsamo del amor. Pero de esto hablaremos después. Debemos hablar ahora de Simon y Kirschenbaum, los autores de

un clásico educacional titulado "Clarificación de valores: manual de estrategias prácticas para maestros y estudiantes". El error de estos profesores está en con-siderar que un valor no es un valor mientras no sea "libremente escogido", lo cual constituye una media verdad, y por lo tanto una peligrosa falsedad.

Nietzsche decía "Haz lo que quieras, con tal que sepas que-rer". Querer es escoger. No se trata pues sólo de escoger, sino de "saber escoger". Si alguien escoge o elige alimentarse con carne descompuesta, y beber diariamente un litro de alcohol, no por eso la carne descompuesta y la bebida alcohólica se transforman en valores, por más que hayan sido escogidos libremente. Debemos aclarar que los requi-sitos exigidos por el programa de clarificación de valores, para que un valor sea valor, son 7, a saber:

1. Debe ser libremente escogido. 2. Debe escogerse considerando

sus alternativas. 3. Debe escogerse con conoci-

miento claro de las conse-cuencias.

4. Debe ser apreciado y estima-do.

5. Debe proclamarse pública-mente.

6. Debe ser puesto en práctica. y 7. Debe ponerse en práctica re-

petidamente.

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MERCURIO PERUANO

Pero nosotros sostenemos que ninguna de las seis condiciones que complementan a la libertad de elección hace efectivamente de algo un valor. Alguien, en efecto, puede escoger delibera-damente la violencia como un valor, con consideración clara de sus alternativas y consecuencias, hasta puede halagarle asesinar y proclamarlo así públicamente, y puede poner en práctica repeti-damente su original afición, pero no por ello la violencia resulta ser un valor. Tiene que haber pues, otra u otras condiciones para que lo que escojamos sea un valor. Y por eso decimos que lo fundamental no está en que alguien elija algo como valioso, por más que con-sidere sus alternativas, conozca sus consecuencias, lo aprecie, lo proclame, y lo ponga en práctica muchas veces. Lo fundamental para que un valor sea valor sólo está al alcance de quienes lo buscan con ayuda de los demás y con el necesario reconocimiento de la propia limitación y falibili-dad. En la enseñanza de los va-lores, lo primero que hay que enseñar, por consiguiente, es aprender a "elegir"; y lo peor que puede hacerse es pedir que se elija sin ninguna preparación.

Nuestro punto de partida peda-gógico, por lo tanto, es una idea diametralmente opuesta a la que hoy prevalece en muchos círcu-los educativos. Nosotros creemos que el acto valorativo no comien-za con una elección, sino que

culmina en ella. Comienza más bien con la adopción de diversas posturas o actitudes que son condiciones indispensables de la buena elección. Y por eso, para enseñar a valorar, proponemos un proceso que consta de siete pasos, a saber: 1. Incentivar a los estudiantes para que establezcan los propios límites a sus actos. Esta actitud se basa en el reconocimiento de que nuestro propio bienestar puede verse seriamente perjudicado por una conducta desorbitada. Todo extremo nos daña. Los excesos de más y menos afectan nuestra salud corporal y espiritual. Y por eso es indispensable que comen-cemos por reconocer y fijar los parámetros a que debe someter-se nuestra conducta para no per-judicarnos. Enseñar a hacerlo es el primer paso de la pedagogía axiológica. Por otra parte, todos necesitamos ayuda, y esta ayuda no la podemos recibir cuando provocamos malestar con nuestra conducta. Nadie podría desarrollarse sin alguien que lo cuidase. Nadie es tan fuerte como para no necesitar amor, intimidad y diálogo. Pero nadie puede recibir la ayuda que necesita mientras no delimite su conducta para que no ofenda y arrolle a los demás. 2. Para enseñar a valorar hay que enseñar, en segundo término, a ponernos en el punto de vista ajeno, y ver las cosas desde su

perspectiva, para ampliar la nuestra. No somos los únicos seres con una perspectiva de las cosas. Los otros también las ven, pero de manera distinta. ¿Cómo las ven? Todo depende, en gran medida, de los roles que desem-peñamos dentro de los distintos grupos sociales que integramos. Ejemplo: un hijo ve las cosas distintas que su padre; un estu-diante las ve distintas que su maestro. Los juegos de roles ayudan a ver las cosas desde dis-tintas perspectivas, y amplían de paso la propia. Pero no todo es asunto de ver, sino también de sentir. Es importante que el es-tudiante también se esfuerce por vivir los sentimientos, las nece-sidades y los deseos del otro. Esto le ayuda a descubrir lo que debe hacer. Los maestros necesitan fomentar y orientar los juegos de roles para alcanzar este objetivo. 3. En tercer término, para ense-ñar a valorar también necesita-mos enseñar a superar las con-tradicciones emocionales usual-

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ENSAYOS

mente conocidas como "emocio-nes negativas", para lo que hay que comenzar enseñando a reco-nocer cómo funcionan. La emo-ción es un cúmulo de energía síquica en movimiento. Cuando las emociones son de vivo re-chazo a otra persona, como en el caso del rencor y el odio, no se trata de uno sino de dos cúmulos de energía síquica que combaten internamente entre sí, dentro de nosotros. Al uno lo aceptamos y al otro lo repudiamos, y lo vemos proyectado en las personas que nos provocan disgusto. Entonces es cuando odiamos y sentimos rencor; es cuando vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. La presencia de algún rasgo repudiado en nosotros hace que repudiemos a quien ostenta alguno similar. ¿A alguien le dis-gusta mucho la deslealtad de otro? La mejor curación de su disgusto es hacerle tener presente las ocasiones en que él mismo fue desleal. En fin, todo maestro empeñado en la enseñanza de valores tiene que enseñar a lu-char contra las emociones nega-tivas, porque éstas empañan nuestra conciencia e impiden ver el mundo correctamente. Un buen recurso para alcanzar este propósito lo proporcionan las dramatizaciones, la redacción de guiones, y su debate, tomando como tema la puesta en escena de alguna emoción negativa. 4. Luego, para enseñar a valorar también hay que enseñar a su-perar la autocompasión, que es fuente de una actitud quejosa y

reclamona que distancia a los demás, y encubre la renuncia al esfuerzo y al trabajo. Por eso, nadie puede elegir algo realmente valioso, si antes no aprende a superar la disposición a quejarse y reclamar todo. Esto plantea la necesidad de enseñar a reprimir la autocompasión que dispone al inmovilismo decadente. Una buena ayuda para alcanzar éstos propósitos la proporcionan las técnicas para "detener los pensamientos de vergüenza obsesiva" elaborados por John Bradshaw (1). 5. Un quinto paso en el proceso de enseñar a valorar consiste en fomentar la estimación de sí mismo, en clara contraposición con el fomento de la vanidad. La estimación de sí mismo requiere abandonar los sentimientos fingidos, la pretensiosa afectación, en fin, lo que es "seudo" o "falso" en uno mismo, lo que uno aparenta para producir meros efectos en los demás. En cambio, la vanidad es el sentimiento que alienta el auto-engaño como medio para reforzar la mentira a los demás. En la medida en que un hombre gana autoestima y modera o suprime la vanidad, también gana en capacidad para decidir realmente, o sea para ac-tuar con buena voluntad, lo que es básico para una buena elec-ción. Un hombre vanidoso deriva su bien del malestar de los demás, porque para mantener su edificio de engaño tiene que amedrentar.

La historia abunda en ejemplos extremos de esta verdad sencilla, cuyo análisis proporciona un buen recurso pedagógico para esclarecerla. En cambio, la autoestima se basa en la difusión del sentimiento de bienestar. El mejor medio para difundirla es la alegría, no el miedo. Se fomenta haciendo sentir bien al otro. De allí que una escuela, una clase, un diálogo, en que no predominen la alegría, sino el miedo, resultan nocivos para la enseñanza de valores. 6. En quinto lugar hay que ense-ñar que el amor no es un mero sentimiento que nace por gene-ración espontánea, o por la atrac-ción sexual o emocional. Hay que enseñar qué es, y cómo vivirlo. Hay que enseñar que es una inmensa riqueza y el tesoro más grande que está a disposición del hombre. Sólo nos separa de él la falta de contención, la ausencia de límites a nuestros actos, el egocentrismo que ciega, las emo-ciones negativas, la quejumbrosa autocompasión y la vanidad. Pero una vez vencidos estos es-collos, cualquiera puede apren-der a amar, si aprende a atender, a ver al otro tal cual es, y a comunicar su propio trocito de conciencia con el del otro. El secreto está en aprender que el amor nace de la atención al otro; que basta con prestarle a alguien atención genuina, completa, real, libre de autocompasión, vanidad y emo-ciones negativas, para amarlo. Y que ésta es cuestión de reso-

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lución y de voluntad. Cuando se siguen los cinco pasos anteriores se adquiere la preparación para la primera elección correcta: la de amar. Porque sólo se ama cuando se quiere, cuando se adopta la reso-lución de hacerlo. Y para enseñar a valorar es indispensable enseñar a amar, fomentando el enfoque de la atención de los discípulos en los necesitados que están más cerca de ellos. 7. Y luego, sétimo, hay que ense-ñar que muy por encima de lo material, que se ve y se toca, está el sentido de la vida que no se ve ni se toca; que este sentido está hecho de solicitud, atención, movimiento de ayuda y cuida-do, confianza y alegría, paz y sosiego, bondad, verdad y belle-za; y que todo esto también son necesidades humanas. Que el hombre no sólo necesita alimen-to, habitación y abrigo. Que por encima de estas necesidades meramente materiales que se sa-tisfacen con ayuda del dinero, hay otras mucho más importan-tes y que no pueden satisfacerse aún cuando se acumule todo el dinero de la tierra. El maestro tiene que abrir los ojos de sus discípulos a estas necesidades, y debe ponerlo en el camino de su satisfacción. Se trata de las nece-sidades espirituales, es decir, de las que dan sentido a la vida y que nos permiten darnos cuenta de que todos contamos con un apoyo superior a nosotros mis-mos para satisfacerlas, que lla-

mamos Dios.

Tanto el sexto como el sétimo paso presuponen la transforma-ción interna que evangélicamente recibió la designación de "metanoia". Se trata de una re-volución en la mentalidad, en el modo de ver y juzgar del discí-pulo, que afecta toda su percep-ción del mundo. No se opera en el plano del intelecto sino en el de la asimilación de las percepciones. Por lo tanto no puede enseñarse teóricamente. Lo que el maestro tiene que hacer es proporcionar ocasiones para que la transformación pueda tener lu-gar, y participar mediante el diá-logo, en el análisis de las viven-cias correspondientes. En este caso el maestro tiene que haber avanzado un paso más allá que el discípulo. Es indispensable que él sea fuente de alegría confiable en vez de un temido poder que amenaza y avergüenza.

El objetivo del sétimo paso es satisfacer las ansias del Dios vital que le permitirá al discípulo expandir su vida más allá de lo meramente material. Cuando un hombre no satisface esta necesi-dad, frustra su desarrollo, se es-tanca y empieza a deformarse. La Educación actual no cumple con su función. Está llamada a fomentar el desarrollo de los hombres, pero los estanca y de-forma. Lo hace así, porque no reconoce las necesidades espiri-tuales, niega a Dios y desvía al hombre de su fin último, conde-

nándolo a morir para las dimen-siones superiores de la vida, y hasta en un sentido literal del término.

Pero sí es posible otra educación. Y aquí hemos bosquejado el modelo que actualiza esta posibilidad. Para enseñar a valorar hemos propuesto una estrategia de siete pasos que consiste en enseñar a: 1. Fijar los límites a la propia

conducta. 2. Ampliar la propia conciencia

poniéndose en el punto de vista ajeno.

3. Superar las emociones negati-vas.

4. Superar la autocompasión. 5. Fomentar la estimación de sí y

reducir la vanidad. 6. Decidirse a prestar atención a

los necesitados. 7. Buscar la satisfacción de 1as

necesidades espirituales.

(1) Situaciones (I) 1947. (2) El existencialismo es un

humanismo, 27 (trad. esp. 1947.) (3) Op. Cit. 58.

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ENSAYOS

MENTIRA (Ensayo sobre la Población)

Arturo Salazar Larraín*

La población es el punto en que se cruzan todos los caminos de la humanidad: el de la historia, el de la política, el de la economía, el de las guerras, el del trabajo, el de la cultura... La acepción más pertinente del lenguaje refiere el término po-blación a la acción de poblar y ésta a "la acción de ocupar con gente un sitio para que se habite o trabaje en él"(1). Poblar es, pues, extender y fijar en un espacio determinado una pluridad de personas que, entre sí, tienen la característica común de su condición humana y de su propósito de vivir. Poblar es, por tanto, extender la vida y hacerla posible; es humanizar el derre-dor. No obstante, poblar se ha con-vertido casi en sinónimo de acti-vidad delictiva. Términos como

"sobrepoblación", "explosión demográfica" o "bomba de la población" traducen el pánico que, finalmente, se ha logrado transmitir ante la posibilidad de que la vida, así multiplicada haga aquello sin lo cual dejaría de ser vida: prolongarse. No obstante, se ha planteado que la multiplicación de la especie se ha convertido en una amenaza para la misma especie: a) por sus efectos negativos sobre el mecanismo de la actividad económica que depende del uso y consumo de stock de recursos naturales y de capital disponibles. b) por sus efectos sobre la organización social, que se tornaría crítica debido a la polución humana de la aglomeración, la congestión y las demandas crecientes e insatisfechas.

Una Modernidad Muy Antigua

El punto de partida científico de esta alarma data del 7 de junio de 1798, fecha en la cual Thomas R. Malthus publicó su primer enfoque sobre la población en respuesta a "las especulaciones de Mr. Godwin, Mr. Condorcet y otros escritores" (2). Pero tanto el tema como su enfoque y sus principales consecuencias prác-ticas (tales como las políticas coercitivas y el control de la natalidad) vienen desde muy atrás. Decía Euripides que "la Guerra de Troya fue debida a una insolente abundancia de gente" (3). Asumiendo que esa "insolente sobrepoblación" (las especulaciones sobre la población total del mundo antes de Cristo la sitúan entre 2 y 20 millones) hubiese seguido el ritmo de progresión malthusiano, no se comprende cómo, siglos después de la Guerra de Troya, Polibio sostuviera en su Historia que Grecia:

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La represión de la natalidad hinca sus raíces en lo más profundo de la historia. No hay necesidad de recordar el sacrificio de los niños pequeños o malformados en la roca Tarpeya de la Esparta confrontada con Atenas ni otros episodios igualmente crueles de la historia antigua, para concluir que el control de la natalidad, aunque con formas diferentes, es cosa del pasado más remoto. Pero el Presidente Fujimori, en estos finales del siglo XX, afirma que la defensa de la vida, que asumimos los cristianos -y no las políticas antinatalistas, la coerción estatal a las parejas y el control de la natalidad-, es regazo de una concepción medioeval y primitiva del problema de la población. Esas políticas represivas, que las autoridades peruanas, algunos periodistas y científicos sociales reclaman como modernas; son una vieja tentación del despotismo ilustrado más anti-guo que se conoce. Las prescripciones que en mate-ria de población daba Aristóteles 308 años antes de Cristo, por ejemplo, son las mismas de hoy. Vale la pena recordarlas. Por lo pronto, para Aristóteles, el

gobernante debe asumir como parte natural de su poder el derecho de disponer no sólo de la vida concreta y presente de los demás sino, incluso, la de aquellos que no han nacido o están por nacer.

"a semejanza de los demás artesanos, como el tejedor y el constructor de naves, que tienen que disponer de la materia necesaria para su trabajo (y cuanto mejor preparado esté más bello resultará el producto de su arte), así también el político y el legislador tienen que disponer de la materia que les es propia y ésta tiene que hallarse en las debidas con-diciones", Política, 136a(s).

Como para que no quepan du-das, a renglón seguido Aristóteles se refiere a la población como "el primer recurso de una ciudad". ¿Nos debe extrañar que, desde entonces, los gobernantes consideren como "materia que les es propia" la libertad

de procrear de sus ciudadanos?. Este despotismo ilustrado, de lesa intimidad, subsiste en nuestros días bajo la forma de las diferentes políticas de población, incluso internacionales. Establecida así la jurisdicción del político, Aristóteles sienta los principios de contabilidad demográfica que deben asumir los gobernantes, tal y como aún se practica hoy.

"...Podría suponerse que más necesario que fijar la cantidad de bienes es fijar el número de hijos, de suerte que no se engendren más de cierta cantidad, y establecer ésta teniendo en cuenta las probabilidades de que mueran algunos de los que nacen y la infecundidad de los otros. El descuidar esta cuestión, como ocurre en la mayoría de las ciudades, acaba por ser necesaria-mente causa de la pobreza para los ciudadanos, y la pobreza engendra sediciones y crímenes", Política, 1265b.

Estos son los parámetros de to-dos los enfoques de la población, desde Malthus hasta Paul Ehrlich. Compárece, si no, el texto aristotélico con el siguiente de R.T. Ravenholt, no hace mucho el número 1 de la US Office of Population:

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"sufre de una suspensión de la procreación y de una escasez de hombres tal, que las ciudades se han despoblado, y que hay esterilidad sin que hayamos sido atacados ni por guerras continuas ni por conse-cuencias desastrosas" (4).

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ENSAYOS

"si la explosión de la población prosigue sin control se origina-rían tan terribles condiciones económicas que de ellas se segui-rían inmediatamente revolucio-nes. Y las revoluciones son muy difícilmente, o en absoluto, nada beneficiosas para los intereses de los Estados Unidos" (6). Platón fue aún más radical. Sus prescripciones sobre el control de la natalidad en La República o Las Leyes pueden ser suscritas por cualquiera de nuestros polí-ticos y gobernantes: como se sabe, La República es la madre de todos los estatismos. Allí prescribe: "Los magistrados deberán regla-mentar el número de matrimo-nios para mantener el mismo número de hombres, reparando los huecos producidos por las guerras, las enfermedades y otros accidentes y para que el Estado, en la medida de lo posible, no aumente ni disminuya", La República, I, II. No extraña que más adelante, como lo destaca Gonnard, Platón proponga "declarar sacrílegos a los ciudadanos que se permitan ser padres fuera de los límites de edad y de las condiciones previs-tas por la ley". Ni tampoco que La República siente los primeros presupuestos de la selección genética de los mejores que, en el fondo, se encuentra en las políti-cas de población que ensayan los gobiernos de acuerdo a sus con-veniencias políticas:

"...es necesario que los mejores hombres se unan sexualmente a las mejores mujeres la mayor parte de las veces; y lo contrario, los más malos con las más malas; y hay que criar a los hijos de los primeros, no a los de los segundos, si el rebaño ha de ser sobresaliente"(7). Es evidente que Mao siguió las prescripciones aristotélicas y que Hitler lo hizo con las platónicas. En ambos casos, nadie osa referirse al fracaso estruendoso de tales políticas de población, asumiendo, sin embargo, la tesis general de cada una de ellas: la represión política de la natalidad y la selección genética de "los mejores". La vieja represión de la natalidad ha resistido el paso de los tiempos. Se habla ahora, sin embargo, de la "modernidad" de estas ideas. A su probada antigüedad ha unido siempre la crueldad y el crimen, desde la roca de Tarpeya hasta el aborto legalizado de nuestros días. A lo largo de los años y los siglos esa concepción represiva de la natalidad se ha mantenido. Algunos de sus extremos, entresacados de la abundante relación que da Gonnard en su "Historia de las Doctrinas de la Población", son las siguientes (8): Un consejero del Rey de Sajonia en su libro "Del exceso de Población en la Europa Central" propuso "la castración anual de cierto número de niños

de las clases populares y la infibulación (especie de cinturón de castidad) de los varones a partir de los 14 años" (Weinhold, 1827). Sismondi en su Noveaux Principles (1819) sostenía que a los grandes propietarios y em-presarios les asistía "el derecho de impedir el matrimonio de sus asalariados". "Un tal Marcus", según Gonnard, propuso para la solución del problema de la población nada menos que "la asfixia sin dolor (painless extinction) de una parte de los recién nacidos". No pre-cisaba la proporción pero debe suponerse que tal proporción era el resultado matemático del cál-culo de "exceso" y de la progresión que arbitrariamente habían hecho las autoridades. Chateubriand en su Genie du Christianisme calificaba, de acuerdo al espíritu de la época, como "plaga de los imperios" a la población.

Juan Bautista Say en su Cours

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(1828) extendía una receta para el desarrollo económico y el pro-greso de la humanidad: "ahorrar dinero antes que engendrar hi-jos". Y en nuestros días Paul Ehrlich, en su "bestseller" The population Bomb, sostenía imperativamente: "No podemos ya permitirnos tratar tan sólo los síntomas del cáncer del creci-miento de la población; el mismo cáncer debe ser extirpado". Kingsley Davis, que también ad-quirió fama internacional por su radical antinatalismo, sostenía al viejo estilo platónico: "se puede decir que la superreproducción (esto es, engendrar más de dos hijos) es el crimen peor que debe y tiene que ser declarado fuera de la ley" (1968, Elliot et al). Como se puede apreciar, la ac-tual concepción del problema de la población no difiere, en esen-cia, de las que estuvieron en boga en las épocas más remotas y primitivas de la historia; lo único que ha ocurrido es su racionalización en el sentido so-ciológico del término. Se presenta la Edad Media como una larga etapa de oscurantismo. En el caso de la población y de la perspectiva desde la cual se le analizó, esa edad muestra, sin embargo, una iluminación espe-cial. Desde el Siglo XIII surge,

como un haz de luz, Tomás de Aquino -que en tantos aspectos fue el que asimiló Aristóteles a la cultura cristiana y representó la razón iluminada por la fe-(9), para enfrentar precisamente a Aristóteles, demógrafo del con-trol y la represión de la natalidad.

"Es notable -dice Gonnard-que, desde este punto de vista, la influencia aristotélica, tan poderosa entonces en otros asuntos, haya sido nula. El moralismo cristiano no po-día admitir este sacrificio de la virtud individual en aras del interés, real o su-puesto, del Estado...Quae familia plus multiplicatur in prolem, dice Santo Tomás, amplius cedit ad firmamentum politae, co-locándose en el punto de vista de la ciudad, esto es la contrapartida de la tesis de Aristó-teles(10).

Quienquiera revise con detenimiento los textos de Aristóteles y Platón sobre la po-blación tiene que percibir el contexto de una época en que la autoridad del Estado lo era prácticamente todo. Tiene que convenir, también, en lo relativo que era hablar entonces de sobrepoblación, congestión y escasez de recursos naturales.

(*) Introducción de un libro en preparación

(1) Diccionario de la Lengua Española, Vigésima Edición, Madrid, 1984.

(2) El título completo de la primera edición de la obra es "An Essay on the principles of Population, as it effects the future improvement of Society with remarks on the speculation of Mr. Godwin. Mr, Condotcet and other writers". La versión castellana es de Alianza Editorial, Madrid 1968, y lleva por título "Primer Ensayo sobre la Población".

(3) G.L. Sulzberger, NYT 18.9.77, en Julian L. Simon 1980, 1986:192.

(4) Citado por Bouché-Leclerq, en Gonnard 1945:101-2

(5)Para ésta y otras citas he consultado la Política en la traducción bilingüe de Julián Marías y Maria Araujo, Madrid 1983. Para La República y Las Leyes de Platón, Obras completas, Aguilar, Madrid 1981 y/o las referencias de Gonnard, ob.cit.

(6) "Evening Press, Dublin, 12.5.1977 en IL Simon, l986. El crecimiento de la población, sin el control internacional, «fomenta «desórdenes políticos y civiles" sostendría un año después el AID en un documento de la US General Accounting Office.

(7) La República. 459d, Gredos, Madrid 1986; traducción que me parece más directa que la de Aguilar. (8) Citados por Gonnard, ob. cit. (9) Cfr. "Tomás de Aquino", Pedro Santidrián, Madrid, 1984.

(10) Gonnard 1945:126-127

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ALGUNAS NOTAS SOBRE EL REPARTO DE COMPETENCIAS

LEGISLATIVAS ENTRE EL ESTADO YLAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS EN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA

DE 1978

Rosario Pacheco Barandiarán

A la memoria de mi padre, César Pacheco Vélez. Gracias a su generosidad y apoyo este modesto homenaje es posible.

