Medjugorje

8
1 26. Medjugorje [Como en un ensueño, entre las luces rojas y los trajes blancos, irrumpió Fito, de rojo, en el León Coundu. “Muy buenas noches, Asunción querida”… Abre el mundo ante tus pies /abre todo sin querer /abre el zen, la vanidad /abre la profundidad /abren sexos en tu piel /abren cofres si querés /abre el fuego si cantás /abre el mundo una vez más…] Leónidas llegó a Asunción. Luego de casi una hora de trámites en la aduana del paso internacional donde finaliza el puente que separa las ciudades de Clorinda -del lado argentino- y Puerto Falcón -del lado paraguayo-, estacionó su auto en el jardín que oficia de garage, sobre la calle Félix Bogado. Hacía cinco años que estaba trabajando en radio Venus, una de las emisoras puntales de comunicación paraguaya. Regresaba a su ciudad adoptiva, a su che reta’imi, como solía llamarla en Rosario. Durante los cuatro días previos había visitado a su familia, que no veía desde hacía seis meses y la excusa del casamiento de su prima Lisa lo había motivado para hacer un viaje fugaz, de fin de semana. Los días que permaneció en Arroyito los aprovechó para ver amigos, pero de manera muy acotada, porque dos de los días los perdería en ceremonias y festejos por el casamiento. Jueves de civil, sábado de iglesia. En esos días se topó con casi todos, al único que no pudo ver fue a Nicolás Martín, su mejor amigo. Con el tiempo, en un viaje a Europa oriental, repararía en cada paso que dio ese fin de semana, sin entender los porqués -si los hubo- no llegó a encontrarse con el más querido de sus amigos. Y nunca se lo perdonó hasta que estuvo en lo más alto del monte Podbrdo. Aterrizado el avión en Islas Malvinas, luego de recoger su bolso, subió al auto de su hermano Fernando que lo fue a buscar con otros dos amigos. Tomaron por Boulevard Oroño, atravesaron el Parque de la Independencia, se detuvieron en

description

Sobrecarga de sucesos. La reflexión final es impactante. Es otra vez esto de buscar eso que está hecho a la medida de uno y no adaptarse a lo impuesto socialmente. Es nuevamente un lector altamente pensante y capaz de decidir sobre su vida, sus gustos, sus opciones. Obviamente está demás decir que los “amigos” estaban enamorados, que una muerte así de trágica te cambia la vida. Esa necesidad del ser humano de buscar su “más allá”, un “más allá” personal, a medida. Que el vacío de uno no se llena con el mismo contenido con el que llenan los otros. La necesidad espiritual de buscar a ese ser superior, que uno lo sienta realmente superior. Y mostrar abiertamente que somos distintos, con necesidades y agujeros diferentes. Desnaturalizar la imposición social del “deber ser”, del “quién soy” y del “quién quiero ser”. Y la elección de poder serlo. /Neyda pitt -Editora-.

Transcript of Medjugorje

Page 1: Medjugorje

1

26.

Medjugorje

[Como en un ensueño, entre las luces rojas y los trajes blancos, irrumpió Fito, de

rojo, en el León Coundu. “Muy buenas noches, Asunción querida”… Abre el mundo ante tus pies /abre todo sin querer /abre el zen, la vanidad /abre la profundidad /abren sexos en tu piel /abren cofres si querés /abre el fuego si cantás /abre el mundo una vez más…]

Leónidas llegó a Asunción. Luego de casi una hora de trámites en la aduana del paso internacional donde finaliza el puente que separa las ciudades de Clorinda -del lado argentino- y Puerto Falcón -del lado paraguayo-, estacionó su auto en el jardín que oficia de garage, sobre la calle Félix Bogado. Hacía cinco años que estaba trabajando en radio Venus, una de las emisoras puntales de comunicación paraguaya. Regresaba a su ciudad adoptiva, a su che reta’imi, como solía llamarla en Rosario.

Durante los cuatro días previos había visitado a su familia, que no veía desde hacía seis meses y la excusa del casamiento de su prima Lisa lo había motivado para hacer un viaje fugaz, de fin de semana.

Los días que permaneció en Arroyito los aprovechó para ver amigos, pero de manera muy acotada, porque dos de los días los perdería en ceremonias y festejos por el casamiento. Jueves de civil, sábado de iglesia.

En esos días se topó con casi todos, al único que no pudo ver fue a Nicolás Martín, su mejor amigo. Con el tiempo, en un viaje a Europa oriental, repararía en cada paso que dio ese fin de semana, sin entender los porqués -si los hubo- no llegó a encontrarse con el más querido de sus amigos. Y nunca se lo perdonó hasta que estuvo en lo más alto del monte Podbrdo.

Aterrizado el avión en Islas Malvinas, luego de recoger su bolso, subió al auto de su hermano Fernando que lo fue a buscar con otros dos amigos. Tomaron por Boulevard Oroño, atravesaron el Parque de la Independencia, se detuvieron en

Page 2: Medjugorje

2

Plaza Suecia. Leónidas pensó en pasar por lo de Nicolás Martín, que vivía cerca, en Mariano Moreno y Jujuy, aunque sabía que a esa hora su amigo estaría en la oficina. Cruzaron hasta el parque de las Colectividades, se sentaron en torno al río Paraná, destaparon unas cervezas, fumaron, Leónidas cantó.

Río marrón, devolveme sangre abajo de tu paso el lirio negro

que llegó junto a tu orilla. Río, río marrón, llevá en un pez esta canción,

que alguien me espera, de cara a las estrellas…

Leónidas y Nicolás Martín habían estado distanciados durante casi tres años, justo después del viaje definitivo de Leo a Paraguay. Por los caprichos del azar, una tarde, en la playa de Mar de las Pampas, Nico estaba sentado mirando el mar y, desde atrás, Leónidas le tapó los ojos. Se abrazaron, trataron de recordar por qué se habían distanciado, pero ninguno de los dos pudo esclarecerlo, o no quisieron volver a sentirse mal por algo que, seguramente, no lo merecía.

Hay recuerdos que no voy a borrar,

personas que no quiero nunca nunca nunca olvidar…

Cantó Nicolás y lo invitó a compartir unos días en su cabaña, cerca del bosque de pinos y acacias.

[Al compás de los bronces cubanos, el rosarino afiló la puntería cerca de la revolución, dando la tecla exacta: “Monsier García, presente en Asunción”, luego de haberse despachado con alguno de sus clásicos hasta gritar “no voy en tren, voy en avión…”, que Nico y Leo cantaron saltando, luego del guiño: podía haber algo mejor… Después, el abrazo al compás de Strawberry fields forever, cual intro, para decir “yo no buscaba nada y te vi…”. Abre el roce y el amor /se abren paso entre tú y yo / abre el miedo y el dolor /abrís todo y entro yo / abre un cuerpo, se abre el sol /abre dar también perdón /abre verse en realidad / abre gritar de verdad…]

Leo y Nico habían aprendido a quererse, especialmente con los defectos que cada uno soportaba del otro. Porque el amor los podía más. Y sin embargo, habían caído en una separación ¡de tres años! por nada que mereciera recordarse. Habían crecido juntos, habían compartido el jardín de infantes, la primaria y la

Page 3: Medjugorje

3

secundaria, habían compartido una novia, sin que ella les hubiera dicho nada a ninguno. La conocían con distinto nombre. Se llamaba Paula Andrea. Leo salía con Paula. Nico con Andrea. Ambos la habían conquistado la misma noche, en la misma discoteca. Una noche se dieron cuenta que los dos estaban con ella y fue tan divertido que se animaron a hacer un ménage à trois y luego la dejaron. Esa noche fue especial porque cruzaron un límite y se vieron desnudos.

–Esta tarde paso a ver a Nico. -esbozó.

–Se tuvo que ir hoy a la madrugada, a Henderson, porque falleció su suegro.

–Estaba muy delicado.

–¡Uy sí!, me contó de Don Sergio, quizá el mensaje que me mandó ayer a la radio fue por eso. En un rato lo llamo.