La opción entre un Estado uni-tario y uno federal no suscitó mayores polémicas durante la elaboración de la Constitución española de 1978. El artículo 2º consagra la indisoluble unidad de la nación española. España es hoy una nación soberana con un único sujeto de autodeter-minación que es el pueblo espa-ñol. De allí se deduce que no es posible la separación de alguno de sus territorios por la voluntad exclusiva del mismo. Pero ello no obsta a que la Constitución buscase dar solución al proble-ma de las nacionalidades que conviven en el país. Si bien se evitan concepciones federalistas, se conceden altos márgenes de

autonomía a las distintas Co-munidades. La definición territorial del Esta-do español tiene en los Estatutos de Autonomía una pieza clave en su definición pues llevan a la práctica las posibilidades de concreción autonómica que la Constitución enuncia. Depen-diendo del supuesto de elabora-ción de los Estatutos por el que las distintas Comunidades opta-ron en su momento, el techo competencial variará. Existen, pues, Comunidades Autónomas con mayor techo competencial que otras. Dejando este tema de lado, nos centraremos en algu-nos de los problemas que se pre-

sentan al estudiar el reparto de competencias legislativas entre las Comunidades Autónomas y el Estado. Precisemos ahora al-gunos de los conceptos conteni-dos en el Título VIII de la Constitución y en los Estatutos de Autonomía: Ambas normas utilizan el concepto de "exclusividad" al repartir las competencias entre ambos entes. Una primera y su-perficial lectura nos llevaría a concluir en que el sistema jurídico español consagra la doble lista, típica de la organización federal: serían competencias exclusivas de las Comunidades Autónomas las consagradas en el artículo 148º y exclusivas del Estado las previstas en el artículo 149º

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de la Carta. Sin embargo, ello no es así por las siguientes razones: a) el artículo 148º señala una se-rie de competencias que las Co-munidades autónomas «podrán» asumir. Es decir que se pueden presentar tres situaciones: que el Estatuto efectivamente suma di-chas competencias; que asuma parte de ellas revirtiendo el resto al Estado en virtud de la cláusula residual contenida en el artículo 149.3º, o que asuma competen-cias del articulo 148º y del 149º, si se tratase de Comunidades Au-tónomas que se acogieron al pro-cedimiento especial para elabo-ración de sus Estatutos; b) el artículo 149º contiene una lista de materias y facultades y por ello en algunos casos serán las facultades y en otros las materias lo que competa exclusivamente al Estado; y, c) el propio Título VIII de la Constitución prevé la modifica-ción extra estatutaria de la distri-bución de competencias, bien sea ampliándola por la vía de la de-legación legislativa o limitándola por medio de las leyes de armonización. Otro término que es preciso acla-rar es el de la «competencia». Quienes mejor definen este con-cepto son Muñoz Machaco y Avelino Blasco (1983:311) «... el sujeto o titular es el ente que detenta la competencia... el obje-to de la competencia es siempre la materia sobre la que recaen las

facultades concretas que detenta el titular... el contenido está constituido por determinadas facultades o potestades que recaen sobre el objeto de la competencia, es decir, sobre la materia. El contenido de la competencia es siempre determinados poderes o facultades que sobre una materia detenta el titular de aquélla...» Ahora bien, para algunos auto-res como García Trevijano y Entrena Cuesta la competencia es exclusiva cuando se atribuye a un solo ente. Para otros autores, como Salas, la competencia es exclusiva cuando además es excluyente. Sin embargo, nos aclarará mejor el concepto Muñoz Machado (1979:72) «...para calificar una competencia como exclusiva de un ente pueden utilizarse básicamente dos criterios: según el primero la competencia es exclusiva cuando el ente que los ostenta dispone totalmente de la materia que se trate, pudiendo ejercer sobre ella toda suerte de facultades legislativas o

ejecutivas; según el segundo, una competencia puede consi-derarse exclusiva cuando el ente que la tiene atribuida puede uti-lizar sobre ella todas las potesta-des de una determinada cali-dad...». Si dos entes detentan una competencia de idéntica naturaleza sobre una misma materia se trata de competencia compartida o concurrente. De acuerdo a lo expuesto, podemos clasificarla competencia dentro de las siguientes categorías: a) competencia integral o absoluta: Toda la materia y todas las fun-ciones que inciden en su ordenación y en su ejecución es-tán en manos de un solo ente. Se suele llamar también competencia separada, en relación a las competencias de otros entes. b) competencia exclusiva limita-da: La exclusividad recae en la materia o en todas las funciones de una misma calidad (legislativa o ejecutiva). Se puede, pues, compartir el ámbito material ejerciendo competencias exclusivas; c) competencias compartidas: Dos entes ejercen funciones de la misma calidad sobre la misma materia. Sería el caso, por ejemplo, de la legislación base y la de desarrollo; la competencia funcional es exclusiva pues quien elabora la norma base no puede posteriormente desarrollarla;

d) competencia concurrente: Se ejercen funciones de distintas

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karla
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calidades sobre la misma mate-ria. De esta categoría no nos ocu-paremos en el presente trabajo; y,

e) competencia indistinta: La misma facultad sobre idéntica materia es atribuida indistin-tamente a dos o más entes. Este es el caso de la cultura, a la que el artículo 149.2º reconoce como de competencia estatal sin perjuicio que sea tratada por la legislación autonómica, como lo prevé el artículo 148.1.17º de la Constitución. Estas categorías nos permiten di-ferenciar los distintos supuestos de exclusividad funcional (com-petencia absoluta y competencia exclusiva limitada) y material (competencia compartida, com-petencia concurrente y compe-tencia indistinta). En última precisión, si bien la distribución funcional de las competencias no ofrece mayores problemas interpretativos ya que un criterio vertical define y deli-mita claramente los tres ámbitos señalados por la doctrina (fun-ciones legislativa, reglamentaria y ejecutiva) no sucede lo mismo con el reparto material que sigue un criterio horizontal. Efectiva-mente, no siempre es fácil esta-blecer el límite entre una materia y otra; para resolver los posibles conflictos son de utilidad los si-guientes principios: a) principio de coherencia: La competencia funcional sobre

una materia sólo puede ser ejer-cida por un ente ya que la Cons-titución no contempla la duplicidad de competencias. Las sentencias del Tribunal Constitucional 157/1985, 17/1986, 33/ 1982 y 94/1985 así lo corroboran; b) principio de completud: Implica que no hay vacíos competenciales, parte o la totalidad de una materia pertenece a uno u otro ente. Este principio no puede ser interpretado extensivamente porque se reduciría el contenido de la cláusula competencial. Se encuentra plasmado en las sentencias 58/ 1982 y 32/1983; en contra del principio las sentencias 67/1983 y 95/1985 del Tribunal Constitucional; c) principio de no vaciación de la materia: Significa que cada materia es el límite de la materia más próxima. Se trata de un principio capital cuando distintos entes ejercen funciones sobre una misma materia. La vaciación es la clave del principio pues significa la anu-lación total del contenido esencial de una materia por otra. De la amplitud del concepto de vaciación dependerá la operatividad del principio; d) principio de instrumentalidad: La conexión entre las materias puede darse a distintos niveles: relación medio-fin, materiasubmateria, materia sustantiva-materia adjetiva, etc. Este principio es poco operativo porque la

propia Constitución establece la instrumentalidad de ciertas ma-terias; y, e) principio de especialidad: Implica que al interpretar debe prevalecer el título especial so-bre el general. Este principio no es de fácil aplicación porque el reparto competencial no se ha establecido horizontalmente sino atendiendo a criterios materiales y funcionales. Todos estos conceptos, de poca precisión conceptual, se verán matizados con las técnicas de modificación extraestatutaria de las competencias, establecidas en los artículos 150.2º y 150.3° de la Constitución.

LAS COMPETENCIAS ABSO- LUTAS DEL ESTADO:

Pese a que el artículo 149º de la Constitución española establece que contiene competencias ex-clusivas del Estado, tal afirma-ción debe matizarse pues en el mencionado artículo regula también competencias exclusivas

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limitadas, competencias com-partidas y competencias concu-rrentes. Las competencias exclu-sivas del Estado en la que nos detendremos responden a crite-rios de soberanía, unidad nacio-nal, solidaridad, etc., criterios que no sólo encontramos en el Título VIII de la Constitución sino a través de una interpretación sistemática de todo el texto constitucional. La calificación de exclusividad supone el carácter necesario, permanente e intengible de la titularidad de la misma en el es-tado, presentándose de este modo como límite del principio autonómico del artículo 2º. Di-cho ésto, las consideraciones a tener en cuenta son: a) Unidad Nacional - principio de autonomía: La indisolubilidad de la nación española se materializa y funcionaliza en la formulación de las competencias exclusivas del Estado. De otro lado, el artículo 2º reconoce el principio au-tonómico. García de Enterría (1982:75) nos explica "...el con-junto de las competencias exclu-sivas del Estado definidas en el artículo 149.1 de la Constitución se nos aparecen netamente como ordenadas a construir, preservar y reforzar de manera permanente la unidad nacional y su coheren-cia última, por encima de los particularismos de las nacionali-dades y regiones en que dicha unidad se descompone, particularismos que la Constitu-

ción protege también, como ya notamos. Este es el sentido del artículo 2º de la Constitución..."; b) Soberanía: El propio Tribunal Constitucio-nal en su sentencia del 28 de julio de 1981 ha recogido la idea principal que engloba este principio de soberanía: "el Estado titular de soberanía" frente a "las Comunidades Autónomas caracterizadas por su autonomía política". Las competencias del Estado por razón de soberanía serían las siguientes: artículo 149.1.2º (nacionalidad, inmigración, extranjería y derecho de asilo), artículo 149.1.3º (relaciones in-ternacionales), artículo 149.1.4º (Defensa y Fuerzas Armadas) y artículo 149.1.5º (Administración de Justicia); c) Igualdad de derechos de los ciudadanos: El artículo 149.1.1º de la Consti-tución contiene este principio

como expresión de la obligación constitucional general de garan-tía de la igualdad impuesta a to-dos los poderes públicos y del minimun de igualdad formal en el ejercicio de todos los derechos y cumplimiento de todas las obligaciones de los ciudadanos. Esta competencia integral del Estado tiene una doble virtualidad: por un lado, es una cláusula general de intervención de los supuestos de violación del minimun de igualdad por parte de una o varias Comunidades Autónomas; de otro lado, puede ser ejercida espontáneamente por el Estado, es decir, que la viola-ción no supone el supuesto habilitante para su ejercicio. d) Unidad de la política económica: La política económica es el pro-ceso de elaboración de decisiones para resolver los problemas económicos de la sociedad; comporta la fijación de objetivos a alcanzarse a través de la incidencia en diversos instrumentos como la moneda, el crédito, la hacienda pública, etc. Así lo establecen los artículos 2º, 139º y 148º.1.13º de la Constitu-ción. Tornos Mas (1983:324) apunta que "...parece posible deducir que la Constitución y los Estatutos de Autonomía ha reconocido al Estado la competencia exclusiva en materia de política económica, ya sea reservando a éste la totalidad de la regulación de un instrumento (la política monetaria), atribuyéndole también de forma exclusiva la

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ordenación de otro de ellos (polí-tica de precios), y estableciendo unos límites muy fuertes en rela-ción a los restantes (por ejemplo, política crediticia)...". Que el único centro discrecional de la política económica sea el Estado no significa negar a la región un papel protagónico en la vida económica pues hay muchos sectores que no son ins-trumento de la política econó-mica y que por lo tanto podrán ser regulados por las Comuni-dades Autónomas; y, e)Las leyes orgánicas: Independientemente de los principios que informan acerca de las competencias absolutas del Estado, el artículo 81º de la Cons-titución nos otorga una segunda clave para ubicarlas, toda vez que las leyes orgánicas son de tra-mitación exclusiva de las Cortes Generales. En efecto, si concor-damos los principios antes expuestos con las materias que por mandato constitucional requieren una ley orgánica tendríamos el siguiente listado: la unidad nacional (Consejo de Estado, ar-tículo 107º; la intervención ex-cepcional de las Cortes generales en materia autonómica, artículos 144º, 147.3º, 150.2º, 151.1º y la Disposición Transitoria Quinta), la soberanía (bases de la organi-zación militar, artículos 8.2º y 149.1.4º; reforma constitucional, artículo 75.3º; celebración de tra-tados internacionales, artículos 93º,149.1.3º; la organización ju-dicial, artículos 122.1°,136.4º,165º y 149.1.5º), la igualdad de dere-

chos y deberes de los ciudadanos contenida en los artículos 15º al 29º, 53.1º, 54º, 55.2º y 149.1.1º; y la unidad de la política económica contemplada en los artículos 75.3º y 157.3º.

LAS COMPETENCIAS EXCLUSIVAS LIMITADAS: El artículo 149° de la Constitu-ción contiene un listado de competencias exclusivas li-mitadas del Estado y de las Co-munidades Autónomas, de competencias compartidas, competencias concurrentes y de competencias indistintas. Nos centraremos en el estudio de las competencias exclusivas: del Estado (leyes marco, leyes de transferencia y delegación legislativa) y de las Comunidades Autónomas (leyes de armonización). Las competencias exclusivas del Estado se anuncian directamente en la Constitución, ello significa que hemos de buscar allí su alcance. Tales competencias vienen prescritasen el artículo 149°

y en el juego de las competencias establecidas como exclusivas gracias a la cláusula residual del apartado 3° del mencionado artí-culo. El Estado ejerce su compe-tencia exclusiva limitada a través de normas con rango de ley formal emanadas del Parlamento y del Gobierno en los supuestos de Decretos Legislativos y De-cretos Leyes conocidos en el Perú como Decretos de Urgencia del artículo 211° inciso 20 de la Constitución) o a través de nor-mas reglamentarias. Al respecto, García de Enterría (1982:67) aclara: "... no hay base alguna, en efecto, en el texto constitucional para pretender que las compe-tencias exclusivas limitadas del Estado deban ser ejercidas, cuando de su normación se trata, precisamente a través de Leyes formales. Como todo evidencia, en el artículo 149.1°, no se formula, ni directa ni indirectamente, ninguna reserva constitucional en favor de la Ley, como se hace, sin embargo, con toda explicitud en otros lugares de la Constitución...". En principio, y aunque no hay acuerdo en la doctrina sobre ello, las competencias exclusivas limitadas del Estado serían las contenidas en los siguientes apartados del artículo 149.1° de la Constitución: 9° (propiedad intelectual e industrial), 10° (comercio exterior, régimen aduanero y arancelario), 12° (pesas y medidas, determinación de la hora oficial), 20° (marina mercante y abanderamiento de buques, iluminación de costas y señales marítimas, puertos

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de interés), 21° (transporte terrestre, régimen general de comunicaciones), además de los apartados 22°, 24°, 26°, 30°, 31° y 32° y de aquellas materias que revierten al Estado en función de la cláusula residual. Las competencias exclusivas de las Comunidades Autónomas serán aquellas que cada Comunidad haya asumido a la hora en que se elaboró el respectivo Estatuto. Las normas que en virtud de ellos se dicten tendrán vigencia únicamente dentro del territorio de esa Comunidad Autónoma. Pero recordemos que no todas las Comunidades Autónomas han alcanzado el mismo techo competencial y que precisa-mente por ello entra en juego la cláusula residual. Detengámonos un poco en su estudio. Se trata de la tercera pieza del sistema que opera como cláusula de cierre de la distribución competencial. Aparentemente podría presen-tarse como una doble cláusula: todo lo que la Constitución no atribuye expresamente al Estado podrá ser asumido por las Co-munidades Autónomas en virtud de los Estatutos sería la primera cláusula y todas aquellas mate-rias que no fueran asumidas por los Estatutos revierten al Estado sería la segunda de las cláusulas. Ambas cláusulas en virtud del artículo 149.3° de la Constitución; pero la mecánica de este artículo no es ésta pues estaríamos frente a una regla de distribución competencial. La interpretación de la primera parte de esta doble cláusula supone la potestad de las Comunidades

Autónomas, gracias a los Estatutos (y al techo que éste haya alcanzado), para regular todas las materias comprendidas en el artículo 148°, para legislar sobre algunas de las materias del artículo 149° y para ordenar aquellas materias no atribuidas expresamente por la Constitución al Estado; estable-ciéndose así el área material máxima que podría contener un Estatuto. Y la clave de esta inter-pretación está en que la Consti-tución utiliza la fórmula "podría corresponder" y no "correspon-dería", con lo cual establece una potestad de la cual el Estatuto puede o no hacer uso. En la se-gunda parte de la doble cláusula sí que estamos ante una cláusula de cierre; en la actualidad, el pa-pel de ésta es menor porque los Estatutos trataron en su día de alcanzar el techo competencial máximo. El Tribunal Constitu-cional cuenta con muy pocas sentencias sobre este tema. Hemos dicho que las competen-cias exclusivas limitadas del Es-tado son susceptibles de transfe-rencia o delegación por parte del Estado hacia las Comunidades Autónomas. Tal posibilidad está contemplada en el artículo 150.2° de la Constitución (y también en otros ordenamientos europeos como es el caso del artículo 118° de la Constitución italiana o de los artículos 84.5° y 85° de la Ley Fundamental de Bonn, entre otros). Veamos a qué apuntan cada uno de estos dos conceptos: la transferencia supone el traslado temporal

de las competencias de un órgano y no la atribución que siempre es originaria e irrenunciable; la delegación en cambio, significa que un órgano ejerce facultades originariamente correspondientes a otro en virtud de un título derivativo que lo legitima para actuar. La legitimación dura mientras la voluntad del delegante así lo desee. Al respecto, Tomás Ramón Fernández (1975:25) nos dice "... se alude, en concreto, a dos técnicas distintas ("transferir o delegar" dice el precepto) -la descentralización propia y la delegación inter-subjetiva-, aunque muy próximas una de la otra. Desde un punto de vista general, la diferencia básica entre una y otra deriva de la diversa mecánica del traspaso competencial. En el caso de la descentralización, el traspaso o transferencia se realiza directamente por la norma, de forma que sólo otra norma del mismo o superior rango podría poner fin a ella; en el supuesto de la delegación, en cambio, el traspaso que la norma posibilita en términos generales se realiza por la Administración delegante en base a consideraciones de oportunidad cuya valoración la ha encomendado la norma de co-bertura, la cual hace posible la revocación de la delegación en cualquier momento por razones de ese orden. En ambos casos, el ente que realiza el traspaso retie-ne determinados poderes de tutela, que son a los que alude el artículo 150.2°, al remitir a la co-rrespondiente Ley de cobertura

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la fijación de las formas de control que se reserve el Estado...". Las competencias materiales susceptibles de transferencia y/o delegación serían las contenidas en los apartados 16, 20, 21, 24, 26, 31 y 32 del artículo 149.3°; en algunos de los supuestos de los apartados 5 y 14 del artículo 149.1° y en los artículos 156.2° y 152.1° . En el caso de las compe-tencias funcionales, lo que se transfiere y/o delega son facul-tades ejecutivas y de gestión, pero en el régimen interior de los servicios delegados cabe la po-testad reglamentaria. Finalmente nos ocuparemos del supuesto de modificación extraestatutaria de las compe-tencias autonómicas. Nos referi-mos a las leyes de armonización que operan inversamente a las leyes de transferencia y delega-ción. Aquí es el Estado el que incursiona en el campo de acción de las Comunidades Autónomas cuando así lo exige el interés general. Se trata de un supuesto extraordinario, de un medio ex-cepcional de intervención estatal en el ejercicio de la competencia distribuida por la Constitución y los Estatutos sin proceder a una reforma de los mismos (por lo tanto, no se modifica el reparto competencial). Se trata de un supuesto que se aplica únicamente a las competencias exclusivas limitadas de las Comunidades Autónomas. Las leyes de armonización no pretenden uniformizar el contenido de la

legislación regional sino los principios que informan dicha normatividad. Es decir, estamos frente a una ley base de principios que dicta el Estado y una serie de normas regionales de desarrollo. El propio artículo 150° de la Constitución nos aclara el concepto al hablar de directrices (precepto de carácter finalista, que señala objetivos), bases (preceptos insuficientes en sí mismos, necesitados de desarrollo legislativo) y principios (contenido obligatorio y límite de otro posible contenido). La armonización es clara en el caso de las leyes regionales pero no en el de los reglamentos, que requerirán una habilitación legislativa previa. El único supuesto, de difícil existencia, en el que se requeriría una ley de armonización para reglamentos sería el de los reglamentos organizativos como reglamentos independientes de la ley.

La eficacia de las leyes de armonización no se agota en el conflicto concreto por el que fue dictada, sino que permanece en el tiempo como regulación de futuras situaciones similares. El sentido de la ley de armonización es que la legislación de las Comunidades Autónomas se adecue a los principios contenidos en aquélla. Tal adecuación variará en su proceso de incorporación, dependiendo de su momento de promulgación: ex ante o ex post de la normatividad autonómica. En el primer caso Estado puede prever que las Comunidades Autónomas lesionen el interés general al ejercer sus competencias exclusivas limita das y adelantándose a tal supuesto dicta una ley de armonización. También puede suceder que una competencia exclusiva limitada haya sido atribuida a la totalidad o a la mayoría de las Comunidades Autónomas en sus respectivos Estatutos y que no todas hagan uso de la misma en el mismo plazo de tiempo. En tal caso, sería un contrasentido que el Estado tenga que esperar a que todas las Comunidades dicten sus normas si entretanto se está lesionando el interés general. De este modo, los principios encuadrados en una ley de armonización serán inspiradores de la futura legislación autonómica. En el segundo caso las Comunidades Autónomas tendrán que adecuar su legislación a los principios contenidos en las leyes de armonización, bien sea modifi-

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cándola o derogándola y dictan-do nuevas normas. En el caso en que la incorporación se retrase deberá tenerse en cuenta el si-guiente criterio: interpretar la le-gislación autonómica conforme a los principios contenidos en la ley de armonización ya que si ésta sólo obligara a los órganos legislativos de las Comunidades Autónomas la protección consti-tucional de interés general que-daría supeditada a la decisión de la Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas y ello no es aceptable porque se trata de un bien protegido por la pro-pia Constitución. Finalmente, una garantía de la aplicación de las leyes de armonización se en-cuentra en el artículo 155º donde se prevé que el Gobierno puede adoptar medidas necesarias para el cumplimiento de las obliga-ciones forzosas o para la protec-ción del interés general cuando las Comunidades Autónomas las incumplan o las violen.

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UTOPÍAS Y TERRORISMO

Enrique Cipriani Thorne

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, utopía es el plan, proyecto doctrina o sistema halagueño pero irreali-zable. El vocablo adquiere su significado original luego de la obra de ese nombre escrita por Santo Tomás Moro en Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII en el siglo XVI. En tanto que terrorismo es definido como dominación por el terror, o como sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. A través de la historia se han conocido múltiples ocasiones en que se ha intentado la vía del terror para intentar modificar o mantener posiciones ideológicas con base en creencias religiosas, sociales, de dominación estatal, de colonialismo o de imperialis-mo. La mayoría de veces el terror parece ser utilizado con la finalidad de lograr metas ideales

(utópicas), como si se pudiera lograr una armonía mayor te-niendo que pasar por una etapa de destrucción; como si esa acción violenta no dejara huellas, cicatrices, deseo de revancha. La vía de la fuerza impuesta de manera razonada es competencia exclusiva del Estado bajo conceptos modernos que rigen su función; todo individuo o grupo de personas que la usen para fines propios están fuera de la ley. Al estado incluso le está permitido el uso de la violencia física, representada por el encarcela-miento impuesto a los que in-fringen sus códigos de justicia y en algunos países por la pena de muerte. A nivel internacional además se le reconoce la posibilidad de uso de armas en defensa del territorio y patrimonio nacionales según reglamentación de las Naciones Unidas. Según

este organismo multinacional existen pues guerras "justas" y guerras "injustas". Las primeras de acciones terro-ristas de las que se tiene información, involucraron a grupos nacionalistas israelitas en la época de la dominación romana entre los años 60 y 62 después de Cristo. En aquella circunstancia israelitas nacionalistas desataron una ola de matanzas en contra de connacionales que aceptaban la ocupación romana, algunos de los cuales ocupaban cargos pú-blicos importantes, también hos-tigaron y atacaron a inmigrantes griegos, así como a miembros del ejército de ocupación. Su aventura culminó con la réplica romana, cuyo ejército recuperó el control de Jerusalén y destru-yó el Templo y consecutivamen-te sitió el último bastión de los sicarios y zelotes israelitas en la

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ciudad Masada, estos en lugar de rendirse, se pasaron a cuchillo entre ellos, muriendo más de mil personas, niños y mujeres inclui-dos. A raíz de aquellos sucesos ocurre la salida de israelitas de manera masiva al extranjero, dándose origen a la llamada diáspora, el exilio que padeció el pueblo ju-dío por cerca de dos mil años. El restablecimiento del Estado de Israel se da en 1945 por resolu-ción de las Naciones Unidas, que así culminan la ocupación inglesa de sus territorios. Precedieron a este dictamen pugnas de grupos israelitas por reconquistar su territorio, unos pacíficamente liderados por David Ben Gurion, otros con acciones terroristas a través de su grupo armado "Haganah" liderados por Menachen Begin. Durante estos cerca de dos mil años el pueblo judío ha sido y es objeto de segregación, amén de haber sufrido persecuciones y matanzas de las cuales da docu-mentada versión León Poliakov en su "Historia del Antisemitismo". Actos de terrorismo inculcados a través del Estado se vivieron en las primeras épocas del cristia-nismo, durante las cuales los cristianos eran ajusticiados pú-blicamente sin mediar otra razón que la de practicar una fe dife-rente a la del Imperio Romano; los hechos criminales se suceden repetidamente, motivan el refu-

gio de los creyentes en las tristemente célebres catacumbas romanas; y solo cesan con la catequización y conversión de las cúpulas gubernamentales. Durante la Edad Media surgie-ron ideales violentistas en el go-bierno del catolicismo, nace así el Tribunal de la Santa Inquisición, época de la "caza de brujas", y de presuntos "renegados" e "infieles", tales "estirpes" son perseguidas, juzgadas y ajusticiadas sin mediar otra causa que la pre-sunta culpabilidad que los categorizaba como herejes de la fe. Es víctima de esta marea de locura Santa Juana de Arco. En vísperas del inicio del Renacimiento, y estando todavía Europa conmovida por el movimiento de Reforma religiosa que dio origen al protestantismo, se inició en Francia en la noche del 24 de agosto de 1572 (la aciaga no-che de San Bartolomé) la perse-cución y muerte de entre 20,000

y 50,000 hugonotes, nombre con que denominaban a los protes-tantes franceses. Este suceso marca la etapa más sangrienta de la llamada Reforma que se iniciara en 1522 al rechazar Martín Lutero en Wittemberg los lineamientos doctrinales del papado; este fue seguido luego por los liderazgos protestantes de Calvino en Ginebra y Zwingli en Zurich (ambos suizos). Terrorismo político con base so-cial es practicado durante la re-volución francesa; durante ésta, el grupo de los llamados Jacobinos liderados por Robespierre, juzgan sumaria-mente y en nombre del Estado a cuanto sospechoso de respaldar al antiguo régimen monárquico se encuentra, no asiste el acusa-do el derecho de defenderse, ni el beneficio de la duda. A resultas de este régimen de terror cae el propio Robespierre, así como otros connotados líderes revolucionarios como Dantón y Marat. Aniquilaciones masivas se ven en la edad contemporánea, eje-cutadas por los grandes oposito-res ideológicos de la segunda guerra mundial. Tanto en el na-cional socialismo alemán liderado por Hitler, como en el comunismo liderado por Stalin en Rusia; ambas posiciones ha-cen escarnio de los derechos civiles de las personas en aras de doctrinas totalitarias. Hitler cíni-camente promueve inicialmente la fuga de judíos alemanes al ex-tranjero para que presuntamen-

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te abogaran por los que queda-ban detrás; y consecutivamente, al ver el fracaso de esta estrate-gia, opta por su aniquilación sis-temática, y de esta manera com-promete a todos sus conna-cionales en esta acción demencial; al ser todos los alemanes culpables de estos crímenes, está en la posición de poderles exigir fidelidad en sus responsabilidades como miembros del ejército alemán. Entretanto, Stalin en nombre del bienestar del estado comunista encarcela o aniquila o deporta a miles y miles de soviéticos por el solo hecho de dudar acerca de la orientación social de éstos. En épocas más recientes, pode-mos conocer con mayor celeri-dad y exactitud fenómenos te-rroristas en diversas partes del mundo, y así las actividades de grupos como el "ku klux klan" norteamericano o las de la tribu

de los "thug" en la India dejan de ser anécdotas o fuente para inspirar novelas al estilo de Emilio Salgan, para haberse convertido en información de primera línea y que resulta en la movilización internacional para tratar de cautelar los derechos humanos vulnerados. Ejemplos recientes están dados por la situación de "apartheid" de los negros en Sudáfrica, el movimiento separatista vasco conocido como la "ETA", el "IRA" en Irlanda, la "OLP" en Palestina, los musulmanes chiitas liderados por Jomeini en Irán quienes quisieron revivir la "guerra santa" musulmana intentada por el Mandi años ha, y cuya posta ha sido asumida por Saddan Hussein en Irak, quien amenazó con el uso de rehenes extranjeros como "es-cudos humanos" ante un even-tual ataque por las fuerzas armadas internacionales que se oponen a la anexión de Kuwait.

En Latinoamérica los movimien-tos subversivos que se han valido de prácticas terroristas han tenido un éxito relativo, pues su intención ha sido la de delatar diferencias socioeconómicas graves y en la ruta de la violencia la intención de reemplazar las estructuras políticas; en Argentina "los montoneros", en Uruguay "los tupamaros", en Bolivia los seguidores de la aventura póstuma del "Che Guevara"; en el Perú el "APRA rebelde" todos han caído bajo las armas de gobiernos "fuertes". El caso colombiano reviste características diferentes, puesto que el terrorismo es la forma que tienen de manifestar su reacción al poder los grupos que hacen usufructo del narcotráfico. Las revoluciones que llevaron a derrocar a los gobierno de Fulgencio Batista en Cuba y de la dinastía Somoza en Nicaragua, tienen la clara connotación de haber sido a través de la guerra de "guerrillas" por un lado, y por otro la de tratarse de gobiernos de "facto" que no fueron elegidos limpiamente por el pueblo y constituyeron dictaduras con acciones poco éticas para mantener el poder. En el Perú contemporáneo, la aplicación del terror como arma política se inicia con el partido Aprista, y una pormenorizada secuencia novelada se puede leer en la obra de Guillermo Thorndike: "El año de la barba-rie". Posteriormente durante el gobierno del general Velasco se practican medidas de terror tan-

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to bajo amenazas latentes en los mal llamados "pensamientos re-volucionarios" que eran difun-didos por todos los medios de expresión públicos, como a tra-vés del "SINAMOS" organismo creado para fomentar el terror a nivel del campo, y así poder concretar la expoliación de los propietarios de tierras agrícolas; además de la persecución y el encarcelamiento de quien fuera encontrado "culpable" de poseer moneda "extranjera". Ahora en el Perú se disputan la primacía de acciones terroristas tres grupos: el "MRTA", "Sende-ro Luminoso" y el "Comando Rodrigo Franco"; unos con pre-disposición a actuar en la ciudad en contraposición con el campo, los últimos queriendo vengar el asesinato de un ilustre ciudadano aprista quien fue ultimado mientras ocupaba la presidencia de una importante repartición es-tatal, la Empresa de Comercialización de Insumos (ENCI), y cuyo abuelo había sido el fundador de la más importan-te clínica obstétrica del Perú en su tiempo, además de haber sido premier durante el segundo go-bierno de Manuel Prado, así como líder del Senado (1956-1962). Tanto el "MRTA" como "sendero luminoso" buscan des-truir el orden social existente, por considerarlo injusto; y de lograr-lo desean implantar un régimen socialista "maoista", donde debe imperar la igualdad y la fraterni-dad. Ambos son pues movi-mientos mesiánicos, los respal-

dan ideales que pretendidamente son superiores a los que rigen nuestro diario quehacer; lo que torna utópica su posición es la utilización de métodos que no coinciden con su ideología; pues practican el principio que el fin justifica los medios; y esos medios violentos crean tal grado de animadversación y rechazo en la población, que ésta necesaria-mente se polariza radicalmente en torno a ellos. La población en estas circunstancias no tiene otras alternativas que las de: someter-se irrestrictamente a sus dictá-menes, fugar, o rechazarlos vio-lentamente. La intención de bus-car y crear el terror implica la condición psicológica de la pa-rálisis por la angustia vital; y del otro lado de la acción terrorista está el Estado, con sus mecanis-mos de defensa, y éste no se deja subvertir, sino que más bien se defiende y promueve, como es su obligación, la resistencia a las acciones que propenden a la quiebra de grupos civiles que co-laboren en la defensa de los de-rechos civiles y del Estado, como son los grupos de "ronderos", un buen ejemplo de lo mencionado. En el mundo se seguirán dando motivaciones para pretender el uso de la violencia como medio para conseguir cambiar estruc-turas políticas, sociales, éticas, religiosas en tanto busquemos avasallar o dominar a propios o extraños; mientras busquemos el poder como finalidad de nuestras existencias; en cuanto busquemos el tener o poseer.

Todo ello en contraposición de lo que significa desear el SER como primera prioridad; es decir el completo dominio de la persona, teniendo solamente como medio la posesión de determinados bienes materiales. TENER como adjetivo, SER como objetivo y sustantivo es la respuesta; es la finalidad de nuestra utopía cristiana.

BIBLIOGRAFÍA

1) "The morality of Terrorism" por Rapoport, David y Alexander, Yonah. Columbia University Press.1989. 2) "The Parable of the Tribes" por Schmookler, Andrew B. Houghton Mifflin Co. Boston 1984. 3) "¿Tener o ser?" por Fromm, Erich. Fondo de Cultura Económica. México 1

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ENSAYOS

UNA APARENTE PARADOJA DEL

CONTINUO Antonio Belaunde Moreyra

Mi punto de partida es un pasaje del libro del profesor Raymond L. Wilder, titulado "Introduction to the Foundations of Mathematics" (John Wiley & Sons, Nueva York, Londres, 1960), situado en la página 86, parágrafo 2.3, que traduzco al castellano de la manera siguiente:

"Que el conjunto de los puntos de un segmento de una línea recta euclidiana no es contable, se demuestra de la manera siguiente: sea ab un segmento de la línea recta L; podemos suponer que la longitud de ab sea la unidad 1. Asumamos ahora que los puntos de ab forman una colección contable (y por lo tanto enumerable, puesto que no son un conjunto finito). De la correspondencia biunívoca que existe entre los puntos (del segmento) y los números naturales, según se sigue de la hipótesis, derivamos los símbolos xn de tal manera que cada punto de ab puede ser "llamado" xn, n=1,2,3,..., no dándose a dos puntos distintos el mismo "nombre". Ahora, para cada n, sea In un intervalo de longitud (1/2)n+1(1/2 elevado a la potencia n+l), con centro en xn. En principio, los intervalos In cubren el segmento ab (es decir, cada punto del intervalo está al menos en algún 1n). En consecuencia, sus longitudes deberían sumar por lo menos 1, desde que ab tiene por longitud la unidad; pero la suma de la serie cuyo término general es (1/2)n+1 es solamente 1/2. Así, la hipótesis que los puntos ab forman una colección contable lleva a una contradicción".

1. Apliquemos ahora el mismo razonamiento a los números racionales contenidos en el intervalo ab de longitud 1, los cuales en principio sí son enumerables, según lo demostró originalmente Cantor y desde entonces es doctrina consagrada en la teoría de los conjuntos. Así, a cada racional vn corresponde un intervalo In=(1/2)n+1, donde n es el número natural asignado a dicho racional en la enumeración específica que se ha dado a los puntos racionales (puntos correspondientes a números racionales) del intervalo ab, lo cual es siempre posible. Para facilitar las cosas supongamos que los intervalos In, a los que llamaremos "sombreros" (es decir, "sombrero" cada uno del correspondiente punto racional vn que está en su centro), son intervalos abiertos, es decir, sus puntos límites en los extremos no les pertenecen (hablaremos de extremos

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izquierdo y derecho, suponiendo que el segmento ab se representa horizontalmente). Esto no impide que cada sombrero sea un espacio unidimensional continuo y compacto, que se extiende a lo largo de una distancia arquimídea finita (la que existe entre sus puntos extremos), por pequeña que ella sea. Quedamos, pues, en que la suma de los sombreros es 1/2 y por lo tanto no abarca la totalidad del intervalo ab, cuya longitud es igual a 1. Se sigue que los sombreros dejan "claros" en ese intervalo, siendo cada "claro" una parte de ab no "cubierta" por un sombrero. Es evidente que los claros sólo pueden constar de puntos irracionales (puntos correspondientes a números irracionales), pues cada racional tiene un sombrero. Como hay puntos irracionales que están cubiertos por algún sombrero, los llamaremos "irracionales cubiertos", para diferenciarlos de los que están en los claros, a los que llamaremos simplemente "irracionales claros".

Si c y c' son dos irracionales claros, habrá entre ellos al menos un sombrero, dada la densidad del conjunto de los números racionales dentro de los reales. Esto implica que la distancia entre un irracional claro dado, digamos c, y algún otro, cualquiera que él sea, no se puede reducir tanto como se quiera (como se puede reducir la distancia entre un irracional dado y algún racional), ya que entre ambos puntos irracionales claros habrá al menos un sombrero y la distancia entre ellos no será menor que la longitud de éste. Así, los irracionales claros c y c' pertenecen necesariamente a claros distintos, con solución de continuidad entre ellos, de donde se sigue que todo claro es puntual (consta de un solo punto) y carece de dimensiones, o si se quiere, puesto que podría decirse que sus extremos coinciden en un solo punto, la distancia entre ellos, si se pudiera hablar así, sería infinitesimal, no se extiende en forma alguna, es una distancia no arquimídea. Consecuentemente, si reducimos lo suficiente cualquier "vecindario" en torno a un irracional claro c, no habrá en ese vecindario ningún otro irracional claro, sólo habrá, aparte de c, puntos (racionales o irracionales) cubiertos. Vale decir, el vecindario inmediato en torno a cualquier punto claro c del intervalo ab, puede reducirse a tal punto flanqueado por dos sombreros, uno a su izquierda y otro a su derecha. Llamaremos "puente" al intervalo entre c y el punto irracional claro más cercano c', por ejemplo, a la derecha. Los puentes están formados por uno o más sombreros, en este caso en superposición parcial (overlapping) y como los sombreros, son intervalos abiertos, pero continuos y compactos que se extienden a lo largo de una distancia arquimídea finita, por pequeña que ella sea. Cada puente es igual o menor a la suma de los sombreros que lo componen.

Puesto que los puentes son intervalos abiertos limitados a uno y otro extremo por puntos irracionales claros, podemos agregar a cada puente el irracional claro que lo limita por la izquierda, siendo evidente que esto no añade nada a la distancia arquimídea cubierta por el puente, que ahora tiene sólo un punto más y está "cerrado a la izquierda". El razonamiento que precede vale para todo el intervalo ab. Resulta evidente, desde este punto de vista, que todo este intervalo está cubierto por "puentes cerrados a la izquierda", lo que hace que la suma de estos sea no menor de 1. Pero la extensión total de los puentes no puede ser mayor que la suma de los sombreros que los componen, la cual, según el hallazgo que nos ha servido de punto de partida, es sólo 1/2. Parece, pues, que hemos tropezado con una contradicción grave.

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ENSAYOS

2. Lo dicho hasta ahora va dentro de la hipótesis que efectivamente hay claros, es decir hay puntos irracionales no cubiertos por ningún sombrero. Esta hipótesis puede ser controvertida en virtud de las propiedades algebraicas del conjunto Q de los números racionales; en particular la que determina que la suma algebraica de dos racionales sea siempre un racional. En efecto, puesto que los sombreros tienen siempre una extensión racional y su centro es también racional, ningún límite de un sombrero puede ser asumido por un valor irracional. Ergo, los irracionales claros no existen. Esto vale como una variante de la parte final del argumento precedente, aún más conclusiva si cabe hablar así. 3. No tengo la menor idea de cómo se puede resolver esta contradicción, si realmente es tal; quizá, por ejemplo, admitiendo que el conjunto de los números racionales, en tanto que densamente inmerso en el continuo lineal de los reales, deja de ser enumerable. En efecto, la contradicción precedente resulta de considerar enumerables a los racionales en ese contexto, es decir, en tanto que puntos del continuo real. La tesis de Cantor, sobre la enumerabilidad de los números racionales, aceptada desde él sin crítica, en la teoría convencional de los conjuntos, nos parece pues, sujeta a revisión. Cabe incluso preguntarse si es lo mismo el conjunto de los números racionales en tanto que algebraicamente construido a partir del conjunto base de la aritmética, es decir el de los números naturales, y el conjunto de los puntos racionales entendido geométricamente como un subconjunto denso del continuo real. En efecto, hemos propugnado la tesis que en ambas variedades del conjunto de los números racionales están implicadas modalidades distintas del infinito matemático, que es potencial o enumerable en tratándose del conjunto aritmético y sin embargo no enumerable en tratándose del conjunto densamente subsumido en el continuo geométrico, donde ya representa un infinito actual. Tal es un punto crucial que hemos sostenido en nuestro trabajo inédito titulado "Una Propiedad Aparentemente Paradojal del Sistema de los Cortes de Dedekind". Lo hemos circulado entre algunos profesores universitarios, tanto en Lima como fuera del Perú, sin tener hasta ahora ningún eco positivo. Confiamos que este hallazgo que parece confirmar tan fehacientemente nuestro aserto, sea el estoconazo final de tal faena.

Lima, Octubre de 1990

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EL PROYECTO "HAPO" PARA EL DESARROLLO AGRÍCOLA E

HIDROENERGÉTICO DE LAS REGIONES GRAU Y NORORIENTAL

DEL MARAÑÓN

Tomás Talledo García Erasmo Roca Navarro

Consultores de Empresas e Inversiones SA. (CEINSA)

RESUMEN El proyecto HAPO resulta de un enfoque global del desarrollo hidroenergético y agrícola de las regiones Grau y Nor-Oriental del Marañón en el norte del país, integrando los objetivos del es-tudio de Olmos, de la Cía. Soviética Tejnopromoexport y, el del Alto Piura de Tahal - Ascosesa, complementando el planteamiento con la inclusión de algunos conceptos del proyecto hidroenergético de "Shimbe-Bigote", (Corpiura, 1982), aportando posibilidades

adicionales de desarrollo agrícola e hidroenergético inter-regional. No es en si un proyecto entera-mente distinto. En realidad es prácticamente el mismo esquema de desarrollo, la diferencia es que propone la utilización de un túnel único de trasvase, mucho más corto que el del "Proyecto de Olmos", muy próximo al considerado en el "Proyecto del Alto Piura" -el mismo para el caso de localización geológica o geográfica- pero ampliando su capacidad y, un sistema único de suministro hídrico y generación hidroenergética, manteniendo intactos los planteamientos y objetivos agrícolas de ambas regiones.

1.-LOS PROYECTOS AGRÍCO-LAS E HIDROENERGÉTICOS DE LA REGIÓN

Actualmente en el Norte del País existe un enorme déficit de ener-gía y recursos hídricos para aten-derla demanda de una vasta zona de tierras de alto potencial agrí-cola y sus poblaciones, específicamente en los Valles de Huancabamba, Alto Piura y los llanos de Olmos. El reconoci-miento del enorme potencial de éstas zonas se evidencia por la existencia de dos proyectos, de diferente magnitud, que al pre-sente se encuentran en distinto nivel de estudios.

El proyecto Hidroenergético y de Irrigación "OLMOS", a nivel de Estudio Definitivo para su primera etapa y de Factibilidad para la segunda, localizado en el Departamento de Lambayeque, es uno de los proyectos más anti-guos, en cuya concepción origi-nal se contempla la construcción

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de dos centrales hidroeléctricas con una potencia instalada de 876 MW, así como el mejora-miento de riego de 80,700 Hectá-reas y la ampliación de la fronte-ra agrícola en 31,700 Hectáreas, ubicadas todas ellas en los valles de Cascajal, Olmos, Motupe, Sa-las y La Leche. Requiere de las aguas del río Huancabamba, el cual nace en el Departamento de Piura, y de los aportes hídricos de otras cuencas atlánticas como las del Tabaconas, Manchara y Chunchuca, separadas por gran-des distancias y por cordilleras, necesitando túneles para lograr las trasvases. Más aún, el Proyecto Olmos recurre a la captación de aguas selváticas para completar su esquema hidroenergético de 875 MW de potencia instalada, sin el cual el proyecto resulta econó-micamente irrealizable. El Proyecto de "Mejoramiento y Regulación de Riego del Alto Piura", a nivel de estudio de factibilidad, elaborado por el Consorcio Tahal-Ascosesa, con-sidera la construcción de dos centrales hidroeléctricas con una potencia instalada de 130 MW, así como el mejoramiento de rie-go de 31,000 Hectáreas y la am-pliación de la frontera agrícola en 11,000 Hectáreas, todas ellas en el Valle del Alto Piura. Al igual que el proyecto anterior, se requieren las aguas del río Huancabamba. La concepción independiente de los Proyectos Olmos y Alto Piura los hace mutuamente ex-

cluyentes, por cuanto el caudal captado en el Huancabamba es insuficiente para atender las necesidades de ambos proyectos. Esperar que un volumen de aguas atlánticas sea asegurado en Olmos, y que después de turbinarlas, una parte sea devuelta al Alto Piura, mediante un posible canal de decenas de Kilómetros, significa un pie for-zado que se evitaría mediante un replanteo sustancial de la con-cepción actual del Proyecto Ol-mos, que es precisamente lo que se resuelve mediante el Proyecto Integrador HAPO.

EL PROYECTO HAPO EN SÍNTESIS

La solución HAPO concilia los intereses de las regiones involucradas, teniendo como objetivo fundamental satisfacer las necesidades de riego y ener-gía eléctrica de Olmos, los Valles de Huancabamba y el Alto Piura, así como a las zonas aledañas dentro del área de influencia del proyecto. Utiliza la copiosa información técnica provista por el Proyecto Olmos, así como la proveniente del estudio realizado por Tahal-Ascosesa en el Alto Piura. En esencia plantea un nuevo esquema de utilización de las aguas del río Huancabamba, y otras cuencas aledañas, locali-zando sus respectivas obras dentro del área general de ubicación de los anteriores proyectos, haciendo posible una valedera interpolación de los parámetros físicos, geológicos e

hídricos, en los que se sustenta el Proyecto HAPO, a nivel de formulación conceptual, a partir de los parámetros anteriormente definidos en los estudios independientes de Olmos y del Alto Piura. Su captación hídrica, generación energética de 1008MW de potencia instalada, y área de desarrollo agrícola, equivalen al total de lo considerado en los otros dos proyectos. ASPECTOS DEL CONFLICTO

SOCIO-ECONÓMICO Es en el contexto de la utilización de las aguas del Huancabamba, que ha surgido un aparente conflicto de intereses entre las partes que propugnan el desarrollo de sus respectivas regiones. Olmos por un lado y el Alto Piura por el otro, en forma independiente.

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ALGUNOS ANTECEDENTES LEGALES

En vista del inminente término del plazo de reserva de aguas, el Director Ejecutivo de la Autori-dad Autónoma del Proyecto Es-pecial Olmos, mediante oficio Nº 161-88-INADE-8301 del 09 de mayo de 1988, solicitó la prórro-ga de los efectos del Decreto su-premo N° 032-87-AG, que vencía el 26 de mayo del mismo año, mediante el cual se reservaban las aguas de los ríos Huancabamba, Tabaconas, Manchara, cuatro afluentes del río Huancabamba, Huancabamba Bajo y Chotano, por un total de 2,050 millones de m3/ año, para el Proyecto Olmos. Por otro lado, el Director de la Unidad Agraria Departamental de Piura mediante oficio Nº 870-88-AG-II-PRA-DAS del 03 de Mayo de 1988, solicitó la reserva hasta 370 millones de m3/año de aguas del río Huancabamba, para el Proyecto Alto Piura. Ambas solicitudes fueron aten-didas a través de Decreto Supre-mo Nº 057-88-AG, publicado en el diario El Peruano, el 14 de Junio de 1988, considerando que los Proyectos Olmos y del Alto Piura: "constituyen Proyectos de solución integral, por que es fac-tible desarrollar alternativas de ejecución de ambos proyectos utilizando aguas del río Huancabamba y por la magnitud de sus alcances y beneficios, que abarcan los departamentos de Lambayeque y Piura". Tales alternativas de ejecución son las que se indican en los mismos

considerandos de dicho Decreto mencionando: la utilización de las aguas de otras cuencas". (Lo cual ya se consideraba en el Pro-yecto de Olmos y se intensifica en el HAPO). En atención a estas solicitudes, se decretó prorrogar por dos (2) años la reserva de aguas para el proyecto "Complejo Hidroenergético y de Irrigación Olmos" incluyéndose, en la utilización de las aguas del río Huancabamba, al "Proyecto Me-joramiento y Regulación de Riego del Alto Piura"... "hasta por los volúmenes de agua que fueran necesarios". Adicionalmente, mediante el mismo Decreto, se encargó a los organismos pertinentes: "el es-tudio de la diferentes alternati-vas tendientes a la solución inte-gral de los Proyectos indicados en el articulo precedente" (Ol-mos y Alto Piura). En efecto, el Consejo Dept. de Piura del CIP, en mérito a la Ley Nº 24648, articulo 207 del Título III y artículo 208 del Título IV, que estipulan como fin principal del CIP : "asesorar al Estado y a la sociedad civil, a los poderes públicos y a las instituciones, en asuntos de interés nacional y contribuir al desarrollo econó-mico y social del Perú, propi-ciando políticas de aprovecha-miento racional y prioritario de los recursos y tecnología nacio-nales, así como participar y pro-nunciarse en asuntos de interés nacional, regional y local, parti-cularmente en todos aquellos

vinculados al desarrollo, y actuar como arbitro en las controversias de índole técnico, etc."; ha procedido, de acuerdo al mandato de su Ley Estatutaria y al D. S. N° 057-88-AG, a encontrar la solución integral al problema Olmos - Alto Piura, mediante la formulación de un Proyecto Integrador, basado en los planteamientos del trabajo P.D3 - PROYECTO INTEGRADOR HUANCABAMBA- ALTO PIURA- OLMOS presentado por el Ing. Eduardo Zegarra Dávila en el VIII Congreso de Ingeniería Civil de Huaraz, en 1989. Al presente, la Comisión Perma-nente del Proyecto Integrador Huancabamba-Alto Piura-Olmos (HAPO), del Consejo De-partamental de Piura del CIP, ha sido constituida como una entidad con personería jurídica, inscrita en los Registros Públicos de Piura y reconocida por el Instituto Nacional de Planificación, mediante Resolución Directoral Nº 003-90/INP/19 del 06-04-90, autorizada a conseguir la finan-ciación nacional o extranjera del proyecto. El expediente técnico y las gestiones de financiación vienen realizándose activamente al momento con la colaboración de la firma consultora CEINSA.

LA INTERVENCIÓN DE CONSEJO DEPARTAMENTAL (CIP) DE LAMBAYEQUE Y LA

MEDIACIÓN DEL DECANO NACIONAL DEL CIP.

Ante un práctico enfrentamiento técnico y socio-económico, y a pedido de los Consejos Departa-

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mentales de Lambayeque y Piura, el Decano Nacional del CIP auspició y participó en la celebración de reuniones de tra-bajo en Lima, y luego en Motupe, realizadas en los meses de Junio y Agosto de 1988 respectivamente. En la reunión definitiva de Motupe, cada delegación, a excepción de la representación del Alto Piura, que no participó, presentó la información homogeneizada de su respectivo proyecto, (OLMOS y HAPO), de acuerdo a los seis cuadros descriptivos especificados por la comisión nombrada por el CIP, al efecto de analizar y debatir los planteamientos en esa reunión. Efectuado el debate, en el que participaron técnicos Soviéticos de Tejnopromexport, como el Dr. Markoff y otros, así como ambos decanos de los Consejos Departamentales (CIP, Lambayeque y Piura), se acordó que la documentación presentada y las actas de la reunión fueran remitidas a la Sede nacional del CIP, para que el Decanato Nacional dispusiera su evaluación y emitiera su opinión, lo cuál se llevó a efecto. El 14 de Febrero de 1989 la comisión Ad-Hoc presentó, ante el Decano Nacional CIP, sus conclusiones y recomendaciones: "...Ante la verdadera majestad del Proyecto original de Olmos, con sus avanzados estudios y alto grado de desarrollo, el cual fue sustentado por la Delegación Lambayecana, el proyecto modi-ficador o integral (HAPO), como

se le ha denominado, presentado por la Delegación Piurana, tiene el mérito de estar basado en una concepción integral que compatibiliza las expectativas de ambas regiones, además de proponer un sistema Hidro-Energético de similar envergadura y un desarrollo agrológico que incluye un hectareaje adicional apreciable del valle del Alto Piura, sin detrimento aparente del área ni la estructura de riego de la región lambayecana a ser desarro-llada"… "Es opinión de ésta co- misión que, si bien es cierto que los parámetros extrapolados pueden ser considerados razo-nablemente valederos, a nivel del planteamiento conceptual presentado por la Delegación Piurana, tales premisas deben de ser verificadas en su exactitud técnica mediante estudios espe-cíficos, antes de llegar a una con-clusión definitiva sobre la factibilidad técnico-económica de dicha concepción, cuyos planteamientos básicos, después del análisis, ameritan profundizar los estudios respectivos a la bre- vedad posible, encuadrándolos dentro de un cronograma razonable y con antelación a la ejecución de las obras fundamentales del Proyecto Ol-mos". Dado el pronunciamiento del CIP, y ante la incuestionable ne-cesidad de lograr la utilización compartida y racional de los recursos naturales del país, es que la Comisión Permanente del Proyecto HAPO del Consejo De-

partamental de Piura, propicia elevar los estudios previos del Proyecto a nivel de Estudio de Factibilidad Técnico-Económica.

2.- INCLUSIÓN DEL DESA-RROLLO SHIMBE-BIGOTE

En Enero/90, al iniciar la revisión de los proyectos ubicados en la zona, la Comisión Permanente del Proyecto HAPO, incluyó en el análisis: el proyecto Olmos de Tejnopromexport, el del Ato Piura de Tahal-Ascosesa y el proyecto Shimbe-Bigote de CorPiura, encontrándose que al-gunas soluciones contempladas en este último estudio podrían ser utilizadas como alternativas en ciertos aspectos de los proyectos anteriormente mencionados, integrados dentro de la solución HAPO, mejorando así el plan-teamiento y ampliando sus obje-tivos. El proyecto agrícola e hidroenergético de "Shimbe-Bi-gote", plantea una mayor utili-zación de los accidentes topo-gráficos naturales, de la vertiente occidental andina, tanto en la distribución de aguas, a lo largo de las cabeceras de los valles andinos, como en la generación de energía, aprovechando nu-merosas caídas que superan los 600 mts. de desnivel, conceptos que fueron introducidos en el HAPO.