Nicolás Martín regresaría el sábado, luego del entierro. Pero ese jueves, a la noche, hablaron un rato y Nico lo invitó el domingo a la cancha a ver a Newell’s Old Boys. Ambos habían crecido y estudiado en una escuela cercana al club de Parque Independencia y se habían hecho simpatizantes del equipo. Quedaron en hablar el domingo, apenas Leónidas se levantara, ya que tenía muchas ganas de ir al estadio, pero dependía de la hora que se acostara post casorio. Desde que se habían reconciliado, tenían una relación fluida, hablaban día por medio por celular, más allá de los mensajitos. Además, Nicolás Martín lo escuchaba por Internet, de lunes a jueves, en su programa radial “Viaje infinito”. Ese fin de semana no llegarían a verse. El domingo, Leónidas se levantó a las 4pm, estaba tan pasado de sueño que se quedó tirado en la cama mirando televisión. Nicolás Martín se había ido a la cancha. Hablaron un rato, durante el entretiempo, y quedaron en encontrarse el lunes a la mañana, antes de que Leónidas regresara a Asunción, pues ese domingo a la noche Nicolás Martín tenía inventario en su trabajo. Compartir momentos a solas, entre copas de buen vino tinto y abundante pochoclo salado, sin que nadie interrumpiera, era una constante de sus encuentros. Lo aprovechaban para confesarse las infidelidades y los conflictos que cada uno cargaba con sus respectivas relaciones. Por eso preferían hablar por teléfono en vez de cruzarse tan solo unos minutos. Preferían, si podían, siempre esperar a estar frente a frente. Era la mejor oportunidad de aventurarse en confidencias. Además, en pocas semanas, Nicolás Martín concretaría un viaje a Paraguay, para repetir otro concierto, juntos, de Fito Páez en Asunción. Dos semanas después, sería Leónidas quien viajaría a Rosario para comaprtir un fin de semana de pesca y amigos.

Por razones del destino o los desajustes que propone lo cotidiano, Nico y Leo no llegaron a encontrarse el lunes por la mañana. Como Fernando trabajaba con Nicolás Martín, le había dicho a su hermano que iba a ir a despedirlo. Leónidas no quiso presionarlo. Tenía la convicción que su amigo llegaría para despedirlo.

Page 4: Medjugorje

4

[Leónidas estaba a prueba en radio Venus. Lo invitaron al concierto de Paéz y, como Nicolás Martín había ido a acompañarlo por unos días, fueron juntos a la presentación del nuevo disco del artista que tanto admiraban. Llegaron temprano: unas cervezas, un par de asaditos e ingresaron por el sector de prensa. Quedaron prendados de la corista Anita, especialmente cuando se despachó en la movilizante arenga el amor después del amor. Amor. La frase más enriquecedora de la noche, como la canción que presentó Aloras, a instancias de un Fito que, al final, sentenció vengo a ofrecer mi corazón, en una cálida versión a capela. Abre el rito de la fe /abre el riesgo de perder /se abre solo mi ataúd /abre el plexo en una cruz /abre drogas, abre amar /abre besos, abre andar /abre hablar, abre callar /abre el pulso en Paraguay…]

El abrumante tránsito en la autopista impidió que Nicolás Martín llegara a tiempo. Hablaron durante diez minutos, justo antes de que el cartel anunciara que debían abrocharse los cinturones y una azafata manifestara que tenían que apagar los celulares y las computadoras. Fue la última vez que hablaron. Mientras el avión de Aerolíneas Argentinas cruzaba el territorio santafesino, el auto de Nicolás Martín se estrellaba contra la banquina de la autopista, en una curva. Las pericias y los testigos indicarían que fue el resultado de una imprudencia; el chofer de una combi de pasajeros ilegal había ocasionado el accidente. Los forenses establecieron que el certero impacto le provocó la muerte en el acto a Nicolás Martín.

El avión de AA bajó en Formosa. Leónidas recogió su Z3 y se fue directamente a hacer su programa radial, viajando casi tres horas hasta la fm. En la frontera, al cruzar hacia Puerto Falcón, compró un vaso de mosto, que bebió con gran placer. En otro de los puestos compró cuatro bolsitas de hielo. Preparó su gran termo con los colores del ciclón, agregando algunas plantas refrescantes: menta i, burrito, cola de caballo, taropé. Preparó su tereré con su yerba canchada preferida, la Piporé, y se fue directo a Venus. Ese mediodía estaba feliz por el descanso y los reencuentros vividos en su patria. Pensó un instante en Nicolás Martín, se contentó de haber hablado un rato, a sabiendas que lo volvería a ver en menos de un mes y, más tarde, en otro viaje que aprovecharía para entrevistar a una estrella internacional, invitada para promocionar su nuevo álbum de música, en Buenos Aires. Viajaría por tres días, de los cuales dos estarían destinados a la pesca, en Ibicuy, en la provincia de Entre Ríos, con Nico y dos amigos más. Como estaba alegre no sintonizó ninguna cadena de noticias de Argentina durante la transmisión de su programa, algo que suele realizar. Puso de fondo el programa infantil Kid vs. Kat, que le arrancan siempre una sonrisa, aunque activó el mute.