Además, se utilizaría el túnel de trasvase de aguas atlánticas pro-puesto en ese proyecto de Shimbe-Bigote, el cual requiere 7.5 a 9 Kms. de longitud para

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pasar las aguas del Huanca-bamba a la vertiente costera del Pacífico y la captación se efectuaría en un reservorio ubicado en Suril, proyectado mediante una presa que es considerablemente más corta que las consideradas en los proyectos de Olmos y del Alto Piura. El reservorio de Suril, con una capacidad de 420MMC, estaría ubicado en el lecho del río Huancabamba, y actuaría como elemento de captación y regula-ción, tanto para el caudal de ge-neración hidroenergético como para el de riego. Del reservorio de Suril, se lleva-rían las aguas por medio de un trazo que bordearía la margen izquierda de la quebrada de Uchupata hasta la entrada del túnel de trasvase. Después del recorrido del túnel, se saldría a la cuenca del Alto Piura en la que-brada de Arraypita, donde se podría empalmar con el proyecto de Tahal-Ascosesa. Se prose-guiría por las quebradas de Paratón y Overal, con rumbo Sur, hasta una pequeña divisoria, atravesándola para entrar a una caída de 1000 M., donde se ubi-caría una central hidroeléctrica. Los caudales destinados al Alto Piura podrían distribuirse en este recorrido inicial, logrando la re-gulación de aguas de riego, para las tierras más bajas, mediante un reservorio localizado al pie de la pendiente andina, en el mismo reservorio de Mamayacu del proyecto Tahal-Ascosesa. Se proseguiría bordeando las partes altas del Uchupata, hasta cruzar

una divisoria y salir a la que-brada de Mugamarca, entregan-do las aguas destinadas a Olmos en el reservorio denominado Boca Chica Alta, localizado en Pampalarga (pueblito de Limón), desde donde se continuaría al reservorio de Boca Chica Baja, ubicado cerca de Trapiche, en la misma quebrada, luego de turbinar las aguas en otra posible central hidroeléctrica. (Este último tramo se trata en detalle en la otra ponencia que presenta la Comisión HAPO al presente Congreso). Del río Shignia se puede prose-guir por las partes altas de la quebrada del río Salado, hasta llegar a las inmediaciones del reservorio de Querpón, pasando antes por una caída de 400m. de altura donde se ubicaría otra central hidroeléctrica. Luego se conectaría el sistema con la in-fraestructura de distribución de aguas de las pampas de Olmos, solo en donde fuera necesario, ya que el suministro es posible entregando el agua en las cabeceras de las quebradas tributarias de esos llanos. El remanente de la ruta, al reservorio de "Mano de León", se puede apreciar en el plano general adjunto, ya que la des-cripción no puede incluirse por la limitación impuesta en la ex-tensión de las ponencias del presente congreso.

Con el objeto de aprovechar gran parte de la escorrentía de la que-

brada de Tuluce, afluente del Huancabamba en su margen iz-quierda, se captarían esas aguas en la quebradas de Tuluce y Churupampa, derivándolas al reservorio de Suril, manteniendo sin modificación la captación de aguas del Huancabamba. La captación de aguas en el Tabaconas, Manchara, Ananua-lla y Huahualla no se alteran en magnitud, pero el túnel de trasvase se reubica al mismo lu-gar en que lo fija el proyecto Ol-mos, pero a una cota más baja compatible con el esquema HAPO. La diferencia fundamental entre este esquema y los otros proyec-tos mencionados, consiste en la menor longitud del túnel de trasvase de las aguas atlánticas a la cuenca del Pacífico y en el diferente modo de distribución de las aguas trasvasadas hacia las múltiples quebradas que bajan a la cuenca del Piura y a los llanos de Olmos. Las estructuras de distribución correrían por cotas altas de la vertiente occidental andina, entregando el agua en las nacientes de las quebradas, lo cual posibilitaría el aprovecha-miento del total de las áreas cul-tivables, y las mejores caídas, que ocurren a lo largo de este recorrido, en la producción óptima de energía eléctrica. (Ver el plano general inserto).

El esquema se completa ubicando los reservorios reguladores al pie de la pendiente andina, para servir como elementos de almace-

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ECONOMIA Y SOCIEDAD

namiento de las aguas turbinadas y de los posibles excedentes hídricos, con lo cual se conseguiría un alto grado de regulación del riego de las pampas de Olmos principalmente. La regulación en el Alto Piura se conseguiría mediante el reservorio de Suril, así como en los posibles reservorios localizados en la vertiente occidental andina, como se ha mencionado ante-riormente.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

En el aspecto económico se lo-

graría una menor inversión inicial mediante un desarrollo escalonado, posibilitando un retorno mucho más rápido de la inversión, con posibles beneficios a corto plazo, pero manteniendo los objetivos a largo plazo considerados en los otros proyectos. En el aspecto técnico se conse-guiría una disminución aprecia-ble de la longitud y profundidad del túnel de trasvase atlántico (ruta crítica del proyecto). Posibilitaría la irrigación de una mayor área agrícola, con un suministro hídrico regulado, tan-

to para el riego como para la generación de energía eléctrica, a ser aprovechadas en Olmos y el Alto Piura, incluyendo la cuenca del río Bigote y otros tributarios. Generaría una potencia instala-da de unos 1000 MW aproximadamente, similar al total de los otros proyectos. Haría posible un desarrollo por etapas, utilizando mano de obra local en la ejecución de las obras, y empleando tecnología nacional. Aseguraría la materialización de las obras.

COSTO REFERENCIAL DE LAS OBRAS OBRAS: (1000 $)

Caminos de Acceso 19,000.00 Canal Manchara - Tunerl 3,500.00 Presa Ananualla 8,000.00 Canal Ananualla - Las Cuevas, 15 Km., 20 m3 / seg. 7,500.00 Planta de Bombeo Nº. 1 con Tubería 30,000.00 Planta de Bombeo Nº. 2 con Barrajes 60,000.00 Tubería de Impulsión, 5 Km., 60 m3 / seg. 15,00.00 Tunel Suril 17 Km., 60 m3 / seg. 63,000.00 Canal Churupampa a Suril, 18 Km., 4 m3 / seg. 1,800.00 Presa Suril 60,000.00 Canal Suril - Tunel, Qda. Uchupata, 8 Kms., 9063 / seg. 18,000.00 Tunel Trasandino 7.5 Km., 90 m3 / seg. 33,800.00 Canal al Primer Tunel 2.5 Km., 90 m3 / seg. 5,600.00 Primer Tunel 3.5 Km., 90 m3 / seg. 15,800.00 Canal a la 1ra. Central Hidroeléctrica (ch-15) 16 Kms., 90 m3/ seg. 36,000.00 Primera Central Hidroeléctrica 800 MW, CH-15 800,000.00 Canal a la Segunda Central Hidroeléctrica 16 Kms., 60 m3 / seg. 24,000.00 Segunda Central Hidroeléctrica 240 MW 240,000.00 Presa Querpon 50,000.00 Líneas de Trasmisión Eléctrica, (195 + 190) Kms. 39,000.00 Infraestructura de riego del Alto Piura 93,000.00 Terminación de infraestructura de riego en Olmos 191,000.00 (50% de la partida correspond. del Proyecto Olmos)

TOTAL US$ 1'886,000.0069

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MERCURIO PERUANO

LAS TENDENCIAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL A TRAVÉS DE

GATT Y ALGUNAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA POLÍTICA COMERCIAL PERUANA A

ESTE RESPECTO.

Alejandro García Vargas

ANTECEDENTES DEL GATT

A referirnos al Comercio Inter-nacional contemporáneo, su gé-nesis, su desarrollo y su futuro, necesariamente debemos de ha-blar del Acuerdo General de Aranceles y Tarifas, más conocido con el nombre de Gatt (abreviatura en inglés del "General Agreement Trade Tariffs"). Como señala el Dr. Stuart Robinson a) el mundo de la post-guerra se rediseño sobre un organismo internacional, las Na-ciones Unidas, la que a su vez, se sustentó económicamente bajo tres grandes aspectos: - La cuestión monetaria interna-cional, a cargo del Fondo Mone-tario Internacional.

- La cuestión de financiación de la reconstrucción y desarrollo, a cargo del BIRF (Banco Interna-cional de la Reconstrucción y Fomento), más conocido como el Banco Mundial. - La cuestión del comercio internacional, a cargo en principio de la Organización Internacional de Comercio, antecedente del Gatt. La Organización Internacional del Comercio, conocida más co-múnmente como Conferencia de La Habana de 1947 o Carta de La Habana, fue el primer gran esfuerzo tendiente a liberalizar el comercio por medio de la eliminación y reducción arancelaria y de la codificación de reglas sobre el comercio internacional. En aquel esfuerzo participó el Perú.

Al haber sido ratificado dicho instrumento internacional, ape-nas por dos países signatarios (2), la Organización Internacional - cuya conferencia duró hasta el 24 de marzo de 1948- nunca entró en vigor. Antes que la Conferencia terminara, 23 países decidieron negociar las concesiones arancelarias de la Carta

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de La Habana, así como garanti-zar su estabilidad. Estos países posteriormente celebraron en Annecy (Francia, 1949) otra ron-da de negociaciones donde 10 países más se incorporaron al Acuerdo. El Gatt no es una Organización Internacional, no tiene personería jurídica internacional, es más bien un convenio comercial (3). Su puesta en vigor se realiza, a través del "Sistema de protocolo de aplicación provisional", o me-diante el "Sistema de protocolos individuales de adhesión al Acuerdo General", pues su pro-pósito originario fue el poner en vigencia la Carta de La Habana - así aparece en su texto-. Ello sin embargo no ocurrió y más bien el Gatt es el que permanece, como foro del comercio multilateral.

PRINCIPIOS RECTORES DEL GATT

El Gatt está constituido bajo los siguientes principios rectores los que a su vez inspiran el funcio-namiento del comercio interna-cional: 1) El principio del libre comercio, a través del cual se reconoce al comercio libre como el mejor mecanismo de asignación de recursos. 2) El principio de la reciproci-dad, por el que se establece que toda concesión otorgada por una parte contratante a otra, deberá hacerse extensiva a todas las de-más. Este principio queda plas-

mado bajo la denominada "Cláusula de la nación más favorecida" (4). Existen sin embargo excepciones a este principio, tales como las preferencias arancelarias ya otorgadas a los países miembros de la Unión Francesa, de la Comunidad Económica Europea, del Benelux, de la Comunidad Británica; así como las preferen-cias arancelarias pactadas por Estados Unidos con Cuba y Fili-pinas. 3) El principio de la No discriminación, a través del cual se reconoce el arancel, como el mecanismo protector de las economías internas de los países. En consecuencia, las restricciones cuantitativas y otras de carácter no arancelario, deben ser evitadas en las relaciones comerciales in-ternacionales. Es por ello que la finalidad del acuerdo es el de tender a la ex-pansión del comercio mundial mediante la reducción de las ta-rifas arancelarias.

ESTRUCTURA DEL ACUERDO GENERAL

El Acuerdo General se divide en cuatro partes, que las nombramos a continuación: Una primera conformada por la cláusula de la nación más favore-cida y de las listas arancelarias de las partes contratantes. Una segunda referida a diversos aspectos del comercio, tales como: libertad de tránsito, dere-chos antidumping, subsidios, derechos compensatorios, valo-ración aduanera, restricciones cuantitativas, aplicación indis-criminada, asistencia de los go-biernos para el desarrollo, salva-guardias, excepciones relativas a la seguridad de los países, etc. Una tercera parte comprende di-versas disposiciones tales como la aplicación territorial, el tema de las uniones aduaneras, de las zonas de libre comercio, así como disposiciones sobre la modifica-ción, enmiendas y retiro del Acuerdo. Una cuarta parte (5), denominada Comercio y Desarrollo que reconoce la diferencia de los países en función de su grado de desa-rrollo. En esta parte se establecen disposiciones en favor de los países en desarollo como el acceso de sus productos primarios a los mercados mundiales, también prevee la adopción de medios destinados a estabilizar los mercados de los productos básicos, cuyo propósito es evitar la exis-

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tencia de obstáculos contra las exportaciones de los referidos países en desarrollo. Asimismo se establecen diferentes formas de acción colectiva para promo-ver el comercio y desarrollo de estos países. Los Sistemas Gene-ralizados de Preferencias son un ejemplo del resultado de estos esfuerzos a pesar del carácter temporal de los mismos.

LAS RONDAS DE NEGOCIA-CION Y SUS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

Las conferencias arancelarias, llamadas en los últimos años rondas, son reuniones a través de las cuales las partes contratantes -es decir los países- negocian sus reducciones arancelarias. Últimamente también se tratan otros temas referidos al comercio internacional. Por la multiplicidad de los miembros que conforman el Acuerdo y la variedad de los te-mas de la agenda se utilizan dos mecanismos que contribuyen con el éxito de las negociaciones. Estos mecanismos según pala-bras del Dr. Robinson, son los siguientes: (6)

a) La Consulta: A través de ella los países miembros del Acuerdo la utilizan en su marcha hacia la liberación arancelaria. Son ge-neralmente de carácter informal y las establecen las partes contra-tantes antes o inmediatamente después de tomar una medida. b) El consenso : Resulta la moda-lidad operativa por naturaleza

en el Gatt. Si bien implica un proceso lento, agotador que de-manda mucha paciencia y cons-tancia en las negociaciones; sin embargo, tiene la ventaja que de llegar a una decisión sobre el particular, se evita la conforma-ción de minorías disidentes. Con estos mecanismos las nego-ciaciones se han desarrollado a lo largo de los tiempos permitiendo que los acuerdos en cada una de las reuniones tengan carácter vinculante entre las partes (7).

Los incumplimientos contra los acuerdos otorgan a las partes afectadas el derecho de ejercer diversas sanciones económicas, como los derechos antidumping, y los derechos compensatorios, entre otros.

LAS DIFERENTES RONDAS DE NEGOCIACIÓN DEL GATT

Las primeras conferencias aran-celarias fueron la de Ginebra (1947), la de Annecy (1949), la de Torquay en Inglaterra (1951), la de Ginebra (1956), las de Dibon-Ginebra (1960-61), la de Kennedy-Ginebra (1964-1967). Todas ellas fueron para promover la liberación del comercio y versaron fundamentalmente sobre la negociación y reducción de las tarifas arancelarias (8). RONDA DE TOKIO En esa ronda (1973-1979) donde por primera vez se tratan las di-

versas distorsiones no arancela-rias que se presentan en el co-mercio internacional. En efecto en dichas conferencias se negociaron y se adoptaron la dación de 6 Códigos, que regla-mentan medidas no arancelarias establecidas en el Acuerdo Ge-neral (9).

Estas negociaciones, se observa, con mayor nitidez, que el prin-cipio de la nación más favoreci-da, queda atenuado a un ámbito restringido. Los Códigos son aplicables en la medida que las partes lo adopten; en cambio en las conferencias arancelarias de antaño, los países contratantes del Acuerdo aplicaban todas las reducciones arancelarias otorga-das a la luz del Gatt; aún cuando no las hayan negociado y/o acordado. Hufbaner, Shelton y Starr (l0), luego de analizar los diferentes Códigos del Gatt concluyen en lo siguiente: (a) que la aplicación incondicional de la cláusula de la nación más favorecida, ha servi-do de piedra angular al sistema Gatt, (b) que en varios Códigos surge un enfoque condicional de la cláusula de la nación más fa-vorecida, (c) que el enfoque con-dicional de la cláusula de la na-ción más favorecida es bastante menos destructivo, en términos de desviación de corrientes co-merciales y socavamiento de re-sultados, cuando se aplica a me-didas que tiendan a disciplinar políticas gubernamentativas in-

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ternas, creadoras de obstáculos no arancelarios al comercio, (d) sugieren la elaboración de un criterio que concilie los aspectos condicionales de la NMF presen-te en los Códigos y las obligacio-nes incondicionales impuestas por la cláusula primera del Acuerdo general, que legitime un nuevo avance de la política económica internacional. De todo ello se desprende que ya en aquel entonces existían sínto-mas de un sistema general de comercio, caracterizado por la bilateridad y fragmentación, tendencia que parece peligrosamente agudizarse en estos tiempos, como lo veremos más adelante (11).

UN NUEVO ESCENARIO EN EL COMERCIO INTERNACIONAL: UNA NUEVA PROBLEMÁTICA QUE ENFRENTAR Según un estudio del profesor Michael Aho (12) el mundo en la década de los 80 tiene las siguientes características:

1) La interdependencia del mun-

do es mayor, las condiciones económicas internas trascienden las fronteras de los países mediante el comercio, la tecnología y flujos financieros. No existe consenso multilateral para determinar qué prácticas son justas y cuales no lo son. 2) El relativo predominio de los Estados Unidos disminuyó bruscamente, aún cuando su po-derío se mantiene, el liderazgo compartido es una característica de nuestra época. La Comuni-dad Europea y Japón son los otros dos polos de poder. 3) El sistema comercial se ha visto incrementado con nuevos países, los signatarios del Gatt originalmente fueron 22, actualmente son 90 y 30 aplican sus reglas. 4) El crecimiento económico es más lento y el desempleo más elevado. La adaptación a los cambios en el comercio o su liberación es más fácil cuando las economías se hallan en estado de expansión y el desempleo es bajo. El progreso tecnológico que confiere una nueva conformación a las economías no produjo sin embargo un gran incremento en la creación de empleos. 5) Las reducciones arancelarias con excepción de los textiles y la agricultura han sido significati-vas durante las negociaciones antes de la de Uruguay. Sin embargo así como se redujeron los aranceles, se incrementaron las medidas no arancelarias, tales como subsi-dios, y otras. 6) Muchos países aplican políti-cas destinadas a crear ventajas

competitivas para sus industrias, con intervención y compromiso del Gobierno en la aplicación de dichas políticas, tales como Francia y Japón. De otro lado no existe un acuer-do acerca de lo que constituye un apoyo legítimo para el desarrollo de una industria. A falta de este acuerdo aumentan los conflictos comerciales. Estos cambios afectaron a todos, pero las reacciones fueron dife-rentes entre los distintos actores. Por ej. Estados Unidos enfrentó a dos problemas: uno fue el dé-ficit comercial que en 1985 al-canzó a 150,000 Millones de Dó-lares. Este déficit tuvo dos orí-genes, uno de desequilibrio fiscal y otro la pérdida de la superioridad tecnológica que poseía en las décadas anteriores. Este país consideró que parte de este déficit se debió a que los países competidores realizaban prácticas comerciales restrictivas en el campo de la tecnología; no respetaban los derechos de pro-piedad industrial (patentes, marcas, derechos de autor, etc.) de sus empresas y antes bien se apropiaban de dichos derechos, usufructuándolos indebidamente y sin pagar los correspondientes derechos de tales usos. Un estudio de un organismo americano especializado como la Comisión de Comercio Interna-cional señaló que sobre un total de 8,000 Millones de Dólares, 130

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mil puestos de trabajo fueron perdidos debido a la piratería y similares prácticas indebidas; otros estudios estimaron que las pérdidas por infracciones contra la propiedad intelectual alcanzaron la cifra de 20,000 millones de dólares (13). En ese sentido, diversos estudios manifestaron que la falta de competitividad de los Estados Unidos se debería fundamentalmente a las distorsiones que caracterizan el comercio internacional: subsidios agrícolas de la Comunidad Europea, comercio desleal e infracciones a derechos intelectuales de diversas empresas, sobre todo los denominados países de desarrollo reciente, comúnmente llamados NICS. Si bien estos factores desfavo-recieron a los Estados Unidos, es bueno precisar que no solo ese país fue el único perjudicado. En efecto el comercio internacional en general, ya acusaba desde años

atrás diversos obstáculos que li-mitan su libre desarrollo. Un informe del Secretario General de las Naciones Unidas durante el Cuadragésimo Período de sesiones de la Asamblea general señala: "que la liberación comercial, permitió un crecimiento impresionante de la producción mundial, pero que en los últimos años se ha producido cada vez con mayor permanencia desviaciones de los principios de no discriminación y multilate-ralismo en el comercio interna-cional. Sufriendo graves tensio-nes las normas del Gatt. Estos hechos también perjudicaron a los países de menor desarrollo, pues tienen problemas de acce-der a nuevos mercados". (14) Las restricciones cuantitativas a la exportación de productos, ne-gociadas al margen de las nor-mas del libre comercio del Gatt - como ejemplo el Acuerdo de Multifibras en el sector textil-denominadas también "restric-

ciones voluntarias al comercio" y mediante las cuales el país exportador se compromete con el país importador en limitar sus exportaciones a fin de evitar la aplicación de medidas, cuyo efecto limitativo sería aún mayor que la restricción voluntaria a la exportacion(15), resultan modali-dades muy frecuentes de desviación de comercio al margen del Acuerdo General. Si a ello agregamos restricciones cambiarías, aduaneras, licencias de importación, y mecanismos distorsionadores utilizados por los países de desarrollo, concluimos que el libre comercio está seriamente amenazado. A este respecto coincidimos con el Embajador Mariátegui, quien manifiesta: "...Asistimos a un giro evidente que va de un teórico libre de comercio a lo que se ha dado en denominar un comercio administrativo compensado por medio del cual se negocian bilateral o multilateralmente restricciones voluntarias a las exportaciones, o para lograr un equilibrio en la balanza comercial mutua, se levantan algunas medidas proteccionistas. Tal es el caso de los recientes acuerdos suscritos por el Japón con la CEE y con los Estados Unidos".(16) Como consecuencia de ello, las partes contratantes del Acuerdo General en la Reunión Ministerial de 1982 determinaron la revisión y estudio de diversos temas, los que sirvieron de antecedente para la agenda que 4 años

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más tarde, en Punta del Este, dio inicio a la denominada Ronda de Uruguay, cuyas negociaciones están por concluir y definirán las relaciones comerciales de los próximos años, tema que a conti-nuación trataremos.

RONDA DE URUGUAY

Las partes contratantes reunidas en Punta del Este, deciden iniciar Negociaciones Comerciales Multilaterales, para lo cual adoptan la Declaración Ministe-rial sobre la Ronda de Uruguay de fecha 20 de setiembre de 1986, instrumento jurídico por el cual se enmarcan las negociaciones. La Declaración consta de dos partes: La primera donde se pre-cisan los objetivos que persiguen las negociaciones, los principios generales que les regirán, todos los aspectos relativos al status quo y desmantelamientos de restricciones, los temas propia-mente de las negociaciones -que más adelante precisaremos-, as-pectos sobre el funcionamiento del sistema del Gatt, sobre la par-

ticipación y organización de las negociaciones. La segunda parte se refiere a las negociaciones sobre el comercio de servicios. La agenda de las negociaciones puede resumirse según el si-guiente cuadro donde se preci-san los temas y sus objetivos:

Tema Objetivo

1) Aranceles : Se procura reducir los derechos de aduana 2) Medidas no arancelarias : Se busca la reducción y eliminación 3) Productos obtenidos en base a recursos naturales: Liberaliza-ción del comercio de productos marinos, forestales, metales no ferrosos y minerales son sus ob-jetivos más resaltantes. 4) Textiles y Vestidos: Se pre-tende diferir el Acuerdo Multifibras e instaurar un co-mercio de textiles dentro de las reglas del Gatt. 5) Agricultura: Se negocia re-ducir subsidios agrícolas y otras formas de apoyo a la producción y proponer la apertura de nuevos mercados. 6) Productos Tropicales: Reduc-ción de aranceles y eliminación de medidas no arancelarias constituyen los principales asuntos en debate. 7) Artículos del Acuerdo: Se es-pera modificar algunas reglas tales como las excepciones a los países en desarrollo; y controles a las importaciones por razones de ajuste de balanza de pagos. 8) Revisión de los Códigos del Gatt: Se procura mejorar, aclarar y/o ampliar los acuerdos nego-

ciados en la anterior Ronda de Tokio, sobre los referidos a los derechos antidumping y obstá-culos técnicos. 9) Salvaguardas: Se tiende a fijar nuevas reglas, que determinen que el criterio del "Perjuicio grave" sea más estricto, de suerte tal que una simple amenaza no sea suficiente para adoptar tales medidas. Disciplinar las deno-minadas "áreas grises" que distorsionan el comercio inter-nacional, tales como las restric-ciones voluntarias a la exporta-ción. 10) Subsidios y derechos compensatorios: Se busca disci-plinar su aplicación. 11) Propiedad intelectual: Arri-bar a un acuerdo que contenga los standares mínimos y princi-pios generales para la protección del comercio y las ideas. 12) Dispositivos sobre inversiones: Establecer nuevos criterios que permitan eliminar las restricciones a la inversión extranjera, por ej.: el derecho de establecimiento. 13) Funcionamiento del Sistema del Acuerdo General: Acrecentar la contribución del Gatt al logro de una mayor coherencia de la política económica a escala mundial fortaleciendo su relación con el Fondo Monetario y el Banco Mundial. 14) Solución de Controversias: Obtener medidas que permitan una mayor rapidez y efectividad a la solución de las disputas co-merciales entre las partes. 15) Servicios : El objetivo es llegar a un acuerdo general que

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establezcan las condiciones para el comercio de servicios. Las negociaciones se fueron de-sarrollando, apareciendo como era de suponer diversos plantea-mientos según los actores y sus intereses en negociación. Así Es-tados Unidos, la Comunidad Económica Europea, Japón América Latina, y demás grupos fueron negociando los diversos temas, estableciéndose una serie de pactos y relaciones. En cuanto a los temas referidos a las Inversiones, la Propiedad In-dustrial y los Servicios, los países de América Latina en un primer momento, fueron muy renuentes a negociar tales asuntos en el marco del Gatt. Consideraban que las propuestas de liberalización irían contra sus intereses; así como opinaban que el foro no era el más adecuado (17). Estados Unidos en cambio, insistía sobre la necesidad de llegar a dichos acuerdos, considerándolos prioritarios. El tema de la agricultura, que siempre había sido marginado en la agenda del Gatt, se encontraba por primera vez dentro de los temas de discusión. Los diversos actores tenían bien definidos sus objetivos a tratar. Los Estados Unidos que ya ha perdido liderazgo en el comercio agrícola, fomenta la liberalización de este sector, en razón de la indudable ventaja comparativa que posee en esta área, lo que le permitirá acceder al mercado japonés,

modificando el déficit en su balanza comercial con ese país; así como ingresar con más facilidad al mercado europeo. La Comunidad Económica Eu-ropea por su parte, mantiene la defensa de políticas de sostén y protección comercial, en el área agrícola, y una defensa férrea en lo que se denomina la política Agrícola Común. Por último el Grupo Cairns (18), por ser un grupo de países con alto nivel competitivo, ha adoptado una posición intermedia frente al protec-cionismo europeo - japonés; y frente a la ofensiva liberal ame-ricana contribuyendo en forma importante con las tratativas. El estancamiento del tema de la agricultura ha significado gra-ves perjuicios al desarrollo de las negociaciones, llegando al punto de temerse un fracaso total de la Ronda en su conjunto, según sabemos de las informaciones aparecidas en las últimas semanas.

Entre otros puntos en discordia, esta la propuesta de reducir los subsidios agrícolas, tanto a la exportación como a la produc-ción, tema que la CEE no estaría dispuesta a aceptar. Estados Unidos propone que -en el plazo de 10 años- la CEE reduzca el 90% de sus subsidios a la expor-tación y el 75% de sus subsidios a la producción. La CEE solo ofrece un 30%, que en realidad solo es un 15%, pues el saldo ya ha sido concedido anteriormente. De no liberarse el comercio agrí-cola entonces muchos países en desarrollo se rehusarían a tratar en el Gatt los llamados "Nuevos Temas", es decir a los asuntos relativos a la propiedad indus-trial, servicios e inversiones; te-mas que -como hemos visto- son considerados muy importantes para los norteamericanos. Las negociaciones indudable-mente han llegado a un estado crítico, pero creemos que no es menos cierto que los países, a pesar de todo, en las últimas se-manas parecen tomar conciencia de la gran necesidad de llegar a una solución a este respecto. El mundo enfrenta una recesión la que se agudizará por las conse-cuencias de la Guerra del Golfo Pérsico y empeoraría aún más ante una eventual guerra comer-cial, donde el sistema comercial - al igual que en los años 30- de volverse anárquico contribuiría - como en la etapa anterior a la II Guerra Mundial- a un deterioro con consecuencias realmente

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impredecibles, poniendo en serio peligro la seguridad y la paz mundial. Consciente de este reto, el profe-sor Gros Espiell, a la sazón Presidente del Comité Interministerial de Negociaciones Comerciales del Gatt, ha manifestado: "...Pienso sobre la base de la conciencia de que es imperativo llegar a resultados aceptables, aunque sean limitados, con realismo pragmático y renunciando a objetivos demasiado ambiciosos, que son imposibles de lograr hoy, es posible bajar el nivel de aspiración y alcanzar fórmulas que signifiquen un progreso. Pero para alcanzar éstos logros debe mostrarse flexibilidad y realismo... Nunca como hoy, en la situación actual de la Ronda de Uruguay, puede afirmarse que lo mejor es enemigo que lo bue-no. (19). Es decir, el mecanismo del con-senso tendrá una dura prueba que enfrentar, y ella estará deter-minada a no dudar por la forma cómo las naciones asuman su responsabilidad ante tal reto.

ALGUNAS REFLEXIONES PARA UNA POLÍTICA DE CO-MERCIO INTERNACIONAL DENTRO DEL ACTUAL CONTEXTO INTERNACIONAL 1. En el comercio internacional hay un hecho que sí resulta evi-dente: el reconocimiento, inclusive por países socialistas, y gobiernos populistas latinoamericanos, salvo penosas excepciones, de los beneficios del mercado como elemento asignador de recursos. 2. Este hecho ha implicado una revisión de las políticas econó-micas que durante muchos años predominaron en América Latina. 3. Los gobiernos latinoamerica-nos buscan sanear sus economías, dando mayor libertad e injerencia a los sectores privados -muchas veces marginados-, para que sean ellos quienes generen -sin obs-táculos- la riqueza en sus países. 4. Estos esfuerzos no tendrán éxito si no existe de por medio confianza, voluntad y decisión para implementar estas políticas. 5. En este sentido las políticas en el campo del comercio internacional, deben dejar de lado las tentaciones proteccionistas, pues distorsionan los flujos de los bienes y servicios de un país di-ficultando la determinación de áreas más competitivas, infor-mación necesaria para el desa-rrollo de los planes económicos.

6. Es bajo este enfoque como debe de participar nuestro país en estas negociaciones que están por concluir; así como en diversas esferas del comercio internacio-nal. Ello no significa renunciar a las ventajas que puedan haberse ob-tenido o las que se estima puedan obtenerse en diversas negocia-ciones. Todo lo contrario, el juego del libre mercado y del comercio li-bre es precisamente negociar y procurar - en función de las ventajas comparativas que se pueda tener- cumplir con los objetivos deseados. 7. Todo esto exige también una reestructuración de nuestros sectores productivos pero - a di-ferencia de experiencias anterio-res- será la capacidad, eficiencia, talento y también el azar, quienes decidirán su desarrollo o fracaso, dentro de una competencia libre. 8. Por ello es necesario un cambio de mentalidad en todos los sectores para que estén dispuestos a competir en el mercado y vencer o ser vencidos, pero con la sólida convicción que es a través del trabajo, el esfuerzo y la creatividad como se logra el éxito. 9. Es una tarea difícil, no sólo por la reconstrucción que en muchos sectores es necesaria, sino por el actual contexto internacional, donde también las tentaciones del facilismo proteccionista se agudizan.

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10. El Perú en su política de co-mercio internacional, debe esta-blecer estrategias de coordina-ción con diversos sectores, gru-pos empresariales y/o de interés del exterior, que compartan los criterios del libre cambio y que, al igual que el Perú, se vean per-judicados por los embates pro-teccionistas en las diferentes áreas, pues sólo a través de acuerdos sobre intereses especí-ficos, se podrá obtener benefi-cios cuantificables, más allá de la predica concertadora. Un ejemplo de ello lo podemos en-

contrar en los diversos pronunciamientos de sectores europeos altamente competitivos en el sector industrial, los que han ejercido presión ante la Comisión de la Comunidad Europea para que flexibilice su posición en el tema agrícola. Otro ejemplo lo encontramos en los grupos europeos de protección a los consumidores, quienes también observan los proteccionismos agrícolas, pues significan una elevación de los precios, los que son finalmente trasferidos a los consumidores a quienes protegen.

(1) Robin Stuart, Políticas de Comercio Inter-nacional, con especial referencia al Gatt: en Cepei - Perú frente a las nuevas tendencias del Comercio Internacional Págs. 23-24. Lima 1984 (2) Solo lo ratificaron Australia y Liberia. (3) Para analizar con detalle las características de una organización internacional ver: Granell Francisco «Aproximación Tipológica a la Organización Económica Internacional. en Rev. de Estudios Internacionales Vol. 3 Jul-Set 82. Madrid (4) Ver artículo primero del Acuerdo Consti-tutivo del Gatt (5) La cuarta parte fue incorporada en 1965 mediante un Protocolo de Enmienda al Acuerdo General de Aranceles y Tarifas (Gatt). (6) Robinson Stuart Ob. Cit. (7) Muchas veces en el derecho económico internacional como en otras áreas del derecho internacional se presenta diversos problemas en relación a la obligatoriedad y no obligan jurídicamente a los países que los adoptan. Ejemplo de ello tenemos las diversas conferencias mundiales sobre diversos temas, las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, etc. que si bien

establecen ciertos criterios y/o principios deben animar las relaciones internacionales en las naciones, éstas por su propia estructura jurídica no son obligatorias para los países, ni se establece mecanismos de sanción, en caso de incumplirlas. (8) Ver Mariátegui José Carlos: Manual de Organismos Internaciones. (9) Los Códigos son: El referido sobre valora-ción aduanera, sobre compras del sector público, sobre licencias de importación, obstáculos técnicos, de subvenciones y derechos compensatorios, y sobre antidumping. (10) Ver Hufbaner, Shelton y Starr «Los Códi-gos del Gatt y el principio incondicional de la nación más favorecida en Rev. Intal N° 66 Marzo 1982 págs. 41 y sig. (11) Ver informe Secretario General de Naciones Unidas, confrontar nota 14 del presente trabajo. (12) Aho Michael Negociaciones Comerciales: Desafío y oportunidades en Rev. Intal N° 117 Oct. 1986, pág. 3 y sig. (13) Hill Eileen: Commerce Department Program seeks greater protection for U.S. Intellectual Property Rights in «Bussiness Americas March. 18, 1985. (14) Naciones Unidas Documento A/40/708

11 de octubre de 1985 pág.. 23 y siguientes. (15) Ver Herzka Claudio .El Perú frente a las relaciones comerciales con Estados Unidos y las Comunidades Europeas» en: El Perú frente a las nuevas tendencias del comercio internacional Cepei 1984, pág. 45 (16) Mariátegui José Carlos: El Perú frente a las políticas de comercio internacional en Cepei Ob. Cit pág. 43 (17) Para analizar las propuestas a este respecto ver Sela: «América Latina y las nuevas negociaciones multilaterales del Gatt» en Comercio Exterior Vol 36 número 9, Setiembre de 1986 (18) El grupo Cairns, denominado así en razón de la reunión sostenida en la ciudad australiana del mismo nombre. Es un conjunto de países de diferente nivel de desarrollo, pero caracterizados todos, por ser importantes exportadores de productos agrícolas que no utilizan subsidios, ni prácticas desleales en la exportación de sus productos, son los «Fair-Traderss del mercado agrícola. Forman parte de este grupo entre otros: Argentina, Chile, Colombia, Australia, etc. (19) Ver artículo de Gross Espiell Héctor "Ronda Uruguay enfrenta nueva encrucijada para el comercio mundial" en: Gestión Año 1 No. 105 26 de Febrero de 1991. Lima

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DOS PARADOJAS ACERCA DE LA ÉTICA Y LA

EMPRESA*

Pablo Ferreiro

La primera paradoja surge al in-terrogarse acerca, del fin, del objetivo y de la función de una empresa económica. Hay que reconocer que el modo de plantearse esta cuestión es ambiguo. Para un "teórico" o científico, será necesario aclararle si la pregunta se refiere al fin objetivo (de la acción) o al fin subjetivo (del que la realiza) (1), y en cualquiera de los casos, habrá que señalar el horizonte de tiempo: si se trata del fin inme-diato, intermedio o del último. Para un "práctico" las cosas son mucho más simples: para él, fin es su intención, el motivo por el que busca algo, y -dada su índole voluntarista- ésta ha de convertirse en resultado (2), y si lo consigue le llamará éxito, y si no, persistirá tenazmente hasta conseguirlo.

Hablando de una manera pro-pia, el fin último de cualquier realidad en sí misma considera-da, consiste en el desarrollo de su naturaleza hasta completarla, según el diseño o designio esta-blecido por Dios al crearla (3). En correspondencia, el hombre muestra su sabiduría, cuando utiliza los instrumentos que fa-brica según las condiciones na-turales de sus partes. Si se trata de una organización humana, como lo es la empresa, el fin último, o fin de fines, de esta organización, no puede ser otro que el de las personas que la integran, esto es: su perfección, según su naturaleza, (y en ello consiste precisamente su "felicidad": la de cada uno de sus componentes, desde el dueño hasta el aprendiz recién ingresado). La legitimidad de una institu-ción puede ser de esta manera

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La legitimidad de una institu-ción puede ser de esta manera investigada, y ello es un tema ético. Es pertinente, por lo tanto interrogarse qué tanto contribu-ye la empresa, en cuya génesis alguien ha contribuido, o el puesto de mando que alguien ostenta, o el producto que se elabora, o la clase que se dicta, etc., a hacer crecer en humanidad a los empleados, subordinados, clientes o alumnos. Evidentemente el compromiso que se adquiere al procurar la realización de personas es diverso según se trate del dueño de un negocio, de un directivo, de un mando medio o de un obrero, pero es ilustrativo considerar que siempre hay alguna responsabilidad puesto que siempre hay un receptor huma-no en el que recaen las conse-cuencias de las decisiones.

Esta contribución de la empresa al bien ser y, derivadamente, al bien estar de todos a quienes afecta, es una consideración es-

trictamente ética, y expresa su grado de coherencia y de cohe-sión interna, y predice su capacidad de expandirse y aún de prevalecer.

Una empresa que añade digni-dad a sus integrantes es más ética, y por ello más fuerte ante las adversidades que el entorno le depare, que otras que compiten en el mismo sector y que sean pobres en este aporte. Si aceptamos que el fin último, es decir al que deben ordenarse todos los demás, de cualquier organización es la felicidad -en el sentido de plenitud- de sus integrantes, o lo que es lo mismo: la contribución a la satisfacción de sus necesidades reales, podemos preguntarnos ahora cuál es su Objetivo (4).

La definición de este Objetivo es materia del estudio científico y técnico, que en las Escuelas de Negocios solemos denominar

Política de Empresa.

El Objetivo único o múltiple de una empresa es aquel campo o sector concreto en el que decide actuar teniendo en cuenta las condiciones del entorno y las ca-pacidades de su personal. Fruto de la investigación se han desa-rrollado varias metodologías para establecerlo...

Propiamente, en la selección de los objetivos no cabe hablar de ética, sino de profesionalidad , y aunque es oportuno acotar que una actividad desempeñada de forma mediocre, afecta al actor, impidiendo en buena parte su desarrollo personal, y por lo tanto estamos ante un tema ético, no es la ética que debe diagnosticar a este nivel conceptual sino la sociología, y lo hará a través de la expresión libre de las fuerzas del mercado, o mediante mecanismos más artificiales y más lentos propios de la planificación central. ¿Qué es obtener utilidades para una empresa?. En mi opinión esta es su función. El término función es muy expresivo cuando se emplea en el campo de la fisiología, e indica un "conjunto de comportamientos específicos, propios de un órgano, que son compatibles u homogéneos con el cuerpo al que pertenecen". Así se dice que la función de la mano es coger o rechazar según la conveniencia o inconveniencia de una situación determinada, en relación al logro de un Objetivo.

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Según esto la empresa vendría a ser un órgano -no natural como la mano, sino artificial- de la so-ciedad, cuya función es la de crear y distribuir riqueza material. Por ello nos causa desazón -aunque ya estemos algo acostumbrados -oír que una empresa pierde plata, pues constituye un fracaso, una falta de lógica, que los instrumentos especializados en añadir, resten.

Una organización empresarial dará mayor o menor rendimien-to económico, al fabricar un producto u ofrecer un servicio, en un lugar concreto, según sea la calidad de su diseño formal interno: número de empleados, implementación de las activida-des requeridas, estado de los equipos, efectividad de los siste-mas de control, etc. (a igualdad de las condiciones externas). La ética a este nivel tampoco tiene mucho que decir: En el tejido social, no hay unas funciones más éticas que otras. Las consideraciones hasta aquí expuestas, intentan poner de manifiesto que la ética no puede ser invocada o esgrimida en cualquier operación empresarial, pues sólo donde hay un margen de libertad lo hay de responsabi-lidad moral, que es proporcional a la dimensión de ese margen, y ello a cualquier nivel en el que tenga lugar la decisión humana. Hay que tener en cuenta que la diferenciación que estamos ha-

ciendo entre fin, objetivos y funciones no se da en la realidad de manera absoluta (pues se trata de construcciones mentales mediante las cuales intentamos captar aspectos de esta realidad para entenderla), y obedece al propósito de marcar la distancia entre una ética de principios o causas, a una ética de consecuencias. Esta última consistiría, en un prontuario de normas, mientras que la primera se constituye en una orientación facilitadora de la genuina acción libre. Por lo demás las categorías enunciadas (Fin, Objetivo y Funciones), deben ser objeto de un estudio profundo para que puedan ofrecer una base sólida sobre la que se afirmen los dictámenes éticos. Es de notar que en un ser vivo la unidad entre el fin, el objetivo y la función de cada órgano viene dada, es axiomática. En cambio las organizaciones humanas deben construir la unidad que se postula, moderando la selección de los objetivos y moderando el

desempeño de las funciones para que sean mutuamente compatibles y coadyuvantes, al fin natural de las personas. Se trata, como vemos, de una tarea que exige preparación técnica, virtudes morales, y honestidad intelectual y en ello reside el arte y la ciencia de dirigir. Esto es ser un buen empresario: ser capaz de definir mediante una adecuada estrategia, aquellos objetivos que en cada momento aprovechan mejor las circuns-tancias del entorno y las capacidades de los individuos, de manera que se obtenga un beneficio desarrollando a las personas, primero las de dentro de la organización, y luego, y como consecuencia, a los clientes externos a los cuales se sirve. Una institución así comandada cumple con su finalidad, con su Misión, y se constituye en una instancia ética. La segunda paradoja aparece al

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reflexionar acerca de los pro-ductos de la empresa económica. En una primera apreciación se-guramente estaremos de acuerdo en que el producto de una organización es aquello que en-trega a sus clientes y que consti-tuye un aporte, que no estaría igualmente disponible si ella faltara. Parece evidente que los productos o servicios que ofrece una empresa configuran su ra-zón de ser más aparente, y que son causa, a su vez, del beneficio económico. Pero hay otro producto más im-portante, aunque no haya sido explícitamente previsto y deseado. Ocurre algo similar a lo que sucede cuando una persona realiza una acción. Suele pensarse que el resultado externo es lo que cuenta de manera primordial, y en realidad no es así, porque lo tras-cendental, lo verdaderamente inevitable, es el impacto de la acción en el que la ejecuta, la modificación de su naturaleza por obra del aprendizaje o trans-formación que en ella se efectúa. Podemos ilustrar este hecho considerando que cuando, por ejemplo un tornero entrega una pieza bien moldeada, además de suministrar un objeto de calidad, él mejora en su destreza técnica, y esta cualidad permanece en él de manera estable, lo cual le hace entre otras consecuencias más fiables para el entorno. Esto es una

consideración ética. De forma análoga, pienso que se puede decir, que el principal producto de una organización es el estado en el que se encuentran los trabajadores (desde el Gerente General al último obrero) que cada jornada retornan a su domicilio. Resulta revelador considerar cómo llegan todas las mañanas estas personas a su puesto de trabajo, sea un laboratorio, o una oficina: entran con un nivel de cualidades físicas, intelectuales y afectivas (o morales) determinado, y salen con un nivel distinto: cansados, más o menos satisfechos, según la tarea haya sido rutinaria o creativa, y con el corazón más lleno o más vacío, según hayan ido las relaciones personales. Estos actores en retirada, estre-nan cada día una pieza nueva en sus hogares y en el ambiente social en el que se desenvuelven. Indudablemente el desempeño de estos y otros papeles estará muy condicionado por lo que haya ocurrido ocho o diez horas antes, y este círculo se repite al menos doscientas veces al año. Personas con cierto hastío interior es muy difícil que transmitan seguridad, que irradien armonía, generosidad y otros valores a quienes les rodean, sea en el ambiente familiar o en el círculo de amigos a los que influyen.

Parece evidente concluir que hay que estudiar con mucho detenimiento los cambios inter-nos que ocurran en las personas debido a su trabajo, y que estos cambios son mucho más rele-vantes (sin hacerlos por ello despreciables los demás) para la sociedad, que los productos o servicios materiales que las empresas le suministran. No se trata pues de un sub-producto, aunque pocos cientí-ficos hayan estudiado este efec-to no planificado (5). Cuando anteriormente señalá-bamos que el fin de una organi-zación estriba en la mejora de sus componentes, no nos basábamos en las consecuencias de la actividad de esas personas al margen de la organización, pero ahora nos encontramos con esta otra realidad que viene a ser como una prueba implícita de la lógica interna de la proposición.

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Por otra parte vale la pena consi-derar que las empresas suelen clasificarse, y son también objeto de preferencias por el propio mercado, en términos de lo que ofrecen al entorno. Pero pocos se percatan de que este aporte externo es consecuencia de lo que ocurre en el interior de la empresa, pues mejores o peores personas cotidianamente moldeadas por la organización, darán mejores o peores servicios a los clientes, (sin modificar las demás variables que influyen en el resultado). Aquellas instituciones que de hecho hacen crecer a sus compo-nentes, aseguran su superviven-cia pues la capacidad de adap-tarse a los cambios externos está en función de la flexibilidad de su estructura humana, es decir de su capacidad de proporcionar un servicio variable a tenor de los requerimientos del entorno. Si las personas no aprenden a ser útiles, a ayudar, a atender a las necesidades ajenas, se vuelven cada vez más insensibles al mercado y a su evolución, se ensimisman y enquistan, siendo las empresas en que laboran, fá-cilmente eliminadas por la com-petencia. Algún día la sociedad será consciente de esta realidad y pedirá cuenta del uso que han hecho las organizaciones del poder sobre su gente. Pienso que se establecerán procedimientos objetivos en la medida de lo posible para medir la transformación ocasionada.

La sociedad deberá defenderse de las empresas que deterioran la naturaleza del hombre, agostando su característica diferencial, esto es su capacidad de aportar ideas y afectos. Asimismo deberá alentar a aquellas otras organizaciones que potencian al individuo, y ello por el doble motivo de ser educadores de ciudadanos de calidad y sumi-nistradores de servicios reales a los consumidores. Se comprende la intuición tan certera de muchos empresarios contenida en la expresión de que su mejor activo lo constituyen sus hombres, y no sólo, ni principalmente, porque de este modo aseguran la permanencia de las utilidades, sino porque así consolidan las condiciones de viabilidad de la sociedad: esto es, la satisfacción de los consumidores y la felicidad -que es tanto como decir: la capacidad de servicio- de los productores. Podemos apreciar que la empresa se configura, como una segunda escuela de valores, (y en algunos casos primera, por ausencia de familia) ello es debido al fuerte impacto que representa una ex-posición tan prolongada a su influjo: las personas, cada uno de los componentes de la población activa, dedicamos más de 100,000 horas de nuestra vida a trabajar para terceros (6).

Pero, no debemos caer en la uto-pía ni en el contrasentido. La realidad es que la mayor parte de

las empresas han nacido gracias al empuje de un primer emprendedor, hombre esforzado, buen oteador de oportunidades, con gran sentido práctico e indudable afán por mejorar su nivel de vida. Su único secreto ha sido su innato olfato para detectar buenos negocios y su considerable capacidad de trabajo. Luego, este instrumento, pro-yectado para el progreso perso-nal, se ha hecho grande entre las manos del promotor, mostrando una dinámica propia desconocida para él: la de los objetivos personales de los hombres asociados, que son, por cierto, bastante similares a los propios. A estas alturas es probable que el iniciador de lo que ya es ahora una pequeña o mediana empresa se encuentre frente a un problema distinto del que motivo su iniciativa, concretamente: qué hacer con la gente y con sus crecientes y variadas expectativas. Notemos que las cualidades que

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lo llevaron a tener éxito en el despegue, no son las mismas que las que ahora necesita para integrar, motivar y potenciar (en términos de desarrollo) al equipo humano. Será necesario percibir este cambio de escenario para asumir con hidalguía la nueva responsabilidad (7). Es de prever que esta mutación no surja espontáneamente, haciéndose precisa la ayuda especializada. Nos encontramos de esta mane-ra con el importante papel que pueden y deben desempeñar las

Escuelas de Negocios. Estos institutos de reciente aparición -la inmensa mayoría tiene menos de 40 años de vida- no pueden limitarse a expedir diplomas acreditativos de un perfeccionamiento técnico, pues parece evidente que no hay verdadero progreso en la dirección empresarial, si no se descubre la relación profunda que existe entre el uso recto de los sistemas de soporte para la toma de decisiones, y su influjo en la calidad de las personas. En este punto la ciencia ética tiene mucho que decir.

porque no se ajustan a la realidad que intentan representar.

(2) La consideración técnica de los resultados como uno de los elementos tipificadores de la conducta ética son abordados por Carlos Llano en "Implicaciones éticas actuales de la responsabilidad" EDAC S.A. México D. F. 1983. Este ensayo -revisado y desarrollado en 1986- constituye un laborioso estudio acerca del obrar humano que tiene el mérito de presentar de forma secuencial los reduccionismos más frecuentes que se agazapan en las visiones parciales de la responsabilidad del empresario.

(3) Juan Pablo II no ceja en su empeño por mostrar la inconsecuencia de intentar edificar al hombre a espaldas de Dios: "Dios es el último juez de la ética y supremo garante contra todos los abusos de poder ejercidos por el hombre sobre el hombre". Así se expresaba el 11-X-1988 en Estrasburgo ante el pleno del Parlamento Europeo.

(4) Empleo la palabra Objetivo según suele utilizarse en el lenguaje de Política de Em-presa. Rafael Gómez Pérez usa este vocablo con sentido clásico en su libro "Ética Empresarial. Teoría y casos" Rialp 1990. A través de sus páginas se hallan firmes directrices para emprender de modo práctico la calificación ética de la conducta.

* Este tema fue desarrollado por el autor en la Conferencia Inaugural de la Universidad de Piura correspondiente al año 1990. NOTAS (1) A propósito de la encíclica papal "Estu-dios sobre la Laborem Exercens" BAC 1987, en capítulo titulado, "la Laborem Exercens y la visión científica de la acción humana" Juan Antonio Pérez López señala los requisitos que debe cumplir cualquier ciencia que verse sobre el obrar humano para ser coherente. Se describe, entre otras muchas y axiales cuestiones, la limitación de las metodologías positivistas que impiden el logro de sus propios objetivos al cumplir, precisamente, los supuestos de los que parten, bien porque los extrapolan, o bien

(5) En la "2a. Conferencia Europea en Ética de la Empresa" celebrada en Barcelona (España) el 27 - 29 Set. 1989, organizada por la European Bussines Ethics Network (EBEN) se pusieron de manifiesto los avances en la tarea a asumir prácticamente los principios éticos. Las conferencias de los expositores, especialmente las de los profesores Alejandro y Carlos Llano Cifuentes, y de Vicente Mortes (Presidente de Nestlé España) fueron ilustradas con numerosos ejemplos que hicieron ver la factibilidad del empeño.

(6) Bastantes de los conceptos vertidos en esta conferencia han sido fruto del estudio y confrontación con la realidad de los trabaja-dores publicados por Juan Antonio Pérez López, especialmente de su "Teoría de la Acción" y "Teoría de la Organización", edi-tados por el IESE 1989 y 1990.

(7) Václav Hawel en su 1er. discurso como Presidente de Checoslovaquia, aludía de modo incisivo a la necesidad de asumir con hidalguía las consecuencias de la propia conducta, para estar a la altura de la nueva situación. Recuperaba, en su exposición programática, el papel del hombre como responsable de la historia.

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POETAS DE AREQUIPA

Enrique Chirinos Soto

Bien sé que en tierra extraña, y en cierto modo lo es para nosotros casi toda extensión desde la cual no se alcance a distinguir el cono soberbio del volcán, desconcierta o divierte o, a veces, quizá hasta fastidia esta manera desmesurada, enfática, agresiva que tenemos los arequipeños de querer a Arequipa. Pero no puedo, al hablar ahora de los poetas de mi tierra, dejar de decir que es Arequipa escenario poético por excelencia. Poético por sí mismo y ante todo por determinante razón de la geografía. "En Arequipa, se mira mejor y se oye mejor", ha comprobado en alguna ocasión Jorge Basadre: cielo limpio, atmósfera clara, múltiple y poderosa presencia de las montañas, todas las escalas y todos los matices del color

en la campiña, música del alma en consonancia con el paisaje.