Page 5: Medjugorje

5

[Luego bebieron muchas Pilsen en Britania, compartieron unos tragos con Fito Páez y su banda, que llegó para seguir haciendo noche. Después, se fueron caminando hacia el puerto, para fumarse un porrito de Pedro Juan, a orillas del río Paraguay, mientras canturreaban la ausente Circo Beat que, sin embargo, figuraba en el set list que le habían pedido al técnico de sonido. Llegaron al Palacio López, tomaron la avenida costanera, sobre la Bahía de Asunción. Un cielo tomado por las nubes había regalado un refresco al calor asunceno. Bordearon la Manzana de la Rivera, subieron por Benjamín Constant hasta Colón; a esas horas, solo ellos dos en la ciudad. Abre hacer e imaginar /abre nunca

interpretar /abre toda sensación /abre música y color…]

La noticia de la muerte de Nicolás Martín se conoció alrededor de las 18 horas. Estuvo en el aire de todos los canales de noticias. La conmoción destrozó a todos. Nadie se envalentonó en llamar a Leónidas. Cada uno pensaba que otro lo haría y así pasaron las horas. Su hermana Becky lo llamó con la excusa de saber cómo había estado el viaje y se dio cuenta que no sabía nada. Fernando estaba en shock como para contener a su hermano que no se enteraría hasta el día siguiente, por la noche, una vez que finalizara su programa radial y que el entierro se hubiera consumado. Le pareció raro, sí, que nadie le hubiera mandado un sms o un mail para saber cómo había llegado. Incluso le escribió y lo llamó a Nicolás Martín, sin recibir respuesta alguna. No insistió. Estaba agotado. Se fue directo a la cama.

El impacto de la mala nueva fue contundente, como suele impactar una muerte temprana, inesperada. Leónidas eligió no regresar a Rosario. Tampoco lo hizo el fin de semana que debía entrevistar a la estrella pop. Pidió que enviaran, en su reemplazo, a otro corresponsal. Durante los siguientes tres meses, luego de su desayuno con tereré y tortillas de verdeo, que le preparaba Ña Zunilda, empezaba a beber latitas de Pilsen, hasta la hora de hacer su programa. Aprovechaba que todos sus compañeros lo llamaban “Bo Esponja” y que sus excesos de cerveza nunca lo delataban, más que tornarlo risueño y avivarlo un poco más para la conducción de “Viaje Infinito”. Un chicle de frutas rojas, que no confundía a nadie en la emisora -todos lo querían y acompañaban en el mal momento que estaba transitando-, era su modo de creerse a salvo del mal aliento.

Paraguay es un país altamente devoto a los ritos que propone el cristianismo, con importantes dosis de participación en los típicos momentos del calendario religioso. Respetuoso de las costumbres, Leónidas participaba, en muchos casos, de aquellos festejos en los que podía degustar un poco de chipá guazú, chipá so’o, empanadas de mandioca y abundante cerveza. No solo se consideraba

Page 6: Medjugorje

6

agnóstico sino que había solicitado su excomunión de la iglesia católica por entender que la misma, imbuida en casi dos mil años de poder y enriquecimiento desmedido, ya no le daba los puntos esenciales en los que alguna vez llegó a creer: los evangelios hablan de cosas maravillosas y milagrosas que había hecho y dicho el profeta Jesús. Aquellos valores por los que luchaba los encontraba en los curas tercermundistas y no “en los prelados de colores púrpuras y anillos de rey”. Sentía que John Lennon había profesado, con más valentía y claridad, en hechos, lo que los curas mezquinaban. La palabra sagrada de Jesús difería tanto de lo que palpaba en sus amistades y familiares más practicantes de la religión. En muchas de las reuniones familiares, harto de los pregoneros de la nada, con respeto y con firmeza, arrojaba su piedra: “Jesús dijo ‘ama a tu prójimo como a ti mismo’ y Lennon dijo: ‘todo lo que necesitás es amor. Paz y amor’. Más claro, echale leche”.