Debería yo remitir a quienes tie-nen esta noche la bondad de es-cucharme a las páginas que ha escrito Víctor Andrés Belaunde para sondear el espíritu religioso o explicar el alma romántica de Arequipa; o recordar aquella conferencia en la que José Luis Bustamante y Rivero, con la pri-morosa maestría de su estilo, compone el enternecido elogio de Arequipa y la llama sucesiva-mente -tal parecen sus títulos de nobleza- vieja ciudad patricia, pétrea ciudad adusta, ágil ciudad dialéctica, viril ciudad heroica, blanca ciudad sonora, pía ciudad creyente; o debería, en fin, repetir el enérgico retrato que del hombre arequipeño hace César Atahualpa Rodríguez como hombre que no se ha emancipado de las influencias telúricas, y

ama a su tierra sobre todo porque coexiste anímicamente con ella de un cierto modo misterioso y todavía primitivo. Por eso, el arequipeño ausente de Arequipa es siempre un ser casi a la deriva, desarraigado y melancólico. Por un camino o por otro, sin embargo, conducidos de la mano por tales o cuales autores ilustres, llegaríamos a conclusiones semejantes. Arequipa es religiosa en el doble sentido de ser mís-tica, de tener la urgencia y la nostalgia de Dios y el infinito, y también de ser beata, pues gusta del fasto y la minucia de las cere-monias. Arequipa es romántica, vale decir, atrevida, apasionada, sincera. Y, por ser mística y ro-mántica, por ascender al mismo tiempo las instancias más altas y descender hasta la más profundas del ser, por su fuego y por su

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hondura, Arequipa vive en trance inevitable de poesía. Porque la poesía es, a su turno, en el sentido más auténtico, creación de belleza, y la belleza consiste - según una definición meramente aproximativa que contaría, no obstante, con el visto bueno de Platón- en el resplandor del ser.

A los efectos de esta declaración categórica de la naturaleza poética de Arequipa, nada importa establecer si ha nacido ya o no ha nacido todavía el definitivo poeta arequipeño. ¿Ha vivido, ha cantado, fácil y espontáneo, como dice el ruiseñor su trino, el poeta que diga de una vez y para siempre el mensaje colosal y si-multáneo del volcán y el terre-moto, del toque de rebato y la revolución y la protesta, del sillar y de la fe, de la linfa amorosa que fecunda las minúsculas parcelas, y de los crepúsculos cotidianos y solemnes cuando el sol, en su última agonía, cruza los anchos cielos para incendiar al despedirse la cumbre nevada de las montañas? No lo sé y, sin ofender a nadie, no me preocupa es esta ocasión despejar la incógnita.

Ese poeta máximo, como el Mesías, tiene en todo caso pre-cursores y profetas. El primero, sin duda, Mariano Melgar. "¿Quién que es no es románti-co?", proclamó Rubén con dolorosa y gozosa certidumbre. Como para demostrar que el romanticismo, mucho más que moda literaria, es una modalidad o, inclusive,

una necesaria condición del espíritu, Melgar fue romántico antes de que existieran los llamados poetas románticos en el mundo de habla española. Educado en los más severos cá-nones clásicos, alumno y profe-sor de latín en el Seminario de San Jerónimo, Melgar, en verso, se produjo románticamente, sin saberlo, como el archiconocido personaje de Moliére, a quien se dio la fantástica noticia de que hablaba en prosa, también sin saberlo. Probablemente, estaba naciendo en España José de Espronceda y faltaban muchos años para que naciese Gustavo Adolfo Bécquer, cuando Melgar, de visita en el valle de Majes según parece, exiliado de Arequipa por el cruel edicto de los amores contraria-dos, escribió la décima famosa que todos los arequipeños cono-cemos de memoria:

Bastarían versos tales, para saber que Melgar inicia en el Perú el romanticismo literario, el cual sin embargo no agota ni muchos menos la extraordinaria perso-nalidad del poeta del yaraví y de

las elegías a Silvia. Muchísimo más que la poesía romántica o pre-romántica, vale en Melgar la existencia romántica a cabalidad. El maestro José de la Riva Agüe-ro, en "Carácter de la Literatura del Perú Independiente", opone, con la asombrosa erudición y también con la extremada seve-ridad de sus diecinueve años, determinados reparos al oficio poético de Melgar. No creo, en cambio, que merezca reproche o consienta tacha alguna el perfecto poema romántico de la vida, la pasión y la muerte de Mariano Melgar. ¿No parece de leyenda pura la historia del poeta casi adolescente, enamorado sin es-peranza y sin reposo, que se alista en las filas insurgentes de Pumacahua, y perece fusilado antes de cumplir veinticuatro años al día siguiente de la derrota de Umachiri? Por eso, es hasta hoy y será en lo sucesivo el más alto representante del alma trágica y romántica de Arequipa.

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La cristalina corriente de este caudaloso río lleva ya del llanto mío más aguas que de su fuente. Llega al mar y es evidente que el mar, con ser tan salado, la recibe alborotado y aún rechazarla procura por no probar la amargura que mis lágrimas le han dado.

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Nacido varias décadas más tarde que Melgar, hermano suyo "en belleza y en dolor" para emplear una expresión de Renato Morales de Rivera, fue Benito Bonifaz, de quien se tiene en Lima, si alguna, escasísima noticia. Riva Agüero, por ejemplo, no lo menciona siquiera en su monumental tesis ya citada. No podría entenderse al poeta si no se repasara, aunque sólo fuera someramente, la situación histórica que le corresponde. Eran los años de 1856. Arequipa se subleva, como tantas otras veces, contra el gobierno de Lima, vale decir, contra el Presidente de la Re-pública don Ramón Castilla, im-penitente revolucionario él mis-mo, flamante vencedor de la ba-talla de la Palma. Manuel Ignacio de Vivanco, po-lítico soñador, militar ilustrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua, es el ídolo de Arequipa y el jefe de la Revolución. La escuadra se suma al pronunciamiento. Dueño del mar, Vivanco avanza sobre Lima. Decide el asalto del Callao. En el sangriento combate, ofrenda la vida la flor de la juventud arequipeña. Vivanco es rechaza-do. De ahí nace, para el Callao, el título de Provincia Constitucional. Aparentemente, la revolución ha fracasado. Vivanco emprende el viaje de regreso hacia Arequipa. El intrépido pueblo arequipeño no acepta, empero, los hechos consumados. Recibe a Vivanco

en son de triunfo y no para pe-dirle cuentas como quizá él ima-ginaba. La revolución continúa por unánime decisión de la mul-titud. Arequipa mantiene en alto el pabellón de temeraria rebel-día. Es ésta la más larga guerra civil de nuestra historia. Rodean a Arequipa las fuerzas del go-bierno comandadas por el presi-dente Castilla en persona y su jefe de Estado Mayor, el experto y cauteloso San Román, antes de ordenar la batalla frontal. La ciudad se ha convertido en un bastión fortificado. No se sabe por dónde Castilla va a atacar, si por el lado de Tingo o de Sachaca, donde están acanto-nadas las tropas del gobierno, o si dando una vuelta por el lado de Miraflores, como finalmente habría de aconsejar la astucia de San Román. Trincheras construidas por el pueblo de-fienden todas las entradas de la ciudad. Vivanco prácticamente no cuenta con un ejército dellínea. El alma, el brazo, el motor de la defensa es el paisano, el cholo arequipeño, artesano, obrero, campesino, con el corazón alerta y el fusil debajo de la almohada, aquel que sabe, por intuición definitiva, que las causas de Arequipa son siempre las causas de la libertad y la justicia. Cerca de la trinchera de San Lázaro, se ha construido un fuer-te al que se ha puesto por nombre "Malakoff", en recuerdo de la reciente guerra de Crimea. Allí, al pie de su cañón, está un joven

oficial de artillería. Tiene 28 años y, por supuesto, una novia a quien adora. Su nombre: Benito Bonifaz. Es poeta y combatiente. Es el verbo de la revolución. Es, en esa hora épica de la historia, el intérprete del alma romántica de Arequipa. Son suyos estos versos en loor de la Columna "In-mortales" constituida por tres-cientos hijos del pueblo, al man-do de Javier Sánchez, que han jurado vencer o morir y que, en efecto, mueren, uno por uno, to-dos, el día atroz de la derrota: ¿Los veis allí lanzarse a la pelea con la serenidad de los valientes? Son los hijos del Misti, los ardientes Soldados del honor. ¿Los veis marchar con la cabeza er-guida En busca de la gloria o de la muerte? Son los hijos del Misti, los de fuerte y noble corazón. ¿Los veis allí pasadas las trincheras Cómo sus líneas en el campo tien-den? Son los hijos del Misti que defienden El doméstico hogar. ¿Los veis en el combate cual desplie-gan Al ruido del cañón tanta osadía? Son los hijos del Misti, los que un día La Patria salvarán... Los verdaderos hijos de este pueblo Que aman su libertad como su vida Cuya sangre leal será vertida A torrente quizás. Antes que, con sus plantas, insolen- te, Aquel que la fortuna ha levantado Su recinto magnífico y sagrado Se atreva a profanar y,

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Los que han jurado sucumbir prime-ro Uno a uno en la lucha comenzada Antes que permitir que con su espada Les imponga la ley Ese soldado altivo que ha soñado Entre sus ambiciosas ilusiones, Apoyado de estúpidas legiones, Domar al pueblo rey... Salud al pueblo que orgulloso un día Pueda decir: soy libre y soberano; Porque rompí con mi robusta mano Los hierros del poder. Salud a los valientes "Inmortales" Dignos hijos del pueblo, cuya frente Por sus hazañas ceñirá esplendente Magnífico laurel.

En estas y otras estrofas de Bonifaz, hay una energía en la expresión, una facilidad vigorosa, una trepidación íntima y externa que yo encuentro comparables a las que acusa espronceda en los sonoros versos de "La Canción del Pirata", para mi gusto el mejor y más logrado poema -Bécquer entero aparte- de todo el romanticismo español. Y cuando Bonifaz dirige, con palmaria exageración, coléricos epítetos contra Castilla, diríase a Mármol,

el poeta argentino, en apasionada imprecación contra Juan Manuel de Rosas, ese sí sombrío tirano del Plata. Pero, de nuevo, como en el caso de Melgar ¿qué importan los méritos o deméritos de orden puramente literario en el caso de Benito Bonifaz, poeta y soldado, que apuesta la existencia del lado de su pueblo, y canta para la batalla, y es herido de muerte, en la refriega, entre su todavía humeante batería? Cuando Castilla ingresa por fin vencedor en Arequipa, sobre ríos de sangre, ya acaban de entablar diálogo perdurable, en esa región de verde esmalte, que decía Raúl Porras, las sombras augustas de Mariano Melgar y Benito Bonifaz. No a todos los poetas, cierta-mente, les es obligatorio el des-tino atormentado y heroico de Melgar y Bonifaz. Fuera excesi-vo. Son suficientes esos dos nombres ilustres para asegurar en definitiva a la literatura arequipeña el prestigio de las glorias trágicas. Pero hay en ella otros hombres que corresponden a poetas apacibles o acaso, a me-dida que avanza el siglo XX, lectores lacrimosos de Lamartine y de Alfredo de Musset, o de Bécquer, Campoamor y Núñez de Arce, discretos y diligentes poetas de tertulia y de círculo literario, sin verdadera inspira-ción y sin aptitud para penetrar y perdurar en la posteridad. En el solaz de la vida provinciana, ha-cer versos era entonces elegante ocupación a la que todos, quién

más, quién menos, rendían tributo. Entre muchos, quiero recordar ahora nada más que a Samuel Velarde, también tratado brevemente por Riva Agüero. Poeta malhumorado y misantrópico, debió haber culti-vado en demasía la lectura de Leopardi. De él, conservo en la memoria esta estrofa que me impresionó en la niñez como cifra de pesimismo radical y de suprema amargura: En el mar de la vida, a veces raya una ilusión, y bogo con afán supremo. Voy a tocar la playa y se me rompe el remo. Con las primeras décadas del siglo XX, aparece y canta en Arequipa una extraordinaria promoción de poetas. Fenómeno tan notable, por la extensión y la riqueza del conjunto y por la calidad de los individuos, no se había dado antes y, hasta donde se me alcanza, no se ha dado tampoco después. ¿Quiénes la integran? He aquí los nombres: Percy Gibson, César A. Rodríguez, José Luis Bustamante y Rivero, Alberto Guillén, Alberto Hidalgo, Renato Morales de Rivera, Belisario Calle. Son todos más o menos coetáneos. Están todos en la onda del modernismo, presididos, de una manera o de otra, por el estro armonioso de Darío, aunque más tarde Guillén y, sobre todo, Alberto Hidalgo han de ensayar con éxito el vanguardismo más audaz. ¿A qué se debe esa primavera litera-

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ria, qué orígenes acusa, qué curso sigue, cuáles son sus proyeccio-nes? Es ésa una tesis que no me explico por qué no se ha escrito todavía en la Facultad de Letras de mi vieja y querida Universidad San Agustín. Percy Gibson, pese a su nombre y su apellido ingleses y a su as-cendencia tan próximamente anglosajona, tal vez es entre otros el que mejor se sumerge en el paisaje de Arequipa y más aten-tamente escudriña el alma del cholo arequipeño. ¿No existe, según se dice, una secreta afinidad entre ingleses y arequipeños, entre el "spleen" y la "nevada", de la que podrían dar testimonio las numerosas familias arequipeñas con origen británico? Gibson es poeta fácil, recio, brillante, aficionado a los ritmos melodiosos y las rimas difíciles. Hay sonetos suyos que, por la fuerza expresiva y el sabor del campo, sin susceptibles de compararse con los mejores de Julio Herrera y Reissig. El canto al Gallo de Percy Gibson puede figurar en cualquier antología de poemas vigorosos y rotundos. El gallo Es un señor de fuste y de copete, muy digno de blasón, torres y al-menas; caballero esforzado que acomete; el gallo es un peligro y un azote pues ardiente circula por sus venas la bravura del Cid y don Quijote... Cuando pelea en sus estacas brilla la acerada cuchilla como una hoja cortante de Sevilla;

el indómito orgullo de su raza el combate glorial jamás rechaza y su pujanza muestra cuando salta, gallardo, en la pales- tra... Tiene el talante fiero, el reto en las miradas altaneras y la baladronada de todo un atronado caballero de bruñidas espuelas bullangueras y de capa y espada; el gallo es un apuesto caballero del ánimo dispuesto siempre a los amoríos y a la gresca ante una bella de corral, galante, se arma y, con corrección caballeres- ca, en rodeo airoso y elegante, con audacia garbosa y donjuanesca, la dice no sé qué cosas, amante.

José Luis Bustamante y Rivero, poeta tierno, poeta bucólico, poeta casi religioso, acusa pa-rentesco con Gabriel y Galán. Es, empero, más elegante, más atil-dado en el empleo de los voca-blos, que el poeta extremeño. Yo no sé en qué instancia de la vida Bustamante y Rivero decidió ce-rrar oídos a las musas para

introducirse por los severos cau-ces del Derecho, pero sí me consta que, a partir de entonces, falta una nota intensa y delicada en el registro lírico de Arequipa. De Bustamante y Rivero es este romance: Lecherita, lecherita que te vais pá la ciudá si el "ccala" te piropea lecherita no le oigáis. Dale la vuelta al burro, lecherita, y caminá. "Ccala" llaman los campesinos en Arequipa al niño o joven de la ciudad. También éste: El "ccala" está muy triste, ¿Por qué será? Ay los ojazos negros que lo han "ojeao”; Morena de los ojos de eternidá, El "Ccala" está muy triste ¿Por qué será? El ha cantado al labrador de faz tostada "que siembra música con renglones de agua"; y ha canta-do también la poesía de las viejas casas de Arequipa: "Es una casa antigua -es una casa vieja- con vejeces veneradas de reliquia y prestigios orgullosos de leyenda". César A. Rodríguez, fue bautiza-do Atahualpa, en una noche de bohemia, por la travesura de Percy Gibson, y conocido como tal dentro y fuera de Arequipa. Es poeta hondo, original, robus-to, como saben todos los que han

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primera colección de sus poe- mas. El ha cantado las glorias de Arequipa. Es él quien ha dicho: Mi cuna es este recinto de guerreros y poetas que supieran tener juntas la lira y las bayonetas. Aquí respirando ancestro se templó mi loco empeño; Yo no he nacido peruano; yo he naci- do arequipeño.

Ha cantado también el porvenir, como en esa Arenga justamente llamada Melodiosa donde dispara una salva lírica a los niños de Arequipa: "Matinales parvadas de gorriones/ cascabeles colgados en el viento/ pétalos de alba sobre el Misti/ niños arequipeños: Vosotros sois el humo de la vida porque también sois fuego/ humo que irrumpe en tallos incipientes/ y combustión que enjoya vuestros pechos... Sobre el pretil de las edades/ sois crepitantes nebulosas, vértigos... Por vosotros oh niños;/ genitores rescoldo de mi pueblo/ mi otoñada se torna en pri-

mavera/ y mi discurso se coagula de versos"... El ha dicho que el nuevo metal arequipeño, síntesis rotunda "del maridaje del acero hispano con el bronce racial", es Brillante en los caudales de Martínez, sombrío en la tristeza de Melgar, repujado en Corbancho, manopla en el Deán, pululación fosfórica en Calíenes ardiendo en humildad, multisonoro en el concierto de los tres Paz Soldán, ojo de luz en la linterna con que Rivero explora la verdad, y en Toribio Pacheco pluma de oro con visos de genialidad, Seso en Garaycochea, cañón de Bonifaz, fibra de Santo y de Quijote en Juan Manuel Polar. Y en el pueblo de rica sangre plástica cantera inextinguible en qué tallar. Poco podría decir, por falta de lecturas frescas, de Belisario Ca-lle, espíritu fino, muerto hace ya años, bohemio incurable, amigo fraternal en París de nuestro in-menso César Vallejo; o de Alberto Hidalgo, una de las voces mejor dotadas y más potentes de la poesía americana, capaz sin embargo, de la insospechada e inaudita ternura, nunca antes en él oída, que revela en los poemas estremecidos minuciosamente sentimentales, de la "Biografía de Yomismo". Admiro a Hidalgo como poeta: lo declaro con la independencia a que me autori-

zan mis irrevocables discrepancias con él como político y aún como ciudadano a secas. El padre de Yomismo, tenía, según información de Alberto Hi-dalgo, "un parecido grande con la bondad". La misma frente iguales ademanes Idéntica manera de moverse hacia los

lados Como distribuyéndose en las cosas Como soltando partes suyas para que las

asieran las personas El padre y la bondad eran sosias. Y a la madre de Yomismo La vio la poesía y hubo nupcias De eso nació en genio y figura el soñado

Yomismo Para ser arquitecto de sí propio Y presidente de sus soledades Y las hermanas de Yomismo, "como son así de un género ultraetéreo plusfluído", Un día u otro han de elegirlas dipu-tadas al cielo Y la esposa de Yomismo tiene "un alma de pastora de las cosas". La aguja las tijeras los carreteles de hilo y el dedal pacen sobre su falda Como corderos en el prado Tan de cornisas tan de techo tan celeste y sonámbula Que pega a veces una estrella en lugar de un botón en la camisa.

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Y en el epitafio de Yomismo pue-de leerse:

Aquí yace Yomismo Murió de poesía entre unos cantos Cumplió toda su edad ni un día menos Ningún minuto de sus años Ni siquiera un segundo de sus horas Escamoteó en su vida propia a su estilo de ser Murió de poesía y aquí yace No enterrado aventado ni amarrado En ataúd hecho de versos. O de Alberto Guillén, el más se-mejante de todo el grupo, por el aliento y por el subido tono, a José Santos Chocano. Guillén escribió un melancólico autorretrato que no puedo evitar de recordar en parte: Yo fui un gañán haragán que hacía surcos de canciones y también pastoreaba la manada de mis silencios bisontes. Un palomilla, cazador de nubes escarlata, que les quitaba a las moscas el cielo que traían en la espalda. Mi padre: ¿para qué sirves? Y, en verdad, yo no servía para nada...

Es Renato Morales de Rivera el poeta a quien fue mi intención original dedicar la porción mayor de esta charla. Le profeso el cari-ño que se siente por las lecturas de una muy temprana y soñado- ra juventud. Renato es casi por completo desconocido fuera de Arequipa. Aún en la Ciudad Blanca cada día se le recuerda menos. Maria Wise incluye uno

de los poemas de Renato en su breve antología de la poesía amorosa peruana. No he trope-zado en Lima con ninguna otra mención de él. Suele confundirsele con su padre que tenía el mismo nombre y era au-tor de versos comedidos, pero sin la riqueza de inspiración del hijo. Es, entre sus compañeros de edad y de lírico oficio, el que vive más completamente sumergido dentro del orbe rubendariano y modernista. En 1912, se celebraron en Arequipa los primeros juegos florales. Fueron convocados por el Centro de Instrucción, entidad que presidía mi padre, Carlos Chirinos Pacheco. A la obra del Centro de Instrucción y su significado espiritual en la historia de Arequipa rindió al-guna vez público homenaje uno de nuestros primeros humanistas: Honorio Delgado. En el concurso realizado entonces, Morales de Rivera obtuvo la flor de oro por una "Deprecación" en la tumba de Mariano Melgar, bello poema en el que son obvias las analogías con el "Responso a Verlaine" y "Las Letanías a Nuestro Señor don Quijote" de Rubén Dario.

Dice Renato:

Lirofóro; Abrevaste tu lírica celeste en capitosas perlas de la castalia agreste; tu voz como el candente rumor del abedul catequizó a las aves, catequizó a las

flores y la belleza hizo, por requerir de amores, a la primera hermana de tu ideal azul... Señor; hoy es mi ruego; por la canallocracia, por la canalla aristocracia que no soñó los grandes sueños de tu corazón; y por Aquella grey estulta que abrevó belleza en la castalia culta de tu gloriosa tradición. Ruego a Dios por el frágil corazón de la rosa en que se ceba el rigor de esta grey poderosa; Ruego a Dios por el vientre materno en concepción; Ruego por la lumbre ficticia de nuestras voluntades, por la ma-dre estulticia Y por la pulcra garra de nuestro hermano halcón.

Tiene, según confiesa en sus ver-sos, "una versallesca duquesita fría" y una diafána Maud, "la santa princesa del castillo azul" que bien pudieran ser primas hermanas de la marquesa Rosalinda o de la princesa triste

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de Rubén. Y, como en éste, de pronto se descubre en Renato al fauno que, sobre la piel de la amada, derrama "como un óleo" su deseo, y describe los ojos de la amada -"vagos, semidivinos trozos de cielo, y en veces lagos luciferinos"- y los labios de la amada -"fruta bermeja y líber"- y el cuello -"amada columna fina"-y los hombros-"breves lechos de raso"- y los brazos -"tersa, larga caricia"- y los senos -"cordial ali-vio de cosas graves"- y -"las ca-deras llenas de juventud"- y aún -"el pubis... sombra, vivero obs-curo, futuro germen de un algo mío que no se nombra"-. Pero es, al parecer, un fauno sin demasiada fortuna o, simple-mente, un enamorado sin co-rrespondencia. Relata, en efecto, que en una tarde de otoño "pe-rezosa y cansada" esperó a la adorada y aguardó "la alegría de una nueva sonrisa". Y en vano la esperó pues No cayó dulcemente para siempre dormida, no fue la Irreparable la que deshizo el nido; injusta, como siempre, me la quitó la vida... Me la quitó la vida… se la llevó el olvido. Por eso:

En la paz soledosa de la sonda ar-bolada esta añeja saudade se ha quedado dormida, como queda entre lirios, para siempre

la marmórea blancura de una muer- ta querida. Era un poeta triste, quizá abúlico, vacilante, profundamente ape-nado. "pena es mi paz y pena mi batalla", hubiera podido decir como Miguel Hernández. Se re-clama próximo a Chopin, delante de varios de cuyos nocturnos pone la letra de su propia me-lancolía, y a quien llama El músico doliente en cuya queja amiga hay un sollozo intermitente lleno de asfixia y lleno de fatiga

La música de Chopin, dice Renato, "imprime una inquie-tante, una aguda sensación de muerte".

Es un preludio... Es un poema tejido sobre el iris de una gema o un rayo de luna... Es como el beso de una brisa flébil sobre un temblor de frondas... Es como una mandolinata perezosa y débil bajo un rayo de luna.

En versos de "amargor impreg-nados", para emplear palabras de Rubén, escritos en víspera de su muerte, Morales de Rivera cuenta la historia de sus insufi-ciencias. Dice: Ráfaga hostil trozó una tarde el tibio hogar de mi pasado y el nido de mi bienestar donde, querido y protegido, pequeño, débil y cobarde, soñé dormido sueños de príncipe encantado. Y así, al correr de lo vivido, donde tal vez hubiera hallado, no acerté a hacerme de otro hogar, nuevo el amor, nueva la pena; de un otro que hubiera conforta-do muy noblemente mi serena y mi futura y prematura ancianidad. Hoy, mi vivir, así doliente, porque es mío lo quiero, lo quiero fatalmente por cuanto es bueno y es fatal. Y he de seguir por el sendero estoicamente, sin un apoyo fraternal, viviendo sólo el pasado como un abuelo abandonado a quien espera el hospital. No se ha asilado en mi pupila el gesto azor de lo violento; con una dignidad tranquila soporto siempre mi pobreza Y mi talento A veces trunco mi sereno gozo y sobre la frugalidad bíblica y blanca de mi mesa sírvome algún espirituoso y añejo vaso de tristeza que me sabe a verdad y humani- dad

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Había, sin embargo, en el alma doliente de Renato, una reserva de energía arequipeña. El poeta abrió las compuertas a ese acumulado caudal de bríos al escribir la célebre Oda al Deán Valdivia, algunas de cuyas estrofas más sonoras quisiera repetir aquí: Oh torvo Deán Valdivia. Audacia racial perdida en el tumulto de nuestra absurda democracia... Soldado estrafalario, cantor de la revolución. Paradójica línea divisoria entre el audaz guerrero legendario y el compungido fraile inquisidor... Al ronco son de sus marciales dianas despertaron dormidas multitudes en los varios confines y hubo una gallardía de actitudes en todas sus arengas soberanas, cuando espoleando trágicas virtu-des puso en son de rebato a las campanas

y en bélico entusiasmo a los clarines. De pueblos y caudillos de esclavos y malsines fue el pretoriano conductor. Quebró su lanza en todos los casti- llos y comulgó con todos los caínes que ensangrentaron el fraterno alcor; pero siempre, después de la jornada, y después del letífero fragor y sobre la colina ensangrentada y sobre el negro campo enmudecido y en el nombre de Dios Nuestro Señor, con histérico gesto de fraile poseído, signó de pavorosa bendición... Y fue su expiación y fue su empeño cruzar por el pasado como un virtuoso creador de páni- cos; y siempre sobre el cielo arequipeño, sobre ese cielo salpicado de grises nubarradas, navegaron sus ímpetus vesánicos. Fue el Dios de las pasadas epopeyas con hálitos volcánicos.