[Tomaron por la carretera, una botella más y se marcharon al departamento que le habían prestado a Leónidas. Cayeron rendidos, gloriosos de una noche de inmensidad, cantando, gritando que nadie podía ni debía vivir sin amor. No les importó que el cielo se abriera en una despiadada tormenta ni que tuvieran que quedarse sin luz durante varias horas de la mañana si el mundo se abría una vez más. Abre el fin de la razón /abre el cielo y el terror / abre un poco de piedad / abre toda inmensidad…]

A los tres meses del trágico accidente de su amigo hizo un clic. Y lo hizo de la manera menos pensada. Es que los clics se producen de repente, sin que uno los piense ni analice mucho. Estaba en el medio del programa radial, haciendo zapping, mientras pasaba un ranking pre grabado de rock paraguayo, que incluía a sus bandas admiradas: Gaudí, Paiko, Gaia y Deliverans. Dejó de apretar los botones del control remoto cuando una imagen lo flechó. Pidió silencio a sus columnistas, a la par que desactivó el mute. De los labios de esos niños, que acababa de ver como poseídos y a los que les hacían todo tipo de estudios con señales y actitudes de exorcismo, escuchó que se les aparecía una virgen, desde 1981, en el pueblo donde vivían, Medjugorje. Asombrado por ello buscó información y encontró un libro testimonial de Wayne Weible que lo inspiró en la decisión que tomaría.

A fin de año, nuevamente un aeropuerto argentino lo tenía allí, pero esta vez como pasajero de tránsito, embarcando en un vuelo a Checa, para tomar, allí, un tren hasta el territorio bosnio-herzegonivo, en la península de los Balcanes donde, cerca de la frontera con Croacia, lo esperaba Medjugorje, cuyo significado en lengua croata es “entre montañas”.

Page 7: Medjugorje

7

Hizo varios trasbordos de viaje en tren, alquiló un auto y observó, ya en ruta a Medjugorje, las yagas que permanecían rebosantes de dolor por la embestida que dejara la guerra de Kosovo. “El poder en aras de la religión”.

Leónidas, sin embargo, no prestó atención a nada, solo pudo desprenderse de su abstracción cuando la pobreza, secuela eterna de lo que una guerra deja, golpeó el vidrio de su auto, materializada en un niño rubio, de cara sucia y ojos saltones, para pedirle un poco de dinero y algo que comer. Leónidas le sonrió, el niño le sonrió también. Intercambiaron comida y billetes de un lado; una estampita de la virgen que había visto en la televisión, por el otro.

Medjugorie estaba allí, con su clima mediterráneo, la gran colina del monte Podbrdo, donde se originaron las apariciones, y el monte Krizevac en el cual se construyó, en 1900, una gran cruz de cemento armado en conmemoración a la crucifixión de Jesús. Leónidas entró en la capilla, como un peregrino más, sin santiguarse. Observó la austeridad del sitio, tan distante de lo que había visto en su visita al Vaticano, tres años atrás, cuando le tocó pasar por Roma para entrevistar al cantante Jorge Ruíz, que giraba con sus dulces melodías por el viejo continente. En aquella oportunidad, mirando la suntuosidad de la capilla Sixtina, pensó en Lutero mirándola también y diciéndose a sí mismo: “tanto oro aquí y tanta pobreza afuera”. Esta vez se sentía distinto. La simpleza de Medjugorje y de los fieles era genuina, real, palpable, admirable. El comercio que se había levantado en torno a las apariciones marianas las justificaba como elemento de crecimiento para los pueblerinos. Sentía un profundo misterio por revelar y un misticismo puro. Sabía que no vería a ninguna virgen, que subir la colina de las apariciones significaba cerrar un ciclo con su dolor y con su malestar, sentirse salvado, que podía volver a despegar, porque se sentía protagonista de su propio camino.

[… abre el fuego si cantás / abre el mundo una vez más. / ¡Abre!]

Page 8: Medjugorje

8

Tedeschi Loisa, Diego

Publicado en © Tres de un par imperfecto. Cuentos a la crema

1º edición – Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 360 p.; 17 x 24 cm.

© 2014 Bubok Publishing S.L.

ISBN 978-987-33-4944-7

1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título

CDD A863

Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Impreso por Bubok

Fecha de catalogación: 06/05/2014

Hecho el depósito que impone la Ley 11.723

Prohibida la reproducción total o parcial de la obra sin citar al autor.

Todos los derechos reservados.