Fue el representante legendario de una Arequipa desaparecida. Fue misionero y legionario, patricio y legicida, soldado iluminado por una beatífica piedad, sacerdote procaz y guerrillero inveterado. Fue más: Soberbio Agamenón, prudente Ulises, Héctor fanfarrón, hipotética, absurda trinidad, hecha brazo, palabra y corazón y energía y acción y humanidad...

Después de Renato Morales de Rivera hay, cronológicamente, muchos otros nombres. Me vienen a la memoria, por ejemplo, los de Guillermo Mercado y Federico Segundo Agüero Bueno. Debería ocuparme además de los poetas nuevos, algunos de ellos compañeros entrañables de mi estudiosa y apasionada juventud; pero creo que la evocación casi tangible de la figura desigual y espléndida del Deán Valdivia, suscitada ahora por la magia poderosa de los versos de Renato, debería servirme para cerrar las palabras de esta noche. Para dar-les el único significado que quiero darles: el de una ofrenda votiva a Arequipa, madre mía, madre nuestra, donde reposan las cenizas de nuestros mayores y donde también, cuando me toque el tur-no, han de acudir mis huesos porque le pertenecen y para con-vertirse "en tierra, en polvo, en humo, en sombra, en nada", según el inmortal soneto del insigne don Luis de Góngora y Argote.

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CUARENTA Y CINCO AÑOS DE TEATRO

Luis Álvarez

DIFERENCIAS ENTRE EL TEATRO DE AYER Y EL DE HOY: Un hecho que ilustra la diferencia de calidad entre el teatro que vi e hice hace más de 50 años, con el que -mayoritariamente- se hace hoy, es que la obra que estamos haciendo en esta temporada (Largo viaje de un día hacia la noche, de Eugene O'Neill) no tenga acogida que merece y que sí la hubiera tenido hace treinta años. Ello resulta anecdótico y - en parte- explicativo de la dife-rencia entre el Teatro que hacía-mos hace 45 años y el que se hace hoy. Aún a riesgo de resultar extenso, creo que resulta necesario enu-merar lo que vi e hice. En 1935 y 1945 tuvimos en Lima la actua-ción de la Compañía de Margari-ta Xirgú, desde mi punto de vis-ta, lo mejor de Teatro en lengua española. Esta Compañía hizo

todo el repertorio de García Lorca: Bodas de sangre, Yerma, Mariana Pineda, Doña Rosita, la soltera, la casa de Bernarda Alba. Además, La dama boba, de Lope de Vega; Santa Juana, de Bernard Shaw; Fuenteovejuna, de Lope de Vega, puesta en el Campo de Marte con la colaboración de la AAA. En 1950 vino Francisco Petrone con su Compañía y presentó Todo un hombre, de Unamuno; El error de estar vivo, de Aldo de Benedetti; y una magnífica versión de La muerte de un viajante, de Arthur Miller. En 1952, tuvimos la presencia de Pedro López Lagar con su Compañía. Su repertorio fue: Lilliom, de Ferencz Molnar; Padre, de Strindberg; Tierra baja, de Angel Guimerá; Los fracasados, de Lenormand; Lucha hasta el alba,

de Ugo Beti; Las manos sucias, de Sartre; Cita a las nueve, de María Luz Regas. En 1956 tuvimos a Jean-Louis Barrault con Madeleine Renault y su Compañía y presentaron: Las falsas confidencias, de Marivaux; El misántropo, de Moliére; Hamlet, de Shakespeare; El ensayo o el amor castigado, de Anouilh; y una antología de Paul Claudel. También hemos visto en escena-rios limeños a Emma Gramma-tica. Helen Hayes, la Comedia francesa (por dos veces), jean Vilar con María Casares; Vivian Leigh con el elenco del Old Vic, de Londres; Ralph Richardson, igualmente con el Old Vic; Vittorio Gassman (dos veces); el Piccolo Teatro, de Milán (dos veces); el Teatro Piraikon, de Grecia (dos veces).

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El elenco de la Universidad Ca-tólica de Chile, por invitación de nuestra Universidad Católica, hizo una magnífica temporada, de la que recuerdo La loca de Chaillot, de Giraudoux, y Topo-grafía de un desnudo, una exce-lente obra chilena.

Una Compañía de actores negros de Estados Unidos de Norteamérica presentó en el Municipal la ópera Porgy and Bess, un espectáculo francamente deslumbrante.

Han venido otras Compañías, argentinas, españolas, mexicanas, con variados repertorios, pero siempre de gran calidad. Por nuestra parte, los nativos de-butamos con la recién creada Compañía Nacional de Come-dias, haciendo Anna Christie, de O'Neill; La vida que te dí, de Pirandello; El matrimonio, de Gogol; Ni al amor, ni al mar, de Benavente; además de El bar-quero y el virrey, de Manuel Ni-colás Corpancho, una exhumación innecesaria, al decir de don Edmundo Barbero. En su segundo año el repertorio fue: Hedda Gabler, de Ibsen; La an-torcha escondida, de D'annunzio; Volpone, de Ben Jonson; El fuego mal avivado, de Jean-Jacques Bernard, estrenada en Arequipa. Amor, gran laberinto, de Salazar Bondy; Esa luna que empieza, de Percy Gibson. Más adelante, y ya con otros directores, la Compañía Nacional siempre fue mal tratada oficialmente, presentaría La

La barca sin pescador, de Caso-na; Cándida, de G. B. Shaw; La visita del inspector, de Priestley; El viaje infinito, de Sutton Vane; Ayar Manko, de Juan Ríos; Celos del aire, de López Rubio; Como vienen, se van, de Salazar Bondy; Los hermanos Karamazov, de Dostoievsky-Copeau; Antígona, de Anouilh; La salvaje, del mismo; Medea, de Juan Ríos... en fin. La Escuela Nacional de Arte Escénico, creada al mismo tiem-po que la Compañía Nacional, en su primer año hizo tres es-pectáculos de obras breves, en base a entremeses de Cervantes, Calderón, Lope de Rueda y obras cortas de Strindberg, Maeterlink, Shaw, Álvarez Quintero. El segundo año hicimos Electra, de Sófocles; Los meneemos, de Plauto y La comandante Bárbara, de G. B. Shaw. Para el tercer año tuvimos listo un repertorio constituido por El rey Lear, de Shakespeare; Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina y llegaron a la ciudad, de Priestley. Este repertorio no se presentó por desavenencias entre las au-toridades respectivas y el señor Barbero, quien se fue del Perú. Grupos independientes, por su parte, hacían lo suyo. Menciono a la AAA, por haber integrado su elenco. Allí se ha hecho (sin orden cronológico) El tiempo es un sueño, de Lenormand; Todos eran mis hijos, Panorama desde el puente y Las brujas de Salem, de Arthur Miller; El matri- monio del señor Mississippi, de

Dürrenmat; El diario de Anna Franck; El proceso a Mary Dugan; Nuestro pueblo, La comedia de las equivocaciones. Un ciclo de Teatro Griego, que comprendió Los persas, de Esquilo; Antígona, de Sófocles; El cíclope, de Euripides; Los caballeros, de Aristófanes. Un ciclo de teatro peruano conformado por Collacocha, de Solari, Los bufones; de Juan Ríos; La muerte de Atahualpa, de Bernardo Roca Rey. Con esta obra se estrenó las ruinas de Puruchuco como ámbito teatral. Los recordados y nunca repetidos autos sacramentales en los atrios de la Catedral y San Francisco. Histrión, Club de Teatro de Lima, Teatro Universitario de San Marcos, Teatro de la Universidad Católica y otros, contribuían

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con su aporte de esfuerzo y cali-dad.

Desde luego, lo enumerado, con ser bastante, no es todo. Mucho más y todo muy bueno se ha hecho. Hoy no vemos en cartele-ra ninguno de los autores que he mencionado. Los alumnos de la Escuela Nacional de Arte Dra-mático tienen contacto con los autores griegos recién cuando están terminando sus estudios, que son bastante larguitos. Y me enteré de que no les han hablado de O'Neill. Nuestros jóvenes actores y los nuevos espectadores están desconcertados y mareados con los nuevos rumbos que está tomando el teatro en el Perú. Personalmente observo que hay tendencia a dar mayor impor-tancia al espectáculo: vestuario, luces, decorado, mobiliario, que a la palabra. Y da la casualidad que la palabra es el fundamento esencial del Teatro. Y esto no lo digo yo. Lo dicen "los que sa-ben".

Hay un sector numeroso que hace el llamado "teatro de la calle", o "teatro para el pueblo", entiendo por "pueblo" a nuestros ciudadanos de nivel cultural más bien bajo, que es, precisamente, el que necesita que se eleve su nivel de conocimientos. Hacen, además, un teatro que llaman político, pero que en verdad es politiquero. ¡No soy enemigo -qué voy a serlo!- del Teatro Po-lítico. Admiro a Brecht y he tra-bajado alguna de sus obras. Considero que, en la actualidad, no hay teatro más político que el escrito por Brecht; pero hasta donde he leído a este autor, jamás he encontrado en él teatro panfletario. El genial alemán no utiliza el escenario como tribuna para lanzar discursos demagógicos. Hay agrupaciones que luchan por mantener un nivel elevado en calidad teatral. Son bastantes y no los menciono por no pecar de injusto al olvidar alguno. To-

dos los conocemos y apreciamos, personalmente les deseo larga vida. A quien mencionaré es a JUCARE TEATRO, que ha montado el espectáculo que estamos presentando. Es sintomático que el tercer montaje de este grupo, piloteado por dos jóvenes tesoneros y entusiastas, "desconocidos del teatro" como ha dicho alguien, sea nada menos que Largo viaje... Muchos colegas, al enterarse de este propósito, confesaron que ellos siempre quisieron hacer esa obra, pero que la consideraban muy difícil. Me pregunto por qué debemos pasarnos la vida haciendo cosas fáciles. Sin contar con que, si queremos hacer teatro honradamente, no hay algo fácil. Ojalá que estos muchachos de JUCARE TEATRO sigan en la línea que se han trazado sin arredrarse ante las muchas dificultades que van a encontrar. ¿TEATRO COMERCIAL?.- Hay una interpretación de "teatro comercial" de la que no partici-po. Se quiere entender por "co-mercial" todo aquello que es malo, ya sea el libro, el montaje, la dirección, la interpretación... o todo el conjunto. Creo que sólo hay Teatro bien hecho y lo contrario. Que el público -o parte de público- prefiera determinada obra por tener sus propias razo-nes, no significa necesariamente que por eso la obra sea mala o buena.

Con motivo de un aniversario del nacimiento (o de la muerte?)

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de Shakespeare, la AAA decidió montar Romeo y Julieta, natural-mente hecha por nativos, como yo decía. Presupuestamos costos y cuando tuvimos la cifra final, les dije a Ricardo Roca y a Pablo Fernández: usted, Ricardo, a la Catedral; tú, Pablo, a La Merced y yo a Santo Domingo, por aque-llo de estar allí el "santo more-no"... a pedir limosna, natural-mente para cubrir el déficit que veíamos venir. Pues bien, en 30 años que la AAA tenía a esa fecha, fue la primera obra que dejó utilidad económica que alcanzó para: importar de Inglaterra el equipo lumínico que tiene la sala; agrandar el escenario, al que se le ganó casi otro tanto de lo que era; levantar las butacas y darle declive al piso, que no lo tenía; y, finalmente, hacer algunos rega-los recordatorios al personal. De modo que cuando me preguntan qué es Teatro comercial, respon-do sin titubear: Shakespeare. Por lo demás, el teatro es y debe ser siempre comercial, en la medida en que se invierte un capital que debe recuperarse, con utilidad. El repertorio debe elegirse sin perder de vista el hecho de que los actores somos maestros y como tal tenemos la obligación de contribuir al proceso de le-vantar el nivel cultural de nues-tros compatriotas. O de muchos de ellos. Siempre me he pregun-tado por qué el público repletó las instalaciones del campo de Marte, durante ocho días segui-dos, para ver Prometeo encade-nado hecho por nativos. Y por

qué ocurría lo mismo con los autos sacramentales? Ocurre que nos acostumbramos a desvalorizar muy alegremente la capacidad receptiva de nuestra gente. He actuado en muchas y muy alejadas poblaciones de este mi hermoso país y eso me permite asegurar que el público es más inteligente de lo que la mayoría de "empresarios calatistas" cree.

PERSONAJES DEL RECUERDO.- Son tantos... tantos y tan que-ridos! Nombraré en primer lugar a don Manuel Beltroy, fundador y sostenedor -"con la suya"- de la que -creo- fue la primera es-cuela para actores en Lima: el Teatro del Pueblo. Culto, inteli-gente, fino, fue gran animador de la cultura y especialmente del Teatro en el Perú. Don Edmundo Barbero, Director fundador de la ENAE. Tenía altísimas cualidades de maestro, actor y, especialmente, de ser humano. A partir de la presencia

y actuación de Barbero en Lima, se inicia el movimiento teatral que hoy tenemos. Fue izquier-dista y no lo ocultaba. Condena-do a muerte -dos veces- por el gobierno del General Franco. Por cierto que jamás le escuché inci-tar a alguien para poner explo-sivos en algún sitio, o atacar a alguna persona, o pintar pare-des... Fue Barbero quien nos in-culcó -a mí y a los estudiantes de Teatro de aquella época- las ideas y los principios que sobre el teatro sigo sosteniendo y practicando: respeto, humildad, disciplina, audacia, seriedad, VERDAD. Algo que jamás olvido es aquello de que al actor le llega el momento de encontrarse en una encrucijada y debe optar por el teatro con dinero, pero sin calidad y hecho "al tun tun", o el Teatro de alta calidad, hecho seriamente, con respeto por uno mismo y por los demás... pero sin dinero. Pero recuerden, nos decía que hecha la elección no hay en-mienda, no hay retorno. Habrá arrepentimiento, pero no hay perdón. Ah, querido Edmundo, descansa en paz! Ricardo Roca Rey: gran persona, gran hombre de teatro, gran ca-ballero, gran amigo. Tuvo la virtud de congregar entorno suyo a gente dispar en ideas, en condi-ciones sociales, económicas, cul-turales y todos nos sentíamos cómodos. Heredó, también, el. ideario de Barbero y lo practicó, engrandeciéndolo, hasta su muerte.

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Guillermo Ugarte Chamorro, ha significado, significa y seguirá significando mucho para el Tea-tro peruano. Reemplazó a don Edmundo Barbero en la Direc-ción de la ENAE y la elevó mu-cho más. Inició y sostuvo las in-olvidables temporadas en el Campo de Marte. Construyó con esteras un pequeño teatro anexo al local de la Escuela en la calle Washington. Multiplicaba el siempre exiguo presupuesto para realizar una labor increíble, que incluía viajes a provincias y una vez nos llevó hasta La Paz. En la Escuela hizo un repertorio que incluyó a Camus, Sartre, Tennessee Williams, Juan Ríos, Ventura García Calderón, Noel Coward, Thorthon Wilder, Sarmant, Priestley, Casona, Es-quilo, Merimee... Hoy, por lo que he sabido, la ENAD se debate en problemas de todo tipo, incluyendo el de dirección. Guillermo Ugarte Chamorro es el hombre que si toma el timón de esa nave a la deriva, la haría llegar a puerto lozana y triunfante.

frase de Sandrini en una de las películas: "Mientras el cuerpo aguante..." Eso es lo que hago: mientras el cuerpo aguante y haya quien solicite mis servicios, estaré sobre el escenario. No porque "no sé hacer otra cosa", sino... "porque me gusta, pues! Me gustaría tener oportunidad de hacer El enfermo imaginario, de Moliére, quizás, entre otras cosas, para demostrar que se puede hacer reír sin recurrir a la grosería, al mal gusto, a la pornocomicidad tan en boga ac-tualmente. Desgraciadamente El enfermo... es una obra costosa en su montaje, y a como andamos, pues seguirá enfermo.

DIFUSIÓN MASIVA DEL TEATRO.- La televisión es el medio más poderoso..., y más peligroso de difusión de imágenes e ideas. A ella le corresponde parte muy importante en la tarea de divul-gar el buen teatro. Por otra parte,

no sería novedad, pues ya se ha hecho y con excelente resultado. Pero, voy a decir algo que, por ser verdad, hará saltar hasta el techo a quienes se sientan impli-cados. La única e insalvable difi-cultad está en el bajísimo nivel cultural de la mayoría de auspiciadores. El Productor puede tener la mejor intención de hacer programas muy buenos, pero si el auspiciador no los compra, se arruina. Desgracia-damente estamos a muchos años de distancia de aquellos tiempos en que hubo auspiciadores para Festival Cristal de la canción criolla. Bar Cristal, Festival del cuento peruano, Sea usted el juez, Tradiciones peruanas, etc. Recuerdo una Navidad en que el IPC auspició la producción de Amal y los visitantes de la noche, que fue un espectáculo inolvidable. En ninguno de los programas que he mencionado -y que no son todos los buenísimos que se producía entonces- los actores teníamos que desnudar-

Don Leonardo Arrieta, el Maestro Dimitry Rostov, Doña Elvira Travesí, todos los que fueron mis alumnos y de los que tanto aprendí, son, también, gente que recuerdo y a la que debo mucho de lo que he llegado a ser en el Teatro. LOS PRÓXIMOS CUAREN-TICINCO?: Hombre, por Dios!, como diría Barbero. No hay bastante con estos 45? Hablemos de lo inmediato. Recuerdo una

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nos, enseñar el ombligo, vestir-nos de mujer, o burlarnos de al-gún defecto físico de los compa-ñeros. Y la gente se divertía en grande. Ahora bien, pase que los canales privados hagan su negocio. Pero qué ocurre con el canal del Esta-do, con la radio del Estado? Hasta donde alcanza mi saber y entender, son los obligados a producir y exhibir cosas buenas... y nuestras. Porque me ocurre que enciendo la televisión o la radio y no sé en qué país estoy, porque todo lo que veo y oigo es extranjero. ¡Un espanto! Naturalmente no alcanzaré a fes-tejar otros 45 años de actividad

teatral. Pero sinceramente deseo mejores tiempos para los jóvenes de hoy y para la cultura teatral de mi país, tan venida a menos. Siento pena, desilusión, amargura, al comprobar que, en lugar de avanzar, hayamos retrocedido tanto. Nuestros jóvenes actores se desenvuelven en un ambiente nebuloso, inseguro. Si yo estuviera en esas condiciones con su edad, me desalentaría. Afortunadamente ellos no pierden el entusiasmo, ni la fe, ni la esperanza, ni el valor. Son tercos. Y ojalá que sigan siéndolo y que su terquedad se vea recompensada con una sensible elevación del nivel cultural del Teatro en el Perú.

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DOS NOTAS HECTOR VELARDE

Antonino Espinosa Laña

¡Qué estupendo admirar a una persona, como Héctor Velarde, que no sabe envanecerse! Héctor ha enseñado toda su vida; claro, ha hecho muchas cosas: ha diseñado edificios, ha escrito ar-tículos humorísticos -nos ha he-cho reír mucho- pero quizá lo que ha hecho con mayor entrega, con mayor vocación, ha sido la enseñanza.

La enseñanza, en él, no es una especie de magisterio infalible, que viene de una cátedra dura, no, es la efusión de su corazón. Es como en la frasebíblica: "De la abundancia del corazón habla la boca". Héctor ha tenido siempre mucho que decir. Porque ha tenido una vida interna muy fuerte, una re-flexión muy larga, una frecuentación muy honda de to-

das las cosas del hombre, las obras más maravillosas del hom-bre, los signos humanos más ex-celentes. Por eso el magisterio fundamental de Héctor es en Historia del Arte. En él la Historia del Arte es un vehículo de comprensión del hombre, de admiración por el ser humano.

Y él lo dice de muchas maneras. En la belleza encuentra "el res-plandor de la verdad". En sus "Veinte lecciones de Ar-quitectura", precisamente -un li-bro que permanece sin haber sido vuelto a editar desde hace 50 años- insiste, al iniciar sus obras, en que la verdad arquitectónica resplandece en belleza. Es de esta admiración por las cosas del ser humano de donde

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PERSONAS

viene toda su enseñanza, todo su magisterio. Ahora bien, esta reflexión sobre el hombre es en él una verdadera sabiduría. Más que una filosofía estricta de principios teóricos, hay un saber del hombre en Héctor Velarde que es admirable. Y por eso le conviene, extraordi-nariamente, un texto de Vitrubio, el arquitecto romano de hace dos mil años, teórico de la Arquitec-tura, que escribió "Los diez libros de Arquitectura", y que dice que la Filosofía le da al arquitecto "elevación de miras, le impide ser altivo, y le hace, por el contrario, afable, justo, leal". ¡Parece el retrato moral de Héctor Velarde! "Afable, justo, leal". "Y lo que es muy importante - añade Vitrubio- exento de avari-cia, ya que no es posible llevar a cabo una gran obra sino con leal-tad y desinterés". Estas son las características psi-cológicas y morales de Héctor más evidentes.

Y por eso la particular característica de su humor. Porque su humor no nace del odio. Hay un humor que es el sarcasmo, que es la burla, que es la sátira, que nacen del odio, o que por lo menos tienen un componente de odio. En él no. En él el humor es una forma, también, de comprensión del hombre. Como los antiguos romanos, que decían "Castigat ridendo mores", o sea: Corrige las costumbres, enmienda las

costumbres, riendo. En él hay esa afabilidad, esa amabilidad, que lo hacen llevar la compren-sión humana por esta vía, de la corrección, también, pero de una corrección llena de amor, inspirada por el amor.

Que nos hace tolerar nuestras propias limitaciones, y conocer-las. Que nos hace, por ejemplo, estimar lo nuestro. Porque hay cuántos cuentos de Héctor que son para destacar en chiste, con humorismo, lo que tenemos de valioso, precisamente. Ahora bien, todo esto nos lleva ¿a qué? Esa característica de Héctor es particularmente importante en un país como el nuestro, un país tan solemne, un país tan serio. Un país de falsos "buenos humores", porque esa solemnidad, esa severidad, es la propia de un país, en el fondo, autoritario. Aunque no lo reconozca así. Aunque no lo confiese así. Y todo esto lo desnuda Héctor Velarde con el chiste, con el hu-mor. Nos enseña a "tomarnos el pelo" a nosotros mismos. A no tomamos, por eso, demasiado en serio.

Por todo eso tenemos que festejar en él, particularmente, esta intrepidez de su coherencia. Esta síntesis vital que es Héctor. En este país donde tanto se sos-pecha, el confía. En un medio como el nuestro donde se multi-plican los "tabúes", él es libre. En

un país como el nuestro donde se apagan tantas luces, él las vuelve a encender. Y todo esto lo hace sin acrimonia. Lo hace contento. Con travesura. Y sin fatiga. En largos años de una permanente vocación de bondad, de entrega, por los suyos. Ese es su magisterio. Por eso es maestro. Porque lo dio todo. Porque no se quedó con nada. Porque tuvo mucho dentro de sí y todo eso lo quiso comunicar. El ha querido compartir todo lo que tenía, toda esa riqueza interior. Toda esa ganancia positiva de una vida tan larga, donde ha buscado, como decíamos, el encuentro con lo más valioso del ser humano. Y nada de eso se le quedó. Todo quiso, inmediatamente, compartirlo. Invitarnos a la belleza. Invitarnos a descubrir las leyes de la armonía. Invitar-nos al buen gusto -cosa urgente en estos tiempos-. Esa ha sido su lección, su cons-tante lección, su admirada lec-ción.

(Grabación para un video en la Universidad de Lima, en homenaje a Héctor Velarde, poco antes de su fallecimiento el 22 de diciembre de 1989)

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CESAR PACHECO VELEZ, MAESTRO

UNIVERSITARIO

Rosa Zeta de Pozo

Culmina la década del sesenta, la Universidad de Piura iniciaba su vida académica y nosotros nos introducíamos en el quehacer universitario, guiados por nues-tro director de programa de Ciencias de la Información: el Doctor César Pacheco Vélez. Iniciábamos juntos la aventura de hacer la Universidad de Piura. Hoy nos es grato recordar esos cinco años, en los que comparti-mos su amistad generosa y su presencia siempre viva y creado-ra en la universidad. Fue el Dr. Pacheco, no sólo un excelente profesor de Historia

que supo despertar entre los es-tudiantes un serio interés por la Historia -en Historia de la Cultura I, II, III, IV; Fuentes Históricas Peruanas, Historia del Perú e Historia del Periodismo- sino un maestro de amplia proyección. En sus clases conocimos a Spengler, Tounbee, Xavier Zubiri y Benedetto Croce, historiadores de la civilización occidental; re-conociendo a Croce como el gran historiólogo de este siglo por considerar que "la historia es esa hazaña de la libertad". Nuestro director perteneció a la generación del medio siglo y como representante de la primera promoción de historiadores formados en el seminario de His-toria del Instituto Riva Agüero, nos mostró constantemente su profunda vocación histórica y su visión integral del Perú.

En el Pre Seminario de Tesis, nos enseño a investigar científicamente y cultivó nuestro amor a la lectura. Con su orientación pedagógica leímos obras de figuras fundamentales del novecentismo. De Don José de la Riva Agüero conocimos "Afirmación del Perú" y los dos primeros tomos de sus obras completas: "Carácter de la Literatura del Perú Independiente" (I) y "Del Inca Garcilazo a Eguren" (II), ediciones que contienen notas preliminares suyas. De don Víctor Andrés Belaunde seleccionó "Arequipa de mi In-fancia", "Mi generación en la Universidad"; "Peruanidad", para nuestra lectura, con la respectiva recensión bibliográfica de carácter crítico. Libros que gentilmente donó a la

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biblioteca de la universidad, para que se nutrieran intelectualmente las futuras generaciones. Al ser su vinculación con el "Maestro" más estrecha y pro-longada, nos enseño a admirar en Víctor Andrés Belaunde la excelencia de su calidad huma-na, a la vez que a captar su ideario político social, su defensa de los valores cristianos y sobre todo su doctrina de la peruanidad, que habla de la esencia mestiza de nuestro país; del Perú como síntesis viviente, mezcla de rasgos indígenas e hispánicos, teoría que el Dr. Pacheco también compartía. Los futuros informadores, admi-nistradores e ingenieros apren-dimos de él, que la historia es principalmente "una conciencia de ese pasado, de su realidad, de su gravitación en nuestra vida contemporánea y futura de su pervivencia. Más aún, la Histo-ria es la comprensión y asimila-ción de ese pasado, la solidaridad con él, sea por la vía de la adhesión jubilosa, sea por la vía de la crítica constructiva". Como profesor de Fuentes His-tóricas Peruanas, denotó pre-ocupación por los problemas que conciernen a las bases del quehacer historiográfico, a la teoría y métodos de la historia. Afirmaba que las corrientes historiográficas que van reflejando la cambiante tónica de los tiempos, tendrían validez en la medida en que ahonden en la realidad integral

del hombre, en la medida en que no signifiquen una amputación de su ser, una visión parcial, unilateral de su mundo. En la cuestión terminológica prefirió hablar de Iberoamérica o Hispanoamérica, en vez de Latinoamérica, por considerar lo primero más propio. No aceptó el uso exclusivo del concepto Independencia, sobre todo si se fundamenta tal actitud en una "ruptura absoluta con lo español". Concibió en cambio que el movimiento de separación política de España fue una "emancipación" -acción voluntaria de salir de la patria potestad- y logró la independencia" en el sentido que se aplica el concepto a un Estado que ni depende, ni es tributario de otro. Como buen maestro universita-rio, no desligó su labor docente de su labor de investigación. Aunque lejos de su "Alma Mater", en Piura siguió ocupándose de su tema preferido: la Emancipación. Aquí preparó su discurso de incorporación a la Academia Nacional de Historia: "La Sociedad Patriótica de Lima". Un capítulo para la Historia de las Ideas políticas en el Perú (1973).

El mismo año editó "Plantea-mientos Generales y Transcen-dencia de los movimientos pre-cursores de la Emancipación en el siglo XIX". En 1972 se publicó "José Baquíjano y Carrillo en Cádiz (1799-1802) a través de un epistolario

inédito" tema con el que participó en el V Congreso Internacional de Historia de América. Pero no sólo impartió conoci-mientos de Historia. En clase promovió el enriquecimiento de nuestro vocabulario "un univer-sitario debía saber como mínimo tres sinónimos de cada palabra, y si eran seis mejor". Y no sólo cuidó en nosotros el vocabulario culto, sino de formarnos con responsabilidad, disciplina y respeto por los demás. Como jóvenes universitarios, todos debíamos aportar lo mejor de nosotros mismos con generosidad y en-tusiasmo. Con el Dr. Pacheco compartimos esta primera promoción, la tarea periodística- "Los Grillos" y el club de Periodismo- y la discusión crítica en el Club de Debates. En teatro, ensayamos "La Vida es sueño" de Calderón de la Barca, que aunque nunca pusi-mos en escena, ejercitó nuestra memoria e integró a los alumnos de los distintos Programas de la Universidad. De verdad, hay muchas razones para agradecer al Dr. César Pacheco Vélez en este merecido homenaje. Renovamos en estas páginas nuestra adhesión a su mensaje peruanista y la voluntad de continuarlo y difundirlo en las páginas del Mercurio Peruano. Con este fin preparamos para la próxima edición una primera contribución a la biblioteca de César Pacheco Vélez.

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EL PROFESOR VICENTE RODRIGUEZ CASADO

José María Desantes-Guanter

La noticia de su fallecimiento la recibí en Piura. Era la cuarta visita que yo efectuaba a aquella Universidad, de la que por primera vez tuve noción por Don Vicente. Durante mis estancias en Piura, siempre había coincidido con él en el campus o en la sala de Profesores. La última ocasión en que le vi, hace ahora un año, fue en el aeropuerto de la capital de la Región Grau. Cuando a finales de agosto pasado llegué a Piura creí encontrarme de nuevo con él. Me dijeron que los médicos le habían prohibido viajar. Su ausencia física que, con una ilusión infundada, nos parecía temporal, se ha convertido en presencia definitiva. Porque Don Vicente, Vicente, Vicentón o Don Vicentón -que así le he ido llamando en diferentes etapas de mi vida- estará ya siempre en la historia de la Universidad piurana,

como lo está en las bibliografías de la historia del Perú. Conocí a Don Vicente por el año 1950 en la Residencia de Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La Residencia de Pinar ocupa la llamada colina de los chopos en lo alto del paseo de la Castellana en Madrid. Tiene un añejo sabor cultural de la preguerra española García Lorca, Dalí, el viejo Duque de Alba, etc.- que se convirtió en solidez científica en la postguerra. Yo era entonces un joven Licenciado que preparaba mi Doctorado con una beca del Concejo. La brillantez de los residentes, comenzando por el gran científico que fue Don José María Albareda, el interés divertido y sólido a la vez, de sus tertulias, el ambiente constante de trabajo investigador, suponían estímulos apreciables para un principiante.

Don Vicente residía allá temporalmente. Había obtenido muy joven, en una oposición re-ñida, una Cátedra de Historia en la Universidad de Sevilla. A la sazón era Decano de su Facultad de Filosofía y Letras. Había fun-dado y dirigía el Instituto de Es-tudios Hispanoamericanos en la Ciudad hispalense y era funda-dor y Rector perpetuo de la Uni-versidad de verano de La Rábida, junto al puerto de donde partieron las tres carabelas, próximo a Huelva. Entre tanto personaje prestigio-so podía haberme ignorado, pero no fue así. Conté a partir de en-tonces con una amistad para siempre. Me obligó a apearle el tratamiento. Y los avatares de la vida nos dieron ocasión de cola-borar en varios momentos.

La Dirección General de Infor-

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mación, en la que sustituyó a otro gran historiador y americanista, Florentino Pérez Embid, llevaba consigo la presidencia del Consejo de Administración del Instituto Nacional del Libro Español del que por aquel tiempo yo era Consejero, cargo tan gratuito como el de Presidente. Razones políticas habían im-pedido a Florentino llevar a cabo una labor constructiva en favor del libro. Vicente las obvió y convirtió una institución estatal en un verdadero organismo gremial que agrupaba a todos los sectores implicados en el libro, desde autores a lectores. Hasta su desaparición relativamente reciente, no conoció el Instituto una etapa tan próspera como la de la presidencia de Rodríguez Casado. Ya de vuelta a Sevilla, se convir-tió en el gran patrocinador de Huelva, una provincia andaluza pobre. La flota pesquera onubense se modernizó merced a su ayuda desde una Institución de Crédito. A su gestión se debió la declaración como Polo de De-sarrollo que transformó la Pro-vincia en un quinquenio. Las nuevas industrias necesitaban técnicos. Junto a los terrenos de la Universidad Hispanoameri-cana de La Rápida se levantaron pronto los edificios que alberga-ban un Instituto Politécnico, con varias Escuelas, Residencias, co-medores, campos de deportes y todo el equipamiento que exige un Centro estudiantil. También se necesitaban empresarios. Vi-cente consiguió, con la ayuda económica del Fondo para la In-

vestigación Económica y Social de la Confederación Española de Cajas de Ahorros, crear un Cole-gio Universitario de Ciencias Económicas y Empresariales de-pendiente de la Universidad de Sevilla. Yo dirigía entonces el ci-tado Fondo al que el entusiasmo y 1a vocación docente de Vicentón allanó los obstáculos que siempre se presentan a la labor de creación. El Colegio estaba llamado a ser el germen de una gran Facultad que el sectarismo truncó, como deshizo otras muchas cosas. Pero Vicente sonreía siempre ante la ingratitud y el destrozo de su gran obra rabideña. El creía firmemente que todo sucede para mejor. En fin de cuentas, el despegue a que le obligaron, le permitió volcar su ilusión en el oasis milagroso surgido en pleno despoblado de Piura. El ilusionado optimismo de Vicente ha contribuido, sin duda con eficacia, a formar el espíritu que se ha asentado entre la arena blanca y el algarrobo verde-gris en la que se puede llamar Universidad de la alegría, por utilizar la expresión impresionada de una edito-rialista de un gran periódico norteamericano que visitaba Piura en el momento del fallecimiento del Profesor. Nunca tuve ocasión de recibir sus lecciones de Historia Moderna. Mi dedicación ha discurrido por senderos científicos muy distantes. Pero puedo decir, con orgullo y agradecimiento, que me siento discípulo de Don Vicente. Los grandes Maestros no trans-

miten solamente Ciencia, sino también Sabiduría, la virtud in-telectual o dianoética que engloba a todas las demás, ser sabio implica ser gran científico, pero no todo científico es capaz de ser sabio. La sabiduría, que los grie-gos atribuían solamente a los dioses, es no solo el saber, sino el saborear los saberes. El darles la trascendencia que tienen más allá de la relatividad del hallazgo científico. La ciencia es tal aquí y ahora. Sirve de escabel para el nuevo descubrimiento científico y derrama su utilidad en las apli-caciones técnicas. La sabiduría es una permanente actitud de ánimo y de la mente, capaz de comprender el hilo conductor que une los diversos momentos de la Ciencia. Así se comprende la Historia, cuyo valor científico negó incluso Aristóteles que no la entendió más que como anéc-dota. El pequeño gran libro sobre la Historia Antigua que publicó el año pasado en Piura, como pri-mero de una serie que ha queda-do incompleta, nos hace ver cla-ramente la sabiduría del Profesor Rodríguez Casado. El era es-pecialista en Historia Moderna, concretamente de la segunda mitad del siglo XVIII. Pero, a partir de la Ciencia de su Disci-plina, adquirió la Sabiduría de la Historia, como adquirió la Sabi-duría de la Universidad y la Sa-biduría de la Vida. Y nos la supo comunicar a los que conocimos de cerca o de lejos. Don Vicente que, seguro, en paz descansa, lla-maba a todo esto Providencia.

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NUEVA BIOGRAFÍA DE BARTOLOMÉ DE LAS

CASAS

Luis Martínez Ferrer

Escribir a estas alturas, tan cercana ya la fecha de 1992, una biografía sobre Bartolomé de Las Casas, es situarse en el ojo del huracán de los debates en torno al V Centenario. Sin embargo, Pedro Borges no ha pretendido en Quién era Bartolomé de Las Casas(1) presentar un libro polémico. Más bien trata de ofrecer a un público culto la personalidad de Las Casas, encuadrado en un contexto histórico. El autor confiesa haber trabajado "sin filias ni fobias, unas veces con admiración y otras con distanciamiento, pero siempre con la máxima imparcialidad posible, ante un personaje que nunca fue imparcial y ante quien resulta muy difícil serlo".

Pedro Borges es profesor de Histo-ria de América en la Universidad Complutense de Madrid. Todas sus investigaciones se dirigen al campo de la historia de la Iglesia en Amé-rica. En su última obra pretende

aportar una interpretación personal del personaje, para lo que reconstruye su biografía con minuciosidad. Quizás lo más origi-nal del libro sea el seguimiento de la vida de Las Casas a partir de sus propios escritos, llevando a cabo una crítica interna de los mismos.

Los juicios sobre Las Casas

Probablemente, fray Bartolomé sea el personaje más discutido de toda la historia de América española. Borges resume las principales vi-siones que se han hecho de él en los últimos tiempos. Por supuesto, abundan los juicios extremos. Para uno es Padre de América o una de las glorias más preciadas de nuestra patria; otros prefieren tildarle de paranoico, o precursor del marxismo. Con todo, Borges celebra que sean cada vez más las visiones atemperadas del fraile dominico. Los historiadores actuales han comprendido que se

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UN HOMBRE OBSESIONADO POR UNA IDEA

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RESEÑA DE LIBROS

debe distinguir al personaje real, en el contexto de su época, del Las Casas mítico, utilizado muchas ve-ces como bandera de mensajes del todo ajenos a su vida y escritos. Lo que nadie duda es que Las Casas fue un hombre extraordinario. Vivió mucho, ochenta y dos años (1484-1566), casi todos ellos entregados a su causa, por la que desplegó una incesante actividad. Considerando sus viajes, superó a Alejandro Magno, Julio César, a Raimundo Lulio, a la mayoría de navegantes españoles y portugueses de los si-glos XV y XVI, quedando detrás solamente de Colón y Magallanes. Cruzó diez veces el Atlántico, todo un récord para su época. A sus des-plazamientos hay que añadir sus abundantísimos escritos, que Borges, con los datos aportados por otros historiadores, cifra en un total de 369, entre libros, memoriales y cartas, en su inmensa mayoría refe-rentes a las Indias y algunos espe-cialmente voluminosos, como la Apologética Historia Sumaria o la Historia de las Indias.

ingreso en la orden dominicana en 1522 no fue sino una reafirmación en la misma línea de conducta. Había comenzado una obsesión, que le duraría toda la vida. Pedro Borges define con precisión el contenido de esta obsesión. Para el autor, " presentar a Las Casas exclusivamente, e incluso principalmente, como el defensor nato del indio, es empequeñecerlo y distorsionarlo". La defensa del indio no fue el objetivo, sino la consecuencia de éste. Fray Bartolomé luchó de palabra y de obra contra un sistema de anexión (conquista) y de colonización (en-comienda) que consideraba injusto.

La exageración, mediante el uso del superlativo y las generalizaciones, es

una constante de las obras de Las Casas

De ahí seguían cuatro consecuen-cias: los indígenas eran víctimas de una injusticia y estaban abocados al infierno por no ser cristianos; los españoles se condenaban por causar este doble mal; los reyes y asesores, por no atajar la situación, se exponían a las penas eternas y a la des-trucción de España como castigo divino; al propio Las Casas le incumbía informar de todo estoy proporcionar el remedio, so pena de incurrir también en la condenación eterna. En suma, nos dice Borges, este es el contenido de su obsesión: su propia salvación y la salvación de indios y españoles. Carácter apasionado Cuando en 1517 el superior de los jerónimos de la isla Española se enteró de que Las Casas iba a partir para la Península, su comentario fue tajante: "No vaya, porque es una candela que todo lo encenderá". El propio

El contenido de su obsesión 1514 es un año clave para Las Casas. Hasta entonces, su vida fue la de un seglar, más tarde clérigo, envuelto en los primeros años de conquista y colonización de las Antillas. Su acti-tud, hasta esa fecha, incluso tras su ordenación sacerdotal (1506), es la de un encomendero que, movido por la codicia, empleaba a los indios para su enriquecimiento. Pero en 1514, tras un proceso de reflexión a partir de las denuncias de los domi-nios y de su amigo Pedro de Rentería, Las Casas se convierte. De acuerdo con su carácter apasionado, "de encomendero militante pasa a antiencomendero furibundo". Su 107

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Las Casas se definía como un hom-bre colérico. Borges, fiel al objetivo de su relato, intenta mostrarnos en las páginas finales un esbozo de la personalidad del dominico. En cuanto a dotes naturales, es claro que poseía una gran inteligencia y una memoria prodigiosa. Junto a ello, contaba con un enorme poder de atracción. De ahí que afirme Borges: "el que lea superficialmente sus escritos o no disponga de conocimientos suficientes para examinarlos con sentido crítico, no puede sino aceptar íntegramente lo que él dice y tal como lo dice, a menos que se niegue por sistema a creerlo". Comentando el apasionamiento de Las Casas, Borges habla de extremismo, exa-geración e intransigencia. En cuanto a las exageraciones, es una constante de su obra el uso per-manente y casi exclusivo del super-lativo y la universalización: para él, cada uno de los cinco reinos de La Española (76.484 kilómetros cua-drados) era mayor que Portugal (92.082 kilómetros cuadrados); la empresa evangelizadora de Tezulutlán, que Las Casas dirigió, y que se desarrolló en una comarca más bien reducida, era la mayor obra de la Iglesia de los tiempos apostólicos; los españoles habían dado muerte para 1559 a mil millones de indígenas, cifras astronómica que representa más de tres veces la población actual de toda Hispanoamérica. Gestiones en la corte Una de las acusaciones injustas, se-gún Borges, que se hacen contra fray Bartolomé es la de que no evangelizó a los indios. Le recriminan que se dedicara a trabajar en la corte en

lugar de hacerlo a pie de obra en la propia América. Borges explica que eligió lícitamente, siempre con la licencia de sus superiores religiosos, el camino que estimó más conveniente para sus nobles objetivos. Además, su labor desde la cúpula del gobierno central no sólo era lícita y conveniente, sino que en principio estaba llamada a ser la más universal y de mayor trascendencia que realizándola en América". La realidad es que Las Casas centró toda su actividad en la influencia sobre la corte de España. Nunca aprovechó estas gestiones cortesanas para provecho personal. "Es evidente que Las Casas pudo situarse bien en la vida, tanto desde el punto de vista económico como el de prestancia social pero no lo hizo". En ese sentido, Borges narra que, desde que en 1515 hizo caso omiso de un intento de soborno, por parte de un alto funcionario, para que ca-llara, todas las gestiones que realizó en adelante las llevó a cabo a costa propia. Cuando en 1544 fue consa-grado obispo, renunció a la rica sede de Cusco para terminar aceptando, presionado, la más modesta de Chiapa (México) y hasta renunció a esta última para reanudar su humilde vida de dominico. Es cierto, sin embargo, que, como misionero, cosechó varios fracasos: Tierra Firme (1521); labor pastoral en Chiapa (1544-1550), en la que sus sacerdotes optaron por no seguir sus severas advertencias, para no provocar el caos de la diócesis; Flo-rida (1547). Sólo en Tezulutlán (1547) su labor misional fue fructífera, pero Borges señala que su participación activa en ese proyecto fue muy breve.

Una espiritualidad negativa

El carácter obsesivo de Las Casas le

llevó a concebir la realidad indiana sólo desde el punto de vista negati-vo. En sus obras, de manera singu-lar en la Brevísima relación de la destrucción de las Indias se recrea en la cara oscura de la realidad. Lo cual provocó, explica Borges, que, pese al innegable patriotismo de Las Casas -siempre fue fiel a la Corona-, sus escritos dieron pie a la leyenda Negra. Y es que fray Bartolomé te-nía una gran tendencia al pesimis-mo. En sus constantes alusiones a Dios, lo normal es que se refiera al servicio de Dios entendiéndolo como una grave imposición, no como fruto del amor espontáneo.

El pecado es algo obsesivamente presente en sus escritos. Todas sus obras, dice Borges, "están entreveradas de afirmaciones referentes a la condena eterna, a la imposibilidad de salvarse, a los castigos divinos e incluso a la destrucción de España". Hasta en vísperas de su muerte abrigó serias dudas sobre su propia salvación, a pesar de reconocer lo mucho que había trabajado por Dios.

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RESEÑA DE LIBROS

Frutos Menguados

A lo largo del libro, el autor deja traslucir el esfuerzo desarrollado por Las Casas para cumplir la misión a la que se creía llamado. Fray Bartolomé se sentía sinceramente impulsado por un requerimiento divino "Creo que quiere Dios -dice él mismo- que torne a hinchar los cielos y la tierra de clamores y lágrimas y ge-midos en esa corte (la española) y en ese mundo hasta que Lucifer salga de estas Indias" A este programa se consagró en cuerpo y alma.

Fray Bartolomé rehuyó el provecho personal y realizó

gestiones ante la corte a su propia costa

En contradicción con esta entrega, los resultados fueron menguados. Al final del libro, Borges señala que "el terreno de los hechos, lo hemos visto fracasar en casi todas las empresas que acometió personalmente": en la de convencer a los colonos de Cuba de que abandonaran las encomiendas, en la forma cisneriana, en sus proyectos de colonización de La Española y Tierra Firme a base de labradores, en su labor pastoral de obispo y en sus esfuerzos para que se suprimiera el sistema de encomien-das. La razón de estos fracasos la en-cuentra Borges en su falta de realis-mo o en su exceso de utopía. Pro-pugnó siempre lo que se debía, no lo que se podía hacer. Jamás se paró a pensar si, dado el contexto social, se podían suprimir sin más las enco-

miendas. Tampoco recapacitó sobre si, teniendo en cuenta la situación política, se podía prescindir -como llegó a proponer- de la presencia de españoles en el Nuevo Mundo. "Fue precisamente esta falta de realismo - concluye Borges- lo que más obstaculizó la consecución de sus objetivos".

Lo singular en Las Casas

Después de haber intentado mostrar en su libro la compleja personalidad de Las Casas, Borges se pregunta por sus rasgos distintos. En otras palabras, el porqué de su cele-bridad. En ese sentido, el autor afirma que "desde el punto de vista de su pensamiento y de sus objetivos, contra lo que se suele creer, no representa nada inédito entre los evangelizadores americanos”, a pesar de que el propio Las Casas insiste en presentarse como caso único. En cuanto a sus preocupaciones, no hace más que coincidir con muchos de esos evangelizadores en el proceso de la conversión y con la mayor parte de ellos en la defensa tenaz del indio, en su sensibilidad ante el problema de los derechos humanos, en su oposición a la esclavitud, en su rechazo de las conquistas y encomiendas, en sus despiadadas críticas a la situación indiana, o en sus contundentes denuncias a la Corona de los abusos que se cometían. Incluso, señala Pedro Borges, en el terreno de la utopía propiamente dicha se quedó corto respecto, por ejemplo, a Vasco de Quiroga o a los primeros franciscanos de Nueva España. Por lo que se refiere a los logros, apenas se distingue tampoco a otros evangelizadores. Como ellos, no tuvo dificultad en conseguir de la Corona favores parciales cuando lo

solicitado facilitaba la evangeliza-ción y no atentaba contra el orden establecido. Pero, señala Borges, al igual que ellos, se estrelló contra la precaución oficial de no acceder a propuestas de gran alcance cuando provenían de una sola persona.

El "modo lascaciano"

"lo característico de Las Casas no es lo que pensó, lo que se propuso obtener o lo que en realidad logró, porque en esto coincide con todos los demás. Lo característico en él es el modo como lo hizo". Ese modo consistió en haberse limitado casi exclusivamente a tratar de encausar el Nuevo Mundo en con-formidad con los principios del cristianismo como consecuencia de una obsesión, en haber empleado para ello la exageración de los abusos que quería desterrar, en no ver más posibilidades de arreglo que sus propias propuestas, y en haber gestionado la consecución de sus objetivos desde la Corte. Todo esto dio a su actuación un brillo que no obtuvieron los demás y que él mismo se preocupó de resaltar, mientras los otros eran más recatados. Las Casas, extremista como era por carácter y obsesionado por la salva-ción eterna propia y ajena, se distinguió, dice Borges, por ser "un inconformista sistemático que divinizó al indio, es decir, a la víctima, y satanizó al español, esto es, al supuesto verdugo". Su modo de ser le incapacitó para ver el lado positivo de la realidad que tenía que reformar.

(ACEPRENSA)

(1) Rialp. Madrid (1990). 309 págs. 1,600 ptas. 109

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MERCURIO PERUANO

JAKI, Stanley L.

Ciencia, fe, cultura; Madrid, Ediciones Palabra S.A., Libros MC 1990; 208 pp.

Esta es la primera obra del científico e historiador de la ciencia, Stanley Jaki, que aparece en castellano. Ya está en preparación, también, la pu-blicación en castellano de la segun-da edición inglesa de su libro Rele-vancia de la Física. El libro que ahora comentamos no aborda el tema del título desde un punto de vista general, sino desde la perspectiva específica de los diversos debates y controversias científicas y culturales en los que el autor ha tenido actuaciones importantes en los últimos treinta años. De ahí que los varios capítulos que componen este texto sean conferencias del autor anteriormente publicadas en inglés, cuya distribución y división permite al lector gustar del ejemplo vivido y detenerse en los aspectos que más le interesan. El autor, como historiador de la ciencia, tiene un estilo especialmen-te adecuado que le capacita para aclarar conceptos, recurriendo al

origen de la idea y su posterior desarrollo. Así resulta atractiva y sugerente la influencia del diálogo de Sócrates en el Fedón en la información de la teoría física y, lo que inicialmente podía causar perplejidad, resulta una reflexión sumamente enriquecedora. Jaki hace notar que el impulso nece-sario para el avance de la ciencia ha nacido, frecuentemente, de una "fe en la ciencia" como medio de cono-cimiento, hasta el punto que es usual vaticinar para cuándo se "cree" que se habrá descubierto una teoría, un nuevo material o una curación. No obstante, los científicos son cautelosos, pues la fe en la naturaleza piensan, y correctamente, que es un paso hacia la religión, de la que generalmente quieren prescindir. A este respecto, Jaki cita lo siguiente de una carta de Einstein, de la que tomamos párrafos aislados: "el tipo de orden creado, por ejemplo, por la teoría de la gravedad de Newton es

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RESEÑA DE LIBROS

muy distinto. Incluso aunque el hombre proponga los axiomas de la teoría, el éxito de ese procedimiento supone, por parte del mundo objeti-vo, un alto grado de orden que de ningún modo estamos autorizados a esperar a priori... Y aquí está el punto débil de los positivistas y ateos profesionales... "Curiosamente, Einstein más adelante se da cuenta de su acercamiento a lo divino, se excusa por ello y luego justifica que se excuse "por si piensas que, debi-litado por la edad, he caído en ma-nos de los sacerdotes". Tenía 73 años. En otro momento, Jaki muestra cómo es natural que el avance de la ciencia con su tinte acumulativo haya provocado un deseo de usar el método científico en otras áreas del conocimiento. Incluso, no es extraño que el método haya sido sobrevalorizado. Pero lo que me llama la atención es que los más entusiastas, los "empiristas" y los "fisicalistas", están en las filas de los que no tienen el método científico como la herramienta de su trabajo profesional. En ese sentido, Jaki ilustra este último aserto acudiendo a casos que evidencian esta extrapolación.

Cita cómo Engels sostuvo que la teoría electromagnética de Maxwell demostraba la existencia del éter y, en consecuencia, la verdad del materialismo. Teoría electromagnética que estaba for-mulada en forma compleja y no pretendía, de suyo, la consecuencia citada. De paso, hay que decir que, posteriormente, la teoría de la relatividad de Einstein probó la no existencia del éter, tal como entonces se entendía. Finalmente, en otros capítulos se en-cuentra el debate entre la cultura científica y la humanista, la relación entre ciencia y fe, ciencia creativa, evolución, etc.

El libro trae una presentación hecha por el Profesor Mariano Artigas que tuvo en Lima en 1989, participando en un Congreso Científico, con sede en la Universidad de Lima.

Ramón Mujica

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